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 Lo mejor de Alice Miller Psicología: raíces del comportamiento humano . viernes, 27 de enero de 2012  Si he decidido dedicar este blog a la obra de Alice Miller es porque, en mi opinión, ningún otro psicólogo ha profundizado hasta los últimos recovecos de la psique humana. Aunque su obra tr ata fundamen tal mente sobre el maltrato infantil y sus ef ectos en la madurez, indirectamente abarca casi todos los campos del pensamiento, dotándolos de una nueva y asombrosa pers pect iva nun ca antes vi sta. Result a vano hablar de des arr oll o emoc ional, pensamiento positivo, amor universal o meditación si antes no exploramos con valentía la historia de nuestra infancia ni dejamos salir con lucidez el odio y la rabia que la mayoría tuvimos que reprimir —pero que inconscientemente desv iamos en los demás— para ganarnos el af ec to de nues tr os pa dres, y qu e todaa en la madurez se gu imos re pr imiendo, ocasionándonos toda suerte de enfermedades físicas y mentales. Si las víctimas de una educación autoritaria no encuentran el valor de profundizar en su historia, de sacar su rabia mediante un profundo autoanálisis, seguirán proyectando su rabia contenida hacia personas sustitutorias. Alice Miller: «Como padres pueden utilizarla con sus hijos; como psiquiatras con sus enfermos mentales y como investigadores, con animales» . También podríamos añadir: Como jefes de empresa con trabajadores; como profesores con alumnos; como jueces con acusados; como funcionarios de prisiones con presidiarios; como curas y monjas con niños; como gobernantes, policías y militares, con ciudadanos… Por muy inteligentes y por muy buenas personas que creamos ser, si carecemos de una formación básica de psicología nos será imposible comprender objetivamente la psique de nues tro s hij os, así como la propia, cometi end o el ter rible err or de sob repr oteg erlos, por ejemplo, y haciendo de ellos unos tiranos. Si durante años estudiamos para obtener una carrera o una titulación, ¿por qué no dedicar un poco de tiempo a conocer los entresijos del comportamiento humano, evitándonos así un sinfín de errores irreversibles? Libros como el bestseller “Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen” , de A. Faber y E. Mazlish; “En tre pad res e hijo s” , de Haim G. Ginott; “Niños optimistas” , de Martin E. P. Seligman; “El niño feliz” , de Dorothy Corkille; Niños desobedientes,  padres desespera dos, de Rocí o Ramos Paul; y “El drama del niño dotado”, “Por tu propio bien”, y “Salvar tu vida”,  de Ali ce Miller, pueden sernos de enorme utilidad. [Soren]  Un niño no se nos puede escapar, como en otros tiempos nuestra propia madre. Podemos educar a un niño para que sea como nos gustaría que fuese. Pode mos hacer que un niño nos res pet e, pod emo s imp onerle nue str os pro pio s sentimien tos , refl eja rnos en su cariño y admiración, podemos sentirnos fuertes a su lado, encomendarlo a una persona extraña cuando nos resulte excesivo: al final nos sentiremos el centro de la atención, pues los ojos del niño seguirán cada paso de su madre. Si una mujer ha tenido que ocultar y reprimir todas estas necesid ades ante su madr e, al ver a su propio hi jo , por más educ ada que se a, esa s necesidades se agitarán en las profundidades de su inconsciente y exigirán ser satisfechas. El niño lo advertirá claramente y muy pronto dejará de manifestar su propia necesidad. En la defensa contra la sensación de abandono de la primera infancia, por ejemplo, encontramos muchos mecanismos. Junto a la simple renegación tropezamos por lo general con la lucha permanente y agotadora por conseguir, con la ayuda de símbolos (drogas, grupos, cultos de todo tipo, perversiones), la satisfacción de las necesidades reprimidas y entretanto pervertidas.  A menudo tropezamos con intelectualizaciones, pues of recen una protección de gran fiabilidad, que, sin embargo, puede resultar fatal cuando el cuerpo -como en el caso de enfermedades graves- asume la plena responsabilidad.

Pensamiento de Alice Miller

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Resumen del pensamiento y teorías de Alice Miller

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  • Lo mejor de Alice Miller Psicologa: races del comportamiento humano.

    viernes, 27 de enero de 2012

    Si he decidido dedicar este blog a la obra de Alice Miller es porque, en mi opinin, ningnotro psiclogo ha profundizado hasta los ltimos recovecos de la psique humana. Aunque suobra trata fundamentalmente sobre el maltrato infantil y sus efectos en la madurez,indirectamente abarca casi todos los campos del pensamiento, dotndolos de una nueva yasombrosa perspectiva nunca antes vista. Resulta vano hablar de desarrollo emocional,pensamiento positivo, amor universal o meditacin si antes no exploramos con valenta lahistoria de nuestra infancia ni dejamos salir con lucidez el odio y la rabia que la mayoratuvimos que reprimir pero que inconscientemente desviamos en los dems para ganarnosel afecto de nuestros padres, y que todava en la madurez seguimos reprimiendo,ocasionndonos toda suerte de enfermedades fsicas y mentales. Si las vctimas de unaeducacin autoritaria no encuentran el valor de profundizar en su historia, de sacar su rabiamediante un profundo autoanlisis, seguirn proyectando su rabia contenida hacia personassustitutorias. Alice Miller: Como padres pueden utilizarla con sus hijos; como psiquiatras consus enfermos mentales y como investigadores, con animales. Tambin podramos aadir:Como jefes de empresa con trabajadores; como profesores con alumnos; como jueces conacusados; como funcionarios de prisiones con presidiarios; como curas y monjas con nios;como gobernantes, policas y militares, con ciudadanos Por muy inteligentes y por muy buenas personas que creamos ser, si carecemos de unaformacin bsica de psicologa nos ser imposible comprender objetivamente la psique denuestros hijos, as como la propia, cometiendo el terrible error de sobreprotegerlos, porejemplo, y haciendo de ellos unos tiranos. Si durante aos estudiamos para obtener unacarrera o una titulacin, por qu no dedicar un poco de tiempo a conocer los entresijos delcomportamiento humano, evitndonos as un sinfn de errores irreversibles? Libros como elbestseller Cmo hablar para que sus hijos le escuchen y cmo escuchar para que sus hijos lehablen, de A. Faber y E. Mazlish; Entre padres e hijos, de Haim G. Ginott; Niosoptimistas, de Martin E. P. Seligman; El nio feliz, de Dorothy Corkille; Nios desobedientes,padres desesperados, de Roco Ramos Paul; y El drama del nio dotado, Por tu propiobien, y Salvar tu vida, de Alice Miller, pueden sernos de enorme utilidad. [Soren]

    Un nio no se nos puede escapar, como en otros tiempos nuestra propia madre. Podemoseducar a un nio para que sea como nos gustara que fuese. Podemos hacer que un nio nosrespete, podemos imponerle nuestros propios sentimientos, reflejarnos en su cario yadmiracin, podemos sentirnos fuertes a su lado, encomendarlo a una persona extraa cuandonos resulte excesivo: al final nos sentiremos el centro de la atencin, pues los ojos del nioseguirn cada paso de su madre. Si una mujer ha tenido que ocultar y reprimir todas estasnecesidades ante su madre, al ver a su propio hijo, por ms educada que sea, esasnecesidades se agitarn en las profundidades de su inconsciente y exigirn ser satisfechas. Elnio lo advertir claramente y muy pronto dejar de manifestar su propia necesidad. En ladefensa contra la sensacin de abandono de la primera infancia, por ejemplo, encontramosmuchos mecanismos. Junto a la simple renegacin tropezamos por lo general con la luchapermanente y agotadora por conseguir, con la ayuda de smbolos (drogas, grupos, cultos detodo tipo, perversiones), la satisfaccin de las necesidades reprimidas y entretanto pervertidas.A menudo tropezamos con intelectualizaciones, pues ofrecen una proteccin de gran fiabilidad,que, sin embargo, puede resultar fatal cuando el cuerpo -como en el caso de enfermedadesgraves- asume la plena responsabilidad.

  • La adaptacin a las necesidades de los padres conduce a menudo (aunque no siempre) a[] lo que con frecuencia se ha descrito como el falso Yo.La persona desarrolla unaconducta en la que slo muestra lo que de ella se desea, y se fusiona totalmente con lomostrado. El verdadero Yo es incapaz de desarrollarse y diferenciarse porque no puede servivido.

    Es el caso, por ejemplo, de una madre profundamente insegura en el plano emocional,que, para mantener su equilibrio sentimental, dependa de un comportamiento determinado ode cierta manera de ser de su hijo. Esta inseguridad poda muy bien quedar oculta, de cara alnio y a todo el entorno, tras una fachada de dureza, autoritarismo e, incluso, totalitarismo. Aesto se aada una asombrosa capacidad del nio para captar y responder con intuicin, osea,tambin en forma inconsciente, a esta necesidad de la madre o de ambos padres, esdecir, para asumir la funcin que inconscientemente se le encomendaba. De este modo el niose aseguraba el amor de los padres. Senta que lo necesitaban, y eso daba justificacinexistencial a su vida. [Alice Miller El drama del nio dotado]

    * Cuando un ser humano as formado llega a ser l mismo padre, ha de verse confrontadocon una serie de hechos capaces de hacer tambalear ese edificio tan laboriosamenteconstruido: ver ante s a un nio lleno de vida, ver cmo es realmente un ser humano y cmohubiera podido ser l mismo si no se lo hubiesen impedido. Pero entonces entra ya en juegootros miedos: aquello no puede ser. Dejar que el nio viva tal como es, no supondrareconocer que sus propios sacrificios y autonegaciones han sido todos innecesarios? Serposible que un nio pueda crecer sin la obligacin de obedecer, sin que su voluntad seaquebrantada, sin que combatamos su egosmo y su testarudez como nos lo vienenaconsejando hace siglos? Los padres no pueden permitirse pensar tales cosas, de lo contrariocaeran en una necesidad extrema y perderan el terreno en que se apoyan, el de la ideologaheredada, en la que la represin y manipulacin de la espontaneidad vital representan losvalores supremos.

    ...

    Hoyen da ya no se permite pegar a la esposa, tener esclavos o pegar aloscriminales en la crcel. Lo nico que todava se permite es el pegar a un nioindefenso,inclusive a un beb y llamar a esto disciplina. Es tiempo de rechazaresta tradicin absurda,cruel, inmoral y peligrosa e informar a los nios lo msposible acerca de sus derechos.

    ...

    Los legos en la materia objetan constantemente que hay personas que tuvieron unainfancia difcil sin por eso ser neurticas, mientras que otras, educadas dentro de lo que sedenomina circunstancias favorables, enferman psquicamente. Esto nos hara pensar en unapredisposicin innata y pondra en tela de juicio la influencia de la casa paterna. El pasaje antescitado nos ayuda a comprender cmo este error puede (y debe?) surgir en todos losestamentos de la poblacin. Las neurosis y psicosis no son, pues, consecuencias directas defrustraciones reales, sino la expresin de traumas reprimidos. Sobre todo si la tarea consiste eneducar a nios de manera tal que no se den cuenta de lo que se les impone o se les quita, delo que pierden en todo ello, de lo que en otras circunstancias hubieran sido y de lo que engeneral son, y si esta educacin empez lo suficientemente temprano, el adulto sentir mstarde, a pesar de su inteligencia, la voluntad del otro como si fuera la suya propia. Cmopodr saber que su propia voluntad fue quebrantada si nunca le permitieron realizarla? Y, sinembargo, podr enfermarse de todo esto. Si, en cambio, un nio ha podido experimentarhambre, huidas o ataques areos sintiendo que es tomado en serio y respetado como unapersona independiente por sus padres, no acabar enfermando debido a estos traumas reales.

