Pedagog a Del Caos

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Pedagoga del caos

Pedagoga del caosEsther Daz

El primer principio de la termodinmica postula que la energa total del universo se mantiene constante, no se crea ni se destruye, se transforma. Pero el segundo principio estipula que si bien la energa se mantiene constante, est afectada de entropa. Es decir, tiende a la degradacin, a la incomunicacin, al desorden. La enunciacin del principio de entropa conmocion a una ciencia que tena como uno de sus principales bastiones la capacidad de predecir de manera determinista. Y, tan pronto como se conoci la tendencia al caos, se pens en la autoaniquilacin del universo [i]. No obstante, existen posturas cientfico-epistemolgicas optimistas, porque el caos no implica necesariamente la destruccin definitiva del sistema afectado. Del caos puede tambin surgir el orden. Mejor dicho, un nuevo orden.Ilia Prigogine, Premio Nobel de Qumica 1977, considera que se pueden esperar nuevos equilibrios surgidos de situaciones crticas, caticas o que tienden a la incomunicacin. Prigogine llega a esta conclusin a partir de sus estudios sobre estructuras disipativas. Se trata de sistemas altamente desordenados en los cuales la conducta imprevisible de un elemento del conjunto puede conducir a una reestructuracin armnica. Estos sistemas de reintegracin de fuerzas han sido estudiados, entre otras disciplinas, en la fsica, la qumica, la informtica, la biologa y las ciencias sociales [ii].Pensemos una situacin de crisis como la que se viva en la decadencia del Imperio Romano. En medio de terribles fluctuaciones sociales comenz a cobrar volumen una de las tantas sectas orientales que circulaban por el Imperio. Entre las esculidas ruinas de un mundo que se derrumbaba surgieron tmidos brotes de subjetividades renovadas. La secta cristiana, una ms de las tantas que pululaban entonces, se propag de manera subterrnea. No obstante, para la cada del Imperio, los cristianos contaban con una organizacin que les permiti constituirse en una fuerza de magnitud insospechada. Lo que se inici como dispersin, logr imponerse a las inveteradas costumbres romanas. Estamos frente a un caso de legalidad surgida de clulas sociales aparentemente incomunicadas entre s.Las estructuras disipativas abren una posibilidades de nuevas lecturas sobre la pedagoga. Pues, cambiando lo que hay que cambiar, tambin en los procesos educativos se producen situaciones que amenazan con ser caticas. Pero que contienen entre sus propios elementos las condiciones de posibilidad para un cambio positivo. Ovbiamente, que una propuesta de este tipo implica un cambio de perspectiva respecto de la manera tradicional de pensar la educacin. Pero tal vez tambin en esto convendra escuchar a Prigogine. Quien asegura que si revirti los conceptos clsicos de la ciencia, no fue porque se lo haya propuesto a priori, sino porque estudiando el devenir de diferentes procesos, lleg a la conclusin que no siempre los procesos irreversibles conducen a un camino sin salida; que no se puedan revertir no necesariamente implica que se agoten. Pueden surgir nuevas posibilidades. O, dicho de otra manera, nuevas oportunidades[iii].En otras pocas se sostena que la pedagoga deba conducir a la perfeccin del ser humano. En plena poca tecnolgica y digital, esos valores evidentemente estn siendo descartados. Hoy el ideal del hombre ilustrado le est dejando su lugar al ideal de la capacidad de aprender. Antes el conocimiento se acumulaba, ahora se descarta. Mejor dicho, se aprenden cosas que en poco tiempo dejan de tener vigencia. Por ejemplo, los programas de computacin que envejecen tan pronto como se los comienzan a manejar con cierta soltura. Se trata entonces de estar abiertos a nuevas capacidades e informaciones, ms que a la adquisicin definitiva de los conocimientos.El paradigma del mundo