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8/16/2019 Permanencia de la Ley de Dios
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INTRODUCCION
Gran muestra de lo que nos falta por aprender acerca de la voluntad de Dios para nosotros
como cristianos se ve reflejada en el hecho de que no tenemos presente o memorizados
muchos de los mandamientos dados por Dios en el Antiguo Testamento, por ejemplo, el
Decálogo. ¿será que gran parte de la iglesia podrá recitarlos de memoria y en orden? Esto
lo pregunto, porque seguramente esto puede ser un reflejo de una realidad presente en sus
corazones, donde no consideran que la voluntad de Dios se refleje verdaderamente en el
Antiguo pacto, es más, la poca lectura del antiguo testamento entre los creyentes es
muestra también de esta realidad.
Por esta razón, es de suma importancia estudiar si la voluntad de Dios mostrada para el
pueblo de Israel por medio de la ley continua vigente para nosotros en la actualidad, o
simplemente esa ley era única y exclusivamente para el pueblo de Israel que estaba en
medio de una revelación progresiva del plan de Dios.
Por medio de este ensayo, me he propuesto responder a la pregunta de cómo debemos
usar la ley del Antiguo Testamento hoy en día, que viene unida a preguntas como si la ley
de Dios sigue vigente, o que cosas si permanecen y cuáles no. También se tratará de
replantear esta pregunta, para llevar al lector a meditar en si la pregunta inicial es la
correcta, o más bien esta debe ir encaminada a si debemos mejor definir que estándar
seguiremos para vivir una vida moral cristiana conforme a la voluntad de Dios.
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La Ley de Dios
Hay un lema que abunda en la cristiandad, y que tristemente se ha tornado en una
afirmación de doble filo, porque, aunque en un sentido es algo verdadero, se ha malentendido y llevado al otro extremo, esta frase es: "estamos bajo la gracia, no bajo la ley" .
Entonces, ¿en qué sentido esta frase es verdadera? ¿en qué sentido no lo es? ¿en qué
sentido estamos bajo la gracia? Y ¿en que sentido estamos o no bajo la ley de Dios? Esta
son preguntas que iremos respondiendo a lo largo de este ensayo para mostrar como la ley
sigue vigente para los cristianos y en qué sentido hay algún tipo de discontinuidad en la Ley
(si se puede expresar de esta manera) para nuestros tiempos.
Lo primero que habría que mencionar, es que toda la Palabra de Dios nos enseña que
nuestro gran Dios ha creado todas las cosas, que gobierna cada parte de la creación, y que
su gloria se evidencia en cada parte de esta por lo que nadie podrá decir que no existe un
creador supremo. Como decía el salmista: "Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder;
y su entendimiento es infinito" (Salmo 147:5), y "La ley del Señor es perfecta, justa, limpia,
verdadera y dulce" (Salmo 19). Esto lo menciono, porque si como primera medida tenemos
esto presente, podremos ver en la ley de Dios belleza, santidad y una cura para la horrenda
enfermedad de creernos autosuficientes, y así poder gritar con júbilo lo mismo que el rey
David exclamo: "Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley" (Salmo 119:18), ya que,
como dice Keizer, “esta ley era para toda la vida en la tierra; no simplemente para una vida
íntima, religiosa o espiritual” .1
1 A. Keizer, La Palabra de Dios: libro de vida para este tiempo (Madrid: FELIRE, 1982), p. 12
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Lo segundo que habría que mencionar para ver la importancia de la Ley Divina, es que
después de la caída del ser humano, este murió espiritualmente y ahora no podía
relacionarse con Dios de una manera intima (Efesios 2:1; 2:12; Col 2:13), perdiendo así la
capacidad de obedecer la ley de Dios que este tenía en el Edén. Sin embargo, para este
problema, Dios en su infinita sabiduría comienza a revelarnos de una manera cada vez más
clara que siempre se relacionara con el ser humano por medio de pactos (incluyendo el
tiempo histórico en el Edén).
Por esta razón, como en cualquier “contrato”, en un pacto hay dos partes (Génesis 12:1-17;
Deuteronomio 7:7, 8; 30:1-10). Por un lado, Dios promete bendecir a Su pueblo si ellos
guardan sus mandamientos y le honran, mientras, por otro lado, si ellos incumplen su parte,
entonces Dios los castigará. ¿y por qué menciono esto sobre los pactos? Porque
precisamente, el pacto encuentra gran parte de su expresión en la ley que Dios le dio al
pueblo de Israel.
