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PERICARDITIS Fenómeno secundario a cardiopatías, trastornos torácicos o sistémicos, metástasis de neoplasias o intervención quirúrgica en el corazón. La pericarditis primaria es infrecuente y casi siempre tiene un origen vírico; unas cuantas como la tuberculosis y los hongos, dan lugar a respuestas crónicas. Pericardi tis aguda a. Pericarditis serosa. Por enfermedad inflamatoria no infecciosa: fiebre reumática, LES y la esclerodermia, los tumores y el síndrome hiperurémico. Una infección de los tejidos contiguos al pericardio (p. ej., una pleuritis bacteriana) puede causar una irritación suficiente de la serosa del pericardio parietal para generar un derrame seroso estéril que puede evolucionar hasta una pericarditis serofibrinosa y a la larga hasta una franca reacción supurativa. En algunos casos, una virosis —una rinofaringitis, una neumonía o una parotiditis— precede a la pericarditis y actúa como el foco primario de infección. Pocas veces, por regla general entre los jóvenes, la pericarditis vírica es una infección primaria patente, acompañada en ocasiones de una miocarditis (miopericarditis). Ligero infiltrado inflamatorio en la grasa epipericárdica que consta sobre todo de linfocitos. Casi nunca se produce su organización en adherencias fibrosas. b. Pericarditis fibrinosa y serofibrinosa. Tipos más frecuentes de pericarditis y están compuestas de un líquido seroso mezclado con un exudado fibrinoso. Causas: IM agudo, el síndrome posterior a un infarto (de Dressler), el sd hiperurémico, la radiación del tórax, la fiebre reumática, LES y los traumatismos. También tras la cirugía cardíaca corriente. Morfología. En fibrinosa: la superficie está seca, con una rugosidad de grano fino. En la: serofibrinosa un proceso inflamatorio más intenso lleva a la acumulación de grandes cantidades de líquido turbio de color amarillo o pardo, que se pone marrón y opaco por la presencia de leucocitos y glóbulos rojos (capaces de dotarlo de un aspecto visiblemente hemorrágico), y a menudo fibrina que puede disolverse, con su correspondiente resolución, u organizarse. La aparición de un roce pericárdico intenso es la característica más llamativa de la pericarditis fibrinosa, además del dolor, las reacciones febriles generales y los signos indicativos de insuficiencia cardíaca. c. Pericarditis purulenta o supurativa. Ocasionada por una invasión del espacio pericárdico debida a los microbios que alcanzan la cavidad pericárdica: 1) extensión directa desde infecciones vecinas 2) siembra desde la sangre 3) diseminación linfática 4) introducción directa durante una cardiotomía. La inmunodepresión predispone a contraer una infección por cualquiera de estas vías. El exudado varía desde un líquido fluido y opaco al pus patente que llega a 400 o 500 ml de volumen. Las superficies de las serosas están enrojecidas, granulosas y cubiertas por el exudado. Una reacción inflamatoria aguda en ocasiones se propaga hacia las estructuras de alrededor para provocar una mediastinopericarditis. La resolución completa es infrecuente, y el desenlace habitual es su organización mediante una cicatrización que da lugar a una pericarditis constrictiva, que es una consecuencia grave de este proceso. Los signos de la fase activa son los mismos de la pericarditis fibrinosa, pero los de una infección sistémica suelen resultar destacados: por ejemplo, picos febriles, escalofríos

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PERICARDITISFenómeno secundario a cardiopatías, trastornos torácicos o sistémicos, metástasis de neoplasias o intervención quirúrgica en el corazón. La pericarditis primaria es infrecuente y casi siempre tiene un origen vírico; unas cuantas como la tuberculosis y los hongos, dan lugar a respuestas crónicas.

Pericarditis aguda

a. Pericarditis serosa. Por enfermedad inflamatoria no infecciosa: fiebre reumática, LES y la esclerodermia, los tumores y el síndrome hiperurémico.Una infección de los tejidos contiguos al pericardio (p. ej., una pleuritis bacteriana) puede causar una irritación suficiente de la serosa del pericardio parietal para generar un derrame seroso estéril que puede evolucionar hasta una pericarditis serofibrinosa y a la larga hasta una franca reacción supurativa. En algunos casos, una virosis —una rinofaringitis, una neumonía o una parotiditis— precede a la pericarditis y actúa como el foco primario de infección. Pocas veces, por regla general entre los jóvenes, la pericarditis vírica es una infección primaria patente, acompañada en ocasiones de una miocarditis (miopericarditis). Ligero infiltrado inflamatorio en la grasa epipericárdica que consta sobre todo de linfocitos. Casi nunca se produce su organización en adherencias fibrosas.

