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40 | casa del tiempo Paul Klee: una emoción impalpable Miguel Ángel Muñoz The sirens of ships, 1917. (Imagen: DeAgostini/Getty Images)

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    Paul Klee: una emocin

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    Cuanto ms ciego me reconoca, ms luz captaba

    J.V. Foix

    El dilema de la obra de Paul Klee (Mnchenbuchsee, Suiza Muralto, Suiza, 1879-1940), no responde a la lejana polmica de abstraccin y figuracin, sino que se sita ms en el campo de la autonoma de los signos plsticos, de la lingstica visual de un arte contenido en referencias que fa su capacidad de comunicacin a la persuasin sensible de las formas. Son imgenes de sensaciones ordenadas con voluntad de obra de arte. Sensaciones que intervienen en la imaginacin del artista y que han sido capaces de configurarse como entidades sensibles dotadas de vida propia. Bien lo apunta el pintor cataln Antoni Tpies: Son pocos los artistas como Klee que, en medio de la proliferacin de tendencias y gustos contradictorios, hayan atravesado de punta a punta el siglo xx no solamente sin perder nada de vitalidad, sino abriendo adems puertas al futuro.1

    En el lmite reducido de la historia de la pintura moderna, qu circunstancias hicieron posible el estallido de Klee? Tal vez el quiebre del naturalismo francs al trasluz del simbolismo trascendente de Bcklin, la insatisfaccin ante el decorativismo vaco del jugendstil, o las comprendas funcionalistas del Sezenssion en Viena y Mnich. Preocupado inicialmente por el dominio de la tcnica, toda la primera actividad ar-tstica de Klee est dedicada al dibujo y al grabado, en los que consigue unas cuantas obras maestras coronadas con sus ilustraciones del Candido, de Voltaire. Lenta, pero firmemente, va asimilando y reflexionando crticamente sobre la revolucin plstica de la vanguardia, cuyas aportaciones expresionistas conoce muy directamente en Mnich. Tambin se interesa por la obra de los cubistas de Pars, especialmente por la de Picasso y Juan Gris. Asimila como pocos el automatismo psquico potenciado por el dad, pero regulado por una sensibilidad que insina a Kandinsky y los Delaunay y las grafologas orientales, el decorativismo persa y el colorido helenista. Pero Klee nunca se afilia a ninguna tendencia de su tiempo: fauvismo, cubismo, expresionis-mo, abstraccin, sino las observa detenidamente, siguiendo su camino; sin embargo, aprende el lenguaje inefable, a menudo incongruente, del visionario que explora en Tierra desconocida (1951) la evasin del mundo. Un mundo invisible que niega la vida e insina poticamente el caos interior. Toda esta informacin acumulada no tiene, sin embargo, una repercusin directa en su obra hasta que realiza un viaje a Tnez, en 1914, donde tiene una especie de revelacin que le descubre la fuerza

    1 Tpies, Antoni, Actualidad de Paul Klee, en La realidad como arte. Coleccin de arquitectura 22. Murcia, Espaa, 1989.

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    expresiva del color y de la luz. Despus Italia, el Sur, su mundo premoderno; ms tarde Kairouan, una revelacin de persistencia constante en su obra. Sus acuarelas adelantan una versatilidad cromtica que debe mucho al expresionismo visual nortea-mericano. Es entonces cuando se produce un estilo Klee genuino, y es en ese tiempo cuando resuelve toda una serie de dudas y contradicciones que le haban preocupado intensamente los aos anteriores, Abstraccin en un motivo de Hammaned (1914) o Sin ttulo (1914), son ejemplos suficientes. Y es precisamente mediante el dibujo que se aleja de las geometras cubistas y contrapone una dimensin ms de transparencias coloreadas que evocan las manchas volumtricas de Czanne. Realiza en ese momento toda una serie de obras orientadas hacia la abstraccin, pero en las que, a diferencia de Kandinsky, ciertos elementos figurativos no desaparecen por completo. Klee va aqu mucho ms all de las aspiraciones de la pintura paisajstica de finales del siglo xix: del impresionismo y del puntillismo, as como del paisaje cubista y expresionista, al intentar combinar la cercana y la lejana con diversos fenmenos de luz y sombra. El mundo dice el poeta Jos Hierro de Klee tiene sus races en el sueo, en la fantasa, en la infancia. Klee puede compararse a un lgico, a un clarividente que trata de recuperar un territorio olvidado. Para l la misin del artista consiste en hundir sus races a la manera de un rbol en la tierra en la realidad, en la vida.2

    2 Hierro, Jos, Klee, el mgico prodigioso, en Los sentidos de la mirada. Convergencias sobre arte. Editorial Sntesis, Madrid, Espaa, 2013. Compilacin y edicin de Miguel ngel Muoz

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    Es en 1919 donde se sita el inicio de una lnea narra-tiva, en la que predominan las asociaciones visuales exigidas por el color y el tono, dejando a la lnea el subrayado del contorno. El dibujo, la acuarela, y el leo son los instrumentos simultneos de un trabajo constante sobre las cartografas y trazos lineales que dan lugar a un mundo orgnico de signos, transfigurado en espacios inditos, equilibrados o en movimiento, dotados de ritmos propios y poblados de juegos linea-les, planos, sobre posiciones, sombreados, analogas figurativas Todo aquello que Klee defini como el objetivo del arte moderno: No reproducir lo visible, sino hacer visible. No son signos autnomos ni neutras intuiciones gestuales, sino autnticas constelaciones de signos que configuran una dinmica precisa, como vio con irrepetible mirada Joan Mir. Sobrepinturas des-tiladas con habilidad caligrfica de los libros escolares del deslumbrante fin del siglo xix viens.

