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Pierre Bourdieu, sostiene que en las sociedades divididas en clases, como las sociedades capitalistas la acción pedagógica es doblemente arbitraria: tanto en su contenido como en los modos de inculcación. El concepto clave aquí es el de arbitrariedad. ¿Qué quiere decir el sociólogo francés con este término? En primer lugar, que lo que la escuela se propone enseñar con su currículum no es una “cultura universal y necesaria”. Los conocimientos constitutivos del programa escolar no se deducen de "la naturaleza de las cosas”, no son “únicos” ni “obvios”. Por el contrario, son un subconjunto de la cultura total acumulada y disponible en la sociedad. Son el resultado de una selección. En otras palabras, podrían enseñarse otras cosas, es decir, otros conocimientos, otros valores, otras concepciones del mundo, etc. El programa escolar oficial se corresponde, de manera mediata y compleja con los intereses materiales y simbólicos de los grupos sociales dominantes. El concepto de arbitrariedad supone introducir una distinción entre los saberes disponibles: unos son los saberes legítimos y dominantes y otros son saberes subordinados. Esta dominación, en las sociedades modernas, socialmente diversificadas (según criterios de nivel socioeconómico, etnia, cultura, regiones, religiones, etc.) no tiene una manifestación simple, sino que adquiere una existencia extremadamente compleja. a diferencia de Durkheim que creía en la “universalidad” de la cultura escolar, es decir, en su carácter homogéneo en tanto que propiedad indivisa del conjunto de la sociedad; Bourdieu sostiene que en las sociedades divididas en clases y estructuradas alrededor del principio de la dominación, la cultura y su modo de transmisión son arbitrarios, en tanto selección arbitraria de un “arbitrario cultural”. La relación que tienen los educandos con respecto al currículum escolar no es la misma en todas las clases sociales. Los hijos de los grupos subordinados poseen un “capital cultural”, es decir una cultura aprendida cuyos contenidos y características estructurales se diferencian en gran medida de la cultura incorporada por los niños de las clases dominantes (clases altas y medias urbanas por ejemplo). La distancia que entre el conocimiento que ya trae incorporado el niño al entrar a la escuela y el currículum escolar determinará las probabilidades de éxito o fracaso escolar. Si la escuela usa el mismo modelo pedagógico para todos los niños es

Pierre Bourdieu Arbitrario Cultural

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Page 1: Pierre Bourdieu Arbitrario Cultural

Pierre Bourdieu, sostiene que en las sociedades divididas en clases, como las sociedades capitalistas la acción pedagógica es doblemente arbitraria: tanto en su contenido como en los modos de inculcación. El concepto clave aquí es el de arbitrariedad. ¿Qué quiere decir el sociólogo francés con este término? En primer lugar, que lo que la escuela se propone enseñar con su currículum no es una “cultura universal y necesaria”. Los conocimientos constitutivos del programa escolar no se deducen de "la naturaleza de las cosas”, no son “únicos” ni “obvios”. Por el contrario, son un subconjunto de la cultura total acumulada y disponible en la sociedad. Son el resultado de una selección. En otras palabras, podrían enseñarse otras cosas, es decir, otros conocimientos, otros valores, otras concepciones del mundo, etc. El programa escolar oficial se corresponde, de manera mediata y compleja con los intereses materiales y simbólicos de los grupos sociales dominantes. El concepto de arbitrariedad supone introducir una distinción entre los saberes disponibles: unos son los saberes legítimos y dominantes y otros son saberes subordinados. Esta dominación, en las sociedades modernas, socialmente diversificadas (según criterios de nivel socioeconómico, etnia, cultura, regiones, religiones, etc.) no tiene una manifestación simple, sino que adquiere una existencia extremadamente compleja.

a diferencia de Durkheim que creía en la “universalidad” de la cultura escolar, es decir, en su carácter homogéneo en tanto que propiedad indivisa del conjunto de la sociedad; Bourdieu sostiene que en las sociedades divididas en clases y estructuradas alrededor del principio de la dominación, la cultura y su modo de transmisión son arbitrarios, en tanto selección arbitraria de un “arbitrario cultural”.

La relación que tienen los educandos con respecto al currículum escolar no es la misma en todas las clases sociales. Los hijos de los grupos subordinados poseen un “capital cultural”, es decir una cultura aprendida cuyos contenidos y características estructurales se diferencian en gran medida de la cultura incorporada por los niños de las clases dominantes (clases altas y medias urbanas por ejemplo). La distancia que entre el conocimiento que ya trae incorporado el niño al entrar a la escuela y el currículum escolar determinará las probabilidades de éxito o fracaso escolar. Si la escuela usa el mismo modelo pedagógico para todos los niños es posible que muchos de ellos encuentren dificultades muchas veces insalvables para “aprender” determinados contenidos culturales “oficiales”.

La acción pedagógica como imposición de una cultura determinada (y por lo tanto “arbitraria”, en el sentido explicitado antes) se transforma en trabajo pedagógico cuando adquiere una sistematicidad y una permanencia en el tiempo como para producir una formación duradera. En este sentido puede decirse que todo trabajo pedagógico (no sólo el escolar, sino también el religioso, por ejemplo) tiende a producir un “habitus” en las personas, es decir, un conjunto de predisposiciones, de esquemas de percepción, de apreciación y de acción que como tal orienta las prácticas de los agentes en los ámbitos de vida más diversos. Una persona formada es un agente que ha incorporado o interiorizado una cultura, es decir, un modo de ver y de valorar las cosas del mundo social y natural y que por lo tanto tiende a actuar (a decidir, a elegir, a hacer, a votar, consumir, etc.) de un modo determinado. En estos términos, el éxito o la productividad de un trabajo pedagógico se mide por su capacidad de producir una formación exhaustiva, duradera y transferible, es decir, capaz de manifestarse en diversas esferas o ámbitos de actuación social (familiar, laboral, política, etc.).