36
Peronismo y Mundo del Trabajo por José María Díaz Bancalari

Peronismo y Mundo del Trabajo - mininterior.gov.ar · una nueva concepción social del trabajo y de la explotación capitalista. Junto con ... Grondona lo repite con aspecto de sabiondo!

  • Upload
    dobao

  • View
    225

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Peronismo y Mundo del Trabajo

por José María Díaz Bancalari

72

Mundo del Trabajo

73

José María Díaz Bancalari | Peronismo y Mundo del Trabajo

esde el mandato bíblico “ganarás el pan con el sudor de tu frente” hasta

las verdades peronistas: “para el peronismo hay una sola clase de hombres: los que tra-bajan, y “el trabajo es un derecho y un deber porque cada uno debe producir por lo menos lo que consume”, el trabajo humano ha sido abordado por todas las teorías políticas que han tenido y tienen vigencia en nuestro país.

Allende los mares, durante siglos se tra-tó de generar consenso para persuadir a las masas de que el trabajo era un obligación ineludible y quien se rehusare a él quedaba condenado por la sociedad. Así hubo una falsa “cultura del trabajo”, en los siglos 18 y 19. Todos los sectores de la producción trataban de convencer a los asalariados que su obligación era trabajar, aún desprotegi-dos por la ley y a destajo, incorporando a las mujeres y a los niños. El púlpito, los parti-dos, las corporaciones, la prensa, la bur-guesía, el liberalismo, es decir, el conjunto de aparatos de formación ideológica y de sentido convergían en su afán de enajena-

miento intelectual que era paralelo al ena-jenamiento económico de los trabajadores.

Con la irrupción de las ideas socialistas, anarquistas y marxistas que, ante la explo-tación inhumana operada en la Inglaterra de la “revolución industrial” y después en Alemania, alzaron su voz de protesta y plantearon las iniciativas ideológicas de

Eva Perón visita la fábrica de muebles “Nordiska” (AGN)

Fundición en La Cantábrica S.A. (AGN)

una nueva concepción social del trabajo y de la explotación capitalista. Junto con las ideas contestatarias adquirieron prota-gonismo los sindicatos y basaron su lucha obrera en la profundización del conflicto.En la masa, el trabajo capitalista fue un yugo degradante y una condena que per-mitía apenas la subsistencia de proleta-riado y la irrefrenable acumulación de riquezas de los burgueses, detentadores exclusivos de los medios de producción.

El socialismo eurocéntrico, por su so-lidez en el planteamiento de la organiza-ción sindical y la coherencia clasista en sus planteos, encendió una mecha que duraría décadas. Si bien las soluciones propuestas eran utópicas o irrealizables en su afán por conseguir una sociedad sin clases (comu-nismo) o sin Estado (anarquismo), no de-jaban de ser un diagnóstico certero de la explotación, y de vez en vez se conseguían un leve mejoramiento de las condiciones laborales. Había en esos análisis “semi-llas de verdad”, tal como lo reconoció el

papa Juan Pablo II a fines del siglo 20.Los primeros huelguistas que surgieron en estas tierras provenían de Europa y traje-ron consigo sus propias experiencias. Los gobernantes de aquella Argentina de la Generación del 80 les respondió con leyes represivas, con la expulsión del país de los perturbadores y una batería de paliativos más teóricos que reales. La Semana Trági-ca de enero de 1919 y los fusilamientos de 1500 obreros en la Patagonia ejecutados en 1921 fueron apenas dos hitos del desampa-ro en el que se hallaban los trabajadores, mientras una propaganda pertinaz anuncia-ba que la Argentina era uno de los seis paí-ses más ricos del mundo. ¡Todavía el Dr. Grondona lo repite con aspecto de sabiondo!

La Argentina tuvo que aguardar el ad-venimiento del peronismo para centrali-zar el debate en torno al eje rector de la justicia social. Los trabajadores dejaron de ser parias y fueron incorporados a la construcción del gobierno popular. Ya no se los dejó a merced de los capitalistas ni

Buenos Aires, Fábrica de calzado - 1943 (AGN)

La Argentina tuvo que aguardar el advenimiento del peronismo para centralizar el debate en torno al eje rector de la justicia social.

74

Mundo del Trabajo

del Estado, sino que mediante la adopción de las negociaciones colectivas posibilitó que el obrero no quedara inerme frente a los empleadores voraces y que sea el pro-pio obrero, representado por el sindicato, el que discutía las mejoras de su calidad labo-ral, a la vez que en paralelo era artífice de una Nueva Argentina. Porque había agre-gados obreros en las embajadas y se sen-taban obreros en las bancas del Congreso.

Dirá Perón: “El Estado auspicia el de-sarrollo del sindicalismo, que habrá de organizarse libremente, con la sola con-dición de que concurra, mediante su ac-ción nacional e internacional, a la conso-lidación y defensa de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política” (“Segundo Plan Quinquenal”). Por tanto, se trata de una concepción su-peradora del sindicalismo clasista o anar-quista. El obrero se organiza libremente y el Estado lo protege de cualquier avasalla-miento de los empresarios inescrupulosos. John William Cooke describió aquella épo-ca con precisión: “no fue la dictadura del proletariado pero tampoco la dictadura de la burguesía”.

El peronismo se inspiró en la doctrina social de la Iglesia para elaborar su magis-terio doctrinal. De ahí su alejamiento del conflicto por el conflicto mismo (tesitura

marxista) o de la destrucción de la sociedad y del Estado (tesitura anarquista). La armo-nía de las clases sociales, le dio un perfil dis-tinto al sindicalismo nacional. Que innovó la doctrina social cristiana y superó a los so-cialistas que permanecieron aferrados a los discursos parlamentarios, mientras que el peronismo utilizó el poder en función popu-lar y lo puso al servicio de los trabajadores.

El Estado Justicialista arbitró a favor de los obreros y les respetó su iniciativa pri-vada. Trabajadores, Estado y empresarios conformaron el trípode de la negociación y de la colaboración social. Por eso Perón ex-plicaría que “el Estado Justicialista defien-de la organización sindical, y ésta sostiene al Estado Justicialista” (1 de julio de1952).

El marxismo y el pensamiento crítico académico en general jamás le perdona-ron al peronismo su capacidad de orga-

Perón frente a los trabajadores argentinos (AGN)

El marxismo y el pensamiento crítico académico en general jamás le perdonaron al peronismo su capacidad de organización y de dignificación de los trabajadores.

Página derecha, obra “Desocupados” de Antonio Berni (detalle).

77

José María Díaz Bancalari | Peronismo y Mundo del Trabajo

nización y de dignificación de los traba-jadores. Tan lejos llegó el peronismo que incorporó en la Constitución reforma-da en 1949 los derechos del trabajador. Pero un bando la eliminó y ese ascenso constitucional fue limitado al artículo 14 bis.

Sin embargo, al peronismo le cupo la res-ponsabilidad histórica de ser el movimien-to de progreso laboral más eficiente y más combatido de la historia local y regional.Cada vez que el peronismo ha ofrecido beneficios (y al decir peronismo hablamos

Río Turbio, provincia de Santa Cruz. Minas de Carbón - 1950 (AGN)

de un mosaico de fuerzas sociales y pro-ductivas, en las que incluimos al Gobierno) recibe la sempiterna acusación de “dema-gógico” y “populista”. En estos calificati-vos despectivos han coincidido la derecha liberal, el marxismo teórico y el guerrille-ro (Santucho escribió acerca del populis-mo peronista en su obra “Poder burgués y poder revolucionario”). La confluencia ideológica antiperonista es un dato poco tenido en cuenta. No reditúa méritos pu-blicitarios. Pero el amplio campo del pen-samiento nacional refutó sobradamente a los mandarines de una cultura progresista afín a la clase media decadente que no tuvo empacho en sumarse a la Unión Democrá-tica en 1946, o de pedir a grito pelado el golpe genocida del 24 de marzo de 1976. Estos sectores portuarios –con epicentro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en Rosario- engrosaron las filas del anti-peronismo para asimilarse a sus superiores inmediatos que siempre les ofrecieron un plato de lentejas. Arturo Jauretche estudió este proceso en “El medio pelo” y volcó la balanza intelectual para el lado del pueblo.

Con todo lo que aconteció en la Argen-tina, el relato neoliberal debería haber que-dado desechado como para que dirigentes “progresistas” intenten un ensayo electoral con reminiscencias de turismo aventura (también andan algunos peronistas con vo-cación de “pata” tratando de armar un rejun-te opositor que saque de la carpa de oxígeno a la Unión Cívica Radical). Apenas una mi-noría anclada en el pasado repite aquellas viejas goriladas de los años ´60 y ´70 que sirvieron de cobertura ideológica a los gol-pistas: “a los negros no les gusta trabajar por culpa del peronismo”, “los sindicatos son los culpables del retroceso de la econo-mía y de la inflación”, etcétera. Pero los co-bayos del sistema derrotado insisten con dar una vuelta de tuerca hacia atrás. Volverán a equivocarse y el pueblo les dará la espalda.

78

Mundo del Trabajo

El país tocó fondo por haber obedecido las políticas del Fondo (Monetario Interna-cional), hoy abandonadas y reemplazadas por iniciativas propias que respetan la au-tonomía nacional. Este avance cualitativo halla su correlato en el mundo del trabajo. Los gremios mayoritariamente comulgan

con el Gobierno. ¿Por qué? Porque Perón ya lo aclaró con creces: “mientras el sin-dicato sea una organización permanente, el justicialismo será también permanen-te. Por eso, compañeros, para defender al justicialismo tengo que defender al sin-dicalismo y los sindicalistas, si quieren mantener ese estado sindical, tienen que defender el justicialismo, porque uno de-pende del otro. Trabajar contra el sindica-lismo es suicida” (10 de enero de 1951).

Las leyes laborales de los ́ 90 –a las que nos opusimos sistemáticamente- comenzaron a ser reemplazas junto con el tratamiento clasista del Estado y del mercado que im-puso un modelo de saqueo y transferencia de las riquezas al extranjero. La economía fue rehén del mercado y de políticas socia-les que reclamaron el desmantelamiento global de un andamiaje jurídico defensor del movimiento obrero. Esta desmesura en el terreno económico-empresarial empie-za a ser corregida. Pero ello nos compro-mete a no dar saltos en el vacío y a actuar de acuerdo a las circunstancias porque el país aún no transita por un lecho de rosas.

En la actual coyuntura el peronismo sigue siendo una alternativa pujante y re-novada que halla en la CGT y en las 62 Organizaciones las herramientas de lucha por la justicia social pendiente. Estas he-rramientas concurren, manteniendo su independencia, en los distintos estamen-tos del Estado y consiguen dinamizar las consecuciones esperadas por sus re-presentados, que son los trabajadores.

En tres años el Presidente Kirchner disminuyó la desocupación a la mitad, al igual que la pobreza. Pero quedan ex-cluidos y jóvenes que aún no vislum-bran un futuro de trabajo y bienestar. Por ellos estamos luchando con creatividad y propensión transformadora. Para recu-perar una más justa distribución de la ri-queza y garantizar una Patria para todos.

José María Díaz BancalariPresidente del Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires

Separata

... ello nos compromete a no dar saltos en el vacío y a actuar de acuerdo a las circunstancias porque el país aún no transita por un lecho de rosas.

80 81

Capacitación INCaP

a. El INCaP y los Gobiernos Provinciales

Provincia de Tucumán

Con el objetivo de continuar la imple-mentación del Convenio firmado en Agosto del año pasado con la legislatura de esa pro-vincia, los docentes del INCaP estuvieron presentes en San Miguel de Tucumán para concretar los cursos previstos. Una men-ción especial merece la jornada de reflexión de la cual participó el INCaP, días antes de cumplirse 30 años del golpe de Estado de 1976. Esa vez la jornada se llevó a cabo en Famaillá, una de las ciudades más casti-gadas por el proceso militar, lo que marcó emocionalmente la actividad y en particu-lar el acto de cierre, que contó con la pre-sencia de testimoniantes de aquellos días.

Provincia de Tucumán

Cursos Dictados

Asistentes al curso: 144

3 de noviembre: Gestión Política; Administración en la Fragmentación

6 de diciembre: Marketing Político24 de febrero: Comunicación Política22 de marzo: Conmemoración del 24 de marzo

El período de actividades desarrolladas por el INCaP cubier-to en este número de la Revista “Capacitación Política” ha sido singular. Cabe tener en cuenta que el desarrollo de las elecciones legislativas nacionales y las tradicionales fiestas de Fin de Año junto al período vacacional de verano constitu-yen factores que dificultan la fluida realización de nuestros cursos. Sin embargo, el INCAP pudo concretar con éxito el cierre de los cursos de capacitación del 2005 e iniciar con renovadas expectativas los del presente año amplian-do la respuesta a las solicitudes recibidas de distintos pun-tos del país. Hagamos un detalle de nuestras experiencias.

Actividades Institucionales Ensayos e investigaciones

Capacitación INCaP

b. El INCaP y los Municipios

Municipalidad de General Madariaga

La experiencia de capacitación del Municipio de Gral. Madariaga se ha de-sarrollado con continuidad durante dos años en el Centro Cultural Municipal de esa ciudad. El esfuerzo desplegado por el INCaP cerró el ciclo 2005 con el mó-dulo de “Comunicación Política”. A su vez, en esa ocasión fueron entregados los diplomas correspondientes al curso.

Municipalidad de General Madariaga

Cursos Dictados

Asistentes al curso: 39

8 de octubre: Administración en la fragmentación26 de noviembre: Comunicación Política

Municipalidad de Pilar

Con motivo de dar respuesta a la de-manda de capacitación de este municipio bonaerense, el INCaP ha cerrado un con-venio de capacitación con su Secretaría de Juventud. Un aspecto destacado nutre esta experiencia de capacitación, desarro-llada en la ciudad de Pilar: la intensa par-ticipación juvenil en el curso. Un elevado número de ellos participó de las clases que

se desarrollaron de acuerdo al cronogra-ma previsto, evidenciando tanto el interés de este grupo como la necesidad de aten-der a esta creciente demanda especifica.

Municipalidad de Pilar

Cursos Dictados

Asistentes al curso: 154

11 de noviembre: Fragmentación y Construcción Política25 de noviembre: Fragmentación y Construcción Política II9 de diciembre: Historia del Movimiento Obrero9 de marzo de 2006: Modelos de Pensamiento Económico30 de marzo de 2006: Organización del trabajo

82 83

Capacitación INCaP

Municipalidad de Salta

Invitado por el Señor Intendente de Sal-ta, Dn. Miguel Ángel Isa, el Director del INCaP disertó en una serie de charlas en la cual participaron importantes dirigentes políticos provinciales, entre ellos, el pro-pio Intendente salteño, el Presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia, Dr. Manuel Santiago Godoy y el Jefe del Bloque Justicialista, Dr. Pablo Francisco Kosiner. Estas charlas han dado el punta-pié inicial a la capacitación política en la provincia. Cabe agregar que, actualmen-te, el INCaP se encuentra trabajando en la elaboración de un acuerdo de capacita-ción junto a las autoridades provinciales.

Municipalidad de Salta

Cursos Dictados

Asistentes al curso: 165

2 de noviembre: Comunicación Política16 de noviembre: Capacitación y Desafíos de la Gobernabilidad

c. El INCaP y las Asociaciones Civiles

Instituto Santafesino de Políticas Públicas

El éxito de la persistente tarea de capa-citación política del INCaP durante 2004 y 2005 ha despertado un activo interés en la cuestión al nivel provincial. Así, con el objetivo de dar respuesta a las nuevas de-mandas de formación, el Director del IN-CaP Carlos Caramello y la Presidenta del flamante Instituto de Políticas Santafesi-no, Lic. María Eugenia Bielsa, firmaron el 24 de febrero un importante convenio de capacitación. Días mas tarde, el 27 de ese mes, se concretó la presentación del Insti-tuto y se planificaron las clases para el cur-so 2006 del INCaP, las que se desarrolla-ron tanto en Rosario como en Carcarañá.

Cursos Dictados

6 y 7 de abril: Organización del Trabajo6 y 7 de abril: Fragmentación y Construcción Política: de la demanda a la responsabilidad

Asistentes al curso: 65

Instituto Santafesino de Políticas Públicas

Diario El Liberalde Santiago de Estero

Teniendo como marco la etapa de re-construcción político institucional en que se encuentra la Provincia de Santiago del Estero se abren dos inmensas oportunida-des: reinventar la política como una prácti-ca de construcción activa del lazo social y rehabilitar al Estado como agente principal

del desarrollo económico y social. Bajo esta perspectiva, el INCaP abordó su tarea de capacitación política trabajando de mane-ra intensiva junto al Diario El Liberal, con el cual cerró un Convenio a tales efectos.

Las experiencias de capacitación in-tensiva realizadas en 2005 han demostra-do importantes ventajas de este tipo de formato tanto para el cumplimiento de los objetivos del INCaP como para la organi-zación a cargo de su contraparte local. Así, a partir de una charla inicial en Enero de este año, se realizó en la sede del Diario en las afueras de la capital santiagueña un Seminario Intensivo de 3 días en el cual el INCaP capacitó en 5 módulos bajo un marco inmejorable. La impresión de un cuadernillo especialmente diseñado para el Seminario favoreció el intercambio entre docentes y asistentes agilizándose el de-bate en torno a la realidad provincial que siguió a la presentación de cada módulo.

Cabe agregar que en este Seminario el INCaP contó con el aporte de la Dirección Nacional Electoral para la presentación del módulo sobre “Sistemas Electorales”.

84

Mundo del Trabajo

85

Capacitación INCaP

Diario El Liberal de Santiago del Estero

Cursos Dictados

Asistentes al curso: 63

27 de enero: Gobernabilidad y Política Provincial21 de marzo: Fragmentación y Construcción Política; Administración en la Fragmentación22 de marzo: Modelos de Pensamiento Económico; Sistemas Electorales23 de marzo: Marketing y Comunicación Política

d. El INCaP y las Organizaciones Sociales

Frente de Desocupados Eva Perón

El INCaP continuó desarrollando las capacitaciones prevista en el convenio fir-mado con el Frente de Desocupados “Eva Perón” (FDEP) alcanzando a uno de los sectores más relegados de la sociedad. Un

aspecto notable de esta experiencia, que ha iniciado su tercer año consecutivo con metas más ambiciosas, es el elevado nivel de involucramiento y la motivación con que los asistentes encaran las actividades que los docentes del INCaP han diseñado.

De acuerdo al relato de los propios do-centes, la riqueza que ellos mismos traen de las capacitaciones realimenta el proceso de intercambio, bajo la consigna de que la capacitación es un proceso continuo de for-talecimiento de las capacidades. En buena medida, el intercambio logrado con los asis-tentes se facilita por la especial atención que los docentes dedican al trabajo en talleres.

Al igual que en años anteriores, esta vez se dictaron cursos en José C. Paz, Lomas de Zamora y Avellaneda, cerrando el Ciclo 2005 y abriendo el del 2006, respectivamente.

FDEP - José C. Paz

Cursos Dictados

Asistentes al curso: 80

8 de octubre: Organización del Trabajo12 de noviembre: Historia del Movimiento Obrero19 de noviembre: Historia y Política

Cursos Dictados

Asistentes al curso: 13

17 de noviembre: Historia de la Organización del Trabajo

Cursos Dictados

Asistentes al curso: 38

06 de marzo: Lanzamiento17 de marzo: Fragmentación y Construcción Política31 de marzo: Comunicación Política

FDEP - Lomas de Zamora

FDEP - Avellaneda

e. El INCaP y las Organizaciones Sindicales

Sindicato de Obreros de Correo de Rosario, Provincia de Santa Fe.

