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1 Testimoniar la muerte Pero la memoria no es nada sin el contar, y el contar No es nada sin el escuchar-Paul Ricoeur- La obra titulada Vivo hasta la muerte es un compendio elaborado post mórtem a par notas archivadas por el filósofo francés Paul Ricoeur. Dentro de este libro se encuentra el tema de la muerte como imaginario del que Ricoeur pretende realizar un ejercicio de ah que manifieste en las primeras lneas! "#Por dónde comenzar ese tardo apr #Por lo esencial, de inmediato$ #Por la necesidad % la dificultad de hacer el due querer e&istir después de la muerte$' (Ricoeur, )**+, p g. -- . Para efectos del desarrollo del presente te&to nos ocuparemos de tres de los cap libro! Hasta la muerte: del duelo y de la alegría seguido de La muerte para termi Fragmento: iempo de la o!ra, iempo de la vida" /sta revisión de los te&tos s con el objetivo de dar respuesta a la siguiente interrogante! #$n %u& radica la r ipseidad como 'orma de preparación para la muerte( Pregunta que surge a raz de u los planteamientos de Ricoeur en su ejercicio de duelo! "0o% dira! defensa fil ipse para una ética de la responsabilidad % la justicia. Renuncia al ipse para una preparación para la muerte' (Ricoeur, )**+, p g. 12 /n dicha empresa de duelo el autor se acerca a lo que él llama lo m)s a!stract equvocos de la muerte, de la palabra muerte' (Ricoeur, )**+, p g. -- /quvocos desde su interpretación deben ser aclarados a raz de las confusiones que generan el caso de los conceptos! mori!undo y agoni*ante. Dicha aclaración se muestra co sendero a recorrer dentro de un ejercicio de duelo, % en dicho sendero la aclarac reconocimiento terapéutico. /l primer equvoco al que el filósofo francés quiere enfrentarse surge de unas pr propósito de la muerte de un ser querido, preguntas que parecen e&pon insistente sobre los muertos! "#/&isten a3n$ #4 dónde$ #/n qué otro lugar$ #5ajo qué forma visible a nuestros ojos$ #6isible de otra manera$ (7 #qué clase de seres so muertos' (Ricoeur, )**+, p g. -8 9 partir de estas interrogantes se propone qu configura un imaginario que! "procede por deslizamiento % generalización! mi mue nuestros muertos, los muertos. :eneralización por disipación de las diferencias. el tercero. Los muertos como terceros desaparecidos, los difuntos' (Ricoeur, )**+ <uertos con los que nunca se da un desprendimiento completo, definitivo pues! "no

Paul Ricoeur y Su Muerte

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Testimoniar la muerte

Pero la memoria no es nada sin el contar, y el contar No es nada sin el escuchar-Paul Ricoeur-

La obra titulada Vivo hasta la muerte es un compendio elaborado post mrtem a partir de notas archivadas por el filsofo francs Paul Ricoeur. Dentro de este libro se encuentra el tema de la muerte como imaginario del que Ricoeur pretende realizar un ejercicio de duelo, de ah que manifieste en las primeras lneas: Por dnde comenzar ese tardo aprendizaje? Por lo esencial, de inmediato? Por la necesidad y la dificultad de hacer el duelo de un querer existir despus de la muerte? (Ricoeur, 2008, pg. 33) .

Para efectos del desarrollo del presente texto nos ocuparemos de tres de los captulos del libro: Hasta la muerte: del duelo y de la alegra seguido de La muerte para terminar con el Fragmento: Tiempo de la obra, Tiempo de la vida. Esta revisin de los textos se realiza con el objetivo de dar respuesta a la siguiente interrogante: En qu radica la renuncia a la ipseidad como forma de preparacin para la muerte? Pregunta que surge a raz de una de los planteamientos de Ricoeur en su ejercicio de duelo: Hoy dira: defensa filosfica del ipse para una tica de la responsabilidad y la justicia. Renuncia al ipse para una preparacin para la muerte (Ricoeur, 2008, pg. 69)

En dicha empresa de duelo el autor se acerca a lo que l llama lo ms abstracto: Los equvocos de la muerte, de la palabra muerte (Ricoeur, 2008, pg. 33) Equvocos que desde su interpretacin deben ser aclarados a raz de las confusiones que generan como en el caso de los conceptos: moribundo y agonizante. Dicha aclaracin se muestra como el sendero a recorrer dentro de un ejercicio de duelo, y en dicho sendero la aclaracin tiene un reconocimiento teraputico.

