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Paul Laurent, Buscando el Paraíso, financiero

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Publicado en Contrapoder, Nº 1, Lima, Septiembre/Octubre 2010, pp. 8-9.

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Page 1: Paul Laurent, Buscando el Paraíso, financiero

El hombre que mira al mar está

en ALTAZOR

Of. Calle Tasso 297 / San Borja / LimaTelf. 01 975432184 - 01 975432172

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EditorialEditorial

Harold Alva

Desde muy joven me pregunté en qué medios se publicaban las opiniones de los escritores, abría los periódicos o alguna revista

y esporádicamente encontraba textos contundentes sobre lo que nos acontece intelectual y políticamente. Eran joyitas. Entonces me dediqué a coleccionar sus artículos como un extraño cazador de lo luminoso. Otras, me sumergía en las hemerotecas de las universidades para releer AMAUTA, COLÓNIDA o LETRAS PERUANAS y me preguntaba cuál había sido la razón para que los empresarios de las comunicaciones no hayan apostado por otro tipo de propuestas que analicen los acontecimientos que marcan diariamente nuestra historia. ¿Acaso los artistas habían perdido su capacidad de desgarro para intentar diagnósticos sobre nuestra realidad? No. Pero algo había sucedido.

Por eso CONTRAPODER nace como una actitud de quiebre. Todos quienes hacemos la revista somos escritores: poetas, filósofos, narradores, politólogos; eso es lo que nos diferencia de otras publicaciones. Lo interesante es que a pesar de esta virtud o defecto, CONTRAPODER no es una revista pensada para escritores. CONTRAPODER es una reacción que va más allá del prurito emocional de las propuestas generacionales para forjar un día distinto. Lo anhelamos, sí, pero elegimos no resbalar en estallidos demagógicos.

En un momento cuando Lima está polarizada en su decisión por el voto, en una hora cuando el Perú es testigo de una final al estilo talk show y la transparencia del proceso depende de los ojos de la prensa, nace CONTRAPODER para precisar otro enfoque. Sabemos que el poder político es una logia, un rostro que conocemos; somos conscientes de lo que hemos recibido como país, como sociedad gótica, y eso es precisamente lo que impulsa esta actitud CONTRAPODER.

VERDE FINAL: MÁS ALLÁ DE LA TACHA A KOURI 4 Harold AlvaEL HUÁSCAR Y LOS OBJETOS DE PRAT 6 Raúl Mendoza CánepaLAVAR LA SANGRE 7 Héctor ÑaupariBUSCANDO EL PARAÍSO, FINANCIERO 8 Paul Laurent MINISTERIO DE CULTURA DEL PERÚ: El nacimiento 10 Rocío FuentesENTREVISTA A LUIS ALFONSO MOREY 14 Harold AlvaUNA VISITA INESPERADA 18 Carlos Enrique FreyreLURIGANCHO DESDE ADENTRO 20 Cristian Velasco ¿TE AMO PERÚ? LA AUTOESTIMA DEL PERUANO 21 Mario García AlmeydaCARAS, DURAS Y CURAS 22 Sergio Barandiarán ROSA BENITES: HASTA PULVERIZARSE LOS OJOS 27Jorge HurtadoTARJA TURUNEN 30Willy del Pozo DOLORIER Y LA FLOR DE RETAMA: PÓLVORA Y DINAMITA DEL CORAZÓN 32Christian ReynosoEL VIAJE QUE NUNCA TERMINA DEL HOMBRE QUE MIRA EL MAR 34Róger E. Antón Fabián¿DESMITIFICANDO A CÉSAR VALLEJO? 36Rosina ValcárcelCON ENRIQUE VILA-MATAS EN LIMA 39Gabriel Ruiz OrtegaLA GIRA DE ALTAZOR SIETE NOVELISTAS LATINOAMERICANOS EN PERÚ 40Victoria LarcoJ.D. SALINGER: EL ESCRITOR ENTRE EL CENTENO 44Gabriel Rimachi Sialer EL OTRO QUIJOTE 46Miguel Ruiz EffioLAS INVENCIONES DE PAUL KLEE 48Miguel Ángel Zapata POESÍA 51 Nora PuertasLA TERNURA DE ENRIQUE LEÓN EN VARIAS PARTES Y SIN PARTE 52 Paul GuillénTRES MARAVILLOSAS FORMAS DE ENLOQUECER 54 Antonio Moretti

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ÍndiceÍndice

Suscripciones:Lima: Calle Tasso 297. San Borja. Harold Alva. Telf. . 975432172 RPM: *691116. Email: [email protected] / [email protected] Trujillo: Infolectura SAC. Jr. San Martín 455 Of. 3.C.C. Los Tallanes. Telf. 947915068 RPM: *691018. Ayacucho: Jr. Asamblea 256 Telf. 066 317530 Cel. 966309464 - 966148501 -

RPM: *690889

Director: Harold Alva

Editor Asociado: Willy del Pozo

Comité Editorial: Antonio Moretti

Gabriel Ruiz Ortega

Editor de Política: Jorge Hurtado

Editor de Cultura: Paul Guillén

Marketing y Publicidad: Rocío Fuentes

Diseño y diagramación:Jorge Luis Tasayco Altuna

Colaboradores: Paul Laurent

Christian Reynoso Miguel Ángel Zapata

David Novoa Carlos Enrique FreyreRaúl Mendoza Cánepa

Rosina ValcárcelRoger Antón Fabián

Gabriel Rimachi SialerHéctor ÑaupariVictoria Larco

Mario García AlmeydaRosa Benítes

Miguel Ruiz Effio Sergio Barandiarán

Cristian Velasco Nora Puertas

Lali García

cultura y pol í t icaCON APO RD

Año 1. Setiembre / Octubre de 2010. Nº 1.Lima. Calle Tasso 297 San Borja. Santa Catalina.

Telf. 975432172 RPM: *691116.

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Culturalmente ¿Qué pretendes hacer en Pueblo Libre? Pueblo Libre volverá a ser el corazón cultural de Lima, yo no

sólo propongo una política de promoción y desarrollo del arte, la pintura y el teatro: yo ejerzo estas ramas artísticas. Por ejemplo para mí el teatro es una forma fascinante de comprender la naturaleza humana. En cada escena hay un drama humano que el actor debe representar con naturali-dad pero también con la convicción de las pasiones que nos enredan todos los días.

Estudiaste pintura, teatro o alguna rama del arte? Soy autodidacto, aunque he llevado de pequeños cursos

en el museo de arte y hace poco un taller de óleo con el maestro José Luis Arbulú, en la Escuela de Bellas Artes Corriente Alterna.

De ganar las elecciones ¿cuál será tu prioridad? Mi prioridad siempre será el vecino, para esto imple-

mentaremos “Dialoga con el Alcalde”, un programa de comunicación permanente con los vecinos, le daremos asesoría y orientación al vecino para obras, licencias, ad-ministración tributaria y registro de juntas de propieta-rios, sin demoras, con trato amable.

¿Y la seguridad ciudadana? En seguridad ciudadana implementaremos un plan de man-

comunidad distrital con San Miguel, Jesús María, Breña y Magdalena para prevenir y erradicar la delincuencia en nues-tros distritos. Instalaremos bases de serenazgo en las 8 zonas del distrito interconectadas con tecnología de punta y sobre todo con estrategia para actuar inmediatamente. Tenemos proyectado implementar el plan “Devuélvele a tu ciudad” junto con la municipalidad de Lima Metropolitana.

¿Cómo ves la actual gestión? Actualmente no existe transparencia en el municipio. De ser

elegido como su nuevo representante haré una nueva juris-dicción con orden y respeto convocando a técnicos profesio-nales para cumplir las demandas que los vecinos necesitan.

¿Qué lees ahora? El problema de los géneros discursivos de Mijaíl Bajtín.¿Keiko o Bayly? Fuerza Social.

Carlos Alza es especialista en gobierno y políticas públicas, profesor de pre y post grado en la PUCP y UPC. Fue Adjunto para Servicios Públicos y Medio Ambiente de la Defensoría del Pueblo durante la gestión de la doctora Beatriz Merino. Es Magíster en Regulación por la London School of Economics, ha realizado estudios e investigación en Políticas y Derechos Humanos en Harvard y Sevilla. Actualmen-te es consultor nacional e internacional y candidato a la Alcaldía de Pueblo Libre por Fuerza Social, el partido de Susana Villarán.

Carlos Alza

La polarización del voto cambió inesperadamente. Cuando las encuestadoras nos colocaban entre dos frentes, Lourdes / Kouri, la tacha contra Kouri procedió y dejó fuera de juego al candidato de la combi, con esto, el panorama adquirió otros matices y a Lourdes Flores, la eterna candidata, le salieron otros contrincantes.

A muchos les sorprende la intención del voto de las últimas semanas. Con Alex Kouri fuera de escena, era predecible lo que en estos momentos aconte-ce. Si analizamos desde el inicio, su parto como

candidato se anunció con amenaza de aborto; primero la renuncia de Jaime Bayly a Cambio Radical. El francotirador apuntó su artillería contra lo que muy a su estilo denomi-nó la combi de Barba, se bajó antes de llegar al paradero y arremetió como en sus mejores épocas contra la dupla BK. En uno de sus programas nos recordó el pasado político de ambos y sin duda le bajó más de una llanta al retoño mon-tesinista.

Lo que llama la atención es cómo a otros alcaldes, a pe-sar de conocer la oscuridad de este personaje, poco les haya importado la decencia y se hayan embarcado en un proyec-to suicida. Alcaldes a quienes más allá de sus distritos se los veía como políticos con proyección, a quienes imaginá-bamos seguro después como congresistas (Salvador Heresi, Juan Manuel del Mar, César González) y con otro que ya nos había demostrado su naturaleza tránsfuga como José Luis Risco; lo que nos reconfirma que nuestra clase política sigue siendo la misma jauría donde zorros conviven con hie-nas que colocan sus mejores ángulos en paneles donde in-tentan venderse como hábiles caperucitas que saben cómo defendernos de los lobos.

Sin embargo la contienda continúa y la polarización del voto cambió inesperadamente. Cuando las encuestadoras nos colocaban entre dos frentes, Lourdes / Kouri, la tacha contra Kouri procedió y dejó fuera de juego al candidato de la combi. Con esto, el panorama adquirió otros matices. A Lourdes Flores, la eterna candidata, le salieron otros con-trincantes, cuando creyó que tenía ganada la carrera, Hum-berto Lay y Susana Villarán saltan al partidor. Lay con PPK como su asesor empieza a subir y Susana Villarán de Fuer-za Social adquiere mayor protagonismo cuando la emplaza frontalmente. Todo indica que entre ambas se puede jugar una final. Es posible.

La derecha, sí, todavía existe la derecha, ha empezado a satanizar a Villarán y la izquierda, creo que ya aprendió la lección: solamente observa.

Mientras tanto en los distritos se juegan sus propias pe-leas. En San Isidro han denunciado a Jorge Salmón. Se le acusa de haber mentido en su declaración jurada al decir que tiene título de abogado cuando solo es bachiller; y Sal-món tiene 40% en las encuestas, de comprobarse que ha mentido podría ocurrir algo similar que en Lima y la pelea sería entre Cantella del PPC y Luis Alfonso Morey de Ade-lante.

Hasta aquí todo puede leerse como algo normal. Final-mente así son siempre las elecciones. Lo que me genera du-das es cómo a un político con la astucia y habilidad de Alex Kouri se le haya pasado algo tan escolar como el domicilio, se haya expuesto al ridículo y, vaya casualidad, haya dejado como carta de Cambio Radical al fujimorista Fernán Altuve - Febres Lores.

Tengo algunas teorías sobre esto. La primera que todo ha sido un plan orquestado por los

fujimoristas, no los creo tan inteligentes, pero recordemos que Kouri es el mejor alumno de Vladimiro en psicosociales. Kouri se lanza al ruedo como candidato, después lo tachan, queda como “vivo” o como “víctima”, él apelará al plan “víctima”; “el pobrecito” es siempre “el bueno” y con eso intenta limpiar una vez más su imagen, así él incursiona en otra liga. No creo que sea gratuita la presencia de Altuve, un intelectual de prestigio que pretende quitar el sarro del discurso fujimorista. Lo que a ellos les importa es el 2011. Keiko a la presidencia, y Kouri en la plancha, o Keiko de Pre-sidente y él como Primer Ministro. La dupla KK.

La segunda, desestabilizar los partidos, sorprender a los cuadros que había captado del PPC, del APRA y de algunos movimientos independientes, llevarlos al des-peñadero y dejarle así más sencilla la cancha al fujimo-rismo, porque a esa logia lo que le interesa es recuperar el poder que tuvo en la década siniestra.

Para esto quién mejor que Barba como vientre. Sin embargo una pregunta me queda en el aire: ¿Bayly

pecó de inocente? Quien gane en Lima será un quiebre de timón. Necesitamos relevar a la clase política. Pienso en la generación del bicentenario.

Recordemos que Kouri es el mejor alumno de

Vladimiro en psicosociales. Kouri se lanza al ruedo

como candidato, después lo tachan, queda como

“vivo” o como “víctima”, “el pobrecito” es siempre

“el bueno” y con eso intenta limpiar una vez más su

imagen, así él incursiona en otra liga.

MÁS ALLÁ DE LA TAchA A kouri

La opinión del director

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verde final

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LAVAr LA SANGrE

No soy antichileno ni nada que se le parezca, pero conservar un botín de guerra ya es un acto hostil. Celebrado un tratado de

paz, la cortesía civilizada manda a devolver los botines y despercudirse del robo. Tro-feos de guerra, cabezas reducidas, cabelle-ras destajadas, da lo mismo, advierten de lo vil y fiero que puede ser el Hombre en las victorias.

Grau fue caballero al salvar chilenos en Iquique y lo fue cuando retornó a la viuda de Prat todos los objetos que el marino chi-leno llevaba consigo ¿Por qué los chilenos no hacen lo mismo con el Huáscar?

Los trofeos de guerra sirven, en reali-dad, para la vergüenza mapocha y el Huás-car (anclado en sus costas) debiera servir para recordarle a los chilenos el don de Grau frente a la viuda de Prat. Quizás sea el momento de proyectar una réplica chalaca del Monitor y que dentro de ella se monte el museo que la Marina urge para levantar-se de tantas polvaredas recientes; una ré-plica en la que se destine la mejor sala al generoso salvataje de Grau en Iquique.

Así que mal hace el ministro de Defen-sa chileno, Jaime Ravinet, en suavizar sus obsequiosas palabras en Lima (para evitar el apanado), al decir que se deben cumplir “muchas condiciones” antes de plantear el tema de la devolución del monitor “Huás-car” a Perú. Las condiciones nos las deben ellos. El chileno se va con todo de boca: “Mi declaración es extremadamente cuidada y supone, realmente, rehacer la historia, adquirir un grado de confianza mutua ex-traordinariamente importante”. Claro, pero la señal de confianza que se espera es la de ellos, precisamente devolviendo el Huás-car y los millares de libros que se hurtaron

MirAdA crÍticA

� Héctor Ñaupari

EL huÁScAr Y LoS oBJEToS DE PrAT

a la mala durante la invasión. Lynch no fue generoso en su paso de Atila. Quien carga la deuda es Chile, deuda moral, histórica, cultural (Véase sino el muladar que hicie-ron de la Biblioteca Nacional). Así que, para reclamar condiciones, nosotros y no más. Mientras el Vicepresidente reclama el hun-dimiento del Huáscar y el Presidente García nos manda a echarle tierrita, la deuda his-tórica persiste.

Al menos, el ex candidato presidencial Marco Enríquez Ominami, da la hora en el tema, con severa lucidez. Él dijo que es “absurda” la discusión sobre el buque pe-ruano, planteando que “más que conser-var trofeos de guerra debiéramos generar todos los espacios posibles de encuentro entre nuestros países”. De hecho el joven político sintoniza con la razón y la buena diplomacia.

Pero como los halcones al acecho nunca faltan, el senador, Patricio Walker (DC), dijo hace poco: “hoy no se cumple con el prin-cipio de reciprocidad, porque el vecino país no ha tenido gestos generosos hacia Chile y en consecuencia, ellos tiene que hacer mu-cho mérito, por lo que me opongo tajante-mente a entregar el Huáscar”. Para Walker el Perú no ha tenido gestos generosos hacia Chile, cuando es éste el que se guardó el Huáscar ad infinitum y cuando ahora pre-tende pasarse por encima las reglas con-sensuadas sobre delimitación marina. Olvi-da a la viuda de Prat. Y tan generosos son que hasta elevan a la categoría de tratado de límites un acuerdo pesquero para defi-nición de zonas, cosa que puede interesar a los pescadores más que a las cancillerías.

Y yo que creía que la piratería y el cani-balismo no eran lastre, sino signos de otros tiempos.

Los trofeos de guerra sirven para la vergüenza mapocha y el Huáscar (anclado en sus costas) debiera servir para recordarle a los chilenos el don de Grau frente a la viuda de Prat.

Que el Che Guevara sea considerado un héroe, o el poeta Javier Heraud un luchador social, forma parte de una

misma estrategia: que la opinión pública latinoamericana atenúe la dureza de su juicio contra quienes quisieron hacer

correr ríos de sangre inocente.

El reciente reingreso a la prisión de la terrorista Lori Berenson ha puesto en evidencia la vergonzosa tarea que llevan acometiendo los

socialistas latinoamericanos desde hace décadas, cual es limpiar a terroristas y radi-cales de diverso pelaje de los crímenes que llevaron a cabo contra sus propios pueblos, a quienes supuestamente iban a liberar de la opresión.

Que el Che Guevara sea considerado un héroe, o el poeta Javier Heraud un luchador social, que los miembros de las FARC sean perdonados en Colombia o que se denomi-ne intolerantes a quienes no quieren convi-vir con los terroristas peruanos del MRTA o el PCP–Sendero Luminoso liberados – pero no arrepentidos de sus asesinatos y secuestros – forma parte de una misma estrategia: que la opinión pública latinoamericana atenúe la dureza de su juicio contra quienes quisieron hacer correr ríos de sangre inocente.

Para lograrlo, se apela en primer lugar a la proverbial frágil memoria de nuestros pueblos. Se calla en todos los idiomas los crímenes cometidos por los terroristas. Se les borra de los libros de historia y de los materiales de enseñanza en los colegios. Estos predicadores del olvido intentan por todos los medios que nadie recuerde quién pedía mil Vietnam en nuestra región, se consideraba a sí mismo una “fría máquina de matar”, y fue el verdugo personal de más de cien cubanos, a quienes ultimó sin apego alguno al debido proceso ni el respe-to a sus derechos humanos. Si usted no lo sabe, estimado lector, es que tal empresa ha tenido éxito.

Además, se abusa de palabras como “reconciliación”, “perdón”, “justicia”, “paz” o “tolerancia”, hasta prácticamente despo-jarlas de contenido y pervertir su significa-do. Como las comadrejas, a quienes el mito nórdico creía capaces de vaciar un huevo sin quebrar la cáscara, los compañeros de viaje de los guerrilleros, buscan que sus defen-didos sean honrados con estos términos y sus detractores acusados de las peores de-nominaciones: intolerantes, reaccionarios, derechistas y cómplices de las dictaduras.

Por supuesto, en ese esfuerzo los socia-listas latinoamericanos no escatiman nada, llegando incluso a sacrificar la memoria de sus propios muertos. Como es sabido por diversas fuentes de nuestra historia reciente, que incluye los Informes de las Comisiones de la Verdad por ellos integra-das, fueron precisamente las agrupaciones y partidos de la izquierda democrática en América Latina contra quienes más se ensa-ñaron las organizaciones revolucionarias, a quienes les disputaban el espacio que éstas necesitaban para incendiar la pradera e ini-ciar el paraíso igualitario. En ese esfuerzo, estos falsos apóstoles de la benevolencia

o cómo los socialistas limpian de sus crímenes a los terroristas

� Raúl Mendoza Cánepa

se ponen del lado de los victimarios, ani-quilando nuevamente a quienes eran sus primos hermanos ideológicos a la vez que sus víctimas.

¿Qué razones pueden esgrimirse para este siniestro cometido? Permítanme es-bozar algunas. El horror al vacío, pues en el sistema democrático se mesuran los radicalismos y los diversos partidos se ter-minan pareciendo todos un poco, siendo preciso distinguirse. La mala conciencia de saber que ellos no tomaron el fusil, no pa-saron a la clandestinidad ni se enrolaron en la lucha armada, y que, al defenderlos, se irradia hacia ellos un tenue brillo de la luz revolucionaria. Otro propósito más subalterno es el de tentar con estos actos el financiamiento de organismos no gu-bernamentales del primer mundo, con lo que comparten esta visión. Sin embargo, cualquiera sea el motivo o coartada al que aludan, la sangre que pretenden lavar no es fácil de quitar. En nombre de todas esas víctimas inocentes, no nos permitamos olvidar a estos criminales revolucionarios, por muchos que sean los empeños de sus cómplices en ocultarlos.

eL LABeriNto iLUMiNAdo

Ministros de Defensa: Rafael Rey (Perú) y Jaime Ravinet (Chile) Emerretista Lori Berenson.

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BuScANDo EL PArAÍSo, FiNANciEro

Siempre me llamó la atención la peyorativa catalogación de “paraísos fiscales o financieros” a aquellas zonas del pla-neta donde los ahorristas e inversionistas pueden sentirse seguros de lo que habrá de suceder con su dinero. Si direc-

tamente la palabra “paraíso” nos advierte de algo más que grato y maravilloso, ¿por qué en estos temas proclamarla es casi mentar su propia antípoda: el infierno?

Nunca entendí el por qué del calificativo ni las dimensiones de la mala fama si desde el punto de vista del cliente todo es positivo: buenos réditos, seguridad, estabilidad legal, confiabilidad, secreto garantizado (tanto el bancario como el personal), bajos impuestos o la inexistencia de los mismos. La premisa es simple: si todo esto existe, es lógico que ahí donde se ofrezcan estas condiciones los inversionistas (nacionales y extranjeros) recalarán.

Ello es tan contundentemente cierto que un cuarto de la riqueza privada del mundo se encuentra depositada en las bóvedas de las entidades bancarias y financieras que están bajo este régimen. Pe-queños países como Andorra y Liechtenstein en Europa, Barbados y Santa Lucía en el Caribe, Brunei y Maldivas en el Océano Índico, Cabo Verde y Túnez en África, son solo algunos de los muchos re-ceptores de capitales empleando este tipo de sistema. Pero no son los únicos, naciones grandes como China (en Hong Kong) y los Esta-dos Unidos (en Delaware, Wyoming y Nevada) cuentan con zonas favorecidas con este régimen. También Italia, en Trieste y República Checa en Ostrava lo acogen para sí.

Como se ve, no es un “problema” inserto en pequeñas naciones (muchas de ellas insulares), sino un asunto de claridad en las reglas de juego. Claridad que debe de favorecer a los clientes antes que a nadie. Ciertamente, ello solo es dable a partir de una legislación que permita la mayor captación de ahorro posible, siendo la mejor manera de hacerlo la menos intervencionista, la menos onerosa y la más competitiva. Propiamente, un orden capaz de crear estabilidad y certidumbre; a la vez que permita la mayor movilidad posible (en-trada y salida) de divisas. En puridad, un orden que aparte los afanes expropiatorios y controlistas que el celo gubernamental ocasiona.

No hay secretos. Cuando Panamá decidió en 1971 abrir su ban-ca al mundo llegó a captar más de 100 bancos internacionales ope-rando en su suelo. Y si para ello debía de renunciar al mito de la necesidad de la banca centra, lo haría. Así es, tal como Costa Rica li-quidó sus fuerzas armadas en 1948, Panamá liquidó su Banco Cen-tral en 197o. Insertas en la convulsionada Centroamérica (pequeña

fracción de la también convulsionada América Latina), ni Costa Rica supo de invasiones ni de guerras desde 1948, ni Panamá de crisis financieras desde 1970; es más, desde ese año Panamá ocupa el primer o segundo lugar en el índice del Instituto Fraser que mide la Fortaleza Monetaria a nivel mundial.