La tarea que ha desarrollado el INCaP junto al Sindicato de Obreros de Correos de la ciudad de Rosario ha sido también extendida a la ciudad de Villa Gobernador Gálvez, en el Gran Rosario. En esta dos ciudades, a nivel sindical el Instituto apor-tó su capacitación sobre el cierre del año en la ciudad de Rosario. En la oportunidad, con el acuerdo firmado con el Sindicato de Obreros de Correo, de aquella ciudad.

Sindicato de Obreros de Correo de Rosario

Cursos Dictados

7 de noviembre: Cultura Histórica: Mirada Antropológica14 de noviembre: Historia del Pensamiento Económico16 de noviembre: Ideología y Sociedad21 de noviembre: Subjetividad en riesgo23 de noviembre: Problemática del Endeudamiento Externo24 y 25 de noviembre: Elementos para la comprensión del Estado2 de diciembre: La política como articuladora de la Fragmentación

Asistentes al curso: 119

86

Mundo del Trabajo

87

Capacitación INCaP

f. El INCaP y los Partidos Políticos

La rehabilitación de numerosos es-pacios de capacitación –y la parición de otros tantos– al interior de diversos par-tidos políticos argentinos es el reflejo de la centralidad conferida a esta actividad como pilar de la creciente participación de los ciudadanos en la vida política del país. El INCaP aporta su esfuerzo a este proceso de vital importancia para el fortalecimien-to de nuestra democracia, satisfaciendo sus múltiples demandas de capacitación.

Partido Justicialista de Mendoza

Con la presencia de reconocidos diri-gentes políticos nacionales y provinciales, y de funcionarios de los tres poderes, los profesores del INCaP movilizaron un en-riquecedor debate en la cede central del PJ mendocino. Entre las figuras que aportaron su mirada a las actividades desarrolladas se encontraban el ex vicegobernador Car-los de la Rosa, el diputado nacional Enri-que Thomas, y los senadores nacionales Maria Cristina Perceval y Celso Alejan-dro Jaque. La repercusión de la primera actividad fue tal que los organizadores decidieron realizar el segundo encuentro en el Departamento de Godoy Cruz, en un salón de mayor capacidad. En ambas ocasiones, la concurrencia fue muy im-portante y plural, ya que los diversos sec-tores del partido estuvieron representados.

PJ | Provincia de Mendoza

Cursos Dictados

Asistentes al curso: 67

27 de febrero: Fragmentación y Construcción Política7 de marzo: Marketing Político

Partido Justicialista de Berisso, Provincia de Buenos Aires

Con el objetivo de atender la demanda de capacitación de realizada a mediados de 2005, el Director del INCaP realizó una charla invitado por el Partido Justicialista de Berisso. Dicha ocasión constituyó el primer paso de cara al diseño de un cronogra-ma de actividades de capacitación, las cua-les se prevén desarrollar a lo largo de 2006.

PJ | Berisso

Cursos Dictados

Asistentes al curso: 80

14 de noviembre: Capacitación y Desafíos de la Gobernabilidad

g. Ciclo de Charlas Políticas

El Ciclo de charlas Políticas para el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), iniciado en agosto de 2005, continuó su desarrollo previsto miércoles por medio en el salón “Auditorio INCaP” del Ministerio del Interior. El curso cerró su ciclo 2005 con la exposición del Director del Institu-to, quien abordó la cuestión de las herra-mientas del análisis político. Su exposición adquirió un matiz particular al dictarse la charla en el marco de la coyuntura política posterior a la celebración de los comicios legislativos de octubre. A su vez, al culmi-nar esa jornada, se hicieron entrega de los certificados de asistencia correspondientes.

Curso AMBA 2005

5 de octubre: Historia de la Organización del Trabajo.

16 de octubre: Comunicación Política.

16 de noviembre: Análisis de coyuntura.

Asistentes al curso: 16

Asistentes al curso: 19

Asistentes al curso: 30

Luego del receso estival, comenzaron las actividades enmarcadas en el ciclo 2006 del Curso AMBA. A lo largo de las primeras cuatro charlas de este año, se ha observado un incremento en la participa-ción del público. A la vez, se prevé la pre-sentación de nuevos módulos de capacita-ción y, atendiendo a la excelente respuesta al trabajo en talleres en otras experien-cias de capacitación, la implementación de esta instancia en las charlas del Ciclo.

Curso AMBA 2006

1 de marzo: Fragmentación y Cons-trucción política: de la Demanda a la Responsabilidad.

15 de marzo: Administración en la Fragmentación.

5 de abril: Historia de la Organiza-ción del Trabajo.

26 de abril: Comunicación Política.

Asistentes al curso: 66

Asistentes al curso: 75

Asistentes al curso: 60

Asistentes al curso: 65

88

Mundo del Trabajo

89

h. Capacitación Interna

Bajo la consigna de continuar forta-leciendo las diversas líneas de capacita-ción política y la cohesión del grupo de profesores, las actividades semanales de capacitación interna se han consolidado. La incorporación de nuevos módulos, el enriquecimiento de las estrategias peda-gógicas –como la proyección de películas a partir de las cuales se discuten diversas temáticas- y la formulación de alternativas de taller para las capacitaciones hacen de estas reuniones un espacio fundamental de diálogo y discusión. Las charlas inter-nas constituyen además una instancia en la cual se presentan las nuevas ideas y se socializan las múltiples enseñanzas que los docentes traen de sus experiencias de ca-pacitación a lo largo y a lo ancho del país.

Charlas dictadas:

15 de marzo: Diseño de un taller de capacitación, Expositora: Prof. Norma Macchiavello.

29 de marzo: Dispositivos operacionales de la fuerza política. Expositor Prof. Vicente Calvano.

12 de abril: Proyección y discusión de la película “Buena Vida Delivery”.Expositores: Lic. Mariana Cantarelli y Lic. Gabriel Paz.

Campos de Encuentros y Desencuentros

Cuando José Luis García nos planteó la presentación de su película, un documental que abarca la guerra de la Triple Alianza y sus escena-rios, la pintura como guía, los aportes del recorrido y los testimonios encontrados, el INCAP no dudó en darle su apoyo, al que se sumó rápidamente el del Archivo General de la Nación. Precisamente en su Salón Auditorio, se proyectó el pasado 27 de febrero la premier de “Cándido López, Los Campos de Batalla”.

A cargo de la apertura estuvieron el Director del INCaP, Carlos Caramello, el propio García y, oficiando de anfitrión, el Subdirector del Archivo, Don Pedro Bevilacqua, quien aportó su mirada histórica sobre el tema. Luego de la proyección, las diversas opiniones conflu-yeron en un fluido y enriquecedor diálogo.

Presentación de la película “Cándido López, Los Campos de Batalla”

De izquierda a derecha. Caramello, García y Bevilacqua.

90

Mundo del Trabajo

91

Capacitación INCaP

ese a la importancia regional y la desmesurada dimensión de su dra-

matismo –reflejada en la cantidad de víctimas y la casi desaparición del gé-nero masculino en Paraguay–, la Gue-rra de la Triple Alianza (1864-1870) ha dejado sólo algunos testimonios litera-rios y escasos análisis socio-políticos.

En la historia oficial, fue un épico triun-fo de la alianza entre Argentina, Brasil y Uruguay que logró derrocar a un dictador en Paraguay que impedía el triunfo de la democracia en Sudamérica. Hoy sabemos que fue un genocidio, el del pueblo pa-raguayo, protagonistas del más acabado proyecto antiimperialista del siglo XIX.

Cándido López, el “Manco de Curupa-ytí”, realizó una exhaustiva tarea de releva-miento bélico y vida socio-militar del triple ejército, su recorrido y sus escenarios, a ve-ces, solo guerreros, otros paisajísticos, de singular predicamento. Miguel Ángel Gar-cía produjo el documental “Cándido Ló-

pez, los campos de batalla” contemplando varias premisas simultáneas. Por un lado, conservó la forma de un viaje a la manera que emprendió el propio pintor buscando reproducir la célebre perspectiva impo-sible desde la cual organizó sus cuadros.

Viaje que también da cuenta del diálo-go entre el director y su personaje: tácito, pero presente. Vemos así como García va contrastando los paisajes con réplicas de los trabajos de López; y desarma y arma incontables veces una escalera, desde la cual busca encontrar la posición exacta que replique en la lente de su cámara la pintura histórica. Porque a la vez, el resultado no pierde ese sentido documental que le brin-dan lugares que permanecen intocados, re-presentados en los cuadros que reproducen con obsesiva fidelidad momentos de los combates, y los que espera, entre uno y otro.

Pero de a poco el hilo del relato se va perdiendo, se enredan las historias de hoy y de ayer. Un poco replicando el iti-

García busca reproducir la perspectiva de las pinturas de Cándido López

nerario que la guerra tuvo en el relato histórico ya no sabemos adonde vamos, y las pinturas de Cándido López se van esfumando. Así, en algún momento de la película, pasado y presente se encuen-tran, y empezamos a ver los efectos in-delebles que, más de un siglo después, ha dejado la Triple Alianza en Paraguay.

Si ese Paraguay, que no pedía emprés-titos al extranjero y que soñaba con una industria propia, era una afrenta que no se podía soportar, la destrucción del medio ambiente es hija directa de la derrota. La pobreza, el olvido, las migraciones todo tiene presencia en la película... pero tam-bién el orgullo y el recuerdo. El Paraguay inerme que quedó tras la guerra nunca pudo volver a rearmarse, mucho menos para poner freno a la codicia del capital.

Cándido López nació en Buenos Aires el 29 de agosto de 1840. Aunque sobre su vida no abundan datos precisos , se sabe que estudió pintura con varios maestros de la época, Ve-razzi, Manzini y fundamentalmente con Car-los Descalzo, quien además lo inició en la fo-tografía. Este dato es significativo porque en la obra de López se destaca el dar testimonio documental y su vocación por captar el ins-tante. En 1862 realiza un retrato de Mitre en Mercedes y tres años más tarde se instala en San Nicolás como fotógrafo al daguerrotipo. Al comenzar la guerra de la Triple Alianza se enrola en el Batallón de Guardias Nacionales y pasa luego al Primer Cuerpo del Ejército que comanda Wenceslao Paunero. Participa en va-rias batallas y en Curupaytí, al cruzar una zan-ja, un casco de granada le destroza su mano hábil, la derecha. Es llevado con otros heridos a Corrientes donde lo operan amputándole el antebrazo para detener la gangrena.

En 1867 otra operación deja su brazo, solo por encima del codo. Debe educar su mano izquierda para poder pintar. Se casa con Emilia Magallanes, en Carmen de Areco, con quien tuvo doce hijos. No para de pintar y logra 29 óleos de la guerra, que expone por primera vez en 1885 en Buenos Aires.

López no quiere vender su obra en forma particular, sino al Estado Nacional. Le da más valor documental que pictórico. Finalmente lo logra y en 1887 vende sus óleos al Ejecutivo. En 1892 se instala en Buenos Aires y arma su taller en el Cuerpo de Inválidos del Ejercito, donde trabaja hasta su muerte, acaecida el 31 de diciembre de 1902.

El PintorUna semblanza de Cándido López

El director detras de la escena

92

Mundo del Trabajo

93

Ciclo de Charlas | Historia y Política

Ciclo de Charlas

Historia y PolíticaHistoriar la Historia. Eso es lo que hizo Norberto Galasso en la prime-ra charla del Ciclo Historia y Política, desarrollado en el Salón Auditorio del Archivo General de la Nación. A lo largo del relato, sabroso y pin-toresco en sus anécdotas, Galasso va describiendo en clave histórica el surgimiento de las corrientes his-toriográficas argentinas al calor del contexto político-social. El texto que sigue, reproduce los momen-tos más salientes de su disertación

Heurística y Hermenéutica

La historia es el relato de lo pasado. Cuando se limita a fechas y nombres se la llama crónica histórica. Cuando se estable-ce una articulación entre los hechos que se van produciendo y se van explicando las causas y efectos que dan lugar a un relato coherente que se va haciendo razonable y entendible entonces pasamos ya de la cróni-ca a la historia. Esto significa que la historia se nutre de dos columnas: por un lado una cantidad de datos, de informaciones y por otro lado de cómo se articulan esos datos. Por qué determinadas situaciones dan lugar a otras. Los académicos le han llamado Her-menéutica a una parte y Heurística a otra.

De allí sale la historia, pero en esa heurís-tica puede haber datos que falten porque se han perdido, puede haber datos que sobren porque se han inventado, puede haber datos que se oculten, lo cual implica ya una cierta mala intención que busca imponerse. Du-rante mucho tiempo en los colegios no se hablaba de la batalla de la Vuelta de Obliga-do que da la Confederación contra la intro-misión de la escuadra anglo francesa en el Río Paraná, porque eso obligaba a recono-cer que Rosas había actuado defendiendo la soberanía, entonces ni se lo mencionaba. Mitre, el padre de la historia según alguna gente, en una carta a Vicente Fidel López le dice: “...nosotros dos hemos enterrado históricamente a Artigas”, y está hablando no de una historia neutra sino de una histo-ria que está influenciada por las cuestiones políticas. De cualquier modo, cuando uno dice Heurística se refiere a que hay una in-vestigación y si no hay trampas, la infor-mación es científica. En cambio la Herme-néutica es una interpretación de los datos.

Puede que, al hacer la interpretación de los hechos no hayamos evidenciado una actitud muy tendenciosa. Pero de cualquier modo, en las entrelíneas y sutilmente, en la manera de encarar el asunto, en la impor-

tancia que se le dé a que, por ejemplo: en el interior del país, como consecuencia de la libre importación, aparecen las montone-ras, que son en realidad piqueteros de aquel tiempo, producto de la desarticulación de todo el aparato productivo. Aunque no lo digamos directamente, vamos a estar evi-denciando que somos críticos a esa política.

Es decir, la historia, cuando llega al punto de la hermenéutica, impide ser tra-tada de una manera neutra: la historia y la política están estrechamente ligadas. La historia es la política pasada y la políti-ca que se hace hoy va a ser historia , hay una estrecha vinculación entre una y otra.

Encontramos a través de la historia ar-gentina determinados cambios políticos en el poder que han repercutido en la apari-ción y desarrollo de corrientes historiográ-ficas distintas.

Historia y Política

Es necesario conocer las distintas inter-pretaciones históricas, las distintas corrien-tes historiográficas, no como corrientes

Bartolomé Mitre

94

Mundo del Trabajo

95

Ciclo de Charlas | Historia y Política

que surgen porque un grupo de historia-dores se ha puesto de acuerdo, sino como corrientes que emergen porque responden a determinadas ideologías, que a su vez representan los intereses de determinadas clases que ha estado en el poder, y que desde allí, desde su posición hegemóni-ca, se ha podido desarrollar e imponer.

Por otro lado, también surgen otras lí-neas historiográficas que, sin estar en el po-der, han tenido el suficiente apoyo popular como para poder plantear a través de sus

libros y conferencias una posición distinta. Primero, la corriente historiográfica

que es la historia oficial, la historia es-colar, la historia liberal-conservadora, la historia de Mitre. Puede ubicarse como la historia que surge desde Pavón cuan-do aparece consolidada lo que luego en el lenguaje político -especialmente en la época de FORJA- se conoce como “la oli-garquía”. Es decir, oligarquía no es una clase, es un bloque de clases constituido por los grandes propietarios estancieros de la pampa húmeda y los grandes co-merciantes del puerto de Buenos Aires.

La alianza de estos dos sectores a partir del gobierno de Mitre propugna la radica-ción de los ferrocarriles británicos, y des-pués los frigoríficos, los seguros, el gran comercio inglés que se va a asentar en Bue-nos Aires e intensifica la deuda externa, que ya había iniciado Rivadavia con una polí-tica libre importadora dirigida a cumplir la división internacional del trabajo. Para esta visión, la Argentina, una semicolonia pro-ductora de carnes y cereales, importadora de artículos manufacturados, no tiene que tener industrias ni minería, ni industria pes-quera. Tiene que tener alimentos baratos como consecuencia de la fertilidad extraor-dinaria de su pampa y de un clima que per-mite que el ganado pueda estar todo el año sin necesidad de protección de tinglados.

Tradición Oral y Otras Historias

La inmigración, sin quererlo, jugó fa-cilitando inconscientemente la adultera-ción de esa historia. Cuando se produce la avalancha inmigratoria sobre el país, los hijos de los inmigrantes que van al co-legio, carecen de tradición oral. Se dice que la tradición oral se comunica no de padres a hijos, sino de abuelos a nietos, porque el padre generalmente trabaja y la madre tiene una familia de muchos hijos, está ocupada en el piletón, o en la cocina.

Hay una estampa tradicional de la abuela, que está en una mecedora y el nieto está sen-tado en el suelo y la escucha. Es allí donde se produce la transmisión de la tradición oral.

La llegada del radicalismo, que es hijo de la inmigración y a la vez de las peonadas federales del interior, trae una memoria di-ferente. El mismísimo Hipólito Yrigoyen, era nieto de un mazorquero. Para alguna gente Yrigoyen es sólo la semana trági-ca y nada más. Yrigoyen es muchas otras cosas, es la conmoción que su irrupción provocó en la clase dominante, que se vio aterrada ante estas “chusmas” yrigoyenis-tas, es el que después quieren nacionali-zar el petróleo. Estas facetas muestran la naturaleza y las características contradic-torias que tiene el radicalismo, de aquel radicalismo de conspiradores, radicalismo de alpargatas. El radicalismo tiene todos estos aspectos, que son aspectos contra-dictorios en definitiva prototípicos de las clases medias. Sabemos que Hernandez Arregui, que gustaba de la ironía, decía que la clase media es media en todo, es media ignorante y es media culta, es media osa-da y es media cobarde, según la épocas.

Ravignani y Levene

A partir de aquí surge una nueva escue-la historiográfica, y no es casual. En 1916 toma el poder Yrigoyen y en 1918 apa-rece la nueva escuela histórica con Emi-lio Ravignani como su principal figura.

Lo primero que hace Ravignani es rei-vindicar a Artigas y empieza a trabajar en la figura de Rosas. Está a punto de reivin-dicar a Rosas, y después se detiene. Por-que cuando al radicalismo se le plantea, en esa época, la posibilidad del regreso de los restos de Rosas, el gobierno trata de evitar dificultades y no apoya esta situación.

Ravignani configura un eslabón muy importante con la creación del “Insti-tuto de Investigaciones en la Facultad

de Filosofía”. Crea una nueva escue-la histórica, que pone en crítica algunos aspectos, no los centrales, pero sí al-gunas figuras como el caso de Artigas.

En esa corriente están Luis Molinari, que después se hará rosista, Rómulo Carbia, que después se convertirá en historiador de cuestiones religiosas, en la historia de la Iglesia, y Ricardo Levene que va a ser ofi-cialista. Los gobiernos van a cambiar, pero Levene va a estar veinticinco años presi-diendo la Academia de la Historia, con una “muñeca” que es de político, no de historia-dor. Levene publica Lecciones de Historia Argentina que tiene veinticinco ediciones. Y allí parece que hubiera hecho la siguiente suposición: Mitre escribió sobre Belgrano, Mitre escribió sobre San Martín, y a mí me dejaron a Moreno. Entonces él escribe so-bre Moreno tres tomos. En ellos impugna el Plan de Operaciones que es lo que le quema en las manos acerca de la imagen que es-tán forjando de Moreno y del morenismo.