El primer equvoco al que el filsofo francs quiere enfrentarse surge de unas preguntas a propsito de la muerte de un ser querido, preguntas que parecen exponerse de manera insistente sobre los muertos: Existen an? Y dnde? En qu otro lugar? Bajo qu forma visible a nuestros ojos? Visible de otra manera? ()qu clase de seres son los muertos (Ricoeur, 2008, pg. 34) A partir de estas interrogantes se propone que se configura un imaginario que: procede por deslizamiento y generalizacin: mi muerto, nuestros muertos, los muertos. Generalizacin por disipacin de las diferencias. El amado-el tercero. Los muertos como terceros desaparecidos, los difuntos (Ricoeur, 2008, pg. 34) Muertos con los que nunca se da un desprendimiento completo, definitivo pues: no nos desembarazamos de los muertos, jams terminamos con ellos (Ricoeur, 2008, pg. 34). Esas inquietudes y en especial sobre la suerte de los muertos son las que pretende exorcizar Ricoeur como un intento de duelo para s mismo.

Al comienzo de dicha empresa Ricoeur se imagina a s mismo como el muerto de maana: Y esa imagen del muerto que ser para los otros quiere ocupar todo el lugar, con su carga de preguntas: qu son, dnde estn, cmo son los muertos? (Ricoeur, 2008, pg. 35) Manifestando en primera persona que su querella es contra esa imagen del muerto que l ser para los sobrevivientes. Dichos sobrevivientes son los que formulan la inquietante pregunta por si los muertos siguen existiendo en alguna parte, y en consecuencia las posibles respuestas.

A esta anticipacin en primera persona, en relacin con la suerte que puede deparar tras la muerte, el filsofo francs la denomina la obsesin del ante-futuro: Vuelvo a la palabra clave de mi respuesta al por qu del duelo al que quiero entrar, en trabajo de duelo: la interiorizacin antes de mi muerte de una pregunta post mrtem, de la pregunta: qu son los muertos? Verme ya muerto por anticipado, una pregunta de sobreviviente (Ricoeur, 2008, pg. 35)

Llegado a este punto Paul Ricoeur da un salto para asomarse a otra idea de muerte que es la mortalidad, que radica en el deber morir algn da, para lo que propone que se reconocer una finitud aceptada, pero: Ser despus de haber luchado con lo imaginario de la muerte del que an no he dicho ms que una figura, la anticipacin del muerto de maana que ser para los sobrevivientes, mis sobrevivientes (Ricoeur, 2008, pg. 37) Lo que significa una pronta aceptacin de ideas ms existencialistas sobre la muerte, pero que sern precedidas por el imaginarse como un sobreviviente de su propia muerte.

Una vez se ha atravesado por la mencin de la muerte y la mortalidad Paul Ricoeur se detiene para dar un largo rodeo alrededor de una significacin en relacin a la palabra muerte: El morir como acontecimiento: parar, finalizar, terminar (Ricoeur, 2008, pg. 37). Para enfrentarse a este imaginario Ricoeur recurre al concepto de moribundo, que desde su perspectiva es tal para quin asiste a su agona, propuesta que se empieza a explicitar proponiendo que: Pensarme como uno de esos moribundos es imaginarme como el moribundo que ser para quienes me asistan al morir (Ricoeur, 2008, pg. 37) Aseveracin que expone dos modalidades imaginarias de asomarse al gran acontecimiento que es la muerte: El asistir y el sobrevivir, con la diferencia de que el asistir sera el acontecimiento ,el vnculo entre la muerte y el moribundo, mientras que el sobrevivir se emparenta con el duelo, es decir: La separacin aceptada del difunto que se aleja, se aparta del vivo para que este sobreviva (Ricoeur, 2008, pg. 37)