  • Tendr incluso la oportunidad de recordar estas experiencias (que han sido acompaadas porpersonas amigas) y enriquecer con ellas su mundo interior. [Alice Miller Por tu propio bien]

    *

    El hecho de que muchos padres maltraten o descuiden a sus hijos del mismo en que suspadres lo hicieron con ellos -aunque, o especialmente, cuando no recuerdan nada en absolutode aquella poca- demuestra que han asimilado en sus cuerpos sus traumas infantiles. []Cmo puede una madre hallar por s sola esa verdad, si la sociedad le dice de manerainequvoca: a los nios hay que disciplinarlos, socializarlos y educarlos para que sean personasdecentes? A quin le preocupa que el verdadero impulso del llamado coraje educativo seala antigua y hasta ahora nunca vivida rabia contra la propia madre? Esa joven tampoco quieresaberlo. Piensa as: Tengo el deber de disciplinar a mi hijo, y lo hago exactamente de la mismao de parecida manera que lo hizo mi madre conmigo. Al fin y al cabo, acaso no he llegado aser yo tambin una persona como Dios manda? Conclu mi formacin con buenascalificaciones, participo en tareas caritativas y en el movimiento pacifista, siempre me he alzadocontra la injusticia. Slo que no he podido evitar pegar a mis nios, aunque contra mi voluntad;pero no tena ms remedio. Espero que eso no les haya perjudicado, igual que a m no meperjudic.

    Estamos tan acostumbrados a or afirmaciones semejantes que a la mayora de las personasno les llaman la atencin.

    Del hecho de que todo agresor haya sido anteriormente una vctima no se desprende que todapersona que haya sido maltratada tenga que acabar necesariamente maltratando a sus hijos.No tiene por qu ser obligatoriamente as, pues puede que ese individuo, en su infancia, tuvieraocasin de recibir de otra persona -aunque slo fuera una vez- algo que no fuera educacin nicrueldad: un maestro, una ta, una vecina, una hermana, un hermano. Slo la experiencia deser querido y apreciado permite al nio identificar la crueldad como tal, percibirla y rebelarsecontra ella. Sin esa experiencia le es imposible saber que en el mundo pueden existir otrascosas adems de crueldad; sin esa experiencia, seguir sometindose a la crueldad, y mstarde, cuando, ya adulto, disfrute del poder, la ejercer l tambin, como si fuera algocompletamente normal.

    Sobre todo el proceso, pues, se cierne el silencio del olvido, y seidealiza a los padres, hasta el punto de creer que jams han cometido un error. Y si mepegaban, sera porque me lo mereca. Esta es la versin ms corriente de las torturas dejadasatrs.

    El nio est obligado a creer que las crueldades que se cometen en supersona son por su bien, y ms tarde, cuando sea adulto, ser, en muchos casos, incapaz dereconocer la falsedad como tal, especialmente si se deja desorientar por personas que no leson antipticas, que despiertan en l ciertas expectativas y que hablan el mismo lenguajeeducativo al que est acostumbrado desde pequeo. [] El olvido ayuda al nio a sobrevivir,pero no al paciente adulto a superar sus sufrimientos. El nio es una vctima indefensa, y noforma parte de interacciones como factor en pie de igualdad. El odio reprimido e inconscientetiene efectos destructores, pero el odio vivido no es veneno, sino uno de los caminos por losque se sale de la trampa del disimulo, la hipocresa o la franca destructividad. Y uno, enverdad, se cura cuando, libre de sentimientos de culpabilidad, deja de exonerar a los autnticosculpables, cuando uno se atreve a ver y sentir por fin lo que stos hicieron. [Alice Miller Elsaber proscrito]

    *

    El desprecio es el arma del dbil y la capa protectora contra sentimientos que nosrecuerden nuestra propia historia. Y en la base de todo desprecio, de cualquier discriminacin,se encuentra el ejercicio del poder ms o menos consciente, incontrolado, oculto y tolerado

  • por la sociedad (excepto en casos de homicidio o malos tratos corporales serios) del adultosobre el nio. Lo que el adulto haga con el alma de su hijo es asunto de su exclusivacompetencia, la trata como si fuera propiedad suya, algo similar a lo que ocurre con losciudadanos en un Estado totalitario. Pero el adulto nunca estar sometido a ste en la mismamedida en que un nio pequeo lo est a sus padres, que desprecian sus derechos. Mientrasno nos sensibilicemos ante los padecimientos del nio pequeo, este ejercicio del poder noser atendido ni tomado en serio por nadie, y s totalmente trivializado, pues se trata tan slode nios. Pero estos nios se convertirn, veinte aos ms tarde, en adultos que les cobrarntodo esto a sus propios hijos. Puede que a nivel consciente combatan la crueldad en elmundo, y, a la vez, se la impongan de manera inconsciente a otras personas de su entorno,porque llevan dentro de s una idea de la crueldad a la que ya no tendrn acceso, una idea quepermanece oculta tras las idealizaciones de una infancia feliz y los impulsa a cometer actosdestructivos.

    Urge que esta transmisin hereditaria de la destructividad de una generacin a lasiguiente sea sustituida por una toma de conciencia emocional. Una persona que abofetea,golpea u ofende conscientemente a otra sabe que est hacindole dao, aunque no sepa porqu lo hace. Pero cuntas veces no se han dado cuenta nuestros padres ni nosotrosmismos frente a nuestros hijos de lo profunda, dolorosa y duradera que poda ser la heridaque infligamos al Yo embrionario de nuestros hijos! Es una gran suerte que nuestros hijos loadviertan y puedan decrnoslo, que nos den la oportunidad de ver nuestras omisiones ynuestros fallos y de pedir disculpas. Entonces les ser posible desechar las cadenas del poder,la discriminacin y el desprecio que vienen transmitindose de generacin en generacin. Notendrn ya necesidad de defenderse de la impotencia ante el poder cuando su impotenciatemprana y su rabia se conviertan en vivencia consciente. [Alice Miller El drama del niodotado]

    *

    El nio necesita algo ms que un comportamiento adecuado para completar sudesarrollo emocional y alcanzar una verdadera madurez. Para no convertirse en vctima dedepresiones, de trastornos alimenticios ni tampoco de la adiccin de drogas, el nio necesitatener acceso a su historia. Creo que, en el caso de nios que han sufrido maltrato alguna vez,hasta los esfuerzos pedaggicos o teraputicos mejor intencionados terminan fracasando sinunca se aborda el tema de la humillacin vivida, es decir, si dejamos al nio solo con suexperiencia. Para superar esta sensacin de aislamiento (hallarse solo con su secreto), lospadres deben encontrar el valor para reconocer su error ante el nio. Esto transformaracompletamente la situacin. En una tranquila conversacin podran decirle al nio, por ejemplo:Te pegbamos cuando eras pequeo porque a nosotros tambin nos educaron as ypensamos que eso era lo correcto. Ahora sabemos que no deberamos habertepegado nunca y sentimos mucho haberlo hecho, haberte humillado y hecho dao, nolo haremos nunca ms. Te pedimos que nos recuerdes esta conversacin, si algunavez corremos el peligro de olvidar nuestra promesa.

    La informacin aportada por los padres nosupone ningn descubrimiento para los nios, pues hace tiempo que su cuerpoconoca estos hechos. No obstante, el valor de los padres y su decisin de afrontar eltema tendr indudablemente un efecto benfico y liberador que durar mucho tiempo.Asimismo, al nio se le proporciona un modelo, no con palabras, sino con elcomportamiento: valor cvico y respeto por la verdad y por la dignidad del nio en lugarde violencia e incapacidad de controlar las emociones. Como todos los nios aprendendel comportamiento de los padres y no de sus palabras, una confesin de estascaractersticas slo puede tener consecuencias positivas. Antes el nio estaba solocon un secreto que ahora ha sido articulado y forma parte ya de una relacin basadaen el respeto mutuo y no en el ejercicio del poder. Las heridas silenciadas hastaentonces podrn curarse, porque ya no estn almacenadas en el inconsciente.

  • Cuando estos nios -poseedores de mayor informacin- se conviertan en padres, yano corrern el riesgo de repetir forzosamente el comportamiento, a veces tan brutal yperverso, de sus padres, pues las heridas reprimidas ya no los empujarn a ello. Elarrepentimiento de los padres han cancelado sus trgicas historias despojndolas desu peligrosa actividad.

    El nio maltratado por sus padres aprende lo que es la violenciaa travs del comportamiento de stos. Es una verdad indiscutible que cualquiermaestra de educacin infantil podra confirmar si mirase libremente a su alrededor: elnio que sufre maltrato en el hogar pega a los ms dbiles en la guardera y en casa.All se le castigar por pegar a hermano pequeo y entonces dejar de comprendercmo funciona el mundo. Al fin y al cabo, no es eso lo que ha aprendido de suspadres? As, muy pronto surge un desconcierto que evolucionar en trastorno y el niocomenzar a recibir terapia. Pero nadie se atreve a buscar las races de este trastornoa pesar de que no sera tan difcil encontrarlas.

    Ni siquiera los terapeutas ms capacitados pueden neutralizaresta soledad, pues, deseosos de proteger a los padres, retrasan de forma indefinidaintegrar las heridas de los primeros aos en sus reflexiones. Y si bien este tema nodebera nunca surgir con el nio, que, atemorizado, esperara de inmediato el castigode sus padres, el terapeuta s debera trabajar con los padres y explicarles por quabordar esta cuestin en una conversacin podra resultar liberador para ellos y partael nio.

    Seguramente no todos los padres aceptarn estasugerencia por mucho que el terapeuta la recomiende. Algunos puede que se burlen dela idea y piensen que el terapeuta es un ingenuo que no sabe lo astutos que son losnios y de cmo, con toda seguridad, se aprovecharn de la buena voluntad de lospadres. Uno no debera sorprenderse ante tales reacciones, porque la mayora de lospadres ve a sus propios padres en sus hijos y tienen miedo de reconocer un error,pues antao cualquier error por su parte habra tenido como consecuencia duroscastigos. As se aferran desesperadamente a la mscara de la perfeccin y nopermiten que nadie les d lecciones.

    Pero a m me gusta pensar que no todos los padres sonas de orgullosos y sabelotodo. Creo que, a pesar de este miedo, habra muchospadres que renunciaran con gusto a este juego de poder, pues hace mucho tiempoque querran haber ayudado a sus hijos pero hasta ahora no saban cmo porqueteman hablarles con franqueza. Probablemente, estos padres se decidirn con mayorfacilidad a mantener una conversacin sincera con sus hijos sobre el secreto y, atravs de las reacciones del nio, ellos mismos podrn descubrir los efectos positivosde revelar la verdad. Adems podrn constatar entonces lo intiles que resultan losvalores predicados desde el pedestal de la autoridad porque los dota de credibilidadEvidentemente, el nio necesita tal autoridad para orientarse en el mundo. Un nio aquien se le dice la verdad y se le educa a no tolerar la mentira y la brutalidad sedesarrollar libremente, como una planta cuyas races no sern devoradas por losgusanos (por las mentiras).