A diferencias de otros países de la región, Panamá solo tenía que seguir la senda trazada por el mandato de su primera Cons-titución (de 1904). En ella se estableció el libre curso monetario. Así, desde su independencia los panameños tuvieron la facultad de elegir libremente la moneda que más le convenía. Si optaron por el dólar fue por decisión netamente económica, no por una imposi-ción legal (como en Ecuador y El Salvador).

Ahora la pregunta que viene es la siguiente: ¿por qué todo esto es mal visto? Los anatemas contra estos esquemas financieros se basan en que sirve de cobijo a evasores de impuestos, políticos co-rruptos, terroristas y narcotraficantes, agregándose a ello la noción de una presuntamente peligrosa y anarquizante desnacionalización de la economía. Léase, tanto la imposibilidad de los gobernantes a meterle mano a los ahorros de la gente (como los Kirchner en Argentina), como de fabricar dinero a discreción (como el primer García de Perú) y secuestras divisas (como Chávez). Razonamientos que se emplean para fundar un estado altamente centralizado y re-presor, el mismo que asume que todos los hombres no solo somos mortales, sino caóticos y delincuentes.

Premisa antisocial del ser humano que hace que algunos de nuestros semejantes diseñen un tinglado para catapultarse por so-bre el resto de sus congéneres. Análoga a la fábula de Orwell, don-de algunos iguales son más iguales que otros. Y desde esa super-lativa “igualdad” fraguan una serie de reglamentos y barreras que no hacen más que secuestrar las vidas y ahorros de las personas. Claro, en directo beneficio de algunos en contra de otros.

Así pues, si se les denomina despectivamente “paraísos fiscales o financieros” es porque el estado no puede poner sus tentáculos en ellos. Mecanismos de protección como las cuentas numeradas y las acciones al portador que le son tan ofensivas a los gobier-nos como las sociedades offshore y los directores fiduciarios que el mercado inventa de la misma manera como en su día se inventó la letra de cambio, el pagaré, el cheque y la propia moneda.

Y todo ello por ofrecer un panorama donde a los bancos no les quede otra alternativa que la de proceder con responsabilidad si es que quieren sobrevivir, pues ningún viso de manipulación del tipo

� Paul Laurent

Si directamente la palabra “paraíso” nos advierte de algo más que grato y maravilloso, ¿por qué en estos temas proclamarla es casi mentar su propia

antípoda: el infierno?

de cambio ni de las tasas de interés a su favor será factible des-de aquí. Concretamente, nadie los salvaría de su mala actuación financiera. Nada de rescates ni inyecciones dinerarias. Por lógica consecuencia, la eventualidad de llevar a cabo remedios keynesia-nos no existiría.

He aquí lo que aterra. La imposibilidad de renunciar al legado de Creso (según la fábula, el primero que acuñó monedas) hace que se pierdan las perspectivas. Tanto que no se repara que el origen de las crisis inflacionarias y de las devaluaciones nace del secuestro de la economía de la gente por parte del poder político. Soslayándose con ello que la invención del dinero es muy anterior al legendario rey de Lidia. Es decir, la creación y empleo de esta mercancía que permite adquirir (a su vez) infinidad de mercancías no es de ori-

gen político. Fue la necesidad de comerciar, de interrelacionarse, la que la produjo. Por lo mismo, los registros de uso de “dinero” en tiempos prehistóricos existen en abundancia. Y en ese remoto ayer ningún Creso asoma.

Así, quien emitía dinero de manera particular no hacía más que llevar a cabo una añeja práctica comercial. No atentaba contra nin-guna norma, contra ninguna ley. Mucho menos iba en contra de ningún orden, pues era parte del orden. Y muy viejo. Lo único nue-vo aquí son los intereses y privilegios impuestos por Creso y com-pañía, directos antepasados de los bancos centrales y de la econo-mía parametrada, los hacedores de esos infiernos que nos azoran en cada megalómano arrebato de alguno de nuestros ocasionales y endemoniados gobernantes.

coNtrAPoLiticA

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21 de Julio del 2010: Llegó el día

El día que iban a promulgar la ley que creaba el Ministerio de Cultura, Pachácamac fue el escenario elegido para el acto. Desde hace décadas, muchos peruanos, esperábamos que se tome la de-cisión de dar mayor institucionalidad a la cultura, en sus variantes plural y multiétnica, soñábamos que al fin seriamos representados TODOS por una entidad estatal.

Jesús Martín- Barbero al interpretar la historia colombiana des-de la perspectiva que fueron tomando las políticas culturales de su nación, recomienda que ante la falla del mito nacional es mejor apelar a “un relato que pueda concertar la memoria común”, pues frente a la violencia estructural sobre la que nació la identidad lati-noamericana, bajo discursos fundacionales que fueron excluyendo lo que no era criollo u occidentalizado, ahora tocaba el tiempo de dejar de buscar donde no encontramos eco para ir tejiendo voces que vayan formando de una vez la historia común imaginada.

Con estas ganas invité a María Elena Córdoba, abogada especia-lista en patrimonio y políticas culturales, miembro de la Coalición Peruana para la Diversidad Cultural (CPDC), a sentarnos a conver-sar alrededor de unas tazas de café. Ella me precisó detalles del relato de un nacimiento esperado, que a pesar de los pormenores y contrariedades, que esbozaremos a continuación, solo podemos felicitar y dar el mejor auspicio aunque la estrella de aquel día no estuviera tan bien alineada al augurio que todos soñábamos.

2001: una década gestando la Ley de cultura, ciencia y tecnología

A bien decir de María Elena, “el tema empieza en el gobierno anterior cuando se crea una Comisión Nacional de Cultura, presi-dida por el escultor Víctor Delfín donde intervienen múltiples per-sonalidades del quehacer artístico, intelectual y cultural, y que es la encargada de sentar las bases de la línea de la política cultural del Estado que toque las áreas principales que identifican los di-ferentes temas como protección y gestión de patrimonio cultural, derechos culturales, identidad, entre otros. La orientación de este documento, basado en una propuesta del Dr. Luis G. Lumbreras a pedido del Director del INC (de ese entonces) el Sr. Enrique Gon-zález Carré, es bien interesante con relación de cómo empezó a organizar la cultura para darle institucionalidad. Lo fundamental, en el presente contexto, es que este documento y esta comisión planteaban la necesidad de la creación del Ministerio de Cultura pero dentro de un concepto de reforma del Estado, de una reforma institucional nacional.”

Posteriormente, en el año 2006 la Señora Elvira de La Puente con una serie de personas vinculadas a la cultura, al arte y a la ges-tión de patrimonio elaboraron un proyecto de ley para la creación

Desde hace décadas, muchos peruanos, esperábamos que se tome la decisión de dar mayor institucionalidad a la cultura, en sus variantes plural y multiétnica, soñábamos que al fin seriamos representados TODOS por una

entidad estatal.

...el nacimiento

MiNiSTErio

DEL PErÚDE cuLTurA

� Rocío Fuentes

de un Ministerio de Cultura, Ciencia y Tecnología, “lo hizo partici-pativo pues convocó a varios grupos de intelectuales y artistas de diferentes áreas ya que ella tiene la convicción de que todos tene-mos algo que decir y aportar, en ese sentido se puede partir de la tecnología ancestral andina, de nuestro pasado precolombino”.

De igual forma siguiendo los planteamientos de “Los lineamien-tos de políticas culturales” la Comisión propone que frente a la globalización la cultura es parte fundamental del desarrollo soste-nible, con la visión de integrar a la par a la ciencia y la tecnología, lo contrario es seguir creyendo - cito: “que nuestros valores culturales son solo los del pasado y que lo moderno es solo copia de los logros de otras culturas (…) Por eso, la inserción de los campos de la cien-cia y la cultura dentro de un mismo proyecto de política cultural del Estado, debe considerarse como parte nuclear de los planes de desarrollo social y económico del país”.

Asimismo el documento referido declara la ausencia en el Perú republicano de un proyecto de desarrollo nacional integral, que se sustente sobre la base de una política cultural que parta de la con-vicción - como la Constitución Política lo demanda – de que somos un país pluricultural y multiétnico, que debe desarrollar su estruc-tura política y económica desde el respeto e impulso a la diversidad cultural de todas sus regiones en una perspectiva descentralista.

2009, Propuesta oficial del ejecutivo: Proyecto No. 3622/2009-PE

Al Ejecutivo le tomó varios años decidir presentar la propuesta oficial “Ley de Creación, Organización y Funciones del Ministerio de Cultura” en la que finalmente sí toma varios puntos de la propues-tas antes mencionada, aunque deja de lado las áreas de Ciencia y Tecnología, sin embargo se podía leer como una propuesta concre-ta que se dividía en dos áreas que estructuralmente se compren-dían: el Viceministerio de Patrimonio Cultural y el Viceministerio de Fomento a las Industrias Culturales. Dicho proyecto pasó por dos comisiones: las comisiones de Educación y de Descentraliza-ción del Congreso. Además se invito a dar opinión a diferentes or-ganizaciones y especialistas, así como se organizó en la Biblioteca Nacional del Perú, un Foro Internacional “Perú: Ministerio de Cul-tura” para presentar el proyecto del Ejecutivo y debatir en torno al tema, como broche final del Foro se convocó a un taller en el Congreso de la República donde invitaron a un grupo de gestores y especialistas en la materia.

Sobre las diferentes opiniones y apreciaciones puedo destacar las rec como si se tratara de un infante al que se le agrega un segun-do apellido haciendo del primero un “rimbombante apellido com-puesto”, quedó nominal y estructuralmente así: Viceministerio de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales -todo junto-, y se colocó como segunda área orgánica, Viceministerio de Interculturalidad.

El Festival Internacional de Teatro de Calles Abiertas. FITECA reúne desde el 2002 grupos de teatro de Latinoamérica y el mundo. Se realiza anualmente en Comas, Lima, con apoyo de instituciones públicas, privadas y de personas particulares a atraido en sus 9 ediciones a más 54,000 espectadores.

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Para María Elena este “criterio de separar la interculturalidad- si bien es producto de la buena fe- es finalmente contrario a su obje-tivo, confundiendo categorías pues se está excluyendo un criterio de base transversal para trabajarlo como un área, como una parte cuando este criterio es común al todo, que es el Perú”. Es decir, el patrimonio cultural es intercultural, las industrias culturales son interculturales, a mi parecer se está creando un Viceministerio de “policía demagoga intercultural”.

23 de junio de 2010, 17: 30 pm. TEXTO SUSTITUTORIO: Ley de creación del Ministerio de Cultura

Una tarde nos llegó la noticia en cadena, al Yahoo Group de la CPDC, el niño nace - ya lo dijimos pero con error de imprenta-, y cito “el dictamen del Congreso ha cambiado la redacción de casi todo el articulado del Proyecto de Ley 3622/2009 PE, ofreciendo textos confusos, errados y poco técnicos. La estructura básica que propone es incoherente porque junta en un solo viceministerio el ejercicio de numerosas gestiones absolutamente distintas e incom-patibles, aparentemente sin haber analizado ni comprender cuá-les son las competencias y funciones que corresponden ejercitar a

cada área: la de patrimonio cultural y la de industrias culturales. Lo mismo sucede con el Viceministerio de Interculturalidad propues-to, que no se puede entender a qué realmente está orientado. Los asuntos y áreas de gestión de la Interculturalidad deben ser trans-versales y aplicados a todas las áreas del Ministerio y en este texto no se encuentran definidos”.

Frente a este dictamen todo lo mencionado: “Lineamientos de política cultural” de la Comisión de cultura, taller especializado del Foro Internacional, y lo no mencionado por razón de espacio, como las propuestas del Congreso Nacional de Políticas Cultura-les del INC, de un millón de dólares de presupuesto auspiciado por la Cooperación Española y el conversatorio “La cultura en la encrucijada” post dictamen en el CC. de la PUCP no tuvieron efec-to, el niño nació con apellido compuesto y por tanto con un gen que ha producido un miembro de implante artificial. Y aunque en varias notas de blogs se le ha tildado de Frankensteincito, lo aconsejable es mirar adelante y no convertir a la Institución tan esperada en indeseable, sino tomar la respiración y las ganas de reflexionar, estar atentos y en lo posible no esperar para actuar desde la bancada más plural y democrática que es la sociedad civil organizada.

Para que no ocurra más casos Yale. Bagua o Huaringas - Río Blanco, esperamos que el próximo Ministro o Ministra “que asu-

JUAN OSSIO ACUÑA Primer Ministro de Cultura del Perú

Doctor en Filosofía por la Universidad de Oxford, Reino Unido y Licenciado en Antropología por la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Profesor Principal del Departamento de Ciencias Sociales en las áreas de áreas de enseñanza de Parentesco y Organización Social, Etnología Andina, Seminario de Estructura Social, Seminario de Diseño de Investigación, Pensamiento Andino. Sus investigaciones están relacionadas al Sistemas Cosmológicos y Estructura Social.

Ha trabajado con diferentes gobiernos: con Fernando Belaun-de, integró la comisión de Ucchuraccay; con Alejandro Toledo, fue asesor de su esposa en asuntos indígenas; y ahora asesora a Alan García en estos mismos temas. Es miembro de la Comisión de Alto Nivel para la construcción del Lugar de la Memoria.

ma este cargo histórico, tenga un perfil que refleje conocimiento tanto en legislación, política y gestión cultural, posea sensibilidad artística y criterio amplio, que sepa hacer participar y liderar un equipo, por consiguiente deberá saber con quiénes se rodea y que la cultura no es un ornamento, sino la base de un plan na-cional organizado, que en realidad urge y que por ello aunque es bueno siempre teorizar desde la academia, es importante saber que ya existe una política cultural en el Perú y está precisamente en el fundamento de sus leyes, desde la más fundamental como la Constitución hasta las Convenciones que el Perú como ha fir-mado y ratificado.

En tanto debemos comprender que la interculturalidad y los derechos culturales en sí mismos, son la base donde se ejecu-ta, viabiliza y desarrolla la protección y el fomento de la cul-tura. La interculturalidad no es un abstracto y tampoco es un objeto sobre el que debemos actuar, sino la perspectiva desde la cual debemos mirar y aprender a convivir nuestra identi-dad, que es el de una cultura viva, en tanto la comunidad se manifiesta y se reproduce en ella. “Como bien dicen algunos la democracia es de la mayoría, siempre y cuando el beneficio de esta no sea el perjuicio de una minoría”. Por eso el Ministro de Cultura deberá administrar con orden y firmeza, pero con criterio de convivencia.

Elvira De la Puente, ex congresista y presidenta de la Coalición para la Diversidad Peruana, Víctor Delfín escultor y presidente de la Comison de Cultura 2003- 2006.

Foto: Archivo Diario La Repúbica.

Concepto: Karl Oharak Ilustración: Erick Ali

Concepto: Karl Oharak / Ilustración: Edwin Flores

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Luis Alfonso ¿Cómo te animaste a candidatear por tu distrito? ¿Quiénes te acompañan en esta batalla?Rafael Belaunde me invitó a colaborar con Adelante y me pareció interesante e importante participar en las elecciones a la alcaldía de San Isidro. Tengo una coincidencia con el pensamiento y las ideas políticas de Rafael. Me acompaña como Teniente Alcalde Carlos Au-gusto Dammert. Tenemos una lista de excelentes personas como re-gidores y un equipo profesional dedicado a resolver los problemas de los vecinos. Han sido seleccionados cuidadosamente.

¿Qué problemas ves en el distrito y qué planteas como solución?Hay problemas de tráfico, seguridad, estacionamientos, desarro-llo urbano y muchos otros como contaminación, pocas actividades culturales y artísticas, entre otros. Hemos hecho un diagnóstico y tenemos un plan para resolver esta problemática y también para darle un mejor manejo al municipio.

Uno de los candidatos propone comprar el Cuartel San Martín ¿Qué opinas? Esa es una mala idea. Es innecesario. Además, el cuartel se encuen-tra ubicado en Miraflores. Existen otras prioridades. El municipio debe resolver su problemática y embellecer el distrito, no realizar negocios inmobiliarios. Esa compra no se encuentra enmarcada dentro de ningún plan de desarrollo urbano. Es el sector privado el que debe desarrollar allí un proyecto arquitectónico armónico con el entorno. El municipio debe asegurarse de que lo que ahí se levante respete el entorno y el medio ambiente.

Existe una incapacidad para establecer prioridades en muchos can-didatos ¿Cuál es la prioridad de Morey y Adelante, de ser elegido?Vamos a poner al municipio al servicio de los vecinos, va a notarse un cambio de actitud y de respeto. Vamos a realizar obra pública, proteger la residencialidad de nuestro distrito, queremos recupe-rar los parques y convertirlos en verdaderas áreas de ocio inter ge-neracional. Vamos a promover intensamente el arte y la cultura. Queremos que San Isidro irradie cultura. Convertiremos a San Isi-dro en un lugar más seguro y atractivo.Tenemos una inquietud intergeneracional y entre nuestras priori-dades están los niños y la gente mayor. Tenemos propuestas que derivarán en interesantes programas de atención en cuanto a re-

creación, salud y bienestar, en general. Queremos un vecindario se-guro y feliz. Se puede lograr y tenemos las propuestas para hacerlo. Nos gana la impaciencia de ganar para servirlos.

Sé que estuviste en Europa, observando la realidad municipal y tomando notas ¿Hay modelos que se pueden traer a San Isidro?Muchos. Esta vez estuve en Londres, ahí pude apreciar cómo una ciudad grande puede darle a sus ciudadanos una buena calidad de vida, buenos servicios, áreas verdes y un servicio de transporte efi-ciente. Debemos replicar los buenos modelos. La cultura y el arte son temas que deben pasar a un primer plano. No se ha hecho mucho en esos ámbitos.

No se puede obviar el tema de la política ¿Cómo ves el escena-rio del 2011? Apoyas a Rafael Belaunde ¿Crees que puede ser el outsider?Claro que apoyo a Rafael y a Adelante. La gente más afortunada tiene un mayor nivel cultural se da cuenta de que lo que nuestro país requiere es gente preparada, honesta y con una visión clara de la política nacional e internacional. La oferta electoral es bastante pobre. Hay quienes dicen que prefieren malo conocido. Algunos desean polarizar el escenario electoral, pero pienso que Adelante está en la capacidad de presentar al mejor grupo de personas el 2011 y un gobierno que libere al ciudadano del peso de un Estado que lo llega a asfixiar. Es precisamente lo que deseamos trasladar al municipio, sabemos de lo oneroso que puede ser una municipa-lidad que no te atiende, no te oye y para colmo te asfixia.

El partido Adelante es nuevo y todavía pequeño, Belaunde nece-sitará estrategias providenciales. Sin adelantar estrategias ¿Qué crees que necesita Adelante para ser un protagonista del 2011 electoral?Comunicar bien su mensaje y llegar a los medios. Cuando la gente escuche la propuesta de Rafael, se olvidará de los otros. Es clara e integral. Adelante necesita realizar un gran esfuerzo para que se sepa que somos capaces de reunir al mejor grupo humano. Nos hemos preparado para ser el mejor Gobierno. Pero antes debemos demostrar que podemos ganar una elección. Por eso esta elección en San Isidro es tan importante. Será una señal de lo que podemos lograr y nuestro trabajo municipal hablará por nosotros.

LuiS ALFoNSo MorEY:“Somos un equipo dialogante e inclusivo”

Luis Alfonso Morey nació en Lima en 1974. Estudió Derecho y Ciencias Políticas. Es Máster en Media Management por la Universidad de Navarra. Ha sido Secretario Técnico del Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Lima, asesor de la Alta Dirección del Colegio de Arquitectos del Perú y del Colegio de Notarios de Lima. Fue Director de Cable Canal de Noticias, Director y Gerente General de RBC-Canal 11 y conductor de “24 Horas, Edición Central” en Panamericana. Es catedrático de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) y candidato a la alcaldía de San

Isidro por el partido político ADELANTE.

“Hay quienes dicen que prefieren malo conocido. Algunos desean polarizar el escenario electoral, pero pienso que Adelante está en la capacidad de presentar al mejor grupo de personas el 2011 y un gobierno que libere al ciudadano del peso de un Estado que lo llega a asfixiar”

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Por: Harold Alva

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Es bueno definir posiciones actuales. A la luz de tu experiencia ganada en los últimos años y de una visión más madurada de la política ¿Qué representa hoy el fujimorismo para Luis Alfonso Morey?Es parte del pasado. Sería injusto no reconocer las cosas positivas que se hicieron en los noventa, como la reinserción del Perú en la comunidad financiera internacional, la paz con el Ecuador, la lucha antiterrorista. Sin embargo, también es importante ser conscien-tes de lo malo que ocurrió y los altos niveles de corrupción que se dieron en ese tiempo. El fujimorismo es parte del pasado, con lo bueno y con lo malo que trajo consigo.Yo estoy en el presente y trabajando para un futuro mejor. Debe-mos aprender del pasado para no cometer los mismos errores, pero debemos enfocarnos en el futuro. Debemos mirar hacia ade-lante, no hacia atrás.

Volviendo al tema inmediato y antes de culminar esta entrevista ¿A quién ves como tu principal contendor en San Isidro?Pienso que Jorge Salmón es un candidato fuerte que desea regre-sar al municipio y tiene gente que lo apoya. Lo respeto pero pienso

que los vecinos desean un nuevo gobierno, más moderno, más cer-cano, con más energía. Nosotros hemos armado un gran equipo y confío en que los electores elegirán al mejor.

¿Salmón fue un buen o mal alcalde? Sin mezquinarle ¿Qué crees que debió hacer y no hizo?Todos los alcaldes dejan huella. Tanto Salmón como Meier han he-cho cosas buenas y otras malas. Cada uno ha tenido su estilo. Jorge Salmón trabajó más el tema artístico. Nosotros estamos plantean-do algo mucho más fuerte y grande que lo que ellos dos ya han he-cho en San Isidro. Es hora de que gente profesional, con una visión más moderna del mundo se haga cargo.

Algún mensaje para los vecinos de San Isidro.Simplemente que nosotros haremos una campaña propositiva, constructiva. Esperamos poder recibir muchas sugerencias e ideas para poder estudiarlas e incorporarlas a nuestros planes. Somos un equipo dialogante e inclusivo. Queremos llevar adelante el me-jor gobierno municipal. Queremos demostrar que es posible hacer una gran obra, con eficiencia y honestidad.

Tenemos una inquietud intergeneracional y entre nuestras prioridades están los niños y la gente mayor. Tenemos propuestas que derivarán en interesantes programas de atención en cuanto a recreación, salud y bienestar, en general.

–¿Cómo formó su núcleo duro de trabajo?Patria Joven es un proyecto político a nivel de la Región Lima, liderado por Javier Alvarado, quien fuera un exitoso alcalde de Cañete. PJ en Ba-rranca surge de la confluencia de un grupo humano que nació hace mas de dos años, un grupo que las autoridades olvidaron, es a raíz de ello que nace el grupo social SÚMATE, formado por jóvenes universitarios, madres, mototaxistas, pescadores, agricultores comerciantes, ambulan-tes y escolares.

–¿Desde cuando la política le parece un vehículo para producir cambios? –Cuando tuve 20 años milité en Acción Popular, trabajé desde esa edad por mi Provincia, como si fuera un sueño indemne. Yo quería cambiar a Barranca, muchos creían que era un desubicado, pero demostré que no era así, cuando empecé a una joven edad, a ser Secretario General en Barranca de Acción Popular, es desde ese momento que necesitaba obligatoriamente ser un político más de la cartera, para ser escuchado por otros políticos, llegando así en el año 2003 al 2006 que fui elegido regidor por Acción Popular, un regidor que nunca se coludió con nadie, sino más bien un regidor de oposición, un regidor que fiscalizaba al milí-metro la gestión del alcalde de turno.