Vamos a recordar que el plan de opera-ciones dice, casi textualmente, “las fortunas agigantadas en pocas manos perjudican a los pueblos, son como el agua estancada. La única forma de que los pueblos crezcan y vi-van bien es que las fortunas se distribuyan”.

Esta escuela histórica, en la medida en que Levene empieza a retomar la línea mitrista y que Ravignani se va colocando en un radicalismo de derecha que termina-rá llevándolo a la Unión Democrática, no tiene el peso suficiente, pero tampoco el gobierno le da el apoyo. Tiene peso sólo en la Universidad y durante un tiempo.

Pero en el 30, tras el golpe de Estado de Uriburu que derroca a Yrigoyen, se produce como en el año 1916 una pérdida de poder por parte de la oligarquía. La clase media yrigoyenista pierde el poder, pero tampo-co el poder va a manos de la vieja oligar-quía de la pampa húmeda, cosa que recién sucederá en 1932 con el General Justo.

En el año 30 el poder va a manos de las

Las Corrientes HistoriográficasSegún Norberto Galasso.

1-Corriente de la Historia Oficial (Liberal- Conservadora).Referentes: Bartolomé Mitre, Vicente Fidel López, Alfredo Grosso.

2-Corriente del Instituto de Investigación. Fac. de Filosofía - UBAReferentes: Emilio Ravignani, Luis Molinari, Rómulo Carbía, Ricardo Levene.

3-Corriente del Nacionalismo Interior. (Revisionismo por derecha)Referentes: Carlos Ibarguren, Ignacio Anzoá-tegui, Manuel Gálvez, Ernesto Palacios, Julio Irazusta.

4-Corriente del Revisionismo Histórico (de F.O.R.J.A)Referentes: Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Martín Jauretche, René Orsi, Atilio García Mellid.

5-Corriente del Revisionismo Rosista - Peronista.Referentes: José María Rosa y Fermín Chávez.

6-Corriente de la “Historia Social”. (Universitaria)Referentes: José Luis Romero, Tulio Halperín Donghi, Luis Alberto Romero.

7-Corriente General ProvincianaReferentes: Rodolfo Puiggros, Juan José Hernán-dez Arregui, Jorge Abelardo Ramos, Eduardo Astesano, León Pomer, Alfredo Tárzaga.

8-Subcorriente “Mitro - marxista” (al decir de Jauretche).Referentes: Leonardo Paso, José Ingenieros.

96

Mundo del Trabajo

97

Ciclo de Charlas | Historia y Política

familias reaccionarias del interior. Familias muy ultramontanas, muy reaccionarias, de poca plata, de Salta y de Jujuy. Por ejem-plo, los Ibarguren, los Uriburu, son dos de las viejas familias hispánicas de derecha, de nacionalismo reaccionario que después empezaron a ser denominados como “los primos pobres” de la oligarquía. Un tipo que tiene una estancia en Salta no puede comparar su “poder” con el de la estan-cia de Álzaga o Ayerza en la pampa hú-meda o Menéndez Bety en la Patagonia.

Lo importante es que el nuevo despla-zamiento del poder de la clase media trae como consecuencia inmediata la aparición de una nueva corriente historiográfica. Este caso es notable porque la nueva corriente tiene por líder, por orientador, al hombre que es el asesor de Uriburu: Carlos Ibargu-ren. Ibarguren “le daba letra” a Uriburu, y se dice que lo mejor que hacía este último era decirle piropos a las chicas en la calle Flori-da. Ibarguren es el que lo asesora y trata de convencerlo de que es necesario eliminar la Constitución de 1853 y reemplazarla por una constitución exactamente igual a la que había establecido Mussolini en Italia: una constitución corporativa. Uriburu designa a Ibarguren como interventor en Córdoba.

Ibarguren publica: Juan Manuel de

Rosas su vida, su drama y su tiempo. Con esta obra se forja el punto de partida del rosismo de derecha. Porque para Ibargu-ren reivindicar a Rosas no es reivindicar al Rosas que enfrentó a los ingleses y a los franceses, al Rosas de la Ley de Aduana. Es evidente que lo que le gusta a Ibarguren es que Rosas es un hombre de orden, que es un gran ganadero, una de las fortunas más importantes del país. Mientras Uriburu fu-sila gente, a los tres días del 6 de septiem-bre son fusilados un anarquista en Rosario, y después Severino Di Giovanni y Scarfó. Mientras Uriburu fusila por su barbarie re-accionaria, Ibarguren trata de darle a esto una forma ideológica reivindicando a un Rosas que no es el Rosas que después va a reivindicar José María Pepe Rosa como un caudillo de gauchos, sino al Rosas ganade-ro que abomina de la Revolución Francesa el cual se cartea con Anchorena y éste le dice: “esto pasa por haber dejado a More-no y los amigos de Moreno decir todas las barbaridades que decían del contrato social y de distribuir la propiedad en el año´10”.

Esta corriente, que nace en ese mo-mento, es un revisionismo de derecha, que encuentra después a un hombre, con cier-ta gracia que es un juez, Ignacio Anzoá-tegui, que en vez de ir a la cosa horripi-

lante que es la Constitución de Mussolini, empieza a tomar a los próceres en solfa, se atreve a burlarse de los próceres en el año 1932-33. Anzoátegui publica un libro que se llama Vida de muertos, otro que se llama De tumba en tumba, se ve que no tenía nada que hacer, entonces se divertía.

Esta corriente después alcanza serie-dad y empieza a no ser tan reaccionaria a partir de algunos autores como Manuel Gálvez, por ejemplo, que hace una hermo-sa biografía de Yrigoyen. Gálvez, desde su perspectiva nacionalista reaccionaria, toma a Yrigoyen y a medida que va pro-fundizando en la novela, en el libro, en la historia -que por otra parte es una pro-ducción bastante científica- el personaje lo gana. También en esta línea se inscribe Ernesto Palacios, que publica el libro La historia falsificada, después La Histo-ria Argentina; Julio Irazusta que publica Argentina y el Imperialismo Británico.

En general, esta corriente se caracteri-za por un nacionalismo reaccionario. Y su vez en ese momento histórico se produce otro hecho importante: a partir del golpe de Uriburu los radicales más combativos salen a la resistencia. Es un fenómeno in-teresante porque si bien algunos dirigentes peronistas se olvidan de la resistencia pero-nista, ésta en general está bastante recono-cida, mientras que la resistencia radical no.

Los radicales emprendieron varias conspiraciones a lo largo del año 30, entre las que podemos destacar la conspiración cívico-militar a cargo del General Toranzo.

En julio de 1931 se levantó el Teniente Coronel Pomar, en diciembre de 1932 se levantó el Coronel Atilio Cataño, en di-ciembre de 1933 se levantaron los herma-nos Bosch y Pomar de nuevo, y se produjo El Paso de los Libres en el que intervinie-ron Jauretche y Dellepiane. Es decir, lo mejor del radicalismo, los más abnegados seguidores de Yrigoyen, se juegan la vida, y lo hacen de una manera que no es broma.

Paso de los Libres y FORJA

Toda esta gente encuentra expresión en los radicales “fuertes”, un movimiento del año 1934 del que surge FORJA. Jauretche, que había estado detenido en el Litoral, en Paso de los Libres, se convierte en el corazón de FORJA y Scalabrini en la usina ideológica.

Con FORJA se gesta un modo de re-visionismo histórico, cuya proveniencia no se vincula ya con aquel revisionismo de los sectores de derecha del interior, de los Uriburu, de los Ibarguren, sino que proviene de sectores de clase media, yrigoyenistas consecuentes, cuya figu-ra central es Scalabrini Ortiz a través de sus obras: Política Británica en el Río de La Plata, Historia de los Ferrocarriles.

Por su parte, Jauretche recién va a reto-mar la cuestión histórica en 1959 con Polí-tica Nacional del Revisionismo Histórico, que es un libro muy valioso para entender la relación entre historia y política. A partir de allí van a aparecer algunos historiado-res forjistas como René Orsi, por ejem-plo, con su libro Artigas y la delegación rioplatense. Va a aparecer Atilio García Mellid con un libro sobre historia del Para-guay, y todos ellos terminan de componer la nueva corriente historiográfica que po-

Arturo Jauretche

El director del INCaP junto a Galasso en la apertura del ciclo de charlas “Historia y Política”

98

Mundo del Trabajo

99

Ciclo de Charlas | Historia y Política

demos caracterizar como democrática y mucho más popular.

En sìntesis, si tomamos las líneas históricas, para la concepción mitris-ta la línea sería un Moreno abogado de los ingleses, li-beral, vaciado de

todo contenido. Un San Martín que está en las nubes, y Rivadavia como continua-dor de Moreno, mientras que Mitre sería la civilización triunfante sobre la barbarie.

Los revisionistas de derecha toma-ban, por el contrario, a Saavedra como expresión de un hombre dueño de tierras y militar, entonces la revolución para los uriburistas es Saavedra. Es la época en que se presume que San Martín podía ser monárquico y Rosas, con toda la carga de un representante de los ganaderos de la Provincia de Buenos Aires, un hom-bre de orden, una especie de cavernícola.

Por el contrario Scalabrini Ortiz toma como figura a Moreno. El More-no de referencia es el del Plan de Ope-raciones cuya continuación histórica son Dorrego, San Martín y, en general, los caudillos federales del interior. Es una línea mucho más democrática.

Las Patas en la Fuente

Así llegamos al 17 de octubre de 1945, momento en que se produce un nuevo des-plazamiento del poder. Evidentemente la clase oligárquica que venía gobernando el país es desplazada por un frente nacional, policlasista, donde participan los trabajado-res, convocados mediante la huelga general para el 18 de octubre. Aparecen, imprevista-mente, en la escena política un día antes, el 17 de octubre; logran la liberación de Perón y aseguran luego, el 24 de febrero de 1946,

el triunfo decisivo de Perón en las urnas. En este frente se encolumnan, además de los trabajadores, algunos empresarios nue-vos y sectores industrialistas del ejército.

La presencia protagónica de los traba-jadores genera lo nuevo. Surge un revi-sionismo rosista peronista, que ya no es el revisionismo que exalta a Rosas como el gran ordenador, el déspota, sino que exalta a Rosas por la defensa de la aduana, por la defensa del territorio frente a los bloqueos. Para este nuevo revisionismo, la ley de aduana significa una política conciliatoria con respecto al interior, al Rosas que en vez de recibir a un embajador extranjero se va al barrio del tambor con los negros. Aquí apa-recen dos figuras centrales, que son Pepe Rosa y1 Fermín Chávez. Este último, como buen entrerriano, empieza la revisión por las figuras vinculadas a Entre Ríos y reivin-dica a López Jordán, un hombre silencia-do totalmente por la historiografía liberal.

La reivindicación también se da hacia José Hernández, no como autor del Mar-tín Fierro, sino en su otra faceta, la del político que se levanta contra Sarmien-to. Hablamos del Sarmiento que manda un proyecto de ley al Congreso poniendo precio por las cabezas de López Jordán y de Hernández, cinco mil patacones, más precisamente, por la de Hernández. El Sarmiento que venía de Estados Unidos donde estas prácticas eran muy comunes. El Congreso tiene prudencia en rechazar la propuesta del Presidente de la Nación.

Más tarde es Fermín Chávez quien, comenzando por la reivindicación de la fi-gura histórica de Felipe Varela, evolucio-nará luego hacia una visión que podríamos caracterizar como “más rosista”. Luego es José María Rosa quien publica Nos los representantes del pueblo, Defensa y

práctica nacional sobre la soberanía eco-nómica, La guerra del Paraguay, que por otra parte es un hermoso libro, y más tarde aparecerá su obra mas completa Historia Argentina, en diez tomos. En el ínterin de su producción historiográfica dicta una se-rie de conferencias que lo convierten en la figura fundamental del Instituto de Investi-gaciones Históricas Juan Manuel de Rosas.

El gobierno peronista no toma estas producciones, ni las asume, las desarrolla como una política sólo desde el punto de vista educacional. Más aún, cuando na-cionaliza los ferrocarriles, le pone Fe-rrocarril Mitre a uno, Sarmiento a otro y Roca al tercero. Posiblemente Perón al igual que Yrigoyen entiende que este es un tema que provocaría grandes debates y ya la sociedad estaba bastante dividida, había bastantes problemas en los años 50 como para agregar un tema más. Lo cierto es que Perón considera importante rescatar y dar un lugar preferencial a San Martín. Los mayores se acordarán que hubo un “Año del Libertador General San Martín”, en 1950.

Rosas - Rojas

La Historia tiene esas extrañas para-dojas; se produce el golpe de 1955 y hay un nuevo desplazamiento del poder, es de-cir, un gobierno que estaba en manos de un frente nacional pasa a estar en manos primero de un sector nacionalista clerical que seria el caso de Lonardi pero durante muy poco tiempo. Después cae en manos de sectores de la oligárquica y de la cla-se media, cuya expresión más irritante es el Almirante Rojas. Ocurre que una de las primeras cosas que hace el Almirante Rojas es inaugurar el monumento a Urquiza en Palermo, frente al Planetario, y después se le ocurre a Rojas decir que su movimiento del 16 de septiembre del 55 adscribe a la lí-nea Mayo-Caseros. Inmediatamente Jaure-

tche, responde diciéndole que “...esa línea no alcanza ni para una línea de subte....”.

El revisionismo histórico rosista popu-lar tiene más difusión a partir de 1955-1956. El desplazamiento en el poder, al que ya hicimos alusión, genera dos corrientes historiográficas. Son dos corrientes aunque en realidad podría hablarse de otras y de historiadores sueltos, muy difíciles de en-casillar, como José Luis Busaniche y Pé-rez Amuchástegui, un hombre del litoral.

Es muy difícil generalizar, pero pode-mos hablar de siete corrientes, de las cuales nos faltaría ver dos y una subcorriente que es la del liberalismo de izquierda. Esta úl-tima es una especie de lo que Jauretche lla-maba “el mitromarxismo” una mezcla de Mitre y Marx. En general “mitromarxistas” ha tenido el Partido Comunista, Leonardo Paso, por ejemplo, incluso José Ingenieros -que era otra clase de persona, pero cae también en eso-. Es decir, revalidan la his-toria mitrista pero lo hacen con fraseología marxista. Por ejemplo, Mitre dice “Rivada-via es el más grande presidente de los ar-gentinos”; Leonardo Paso dice “Rivadavia es una expresión de la burguesía comercial que está enfrentada a los sectores latifun-distas del interior”. Por supuesto para esta

visión sería más progresista la burguesía

1 Al momento de esta reflexión de Galasso, Fermín Chavez, aún vivía, por ello no comenta el desgraciado suceso de su fallecimiento.

Raúl Scalabrini Ortiz

Las patas en la fuente - Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945

100

Mundo del Trabajo

101

Ciclo de Charlas | Historia y Política

comercial que va a desarrollar el capitalis-mo que los sectores feudales. Facundo sería el feudalismo -como si hubiera habido feu-dalismo en el Río de La Plata- y Rivadavia representaría a la burguesía comercial. La burguesía comercial en ninguno de los paí-ses dependientes fue base del capitalismo. En todo caso sería base del imperialismo, lo que se llamaba “burguesía comprado-ra”; se trata de las burguesías que sirven de nexo entre la importación y la exportación para que los países sean dependientes. Esta línea de pensamiento lleva a un hombre in-teligente como Aníbal Ponce a sostener que a los chachistas derrotados por el mitrismo se los debería obligar a hacer el terraplena-je de los trenes para que aprendan lo que es la civilización en nombre del marxismo. En nombre del marxismo también publi-caron un artículo de treinta páginas en el que Marx criticó a Bolívar, diciendo que Bolívar como todo latinoamericano era un indolente. Marx se podía equivocar, vaya a saber para Marx qué sería un latinoame-ricano. Seguramente no tendría la menor idea sobre qué era un latinoamericano.

En el golpe del 55 no sólo intervienen nacionalistas de derecha sino también li-berales, socialistas, si así pueden llamarse, como Américo Ghioldi -o “Norte Américo” Ghioldi con su nombre correcto-, etc. Y aparece una propuesta para que el rector de la universidad sea un socialista. Entonces el rector de la universidad -realmente no sé por qué causa, no me explico cómo pudo aceptar, porque era un buen tipo- fue José Luis Romero, quien acepta quizá pensando

que puede hacer algo por el país. Hay que tener en cuenta que en ese momento -en el 55- había un fervoroso antiperonismo, y José Luis Romero era tal vez el único his-toriador verdaderamente científico, un his-toriador serio que tenía la Argentina entre todos los que hubo. Pero como la Argenti-na es un país muy especial, donde a veces los ministros de economía son ingenieros, resulta que Romero era un excelente histo-riador, pero de historia medieval: Romero era reconocido mundialmente, pero de his-toria argentina nada. Dice en determinado momento: “yo escribo de historia argentina casi por un compromiso, un compromiso ciudadano”. Romero conoce una escuela que significa una renovación de los estudios historiográficos. La gente de las escuelas de los Anales: Marc Block por ejemplo o Fernand Braudel decían lo siguiente. Hasta ahora se ha venido enseñando historia con nombres y datos y fechas de lugares, y esto no puede ser. La historia necesita, para ser una historia verídica, conocer el lugar don-de se desarrollaron los acontecimientos, el apoyo de la geografía, las relaciones eco-nómicas que habían en ese momento, qué cultura existía en ese país, incluso se em-pezaron a comprender las razones econó-micas que pueden intervenir en una batalla.

En una batalla no sólo se gana por el po-der bélico sino también por el apoyo logís-tico, económico, es necesario tener estadís-ticas, datos; es necesario entonces que un conjunto de disciplinas concurran a enri-quecer la historia. Esto es muy importante, por eso Romero le va a dar importancia des-pués a la carrera de Sociología, va a tratar de modernizar los estudios historiográficos, pero en medio de un auge antiperonista tre-mendo que tiene lugar en los años 1955-56.

Junto con Romero aparece Halperín Donghi. Mientras Romero es interventor en la Universidad de Buenos Aires, Hal-perín Donghi está en la Universidad del Litoral, donde primero es profesor y des-

pués interventor también. Halperín ya en sus primeros escritos se manifiesta como rotundamente antiperonista, no es casua-lidad que su primer escrito aparece en la revista Sur de Victoria Ocampo, donde hace fuertes críticas al peronismo. Es de-cir, aparece allí la corriente que después se va a llamar Historia Social, y en la que, muerto José Luis Romero, ha sido reem-plazado por su hijo, Luis Alberto Romero. Mientras, el profesor Halperín Donghi se ha ido a Berkeley, Estados Unidos. Quizás porque Berkeley era un filósofo que de-cía que la realidad no existe, lo cual no se compagina demasiado con un historiador que hace como cuarenta años que está allá, pero vuelve siempre a decir alguna cosa.

Esta historia social tiene mayor riqueza que la historia mitrista (la historia mitrista al lado de esto es un juego de chicos). Sin embargo, esta historia social no cuestiona a la historia mitrista, y Halperín Donghi lo dice expresamente: nosotros vinimos a enriquecer, en todo caso a remozar pero no a cuestionar; los retratos de los cole-gios están allí, perduran, nadie los toca.

