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PENSAMIENTOS PASCAL TOMO 2 Ediciones elaleph.com

Pascal, Blaise - Pensamientos 2

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    P A S C A L

    TOMO 2

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz

  • Editado porelaleph.com

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    Seccin VII

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    Segunda parte. Que el hombre, sin la fe, no puede conocer ni elverdadero bien ni la justicia. - Todos los hombres pretenden serfelices; esto no tiene excepcin; cualesquiera sean los mediosque emplean para conseguirlo, todos tienden a ese fin a.Unos van a la guerra y los otros no, a causa de ese mismodeseo, que existe en ambos, acompaado de distintas consi-deraciones. Todo paso de la voluntad, por mnimo que sea,slo tiende hacia ese objetivo b. Es el motivo de todas lasacciones de todos los hombres, aun de los que van a colgar-se.

    Y sin embargo, despus de tantos aos, nadie ha llegadonunca, sin la fe, a ese punto que todos persiguen continua-mente. Todos se quejan: prncipes, sbditos; nobles, plebe-yos; viejos, jvenes; fuertes, dbiles; sabios, ignorantes;sanos, enfermos; de todos los pases, de todos los tiempos,de todas las edades y de todas las condiciones.

    Prueba tan larga, tan continua y tan uniforme debieraconvencernos totalmente de nuestra impotencia para llegar

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    al bien mediante nuestros esfuerzos; pero el ejemplo poconos instruye. Nunca es tan perfectamente igual que no sedeslice alguna diferencia sutil; y ah esperamos, que nuestraespera no quedar desilusionada en esta ocasin como ocu-rri en la otra. Y as, porque el presente nunca nos satisface,la experiencia nos estafa con su engao y, de desdicha endesdicha, nos lleva hasta la muerte, que es de ello un colmoeterno.378) As pues, qu nos grita esa avidez y esa impotencia,sino que hubo otrora en el hombre una verdadera dicha, dela cual slo le queda ahora la seal y el rastro totalmentevaco, y que l trata intilmente de llenar con todo lo que lo,rodea, buscando en las cosas ausentes el auxilio que no con-sigue de las presentes, auxilio del cual son todas incapaces,porque el abismo infinito slo puede ser llenado por unobjeto infinito e inmutable, es decir por Dios mismo?

    Slo l es su verdadero bien; y, desde que l lo haabandonado (extraa cosa), nada en la naturaleza ha sidocapaz de reemplazarlo: astros, cielo, tierra, elementos, plan-tas, coles, puercos, animales, insectos, terneros, serpientes,fiebre, peste, guerra, hambre, vicios, adulterio, incesto. Ydesde que ha perdido el verdadero bien, todo puede igual-mente parecerle tal, hasta su propia destruccin, aunque tancontraria a Dios, a la razn y a la naturaleza al mismo tiem-po d.

    Unos lo buscan en la autoridad, otros en las curio-sidades y en las ciencias, otros en las voluptuosidades. Otros,que efectivamente se le han acercado ms, han consideradoque es necesario que el bien universal, que todos los hom-

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    bres desean, no resida en ninguna de las cosas particularesque slo pueden ser posedas por uno solo y que, al estarrepartidas, ms afligen a su poseedor por la falta de la parteque l no /tiene/, de lo que lo contentan por el goce de laparte que le pertenece. stos han comprendido que el ver-dadero bien deba ser tal que todos pudieran poseerlo a lavez, sin disminucin y sin envidia, y que nadie, a contragus-to, pudiera perderlo. Y la razn de ellos estriba en que, sien-do ese deseo natural al hombre, puesto que existenecesariamente en todos y que ninguno puede no tenerlo,de esto infieren ...e

    Copia 193) 426

    Puesto que la verdadera naturaleza est perdida, todo setorna su naturaleza; del mismo modo, puesto que el verda-dero bien est perdido, todo se torna su verdadero bien.

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    El hombre no sabe en qu puesto ubicarse. Eviden-temente, est perdido, y cado de su verdadero lugar, que nopuede volver a encontrar. Lo busca por todas partes coninquietud y sin xito en tinieblas impenetrables.

    444) 428

    Si probar a Dios por la naturaleza es una seal de debi-lidad, no despreciis por eso las Escrituras a; si haber cono-

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    cido esas contrariedades es una seal de fuerza, apreciad poreso las Escrituras.

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    Bajeza del hombre: hasta someterse a los animales,hasta adorarlos.

    317) 430

    En P. R. a (Comienzo, despus de haber explicado la incom-prensibilidad). - Las grandezas y las miserias del hombre sontan evidentes, que es necesario que la verdadera religin nosensee que hay en el hombre tanto un gran principio degrandeza como un gran principio de miseria. Por lo tanto, esnecesario que ella nos d razn de esas asombrosas con-trariedades.

    Es necesario que, para tornar al hombre feliz, ella lemuestre que hay un Dios; que estamos obligados a amarlo;que nuestra nica felicidad consiste en estar en l, y nuestronico mal en estar separados de l; que ella reconozca queestamos llenos de tinieblas que nos impiden conocerlo yamarlo; y que, porque nuestros deberes nos obligan a amar aDios y nuestras concupiscencias nos apartan de este amor,nosotros estamos llenos de injusticia. Es necesario que ellanos d razn de esas oposiciones que sentimos para conDios y nuestro propio bien. Es necesario que ella nos ense-e los remedios para esas impotencias y los medios de obte-ner esos remedios. Examnense sobre esos puntos todas las

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    religiones del mundo, y vase si hay otra que los satisfagamejor que la cristiana.

    Sern acaso los filsofos, quienes nos proponen portodo bien los bienes que estn en nosotros? Es ste el ver-dadero bien? Han encontrado el remedio para nuestrosmales? Haber puesto al hombre parejo con b Dios significahaber curado la presuncin del hombre? Quienes nos hanigualado con los animales, y los mahometanos que nos handado los placeres de la tierra como nico bien (aun en laeternidad), han conseguido el remedio para nuestras con-cupiscencias? As pues, qu religin nos ensear a curar elorgullo y la concupiscencia? Por ltimo, qu religin nosensear nuestro bien, nuestros deberes, las debilidades quede ellos nos apartan, la causa de esas debilidades, los reme-dios que las pueden curar y el medio de obtener esos reme-dios?

    Todas las otras religiones no lo pudieron. Veamos quhar la Sabidura de Dios.

    Ella dice: "No esperis ni verdad ni consuelo de loshombres. Yo soy la que os ha formado, y la nica que puedoensearos quines sois. Pero vosotros ya no estis ahora enel estado en que yo os he formado. Yo he creado al hombresanto, inocente, perfecto; lo he llenado de luz y de inteligen-cia; le he comunicado mi gloria y mis maravillas. El ojo delhombre vela entonces la majestad de Dios. (318) No estabaentonces en las tinieblas que lo enceguecen, ni en la mortali-dad y en las miserias que lo afligen. Pero l no pudo sostenertanta gloria sin caer en la presuncin. Quiso convertirse encentro de s mismo, volverse independiente de mi auxilio. Se

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    sustrajo a mi dominacin, y, como se igual a m por el de-seo de encontrar su felicidad en s mismo, yo lo abandon asus propias fuerzas; y, haciendo que se rebelaran las criatu-ras, que le estaban sometidas, yo las torn enemigas de l: demodo que hoy el hombre se ha vuelto semejante a los ani-males, y se encuentra tan lejos de mi que apenas conservauna luz confusa de su creador: a tal punto todos sus cono-cimientos han sido apagados o perturbados! Los sentidos,independientes de la razn, y a menudo dueos de la razn,lo han arrastrado a la bsqueda de los placeres. Todas lascriaturas lo afligen o lo tientan, y prevalecen sobre l, ya seasometindolo por su fuerza, ya sea seducindolo por su dul-zura, lo cual es un dominio ms terrible y ms imperioso.

    "Tal es el estado en que se encuentran hoy los hombres.Les queda un cierto instinto impotente de la felicidad de suprimera naturaleza, y estn hundidos en las miserias de suceguera y de su concupiscencia, que se ha vuelto su segundanaturaleza.

    "A partir de ese principio que os dejo entrever, podisreconocer la causa de tantas contrariedades que han asom-brado a todos los hombres y que los han dividido en opi-niones tan diversas. Observad ahora todos los escarceos degrandeza y de gloria que la experiencia de tantas miserias nopuede ahogar, y ved si no es necesario que la causa resida enotra naturaleza."321) En P. R., Para maana (Prosopopeya). - "En vano, ohhombres, buscis en vosotros mismos remedio de vuestrasmiserias. Todas vuestras luces slo pueden llegar a conocerque en vosotros mismos no encontraris ni la verdad ni el

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    bien. Los filsofos os lo prometieron, y no han podido ha-cerlo. No saben ni cul es vuestro verdadero bien, ni cul esvuestro verdadero estado. Cmo habran conseguido reme-dios para vuestros males, si ni siquiera los han conocido?Vuestras enfermedades principales son el orgullo, que ossustrae a Dios, la concupiscencia, que os ata a la tierra; yslo se han dedicado a mantener una, por lo menos, de esasenfermedades. Os han dado a Dios como objetivo, peroslo para ejercitar vuestra soberbia: os han hecho pensarque vosotros erais semejantes y conformes a Dios porvuestra naturaleza. Y los que han /visto/ la vanidad de esapretensin, os han arrojado en el otro precipicio, al haceroscomprender que vuestra naturaleza era semejante a la de losanimales, y os han llevado a buscar vuestro bien en las con-cupiscencias que son la parte de los animales. No es ste elmedio de curaros de vuestras injusticias, que esos sabios nohan conocido. Yo sola puedo haceros comprender quinessois, con....322) Adn, Jesucristo.

    Se os une a Dios, pero por gracia, no por naturaleza. Seos humilla, pero por penitencia, no por naturaleza.

    As, esta doble capacidad ...Vosotros no estis en el estado de vuestra creacinAbiertos esos dos estados, es imposible que vosotros

    no los reconozcis. Seguid vuestros impulsos, observaos avosotros mismos, y ved si no encontris en vosotros loscaracteres vivientes de esas dos naturalezas. Tantas contra-dicciones se encontraran en un ser simple?

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    -Incomprensible. - Todo lo que es incomprensible nodeja de ser. El nmero infinito. Un espacio infinito igual alfinito.

    -Increble que Dios se una a nosotros. - Esta reflexinslo se infiere de la consideracin de nuestra bajeza. Pero, siella es totalmente sincera, seguidla tan lejos como la sigo yo,y reconoced que estamos, en efecto, tan abajo, que (325)somos incapaces de conocer por nosotros mismos si sumisericordia no puede hacernos capaces de l. Pues megustara saber de dnde este animal, que se reconoce tandbil, saca el derecho de medir la misericordia de Dios y deponerle los lmites que su fantasa le sugiere. Sabe tan pocoqu es Dios, que no sabe qu es l mismo, y, totalmenteperturbado por la vista de su propio estado, se atreve a decirque Dios no lo puede hacer capaz de su comunicacin.

    Pero yo quisiera preguntarle si Dios le pide algo que nosea amor y conocimiento, y cul es la razn por la cual lcree que Dios no se le puede tornar cognoscible y amable,puesto que l es por naturaleza capaz de amor y de conoci-miento. No hay duda de que l sabe, por lo menos, queexiste y que ama algo. Por lo tanto, si l ve algo en las tinie-blas en las que se encuentra y si halla algn objeto de amorentre las cosas de la tierra, por qu, si Dios le concede al-gn rayo de su esencia, no ser capaz de conocerlo y deamarlo del modo como le plazca comunicarse con nosotros?As pues, hay sin duda una presuncin insoportable en losrazonamientos de esa clase, aunque parezcan fundados so-bre una aparente humildad, que no es ni sincera ni razona-ble, si no nos lleva a confesar que, no sabiendo por nosotros

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    mismos cmo somos, slo podemos averiguarlo por mediode Dios.

