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Población y economía en los Andes (siglo XVIII)* Enrique Tandeter-· La historiografía sobre la población y la economía del siglo XVIII en los Andes ha sido, h as ta no hace mucho, un campo menor cuyos resultados solían ser productos secundarios de investigacione s sobre el gran tema de las revueltas indígenas. Más aún, el lector de esos estu- dios tenía motivos para sospechar que las aseveraciones contenidas en libros y artículos sobre muchos a,pcctos de la soc iedad y la economía del período se derivaban, antes que de un estu- dio del problema en si, directamente de la interpretación de los autores acerca de l as causas de l as rebe liones. Un ejemplo, entre mucho s, es la afinnación de John Rowe en su importante artículo de 1954, seg ún la cual "El sig lo XVIII en el Perú se caracteriza por una continua dis- minución de la población indíge na y el empobrec imiento progresivo de todo el país". 1 La idea prevaleciente en ese historiografía, em la de una "crisis" global del área andina durnnte el siglo XVIII , a veces contrapuesta al "Siglo de las Luces" de la Nueva España. Afortunadamente, en los último s quince año s se han producido cambios notables en la hi sto ri ografía qu e permiten hoy di sc utir con mayor riqueza algunos de los presupuestos de aquella visión . Por un lado, se han elaborndo un buen número de monografías que tratan * ** Una versión previa de este texto fue presentada al Quinto Coloquio Internacional del Grupo de Trabajo ' Hi storia y Antropología Andinas'del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO): " El Siglo XVIII en los Andes", París, 26-29 de abril de 1993. Departame nto de lfjstori a y Programa de Hi storia de América Latina (PROHAL) del Instituto de l li storia Argentina y Ame ri cana " Dr. Emili o Rav igna ni " de la Facultad de Filosofía y Letras, Uni- versidad de Buenos Aires. y Consejo Nacio nal de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). John Rowe, "El movimiento nacional inca del siglo XVIII" en Alberto Flores Galindo (comp.), Tupac Amaru 11 - 1780 (Lima, 1 976), p. 17 . N 2 1, julio 1995 7

Población economía en los Andes (siglo XVIII)* historiografía sobre la población y la economía del siglo XVIII en los ... "El movimiento nacional inca del siglo XVIII" en Alberto

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Población y economía en los Andes (siglo XVIII)*

Enrique Tandeter-·

La historiografía sobre la población y la economía del siglo XVIII en los Andes ha sido, hasta no hace mucho, un campo menor cuyos resultados solían ser productos secundarios de investigaciones sobre el gran tema de las revueltas indígenas. Más aún, el lector de esos estu­dios tenía motivos para sospechar que las aseveraciones contenidas en libros y artículos sobre muchos a,pcctos de la sociedad y la economía del período se derivaban, antes que de un estu­dio del problema en si, directamente de la interpretación de los autores acerca de las causas de las rebeliones. Un ejemplo, entre muchos, es la afinnación de John Rowe en su importante artículo de 1954, según la cual "El siglo XVIII en el Perú se caracteriza por una continua dis­minución de la población indígena y el empobrecimiento progresivo de todo el país".1

La idea prevaleciente en ese historiografía, em la de una "crisis" global del área andina durnnte el siglo XVIII , a veces contrapuesta al "Siglo de las Luces" de la Nueva España. Afortunadamente, en los últimos quince años se han producido cambios notables en la historiografía que permiten hoy discutir con mayor riqueza algunos de los presupuestos de aquella visión. Por un lado, se han elaborndo un buen número de monografías que tratan

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Una versión previa de este texto fue presentada al Quinto Coloquio Internacional del Grupo de Trabajo ' Hi storia y Antropología Andinas'del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO): "El Siglo XVIII en los Andes", París, 26-29 de abril de 1993. Departamento de lfjstoria y Programa de Historia de América Latina (PROHAL) del Instituto de l li storia Argentina y Americana " Dr. Emilio Ravignani " de la Facultad de Filosofía y Letras, Uni­versidad de Buenos Aires. y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). John Rowe, "El movimi ento nacional inca del siglo XVIII" en Alberto Flores Galindo (comp.), Tupac Amaru 11 - 1780 (Lima, 1976), p. 17.

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Estudios y Debates

e!>-pecíficamenle de temas socio-económicos; por el otro, quienes se interesan en los cambios de las políticas estalales (legalización e intensificación de los repartos forLOsos de mercancías, aplicación de las Reformas Borbónicas, etc.) como causas o detonantes de las grandes rebe­liones, perciben más claramente que una evaluación de esos procesos exige un cuidadoso análisis de las transformaciones de las sociedades a las que se aplican esas políticas.

Con Lodo, nuestro progreso es muy fragmentario y, a veces errático. De allí que el objetivo de esta comunicación sea el de discutir algunos de los resultados que nos parecen más novedosos e importantes, sin aspirar a ofrecer una visión global acabada de la población y economía del siglo XVIII andino.

La población del siglo XVIII

Seguramente hoy nadie comparte la sintética opinión de Rowe acerca de la evolución demográfica andina. Ya en 1965 Noble David Cook afirmó la existencia de "una lenta re­cuperación demográfica" en el Perú colonial después de mediados del siglo XVIII.2 En el mismo artículo, Cook sostenía que el alza de la población blanca, y más aún la de 'castas' , habían superado a la de los indígenas. Con Lodo, de las cifras que Cook citaba para la pobla­ción indígena entre 1754 y 1792 en el territorio del Perú actual, se deducía un crecimiento en ese período a un tasa promedio anual del 1.32%. Este afectó al conjunto del área andina, aunque de modo muy desigual, con tasas anuales promedio del 0.32% para Cusco, 0.78% para Trujillo, 1.73% para Huamanga, y hasta 3.39% para Arequipa.3

Cook afirmaba también que el comienzo real de esa recuperación poblacional no podía precisarse debido a que "Los dalos concernientes a la población indígena del Perú desde el primer cuarto del siglo XVII hasta la mitad del siglo XVIII son del todo inadccuados."4 En los años siguientes nuevos hallazgos y estudios han comenzado a relativizar esta afirmación. En particular, para el Alto Perú disponemos de información parcial acerca de la población sujeta a la mita en 1645, así como fragmentos de la numeración del virrey duque de la Palata en Lomo a 1684.5 Entre esas dos fechas, la población de trece corregimientos para los que contamos con información comparable disminuye en conjunto sólo 1.4%.6 Si analizamos el detalle regional, descubriremos que mientras en seis corregimientos la población ha disminuí-

2 Noble David Cook, "La población indígena en el Perú colonial", Anuario del lnstitUlo de In vestiga­ciones Históricas, 8 (Rosario, 1965), p. 96.

3 Scarlett O'Phelan Godoy, Un siglo de rebeliones anticoloniales. Perú y Bolivia !700-1783 (Cusco, 1988), p. 71.

4 Ibídem, p.88. 5 Nicolás Sánchez-Albornoz, Indios y tribUlos en el Alto Perú (Lima, 1978); Brian M. Evans, "Ccnsus

Enumeration in Late Seventeenth-Century Alto Perú: The Numeración General of 1683-1684" en David J. Robinson (comp.), Studies in Spanish American PopulaJion H istory (Boulder, Colorado, 1981 ), pp.25-44; Nicolás Sánchez-Albornoz, "Migraciones internas en el Alto Perú. El saldo acumulado en 1645", Historia Boliviana, II, 1 (Cochabamba, 1982), pp.11-19; Nicolás Sánchez-Albornoz, "Mita, migraciones y pueblos. Variaciones en el espacio y el tiempo. Alto Perú, 1573-1692", Historia Boliviana, III, 1 (Cochabamba, 1983), pp.31-59.

6 Sánchez-Albornoz, "Migraciones internas", pp.15-6; Sánchez-Albornoz, "Mita, migraciones", p.57.

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do entre un 14.7 y un 49.5%, en otros siete corregimientos, en cambio, ya durante la segunda mitad del siglo XVII puede observarse un aumento que llega a porcentajes muy significativos en Chucuito (61.7%), Carangas (69.4%) y Omasuyos (107.7%).7

Sin embargo, independientemente de que tal o cual zona andina hubiera iniciado su recuperación demográfica, todas ellas se verán afectadas por la grave epidemia que entre 1719 y 1721 asoló a la región.8 El problema a esclarecer es, entonces, doble. Por un lado, desearíamos saber cuándo, con qué intensidad, y por cuáles causas, en diversas zonas de los Andes se interrumpió el prolongado descenso de la población originado por la invasión eu­ropca.9 Por otra parte, es preciso cuantificar la mortalidad causada por la peste de 1719-1721, así como identificar sus efectos a más largo plazo. La respuesta a ambas cuestiones está co­menzando a surgir como resultado de las investigaciones detalladas de registros parroquiales. Lamentablemente, a diferencia del caso novohispano colonial, estos estudios son extrema­damente raros en el área andina.10 Nuevamente le cupo el papel pionero a Noble David Cook con su investigación sobre el valle del Colca. 11 A partir de los registros de bautismos y de­funciones, Cook observó que en la parroquia de Yanque las muertes exceden a los nacimien­tos en 1685-1690, se igualan durante la década de 1690, y los primeros signos de crecimiento son visibles durm1te la primera década del siglo XVIII. Interviene luego la devastadora epidemia en 1721, con el resultado de que probablemente la población haya bajado al nivel de 1688, o aún más. Recién a mediados del siglo XVIII es claramente visible un aumento en el exceso de nacimientos sobre las defunciones. El período 1754-1774 parece ser de continuo y acelerado crecimiento, interrumpido entre 1780 y 1791 por una sucesión de crisis demográficas, estabilizándose la población durante la década de 1790 en un nivel definidamente superior.12

Como parte de su investigación mayor sobre los Urus, Nathan Wachtel ha hecho su propia discusión de estas cuestiones demográficas. 13 En los ocho corregimientos de lo que denomina el "eje acuático", es decir, los territorios en tomo a los lagos Titicaca y Poopó, y al río Desaguadero, la población indígena descendió entre Toledo y 1645 a una tasa promedio de -1.37%; creció desde esta ultima fecha hasta 1685 a una tasa de 0.62%, para descender hasta 1754 a una tasa de -0.45%. A mediados del siglo XVIII, entonces, presumiblemente por efectos de la gran peste de 1719-1721, la población de esos corregimientos habría perdido lo

7 lbidem. 8 José Toribio Polo, "Apuntes sobre las epidemias en el Perú", Revista Histórica (Lima, 1913); Juan

B. Lastres, Historia de la Medicina Peruana. Volumen!/: La medicina en el Virreinaio (Lima, 1951); Juan Manuel BaJcazar, llistoria de la medicina en Bolivia (La Paz, 1956); Henry F. Dobyns, "An Outlinc of Andcan Epidemic History to 1720", Bulletin of the History of Medicine, XXXVII, 6 (BaJtimore, nov .-dic. 1963),pp.493-515; Michele Colín, Le Cu:zco a la fin du XVI/e el au débul du XVII/e siec/e (Paris , 1966).

9 Nicolás Sánchez-Albornoz, La población de América Laiina. Desde los tiempos precolombinos al año 2000 (Madrid, 1973); Noble David Cook, Demographic collapse. lndian Peru, 1520-1620 (Cambridge, 1981 ).

10 Para la bibliografía referida a Nueva España, cf. Cecilia Rabell, La Población Novohispana a la luz de los registros parroquiales (México, 1990).

11 Noble David Cook, The People of the Colea Va/ley. A Population Study (Boulder, 1982). 12 Ibídem, pp.78-9. 13 Nathan Wachtcl, Le retour des ancétres. Les lndiens U rus de Solivie. XXe-XV/e siec/e. Essai tf histoire

régressive (Paris, 1990).