Esta anticipacin- obsesin del ante-futuro aterra en un punto determinante al pensador francs, esa idea anticipadora de un moribundo que ser para un espectador que asista a su muerte: Pues bien. Digo que la anticipacin de la agona constituye el ncleo concreto del miedo a la muerte (Ricoeur, 2008, pg. 37) Ante esta anticipacin de la idea de muerte como agona el pensador francs quiere enfrentarse y para ello continua en primera persona: me esforzar por liberar la inevitable anticipacin del morir y de la agona misma de la imagen del moribundo en la mirada del otro (Ricoeur, 2008, pg. 38). Para tales efectos se remite a testimonio de mdicos especializados en cuidados para enfermos terminales de SIDA y cncer.

Desde los testimonios de estos especialistas: los enfermos en trance de muerte no se perciben como moribundos, como prontos muertos, sino como an vivos (Ricoeur, 2008, pg. 38) Lo que termina por ocupar en la reflexin una ampliacin del horizonte de comprensin, no sesgado por el imaginario de un lugar despus de la muerte, sino de la movilizacin de las fuerzas vitales por afirmarse hasta el ltimo momento. Desde su interpretacin estos testimonios funcionan como elementos para pensar de manera separada dos categoras que suelen confundirse: el agonizante y el moribundo: El agonizante en cuanto distinto del moribundo (Ricoeur, 2008, pg. 38)

Desde su perspectiva ese testimonio que radica en que los enfermos en trance no se perciben como prontos muertos contiene en su interior lo que distingue al agonizante del moribundo y que desde su perspectiva es Lo esencial: lo Esencial es en cierto sentido () lo religioso; es, si me atrevo a decirlo, lo religioso comn, que en el umbral de la muerte, transgrede las limitaciones consustanciales a lo religioso confesante y confesado (Ricoeur, 2008, pg. 39) Lo que quiere decir que desde la mirada de esta mdica que lanza su testimonio hay algo que permanece en el tiempo hasta el ltimo momento, que desborda los cambios, las variaciones imaginativas y que permite concebir al otro en su dimensin de viviente hasta el ltimo momento.

Ricoeur lo llama lo esencial, lo religioso: pero en qu consiste lo esencial? en un acto de fe? quizs en un milagro? En este punto se piensa en el reconocimiento que Ricoeur le da al otro a travs de la espontaneidad benvola. Dicha espontaneidad radica en ese darse al otro solicitante:

Nuestra apuesta es que es posible profundizar bajo la capa de la obligacin y alcanzar un sentido tico que no est oculto bajo las normas que no pueda invocarse como recurso cuando estas normas enmudecen, a su vez, frente a casos de conciencia indecibles. Por eso, nos interesa tanto dar a la solicitud un estatuto ms fundamental que la obediencia al deber. Este estatuto es el de una espontaneidad benvola, ntima ligada a la estima de s dentro del objetivo de la vida buena (Ricoeur, S mismo como Otro, 1999, pg. 198)

Ese sentido tico que no est oculto bajo las normas puede ser una respuesta a lo esencial que modifica la mirada del testigo que ya no percibe al enfermo como un moribundo, sino como un agonizante en el que hasta el ltimo suspiro la vida se contina afirmando. Ahora, en ese reconocimiento en el que hay un cambio de la mirada por parte del testigo:

() no es importante que el agonizante se identifique, se reconozca-por vagamente que lo permita la conciencia declinante-como el confesante de tal o cual religin, tal o cual confesin. Tal vez no sea sino frente a la muerte cuando lo religioso se iguala a lo Esencial, y cuando se trasciende la barrera entre las religiones. (Ricoeur, 2008, pg. 40)

