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CARLOS MARZAL A menudo los escritores se proponen vueltas de tuerca intelectuales que aviven su imaginación. Se plantean retos temá- ticos para dejarse em- pujar por ellos hacia territorios desconocidos. La Historia de la Literatura está llena de pies forzados que los poetas y los novelistas se han impues- to a sí mismos, y cuyas li- mitaciones han dado ori- gen a famosos ejemplos de libertad creadora (por- que las limitaciones que uno se impone, muchas ve- ces, obran como la rima en un poema: suponen una res- tricción, una regla, una mor- daza, que, en lugar de repre- sentar un obstáculo, acaba por ser una fuente de inspiración.) Hay novelas que se han escrito en francés sin la letra e (y que al tradu- cirse al español se han inventado sin la letra a). Hay libros de poemas que sólo hablan sobre ángeles, o sobre Ve- necia, o sobre una amada con nom- bre y apellidos. Ese apetito de circuns- cribir el punto de vista a un asunto concreto siempre resulta, por así de- cirlo, extravagante. La literatura, a grandes rasgos, trata del mundo en general. De ahí que el acto de hablar del mundo a través de una mínima parte de él, y hacerlo de forma reite- rada, suponga un propósito fuera de lo común. Una disciplina melancólica Juan Vicente Piqueras (Los Duques de Requena, Valencia, 1960) se ha im- puesto en su último libro de poemas, «Yo que tú», una de esas restricciones que, en su caso, ha servido no sólo para realizar una pirueta en el aire, sino para convertir su pirueta en alta poesía. Ha escrito un libro de poemas «gramaticales»; es decir, de poemas que hablan de la gramática, que ahon- dan en los entresijos gramaticales, y que, con la gramática como excusa, nos hablan de lo que por fuerza ha- blan los buenos poemas: de la vida, del mundo, de los hombres que tra- tan de habitar en el mundo y en la vida. La gramática es una disciplina me- lancólica y, a la vez, euforizante. Me- lancólica porque no interesa más que a unos pocos chiflados, y euforizan- te porque revela a sus adeptos las en- trañas de aquello que nos configura, aunque la mayoría no lo sepa ni le im- porte: las palabras. Las palabras lo constituyen todo, incluso aquello que no es de naturaleza verbal, porque no tenemos más que el recurso de lo ver- bal para explicárnoslo. La gramática no explica el amor –no es su materia de estudio-, pero el amor no se en- tiende sin la gramática (entendien- do la gramática en su sentido más hondo). En «Yo que tú» hay poemas sobre los pronombres posesivos, sobre el modo imperativo, sobre los adverbios de lugar, sobre las vocales, sobre los juegos de palabras (mediante juegos de palabras), sobre la conjunción ad- versativa pero, sobre los dos puntos. Hay palíndromos, retruécanos, feli- ces neologismos. Hay muchísimo sen- tido del humor: del humor grama- tical y del humor a secas. Hay mu- chísimo sentido del amor: del amor a la gramática, a las pa- labras, a la vida, a las perso- nas amadas. La voz que nos habla en las composiciones suena a veces –como resulta ine- vitable cuando se vive en los pronombres y en el universo de la greguería- a Pedro Salinas, a Ramón Gómez de la Serna, a Hui- dobro, a los poetas de la bue- na vanguardia juguetona, pero sobre todo suena a él mismo. Sus alardes de ingenio casi nun- ca se quedan en ingeniosos alardes: acaban por calar en la emoción del lector, tienen su poso y su peso. Juan Vicente Piqueras lleva media vida alejado de su lengua, entregado a enseñar español a extranjeros, por medio mundo. La relación que man- tiene un escritor expatriado con su lengua me la imagino muy compleja, muy difícil, muy melancólica, como el estudio de la gramática. Los escri- tores vivimos en las palabras un poco más, si cabe, que el resto de la gente. Por eso un escritor que vive fuera de su país vive dos veces fuera. Esta lec- ción de gramática supone, pues, una múltiple declaración autobiográfica; la confesión de pasiones distintas que se reconcilian en el poema: pasión por el lenguaje, pasión por la lengua es- pañola, pasión por la poesía y, a fin de cuentas, pasión por el hecho de es- tar vivo y poder celebrarlo. Una lec- ción de buen maestro. Juan Vicente Piqueras Gramática de la vida Yo que tú (Manual de gramática y poesía) Juan Vicente Piqueras Editorial Difusión Barcelona, 2012 «La gran casa» Nicole Krauss Editorial Salamandra Barcelona, 2012 Traducción de Rita da Costa 352 páginas. 19 euros estructura muy habitual en la narra- tiva (sea en papel o en imágenes) de hoy, de historias parciales que se van barajando, relatos fragmentarios e in- cluso incompletos que sólo cuentan lo que el texto general y las intencio- nes últimas del autor necesitan. En ese sentido, Krauss ha citado alguna vez a W.G. Sebald como referencia deter- minante, pero en una lista que dio, pre- guntada por sobre sus libros favoritos (y junto a algunos precedentes inelu- dibles al hablar de literatura norte- americana judía, como Saul Bellow o Philip Roth), también constan «Los detectives salvajes» y «2666», de Ro- berto Bolaño, «Sefarad», de Antonio Muñoz Molina, o incluso «Bartleby y compañía», de Enrique Vila-Matas. To- dos son buenos compañeros de viaje para una escritora que ha sabido sa- tisfacer con brillantez las vertigino- sas expectativas que impuso con «La historia del amor». Con tal trayecto- ria, y a sus treinta y ocho años, ilusio- na calcular la cantidad de obras maes- tras que podrá darnos en el futuro. DIETA LINGÜÍSTICA Use cada día verbos de movimiento. Evite los pronombres reflexivos. No hable entre comillas. Evite el porque, el pero y el o sea. Calle con más frecuencia. No pronuncie palabras que no sepan a nada. No hable de dietas durante las comidas. No le hable al espejo y si lo hace no espere que el espejo le responda. No abra nunca paréntesis que no pueda cerrar. Dé gracias en ayunas. Suspire suspensivo. Y ponga lo que ha escrito de rodillas. Libros ABC SÁBADO, 27 DE OCTUBRE DE 2012 abc.es/cvalenciana 65 ARTES & LETRAS Comunidad Valenciana