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que ganó durante la segunda mitad del siglo XVII, ubicándose en un nivel ligeramente infe­rior al de 1645.14 Wachtel ha complementado estos cálculos, basados en las visitas disponi­bles para esas fechas, mediante una exploración de los registros parroquiales de San Andrés de Machaca y Jesús de Machaca, pueblos ambos del corregimiento de Pacajes. Es posible observar una duplicación del número de los bautismos aymaras de Jesús de Machaca entre las décadas de 1650 y 1660. Lamentablemente, sigue una laguna prolongada en la serie de bau­tismos, pero al reiniciarse entre 1710 y 1720, se sitúa, aunque con notables fluctuaciones de año en año, en un nivel marcadamente superior. En la década de 1720, los bautismos bajarán abruptamente a un nivel inferior al registrado en la década de 1660. En las series de bautis­mos y defunciones para el período 1735-1808 se reconoce una larga fase de crecimiento des­de 1755 hasta la década de 1790.15 Las series de San Andrés de Machaca, por su parte, son más continuas entre la década de 1660 y 1710, y muestran una incipiente tendencia al alza que desde 1690 se hace mucho más marcada. 16

Nuestra propia investigación en curso se centra en la población de San Luis de Sacaca, antigua cabecera de la Confederación de los Charcas, pueblo ubicado en la puna, y San Juan de Acasio, su "anexo" colonial en tierras de valle. Se trata de dos pueblos de Chayanta, al Norte de Potosí, entre los que se producían migraciones masivas estacionales para aprovechar los recursos diferenciados de sus diversos medios ecológicos. 17 En virtud de esta práctica del "doble domicilio", es necesario confrontar las series de registros parroquiales para ambas lo­calidades a la vez (cf. gráficos 1 y 2) . Las visitas fiscales, que toman la población de ambos pueblos como unidad, penniten delinear una primera aproximación a esta historia demográfi­ca local. La caída inicial de la población que siguió a la invasión europea es visible entre la época de Toledo (5161 indígenas) y 1593 (2595, tasa= -3 .55%), continuando luego en for­mas menos acentuada hasta 1614 (2080, tasa= -1.05%). La recuperación de la población comienza en algún momento del siglo XVII, pues para 1684 ésta sería de 4295 (tasa= 1.04%). El total para 1725 es inferior (2787, tasa -1.05 %), tal como esperaríamos de los años siguien­tes a la peste, mientra<; que el de 1754 muestra una recuperación (3967, tasa = 1.22), sin igualar el nivel de fines del siglo XVII. La visita de 1773 (3~, tasa = -1 .12% ), es doblemen­te sorprendente. Por un lado marca un retroceso respecto de los totales de 1754, mientras que, por el otro, plantea una tasa de crecimiento superior al 12% anual para el período subsiguien­te hasta la visita de 1786 (14152 habiumtes). En umto esta ultima, así como las visitas de 1792 (15942), 1798 (12872) y 1804 (12228), corresponden al ciclo de retasas efectuadas como parte de la implementación del sistema de intendencias en el virreinato del Río de la Plata, que implicó un mayor cuidado en su compilación, podemos suponer que los valores de 1773 son los menos confiables.

La compulsa de los registros parroquiales de Sacaca y Acasio completa y matiza esta línea de evolución (cf. gráficos l y 2). Los bautismos y defunciones presenum grnn variabi­lidad, en correspondencia con momentos de crisis que, en promedio, medidos por el índice de Dupaquier, son uno de cada cuatro años. Entre esas crisis sobresalen en Sacaca la mortalidad

14 Ibídem, pp.386-7. 15 Ibídem, pp.400-2. 16 Ibídem, pp.391-6. 17 Tristan Platt, Estado boliviano y ayllu andino. Tierra y Tributo en el Norte de Potosí (Lima, 1982).

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Gráfico N2 l. Bautismos y entierros en Sacaca (Chayanta, 1656-1810)

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Gráfico N2 2. Bautismos y entierros en Acasio (Chayanta, 1674-1810)

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_ Bauti smos _ Entierros

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causada por la peste de 1719 que alcanza un nivel anual similar al año crítico de 1804, aún cuando la población total fuera quizás tres veces menor de lo que llegaría a ser a comienzos del siglo XIX.18

Los bautismos de Sacaca presentan un alza nítida entre 1661 y 1701 , con una tasa de 4.5% anual. El alza es interrumpida entre 1702 y 171 O, con una brusca caída a una tasa de -13.5 anual, en una década caracterizada por una sucesión de picos de mortalidad. La serie de bautismos se interrumpe hasta 1743, veinte años después de la gran peste, cuando está en curso un alza sostenida que se prolonga hasta 1766, con una tasa anual de 2.8%. Desde enton­ces hasta 1794 se producen grandes fluctuaciones, con una tendencia a la baja.

La serie de los bautismos de Acasio, por su parte, comienza más tarde, y en ella es visible un primer fuerte movimiento a la baja entre 1680 y 1692 (tasa= -24%), seguido por un alza definida y prolongada entre 1693 y las vísperdS mismas de la peste en 1718 (tasa = 9, 1 % ). Notemos que a la peste no sigue una caída de los bautismos sino más bien una estabilización, con bajas puntuales muy fuenes en 1720 y 1726, pero que sólo baja abruptamente de 1740 a 1742, cuando se interrumpe la serie, para recomenzar en 1747 y 1748 en un nivel ínfimo. Durante la segunda mitad del siglo se presentan fuertes oscilaciones, para recién definirse un movimiento al alza entre 1794 y el fin de la serie en 1808 (tasa= 6.2%).

Lo que las series de ambos pueblos penniten postular, es la posibilidad de que el nadir de la población indígena andina haya que ubicarlo antes de 1660.19 Desde entonces hasta la peste de 1719-21, con frecuentes crisis causadas por epidemias, las tasas de crecimiento pa­recen haber sido muy elevadas. Por otra parte, si bien el pico de mortalidad de 1719 en Sacaca es excepcional, con un número de entierros igual a diez veces el promedio de la década pre­via, los efectos no parecen haber sido lo suficientemente prolongados como para que, según lo que muchos han sospechado, se produzca entonces el nadir de la población indígena de los Andes. La recuperación de la segunda mitad del XVIII es muy clara, aunque las tasas parez­can ser inferiores a las de principios de siglo. El carácter sostenido y prolongado del crecimiento demográfico del siglo XVIII se hace evidente cuando se comprueba que los bautismos de Sacaca se triplican entre 1661-1701 y 1767-94, mientras que los de Acasio se cuadriplican entre 1674-1702 y 1773-1794. Si tenemos en cuenta que probablemente los momentos de más rápido crecimiento acababan de quedar atrás, podemos aceptar como un piso razonable para el alza del siglo XVIII en esta región la tasa anual promedio de 1.22% que surge de la diferencia entre la numeración de La Palata en 1684 y la cifra máxima de la visita de 1792. Podremos extrapolar esta tasa para el conjunto del área andina? En todo caso, debemos notar que la cifra recaudada como tributos por la Corona creció entre 1680-9 y 1790-9 a una tasa promedio anual del 1.85% en Charcas, y del 1.97% en el virreinato del Perú.20 Por supuesto

18 Para la crisis de comienzos del siglo XIX en el Alto Perú en general, y en Sacaca y Acasio en particular, cf. E. Tandeter, "La crisis de 1800-1805 en el Alto Perú", Data. Revista del Instituto de Estudios Andinos y Amazónicos, 1 (La Paz, 1991), pp.9-49.

19 El análisis de la evolución real de las cifras de la mita de Potosí también sugiere que el punto má~ bajo post-Toledo se alcanza hacia mediados de siglo, seguido por un prolongado estancamiento. Cf. Jcff rcy A. Cole, The Potosi Mita /573-1700. Compulsory lndian Labor in the Andes (Stanford, 1985), p.120.

20 Comunicación personal de Herbert S. Klein de cálculos inéditos. Cf. también su "Las economías de Nueva España y Perú, 1680-1809: la visión a partir de las Cajas Reales" en Heraclio Bonilla (comp.), El Sistema colonial en la América española (Barcelona, 1991), p. 197.

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que detrá<; de ese aumento en los montos totales del tributo, debe re-conocerse no sólo el alza de la población indígena, sino también la definitiva incorporación a lo largo del siglo de los forasteros a la masa tributaria. Por otra parte, si nuestro interés es la población total, debemos recordar que hay acuerdo entre los autores acerca de que la población indígena creció, en general, menos que la mestiza y blanca, con el resultado de que su proporción en el total habría caído del 75 al 50%.21

Producción

El crecimiento de la población facilitó el aumento de la producción por mayor disponi­bilidad de f uer1..a de trnbajo y má<; consumidores eventuales. En efe-cto, los estudios de las ultimas décadas han ido desmontando lentamente la hipótesis de un siglo de "crisis" en la producción.22

La producción de plata en Potosí inició probablemente su recuperación en las primeras décadas del siglo XVIII, la que ya se acentúa desde mediados de la década de 1730. Entre la década de 1740 y la de 1780 se observa un ere-cimiento constante a una tasa del 2% anual. Aunque a una tasa inferior, el alza continuó hasta fines del siglo XVIII.23 Gracias a las investigacior¡es de John Fisher, sabemos hoy que la separación del Alto Pení del virreinato del Pení, a partir de la década de 1770, no significó la desmonetización de este último. Por el contrario, durante el ultimo cuarto del siglo, y los primeros años del siglo XIX, los yacimientos bajoperuanos, y en especial Cerro de Paseo, ex hibieron un notable incremento de su producción.24

También la producción agraria parece haber acompañado a lo largo del siglo al creci­miento de la población. Las series disponibles de diezmos para el espacio andino, han sido poco estudiadas, a pesar de que varias de ellas fueron editadas como fuentes.25 Un caso que se ha analizado en detalle es el del ar.wbispado de Charcas, donde la serie de diezmos ha podido ser deflacionada según los precios agrícolas en el mercado de Potosí, lo que ha permitido establecer una cronología tentativa acerca de las tendencias de la producción agraria durante el siglo.u; Desde un nivel estable durante el ultimo cuarto del siglo XVII, y los primeros aí'los

21 Cook, "La población indígena", p. 96. 22 La formulación de esa hipótesis en Gui llermo Céspedes del Castillo, "Lima y Buenos Aires, reper­

cusiones económicas y políticas de la LTeación del virreinato del Plata", Anuario de Estudios Ame­ricanos, 3 (1946) , pp. 667-874, y Osear Febrcs Villarroel, "La cri sis agrícola en el Perú en el último tercio del siglo XVlll", Revista Histórica, 27 (Lima, 1964), pp. 102-199.

23 E. Tandeter, Coacción y mercado. La minería de la plata en el Potosí colonial, 1692-1826 (Cusco, 1992), passim.

24 J. R. Fisher, Minas y mineros en el Perú Colonial, 1776-1824 (Lima, 1977). 25 Lorenzo Huertas Vallejos y Nadia Carnero Albarrán, Diezmos en Arequipa 1780-1856 (Lima, 1983);

Diezmos del Cuzco 1777- 1853 (Lima, 1983); Lorenzo Huertas V., Tierras, Diezmos y Tributos en el Obispado de Trujillo (Colonia-República) (Lima, 1984); "Diezmos en Huamanga", Allpanchis, XV II , 20 (C usco, 1982), pp.209-235; Nadia Carnero Albarrán y Miguel Pinto Huaracha, Diezmos de Lima, 1592 -1859 (Lima, 1983).

26 E. Tandeter y N. Wachtcl, "Precios y producción agraria Potosí y Charcas en el siglo XVIII" en L.L.Johnson y E.Tandeter (comps.), Economías coloniales. Precios y salarios en América Latina, siglo XVlll (Buenos Aires-México, 1.992), pp.221 -301.

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del siglo XVIII, la producción parece haber descendido hasta mediados de la década de 1730. Desde 1735 a 1788, en cambio, el alza es muy definida, seguida por una baja durante la ultima década del siglo, para luego esbozar un alza interrumpida por la crisis de 1805.27

Otro caso estudiado es el de la producción agraria de Arequipa durante el siglo XVIII.28

A partir de los valores nominales de los novenos reales, la parte de la Corona en el remate de los diezmos, Brown ha podido marcar tendencias tanto de productos básicos como de la producción vitivinícola que la región exportaba. La producción triguera creció desde 1701 hasta 1775 a una tasa del 1.1 %, para bajar durante el ultimo cuarto de siglo al -0.6% anual. Los productos de mayor consumo indígena, en cambio, parecen haber sostenido mejor su tendencia de largo plazo. El maíz creció a una tasa del 4.9% anual hasta 1775, que luego descendió al 2.0% hasta 1800. La papa, que hasta 1775 había crecido al 1 % anual, desde esa fecha hasta fin de siglo lo hizo al 0,4% anual.29 Brown opina que el comportamiento dife­renciado entre el trigo y los otros productos, pudo haberse debido a un cambio por parte de los productores para aprovechar los mayores rendimientos de los cultivos indígenas en una situación de fuerte crecimiento de la población indígena. La producción de vino y aguardiente en los valles de Arequipa creció durante el siglo a tasas inferiores a hL<; de los productos alimenticios básicos, con valores entre 0.1 y 1.1 % anual. También en estos rubros el creci­miento fue más marcado antes de 1775.3º

La imagen de la "crisis" de la producción agraria andina fue modelada en su momento a partir del caso limeño. El terremoto de 1687, lluvias inusuales en 1701, 1720 y 1728, más el nuevo sismo de 1746, habrían marcado el fin de la producción triguera limeña y el comienzo de la dominación del trigo chileno.31 Flores Galindo, en cambio, postuló que lo que se pro­dujo fue una sustitución de la agricultura orientada al abasto urbano, por la producción de azúcar para la exportación.32 Burga ha sugerido más recientemente que también la producción de maíz se expandió en el área limeña por adaptarse mejor al terreno que el cultivo del trigo.33

El análisis de los diezmos nominales del arzobispado de Lima ha permitido al mismo autor subrayar que a una meseta de valores decimales estables 1768-1782, sigue un período de definido crecimiento de la producción agrícola entre 1783 y 1818.34

Respondieron también las comunidades indígenas al crecimiento de la población me­diante el aumento de su producción ? Es bien sabido que la exención de la que gozaban los cultivos indígenas en tierras de las comunidades respecto del pago de diezmos, dificulta aproximarse al conocimiento de las tendencias de su producción. Sin embargo, y más allá de

27 Ibídem. 28 Kendall W. Brown, Bourbons and Brandy. Imperial Reform in Eighteenth-Cenzury Arequipa

(Albuquerque, 1986). 29 Ibídem, pp.32-34. 30 Ibídem, pp.43-45. 31 Para una crítica de esa imagen, cf. Alberto Flores Galindo, Aristocracia y plebe. Lima, 1760-1830

(Lima, 1984), pp.21-29. 32 Ibídem, pp.28-33. 33 Manuel Burga, "El Perú Central 1770-1860: Disparidades regionales y la primera crisis agrícola

republicana" en Reinhard Liehr (comp.) América Latina en la época de Simón Bolívar (Berlín, 1989), pp. 231-232.