Este igualarse de lo religioso a lo esencial es un fenmeno que desde la visin de Ricoeur se aproxima a la experiencia religiosa. Dicha experiencia excede al concepto, y se puede emparentar con lo que Jean- Luc Marion ha denominado el fenmeno saturado, un fenmeno que no tiene tamao, del que se alcanza a decir como en este caso que se asoma en los linderos de la muerte. En palabras del profesor Germn Vargas Guilln en el texto Excedencia y Saturacin, un fenmeno de este tipo: puede ser vivido y experimentado (..) en el orden de experiencia cultural, en el orden de la experiencia personal-pongamos por caso tica-: sin necesidad de ritos, de mitos, de creencias e incluso sin instituciones y autoridades (religiosas) (Guilln, 2011, pg. 34)

Ahora bien, en su propuesta de lo esencial Ricoeur aclara que su combate es contra el imaginario del morir asociado al espectador en el que este ve al agonizante como un moribundo, y continua relatando: Quiero liberarme de esa mirada desde afuera dirigida al moribundo, y de la anticipacin interiorizada de esa mirada desde afuera dirigida a m, moribundo (Ricoeur, 2008, pg. 40) Anticipacin en la que l quiere exorcizar el imaginario trastocando dicha mirada por una que: ve en el agonizante a alguien an vivo, alguien que apela a los recursos ms profundos de la vida () Es la mirada de la compasin no la de espectador que prev al ya muerto (Ricoeur, 2008, pg. 41).

En este duelo Paul Ricoeur se aproxima a una dimensin tica que se puede enlazar con la propuesta del S mismo como Otro, pues en su ejercicio el francs manifiesta: pero hay as mismo una dimensin especficamente tica, en lo tocante a la capacidad de acompaar en la imaginacin y la simpata la lucha del agonizante todava vivo, viviente an hasta la muerte (Ricoeur, Vivo hasta la muerte seguido de Fragmentos, 2008, pg. 42) Relacin que se teje a partir del acompaamiento que en la llamada espontaneidad benvola se presenta en respuesta a la solicitud del otro, y en ese acompaamiento adviene :

Un tipo de igualacin, cuyo origen es el otro que sufre (..) Pues del otro que sufre procede un dar que no debe precisamente en su poder de obrar y de existir, sino en su debilidad misma. Quiz ah reside la prueba suprema de la solicitud: que la desigualdad de poder venga a ser compensada por una autentica reciprocidad en el intercambio, la cual, en la hora de la agona, se refugia en el murmullo compartido o en el suave apretn de manos (Ricoeur, S mismo como Otro, 1999, pg. 199)

A propsito del apretn de manos y del murmullo compartido vale la pena traer a colacin otro testimonio evocado por Ricoeur a propsito de Jorge Semprn y la muerte de Maurice Halbwachs, donde el primero relata su acompaamiento en la agona de su amigo, lo que termina por exponer el afloramiento de lo esencial: una llama de dignidad, de humanidad vencida pero inclume. El destello inmortal de una mirada que constata la cercana de la muerte () (Ricoeur, 2008, pg. 43) Ante esa mira solicitante Jorge Semprn relata que era menester ayudar con una palabra potica en respuesta a lo esencial de aquel que agonizaba, por lo que le susurra evocando a Baudelaire: Oh muerte, viejo capitn, ya es hora levemos anclas (Ricoeur, 2008, pg. 43) Ante lo cual Semprn continua testimoniando que la mirada de Halbwachs se vuelve menos borrosa, y este sonre en su morir, muere, pero acompaado hasta el instante final por su amigo. Cuestin ante la que el francs manifiesta que es un morir en compaa donde: La comprensin se dirige hacia el vivir finalizante y su recurso a lo esencial (Ricoeur, 2008, pg. 45)

Una vez se ha expuesto esta confusin que existe entre la visin del moribundo y del agonizante nos remitiremos a otro imaginario del que habla Ricoeur : La designacin de la muerte misma como un personaje activo (Ricoeur, 2008, pg. 45). Para ello el francs manifiesta que se inclina a creer que : La muerte personificada, activa y destructora, surge en lo imaginario en el punto donde los moribundos y los muertos ya muertos se tornan indistintos (Ricoeur, 2008, pg. 46). Para ello se remite al ejemplo de los campos de concentracin a propsito de testimonios de Jorge Semprn y de Primo Levi.