    Paul Klee fue siempre un espritu independiente e individualista, con una tcnica depurada hasta lo manaco, y dotado de una excepcional capacidad para la teora artstica. Su talento y originalidad indudables le impiden alinearse en ninguna tendencia o grupo, y tampoco da pie a ninguna escuela; l, precisamente, empe gran parte de su vida a la tarea de ensear, aunque critic siempre a los maestros que, en vez de ayudar a sus alumnos a encontrar su propio camino hacia la creacin, tratan de imponerles el suyo. Por otra parte, aunque siempre goz de enorme prestigio en los cenculos de entendidos, hay que esperar a los aos cincuenta, cuando triunfa la abstraccin de posguerra, para que su nombre se haga tan popular como el de Picasso o Kandinsky. Pero, a pesar de todo, con todos los reconocimientos y medallas de la modernidad ins-titucional, Klee permanece siempre esquivo, un poco inalcanzable; en su aristocrtica impenetrabilidad, un desafo.

    A partir de 1920 y 1930 Klee decide dar clases en la Escuela de Arte y diseo en Weimar, donde recu-pera la amistad de Kandinsky. Son aos de reflexin y autocrtica constantes. Las notas de sus cursos indican

    un riguroso proceso de disciplina formal, de trabajo de las formas mediante la negacin de las tradicionales estrategias figurativas del realismo ilusionista: pers-pectivas sobrepuestas que en definitiva construyen en el espacio mltiples puntos de vista, y desde luego, de la investigacin de la dimensin formal de los colores primarios. Equilibrio de volumen y masa, direccin y movimiento, que sern al paso de los aos una serie de construcciones que denotan una austera contencin expresiva: Arquitectura y Eros, ambos de 1923. Toda una leccin de sabidura. Klee crea unos signos plsticos que desbordan su capacidad imaginativa y demuestran en su pintura como la observacin se vuelve vivencia y como se convierte en una realidad sensible, que el crtico ingls David Sylvester ha calificado este proce-so como vibraciones Klee: Omega, 5 (1927), Higuera (1929), Cancin rabe (1930), Desierto de piedra (1930), Busto de un nio (1933), Marcado (1935) son cuadros producto del intercambio entre formas percibidas y formas imaginadas. Una cuadrcula polcroma divide la superficie y establece el balance que equilibra los colores seleccionados, y consiguen un mnimo de gra-daciones de tono, como simples analogas musicales, que se manifiesta de modo total en sus dibujos de la dcada de los treinta. Klee haba inventado dice J.F. Yvars una nueva manera de composicin basada en la unin de unos signos figurativos que obligan al espectador a desarrollar una cadencia continuada.3

    Klee casi al final de su vida hay que recordar que padeci una atroz e irreversible enfermedad que le condenaba a una sobrevivencia humillante trans-form en energa y actividad imaginativa la aceptacin de su destino, y fue capaz de desencadenar un proce-so de signos que organizan la estructura de espacios visuales y dinamizan las superficies cromticas. Aos difciles y complejos. Es, quiz, todava sorprendente, su envejecimiento, pues aqu crea un par de cuadros

    3 Yvars, J.F., Buenas maneras. Arte y artistas del siglo xx. Editorial Debolsillo, Madrid, Espaa, 2011.

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    mgicos: Flora sobre roca o Diversin en bote en el canal, ambos de 1940, que orientan su reflexin visual sobre la tragedia y pronuncian la ltima palabra de su drama humano: mscara y gesto. Figuras de tragedia y muerte, utopa, arte y mito. Todo un juego conceptual que slo un artista como Klee podra volver genial, un tema tan complejo, el poder escribi Antonio Saura convul-sivo de las imgenes de Klee, de delgada materia pero de tan potente equilibrio.

    La razn para esta difcil asimilacin de su obra procede del rigor insobornable con que se la plantea, alcanzando los niveles de mayor hondura de todo el arte de vanguardia. Esto se refleja de manera muy evidente en sus abundantes escritos, una parte de los cuales todava estn en trance de publicacin. Entre todos ellos, ocupan un lugar destacado sus Diarios, el testimonio ms penetrante de lo que ha significado la creacin artstica del siglo xx. Este problema le obsesio-na hasta la muerte, y se refleja en el bello epitafio que eligi como clave de su destino consciente de artista: Soy impalpable en la inmanencia. Resido entre los muertos y entre los seres que an no han nacido. Algo ms prximo al centro de la creacin que lo habitual. Pero nunca tan cerca como deseara, escribi casi con-fidencialmente en 1918. El mundo de Paul Klee nos deja una emocin impalpable, en el aire, como todo lo mgico, deca el poeta cataln Juan Eduardo Cirlot.

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