    "No es mi propsito que me sometis vuestra creenciasin razn, y no pretendo someteros con tirana. Tampocopretendo daros razn de todas las cosas. Y, para poner deacuerdo esas contrariedades, mi propsito es mostraros cla-ramente, mediante pruebas convincentes, seales divinas enm, las cuales os convenzan de lo que yo soy y me otorguenautoridad mediante maravillas y pruebas que no podis re-chazar; y que luego creis... las cosas que os ensee, cuandono encontris en ellas ninguna otra razn para rechazarlassino el hecho de que no podis por vuestras propias fuerzassaber si ellas son o no. (326) Dios ha querido redimir a loshombres y abrir la salvacin a quienes lo buscaban. Pero loshombres se vuelven tan indignos de esto, que es justo queDios rehse a algunos, a causa de su empecinamiento, lo queconcede a los otros por una misericordia que no se les debe.Si hubiera querido superar la obstinacin de los ms empe-dernidos, lo habra podido, revelndose tan manifiestamentea ellos que no hubiesen podido dudar de la verdad de suesencia, como aparecer el ltimo da, con tal brillo de rayosy tal catstrofe de la naturaleza, que lo vern los muertosresucitados y los ms ciegos.

    "No ha querido aparecer de esta manera en su adveni-miento de dulzura; porque tantos hombres se vuelven indig-nos de su clemencia, ha querido dejarlos en la privacin delbien que no quieren. No era, pues, justo que apareciera deuna manera manifiestamente divina y absolutamente capazde convencer a todos los hombres, pero tampoco era justo

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    que viniera de una manera tan escondida que no pudiera serconocido por quienes lo buscaran sinceramente. Ha queridotornarse perfectamente cognoscible para stos; y de estemodo, queriendo estar descubierto para quienes lo buscanpor todo el corazn y escondido para quienes lo rechazancon todo el corazn, (57) l templa su conocimiento, demodo que ha dado seales visibles de s a quienes lo buscan,y no a quienes no lo buscan. Hay bastante luz para quienesslo desean ver, y bastante oscuridad para quienes tienenuna predisposicin contraria."

    Copia 220) 431

    Ningn otro supo que el hombre es la criatura ms ex-celente. Unos, que conocieron perfectamente la realidad desu excelencia, consideraron cobarda e ingratitud los senti-mientos bajos que los hombres tienen naturalmente conrespecto a s mismos; y los otros, que conocieron perfecta-mente cun efectiva es esa bajeza, consideraron ridcula so-berbia sos sentimientos de grandeza, que son tambinnaturales al hombre.

    Unos dicen: Elevad vuestras miradas hacia Dios; ved aaquel a quien os parecis y que os ha creado para que loadoris. Podis tornaros semejantes a l; la sabidura osigualar, si queris seguirlo." "Alzad la cabeza, hombres li-bres", dice Epicteto a. Y los otros dicen: "Bajad vuestrasmiradas hacia la tierra, ruines y dbiles gusanos, y mirad losanimales, vuestros compaeros,"

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    As pues, qu ser del hombre? Ser igual a Dios o alos animales? Formidable distancia! As pues, qu seremos?Quin no se da cuenta, por todo esto, de que el hombreest extraviado, de que ha cado de su lugar, que lo buscacon inquietud, que ya no lo puede encontrar? Y quin loenderezar hacia este lugar? Los ms grandes hombres no lohan podido.

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    El pirronismo es lo verdadero. En efecto, despus detodo, los hombres, antes de Jesucristo, no saban en questaban, ni si eran grandes o pequeos a. Y quienes han di-cho una cosa o la otra no saban nada de ello, sino que adi-vinaban sin razn y por azar; ms an, siempre erraban, yaque excluan una cosa o la otra. Quod ergo ignorantes quaeritis,religio annuntiat vobis b.

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    Despus de haber comprendido toda la naturaleza del hombre. -Es necesario para que una religin sea verdadera, que hayaconocido nuestra naturaleza. Ella debe haber conocido lagrandeza y la pequeez, y la razn de una y otra. Quin laha conocido, a no ser la cristiana?

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    Las Principales fuerzas de los pirrnicos (dejo de ladolas menores) son: Que no poseemos ninguna certeza de laverdad de esos principios, fuera de la fe y la revelacin, sinoen /cuanto/ los sentimos naturalmente en nosotros. Puesbien, este sentimiento natural no es una prueba convincentede la verdad de ellos, puesto que, no habiendo certeza, fuerade la fe, de si el hombre es creado por un dios bueno, porun demonio maligno a o al azar, queda dudoso si esos prin-cipios nos son dados como verdaderos, como falsos o comoinciertos, segn nuestro origen. Adems, que nadie, fuera dela fe, est seguro de si vela o duerme, ya que, durante el sue-o, creemos estar en vela con la misma seguridad; creemosver los espacios, las figuras, los movimientos; sentimos quepasa el tiempo, lo medimos; y, por ltimo, obrmos delmismo modo como despiertos; de modo que, ya que la mi-tad de la vida se pasa en el sueo, segn nuestra propia con-fesin, en el cual, por ms, que nos parezca, no tenemosninguna nocin de lo verdadero, ya que, todos nuestrossentimientos son entonces ilusiones, quin, sabe, si esa otramitad de la vida en la que pensamos que estamos en vigilia,no es otro sueo un poco diferente del primero, sueo delcual nos despertamos cuando pensamos que dormimos? b

    /Y quin duda de que, si soramos en compaa y sipor azar los sueos concordasen, lo que es bastante fre-cuente, y si velramos en soledad, no creeramos las cosasinvertidas? Por ltimo, como a menudo soamos que so-amos, acumulando un sueo sobre otro, no puede acaso

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    ocurrir que esa mitad de la vida en la que pensamos quevelamos, no sea ella misma un sueo en el cual los otrosestn injertados, del cual nos despertamos con la muerte,durante el cual los principios de la verdad y del bien nos sontan poco conocidos como durante el sueo natural, -puesesos diversos pensamientos que durante l nos agitan pue-den no ser ms que ilusiones, semejantes al fluir del tiempoy a los vanos fantasmas de nuestros sueos ?/

    Tales son las principales fuerzas de una parte y de laotra.

    Dejo de lado las menores, como ser los discursos de lospirrnicos contra las influencias del hbito, de la educacin,de las costumbres, del pas en que se vive, y otras cosas se-mejantes, las cuales, aunque arrastran a la mayor parte de loshombres vulgares, que slo dogmatizan sobre esos vanosfundamentos, son derribadas por un soplo de los pirrnicos,aun por el ms leve. Si no estamos bastante persuadidos deesto, basta ver sus libros; quedaremos persuadidos muypronto, quiz demasiado pronto.258) Me detengo en el nico argumento fuerte de los dog-mticos: que, hablando sinceramente y de buena fe, no sepuede dudar de los principios naturales.

    Contra lo cual, los pirrnicos oponen en una palabra laincertidumbre de nuestro origen, que implica la de nuestranaturaleza; a lo cual los dogmticos estn todava por res-ponder, desde que el mundo existe.

    Tal es la guerra declarada entre los hombres, y en ellacada uno debe tomar partido y unirse necesariamente o aldogmatismo o al pirronismo. En efecto, quien piense per-

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    manecer neutral ser pirrnico por excelencia; esa neutrali-dad es la esencia de la secta: quien no est contra ellos estexcelentemente por ellos, y en esto se manifiesta su venta-ja/. Ellos no estn por su partido; son neutrales, indiferen-tes, suspensos en todo, sin exceptuarse ellos mismos.

    Por lo tanto, qu har el hombre en esa situacin?Dudar de todo? Dudar de que est despierto, si se lopellizca, si se lo quema? Dudar de que, duda? Dudar deque existe? c No se puede llegar hasta este punto; y procla-mo como un hecho de que nunca hubo un perfecto pirrni-co efectivo. La naturaleza sostiene a la razn impotente, y leimpide extraviarse hasta ese punto.

    As pues, dir, por el contrario, que l posee cierta-mente la verdad, l que, por poco que se lo urja, no puedemostrar de ella ningn ttulo y se ve obligado a dejar la pre-sa?

    Qu quimera es, pues, el hombre? Qu rareza, qumonstruo, qu caos, qu tema de contradiccin, qu prodi-gio! juez de todas las cosas, imbcil gusano de tierra; depo-sitario de lo verdadero, cloaca de incertidumbre y de error;gloria y desecho del universo.

    Quin resolver este embrollo? La naturaleza con-funde a los pirrnicos, y la razn confunde a los dogmti-cos. Qu os ocurrir pues, hombres que buscis vuestraverdadera condicin mediante vuestra razn natural? Nopodis rechazar ninguna de esas dos sectas, ni subsistir enninguna.261) As pues, aprended, soberbios, la paradoja que sois paravosotros mismos. Humllate, razn impotente; cllate natu-

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    raleza imbcil: sabed que el hombre, supera infinitamente alhombre, y aprended de vuestro dueo vuestra condicinverdadera, que vosotras ignoris. Escuchad a Dios.

    Pues, realmente, si el hombre nunca hubiera sido co-rrompido, gozara, en su inocencia, de la verdad y de la feli-cidad con seguridad; y si el hombre siempre hubiera sidocorrompido, no tendra ninguna idea., ni de la verdad ni dela beatitud. Pero desdichados de nosotros (y ms desdicha-dos que si no hubiera grandeza en nuestra condicin), te-nemos, una idea de la dicha, y no podemos alcanzarla;percibimos, una imagen de la verdad, y slo poseemos lamentira; incapaces de ignorar sin lmites y de saber con cer-teza, de tal modo es evidente que hemos estado en un gradode perfeccin del cual ahora desgraciadamente hemos ca-do!

    Asombra, sin embargo, que el misterio ms impene-trable para nuestro conocimiento, que es el de la transmisindel pecado, sea algo sin lo cual no podemos tener ningnconocimiento de nosotros mismos! Pues, nada, sin duda,hiere ms nuestra razn que decir que el pecado del primerhombre haya tornado culpables a quienes, por estar tan lejosde esa fuente, parecen incapaces de participar en l. Tal des-lizamiento no slo nos parece imposible, sino tambin muyinjusto; en efecto, hay algo ms contrario a las reglas denuestra miserable justicia que condenar eternamente a unnio, incapz de voluntad a causa de un pecado en el queparece, participar tan poco, que ha sido cometido seis milaos antes de su nacimiento? Ciertamente, no hay nada quenos choque ms que esa doctrina; y sin embargo, sin ese

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    misterio, el ms incomprensible de todos, somos incom-prensibles para nosotros mismos. El nudo de nuestra condi-cin encuentra sus pliegues y repliegues en ese abismo, demodo que el hombre es ms inconcebible sin ese misteriode lo que ese misterio es inconcebible para el hombre. (262)/De donde surge que Dios, que ha querido hacer la dificul-tad de nuestro ser ininteligible a nosotros mismos, ha es-condido el nudo de ella tan alto o, mejor dicho, tan bajo,que nosotros ramos totalmente incapaces de alcanzarlo; demodo que nos podemos verdaderamente conocer no porlos movimientos soberbios de nuestra razn, sino por lasimple sumisin de la razn.