34 Ibídem, pp.240-250.

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Tandeter: Población y economía en los Andes

las situaciones abusivas en las que los indígenas emn obligados a pagar cuando legalmente estaban exentos, dentro de los momos pagados en los remaies de diezmos, existían muy fre­cuentemente rubros parciales que correspondían a items de la producción indígena. Así ocurre con las veintenas, pago de la vigésima parle de cosechas de origen europeo cultivadas por indígenas, aunque, lamentablemente, no es fácil separar tales rubros de la masa decimal total. Con tcxlo, a partir del conjunto de documentación que nos sirvió en su momento para establecer la serie global de diezmos del Arzobispado de Charcas, hemos podido elaborar una serie prolongada de veintenas entre 1671 y 1781.35 Esta corresponde a un conjunto de ocho Doc­trinas de Chayanta, que incluyen a Sacaca y Acasio, sobre cuya evolución demográfica nos hemos detenido más arriba, así como San Pedro de Buenavista, Micani, las dos Chayantas, Aymaya, Moscari y Panacache. El hecho de que las veintenas se refieran solamente a los cultivos europeos en tierras indígenas, no es una limitación en el caso de Chayanta. Por el contrdrio, en la medida en la que esta región fue durante el siglo XVIII una de las principales zonas triguera~ altopcruanas de cuya producción dependía el abasto de varios centros urbanos, la aproximación que logramos a través de las veinienas nos acerca, precisamenle, a la evolución de las cosechas que las comunidades de Chayanta destinaban al mercado.

La serie de veintenas 1671-1781 permite comprobar que también para el caso de la producción indígena de Chayanta se dio un proceso de crecimiento largo durante el siglo XVlll (gráficos 3 y 4). Medidas sobre los datos de las series deflacionadas por las medias móviles de siete años, centradas en el cuarto año, del índice general de precios agrícolas en el mercado de Potosí, la producción indígena parece haber crecido más lentamente que la de las haciendas (gráfico 4). MientrdS los diezmos presentaban entre 1718 y 1781 una tasa de cre­cimiento anual promedio del 1.32%, las veintenas exhiben entre 1717 y 1781 una tasa de crecimiento del 1.09%. Mientras los valores nominales de los diezmos se mantienen estables, aunque con fluctuaciones. desde la década de 1670 hasta 1705, las veintenas, ubicadas en un nivel inferior, muestran una definida tendencia al alza desde 1682 ha<;ta 1698 cuando se ubican en un nivel semejante al de los diezmos ha<;ta 1705.(gráfico 2) La baja es común para ambas series hasta llegar a los mínimos de los años de la gran peste, 1720-1721. (gráfico 3) Tam­bién la tendencia al alza es paralela en ambas curvas hasta mediados de la década de 1750, aunque los índices de las veintenas se ubican en un nivel netan1ente más elevado. La dis­crepancia entre los dos movimientos se hace más fuerte en los 25 años siguientes, ya que los diezmos muestrnn estabilidad con una suave caída, mientras las veintenas registran un fuerte ascenso hasta 1768, seguido por una fuerte baja ha1,ta 1773, otro ascenso marcado hasta 1780 y su mínimo secular en 1781, en coincidencia con la gran rebelión.(gráficos 3 y 4)

Un ultimo sector productivo de grnn importancia era el textil. Lamentablemente, no disponemos aún de estudios actualizados y sistemáticos, por lo que esperamos con gran an­siedad la difusión de las tesis doctorales de Miriam Salas de Coloma sobre Huamanga, y la de Neus Escandell sobre Cusco.36

35 Archivo de la Catedral de Sucre, J ,ibros del Cabildo; Archivo General de Indias, Sevilla, Charcas 725. 36 Anticipos de las investigaciones de Miriam Salas de Coloma en "Crisis en Desfase en el Centro-Sur

Este del Virreinato Peruano: Minería y Manufacturn Textil" en Hernclio Bonilla (comp.), Las crisis económicas en la Hisloria del Perú (Lima, 1986), pp.139-165; "Los obrajes huamanguinos y sus interconexiones con otros sectores económicos en el centro-sur peruano a fines del siglo XVIII", en

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Gráfico N11 3. Diezmos y veintenas, Charcas y Chayanta 1671-1817 (100= 1770-1779)

250

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100

50

o 167 1 168 1 169 1 1701 1711 172 1 173 1 1741 175 1 176 1 1771 178 1 1791 180 1 1811

_ Die= os __ Veintenas Fuentes: Archivo de la Catedral de Sucre, Libros del Cabildo; AGI, Charcas 725.

Gráfico Nº 4. Diezmos y veintenas, Charcas y Chayanta 1717-1810, (100=1770-1779 deflacionados por medias móviles de 7 años del

índice de precios agrícolas de Potosí

200

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o 1671 168 1 169 1 1701 1711 172 1 173 1 1741 175 1 176 1 177 1 178 1 179 1 1801 18 11

_ Die=os _ Veincena~ Fuentes: Archivo de la catedral de Sucre, LlDI'Os del Cabildo; AG l, Charcas 725; Tandeter-Wachtcl, "Precio.!i y Produccion agraria"

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Tandeter: Población y economía en los Andes

Precios y mercados

El cotejo de la evidencia discutida hasta aquí acerca de la población y la producción durante el siglo XVIII en el área andina no pennite fonnular una hipótesis consistente acerca de la existencia, o no, de un auténtico crecimiento per capita en la región durante ese período. Un elemento adicional a considerar es la evolución de los precios durante el siglo en cuestión. Disponemos de pocos estudios que hayan examinado el tema en si mismo, o como parte de una investigación mayor.37 Sin embargo, las conclusiones de esos estudios muestran un alto grado de convergencia En efecto, todos ellos, con mayor o menor precisión cuantitativa, señalan para el siglo un nivel de precios inferior al de la segunda mitad del siglo XVII, así como tendencias largas que oscilan entre el estancamiento y la baja. La monumental publica­ción reciente de las masivas estadísticas de precios recogidas por diversos equipos encabezados y coordinados por Pablo Macera refuerza, en principio a través de la impresión visual de sus numerosos gráficos, esas conclusiones.38

Al momento de explicar esas tendencias, diversos autores han recurrido a la idea de la restricción o saturación de los mercados. De acuerdo a la evidencia analizada más arriba acerca de la población y la producción a lo largo del siglo, no es probable que esa restricción haya surgido de un aumento de la producción que habría superado ampliamente al de la población. Existen, en cambio, indicadores que sugieren que la demanda efectiva no creció al ritmo de la población.39

El primer indicador se refiere al ritmo diferencial de desarrollo de la población urbana y rural. Ciudades y centros mineros fueron responsables a través de la demanda que generaron tempranamente de la mercantiliz.ación del espacio andino.40 Pero la baja de la producción minera potosina a lo largo del siglo XVII no implicó la retracción unifonne de la mercantilización de diversas regiones, empresas y comunidades indígenas del espacio peruano. Varios estudios

Nils Jacobsen y Hans-Jürgen Puhle (comps.), The Economies of Mexico and Peru during the Lale Colonial Period, 1760-1810 (Berlin, 1986), pp.203-232.

37 Tandeter-Wachtel, "Precios y producción agraria"; Luis Miguel Glave y Maria Isabel Remy, Estructura agraria y vida rural en una región andina. Ollantaytambo entre los siglos XVI-XIX (Cusco, 1983); Brooke Larson, Colonialismo y transformación agraria en Bolivia. Cochabamba, 1500-1900 (La Paz, 1992); Susan E. Ramírez, Patriarcas provinciales. La tenencia de la tierra y la economía del poder en el Perú colonial (Madrid, 1991); Marce! Haitin, "Prices, the Lima Market, and the agricultura! crisis of the late Eighteenth-century in Perú", Jahrbüch von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, 22 (Colonia, 1985), pp. 167-97; Salas de Coloma, "Crisis en Desfase"; Salas de Coloma, "Los obrajes huamanguinos"; Kendall W. Brown, "Movimientos de precios en Arequipa, Perú, en el siglo XVIII", en Johnson-Tandeter ( comps. ), Economías coloniales, pp.191-219; E. T ande ter, Vilma Milletich y Roberto Schmit, "Flujos mercantiles en el Potosí colonial tardío", Anuario JEHS , 9 (Tandil, Universidad Nacional del Centro), pp.97-126.

38 Pablo Macera, (comp.) Los Precios del Perú: Siglos XVI-XIX, Fuentes, 3 vols. (Lima, s.f.). 39 Es bien sabido que la exportación fuera del espacio andino durante todo el período colonial fue,

fundamentalmente, en metales preciosos. El azúcar de Lambayeque, que durante el siglo XVII tuvo su principal mercado en Panamá, ya lo había perdido durante el siglo XVIII. Por tanto, la demanda efectiva a la que nos referimos es siempre la interna al espacio.

40 Carlos Sempat Assadourian, "La producción de la mercancía dinero en la formación del mercado interno colonial. El caso del espacio peruano, siglo XVI", en E. Florescano (comp.), Ensayos sobre el desarrollo económico en Mexico y América Latina (México, 1979), pp. 223-292.

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Estudios y Debates

recientes penniten plantear la hipótesis de una creciente autonomización de zonas producto­ras y circuitos mercantiles respecto de los mercados mineros.41 Pero un hecho muy notable durdilte el período 1650-1750 es la declinación de las ciudades andinas, que en el Alto Perú afectó a todas ellas salvo La Paz.42 Más aún, la recuperación de la población de algunas de ellas durante la segunda mitad del siglo XVIII fue claramente muy inferior a la de la población rural en ese mismo período. Por tanto, el papel dinamizador de la demanda urbana fue muy limitado.

En Lima, la población subió muy lentamente durante la primera mitad del siglo XVlll, desde un total estimado para 1700 de 37000 habitantes hasta 52000 en 1755; pero durante la segunda mitad del siglo se mantuvo casi sin variación alcanzando en 1790 los 53000.43 La falta de dinamismo de la economía urbana limeña debe atribuirse a su total dependencia de las actividades terciarias, en particular gobierno y comercio. Estas ultimas se verán muy afecta­das por las consecuencias para la ciudad de la liberalización del comercio trasatlántico y de las refonnas Borbónicas.44

El caso más notable es el de Potosí, que quizás había llegado a superar los 100.000 habitantes en el siglo XVII. Como resultado de la baja de la producción minera se produjo también la de su población. Pero mientras la minería comenzó su recuperación en las primeras décadas del siglo XVIII y continuó en alza hasta 1800, la población de la ciudad siguió su descenso hasta fines de la década de 1770, cuando, según distintas estimaciones, oscilaba entre los 22000 y los 30000 habitantes.45 Después de la coyuntura de la rebelión de Tupac Amaru, que probablemente marcó el nivel de población más bajo de la ciudad, se produjo un aumento hasta llegar a cerca de los 45000 habitantes hacia 1800.46

41 Larson, Colonialismo y transformación agraria; Kenneth J. Andrien, Crisis and decline. The Viceroyalty of Peru in the Seventeenth Century, (Albuquerque, 1985); Salas de Coloma, "Crisi s en Desfase"; Salas de Coloma, "Los obrajes huamanguinos"; J.C. Garavaglia, Mercado interno y economía colo­nial (México, 1983); Zacarías Moutoukias, Contrabando y control colonial. Buenos Aires, el Allán­Lico y el espacio peruano en el siglo XVII, (Buenos Aires, 1989); Ramírcz, Palriarcas provinciales.