    Cuando elnio se da cuenta de que sus padres se interesan por cmo ha percibido susagresiones experimenta una gran sensacin de alivio y de justicia. No se trata slo deperdonar, sino de eliminar aquellos secretos que separan a unos y a otros. Se trata de

  • construir una nueva relacin basada en la confianza mutua y en suprimir la sensacinde aislamiento en la que hasta el momento se encontraba el nio maltratado.

    Una vez que los padres hayan reconocido el dao causado sesuperarn muchos de los obstculos que antes parecan insalvables lo que equivale aun proceso de curacin espontnea. Es cierto que este mrito se espera de losterapeutas, pero ellos no podrn conseguir tales objetivos sin la ayuda de los padres.Muchas cosas cambian cuando los padres se dirigen al nio mostrando empata por sussentimientos y admiten sus errores con honestidad sin decir: T nos forzaste a ello con tucomportamiento. El nio tendr entonces modelos de comportamiento con los queorientarse; no se intenta eludir la realidad, no se trata de reparar al nio para quesea ms del gusto de los padres, sino que se la ha mostrado que la verdad se puedemostrar con palabras y tiene un evidente poder de curacin. Y, sobre todo, el nio yano necesita sentirse culpable de los errores de los padres si stos han admitido suculpa. Un gran nmero de las depresiones que padecen los adultos provienen,precisamente, de estos sentimientos de culpa.

    Los nios que han experimentado en estasconversaciones que sus padres toman en serio sus traumas y sus sentimientos y quesu dignidad merece respeto estn tambin ms protegidos de los perjuicios de latelevisin que aquellos nios que, de forma inconciente y soterrada, poseen deseos devenganza contra sus padres y, por lo tanto, se identifican con las escenas violentasque aparecen en la televisin. Con prohibiciones, tal como promueven los polticos,difcilmente conseguiremos frenar sus ganas de disfrutar de esta oferta televisiva.Por el contrario, los nios que han sido informados sobre sus traumas ms tempranospodran ver de manera crtica estas pelculas o perder rpidamente el inetrs por ellas.Incluso pueden que sean capaces de interpretar con mayor facilidad el sadismomarginal del director que algunos adultos, que no quieren saber nada del niomaltratado que fueron una vez. Estos, posiblemente se dejen fascinar por las escenasviolentas sin darse cuenta de que han sido empujados a consumir la basura emocionalde una vida, que el director ofrecer y vender con xito como arte mientras lmismo no sepa que se trata de su propia historia.

    El mejor momento paraplantear una conversacin con los propios hijos sobre las heridas provocadas seraprobablemente entre los cuatro y los doce aos, es decir, antes de la pubertad.Pasada la adolescencia, el inters por estos hechos probablemente disminuir.Alcanzada la edad adulta, quiz se haya cimentado ya la defensa contra el recuerdodel dao sufrido en los primeros aos de vida, puesto que ven cmo se acerca laposibilidad de tener pronto sus propios hijos y de experimentar ellos mismos, comopadres, el papel del fuerte, olvidando para siempre su impotencia. [Alice Miller Salvartu vida]

    * Dado que ellos tambin tuvieron que perdonar en su da, a los padres les parece naturalque sus hijos se lo perdonen igualmente todo. Los padres consideran eso un derecho suyo, ylos hijos se sienten culpables, malos, abyectos cuando por la noche se van a la cama conresentimiento contra los padres. Dado que en las anteriores generaciones casi todo el mundoha pasado por esas experiencias fundamentales, es comprensible que los terapeutas, en todoel mundo, exijan con gran nfasis que se perdone a los padres.

    Tuve noticia de una persona que, al final de una terapia semejante, selo perdon todo por fin a su padre -un sdico-, y al cabo de dos aos mat, sin motivo

  • aparente, a un hombre que no tena la culpa de nada. [] La progresiva familiaridad con lossentimientos y la historia propios, puede hacer emerger, pasados unos aos, un nuevorecuerdo que durante la poca de la terapia intensiva no era an accesible. Como ya haperdonado a sus padres durante la terapia, el sujeto no podr dejar paso a sus nuevossentimientos de ira, y correr el peligro de proyectarlos sobre otras personas. Dado queentiendo por terapia un descubrimiento sensorial, emocional y mental de la verdad reprimida enel pasado, veo en la exigencia moral de reconciliacin con los padres un bloqueo y unaparalizacin insoslayables del proceso teraputico.

    Basta, por ejemplo, con explicarle alpaciente lo difcil que lo tenan sus padres u otras personas, para que sus reproches latentesqueden de inmediato reducidos al silencio. No posee sentimientos, no los nota, lo nico quesiente es compasin hacia los causantes de sus sufrimientos. Pues uno no puede sentir eldolor y al mismo tiempo comprender los motivos por los que se le caus ese dolor. En esecaso, uno se limita a no sentirlo. [Alice Miller El saber proscrito]

    *

    De forma muy diferente se comporta el odio consciente y reactivo que, como todos lossentimientos, disminuye una vez que nos permitamos experimentarlo. Si logramos reconocercon claridad que nuestros padres nos trataron de modo sdico, inevitablemente se despertaren nosotros la sensacin de odio. Como hemos dicho, esta sensacin puede suavizarse con eltiempo o, incluso, desaparecer del todo, pero no se solucionar con un nico paso. Ladimensin del maltrato sufrido en la infancia no se puede comprender de una vez. Es necesarioun proceso ms largo durante el cual la vctima ser consciente de forma paulatina de losdiferentes aspectos del maltrato, de manera que el odio pueda aparecer una y otra vez. Un odioque entonces ya no ser peligroso, sino que constituye una consecuencia lgica de aquello quesucedi y que el adulto no ha podido comprender en su integridad hasta ahora, pero el niohaba soportado en silencio durante aos. [] El odio es un sentimiento fuerte y vital, unsmbolo de que estamos vivos. Por lo tanto pagamos un precio cuando tratamos de reprimirlo[desviarlo a personas sustitutorias]. Porque el odio desea transmitirnos algo, sobre todo deseahablarnos de nuestras heridas, pero tambin de nosotros, de nuestros valores, de nuestraforma de vivir la sensibilidad, y debemos aprender a escucharlo y comprender el significado desu mensaje. Cuando lo consigamos no necesitaremos tener miedo al odio. Si odiamos lafalsedad, la hipocresa o la mentira, nos otorgamos el derecho de luchar contra ellas, siempreque nos resulte posible, o de alejarnos de aquellas personas que slo confan en la mentira.Pero si fingimos que no nos importa, estaremos engandonos a nosotros mismos.

    Este autoengao se ve potenciado poruna exigencia de perdn casi universal que resulta, no obstante, enormemente destructiva. Eneste sentido, es fcil comprobar que ni las oraciones ni los ejercicios de autogestin,destinados a desarrollar un pensamiento positivo, ayudarn a ignorar las reacciones vitales yjustificadas del cuerpo que resultan de las humillaciones y de los otros daos que vulneraron laintegridad del nio a una edad muy temprana. Las dolorosas enfermedades de los mrtiresmuestran con claridad el precio que pagaron por tratar de negar sus sentimientos. No serapor lo tanto ms fcil preguntarse a quin le corresponde el odio y comprender por qu, en elfondo, est justificado? As, tendramos la posibilidad de vivir de forma responsable connuestros sentimientos sin negarlos ni pagar con enfermedades nuestras virtudes.

    A m me extraara que un terapeuta me prometieseque iba a conseguir liberarme de sentimientos como la rabia, la ira o el odio despus de laterapia (posiblemente gracias al perdn). Qu clase de persona soy si no puedo reaccionarcon rabia o ira ante la injusticia, la insolencia, la maldad o ante un cretino arrogante? Noestara mutilando mi capacidad de sentir? Si la terapia me ayuda, durante el resto de mi vidapodr tener acceso a todos mis sentimientos, pero tambin ser capaz de acceder de manera

  • consciente a mi historia y comprender as la intensidad de mis reacciones. Esto permitira queesta intensidad se redujese relativamente rpido, sin dejar las graves cicatrices en mi cuerpoque en general produce la represin de las emociones que conservamos de modoinconsciente.

    En terapia puedo aprender a comprender mis sentimientos, a no condenarlos, aobservarlos como mis amigos o protectores, en lugar de temerlos como a un enemigo contra elque tenemos que luchar. [] No son nuestros sentimientos los que constituyen un peligro paranosotros o para nuestro entorno, sino la separacin existente entre nosotros y nuestrossentimientos producidos por el miedo que stos nos generan.

    Queremos pasar pgina y vivir en paz. Todos querramos esto y sera muybonito que funcionase. Pero no funciona as. Nunca lo har. Por qu? Porque la rabia, comotodas las emociones, no se deja dictar ni manipular, es ella la que nos dicta a nosotros, nosobliga a sentirla y a comprender sus causas. [] Podemos, no obstante, tratar de reprimirnuestra ira, pero las consecuencias sern enfermedades, adicciones o crmenes.

    La infancia no es slo una etapa de la vida, es la base de toda nuestra vida,uno no puede librarse de ella, pero s puede integrarla, ser consciente de cmo transcurri.En mi opinin es necesario hacerlo para evitar ms enfermedades y sufrimientos.

    Es comprensible que queramos perdonar y olvidar para no tener que sentir dolor, peroesta va no funciona. Ms pronto o ms tarde nos damos cuenta de que nos hemos equivocadode camino y de que as no solucionamos nada. Fjese en la cantidad de sacerdotes pedfilos.Perdonaron a sus padres los abusos sexuales y otros abusos de su autoridad. Y qu hacenahora? Repiten los pecados de sus padres, precisamente porque se los han perdonado. Sihubiesen juzgado de forma consciente los crmenes de sus padres, no se habran vistoforzados a hacerles lo mismo a otros nios, abusando de ellos y confundindolos alcondenarlos al silencio.