-¿Qué tema cultural trabajaste en la provincia de Barranca?Trabajamos de la mano con los grupos de literatura y arte de Barranca, creando desde un ambiente abierto a todo barranquino, planes estraté-gicos sobre políticas culturales, es allí donde promovimos los calenda-rios culturales para Barranca, desde exposiciones fotográficas, carava-nas culturales en las zonas más delincuenciales de Barranca, y llegando

Ricardo Zender Sánchez es defensor de los derechos humanos, ex regi-dor de oposición en un gobierno municipal muy cuestionado, promo-tor del deporte y la descentralización cultural. Dice que luchará hasta el final, que no le teme a nada, y que su provincia merece algo más que un candidato de temporada. Su partido se llama Patria Joven.

“Proponemos la creación del primer Centro de Desarrollo Cultural, un centro cultural que monitoreará y promoverá los centros culturales, en cada Distrito de la Provincia de Barranca”

ricArDo ZENDEr:

incluso ha organizar tres ferias nacionales de libros. Ante ello vimos los resultados y decidimos promover junto a un grupo de jóvenes universi-tarios, las bibliotecas rodantes, pero lamentablemente hasta la actuali-dad nadie apostó sobre este gran proyecto.

–¿Qué propuesta cultural tienes como candidato a la Alcaldía Provin-cial de Barranca? Proponemos la creación del primer Centro de Desarrollo Cultural, un centro cultural que monitoreará y promoverá los centros culturales, en cada Distrito de la Provincia de Barranca, desde allí promoveremos des-de el norte hasta el sur de Barranca, los eventos culturales necesarios para el cambio; desde allí haremos realidad nuestro olvidado proyecto de las Bibliotecas rodantes, para las zonas rurales y urbanas de Barranca, ante eso primero necesitamos enseñar a leer a los niños, profesores y padres de familia, para crear conciencia y capacidad de discernimiento en ellos, para eso promoveremos convenios de trabajo con editoriales nacionales y se sumen a este gran proyecto que estoy seguro llegará a la trascendencia y el cambio social que todo barranquino necesita.

-¿Qué es lo que no haría, de ser el caso, como futuro alcalde de Barranca?Empeñar nuestra municipalidad; es por eso que en todo Barranca, na-die podrá señalarnos con un dedo y decirnos, que somos financiados y por eso debo entregarles obras, eso no va conmigo, soy un hombre de principios e ideales claros, yo quiero un mejor futuro para mis hijos y los hijos de todo barranquino. Por esa razón es que muchos candidatos no se explican, como hicimos para que tanta gente nos aprecie y se sume a diario a este gran sueño llamado Patria Joven.

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A pesar que el mar embravecido roncaba en las orillas, pe-gaba duro contra el acantilado avezado y hacía espuma rabiosa atemorizando a los cangrejos, el general no lo oía. Simplemente había decidido no hacerlo y descansar y ol-

vidarse de los ajetreos de diciembre. Pronto estaría nuevamente al frente del monstruoso aparato del estado, del cual sujetaba parte de las riendas, cual si se tratara de un animal enorme y siempre a punto de desbocarse. Vería a sus edecanes y al presidente y la ruma de papeles y decretos diarios por firmar y el mundo ancho y ajeno que era todo de él, pero que no le pertenecía. Ni siquiera él mismo sabía si era dueño de su propio cuerpo. Sentía que sus ac-tos eran en realidad de otros; su agenda siempre estaba recargada, sus ceremonias se llenaban cada vez de más tedio y necesitaba un poco de soledad para dirimir esos aspectos que en los que no cabía un consenso, ni con su conciencia, ni con su alma.

Por eso decidió no oír el mar, ni su fiesta de mareas altas y bajas. La playa de Hondable era perfecta para cumplirse ese deseo de ol-vidarse del mundo. Alejada de una capital que todavía no absor-bía –como hoy- a sus provincias más cercanas, la carretera estaba lejos y sólo se animaban a llegar hasta allí los que pudieran tener automóvil, que en el Perú de 1972 no eran demasiados. Entre las cuatro paredes del bungalow y el desierto que lo rodeaba el vacío estaba bien definido. Tenía que apretar un botón para que las cosas vinieran a su mano si tenía sed o hambre. Después de todo, no por gusto se apellidaba Mercado Jarrín. Pero por el contrario, fue la puerta de su habitación la que sonó. Se aprestó a abrir y encontró al mayordomo parado delante de él.

- ¿Qué desea Jesús? – le preguntó -¿Ha olvidado algo?-El mayordomo meneó la cabeza, con el respeto con el que solía

dirigirse no sólo al general, sino también a cuanta persona que tu-viera distintivos castrenses.

- No general. Venía a decirle que un teniente ha venido a bus-carlo-- ¿Un teniente? –

El general Mercado Jarrín bramó. Dijo que como era posible que un teniente haya venido a buscarlo –seguramente para un encargo gubernamental- justo cuando había dejado órdenes precisas que se daría un descanso. Ya no quería oír del Tercer Mundo, ni de las bondades de los tanques rusos.

- Dígale a ese teniente que se retire, Jesús. Creo que las órde-nes que impartí sobre visitas han sido claras-- General, sólo quería dejarle en claro que el teniente da pena-- ¿Da pena? ¿Qué me está diciendo Jesús?- Ha cruzado el desierto a pie. Está lleno de arena-- ¿A pie? ¿No ha venido en auto, como los cristianos?

Al general le picó la curiosidad. Los años serían los encargados de relatarle que ese no iba a ser un día cualquiera.

- A ver Jesús, dile al teniente que vaya a la sala de espera. Lo atenderé-

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Mercado Jarrín ingresó al pequeño recinto donde el teniente lo es-peraba, fatigado. Lo miró y examinó de pies a cabeza con un golpe de vista, mientras él se presentaba con sus grados y apellidos. Aho-

� Carlos Enrique Freyre

ra sí, el mar se dejaba escuchar y un hálito de brisa entró con la luz hasta la habitación.

- Dígame teniente, en que puedo servirlo-- En nada mi general. He venido hasta acá porque quería cono-cerlo-- ¿Para conocerme? ¿De dónde viene usted?-- De Arequipa. Soy jefe de batería de un Grupo en Arequipa- ¿Y ha venido a conocerme?-- Mi general, la verdad que yo lo admiro: usted ha sido primer alumno de la Escuela de Guerra en Estados Unidos, de la Escuela de Guerra en el Perú, Instructor en la Escuela Militar, edecán del Presidente José Luis Bustamante y Rivero y Jefe del Agrupamien-to de Artillería. Qué honor es verlo en persona y no a lo lejos, casi como siempre, por los diarios o en las ceremonias.-

Ahora el general tenía sentimientos extraños: el teniente merecía una sanción por su osadía, pero no era el caso castigar a alguien por esa deferencia. Rápidamente la conversación derivó a otros límites: el teniente le habló de historia, de la fortaleza de las tro-pas en las campañas napoleónicas y de la impresionante aventura de los África Korps, de las cualidades de Rommel y las potencia-lidades de los ingleses en el Canal de La Mancha. El general, im-presionado, pensó: “este teniente no habla como teniente”. Poco a poco, la conversación se volvió más agradable y compartieron puntos de vista sobre el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, sobre las carreteras de penetración que el Ejército ha-bía construido para conquistar el verde oriente peruano y de las ventajas del material ruso adquirido por el país para renovar la defensa.

- Bueno, mi general, me voy. He cumplido con este deseo de conocerlo en persona. Retornaré a mi unidad-- Espere un momento –le dijo el general – ¿Me dice usted que está en su último año de teniente?- Sí mi general. Con fecha 1 de Enero de 1973, ya soy capitán- Muy bien, entonces lo nombro mi ayudante personal. El 1 de Enero lo espero en la Comandancia General del Ejército.

El teniente se lo agradeció infinitamente. Le estrechó la mano y le hizo saber que era un honor. Se despidieron. El general ordenó que un chofer lo llevara de vuelta a Lima. Después de todo –pensó- no todo había sido malo. El auto se perdió en la primera curva de la carretera que llegaba al exclusivo balneario de Hondable. Ahora sí, Mercado Jarrín podía descansar. Lo que sí no se imaginaba, era que precisamente ese día estaba dándole una vuelta a la tuerca de la historia del Perú:

El teniente se llamaba Vladimiro Montesinos Torres.

uNA ViSiTA iNESPErADAMercado Jarrín ingresó al

pequeño recinto donde el teniente lo esperaba, fatigado. Lo miró

y examinó de pies a cabeza con un golpe de vista, mientras él

se presentaba con sus grados y apellidos.

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Ricardo tiene 29 años y pasó cuatro recluido en Lurigancho porque alguien que conocía le contó que había ganado unos dólares llevando cocaína a Madrid. Este conocido lo llevó con otra persona, con quien hizo el trato. Su contacto

le dijo que caminara tranquilo hacia la sala de embarque, que no llamara la atención. Pero los nervios lo traicionaron. Apuró el paso más de la cuenta. Miró atrás. Llamó la atención.

Era la primera vez que cometía un delito. Lo conocí en 1999, cuando éramos cachimbos de la facultad de comunicaciones. Él era fanático de las películas de Tarantino y de los libros de Cortázar. Tenía planes. Terminar la universidad. Escribir crónicas de sangre y muerte. Viajar. Convertirse en periodista. En lugar de eso, fue esposado y llevado a un cuarto minúsculo. Encontraron la droga en una maleta de doble fondo que lo depositó directamente en Lurigancho.

“Las primeras noches son las más difíciles”, rememora, en una mesa del Superba. “Cuando estás solo en medio de toda esa gente y te preguntas ¿cómo voy a sobrevivir? Mientras tanto, las cosas siguen pasando afuera. Solo que sin ti.” Sus ojos se tornan fríos, como su voz. “Es como estar muerto sin haberte muerto. Es como estar metido en un ataúd, pero vivo.”

Lurigancho es la cárcel más peligrosa del Perú. A lo largo de sus casi cincuenta años, ha resistido matanzas, motines y otros estra-gos. Fue construida con una capacidad para 2 mil internos, pero entre sus barrotes conviven más de 9 mil.

Sin embargo, el hacinamiento es solo uno de sus problemas. Se podría mencionar una docena. Ingreso de drogas, alcohol y armas. Propagación de enfermedades contagiosas (VIH, venéreas, tuber-culosis). Insuficiencia de médicos, medicinas y equipos básicos.

Bajísimas condiciones de higiene y salubridad. Carencia de agua y desagüe. Pésima alimentación. Ausencia de una adecuada aten-ción psicológica y de verdaderos talleres laborales y educativos.

Corrupción de policías y de funcionarios del INPE. Sentencias que nunca llegan por falta de abogados de oficio. La cárcel es un infierno con decenas de círculos. En todos te quemas. Un infierno. Esa fue la impresión que tuve cuando fui a visitar a Ricardo. Un in-fierno con salsa como música de fondo. Los cerros asfixiando cual-quier atisbo de libertad. La certeza de que estás en un lugar que nunca olvidarás como jamás olvidas la primera vez que te dejaron solo de niño.

Le pregunto si sintió miedo. Contesta que sí. “Miedo de mo-rir. Miedo de tener que matar. Miedo de salir y que no haya nadie afuera.” Llama al mozo y pide una ronda más. “Mi enamo-rada me fue a visitar los primeros cinco meses. Un día dejó de venir. Cuando salí hablé con ella. Me dijo que había aguantado todo lo que pudo. Lloró. Me contó que estaba casada y que te-nía dos hijos.”

Para cambiar de tema, le digo que me cuente qué hace ahora. Me dice que trabaja en una empresa de seguridad, en conciertos. Me cuenta que estuvo saliendo con una chica. Le pregunto si ha pensado en retomar la universidad. Me responde secamente que no. Lo animo a que escriba algo, le recuerdo que sacaba las mejores notas en redacción. Intenta una sonrisa, pero le sale una mueca.

Cuando nos despedimos, quiero decirle algo. Tiene la mirada inquieta de cuando lo conocí, hace diez años. Pero algo ha muerto en sus ojos. No sé qué decir. Nos damos la mano. Lo veo alejarse. Solo espero que esta vez no se quede encerrado en su propio la-berinto.

¿Hasta qué punto los peruanos conocemos la realidad de la prisión más hacinada y peligrosa del país? El autor de esta nota conversó con Ricardo, un joven interno que

pasó cuatro años recluido entre sus muros.

DESDE ADENTroLuriGANcho

� Cristian Velasco

� Mario García Almeyda

No sé si a ustedes, pero cada vez que pienso en esta fra-se, recuerdo la camiseta que Roberto “El Chorrillano” Palacios utilizó y mostró luego de meter un gol en las eliminatorias pasadas, y que luego se podrían muy de

moda. Para mí fue una clara muestra de lo voluble que suele ser la autoestima del peruano. Bastó que ganásemos y empatáramos uno cuantos partidos para que el orgullo colectivo de todos nosotros se elevara por todos los altos, y afirmando el conocido “vamos Perú, si se puede”, para que luego de las consecutivas derrotas nos olvi-demos de aquella frase y la cambiemos por “Somos un porquería, siempre es lo mismo, nunca va a cambiar esto”. Lo mismo que ha venido pasando con Sofía y Kina. Lo interesante y preocupante es que lo mismo que sucede en el fútbol se repite en otros ámbitos y aspectos de la vida del peruano, exactamente del mismo modo.

Cuando se habla de autoestima, estamos haciendo referencia a una serie de variables con las que es saludable contar, para así lograr alcanzar el bienestar y equilibrio emocional y cognitivo que nos permitan llevar a cabo las conductas necesarias para alcanzar nuestros sueños, metas, objetivos y desarrollo de potencialidades, para así finalmente alcanzar la realización personal. El autocono-cimiento, autoaceptación, autoconfianza y autorespeto, son en sí mismo algunas de las variables que conforman la autoestima de cada persona, y al mismo tiempo, a la autoestima colectiva de cada grupo humano, llámese familia, ciudad, país, etc.

Hagamos un análisis sencillo, rápido y sincero a nosotros mis-mos, y respondámonos las siguientes preguntas, ¿Conozco mis de-rechos, mis oportunidades, mis limitaciones y obligaciones como peruano? ¿Conozco la realidad cultural, histórica, económica y social de mi país? Si es así, entonces ¿Acepto las diferentes carac-terísticas que conforman el concepto que tengo de mi país, junto con sus debilidades y fortalezas? Por tanto ¿Tengo confianza en mi propio país y en aquellas autoridades que nos representan y velan por mis derechos y desarrollo? Y así mismo ¿Siento un gran respeto por mi país, por las autoridades que nos representan, por nuestras instituciones armadas, por nuestro patrimonio, por nuestros her-manos seamos de la costa, sierra o selva?

¿Y cómo nos fue? Las respuestas pueden darnos un gran indica-dor de cómo está nuestra autoestima como peruanos. Ahora, debe-mos saber que la autoestima se desarrolla desde los primeros años de vida, dentro del proceso de formación y aprendizaje brindado por nuestros padres, profesores y amistades en la escuela. Es decir, que

es mucho más probable que una persona llegue a la edad adulta con un buen nivel de autoestima, si es que desde pequeño contó con el apoyo de aquellas personas que le enseñaron a valorarse a sí mismo en función a sus capacidades, oportunidades, fortalezas, así como también, en cuanto a sus propias debilidades o limitaciones. Y que a su vez, haya recibido reforzadores por sus logros y una buena retroa-limentación a través del diálogo en el caso de que se haya cometido cualquier error. Entonces, si tomamos este ejemplo de la formación del autoestima en casa y lo llevamos al marco de uno como parte de la gran familia peruana, me atrevo a afirmar que desde hace muchas generaciones las personas que nacemos en ésta gran patria, venimos creciendo en un ambiente en donde las cabezas, las autoridades (lo que en casa representan los padres) presentan una autoestima tan baja, que se ve reflejada y traducida en los altos niveles de corrup-ción que venimos observando año tras año. Esto afecta a la autoes-tima del peruano en todos los aspectos. Por ejemplo, en el caso del autoconocimiento, se vuelve casi imposible sin la educación necesa-ria. Nuestro país atraviesa desde hace varias décadas por una crisis educativa, que nos conlleva a la desinformación y a la destructiva ignorancia. En el país existe muchísima gente que no ha contado con una educación apropiada y que la única información que reciben es la de los periódicos “chichas” que todos conocemos y que en lo per-sonal considero llena la cabeza de las personas de un tipo de infor-mación que no solo no aporta nada a la gente, sino que la perjudica. Los peruanos crecemos en un ambiente donde día a día uno puede escuchar; “Estos políticos son una porquería”, “Este país nunca va a cambiar”, “Somos los peores, nunca le vamos a ganar a nadie”, “para sobrevivir acá tienes que se vivo, tienes que ser pendejo”, “ese es un cholo de mierda”, etc.

Y entonces la desinformación nos conlleva a la ignorancia (esta se da en todas las clases socioeconómicas) y esta a su vez nos con-duce a la discriminación, al racismo, a la xenofobia, al chovinismo, entre muchas otras cosas. El Perú es considerado uno de los países más racistas de Latinoamérica. El Perú no puede dejar atrás la Gue-rra del Pacífico, mientras que Alemania y Europa entera ya dejó atrás la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, todo esto puede cambiar, a medida que creamos y apostemos por nosotros mismos como país. El cambio depende de cada uno de nosotros, y este no se va a producir a menos que comencemos a hacer las cosas de una manera diferente. Nunca es tarde, no nos desalentemos.

LA AuToESTiMA DEL PEruANo

¿TE AMo PErÚ?

Cuando se habla de autoestima, estamos haciendo referencia a una serie de variables con las que es saludable contar para alcanzar el

equilibrio emocional y cognitivo.

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LiMA LoNdreS LUANdA

Después de su visita semanal de ley a la peluquería, Iris, una cin-cuentona jovial, elegante y vani-dosa, moderna en apariencia si

bien de opiniones bastante conservadoras, va a la carnicería de Billy, donde es clienta habitual desde hace muchos años. Hoy no tiene buena cara Billy. ¿Está todo bien con-tigo? le pregunta empática Iris al momento de recibir el paquete con los filetes y sal-chichas que ha comprado. Es algo pasajero, la tranquiliza Billy, pero de todos modos te pido que si me pasa algo le eches una ma-nito a mi hijo. ¿Me lo prometes, Iris? Por supuesto, Billy.

Al poco tiempo, la familia y amigos de quien en vida fue el carnicero estrella de Ballyhackamore cumplen con el penoso de-ber de comunicar su sensible fallecimiento. Fiel a su promesa, Iris visita regularmente a Kirk, lo distrae llevándoselo a caminar a orillas del río Lagan, se toma su tiempo para conversar con él y ayudarlo a superar el duro trance de la pérdida de su padre. Tie-ne suficiente edad para ser su abuela, pero por esos caprichos del deseo y el amor, ella y Kirk se vuelven amantes furtivos. Iris le da fuerza y estabilidad a Kirk, él a su vez la

hace sentirse una mujer deseada y desea-ble muy a pesar de lo que se predica en la iglesia evangélica fundamentalista a la que pertenece.

Gracias a los contactos de Iris con las más altas esferas de la política – su acartonado marido Peter es el gobernador de la provin-cia – Kirk adquiere la concesión de un bar en un lugar privilegiado de la ciudad. Iris se encarga de la financiación del proyecto de una manera poco ortodoxa, derivando do-naciones de empresarios hacia la cuenta de su protegido.

Superando de lejos los guiones del me-jor culebrón, Iris rompe finalmente con Kirk inspirada desde arriba por la voz de dios y desde abajo por la urgencia de recuperar el dinero ajeno invertido. Peter se entera de la relación. Otros familiares también. Iris intenta suicidarse pero la salvan a tiempo. Cuando al fin el escándalo se hace público, Peter se ve forzado a renunciar a todos sus cargos.

Alguien recordó risueñamente que Iris había declarado, un año antes de su pro-pio escándalo, que la homosexualidad le parecía una abominación y le provocaba náuseas. Citó incluso versículos del Anti-

cArAS, DurAS Y curAS

� Sergio Barandiarán

guo Testamento, libro de Levítico, bastante próximos por cierto a aquellos relativos al adulterio y que lo condenan en los mismos términos. De momento, mientras Iris se en-cuentra en tratamiento psiquiátrico para superar sus depresiones, el bar de Kirk se ha convertido en uno de los más visitados de Belfast.

A hora y media de vuelo de Irlanda, en el continente, otra capital con B es el esce-nario de un tan espectacular como inespe-rado mea culpa: El padre Klaus, director de un colegio jesuita, reveló numerosos casos de profesores, en su mayoría religiosos, que abusaron de sus alumnos en los años seten-ta y ochenta. La ola comenzó en Berlín, sa-cudió Hamburgo, remeció la sosegada Selva Negra y muchas otras diócesis alemanas. Cada día surgen las voces de más víctimas. En numerosos casos, el exceso de cariño hacia estos menores se produjo en orfeli-natos regentados por la iglesia católica. Fue tal el caso de Anna*, quinceañera obligada numerosas veces a presenciar en el confe-sionario cómo se masturbaba su confesor. Cuando trató de escapar, fue golpeada por las monjas que dirigían la residencia.

Como hace algunos años en EE.UU. e Irlanda, la pontificia jerarquía católica ger-mana se prepara para un remezón similar al que se produjo a ambos lados del Atlán-tico. ¿Y qué dice su más destacado miem-bro, el sesudo Papa Ratzi, eminencia gris de la teología, en su torre de Babel pletórica de estudio y oración pero ajena a los abu-sos de sacerdotes? ¿Qué contestarles a los padres de familia que, por su orientación moral, confiaron la educación de sus hijos a colegios católicos? ¿A las víctimas que, des-pués de media vida tratando de olvidarlo,

se vuelven a enfrentar cara a cara con su pasado? ¿A los aturdidos feligreses que no entienden cómo es que su iglesia protege sistemáticamente a los autores del delito, ignorando a las víctimas, encubriendo du-rante décadas los casos de abuso sexual en sus propias filas?

En una reciente alocución a un grupo de pastores, Benedicto XVI les sugirió seguir el ejemplo de Santo Domingo y dedicarse a la oración y al estudio. De cualquier modo, para aquellos más propensos a la debilidad de la carne, les tiene reservada la clemencia de la instrucción y jurisprudencia eclesiásti-cas. Se trata de procedimientos muy dignos efectuados en latín, cerrados al público, impregnados de un espíritu de perdón y amor al prójimo para con sus cófrades. En numerosos casos, los presuntos implicados son trasladados de una diócesis a otra has-ta que pase el escándalo y se produzca un nuevo caso de abuso. Las sentencias son al-tamente confidenciales y van a parar como secretum pontificium a un archivo cerrado. Nada sorprendente si se tiene en cuenta que la vaticana Congregación para la Doc-trina de la Fe es heredera ni más ni menos que de la Santa Inquisición.

Me pregunto con Pepe Rodríguez, pe-riodista español y autor del revelador y al mismo tiempo aterrador reportaje La vida sexual del clero (Barcelona, 1995), cuando se falta a la verdad de la forma tan flagrante como lo hace la iglesia católica respecto a la vida sexual de sus miembros, y se encu-bre tantas miserias, abusos, corrupciones y delitos, con total desprecio de las víctimas, qué autoridad moral le resta aún a esta igle-sia. ¿Tanta como a la homofóbica Iris Robin-son de Belfast?

¿Y qué dice su más destacado miembro, el sesudo Papa Ratzi, eminencia gris de la teología, en su torre de Babel pletórica de estudio y oración pero ajena a los abusos de sacerdotes? ¿Qué contestarles a los padres de familia que, por su orientación moral, confiaron la educación de sus hijos a colegios católicos?