    Estos fundamentos, slidamente establecidos sobre laautoridad inviolable de la religin, nos permiten conocer quehay dos verdades de fe igualmente constantes: la primeraque el hombre, en el estado de la creacin y en el de la gra-cia, est por encima de toda la naturaleza, como si fuerasemejante a Dios, y participa de esta divinidad; la segunda,que el hombre, en el estado de la corrupcin y del pecado,ha cado de ese estado y se ha vuelto semejante a los anima-les.

    Estas dos proposiciones son igualmente seguras y cier-tas. Las Escrituras nos lo declaran con evidencia, cuandodicen en algunos pasajes: Deliciae meae esse cum filiis hominum d.Effundam spiritum meum super omnem carnem e. Dii estis f, etc.; ycuando dicen en otros: Omnis caro foenum g. -Homo assimilatusest jumentis insipientibus, et similis factus est illis h. Dixi in corde meode filiis hominum. Ecl.3 i

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    De lo cual surge claramente que el hombre, por la gra-cia, es hecho como si fuera semejante a Dios y participa desu divinidad, y que, sin la gracia, se vuelve semejante a losbrutos./

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    Desprovistos de esos divinos conocimientos, que hanpodido hacer los hombres, sino exaltarse en el sentimientointerior que les resta de su grandeza pasada, o abatirse a lavista de su debilidad presente? Pues, porque no ven la ver-dad entera, no han podido llegar a una virtud perfecta. Por-que unos consideran a la naturaleza incorrupta y los otrosirreparable, no han podido escapar o del orgullo o de la pe-reza, que son las dos fuentes de todos los vicios; puesto que/ellos/ slo /pueden/ o abandonarse a ellos por cobarda osalir de ellos por el orgullo. Pues, si bien conocan la exce-lencia del hombre, ignoraban en cambio su corrupcin, demodo que evitaban la pereza, pero se perdan en la soberbia;y, si bien reconocan la debilidad de la naturaleza, ignorabanen cambio su dignidad, de modo que podan evitar la vani-dad, pero se precipitaban en la desesperacin. De ah pro-vienen las diversas sectas: estoicos y epicreos, dogmticos yacadmicos, etc.

    Slo la religin cristiana ha podido curar esos dos vi-cios, no ahuyentando el uno mediante el otro, por la sabidu-ra de la tierra, sino ahuyentando el uno y el otro, por lasimplicidad del Evangelio. En efecto, ella ensea a los justos,a los que eleva hasta la participacin con la divinidad misma,

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    que en ese sublime estado ellos conservan todava la fuentede toda la corrupcin, que los sujeta durante toda la vida alerror, a la miseria, a la muerte, al pecado; y ella grita a los(374) ms impos que son capaces de la gracia de su Reden-tor. As, haciendo temblar /a/ los que ella justifica y conso-lando a los que ella condena, ella templa con tanta justeza eltemor con la esperanza, a causa de esa doble capacidad de lagracia y del pecado, que es comn a todos, que ella humillainfinitamente ms de lo que puede hacerlo la razn sola,pero sin desesperar; y que ella enaltece infinitamente msque el orgullo de la naturaleza, pero sin envanecer: muestrade este modo que slo /a ella/, porque est exenta de errory de vicio, le corresponde instruir y corregir a los hombres.

    Por lo tanto, quin puede rehusar, a esas celestiales lu-ces, el creerlas y adorarlas? Pues, no es ms claro que el daque nosotros sentimos en nosotros mismos rasgos imborra-bles de excelencia? Y no es igualmente verdad que senti-mos en todo momento los efectos de nuestra deplorablecondicin? Qu otra cosa nos grita, pues, ese caos y esaconfusin monstruosa, sino la verdad de esos dos estados,con una voz tan potente que es imposible resistirla?

    244) 436

    Debilidad, - Todas las ocupaciones de los hombrestienden a hacer fortuna; y no podran tener ttulos paramostrar que la poseen con justicia, pues slo tienen el capri-cho de los hombres, y no tienen fuerza para poseerla con

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    seguridad. Lo mismo ocurre con la ciencia, pues la enferme-dad la quita. Somos incapaces de la verdad y del bien.

    487) 437

    Deseamos la verdad, y slo encontramos en nosotrosincertidumbre.

    Buscamos la dicha, y slo encontramos miseria ymuerte.

    Somos incapaces de no desear la verdad y la dicha, ysomos incapaces tanto de certeza como de dicha. Ese deseonos ha sido dejado tanto para castigarnos como para hacer-nos sentir desde dnde hemos cado.

    485) 438

    Si el hombre no est hecho para Dios, por qu slo esfeliz en Dios? a Si el hombre est hecho para Dios, porqu es tan contrario a Dios?

    277) 439

    Naturaleza corrompida. - El hombre no obra por razn, lacual constituye su ser a.

    Copia 352) 440

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    La corrupcin de la razn se manifiesta en tan diferen-tes y extravagantes costumbres. Fue necesario que la verdadviniera, para que el hombre no viviera ms en s mismo.

    Copia 256) 441

    En cuanto a m, yo confieso que, tan pronto como lareligin cristiana revela el principio de que la naturaleza delos hombres est corrompida y apartada de Dios, esto abrelos ojos y permite ver en todo; la seal de esa verdad; enefecto, la naturaleza es tal, que indica en todo, tanto en elhombre como fuera del hombre, un Dios perdido y unanaturaleza corrompida.

    487) 442

    La verdadera naturaleza del hombre, su verdadero bien,y la verdadera virtud y la verdadera religin, son cosas cuyoconocimiento es inseparable.

    75) 443

    Grandeza, miseria. -A medida que se tienen ms luces, sedescubre ms grandeza y ms bajeza en el hombre. El nivelcomn de los hombres -los que estn ms alto, los filsofos:asombran al nivel comn de los hombres- los cristianos:asombran a los filsofos.

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    Quin se asombrar, pues, al ver que la religin no ha-ce ms que conocer a fondo lo que mejor se reconoce amedida que aumentan las luces?

    45) 444

    Esta religin enseaba a sus hijos lo que los hombres,mediante sus mayores luces, haban podido conocer.

    Copia 377) 445

    El pecado original es locura ante los hombres, perocomo tal se lo da. Por lo tanto, no me podis reprochar eldefecto de razn en esta doctrina, puesto que yo la doy co-mo desprovista de razn. Pero tal locura es ms sabia quetoda la sabidura de los hombres, sapientius est hominibus a. Enefecto, sin eso, qu diramos que es el hombre? Todo suestado depende de ese punto imperceptible. Y cmo lohabra advertido mediante su razn, puesto que es algocontra la razn, y puesto que su razn, en lugar de inven-tarlo segn sus vas, se aleja de l cuando se lo presentan?

    267") 446

    Del pecado original. Tradicin amplia del pecado original segnlos judos a.

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    Sobre la palabra del Gnesis, VIII. La composicin delcorazn del hombre es mala desde su infancia.

    R. Moiss Haddarschan: Esa mala levadura ha sido puestaen el hombre desde el momento en que fue formado.

    Massechet Succa: Esa mala levadura tiene siete nombresen las Escrituras; se la llama mal, prepucio, inmundo, enemigo,escndalo, corazn de piedra, aquiln: todo esto significa la malig-nidad que est escondida e impresa en el corazn del hom-bre.

    Misdrach Tillim dice lo mismo, y que Dios librar la bue-na naturaleza del hombre de la mala.

    Esa malignidad se renueva todos los das en contra delhombre, como est escrito en el Salmo XXXVII. "El impoobserva al justo y trata de hacerlo morir; pero Dios no loabandonar." Esa malignidad tienta el corazn del hombreen esta vida, y lo acusar en la otra. Todo esto se encuentraen el Talmud.

    Misdrach Tillim sobre el Salmo IV. "Temblad, y no peca-ris": Temblad, y espantad vuestra concupiscencia, y ella nonos inducir en pecado. Y sobre el Salmo XXXVI: "El im-po ha dicho en su corazn: Que el temor de Dios no estdelante de m"; es decir, que la malignidad natural del hom-bre ha dicho eso al impo.

    Misdrach el Kohelet b. "Ms vale el nio pobre y sabio queel rey viejo y loco que no sabe prever el porvenir." El nioes la virtud, y el rey es la malignidad del hombre. Se la llamarey, porque todos los miembros le obedecen, y viejo, porqueest en el corazn del hombre desde la infancia hasta la ve-

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    jez, y loco, porque conduce al hombre en la va de/perdicin/ c que l no prev.

    Lo mismo en Misdrach Tillim.Bereschit Rabba sobre el Salmo XXXV: "Seor, todos

    mis huesos te bendecirn porque t liberas al pobre del tira-no": Y hay acaso mayor tirano que la mala levadura? -Ysobre los Prov. XXV: Si tu enemigo est hambriento, dalede comer"; es decir, si la mala levadura est hambrienta, dalepan de la sabidura, del cual se habla en Prov. IX; y si estsediento, dale agua, de la cual se habla en Isaas, LV.

    Misdrach Tillim dice lo mismo; y que las Escrituras en esepasaje, al hablar de nuestro enemigo, entienden la mala leva-dura: y que, al /dar/ le ese pan y esa agua, se le juntarn car-bones sobre la cabeza.

    Misdrach el Kohelet, sobre el Ecles., IX: "Un gran rey hasitiado una pequea ciudad." Ese gran rey es la mala levadu-ra, las grandes mquinas de guerra con las que la rodea sonlas tentaciones, y se hall a un hombre sabio y pobre que laha librado, es decir, la virtud.

    Y sobre el Salmo XLI: Bienaventurado quien toma encuenta al pobre.

    Y sobre el Salmo LXXVIII. "El espritu se va y novuelve ms"; por lo cual algunos han encontrado un argu-mento de error contra la inmortalidad del alma; pero el sen-tido es ste: que tal espritu es la mala levadura, queacompaa al hombre hasta la Muerte, y no volver en laresurreccin.

    Y sobre el Salmo CIII, lo mismo.Y sobre el Salmo XVI.

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    381) 447

    Se dir acaso que, por haber dicho que la justicia aban-don la tierra, los hombres han conocido el pecado original?-Nemo ante obitum beatus est a; es decir, que han sabido que labeatitud eterna y esencial comienza a partir de la muerte?

    440') 448

    /Milton/ a. la advierte claramente que la naturaleza estcorrompida y que los hombres se oponen a la virtud;pero ignora por qu no pueden volar ms alto.

    442') 449

    Orden. -Despus de la corrupcin, decir: "Es justo quetodos los que estn en ese estado lo conozcan, tanto los queen l sientan placer como los que en l estn a disgusto;pero no es justo que todos vean la redencin.

    65) 450

    Si no nos sabemos llenos de soberbia, de ambicin, deconcupiscencia, de debilidad, de miseria y de injusticia, so-mos muy ciegos. Y si, al saberse as, no se desea estar librede eso, qu se puede decir de un hombre... ?

    As pues, qu otra cosa sino, estima se puede tener poruna religin que conoce tan bien los defectos del hombre, y

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    qu otra cosa sino deseo por la verdad de una religin quepara ellos promete remedios tan deseables?

    467') 451

    Todos los hombres se odian recprocamente, de acuer-do con la naturaleza. Se utiliz como se pudo la concupis-cencia para que sirviera al bien pblico; pero eso slo esfingir, y una falsa imagen de la caridad; pues, en el fondo,slo es odio.