    El autntico perdn no bordea la rabia sin tocarla, sino que pasa a travs de ella. Slocuando pueda indignarme por la justicia que cometieron conmigo, cuando advierta el acosocomo tal y pueda reconocer y odiar a mi perseguidor como tal, slo entonces se me abrirrealmente la va del perdn. La ira, la rabia y el odio reprimidos dejarn de perpetuarseeternamente slo cuando la historia de los abusos cometidos en la primera infancia pueda serrevelada. Y entonces se transformarn en duelo y en dolor ante la inevitabilidad del hecho,dejando, en medio de ese dolor, cabida a una verdadera comprensin, a la comprensin deladulto que ha echado una mirada a la infancia de sus padres y, liberado finalmente de supropio odio, es capaz de vivir una empata autntica y madura. Este perdn no puede serexigido con preceptos ni con mandamientos; ha de ser vivido como gracia y surgirespontneamente cuando ningn odio reprimido por estar vedado siga envenenando elalma. [Alice Miller "Por tu propio bien"]

    *

    Carta a una vctima de malos tratos en la infancia Si le hace bien escribir, intente establecer un dilogo con esa nia pequea que usted fuey pregntele cmo se senta cuando le daban una bofetada. Puede recordar todava por qula calentaban de esa manera? [] Usted puede escribirle a la pequea nia que un da fueporque ahora puede ser para ella el testigo con conocimiento que tanto ha echado de menos.Cuntele todo cuanto recuerde, confisele lo terrible que era y pregntele cmo se sentacuando tena que pedir perdn despus de que la azotaran. Revele en este dilogo toda labrutalidad, experimente toda la rabia y permtase reaccionar con espanto a la falta de

  • humanidad. Puede ser que sus sntomas se agudicen durante esta fase de excitacin, pero conel tiempo lo ms probable es que desaparezcan tan pronto como usted sea capaz de expresarverbalmente su indignacin y mantenga la comunicacin con esa nia pequea. Si ella puedecomunicarse con usted, ya no necesitar expresarse a travs de sntomas corporales, podrutilizar las palabras que slo escuchar usted, porque ahora quiere orlas y est abierta a ello.[] Creo que a travs de este dilogo, tal vez, podra conseguir encontrarse con sus propiossentimientos. Y lo creo porque usted expone con mucha claridad que eso es precisamente loque desea. [Alice Miller Salvar tu vida]

    * Llegados a la edad adulta, de nada sirve quejarse y es evidente que no basta conperdonar. La psicogenealoga de Alejandro Jodorowsky propone que ante los abusos de lospadres o de cualquier miembro de la familia es aconsejable someterlos a una confrontacin,sin albergar la esperanza de que nuestros padres hayan cambiado desdeentonces, de que nos escuchen y muestren algo de comprensin (si no lohicieron cuando ramos nios, difcilmente lo harn en la actualidad), puesgeneralmente el nio que llevan dentro se negar a admitir sus errores pormiedo a perder su posicin de autoridad y asumir las consecuencias, ya que dehacerlo volveran a verse como esos nios frgiles e inseguros que sin dudasiguen siendo.

    Cul es el mtodo para realizar la confrontacin?

    Hay que seguir los siguientes pasos, situndonos frente al que abus de nosotros le diremos:

    1-Esto es lo que me hiciste cuando era nia/nio 2-Esto es lo que sent en aquel momento 3-Esto es lo que produjo en mi vida (para bien y para mal) 4-Esto es lo que sigo padeciendo a consecuencia del abuso 5-Esta es la REPARACIN que me debes.

    Qu puedo pedir como reparacin?

    A modo de ejemplo, uno de los hijos de Alejandro Jodorowsky, Cristobal, le pidi un cheque devarios millones de dlares. Despus lo enmarc y lo tiene en un lugar bien visible de sudespacho. Es evidente que se pueden pedir compensaciones de carcter material

    Qu hay que tener en cuenta en el mtodo de confrontacin?

    -Elegir un lugar neutro, nunca la casa del abusador-Aceptar desde el principio que no pedimos que la persona cambie. No puedo pedir que

    me quiera, por ejemplo.-Aceptar que esa persona (tu madre, tu padre, tu hermano, etc) te dar lo que t le

    pides o no te lo dar; si ella no te lo da, el cosmos te lo dar de alguna otra forma impensable

    Matas:

  • Cuando yo era pequeo tuve una madre que siempre estaba molesta y distante. Pocaseran las veces que me daba cario o abrazaba, no tuve una madre cariosa. Me daba muchaslibertades para hacer lo que quisiera pero yo slo senta que me estaba alejando. Como mispadres trabajaban en lugares distintos, yo siempre iba al negocio de mi padre a hacer mistareas y a pasar la tarde. Aunque estaba con l, conviv poco porque l estaba trabajando y losdas que no trabajaba se ausentaba para andar tomado en algn bar de la ciudad. Me dabamucha vergenza verlo ebrio Escribo esto porque actualmente siento que no encajo enningn sitio, soy un inadaptado social y siento que las mujeres que me gustan colocan unabarrera y no he conseguido tener amistades en las que tenga confianza de expresar como soyy tampoco pareja Actualmente mis padres han cambiado mucho: mi padre es un alcohlicorehabilitado y mi madre demuestra afecto, pero cuando me quiere abrazar o dar un beso en lamejilla siento un especie de repulsin o algo que me hace rechazarla. Y a mi padre todava nolo logro ver como un arquetipo paterno. Qu puedo hacer?

    Alejandro Jodorowsky responde:

    Matas, cuando un nio no es reconocido con cario por sus padres, cuando no lo ven talcual es sino que lo tratan en cierto modo como un extrao, es decir como lo que no es, este nolos culpabiliza sino que se culpa a s mismo por no tener las cualidades necesarias paraobtener ese amor. Se desvaloriza. Crece pensando que no vale nada, que no encaja en ningnsitio, que nadie lo puede querer. Inconscientemente vive sintiendo que para valer algo necesitaser reconocido por los padres, cosa que estos no podrn hacer: lo que no le dieron en lainfancia, nunca se lo darn. De nada vale que cambien ms tarde, el mal ya est hecho, tmismo lo has escrito as:mi madre demuestra afecto, pero cuando me quiere abrazar o dar unbeso en la mejilla siento un especie de repulsin o algo que me hace rechazarla. Y a mi padre,alcohlico rehabilitado, todava no lo logro ver como un arquetipo paterno. Tu nio interiornunca podr valorizarse a s mismo. Lo tendrs que hacer t, adulto. T tendrs que respetarte,reconocer tus valores, saber que eres necesario para el mundo. Cmo? Desarrollando tuconciencia! Para lo cual debes recuperar tu dignidad haciendo una confrontacin con tuspadres Debes citarlos en un sitio que no sea ni el territorio tuyo ni el territorio de ellos, depreferencia un parque pblico. Antes de encontrarlos tragars una pastilla calmante. Deninguna manera debes perder la calma y ponerte agresivo. Les dirs, con toda objetividad: Apesar de que ustedes nunca se dieron cuenta, debo decirles lo que me hicieron. (Hablas de lafalta de cario, la molestia que le causabas a tu distante madre, la indiferencia de tu padre, elsufrimiento que te daba su alcoholismo, etc). Luego: Esto es lo que yo sent como nio. (Tutristeza, tu desvalorizacin, la vergenza ante los otros de ver a tu padre ebrio, etc.) Luego:Esto es lo que me provoc. (Tu timidez, tu inadaptacin, tu soledad, etc.) Luego: Y esto loque an ahora me provoca. (No puedes encajar en ningn sitio, eres un inadaptado social, nologras formar una pareja, desconfas de todos, no puedes ser padre). Por ltimo les dices: Portodo esto que me han hecho, les exijo una reparacin. Entonces les pides un cheque por unagran cantidad de dinero. Cunto? Respndete a ti mismo, Matas. Cunto deben pagarte porla vida que te han arruinado, cunto deben pagarte por tu desvalorizacin, por tu neurosissocial? Es el momento en que te valores! Puedes pedirles miles de millones! Ellos te debendar un cheque simblico. A ti te hace falta un reconocimiento de deuda por parte de ellos. Si seniegan y no reconocen el dao que te hicieron, crtalos dicindoles que hasta que no aceptentodo lo que te deben por el dao que te hicieron, no los volvers ni a ver ni hablar. Y as lohaces! Si no te firman ese cheque no merecen tu perdn Si haces esto recuperars tuautoestima y podrs comenzar a vivir como te lo mereces, intercambiando amor con los otros.

    Para hacer la confrontacin con personas que ya han fallecido: hacerlo en su tumba, ysiempre acabar de forma positiva, por ejemplo, escribiendo con miel palabras de sanacin:paz, amor, amistad. [Alejandro Jodorowsky, Plano Creativo ]

    *

    El paso a la adolescencia

  • En la pubertad, muchos jvenes eligen nuevos valores que son diametralmenteopuestos a los de sus padres; forman, pues, nuevos ideales e intentan hacerlos realidad. Perocuando esta tentativa no se halla arraigada en la vivencia de las propias necesidades ysentimientos autnticos, el joven se adaptar a los nuevos ideales de modo parecido a como,en otros tiempos, se adaptaba a sus padres. Volver a renegar de su verdadero Yo para serreconocido y amado por el grupo de jvenes de su edad o por su pareja. Sin embargo, nada deesto sirve en realidad contra la depresin. Pues esa persona tampoco ser ella misma cuandosea adulta, y no se conocer ni se querr; lo har todo para ser amado por alguien, tal y comolo hubiera necesitado con urgencia en otro tiempo, siendo nio. Y esperar conseguirlo al finmediante la adaptacin.

    *

    La pubertad enfrenta al adolescente, muchas veces en forma totalmente inesperada, conla intensidad de sus verdaderos sentimientos que, durante el periodo de lactancia, habalogrado mantener a distancia. Al producirse el inicio biolgico del crecimiento, estossentimientos (rabia, ira, rebelda, enamoramiento, deseos sexuales, entusiasmo, alegra,encantamiento, duelo) quieren ser vividos plenamente, cosa que supondra en muchos casosun peligro para el equilibrio psquico de los padres. [] No cabe duda de que nuestra sociedadslo podra ofrecer un hospital psiquitrico al Hamlet de Shakespeare o al Werther de Goethe,y el Karl Moor de Schiller correra tal vez idntico peligro. De ah que el drogadicto intenteadaptarse a la sociedad combatiendo sus verdaderos sentimientos; pero, como no puede vivirdel todo sin ellos ante la acometida de la pubertad, tratar de recuperarlos con ayuda de ladroga, cosa que siquiera al comienzo- parece conseguir. Pero la actitud de la sociedad,representada por los padres e internalizada tiempo atrs por el adolescente, habr deprevalecer finalmente: vivir sentimientos fuertes e intensos lleva a ser despreciado, alaislamiento, a la expulsin y al peligro de muerte, es decir, a la autodestruccin.

    El deseo de acceder al verdadero Yo, algo tan justificado como indispensablepara la vida, induce al drogadicto a castigarse a s mismo como en su primera infancia fueroncastigados sus impulsos vitales iniciales: matando su espontaneidad vital. Como todoheroinmano afirma haber experimentado al principio sentimientos de una intensidaddesconocida hasta entonces. Esto le hace ver ms claramente an la insipidez y el vaco de suvida emocional habitual.

    Como es incapaz de pensar que esta posibilidad pueda existir tambin sin la herona,empezar el comprensible deseo de repetir su experiencia. Pues en esos estados de excepcinel joven descubre lo que hubiera podido ser y toma contacto con su propio Yo, encuentro steque, como es de suponer, no volver a dejarle en paz mientras viva. No podr seguir actuandoen la vida como si, en cierto modo, su Yo nunca hubiera existido. Ahora sabe que existe. Perosabe as mismo, desde su ms tierna infancia, que este Yo verdadero no tiene oportunidadalguna de vivir. De ah que llegue a un acuerdo con su destino: poder encontrarse de vez encuando con su Yo sin que nadie se d cuenta. Ni siquiera a l mismo le est permitido saberlo,porque es la droga lo que realiza la experiencia: el efecto viene de fuera y es difcilconseguirlo, nunca llegar a ser parte integrante de su Yo, y l mismo jams podr ni tendrque asumir responsabilidad alguna por estos sentimientos. Esto lo demuestran los intervalosentre un chute y el siguiente: la apata total, el letargo, el vaco o la inquietud y el miedo elchute pasa como un sueo que se olvida y no puede tener ningn efecto sobre la totalidad dela vida. [Alice Miller Por tu propio bien]

    *

    El caso de Kurt.