42 Hcrbert S. Klcin, Bolivia. The Evolution of a Muili -Ethnic Sociely (Nueva York, 1992), pp.64-5. 43 Marce] Haitin, "Late Colonial Lima: Economy and Socicty in an Era of Reform and Revolution",

tesis doctoral inédita (University of California, Berkeley, 1983), p.199. 44 lbidem, pp.99-136; 205-6. 45 "Extracto del número de vecinos y havitantes de la imperial Villa de Potosi .. . Potosí, 24/1/1780",

Biblioteca del Instituto de Historia Argentina y Americana " Dr. Emilio Ravignani", Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires ; "Algunas noticias del Potosi, Del Paraguay y Bs. Ayres", Biblioteca Británica, Londres, Add .Mss.17606, f. 53; Sanz a Real Audiencia, Potosí, 24/4/ 1795, Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Madrid, Colección Mata Linares, XXXVIII, f.343v; Pedro Vicente Cañete y Domínguez, Guía histórica, geográfica .. . del Gobierno e fnl endencia de la Provincia de Potosi (1789) (Potosí, 1952), p. 38; Francisco Ramón de Herboso y Figueroa (Arzobispo de Charcas) a Gálvez, La Plata, 5/11/1778, Archivo General de Indias, Sevilla, Indiferente general 1527; Maria del Pilar Chao, "La población de Potosí en 1779", Anuario del lnstituLo de In­vestigaciones Históricas, 8 (Rosario, 1965), p. 180; Daniel J. Santamaria, "Potosí entre la Plata y el Estaño", Revista Geográfica. lnstitUlo Panamericano de Geografía e Historia, 79 (México, 1973), figura 8.

46 Manrique al virrey Vértiz, Potosí, 16/8/1782, Archivo General de Indias, Charcas 438; Vicente Pazos Kanki, Letters on the United Provinces of SouLh America ... (Nueva York y Londres, 1819), p. 140; Santamaria, "Potosí", figura 8.

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Tandeter: Población y economía en los Andes

El ejemplo de Potosí pennite avanzar en el planteo de la relación entre precios y mercados en el conjunto del área andina. Es probable que allí la discrepancia entre las tenden­cia<; de la producción de plata y de la población urbana durante los primeros tres cuartos del siglo, se haya debido al hecho de que el incremento de la primera se consiguió gracias al aumento de la productividad del trabajo forzado, sin expansión de la fuerza de trabajo minera. 47

Con todo, durnnte las dos ultimas décadas del siglo, mientras la producción de plata seguía aumentando, la población de la ciudad crecerá efectivamente. A ese aumento de la población corresponderá una notable expansión cuantitativa del comercio de efectos producidos en di­versas zonas andinas que confluyen al mercado urbano.48 En ese contexto de mayor dispo­nibilidad de moneda, y de aumento de la población, sin embargo, los precios de las expor­taciones regionales a Potosí, con la excepción de la coca de La Paz, muestran una definida tendencia a la baja.49

El problema de la fonnación de precios en el siglo XVIII parece exceder el marco de la economía minera o urbana, para remitir al conjunto de la demanda interna efectiva, y, en particular, a la situación de las comunidades indígenas a lo largo del siglo. A su vez, esto requiere discutir con algún detalle mayor la problemática de la tierra en ese período. El siglo XVII se ha identificado como el de la expansión y consolidación de las grandes haciendas. Pero ya para fines de siglo, o comienzos del siglo XVIII, son perceptibles signos de estan­camiento en la rentabilidad de muchas empresas agrarias. Por razones distintas, las haciendas azucareras de Lambayeque en la costa norte, las unidades productoras de trigo en la zona central, o las haciendas de Cochabamba, encuentran dificultades para colocar su producción en sus mercados tradicionales al nivel en el que lo venían haciendo. Las primeras habrían perdido el mercado distante de Panamá frente a la competencia de la producción caribeña;50

los productores trigueros se habrían visto eliminados de Lima por la competencia chilena;51 y los hacendados cochabambinos eran directamente afectados por la baja de la importancia de la ciudad de Potosí.52

La peste de 1719-21 marca una coyuntura de gran importancia en los cambios de la relación tierrn/hombres en los Andes. Es verdad que interviene cuando ya se han manifestado los síntomas de estancamiento en la producción de las haciendas que acabamos de mencionar. Pero, como muy bien lo han señalado Glave y Remy en su fundamental estudio sobre Ollantaytambo, se da entonces la parddójica situación de que mientras los ingresos por ventas de las haciendas de los Bethlemitas manifiestan fuertes síntomas de "depresión", "la imagen que se desprende del índice de compras [de tierras] es de prosperidad, de expansión, de intenso movimiento económico".53

Cómo pudo la peste de 1719-21 convertirse en una "coyuntura favorable" para mu­chos hacendados ? Es sugerente considerar la hipótesis adelantada por Wachtel, a partir del

47 Tandeter, Coacción y mercado, passim. 48 Tandeter-Milletich-Schmit, "Fl ujos mercantiles". 49 lbidem. 50 Rarrúrez, Patriarcas provinciales. 51 Flores Galindo, Aristocracia y plebe; Burga, "El Perú Central". 52 Larson, Colonialismo y transformación agraria. 53 Glave-Remy, Estructura agraria, p.323.

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análisis de pirámides de edades de mediados de la década de 1720, de que la epidemia, cuyo diagnóstico sigue sin precisarse, atacó particularmente a adultos, y no a niños ni jóvenes.54

Los dalos de defunciones de Sacaca, así como los de parroquias indígenas de la ciudad de Potosí, parecen confirmarla. Mientras en la parroquia rural dumnle la peste se presenta una concentración de defunciones de hombres y mujeres de entre 20 y menos de 70 años, en la ciudad la epidemia parece afectar más específicamente aún a los adultos de ambos sexos de entre 30 y menos de 60 años.55 La población activa se habría visto, entonces, particularmente diezmada. Pequeños propietarios que se encontraron sin capacidad de reclutar trabajadores, así como comunidades que dejaron de tener la capacidad pam cultivar sus tiernlS, las ofrecieron en venta a los grandes propietarios. A los efectos de la peste se sumaron los de una sequía que se desencadenó entonces y perduró hasta 1724. Los hacendados, probablemente sin uso productivo inmediato pam esas tierras, no dejaron pasar, sin embargo, la oportunidad de extender sus propiedades. Las autoridades coloniales parecen haber ayudado activamente en el proceso de traspaso de tierras que quedaron "baldías".56 En el altiplano, curas, curacas y laicos con­virtieron en haciendas tierras de las comunidades en las que antes pastaban sus rebaños.57

Una confirmación de que la recuperación de la población después de la peste fue re­lativamente rápida, es que hacia mediados de siglo comienzan a aparecer signos de que las comunidades desean recuperar las tierras perdidas, generándose conllicLos entre comunidades, y entre éstas y haciendas. Nils Jacobsen ha estudiado como entre 171 O y 1780 los derechos consuetudinarios al usufructo de la tierra tuvieron cada vez menos importancia a los ojos de las autoridades coloniales, favoreciéndose desde 1754 el otorgamiento de lÍLulos a las ha­ciendas.58 Con la afirmación del crecimiento demográfico durante la segunda mitad del siglo, la escasez de tierras en las comunidades pasó a ser un problema de evidente importancia.59 Si en los años inmediatamente posteriores a la peste fue fácil la conversión de "forasteros" en originarios, con el paso del siglo la falta de tierras hará que miembros de familias de originarios pasen a la categoría de "forasteros sin tierras".60

Afectadas negativamente por la imposibilidad de retener las tierras necesarias pam hacer frente a las necesidades productivas de una población en aumento, las comunidades verán agravarse su situación por el despliegue de formas de exacción intensificada por parte

54 Wachtel, Le retour, pp.397-400. 55 Cook, por su parte, había distinguido en Yanque, Collaguas, una primera epidemia en enero de 1720

que atacó preferentemente a niños, mientras que la segunda, desde fines de 1720 hasta mediados de 1721, hizo víctimas de todas las edades, aunque especialmente entre los de más de 50 años. Cook, People of the Colea, pp.76-7.

56 Glave-Remy, Estructura agraria, pp.322-31; Ward Stavig, "La Crisis Indígena en el Sur andino. Quispicanchis y Canas y Canchis en el Siglo XVIII", ponencia presentada al VII Simposio Interna­cional de Historia Económica, CLACSO/IEP, Lima, 1986, p. 21.

57 Nils Jacobsen, "Campesinos y tenencia de la tierra en el altiplano peruano en la transición de la Colonia a la República", Allpanchis, 37 (1991), pp.25-92.

58 lbidem. 59 Albert Meyers, "La situación económica en las comunidades de la Sierra Central del Perú a fines de

la época colonial. Anotaciones a base del estudio de las cofradías", en Jacobsen-Puhle (comps.), The Economies of Mexico and Peru, pp.91-112.

60 Wachtel, Le retour; Daniel J. Santamaría, "La propiedad de la tierra y la condición social del indio en el Alto Pení, 1780-1810", Desarrollo Económico, vol. 17, 66 Gulio-scptiembre 1977), pp.261-2.

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del estado colonial y sus funcionarios, en especial desde la década de 1730.61 Entre la década de 1750 y 1780, la legalización del repartimiento forzoso de mercancías representó el aumen­to de una onerosa carga que pesaba sobre las comunidades.62 Las reformas borbónicas im­plicaron en geneml nuevas y mayores exacciones sobre la economía indígena.63 Hacia 1780-1789, el tributo llegó a ser en el Pení la mayor fuente individual de ingresos para la Corona.64

A lo largo de ese proceso, mientr<lS el empobrecimiento afoctaba a partes importantes de la población indígena, se daban procesos de diferenciación interna de las comunidades, en las que algunos de sus integrantes, muchas veces miembros de las familias curacales, aprovechaban oportunidades de acumulación dentro o fuera de la comunidad.65 Sin embargo, esa diferen­ciación no alcanzó a aumentar significativamente el sector consumidor para la producción de haciendas y obrajes.

El sistema colonial originó un mercado interno en los Andes a partir de las demandas de aba<;to del mercado minero potosino y de la imposición tributaria a las masas indígenas.66

Los indígenas se encontraron entonces como productores en sus comunidades y como con­sumidores en Potosí.67 A la vez, la disrupción del acceso tradicional indígena a los recursos de los diferentes niveles ecológicos andinos generó la temprana difusión de formas de inter­cambio entre comunidades.68 Si bien durante el siglo XVII la baja de la producción minera potosina produjo la autonomización de mercados regionales y zonales, las cargas y oportu­nidades del sistema colonial sirvieron para mantener durante todo el período colonial la mercantilización de las comunidades indígenas. Sin embargo, por la misma naturaleza de la presión estatal, su participación mercantil se dio, prioritariamente, como vendedoras tanto de productos corno de fuer1.a de trabajo.69

Es posible que los repartimientos forzosos de mercancías, en especial durante el período de su legalización entre la década de 1750 y 1780, hayan contribuido a ensanchar los mercados consumidores pam productos de haciendas y obrajes.7° Carecemos de estudios que nos per­mitan aseverar que ese fue el caso, o cuáles fueron las consecuencias en ese sentido de la abolición de los repartos después de las rebeliones de la década de 1780. Sin embargo, la

61 Steve J. S1em, "La era de la insurrección andina, 1742-1782: una rei nterpretación" en Steve J. Stem (comp.), Resistencia, Rebelión, y Conciencia Campesina en los Andes, siglos XVIII al XX (Lima, 1990), pp.92-4.

62 Jürgen Golte, Repartos y rebeliones (Lima, 1980). 63 O'Phelan Godoy, Un siglo de rebeliones anticoloniales, passim. 64 Klein, "Las economías de Nueva España y Perú", p. 197. 65 Larson, Colonialismo y transformación agraria, pp.167-208. 66 Assadourian, "La producción de la mercancía dinero". 67 lbidem. 68 Carlos Scmpat Assadourian, " Intercambios en los territorios étnicos entre 1530 y 1567, según las

visitas de Huánuco y Chucuito" en O. Harris, B. Larson y E. Tandeter (cornps.) , La participacion indígena en los mercados surandinos. Estralegias y reproducción social, siglos XVI a XX (La Paz, 1987), pp.65-11 O.

69 Thicrry Saignes, "Las etnías de Charcas frente al sistema colonial (siglo XVII)", Jahrbüch¡ur Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Laleinamerikas, 21 (Colonia, 1984), pp.27-75; "Ayllus, mer­cado y coacción colonial : el reto de las migraciones internas en Charcas (siglo XVII)" en Harris­Larson-Tandeter (comps.) , La participación indígena, pp.111 -58.

70 O'Phelan Godoy, Un siglo de rebeliones anti-coloniales, pp.117-127.

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evolución de los precios durante la segunda milad del siglo XVIII , a<;í como estudios particu­lares de áreas productoras, sugieren que la demanda interna no creció al riuno de la JX)blación global ni en las ciudades ni en las comunidades indígenas. En un contexto de precios estan­cados, o en baja, los grandes productores enfrentaban la compet.cncia creciente de los peque­ños y medianos, tanto en la producción agrícola como textil, agravada en este ul timo caso JX)r la cantidad creciente de imJX)rtaciones europcas.71 Las reformas borbónicas, por su parte, también implicaron un incremento en las cargas impositivas en la esfera de la circulación que pesaban fuertemente sobre los hacendados.