    439) 452

    Compadecerse de los desdichados no va contra la con-cupiscencia. Por el contrario, nos sentimos muy cmodos altener que prestar ese testimonio de amistad y al conseguirreputacin de ternura, sin dar nada.

    465) 453

    Se han fundado sobre la concupiscencia y extrado deella reglas, admirables de polica, de moral y de justicia; pero,en el fondo, ese mal fondo del hombre, ese figmentum maluma, slo est cubierto: no ha sido quitado.

    67) 454

    Injusticia. -Ellos no han encontrado otro medio para sa-tisfacer la concupiscencia sin causar dao a los dems.

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    75) 455

    El yo a es odioso: Miton, lo cubrs, no por eso lo quitis;por lo tanto, sois siempre odioso. -De ningn modo, pues alobrar, como hacemos, respetuosamente con todos, no hayya motivo de que nos odien. -Es verdad, si slo se odiara enel yo el disgusto que l nos procura. Pero si lo odio porquees injusto que se convierta en centro de todo, siempre loodiar.

    En una palabra, el yo tiene dos cualidades: es injusto ens, en cuanto se convierte en centro de todo; es incmodopara los dems, en cuanto quiere ponerlos a su servicio: puescada yo es el enemigo y querra ser el tirano de todos losotros. Le quitis la incomodidad, pero no la injusticia; deeste modo, no lo hacis ms simptico para aquellos queodian su injusticia: lo hacis simptico slo para los injustos,que ya no hallan en l a su enemigo, y as segus siendo in-justo y slo podis gustar a los injustos.

    229) 456

    Qu desarreglo del juicio, por el cual no hay nadie queno se site por encima de todos los dems, y que no prefierasu propio bien a y la duracin de su dicha y de su vida, a lade todos los dems!

    402) 457

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    Cada uno es un todo para s mismo, pues, una vezmuerto, el todo est muerto para l. Y de esto proviene quecada uno crea ser todo para todos a. No hay que juzgaracerca de la naturaleza de acuerdo con nosotros, sino deacuerdo con ella b.

    115) 458

    Todo lo que existe en el mundo es concupiscencia dela carne, o concupiscencia de los ojos, u orgullo de la vida:libido sentiendi, libido sciendi, libido dominandi" a. Des-graciada la tierra de maldicin que esos tres ros de fuegoinflaman ms de lo que riegan! Felices los que estn junto aesos ros, no sumergidos, no arrastrados, sino inmviles yfirmes; no de pie, sino sentados sobre un asiento bajo y se-guro, del cual no se levantan antes de la luz, sino que b, unavez que all han reposado en paz, tienden la mano al quedebe elevarlos, para mantenerlos de pie y firmes en los pr-ticos de la santa Jerusaln, donde el orgullo ya no podrcombatirlos ni abatirlos; y que, sin embargo, lloran, no por-que vean deslizarse todas las cosas perecederas que los to-rrentes arrastran, sino por el recuerdo de su querida patria,de la Jerusaln celestial, de la que se acuerdan sin cesar du-rante todo su destierro! C

    85) 459

  • P A S C A L

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    Los ros de Babilonia fluyen y caen y arrastran. Ohsanta Sin, donde todo es estable y donde nada cae!

    Hay que sentarse sobre los ros, no abajo o adentro, si-no encima; y no de pie, sino sentados: para ser humildes,porque se est sentado, y para estar seguros porque se estencima. Pero estaremos de pie en los prticos de Jerusaln.

    Considrese si ese placer es estable o fluido: si pasa, esun ro de Babilonia.

    85) 460

    Concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos, orgullo,etc. - Hay tres rdenes de cosas: la carne, el espritu, la vo-luntad. Los carnales son los ricos, los reyes: su objetivo es elcuerpo. Los curiosos y sabios: su objetivo es el espritu. Lossabios: su objetivo es la justicia.

    Dios debe reinar sobre todo, y todo debe referirse a l.En las cosas de la carne reina en propiedad la concupiscen-cia; en las espirituales, en propiedad la curiosidad; en la sabi-dura, en propiedad el orgullo. Esto no significa que no sepueda sentir orgullo por los bienes o por los conocimientos,pero en esto no se sita el orgullo; pues, si se concede a unhombre que es sabio, no se dejar por ello de convencerlode que se equivoca al ser orgulloso. El lugar propio del or-gullo es la sabidura: en efecto, no se puede conceder a unhombre que se ha vuelto sabio y que se equivoca al ser or-gulloso, pues esto corresponde a la justicia. Por cuanto Diosslo da la sabidura; de ah que: Qui gloriatur, in Dominoglorietur a.

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    275) 461

    Las tres concupiscencias han determinado tres sectas, ylos filsofos se han limitado a seguir una de las tres concu-piscencias a.

    47) 462

    Bsqueda del verdadero bien.- La mayor parte de los hom-bres sita el bien en la fortuna y en los bienes de afuera, opor lo menos en la diversin. Los filsofos han mostrado lavanidad de todo eso, y lo han colocado donde han podido.

    191) 463

    /Contra los filsofos que tienen Dios sin lesucristo./Filsofos. - Creen que Dios es lo nico digno de ser

    amado y de ser admirado, y han deseado ser amados y admi-rados por los hombres; y no conocen su corrupcin. Si sesienten colmados de sentimientos para amarlo y adorarlo ysi en esto encuentran su principal alegra, si se consideranbuenos, vaya en buena hora. Pero si se encuentran repug-nantes, si no /tienen/ ms inclinacin que la de pretenderestablecerse en la estima de los hombres, y si, por toda per-feccin, slo consiguen, sin forzar a los hombres, que loshombres pongan su dicha en amarlos, dir que esa perfec-cin es horrible. Pues cmo! Han conocido a Dios, y no

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    han deseado exclusivamente que los hombres lo amen,/sino/ que los hombres se concentrasen en ellos! Han que-rido ser el objeto de la dicha voluntaria de los hombres!

    251) 464

    Filsofos. - Estamos llenos de cosas que nos lanzan haciaafuera.

    Nuestro instinto nos hace sentir que debemos buscarnuestra dicha fuera de nosotros. Nuestras pasiones nos em-pujan hacia afuera, aun cuando los objetos mismos no sepresentaran para excitarlas. Los objetos de afuera nos tien-tan por s mismos y nos llaman, aun cuando no pensemosen ellos. Y por ello los filsofos dicen en vano: Penetrad envosotros mismos, que all encontraris vuestro bien; no selos cree, y quienes los creen son los ms vacos y los mstontos.

    481) 465

    Los estoicos dicen: Penetrad dentro de vosotros mis-mos; all encontraris vuestro reposo." Y esto no es verdad.

    Los otros dicen: "Salid afuera: buscad la dicha en la di-versin." Y esto no es verdad. Vienen las enfermedades.

    La dicha no est ni fuera de nosotros, ni en nosotros;est en Dios, y afuera y en nosotros.

    197) 466

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    Aun cuando Epicteto hubiera visto perfectamente bienel camino, dice a los hombres: Vosotros segus uno falso;muestra que el camino es otro, pero no conduce a l. steconsiste en querer lo que Dios quiere; slo Jesucristo con-duce a l: Via, veritas a.

    Los vicios de Zenn mismo b.

    161) 467

    Razn de los efectos a. - Epicteto. Quienes dicen: "Osduele la cabeza" b, no es lo mismo. Estamos seguros de lasalud, no de la justicia; y, en efecto, la suya era una tontera.

    Y, sin embargo, crea demostrarla diciendo: "0 en nues-tro poder o no".e Pero no se daba cuenta de que no est ennuestro poder regular el corazn, y se equivocaba al inferirlodel hecho de que haba cristianos d.

    465) 468

    Ninguna otra religin ha propuesto odiarse. Por lotanto, ninguna otra religin puede gustar a quienes se odiany buscan un ser verdaderamente digno de ser amado. Y s-tos la aceptaran de entrada, pero nunca han odo hablar dela religin de un Dios humillado.

    125') 469

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    Siento que puedo no haber sido, pues el yo consiste enmi pensamiento; por lo tanto, yo que pienso no habra sidosi mi madre hubiera sido muerta antes que yo hubiese sidoanimado; por lo tanto, yo no soy un ser necesario. Tampocosoy eterno ni infinito; pero me doy perfecta cuenta de quehay en la naturaleza un ser necesario, eterno e infinito.

    483) 470

    Dicen: "Si hubiera visto un milagro, me convertira."Cmo afirman que haran lo que ignoran? Se imaginan queesa conversin consiste en una adoracin que se lleva a cabode Dios como una relacin y una conversacin tal comoellos se la figuran. La conversin verdadera consiste en ani-quilarse frente a ese ser universal al que tantas veces habisirritado y que puede perderos legtimamente en cualquiermomento; en reconocer que sin l nada se puede y que de lslo se mereci la desgracia. Consiste en saber que hay unaoposicin insuperable entre Dios y nosotros, y que, sin unmediador, no puede haber relacin.

    244') 471

    Es injusto que se peguen a m, aunque lo hagan conplacer y voluntariamente. Yo engaara a quienes sienten esedeseo, pues no soy fin para nadie y no tengo con qu satis-facerlos. No estoy destinado a morir? Y as, el objeto de su

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    apego morir. Por lo tanto, del mismo modo como yo seraculpable de hacer creer una falsedad, aunque persuadiesecon dulzura y la creyeran con placer, y aunque con esto mecausaran placer, as tambin soy culpable de hacerme amar.Y si yo atraigo las personas a que se adhieran a m, deboadvertir a quienes estn listos a consentir en la mentira, queno deben creerla, por ms ventajas que de ella resulten param; pues es necesario que dediquen sus vidas y sus cuidadosa agradar a Dios o a buscarlo a.

    Copia 179) 472

    La voluntad propia a nunca estar satisfecha, aun cuan-do tuviere poder de todo lo que quiere; pero estamos satis-fechos desde el momento en que a ella renunciamos. Sinella, no podemos estar descontentos; por ella, no podemosestar contentos.

    167') 473

    Imaginemos un cuerpo lleno de miembros pensantes a.

    265') 474

    Miembros. Comenzar por esto. - Para regular el amor queuno se debe a s mismo, hay que imaginarse un cuerpo llenode miembros pensantes, pues somos miembros del todo, yconsiderar cmo cada miembro debiera amarse, etc. . . .

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    265) 475

    Si los pies y las manos tuvieran una voluntad particular,nunca estaran en su orden si no sometieran esa voluntadparticular a la voluntad primera que gobierna todo el cuerpo.Fuera de esto, estn en el desorden y en la desdicha; pero,no queriendo ms que el bien del cuerpo, procuran su pro-pio bien.

    199) 476

    Slo hay que amar a Dios, slo hay que odiarse a smismo.

    Si el pie hubiese ignorado siempre que perteneca alcuerpo y que exista un cuerpo del que dependa, si slohubiese tenido el conocimiento y el amor de s mismo, y sientonces llegase a saber que pertenece a un cuerpo del cualdepende, qu pesar, qu confusin de su vida pasada, porhaber sido intil al cuerpo que le insufl la vida, que lo hu-biese aniquilado si lo hubiese rechazado y separado de s,como l se separaba de ese cuerpo! Cuntos ruegos para serconservado en el cuerpo! Y con qu sumisin se dejaragobernar por la voluntad que rige el cuerpo, hasta el puntode consentir en ser amputado, si fuera necesario! De otromodo, l perdera su cualidad de miembro, pues es necesarioque todo miembro est dispuesto a perecer por el cuerpo,que es lo nico por lo cual todo es a.