Bien dice David Cook, y me permito parafrasearlo, que en el Antiguo Testamento Dios
revela sus normas a la humanidad a través de leyes, y aunque la más conocida es el
Decálogo, este es meramente una parte de un conjunto normas, como las leyes civiles,
ceremoniales y morales (Éxodo 20; Deuteronomio 5), por medio de las cuales Dios revela
Su naturaleza, carácter y voluntad.2
2 David Cook, El Laberinto de la Ética: Un Camino de Exploración de la Ética Cristiana (Barcelona:
Clie, 2004), p. 75
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¿Qué es la ley de Dios?
Haciendo un compendio de los diversos párrafos del capítulo 19 de la confesión de Fe de
Londres, podría decirse por el momento (teniendo en cuenta la relación Pacto –condiciones,
mencionadas anteriormente), que le Ley es un conjunto de normas dadas por Dios al
hombre para que este las obedeciera y así obtener las bendiciones por parte de Dios, las
cuales, primeramente fueron escritas en el corazón del hombre y así se mantuvieron hasta
que a Dios le agrado dársela al pueblo de Israel de manera explícita en el monte Sinaí, a
través de 2 tablas y manifestada en 10 mandatos. Con el tiempo a estos Dios añadió leyes
civiles, ceremoniales y morales.3
Soy consciente de que, en esta definición anterior, a propósito, hacen falta expresiones
claves (mencionadas en la misma confesión de fe de Londres de 1689) para evitar el mal
entendimiento de lo que es la Ley, pero estas serán mencionadas y explicadas de una mejor
manera en el tópico que tratara sobre el verdadero propósito de la Ley.
No es fácil dar una definición de lo que es la Ley, ya que hay mucha variedad en el uso de
esta en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, ya que, por ejemplo, al comienzo
la palabra Ley se limitó al decálogo expresado en Deuteronomio, para luego referirse en un
sentido más amplio al Pentateuco. Claramente el concepto de ley fue creciendo de manera
continua en el toda la Escritura, pero lo mejor es concluir que “ la ley es una expresión del
carácter de Dios y por lo tanto se trata de una unidad, porque él es una unidad ” .4
3 Puritanos, Confesión de Fe Bautista de Londres de 1689 (Medellín: Alfa Communications, 2012),
p. 77 - 80 4 James Montgomery Boice, Los Fundamentos de la Fe Cristiana (Miami: Unilit, 1996), p. 224
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¿Cuál es su propósito?
Ampliando ahora la definición de Ley dada anteriormente, podría decir que la Ley tenía el
propósito general de mostrar el estándar o voluntad de Dios frente a su creación con la cual
se había relacionado mediante pactos, la cual no podíamos cumplir. Aunque algunos
autores definen el propósito principal de esta revelación diciendo que “es el medio principal
por el cual Dios revela que el pecado es pecado y el pecador es un pecador” ,5 sin embargo,
al ser esta una definición muy general, algunos autores clasifican el propósito de la ley de
la siguiente manera: a) mostrar la manera de vivir para un pueblo escogido y rescatado, b)
estaba destinada a refrenar el pecado, c) revelar y excitar el corazón pecaminoso, d)
demostrar la naturaleza pecaminosa del pecado, e) convencer al individuo de pecado, f)
preparar al creyente para Cristo y e) revelar la naturaleza de Dios.6
La Ley mostraba al pueblo como vivir, y aunque era algo más que un código de conducta,
la promesa "haz esto y vivirás" nunca significo para Israel un sistema de salvación por
obras, porque todos los creyentes que se salvaron en el Antiguo Testamento lo hicieron de
la misma forma que los creyentes Neotestamentarios: por medio de la Fe. La Ley más bien
era la muestra del favor de Dios hacia el pueblo que aparto para Si mismo, con el cual se
relacionó por medio del pacto, con el fin de guiarlos hacia nuestro Salvador Jesucristo.