    Si, de nio, Kurt hubiera tenido la posibilidad de manifestar sus decepciones con respectoa la madre, es decir, de vivir tambin sentimientos de ira y rabia, habra permanecido vivo. Peroesto hubiera llevado a la madre a retirarle su amor, lo cual para un nio equivale a la muerte.De modo que mata, pues, su ira y con ella un trozo de su propia alma, a fin de conservar a

  • la madre. De esta dificultad de vivir y desarrollar sentimientos propios y autnticos, resulta unapermanencia de la ligazn que no permite delimitacin alguna. Pues los padres han encontradoen el falso Yo del nio la aprobacin que buscaban, una sustitucin de la seguridad que lesfaltaba, y el nio, que no ha podido construir seguridad propia alguna, sigue dependiendo desus padres, primero conscientemente y luego a nivel inconsciente. El nio no puede confiar ensentimientos propios, no ha hecho ninguna experiencia en ese campo, desconoce susverdaderas necesidades y es un perfecto extrao ante s mismo. En esta situacin no puedesepararse de sus padres, y tambin en la edad adulta depender constantemente de laaprobacin de las personas que representen a los padres, tales como parejas, grupos y,sobretodo, sus propios hijos. Los herederos de los padres son los recuerdos inconscientes yreprimidos que nos obligan a ocultar profundamente el verdadero Yo ante nosotros mismos. Yas, a la soledad en la casa paterna, seguir el posterior aislamiento dentro de nosotrosmismos. [Alice Miller El drama del nio dotado]

    * As, por ejemplo, Robert, de treinta y un aos, no poda, cuando nio, estar triste ni llorarsin sentir que iba sumiendo a su querida madre en una atmsfera de infelicidad y de profundainseguridad, pues la alegra serena era la cualidad que a ella le haba salvado la vida en suniez. Las lgrimas de sus hijos amenazaban con romper su equilibrio. Sin embargo, ese hijosensibilsimo senta en s mismo todo el abismo oculto tras las defensas de aquella madre, quede nia haba estado en un campo de concentracin y jams le haba mencionado este hecho.Slo cuando el hijo se hizo mayor y pudo hacerle preguntas, ella le cont que haba estadoentre un grupo de ochenta nios que tuvieron que ver cmo sus padres eran conducidos a lacmara de gas. Y ninguno de aquellos nios haba llorado! Durante toda su infancia, el hijohaba intentado ser alegre y slo poda vivir su verdadero Yo, sus sentimientos ypremoniciones, a travs de perversiones compulsivas que, hasta el momento de la terapia, lehaban parecido extraas, vergonzosas e incomprensibles. Estamos totalmente indefensos frente a este tipo de manipulacin durante la infancia. Lotrgico es que tambin los padres se hallarn a merced de este hecho mientras se nieguen acontemplar su propia historia. Sin embargo, en la relacin con los propios hijos se perpetainconscientemente la tragedia de la infancia paterna cuando la represin sigue sin resolverse.

    * Yo misma hice todo lo posible cuando era nia por comprender a mis padres y, duranteaos, continu esforzndome con xito, como probablemente la mayora de los terapeutas.Pero justo eso me impidi descubrir a la nia que haba sufrido los tormentos de esos padres.No conoca a esa nia. Ni lo ms mnimo. Slo conoca el sufrimiento de mis padres, tambinde mis pacientes y amigos, pero nunca el mo propio. [pg. 86: A los ojos de mi madre, misexigencias ms naturales eran molestas exigencias. Cmo iba a poder yo, enviada al anchomundo con semejante carga sobre los hombros, saber lo que realmente necesitaba? Cmoiba a aprender a satisfacer esas necesidades? Lo que aprend es que eran peligrosas, porqueel deseo de satisfaccin conduca necesariamente a la catstrofe. Esa catstrofe, el granpeligro, era la clera de mi madre y el desvelamiento de su falta de amor. As que yo intentabacon todas mis fuerzas reprimir mis necesidades de afecto, calor y comprensin, para no tenerque ver la verdadera actitud de mi madre hacia m, para mantener la ilusin de que me quera.Mi esperanza era llegar a no necesitar nada y sacrificar mi vida a los dems para obtenerfinalmente su amor. Pero el amor no se gana negndose a uno mismo ni haciendo grandescosas. Los padres se lo brindan al recin nacido o no se lo brindan. Y yo me vi por fin forzada areconocer que de pequea no me haban hecho ese regalo.] Hasta que no desist de intentarcomprender la infancia de mis padres (que, de todos modos, ellos mismos tampoco queranconocer), no pude sentir toda la intensidad de mi sufrimiento y de mi miedo. Slo entoncesdescubr lentamente la historia de mi infancia y comenc a comprender mi destino. Ynicamente entonces desaparecieron los sntomas fsicos que, durante tanto tiempo, habanintentado en vano contarme mi verdad mientras yo escuchaba a mis pacientes y, a travs desus historias, empezaba a vislumbrar lo que le suceda a los nios maltratados. Hecomprendido que me enga durante mucho tiempo. Como muchos terapeutas, no saba quinera yo en realidad, porque haba estado huyendo de m misma y crea que as poda ayudar aotras personas. Hoy estoy convencida de que debo comprenderme a m misma antes deintentar comprender a los dems. [Alice Miller Salvar tu vida]

  • Si alguien se hubiera dirigido a m para narrarme le historia de mi infancia, con todos losdetalles de los que ahora soy consciente, ello no habra obrado en m efecto alguno. Yo mehabra credo o no la historia, pero, incluso en el primer caso, no habra pasado de ser para muna historia ajena, no vivida por m. El nico camino por el que poda llegar a renunciar a mirechazo intelectual se me abri gracias a los sentimientos de la nia que haba en m, y que erael nico testigo de los malos tratos a los que me someti mi madre. Cmo pude, a pesar deello, liberarme de la represin? Lo logr porque quera saber la verdad a toda costa y acabencontrando un testigo que me ayud a buscarla.

    Durante mi terapia observ que, cada vez que me enfrentaba interiormente a mis padres,los sentimientos de culpabilidad inculcados por la educacin reforzaban mi represin, meobstruan el acceso a la realidad y bloqueaban la vivencia de mis antiguos sufrimientos. Lossentimientos no aparecieron hasta que pude poner en cuestin mi supuesta culpa. Y slo pudedarme cuenta de lo que haba ocurrido cuando logr sentir que si mis padres no me habantenido en consideracin, ni tomado en serio, ni percibido, no haba sido por culpa ma.Comprend que no era mi tarea ensearles a sentirse responsables, que yo, siendo an unalactante, no haba tenido en mis manos el hacer de mis padres personas capaces de amar. Lonico que haba podido hacer fue mostrarles que yo era til, que podan explotarme y quesiempre reaccionara a ello con una sonrisa. En aquella poca la vida no me ofreca otraposibilidad.

    En cuanto descubr la funcin bloqueadora de esos sentimientos de culpabilidad, advertque siempre surgan, impidindome dormir, cuando apareca en mi mente un fragmento dealgn recuerdo traumtico. Al da siguiente me esforzaba en volver a negar lo que habadescubierto en la vspera. O bien lo olvidaba, o me vea forzada a negarlo, o bien me sentaterriblemente mal por haber sido capaz de pensar algo tan abominable de mis padres. En micaso entraba en juego la misma regla invariable que forz a Freud a traicionar sus hallazgos.[pg. 66: En principio, Freud haba descubierto en sus tratamientos -practicados an en partecon ayuda de la hipnosis- que todos sus pacientes haban sido nios maltratados y que lossntomas de sus trastornos eran el lenguaje en el que explicaban su historia. En 1896, trasinformar de sus hallazgos a la comunidad de los psiquiatras, se vio completamente aislado, asolas con su descubrimiento, que ninguno de sus colegas quiso compartir con l. No soportpor mucho tiempo esa soledad. Pocos meses despus, en 1897, calific los relatos de suspacientes sobre abusos sexuales como meras fantasas que haba que atribuir a sustempranos deseos instintivos. La humanidad haba sido brevemente despertada de su letargo,pero ahora poda volver a sumirse en l.]

    Muchos terapeutas observan a menudo esa resistencia en sus pacientes y la interpretanerrneamente como prueba de que es imposible conocer lo realmente ocurrido. Y ese mismopaciente acaba no estando seguro de si describe recuerdos o simples fantasas. La luchainterior del nio en favor de la imagen del buen padre o de la buena madre puede llegar a sertan intensa que no slo el paciente sino tambin todos aquellos que lo rodean sean presa de laconfusin. [] la idealizacin de los padres con la ayuda de la fantasa y de la represin, ayudaal nio a sobrevivir. Atribuir algo malo a la persona a la que se ama y a la que se tiene pormodelo ira, pues, en contra de la natural autodefensa y de las leyes de la vida. De esto sededuce que el nio jams se inventa traumas. Al contrario: para poder sobrevivir, debe hacersoportable el dolor con ayuda de la fantasa.

    A menudo, los reproches a los padres estn asociados a terrores mortales, no slo acausa de amenazas reales, sino porque para un nio pequeo la prdida de la persona queconstituye su nica referencia representa un peligro de muerte. As, el adulto conserva susantiguos miedos reprimidos [] y las humillaciones sufridas bajo el disfraz de medidasnecesarias para su bien, y se aferra a toda costa a la idea de que aquellos padres torturadoreslo amaban. Ni siquiera personas que han demostrado a todo el mundo su elevada inteligenciahan sabido liberarse de ese error, pues han mantenido a cal y canto su autntico saber.

    Uno slo puede aclarar realmente su situacin personal y disipar los miedos cuando escapaz de sentirlos, no cuando se dedica a discutir sobre ellos. [] El mayor obstculo en mi

  • propia terapia era la costumbre, procedente del psicoanlisis, de trabajar con la libre asociacinde ideas. Ese mtodo me haca posible una y otra vez inteligentes conexiones mentales y, conello, una supuesta visin panormica. Eso me ayudaba a eludir la dolorosa confrontacin conmis padres, tapando as todos los agujeros por los que podra haber echado una mirada a larealidad de mi infancia. Mientras fui capaz de llamar por su nombre a los sentimientos,conserv mi posicin de dominio sobre la nia que hay en m, haciendo imposible hallar sulenguaje, el lenguaje de las sensaciones y sentimientos hasta entonces nunca nombrados. []Tras un largo tiempo fui por fin capaz de permitirle a esa nia que hay en mi interior queexpresara sus sensaciones y sentimientos y que se tomara para ello todo el tiempo necesario.Pero esa nia slo poda sentir si la parte adulta y educada de mi yo lo permita y no se loobstaculizaba por medio de explicaciones y asociaciones. Esa experiencia me ayud a descubrir que Freud cre, con su mtodo, un sistema deautoengao que funciona eficazmente al servicio de la represin.

    ...