En una reciente alocución a un grupo de pastores, Benedicto XVI les sugirió seguir el ejemplo de Santo Domingo y dedicarse a la oración y al estudio. De cualquier modo, para aquellos más propensos a la debilidad de la carne, les tiene reservada la clemencia de la instrucción y jurisprudencia eclesiásticas.

* Nombre cambiado por la redacción.

EFE

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Alexandra, el sueño de MandelaEl poder del fútbol cada cuatro años es una fuerza que hipnotiza

al globo terráqueo por medio de otra esfera, cuyo poder es tan misterioso y ancestral como sus orígenes.

Desde el primer mundial (Uruguay, 1930), a pocos años de insti-tucionalizarse la FIFA, ha pasado casi un siglo para que este depor-te llegue a las canchas del continente negro. Este año, el epicentro fue “la nación arco iris”, Sudáfrica, lo cual marcó un hito histórico a nivel mundial. El poder del fútbol concentró hace muy poco a todas las miradas durante 30 días de adrenalina e infatigable estupor.

Pero ¿qué genera y confronta la parafernalia de los millones de dólares invertidos en dejar estadios impecables y majestuosos?, estadios dignos de paradisiacas imágenes a la vista de otros millo-nes de espectadores que vislumbramos esta fiesta.

Todo este hechizo exuda un poder que se refleja más allá del rito, en los millonarios contratos en euros, en la pretenciosa con-troversia por la seguridad de las megaestrellas, y por supuesto, en ese poder también se agilizan las barajas de las apuestas y las espe-culaciones del “showdown” internacional. Pero lo que no muchos saben es que el reinado del balompié se vivió también en otro tor-neo, igual de inolvidable, en otra cancha donde la verdadera lucha fue contra la exclusión social de niños y jóvenes. Este torneo se llamó “Fútbol por la Esperanza”. Términos que los amantes de este deporte buscamos en preguntas como ¿Qué pasará con el pueblo sudafricano una vez apagadas las luces del entretenimiento millo-nario del mercado cuando los ojos del mundo dejen de ver girar a “la redonda”? Ahora sabemos que el fútbol también llevó esperan-za a los pequeños del mundo.

La esperanza revive en el juegoCuando rueda una pelota un niño ríe; el efecto es circular y re-

cíproco como la madre tierra. Ese efecto debe ser un objetivo para que a ningún niño se le niegue patear una pelota. En ese simple movimiento gira la mayor felicidad: un niño jugando se descubre a sí mismo, a los demás y a su entorno. Se prepara para la vida adul-

ta, ya que en el juego interviene la función simbólica que nos sirve para aprender signos y símbolos, en tanto que al dar respuesta y anticipar situaciones aprendemos a crear contextos. Como afirma el entrenador de fútbol de la Academia AFORFUT, Christian Brus-nell, “el fútbol como deporte ayuda al desarrollo de la psicomotri-cidad, estimula las habilidades tanto físicas como intelectuales, a la vez que desarrolla el desenvolvimiento afectivo y social. También hace que el niño aprenda el trabajo en equipo al desarrollar el jue-go del deporte como disciplina, pues respeta normas, establece metas y objetivos”.

Si bien la Organización de las Naciones Unidas declaró el juego como un derecho del niño que “debe disfrutar plenamente de jue-gos y recreaciones los cuales deberán estar orientados hacia los fines perseguidos por la educación; la sociedad y las autoridades públicas”; vivimos en un mundo poblado por miles de pequeños oprimidos por los problemas que los mayores no hemos sabido resolver.

Ante esta realidad, el poder del fútbol se ha hecho presente en el primer Mundial africano, de una manera menos bulliciosa que el mediático evento que nos mantuvo paralizados durante un mes.

Al mismo tiempo, el otro intenso y emotivo juego que mostró el lado más humano de la FIFA fue este torneo en paralelo. Pero aun-que pasó desapercibido en las pantallas, hagamos un ejercicio de memoria: en medio de los costosos avisos que rodeaban la verde grama, hubo un fondo rojo con letras blancas que decía Football for hope.

El juego limpio, la recuperación de la inocenciaEste evento se realizó en la ciudad de Johannesburgo entre el 4

y 10 de julio, en él participaron 32 equipos mixtos (chicos y chicas) de cinco jugadores de Europa, Asia, África, las Américas, Oceanía y el Medio Oriente. Para participar los jóvenes, entre 15 y 18 años que en sus lugares de origen son parte de programas de rehabili-tación para el desarrollo, cuya niñez ha sido afectada, tuvieron que pasar por tres entrevistas personales y demostrar la misma convic-

FÚTBoL Por LA ESPErANZA

SoNriSAS rEDoNDAS

� Rocío Fuentes

¿Qué genera y confronta la parafernalia de los millones de dólares invertidos en dejar estadios impecables y majestuosos?

EFE/Jon HrusaEFE/Jon Hrusa24 25

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ción y entrega que se exige en un juego de alto nivel. Este torneo buscó promover la solidaridad y el fair play, por eso los partidos se realizaron sin árbitros, la idea era llegar a tomar acuerdos entre los propios jugadores a través del diálogo.

Este se desarrolló en dos partes, una ronda de clasificación para jugar por el Trofeo Football for hope, hecho por G.D.E. Bertoni, los mismos de la Copa Mundial; sin embargo en este evento no hubo vencidos, ni eliminados, pues los que no clasificaron pasaron a ju-gar alternativamente por el Trofeo “Alex” (diminutivo de Alexan-dra), creado por un artesano local, y al finalizar el torneo los organi-zadores reconocieron al equipo más disciplinado y solidario con el Trofeo Fair play. Pero como la idea era que todos salieran ganando a cada uno de los jugadores se les dio entradas para disfrutar de los cuartos de final.

Así, desde el primer día recibieron la calurosa acogida de los niños y adultos del antiguo barrio de Alexandra, uno de los barrios conocidos como “township”, aquí Nelson Mandela, en la década del 40’, conoció la más cruda pobreza, discriminación racial y vio-lencia del Apartheid, motivo que lo inspiró a estudiar derecho en la Universidad de Witwatersrand.

Por eso, creemos que no es casualidad que se haya elegido este barrio de Johannesburgo para comenzar el programa “Fútbol por la Esperanza”. Aquí la FIFA ha construido un centro deportivo, un mini estadio, el primero de un proyecto que tiene dispuesta una inversión de 10 millones de dólares, los cuales serán distribuidos por diferentes países de África. Se sabe que “Fútbol por la Esperan-za” creó sucursales en Zambia, Namibia y Lesotho e incluso en el centro de Khayelitsha, en las afueras de Ciudad del Cabo, que fue visitado por la Reina Sofía de España.

Como indicó en una entrevista a “La Capital”, el Director de Res-ponsabilidad Social de la FIFA, Federico Addiechi, “El fútbol sirve también para acelerar procesos en materia de infraestructura”. También declaró que este proyecto se ha trabajado de la mano de las autoridades sudafricanas, como el legendario amigo y com-pañero de lucha de Nelson Mandela y Tokyo Sexwale, Ministro de Vivienda.

Si bien el fútbol no puede resolver problemas estructurales, sí hace que los niños se involucren en el juego como herramienta de

desarrollo, donde la educación y la reincorporación social van de la mano. Esta es la estrategia que ha tomado la Fundación Colombia-nitos, invitados a este torneo africano, con el programa “Goles por una mejor vida”. La conexión que niños y niñas establecen con el deporte hace que retornen a la escuela y empiecen a interesarse por aprender.

Por otra parte, el deporte ha ayudado a rehabilitar heridas psicológicas, como el de los chicos del equipo de Camboya dam-nificados a causa de las minas terrestres o los niños indigentes de Gran Bretaña. Como declaró Lilian Mbeyo Anderson, de la asociación “Cambiar las reglas del juego”, proyecto que se rea-liza desde hace 8 años ayudando a las niñas de Kilifi, una de las zonas más pobres de Kenia: “Cuando las chicas vienen a jugar al fútbol comparten también sus vivencias en casa y cómo resol-ver sus problemas”. Dentro de esa perspectiva, “Fútbol por la Esperanza” contribuye a generar alrededor de la mágica esfera un nexo social. Como parte del evento se impartieron talleres culturales y educativos en distintas materias, como salud y VIH (SIDA).

La inauguración estuvo a cargo del presidente de la FIFA, Joseph S. Blatter, y del presidente sudafricano, Jacob Zuma, cuyas palabras de apertura fueron: “el fútbol nos enseña cosas importantes, cosas que a veces no son fáciles de aceptar, a disfrutar del triunfo, pero también a aceptar la derrota con una sonrisa”, palabras que a veces escapan al propio discurso, como cuando en 1994 Mandela dijo al tomar el mando: “no esperen que hagamos un milagro”, sin darse cuenta de que ya estaba hecho: la sonrisa que un niño le regala al mundo cuando tras una pelota.

Christian Rinke Lazo es un prometedor fotógrafo peruano-alemán, entre mayo y julio de este año realizó el proyecto “El poder del futbol: Ensayo visual antro-pológico sobre la naturaleza del juego desde África del Este a Sudáfrica 2010”. Para ello se lanzó a recorrer cinco países africanos, cuyos barrios según las es-tadísticas son los más peligrosos del mundo. Llegando como parte del viaje al emblemático township de Alexandra, en la ciudad de Johannesburgo, donde se desarrolló el Torneo alternativo “Futbol por la Esperanza” (Football for hope) patrocinado por la FIFA, dentro de la nueva propuesta de trabajar el deporte como medio de desarrollo social.

Entre la duda y la búsqueda de complejas respuestas a través del lenguaje plástico, Rosa Benites ha convertido el arte en un acto constante de since-ridad, que muchas veces se transfigura en una actitud de reposo y silencio, adquirida tras una lucha tenaz consigo misma. Su mirada atraviesa las su-

perficies con tanta facilidad como lo hace con sus paisajes interiores y subjetivos, en un juego constante entre ser y no ser, como si una vez que se viese intentase volver nuevamente a borrar todos sus contornos para dejar tan solo la potencia de su poética, despojada de toda identidad de sí misma.

Exploradora de la pasión y de su desconcierto, su obra se nutre constante-mente de esos abismos que casi nadie se atreve a sortear, con la destreza ar-tística que fue reconocida al poco tiempo de haber egresado de la Escuela de Bellas Artes “Macedonio de la Torre” con diferentes premios a nivel nacional. Pero cuando se ha emprendido el camino a través del arte, uno sabe que se enfrenta a un riesgo mayor, de replantearse constantemente su obra creativa. Y ella no ha dado ningún tipo de concesiones al momento de asumir esta posibilidad radical con su obra. No se ha entregado a las necesidades de un mercado exigente que muchas veces obliga a algunos artistas a repetirse, hasta quedar en meras réplicas de sí mismos. Aunque no se opone a que otros lo hagan, ella ha sabido conservar en su trabajo ese acto de honesti-dad radical.

Ella deviene con su obra. Es el eterno devenir. El constante movimiento. Poesía en perpetua ebullición y sin palabras.

Su obra ha atravesado las fronteras, y ha llegado a exponer no solo en diferentes lugares del Perú, sino también en salas de Finlandia, Bélgica, España y Francia. Y Rosa Benites aún no ha dicho ni hecho todo lo que su interior y su arte puede expresar. (Jorge Hurtado)

hASTA PuLVEriZArSE LoS oJoSroSA BENiTES

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Love versus Love / Óleo sobre tela.

Muñeca rota / Óleo sobre tela.

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cróNicAS eN UN 2 x 3

Tarja Turunen

En una de mis escapadas por el norte de Europa, di a parar con mis huesos y huevos a Finlandia (¿El fin de la tierra?), pueblo nórdico plagado de leyendas, y de un clima extrava-gante con veinticuatro horas de sol en verano, harto hielo y

nieve. Mi poco apego a la religión católica y a sus costumbres hizo que fuera, con gran interés, a conocer Rovaniemi, la tierra de Santa Claus, y, por supuesto, la casa del mítico y místico personaje. Todo un peregrinaje para un ateo consumado.

El país me encandiló, las fabulosas historias de enanos y elfos que me contaron en un dialecto desconocido, –por razones mis-teriosas apareció un traductor interno que me hizo comprender el habla– apabullaron mi fantasía e imaginación e hicieron que vol-case de pechito a mis neuronas para crear, en medio de mi locura, (todo un caballero de Odín) cuentos de duendes, ogros y vikingos que defendían su hogar del asedio de brujas, fantasmas y drago-nes. Una paja sentimental (entiéndase semental).

Mi fluido inglés se vio opacado. No entendía ni jota extremeña, las personas me hablaban en finés o sueco y cuando lo hacían en el idioma de Shakespeare, ningún gallo cantaba, parecían voces per-didas, oscuras, góticas.

Al carajo, me dije, la jerigonza no es importante cuando la belle-za del paisaje de la ciudad y el de las coloradas y amarillentas nór-dicas hacen más placentera aún cualquier intención de relajación cinco estrellas.

Era vital ir a un concierto de heavy metal, mi pasión desde el primer moco. Además, el Reagan, profuso investigador de las cos-tumbres sexuales de los pueblos, me susurró al oído del pene que las nórdicas eran las más guarras en la búsqueda del placer, que no era necesario que las guiara ni sugiriera nada, ellas solitas me

propondrían las extravagancias más estrambóticas cual si fuéramos extraterrestres (XSX). Las actrices porno como Mariah Kekkonen, eran de lo más góticas en el sentido más libérrimo. (¡Qué actriz porno no es libérrima, carajo!).

El Reagan me habló largo y tendido (recostado, casi acariciándo-se el falo) sobre las pajas que se hizo gracias a esas pelipornos que veía con tanta asiduidad, donde las nórdicas resaltaban más que mariposón en babyshower.

Y yo estaba allí, rodeado de un sinfín de finas finlandesas (The end) quienes me llevaban una cabeza de ventaja y a las que segura-mente causaría guasa mi desnudez, sobre todo, por la insignifican-cia de mi pene comparado con el de sus compatriotas, entonces re-cordé las palabras de mi huamanguino primo Coqui: “chiquita pero juguetona”. Lo importante no es que ellas follaran con un sudaca mecha corta sino con una gran promesa literaria, que hicieran el amor con mi cerebro, no con mi pene. Allí les llevaba ventaja.

Fui directo al club Kaivohuone donde se anunciaba la participa-ción oficial de un nuevo grupo de gotic metal –y además con entra-da libre– (llevaba lo justo en mi bolsa de viaje, no en mis bolsas).

La sala estaba completamente a oscuras, el ambiente era de ul-tratumba, los asistentes iban vestidos de negro, parecía que nos hallábamos en Transilvania, el hogar del conde Drácula. Muchos tenían el rostro pintado. El concepto estético del local era el de un castillo de Bram Stocker, con murciélagos, cruces, máscaras, arañas de jebe y tétricos ataúdes; al fondo un enorme cuadro de acabado renacentista con la imagen de Anton Szandor Lavey, el padre de la IGLESIA SATÁNICA –con letras mayúsculas por si las moscas, no vaya a ser que don Sata se resienta– y en las esquinas copias de herramientas de tortura de la época de la santa inquisición –esto sí

� Willy del Pozo

Entonces me presentaron a Tarja, la soprano que en breve iba a cantar al frente de la banda que llevaba por nombre Nightwish (Deseo de la noche). Al sentir la potencia desgarradora de su mirada no pude controlar mis ojos y bajé los párpados.

con minúsculas, no hay problema alguno–. Yo, para desgracia, iba abrigado de un chaquetón rojo que daba el cante por los cuatro costados y la retaguardia. Los ojos de los seguidores de la música gótica se posaron en mí, no sé si por el color llamativo de mi casaca o por mi piel canela. Entre tanto crudo, yo parecía podrido.

Felizmente tenía puesto debajo un polo negro con un estampa-do del grupo australiano AC/DC, con la portada del disco Highway to hell. Me fui al toque a dejar en consigna mi chaquetón para estar más a tono, pero fue demasiado tarde. Me abordaron dos gringas de gran envergadura que del tirón me pusieron la verga dura. Me hablaron en sueco, inglés y finés, da lo mismo, todo me sonaba a chino mandarín. En su mesa estaba una turba de seguidores del nuevo grupo. Entonces me presentaron a Tarja, la soprano que en breve iba a cantar al frente de la banda que llevaba por nombre Nightwish (Deseo de la noche). Al sentir la potencia desgarradora de su mirada no pude controlar mis ojos y bajé los párpados. En prima ya me llevaba la delantera. Su voz era dura, gruesa, algo tos-ca, bebía un tónico espeso y escarlata, me preguntó de dónde era –no sé cómo carajo la entendí– y nos quedamos conversando hasta que sus compañeros Tuomas y Emppu, le dijeron que era momento de subir al atrio.

La puesta fue magistral, al igual que las guitarras, el bajo, la ba-tería y el piano, aunque la voz de Tarja destacó sobremanera. Me cautivó desde el principio, su mirada aniquiló cualquier sensación de mi cuerpo, y sus palabras me sonaron familiares, ella, para mí, cantaba en límpido castellano.

Al terminar la función fui el que más aplaudió, me puse de pie encima de una mesa y grité a voz en cuello el nombre de la diva. El auditorio en pleno siguió mi ejemplo y en breve Tarja subió al esce-nario junto a su banda para regalarnos dos canciones más, una de ellas titulada “Astral romance” que interpretó posando sus luzbéli-cos diamantes sobre mis ojos de ternero degollado. Esa noche, me sentí el elegido; no podía cagarla, Tarja se perdería conmigo entre

las sábanas blancas de mi hotel, en la suavidad de una alfombra persa; nos desgarraríamos la piel, haríamos cochinadas innombra-bles, yo sería su cerdo, su perro, su carnicero, lo que ella pidiese, su timbre valía la pena y el pene. Su voz era el canto de mil querubines rogando a Dios por un palco en las jerarquías del paraíso y a su vez la melodía endemoniada de los ejércitos de Astaroth sedientos de sangre y lujuria.

Al concluir el concierto las dos gringas de gran envergadura (que ya no me pusieron la verga dura) se acercaron hacia mí y casi a la fuerza me echaron del local, contemplaron con rabia y frustración mi pene de oro y tras hacer unas muecas pronunciaron en perfecto español: “Vete a la mierda, sudaca cabrón”.

Me caí de culo. Me habían expulsado como a Adán del paraíso y lo más triste: no se dignaron devolver mi casaquita roja. No pude dormir pensando en Tarja, en su voz, en su voluptuoso cuerpo, la oscuridad de su lacia cabellera, su prominente frente y su mirada ploma que rompió como un dardo el fulgor dantesco de la noche.

Mi viaje concluyó.Ahora, cada vez que escucho a Nightwish, me pregunto en silen-

cio quiénes eran esas dos chiquillas que no permitieron que Tarja y yo estuviéramos juntos. No me lo explico, no logro construir una respuesta.

Nightwish con los años se consolidó como el mejor grupo finlan-dés de metal sinfónico, aunque en octubre del 2005 los miembros despidieron a Tarja de la banda y pusieron en su lugar a Anette Ol-son. Cuál fue mi sentir al conocer la noticia, más aún, al reconocer en Anette a una de las chiquillas que hacía una década me sacó a empellones del concierto donde conocí a la soprano.

Qué hija de la gran puta, desde esa velada cuando tropecé con Tarja –y pude convertirme en su poético tenor– se la tuvo jurada a la mejor voz de metal gótico de la recóndita Finlandia.

Por cierto, Anette, ¿y mi casaquita roja?

Su voz era el canto de mil querubines rogando a Dios por

un palco en las jerarquías del paraíso y a su vez la melodía endemoniada de los ejércitos

de Astaroth sedientos de sangre y lujuria.

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“Flor de Retama” quizá sea la canción más conocida y cantada por cuanto intérprete del Perú profundo haya pisado un escena-rio. Compuesta en 1969 en Lima, luego de la llamada Rebelión de Huanta contra el gobierno de Juan Velasco Alvarado, donde murie-ron más de 20 personas, este huayno se ha convertido en un him-no que desde entonces ha acompañado las luchas del movimiento social. Su autor, Ricardo Dolorier Urbano (Huanta, Ayacucho, 1935) aún sigue preguntándose cada vez que la escucha cómo fue que esta canción con el correr de los años adquirió la fuerza que hoy tiene y que, ciertamente, activa en quien la escucha, el sentimien-to de sentirse parte de ese Perú de todas las sangres violentado y abusado por la represión.

Dolorier, educador de profesión, no imaginó que hoy, 40 años después, Flor de Retama sería una canción emblemática de la mo-vilización popular, de la lucha de las masas, de la reivindicación del pueblo. No sabría que la canción seguiría presente, cantándose y escuchándose como una pequeña caja de resonancia que guarda-ría entre sus arpegios la memoria de que aquellos hechos no debe-rían volver a repetirse.

Flor de Retama: Hoja de rutaLa historia de cómo nació la canción ya es bastante conocida: Ju-

nio 1969. Velasco emitió el Decreto 006-69 que restringía la gratui-dad de la enseñanza para quienes desaprobaran los cursos regula-res. Ante esta medida, la población de Huanta se movilizó aduciendo que limitaba la educación de los alumnos de escasos recursos. Los llamados “sinchis” reprimieron la protesta. Resultaron más de 20 personas muertas entre estudiantes, padres de familia y pobladores. Finalmente, Velasco dio marcha atrás y derogó el Decreto. No obs-tante, el dolor y la muerte quedaron incrustados en el corazón del pueblo huantino como una gran espina que se hizo canción.

En Lima, Ricardo Dolorier, profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”, al enterarse

PÓLVorA Y DiNAMiTA DEL corAZÓNde los hechos sintió que el corazón le reventaba. Algunos de los fallecidos habían sido sus alumnos. La indignación se convirtió en inspiración. La barbarie le generó reacciones y sentimientos que se tradujeron en sonidos musicales, canciones, poesía. En noviembre 1969, después de 4 meses de ocurridos los hechos de Huanta, Do-lorier tenía compuesta la canción. Era un homenaje a los caídos en Huanta. Desde entonces la canción empezaría a adquirir vida propia. Ahora, en el cementerio de Huanta, junto al mausoleo que guarda los restos de estas víctimas puede leerse la letra de la canción.

La primera persona en escuchar la versión final de Flor de Retama de boca del mismo Ricardo Dolorier fue Oswaldo Reynoso, escritor y entonces vicerrector de la Universidad La Cantuta, que mantenía una estrecha amistad con Dolorier. La historia, cotejada con ambos personajes, es la siguiente: Era una madrugada de noviembre del año 69, quizá el día seis, Ricardo Dolorier llegaba a las residencia de profesores de La Cantuta después de una noche de bohemia. En ese transcurrir había logrado redondear la canción, la tenía en la lengua lista para ser cantada, después de muchos arreglos y cambios que conservaba en su memoria ya que no disponía de una grabadora, viéndose en la necesidad de recomponerla cada vez, tarareándola, gestándola en su cabeza, en su memoria, en su corazón.

Esa madrugada, ya lista, ya terminaba, tenía que salir, tenía que cantarse, tenía que fluir del alma, entonces la botella de pisco que llevaba en la mano recibiría un sorbo más para ayudar a decidirse y tocar la puerta de Oswaldo y decirle que acababa de concebir y componer la versión final de Flor de Retama. En seguida todo quedó consumado. Entró, cantó y la canción quedó para la historia. Brindaron con lo que quedaba del pisco, se abrazaron y a pedido de Oswaldo convinieron en que esa misma noche convocarían al resto de colegas para escuchar nuevamente la canción. Oswaldo cuenta que se emocionó tanto al punto de arrodillarse ante Dolorier para felicitarlo por la canción. Dolorier no recuerda este detalle pero ya no importa: La canción había sido parida.

La canción fue grabada por primera vez en el año 1970 por el Trío Huanta, que tuvo que obviar una estrofa de la fuga (la parte final) porque excedía el tiempo de grabación de un disco de 45 re-voluciones. La estrofa decía: “Los ojos del pueblo tienen hermosos sueños, sueñan el trigo en las eras, el viento en las praderas, y en cada niño una estrella”.Amilcar Gamarra uno de los mejores guita-rristas ayacuchanos apoyó en la grabación.