    8) 477

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    Es falso que seamos dignos de que los otros nos amen,es injusto que lo pretendamos. Si naciramos razonables eindiferentes y con conocimiento de nosotros mismos y delos otros, no daramos esa inclinacin a nuestra voluntad.Sin embargo, nacemos con ella; por lo tanto, nacemos in-justos, pues todo tiende hacia s. Esto va contra todo orden:hay que tender a lo general, y la pendiente hacia s mismo esel comienzo de todo desorden, en la guerra, en la polica, enla economa, en el cuerpo particular del hombre. La volun-tad, por lo tanto, est depravada.

    Si los miembros de las comunidades naturales y civilestienden al bien del cuerpo, las comunidades mismas debentender a otro cuerpo ms general, del cual ellas son miem-bros. Hay que tender, por lo tanto a lo general. Por lo tanto,nacemos injustos y depravados.

    481) 478

    Cuando queremos pensar en Dios, no hay nada quenos desve, nos tiente a que pensemos en otra cosa? Todoesto es malo y ha nacido con nosotros.

    7) 479

    Si existe un Dios, hay que amarlo slo a l, y no a lascriaturas pasajeras. El razonamiento de los impos, en laSabidura, slo se funda sobre el hecho de que no existeDios. "Aceptado esto, dicen, gocemos, pues, de las criatu-

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    ras." a De dos males, el menor. Pero, si existiera un Dios alque se pudiera amar, no habran deducido eso, sino todo locontrario. Y tal es la conclusin de los sabios: "Existe unDios; as pues, no gocemos de las criaturas.

    Por lo tanto, todo lo que nos incita a adherirnos a lascriaturas es malo, puesto que nos impide servir a Dios, si loconocemos, o buscarlo, si lo ignoramos. Ahora bien, esta-mos llenos de concupiscencia; por lo tanto, estamos llenosde mal; por lo tanto, debemos odiarnos a nosotros mismosy odiar todo lo que nos excita a una adhesin que no seaexclusivamente la de Dios.

    199) 480

    Para conseguir que los miembros sean felices, es nece-sario que tengan una voluntad y que la acomoden al cuerpo.

    161) 481

    Los ejemplos de las muertes generosas de los lacede-monios y de otros casi no nos afectan. En efecto, qu nosprocuran? Pero el ejemplo de la muerte de los mrtires nosafecta, pues son nuestros miembros" a. Tenemos con ellosun lazo comn: la resolucin de ellos puede formar la nues-tra, no slo por el ejemplo, sino porque quizs ella ha me-recido la nuestra. Nada de esto ocurre con los ejemplos delos paganos: no tenemos lazo con ellos; de igual modo, nonos volvemos ricos por ver a un extrao que lo es, sino porver a nuestro padre o a nuestro marido que lo son.

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    149) 482

    Moral a. Dios, despus de haber hecho el cielo y la tie-rra, que no sienten la dicha de ser, quiso hacer seres que laconociesen y que compusiesen un cuerpo de miembros pen-santes. Pues nuestros miembros no sienten la dicha de suunin, de su admirable inteligencia, del cuidado que la natu-raleza pone al insuflar los espritus y al hacerlos crecer ydurar. Qu felices seran si lo sintieran, si lo vieran! Perosera necesario, para esto, que tuviesen inteligencia para co-nocerlo y buena voluntad para consentir con la del almauniversal. Pues si, habiendo recibido la inteligencia, la utiliza-ran para retener en ellos mismos el alimento, sin dejar queste pasara a los otros miembros, seran no slo injustos,sino tambin miserables, y se odiaran ms de lo que se ama-ran; su beatitud como su deber consisten en consentir en laconducta del alma entera a la que pertenecen, que los amamejor b de lo que ellos mismos se aman.

    149) 483

    Ser miembro consiste en no tener vida, ser y mo-vimiento sino por el espritu del cuerpo y para el cuerpo.

    El miembro separado, al no ver ms el cuerpo al cualpertenece, slo posee un ser perecedero y moribundo. Sinembargo, cree ser un todo y, porque no ve cuerpo del cualdependa, cree que slo depende de s mismo y quiere con-vertirse l mismo en centro y cuerpo. Pero, porque no tiene

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    en s mismo principio de vida, slo consigue extraviarse, y seasombra en la incertidumbre de su ser, puesto que sienteclaramente que no es cuerpo y, sin embargo, no advierte quesea miembro de un cuerpo. Por fin, cuando llega a conocer-se, se siente como vuelto al hogar, y slo se ama por elcuerpo. Lamenta sus extravos pasados.

    A causa de su naturaleza, no podra amar otra cosa, sinopara s mismo y para ponerla a su servicio, porque cada cosase ama ms que todo. Pero, al amar el cuerpo, se ama a smismo, porque slo tiene el ser en l, por l y para l: quiadhaeret Deo unus spiritus est a.

    El cuerpo ama la mano, y la mano, si tuviera una vo-luntad, debera amarse del mismo modo como el alma laama. Todo amor que va ms all es injusto.

    Adhaerens Deo unus spiritus est a. Cada uno se ama, porquees miembro de Jesucristo. Cada uno ama a Jesucristo, por-que es el cuerpo del cual cada uno es miembro. Todo esuno, lo uno est en lo otro, como las tres Personas.

    419) 484

    Dos leyes bastan para regular toda la Repblica cristia-na, mejor que todas las leyes polticas a.

    113) 485

    Por lo tanto, la nica y verdadera virtud consiste enodiarse (pues somos odiosos por nuestra concupiscencia) y

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    en buscar un ser verdaderamente digno de amor, paraamarlo. Pero, como nosotrosno podemos amar lo que est fuera de nosotros, hay queamar a un ser que est en nosotros y que no sea nosotros,esto es verdad con respecto a cada uno de todos los hom-bres. Ahora bien, slo el Ser universal es as. El reino deDios est en nosotros a: el bien universal est en nosotros,es nosotros mismos y no es nosotros.

    225) 486

    La dignidad del hombre consista, en su inocencia, enusar de las criaturas y en dominarlas, pero hoy en separarsede ellas y en humillarse ante ellas a.

    135) 487

    Es falsa toda religin que, en su fe, no adora a un Dioscomo principio de todas las cosas, y que, en su moral, noama a un solo Dios como fin de todas las cosas.

    2 Man Guerrier) 488

    ... Pero es imposible que Dios sea de algn modo el fin,si no es el principio a. Dirigimos la vista hacia arriba, peronos apoyamos sobre arena: y la tierra se hundir, y caeremosmirando al cielo.

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    457) 489

    Si hay un solo principio de todo, un solo fin de todo,todo por l, todo para l. Por lo tanto, es necesario que laverdadera religin nos ensee a adorarlo slo a l y a amarloslo a l. Pero, como nos hallamos en la impotencia de ado-rar lo qu no conocemos y de amar algo que no sea noso-tros, es necesario que la religin que instruye acerca de esosdeberes nos instruya tambin acerca de esas impotencias, yque nos ensee tambin los remedios. Ella nos ensea que,por un hombre, todo se perdi y el vnculo qued roto en-tre Dios y nosotros, y que, por un hombre, el vnculo hasido reparado.

    Nacemos tan contrarios a ese amor de Dios y ste estan necesario, que es forzoso que nazcamos culpables, oDios sera injusto a.

    90) 490

    Los hombres, que no tienen el hbito de formar el m-rito, sino slo de recompensarlo donde lo encuentran for-mado, juzgan acerca de Dios de acuerdo: con ellos mismosa.

    455) 491

    La verdadera religin debe tener como seal la obliga-cin de amar a su Dios. Esto es muy justo, y, sin embargo,ninguna lo ha ordenado; la nuestra lo ha hecho. Debe haber

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    conocido tambin la concupiscencia y la impotencia; lanuestra lo ha hecho. Debe haber procurado los remediospara esto; uno de ellos es la oracin. Ninguna religin hapedido a Dios amarlo y seguirlo a.

    II) 492

    Muy enceguecido est quien no odia en s mismo suamor propio y ese instinto que lo lleva a considerarse Dios.Quin no advierte que no hay nada tan opuesto a la justiciay a la verdad? Pues es falso que merezcamos eso, y es injustoe imposible que lo consigamos, puesto que todos piden lomismo a. Por lo tanto, es una evidente injusticia, en la quehemos nacido, de la que no podemos deshacernos y de laque debemos deshacernos b.

    Sin embargo, ninguna religin advirti que eso c, fueraun pecado, ni que en l hubiramos nacido, ni estuviramosobligados a resistirlo; ni pens en darnos los remedios.

    465) 493

    La verdadera religin ensea nuestros deberes, nuestrasimpotencias: orgullo y concupiscencia; y los remedios: hu-mildad, mortificacin.

    Copia 232) 494

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    44

    Sera necesario que la verdadera religin enseara lagrandeza, la miseria; incitara a la estima y al desprecio de smismo, al amor y al odio.

    65) 495

    Es una ceguera sobrenatural vivir sin buscar qu somos,pero es una terrible vivir mal cuando creemos en Dios.

    412) 496

    La experiencia nos permite ver una enorme diferenciaentre la devocin y la bondad a.

    227') 497

    Contra quienes, confiados en la misericordia de Dios, permanecenen la indolencia, sin llevar a cabo buenas obras. - Como las dosfuentes de nuestros pecados son el orgullo y la pereza, Diosnos ha descubierto en l dos cualidades para curarlas: sumisericordia y su justicia. Lo propio de la justicia es abatir elorgullo, por ms santas que sean las obras, et non intres injudicium, etc. a; y lo propio de la misericordia es combatir lapereza exhortando a las buenas obras, de acuerdo con estetexto: La misericordia de Dios invita a la penitencia b yeste otro de los Ninivitas: "Hagamos penitencia, para ver si,por ventura, l tendr piedad de nosotros." Y as muchofalta para que la misericordia autorice el relajamiento; por elcontrario, es la cualidad que lo combate formalmente; de

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    modo que, en lugar de decir: "Si no hubiera en Dios miseri-cordia, habra que hacer todos los esfuerzos en favor de lavirtud", hay que decir, por el contrario, que hay que hacertodos los esfuerzos porque en Dios hay misericordia d.

    94) 498

    Es verdad que sentimos pena cuando comenzamos aser piadosos. Pero tal pena no proviene de la piedad quecomienza a haber en nosotros, sino de la impiedad que to-dava subsiste. Si nuestros sentidos no se opusieran a la pe-nitencia y si nuestra corrupcin no /se opusiera/ a la purezade Dios, no habra en eso nada que fuera penoso para no-sotros. Slo sufrimos en la proporcin en que el vicio, quees natural a nosotros, resiste a la gracia sobrenatural; nuestrocorazn se siente desgarrado entre esfuerzos contrarios;pero seramos muy injustos si imputramos esa violencia aDios que nos atrae, en lugar de atribuirla al mundo que nosretiene. As tambin, un nio al que su madre arranca de losbrazos de los ladrones, debe amar, en medio de la pena quesufre, la violencia amorosa y legtima de la que procura sulibertad, y slo detestar la violencia injuriosa y tirnica de losque lo retienen injustamente. La guerra ms cruel que Diospuede llevar contra los hombres en esta vida es dejarlos sinesa guerra que l ha venido a traer. "Yo he venido a traer laguerra" dice; y, para informar acerca de esta guerra: "Yo hevenido a traer el hierro y el fuego." b Antes de l, el mundoviva en esa falsa paz.