como un gran texto que debe ser ledo de manera lineal, siguiendo una cadena de causas y efectos, se desvanece en favor de la realidad como un hipertexto con varias entradas. Actualmente, el mundo de los argumentos debe compartir espacios con las imgenes. La pantalla convive con el libro; la escritura con el mundo de las imgenes; y la concisa realidad cotidiana con la sugerente realidad virtual. Es verdad que la actual intoxicacin de informacin trae aparejados varios incovenientes, pero no deja de aportar sus ventajas. Es un inconveniente, por ejemplo, la desaparicin del tiempo. La mayora de los contemporneos activos nos quejamos por la falta de tiempo. La simultaneidad informtica y meditica nos obliga a reacciones instantneas y nos aleja de la reflexin. Adems, la desaparicin de las distancias y el surgimiento de comunicaciones compulsivas nos incitan a integrarnos a diferentes redes informticas (E-mail, Internet, fax, sumados a las comunicaciones ya tradicionales como el correo, el telgrafo y el telfono). Las formas humansticas de la meditacin y la crtica han entrado en crisis. Pero la crisis no necesariamente desemboca en caminos sin salida. Nos estamos enfrentando con desafos pedaggicos desconocidos hasta el presente. Indignarse por lo que una poca histrica dej detrs puede ser legtimo. Pero no ayuda a recuperar lo perdido, ni ayuda tampoco a interactuar con las nuevas formaciones culturales. La reflexin pedaggica no puede, o no debe, prescindir de las realidades actuales. Nuestro presente ha generado una episteme polifactica. Los territorios de cada disciplina de estudio ya no estn determinados de manera frrea. Los mrgenes epistemolgicos de las distintas ciencias se flexibilizan y sus corpus se hacen ms complejos.Por otra parte, en tica se asiste a una pluralidad de cdigos. Cada vez se presta ms atencin al respeto por la diferencias y a la posibilidad de aceptar (al menos en teora) las posturas ajenas por dismiles que sean a las propias. Las actuales prcticas sociales, cientficas y morales le exigen a la pedagoga teoras acordes con la poca que nos toc vivir. La consideracin del conocimiento y de las subjetividades como construcciones histricas no puede dejar de lado la incidencia del azar y de la libertad. Tampoco la posibilidad de las crisis o del caos. Hemos arribado al fin de las certidumbres. La naturaleza y el ser humano distan mucho de ser previsibles. Pero ello no impide estudiarlos ni conocerlos. Exige, ms bien, tratar de comprenderlos no ya como objetos de estudio, sino como sujetos de dilogo. Estamos en el umbral de un nuevo captulo de la historia de la pedagoga. Nuestro desafo, entonces, es pensar, discutir y construir esta disciplina cientfica en continuo proceso de cambio: una pedagoga de lo previsible, pero tambin del devenir - en ltima instancia - una pedagoga del presente que no reniega del pasado pero que apuesta al futuro. Esther Daz

[i] Jorge Luis Borges, en La doctrina de los ciclos, lo expresa de esta manera: Esa gradual desintegracin de las fuerzas que componen el universo, es la entropa. Una vez alcanzado el mximo de entropa. Una vez igualadas las diversas temperaturas, una vez excluida (o compensada) toda accin de un cuerpo sobre otro, el mundo ser un fortuito concurso de tomos. En el centro profundo de las estrellas, ese difcil y mortal equilibrio ha sido logrado. A fuerza de intercambios el universo entero lo alcanzar y estar tibio y muerto. La luz se va perdiendo en calor; el universo, minuto por minuto, se hace invisible. Se hace ms liviano, tambin. Alguna vez, ya no ser ms que calor: calor equilibrado, inmvil, igual. Entonces habr muerto. (Obras completas, Buenos Aires, Emece, 1989).[ii] Cfr. PRIGOGINE, I. y STENGERS, I, La nueva alianza. Metamorfosis de la ciencia, Madrid, Alianza, 1983. [iii] Cfr. PRIGOGINE, I., El fin de las certidumbre, Santiago de Chile, Andrs Bello, 1996