    Durante mi formacin como psicoanalista se daba mucha importancia al hecho de que elanalista deba permanecer neutral. Era parte de las reglas fundamentales que, desde lostiempos de Freud, nadie cuestionaba y todos seguan estrictamente [por ser el padre delpsicoanlisis]. Entonces no pens nunca que esta regla estuviese unida a la necesidad deproteger de cualquier reproche a los padres del paciente. Mis colegas parecan no tenerproblemas con la defensa de la neutralidad, parecan no mostrar inters por compartir ycomprender las torturas de un nio que haba sido maltratado, humillado y explotadoincestuosamente. Pero como en sus prcticas haban sido tratados con la misma neutralidad,necesaria segn Freud, no haban tenido la oportunidad de descubrir su propio dolor, que ellosmismos ocultaban. Para descubrirlo no habran necesitado psicoterapeuta neutral, sino a unterapeuta parcial, alguien que los acompaara, que estuviese siempre de parte de aquel niomaltratado y se indignase ante la injusticia que le haba sido infligida. Es necesario que elterapeuta consiga esto antes, para ayudar a que lo consiga su cliente tambin. El hecho es quela mayora de las personas no saben lo que es la indignacin cuando comienzan la terapia.Cuentan historias espantosas ante las que no sienten la necesidad de rebelarse, no sloporque sus sentimientos les resultan ajenos, sino tambin porque no saben que existe otraclase de padres. [] En el marco de una terapia de estas caractersticas el cliente continaatrapado en su miedo infantil y no se atreve a compartir sus emociones y a experimentar surabia y su indignacin como lo que son: una reaccin normal ante la crueldad vivida.

    Mi experiencia me ha demostrado que mi indignacin autntica ante lo que mis clientesme confesaban sobre su infancia ha constituido un importante vehculo durante la terapia. []Normalmente esto tena un efecto intenso, como si se dinamitase el dique que mantena elagua del ro en un embalse. A veces la indignacin de la terapeuta desencadenaba tambin enel cliente una avalancha de indignacin. [] El cambio radical tena lugar gracias a la actitudcomprometida y liberada de la terapeuta, que era capaz de mostrarle al nio que le estabapermitido mostrar disgusto ante el comportamiento de sus padres y que cualquier persona consentimientos estara tambin disgustada, con la excepcin de aquellos que tambin habansufrido maltratos en la infancia. [Alice Miller Salvar tu vida]

    *

    Si el psicoanlisis pudiera liberarse algn da del compromiso de aceptar la pulsin demuerte, podra contribuir en gran medida a la investigacin sobre la paz mundial gracias almaterial existente acerca de los condicionamientos de la primera infancia. Sin embargo, lamayora de los psicoanalistas no muestran lamentablemente ningn inters por saber lo que lospadres hicieron con sus hijos y dejan este problema en manos de los terapeutas familiares.Como stos, a su vez, no trabajan con la trasferencia [de los sentimientos reprimidos] y seconcentran sobre todo en los posibles cambios de interaccin entre los miembros de la familia,raras veces logran acceder a lo que ocurri en la primera infancia, como es posible hacerlo enun anlisis profundo. [Alice Miller Por tu propio bien]

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  • Los psicoanalistas toman al padre bajo su proteccin trivializando los abusos sexualessufridos por el nio mediante el complejo de Edipo o de Electra, mientras que algunasterapeutas feministas idealizan a la madre, dificultando con ello el acceso a las primerasexperiencias traumticas que tienen origen en ella. Ambas cosas pueden conducir a un callejnsin salida, pues la disipacin de los dolores slo es posible cuando se es capaz de ver yaceptar la plena realidad de los hechos. [Alice Miller El saber proscrito ]

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    El prestigio del padre es alimentado a menudo por atributos que, desde la perspectiva desus hijos, sin duda alguna posee: unicidad, grandeza, importancia y poder. Pero no por otrosque le faltan, como sabidura, bondad, valor. Si el padre abusa de su poder reprimiendo en elnio la capacidad crtica, sus propias debilidades permanecern ocultas tras esos slidosatributos. Podr decir a sus hijos lo mismo que Adolf Hitler deca con la mxima seriedad a suscontemporneos: Qu gran suerte es para vosotros tenerme!. [] As pues, cuando apareceun hombre y empieza a hablar y a comportarse como el propio padre, hasta el individuo adultoolvidar sus derechos democrticos o no se dar cuenta de ellos, se someter a aquel hombre,lo aclamar, se dejar manipular por l, depositar en l su confianza y, por ltimo, seentregar a l sin reservas y no ser consciente de su esclavitud, como no somos conscientesde todo cuanto signifique una prolongacin de nuestra propia infancia.

    Apenas existe un nexo ms acreditado entre los pueblos de Europa que el odio a losjudos. Ha sido desde siempre un instrumento de manipulacin muy apreciado por losgobernantes y parece ser particularmente til para encubrir intereses muy diversos, de suerteque hasta grupos en extremo hostiles entre s pueden ponerse totalmente de acuerdo sobre lapeligrosidad o la vileza de los judos. Hitler saba esto y en cierta ocasin le dijo a Rauschningque si los judos no existieran, habra que inventarlos.

    De dnde saca el antisemitismo su capacidad para renovarse eternamente? No es algodifcil de entender. No se odia a los judos porque hagan o sean esto y aquello. Todo cuanto losjudos hacen o son puede encontrarse tambin en otros pueblos. Se odia a los judos porque lagente lleva en su interior un odio no permitido que est ansiosa por legitimar. Y el pueblo judoresulta particularmente apropiado para efectuar esta legitimacin. Como hace dos mil aos quevienen siendo perseguidos por las mximas autoridades eclesisticas y civiles, nadie ha tenidoque avergonzarse nunca de odiar a los judos, aunque haya sido educado segn principiosmorales muy severos y haya tenido que avergonzarse de las emociones ms naturales delalma. Un nio que crezca tras una coraza de virtudes exigidas ya a una edad muy temprana,recurrir con gusto a la nica vlvula de escape permitida: agenciarse su antisemitismo (esdecir, su derecho a odiar) y conservarlo durante toda su vida. Quienes llevaron a cabo la solucin final eran hombres y mujeres cuyos sentimientosno se interponan en su camino porque desde pequeos haban sido educados para no sentirningn tipo de emociones propias, sino para vivir los deseos de sus padres como algo propio.Se trataba de personas que, en su infancia, se enorgullecan de ser insensibles y no llorar, decumplir con alegra todos sus deberes y no sentir miedo, es decir, en el fondo: de no tenervida interior de ningn tipo.

    Es conocida la peculiar fascinacin que Hitler despertaba en las mujeres. Para ellaspersonificaba al padre que saba exactamente lo que era verdadero o falso y que, adems,poda ofrecerles una vlvula de escape para el odio que tenan acumulado desde su infancia.Esta combinacin asegur a Hitler su enorme ascendencia entre hombres y mujeres. Puestodas esas personas haban sido educadas para obedecer y haban crecido en una atmsferadonde imperaban el cumplimiento del deber y las virtudes cristianas; ya a una edad muytemprana tuvieron que aprender a reprimir su odio y sus necesidades. Y de pronto vino unhombre que no cuestionaba su moral burguesa en s, un hombre que, por el contrario, anpoda hacer buen uso de toda esa obediencia que les haban inculcado, que nunca losenfrentaba a cuestionamientos ni a crisis interiores y, en lugar de ello, puso en sus manos uninstrumento universal que les permiti vivir por fin, en forma totalmente legal, ese odioreprimido desde sus primeros das de vida. Cmo no aprovechar semejante oportunidad? El

  • judo pas a ser culpable de todo, y los perseguidores reales de otros tiempos, los propiospadres, a menudo francamente tirnicos, pudieron seguir siendo honrados e idealizados.

    Toda ideologa ofrece la posibilidad de descargar colectivamente los sentimientosreprimidos conservando a la vez el objeto primario idealizado, que se transfiere a nuevasfiguras autoritarias o al grupo entero como sustituto de la simbiosis -ya perdida- con la propiamadre. [] Como toda ideologa tiene a su vez un chivo expiatorio fuera de su extraordinariogrupo propio, aquel nio dbil y despreciado desde siempre, escindido, que pertenece al Yopero que jams pudo vivir realmente en l, podr ser nuevamente despreciado y combatido.

    Conozco a una mujer que [] en su infancia fue educada muy severamente; sus padresla utilizaron para hacer las tareas de casa cuando sus otros hermanos abandonaron el hogarpaterno. Por eso no pudo aprender ninguna profesin, aunque tena deseos muy concretos alrespecto y tampoco le faltaba el talento necesario. Mucho ms tarde me confesara haber ledocon gran entusiasmo en Mi lucha ciertos pasajes sobre los crmenes de los judos, sintindosemuy aliviada al saber que era lcito odiar tan inequvocamente a alguien. Nunca le permitieronenvidiar abiertamente a sus hermanos cuando estos iniciaron sus estudios profesionales. Peroel banquero judo al que su to tuvo que pagar intereses por un prstamo s era un explotadorque medraba a costa de su pobre to, con quien ella se identificaba. Pues de hecho sus padresla explotaron y ella lleg a envidiar a sus hermanos, aunque una nia decente no pudierapermitirse semejantes sentimientos. Y he aqu que, de buenas a primeras, se le permita odiarcuanto quisiera sin dejar de ser por ello la nia querida de su padre ni la hija til a su patria.Adems, poda proyectar en los judos -seres dbiles y desamparados- a esa nia mala ydbil que haba aprendido a despreciar siempre en s misma, y vivirse a s misma como unapersona exclusivamente fuerte, pura (aria) y buena.

    Adolf Eichmann o Rudolf Hss [por ejemplo] fueron educados para la obediencia contanto xito y desde una edad tan temprana que aquella educacin no fall, y el edificio no tuvogrietas ni agujeros en ningn sitio, el agua jams penetr en l y ningn sentimiento fue capazde estremecerlo. Esas personas cumplieron hasta el final de sus vidas las rdenes que lesimpartan sin jams cuestionar su contenido. Cumplan esas rdenes no porque lasconsideraran justas y pertinentes, sino simplemente porque eran rdenes, tal y comorecomienda la pedagoga negra.

    Nuestra casa era frecuentada principalmente por religiosos de todos los crculos. Lareligiosidad de mi padre fue aumentando en el curso de los aos. Siempre que su tiempo se lopermita, iba en peregrinaje conmigo a todos los lugares sagrados de mi patria, as como aEinsiedeln en Suiza y a Lourdes en Francia. Imploraba fervorosamente la gracia del Cielo param, a fin de que llegara a ser un sacerdote bendecido por Dios. Yo mismo era tambinprofundamente creyente, en la medida en que poda serlo un chiquillo de mi edad, y tomabamuy en serio mis obligaciones religiosas. Rezaba con una seriedad realmente infantil y cumplacelosamente con mis deberes como aclito. Mis padres me ensearon que deba tratar conrespeto y reverencia a todos los adultos y, particularmente, a las personas de edad,independientemente de su estatus social. Ayudar donde quiera que fuese necesario seconvirti en m obligacin principal. Con especial nfasis me repetan que tena que realizar sindemora o bien obedecer los deseos y rdenes de mis padres, maestros, prrocos y de todoslos adultos, incluido el personal de servicio, y que nada debera apartarme de ese deber. Loque ellos dijesen era siempre lo correcto. Estos principios pedaggicos quedaron grabados en lo ms hondo de mi ser. (Rudolf Hss)

    En el Tercer Reich los judos eran denominados infrahumanos, seres de una clase inferior.Adolf Hitler hered esta actitud despectiva de su padre, que lo trataba como un ser de claseinferior, de quien uno se poda rer, burlar y al que se poda maltratar con impunidad. [...] esposible atribuir al destino del pequeo Adolf las alucinaciones de un mundo "sin judos". Puedoimaginarme muy bien que el muchacho, que problablemente fue vctima en la escuela de burlasocasionadas por la ascendencia juda de su padre y experiment tambin en su casa lastensiones que acarreaba este hecho, elabor fantasas sobre una vida en la que no pesasecomo la suya la presencia "de los judos". No haba experimentado ya en su propio cuerpo lacrueldad "del judo" con las palizas de su padre? [recordemos que a la edad de 11 aos a

  • punto estuvo de matarlo a palos] Ahora pensaba que todos los judos eran crueles,amenazantes, como su padre lo haba sido con l, y que deban ser exterminados para que los"arios" (el pequeo Adolf) pudieran vivir en paz.