  • P A S C A L

    46

    107) 499

    Obras exteriores.- Nada hay tan peligroso como lo queagrada a Dios y a los hombres; pues los estados que agradana Dios y a los hombres tienen algo que agrada a Dios y algoque agrada a los hombres. Cmo la grandeza de santa Tere-sa: lo que agrada a Dios es su profunda humildad en susrevelaciones; lo que agrada a los hombres son sus luces. Yas nos matamos por imitar sus palabras, en la creencia deque imitamos su estado; y no tanto por amar lo que Diosama y por ponernos en el estado que Dios ama.

    Ms vale no ayunar y sentirse por ello humillado, queayunar y sentirse por ello complacido. Fariseo, publicano a.

    De qu me servira recordarlo, si eso puede igualmenteserme til o nocivo, y si todo depende de la bendicin deDios, que Dios slo concede a las cosas hechas por l, segnsus reglas y el camino por l trazado? De este modo, la ma-nera es tan importante como la cosa, y quizs ms, puestoque Dios puede del mal extraer el bien y que, sin Dios, delbien se extrae el mal b.

    Copia 256) 500

    La inteligencia de las palabras bien y mal.

    157') 501

  • P E N S A M I E N T O S

    47

    Primer grado: ser vituperado al hacer el mal y alabado alhacer el bien. Segundo grado: no ser ni alabado ni vitupera-do.

    249) 502

    Abrahn nada tom para s, sino solamente para susservidores a; del mismo modo, el justo nada toma para s delmundo ni de los aplausos del mundo, sino solamente parasus pasiones, a las que emplea como dueo, diciendo a una:Va, y: Ven. Sub te erit appetitus tuus b. As dominadas, suspasiones son virtudes: la avaricia, la envidia, la clera, Diosmismo se las atribuye, y son tambin virtudes como lo sonla clemencia la compasin, la constancia, que son tambinpasiones. Hay que servirse de ellas como: si fueran esclavosy, aun dejndoles su alimento, impedir que el alma lo tome;pues, cuando las pasiones son dueas, se convierten en vi-cios, y entonces dan al alma algo de su alimento, y el alma senutre de esto y con esto se envenena.

    265) 503

    Los filsofos han consagrado los vicios, porque los hanpuesto hasta en Dios; los cristianos han consagrado las vir-tudes.

    90) 504

  • P A S C A L

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    El justo obra por fe a en las cosas menos importantes:cuando reprende a sus servidores, desea que se corrijan porel espritu de Dios y ruega a Dios que los corrija, y esperatanto de Dios como de sus reprensiones, y ruega a Dios quebendiga sus correcciones. Y as en las otras acciones...

    /... Falta de caridad, causa de esto... Privacin del esp-ritu de Dios; y sus acciones malas a causa de un parntesis ointerrupcin del espritu de Dios en l; y /l/ se arrepiente yse duele de eso./ b

    107) 505

    Todo puede sernos mortal, aun las cosas hechas paranuestro servicio; as, en la naturaleza, las murallas puedenmatarnos y los escalones pueden matarnos, si no vamos concuidado.

    El menor movimiento importa a toda la naturaleza; elmar entero cambia a causa de una piedra. As, en la gracia, lamenor accin importa para el todo por sus consecuencias.Por lo tanto, todo es importante a.

    En cada accin, hay que tener en cuenta, adems de laaccin, nuestro estado presente, pasado, futuro, y el de losotros a los que ella importa, y considerar las conexiones detodas estas cosas. Y entonces estaremos bien retenidos b.

    433) 506

    Que Dios no nos impute nuestros pecados, es decir,todas las consecuencias y efectos de nuestros pecados, de las

  • P E N S A M I E N T O S

    49

    menores faltas, que son formidables, si se las quiere seguirsin misericordia!

    429) 507

    Los movimientos de la gracia, la dureza del corazn; lascircunstancias exteriores a.

    453) 508

    Para hacer de un hombre un santo se necesita la gracia,y quien duda de esto no sabe qu es un santo ni qu es unhombre a.

    416) 509

    Filsofos.- Vaya cosa, decir a un hombre que no se co-noce, que por s mismo se dirija a Dios! Vaya cosa, decirlo aun hombre que se conoce!

    27) 510

    El hombre no es digno de Dios, pero no es incapaz deque se lo torne digno.

    Es indigno de Dios unirse al hombre miserable, perono es indigno de Dios sacarlo de su miseria.

    47) 511

  • P A S C A L

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    Si se pretende decir que el hombre es demasiado pocopara merecer la comunicacin con Dios, hay que ser muygrande para juzgar acerca de esto.

    390) 512

    En su jerga, toda ella es el cuerpo de Jesucristo, pero lno puede decir que ella es todo el cuerpo de Jesucristo. Launin de dos cosas sin cambio no permite decir que la unase convierte en la otra: de este modo, el alma est unida alcuerpo, el fuego a la madera, sin cambio. Pero es necesarioun cambio para que la forma de una de ellas se convierta enla forma de la otra: as, la unin del Verbo al hombre.

    Porque mi cuerpo sin mi alma no se volvera el cuerpode un hombre, por lo tanto mi alma unida a la materia quesea har mi cuerpo. 1 no distingue la condicin necesariade la condicin suficiente: la unin es necesaria, pero no essuficiente. El brazo izquierdo no es el derecho. La impene-trabilidad es una propiedad de los cuerpos.

    Identidad de numero en relacin con el mismo tiempoexige la identidad de la materia. As, si Dios uniera mi alma aun cuerpo en China, el mismo cuerpo, idem numero, estara enChina. El mismo ro que fluye all es idem numero que el quecorre al mismo tiempo en China a.

    121) 513

    Por qu Dios estableci la plegaria.

  • P E N S A M I E N T O S

    51

    1 Para comunicar a sus criaturas la dignidad de la cau-salidad.

    2 Para enseamos a quin debemos la virtud.3 Para hacernos merecer las otras virtudes mediante el

    trabajo.Pero, para conservar la preeminencia, l concede la ple-

    garia a quien le place.Objecin: Pero se creer que se debe la plegaria a uno

    mismo.Esto es absurdo; en efecto, puesto que, aun si se tiene la

    fe, no se pueden tener las virtudes, cmo se tendra la fe?Hay ms distancia de la infidelidad a la fe que de la fe a lavirtud?

    Merecido a: esta palabra es ambigua.Meruit habere Redemptorem b.Meruit tam sacra membra tangere c.Digno tan sacra membra tangere d.Non sum dignus e.Qui manducat indignus f.Dignus est accipere g.Dignare me h.Dios slo debe de acuerdo con sus promesas. Ha pro-

    metido acordar justicia a las plegarias i, pero nunca ha pro-metido las plegarias sino a los hijos de la promesa j.

    San Agustn ha dicho formalmente que las fuerzas le se-rn quitadas al justo k. Pero lo ha dicho por azar, pues podasuceder que la ocasin de decirlo no se presentara. Pero susprincipios demuestran que, si te la ocasin se presentaba, eraimposible que no lo dijera o que dijera lo contrario. Por lo

  • P A S C A L

    52

    tanto, cuenta ms haber tenido que decirlo si la ocasin sepresentaba, que haberlo dicho porque la ocasin se presen-t: porque lo primero es necesidad, lo segundo es azar.

    Pero los dos son todo lo que se puede pedir.

    495) 514

    "Operad vuestra salvacin con temor."Pruebas de la gracia: Petenti dabitur a.Por lo tanto, en nuestro poder est pedir. Por lo tanto,

    por el contrario, no est en nuestro poder, puesto que laobtencin que lo rogara no est. Puesto que la salvacin noest y la obtencin est, la oracin no est.

    Por lo tanto, el justo no debera ya esperar en Dios,pues no debe esperar sino esforzarse por obtener lo quepide.496) Saquemos, por lo tanto, la conclusin de que, puestoque el hombre ahora es incapaz b de usar ese poder cercano,y puesto que Dios no quiere que sea por ese camino que nose aleje de l, el hombre no se aleja de Dios solamente acausa de un poder eficaz.

    Por lo tanto, quienes se alejan no tienen ese poder sin elcual uno no se aleja de Dios, y quienes no se alejan tienenese poder eficaz. Por lo tanto quienes han perseverado en laoracin algn tiempo a causa de ese poder especial y dejande orar, carecen de ese poder eficaz.

    Luego, Dios quita el primero en ese sentido.

    115) 515

  • P E N S A M I E N T O S

    53

    Los elegidos ignoran sus virtudes, y los rprobos la gra-vedad de sus crmenes: "Seor, cundo hemos visto quetuvieras hambre, sed, etc.? A

    442') 516

    Rom., III, 27. Excluida la gloria: por qu ley? De lasobras? No, sino por la fe. Por lo tanto, la fe no est ennuestro poder como las obras de la ley, y nos es dada deotro modo.

    63) 517

    Consolaos: no debis esperarla de vosotros mismos, si-no, por el contrario, debis esperarla no esperando nada devosotros mismos a.

    103') 518

    Toda condicin y aun los mrtires deben temer, segnlas Escrituras.

    La pena mayor del purgatorio es la incertidumbre deljuicio: Deus absconditus.

    43) 519

  • P A S C A L

    54

    Joh., VIII: Multi crediderunt in eum. Dicebat ergo Jesus: "Simanseritis..., VERE mei discipuli eritis, et VERITASLIBERABIT VOS." Responderunt: "Semen Abrahae sumus, etnemini servimus unquam." a

    Hay mucha diferencia entre los discpulos y los verdade-ros discipulos. Se los reconoce dicindoles que la verdad loshar libres, pues, si responden que ellos son libres y que esten el poder de ellos salir de la esclavitud del diablo, son, s,discpulos, pero no son verdaderos discpulos.

    85) 520

    La ley no ha destruido la naturaleza, sino que la ha ins-truido a; la gracia no ha destruido la ley, sino que la haceejercer b. La fe recibida en el bautismo es la fuente de todala vida de los cristianos y de los convertidos.

    423) 521

    La gracia estar siempre en el mundo -y tambin la na-turaleza-, de modo que es, de algn modo, natural. Y as,siempre habr pelagianos a, y siempre catlicos, y siemprecombate: porque el primernacimiento es el origen de los primeros, y la gracia del se-gundo nacimiento es el origen de los segundos.

    409) 522

  • P E N S A M I E N T O S

    55

    La ley obligaba a lo que ella no daba a. La gracia da y alo que da obliga b.

    45) 523

    Toda la fe consiste en Jesucristo y en Adn, y toda lamoral en la concupiscencia y en la gracia.

    405) 524

    No hay doctrina ms apropiada al hombre que sa, quelo instruye sobre su doble capacidad de recibir y de perder lagracia, a causa del doble peligro al que siempre est expues-to, el de la desesperacin y del orgullo.

    481) 525

    Los filsofos no prescriban sentimientos que estuvie-ran en proporcin con los dos estados.

    Inspiraban impulsos de pura grandeza, y no es ste elestado del hombre.

    Inspiraban impulsos de pura bajeza, y no es ste el esta-do del hombre.

    Son necesarios impulsos de bajeza, no por naturaleza,sino por penitencia; no para permanecer en ella, sino para ira la grandeza. Son necesarios impulsos de grandeza, no pormrito, sino por gracia, y despus de haber pasado por labajeza.

  • P A S C A L

    56

    393) 526

    La miseria persuade a la desesperacin, el orgullo per-suade a la presuncin. La encarnacin muestra al hombre lagrandeza de su miseria por la grandeza del remedio que senecesit.