As las cosas, Ricoeur propone que esa imagen se configura a propsito de las grandes epidemias de clera o peste, y como en el caso de los campos de concentracin: en esa situacin extrema en la cual el sobreviviente provisorio est rodeado, circunscrito, sumergido por la masa indistinta de los muertos y los moribundos, y habitado por el sentimiento de la muy grande posibilidad de su muerte prxima (Ricoeur, 2008, pg. 46) En esa situacin el sobreviviente se imagina como si ya formara parte de la massa indistinta de muertos y moribundos.

Para ahondar en este imaginario Ricoeur evoca la obsesin que pone a Jorge Semprn frente a la alternativa: o vivir a costa de olvidar, o recordar, escribir, contar, pero verse impedido de vivir, porque la muerte superada sera el verdadero real y la vida un sueo una ilusin (Ricoeur, 2008, pg. 47). Obsesin que se presenta en la medida que la muerte parece ser ms real que la vida misma, ante lo que Ricoeur pregunta: qu es esta muerte ms real que la vida? Posible obsesin a destiempo por lo que se experiment entorno a la muerte, la obsesin en parte con el humo del crematorio que termina por ser una atestacin de la muerte.

Esta experiencia a la que el filsofo francs denomina obsesin tiene como antecedente un sentido de sobreviviente, de ese que estuvo all, que atisb el horror de las cmaras de gas de las que nadie habra de ser sobreviviente: Sobrevivir: haber sido dispensado de ello, los dispensados del horror (Ricoeur, 2008, pg. 47) Y ese sobreviviente, Jorge Semprn, en la obra titulada: La escritura o la vida a travs del personaje Marloux manifiesta que detrs de la muerte se esconde el Mal ms profundo, lo que significa que para emparentar a los moribundos y a los muertos en una massa perdita se requiere del signo del Mal absoluto en oposicin a la fraternidad, o en otras palabras el viejo dilogo cristiano. Esto en la medida que para Marloux existe la posibilidad de que en ese dilogo solo sea necesario hacer un llamado al Mal para que la muerta tambin sea invocada y avance.

Este llamado desde la visin de Ricoeur indica que: sin el cemento del mal, la amenaza misma de la muerte no confundira a los moribundos y la muerte, en una horrible epidemia (Ricoeur, 2008, pg. 48) Bendicin del mal que obliga a Ricoeur a preguntar s: La Muerte sera ms real que la vida a margen de la prosopeya del Mal absoluto? (Ricoeur, 2008, pg. 49) Cuestin ante la que contesta dentro de una suerte de analtica que la mayscula no corresponde a la muerte sino al Mal en casos donde: el contagio es exterminio, o en otros trminos un programa de muerte organizada por el Malo (Ricoeur, 2008, pg. 49) Programa donde el Malo surge como un imaginario operante que atenta contra la vida, contra la fraternidad, que victimiza.