Ahora mismo los historiadores de la his-toria social están empezando a comprender que ya no se puede sostener la interpretación de la Revolución de Mayo que da Mitre.

Lo importante es que nace una historia social, que hoy prácticamente domina casi todas las universidades. Al mismo tiem-po que nace esta corriente, que es algo así como la continuidad del mitrismo con una mayor profundidad, se produce una mejor presentación de los argumentos, un reco-nocimiento de algunos datos que los his-toriadores de esta corriente pareciera que han descubierto ahora y que ya estaban en Alberdi, por ejemplo. Sucede que el Alber-di maduro -no el joven- es un tipo moles-to porque es el que denuncia la guerra del Paraguay y es el que enfrenta el mitrismo.

Para terminar, al mismo tiempo que se produce este fenómeno desde el Estado, esta

historia social que tiene por figura central a Romero, Halperín Donghi aparece como otro fenómeno. Vamos a recordar que al-gunos de los libros de Halperín tienen im-portancia, como Revolución y Guerra por ejemplo. Pero otros libros suyos pueden ser tomados como un ejemplo de la imposibi-lidad de hacer historia neutra. Por ejemplo, cuando en La democracia y las masas habla del 16 de junio de 1955, lo plantea en estos términos: hubo un levantamiento, un ametrallamiento en el centro de Buenos Aires. Después, dice, como consecuencia de esto, la gente que vio caer a sus ami-gos en Plaza de Mayo, quemó las iglesias. Empieza a explicar cómo se quemaron la iglesias, cómo se caían los ladrillos, cómo se calcinaban, cómo caían los íconos, todo eso en veinte líneas. Los trescientos ochen-ta muertos no aparecen y el lector inocente no sabe que murieron trescientas ochenta personas. Pero tampoco aparecen los sie-te muertos de las bombas antiperonistas de abril de 1953, lo pueden buscar en el libro y no aparecen. Con lo cual, me pare-ce que desde el punto de vista del progreso de los estudios historiográficos no hay lu-gar para que se pueda calificar a Halperín Donghi como la figura más importante de la historia social. En todo caso, sería pre-ferible Luis Alberto Romero, que tampoco dice nada pero no tiene tanta presunción.

Mientras nace esta corriente llamada historia social, se produce la resistencia peronista de 1955, 1956, 1957. Y la resis-tencia genera un conjunto de pensadores, algunos peronistas y otros al lado del pero-nismo. Por ejemplo, hombres de la izquier-da nacional, que van a escribir varios libros que conforman la última corriente, a la que llamamos corriente historiográfica general provinciana, porque tiende a acentuar más la reivindicación de los caudillos del inte-rior que de Rosas; latinoamericana, porque tiene una óptica latinoamericanista y hace centro por ejemplo en la guerra del Para-

102

Mundo del Trabajo

103

guay como un genocidio; o socialista, en la medida que analiza los enfrentamientos en base a la lucha de clases. En general, de una manera amplia, puede considerarse que en esta corriente están Rodolfo Puiggrós cuan-do escribe Historia critica de los partidos políticos Argentinos, Hernández Arregui con Imperialismo y Cultura, Formación de la Conciencia Nacional; Jorge Abelar-do Ramos con Revolución y contrarrevo-lución en la Argentina; Eduardo Astesano, Alfredo Tarzaga, León Pomer, por ejemplo, que trabajo muchísimo sobre la guerra del Paraguay y al final se fue del país porque no tenía ámbito donde poder actuar (creo que está radicado en Brasil). Se trata de un grupo de historiadores que ha trabajado so-bre estos temas, que son esencialmente la reivindicación de un San Martín distinto, de un Moreno distinto, la reivindicación de los caudillos del interior, la visión lati-noamericana de las cuestiones, que es a lo que de un modo u otro estamos llegando en esta América Latina convulsionada, en la que Evo Morales ha conseguido naciona-lizar los hidrocarburos. Estamos llegando a la conclusión de que va a ser muy difícil en los próximos años enseñar historia ar-gentina sola, porque si uno enseña histo-ria argentina en serie se va a encontrar con que algún chico más o menos inteligente le va a decir: “señor, ¿qué hacía Dorrego en Santiago de Chile en 1810 en la Revolu-ción chilena? ¿qué hacía Artigas en 1815 que dominaba Santa Fe, Entre Ríos, Co-

rrientes, Misiones y Córdoba y la Banda Oriental?, ¿qué hacía San Martín metiéndo-se en Chile, sien-do protector del Perú?, ¿qué hacía Alberdi dicien-do que no apo-yaba al gobierno

de Mitre sino al gobierno de Paraguay? y diciendo Alberdi que la guerra de Triple Alianza no fue una guerra de Paraguay contra Brasil, Uruguay y la Argentina, sino que fue una guerra –dice Alberdi en un análisis realmente insólito para su época-, entre la burguesía comercial del puerto del Buenos Aires aliada con la burguesía comercial del puerto de Montevideo y el imperio del Brasil contra los sectores fede-rales del interior de la campaña uruguaya, el Paraguay y los sectores federales del interior del país. Por eso cuando se pro-duce la batalla de Curupaytí, el triunfo pa-raguayo es festejado en todo el Noroeste.

La historia argentina no está congelada, sino desarrollada al calor de estos fenó-menos latinoamericanos. Para entender-nos con el comandante Chávez tenemos que comprender quién es Bolívar. En vez de hacer grandes explicaciones acerca de San Martín y Bolívar. Simplemente hay que recordar algún hecho de la vida coti-diana, San Martín en su dormitorio -y esto está probado por Ernesto Quesada- tenía enfrente de su cama un retrato de Bolívar.

Con esto es suficiente para explicar esta cuestión que termina con toda una serie de disensos estúpidos en Latinoamérica que han sido siempre favorecidos por los sectores imperiales, para lograr que esa fragmentación de América Latina -que es la balcanización contraria a la unificación que hizo América del Norte- esta disgre-gación de América Latina le permita a los grandes imperios dominar nuestros países.

En definitiva, hay distintas corrien-tes historiográficas, porque hay distintas ideologías, porque hay clases sociales que están en conflicto y esta cuestión histo-riográfica va a estar estrechamente ligada a lo que pase en los próximos años, a las modificaciones y transformaciones que se produzcan. Estas transformaciones, pienso yo, tengo casi la certeza, irán ha-cia una América Latina libre y unificada.Jorge Abelardo Ramos

Documentos teóricos del INCaP

La idea de trabajo es tan antigua como el hombre mismo. Lo que difiere según las épocas en que lo analicemos es la mane-ra en que ese trabajo está organizado y la forma en que se reparte el producto del mismo. De esta manera encontraremos que en lo que se denomina “formas precapita-listas” aparecen tipos de organización que reflejan la estructura social de cada época.

a. Los comienzos

Las primeras configuraciones labora-les se relacionan con la llamada economía de subsistencia, donde sólo se produce lo que se consume; ya en la organización feudal, la producción se reparte entre el dueño de las tierras y los siervos, siendo por supuesto la mayor parte para el señor (la producción de seis días de la sema-na) y una porción muy pequeña para el trabajador (lo producido durante el do-mingo, séptimo día, lo cual lo destina-rá al sustento de sí mismo y de su prole).

Posteriormente, y con el crecimiento de las ciudades (burgos), empiezan a apa-recer los artesanos, que enseñaban el ofi-cio a jóvenes aprendices en sus talleres. Estos artesanos son los que concentran el poder de negociar con quienes se abaste-cen en cada taller; los aprendices, por su parte, tienen durante el aprendizaje aloja-miento sustento y provisión de todos los materiales por parte del artesano dueño del taller y sólo podrán comerciar con lo producido cuando se conviertan, a su vez, en artesanos y instalen su propio taller.

b. Aparición del intermediario

Con el paso del tiempo y al multiplicarse la cantidad de conocedores de cada oficio, empieza a aparecer una forma intermedia entre los talleres y las primeras fábricas; esta forma se conoce históricamente como put-ting out o producción puesta afuera y con-siste en artesanos que no tienen la capacidad económica para montar un taller de oficio

Historia de la Organización del TrabajoFormas precapitalistas de organización del trabajo Tránsito hacia el capitalismo industrial

por Alicia Molina

Mundo del Trabajo Capacitación Interna

105

con sus propias herramientas y materia pri-ma y trabajan para otro que, poseyendo el capital, “contrata” al artesano que tiene el saber del oficio para que realice determina-da producción.

He aquí la primera aparición de la fi-gura emblemática del capitalismo: el in-termediario, aquel que por el poder que le confiere el capital que posee, se transforma en el negociador entre quien compra algo y quien lo produce. En esta forma de orga-nización, estamos todavía en una organiza-ción por oficios, o sea talleres de carpinte-ría, herrería, cuero, metales preciosos, etc.

c. La manufactura y la fábrica

La siguiente forma de organización es la manufactura, donde se parte de la mis-ma figura del intermediario, aunque éste ya no paga por trabajos de determinado oficio en talleres separados, sino que re-úne a varios artesanos. No se trata, diji-mos, de aprendices sino de artesanos, que pasan a llamarse oficiales, porque cada uno domina un oficio y lo realiza en un emplazamiento donde quedan fijas las herramientas y pueden guardarse las ma-terias primas; allí se producen diferentes cosas en un mismo lugar o productos más complejos que requieren la concurren-cia de varios oficios para su realización.

Llegamos así a finales del siglo XVIII, donde se produce una serie de cambios políticos, económicos y tecnológicos. Las manufacturas empiezan, a partir de la apa-rición de las máquinas herramientas -esos poderosos “obreros mecánicos”-, a trans-formarse en lo que se conoce con el más moderno concepto de fábrica. Con esto ya está preparado el campo para la apari-ción del denominado capitalismo indus-trial: el intermediario, al que ya podemos denominar capitalista, posee la suficiente

cantidad de dinero como para contratar a varios obreros al mismo tiempo, adquirir las maquinarias que aceleran y aumentan su producción en pos del objetivo princi-pal: aumentar sus ganancias y acelerar la acumulación y el crecimiento de su capital.

Ahora bien, en función de la organi-zación del trabajo conocida hasta ese mo-mento, los artesanos devenidos en oficiales o trabajadores de oficio reunían todo el sa-ber productivo o el conocimiento completo de cada profesión en una sola persona. Esta situación les confería una especial posición de poder al momento de negociar tiempos y condiciones para la realización de un trabajo determinado. Por otra parte, estos conocedores de los oficios formaban parte de una poderosa tradición de agremiación proveniente de las corporaciones de oficio. Éstas se constituyeron en la época de los talleres artesanales y garantizaban la con-tratación de oficiales para la realización de cada producto, al tiempo que vigilaban corporativamente el cumplimiento de esta condición. Al no poseer conocimientos que le permitieran llevar a delante produc-ción alguna sin depender de los oficiales, el capitalista debía resignarse a las condi-ciones, tiempos y formas que los mismos le imponían para concretar su producción.

Estaban dadas pues todas las condi-ciones para el capitalismo y era urgente la necesidad que el factor capital tenía de que apareciera alguna idea que permitie-ra desarticular el poder del factor trabajo. Estados Unidos es el país donde mejor se visualiza esta necesidad imperiosa del capital, país con una inmensa reserva de trabadores escasamente calificados, com-puestos por una inmigración masiva de po-bres y muertos de hambre provenientes de Inglaterra, Irlanda y algunos otros países del norte de Europa, sumados a los negros -a la sazón liberados por la abolición de la

104

esclavitud-, que eran en su mayoría anal-fabetos y con escasa formación en algún otro oficio que no tuviera que ver con el servicio o el trabajo en los sembradíos de té y algodón. Se genera entonces una do-ble presión: trabajadores desocupados que quieren trabajar y capitalistas que quieren producir más rápido y ganar más dinero.

El modelo taylorista de organiza-ción del trabajo

Es entonces que aparece lo que históri-camente ha de conocerse como el tayloris-mo, nombre que proviene de Federico Wen-ceslao Taylor, un ingeniero sin demasiadas aspiraciones que, a mediados del siglo XIX y trabajando en una fábrica metalúrgica de Estados Unidos, desarrolló ciertas ideas respecto del trabajo humano. Lo haya que-rido Taylor o no, estas ideas cambiarían por siempre las formas de organización y la estructura de la relación capital / trabajo.

Taylor sostuvo que los hombres eran individuos dotados de energías y poten-cialidades mayores que las puestas en evidencia normalmente en el trabajo co-rriente. Es por ello que considera que es posible aumentar la eficiencia del trabajo de dos maneras: haciéndolo más científico e intenso o aumentando la productividad gracias a la normalización de los objetos y medios de trabajo. Estas potencialidades estaban frenadas por la natural tendencia de los trabajadores al ocio y a la vagan-cia. Según Taylor, esto podría revertirse a mediante el estudio científico del trabajo (orientado a eliminar el tiempo muerto y los movimientos inútiles) y mediante un sistema de motivación del trabajador que apuntaba a relacionar la producción con la remuneración. La otra fuente de motiva-ción del trabajador consistía en la deter-minación precisa y anticipada de la tarea encomendada a los trabajadores de ejecu-

ción. A esta metodología la denominó Or-ganización Científica del Trabajo (OCT).

La OCT estaba basada en dos principios. El primero de ellos postulaba la naturaleza “científica” de las decisiones empresariales u organizacionales, es decir: la idea de que estas decisiones debían ser formuladas a partir de los hechos, del razonamiento, de la experimentación y de la prueba, para arri-bar a lo que él denomina “one best way” o “única y mejor manera”. Para llegar a esta forma óptima, se suponía el estudio de un problema de manera objetiva, por medio de la aplicación de una norma. Esto implica-ba una diferencia sustancial con el poder arbitrario y dictatorial dentro de la empre-sa; asimismo, la combinación de los gestos operativos, la selección y formación de los obreros, implicaría una nueva división del trabajo entre las tareas de dirección y de los obreros. El presupuesto de la OCT residía en que los interlocutores sociales (patrón y obreros) consideraran como indispen-sable la sustitución de los conocimientos provenientes de la pura experiencia por la búsqueda científica en todos los ámbitos de trabajo en la empresa. Es decir, requería un cambio de mentalidad o de espíritu. Y este razonamiento, decía Taylor, era aplicable tanto a los métodos para realizar el trabajo, como al tiempo necesario para ejecutarlo.

El segundo principio sostenía que los patrones y los trabajadores tienen, en úl-tima instancia, intereses comunes. Taylor no concibe la idea de un conflicto entre capital y trabajo. Ambos podrían benefi-ciarse con el aumento de la productividad, porque ello provocaría salarios más altos, precios bajos, ventas y consumos masi-vos y elevada tasa de ganancia. De esta forma, la colaboración entre ambas partes sería el corolario de ese interés común. A partir de la aplicación de los métodos de observación y estandarización de las tareas

Mundo del Trabajo

106

Capacitación Interna

107

de los trabajadores lo que Taylor logra es visualizar los componentes y la secuencia que todo oficio tiene para la realización de un trabajo o de un producto. Tiene éxito en desarrollar esquemas que individualizan y separan cada puesta en acción del saber y el paso-a-paso tan celosamente guardado por los artesanos en el tesoro de los oficios. Esta puesta en secuencia y división del sa-ber integral en porciones más pequeñas se conoce como parcelación del saber obrero y es la que abre la puerta para que aquellos trabajadores con escasa calificación que no podrían realizar el trabajo de los oficiales puedan, en cambio, realizar una porción pequeña de ese trabajo, que no exige mu-chos conocimientos ni tiempo de adiestra-miento. Realizarán quizás un solo movi-miento de manera repetitiva a lo largo de toda la jornada de trabajo sin necesidad de conocer el proceso completo, solo limitán-dose a no equivocarse en el fragmento de ese proceso para el cual fueron adiestrados.De esa forma, el método ideado por Taylor propondrá y permitirá un cambio sustan-tivo en la gestión de la fuerza de trabajo para economizarla, disciplinarla, reducir su costo y el tiempo de formación. Según palabras de Benjamín Coriat -un experto de origen francés- “el desfase producido por la diferencia entre la composición téc-nica de la clase obrera y su composición política permite captar la significación del taylorismo como estrategia de domina-ción sobre el trabajo.” O más claramen-te dicho por palabras del propio autor: la organización taylorista del trabajo “hace posible la entrada masiva de trabajado-res poco calificados en la producción. Y el sindicalismo es derrotado en sus dos frentes: 1) progresivamente es expulsado de la fábrica el obrero de oficio y 2) tam-bién el obrero sindicalizado organizado.1”

Ahora bien, en algún momento dijimos que Taylor no tenía demasiadas aspiracio-nes a quedar en la historia y con eso nos in-dicamos que su visión de la cuestión tenía más que ver con el ámbito en el cual él se desempeñaba y no con cambiar para siem-pre el rumbo de la organización del traba-jo. Sin embargo, sucedió algo que excedió sus intenciones, puesto que las condiciones económicas y sociales hicieron que sus ideas ejercieran gran influencia y se di-fundieran mucho más allá de las fronteras de la fábrica metalúrgica donde las aplicó por vez primera e inclusive mucho más allá de las fronteras de Estados Unidos.

El modelo fordista de organización del trabajo

Sin embargo, haría falta la aparición de otro personaje famoso para que estas ideas tomaran el carácter de basamento para el desarrollo de la gran industria y el capitalis-mo industrial; alguien que entendiera que la normalización del trabajo y la dominación del obrero trasciende los límites de la fábri-ca y que la manera de organizar el trabajo debe sustentarse y expandirse a nivel de so-ciedad toda. Trabajo organizado e industrial en una sociedad organizada e industrial.

Es aquí donde entra en escena Hen-ry Ford, con su fábrica de automotores en la pujante Detroit, quien será el que a partir de las ideas de Taylor diseñe, me-diante su forma de organizar la fábrica y regular el comportamiento de sus trabaja-dores dentro y fuera de la misma, un sis-tema de relaciones sociales que implicará nuevas bases de relación a nivel comuni-tario y la generación de nuevos circuitos de consumo y ámbitos de producción.Es Ford quien fomenta la disciplina de los

trabajadores a partir de la intervención de sus mujeres; es Ford quien idea la existen-cia de hospitales y escuelas dentro de las fábricas para controlar y nivelar la salud de los trabajadores y sus conocimientos. Al mismo tiempo, a partir de la utiliza-ción de textos especialmente selecciona-dos, provoca la “americanización” de las ideas y el lenguaje de esos trabajadores. Es también el empresario quien fomenta la radicación de sus obreros en las cerca-nías de la fábrica, arrancándolos definitiva-mente de las zonas rurales y privándolos, con ello, de la posibilidad de criar anima-les o cosechar verdura para su sustento.

Pero quizá lo fundamental de la inven-ción fordista, en lo que hace al poder del trabajo en relación con el capital, es el ha-ber introducido una innovación tecnológica que termina con el último rincón de control que los trabajadores tenían del proceso de trabajo: la cadena de montaje. A partir de esta invención ya no es el hombre que se moviliza para buscar las piezas y ensam-blarlas en lo que se está fabricando, sino que es el objeto en producción el que se movi-liza a una velocidad fijada mecánicamente; el hombre deberá ir ensamblando las partes de manera rítmica, en un tiempo prefijado y totalmente ajeno a su decisión y voluntad.