Paradójicamente, a pesar de que la Ley si cumplió en parte su labor de hacer a Israel
diferente a otros pueblos y refrenar en parte su maldad (como dice Calvino: "la función de
la ley es...que el temor al castigo modere a ciertos hombres que permanecen indiferentes
a cualquier cuidado sobre lo que es justo y correcto si no son coaccionados por las
amenazas de la ley" 7 ), también les mostro su pecado y los incito de alguna manera a pecar
5 James Montgomery Boice, Los Fundamentos de la Fe Cristiana (Miami: Unilit, 1996), p. 223
6 Francisco Lacueva, Ética Cristiana (Barcelona: Clie, 1975), p. 60 - 61
7 Calvino, Institución de la Religión Cristiana (Internet), pp. 358-59.
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aún más (Ro. 5:20; 7:7; 1 Cor. 15: 56). Aunque, siendo sincero, la definición del propósito
de la Ley que más me impacto, fue la de Bolton, citada por Bahnsen, al decir que “La Ley
nos envía al Evangelio para que seamos justificados; y el Evangelio nos retorna a la Ley
para inquirir cual es nuestro deber como gente justificada” .8
Además de esto, algunas personas consideran que la ley son normas morales que se deben
cumplir con el objetivo de ganar méritos delante de Dios para ser salvos del castigo que
vendrá en el día final, sin embargo, aunque es cierto que la ley limita el mal y expresa la
voluntad divina, el propósito primordial de la ley es convencernos de que somos pecadores
y que tenemos necesidad de un Salvador. Precisamente, por eso la Escritura dice que la
Ley es ese ayo que nos guía a Jesucristo (Gal 3:14), puesto que al verla e intentar cumplirla,
nos encontramos con la realidad de que somos incapaces de efectuar a cabalidad cada
demanda de la ley.
¿Discontinuidad en la Ley?
Lo primero que pretendo aclarar es que cuando hablo de discontinuidad, quiero referirme a
si la ley continua vigente para el cristiano al día de hoy, puesto que algunos defienden la
idea de que la ley solo fue dada para Israel como nación y que por eso ahora esta no aplica
a nosotros porque estamos bajo la gracia que se nos ha dado como creyentes, por medio
de Cristo Jesús.9
Entonces, y sin más preámbulos, debe decirse y aseverarse que la ley (por lo menos la
moral o decálogo) siguen vigentes a nuestros días, ya que esta muestra la voluntad santa
8 Greg L. Bahnsen, He Aquí el Estándar: La Autoridad de la Ley de Dios para Hoy (Texas: ICE,
1990), p. 1399 James Montgomery Boice, Los Fundamentos de la Fe Cristiana (Miami: Unilit, 1996), p. 224
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de Dios para el ser humano, sin embargo, hay que decir que esta no ha perdido vigencia
en el sentido de que el espíritu con el que fue dado es invariante, por que la voluntad de
Dios es inmutable. Sin embargo, teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado en el
propósito de la Ley, esta nunca fue dada para justificar y mucho menos para santificar,
puesto que esta Ley era débil por causa de nuestra carne (Romanos 8:3-9), ya que era Dios
mismo quien enviaría a su propio Hijo unigénito en semejanza de carne de pecado y como
ofrenda por este, para cumplirla y condenar al pecado en la carne, para que el requisito de
la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu.