Para mantener la figura del exterminio Ricoeur manifiesta que dentro del imaginario popular el contagio se percibe tambin como empresa de exterminio: Primera generalizacin por deslizamiento en virtud del cual la muerte violenta se convierte en figura del Mal absoluto, de la enemistad (del diablo?De Dios? De qu Dios vengador? Acaso Malo? (Ricoeur, 2008, pg. 50). Contagio que se convierte en miedo de un operador imaginario que atenta contra la vida. A este primer deslizamiento se suma otro en el que cualquier muerte, como la muerte banal por causas naturales, dgase el envejecimiento termina por ser cobijada por el espectro del exterminio, es decir toda muerte extermina y est cementada por el Mal absoluto. Para exorcizar ese imaginario de que toda muerte extermina se pretende devolver el imaginario a su origen por lo que se expone que la muerte no es el Mal, si no tal vez una apariencia, es decir, que en ese duelo se debe atravesar un proceso en el que se desprendan los espectros de la muerte de la figura del Mal absoluto, que como ya se ha mencionado en el tradicional dilogo cristiano tiene como contraparte la fraternidad.

En esa lnea argumentativa Ricoeur sigue caminando de la mano de Jorge Semprn para manifestar que a esa figura del aparecido, del sobreviviente, para el que si se quiere la Muerte es ms real que la vida se puede sumar el tema de lo indecible de la muerte: El nico acontecimiento del que jams podremos hacer la experiencia individualmente (Ricoeur, 2008, pg. 52) Para lo que se argumenta que los Epicreos solo se enfocaron en la experiencia, pero se olvidaron de la imaginacin y para ello est el caso de J.Semprn que es una vctima de lo imaginario, de los espectros de lo imaginario que hacen creer que la muerte es ms grande que la vida. En combate contra lo imaginario Ricoeur en su dilogo con J.Semprn introduce el concepto de Memoria, la memoria como posible cura para lo imaginario. Una memoria que clama por ser atestada y espacializada en el lenguaje, por ser tejida en una narrativa que requiere como complemento la escucha y comprensin del otro, pero, el problema nace a raz de cmo testimoniar experiencias lmites? cmo testimoniar la propia muerte?, para lo que se propone que se requiere de artificios, de la literatura que delinea alternativas de exteriorizacin en un ejercicio de duelo que pretende sanar la memoria herida, y esa transmisin de las experiencias puede convertirse en un trabajo que enaltezca la vida sobre la muerte.

En relacin a la cura de la memoria el francs deja por sentado que es posible aprender a vivir , es decir, el duelo se asoma en cuanto se potencializa la capacidad en primera persona de evocar un episodio y de exteriorizarlo en una narrativa, sin que dicha situacin se exponga de manera tan dolorasa cargada por el espectro de la muerte. Ejercicio de duelo que a propsito puede ser emparentado con la fenomenologa del hombre capaz que Ricoeur expone en el libro Caminos del Reconocimiento donde la capacidad de narrar-se y de tejer un relato de vida de distintas maneras es una indicacin de una de las capacidades humanas ms naturales, la de exteriorizar las experiencias, de volverse capaz y ser reconocido ante otros.

En dicho captulo de Caminos del Reconocimiento se manifiesta que a travs del testimonio de vida se puede dar cuenta de un tipo de identidad identidad narrativa-en la que se percibe un crecimiento ontolgico de la ipseidad en su figura de la promesa, es decir, el S mismo crece y se configura permaneciendo en el tiempo a travs de la palabra otorgada al otro, al amigo, al amado. Este permanecer en el tiempo es una muestra en el camino del duelo por sostenerse domesticando al tiempo a travs de la fidelidad en la palabra. Vale la pena aclarar que esta idea de hacer ejercicio de memoria para curar lo imaginario no tiene siempre los mismos efectos de permitir una potencializacin de la ipseidad , y para ello Ricoeur se remite al caso de Primo Levi que si bien especializ sus experiencias lmites en obras como Hundidos y Salvados con miras a una comprensin a futuro de los acontecimientos en el campo de concentracin en que estuvo recluido, no consigui vivir para seguirla contando, sino que se suicid, lo que significa que en su caso no se pudo emparentar el trabajo de memoria con el trabajo de duelo, un duelo que de darse vence la obsesin con la situacin lmite del exterminio.