Si analizamos todas estas innovaciones -tanto las sociales como las tecnológicas- en un tiempo de corta duración, debemos decir que representaron mejoras en la calidad de vida del trabajador: aumento salarial signi-ficativo, adquisición de vivienda, control sanitario y una mejora relativa de sus ca-lificaciones. Si, en cambio, las analizamos desde una perspectiva de más larga dura-ción y a nivel de relaciones entre los actores sociales, el beneficio en materia de control de los procesos de trabajo y acumulación de dinero por parte del capitalista es sus-tancialmente mayor y más perdurable que

los beneficios obtenidos por el trabajador.Ford promueve la idea del círculo vir-tuoso, un círculo espiralado de consumo y bienestar. Parte del sencillo principio que todos deben estar en condiciones de consumir y que ello permitirá la am-pliación y el mantenimiento saludable de este círculo. Por el contrario, si la ca-pacidad de consumir se corta, el círculo se achica o sencillamente, deja de crecer.

Para que todos estén en condiciones de consumir, todos tiene que tener un sa-lario para gastar y esto sólo es posible a partir de garantizar el trabajo para todos. Esta generación de trabajo para toda la po-blación en condiciones de trabajar (pleno empleo) debería ser primordialmente res-ponsabilidad de las empresas y del capi-tal privado; pero si, por algún motivo, los privados no podían llegar a cumplir con esta garantía, debía generarse alguna ins-tancia que estabilizara las condiciones del mercado de trabajo. Es aquí donde al ca-mino diseñado por Taylor y Ford se suma un tercer actor, el Estado, que, a partir de generación de la denominada obra pública y la sanción de leyes que regulan el ámbi-to de las relaciones del trabajo, será quien institucionalice y complete esta forma de organización socio-política y económica que se conocerá como Estado de bienestar.

Pero los años dorados no iban a durar eternamente. Este esquema de organiza-ción depende de tres patas que deben con-servar equilibrio entre sí, fundamentalmen-te en materia de costos: la mano de obra, la materia prima y la energía necesaria para el funcionamiento de las fábricas. Si alguno de estos componentes sufriera un cambio drástico en sus costos, necesariamente este cambio debería ser absorbido por los otros dos componentes. De esta manera, durante la década del setenta, a partir del aumen-to que sufriera el petróleo, el equilibrio se 1 Benjamín, Coriat, El taller y el cronómetro, Madrid, Siglo XXI, 1982.

Mundo del Trabajo

108

Capacitación Interna

109

rompe y -como era de esperar- los costos que se incrementan en la variable energía deberán ser compensados con la reduc-ción de costos en la variable mano de obra.

Después del estado de bienestar: la situación contemporánea

A partir de esta situación, nuevamente cambia el mundo del trabajo y consiguien-temente cambia la configuración social. Se revisan todas las ideas relativas al circulo virtuoso fordista y el rol que los actores de-ben desempeñar en el mercado de trabajo.

Ya no es tan urgente garantizar la condi-ción de empleados-consumidores de todos los trabajadores, sino que es más importan-te fomentar la producción y el consumo de ciertos productos cuyo costo refleje y justi-fique la inversión en materia prima, energía y desarrollo tecnológico puestos en ellos. Del consumo masivo se pasa a un consu-mo selectivo. Pero es sabido que cuando aparece la idea de “selectividad” no suele estar asociada a los trabajadores masiva-mente, sino a un concepto de consumido-res individualizados y poseedores de capi-tal e infraestructura como para fomentar, a partir de sus adquisiciones tecnológicas de alto valor agregado, la generación de col-menas de servicios relacionados, pero de-sarrollables a partir de una idea diferente de trabajo, lejana ya al concepto de empleo con toda la estructura legal, de beneficios y estabilidad que este concepto implicaba.

A partir de esto último cambian también los escenarios: desde el punto de vista po-lítico-económico, el capitalismo pasa a ser, a partir de la caída del régimen socialista, el modelo triunfante prácticamente a nivel mundial. Se mundializa con ello el merca-do económico y las reglas de juego pasan a ser dictadas por diferentes actores. El nivel de desarrollo económico y tecnológico será

el que determine las alianzas más allá de cuestiones de fronteras o nacionalidades: comienzan los proyectos de integración continental y las regulaciones al trabajo dentro de cada país deberán responder a criterios de productividad impuestos por la posibilidad de comerciar a miles de kilóme-tros del lugar de trabajo de cada trabajador.

Nuevamente se debilita el poder de ne-gociación del trabajo frente al capital. Las legiones de desocupados necesariamente producen la flexibilización de las condi-ciones en que cada uno acepta ser contra-tado, al tiempo que los sindicatos pierden representatividad al perder puestos de trabajo y trabajadores sindicalizados. Por otra parte, resulta sumamente difícil para los trabajadores participar en los ámbitos donde se debaten las grandes cuestiones y se definen los lineamientos que impac-tarán en las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores de todo el mundo, fundamentalmente para aquellos que per-tenecen a los países más pobres y de me-nor desarrollo económico y tecnológico.

Aparecen asimismo los actores interna-cionales, configurados a partir de intereses y afinidades económicas; serán estos ac-tores los que definan las políticas que los estados deberán legitimar y cumplir a nivel de cada nación. Así es como el Fondo Mo-netario Internacional, el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo senta-rán las bases de lo que se reflejará a nivel nacional en las reformas de los Estados, su retiro de la actividad productiva, la transfe-rencia a la actividad privada de las respon-sabilidades que antes fueran exclusivas del propio Estado y la caída de todas, o casi todas, las regulaciones referidas al empleo.

Todo puede y debe ser privatizado en aras de la competitividad, pero para llegar a obtener el necesario disciplinamiento social

que permita este brusco pasaje de las garan-tías generalizadas a un casi “sálvese quien pueda” aún fue necesario un paso más, fun-damentalmente para aquellos países con una fuerte consolidación de la clase trabajadora como referente político y social. Se suce-dieron en estos países casi al mismo tiempo y con el mismo nivel de crueldad y avasa-llamiento de los derechos, las libertades y la vida misma, salvajes dictaduras milita-res, que fueron las encargadas de neutrali-zar a aquellos referentes sindicales en par-ticular y sociales en general. De este modo eliminaron de raíz los líderes potenciales de posteriores movimientos de rechazo o resistencia a la reorganización del trabajo.

Los procesos de privatización se con-cretaron luego de los períodos dictatoria-les, pero están relacionados con ellos de manera directa. A partir de esto, las iden-tidades colectivas sufren un gran golpe y durante un tiempo costará reconstituirlas. En este escenario, y ante las reformas la-borales, los trabajadores que consiguen o mantienen su trabajo, deberán modificar su desempeño en el mismo, ya no se les exigirá la repetición mecánica de un mo-vimiento o de una única acción a lo largo de toda la jornada, sino que por el contra-rio deberán conocer el proceso de trabajo completo, estar en condiciones de evaluar la calidad con que el mismo se está reali-zando y saber cuál es la importancia y la re-lación de su función con el resto de las fun-ciones que se desempeñan a su alrededor.

Pero esta recuperación de saberes e intensificación de tareas no implica un correlato en los niveles de remuneración; por el contrario, en la mayoría de los ca-sos, el salario se debilita tanto en poder adquisitivo, como en la jerarquía de su composición; pasa así a tener cada vez más rubros variables y no remunerativos. A esto deben sumarse las modalidades

de contratación absolutamente precari-zadas en comparación con la vinculación laboral imperante en la época dorada.

El trabajo es, en la actualidad, un bien escaso y la mano de obra que lo requiere es excesiva para la oferta. Esto hace que se re-quieran perfiles que trascienden largamente lo que en realidad es necesario para desem-peñarse en un puesto de trabajo y que lo que se paga por el desempeño de ese trabajo re-fleje cada vez menos lo que ese trabajo vale o lo que valen las calificaciones de quien lo esté desempeñando. Por otra parte, la larga fila de candidatos que queda esperando de-trás de cada trabajador que llega a un traba-jo o a un empleo condiciona y embreta la posibilidad de reclamar en pos de mejores condiciones o de un justo reconocimiento.

Desafíos que nos esperan

Las modificaciones que sufrió la orga-nización del trabajo en los últimos tiempos y su consecuente impacto en las relacio-nes laborales, no sólo involucran a los/as trabajadores/as con su tarea; también re-percuten directamente en la relación con sus compañeros, supervisores y jefes. A esto debemos sumarle la perdida de per-sonal sindicalizado, originada fundamen-talmente a la flexibilidad y la precariedad de los modelos de contrato laboral, que afectan el nivel de participación y nego-ciación de los trabajadores en la Empresa.

Partimos de la idea de que la com-prensión del proceso productivo genera involucramiento de los/as trabajadores/as. No es lo mismo conocer una parte del tra-bajo repetible día tras día de igual mane-ra y sin variancia que tener la visión del proceso productivo global y conocer la importancia y la particularidad que el tra-bajo propio tiene dentro de ese proceso. Es muy distinto, por ejemplo, etiquetar

111110

Mundo del Trabajo

un producto listo para despacho -y cono-cer solo esa parte del trabajo- de conocer todo el proceso de producción y estar en condiciones de hacer observaciones de calidad al momento del embalaje. La ig-norancia de la totalidad del proceso pro-ductivo disminuye la posibilidad de parti-cipación no sólo en problemas específicos del área en donde los/as trabajadores/as se desenvuelven, sino también en cuestiones que afectan la organización del trabajo

Resulta prioritario comprender que la apertura del debate sobre este tipo de cues-tiones no implica adoptar el discurso em-presario; por el contrario, significa que los trabajadores pueden y deben hacerlo desde su lógica e identidad. Para acompañar es-tos cambios y la evolución de las nuevas formas de trabajo, los sindicatos deben en-contrar y desarrollar nuevas formas tanto

para negociar con las empresas como para mantener un nivel de representatividad que de fuerza y entidad a esa negociación.

Empezamos esta historia dicien-

do que la idea de trabajo es tan antigua como el hombre mismo; es de pensar en-tonces que el trabajo no ha de desapare-cer en tanto el hombre no desaparezca. Los triunfos y las derrotas, las estrategias y las desorientaciones de quienes estuvie-ron antes que nosotros deben servir para entender la actualidad y de alguna mane-ra, prever lo que sucederá hacia adelante. Es justamente en este sentido que resulta fundamental visualizar las cuestiones aquí planteadas desde una visión macro: sólo desde allí podremos descubrir las forta-lezas desde las cuales diseñar estrategias de organización y reivindicación del tra-bajo y de los trabajadores como colectivo.

Datos estructurales de la política

“Es una eterna experiencia que todo hombre que tiene poder se inclina a abusar de él y va donde encuentra lími-tes. Para que no se pueda abu-sar del poder es preciso que por la disposición de las co-sas el poder frene al poder”.

El Juicio Político en la Constitución Nacional

(Barón de Montesquieu, El espíritu de las Leyes)

112

Mundo del Trabajo El Juicio Político en la Constitución Nacional

113

El Juicio Político como Mecanismo de Control Constitucional

La Constitución, en su artículo N° 1, declara que “la Nación argentina adopta para su gobierno la forma representativa, republicana y federal”. Esta enunciación implica la presencia de determinadas ins-tituciones políticas en la organización del Estado, tales como la democracia represen-tativa y la autonomía de las provincias. En cuanto a “república”, se trata de una no-ción particularmente equívoca, ya que este

término ha recibido cargas de significados diametralmente diferentes a lo largo de la historia. Pese a esta dificultad, la teoría constitucional reconoce ciertas característi-cas comunes a los regímenes republicanos contemporáneos; a saber: a) la elección de las autoridades por medio del sufragio; b) la responsabilidad de los funcionarios públi-cos; c) la periodicidad en los cargos políti-cos; d) la publicidad en los actos de gobier-no y, por último, d) la división de poderes o “descentralización funcional del poder”.

La doctrina de la “división de poderes” pone el acento en la necesidad de control del poder político. En su oportunidad, Loc-ke y Montesquieu la plantearon como un mecanismo de defensa contra la opresión del poder tiránico. Estos autores imagina-ron al poder político dividido en diferen-tes órganos, que llevaran a cabo diversas funciones: legislativa, ejecutiva, federativa y de prerrogativa, en el caso de Locke; le-gislativa y dos ejecutivas (uno referido al derecho de gentes y el otro al derecho civil) de acuerdo a Montesquieu. Estos órganos estarían limitados en su accionar, a su vez, por un mecanismo de “pesos y contrape-sos” según la famosa expresión de Montes-quieu, lo que impediría la preeminencia de un poder sobre otro, actuaría como una ins-tancia de control mutuo, y, sobre todo, im-pediría el avance del poder político por so-bre la esfera de las libertades del individuo.

La división de poderes se explicita en la parte “orgánica” de nuestra Constitu-ción Nacional, en la que se enumeran las funciones y atribuciones de los tres pode-res del Estado argentino: Legislativo, Eje-cutivo y Judicial. Estos órganos se hallan estrechamente vinculados entre sí por re-laciones de coordinación y de control, re-laciones que también se hallan descriptas en el articulado constitucional. Entre las muchas funciones de coordinación podría-mos destacar la participación del Ejecuti-vo nacional en la apertura y prórroga de las sesiones legislativas; la promulgación de las leyes aprobadas por el Congreso; el acuerdo que el Poder Legislativo otorga a los candidatos a cargos en la Corte Supre-ma de Justicia u otros cargos (militares y diplomáticos) o la aprobación del presu-puesto nacional elaborado por el Ejecutivo. De acuerdo a Ekmekdjian “las facultades de control recíproco tienden al equilibrio de poderes, a mantener una influencia pru-dente y moderada de cada uno de ellos en

La división de poderes se explicita en la parte “orgánica” de nuestra Constitución Nacional, en la que se enumeran las funciones y atribuciones de los tres poderes del Estado argentino

la vida política e institucional del país”. Según este constitucionalista, el juicio político se encuadraría en esta categoría de relaciones, ya que se trata de una fun-ción de control que el Poder Legislativo ejerce sobre los otros dos órganos estata-les. Otros ejemplos de estas prerrogativas son el veto parcial o total que el Poder Ejecutivo puede aplicar a las leyes san-cionadas por el Legislativo, o la revisión de constitucionalidad o razonabilidad, atributo del Poder Judicial de la Nación.

Definición

El juicio político es el procedimiento de destitución que la Constitución prevé para ciertas autoridades nacionales, en caso de mal desempeño, delito en ejercicio de sus funciones o crímenes comunes. Se trata del único mecanismo de remoción de aque-llos funcionarios que tienen inamovilidad o

inmunidad garantizada por la Constitución; éste es el caso de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y del Presi-dente y Vice, mientras duren en sus cargos. Los Ministros y el Jefe de Gabinete de la Nación también son pasibles de ser some-

tidos a juicio político; no obstante, el Jefe de Gabinete también puede ser removido de su cargo mediante una “moción de cen-sura”, que requiere la mayoría absoluta de ambas cámaras del Congreso Nacional (Art. 101). La moción de censura, caracte-rística de los sistemas parlamentarios, fue incorporada en la reforma constitucional de 1994, con el propósito de establecer una nueva instancia de control del Poder Le-gislativo sobre la actividad del Ejecutivo. Otra novedad que se incorporó desde 1994 es la creación del Consejo de la Magistra-tura, con la facultad de remover a los in-tegrantes de los tribunales inferiores de la Nación. De esta manera, sólo los magistra-dos que integran la Corte Suprema de Jus-ticia pueden ser sometidos a juicio político.

Procedimiento

Como habíamos señalado anteriormen-te, el juicio político es una facultad exclu-siva del Congreso nacional; pero, a su vez, cada una de las Cámaras desempeña un rol específico en este proceso. Como establece el artículo 53 de la Constitución, le corres-ponde a la Cámara de Diputados “acusar ante el Senado”, y “declarar haber lugar a la formación de causa por la mayoría de dos terceras partes de sus miembros pre-sentes”. En el Senado de la Nación recae la responsabilidad de juzgar a los acusados por la Cámara de Diputados. “Cada una de las Cámaras del Congreso tienen en ma-teria de juicio político, una competencia privativa e independiente. Cumplen cada una por separado un acto especial: acu-sar (la Cámara de Diputados) y juzgar (el Senado). Cada una por separado pondera, evalúa y decide. Ningún otro órgano puede reemplazar a la Cámara de Diputados en la función propia de `acusar´, ni al Senado en la de ̀ juzgar´” 1. Es importante destacar

1 (Alice, Beatriz L., “El Juicio Político”, E.D. 123-751)

Es importante destacar que el juicio no es un proceso penal ordinario; sólo tiene como objetivo la destitución del funcionario.

114

Mundo del Trabajo El Juicio Político en la Constitución Nacional

115

que el juicio no es un proceso penal ordina-rio; sólo tiene como objetivo la destitución del funcionario. En caso de que ella se pro-duzca, el acusado enfrentará una causa, ya sin la inmunidad que emanaba de su cargo.

La de Juicio Político es una de las co-misiones de asesoramiento enumeradas en el Reglamento interno de la Cámara de Di-putados de la Nación. A esta comisión le corresponde recibir, por parte de cualquier funcionario o ciudadano, las denuncias que podrían constituirse en causal de juicio político. En las denuncias debe constar la siguiente información: a) datos personales, acreditar identidad, indicar el domicilio real y fijar un domicilio especial dentro de los límites de la Capital Federal; b) rela-ción circunstanciada de los hechos en que se fundamenta, enunciado sucintamente el derecho aplicable al caso; c) pruebas en que se sustente, debiendo acompañarse la documentación o indicando su conte-nido y el archivo u oficina pública donde se encontraren los originales, para el caso de no disponerse materialmente de ellos 2.

Con la recepción de la denuncia se procede a su estudio: los integrantes de la comisión analizan si la denuncia reúne las condiciones necesarias para llevar a cabo la apertura de un sumario. En caso de no reunirlas, el plenario de la Comisión decla-ra la denuncia improcedente y se la deses-tima. Si, como establece el reglamento de la Comisión, “de este estudio surgieran indicios ciertos o semiplena prueba”, en-tonces se procederá a la formación de un sumario de investigación del funciona-rio en cuestión. El reglamento contempla la declaración del imputado en el seno de la Comisión, de forma que las garan-tías del debido proceso y de la defensa en juicio queden aseguradas en el trámite.

Una vez cumplida la etapa sumarial, la Comisión debe resolver si las pruebas reuni-das son suficientes para acusar formalmen-te al funcionario ante el pleno de la Cámara baja; esta decisión se hace explícita por me-dio de un dictamen en el que la Comisión se pronuncia sobre cada uno de los cargos que pesan sobre el imputado. El dictamen con el pedido de juicio político se pasa a tratar en el pleno de la Cámara de Diputa-dos. Si se logran reunir los votos de dos ter-cios de los legisladores presentes a favor de la acusación, el Senado deberá constituirse en tribunal para juzgar los cargos presen-tados por Diputados. De no conseguirse esa mayoría, los cargos son desestimados y el pedido de juicio político, rechazado.