b. Pericarditis fibrinosa y serofibrinosa. Tipos más frecuentes de pericarditis y están compuestas de un líquido seroso mezclado con un exudado fibrinoso.Causas: IM agudo, el síndrome posterior a un infarto (de Dressler), el sd hiperurémico, la radiación del tórax, la fiebre reumática, LES y los traumatismos. También tras la cirugía cardíaca corriente.Morfología. En fibrinosa: la superficie está seca, con una rugosidad de grano fino. En la: serofibrinosa un proceso inflamatorio más intenso lleva a la acumulación de grandes cantidades de líquido turbio de color amarillo o pardo, que se pone marrón y opaco por la presencia de leucocitos y glóbulos rojos (capaces de dotarlo de un aspecto visiblemente hemorrágico), y a menudo fibrina que puede disolverse, con su correspondiente resolución, u organizarse.La aparición de un roce pericárdico intenso es la característica más llamativa de la pericarditis fibrinosa, además del dolor, las reacciones febriles generales y los signos indicativos de insuficiencia cardíaca.

c. Pericarditis purulenta o supurativa. Ocasionada por una invasión del espacio pericárdico debida a los microbios que alcanzan la cavidad pericárdica:1) extensión directa desde infecciones vecinas2) siembra desde la sangre3) diseminación linfática4) introducción directa durante una cardiotomía.La inmunodepresión predispone a contraer una infección por cualquiera de estas vías. El exudado varía desde un líquido fluido y opaco al pus patente que llega a 400 o 500 ml de volumen. Las superficies de las serosas están enrojecidas, granulosas y cubiertas por el exudado. Una reacción inflamatoria aguda en ocasiones se propaga hacia las estructuras de alrededor para provocar una mediastinopericarditis. La resolución completa es infrecuente, y el desenlace habitual es su organización mediante una cicatrización que da lugar a una pericarditis constrictiva, que es una consecuencia grave de este proceso.Los signos de la fase activa son los mismos de la pericarditis fibrinosa, pero los de una infección sistémica suelen resultar destacados: por ejemplo, picos febriles, escalofríos y fiebre.

d. Pericarditis hemorrágica. El exudado está compuesto de sangre mezclada con un derrame fibrinoso o purulento; está originada por la diseminación de un tumor maligno hasta el espacio pericárdicoPuede aparecer en las infecciones bacterianas, en personas con una diátesis hemorrágica subyacente y en la

e. Pericarditis caseosa. Forma atípica de pericarditis, de origen tuberculoso, es raro que las micosis susciten una reacción similar. La afectación pericárdica ocurre por propagación directa desde focos tuberculosos situados en los ganglios traqueobronquiales.Es un antecedente de la pericarditis

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tuberculosis.Surge con frecuencia tras una cirugía cardíaca y a veces responsable de una pérdida cuantiosa de sangre o hasta de un taponamiento, que exige una «segunda intervención».

constrictiva crónica fibrocalcificada incapacitante.

Pericarditis crónica o cicatrizada

En algunas circunstancias, la organización simplemente produce engrosamientos fibrosos de las serosas parecidos a placas («placa en coraza») o adherencias finas y delicadas de origen dudoso, que se observan con bastante asiduidad en una autopsia y casi nunca motivan una perturbación de la actividad cardíaca. En otras condiciones, la fibrosis bajo la forma de frágiles adherencias fi lamentosas borra del todo el saco pericárdico. En la mayoría de los casos, esta pericarditis adhesiva no ejerce ningún efecto sobre el funcionamiento cardíaco.La mediastinopericarditis adhesiva es una posible consecuencia tras una pericarditis infecciosa, una intervención cardíaca anterior o una irradiación del mediastino. El saco pericárdico queda borrado y la adherencia de la capa parietal por su cara externa a las estructuras que la rodean genera una gran sobrecarga sobre el funcionamiento cardíaco. A cada contracción sistólica, el corazón tira no sólo del pericardio parietal, sino también de los elementos circundantes a los que está pegado. Puede observarse una retracción sistólica de la parrilla costal y el diafragma, un pulso paradójico y toda una diversidad de otros signos característicos. El aumento de su trabajo provoca una hipertrofia y una dilatación cardíacas, que llegan a ser apreciables en las situaciones graves.En la pericarditis constrictiva, el corazón está encerrado en una cicatriz densa fibrosa o fibrocalcificada que limita su expansión diastólica y el gasto cardíaco, propiedades que imitan una miocardiopatía restrictiva. A veces hay antecedentes previos de pericarditis o no. La cicatriz, normalmente de 0,5 a 1 cm de espesor, borra el espacio pericárdico y en ocasiones se calcifica; en los casos extremos, guarda un parecido con un molde de escayola (concretiocordis).La densa cicatriz que lo encapsula impide la aparición de una hipertrofia y una dilatación. El gasto cardíaco puede estar reducido en reposo, pero lo más importante es que el corazón dispone de poca capacidad, o ninguna, para aumentarlo como respuesta a un ascenso de las necesidades periféricas. Los tonos cardíacos suenan lógicamente lejanos o apagados. El tratamiento consiste en la resección quirúrgica del caparazón de tejido fibroso constrictor (pericardiectomía).