    416) 527

    El conocimiento de Dios sin el de nuestra miseria ori-gina el orgullo. El conocimiento de nuestra miseria sin el deDios origina la desesperacin. El conocimiento de Jesucristose ubica en el medio, porque en l encontramos a Dios ynuestra miseria.

    467) 528

    Jesucristo es un Dios al que nos acercamos sin orgullo,y bajo el cual nos humillamos sin desesperacin.

    265) 529

    ... No una humillacin que nos vuelva incapaces delbien, ni una santidad que est exenta del mal.

    429) 530

    Alguien me deca una vez que senta gran alegra y con-fianza al salir de la confesin. Otro me deca que segua te-

  • P E N S A M I E N T O S

    57

    meroso. Pens, acerca de esto, que con los dos se hara unobueno, y que a cada uno le faltaba el hecho de que no tenael sentimiento del otro. Esto ocurre de la misma manera enotros asuntos.

    141) 531

    El que conoce la intencin de su amo ser castigadocon mayor nmero de golpes, a causa del poder de que dis-pone por el conocimiento. Qui justus est, justificetur adhuca, a causa del poder de que dispone por la justicia. Al quehaya recibido ms, se le pedir una cuenta mayor, a causa delpoder de que dispone por el auxilio.

    41) 532

    Las Escrituras contienen pasajes para consolar todas lascondiciones y para intimidar todas las condiciones.

    La naturaleza parece haber hecho lo mismo con sus dosinfinitos, naturales y morales: pues siempre habr un arriba yun abajo, ms hbiles y menos hbiles, ms elevados y msmiserables, para humillar nuestro orgullo y realzar nuestraabyeccin.

    447) 533

  • P A S C A L

    58

    Comminutum cor (san Pablo): tal es el carcter cristiano.Alba te ha designado, no te conozco ms (Corneille): tal es el ca-rcter inhumano. El carcter humano es el contrario a.

    142) 534

    Slo hay dos clases de hombres: los justos, que se creenpecadores; los pecadores, que se creen justos.

    4) 535

    Estamos muy obligados hacia aquellos que nos advier-ten de nuestros defectos, pues mortifican; nos informan quehemos sido despreciados, no impiden que lo seamos en elfuturo, pues nos quedan otros defectos para serlo. Preparanel ejercicio de la correccin y la exencin de un defecto.

    232) 536

    El hombre est hecho de tal modo que, a fuerza de de-cirle que es un tonto, lo cree; y, a fuerza de decrselo lmismo, lo llega a creer. Pues el hombre tiene consigo mismouna conversacin interior, que es muy importante regularbien: Corrumpunt mores bonos colloquia prava a. Hay que conser-var el silencio lo ms que se pueda, y conversar slo deDios, que sabemos es la verdad; y as nos persuadimos deella nosotros mismos.

    412) 537

  • P E N S A M I E N T O S

    59

    El cristianismo es extrao. Le ordena al hombre reco-nocerse vil y aun abominable, y le ordena querer ser seme-jante a Dios. Sin tal contrapeso, esa elevacin lo tornarahorriblemente vano, o esa humillacin lo tornara horrible-mente abyecto.

    202) 538

    Con qu poco de orgullo un cristiano se cree unido aDios! Con qu poco de abyeccin se iguala a los gusanos dela tierra!

    Linda manera de recibir la vida y la muerte, los bienesy los males!

    146) 539

    Cul es la diferencia entre un soldado y un cartujo, encuanto a la obediencia? Pues son igualmente obedientes ydependientes, y estn en ejercicios igualmente penosos. Peroel soldado siempre espera volverse dueo, y nunca lo consi-gue, pues los capitanes y hasta los prncipes son siempreesclavos y dependientes; pero l lo espera siempre, y siem-pre se esfuerza por lograrlo. En cambio, el cartujo hace elvoto de ser siempre dependiente. As, ellos no difieren en laservidumbre perpetua, en la que los dos estn siempre, sinoen la esperanza, que el uno siempre tiene, y el otro no tienenunca.

  • P A S C A L

    60

    99) 540

    La esperanza que tienen los cristianos de poseer un bieninfinito tiene mezcla tanto de goce efectivo como de temor,pues no ocurre con ellos como con los que esperaran unreino del cual nada tuvieran, puesto que son sbditos; sinoque ellos esperan la santidad, la exencin de injusticia, y deesto algo tienen.

    411) 541

    Nadie es feliz como un verdadero cristiano, ni razona-ble ni virtuoso ni amable a.

    8) 542

    Slo la religin cristiana hace al hombre amable y feliz ala vez. Al ser hombre de mundo, no se puede ser amable yfeliz a la vez a.

    265) 543

    Prefacio. - Las pruebas metafsicas de Dios estn tan lejosdel razonamiento de los hombres y son tan embrolladas,que poco convencen; y, aun cuando eso sirviera para algu-

  • P E N S A M I E N T O S

    61

    nos, slo servira durante el instante en que ven tal demos-tracin, pero una hora despus temen haberse equivocado.

    Quod curiositate cognoverunt superbia amiserunt a.Esto lo produce el conocimiento de Dios que se en-

    cuentra sin Jesucristo: comunicar sin mediador con el Diosal que se ha conocido sin mediador. En cambio, los que hanconocido a Dios por mediador conocen su propia miseria.

    Copia 253) 544

    El Dios de los Cristianos es un Dios que hace sentir alalma que l es su nico bien; que todo su reposo est en l,que slo amndolo ella tendr alegra; y que, al mismo tiem-po, le hace aborrecer los obstculos que la retienen y le im-piden amar a Dios con todas sus fuerzas. El amor propio yla concupiscencia, que la detienen, le resultan insoportables.

    Ese Dios le hace sentir que ella tiene ese sustrato deamor propio que la pierde; y que slo l puede curarla.

    29) 545

    Jesucristo no hizo ms que ensear a los hombres queellos se amaban a si mismos, que eran esclavos, ciegos, en-fermos, desdichados y pecadores; que era necesario que llos libertara, alumbrara, beatificara y curara; que eso lo con-seguiran odindose a s mismos y siguindolo por la miseriay la muerte de la cruz.

    485) 546

  • P A S C A L

    62

    Sin Jesucristo, es necesario que el hombre est en el vi-cio y en la miseria; con Jesucristo, el hombre est exento devicio y de miseria. En l reside toda nuestra virtud y todanuestra felicidad. Fuera de l, slo hay vicio, miseria, errores,muerte, desesperacin.

    151) 547

    Dios por Jesucristo a............................................................................................................

    Slo conocemos a Dios por Jesucristo. Sin este Me-diador, desaparece toda comunicacin con Dios; medianteJesucristo, conocemos a Dios. Todos los que han pretendi-do conocer a Dios y probarlo sin Jesucristo slo tenanpruebas impotentes. Pero, para probar a Jesucristo, tenemoslas profecas, que son pruebas slidas y palpables. Y estasprofecas, porque se han realizado y han quedado verificadaspor el acontecimiento, indican la certeza de esas verdades y,por ello mismo, la prueba de la divinidad de Jesucristo b. Enl y por l, conocemos pues a Dios. Fuera de esto y sin lasEscrituras, sin el pecado original, sin Mediador necesarioprometido y enviado, no se puede de ningn modo probar aDios, ni ensear ni buena doctrina ni buena moral. Pero,por Jesucristo y en Jesucristo, se prueba a Dios y se enseanla moral y la doctrina. As pues, Jesucristo es el verdaderoDios de los hombres.

    Pero, al mismo tiempo, conocemos nuestra miseria,pues ese Dios no es ms que el Reparador de nuestra mise-

  • P E N S A M I E N T O S

    63

    ria. As, slo podemos conocer bien a Dios si conocemosnuestras iniquidades. Por ello, quienes han conocido a Diossin conocer su propia miseria, no lo han glorificado, sinoque se han glorificado a s mismos por eso. Quia... non cognovitper sapientiam... placuit Deo per stultitiam praedicationis salvos facerec.

    491') 548

    No slo todo nuestro conocimiento de Dios se con-sigue por Jesucristo, sino que tambin slo por Jesucristonos conocemos a nosotros mismos. Slo conocemos lavida, la muerte por Jesucristo. Fuera de Jesucristo, no sabe-mos qu es nuestra vida ni qu es nuestra muerte, ni qu esDios, ni qu somos nosotros mismos.

    As, sin las Escrituras, cuyo nico objeto es Jesucristo,nada conocemos, y slo vemos oscuridad y confusin en lanaturaleza de Dios y en nuestra propia naturaleza.

    374) 549

    No slo es imposible, sino tambin intil conocer aDios sin Jesucristo. No se han alejado, sino acercado a; nose han humillado, sino...

    Quo quisque optimus est, pessimus, si hoc ipsum, quod optimussit, adscribat sibi b.

    104) 550

  • P A S C A L

    64

    Amo la pobreza, porque l la am. Amo los bienes,porque procuran los medios de ayudar a los necesitados.Guardo fidelidad a todos, /no/ devuelvo el mal a quienes melo hacen; en cambio, les deseo un estado semejante al mo,en el que no se recibe ni mal ni bien de parte de los hom-bres. Trato b de ser justo, veraz, sincero y fiel con todos loshombres; y siento una ternura de corazn hacia aquellos aquienes Dios me ha unido con los lazos ms estrechos; y,sea que est solo o a la vista de los hombres, siento en todasmis acciones la mirada de Dios que debe juzgarlas y a quienlas he consagrado todas.

    Tales son mis sentimientos, y bendigo todos los das demi vida a mi Redentor que los ha puesto en m y que, enlugar de un hombre lleno de debilidades, de miserias, deconcupiscencia, de orgullo y de ambicin, me ha convertidoen un hombre exento de todos esos males por la accin desu gracia, a la cual por ello se le debe toda la gloria, puestoque yo slo he puesto la miseria y el error e.

    467) 551

    Dignior plagis quam osculis non timeo quia amo a.

    119) 552

    Sepulcro de Jesucristo. - Jesucristo estaba muerto, pero a lavista, en la cruz. Est muerto y escondido en el sepulcro.

    Jesucristo fue sepultado slo por santos.

  • P E N S A M I E N T O S

    65

    Jesucristo no realiz milagros en el sepulcro.Slo los santos entran all.All Jesucristo cobra una nueva vida, no en la cruz.Es el ltimo misterio de la Pasin y de la Redencin a.Slo en el sepulcro Jesucristo tuvo sobre la tierra un lu-

    gar de reposo.Slo en el sepulcro sus enemigos dejaron de perse-

    guirlo.

    87) 553

    El Misterio de Jess a. -Jess sufre en su pasin los tor-mentos que le infligen los hombres; pero, en la agona, sufrelos tormentos que l mismo se inflige: turbare semetipsum b.Es un suplicio de mano no humana, sino omnipotente, yhay que ser omnipotente para resistirlo.

    Jess busca algn consuelo por lo menos en sus tresamigos ms amados, y ellos duermen; les ruega soportar unpoco con l, y ellos lo dejan con entera negligencia, sintien-do tan poca compasin que sta ni siquiera les impedadormir un momento. Y as Jess estaba abandonado solo ala clera de Dios.

    Jess est solo en la tierra, el nico no slo que siente ycomparte su pena, sino que la sabe: el cielo y l son los ni-cos que estn en ese conocimiento.

    Jess est en un jardn, no de delicias como el primerAdn, donde ste se perdi y perdi a todo el gnero huma-no, sino de suplicios, donde l se salv y salv a todo el g-nero humano.