El artículo 59 de la Constitución Nacio-nal señala que el Senado se constituye en jurado y juez en los casos de juicio polí-tico. En esta ocasión, los senadores deben prestar un juramento especial por el que se comprometen a “administrar justicia con imparcialidad y rectitud, conforme a la Constitución y las leyes de la Nación”. Este artículo también sostiene que el jurado estará presidido por el Vicepresidente de la Nación, siempre y cuando el acusado no sea el Presidente. Si este fuera el caso, el tribu-nal será encabezado por el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Al iniciarse el juicio, la Cámara de Di-putados debe escoger una comisión de legisladores encargados de mantener la acusación ante el Senado; estos diputa-dos integran, por lo general, la Comisión de Juicio Político de la Cámara baja. Las pruebas producidas en Diputados se sus-tanciarán en la Comisión de Asuntos Cons-titucionales del Senado. Este proceso se realiza mediante audiencias públicas, a las que podrá asistir el imputado o su repre-sentante legal y en las que el mismo podrá

2 Artículo N° 7 del Reglamento de la Comisión de Juicio Político.

presentar pruebas y/o testigos de descargo. El Senado se constituye en tribunal para decidir si los cargos que se le imputan al acusado son verdaderos. Después de la co-rrespondiente deliberación, el presidente del tribunal, en audiencia pública, interro-ga a cada senador sobre los cargos que se le imputan al acusado; en caso de que 2/3 de los senadores presentes se pronuncien afirmativamente, se produce la destitución del funcionario acusado. Si no se lograra reunir esa mayoría, el imputado quedará automáticamente sobreseído. Al afirmar que el imputado ha incurrido en cualquiera de las causales de juicio político, el Senado debe decidir entonces la inhabilitación que le corresponde por su delito. La inhabili-tación para “ocupar cargos de honor, de confianza o a sueldo de la Nación” puede imponerse por un periodo determinado de tiempo o permanente; esta cuestión tam-bién debe resolverla el Senado por el voto de los 2/3 de los legisladores presentes.

Una vez que la votación se ha inclinado por la destitución del funcionario, éste que-da privado de su cargo, “desaparece la in-munidad de jurisdicción penal” para que-dar a disposición de la justicia ordinaria.

El artículo 99 inciso 5 de la Constitu-ción Nacional sostiene que el Presidente de la Nación no puede indultar a los acusados por la Cámara de Diputados. Ello no impide que el Presidente pueda conmutar la pena del funcionario destituido, después de ha-ber sido condenado por la justicia ordinaria.

En cuanto a la revisión del fallo por parte de la Corte Suprema de Justicia, la doctrina situaba a las sentencias de jui-cio político entre las “cuestiones no judi-ciables”. Pero, a partir del fallo contra el juez Nicosia en 1993, se produjo un vuel-

co en la jurisprudencia ya que se admite, por recurso extraordinario, la revisión de la sentencia del Senado por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. La apelación al recurso extraordinario se habilitó ya que, según la defensa del juez destituido, durante el juicio político a ese magistrado se vulneraron las garantías de debido proceso y la defensa en juicio.

El control recíproco de los actos de gobierno y la responsabilidad política o,eventualmente, judicial de los funcionarios públicos son notas que caracterizan a los sistemas republicanos contemporáneos.

Comentario final

El juicio político forma parte del com-plejo entramado de relaciones e institucio-nes contenido en la Constitución nacio-nal. El control recíproco de los actos de gobierno y la responsabilidad política o, eventualmente, judicial de los funcionarios públicos son notas que caracterizan a los sistemas republicanos contemporáneos.

116

Mundo del Trabajo

117

Datos estructurales de la política

Desde 1983 con la normalización institucional y la apertu-ra de la democracia nuestra sociedad se vio sorprendida con varios procedimientos desconocidos u olvidados hasta enton-ces. De pronto un funcionario publico, entendiendo como tal también a los jueces de la Corte Suprema de la Nación, eran sometidos a juzgamiento político y destituido de su cargo.

Vale la pena hacer un poco de historia. Al respecto, podemos señalar que como resul-tado de la incesante lucha que el Parlamento Inglés libraba contra todos los privilegios de la Corona, surgió una herramienta legal que permitía ejercer un importante control sobre esta y que tiene todos los rasgos del juicio político que actualmente conocemos. También en el Virreinato del Río de la Plata existía el llamado Juicio de Residencia, el cual se seguía contra todos los funcionarios públicos, ya que al dejar su cargo debían dar explicaciones de sus actos de gobierno, no siendo esta una facultad de la corona española sino una obliga-ción de la autoridad saliente. Mas específicamente en nuestro país la Constitución del año 1853 en su articulo 41 daba la facultad a la Cámara de Diputados de “…acusar ante el Se-nado al presidente y vicepresidente de la Confederación y a sus ministros, a los miembros de ambas Cámaras, a la Corte Suprema de Justicia y a los gobernadores de provincia, por delitos de traición, concusión, malversación de fondos públicos, violación de la Constitu-ción y otros que merezcan pena infamante o de muerte; después de haber conocido ellos, a petición de parte o de alguno de sus miembros, y declarado haber lugar a la formación de causa por mayoría de dos terceras partes de sus miembros presentes”. Y posteriormente la reforma de 1860, producida a consecuencia de la incorporación del Estado de Buenos Aires a la Confederación, suprimió a los legisladores (porque las sanciones se dejaban a cargo de cada Cámara) y a los gobernadores (porque se interpretó que esto era una inter-vención a las autonomías provinciales).

En la actualidad, luego de la reforma de 1994, nuestra carta magna contiene tres articu-los (53, 59 y 60) que reglamentan su funcionamiento manteniendo a la Camara de Diputa-dos como acusadora ante el Honorable Senado de la Nacion. Germán Bidart Campos con-sidera que se trata de un procedimiento de destitución previsto para que los funcionarios pasibles de él no continúen en el desempeño de sus cargos, y que se lo considera “político” porque no consiste en un juicio penal que persiga castigar (aunque una de sus causales pueda ser delictuosa), sino separar del cargo. “Por eso, su trámite se agota y concluye con la remoción, de donde inferimos que carece de objetivo y finalidad si el funcionario ya no se halla en ejercicio”.

Como causales de destitución la constitución establece tres: mal desempeño de las funciones; comisión de delito en el ejercicio de las funciones y comisión de crímenes comu-nes. Nuestra historia reciente nos muestra que este importante mecanismo de control ha sido utilizado para hacer renunciar o destituir a presidentes como Richard Nixon, Carlos Andrés Pérez y Fernando Collor de Melo, en nuestro régimen no se ha empleado jamás

El juicio político en la República Argentina

por Jorge Landau

para acusar al presidente y/o al vice; sólo ha tenido vigencia en relación a los Ministros de la Corte y muy recientemente a un Jefe de Gobierno (llevado a cabo por la legislatura local).

Es muy interesante resaltar que nuestra Corte Suprema en el año 1993, admitió por medio del recurso extraordinario, la revisión del fallo del Senado de la Nación. Se trató del juicio político sustanciado contra el ex juez Alberto Nicosia, fundamentando exhaus-tivamente el carácter de tribunal judicial que asume el Senado por lo que se apartó de la doctrina que incluía a los juicios políticos dentro de las cuestiones políticas no justiciables, dejando así abierta la posibilidad de recurrir cualquier fallo que produzca ese tribunal. Esta doctrina desnaturaliza el sistema de equilibrio de poderes que es la base del sistema insti-tucional argentino.

Por ultimo Enrique Hidalgo sostiene que el juicio político “Fue objeto de muchas crí-ticas tanto en la Argentina como en todo el mundo al considerarlo como un instrumento demasiado pesado y engorroso para ser efectivo. Sin embargo, esa fue parcialmente la intención de quienes lo instituyeron en nuestro país como una garantía de estabilidad de los funcionarios susceptibles del mismo”, donde no seria dable agilizar su mecanismo ya que nos encontramos ante una herramienta excepcional que debe ser utilizada únicamente para asegurar la verdadera independencia entre los poderes del Estado, la limitación de todos y cada uno de ellos y los excesos o delitos de funcionarios, que sobreponiendo inte-reses personales a los de la sociedad, causen o creen en perjuicios del Estado nacional.

Es positivamente ponderable para el funcionamiento institucional de nuestro país la ac-tividad que le cupo a nuestro parlamento en materia de juzgamiento de jueces del máximo tribunal, lo que permitió sanear la piedra angular de uno de nuestros poderes recurriendo a los mecanismos institucionales ya previstos en la Carta Magna. Y es ponderable porque nuestro país tiene una larga tradición de intolerancia en el funcionamiento de sus institu-ciones y ha pasado casi la mitad de su vida institucional en el siglo veinte sin observar el estado de derecho. Y en ese marco hay que analizar el funcionamiento de la institución del Juicio político. Es sin duda un remedio excepcional pero su aplicación mejora sustan-cialmente la calidad institucional de un país que requiere respeto al estado de derecho, respeto a sus instituciones, a su Constitución y a los poderes constituidos. Y no es ca-sualidad que al aplicación del Juicio político se haya dado recientemente. Es que estamos viviendo por primera vez un quinto turno presidencial continuado en la historia argentina. Un quinto turno avalado con el voto popular. Se demuestra nuevamente que las desviacio-nes de conducta de los gobernantes no se resuelven con la violencia de las armas sino con la práctica institucional. Y este gobierno es el resultado de esa práctica continuada y por eso no es casual que en este contexto se haya visto en acción esa institución que implica el juzgamiento pacífico de un poder sobre otro.

Jorge Landau Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires

Sindicalismo, Prensa y

Comunicación

por Carlos Caramello

Datos variables de la política

120

Mundo del Trabajo

121

Sindicalismo, Prensa y Comunicación

a historia sindical de nuestro país está íntimamente ligada a la divulga-

ción del ideario de los trabajadores a través de distintos tipos de órganos de difusión que configuran lo que algunos han dado a llamar “la prensa obrera”. Panfletos, pe-riódicos de tiradas limitadas y circulación restringida, mensuarios, revistas semana-les y hasta algunos diarios que marcaron a fuego la historia del periodismo nacio-nal fueron herramientas de lucha acaso tan importantes como el poder de movili-zación y la contundencia de los reclamos.

Incluso hasta entrados los ’90, los dia-rios más importantes de la Argentina tenían sus columnas de análisis del mundo gremial bajo el título genérico de “Panorama Sindi-cal”. Columnas firmadas por periodistas de la talla de Ricardo Roa -actual editor gene-ral adjunto de Clarín-, Claudio Jacqueline -secretario de redacción de La Nación- y Ricardo Carpena -editor general de Política del mismo diario-.

Por estos días, aquella alianza estratégi-ca entre la prensa y el sindicalismo, pare-ce haberse diluido. Casi al unísono con la pérdida de presencia de los representantes de los trabajadores en las primeras líneas de decisión de la República. El número de sindicalistas que integran las listas para le-gisladores es cada vez menor y, en los últi-mos años, sólo dos hombres surgidos de la conducción de un gremio ocuparon el Mi-nisterio de Trabajo: Jorge Triaca y Alfre-do Atanasof1. El resto, de 1989 a hoy, eran abogados laboralistas prestigiosos -Rodol-fo Díaz, Enrique Rodríguez, Armando Caro Figueroa, Carlos Tomada- o, sencillamen-te, dirigentes políticos más o menos ligados al mundo del trabajo, como Alberto Flama-rique, Graciela Camaño o Patricia Bullrich.

¿Están, estas dos cuestiones, relaciona-das? ¿La pérdida de poder del movimien-to obrero es proporcional a su pérdida de presencia en los medios de comunicación, o viceversa? ¿Hay algún otro motivo para que la vida sindical prácticamente haya desaparecido de los órganos noticiosos?

Un Poco de Recuerdo… y Sinsabor

Elaborar una teoría que intente dar res-puesta a estas preguntas requiere, en prin-cipio, de un poco de historia.

Con el transcurso del siglo XIX, los diarios fueron adquiriendo cada vez más y más relevancia en la Argentina. Pero hacia 1890 sus páginas retrataban, básica-mente, el modelo liberal-oligárquico que imperaba por entonces. Es decir: estaban dedicados a apuntalar el plan económico de inserción de la Argentina en la divi-sión internacional del trabajo -fomentaban un rol de productor de materias primas y alimentos para su exportación e impulsa-ban la importación de la mayor parte de los productos elaborados que consumía el mercado interno- y a proyectar el plan político de instalación de un estado mo-derno –al modelo europeo– que diera las mayores garantías posibles a los capitales extranjeros que invertían en nuestro país.

En este sentido Rússovich y Lacroix ex-plican que “Los diarios reflejan este cam-bio en la despersonalización, en el estilo más sintético de sus notas, en los avisos donde las marcas industriales empiezan a reemplazar a los nombres de fabricantes”2. Pero, sobre todo, promovían un cambio en lo social fundamentado en la europei-zación de nuestras costumbres. Con este

objetivo, los diarios nacionales comien-zan a utilizar agencias internacionales de noticias y, por este motivo, el centro no-ticioso de influencia se traslada a las ca-pitales europeas y a los Estados Unidos.

Paradójicamente, los sectores obreros, conformados en gran porcentaje por inmi-grantes, quedan fuera del discurso de la co-municación por las nuevas características de los medios nacionales y comienzan a producir sus propios órganos de difusión.

Estas publicaciones periódicas -gene-ralmente escritas por los mismos traba-jadores o por personas que se identifican con sus intereses- producen la construc-ción de una semántica diferente ya que le confieren valor positivo a una termino-logía que en otros medios constituía una identificación peyorativa. “Trabajadores”, “obreros”, “pueblo trabajador”, “masa trabajadora”, “proletarios” comienzan a ser palabras que enhebran un “yo inclusi-vo” en términos del discurso identitario.

Así nace lo que luego se conocería como la “prensa obrera” que, en sus orígenes, tuvo la característica de panfletos o pasquines cuyo contenido puede delinearse sobre tres ejes centrales: 1) una crítica de tono comba-tivo al modelo de sociedad imperante; 2) el esbozo de la sociedad deseada en términos de valores y, 3) las propuestas organizati-vas, metodológicas y de acción para pasar del modelo criticado a la sociedad deseada.

“Tal esquema se asemeja mucho al de la práctica médica dividida en diagnóstico, sanación y terapia, siendo esta última la que permite el tránsito del estado enfermo

al estado sano. No es casual esta similitud, pues la prédica obrerista se propone la re-generación de un organismo social consi-derado enfermo” sostiene Ricardo Accur-so3 al estudiar la profunda brecha que se va abriendo entre los diarios “burgueses” -así denominaba la prensa obrera a los grandes diarios nacionales- y aquellos de los trabaja-dores. Éstos también tenían un alto conteni-do ideológico pero antagónico al expresado por los periódicos de distribución masiva.

“El periodismo en aquellos tiempos era totalmente político y cada publicación ser-vía de tribuna”4. Seguramente este hecho motivó que muchas de aquellas publicacio-nes obreras fueran prohibidas o retiradas de circulación antes de alcanzar la calle.

Hobart Spalding, en un profundo estu-dio sobre el Movimiento Obrero en la Ar-gentina precisa que “los periódicos obre-ros en los años posteriores a 1890, cuando la agitación obrera empezó a verificarse con más fuerza, estaban estrictamente vi-gilados o impedida su circulación”5. Como ejemplo pone el caso del periódico socialis-ta La Vanguardia contando que “... su ven-ta estaba prohibida en las estaciones de fe-rrocarriles y en los hospitales y ... tampoco se permitía su lectura en los mismos trenes. Por este diario como por otros de la épo-ca llegan noticias de que en varias opor-tunidades sus ediciones o los manifiestos impresos por una u otra agrupación fue-ron secuestrados antes de ganar la calle.”

Sin embargo, tal como lo admite el pro-pio Spalding en su documento, el mayor problema que debieron afrontar estos órga-nos de prensa fue la obtención de recursos

1 No se considera la semana que Oraldo Britos ocupó este Ministerio durante el breve gobierno de Adolfo Rodríguez Sáa.2 Brenca de Rússovich, Rosa y Lacroix, María Los medios masivos. Editorial Abril. Buenos Aires, 1983.

3 Accurso, Ricardo. “Las Primeras Publicaciones Obreras Argentinas (1893 - 1900)”. Ediciones Abarcus, Rosario.4 Di Santo, Víctor “Payadores y política”, Todo es Historia nº 278, Buenos Aires, 1990, p.29.5 Spalding, Hobart “La clase trabajadora argentina. Documentos para su historia, 1890-1912”, Buenos Aires, Galerna, 1970, p.51-52

122

Mundo del Trabajo

123

Sindicalismo, Prensa y Comunicación

para sostenerse y no tanto el hostigamiento gubernamental. “…eran pequeños de for-mato, infamemente impresos sobre pési-mo papel, duraban unos pocos números y luego se extinguían asfixiados por razones financieras o perseguidos por la fuerza pú-blica. Esta los confiscaba, arrasaba sus ta-lleres tipográficos y detenía a los editores. Pero era inútil: transcurridos unos pocos meses, aquellas publicaciones resurgían bajo un nuevo nombre y la historia reco-menzaba”6, explica Gonzalo Vial refirién-dose al modelo de prensa obrera chilena de entonces que, naturalmente, no distaba de-masiado en su forma, su contenido y su ob-jetivo del que se producía por estas tierras.

Lo importante es que tanto aquí como del otro lado de la Cordillera de los Andes la prensa de los trabajadores comienza a consolidarse como foco de actividad sindi-cal, política y cultural. “El modelo de pren-sa obrera se constituye en una herramienta vital para la difusión de los proyectos ideo-lógicos que se van configurando desde la propia práctica de constitución del movi-miento sindical así como instrumento de or-ganización de éste y de contestación al pro-ceso de transformación que vive la prensa liberal”7, explica el experto en medios de comunicación Eduardo Santa Cruz al revi-sar ese período fundacional allá por 1900.

La mirada de este especialista chile-no sirve para aproximar una primera te-sis que nos acerque a la respuesta: los medios gráficos editados por los trabaja-dores a principios del siglo XX son, ade-más de una herramienta de comunicación de sus ideas, un instrumento constitutivo

de su identidad que signará al sindica-lismo tanto en su proceso de construc-ción como en el devenir de su proyecto.

La Obsesión Gráfica de la Columna Vertebral

“Compañeros… quiero anunciarles que el diario “La Prensa”, expropiado por dis-posición del Congreso Nacional, será en-tregado a los trabajadores en la forma que ellos indiquen”. Con esta frase golpeando en el centro de su discurso del 1º de mayo de 1951, Juan Domingo Perón le cumple un sueño dorado al Movimiento Obrero Ar-gentino: le entrega el diario más prestigioso -y más opositor- para que, por primera vez, tengan un medio escrito de alcance nacional.

Es el año del renunciamiento histórico de Evita, de la aparición de su libro “La Razón de mi Vida”, del primer comicio en el que las mujeres pueden expresarse con el voto y, también, de la primera transmi-sión de Canal 7. La televisión ha llegado a la Argentina. Sin embargo, el sindica-lismo celebra la obtención de un diario.El hecho no es casual. Más de medio siglo de lucha sostenida y empujada por medios escritos y la relevante importancia de los obreros gráficos en todo este proceso funda-mentan la preferencia de los gremios por los diarios por sobre el resto de los soportes, ya sea la radio –definitivamente instalada a esa altura– o la entonces novísima televisión. Sin embargo, por la alianza estratégi-ca del gobierno del General Perón con los sindicatos, el Movimiento Obrero, “columna vertebral” del Justicialismo8, “goza” de las mieles de la propaganda.