Habiendo revisado la idea de una "crisis" entendida como baja de la JX)blación o de la producción, nos encontrarnos, sin embargo, al final de nuestro recorrido, con la conclusión provisoria de una "crisis" tanto en la rentabilidad empresaria como en el bienestar de las comunidades indígenas andinas. Nuevas investigaciones deberán precisar los contornos de esas situaciones críticas.

Enrique Tandeter Departa mento de Historia

Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires

Puán 480, 3º piso 1406 Buenos Aires, Argentina

Fax (54-l) 432-0121 E-mail: [email protected]

71 John R. Fishcr, "The Effccts of Comercio Libre on the Economics of New Grdilada ancl Peru: A Comparison", en John R. Fisher, AJlan J. Kuethc y Anthony McFarlane (comps.), Refor,n and /nsurrection in Bourbon New Granada and Peru (Baton Rouge, 1990), pp.1 47-163.

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COMENTARIOS Gastón Arduz Eguía

La Paz Bolivia

Por mi interés en la historiografía y como boliviano, tengo en gran aprecio la obra y los trabajos del investigador argentino Enrique Tandeter. Es uno de los más distinguidos especia­listas de la historia económica y social del Pení colonial y, muy particularmente, del Alto Pení, (Potosí y la región de Charcas).

Que aquélla fue una orientación intelectual temprana lo acredita el hecho de que su tesis doctoral en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Paris, sustentada hace quince años, tuvo por tema y por título "La rente comme rapport de production et comme rapport de distribution. Le cas de !'industrie minicre de Potosi, 1750-1826"; esta tesis ha quedado inédita, pero entiendo que constituye, en cierto modo, la primera versión de una obra mayor reciente que mencionaré después. En años posteriores, Tandeter ha publicado nu­merosos estudios que pertenecen al dominio de la historiografía económica y social andina, y más concretamente altopcruana, entre ellos "Forced and Free Labour in Late Colonial Potosi. Past and Present" (1981 ), "La producción como actividad popular: 'ladrones de minas' en Potosf' (1981)", "Mercados y precios coloniales en los Andes" (1990), "El eje Potosí-Buenos Aires en el Imperio Español" (1991), "Crisis in Upper Peru, 1800-1805" (1991) ...

En 1985 tomé pie de la publicación de un pequeño libro mío para llamar la atención de mis colegas bolivianos, por lo común menos interesa­dos en la historia económica y social que en la historia política, sobre una monografía de Enrique Tandeter y Nathan Wachtel aparecida hacía poco. Lo hice en estos términos: "En prensa este libro, leo la monografía de E. Tandeter y N. Wachtel, "Conjonctures inverses. Les mouvements des prix a Potosi pendant le XVIlle. siecle" (Annales, mai­juin 1983 ). Se trata de una notable contribución a nuestra historia económica durante la era colonial. Los autores presentan en apéndice, bajo la forma de índices y gráficos, los precios de 31 artículos, más el salario del peón, en el lapso 1676-1816. La fuente ha sido el libro de gastos del convento de San Antonio de Padua, en Potosí, y los autores han

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Tandeter: Población y economía en los Andes

completado su investigación utilizando las cifras de los diezmos percibidos por el Arzobispado de La Plata para inferir la curva de la producción agrícola, durante el mismo período, en el área re­gional de Potosí.

Mi entusiasmo se justificaba y quiero creer que fue compartido. Era la primera vez que en Bolivia se disponía, en forma serial, para un largo período y una región históricamente significativa, de índi­ces de precios y de índices de producción agrícola. Después de doce años, esa mono grafía, qu_e espero haya sido vertida al castellano, no ha perdido nada de su importancia, tanto por la información que contiene, cuanto por su valor como pauta metodológica para el investigador local que em­prenda una labor de este género.

Merece mención aparte la última obra de En­rique Tandeter, obra mayor que es probablemente el desarrollo de su tesis doctoral y que ha debido insumir muchos años de investigación: Coacción y Mercado. La minería de la plata en el Potosí colonial. 1692-1826 (Centro Las Casas, Cusca, 1992). Aparecida en 1992, es, en primer término, un estudio sólidamente documentado del régimen laboral prevaleciente en la minería del cerro du­rante la colonia, y particularmente a lo largo del siglo XVIll, no sólo respecto del trabajo forzado­la "mita"-, sino también del trabajo voluntario y de esa forma singular y característica, el "kajcheo", que ha sobrevivido hasta nuestro siglo. El autor estudia después detenidamente las modalidades del crédito, el arrendamiento y las utilidades en la minería potosina de las últimas décadas del siglo XVIll, para concluir examinando los esfuerws de los gobernadores-intendentes, en el contexto de las "reformas borbónicas" y ya en vísperas de la gran crisis de principios del siglo XIX, para fomentar la producción protegiendo al arrendatario, que er_a entonces el verdadero productor, contra la capaci­dad del propietario absentista. Se trata, en todo y por todo, de un aporte de primera importancia a la historia de la minería de Potosí.

* * *

La primera parte del artículo "Población y economía en los Andes (siglo XVIll)", que da ocasión a estas líneas, concierne a problemas de la demografía indígena andina en la era colonial y, en verdad, sólo podrá ser apreciada en su justo valor

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por los especialistas en la materia. Atento menos a ofrecer "una visión global y acabada", que a, "discutir algunos de los resultados" de investiga­ciones recientes que le parecen "más novedosos e importantes", el autor, dando por superada la opi­nión antaño prevaleciente sobre un decreci -mien­to de la población indígena y un empobrecimiento general en el Perú del siglo XVlII, cita las inves­tigaciones efectuadas por Noble David Cook respecto del valle de Colea y Nathan Wachtel res­pecto de los urus, investigaciones que coinciden en mostrar un crecimiento de la población indíge­na en ese siglo, interrumpido más o menos duraderamente por la gran epidemia de 1719-1 721. Tanto o más interés presenta la investigación rea­lizada por el propio autor, valiéndose de la, cifras de visitas fiscales y los registros parroquiales de bautizos y defunciones, acerca dé" dos pueblos de Chayanta, en la región de Potosí, que constituían una sola unidad socio-económica: San Luís de Sacaca y San Juan de Acasio. Las series obtenidas lo inducen a pensar que el nadir de la población indígena pudo situarse antes de 1660, acusando ulteriormente tasas de crecimiento muy elevadas hasta los años de la gran epidemia, cuyos efectos no habrían sido muy prolongados. Aunque con tasas de crecimiento menores, la recuperación en la segunda mitad del siglo le parece evidente.

Comparando las cifras de la numeración del virrey La Palata en 1684 y la cifra máxima de la visita de 1792, infiere Tandeter como razonable, para la región y el período, una tasa media anual de crecimiento del 1.22 por ciento. "¿Podremos -se pregunta- extrapolar esta tasa para el conjunto del área andina?". Reconociendo, sin duda, el riesgo implícito en toda extrapolación, deja la cuestión sin respuesta, aunque señalando, en apoyo de la hipó­tesis, que también el rendimiento de la tributación indígena aumentó entre 1680-9 y 1790-9 a una ta,a media anual del 1.85 por ciento en Charcas y del 1.97 por ciento en el virreinato del Perú.

La segunda parte de artículo está consagrada a la producción, y el autor advierte de entrada que "el crecimiento de la población facilitó el aumento de la producción por mayor disponibilidad de fuerza de trabajo y más con..,umidores eventuales", desvirtuando así " la hipótesis de un siglo de 'cri­sis' en la producción". Señala, en efecto, la recu­peración de la producción de plata en Potosí a partir de mediados de la década de 1730, recuperación que atribuye al "aumento de la productividad del trabajo forzado" (cf. también sobre este punto Coacción y Mercado ... , pas.sim), sin hacer mé-

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rito de factores concurrentes como la reducción del tributo del quinto al diezmo en 1736, el relativo aumento del precio efectivamente pagado al pro­ductor y el perfeccionamiento de la metalurgia, que permitió beneficiar en cierta escala los "negrillos", especies mineralóg icas compuestas de sulfuros complejos intratables, que los mineros potosinos rehuyeron casi ha, ta mediados del siglo XVUl, no obs tante de que ya entonces constitu ían el tipo de mineralización prevaleciente en el cerro. El autor señala también la expansión de la minería en el Perú en el último tercio de siglo, expansión que, a mi juicio, obedeció menos al incremento de la población que a una cierta normalización en la provisión de mercurio, a la rehabilitación de Cerro de Pa,co gracia, a obra, de drenaje, al descubri­miento del mineral de Hualgayoc en 1771 y a la contribución de otras minas nuevas como la de Huantajaya.

El autor advierte también un aumento de la producción agrícola, evocando sus propi as comtataciones respecto de la región de Charcas (cf. "Conjonctures inverses ... ", coautor N. Wachtel) y la zona de Chayanta (gráficos 3 y 4 del artículo), más las de Kendall W. Brown para la comarca de Arequipa, deducidas ésta, de los "valores nomina­les de los novenos reales", o sea la parte de los diezmos eclesiásticos que se reserva la Corona. La región de Lima, que contraría esa tendencia al alza, con..,tituiría un ca,o de excepción que se explica por razones particulares.

La última parte del artículo tiene por tema la evolución de los precios en el área andina durante el siglo XVLU. Los pocos estudios existentes sobre el asun to coinciden, según el autor, en señalar para el siglo, "con mayor o menos precisión cuantitativa, ... un nivel de precios inferior al de la segunda mitad del siglo XVII, así como tendencias largas que oscilan entre el estancamiento y la baja". ¿Cabe explicar esas tendencias por una "saturación de los mercados", consiguientemente a "un aumento de la producción que habría superado el de la po­blación"? El autor no lo considera probable y encuentra, más bien, indicadores de que " la de­manda efectiva no creció al ritmo de la población", siendo el primero el "ritmo diferencial de desarrollo de la población urbana y rural". La población de la, ciudades andinas, en efecto, declinó en el pe­ríodo 1650-1750 y su recuperación "durante la segunda mitad del siglo xvm fue claramente muy inferior a la de la población rural", de suene que "el papel dinamizador de la demanda urbana fue muy limitado".

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"El problema de la formación de precios en el siglo XVIJI -dice el autor más adelante- parece exceder el marco de la economía minera o urbana, para remitir al conjunto de la demanda interna efectiva, y, en particular, a la situación de las comunidades indígenas a lo largo del siglo", lo que, "a su vez, requiere discutir con algún detalle la problemática de la tierra en ese período". La discusión que sigue da idea de que la gran epidemia de 1719-1721, al reducir la población de trabaja­dores adultos, abrió una coyuntura favorable a la expansión de las grandes haciendas a expensas de las tierras de pequeños propietarios y comunida­des indígenas. Confrontadas ulteriormente las comunidades a la insuficiencia de tierras y sujetas a "formas de exacción intensificada por parte del estado colonial", agravadas por la carga del repartimiento forzoso de mercaderías por los co­rregidores, "su participación mercantil se dio, prioritariamente, como vendedoras tanto de pro­ductos como de fuerza de trabajo". "En un contex­to de precios estancados, o en baja, los grandes productores enfrentaban la competencia creciente de los pequeños y medianos, tanto en la produc­ción agrícola como la textil ... ".

La frase final resume y da sentido al artículo: "Habiendo revisado la idea de una 'crisis' entendida como baja de la población o de la producción, nos encontramos, sin embargo, al final de nuestro re­corrido, con la conclusión provisoria de una 'crisis' tanto en la rentabilidad empresarial como en el bienestar de las comunidades indígenas andinas ... ".

Nutrido en sus referencias, bien argumentado y articulado, sugestivo en muchos aspectos, este interesante trabajo ganará a ser leído en conjun­ción con las dos obras mayores del autor que cité hace un momento.

Magdalena G. Chocano Mena Dept. of H istory

SUNY at Stony Brook NY 11794-4348

EE.UU.

Probablemente muchos historiadores coinci­dirán en que el "gran tema" de las rebeliones pa­rece haber agotado sus posibilidades como acicate para la investigación histórica. Esto señala -según Tandeter- la definitiva independencia de la histo­ria económica y demográfica andinas respecto a la asfixiante hegemonía de la cuestión de las rebelio­nes en la historiografía del área. Pero quizá es aun

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prematuro a~egurar que el influjo de dicha cues­tión ha cesado. En cuanto a los estudios de la de­mografía del siglo xvm, por ejemplo, constata­mos que los mayores aportes se han realizado en el estudio de la población indígena. En lo referente a la población blanca y mestiza parece que sólo se sabe que alcanzó un crecimiento mayor que el de la población indígena. La falta de precisiones y de cuestionamientos en tomo a los segmentos no indios de la población bien puede atribuirse a las limita­ciones de las fuentes. Sin embargo, cabe recordar que el análisis de la situación de la población in­dígena tiene un papel principal en la argumentación y explicación de las rebeliones, aunque también se haya señalado la participación mestiza y blanca. En la medida que los estudios demográficos han estado condicionados tan fuertemente por el marco de la rebelión cabría preguntarse si esta concentra­ción en la demografía indígena no es otro sutil efecto del predominio del "gran tema" de las re­beliones en la historia demográfica.