No obstante, es de suma importancia mencionar que Jesucristo dice en Mateo 5:17-19: “No
penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino
para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni
una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que
quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy
pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe,
éste será llamado grande en el reino de los cielos” , por lo que tenemos que asumir que
Bahnsen está muy en lo cierto cuando, parafraseándolo, expresa que la actitud nuestra
frente a la Ley es que tenemos la obligación de obedecer todo mandamiento del Antiguo
Testamento, a no ser que el Nuevo Testamento indique lo contrario. En otras palabras,
como cristianos debemos asumir continuidad en vez de discontinuidad en la Ley, porque
“la Palabra de Dios, se debe tomar como autoridad continua hasta que Dios Mismo lo revela
de otra manera” .10
10 Greg L. Bahnsen, He Aquí el Estándar: La Autoridad de la Ley de Dios para Hoy (Texas: ICE,
1990), p. 22 - 23
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bajo la Ley”, bien lo decía Juan Newton, el teólogo, autor de himnos, y ex-dueño de barcos
de esclavos convertido al abolicionismo: "Es un uso ilícito de la ley, es decir, un abuso de
tanto la ley como el Evangelio, el pretender que su realización por Cristo liberta a los
creyentes de cualquier obligación hacia ella como regla. Tal afirmación no solo es mala,
sino absurda e imposible en sumo grado: porque la ley está fundada en la relación entre el
Creador y la creatura, y debe permanecer ineludiblemente en vigor por cuanto esa relación
subsiste. Mientras que Él sea Dios, y nosotros creaturas, en cada cambio de estado o
circunstancias posible o imaginable, Él debe tener un derecho sin rival a nuestra reverencia,
amor, confianza, servicio, y sumisión".11
Ahora, solo basta con haber leído el nuevo testamento para darse cuenta que si hay pasajes
claros que muestran que ha habido algunas leyes que ya no aplican para nosotros como lo
hacían para la nación de Israel, es decir, algunas han sido cumplidas y otras se deben ver
de una forma nueva. En esto debemos ser muy cuidadosos y comprometernos a
permanecer en la regla de que el Nuevo Testamento debe interpretar el Antiguo Testamento
para nosotros, lo que nos lleva a ver qué actitud tenia Jesús y los apóstoles hacia la ley de
Moisés, para saber qué es lo que fija la ética cristiana.
Ejemplos de discontinuidad en la Ley, podrían ser los mandamientos localizados que Dios
dio al pueblo para un uso específico en situaciones concretas, como el mandato de ir y
tomar la tierra de Palestina por la espada, o los detalles culturales mencionados en muchas
de las leyes de Dios usados para ilustrar el principio moral que Él requería, como por
ejemplo, la diferencia entre causar una muerte por accidente y un asesinato alevoso que
fue ilustrada por una "cabeza de hacha desprendida; lo que tiene autoridad moral
11 Greg L. Bahnsen, He Aquí el Estándar: La Autoridad de la Ley de Dios para Hoy (Texas: ICE,
1990), p. 138
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permanente es el principio ilustrado, no el detalle cultural usado para ilustrarlo. Otro ejemplo
importante, y que se explica a lo largo de toda la carta a los hebreos, son las leyes
ceremoniales de sacrificio del A.T, las cuales eran sombras "débiles y pobres” del sacrificio
perfecto de Cristo que había de ofrecer y consumar. Junto a esto, otros ejemplos
importantes serían las estipulaciones en cuanto a la tierra de Palestina, que con la venida
y establecimiento de ese reino figurado por la "tierra prometida” y con la eliminación de
privilegios especiales del reino de los judíos por Cristo, las leyes que regulan los aspectos
de la tierra de Canaan (por ejemplo, los terrenos familiares, las ubicaciones de ciudades de
refugio, la institución del levirato (Deuteronomio 25:5-10) se han abrogado en el Nuevo
Testamento como inaplicables. 12
Como lo mencione anteriormente, estas “discontinuidades” en lo referente a la Ley son
claramente sustentadas en el Nuevo Testamento, por ejemplo, al Apóstol Pablo el 2
Corintios 3 sustenta, entre otras cosas, que el Nuevo pacto supera en gloria al Antiguo,
porque dice que, si alguien exalta el antiguo pacto sobre la majestuosidad del Evangelio,
aquel está gravemente equivocado porque principalmente el Antiguo Pacto sobresale por
que resalta la condenación que trae la muerte. Además de esto, aunque la Ley demanda
cosas buenas, la pecaminosidad del hombre da como resultado de la ley buena la muerte,
porque quien siga la ley como medio para ser justificado hallara como resultado
condenación (Gálatas 2:16; 3:11). Esta doble característica de la Ley también la ve Pablo
en 2 Corintios 3:7, 13, porque ve la gloria de esta y la condenación que esta confiere al
hombre.
12 Greg L. Bahnsen, He Aquí el Estándar: La Autoridad de la Ley de Dios para Hoy (Texas: ICE,
1990), p. 4
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La Escritura muestra también que la ley ceremonial y de sacrificio ahora no aplica a nosotros
porque estas prefiguraban la obra de Cristo, es más, la “imperfección” de la Ley se evidencia
en que los sacrificios se debían hacer cada año, por el sacerdote y el pueblo estaba
separado de Dios por un velo (Hebreos 10:4), el cual se rompió cuando la obra de Cristo se
consumó (Marcos 15:38; Hebreos 10:20) y ahora podemos entrar libremente ante la
presencia del Padre (Hebreos 10:19; 4:15-16; 6:18-20).