Así, mientras la Secretaría de Prensa y Difusión era puesta en manos de Raúl Apold -conocido como el “zar del cine” por su participación como accionista en Argentina Sono Film y su sociedad con los hermanos Mentaste y el director y productor Luis Cé-sar Amadori- por su innegable preferencia por los medios audiovisuales, los sindica-listas fogonean la relación con el entonces Ministro del Interior, Ángel Borlenghi por su interés en los medios gráficos. Consiguen que La Prensa sea declarado “enemigo Nº 1 de los canillitas y obreros en general”9 y comienzan la campaña que terminará con la apropiación de este diario que tenía una tirada diaria de 450 mil ejemplares.Claro que el de La Prensa no es el único caso de medios gráficos apropiados por

el sindicalismo. El diario “El Territorio” del Chaco, fundado en 1919 y quizá el de mayor importancia en el Noroeste Argen-tino, fue intervenido y vendido a la CGT en 1954. También tradicionales medios gráficos como “La Vanguardia” (órgano del Partido Socialista dirigido por Améri-co Ghioldi) son clausurados. En este caso, el sindicalismo rápidamente edita un pe-riódico con la misma diagramación y ti-pos de letra llamado “Libre Expresión”.

En síntesis, mientras el gobierno apues-ta fuertemente a los medios audiovisuales poniendo énfasis en la concentración de ra-diodifusoras, en la producción de filmes y obras de teatro de evidente corte propagan-dístico e impulsando la televisión (aunque 6 Vial, Gonzalo: “Historia de Chile”. Volumen I, Tomo II, p.860.

7 Santa Cruz A., Eduardo: “Modelos y Estrategias de la Prensa Escrita en Procesos de Modernización: Chile siglo XX”. Universidad ARCIS. Santiago de Chile.8 Plá, Alberto: “Nacionalismo, peronismo y América Latina” en Historia Integral Argentina, tomo VIII: El peronismo enel poder, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1974.

9 Sirvén, Pablo: “Perón y los medios de comunicación (1943-1955)”, colección Biblioteca Política, vol. 79, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina.

Ilustración de la Federación Gráfica Bonaerense bajo el lema “Por una Patria definitivamente Libre, Justa y Soberana, La Patria Socialista.

124

Mundo del Trabajo

125

Sindicalismo, Prensa y Comunicación

también regentea la Editorial Democracia que agrupa a los diarios Democracia, El Laborista, La Mañana y Noticias Gráficas), el sindicalismo se obsesiona con una comu-nicación fundamentada en medios escritos. Obsesión que los acompaña hasta estos días.

Sindicalismo, Medios y Resistencia

Sólo después del golpe de Estado auto denominado “Revolución Libertadora”, los medios gráficos vuelven a adquirir importan-cia para la –entonces– resistencia sindical.

Desde las páginas del diario “El líder”, propiedad de la CGT, Raúl Scalabrini Or-tiz despliega sus agudas críticas contra el Plan Prebisch. Escribe: “el gato es mal guardián de las sardinas”. Pero el gene-ral Eduardo Lonardi intervine y cierra “El Líder”. Y entonces, Scalabrini funda “El Federalista”, un medio que financiaba per-sonalmente y duró poco tiempo en la calle.

De todas maneras, los diarios nacio-nales jugaban abiertamente con “La Li-bertadora” y el gobierno golpista no sólo intervenía los medios de prensa oposi-tores sino directamente al Sindicato de Prensa. Se pretendía amordazar a una resistencia con fuerte presencia del mo-vimiento obrero que, en términos de co-municación, casi volvió a sus orígenes.

Comenzaron a circular panfletos y otros impresos, algunos con denuncias, la mayo-ría con textos escritos por el General Perón antes de la caída y también en el exilio.

Dice Julián Fontana: “la resistencia se propuso desestabilizar al proyecto oligár-

quico autoritario perpetrado por el nuevo bloque en el poder, con miras a provocar un movimiento de insurrección popular que desembocara en la toma del poder, con miras - esta vez - a producir un pro-ceso revolucionario de cambio radical. El ideólogo principal de esta estrategia, era nada menos que el representante per-sonal de Perón, John William Cooke”10.

No cabe duda ninguna que parte de esa estrategia estaba fundamentada en una comunicación que rememoraba los me-jores momentos del inicio de la “prensa obrera”. “…la proscripción del peronis-mo que era la ideología política mayo-ritaria, buscó canales alternativos para manifestarse. Lo hizo a través de panfle-tos, pasquines y pintadas, pero también con cánticos desde las tribunas de fútbol que adaptaron las marchas partidarias prohibidas”, explica Emilio Petersen en su trabajo “El Grafitti en Buenos Aires”.

Dice Daniel James: “La mayor parte de la prensa peronista publicada en el período 1955-59 se editó, en el mejor de los casos, en condiciones semiclandestinas, es decir, con muchas restricciones. De allí que la pu-blicación fuese esporádica y no alcanzara, a veces, más que una o dos ediciones”11.

De aquellos verdaderos “esfuerzos” grá-ficos vale la pena recordar a: “Crisol del Litoral”, 1955, hoja informativa indepen-diente, pro peronista, editada por activistas de base de Puerto Gral. San Martín, Santa Fe; “El Cuarenta”, 1957, hoja informati-va independiente, pro peronista, de la zona rosarina; “Frente Obrero”, 1956; “Juan-cito”, 1957, hoja informativa barrial, pe-

ronista, de Rosario; “Línea Dura”, 1958, semanario peronista semioficial dirigido por John William Cooke; “Lucha Obre-ra”, 1955, troskista-peronista; “Mayoría”, 1957-59, semanario pro frondicista; “No-ticias Gráficas”, 1955-62, diario nacional; “Nueva Era”, 1955-58, periódico mensual del Partido Comunista argentino; “Pala-bra Argentina”, 1955-59, semanario pro peronista; “Palabra Obrera”, 1958-63, trotskista, pro peronista; “Pueblo Unido”, 1959, semanario peronista; “Qué pasó en siete días (Qué)”, 1955-59, revista sema-nal pro frondicista; “El Soberano”, 1959, grupos clandestinos; “Unidad Obrera”, 1956, trotskista, pro peronista y “La Ver-dad”, 1955-56, trotskista, pro peronista.

Pero, seguramente, el paradigma de es-tos medios de la resistencia, tanto porque se opone al poder golpista del “ongania-to”12 como a la “burocracia sindical” que representaba entonces Augusto Vandor y su estrategia de “peronismo sin Perón”, es el Semanario de la CGT de los Argentinos.

Este semanario de la CGTA, dirigido por el mismísimo Rodolfo Walsh, con la colaboración de periodistas de la talla de Horacio Verbitsky o Rogelio García Lupo, fue la expresión más acabada de lo que un medio gráfico de “resistencia” debía ser. La revista alcanzó un nivel de cali-dad profesional de excelencia tanto en el tratamiento de la noticia (manejaban toda la información sobre las formas y razones de las luchas populares para consumo de sus propios protagonistas) como por la profundidad de sus investigaciones. Desde sus páginas, Walsh publicó una seriada de notas sobre el asesinato del dirigente me-talúrgico de Avellaneda, Rosendo García,

que luego se transformarían en el libro “¿Quién mató a Rosendo?”, el más pro-fundo análisis del significado político y de los métodos de acción del vandorismo.

El Semanario llegó a tirar un millón de ejemplares pero, además, sirvió como impulso a otras formas de comunica-ción, como las experiencias de militan-cia artística del pintor Ricardo Carpani, o el trascendental trabajo del Grupo Cine Liberación, que permitió la filmación -y el uso permanente como herramien-ta de formación y organización políticas- de la película “La hora de los hornos” de Fernando Solanas y Octavio Getino.

10 Fontana, Julian: “El Proceso del Movimiento Obrero en el Modelo Industrialista. La Renovación Frustrada” Universi-dad de La Plata. www.perio.unlp.edu.ar.11 James, Daniel: “Resistencia e Integración. El Peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946-1976”. Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2005.

12 En referencia al período de gobierno militar del General Juan Carlos Onganía. Galasso, Norberto, “De Illia al Ongania-to”, Cuandernos para la Otra Historia, Centro Cultural Enrique Santos Discépolo. Buenos Aires.

Tapa del Semanario de la C.G.T.

126

Mundo del Trabajo

127

Sindicalismo, Prensa y Comunicación

De haber florecido ese proyecto, tal vez el sindicalismo hubiera encontrado nuevos instrumentos para su expresión pero con el asesinato de Timoteo “El Lobo” Vandor, el 30 de junio de 1969, en el local central de la Unión Obrera Metalúrgica, el gobierno de Juan Carlos Onganía –que había sufrido en carne propia el poder del sindicalismo organizado y beligerante– interviene la Fe-deración Gráfica Bonaerense y la mayor parte de los sindicatos integrantes de la CGTA. Sus principales dirigentes, con Rai-mundo Ongaro a la cabeza, van a compartir la cárcel con Agustín Tosco y Elpidio To-rres, los dos líderes visibles del Cordobazo.

De esta manera, tal vez, la mayor opor-tunidad de asumir la comunicación desde una perspectiva más moderna es cercenada (como tantas otras posibilidades) por el go-bierno de facto y el sindicalismo no vuelve a producir instrumentos de comunicación tan contundentes como los que proponía la

CGT de los Argentinos. La larga noche de terror del autodenominado “Proceso de Re-construcción Nacional”13 acalló tanto los medios como a toda otra forma de expresión. Y el sindicalismo no fue una excepción.

Con la recuperación de la Democra-cia, en 1983, el movimiento obrero hubo de reconstruirse internamente dada la cantidad de dirigentes muertos y la “mala prensa” de la que gozaban algunos de los vivos. Sobre todo después de la de-nuncia del “pacto militar-sindical” rea-lizada por Alfonsín durante su campaña.

Pero, además, en ese momento se produ-

ce el desembarco en Argentina de las más modernas herramientas de marketing polí-tico a través de la campaña proselitista del propio Alfonsín –producida por David Rato y Gabriel Dreyfus–. A partir de ese desem-barco, se consolida la utilización de los me-dios de comunicación audiovisual -sobre

todo la TV- en la política. Se instrumentan nuevos modelos de discurso. Se definen nuevos perfiles de emisor. Se trabaja desde el significado y el significante. La “ima-gen” ocupa el centro de la comunicación… Y el sindicalismo, atado a su historia, insis-te con la publicación de “solicitadas”, cada vez más arduas, cada vez menos leídas.

Barajar y Dar de Nuevo

Todo este análisis permite acercarnos a algunas afirmaciones.

En el movimiento obrero se eviden-cia un estilo de comunicar excesivamente dependiente del texto escrito, del lengua-je racional, de la cultura impresa. Por su propia historia, el sindicalismo se adapta mejor al lenguaje de los medios de comu-nicación escritos que a los audiovisuales. Porque desde su génesis la relación entre los trabajadores y la prensa escrita es re-ferencial debido a esa riquísima simbiosis entre mensaje y medio, entre el proyecto político y su consolidación en el discurso mediático. Esto conlleva una ventaja fun-damental respecto de la comunicación in-terna: ha establecido un código doméstico, casi íntimo, que ayuda al mantenimien-to de un “feed back” permanente entre los trabajadores y la dirigencia sindical.

El movimiento obrero, quizá como nin-gún otro actor político de la Argentina, ha logrado salvaguardar –seguramente gracias al énfasis puesto en la edición de revistas, “house organs” y otros productos de comu-nicación interna– la identidad comunicativa de cada sector y, a su vez, la interrelación y articulado comunicacional entre las organi-zaciones de primer, segundo y tercer nivel.

Hacia el adentro, la circulación de los mejores valores del mundo del trabajo es un ejemplo a seguir e imitar. Pero la prensa

obrera, en términos de exhibición y pro-pagación externa, está casi desaparecida.

Ocurre que en el momento en que la televisión se constituye como medio casi excluyente de la comunicación políti-ca, la representación de los trabajadores –caso por su propia crisis de representa-tividad– no puede asumir el desafío de mudar una cultura centrada en el texto es-crito a una cultura centrada en la imagen.

Las consecuencias de esta imposibilidad son devastadoras para su comunicación en un contexto cultural y mediático en el que el lenguaje audiovisual impone nuevas reglas.

13 Por antinómicos, por contradictorios, alguna vez habría que estudiar los nombres que cada golpe militar le daba a su etapa de gobierno en relación con lo que en verdad produjeron.

Raimundo Ongaro y Agustín Tosco: dirigentes de la CGTA retratados en la “prensa obrera”

El encuentro entre Tosco y Ongaro

128

Mundo del Trabajo

129

Sindicalismo, Prensa y Comunicación

Contrariamente a lo que ocurre con los trabajadores, un sector de desocupados –los que terminan dando origen al movimiento piquetero– comprenden con absoluta cla-ridad que lo que deben brindar es “show”.

Fue hace apenas 10 años, en junio de 1996. Los por entonces “fogoneros” de Cutral Có salieron a cortar la ruta para reclamar por los puestos de trabajo per-didos. La Gendarmería intentó desalojar-los, se produjeron enfrentamientos y… la televisión tuvo la “batalla” en “vivo y en directo”. Caras cubiertas con pasamon-tañas, piedras volando, palos levanta-dos en señal de amenaza… la imagen los consolidaba y los proyectaba –casi como en una sala de cine a escala nacional–. Y eso también fortalecía sus demandas; la Gendarmería se ofrecía como antagonista necesario para que los desplazados ocu-paran el centro de la escena mediática.

La psicólga chilena Marta Harnecker (famosa por su salto de la Acción Católica al marxismo y por fundar los sindicatos más radicalizados del país trasandino) sostiene que: “La gente de hoy lee muy poco o no lee. Para poder comunicarnos con el pueblo debemos dominar el lenguaje audiovisual” y agrega que el gran desafío es “…buscar cómo hacerlo cuando los principales me-dios de comunicación están absolutamente controlados por grandes empresas mono-pólicas nacionales y transnacionales”.

Pero, para “buscar como hacerlo” pri-mero hay que “decidirse a hacerlo”. El movimiento obrero argentino y los trabaja-

dores de muchos países del mundo (sobre todo los de habla hispana) deben comenzar a trabajar de inmediato para corregir esa falta de dominio del lenguaje audiovisual.

Y para ello hay que entender el pri-mer mandamiento de la comunicación del siglo XXI, la “era del homo videns” que decretara Giovanni Sartori en los es-tertores de los ’90: “lo que hace diferente a la televisión respecto a otros medios no es el medio en sí mismo, sino el modo en el que se cuentan las cosas en televisión”, como explica el catalán Joan Ferrés Prats14.

Ni el aparato ni la tecnología: el lengua-je. El código, la semántica de un discurso que debe recorrer otros caminos, diferentes del texto.

Porque no se trata de “comprarse” un espacio en TV (que lo han intentado) ni de tener “periodistas propios” en las radios o la televisión (que los tienen y, además, se jac-tan de ello). Se trata de perder esa impostura de estatuas parlantes con la que se presen-tan. De evitar las entrevistas excesivamen-te largas. De tomar un verdadero compro-miso con la imagen para que ésta no sea sólo relleno de palabras que nadie escucha.

En el lenguaje audiovisual, la palabra, la imagen y el sonido deben formar una unidad, y su coherencia debe ser fruto de un proceso de producción en el que, desde la primera fase, la del diseño, se piensa en imágenes.

El sindicalismo, entonces, en aras de re-cuperar los espacios de comunicación per-didos y de volver a ser un actor fundamen-

tal a la hora de las decisiones políticas, debe abordar con urgencia los nuevos códigos co-municacionales. Resolver su divorcio con la imagen y, lo que es más complejo, ingresar al campo de la comunicación informática.

“La Internet es hoy un importante medio de comunicación, impactado directamente con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación”, explica la experta Hannia Vega15 y enumera algunas de las ventajas que ofrece este nuevo medio: “No hay li-mitaciones funcionales o temáticas”, “los distintos actores lo desarrollan de acuerdo a sus necesidades”, “se convierte en un ca-nal multimedia” y “es capaz de desempeñar funciones conectoras entre los usuarios”.

Estas “posibilidades” hacen de la In-

ternet un medio óptimo para la comuni-cación obrera porque, sin abandonar su origen “textual”, podrá desarrollar nuevas tecnologías y trabajar en el mundo de “las redes” que no son otra cosa que maneras de asociación que los trabajadores cono-cen y practican desde hace mucho tiempo.

El desafío es abordar las nuevas herra-mientas de comunicación. Y nadie sabe más de “herramientas” que un hombre que trabajó toda su vida.

14 Joan Ferrés Prats es profesor de Comunicación Audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Especialista en Comunicación Audiovisual y Educación, ha publicado diversos libros que investigan la relación entre educación y me-dios audiovisuales, entre ellos Educar en la cultura del espectáculo. Las propuestas del profesor Ferrés para una educación en la cultura del espectáculo parten de la constatación de un desencuentro entre la cultura oficial y la cultura popular que se traduce en un conflicto entre la escuela y otros ámbitos de socialización (como la televisión).

15 Vega, Hannia: “Estrategias de Comunicación para Gobiernos”. OEA – George Washington University. Washington D.C. 2001.

Carlos CaramelloDirector del Instituto Nacional de Capacitación Política

Rodolfo Walsh: conjugó periodismo, escritura y militancia con su destacada labor.

130 131

Derechos del Trabajador

DERECHOS DEL TRABAJADOR

“La constitución no puede ser artículo de museo, que cuanto mayor sea su antigüedad mayor es su mérito y no podemos aceptar sin desmedro que en la época de la navegación estratosférica, que nos permite trasladarnos a Europa en un día, nosotros usemos una Constitución creada en la época de la carreta, cuando para ir a Mendoza debíamos soportar un mes de viaje”

Juan Domingo Perón

Es Historia

En 1949, durante la primera presiden-

cia del General Perón, se produjo la

reforma de la Constitución Nacional,

aprobada el 11 de marzo. Don Arturo

Sampay, un destacado constituciona-

lista de esa época fue su inspirador.

Esta Constitución ha sido considerada

instrumento idóneo en la lucha por la

liberación de los pueblos ya que puso

el capital al servicio de la economía, le

confirió función social a la propiedad,

proclamó la intervención y monopo-

lio del Estado en ciertas actividades y,

sobre todo, consagró los derechos del

trabajador, sujeto social por excelen-

cia de una construcción política que

marcó la historia de la Argentina: el

Peronismo. Por eso nos parece impor-

tante rescatar la letra y el espíritu de

aquellos derechos que, por algunos

años, tuvieron rango constitucional. La

Constitución de 1949 fue derogada

por decreto No. 4161, por la autopro-

clamada “Revolución Libertadora”, el

27 de abril de 1956.

Perón en el Congreso Nacional presentando el proyecto de reforma constitucional (AGN)

132

Mundo del Trabajo

133

Derechos del Trabajador

Constitución de la Nación Argentina de 1949

Art. 37 - Declárense los siguientes derechos especiales:

I. Del trabajador

1. Derecho de trabajar - El trabajo es el medio indispensable para satisfacer las necesidades espirituales y materiales del individuo y de la comunidad, la causa de todas las conquistas de la civilización y el fundamento de la prosperidad general; de ahí que el derecho de trabajar debe ser protegido por la sociedad, considerándolo con la dignidad que merece y proveyendo ocupación a quien lo necesite.

2. Derecho a una retribución justa - Siendo la riqueza, la renta y el interés del capital frutos exclusivos del trabajo humano, la comunidad deber organizar y reactivar las fuentes de pro-ducción en forma de posibilitar y garantizar al trabajador una retribución moral y material que satisfaga sus necesidades vitales y sea compensatoria del rendimiento obtenido y del esfuerzo realizado.