Tandeter asegura que los progresos habidos en la historia demográfica y económica son de carác­ter fragmentario y más bien errático. Esta fragmentación de los avances historiográficos ¿se debe quizá a la crisis de las rebeliones como gran pregunta articuladora de las preocupaciones de los historiadores? Por otra parte, ¿es cierto que los avances sean tan erráticos como Tandeter afirma? Un examen más exigente de los presupuestos que condiciona y/o fomentan la exploración de deter­minados problemas históricos implicaría necesa­riamente evaluar la significación de la perspectiva regional como marco de muchos hallazgos y plan­teamientos que se han hecho sobre la evolución demográfica y económica del área andina en el siglo XVill. Vistos desde este ángulo los avances reali­zados son menos dispares y erráticos. Muchos avances que Tandeter considera responsables de un cambio de percepciones sobre la evolución económica y demográfica del siglo xvm se han realizado partiendo desde la óptica de una historia regional. La cuestión de la región está estrecha­mente ligada al tema del mercado, vía de acceso al gran problema de las articulaciones regionales en el espacio andino. La tradición de la historia regio­nal ha tenido innegablemente un peso en el rumbo de la historia económica y demográfica; sería de interés discutir hasta que punto esta tradición se ha combinado con un enfoque centrado en la evolu­ción de sectores concretos de la producción, aproximación que se ubica más netamente dentro de la metodología de la historia económica. Cabría puntualizar entonces de modo explícito los marcos

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analíticos que pudieran ser un complemento o una alternativa al enfoque estrictamente regional. El creciente refinamiento en la formulación de hipó­tesis sobre las crisis del siglo xvm parece depen­der de una utilización rigurosa del nivel local (pueblos, parroquias, caseríos) para discernir ten­dencias económicas y demográficas.

Tandeter afronta también el problema de la síntesis de los heterogéneos hallazgos de dos dé­cadas de investigación histórica para ofrecer una primera interpretación global. Su propuesta se articula en tomo a la reinterpretación de la crisis como fenómeno sectorial y en algunos casos re­gional para refutar la imagen_de una crisis general en el siglo XVill que aun es tuna predominante en la historiografía. Tandeter localiza la crisi~ en la rentabilidad de las empresas y en las cond1c1ones de vida del sector indígena. Sugiere que el descen­so de la rentabilidad de las empresas se debió a la competencia planteada a los grandes productores por parte de los productores medianos y peque­ños. Planteamientos como éste hacen patente la necesidad de explorar lo que ocurrió en los ámbitos no denominados estrictamente ni por la gran pro­piedad ni por las comunidades indias para llegar a una comprensión más afinada de la economí~ y demografía del siglo XVill. El problema obvia­mente se sitúa otra vez en el rango de la s metodologías y unidades de análisis . Su propuesta tácitamente reafirma la necesidad de estudios de la producción según sectores y ramas . P?dría también discutirse los aportes que puede brindar la historia de los empresarios y las empresas.

El nivel de vida de las comunidades indígenas es el segundo puntual de la hipótesis de Tandeter sobre la crisis. Precisamente por esto es notable la ausencia de referencias a la evolución de los sis­temas laborales durante el siglo xvm. pues las evidencias que cita para sustentar sus apreciacio­nes sobre el papel de las masas indígenas en el mercado interno corresponden al siglo XVI. Las claves que puede proporcionil! para analizar_ el estancamiento de la demanda interna son un in­centivo para replantear el antiguo proble~a de_los regúnenes laborales en los Andes. Ademas, es un­portante ensanchar los referentes demográficos de las hipótesis en tomo a la economía del siglo XVill porque habiéndose admitido que los contingentes mestizos adquieren mayor importancia demográ­fica precisamente en esa época es problemático que el peso de las explicaciones históricas aun descan­se exclusivamente a la situación de los indígenas.

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Neus Escandell-Tur Departament d'Economia i d'Historia

E cono mica Edificio B

F acu/Jat de Ciencies Economiques Universitat Autónoma de Barcewna

Be/1.aterra, Barcelona 108-193 España

El trabajo de Enrique Tandeter aborda de for­ma crítica las opiniones tradicionales que sobre el siglo XVIII predominaban en la historiografía andina hasta alrededor de la pasada década de los setenta. Según esta histOriO!,'fafía, el siglo xvm fue para el virreinato del Perú, un siglo de "crisis" global. Todavía sigue siendo válido, recurrir a .la repetida afirmación que para el penodo colonial peruano -a diferencia del virreinato de Nueva España- no contarnos con estudios globales y prolongados que nos aporten una.visión de conjunto de la población y economía del siglo xvm andino. No obstante, la producción historiográfica realizada a lo largo de las dos últimas décadas es importante en cuanto ha logrado -a través de monografías sobre determinados sectores de la economía y/o de pe­ríodos y/o regiones concretos del siglo XVIII andino- ofrecer nuevas perspectivas que cada vez más han ido cuestionando y demostrando las hi ­pótesis planteadas por Rowe y Céspedes del Castillo, entre otros.

Tandeter en su estudio no pretende, como muy bien afirma, ofrecer "una visión global acabada de la población y economía del siglo XVllJ andino", sino simplemente discutir algunos de los resulta­dos más novedosos de las úllimas aportaciones historiográficas. No obstante, su reflexión y crítica sobre las últimas monografías hoy a nuestro al ­cance, junto con sus propias investigacio.nes, e_s­tablecen unos sólidos puntos de partida y d1scus10n que, sin duda, nos conducen a la necesidad de completar con nuevas monografías sectoriales y regionales los muchos vacíos en que todavfa se halla la historiografía andina del siglo XVIII en su conjunto, y abordar también con sentido crítico -sin menospreciar el rastreo de nueva documenta­ción- algunas hipótesis que han introducido las últimas investigaciones que si bien pueden ser válidas para determinadas regiones no lo son para todas, o al menos para algunas. En este sentido creo importante la comparación de la distinta evolución que siguieron determinados sectores de. la econo­mía en las diversas regiones del espac10 andino,

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así como las distintas repercusiones y adaptacio­nes que cada región y/o sector tuvieron al compás de los cambios que se producen a lo largo de la centuria deciochesca, en especial aquellos que se derivan de las reformas borbónicas.

Más que hacer un comentario general de todo el artículo, aprovecho este escrito para acercarme a mi propia experiencia investigadora sobre el sector textil cusqueño que, sin duda, entra de lleno en la revisión historiográfica andina del siglo XVIII que plantea Tandeter. Explícitamente el articulista omite comen Lar sobre el sector de producción textil andino a la espera de la publicación de las tesis de Miriam Salas y mía sobre Huamanga y Cusco, respectivamente. En este sentido, aquí adelanto algunas ideas que ya he tratado en mi tesis además de otras que he elaborado a partir del rastreo de nuevos documentos del AGI, y que, en cierto modo, corroboran y completan algunos aspectos plan­teados por Tandeter.

Dada la limitación de espacio que comporta el comentar un artículo aquí me centraré exclusiva­mente en la "crisis obra jera" que la historiografía andina atribuye al Cusco a partir de 1760-1770. Las causas más comunes que se aducen para ar­gumentar dicha "crisis" son: rebelión de Túpac Amaru, la abolición de los repartos de mercancías, la creación del virreinato del Río de la Plata, el reglamento del Libre Comercio y la política prohibicionista que tuvo la Corona para con las manufacturas locales. Creo que cada uno de estos aspectos merece sus propios comentarios, que en algunos casos confirman hipótesis ya establecidas, pero en otros matizan o descartan presupuestos muy arraigados en la historiografía andina de las últi­mas décadas.

La historiografía específica sobre obrajes y sector textil en general en el caso del virreinato del Perú se sustenta todavía en muy pocos estudios (Silva Santisteban, Salas de Coloma, Ortiz de la Tabla Ducasse y Robson Tyrer, y para el Cusco en particular en un artículo de Moscoso publicado a primeros de los años sesenta). No obstante, dada la importancia que tuvo para el Cusco la producción textil, en general la mayoría de los autores que han trabajado en las últimas décadas aspectos rela­cionados con la historia económica y social del Cusco colonial de alguna manera se han acercado, aunque tangencialmente, a la cuestión que aquí nos atañe.

No voy a negar los efectos perturbadores que tuvo para algunos obrajes cusqueños la rebelión de Túpac Amaru en 1780. No obstante la imagen más recurrente dada por la historiografía de las

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últimas décadas sobre estas empresas textiles es la de desaparición, ruina y decadencia total, sin ex­cepción, a lo largo del último tercio del siglo XVIII, y ello requiere matices importantes. Obviamente, si nos detenemos en los documentos específicos de los años de la rebelión y los inmediatos, así como en el cúmulo de quejas que argumentan detenni­nados obrajeros durante estos años llegaremos a las mismas conclusiones a las que hasta ahora se había llegado. Pero un rastreo más sistemático de la numerosa documentación existente sobre el tema en cuestión nos permite afinnar que, a pesar de la crisis de algunos de los obrajes que sirvió a los historiadores para argumentar la crisis total y práctica desaparición de la institución obrajera después de la rebelión, muchos de ellos a partir, más o menos de 1 783 y a lo largo de la década de 1790 se revitalizaron y estabilizaron temporalmente y algunos pocos lograron, incluso, traspasar el um­bral de la independencia.

Pero aquí debemos señalar a otra cuestión, y es que la rebelión de Túpac Amaru se produce en 1780, y en general se apunta que la "crisis" ya arranca de la década anterior, incluso desde 1760. Ello viene dado por la exclusiva utilización que algunos autores han hecho de un sólo obraje, el de Pichuichuro, propiedad entre 1760 y 1767 de la Compañía de Jesús, y que a partir de la expulsión de los jesuitas pasó a la Administración de Temporalidades hasta su venta a particulares en 1775. La decadencia, aunque no total, que se ob­serva de este obraje concreto durante la etapa de Temporalidades -no en la posterior-se ha extendido al resto de los obrajes, sin reparar en que durante estos años estaban funcionando otros 16 obrajes.

Al mismo tiempo, dentro del panorama de cri­sis que se argumenta para años anteriores de la re­belión, también se ha hecho una extensión para el Cusco a la crisis por la que atraviesan, según Miriam Salas, los obrajes específicos de Huamanga a par­tir de 1760, y aquí hay que tener en cuenta que a partir de las investigaciones publicadas por la mis­ma autora (lamento también no haber tenido toda­vía la oportunidad de leer su tesis doctoral) y de mi investigación sobre el Cusco queda claro que la evolución de los obrajes de Huamanga y del Cusco no fue la misma y sus mercados sólo coincidieron en determinadas épocas. Concretamente, para las dos últimas décadas del siglo XVIII y las dos pri­meras de la centuria posterior, los trabajos de Jai­me Urrutia, sobre los tejidos huamanguinos, y el estudio de Magdalena Chocano, sobre el comercio de Cerro Paseo, a fines de la colonia muestran que Huamanga era principalmente la zona de donde

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provenía la ropa de la tierra que recepcionó Cerro Paseo no tuvo ninguna repercusión para la pro­ducción de tejidos del Cusco. Pero vayamos a la inversa. Salas de Coloma apunta que a partir de los años sesenta del siglo XVII y mediados del siglo XVIII los centros mineros de Potosí, pero sobre todo el de Oruro, fueron el principal impul­so de la producción de tejidos de Huamanga. Pero hacia 1770 Potosí y Oruro fueron abandonados para los obrajes textiles de Huamanga, lo cual según la misma autora, se puede extender también al co­mercio de tejidos del Cusco con los dichos centros mmeros.