  • P A S C A L

    66

    Sufre esa pena y ese abandono en el horror de la noche.Creo que Jesucristo slo se quej esa vez; pero enton-

    ces se queja como si no hubiera podido contener ms sudolor excesivo: Mi alma est triste hasta la muerte c. Jessbusca compaa y alivio de parte de los hombres. Es la nicavez en toda su vida que esto ocurre, me parece. Pero nadarecibe, pues sus discpulos duermen. Jess estar en agonahasta el fin del mundo: durante este tiempo no hay quedormir. Jess, en medio de esa derreliccin universal y desus amigos elegidos para velar con l, al hallarlos dormidos,siente enojo a causa del peligro no al que lo exponen, sino alque ellos mismos se exponen, los advierte acerca de su pro-pia salvacin y de su propio bien con una ternura cordialhacia ellos durante su ingratitud, y les advierte que el espritues pronto y la carne dbil d.

    Jess, al encontrarlos de nuevo dormidos, no habin-dolos retenido ni la consideracin hacia l ni la considera-cin hacia ellos mismos, tiene la bondad de no despertarlos,y los deja en su reposo e.

    Jess ora en la incertidumbre acerca de la voluntad delPadre, y teme la muerte; pero, habindola conocido, va a suencuentro y se le ofrece: Eamus. Processit. (Joannes.) f

    Jess ha implorado a los hombres, y no ha sido odo.Jess, mientras sus discpulos dorman, ha llevado a ca-

    bo la salvacin de ellos. Lo ha hecho con cada uno de losjustos mientras ellos dorman, y en la nada antes que ellosnacieran, y en los pecados desde que ellos nacieron.

  • P E N S A M I E N T O S

    67

    Slo ruega una vez que el cliz pase, y aun entonces consumisin; y ruega dos veces que el cliz venga, si es necesa-rio g.

    Jess en la angustia.Jess, al ver a todos sus amigos dormidos y a todos sus

    enemigos vigilando se entrega enteramente a su Padre.Jess no mira en Judas su enemistad, sino la orden de

    Dios que l ama, y la ve tan poco que lo llama amigo h.Jess se arranca de sus discpulos para entrar en la ago-

    na; hay que arrancarse de los ms cercanos y de los msntimos para imitarlo.

    Estando Jess en la agona y en los peores tormentos i ,oremos durante ms tiempo.89) Imploramos la misericordia de Dios, no para que l nosdeje en paz en nuestros vicios, sino para que de nuestrosvicios nos libre.

    Si Dios, con su propia mano, nos concediera dueos,oh!, cmo habra que obedecerlos de buen grado! La nece-sidad y los acontecimientos lo son indefectiblemente.

    -"Consulate, que no me buscaras si no me hubierasencontrado j.

    Pensaba en ti en mi agona, y tales gotas de sangre lashe vertido por ti.

    Pensar si t haras bien tal o tal cosa ausente, ms estentarme que ponerte a prueba: yo en ti la har si ella suce-de.

    "Djate conducir a mis reglas; mira cmo yo condujebien a la Virgen y a los santos que me han dejado obrar enellos.

  • P A S C A L

    68

    "El Padre ama todo lo que yo hago.Quieres que me cueste siempre sangre de mi hu-

    manidad, sin que t des lgrimas?"Tu conversin es asunto mo; no temas, y ruega con

    confianza como para m.Estoy presente para ti mediante mi palabra en las Es-

    crituras, mediante mi espritu en la Iglesia y mediante lasinspiraciones, mediante mi poder en los sacerdotes, me-diante mi plegaria en los fieles.

    Los mdicos no te curarn, pues al fin morirs. Peroyo curo y hago al cuerpo inmortal.

    "Sufre las cadenas y la servidumbre corporales; yo no telibro ahora sino de la espiritual.

    "Soy para ti ms amigo que ste o aqul, pues yo he he-cho por ti ms que ellos, y ellos no sufriran lo que yo hesufrido por tu causa y no moriran por ti en el tiempo de tusinfidelidades y crueldades, como yo lo hice y estoy prepara-do para hacerlo y lo hago en mis elegidos y en el Santo Sa-cramento.

    Si t conocieras tus pecados, tu corazn desfallecera.-Por lo tanto, desfallecer, Seor, pues creo en la mali-

    cia de ellos por esa seguridad que me dais.-No, puesto que yo, por el cual t lo llegas a saber, te

    puedo curar de eso, y el que te lo diga es un signo de que tequiero curar. A medida que los expes, los conocers, y teser dicho: 'Mira los pecados que te son perdonados.' Por lotanto, haz penitencia por tus pecados escondidos y por lamalicia oculta de los que t conoces!

    -Seor, os doy todo k.

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    -Te amo ms ardientemente de lo que t has amadotus manchas, ut immundus pro luto 1.

    "Que para mi sea esa gloria, y no para ti gusano y tierra.Pregunta a tu director, cuando m mis propias palabras

    sean para ti ocasin de mal, y de vanidad o de curiosidad.93) -Veo mi abismo de orgullo, de curiosidad, de concupis-cencia. No hay ninguna proporcin entre m y Dios, ni en-tre m y Jesucristo justo. Pero l ha sido hecho pecado porm; todas vuestras plagas han cado sobre l. l es ms abo-minable que yo, y, en lugar de aborrecerme, se siente honra-do por el hecho de que yo vaya a l y lo socorra.

    Pero l mismo se cur, y con mayor razn me curar.Es necesario agregar mis llagas a las suyas, y unirme a l,

    y l me salvar al salvarse. Pero, desde ahora, no hay queagregar otras.

    Eritis sicut dii scientes bonum et malum n. Todo el mundo sehace el dios al juzgar: "Esto es bueno o malo"; y al afligirse oal regocijarse demasiado por los acontecimientos.

    Hacer las cosas chicas como grandes, a causa de la ma-jestad de Jesucristo que las hace en nosotros y que vivenuestra vida; y las grandes como chicas y fciles, a causa desu omnipotencia.

    90) 554

    Me parece que Jesucristo, despus de su resurreccin,slo deja tocar sus llagas: Noli me tangere a. Slo debemosunirnos a sus sufrimientos.

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    l se ha dado para comulgar como mortal en la Cena,como resucitado a los discpulos de Emas, como subido alos cielos a toda la Iglesia.

    107) 555

    "No te compares con los otros, sino conmigo. Si no meencuentras en aqullos con quienes te comparas, te compa-ras con algo abominable. Si en ellos me encuentras, comp-rate. Pero, qu comparars? A ti, o a m en ti? Si a ti, esalgo abominable. Si a m, t me comparas conmigo mismo.Pues bien, Yo soy Dios en todo.

    "A menudo te hablo y te aconsejo, porque tu conductorno puede hablarte, pues yo no quiero que te falte conductor.

    "Y quizs lo hago segn sus ruegos, y as l te conducesin que t lo adviertas. No me buscaras si no me poseyeras.

    Por lo tanto, no te inquietes.

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    Seccin VIII

    Copia 228) 556

    ... Blasfeman de lo que ignoran. La religin cristianaconsiste en dos puntos; conocerlos importa por igual a loshombres, e ignorarlos es igualmente peligroso; y es igual-mente propio de la misericordia de Dios haber dado sealesde los dos.

    Y, sin embargo, encuentran razn para inferir que unode esos puntos no es, de lo que les obligara a inferir el otro.Los sabios que han dicho que slo hay un Dios fueron per-seguidos, los judos odiados, los cristianos an ms. Hanadvertido por luz natural que, si hay sobre la tierra una ver-dadera religin, la conducta de todas las cosas debe tender aella como a su centro.

    Toda la conducta de las cosas debe tener por objetivo elestablecimiento y la grandeza de la religin; los hombresdeben tener en s mismos sentimientos conformes a lo queella nos ensea; por ltimo, ella debe ser a tal punto el obje-tivo y centro hacia el cual todas las cosas tienden, que quiensepa los principios de ella pueda dar razn no slo de toda

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    la naturaleza del hombre en particular, sino tambin de todala conducta del mundo en general.

    Y, sobre esta base, encuentran ocasin para blasfemarde la religin cristiana, porque la conocen mal. Se imaginanque ella consiste simplemente en la adoracin de un Diosconsiderado como grande, poderoso y eterno; esto es enverdad el deismo, casi tan alejado de la religin cristiana co-mo el atesmo, que es en todo contrario. Y de eso infierenque esa religin no es verdadera, porque no advierten quetodas las cosas contribuyen a establecer este punto, queDios no se manifiesta a los hombres con toda la evidenciacon que podra hacerlo.

    Pero, por ms que infieran lo que quieran contra eldesmo, nada inferirn contra la religin cristiana, que con-siste propiamente en el misterio del Redentor, el cual,uniendo en l las dos naturalezas, humana y divina, ha saca-do a los hombres de la corrupcin del pecado para reconci-liarlos con Dios en su persona divina.

    Ella ensea, por lo tanto, a los hombres estas dos ver-dades a la vez: que hay un Dios, del cual los hombres soncapaces, y que hay una corrupcin en la naturaleza, la cuallos hace indignos de l. Importa por igual a los hombresconocer estos dos puntos, y resulta igualmente peligroso alhombre conocer a Dios sin conocer su propia miseria yconocer su propia miseria sin conocer al Redentor que pue-de curarlode ella. Uno solo de estos conocimientos genera o la sober-bia de los filsofos, que han conocido a Dios y su propia

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    miseria, o la desesperacin de los ateos, que conocen supropia miseria sin Redentor.

    Y as, como es igualmente necesario al hombre conoceresos dos puntos, es tambin igualmente propio de la miseri-cordia de Dios habrnoslos hecho conocer. La religin cris-tiana lo hace, y ella consiste en eso.

    Examnese sobre ello el orden del mundo, y vase sitodas las cosas no tienden a establecer los dos temas de esareligin: Jesucristo es el objetivo de todo, y el centro hacia elcual todo tiende. Quien lo conoce, conoce la razn de todaslas cosas.

    Quienes se extravan, slo se extravan porque no ad-vierten una de esas dos cosas. As pues, se puede conocerbien a Dios sin su propia miseria, y su propia miseria sinconocer a Dios; pero no se puede conocer a Jesucristo sinconocer, a la vez, tanto a Dios como su propia miseria.

    Por ello, no intentar probar aqu, por razones natura-les, la existencia de Dios o la Trinidad o la inmortalidad delalma, ni cosa alguna de tal naturaleza; no slo porque no mesentira bastante capaz de encontrar en la naturaleza con quconvencer a los ateos empedernidos, sino adems porqueese conocimiento, sin Jesucristo, es intil y estril a. Auncuando un hombre estuviera persuadido de que las pro-porciones de los nmeros son verdades inmateriales, eternasy dependientes de una primera verdad en la cual ellas sub-sisten, y que se llama Dios, no lo encontrara muy avanzadoen su salvacin.

    El Dios de los Cristianos no consiste en un Dios sim-plemente autor de las verdades geomtricas y del orden de

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    los elementos; es la posicin de los paganos y de los epic-reos. No consiste solamente en un Dios que ejerce su pro-videncia sobre la vida y los bienes de los hombres, paraconceder una serie feliz de aos a los que lo adoran; es laporcin de los judos. Pero el Dios de Abrahn, el Dios deIsaac, el Dios de Jacob b, el Dios de los Cristianos, es unDios de amor y de consuelo, es un Dios que llena el alma yel corazn de aquellos a los que posee, es un Dios que leshace sentir interiormente la miseria de ellos y su misericordiainfinita; que se une a ellos en el fondo de sus almas, que lasllena de humild