Para continuar, una vez hecha estas remisiones previas al captulo sobre el duelo me ocupar de la seccin titulada La muerte en la que Ricoeur manifiesta de manera contundente que: La muerte es en verdad el fin de la vida en el tiempo comn a m, vivo, y a quienes me sobrevivan. La supervivencia son los otros (Ricoeur, 2008, pg. 63) Lo que termina siento un combate contra el imaginario de la supervivencia despus de la muerte y para ello Ricoeur se remite a la idea de gracia por lo cual: No espero nada para m; no pido nada he renunciado-trato de renunciar -a reclamar, a revindicar. Digo: Dios, hars lo que quieras de m. Acaso nada. Acepto no ser nada. Acepto no ser ms (Ricoeur, 2008, pg. 65) Ensimismamiento, posible dilogo con la voz de la conciencia de la que surge otra esperanza que no es el deseo de seguir existiendo.

Para exponer dicha empresa de este modo de esperanza se elabora una remisin a X. Len Dufour que manifiesta en la obra Face a lamort: Jess et Paul que Jess utiliz un lenguaje distinto del lenguaje de la pos muerte y el fin de los tiempos y en ellos se aparta de la tradicin proftica, en la que todo est en futuro (Ricoeur, 2008, pg. 66), es decir, desde esa interpretacin existe un llamado en las escrituras a reconocer el reino de los cielos entre nosotros, por lo cual en referencia a Juan 5,24 la resurreccin en el ltimo da no slo ser concedida en el fin de los tiempos, esto en la medida que ahora el creyente ha pasado de la muerte a la vida. Un paso donde no hay un esquematismo de supervivencia con lo eterno posterior a lo muerte, sino que se piensa en la gracia de Dios como posibilidad dentro del tiempo humano a travs de la espontaneidad benvola en respuesta al atisbo de lo esencial en la mirada de la vctima, del disminuido.

Con miras a aclarar la idea de la muerte como fin en relacin al tiempo comn ms arriba mencionada nos ocuparemos del Fragmento: Tiempo de la obra, Tiempo de la vida donde se termina por precisar a modo de sntesis la disputa con los imaginarios sobre la muerte, esto en la medida que el francs se pregunta qu es morir para el existente?, lo que radica desde su perspectiva en disociar en el nombre propio lo mortal de lo inmortal, pero, lo inmortal no como una referencia de supervivencia, sino en una remisin a la autonoma semntica de las obras que ha dejado el que ya no est. Para tales efectos el ejemplo del artista que pinta un cuadro y lo deposita en el tiempo inmortal[footnoteRef:1] de su creacin, tiempo inmortal de la obra en relacin a la finitud de su existencia, tiempo inmortal que abre acceso para que los supervivientes puedan interpretar el lienzo, pero en el lienzo ya no est el artista porque ha quedado atrs en otro tiempo, que fue el tiempo de su vida. [1: Inmortal no quiere decir eterno, sino no marcado por la mortalidad del ser viviente.]

Una vez se ha realizado este recuento por los principales planteamientos de la obra de Ricoeur nos ocuparemos de dar respuesta a la pregunta formulada al inicio del texto: En qu radica la renuncia a la ipseidad como forma de preparacin para la muerte? Pregunta que surge a raz de una de los planteamientos de Ricoeur en su ejercicio de duelo: Hoy dira: defensa filosfica del ipse para una tica de la responsabilidad y la justicia. Renuncia al ipse para una preparacin para la muerte (Ricoeur, 2008, pg. 69)

Dicha ambivalencia tiene como precedente una obra ya mencionada de su etapa ms hermenutica, por lo cual nos remitiremos de nuevo a ella con el afn de precisar conceptos. As, el objetivo de Ricoeur en el libro V de S mismo como Otro., titulado La identidad personal y la identidad narrativa es el de poner en dilogo dos modos de permanecer en el tiempo: el dem y el ipse. Desde la visin de Ricoeur una de las tonadas claves de esta primera forma de relacionarse con el tiempo es el carcter, que se entiende como: el conjunto de disposiciones duraderas en las que reconocemos a una persona (Ricoeur, 1996, pg. 115) .Este asunto se puede explicitar en relacin con ejemplos de disposiciones tales como el cdigo gentico, el RH, y marcas fsicas. En La fenomenologa del hombre capaz Paul Ricoeur despliega este primer polo de la identidad-mismidad :