En primer lugar, los datos que se manejaron para el comercio de tejidos producidos en Cusco muestran que efectivamente durante la primera etapa que apunta Salas de Coloma existe una cierta coincidencia de mercados para el comercio de tejidos huamanguinos y cusqueños, aunque se debe matizar, ya que para los tejidos cusqueños fue siempre muchísimo más importante Potosí que Oruro -a la inversa que para los tejidos de Huamanga. Pero respecto a la otra etapa, alrede­dor de 1770 en que los tejidos huamanguinos dejan de remitirse a los centros mineros altoperuanos, fueron los años que el Cusco remitió al Alto Perú el mayor volumen de tejidos de toda la época colonial. A partir del cruce de datos de diversa do­cumentación (libros de cuentas de obrajes, regis­tros de alcabalas, protocolos notariales, etc), a~u­miendo el riesgo que conlleva hacer cálculos aproximados, entre 1750 y 1774 Cusco remitió a los mercados alloperuanos un promedio anual superior a las 1,500.000 varas de ropa de la tierra, de las cuales entre un 50-60% fueron absorbidas por Potosí. Y esta tendencia no variará, a excep­ción de los años de la rebelión de Túpac Amaru, hasta 1790, aproximadamente. Los embargos de obrajes, quiebras de familias obrajeras, paraliza­ciones temporales de obrajes, cúmulo de deudas por parte de empresarios obrajeros, etc. que po­damos hallar durante este período no significaron una crisis de la institución obrajera en su conjunto. No es necesario buscar en la documentación del último tercio del siglo XVIII para encontrar si­tuaciones similares en determinados obrajes, pues embargos, quiebras, etc. también los podemos hallar, y se hallan muchos, en etapas anteriores, las de máximo esplendor de los obrajes cusqueños. De este modo, creo que no se puede analizar la situación de la institución obra jera a partir de unos pocos obrajes y exclusivamente sobre determinados años, ni aplicar a una región coyunturas propias de otras, pues la experiencia de un rastreo más am-

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plio y sistemático de los documentos de los obrajes que sirvieron a los historiadores para defender la desaparición y ruina de los obrajes en el último tercio del siglo XVUJ, así como la de muchos otros más, descartan totalmente la susodicha crisis de los obrajes del Cusca a partir de 1760-70. Para ello habrá que esperar algunas década~ más.

Respecto al decreto del primer virrey del Río de la Plata, promulgado en 1777 -inmediatamente después de la creación de este virreinato- por el que se prohibía la exportación del Alto al Bajo Perú de metales preciosos noacuñados, a cambio de tejidos y productos agrícolas que habían sido tra­dicionalmente suministrados a las zonas mineras por las provincias del Cusco y Arcquipa, significó, según Fisher, la paralización del comercio entre el Alto y Bajo Perú. Que a la larga la <..Teación del virreinato del Río de la Plata significara la ruptura del circuito comercial que unía el Bajo y el Alto Perú no lo voy a cuestionar, pero a la luz de la evidencia documental, aquí también deberemos esperar unas cuantas décadas para que ello se produzca. Después de la creación del virreinato del Río de la Plata y la consiguiente incorporación de Potosí al nuevo virreinato, este centro minero así como el resto del Alto Perú continuaron siendo los principales mercados a donde se dirigían los teji­dos producidos en Cusco. A partir de los libros de Alcabalas del Cusco de entre 1774 y 1796 (donde contabilicé 2,627 partidas, con un total de 4,928.201 varas de ropa de la tierra), el 72.4% se dirigieron hacia la zona perteneciente al nuevo virreinato del Río de la Plata, y de este porcentaje el 51 % fue absorbido por Potosí. Que los tejidos cusqueños continuaron siendo importantes para el mercado potosino nos lo prueba también el artículo de Tandeter, Milletich, Ollier y Rubial sobre el mercado de Potosí en 1793, donde el 78% de todos los tejidos de la tierra internados en este mercado procedían del Cusco. Unos años más adelante, concretamente en 1805, a partir también de los Libros de Alcabala~ de Potosí, vemos que de toda la ropa de la tierra internada todavía el 60% pro­cedía de las unidades textiles cusqueñas. De este modo, creo que deberemos continuar vaciando la documentación pertinente que nos pueda mostrar hasta cuándo Potosí así como también otros mer­cados altoperuanos continuaron siendo importan­tes consumidores de tejidos producidos en Cusco.

En lo que afecta a la supuesta política prohibicionista que tuvo la Corona para con las manufacturas textiles coloniales, ésta según Silva Santisteban ya estaba arraigada en la política me­tropolitana para con sus colonias desde la época de

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Felipe Il, aunque intensificada -según el mismo autor- a partir de la entronización de la dinastía borbónica. En este sentido la prohibición metro­politana tendría como objetivo favorecer la expor­tación de tejidos fabricados en la península. Esta hipótesis, en cierto modo, se debería enmarcar dentro de la corriente historiográfica -representada principalmente por John Fisher- que ha considerado el ReglamenJo y Aranceles para el comercio libre, promulgado en 1778, como una de las medidas 'modernizadoras' más importantes adoptadas por el gobierno ilustrado de Carlos IJI, que eliminó los obstáculos institucionales que impedían la intensificación del tráfico y la participación en la negociación de Indias a las regiones situadas en la periferia española, y que dio prioridad a los pro­ductos peninsulares en detrimento de la reexpor­tación a América de productos extranjeros a través de la península. En lo que afecta al espacio andino, sin embargo, dicha reglamentación, según el mismo autor, tendría repercusiones muy distintas, ya que ésta traería consigo el aumento de las manufacturas importadas como consecuencia de la apertura del puerto de Buenos Aires, lo cual truncaría los tra­dicionales circuitos comerciales entre las provin­cias del Alto Perú y las situadas más al sur, como Salta y Tucumán, con las provincias peruanas de Arcquipa y el Cusco, y generaría la ruina de las industrias locales de estas regiones, así como de aquellas de las provincias interiores.

En lo relativo a las repercusiones españolas, la unanimidad, más o menos matizada, de pareceres sobre los efectos del ReglamenJo que había do­minado entre los americanistas e hispanistas entre los años 60 y 70, a partir de principios de los años 1780 se ha visto resquebrajada por nuevas inves­tigaciones e interpretaciones -a menudo partiendo de una distinta lectura de una misma documenta­ción. Dentro de esta nueva corriente, se han de destacar las diversa, aportaciones realizadas por Josep Mª Delgado que de manera sistemática ha cuestionado las diversas interpretaciones que han difundido el 'mito' de la modernidad borbónica, que resultó de la implantación del Libre Comercio en 1778. Entre sus críticas, cabe destacar, en primer lugar, las que cuestionan el incremento de las exportaciones peninsulares -apuntadas por Fisher­ya que desde 1778 se están exportando manufac­turas extranjeras como si fueran españolas; en segundo lugar, las que subrayan la estrecha rela­ción del desarrollo del sector industrial catalán de fines del siglo XVIII con el mercado americano -mantenida, por García-Baquero- ya que para Del­gado, así como también Nada! y Fontana, se debe

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Tandeter: Población y economía en los Andes

descartar toda interpretación que considere al mercado americano como la principal fuente de demanda, puesto que en el desarrollo de la moderna industria algodonera catalana el mercado interior catalán y el mercado nacional español fueron más estimulantes que el propio mercado colonial.

De este modo, la política "taxativamente prohibicionista" de los borbones para con las manufacturas coloniales, que en su día argumentó Silva Santisteban, y que más recientemente ha servido también a Miriam Salas para explicar, entre otras razones, la decadencia de los obrajes de Huamanga, implicaría la existencia por parte de la metrópoli de un coherente proyecto de industria­lización moderna peninsular y de una clara y de­finida política para con las manufacturas colonia­les, Jo que hoy por hoy lejos está de ser probado.

Sin embargo, el hecho de que una gran parte de las manufacturas exportadas a través de la metró­poli fueran en realidad mercancías reexportadas no elimina las repercusiones que para el espacio co­lonial pudieran tener la masiva internación de los llamados "efectos de Castilla" que se produce al compás de las reformas borbónicas. Para algunos años y determinadas zonas son conocidos los va­lores en pesos de la internación de los "efectos de Castilla", pero bajo este término se incluye además de tejidos muchos otros productos (mercería, bisutería, listonería, muebles, imágenes, libros, etc); si bien suponemos que los textiles solían ocupar el rubro más importante, no disponemos de datos concretos que nos lo prueben. Por otro lado, entre los tejidos de importación, la diversidad de tipos y calidades que solían incluir era amplísima, y muy diverso también el uso que cada uno de los tejidos podía recibir, en contraste todo ello con la limitadísima variedad de tejidos que salían de las unidades textiles andinas, sujetos por tanto a un consumo y uso sumamente limitados. Al mismo tiempo, el rastreo de testamentos y dotes, así como inventarios de particulares y de instituciones ecle­siásticas del Cusco nos ha permitido ver que los verdaderos destinatarios de los tejidos de importa­ción eran los criollos, peninsulares y religiosos que los usaban para la decoración de sus casas, ajuares domésticos, vestimentas y ornamentación litúrgica, y todo ello siempre muy por encima del uso que los mismos grupos hacían de los tejidos de la tierra. En este contexto creo más plausible, todavía para el último tercio del siglo XVIII, la hipótesis plantea­da en su día por Assadourian y Miño Grijalva según la cual la legislación metropolitana para con los obrajes no hizo otra cosa que permitir, de manera explícita, el funcionamiento del sector textil colo-

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nial, en el sentido de que el desarrollo de éste era perfectamente compatible con la importancia de tejidos metropolitanos, por ir ambos productos dirigidos a distintos sectores sociales y, por lo tanto, no ser sustitutos el uno del otro. En última instancia, las ordenanzas metropolitanas trataron de impedir el emplazamiento en las colonias de la producción de tejidos finos y de alta calidad, los cuales no competían con los tejidos de baja calidad que se fabricaban en la mayoría de los obrajes andinos.

Paul Gootenberg, SUNY-Stony Brook (New York, E.E.U.U.)

(pgootenberg ccmail.sunysb.edu) This was Font/Pilch 1,10 - On.

Primero, aplaudo el valor de Enrique T ande ter por haber sacado a luz campos tan dispersos de información económica y social (en momentos en los que el atractivo de este difícil tipo de trabajo está desapareciendo rápidamente, por lo menos en el Norte). Aunque es lamentable, puesto que el apremio de incluir varias "post-" tendencias im­plica, erróneamente, que nuestro conocimiento de "pre" campos (como la demografía histórica) está, de alguna manera, agotado o cerrado. En realidad lo que ocurre es que los problemas fundamentales están resueltos a medias -y muchas veces apenas enunciados- como, por ejemplo, las tendencias de población del período colonial tardío.

Como tímido especialista que soy del siglo XIX (y más aún tratándose del Perú), estoy impresiona­do de lo poco que se sabe sobre demografía y economía del siglo XVill. El campo parece tan fragmentado, más aún cuando se le compara con el vasto panorama que ofrece el caso de México borbónico (con generalizaciones globales e in­formación difundida por investigadores como Florescano, Coatsworth, Gardner). Es frecuente que los historiadores de la República tengan la sensación que los especialistas coloniales, dotados de un Estado "más fuerte" ( o por lo menos dotado de extractores y registradores españoles más ob­sesivos), inician su investigación con un mayor acopio de fuentes primarias -incluso en zonas donde el régimen hubiera caído en estado de debilitamento progresivo, declinación y fragmentación. Me apena por los amigos colonialistas pues esta convicción no encaja con los Andes, cuya historia está aún atravesada por misterios empíricos mayores. 1 (Por

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ejemplo Tandeter aborda temas como: ¿Cuándo comienza la recuperación de los grupos indígenas según las fuentes de información primaria occi­dental? ¿Hubo o no una depresión económica en los Andes durante el período borbónico?

Estoy deliberadamente poniendo énfasis en los contextos o agregados globales -macro- de indicadores básicos o hechos sociales tales como población, precios, producción. Estos podrían per­manecer ocultos o "silentes" debido a las heterogeneidades regionales, !lujos, y posibles lectura~ e identidades. Muchas investigaciones sobre los Andes, tanto por razones de interés global como local, se han concentrado en temas puntuales, cuanto más localizadas y más individualizadas, mejor...una tendencia (si nos permiten generalizar) que linda con un nuevo oscurantismo. Por el contrario, Tandeter es audaz precisamente por avanzar con firmeza -sin temores y aún impe­tuosamente- en un intento de delinear las conecciones entre los acontecimientos de la vida regional y las concepciones globales, las estructuras y el cambio.

Los problema~ de tales "heróicos" y grandes esfuerzos se presentan en dos sentidos (sin ahon­dar en los problemas minúsculos del complicado y cambiante análisis de Tandeter). Antes que nada, debo precisar que carecemos de elementos -así fueran poco fiables- que nos permitan precindir de este material del siglo XVIlI; éste es necesario aunque sea sólo como verificación de la simple realidad. El caso es que si bien tenemos a nuestro alcance una buena cantidad de precios para el siglo XVllI, no se han elaborado índices de precios adecuadamente calibrados o agregados. Los ar­chivos están llenos de una producción estadística amplia y sectorial; sin embargo, no tenemos una

También me pregunto por qué nuestras emergentes imágenes sobre México y los Andes difieren de esa manera: ¿Es que la fragmentación política tardía (y las nacionalidades) impide a los historiadores reali ­zar una globalización andina? ¿ O es que refleja el mayor alcance progresivo y la fue,La del Estado borbón, que simplemente dejó el material más centralizado, facilitando el manejo de la información a los historiadores? ¿O es que los especialistas en Andes distrajeron su atención (como sugiere Tandeter) hacia el álgido drama de la rebelión, si­tuación comparativamente opuesta a la que presen ­taba el inmutable campo mexicano del siglo XVill y la consiguiente imposibilidad de obtener datos de tipo seriales? Después de todo, aunque existe una ligera diferencia, las sociedades/identidades de las dos zonas no fueron tan diferentes.