    Puede considerarse como una jugada genial de Hitler el haber ofrecido los judos alos alemanes para que se proyectaran en ellos, a esos alemanes educados para el rigor, laobediencia y la represin de sus sentimientos. Pero el uso de este mecanismo no era enabsoluto nuevo. Podemos rastrearlo en la mayora de las guerras de conquista, en la historiade las Cruzadas y la Inquisicin, e incluso en la historia ms reciente. [Alice Miller Por tupropio bien]

    *

    Si le dijramos a una persona que su perversin no sera problema alguno en otrasociedad porque la nuestra est enferma, genera inhibiciones e impone compulsiones, no laayudaramos mucho. Esa persona tambin se sentira, como ser histrico y nico, marginada eincomprendida y su verdadera tragedia se vera trivializada por esta interpretacin. Pues loque ella debe comprender es su historia personal, que se pone de manifiesto en la compulsina la repeticin. Esa historia estuvo determinada, entre otras cosas, por presiones sociales que,sin embargo, no se instalan en la psiquis como conocimiento abstracto, sino que vananclndose en ella a travs de las experiencias emocionales ms tempranas del nio con suspadres. De ah que stas no puedan resolverse con palabras, sino slo mediante vivencias, yno slo mediante las vivencias correctoras del adulto, sino, sobre todo, las del miedo precoz aldesprecio de los queridsimos padres y los posteriores sentimientos de indignacin y de duelo.[] Dicho de otro modo: muchos de los que buscan ayuda [teraputica] son muy inteligentes,leen en peridicos y libros acerca de la locura armamentstica, la explotacin del planeta lamendacidad de la diplomacia, la arrogancia y manipulacin del poder, la adaptacin de losdbiles ola impotencia del individuo, y van formndose sus propias ideas al respecto. Lo quesin embargo no ven porque no pueden verlo es el comportamiento absurdo y contradictoriode sus padres en la poca en que ellos eran todava nios muy pequeos. No podemosrecordar esa actitud de nuestros padres porque entonces nos veamos obligados a reprimir eldolor y la ira. En cuanto estos sentimientos afloran y pueden ser relacionados con situacionesms tempranas, se produce un cambio.

    Una mujer que haya sufrido abusos sexuales en su infancia, que reniegue de esarealidad infantil y haya aprendido a no sentir dolor, huir continuamente de lo ya ocurridorecurriendo a los hombres, al alcohol, las drogas o a una actividad compulsiva. Necesitasiempre elpinchazo para no dejar aflorar el aburrimiento ni dar paso al sosiego en el quesentira la sofocante soledad de la realidad de su infancia, pues teme este sentimiento ms quea la propia muerte, a no ser que haya tenido la suerte de saber que revivir y tomar concienciade los sentimientos infantiles no mata, sino libera. Lo que, en cambio, s mata a menudo es elrechazo de los sentimientos, cuya vivencia consciente podra revelarnos la verdad.

    Las personas que hayan descubierto su pasado, que hayan aprendido en la terapia aesclarecer sus sentimientos y analizar sus verdaderas causas, no estarn ya sometidas a lacompulsin de descargar su ira sobre seres inocentes para as ahorrrsela a quienes sehubieran hecho merecedores a ella. Estarn en condiciones de odiar lo aborrecible y amar loque sea digno de amor. Ya que se atreven a averiguar quin ha merecido su odio, podrnorientarse en la realidad sin ser vctimas de la ceguera del nio maltratado, que no puede hacerdao a sus padres y, por lo tanto, necesita chivos expiatorios. El futuro de la democraciadepende de este paso adelante del individuo. Apelar al amor y a la razn ser intil mientrasestos pasos para esclarecer los sentimientos sigan siendo obstaculizados. Es imposiblecombatir el odio con argumentos; hay que comprender su origen y utilizar un instrumental quepermita su desaparicin. [Alice Miller El drama del nio dotado]

    * Hay madres que tienen hijos adultos que las quieren, se preocupan y les dedican todasu atencin y, a pesar de ello, sufren depresiones porque las causas de su sufrimiento siguenescondidas en la infancia. El amor de sus hijos no cambiar nada. Sin embargo la

  • preocupacin constante del nio por sus padres puede destrozar su vida. La condicin parauna empata real con los dems es la empata con el propio destino, que un nio maltratado nopoda desarrollar porque estaba obligado a negar su dolor. Cuando obligamos a un nio aaprender que tiene que reprimir sus emociones, no logra desarrollar empata consigo mismo y,por lo tanto, tampoco con los dems. Esto promueve el comportamiento criminal, muchasveces oculto tras vocablos morales, religiosos o polticos, aparentemente progresistas.

    El acceso a la historia de nuestra niez nos proporciona la libertad de sernos fieles, esdecir, de reconocer y experimentar nuestras emociones y actuar conforme a nuestrasnecesidades, esto nos garantizar la salud y tambin relaciones autnticas y reales connuestros allegados. Dejaremos de despreciar nuestro cuerpo y nuestra alma, de descuidarnoso incluso de tratarlos de la misma forma -con impaciencia, mal humor y humillaciones- con laque nuestros padres trataban al nio pequeo, que todava no poda hablar ni darexplicaciones. [] Ningn medicamento podr informarnos sobre los orgenes de nuestroconflicto o nuestras enfermedades. Un medicamento slo puede enmascarar estas causas ymitigar el dolor durante cierto tiempo-. Pero las causas, que nunca hemos llegado areconocer, siguen estando activas y continan envindonos seales.

    Todas estas enfermedades o adicciones son gritos del cuerpo, que quiere serescuchado, y que requieren que prestemos atencin al padecimiento sufrido en los primerosaos. En lugar de escuchar a su cuerpo e intentar comprender sus gritos de socorro, muchaspersonas huyen y se esconden, por ejemplo, en la adiccin.

    En general, un nio que ha padecido abusos por parte de sus padres carece en su vidaadulta de testigos y permanece aislado, no solo de los dems, sino tambin de s mismo,porque reprime la verdad y nadie le ayuda a reconocer la realidad de su infancia. Porque lasociedad se pone siempre de parte de los padres. Todo el mundo sabe que esto es as y por lotanto no se atrever a acercarse a la verdad. Sin embargo, si en el marco de una terapiaadecuada una persona consigue experimentar y expresar su rabia, se enfrentar con laoposicin de su familia y amigos, ya que habr roto un tab y esto les inquieta. Estas personasse enfrentarn con todos los medios contra el afectado para poder proteger sus propiosrecuerdos reprimidos.

    Hay muy pocos supervivientes de abusos infantiles que sean capaces de soportar estasagresiones y que prefieran aceptar el aislamiento que surge de ellas a traicionar su verdad. Lascosas cambiarn, no obstante, cuando la sociedad tenga ms informacin sobre la dinmicaemocional de estos procesos y sea mayor el crculo de las personas informadas, de esta formalas vctimas no tendrn que experimentar una absoluta soledad.

    La depresin es el precio que el adulto paga por renunciar a s mismo. Siempre hatenido que preguntarse qu es lo que los otros necesitan de l y, por esa razn, no slodescuida sus sentimientos y necesidades ms profundas, sino que ni siquiera es capaz dereconocerlas. Pero el cuerpo s las reconoce e insiste en que la persona experimente sussentimientos reales y autnticos y se permita expresarlos. Esto que parece tan elemental no loes para aquellas personas a quienes sus padres utilizaron cuando eran nios para satisfacersus propias necesidades. [] La depresin no es ms que la huda de todos los sentimientosque nos haran revivir las heridas de la infancia. As, en los afectados se desarrolla un vacointerior. Cuando es necesario evitar a cualquier precio el sufrimiento emocional, en el fondo noqueda mucho ms con lo que sostener las ganas de vivir. Uno puede rendir de formaextraordinaria en el mbito intelectual, pero en su interior estar simplemente sobreviviendo,como un nio que no ha madurado en el terreno emocional.

    As, este sufrimiento permanece encerrado en el stano ms oscuro del alma. Y ay!de quien se atreva a llamar a esta puerta: antes sufrir depresiones, tomar medicamentos odrogas, antes morir que recordar sus tormentos. Y, de esta manera, la persona bautiza lostormentos con ese nombre que tan bien suena: educacin, de tal forma que ya no le duele

  • recordarlos. Mientras no reconozcan que de nios fueron vctimas, estas personas no serncapaces de indignarse. [] Fueron vctimas cuando todava no pensaban de forma autnoma yadoptaron, por ello, la opinin de sus padres segn la cual eran torturados por su bien. [][Ante violadores y asesinos en serie] no resulta ni tan siquiera difcil averiguar detalles sobre lacrueldad de los padres porque el mismo criminal rara vez los califica de perversos; considera lasuya una educacin normal y mantiene una estrecha relacin, como todas las personas quesufrieron maltrato en la infancia, con sus padres, a los que defiende de todo reproche. Elpsiquiatra, que lo est interrogando, rara vez pone en duda su criterio (probablemente porquetampoco l nunca ha cuestionado a sus propios padres) y llega a la conclusin de que elasesino en serie sentado frente a l lleg al mundo provisto de genes destructivos que loempujaron a cometer sus crmenes.

    En la mayora de los casos no conocemos los orgenes de nuestro sufrimiento, porqueuna completa amnesia oculta desde hace tiempo el recuerdo de las palizas recibidas, para, enprimer lugar proteger el cerebro del nio. Pero esta amnesia es nefasta porque se convierte encrnica y nubla nuestra orientacin. A pesar de que nos protege de los recuerdos no puededefendernos de los sntomas ms graves -como, por ejemplo, el miedo- que nos advierten unay otra vez de peligros que ya no existen. Estos peligros eran reales antes, por ejemplo, cuandola madre pegaba a la nia de seis meses para ensearle a ser obediente. [] Y durante aosnos medicamos, pero nadie (ni el paciente ni el mdico) se pregunta: dnde est ese peligrosobre el cual el cuerpo no cesa de advertirnos? El peligro se esconde en la historia de lainfancia, pero todas las puertas que nos permitiran acceder a esta perspectiva parecen estarhermticamente cerradas. Nadie intenta abrirlas, al contrario, hacemos lo posible para no tenerque enfrentarnos a la historia de horrores insoportables que nos ha acompaado durante tantotiempo. Al tratarse de los aos de nuestra vida en los que nos sentamos ms impotentes yvulnerables no queremos volver a pensar en ellos [] Sin embargo, justo estos aosdeterminan toda nuestra vida y slo enfrentndonos a esta poca podremos conseguir la llavepara comprender nuestros ataques de pnico, nuestra presin arterial alta, nuestras lceras,nuestro insomnio y -desgraciadamente- tambin nuestra rabia, en apariencia inexplicable, anteun pequeo beb que llora.