Se puede asignar al carcter este primer tipo de identidad entendiendo por ello todos los rasgos de permanencia en el tiempo, desde la identidad biolgica del cdigo gentico, reconocido por las huellas digitales, a lo que se aade la fisionoma, la voz, los andares, pasando por las costumbres estables o, como se suele decir, contradas, hasta las marcas accidentales por las que un individuo se da a conocer como la gran cicatriz de Ulises (Ricoeur, pg. 135)

Estas disposiciones humanas que permiten reconocer a una persona se caracterizan por estar en el tiempo de una manera en la que no existe una intencionalidad y perseverancia de la conciencia de s, sino ms bien una pasividad en la que prima un ncleo comn, un invariante, en oposicin a lo que es diferente. Caso contrario al que ocurre con el segundo polo de la identidad, es decir, la ipseidad. Dicha identidad desde la visin del filsofo francs: No implica ninguna afirmacin sobre un pretendido ncleo no cambiante de la personalidad. Y esto, aun cuando la ipseidad aportase modalidades propias de identidad, como lo atestiguar el anlisis de la promesa (Ricoeur, 1996, pg. XIII).

Ahora, esta identidad ipse tiene como paradigma la promesa que se entiende en trminos generales como una forma de sostenerse en la palabra dada al otro. Desde la visin de Ricoeur: Una cosa es la perseveracin del carcter; otra, la perseveracin de la fidelidad a la palabra dada. Una cosa es la continuacin del carcter, otra, la constancia en la amistad (Ricoeur, 1996, pg. 118). Como lo podemos ver se asoma la diferencia entre las dos modalidades de identidad, pues de un lado tenemos una identidad como mismidad en donde la relacin con lo diferente es por oposicin, mientras que en este ltimo caso la relacin con lo diferente, con el otro, est permeada por una inclusin en la existencia de s mismo de aquel a quien se le promete.

Ante estas dos modalidades de estar en el tiempo, ya sea como una pasividad en la esfera del carcter, o como una domesticacin del tiempo con la palabra dada al otro con el caso de la promesa, Paul Ricoeur manifiesta que es posible pensar en una puesta en dilogo de estas dos modalidades de identidad. Para ello se piensa en una relacin dialctica que se ve elevada a su mxima altura en la identidad narrativa que revela en su interior un dilogo entre el carcter y la promesa.

Como lo podemos apreciar el filsofo francs pone en dilogo dos formas de identidad, mismidad e ipsedad, pero valga la aclaracin que su intencin es potencializar la ipseidad como apuesta tica en la que se reconoce al otro, en la que se le da un peso a la institucin de la palabra con la promesa, por lo cual l manifiesta una defensa del ipse por encima del dem-carter donde hay carencia de una conciencia de s. De ese modo se comprende la defensa de la ipsedad con miras a una tica de la responsabilidad, mientras que la suspensin de esta en relacin a la muerte es una aceptacin fruto del duelo con el imaginario de la supervivencia. De un lado est el llamado a reconocer que dentro de la esfera del tiempo humano existe la posibilidad de permanecer en los compromisos amorosos y comunitarios, y del otro que ms all del lmite con el gran acontecimiento (la muerte) lo mejor es abandonar toda espereza, la esperanza de supervivencia, la esperanza con los otros.

Trabajos citadosGuilln, G. V. (2011). Ausencia y Presencia de Dios: 10 estudios fenomenolgicos. Bogot: San Pablo.Ricoeur, P. (1999). S mismo como Otro. Espaa: Siglo XXI.

Ricoeur, P. (2008). Vivo hasta la muerte seguido de Fragmentos. Buenos Aires: Fondo de cultura econmica.