—¿Cómo así llegó la canción a Huanta? —pregunto a Dolorier, en la pequeña sala de su casa. —Cuando yo iba a Huanta de vaca-ciones enseñaba la canción a los bohemios de ese tiempo —res-ponde—. Enseñaba la canción en un bar llamado “Donde mueren los valientes” que era atendido por un inválido que guardaba las cajas de cerveza debajo de su cama. Allí, la canción empezó a conocerse y cantarse. Luego, cuando el Trío Huanta la grabó aún persistió cierto temor en la ciudad de cantar la canción, porque aún continuaba la represión del Estado. Incluso, recuerdo que to-das las flores de retama de la plaza principal fueron arrancadas. Hoy, más bien, las entradas a Huanta tanto por el lado de Huanca-yo como por Huamanga están sembradas de retamas.

En 1971, según manifiesta Dolorier, un grupo musical de Huaraz dirigido por el esposo de Martina Portocarrero, Luis Salazar, editó un long play titulado “Huaynos pegaditos”, donde apareció la segunda versión de Flor de Retama. Luego, el mismo año 1971, sería la can-tante Martina Portocarrero quien con ojo zahorí, grabaría la canción con algunos arreglos y cambios. Por ejemplo, cambiaría el orden de las dos primeras estrofas. La primera pasaría a ser la segundo y ésta a ser la primera, quedando el inicio de la canción: “Vengan todos a ver, hay, vamos a ver, en la plazuela de Huanta, amarillito, flor de retama, amarillito, amarillando, flor de retama”. A partir de entonces Flor de Retama comenzaría a hacerse famosa.

—Es curioso pero Flor de Retama fue prácticamente el primer huayno que compuse —nos dice Dolorier—. Yo no había tenido vocación especial por la música folklórica, cantaba más bien, tan-gos, valses, rancheras, boleros, pero seguramente dentro de mí había un sentimiento que necesitaba aflorar, porque recuerdo que cuando era niño escuchaba a mi madre cantar huaynos bien des-garradores debido a la muerte inesperada de mi hermano mayor a consecuencia de una epidemia de tifoidea que azotó a Huánuco

DoLoriEr Y LA FLor DE rETAMA:

donde entonces vivíamos. Ella sufrió mucho y a mí se me quedaron grabadas esas canciones.

—¿Qué tanto tuvo que ver el contexto político de esos años en la composición de Flor de Retama? —pregunto—. A menudo se cree que nació en la época del terrorismo, en la década del 80.

—Esta canción nació mucho antes. Nació por un gesto de in-dignación. Había una intencionalidad política en la medida que rechazábamos la dictadura. Era un rechazo natural. Estábamos decepcionados con la democracia de Fernando Belaúnde y no por eso íbamos a aceptar una dictadura militar. La canción coincidió también con un momento de mucho dinamismo político en el país, se sentía tensa actividad en universidades, en el pueblo, en los co-mités de defensa y ahí empezó a cantarse, acompañando las gestas populares. También la cantaría gente del SUTEP y de la Federación de Estudiantes de la Universidad San Marcos en las luchas contra las dictaduras.

—¿Fue, tal vez, en ese entonces, un modo de canalizar la pro-testa a través de la expresión artística?

—No necesariamente. Recuerdo que Juan Gonzalo Rosé que era mi amigo y que también componía valses, en una conversa-ción le pregunté que por qué había dejado de escribir poesía y se había dedicado a componer y a hacer música. Me respondió: “Porque nadie me lee, en cambio todos me cantan”, entonces ad-vertí que ese era el camino. En esa época también compuse otro huayno “Los Cabitos” por el cuartel del mismo nombre que ha-bía en Ayacucho donde estaban presos muchos pobladores, pero esta canción no tuvo la suerte de Flor de Retama. Años después, ya en la época de la violencia, compuse la canción “El desapare-cido” inspirada en un dirigente que desapareció en manos de las Fuerzas Armadas.

En la actualidad Ricardo Dolorier sigue componiendo, labor que intercala con la actividad de la enseñanza educativa a través de su conocido Método de Comprensión Lectora Dolorier, del cual es autor. También nos cuenta que últimamente está explorando los registros de los yaravíes arequipeños y confiesa que después de 40 años, no cambiaría absolutamente nada a Flor de Retama.

La primera persona en escuchar la versión final de Flor de Retama de boca

del mismo Ricardo Dolorier fue Oswaldo Reynoso, escritor y entonces vicerrector

de la Universidad La Cantuta, que mantenía una estrecha amistad con

Dolorier.

� Christian Reynoso

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Catalogado como escritor de culto –aunque quizá se haya anhelado manifestar que es un creador querido pues en quienes lo conocen despierta ese entrañable sentimiento de la confianza y la amistad–, Carlos Calderón Fajardo no

es sino un escritor a carta cabal, un cuentista prolífico y también un exquisito novelista. Nunca ha sido un escritor marginado o huraño ni mucho menos ha cultivado la estética del desdén o el fracaso como opción de vida, él solo se ha consagrado a escribir. Era senci-llamente inevitable.

Nacido en Juliaca allá en 1946, radicó un tiempo en Lima pero apenas cumplió los diecisiete años viajó a Europa; por influencia paterna estudiaría medicina pero en realidad anhelaba ser escritor. A la mitad de su carrera, grande fue su fortuna, le diagnosticaron tuberculosis, lo cual le cambiaría la vida para siempre, ya que pasó los dos años siguientes leyendo literatura alemana: Günter Grass y Thomas Bernhard, Hermann Hesse y Robert Musil, Hermann Broch y Rainer Maria Rilke entre otros, libros que le llevaba el médico del sanatorio donde el joven entusiasta permanecía internado.

Descartó ser marino y viajó a Viena para estudiar filosofía, ahí conoció a José María Arguedas, quien había sido invitado a la ciu-dad por Claudio Solari Swayne, su compañero de cuarto, se hicie-ron muy amigos y pasaron casi un mes juntos, paseando por la ciudad; pero Viena era una metrópoli de músicos, y él tendría que emigrar a París. Sin duda su vida estaba anunciada por la estrella del destino, pues solo el azar o la casualidad, una de dos –tema de disertación de Julio Ramón Ribeyro–, pudo llevarlo a frecuentar al escritor de Cambio de guardia.

Había conocido en el barco rumbo a Europa a una muchacha guapísima, Alida Cordero, así que ya en París fue a la Secretaría de la Embajada del Perú a averiguar su dirección, de tal suerte que dio con ella, y cuando llegó a su casa cercana al cementerio de Père Lachaise desde cuya ventana podían verse las tumbas, quien salió

le permitirá escribir una novela para lograr la inmortalidad, figura-da cuando el famoso escritor norteamericano visita por segunda vez el Perú, y, entre otras, El viaje que nunca termina (La verdadera historia de Sarah Ellen) y La novia de Corinto (el regreso de Sarah Ellen) .

Calderón Fajardo sabiendo que toda novela tiene una historia detrás de sí ha dicho, como Gustavo Flaubert de Madame Bovary, que Sarah Ellen es él, e inicia su serie, la cual posee varios planos de realidad, con una confesión del narrador que él ha inventado para contar su historia: una niña, reencarnación de Sarah, se le aparece en un hotel de Pisco como un fantasma y le autoriza que cuente su historia verdadera. Se ha dicho que se trata de una leyenda ur-bana, la de una vampiro inglesa que prometió resucitar ochenta años después de su muerte, y en cierto modo es verdad, pero la historia narra el viaje que hacen Jonh P. Roberts y Sarah –partieron de Liverpool e hicieron escala en Cádiz– en el Estrella del mar, un navío español a vela, huyendo de la amenaza de la guerra como acaso lo habían hecho ya Robert Louis Stevenson, Paul Gauguin y Arthur Rimbaud.

John P. Roberts, inglés acaudalado como su mujer, sabía que esta no era una vampiro, sino una lectora empedernida de novelas de Bram Stocker, pero sobre todo una perseguida social, aún así estaba seguro que ellos eran personajes dentro de una gran novela gótica y dentro de ese universo algún día su mujer regresaría de la muerte a la vida, él le ayudaba a vivir ese paraíso, y experimentaba ya ese amor más allá de la muerte, para la cual llevaban un ataúd fabricado con cedro del Líbano y las junturas unidas con resina de palisandro.

Diego Álvarez es un personaje conmovedor, un impenitente patrón de navío, el último gran conductor de un barco a vela que surca los mares, quien trata de reunir todo tipo de pasajeros, en última instancia hasta una vampiro con tal de hacerse a la mar. Sa-rah Ellen acusada en La Habana de haber asesinado a los muertos que flotaban en la bahía, acaso era una mujer vampiro de verdad pues los tripulantes iban muriendo poco a poco y John P. Roberts cayó afectado por el mal del cólera. Parecía que el barco estaba maldito, el capitán, ferviente católico, suplicaba a las fuerzas su-premas rosario en mano, pues no solo era un buque embrujado sino el mal viajaba en él y es poco menos que atacado con balas de cañón al intentar atracar en algún muelle. Sin embargo sigue surcando las aguas solitarias. De pronto tras una mullida neblina aparece el litoral desértico del Perú y se avista la caleta de Pisco, cerca de Lima, donde los esposos desembarcan; pero el capitán Álvarez seguiría navegando porque no había mejor aventura que viajar bajo las peores penurias para escapar de la muerte. Así se perdió en el horizonte.

Carlos Calderón Fajardo, el bisnieto del coronel Víctor Fajar-do, héroe de la guerra con Chile, cuyo nombre lleva una de las provincias de Ayacucho; él que ha sido catedrático a dedicación

EL ViAJE QuE NuNcA TErMiNA DEL hoMBrE QuE MirA EL MAr

exclusiva, casado con una médico ecuatoriana, el escritor que es sociólogo de profesión; ese narrador disciplinado que se levanta a las cinco de la madrugada para escribir y que ha sentenciado: “Yo soy Sarah Ellen”, esperanzado en el futuro, ha obtenido los más importantes premios literarios como el José María Arguedas en 1974, Unanue de Novela en 1981, Gaviota roja de Novela en 1984, Hispamérica de Cuento en 1985 y recientemente en el 2006 fue finalista del Premio Tusquets de novela en España con El fan-tasma nostálgico.

Nadie lo había visto por años, se decía que padecía un extraño mal que lo aquejaba, que se había escondido y dedicado a tiempo completo a escribir, ahí en su casa de Miraflores o en Punta Negra, ese otro refugio frente al mar donde vive la mitad del año alejado del mundanal ruido, pero solo él ha sabido no renunciar al llamado y al aprendizaje y hacerle caso a su vocación embargadora y escri-bir el viaje que nunca termina del hombre que mira el mar.

J. R. Ribeyro le preguntó qué es lo que lo traía a París, y Carlos reveló su secreto: había ido a hacerse escritor. Ese fue el inicio de una íntima, mutua y fascinante

adicción amical, lo cual a pesar de su corta edad le permitió conocer y ser contertulio de Julio Cortázar, José Donoso, Alfredo Bryce, Leopoldo Chariarse,

Francisco Bendezú y Manuel Scorza. � Róger E. Antón Fabián

a recibirlo fue nada menos que su esposo, el escritor J. R. Ribeyro. Este le preguntó qué es lo que le traía a París, y solo ahí cuando Car-los reveló su secreto: había ido a hacerse escritor. Ese fue el inicio de una íntima, mutua y fascinante adicción amical, lo cual a pesar de su corta edad le permitió, siendo convidado suyo, conocer y ser contertulio de Julio Cortázar, José Donoso, Alfredo Bryce, Leopoldo Chariarse, Francisco Bendezú y Manuel Scorza entre otros hombres de las letras.

Su padre, de una vida proclive a la bohemia, contribuiría a la ca-rrera literaria suya, pues era amigo de personajes como Juan Gonza-lo Rose o Martín Adán y le transportaba de Lima cartas literarias de ellos escritas hasta en servilletas. Ya en Perú un día en una fonda del centro de Lima Carlos, que recuerda largas horas conversando con los miembros de la generación del 50: Sologuren, Guevara y Was-hington Delgado, se embriagó con el poeta de gabán negro que vivía en el nosocomio Larco Herrera, antes de que en 1974 regresara a París y reanudara sus charlas con el autor de La palabra del mudo.

Al igual que Graham Greene es un católico confeso, y conside-ra su oficio como sagrado, asimismo que dentro de sí no existe la obligación de escribir sobre el Perú, terreno de la sociología. Su temática que responde a una estética pura, está lejos de abarcar el desarrollo de una nación; así por ello cierta crítica haya descon-fiado de su labor como escriba, sin embargo su propia vida, ya en el terreno literario, es una fructuosa lección de fortaleza, aunque él – coincidiendo con Ribeyro y acaso influenciado por el mismo–, se haya definido como producto de las circunstancias biográficas, y sea autor de estructuradas novelas que siendo grandes frescos obedecen a cambios sociales como la caída del Muro de Berlín, la crisis de los socialismos reales y del Postestructuralismo francés aunando intereses literarios, sociológicos, filosóficos e, incluso, re-ligiosos.

Ribeyro que revisaba los escritos suyos haciendo anotaciones palabra por palabra, el 31 de octubre de 1976 dio cuenta de él en La Tentación del fracaso: “Hace unos días larga conversación con Carlos Calderón, que regresa a París después de doce años. Enton-ces estaba enfermo y se alojó unos días en nuestra buharda de la rué de la Reunión, antes de ir a un sanatorio. Lo veo repuesto, ma-duro, habiendo entretanto realizado lo que de muchacho quería: ser un escritor. Su novela aún inédita es una linda obra, llena de verdad, de ternura, de fuerza y de poesía”.

Ahora cuando escritores jóvenes y algunos viejos solo piensan en envenenarse, Calderón Fajardo tiene en su haber varios libros de cuentos y novelas (todos de buen título), así entre estas últi-mas lleva publicadas: La noche humana, un tributo a Helba Huara, bailarina peruana sorda radicada en París, amiga de César Vallejo, esposa de Gonzalo More y rival de Anaïs Nin, que vive una pasión desmesurada; La Segunda Visita de William Burroughs, apasionan-te novela sobre escritores, que trata de la historia de Portillo, un reservado y joven escriba sin obra, dedicado a atrapar el tema que

Sarah Ellen

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(La verdadera historia literaria de carlos calderón Fajardo)

LoS dicHoS deL UNicorNio

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Jorge ¿Cuáles fueron las motivaciones que te llevaron a escribir la novela Vallejo y la Célula Non Plus Ultra?

Desde que llegué a Lima, en 1964, para seguir los estudios uni-versitarios, tengo la impresión de haber vivido hablando y discu-tiendo sobre ese fenómeno. Ten en cuenta que uno de uno de los primeros poetas que conocí en Lima fue Antonio Claros, trujillano y vallejiano por antonomasia. Íbamos por las calles del centro de la ciudad recitando los poemas más oscuros de su paisano. Íba-mos por los bares evocando a la andina Rita y a Tilia, la limeña, bromeando sobre su preocupaciones, sobre sus indecisiones. Ten en cuenta además que uno de mis profesores de literatura fue Antenor Samaniego, el descubridor de la partida de bautizo que ha permitido, posteriormente, establecer la fecha de nacimiento del tótem de la poesía peruana. Ten en cuenta que en el patio, más exactamente en el cafetín de la universidad, conversé repe-tidas veces con Juan Espejo Asturrizaga, el autor de una de las biografías más sensatas del Vallejo peruano, porque, claro, den-tro de ese ser coexistieron varios individuos complementarios y hasta contradictorios, que fueron ganando en complejidad con su traslado hacia Europa. Cuando yo mismo vine a vivir en París, en 1976, descubrí que la preocupación por la tragedia vallejiana no sólo era un asunto de poetas e intelectuales peruanos: mexi-canos, chilenos, argentinos, colombianos, guatemaltecos, bolivia-nos, hondureños, ecuatorianos, brasileños, españoles, franceses, italianos, alemanes y qué sé yo, en nuestras frecuentes tertulias, siempre sacaban a relucir algún detalle sobre el fenómeno, cada vez desde posturas convergentes y, en no pocas oportunidades, hasta contradictorias. Había mucho que decantar. De todo eso nació la idea de Homenajes & epitafio que publiqué en Cuader-nos americanos, no sé exactamente si en el número 37 ó 38. En algún momento pensé en la idea de una biografía desmitificado-ra, un desafío enorme con el que todavía estoy enfrentado sin encontrar solución.

En el trabajo de investigación debes haberte topado con diferen-tes obstáculos, verdad, puedes señalar alguno.

Claro que me he encontrado con muchos escollos, algunos superados y otros todavía persistentes. Tú sabes que toda novela que se respete está llena de mucha realidad y los otros elemen-tos que le otorgan el valor añadido a lo puramente testimonial o biográfico. Pero la documentación de base es preferible que esté bastante esclarecida. Y el caso del Vallejo peruano faltan precisar muchos detalles; y ya no te hablo del Vallejo europeo porque sería de nunca acabar. Pues bien, cerremos el círculo. No he podido dar con la documentación esclarecedora de su fallido intento de suicidio en Trujillo, poco antes de trasladarse a Lima abandonando sus estudios de derecho. Esa es una persistente zona de sombras. Asimismo, pareciera que hubo toda una con-fabulación previa a su captura y encierro en la cárcel de Trujillo; la información disponible es muy vaga sobre quiénes fueron los confabuladores para provocar su traslado desde Mansiche hacia la casa trujillana donde fue capturado y encarcelado por las sos-pechas relativas a su participación en el incendio y los sucesos sangrientos de Santiago de Chuco. Pero el escollo mayor y poco estudiado hasta ahora ha sido el de los amoríos. Se ha dicho que cuando Otilia y César terminaron por separarse, ella estaba

¿DESMiTiFicANDo

A cÉSAr VALLEJo?(Sobre Vallejo y la célula Non Plus ultra de Jorge Najar)

“Para quienes nos enfrentamos con la ficción narrativa la idea es convertir en insumo toda la

información política, histórica, económica, psicológica y

de cualquier otra índole proporcionada por las ciencias

sociales a fin de materializar un universo paralelo al de nuestra

realidad”.

Jorge Nájar (1946) nace en Pucallpa. Acontece su niñez y adolescencia en diversas ciudades de la Amazonía. En 1963 se traslada a Lima donde sigue estudios en la Universidad Federico Villarreal y conoce a los jóvenes poetas que integrarían el movimiento Hora Zero. En 1973 lanza su bello poemario: MALAS MANERAS. Como todos los muchachos de la época nos conocemos entre el Wony y El Palermo; amamos las mismas canciones, autores e

ideales libertarios. En 1974 hacemos una gira por Huancayo junto a Chacho Martínez y José Luis Ayala. Ahí leemos poemas, conozco su alma inquieta y su voz radiante. Festejamos nuestro Perú andino cerca a Nicolás Matayoshi, Ser-gio Castillo, César Gamarra y otros aedas. En 1976 se escapa. Viaja a París donde ejerce la pedagogía y reside como un gitano. (“Demasiado honor para mí -sostiene Nájar-, el ser comparado con los gitanos; en realidad no soy más que un poeta extraterritorial, que vive entre el estruendo parisino y las serenidades invernales de la costa mediterránea; en suma, un peruano de la diáspora que de vez en cuando regresa a Lima para saludar a los amigos”). Finibus terrae (1984), libro ganador de la Segunda Bienal de la Poesía Peruana, Premio Copé. En 1994 conquistó la Beca de Ayuda a la Creación del Centro Nacional de Letras de Francia. Su magnífica poesía escrita hasta 1999 fue congregada en Formas del delirio. El 2001 obtuvo el Premio Juan Rulfo de Poesía, convocado por Radio Francia Internacional. Su original poe-mario, Allí donde brota la luz, asomó en Bogotá el 2007. Es destacada la trayectoria de Nájar como escritor genuino. Seleccionó y tradujo la antología de Poesía Contemporánea de Expresión Francesa y Conocimiento del Este, poemario de Paul Claudel, ambos publicados por la Universidad Católica del Perú (PUCP). Su obra narrativa comprende El árbol de Sodoma (me ocupé con ahínco c/f « Variedades » 55. El Peruano, Lima 01/02/08), Penúltima Odisea y otras ficcio-nes (San Marcos, Lima, 2007). En el fondo de éstas mora el renacimiento de un personaje de La Biblia. Condenados al destierro los personajes coexisten como él hasta la muerte, en situación de fugitivos. Se agitan en situaciones de entremundos para revelarnos sus ansiedades y desasosiegos.

VALLEJo y LA CéLULA NoN PLUS ULtRA (2010)La noticia llega con un cometa amarillo. Jorge, bajo varias noches de brujo, ha venido tramando una nueva novela.

Se trata de pater Vallejo. Caramba. Qué reto. Los jóvenes compatriotas de Altazor la lanzan en sobria edición hermosa. Esta obra se puede resumir así: Sumergido en la revuelta y el disturbio de la vida en París, miembro de un taller de “reparaciones” literarias transformado por la calumnia y la difamación en una célula terrorista, el nieto del poeta César Vallejo (pero ¿de dónde sale ese nieto?) reinventa, al mismo tiempo, la vida de su abuelo en los turbulentos años 20 del Perú y la de un grupo de latinoamericanos en París en los años posteriores a la caída del Muro de Berlín.

encinta. Se ha dicho eso, pero no se ha averiguado nada más. En Vallejo y la célula non plus ultra se proponen algunas alternati-vas de esclarecimiento, pero ya no desde la historia sino desde la ficción novelesca.

Dimas Arrieta considera que Vallejo y la Célula Non Plus Ultra de-viene en un libro para iniciados, me parece una exageración, ¿qué piensas tú?

Si mal no recuerdo, Dimas sostiene en su apreciación aparecida en el Nº 177 de Variedades lo que tú subrayas, pero tras el desa-rrollo de su argumentación llega a la siguiente conclusión: “este aporte despierta más aún el interés por una de las obras más mo-numentales de la tradición lírica en el Perú. Una novela que cumple con su formato: el saber contar, simplemente, una buena historia” ¿Puedes estar en desacuerdo con eso?

En el transcurso de la obra vas creando una imagen de Vallejo que cautiva al lector (a), como te señalé en mis cartas, y al final Vallejo resulta un escéptico, iconoclasta, casi una suerte de “arre-pentido” de su militancia política, esa sensación me dejó. ¿Qué dices? ¿Exagero? ¿Estoy equivocada? ¿Has querido tumbar a uno de nuestros íconos, para que se le aprecie como ser humano es-trictamente?Para quienes nos enfrentamos con la ficción narrativa la idea es convertir en insumo toda la información política, histórica, económica, psicológica y de cualquier otra índole proporcio-nada por las ciencias sociales a fin de materializar un universo paralelo al de nuestra realidad. Lo que cuenta es que el lector entre en él y salga, si consigue salir, como pueda: lleno de ilu-siones, fantasmas, inquietudes y reflexiones. El narrador de este universo es el Nieto de Vallejo, un peruano residente en la tur-bulencia parisina, uno de los tantos aspirantes a un doctorado en cualquier cosa, y es él quien nos va presentado los avatares de su “abuelo”. ¿Tumbar a uno de nuestros íconos? Hasta donde me ha sido posible la única idea que me ha llevado a dedicarle tanto tiempo a Vallejo ha sido ponerlo en movimiento en el día a día. Deliberadamente no se entra en la sapiencia filológica para darle prioridad a la existencia, tanto del propio Vallejo como del “nieto”, un bueno para nada.

La idea de trabajar con personajes “amigos” latinoamericanos tie-ne su pro y su contra, uno (a) se pierde tratando de ubicar “será fulano o mengana”. Pero, esto no es relevante.