Con esta realidad en mente, podemos ver que en Cristo tuvieron cumplimiento la mayor
parte de las leyes del Antiguo Pacto, como las ceremoniales que prefigurarían la obra de
Cristo y al consumarlas, ya no tienen aplicación en nosotros, sin embargo, de estas leyes
queda el principio de que para acercarse a Dios solo se puede hacer por medio de un
intermediario que nos represente ante Dios: Jesucristo; de esto el escritor de Hebreos deja
gran claridad de como el nuevo pacto es mejor que el Antiguo y como Cristo es superior en
todo a la Ley.
También las leyes civiles en gran parte no tienen cumplimiento ahora en nosotros porque
principalmente estas regulaciones querían mostrar al pueblo que este debía vivir de manera
diferente a los demás, ya que habían sido apartados por Dios y para Dios, lo que nos deja
el principio a nosotros de vivir en santidad, apartados para Dios, siendo diferentes a los
incrédulos, por medio de la confirmación de nuestras vidas a la imagen de Jesucristo. Esto
tiene una explicación en que ahora en el Nuevo Pacto la Iglesia no está ligada a una nación
terrenal como Israel como en al Antiguo Testamento, por lo que estas leyes menos
aplicarían en nosotros (Filipenses 3:20).
Respecto a las leyes dietéticas (que algunos las incluyen dentro de las leyes civiles) y lo
que estas simbolizaban (separación entre lo puro e impuro), estas ya no se observan por
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los cristianos, porque ahora los gentiles en el Nuevo Pacto también hacen parte del pueblo
de Dios y a estos no se les debe llamar impuros (Hechos 10) ni por no pertenecer a la
nación de Israel, ni por comer ciertas comidas (Marcos 7:19; Hechos 10:15; Romanos
14:17). Para el cristiano, el principio que queda es que debe separarse de toda impiedad o
incredulidad en todas las áreas de su vida (2 Corintios 6:14-18). Este principio queda mas
claro con expresado por el Apóstol Pablo en Colosenses 2:16 - 17 “Por tanto, nadie os
juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo,
todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.”
Legalismo y Antinomianismo
Es común que ante la falta de profundización en el estudio de la palabra se termine
tergiversando algunos principios básicos de la Fe cristiana, como en este caso: sobre la ley
de Dios, por esta razón me parece importante mencionar estos dos dañinos extremos para
evitar caer en ellos. El legalismo como tal, podría definirlo como un malsano y extremo
apego estricto a las normas, cueste lo que cueste, convirtiendo estas en un fin en sí mismo,
sucumbiendo ante el peligro de amar más la Ley que al mismo Dios que proporcionó su
voluntad santa por medio de la Ley.13, 14
Este extremo fue en el que cayeron los fariseos de la Biblia, los cuales llenaron la ley de
Dios de consideraciones y estipulaciones exageradas, haciendo perder en medio de tanta
división el verdadero espíritu de la Ley, haciéndolos a ellos con el tiempo, auto promotores
de su capacidad de “cumplir la ley” y de tener el favor indudable de Dios.
13 David Cook, El Laberinto de la Ética: Un Camino de Exploración de la Ética Cristiana (Barcelona:
Clie, 2004), p. 88 14 Gerald Nyenhuis - James P. Eckman, Ética Cristiana: Un enfoque Bíblico - Teológico (Miami:
Unilit, 2012), p. 99
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Teniendo esto en mente, debemos decir entonces que es normal la impopularidad de la
mención de la vigencia de la Ley, ya que el legalismo ha rodeado y penetrado en lo mas
profundo de las iglesias cristianas de la actualidad, por lo menos de las que tengo
conocimiento en mi ciudad. Por ejemplo, el legalismo se presenta en comportamientos
como el que un pastor no pueda tener un contacto físico con alguien antes de ministrar
porque se puede contaminar, o en que no se puede ver ciertos programas televisivos o
escuchar algún tipo de música porque te puede contaminar y hacerte impuro ante Dios.