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CARLOS MARZAL

Amenudo los escritores se proponen vueltas de tuerca intelectuales que aviven su imaginación. Se plantean retos temá-ticos para dejarse em-

pujar por ellos hacia territorios desconocidos. La Historia de la Literatura está llena de pies forzados que los poetas y los novelistas se han impues-to a sí mismos, y cuyas li-mitaciones han dado ori-gen a famosos ejemplos de libertad creadora (por-que las limitaciones que uno se impone, muchas ve-ces, obran como la rima en un poema: suponen una res-tricción, una regla, una mor-daza, que, en lugar de repre-sentar un obstáculo, acaba por ser una fuente de inspiración.)

Hay novelas que se han escrito en francés sin la letra e (y que al tradu-cirse al español se han inventado sin la letra a). Hay libros de poemas que sólo hablan sobre ángeles, o sobre Ve-necia, o sobre una amada con nom-bre y apellidos. Ese apetito de circuns-cribir el punto de vista a un asunto concreto siempre resulta, por así de-cirlo, extravagante. La literatura, a grandes rasgos, trata del mundo en general. De ahí que el acto de hablar del mundo a través de una mínima parte de él, y hacerlo de forma reite-rada, suponga un propósito fuera de lo común.

Una disciplina melancólica Juan Vicente Piqueras (Los Duques de Requena, Valencia, 1960) se ha im-puesto en su último libro de poemas, «Yo que tú», una de esas restricciones que, en su caso, ha servido no sólo para realizar una pirueta en el aire, sino para convertir su pirueta en alta poesía. Ha escrito un libro de poemas «gramaticales»; es decir, de poemas que hablan de la gramática, que ahon-dan en los entresijos gramaticales, y que, con la gramática como excusa, nos hablan de lo que por fuerza ha-blan los buenos poemas: de la vida, del mundo, de los hombres que tra-tan de habitar en el mundo y en la vida.