No pocos de los mordidos por la literatura, tarde o temprano terminan participando en algún “taller”. Ese es el caso de la célu-la non plus ultra, laboratorio consagrado, como afirma uno de los personajes, a “quitarle la pollera colorada a nuestros clásicos lati-noamericanos”. Y en ese proceso de purificación, de reparaciones, mal que bien, los participantes fueron conociendo las flaquezas y grandezas de unos y otros. Ahí convergen el “dogmático”, el “faro-lero”, el “poeta cien por cien”, los aventureros y, por supuesto, tam-bién el traicionero, prototipos en realidad de todo lo que puede haber en el género humano. Los talleres literarios son en realidad microcosmos, y cualquier intento de identificación de unos y otros puede llevar a no pocos despistes o a encontrarse uno mismo refle-jado en alguno de ellos.

Por: Rosina Valcárcel

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Considero que es una obra lograda estéticamente, tiene argu-mentos, conocimiento, fluidez, frescura y aporta tanto al “museo bibliográfico” de nuestro Vallejo como a la comprensión de ese gran personaje legendario.

La idea es ubicar a ese personaje legendario en su circunstan-cia. Y como tú bien lo dices, el “museo bibliográfico” está poblado de acercamientos filológicos. Nuestra propuesta se inscribe dentro de una ambición historicista, que, por no haber podido develar las zonas de sombra, se acerca a la ficción para reflexionar de manera visual sobre dos momentos álgidos: por un lado, los albores del si-glo XX peruano y el fracaso de la “República Aristocrática”, los cau-dillismos, el leguiísmo, el palabreo de las llamada “Patria Nueva” y el papel de algunos individuos dentro de esas circunstancias. Los sucesos de Santiago de Chuco también fueron el resultado de las confrontaciones de los caudillos y sus ramificaciones en el interior del país. Por otro lado, siguiendo el derrotero del “nieto” de Vallejo se ha querido también pintar las situaciones contradictorias pro-vocadas por la caída del Muro de Berlín entre los latinoamericanos residentes en París, el desasosiego de muchos de ellos, las ilusiones de los otros en los entretelones de la noche parisina, la belleza de la cosmópolis caminando a orillas de su río legendario, el chispo-rroteo de bromas al ir derivando de un bar a otro a lo largo de las calles, sumidos en la profunda oscuridad, iluminados por la buena conversación, riéndonos de nuestras miserias.

¿Cuál ha sido el gran interés?La ambición ha sido cruzar esos dos momentos, el uno nacional

y el otro planetario, siendo protagonistas del primero Vallejo y su generación, y del segundo, la nuestra, mi querida Rosina; nuestra ambiciosa y conflictiva generación embarcada en todas las aventu-ras del espíritu.

Esta historia tiene su inicio a fines del 2009. No recuerdo la fecha exacta, pero sí tengo presente el mail que recibí del escritor catalán Enrique Vila-Matas. Para alguien que lleva administrando un blog por varios años, fue un honor leer

del hacedor de París no se acaba nunca las felicitaciones por La fortaleza de la soledad. Fue así cómo me enteré que este autor, tan lejano para los lectores latinoamericanos, era un asiduo seguidor de mi blog.

A partir de ese momento empezamos a tener intercambio de emails. En uno de ellos le expresé lo mucho que me había ayudado la lectura de Dietario voluble. Sobre este libro no puedo dejar de consignar que se trata de una publicación bisagra en mi conoci-miento de la obra de Enrique. A fines de mayo recibí otro mail. Sabía por entonces que se encontraba promocionando, vía Seix Ba-rral del Grupo Planeta, su novela Dublinesca; me informaba de ella. En ese mail, Enrique me preguntó si podía hacerle una entrevista pública sobre su vida, obra y por supuesto Dublinesca. Esta presen-tación tendría lugar en la primera semana de julio en Lima, y como no soy nada suicida, le acepté luego de dos horas de recibido el mail. En lugar de saltar de emoción, tuve una actitud serena: fumé un tronchito y no alteré mi ritmo de madrugada. Seguí leyendo.

Cuando me desperté fui víctima de una avalancha de preguntas. “¿Qué es lo que Enrique Vila-Matas había visto en mí para elegir-me?”, era la pregunta que se imponía por sobre todas, la que re-forzaba una vez más lo que varios amigos y conocidos me venían diciendo desde hacía un par de años: que me estaba yendo bien sin publicar y que sin querer me estaba convirtiendo en una versión local de un detective salvaje de Bolaño.

En principio decidí no compartir la noticia con nadie, antes de hacerlo debía recibir la comunicación oficial de las instituciones encargadas de la logística promocional de Vila-Matas. Pero como el asunto me desbordaba, se lo comenté a seis letraheridos ami-gos míos: José Carlos Yrigoyen, Carlos Torres Rotondo, Jerónimo Pimentel, Luis Martínez Solorza, Óscar Pita Grandi y Erika Miranda, quienes supieron guardar el secreto.

No era descabellado pensar que las cosas podían descarrilar-se. No me iba a sorprender que se me comunicara que un escritor de renombre fuese el encargado de la entrevista pública. Mientras tanto me puse a releer sus libros y a averiguar todo lo que podía sobre Dublinesca. Llamé a algunas librerías preguntando por la no-vela y la respuesta era la misma: aún no llegaba, que a lo mejor a inicios de setiembre. Me preocupé.

Llevo varios años haciendo entrevistas a escritores, estas tienen la característica de abordar la obra del autor como tal, están muy lejos de ser entrevistas promocionales como la de los diarios en las que no es necesario haber leído el libro del escritor de turno. Todo pintaba para que la entrevista más importante de mi aún corta ca-rrera literaria fuese una en la que no conocía la última obra del au-tor y, precisamente, con Enrique Vila-Matas. Pensé en mandarle un mail y pedirle disculpas porque no iba a poder hacerle la entrevista: me era necesario leer con anticipación su última novela y no la te-nía. Suena a burda pose, a suicidio literario, pero estaba dispuesto a morir en mi ley: jamás haré una entrevista a un escritor y sobre todo a uno que admiro, sin conocer bien su obra.

En ese contexto fue que recibo la primera señal de que las cosas estaban encaminadas. En una breve conversa por MNS, el escritor Octavio Vinces me contó que acababa de estar dos semanas en Bar-celona y que había comprado varios libros. Dublinesca, entre ellos. Entonces le pregunté si me podía prestar la novela. Mi idea era sacar-le una fotocopia y prepararme. Al día siguiente me reuní con Octavio quien, por su cuenta, había fotocopiado el libro. Mientras leía sobre las peripecias existenciales de Samuel Riba, recibí la comunicación oficial de que yo era el encargado de la entrevista pública, la cual iba a realizarse el miércoles 7 de julio. “Felicitaciones. De todos los escritores peruanos, Enrique Vila-Matas te eligió a ti”.

Enrique Vila-Matas y su mujer Paula de Parma llegaron el lunes 5 de julio, venían de Bogotá, en donde Enrique había sido el invitado de

honor del festival internacional de la revista El Malpensante. En la ma-ñana del martes 6 recibo un mail donde me deja el número del móvil de Paula, a quien llamé para decirle que nos encontraríamos una hora antes de ir a una cena en la residencia del embajador de España.

En la recepción del hotel Casa Andina me dijeron que Enrique y Paula estaban en el lobby. Caminé despacio y los vi sentados. Nos saludamos y corroboré en parte lo que siempre había pensado: su engañoso laconismo, comunica muchas cosas sin decir mucho. Nos dirigimos al bar del hotel, en el pequeño trayecto fui presa de la desbordante personalidad de Paula de Parma. Me bastó escuchar-la cinco minutos para pasar de la especulación a la certeza: Paula es responsable de la mitad de lo que Enrique es como escritor. A pesar de no conocernos teníamos muchos lazos en común, siendo el endemoniado amor por la lectura el que más nos caracterizaba. Entonces nos pusimos a hablar de libros.

Para el miércoles 7 me había preparado mucho, en parte me sentía confiado porque tenía en claro que lo que importaba era que Enrique hablara todo lo que quisiera. No es una exageración, para sus lectores era prácticamente un sueño poder ver y escuchar a un autor que ha estado presente en el imaginario literario ejerciendo una influencia arrolladora.

Llegué con cierto apuro al Centro Cultural de España. Había previsto los inconvenientes, pero la tarde me había jugado algunas malas pasadas. El centro español estaba como se esperaba: faltaba media hora para la entrevista pública y el auditorio se encontraba prácticamente lleno, a excepción de las dos primeras filas de buta-cas reservadas. Subí a la oficina de Juan Sánchez, Director del CCE. Allí se encontraban el poeta Vladimir Herrera, Alonso Cueto, Juan, Paula y Enrique. Conversamos generalidades, como para disipar nervios, los míos en especial. Cuando nos dieron el aviso de que teníamos que bajar al auditorio, me sentía seguro, las cosas iban a salir bien, nada podía fallar. Fui el último en salir. Mientras bajaba las escaleras pude ver a los muchos que se habían quedado fuera y que verían la presentación gracias a una pantalla gigante.

Subimos al estrado. La mesa nos esperaba. El aplauso para la estrella de la noche fue estruendoso. Era un momento crucial

para mí. Me sentí en el borde del sueño por cumplir y la pesadilla por empezar; es decir: olvidé todo lo que había preparado. Mi cabeza estuvo en cero. No sabía qué decir. Los encargados del CCE leyeron nuestras respectivas biografías. Juan Sánchez me dio el pase.

Estaba en mí empezar de buena manera la entrevista y como Enrique es también un fanático del fútbol, comencé haciendo refe-rencia al pase de España a la final de la Copa Mundial de Sudáfri-ca. Aquel día, la selección española había derrotado al combinado alemán y el autor de Dublinesca se explayó tal y como estaba pla-neado.

Con inteligencia espontánea, manejo de escena, gracia y hu-mor, Enrique Vila-Matas hipnotizó a los concurrentes durante hora y media. No niego que en más de un tramo sentí que me la estaba llevando fácil, la generosidad de Enrique fue tal que arreglaba y do-taba de nivel a mis incoherencias; yo me encontraba sumamente nervioso ¿Quién no lo hubiera estado?

Se ha escrito mucho de esta primera visita a Lima de Enrique Vila-Matas. Habría que ser un gaznápiro para no reconocer que se trata del evento literario más importante, en años, ocurrido en Perú. La sensación que despertó su presencia en nuestra capital fue igual a la que suele verse con las legendarias estrellas de rock que despiertan la locura de sus seguidores, prueba de ello se pudo notar en la literaria y muy desordenada firma de ejemplares de Dublinesca.

El jueves 8 la filial peruana de la editorial Planeta le organizó un agasajo en el restaurante La Eñe. La presentación y entrevis-ta estuvieron a cargo de Iván Thays. Se supone que tendríamos al Bartleby para rato, sin embargo fue uno de los primeros en reti-rarse. El agasajo duró no más de una hora. Estaba cansado, había tenido días de intensa actividad, aún así se dio tiempo para cumplir ciertos objetivos literarios, como las visitas a las librerías El Virrey y La casa verde.

Si me preguntaran algo sobre él, qué es lo que más recuerdo; sin duda sería su sencillez. La sencillez de un grande que hasta el último momento me demostró su peculiar generosidad.

coN ENriQuE ViLA-MATAS EN LiMA

Pensé en mandarle un mail y pedirle disculpas porque no iba a poder hacerle la entrevista: me era necesario leer con anticipación su última novela y no la tenía. Suena a burda pose, a suicidio literario, pero estaba dispuesto a morir en mi ley: jamás haré una entrevista a un escritor y sobre todo a uno que admiro, sin conocer

bien su obra.

� Gabriel Ruiz Ortega

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A fines del año pasado en San Borja, Lima, un grupo de escritores se reunieron para planificar qué podían hacer para darle movimiento a la literatura e ir más allá de los típicos recitales o conversatorios. Necesitaban otra expe-

riencia, otro tipo de escenario que trasgreda el hábito conservador de los auditorios. Algo así como ir más allá de la política de comité. Los dialogantes eran los poetas chilenos Oscar Saavedra, Eduardo Leyton y los peruanos Willy del Pozo y Harold Alva.

Óscar Saavedra nació en Santiago, es el responsable de Des-centralización Poética, el colectivo con el que hace dos años realiza recitales en todo Chile, publicó lo que para muchos califica como el primer libro poético político: Tecnopacha; Eduardo Leyton forma parte de este colectivo, es natural de Curicó, este año publicará en Perú Caronte, un libro oscuro y estremecedor. Willy del Pozo es el editor general de Ediciones Altazor, poeta, narrador y ágil cronis-ta, promotor de bibliotecas regionales con las que ha rescatado a escritores a quienes la crítica especializada desconocía y que aho-ra son objeto de estudio en el plan lector de no pocos colegios, y Harold Alva promovió el 2003 Perú Lee, una colección de 50 títulos de escritores peruanos que se vendía a Un Nuevo Sol, es el direc-tor del Festival de Poesía Latinoamericana País Imaginario y actual editor adjunto de Altazor.

Willy del Pozo en los últimos años se había dedicado a llevar a los autores de la editorial a Huamanga, Ayacucho; y con Harold, en noviembre pasado, realizaron una gira por la costa peruana -Chim-bote, Trujillo, Piura- acompañados por los narradores Carlos Calde-rón Fajardo, Sócrates Zuzunaga, Carlos Rengifo y Henry Quintanilla. Óscar y Eduardo habían venido a Perú a un encuentro de poetas en Barranca. Era el grupo acertado para planificar algo diferente. Óscar recordó los libros del País Imaginario y sugirió hacer otra co-lección de poesía, Eduardo aconsejó hacer presentaciones con el Descentralización en Chile, Harold: mejor empecemos en Perú, los tres concentrados en libros de poesía. De pronto Willy lanza una palabra: narradores, y la completa: ¿y si hacemos una colección de narradores? Óscar y Harold se miraron, seguro en su fuero inter-no pensaron ¿y la poesía? Entonces Harold reacciona: novelistas. Eduardo Leyton miraba a los tres. Una gira de novelistas, remató Willy del Pozo.

Yo les puedo recomendar a la mejor novelista chilena, dijo Ós-car. Tengo la novela de Felipe Becerra, podemos reeditarla, agregó Harold. Empecemos con novelas inéditas. ¿Podemos reunir a siete novelistas? le preguntó Willy a Harold. Harold miró a los poetas chilenos. Por supuesto que podemos. Respondió. Entonces comen-cemos. Finalizó Willy.

LA GirA DE ALTAZorSiETE NoVELiSTAS

LATiNoAMEricANoS EN PErÚ� Victoria Larco

“La historia editorial de América Latina tuvo momentos estelares que no pueden olvidarse, como ocurrió con sellos como Joaquín Mortiz, Emecé, Oveja Negra o Losada, pero todas terminaron replegándose y cerraron. Lo que ha hecho la peruana Altazor es admirable y señala una nueva época continental para las editoriales latinoamericanas”.

Leonardo Valencia

Oliverio Coelho (Argentina), Juan Ramírez Biedermann (Paraguay), Claudia Apablaza (Chile), Jorge Enrique Lage (Cuba), Willy del Pozo,

Pedro Peña (Uruguay), Victoria Larco; en Huanchaco, Trujillo.

Jorge Enriqe Lage: Carbono 14, una novela de culto (Cuba), Claudia Apablaza: EME/A, la tristeza de la no historia (Chile), Oliverio Coelho: Borneo (Argentina), Miguel Antonio Chávez: La maniobra de Heimlich (Ecuador), Pedro Peña: La noche que no se repite (Uruguay), Juan Ramírez Biedermann: El fondo de nadie (Paraguay), Ernesto Carlín: Takashi, historias robadas (Perú).

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En Piura Jorge Tume realizó la I Feria Internacional del Libro. Fue-ron dos días intensos de presentaciones. En una de ellas alguien del público le dijo a Jorge Enrique Lage que no parecía cubano porque no hablaba como cubano. Lage le respondió: “Oye chico, yo tengo más de diez días viajando por Perú y un peruano no habla igual que otro peruano”. Claudia y Oliverio visitaron Colán y, en la noche, el sueño de todos fue interrumpido por un repetido “papacito” que una intensa parroquiana pronunciaba en el hotel donde estaban hospedados.

El domingo 25 de julio los expedicionarios estaban de regreso en Lima. El lunes 26 se presentaron en la FIL. “La experiencia del lanzamiento de las siete novelas de Altazor, fue increíble. Más de 300 personas estuvieron en la sala César Vallejo, la más amplia de todas”, escribió el ecuatoriano Miguel Antonio Chávez. El martes 27 la clausura se llevó a cabo en La Casa de la Literatura Peruana.

“Conocer Perú fue adentrarme a la inmensidad de sus posibili-dades: las montañas, la altura, el color de las piedras, la mirada de su gente, el sabor de la comida; marca una línea entre mi pasado y mi presente. Sus niños, la angustia de la gente, su coraje. En el Perú sentí la valentía de un pueblo que se sabe grande gracias a su cultu-ra, a su historia”, declaró el paraguayo Juan Ramírez Biedermann.

Sin duda un recorrido como experiencia, como lección a otras editoriales: una gira como llamada de atención a un Estado ausen-te en la promoción de actividades culturales. Definitivamente el esfuerzo de Altazor por descentralizar la narrativa, no solo peruana sino latinoamericana, es un síntoma de que algo está cambiando positivamente en el circuito literario, significa además una muestra de lo viable que es realizar una acción que hermane a nuestros países. Altazor nos ha dicho que solo se trata de decisión, de querer hacer las cosas. Un viaje histórico de 17 días con novelistas de 7 países nos confirma que la ruta de esta editorial peruana ha dado un giro hacia la trascendencia.

Eso vale.

con su entusiasmo y buena onda. Fueron al departamento de Julio Cabrejos en San Miguel -el depa de Julio fue elegido como el lugar de concentración de los tres expedicionarios- y después salieron en busca de algunos pescados para el cebiche como plato de bien-venida. A la una y 50, Harold estaba de nuevo en el aeropuerto esperando el arribo de Jorge Enrique Lage que llegó de La Habana, previo desembarco en Panamá.

Mientras Willy disfrutaba del mundial, con Pedro y Juan, bebien-do algunas copas de pisco sour; Harold, Jorge Enrique, Oliverio y Julio, saboreaban el suculento cebiche preparado por Cabrejos. Así hasta las siete, que fue la hora en que otra vez Harold estaba frente a la sala de desembarque esperando a la chilena Claudia Apablaza.

A las 8 de la noche, con Ernesto Carlín de local en el equipo, estaban listos para partir rumbo a Huamanga. La primera ruta sería en compañía de Willy del Pozo, la de la costa con ambos. Huaman-ga, Huanta, Huancayo y Tarma, fueron las ciudades en donde se presentaron los expedicionarios. Como toda gira, este viaje no es-tuvo libre de anécdotas; aquí una de Willy: “En la carretera rumbo a Huancayo se reventó una llanta, fue quizá el primer momento cuando nos demostramos que habíamos hecho equipo -señala- yo no sabía cambiar el neumático, de repente bajó el argentino Olive-rio Coelho, nos pidió que no nos preocupemos y en menos de 15 minutos cambió el neumático”.

El sábado 17 regresaron a Lima. La primera actividad programa-da en la ruta de la costa era en Barranca, el lunes 19; las siguien-tes en Trujillo, Chiclayo, Piura y finalmente la clausura en Lima. En Barranca hicieron las coordinaciones con los hermanos López Morales. Juan, el menor, fue el responsable de la organización en la UNASAM. Cuando llegaron los recibieron con el almuerzo y con un auditorio cálido, atento e inquisidor. Se retiraron contentos. En la noche, dirigiéndose a Trujillo, Harold contó otra anécdota: “En Chimbote, sucedió algo rarísimo. De pronto tuvimos problemas con el tubo de escape, nos detuvimos a ver cómo lo solucionába-mos, cuando estuvo casi resuelto, regresamos otra vez a la pana-mericana: nuestra siguiente presentación era en Trujillo. Una hora después, Claudia Apablaza pregunta: ¿no hemos pasado por este grifo? La miramos. “No”. Al unísono. Y sí, efectivamente nuestro conductor se había equivocado y estábamos regresando a Lima”. Perdieron más de dos horas con el incidente. No sabían cómo ni adónde sucedió la desorientación. Llegaron a Trujillo a la 1 y 30 de la madrugada del martes. Lo notable fue la admirable paciencia de Eduardo Elías, el propietario del restaurant El Torremolinos, quien los estaba esperando con la cena desde las 10 y 30. Al día siguiente se presentaron en varios colegios.

El miércoles Willy se unió al equipo; visitaron Huanchaco don-de los acompañé con mi cámara para las fotos de rigor. Allí Harold informó que debía retornar a Lima para coordinar los eventos de la editorial en la FIL. "Vamos a Chiclayo" le dijo Willy. A las 4 de la tarde, el Altazormóvil, con Harold a bordo, estaba rumbo a Lamba-yeque. La presentación fue en el INC. El evento fue organizado por Stanley Vega y Cronwell Castillo del Grupo Signos. A las 11, Alva estaba sobre un bus de regreso a Lima. Los novelistas continuaron con Willy rumbo a Piura.

Una semana después, Óscar Saavedra, ya en Chile, le pasa a Harold, vía MSN, el correo electrónico de Claudia Apablaza. Pre-via inspección de sus cuentos en el google y algunas antologías, le escribe invitándola a participar con una novela inédita en la co-lección Altazor, Willy le puso el nombre, donde se editarían a los más representativos novelistas menores de cuarenta años. Claudia contestó al día siguiente: “acepto”, y les envió su Diario de las es-pecies y EME/A, la tristeza de la no historia. La segunda, inédita. Sugirió además dos escritores: Oliverio Coelho de Argentina y Jorge Enrique Lage de Cuba. De nuevo, previa lectura de sus textos en la red, Harold les escribe invitándolos a publicar y a venir a Perú a lo que sería la Primera Gira de Novelistas Latinoamericanos. Mientras tanto Willy del Pozo había descubierto al uruguayo Pedro Peña y a Juan Ramírez Biedermann de Paraguay, a quienes les escribió in-vitándolos a sumarse a esta singular aventura. Ambos aceptaron. Solo quedaba por definir a dos autores. Los elegidos fueron Miguel Antonio Chávez de Ecuador y el peruano Ernesto Carlín. Con ellos quedó completo el grupo de lo que denominaron la nueva expedi-ción libertadora. Que la inauguración sea en Ayacucho, dijo Willy. La clausura en Lima, agregó, Harold.

Necesitaremos un vehículo, exclamó Willy. Una camioneta para nueve, respondió Harold. El altazormóvil. Dijeron ambos.

Y alguien que nos auspicie, agregó.La Fundación Añaños, sugirió Willy.Y efectivamente, Willy del Pozo presentó el proyecto a la Fun-

dación Eduardo y Mirtha Añañaos, y la Fundación auspició la gira. Este hecho inédito sería del 12 al 27 de julio de 2010.