3. Derecho a la capacitación - El mejoramiento de la condición humana y la preeminencia de los valores del espíritu imponen la necesidad de propiciar la elevación de la cultura y la aptitud profesional, procurando que todas las inteligencias puedan orientarse hacia todas las direccio-nes del conocimiento, e incumbe a la sociedad estimular el esfuerzo individual proporcionando los medios para que, en igualdad de oportunidades, todo individuo pueda ejercitar el derecho a aprender y perfeccionarse.

4. Derecho a condiciones dignas de trabajo - La consideración debida al ser humano, la im-portancia que el trabajo reviste como función social y el respeto recíproco entre los factores concurrentes de la producción, consagran el derecho de los individuos a exigir condiciones dignas y justas para el desarrollo de su actividad y la obligación de la sociedad de velar por la estricta observancia de los preceptos que las instituyen y reglamentan.

5. Derecho a la preservación de la salud - El cuidado de la salud física y moral de los individuos debe ser una preocupación primordial y constante de la sociedad, a la que corresponde velar para que el régimen de trabajo reúna requisitos adecuados de higiene y seguridad, no exceda las posibilidades normales del esfuerzo y posibilite la debida oportunidad de recuperación por el reposo.

6. Derecho al bienestar - El derecho de los trabajadores al bienestar, cuya expresión mínima se concreta en la posibilidad de disponer de vivienda, indumentaria y alimentación adecuadas, de satisfacer sin angustias sus necesidades y las de su familia en forma que les permita trabajar con satisfacción, descansar libres de preocupaciones y gozar mesuradamente de expansiones espirituales y materiales, impone la necesidad social de elevar el nivel de vida y de trabajo con los recursos directos e indirectos que permita el desenvolvimiento económico.

7. Derecho a la seguridad social - El derecho de los individuos a ser amparados en los casos de disminución, suspensión o pérdida de su capacidad para el trabajo promueve la obligación de la

sociedad de tomar unilateralmente a su cargo las prestaciones correspondientes o de promo-ver regímenes de ayuda mutua obligatoria destinados, unos y otros, a cubrir o complementar las insuficiencias o inaptitudes propias de ciertos períodos de la vida o las que resulten de infortunios provenientes de riesgos eventuales.

8. Derecho a la protección de su familia - La protección de la familia responde a un natural de-signio del individuo, desde que en ella generan sus más elevados sentimientos efectivos y todo empeño tendiente a su bienestar debe ser estimulado y favorecido por la comunidad como el modo más indicado de propender al mejoramiento del género humano y a la consolidación de principios espirituales y morales que constituyen la esencia de la convivencia social.

9. Derecho al mejoramiento económico - La capacidad productora y el empeño de superación hallan un natural incentivo en las posibilidades de mejoramiento económico, por lo que la so-ciedad debe apoyar y favorecer las iniciativas de los individuos tendientes a ese fin, y estimular la formación y utilización de capitales, en cuanto constituyen elementos activos de la produc-ción y contribuyan a la prosperidad general.

10. Derecho a la defensa de los intereses profesionales - El derecho de agremiarse libremente y de participar en otras actividades lícitas tendientes a la defensa de los intereses profesionales, constituyen atribuciones esenciales de los trabajadores, que la sociedad debe respetar y prote-ger, asegurando su libre ejercicio y reprimiendo todo acto que pueda dificultarle o impedirlo.

Reunión de convencionales constituyentes del PJ en Olivos (AGN)

134 135

Una apuesta por América Latina

Observatorio político

Acto de presentación del libro

“Una apuesta por

América Latina”

Así se titula el último trabajo del Dr. Guzmán Carriquiry Lecour, Subsecretario del Consejo Pontífico para los Laicos,

presentado el 7 de septiembre de 2005. En su obra, Carriquiry propone una

mirada global sobre la actualidad latinoamericana y señala algunas

claves para juzgar su prospecti-va. Lo que sigue es un extracto

de sus palabras en aquella ocasión.

e interesa concentrarme en algunas breves reflexiones que me importan

especialmente. Tenía razón Juan Domingo Perón cuando señalaba como “adelantado” que la re-gionalización o continentalización era un paso necesario y conveniente en miras de la mundialización. Kissinger prefiere ha-blar de la fase histórica de los “Estados continentales” o Estados-continentes”. Pri-mero, lo fue los Estados Unidos, luego la Unión Soviética (y lo será Rusia dentro de 20 años, si logra recomponerse), está en marcha en la Unión Europea (si zafa de su “torre de Babel”), emergen también China y la India. Y se hace promesa y responsa-bilidad histórica con el Acta fundacional de la Unión Sudamericana, en Cuzco, el 9 de diciembre del año pasado. Los Estados nacio-nales aislados van quedan-do al margen de la histo-ria. Si los países europeos, no obstante sus arraigadas tradiciones nacionales y culturales, la acumulación de su desarrollo científi-co y tecnológico y el nivel de sus fuerzas productivas, consideran imprescindible su unión, no obstante tantas dificultades, ¿qué tendríamos que decir para nuestros países latinoamericanos mucho más frá-giles, vulnerables y con desequilibrios de todo tipo? La integración es una necesidad y una prioridad ineludible, urgente. Esta inscripta en nuestra historia y cultura. No existe otro camino de auténtico progreso en el desarrollo económico, político, social y cultural que el de esa gran ampliación del mercado interno, de acumulación eco-nómica, industrial y tecnológica en mayor escala, de incremento de los parámetros de productividad, de enfrentamiento del tris-

te record de ser la región con las mayores desigualdades sociales del mundo entero. No existe otro camino que presentarnos fuertes y unidos, desde nuestra propia iden-tidad cultural e intereses, en los distintos ámbitos de negociaciones multilaterales y en la búsqueda dramática de un nuevo concierto internacional. Solos, dispersos, divididos, no contamos un “bel niente”. A menos que no queramos reducirnos a mo-dernizaciones reflejas como segmentos de-pendientes, marginales y tumultuosos de los grandes poderes y mercados mundiales, acompañados por ciclos periódicos de de-

presión y violencia. No hay que sumirse en el lamento o la crítica de todo lo que, en verdad, no está funcionan-do en el Mercosur. Sus im-passes y bloqueos son más que graves y notorios. Hay que reconstruirlo política e institucionalmente, promo-ver una concertación ma-croeconómica y desarrollar los tradings productivos, re-negociar pragmáticamente con paciencia y solidaridad los procesos de liberaliza-ción comercial, intensificar las relaciones con Chile y la Comunidad Andina, llevar

adelante la construcción de anillos energé-ticos, los corredores bio-oceánicos y otros ejes de comunicación. Fundamental sigue siendo el fortalecimiento de la alianza-eje entre Argentina y Brasil. No ponga el “freno de mano” la Argentina por su de-bilidad, y el Brasil pase de la retórica de la alianza a una ayuda real y efectiva para la re-industrialización de Argentina. No hay que permitir el desánimo, que algunos fomentan interesadamente. Miren Uste-des las dificultades enormes que aún en-cuentra la Unión Europea después de más de 50 años de los Tratados de Roma [...]

Tapa del último libro de G. Carriquiry

136

Observatorio Político

137

Una apuesta por América Latina

La enorme tarea de reconstrucción des-pués de la crisis y el afrontamiento de los grandes desafíos y tareas del desarrollo, de la industrialización, de la democratización, de la inclusión social y de la integración no pueden confiarse sólo a las políticas del Es-tado ni al mero desarrollo del mercado. Re-quieren - y es otro de los puntos que quie-ro subrayar – una vasta, profunda, intensa educación y movilización de las mejores energías humanas, de las reservas mora-les, ideales, cristianas de las personas y los pueblos como factor decisivo de recons-trucción y esperanza. No se reconstruye ni se espera desde el “sálvese quien pueda”, desde los lamentos abatidos, las reivindica-ciones exasperadas y tendencialmente vio-lentas, los egoísmos corporativos, los des-cargos de acusaciones y descalificaciones, los resentimientos acumulados y las dialéc-ticas permanentes y absorbentes de contra-posición. Todo eso es nocivo para sanar la memoria, reconstruir la convivencia y sumar energías para un auténtico proyecto nacional y regional. Estado y mercado tie-nen necesidad de sujetos libres y responsa-bles: personas, familias, las más diversas formas de asociaciones, y movimientos, de modalidades de cooperación y asistencia, en las que se desplieguen energías de labo-riosidad y emprendimiento, de sacrificio, solidaridad y esperanza. Hay que partir, pues, de una reconstrucción de la persona y de sus vínculos sociales y políticos. Vale lo de la necesidad de una “comunidad organi-zada”, en la que predomine una dialéctica de la amistad. Y dentro de esta perspectiva, es claro que los países latinoamericanos necesitan dirigencias políticas e intelectua-les capaces de catalizar y promover gran-des convergencias populares, nacionales e ideales, con la fuerza de la credibilidad que da la “firme y serena determinación de operar por el bien común” (como escribía una vez Juan Pablo II). Toda otra cosa son las luchas de facciones, las corporaciones

políticas auto-referenciales, en sus pujas de poder que no tienen correspondencia real con el tejido social del pueblo, ni con alter-nativas de políticas económicas, ni con di-versas referencias culturales e ideales. [...]América Latina es una singularidad en el concierto mundial. Somos culturalmente el extremo occidente, mestizo y empobrecido, de arraigo católico, región emergente y en vías de desarrollo. Nuestras grandes mayo-rías están bautizadas en la Iglesia católica y los latinoamericanos llegamos a ser el 50% de los católicos de todo el planeta. Sólo los distraídos, los ingenuos o los tontos no dan peso a los números. No somos ilusos, sino que reconocemos con preocupación que ese patrimonio que define nuestra voca-ción e identidad está sujeto a fuerte erosión capilar por el descuido y deficiencias de evangelización y formación cristiana, por el impacto de la descristianización induci-da por la difusión de la cultura dominante a nivel mundial, por el crecimiento y ex-pansión del “revival” evangélico y pente-costal desde los Estados Unidos (aunque la contraofensiva es la expansión de los his-panos en los Estados Unidos, de imprevi-sibles consecuencias). Considero nada más importante para América Latina que revi-vir su tradición desde el acontecimiento siempre sorprendente y lleno de novedad de una Presencia que abraza con amor mi-sericordioso la vida de las personas, que las cambia en su humanidad, en su conciencia y libertad, en su vocación de unidad, en su inteligencia de la realidad, en su pasión por el destino de los prójimos y los pueblos. Por eso, el destino de nuestros pueblos y el destino de la catolicidad están en gran me-dida entrelazados, al menos para el actual siglo XXI. Si cae en reflujo la tradición ca-tólica, si no se procede a un intenso trabajo de educación y comunicación de la fe, si no se desatan energías misioneras de “nueva evangelización”, y si esa tradición católica no se convierte en alma, inteligencia, fuer-

za propulsora y unitiva y horizonte de au-téntico desarrollo y crecimiento en huma-nidad, sufren y pierden nuestros pueblos. Y si nuestros pueblos quedan encadenados en situaciones de marginalidad, desigual-dad, pobreza y violencia, sufre y pierde la catolicidad. Es importante tenerlo en cuenta cuando se combinan, por una par-te, las insidias demoledoras de tendencias culturales de relativismo político y moral, y por otra, la sopa recalentada e indigesta de vulgarizaciones ideológicas ya anacró-

nicas. Las agresiones al gran patrimonio católico resultan, entre nosotros, anti-po-pulares, anti-nacionales, anti-latinoameri-canas. No se confunda esa gran tradición con tradicionalismos ideológicos, reaccio-narios y anacrónicos, muy marginales. Se tenga bien en cuenta, sobre todo, que nada de grande, ni de verdaderamente humano se construye con los subproductos cultura-les decadentes, hiper-individualistas de las sociedades del consumo y el espectáculo ni con verborragias de ideologismo confuso.”

“… pienso que está pendiente un serio planteo sobre el problema de la hermenéutica de la realidad latinoamericana. ¿Cómo acercarnos a una correcta interpretación de América Latina? A lo largo de la historia se han intentado varias que, por no responder a la realidad, se han diluido por insuficientes a lo largo de los años o se transformaron en caricaturas referenciales de pensamientos de coyuntura: desde las diversas versiones o triunfalista o de “leyenda negra” hasta el hecho de “reproponer” viejas actitudes ideológicas, tan anacrónicas como dañinas; o también plantear la hermenéutica desde una visión que propaga decadentes subproductos culturales del ultraliberalismo individualista y del hedonismo consumista de la sociedad del espectáculo. Ninguna es suficiente ni adecuada.

La pregunta sigue en pie: ¿Qué hermenéutica para comprender a Latinoamérica? En búsqueda de pautas para esto habría que señalar que, en primer lugar, ha de ser una herramienta interpreta-tiva en armonía con la realidad. La ecuación “continente-contenido” que, para la crítica literaria, propone Amado Alonso ilumina lo que quiero decir. No se puede interpretar el hecho latinoame-ricano con un método que no surja de la misma realidad latinoamericana, que no tenga sus raíces en ese humus vital. Esto configuraría una suerte de colonialismo epistemológico. La correcta pautativa de la comprensión la marca la misma realidad, y ésta considerada en la totalidad de sus dimensiones. Por supuesto no la totalidad meramente sumatoria, sino la totalidad armónicamente ensamblada de las múltiples facetas que constituyen la originalidad latinoamericana.

Por otra parte, esta realidad no es algo estático que “acontece”, es decir tiene una íntima y metafísica relación con el tiempo. Se trata de una realidad histórica signada por un destino y en la que se da el “encuentro” entre personas, pueblos y culturas. Por ello, al preguntarnos por el destino latinoamericano pienso que es objetivamente correcto buscar el inicio, la direccionalidad y los diversos encuentros (y desencuentros) del camino. No dudo en recurrir aquí, como aporte de la hermeneútica latinoamericana, a las categorías histórico-salvíficas de elección, promesa y alianza. Elección que suscita la cotidiana memoria de los pueblos: un mirar hacia atrás reco-rriendo el camino andado; promesa que, en su dinámica teológica, nos proyecta hacia adelante por el camino por andar; alianza que, en su dimensión valorativa y crítica nos lleva a sopesar los logros y los fracasos.”

Palabras del Cardenal Jorge Bergoglio

138

Mundo del trabajo

139

Libros y Publicaciones

La América Latina del Siglo XXI

Alberto Methol Ferré y Alver MetalliEditorial Edhasa, 2006

Lúcido, provoca-dor, discutible, inefa-ble, Alberto Me-thol Ferré transita su tema predilecto -América Latina- de la mano del perio-dista italiano Alver Metalli, experto en cuestiones latinoa-mericanas y radica-

do, desde hace tiempo ya, en estas tierras.

Desde la apoyatura en una perspecti-va católica y casi como documento intro-ductorio a la “V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano”, a realizar-se en Brasil el próximo año, Methol Ferré aborda todas las cuestiones que atraviesan nuestra realidad en este inicio del siglo XXI.No evita, invita. Discurre, filosofa, interroga y responde sobre diversos aspectos y persona-jes: la caída del comunismo, la globalización, la crisis de la modernidad, los destellos del futuro.

Por su análisis circulan nombres e ideas capaces de componer un mosaico hete-rogéneo y, a la vez, compacto. De Perón a Fukuyama, del ABC al Mercosur, del Che Guevara a Samuel Huntington, de Pío XII a Benedicto XVI. Y Metalli anota, y Metalli, re-pregunta. Arma un vitreaux exquisito con la tonalidad de la propuesta de Methol Ferré.

“…Un libro de lectura obligatoria para aquellos que creen que el destino latinoame-

ricano no está condenado por las desventu-ras…” propone la contratapa del volumen.

Un libro necesario para los que creen, y confían, y trabajan por un destino mejor para América Latina, digo yo.

Carlos Caramello

MOVIMIENTO

Revista del Instituto de Altos Estudios “Juan Perón” - Otoño 2006

Casi a con-tramano con la Naturaleza, el primer núme-ro de la Revista MOVIMIENTO ha florecido en otoño. Pero no por ello muestra menos vitalidad ni menos enjun-dia. Por el con-

trario, a lo largo de sus 112 páginas exqui-sitamente diseñadas y sesudamente pro-ducidas, el espíritu mismo del pensamiento nacional y popular fluye con un aliento que el mismísimo Zygmunt Bauman desearía para demostración de su Modernidad Líquida.

Porque MOVIMIENTO es, en principio, un producto cuidado tanto desde lo vi-sual como desde lo conceptual. Ágil, pero no ligero; bello, pero no pretencioso. Pro-fundo en las ideas y las opiniones que de-sarrolla. Serio en el abordaje de los temas que toca. Democrático. Plural. Ecléctico en los juicios, homogéneo en la concepción.

Libros y Publicaciones

Una pieza de orfebrería del pensamien-to político tallada por la pluma de Anto-nio Cafiero, de Silvio Maresca, de Araceli Bellota, de Roberto Baschetti y hasta del mismísimo profesor Mariano Grondona.En síntesis, un objeto de colección con el que el Peronismo propone su abor-daje a la faz más lúcida de la política: el pensamiento arduo y el diálogo fecundo, para la construcción de un Poder mejor.

C. C.

Montoneros. El mito de sus 12 fundadores

Lucas LanusseVergara Editor S.A., 2005

Más allá de las tesis académicas y combativas, Lucas Lanusse emprende un análisis histórico sobre los orígenes de Montoneros. Tra-tándose de su con-formación, el mito de los 12 fundadores -aquellos que par-

ticiparon del secuestro y la ejecución de Aramburu- parece dominar las más diver-sas aproximaciones historiográficas sobre el asunto. Justamente por eso, el autor hace

eje en la cuestión y pone en discusión el supuesto sostenido durante tanto tiempo.

Para ir más allá del mito, Lanusse se de-tiene en el análisis de los diversos grupos (Córdoba, Santa Fe, Reconquista, Sabino y Fundador) que finalmente formaron Mon-toneros. No hay dudas, y el autor lo deja saber, que el peso del grupo que organizó el secuestro de Aramburu fue una mar-ca decisiva en la historia de la organiza-ción. Sin olvidar esa marca fundacional, las experiencias de los distintos grupos pa-recen recordar que Montoneros fue mu-cho más que el llamado grupo Fundador.

Además de la polémica en torno de los 12, el libro se detiene en quiénes y cuál era la procedencia ideológica y social de los funda-dores de Montoneros. O en otros términos, ¿cuál fue el camino que recorrieron aque-llos que pasaron de la militancia católica a la práctica revolucionaria peronista? ¿Cuántos jóvenes católicos recorrieron ese camino? ¿Cómo se identificaron con el peronismo?

Montoneros. El mito de sus 12 fundado-res resulta un buen instrumento para revisar la historia política argentina reciente. Y si bien resulta atractivo porque reordena los estudios sobre la constitución de Montoneros, tam-bién lo es porque nos permite pensar las es-trategias de construcción de esa generación.

Mariana Cantarelli

* La responsabilidad de los artículos publicados con firma recae de modo exclusivo en sus autores. El contenido de los mismos no refleja necesa-riamente la opinión de la institución.* Las imágenes identificadas “AGN” forman parte del patrimonio fotográfico del Archivo General de la Nación, Departamento de Docu-mentos Fotográficos, Argentina. El INCaP agradece la inestimable co-laboración de su personal y Vicedirector por permitirnos enriquecer el presente número de “Capacitación Política” con dichas imágenes.

Diseño Gráfico - Producción Integral

contacto: [email protected] 1554567011