La gramática es una disciplina me-lancólica y, a la vez, euforizante. Me-lancólica porque no interesa más que a unos pocos chiflados, y euforizan-te porque revela a sus adeptos las en-trañas de aquello que nos configura, aunque la mayoría no lo sepa ni le im-porte: las palabras. Las palabras lo constituyen todo, incluso aquello que no es de naturaleza verbal, porque no tenemos más que el recurso de lo ver-bal para explicárnoslo. La gramática no explica el amor –no es su materia

de estudio-, pero el amor no se en-tiende sin la gramática (entendien-do la gramática en su sentido más hondo).

En «Yo que tú» hay poemas sobre los pronombres posesivos, sobre el modo imperativo, sobre los adverbios

de lugar, sobre las vocales, sobre los juegos de palabras (mediante juegos de palabras), sobre la conjunción ad-versativa pero, sobre los dos puntos. Hay palíndromos, retruécanos, feli-ces neologismos. Hay muchísimo sen-

tido del humor: del humor grama-tical y del humor a secas. Hay mu-

chísimo sentido del amor: del amor a la gramática, a las pa-

labras, a la vida, a las perso-nas amadas.

La voz que nos habla en las composiciones suena a veces –como resulta ine-vitable cuando se vive en los pronombres y en el universo de la greguería-

a Pedro Salinas, a Ramón Gómez de la Serna, a Hui-

dobro, a los poetas de la bue-na vanguardia juguetona, pero

sobre todo suena a él mismo. Sus alardes de ingenio casi nun-

ca se quedan en ingeniosos alardes: acaban por calar en la emoción del lector, tienen su poso y su peso.

Juan Vicente Piqueras lleva media vida alejado de su lengua, entregado a enseñar español a extranjeros, por medio mundo. La relación que man-tiene un escritor expatriado con su lengua me la imagino muy compleja, muy difícil, muy melancólica, como el estudio de la gramática. Los escri-tores vivimos en las palabras un poco más, si cabe, que el resto de la gente. Por eso un escritor que vive fuera de su país vive dos veces fuera. Esta lec-ción de gramática supone, pues, una múltiple declaración autobiográfica; la confesión de pasiones distintas que se reconcilian en el poema: pasión por el lenguaje, pasión por la lengua es-pañola, pasión por la poesía y, a fin de cuentas, pasión por el hecho de es-tar vivo y poder celebrarlo. Una lec-ción de buen maestro.

Juan Vicente Piqueras Gramática de la vida

Yo que tú (Manual de gramática y poesía) Juan Vicente Piqueras Editorial Difusión Barcelona, 2012

«La gran casa» Nicole Krauss Editorial Salamandra Barcelona, 2012 Traducción de Rita da Costa 352 páginas. 19 euros

estructura muy habitual en la narra-tiva (sea en papel o en imágenes) de hoy, de historias parciales que se van barajando, relatos fragmentarios e in-cluso incompletos que sólo cuentan lo que el texto general y las intencio-nes últimas del autor necesitan. En ese sentido, Krauss ha citado alguna vez a W.G. Sebald como referencia deter-minante, pero en una lista que dio, pre-guntada por sobre sus libros favoritos (y junto a algunos precedentes inelu-dibles al hablar de literatura norte-americana judía, como Saul Bellow o Philip Roth), también constan «Los detectives salvajes» y «2666», de Ro-berto Bolaño, «Sefarad», de Antonio Muñoz Molina, o incluso «Bartleby y compañía», de Enrique Vila-Matas. To-dos son buenos compañeros de viaje para una escritora que ha sabido sa-tisfacer con brillantez las vertigino-sas expectativas que impuso con «La historia del amor». Con tal trayecto-ria, y a sus treinta y ocho años, ilusio-na calcular la cantidad de obras maes-tras que podrá darnos en el futuro.

DIETA LINGÜÍSTICA Use cada día verbos de movimiento. Evite los pronombres reflexivos. No hable entre comillas. Evite el porque, el pero y el o sea. Calle con más frecuencia. No pronuncie palabras que no sepan a nada. No hable de dietas durante las comidas. No le hable al espejo y si lo hace no espere que el espejo le responda. No abra nunca paréntesis que no pueda cerrar. Dé gracias en ayunas. Suspire suspensivo. Y ponga lo que ha escrito de rodillas.

LibrosABC SÁBADO, 27 DE OCTUBRE DE 2012

abc.es/cvalenciana 65ARTES & LETRAS Comunidad Valenciana