El evento empezó el sábado 10. Oficialmente el lunes 12 en Hua-manga, pero para Altazor comenzó la mañana del sábado cuando Willy acompañado de Roger Antón Fabián, recogió a Pedro Peña que llegaba de Uruguay. Pedro estrenó el Altazormóvil. Lo instala-ron en un hotel en San Borja, cerca a la oficina, el novelista prefi-rió quedarse a descansar para recargar sus energías. Willy volvió a los ajetreos editoriales, a las 6 arribaría Juan Ramírez Biedermann (Paraguay); Harold y Willy estaban contentos, cuatro días antes, corrieron el riesgo de que por razones de trabajo Juan llegue el martes, un día después de inaugurada la expedición. A las dieci-nueve menos quince recibieron a Juan y juntos fueron al encuentro de Pedro. "Los dos apóstoles", pronunció Willy. Los tres partirían a Ayacucho en la madrugada del domingo, el 11 era el mundial y ni locos para perderse esa final, menos en Ayacucho donde don Wilfredo, el papá de Willy había preparado una parrillada seguro de que España ganaría la Copa. Harold se quedó a recibir a quie-nes llegaban el domingo. El primero fue Oliverio Coelho que vino desde Buenos Aires. Cuando llegó Oliverio, Harold, se sorprendió

“El éxito de la gira fue enorme. Esto puede ser leído como muestra de que se vienen produciendo cambios importantes en los lectores de nuestros países, pero no solo en las grandes ciudades sino en las provincias. En esta extraordinaria experiencia de Altazor, se va del centro a los márgenes y no al revés, como lo fue hasta ahora, en la apuesta literaria por el éxito. Escritores de los márgenes para lectores marginales. Lectores acostumbrados a una literatura canónica que saluda a la bandera, ahora confrontados a escritores sin bandera, que son saludados, aclamados, requeridos por inquietudes y preguntas de estos lectores ayacuchanos, trujillanos, piuranos ganados para un tipo de nueva literatura latinoamericana”

Carlos Calderón Fajardo

“No puedo dejar de mostrar mi satisfacción, porque tanto Willy del Pozo y Harold Alva han sabido escoger bien, se trata de una colección que apuesta por la calidad literaria, y hay que decirlo puesto que estas siete novelas latinoamericanas reflejan un alto nivel que no hay que soslayar”.

Gabriel Ruiz Ortega

Miguel Antonio Chávez (Ecuador), Juan Ramírez Biedermann (Paraguay), Ernesto Carlín (Perú), Pedro Peña (Uruguay), Willy del Pozo (Editor General de Altazor), Jorge Enrique Lage (Cuba), Claudia Apablaza (Chile), Oliverio Coelho (Argentina) y Harold Alva (Editor Adjunto de Altazor)

Presentación de los novelistas en la Feria Internacional del Libro de Lima.

Miguel Antonio Chávez (Ecuador), Harold Alva (Editor Adjunto de Altazor), Pedro Peña (Uruguay), Juan Ramírez Biedermann (Paraguay) y Ernesto Carlín (Perú).

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� Gabriel Rimachi Sialer

Salinger no siempre fue huraño. En 1944, cuando contaba con tan solo 25 años, conoció a Hemingway cuando este, adelantándose al general Leclerc en la liberación de París, tomó el Hotel Ritz y sus bodegas de vino. Durante la celebración, Salinger le confesó a Hemingway que quería ser escritor, y el autor de Por quién doblan las campanas le pidió que le mostrara sus cuentos.

LA LetrA NoStrA

A pesar de que su primera publica-ción, el cuento Un buen día para el pez banana (1948), lo catapul-tara a la fama literaria por el in-

olvidable personaje suicida Seymour Glass, no es sino con El guardián entre el centeno (1951) que J. D. Salinger se convertiría en un referente imprescindible de la nueva narrativa contemporánea norteamerica-na. Y no es gratuito el aire de malditismo que se creó en torno a esta novela, la per-siguen varias leyendas: Mark Chapman, el asesino de John Lennon, declaró a la policía que su defensa se hallaba en las páginas de ese libro, firmado por él mismo durante un arresto sin resistencia. A inicios de la déca-da del 90, un niño acusado de asesinar a sus padres repetía, ante el juez que veía el caso, un pasaje completo de esta historia. Una antigua leyenda urbana llegó a decir que se rastreaba la pista de aquellos que com-praban la novela como prevención de po-tenciales asesinos. Pero toda esta historia se cuenta mejor en la película Seis grados de separación, en la que el personaje que interpreta Will Smith está haciendo una te-sis sobre la novela. A pesar de ello, El guar-dián entre el centeno se ha convertido en un libro de texto en las escuelas de Estados Unidos, y pese a no ser precisamente una novela juvenil, comparte el mismo espectro

J.D. SALiNGEr: EL EScriTor ENTrE EL cENTENo

de lectoría que El señor de las moscas (la violenta novela de Golding donde unos ni-ños se deshumanizan al tener que subsistir en una isla luego de un accidente aéreo) o El señor de los anillos, de J. R. R. Tolkien. Tres años más tarde, en 1954, publicaría 9 cuentos, colección de relatos donde desta-can Un buen día para el pez banana y Para Esmé, con amor y sordidez.

Con la aparición de El guardián... Salin-ger empieza una vida ermitaña que ayudó a consolidar su imagen de escritor excéntrico para algunos, loco para otros. Alrededor de su casa en un pueblo lejano llamado Cornish, Salinger hizo levantar una palizada para que nadie invadiera su privacidad. No brindaba entrevistas a ningún medio, peleaba para siempre con los amigos que declararan so-bre él, rompió lazos con su hija cuando ésta publicó una biografía no autorizada donde describía el carácter maniático de su padre, no se dejaba fotografiar, sus contratos edi-toriales especificaban que ninguna imagen debería ir en la portada, ninguna foto del autor, ninguna reseña o biografía. La novela hablaría por sí misma, caso contrario, una demanda haría que se destruyera el total de las impresiones realizadas. La última imagen que se le tomó fue toda una hazaña para el fotógrafo que la hizo, pues tuvo que esperar durante semanas a que el escritor

saliera de su casa a realizar compras en un supermercado: la imagen, que dio la vuelta al mundo, muestra a un iracundo Salinger intentado golpear al avezado gráfico.

Pero Salinger no siempre fue un hombre tan huraño. En 1944, cuando contaba con tan solo 25 años, conoció a Hemingway cuando este, adelantándose al general Leclerc en la liberación de París, tomó el Hotel Ritz y sus bodegas de vino. Durante la celebración, Salinger le confesó a Hemingway que que-ría ser escritor, y el autor de Por quién do-blan las campanas le pidió que le mostrara sus cuentos. Dos años después, Salinger le enviaría una carta desde Nuremberg, en la Alemania ocupada, contándole que se había hecho internar en un hospital buscando en-contrar a una enfermera que se pareciera a la protagonista de Adiós a las armas. Desde entonces, la influencia de Hemingway en la narrativa de Salinger sería dominante.

Tal como menciona acertadamente Niño de Guzmán en Relámpagos sobre el agua, El guardián entre el centeno es “una emoti-va novela sobre la pérdida de la inocencia, un vigoroso alegato contra los condiciona-mientos de la vida moderna y el imperio de la artificialidad. Lo que el muchacho de 16

años se pregunta constantemente es si es posible conservar la integridad de la infan-cia en un mundo adulto contaminado por la falsedad y la corrupción”.

Recordemos algunos pasajes al respec-to: Página 2: Mi hermano está en Hollywo-od prostituyéndose. Página 3: ¡Qué patán tan pretencioso era su padre! Página 9: La gente nunca se da cuenta de nada. Luego, en la página 23, ¿recuerdan a Holden Caul-field, el arquetipo de joven sensible, con su gorra roja de cazador?, ¿una gorra para la caza del ciervo? Qué te has creído. Me la quité y la miré con un ojo cerrado, como si estuviera afinando la puntería. Es una gorra para cazar gente. Yo me la pongo para ma-tar gente. Y en la página 99: Preferiría tirar a un tipo por la ventana, o cortarle la cabeza a hachazos, que pegarle un puñetazo en la mandíbula. Me revientan las peleas a puñe-tazos, lo que más me asusta es ver la cara del otro tipo.

Con todo, la novela de Salinger marcó a toda una generación, y sus desquiciados lectores marcaron a otras. Con su escritura suelta, pero calculada a la vez milimétrica-mente, Holden Caulfield parecía decirle a los jóvenes lo que esperaban escuchar. “Sé

que muchos de mis amigos se van a entris-tecer o escandalizar con ciertos capítulos. Algunos de mis mejores amigos son chicos. Es más, todos mis mejores amigos son chi-cos. Y me resulta intolerable que este libro sea puesto en un estante, lejos de su alcan-ce”, dijo Salinger.

J. D. Salinger ha muerto, a los 91 años, el 27 de enero de 2010, y con él se va una leyenda. Ahora sus lectores esperan a que todos los escritos que guardó tan celosa-mente durante más de medio siglo salgan a la luz. Pero algo es cierto, en el volumi-noso libro de Herman Hesse titulado Escri-tos sobre literatura, figura una reseña a El guardián entre el centeno, de 1953: “Ya se lea esta novela como historia individual de un muchacho difícil, ya se lea como símbo-lo de toda una nación y un pueblo, el autor nos conduce por el hermoso camino de la extrañeza a la comprensión, del rechazo al amor. En un mundo y en un tiempo pro-blemáticos, la literatura no puede alcanzar nada más elevado”. No es mal momento entonces para recordar también las certe-ras palabras de Norman Mailer, acaso pro-féticas: “El guardián entre el centeno puede cambiar la vida de la gente”. Amén.

“Preferiría tirar a un tipo por la ventana, o cortarle la cabeza a hachazos, que pegarle un puñetazo en la mandíbula. Me revientan

las peleas a puñetazos, lo que más me asusta es ver la cara del otro tipo”

J.D. SALINGER

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A principios de 1614, Miguel de Cervantes escribía una de las dos novelas que había anunciado en el prólogo de sus Novelas ejem-

plares: Los trabajos de Persiles y Segis-munda. Había publicado la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha en los primeros meses de 1605 y a partir de allí la fama de aquel libro había crecido en proporción inversa a la suya: en 1612 había aparecido la traducción al inglés de Thomas Shelton y en Francia aparecería ese mismo año, 1614. Desde la fecha de su publicación, el libro había sido reeditado en todas las ciudades de España, en ediciones autorizadas y, sobre todo, no autorizadas, lo que explicaba por qué su autor seguía viviendo en la pobreza. Había empezado a redactar ya la segunda parte de Don Qui-jote, pero otros proyectos —las Novelas ejemplares, por ejemplo, que aparecieron en 1613— habían retrasado la culminación de la novela. En ese escenario —primeros meses de 1614— aparece el Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, compuesto por el licenciado Alon-so Fernández de Avellaneda, natural de la villa de Tordesillas.

Era común que en aquellos años un autor se apropiara de un personaje famoso para escribir una segunda parte: de La Celestina y El Lazarillo de Tormes se conocieron con-tinuaciones más o menos fieles a los libros originales. En el final de la primera parte, Cervantes decía, sobre la continuación, que quizá otro cantará con mejor plectro, ade-lantándose tal vez a la posibilidad de que alguien distinto escribiera sobre la tercera salida de Don Quijote. Pero el prólogo del Quijote de Avellaneda era una suerte de defensa de un autor que revelaba haber sido ofendido en la primera novela, y que llenaba a Cervantes de insultos, llamándolo viejo, envidioso y manco, entre otras cosas, y reivindicando al entonces enemigo de Cervantes: Lope de Vega, supuestamente insultado también en la primera parte.

A partir de este suceso, Cervantes se abocó a la redacción de la postergada se-gunda parte. Tenía 66 años cuando apare-

ció el Quijote apócrifo. El autor que nueve años atrás había dado nuevos bríos a la novela en español, aventurándose a mez-clar los géneros lírico, trágico, cómico y dramático en un solo corpus (una escritura desatada, dice el cura en la segunda parte de la novela, acerca del primer volumen), insertando novelas que quebraban la línea narrativa de la historia principal y que, a contracorriente de la época, había creado una ficción donde los personajes importa-ban más que los hechos (y donde el narra-dor se reconocía apenas como un traduc-tor de la historia reproducida por el árabe Cide Hamete Benengeli), tenía la madurez necesaria y el genio intacto para concebir un nuevo recurso que le permitiría alum-brar una obra que quedaría por delante del Quijote apócrifo.

La segunda parte del ingenioso hidal-go don Quijote de la Mancha apareció en 1615, firmada por Miguel de Cervantes Saavedra, autor de su primera parte y ter-minaría de consolidar a Cervantes como el más grande novelista de la lengua espa-ñola. Desde los primeros capítulos de la segunda parte, los personajes están ente-rados de la existencia del primer libro y de su autor, el moro Cide Hamete Benengeli. Estos episodios habrían sido redactados mucho antes de 1614. A partir del cono-cimiento que tuvo Cervantes del libro de Avellaneda, los diálogos contienen una se-rie de alusiones a la novela apócrifa y a su autor: don Quijote declina de ir a Zaragoza porque el protagonista del libro rival viaja a esa ciudad, y hacia el final de la novela el caballero y su escudero se topan con Ál-varo Tarfe, personaje principal del libro de Avellaneda. Un juego metaliterario conce-bido hace más de trescientos años y que luce fresco y perfectamente actual: el per-sonaje robado al novelista usurpador com-para al Quijote y al Sancho de Cervantes con los de Avellaneda, y termina tomando partido por los personajes cervantinos en un documento.

Quienes han leído y estudiado la novela de Alonso Fernández de Avellaneda (seudó-nimo de un misterioso autor que hasta la

fecha no ha sido identificado) coinciden en que se trata de una buena novela, injusta-mente relegada. Aunque existen estudios y reediciones en España, es imposible encon-trar fácilmente una edición del Quijote de Avellaneda en nuestro país. Quizá un exce-so de celo por la obra de Cervantes ha im-pedido que la obra circule en grandes tira-jes o que motive estudios serios en el Perú. El Quijote apócrifo fue escrito en los años del Siglo de Oro Español, una época en que la narrativa estaba en su auge y en los cua-les había muchos autores que podían haber escrito una gran novela a partir de las pau-tas dadas por Cervantes. Por eso, los inves-tigadores señalan que se trata de una obra bien escrita, perfectamente estructurada y que revela un profundo conocimiento de la primera parte escrita por Cervantes. Así, a pesar de las rencillas literarias, Avellaneda terminó homenajeando una obra cuyo va-lor indiscutible lo motivó a escribir la con-tinuación.

Es una empresa ociosa imaginar cómo hubiera sido la segunda parte del Quijote cervantino si no hubiera aparecido la nove-la apócrifa de Avellaneda. Es más, este libro se nos aparece como el eslabón entre la pri-mera y la segunda parte —a la manera de una novela insertada en el corpus total—, una referencia bibliográfica que nos permi-te valorar mejor la obra de Cervantes. Segu-ramente en 1614 ya había sido concebido el hilo conductor que conocemos: la tercera salida del hidalgo sobresaltada por una se-rie de episodios burlescos (con una visión mucho más realista que en la primera par-te) y la persecución de Sansón Carrasco, a la que se agregaron la promesa de la goberna-ción para Sancho y los embustes armados por los duques para burlarse de don Quijo-te, así como la derrota final a manos del im-placable bachiller. Planteada solamente así, hubiera sido una gran novela. Pero uno de los rasgos que elevan a la novela de Cervan-tes al sitial que ocupa hoy es, precisamente, aquel diálogo que estableció con una obra concebida para ser un obstáculo y a la que fagocitó para convertirla en materia prima y en peldaño.

� Miguel Ruiz Effio

El prólogo del Quijote de Avellaneda era una suerte de defensa de un autor que revelaba haber sido ofendido en la primera novela, y que llenaba a Cervantes de insultos, llamándolo viejo, envidioso y manco, entre otras cosas, y reivindicando al entonces enemigo de Cervantes: Lope de Vega, supuestamente insultado también en

la primera parte.

defeNSA de Lector

EL oTro QuiJoTE

Tenía 66 años cuando apareció el Quijote apócrifo. El autor que nueve años atrás había dado nuevos bríos a la novela en español, tenía la madurez y el genio intacto para concebir un nuevo recurso que le permitiría alumbrar una obra que quedaría por delante del Quijote apócrifo.

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Lo dijo el pintor-poeta Wassily Kan-dinsky (1866-1944) y se seguirá di-ciendo: la literatura, la música y el arte son las primeras esferas más

sensibles en las cuales reposa la verdadera revolución espiritual, y el prurito del arte no se concentra solo en la búsqueda de una forma sino en el contenido artístico. Lo que buscaban Kandinsky y los expresionistas de su época, era una “nueva espiritualidad”, es decir, que los trazos y sus visiones internas fueran efecto de sus emociones, la redefini-ción del Geist (lo espiritual) para volcarlos en sus trabajos artísticos. El Expresionismo europeo (alemán), combinaba los distintos géneros (poesía, pintura, teatro, ficción, música, y cine) creando un collage lleno de esplendor, como se comprueba en la obra poética y pictórica de Paul Klee y el propio Kandinsky. Junto con ellos destacan Else Lasker-Schüler (1869-1945), August Stra-mm (1874-1915), Gottfried Benn (1886-1956) y Georg Trakl (1887-1914). Este co-llage se vuelve a presentar en este nuevo siglo veintiuno, durante la crisis de los gé-neros que vivimos, en búsqueda de una re-novación espiritual frente al fracaso de la exagerada era tecnológica. Los poetas y los artistas de hoy que entienden la verdadera revolución espiritual, no se preocupan sola-mente del lenguaje reseco y frio o del trazo calculado, sino en que sus obras muestren la vida misma, el espíritu del ser humano, el horror y la fascinación de estos tiempos que corren. Klee pensaba que el arte no reproduce lo que vemos, sino que nos per-mite ver. Paul Klee, nació en 1879 en Mün-chembuchsee, Suiza, hijo de padre alemán y madre suiza, ambos músicos profesiona-les. Paul desarrolló sus dotes de músico y artista hasta que cumplió diecinueve años, que es cuando decidió ser pintor a tiempo completo. Pero, como la música está den-

tro del ser, Klee continuó haciendo música, y formó parte de la Orquesta Municipal de Berna de 1902 a 1906. Asiduo oyente de sinfonías y óperas, escribió breves estudios sobre piezas musicales, como se corrobora en sus Diarios. Klee, en su primer período creativo, diseñó innumerables litografías a las que llamó “Invenciones”. En el año 1986, el 24 de enero de ese año, cuando eres estudiante de postgrado en Califor-nia, estuve presente en la exhibición de su arte gráfico en el Museo de Arte Moderno de San Francisco, que fue auspiciada por la Djerassi Collection: “Paul Klee: Figurative Graphics”. Escribo sobre estos trazos que me llenaron de entusiasmo aquella tarde de llovizna en la zona de la bahía. Sus litogra-fías expresan la angustia del hombre frente a la existencia y los sueños incumplidos, en un momento en que el mundo comenza-ba a cambiar radicalmente, anticipando la primera guerra mundial y los crímenes de los nazis, que más tarde confiscarían ciento dos de sus obras en 1937. Klee, aun cuan-do fue un artista que no estuvo involucrado directamente en ningún partido político, ni participó en protestas colectivas, su arte ex-presa la angustia de su tiempo. Así como la poesía la pintura ha dejado su testimonio de los acontecimientos que han sacudido a este planeta durante todas las épocas. Ver, en este caso “La mujer y la bestia”, “El héroe con el ala”, “Jardín de pasión”, “Sím-bolo pesimista de las montañas”, “Muerte de la idea”, “Meditación”, entre otros. Klee dijo que su intención no era representar al hombre como era sino como pudiera ser. Sus líneas representaron en su arte gráfico la confusión del mundo y la destrucción del mito del héroe, y la muerte de la idea ante la represión. Sus óleos y acuarelas, por otro lado, invitan a que la imaginación encuen-tre su propio significado, bien en los ojos

de los niños o de los astutos adultos. En “Alrededor del pez” aparece una bandera y al lado un signo de exclamación, círculos que pueden ser la mitad de la luna o el sol volando sin gravedad. En “Paisaje con pá-jaros amarillos” lo que interesa es el pla-cer de recorrer los trazos del paisaje del hado: humor y misterio, acuarela amarilla con nubes como alas, pájaros amarillos suspendidos al revés del cielo anteponién-dose a la oscuridad de la idea. La imagina-ción de Klee no tiene límites, recurre a lo invisible, a lo que el poeta pintor quisiera ver entre la naturaleza, el mundo y el ser humano.

Klee, el poeta, escribió estos trazos de palabras que lo ubican como un poeta pro-fundo: “Permanezco con toda mi armadu-ra/ Yo no estoy aquí/ estoy/ lejos/ en las profundidades/ brillando con los muertos” (”Poema, 1914), y este otro: “Hay/ una sola/ verdad:/ en el ser un peso/ una pe-queña piedra” (”Poema”), y: “Un ojo que ve/ y otro que siente”, “Hombre-Animal:/ reloj de sangre”, “La luna/ en la estación del tren:/ una de las tantas luces del bosque;/ una gota/ en la barba de la montaña” (La traducción me pertenece). Klee vuelve a emerger para ironizar el mundo y rever la humanidad con un nuevo ojo, y al mismo tiempo escuchar con él: “sonido de cor-nos./ [y] Esmeraldas”.

El tiempo, como quería Einstein, es re-lativo y también las palabras y las cosas en esta época de catástrofes y cambios abrup-tos. Dentro de todo posible pesimismo, el arte y la poesía pueden salvar a la huma-nidad. Por eso los museos son grandes dadores de vida: el tiempo quiere volver a mostrarnos su lado oscuro, pero a través del arte, el tiempo conmensurable se de-tiene, y deja su ala de paz sobre nuestros hombros.

LAS iNVENcioNES DE PAuL kLEE

eL cUerVo ANAcoretA eJercicioS de VÉrtiGo

Los poetas y los artistas de hoy que entienden la verdadera revolución espiritual, no se preocupan solamente del lenguaje reseco y frio o del trazo calculado, sino en

que sus obras muestren la vida misma, el espíritu del ser humano, el horror y la fascinación de estos tiempos que corren.

� Miguel Ángel Zapata

Pensar desde las alcantarillas, así hu-biese titulado un artículo sobre aque-llos que decidieron pensar desde las

afueras del pensamiento. Aquellos espíritus que parecían animales indomables y vícti-mas de una lucidez colindante con la fuerza de las tormentas en pleno océano. Con-quistadores de los estrechos callejones de la mente, atravesaron a solas los desiertos en que los filósofos sistémicos y rigurosos convirtieron la filosofía. Su pensamiento no fue como el de aquellos que como huma-noides tímidos enturbiaron el mundo con una perorata ajena a la vida. En las épocas cuando el hombre atravesaba una fe ciega en el progreso, que arrastra siempre tras de sí la catástrofe , una fe en un sistema que servía como cárcel cómoda para no pensar en las terribles aventuras de ir más allá, de desnudar la existencia, de arrancar todas las imposturas en que habíamos convertido nuestro tránsito por la tierra.

Horror de horrores. Ha sucumbido más gente por la “razón” que por la barbarie. Amparada en las cárce-

les de pensamiento, hemos destruido toda posibilidad vital, imponiendo el error mul-tiplicado en intricados raciocinios que han asolado desde el lugar más solitario hasta las ciudades más pobladas. Hemos allanado la tierra con la sangre. El pensamiento se ha visto inmiscuido como una prostituta de la brutalidad humana. Todos los sistemas sur-gidos del resentimiento han asolado todo signo de vida, han invadido con ese tufillo de igualdad, o mejor dicho han asfixiado, todo lo que deseaba crecer de una mane-ra sana con una tabula amañada con falsos principios. Han vulnerado nuestro sistema de inmunodeficiencia y nos han expuesto a la incertidumbre, colocándonos en las fron-teras de la muerte más absurda. No hubo

lemas más nocivos producto de un pensa-miento descrito en cientos de páginas que aquel lema que reza una falsa unidad. Re-sentimiento S.A. La empresa asoló con su gélido aliento decenas de países, bajo una mano de hierro y de la más desigual parcia-lidad. Propagó los discursos que avasallaron a los hombres bajo el imperio de la inmun-dicia y del crimen, del robo y de la burocra-cia del mal. No existe peor execración que encerrar al hombre por odio a sí mismo.