Por esto, a pesar de que caer en el legalismo es un peligro latente en muchas iglesias
actuales, esto para nada debe impedirnos decir con total tranquilidad que la ley de Dios
sigue vigente al día de hoy (obviamente con las aclaraciones mencionadas en el transcurso
del ensayo).
Respecto al Antinomianismo, debemos ser justos y mencionar que hay diversas
manifestaciones de este y que lo mejor en mencionarlas cada una de manera rápida para
intentar identificar en cual o cuales aplican a la iglesia contemporánea. El antinomianismo
disoluto, por ejemplo, es el caracteriza a la secta creciendo en gracia, ya que estos
consideran que hemos sido salvados por la gracia, aparte de las obras de la Ley, nos hemos
liberado de la necesidad seguir algún código moral de cualquier clase. Las leyes o reglas
no tienen ningún lugar en la vida del cristiano, y en ese grado, en principio, la puerta está
abierta a una licencia completa respecto a cómo vive el creyente. Esto es de gran peligro
para la iglesia, por que termina llevando a la persona a un libertinaje desenfrenado, aunque
esto a larga mostraría precisamente que esta persona no ha nacido de nuevo.
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la ley de Dios en nuestras vidas, sino más bien, deberíamos preguntarnos cuál debe ser el
estándar que debemos seguir cuando debamos hacer juicios de moralidad sobre nosotros
mismos y los demás, frente a cualquier situación que sucede en nuestras vidas.
Esta pregunta se hace de vital importancia, ya que, en medio de un mundo relativista y
libertino, con ideales de libertad de pensamiento y conducta, el creyente no debe dejarse
permear por esto y más bien debe tener claro cuál va a ser su estándar para llevar una
moralidad Bíblica que agrade y glorifique a Dios, ya que si su moralidad cristiana está
basada en conclusiones personales y amañadas de la Escritura, las convicciones que rigen
su vida harán de este creyente un mal testimonio de la gracia de Dios ante este mundo
caído, por ejemplo, si un cristiano no estudia concienzudamente en qué sentido la ley sigue
o no vigente para nosotros, este terminara cayendo en cualquiera de los dos extremos que
mencionamos en este ensayo, y cualquiera de los dos son de mal testimonio y manchan la
gloria de Dios, estos son: el legalismo y el antinomianismo.
El Legalismo pondrá cargas innecesarias y hasta antibiblicas sobre su propia vida y la de
los demás, generando un ambiente hostil e invivible dentro la iglesia local. Al final este
hermano terminará en excesos y restricciones que le impedirá disfrutar de la libertad
cristiana que ahora poseemos. Comenzará a decir, no veas esto, no hagas lo otro, no
cantes esto, no comas lo otro… sabiendo que esto a la larga no conducirá a nada porque
lo que el pretende alcanzar con este celibato ya fue alcanzado, y perfectamente, por nuestro
Señor Jesucristo.
En cuanto al antinomianismo, independientemente de sus variantes, termina generando
una desvinculación de la ley que todavía sigue vigente para nosotros, y esto es muy grave,
porque la ley que sigue vigente para nosotros (con lo que implica que siga vigente esta ley
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y que cosas siguen vigentes) es la expresión santa, inmutable y eterna de Dios, que quiere
que sigamos, que tengamos como estándar y meta, ya que ahora capacitados por el
Espíritu Santo y unidos a Cristo, podemos soñar con la idea de que en este mundo caído
podremos crecer cada vez en conformidad con la imagen de nuestro Señor Jesucristo.
BIBLIOGRAFIA
Keizer, A. La Palabra de Dios: libro de vida para este tiempo. Madrid: FELIRE, 1982.
Bahnsen, Greg L. He Aquí el Estándar: La Autoridad de la Ley de Dios para Hoy . Texas:
ICE, 1990. Cook, David. El Laberinto de la Ética: Un Camino de Exploración de la Ética Cristiana.
Barcelona: Clie, 2004.
Puritanos, Confesión de Fe Bautista de Londres de 1689. Medellín: Alfa
Communications, 2012.
Montgomery Boice, James. Los Fundamentos de la Fe Cristiana. Miami: Unilit, 1996.
Lacueva, Francisco. Ética Cristiana. Barcelona: Clie, 1975
Calvino, Juan. Institución de la Religión Cristiana (Internet)