    El sentimiento de culpa nos protege de la dolorosa verdad de que el destino nos diouna madre que era incapaz de amar. Esto es ms doloroso que pensar, bueno, era una buenamadre, el problema es que yo era malo. Porque siempre podemos hacer algo al respecto.Podemos esforzarnos en conseguir ese amor. Pero el amor no se gana con mritos, y lossentimientos de culpa por lo que hemos o no hemos hecho, slo continan cegndonos yprovocndonos nuevas enfermedades.

    Si viaja en avin, necesita ponerse el cinturn de seguridad. Sin embargo, una vezabandona el avin, ya no lo necesita y, por lo tanto, no lo utilizar. Pero la mayora de laspersonas conservan puesto en la tierra lo que salvara sus vidas slo en el aire. Conservan deadultos la negacin que les salv su vida cuando eran nios. Y lo que entonces era necesario,impide hoy que puedan vivir su vida.

    Creo que el dolor ms terrible, el que debemos experimentar para ser fuertesemocionalmente, consiste en asimilar que no fuimos queridos cuando ms lo necesitbamos.Es fcil decirlo pero es extremadamente difcil experimentar este dolor, aceptar los hechos yrenunciar a la esperanza de que un da mis padres puedan cambiar y llegar a quererme. Alcontrario de los nios, los adultos pueden liberarse de esta ilusin -por el bien de su salud y desus hijos-. Las personas que realmente quieren conocer su verdad podrn conseguirlo. Y creoque estas personas pueden cambiar el mundo. No tendrn la apariencia de hroes, puedeque se trate de personas muy modestas, pero no me cabe la menor duda de que su franquezaemocional demoler algn da el muro de la ignorancia, de la negacin del sufrimiento y de laviolencia. El dolor por no haber sido querido es slo un sentimiento y un sentimiento no esnunca destructivo si se dirige a la persona que ha ocasionado el dolor. En este caso ni siquierael odio ser destructivo siempre que podamos experimentarlo de forma consciente y nopermitamos que estalle a ciegas. Pero el odio s puede ser destructivo y tambin peligroso parauno mismo y los dems si lo reprimimos y lo descargamos con cabezas de turco.

  • Todos los nios quieren vivir, incluso un nio que crece junto a unos padresmonstruosos, por eso tiene que creer a toda costa que aquello que ha padecido no constituyetoda la verdad. Y, naturalmente hay momentos en los que su violento padre parece cambiar, lolleva de pesca, por ejemplo, y por unos momentos el nio se siente querido. Cuando despuslo utilice como juguete de sus deseos sexuales, tendr, al fin y al cabo, un buen recuerdo de,por ejemplo, cuando fueron a pescar. Logramos sobrevivir a nuestra infancia de esta forma y lamayora de las personas intentan vivir slo con estos recuerdos positivos, reprimiendo losnegativos.

    Para el nio pequeo sus padres son como dioses todopoderosos, omniscientes ybondadosos. Siempre. Cuando vive experiencias que contradicen esta imagen, cuando elpadre bondadoso le grita o le pega, el nio intenta explicar los motivos culpndose a smismo para salvaguardar la integridad de esos dioses que necesita para sobrevivir. Esteempeo infantil se corresponde con la actitud de muchas corrientes religiosas y filosficas quese esfuerzan tambin por conservar esta imagen infantil de Dios: Por qu el buen Diossacrific a su hijo y permiti que lo crucificaran? Para redimirnos de nuestros pecados. []Por qu permite que haya guerras, maltrato infantil y absurdos asesinatos si siendotodopoderoso seguro que podra ayudarnos? Porque somos malvados y no merecemos nadamejor. [...] Todas las religiones ensalzan la obediencia a los padres como la mayor de lasvirtudes. Qu hacemos entonces con la rabia reprimida? La dirigimos a personas quepertenecen a otras religiones (enemigos) o dejamos que se convierta en enfermedad? Porqueno podemos eliminarla, slo podemos dirigirla a inocentes.

    Hay que perdonar las injusticias padecidas, dice la religin: slo entonces seremos librespara amar y quedaremos libres de odio. Esto es en s mismo correcto, pero dnde encontrarel camino hacia el verdadero perdn? Puede hablarse de perdn si a duras penas sabemos loque realmente nos hicieron y por qu nos lo hicieron? Y sin embargo en esta situacin noshemos visto todos cuando ramos nios. No podamos comprender por qu nos humillaban,abandonaban y amenazaban [] Ms an, ni siquiera nos permitan darnos cuenta de todo loque nos hacan, porque nos elogiaban esos malos tratos como medidas necesarias paranuestro bien. Ni el nio ms perspicaz podr captar semejante mentira si procede de los labiosde sus queridos padres, quienes, despus de todo, tambin le muestran otras facetasentraables. Creer que el tipo de tratamiento que le aplican es realmente correcto y buenopara l, y no les guardar rencor por ello. Solo que, cuando sea adulto, har lo mismo con suspropios hijos para demostrarse a s mismo que sus padres actuaron debidamente con l.

    No es esto lo que la mayora de las religiones entienden por respeto: castigaramorosamente al nio de acuerdo a la tradicin de los antepasados y educarlo para querespete a sus padres? Pero un perdn basado en la negacin de la verdad y que utiliza a unnio indefenso como vlvula de escape, no es un perdn autntico. De ah que el odio no seavencido por las religiones, sino ms bien involuntariamente exacerbado. Al ser prohibido demanera drstica, el intenso odio infantil contra los padres se desplaza hacia otras personas ohacia el propio Yo, ms no desaparece: todo lo contrario, gracias a la posibilidad -autorizada-de ser descargado sobre los hijos, acaba propagndose por todo el mundo como una epidemia.Por ello no debe sorprendernos que haya guerras de religin, aunque esto debiera ser, dehecho, una contradiccin per se.

    Todo ser humano ha de encontrar su propia forma de agresividad para evitarconvertirse en la obediente marioneta de otras personas. Slo alguien que no se deje reducir alnivel de instrumento de una voluntad ajena, podr imponer sus necesidades personales ydefender sus legtimos derechos. Pero esta forma razonable y adecuada de agresividad le estvedada a muchas personas que, de nios, crecieron con la absurda creencia de que un serhumano slo puede tener todo el tiempo pensamientos buenos, amorosos y piadosos, y ser almismo tiempo honesto y autntico. El simple deseo de dar cumplimiento a esta imposibleexigencia puede llevar a un nio dotado al borde de la locura. [] Ms tarde, cuando sus

  • fantasas infantiles pueden por fin hacerse realidad, suelen adoptar generalmente un contenidocruel y sdico. En esas fantasas se combinan las viejas fantasas de venganza del niosometido a la tortura pedaggica con la crueldad introyectada de esos padres que intentaronmatar, o de hecho mataron, la espontaneidad vital de su hijo con preceptos moralesirrealizables. [Alice Miller Por tu propio bien]

    *

    Si la Biblia o el Corn hubiesen prohibido de forma explcita la violencia contra los nios podramos mirar con mayor esperanza hacia el futuro. Pero por desgracia las autoridadesespirituales al mando se niegan terminantemente a concienciarse de nuevos hallazgos de vitalinters sobre los peligros de la violencia en el cerebro infantil. No se les ocurre en absolutointerceder por un trato respetuoso a la infancia, y, en consecuencia, por el futuro de lahumanidad, porque a todos ellos, y como anteriormente a Martn Lutero, a Calvino y anumerosos filsofos, slo les importa proteger y enaltecer la imagen inmaculada de su propiamadre. Es la imagen idealizada de la madre, que supuestamente actuaba con correccincuando castigaba sin piedad a sus nios. Al mismo tiempo que utilizan bellas palabras paraescribir sobre el amor, se niegan a ver cmo la capacidad de amar se destruye ya desde lainfancia. [] No queremos pegarte, pero debemos hacerlo para expulsar el Mal que llevasdentro desde que naciste. As pensaban los padres en la poca de Lutero y as hablaban asus hijos. Lutero les deca que era su obligacin liberar a su hijo del demonio, para convertirloen una persona piadosa y bondadosa. Los padres lo crean. No saban que a Martn Lutero,cuando era nio, su madre lo castigaba estrictamente y sin piedad y que, por esta razn,defenda semejante educacin, para conseguir la imagen de una persona buena y cariosa,una imagen que slo poda crear gracias a la represin de sus verdaderos sentimientos. [] nosaban que en lugar de expulsar al demonio de su hijo inocente estaban esparciendo con suspalizas la semilla del mal en un ser inocente.

    Estn los padres ms informados en la actualidad? Muchos s, pero un buen nmerocarece todava de estos conocimientos y, todava hoy, igual que hace cuatrocientos aos, vensu ignorancia refrendada por supuestas autoridades. Slo que se utilizan otros trminos. Ya nose habla del demonio en relacin con la educacin, sino de los genes.

    Por qu ponemos tal empeo en buscar el mal innato en los genes? Por la sencillarazn de que la mayora de nosotros sufrimos maltrato siendo nios y tememos que aflore eldolor reprimido por las humillaciones padecidas entonces. Como al mismo tiempo que nosmaltrataban nos hacan llegar el mensaje de que todo suceda por nuestro bien, aprendimos areprimir el dolor, pero el recuerdo de las humillaciones permaneci almacenado en nuestrocerebro y en nuestro cuerpo. Como ambamos a nuestros padres, los cremos cuando nosdecan que las palizas eran por nuestro bien. La mayora lo sigue creyendo hoy en da yafirman que los nios no pueden ser educados sin un cachete, es decir, sin humillaciones. Yas permanecen en el crculo vicioso de la violencia y de la negacin del desprecio vivido yexperimentan de esta forma la necesidad de vengarse, de resarcirse, de castigar. Lossentimientos de odio reprimidos en la infancia se convierten con la edad en un odio asesino,que los grupos religiosos y las etnias disfrazan de ideologa.

    Todos nacemos sin malas intenciones y con una necesidad fuerte, clara y sinambivalencias de conservar nuestra vida, de poder amar y ser amados. [] Pero un nio queha experimentado la violencia, el desprecio y los abusos no puede defenderse. Todas las vasque la naturaleza ofrece para proteger la integridad humana le estn vedadas, pues podramorir si protestase. Por otra parte, el organismo incompleto, que no ha finalizado todava sudesarrollo, no es capaz de soportar estos sentimientos tan dolorosos. Por lo que el nio debereprimir, en la mayora de los casos, los recuerdos del trauma, y siempre los sentimientosindeseados, particularmente intensos, que en general aparecen como consecuencia deltrauma: la rabia asesina, los deseos de venganza y la sensacin de estar amenazado por todoel mundo, pues para un nio que no cuenta con un testigo cmplice los padres constituyen

  • todo su mundo. Resulta evidente que en el inconsciente de este nio se desarrolle y asiente eldeseo de destruir este mundo para al final poder vivir.

    Como han reprimido todos esos sentimientos, jams experimentados de formaconsciente, como nunca pudieron articular adecuadamente su necesidad de atencin, verdad yamor, muchos de estos nios, heridos por su trauma, escogen el camino de la liberacinsimblica, desarrollando, por ejemplo, formas de perversin y criminalidad aceptadas por lasociedad. La fabricacin y el comercio de armamento o tambin la guerra son escenariosideales para dar rienda suelta a esa rabia asesina reprimida que nunca se ha ex