¿Podremos rescatar aun nuestra mente de aquellas aguas nauseabundas don-de han sumergido los principios más

elevados? ¿Cómo arrebatar de las manos de los farsantes lo que le han robado como vulgares ladrones al pensamiento y a la vida? Hemos llegado a un punto donde el mayor “proyecto” se ha magnificado en una guerra silenciosa que nos arrincona a los oscuros ca-llejones de la muerte y el delirio. Atravesamos la peor de todas las muertes, la esclerosis de la mente humana, que se activa tan solo con millones de estímulos insustanciales. La era de la cibernética se ha convertido en la nue-va tiranía y en la nueva teología. SI alguien anunciaba el progreso como camino hacia el Bien, este Bien ha sido concebido dentro de los conceptos malsanos, el fin de la historia solo ha contabilizado decenas de guerras, cuya imposición del Bien ha sido aplastar a cualquiera que no ha encajado dentro de esta idea. Las Grandes Ideas han convertido la vida en la peor de todas las opresiones.

Suplantar a Dios. Esa tarea infame ha sido resuelta con los sistemas totalita-rios, tanto en la política como en la filo-

sofía. Pero suplantar en la forma más tiránica posible. Un dios insaciable de sangre y prepo-tencia, que hace sucumbir todo ser vivo hasta en el lado más inhóspito de la tierra.

Todos los sistemas surgidos del resentimiento

han asolado todo signo de vida, han invadido con

ese tufillo de igualdad, o mejor dicho han asfixiado, todo lo que deseaba crecer

de una manera sana con una tabula amañada con

falsos principios.

1 El progreso y la catástrofe son el anverso y rever-so de la misma moneda. Paul Virilio.

� Jorge Hurtado

PriNciPioS PArA SoBrEViVir AL NAuFrAGio DEL PENSAMiENTo

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Page 26: Paul Laurent, Buscando el Paraíso, financiero

CARLOS CALDERÓN FAJARDO. El viaje que nunca termina (La verdadera historia de Sarah Ellen). Lima: Altazor, 2009.Cuando se lee el subtítulo de esta novela uno espera leer una novela gótica, pero resultamos enga-ñados, la novela tiene como eje central la travesía que hace una pareja de irlandeses en el buque de vela Estrella del mar. Sarah Ellen y su esposo John P. serán testigos de la locura, la soledad, la incom-prensión. La novela no trata de dilucidar la vida de Sarah Ellen, tanto es así que Álvarez, el capitán del buque, se roba el protagonismo de la narración como un ser escindido entre sus creencias religiosas y sus supersticiones de navegación. El periplo se torna extraño y confuso: La Habana, Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Perú. Negados a desembarcar por la enfermedad (cólera) de John, pero sobre todo por la creencia de que en ese buque había una vampiro. El telón de fondo, y por ende la huida hacia América, es la primera guerra mundial, la desolación, y la acertada metáfora final del desierto.

GRUPO LITERARIO SIGNOS. Demolición de los reinos. Lima: Sol Negro Editores, 2010.

Desde la Región Lambaye-que este grupo literario se mantiene muy activo. El libro contiene cuatro poemarios ti-tulados “Los últimos días de Caín” de José Abad Ascurra; “¿Dónde acaso es camino?” de Cromwell Castillo Cabre-jos; “Abandono del hastío” de Ronald Calle Córdova y “Per-sistencia del alarido” de César Boyd Brenis. Una muestra car-gada de imágenes apocalípti-cas, metafísicas, gnosticismo, presencia de la naturaleza unida a referencias de poesía maldita y trascendentalista: Baudelaire, Bukowski, Panero, Pessoa, Colinas, Gamoneda. Sin duda otro panorama de lo que literariamente ocurre más allá de Lima.

MARIO PERA. Preparaciones anatómicas. Lima: Lustra Editores, 2009.

PA es un libro cosmopolita que bebe de las fuentes de la poe-sía alemana e italiana: Trakl, Quasimodo, Rilke, Pavese, en-tre otros. El poeta se instala en la vieja Europa y desde allí, con un lenguaje que colinda con el discurso profético y bíblico se afirma como “un taxidermista” o como “hijo de un espejismo y un carpintero”. Imágenes de ruina y espanto. Interpelacio-nes a la divinidad a través de la frágil condición humana: “A Dios / he de observarlo escrito, / pues erguido como está mi cuello, / aún soy diminuto”. El crítico Ricardo González Vigil consideró a este libro como la revelación poética del año pa-sado en su recuento del diario El Comercio.

EDUARDO GONZÁLEZ VIAñA. El amor de Carmela. Lima: Altazor, 2009.

Nuestro autor continúa con sus novelas sobre la inmigración la-tinoamericana. En esta novela hace uso magistral de la trama y de la estructura para darnos un fresco de nuestros tiempos. Carmela, colombiana, soñado-ra, vive pensando en encontrar a su príncipe azul. La rutina, la desidia, el desasosiego y un marido constrictor la harán buscar refugio en otras activi-dades y personas. Así conoce-rá, por intermedio del chat, a Chuck Williams, estadouniden-se, veterano de guerra, lisiado y pobre, pero parecidísimo al actor Robert Duvall. La histo-ria jugará con las nociones de realidad e irrealidad y acabará mostrándonos la condición de los latinos en Norteamérica.

BELLAS Y SUICIDAS. Selección, notas y prólogo de Nora Alarcón. Lima. Sol Negro Editores, 2010.

Bellas y suicidas es una anto-logía que reúne 15 voces de poetas mujeres suicidas del si-glo XX. Una lectura inusual para comprender desde el discurso de la pérdida el hilo estético de las escritoras antologadas. Sin duda un valioso aporte de Nora Alarcón, poeta a quien debe-mos revisar para interpretar su estudio. Las suicidas selecciona-das son las poetas Florbela Es-panca, Sara Teasdale, Alfonsina Storni, Antonia Pozzi, Marina Ts-vetáieva, Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik, María Emilia Cornejo, Anne Sexton, Veronica Forrest-Thomson, Ana Cristina César, Miyó Vestrini, Amelia Rosselli, Martha Kornblith y María Mer-cedes Carranza. Vale.

LiBroS PoeSÍA� Paúl Guillén

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Tiene en la mirada a todos los animales salvajes padeciendoencierra un bosque en el pecho y cuando respira hondopareciera que el aire agita las ramas y volaran los pájaros

Casi nunca sale de su cuerpoa veces se lanza a las calles en busca de fantasmas o solo se sienta sobre su piel tendida en la veredadesde allí mira a las gentes que llegan lo ven y así viéndole se alejanEn seguida se guarda los ojoslos colores parecen herirlepor eso camina en busca de rincones oscuros y frescosdonde depositar la leve luz que brota de su reino

(creo que miró tanto a La Luna que logró capturarla en sus entrañas)

De sus manos cuelgan cartones,plásticos que constituyen una barrera con la humedad a la hora del sueñoy es en este sueño donde a veces asoma algún recuerdo de esa otra vidala que se le escurrió junto con el último chorro de agua que tenía en las manoscuando de niño lo llevaban al marcuando aún no le nacían las ganas de ser un árboly descubrir los misterios del silencioEntonces el chorro vuelve y forma caminos en su rostropero El Brujo ha renunciado a entender el significado de las lágrimasy solo las deja correr deseando que rieguen su cuerposu cuerpo semilla el cuerpo desde donde hace añosespera que le crezcan verdes ramaspor eso duerme en los parques deseando acaso que en alguno de ellos sus pies queden enterrados y echen raíces.

El b

rujo

Nació en Trujillo en 1988. Estudia Medicina. Ha publicado Cianosis (2006)

nora puertas

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El libro de Enrique León está dividido en 4 estancias que dan tí-tulo al libro Parte Uno, Parte Dos, Aparte y Sin Parte, en total son 30 poemas. El primer poema “de ti” empieza planteando

claramente la relación del poeta con la sociedad (la esfera de lo pú-blico) y la relación del poeta con la soledad (la esfera de lo privado). En la primera esfera el yo poético se asume como uno, como un individuo: “porque ante la gente soy uno”, en cambio en la esfera de lo privado esta voz se siente desvalida, impotente: “y a solas / arrinconado / solo un poco de eso / de silencio”. Esta voz poética en la esfera de lo privado no se siente “uno”, no se siente plenamente un individuo y sólo le queda ampararse en el silencio y en el re-cuerdo de otro cuerpo semejante pero sin marcas de género en el texto. La voz poética solo puede recordar el olor, los ojos, los pasos. Cuando uno sigue avanzando en la lectura de los poemas el cuerpo del otro se hace más patente, más presente. Mi hipótesis es tal vez que este cuerpo es el propio poema y que sirve de excusa al poeta para escribir sobre el deseo del otro cuerpo. Fijemos la atención en la descripción de los cuerpos, la voz poética tiene los “labios / sucios y ruinosos” (p. 15), mientras que del otro cuerpo nos en-teramos que tiene una espalda y que como dijimos antes hay un recuerdo de un olor, de unos ojos, de unos pasos, y que además se produjo un contacto entre esos dos cuerpos: “ahora que tu lengua me encierra” (p. 16), hemos avanzado un poco más en la lectura, y ahora el cuerpo del otro tiene espalda, lengua, cicatriz y corazón: “quiero que me ayudes a continuar / y sonreír / corazón / al lado de esta cicatriz y su corazón” (p. 17). Seguimos avanzando en la lec-tura y el cuerpo del otro tiene pecho, lágrimas, manos. Pero la voz

poética también tiene corazón y lágrimas. Vamos avanzando por la página 19 y aquí hay una clave: el cuerpo de la voz poética está signado por la soledad, en tanto el cuerpo del otro está transido de miedo. Este miedo se produce porque la voz poética expresa: “tu deseo es mi secreto”, ese secreto perturba al cuerpo del otro. Pero ¿qué es eso que lo perturba? ¿Su condición social, política, sexual, o todo ello junto? Lo único viable para la voz poética es quedarse con el recuerdo del cuerpo del otro y con sus palabras: “me voy / me llevo tus palabras” (p. 19). Ahora quisiera subrayar que en va-rios poemas de esta primera sección se siente la necesidad de unir, de fundir el cuerpo del uno con el cuerpo del otro, por ejemplo esta metáfora del cuerpo del uno “aprisionando” entre comillas al cuerpo del otro: “dejemos que mi casa / te enrede en sus venas / junto a las heridas de un árbol” (p. 15). En el poema “747” la re-lación entre los cuerpos se torna angustiante, incluso para el que lee el poema, y no solo como marca textual, sino como experiencia vivencial, este poema me hace recordar la “Carta a Antonio” de César Moro, no tanto a nivel de lenguaje ni de manejo de la ima-gen surrealista, sino en el fondo del poema: “tu silencio es una luz que me apresa / en un cúmulo de papel mojado // por no querer tu libertad / que me asfixia // la cobardía se me acomoda cuando miento y sonrío”, tanta angustia en esos cinco versos, es increíble esa carga de sufrimiento. Para que no queden dudas transcribo los primeros versos de la “Carta a Antonio” de Moro: “Te quiero con tu gran crueldad, porque apareces en medio / de mi sueño y me levantas como un dios, como un auténtico dios, / como el único y verdadero”. El poema “y a veces” (p. 22) nos plantea la figura de la

LA TErNurA DE ENriQuE LEÓN EN VAriAS PArTES Y SiN PArTE

manos felices / y garabatos de niños artistas / y quiero que alguien venga a ella un día pero de día / pero si llega de noche que no tema” (p. 55).

Al inicio quería hablar de la ternura –lo he dejado para el final porque me parece muy importante-, pocos poemas causan ternu-ra, es difícil pensar en la ternura, es más tuve que buscar en el DRAE lo que significa. Y el diccionario escuetamente dice esto: ter-nura: “cualidad de tierno”, pero ¿qué es ser tierno?, buscamos de nuevo, tiene varias acepciones dentro de todas prefiero quedarme con dos: 1) Se dice de la edad de la niñez, para explicar su delicade-za y docilidad y 2) Afectuoso, cariñoso y amable. Creo que esas dos definiciones calzan bien con el libro de Enrique León. Me ordeno y retomo, por ejemplo, un poeta peruano que me causa ternura es Jorge Eduardo Eielson, otro es Carlos Oquendo de Amat, estoy casi seguro, aunque en poesía nada es seguro, que deben de ser dos de los grandes referentes de nuestro poeta. Pongo dos ejemplos, cuando Eielson escribe en un poema: “En la noche, / cuando quiero tocar la luna /, toco la luna / de mis anteojos negros”. ¿Qué más tierno que eso? O cuando Oquendo de Amat escribe: “Para ti / ten-go impresa una sonrisa en papel japón”. Esta sensación de ternura la he sentido en muchos pasajes de este libro, remarco un ejemplo: “tengo una pequeña alegría en mi cajón: / tus labios pegados a los míos / con un clip”. (p. 20). De estos cuerpos, de los miedos, del silencio, de la soledad, de esta infinita ternura nos habla este Par-teUnoParteDosAparteSinParte (Lima, EstaNoEsUnaPutaEditorial, 2009), primer libro de Enrique León, y por eso lo saludo tocando la luna con una sonrisa en papel japón y con un clip.

¿Qué es ser tierno? Tiene varias acepciones, dentro de todas prefiero quedarme con dos: 1) Se dice de la edad de la niñez, para explicar su delicadeza y docilidad y 2) Afectuoso, cariñoso y amable. Creo que esas dos definiciones calzan bien con el

libro de Enrique León

� Paúl Guillén

Pero ¿qué es eso que lo perturba? ¿Su condición social,

política, sexual, o todo ello junto? Lo

único viable para la voz poética es quedarse con el

recuerdo del cuerpo del otro y

con sus palabras.

piel, como sabemos la piel es lo que separa lo propio de lo alterno, es decir, y en este caso, lo que no permite que los amantes o los cuerpos se fundan en uno solo. Veo la carátula del libro y leo en la página de créditos el título de la serigrafía, dice “Lolita”, vuelvo a ver la carátula y si es una Lolita pero que tiene marcadas en un color rojo intenso unas pantys, un pezón y un pene que pueden ser entendidos como prótesis o al revés es un cuerpo masculino que está travestido con la panty. Un dato adicional si uno aguza la vista en la panty se puede leer en letras negras muy pequeñas y en francés: “el invisible es rojo”. Ese rojo estaría marcando lo que no se ve, lo secreto. Entonces, la premisa va cambiando un poco ¿el cuerpo del otro es indefinido o está travestido? Además, corrobo-rando la hipótesis que el cuerpo del otro es la propia poesía estos versos de la página 23 refuerzan la idea: “pequeño papel bond / esta noche te recuerdo que escogiste quedarte en mi corazón // porque el que no soy yo te siente lejana”. El cuerpo del otro sería ese papel bond donde el poeta escribe el poema, pero también el cuerpo del otro sería ese ser que se siente lejana y más adelante se expresa como “callada y brillante / como un engaño” (p. 23). E incluso en un poema posterior es más explícito, el cuerpo del otro es una niña: “guardar en tu rubor de niña mis poemas blancos”. En el poema “por alguna razón” la voz poética se siente sola y quiere llorar por la partida del cuerpo del otro: “no siento tu silencio ni las sombras”. Hasta aquí resumiendo las palabras claves de la primera sección titulada “Parte Uno” serían: miedo, dolor, amor que no se puede decir: “cómo mirarte desearte poseerte / y olvidarte”.

En la segunda parte titulada “Parte dos” el cuerpo del otro cla-ramente si tiene marcas de género, aunque no olvidemos la idea del cuerpo travestido o indefinido, pero son emblemáticos estos versos: “te haré el amor como si fuera una sombra / te lo haré sin amor / mientras tu lengua / sorbe esta vida / compañero” (p. 35). En esta sección se remarca el sentimiento de pérdida del otro cuerpo, además, se le reclama por la entrega total del cuerpo de la voz poética, y lo más interesante, se profundiza en el símbolo de la herida. Hemos hablado de la piel como barrera natural entre lo propio y lo alterno. La herida justamente estaría en otro nivel de la cadena como un elemento doloroso en esa relación entre lo propio y lo alterno. La herida no sería una barrera sino una marca. En el poema “hombre” hay una cópula entre los cuerpos: “soy el que te penetra de felicidad”, pero esta felicidad expresada es melancólica y por ende se siente el sufrimiento, el deseo reprimido, el miedo. No por algo los versos finales del poemario nos hablan de la felici-dad y la fealdad: “cuando pido perdón / por el tiempo / y por esa felicidad / que a veces / escribo con f de fealdad” (p. 56). Final-mente en esta segunda sección “Parte Dos” cimentando la idea del cuerpo travestido en el poema “acuario” la voz poética le pide al otro que deje “de ser hombre” (p. 39).

La tercera parte se titula “Aparte” y tiene dos poemas “mi ma-dre” y “mi padre”, los dos poemas sirven para reforzar la idea de la desolación por la pérdida del cuerpo del otro, del cuerpo amado, en el primer poema se refuerza la tristeza de la madre: “quiere saber por qué / me vivo de tristeza” y en el segundo poema se re-fuerza el silencio del padre como una barrera para la comunica-ción y las relaciones familiares: “padre / me duele este silencio / los minutos enormes las miradas vacías” (p. 48).

La cuarta parte se titula “Sin parte”. Consta de 4 poemas y es la reconciliación de la voz poética con la naturaleza, con la cultura y con la sociedad. Es la superación final del recuer-do del cuerpo amado. Y acaba el ciclo poético con la petición de una relación amorosa heterosexual, o incluso homosexual, pero sin miedo, sin censuras: “yo quiero mi casa con huellas de

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DE ENLOQUECER

eL GrAN PeZ

� Antonio Moretti

Subes al auto. 6pm. Tomas la av. Javier Prado. Siempre lo haces. El vapor pegajoso que brota del asfalto castigado por el calor del verano ingresa por la ventanilla. El respal-do del asiento hierve porque todo el día ha estado bajo el

Sol. La corbata te ahoga. Y sabes que vas a estar atrapado en el tráfico, como siempre, durante una hora. En la misma cuadra -ya has tomado el tiempo- pasas 27 minutos. Sudas. Apagas el mo-tor y de inmediato parece que van a avanzar los demás autos. Lo enciendes. Pero es una falsa alarma. 27 minutos. 28 minutos. Un auto, solo metros adelante, se recalienta. Esto va a agregar unos minutos más. 32 minutos en la misma cuadra y no estás ni siquiera cerca de casa. Una mosca. Vuela alrededor de tus ore-jas. Zumba. Se posa sobre tu cuello húmedo. La espantas. Zumba. Suena el claxon de un bus. Un hombre se te acerca para venderte algún dulce; observa tu reloj, va a tratar de arrancharlo. Zumba. El claxon. El ladronzuelo se acerca. Zumba. ¿Cómo no volverse loco? William Foster (Michael Douglas) busca una escopeta de dos caño-nes y comienza a matar gente cuando esto, lo cotidiano, pareciera escogerlo para joderle la vida. Porque así nos pasa a todos. Un día, simplemente pareciera que las variables de la vida nos escogen como conejillos de indias para ver cuál es el límite y cuando se cru-za, a ver pues papá, qué haces. Un día de furia (Schumacher, 1993) es eso, el momento en el que una persona ordinaria, que solo quie-re ir a visitar a su hija por su cumpleaños, cruza el límite. Tal vez la opción ante esta locura sería buscar un trabajo más tranquilo, algo

nocturno, donde no pasa mucho, un trabajo sin mayores decisio-nes que tomar, presiones que enfrentar, como conducir un taxi. Un taxi amarillo cruzando las silenciosas y oscuras avenidas. No ha-bría calor, ni nada que nos retrase. Todo lo contrario. Habría tanta calma que nos permitiría observar las calles, las prostitutas sien-do golpeadas por sus cafiches, o menores de edad ofreciendo fa-vores sexuales por algo de droga, ladronzuelos bolsiqueando a los borrachos que desprecias por licenciosos. Tantas bestias noctur-nas. Travis Bickle (Robert de Niro) decide dar justicia. No permitir que estas bestias controlen todo. Siente pena. Decide usar armas de distinto tipo, entrenarse, concentrarse en lograr su objetivo. Taxi Driver (Scorsese, 1976) siempre me provoca enfrentarla con la teoría del superhombre de Nietzsche. ¿Podemos realmente vi-vir frente a la injusticia y permitirla una y otra vez sin que haga-mos algo? ¿Creemos que no nos afecta? ¿No afectará a nuestros hijos? Aunque también podríamos pensar que eso solo les pasa a los otros. Pues podríamos ser más bien oficinistas que tienen un auto con aire acondicionado; en una oficina pulcra y buen sueldo. Que incluso viajamos constantemente, pues realizamos trámites, preguntas, respuestas, llenamos un formulario, como agentes de seguros; incluso conocemos personas; por ejemplo, aquel que se sienta junto a nosotros en el avión: una conversación efímera, divertida, inteligente. Un nuevo amigo que nos conoce más de lo que nosotros quisiéramos y con quien peleamos. Después de una cerveza, ¡pum!, un puñetazo, dónde quieras, lo más fuerte que

puedas, le solicita, es lo que te falta hacer. Y así empieza todo. Golpearte con tu amigo, luego con otros, extraños que se con-vierten en tus hermanos, una hermandad compuesta por todos los que están hartos de cómo les toco la vida. “Primera regla: ja-más se habla del club de la pelea”, escucha decir con satisfacción Edward Norton (narrador de la historia del cual nunca sabemos su nombre) a Tyler Durden (Brad Pitt), el hombre que cualquier persona cuerda desearía ser; por lo menos es lo que el mismo personaje sugiere. El club de la pelea (Fincher, 1999) debe es-tar en una de mis diez ha llevar a una isla desierta que cuente con DVD, Plasma y Home Theather. Los diálogos, la fotografía, el lenguaje estético, la música; todo convierte el trabajo de Fincher en uno perfecto; y sobre todo por aquello que comparte con las primeras (Un día de furia y Taxi driver), una teoría sobre la ciudad y la sociedad actual. Refulge el cansancio, la frustración, esa ame-naza silenciosa que nos hace temer cuando vemos a un hombre solitario con mirada de asesino. Sabemos que realmente puede serlo. Son tres películas para volverse loco un fin de semana. Son tres películas que me hacen pensar que si cae una gota más sobre el vaso, se convertirían en opción de vida. Pero que a la vez, por esa maravillosa capacidad que tiene la ficción, nos permite sobrevivir y liberar, a partir de la transferencia, de creer lo que vemos en la pantalla, de comernos las historias, de vestirnos de protagonistas, todos los dolores de lo cotidiano y pensar que, por lo menos, en la ficción, la locura puede vencer.

Taxi Driver (Scorsese, 1976) siempre me provoca enfrentarla con la teoría del superhombre de Nietzsche. ¿Podemos realmente vivir frente a la injusticia y permitirla una y otra vez sin que hagamos algo? ¿Creemos que no nos afecta? ¿No afectará a nuestros hijos?

William Foster (Michael Douglas) busca una escopeta de dos cañones y comienza a matar gente cuando esto, lo cotidiano, pareciera escogerlo para joderle la vida. Porque así nos pasa a todos. Un día, simplemente pareciera que las variables de la vida nos escogen como conejillos de indias para ver cuál es el límite

El club de la pelea debe estar en una de mis diez ha llevar a una isla desierta que cuente con DVD, Plasma y Home Theather. Los diálogos, la fotografía, el lenguaje estético, la música; todo convierte el trabajo de Fincher en uno perfecto

TRES MARAVILLOSAS

FORMAS

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Yo no quise ser poeta. Escribía por inercia empujada por un extraño impulso. Si a eso le llaman ser poeta, entonces quizá lo soy. Después, por curiosidad y quizá por soledad intenté buscar en los libros esa señal que me identifique y me enseñe nuevas vías para traducirlo.

Fotografía: José Samamez

Lali García Almeyda: Nació en Lima en abril de 1978. Es mamá, pintora y poeta. El 2008 publicó su primer libro: Hiperestesia (Zignos). Actualmente se dedica al diseño. Administra el blog: mamacita soltera en RPP.

Si el universo es infinito la vida no puede tener fin.

No me llama la atención la poesía coloquial, pienso que un poema debe ser concebido como un cuadro, como una imagen, ser demasiado explícita me limita tremendamente, quizá por

eso haya leído poca poesía peruana de las últimas décadas.