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clara idea del (.,ecimiento o de la productividad general ni del producto nacional o general. Más aún, abundan los censos (aunque incompletos, defectuosos y de corte fiscal) e innumerables re­gistros parroquiales, pero los lineamientos de la demob'Tafía andina y su constitución étnica per­manecen grandemente desconocidos para el siglo XVlll. Disertaciones enteras son escritas (por lo menos en alemán) exponiendo los errores de los censos de la década de 1790, pero aún no se ha hecho nada por reajustarlos, por ofrecer cifras via­bles de magnitud colonial.

Sólo a modo de comparación -y sin ánimo triunfalista- tendremos en cuenta el siglo XIX, durante mucho tiempo considerado como una "edad oscura" andina. He agregado y construido dos cuerpos de largo aliento (el primero, un índice de precios genuino; el otro, una reconstrucción de los censos de población republicanos y de las nu­meraciones de "indios"). En un estudio anterior, Shane Hunt ofrece porcentajes de volúmenes de exportación e inclusive de PBI.2 Para mí el es­fuerw heróico de Tandeter clama por fundamen­tos y elementos comparables en el siglo XYill. Sin ellos, los lectores podrían tener una actitud escép­tica o, en algunos casos, llegar a sentirse perdidos por sus nóveles intentos de conectar y generalizar las tendencias de su información nueva, local y dispersa.

El segundo punto: aún s i hubi éramos mágicamente conjurado esas estadísticas globales de los Andes borbónicos3 , y hubiéramos creído en ellos, seguiríamos perplejos tratando de descifrar más relaciones analíticas o causales entre las va­riables aliterativas "población", "precio" y "pro­ducción". Una palabra de precaución: Estas re­laciones son multivariadas, multilaterales,

2 Paul Gootenbcrg, "Ca meros and Chuño: Price Lcvels in 19th -Ccntury Pcru ," Hispanic American Historical Rcvicw (70/1 ), 1990; "Population and Ethni c it y in Ear ly Republican Pcru: Sorne Rcvisions," Latin American Rcsearch Review (26/ 3, 199 1); el primero fue traduc ido al castellano (sin la información de los apéndices) en Economía (Lima, 1989); el último esta rá a su alcance en cual­quier momento gracias al IEP, por lo menos eso se me ha ofrecido!

3 Hoy existen modelos sofisticados de computadoras que calculan las tendencias demográficas en la his­toria de Latinoamérica. Para conocer un esfuerm pre -cibe rn ético, ver e l magnífico logro de Noble David Cook para el caso de los Andes del siglo XVI, Dcmographic Collapse: lndian Peru, 1520-1620 (Cambridge, 1981 ).

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Tandeter: Población y economía en los Andes

multiestratificadas . Para dar un ejemplo engaño­so, los niveles de precios aparentemente "estáticos" de los últimos años del siglo XVIll, que deberían reflejar la demanda de un pueblo o de una minería en depresión y de unos campesinos empobrecidos (como Tandeter propone) también podría repre­sentar exactamente lo opuesto -la existencia de tierra y recursos campesinos "extensivos" o aún ganancia desconocida en productividad o transac­ciones. Los cambios en los precios relativos -si se puede sugerir- también son difíciles de interpretar sin una teoría de precios. Y los vínculos posibles de cualquiera de estas cifras con los cambios de­mográficos globales deben estar más allá de meras conjeturas.

Para mí, Enrique Tandeter ha optado por las tareas estables, englobadoras y heróicas sobre las coquetas y fugazmente sexy. Esperamos que no tenga que hacerlo solo.

Carmen Beatriz LOZA Laboratoire de Démographie Historique,

Eco/e des Hautes Etudes en Sciences Sociales 54 bd. Raspail, 75005,

PARIS, FRANCIA

Noel BONNEU/L Institut National d'Etudes Démographiques

27 rue du Commandeur, 75014, PARIS, FRANCIA

El artículo de Enrique Tandeter -producto de una comunicación al Coloquio "El siglo XVill en los Andes" (Centro de Es tudios Regionales Andinos "Bartolomé de Las Casas", París, 1993)" es un balance de los trabajos más recientes sobre población y economía en los Andes en el siglo XVIII. El objetivo central del autor es doble: de una parte, ofrecer un balance de la producción en demografía histórica e historia económica de los Andes. Aprovechando una abundante literatura, Tandeter discute "algunos resultados" deteniéndose en aspectos que son propios del campo de sus in­vestigaciones históricas. El autor se basa en dos tipos de datos: los datos demográficos agregativos, provenientes de las escasas exploraciones de los registros parroquiales de la actual Bolivia (Jesús de Machaca, Sacaca y Acasio) y Pení (Y anque, Collaguas). Hay que notar que por el momento el análisis agregativo se ha impuesto al método no­minativo, presentándose como excepcionales las

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Estudios y Debates

incursiones hechas para Santa Ana de Ch.ipaya, en el actual altiplano boliviano (Castro Rovira, 1995)

Por otra parte, Tandeter ofrece resultados de la~ series de bautismos y sepulturas de dos parro­quias, ubicadas en el actual territorio de Bolivia: Sacaca y Acasio, de la mitad del siglo XVTI a principios del siglo XYill. Para apoyar la lectura de los registros, utiliza las series de diezmos y veintenas de Charcas y Chayanta (1671-1811). El par de parroquias señaladas formaban parte de la provincia de Chayanta en Charcas. Ese conjunto de información es utilizado para mostrar la articu­lación de datos demográficos y económicos. In­sistimos en la particularidad del ejemplo citado, pues sintetiza el conjunto de problemas que el autor ha encontrado a lo largo de su balance.

En general, hasta años pasados, el análisis de la población era subsidiario del estado y de la ca­lidad de las fuentes de que dispone el investiga­dor. Por ello, razonabamos en función de la cir­cunscripción religiosa de la~ parroquias. Tandeter procedió diferentemente. Partiendo de la informa­ción histórica sobre la organización sociopolítica constata que la población, desde tiempos antiguos, organiza su espacio a partir del llamado "doble domicilio". De hecho, los trabajos e tnográficos contemporáneos señalan la permanencia de una tal práctica. Esos dos elementos lo llevan a cambiar de escala de análisis. Así, establece una muestra que considera una población repartida en dos pa­rroquias situadas en medios ecológicos inversos y complementarios: Sacaca (3,600 m.s.n.m.) y Acasio (2,600 m.s.n.m.). De ahí, nuestro interés por discutir este caso significativo.

Para corroborar su análisis, señalaremos al­gunas orientaciones. Quizá permitan ellas sacar todavía más partido de los datos acumulados. Ello no significa que sean indispensables para la com­prensión de la población y de su economía. Sin perder de vista el ejemplo de Sacaca y Acasio, mencionaremos brevemente las posibilidades que ofrece el análisis de las fluctuaciones a corto y largo plazo. Luego plantearemos una sugerencia espe­cífica para reconstruir el pasado de la población de esas parroquias, considerando las particularidades de las fuentes.

l. Fluctuaciones de la población a corto plazo

El examen de las relaciones entre fluctuacio­nes económicas y demográficas en el corto plazo, son práctica usual en demografía histórica. Las técnicas estadísticas generales en demografía his­tórica son simples. Lo esencial es poseer las largas

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series de impuestos y el movimiento demográfico como en el caso del estudio presentado por Tandeter. La gran ventaja de trabajar en el corto plazo nos evita una dificultad mayor: nuestro desconocimiento de la población.

Por ello debemos eliminar la tendencia de la serie estudiada. Lizamos la serie original -utilizan­do una regresión no lineal o simplemente aplicando la media móvil. Sustraemos la serie lizada de la serie original, para obtener la serie de residuos, es decir la serie de fluctuaciones a corto plazo. Esta operación efectuada para las cuatro series demo­gráficas y las dos series de impuestos (veintenas y diezmos) propuesta por Tandeter nos dan: 6 series de fluctuaciones de corto plazo. El !izado está bien hecho, siempre y cuando las series obtenidas son estacionarias. Una serie X, es es tacionaria si la esperanza E(X,) y la variante V(X,) no dependen del tiempo. Para decidir si una serie es estacionaria o no, se recurre al test de Dickey-Fuller. También nos basamos en la observación del autoco ­rrélograma. Una vez las series estacionarias de residuos obtenidos, podremos establecer las rela­ciones de causalidad en el sentido estadístico: una serie temporal X1 causa una otra Y, si el conoci­miento de X, es de su pasado X,_p X, 2 etc., permi­tiéndonos proveer mejor Y,. En este punto de la explicación conviene preguntarse ¿por qué razón trabajar con estas series transformadas, es decir con los residuos de las series originales?

Partimos del supuesto que la población en el corto período se ha modificado muy poco, ya sea en su efectivo total, ya sea en su estructura por sexo y edad. De manera que las fluctuaciones del núme­ro de sepulturas reflejarán fielmente las de la ta..~a de mortalidad1 • En general, a simple vista, es di ­fícil probar algo sobre las fluctuaciones de una serie a otra. Particularmente, el efecto del precio de la alimentación puede extenderse sobre varios años. Además, cada serie puede vehicular los ecos de las fluctuaciones precedentes. Por ejemplo, después de una crisis de mortalidad, los individuos suscepti­bles de morir son inferiores en los años que siguen la crisis. Finalmente, las series demográficas pue­den estar afectadas por las fluctuaciones prove -

Relación de los decesos de una año a la población media de éste período y, más generalmente, relación de decesos de un período a un número correspon ­diente de personas-años durante el período. La tasa bruta de mortalidad, es influenciada por la estructura por edad de la población. Cf. Roland PRESSAT. Dictionnaire de Dómographie, Paris . Presses universitaries de F rance, 1979.

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nicntes de otras variables sin ninguna relación con el precio. Así, una fluctuación en las series de na­cimientos cambiará la proporción de niños de baja edad, en general sometidos a un riesgo superior a la media. En el estado actual de nuestros conoci­mientos, el análisis de series a corto plazo, todavía presenta varios inconvenientes (Cf. una discusión puntual sobre este tema en Bonneuil (1991). A pesar de ello las ventajas que nos ofrece justifican llevar a cabo este tipo de análisis (Lee 1981, 1990; Eckstein , Schultz y Wolpin 1985; Galloway 1988; Bonncuil y Pargucs 1990).

En los modelos de causalidad de corto plazo -elaborados por Lec (1981 )- cada valor de la serie de decesos o de nacimientos es explicado por los valores de las otras series, traduciendo las influen­cias económicas o climáticas. En el caso específico que discutimos -las parroquias de Acasio y Saca ca-, fo rmularíamos el principio siguiente: Consi­derando los 4 años de retrazo entre el impuesto P1

(veintenas y diezmos) y el número de decesos D, además de dos series estacionarias, Así:

4 D, = a + ¿ b,P, - k + e,

k=O

Según esta fó rmula: a es una costante; b, el coeficiente de regresión afectado al k re traz.o; t el año del calendario y finalmente e,es el término de error que puede ser autocorrelacionado. El efecto total de la variación de los impuestos es la suma del coefi ciente rctrazado. De la misma manera procedemos para los nacimientos:

4 4 N, =a+¿ a,P, - k + í:.JJ. D,- k + e,

k=O k=O

o sea, el estudio de las relaciones empíricas entre las fluctuaciones de corto plazo de los precios y de los movimientos demográficos permite compren­der la relación entre economía y demografía y también mirar los datos a la luz del modelo ex­plicativo propuesto por Malthus, hace dos siglos atrás, sobre las poblaciones europeas. Eventual­mente nos da la posibilidad de diferenciar entre un freno positivo (las epidemias, las hambrunas y la gente) y un freno preventivo (el retrazo en el ca­san1iento o la limitación de los nacimientos ) de la población.

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Tandeter: Población y economía en los Andes

2. Dinámica de la población a largo plazo

Se puede ampliar el estudio a corto plazo a partir de una reconstrucción que nos permita com­prender el mecanismo de evolución de la pobla­ción en el largo plazo. Durante los últimos veinte años se renovaron considerablemente los métodos. Esta tranformación se debe al interés por resolver el problema que nos plantea los datos agregados en la construcción del índice demográfico para co­nocer la fecundidad y la mortalidad en el largo período. Entre las diversas soluciones a esa difi­cultad, las más relevantes se apoyaron en técni­cas simples. Revisaremos las principales, hacien­do hincapié en las ventajas que compartan y refi­riendo sus limitaciones.

La proyección inversa (inverse projeclion) es una nueva técnica de reconstrucción del movi­miento de la población, la misma fue sistematizada por R. Lee ( 197 4b) en la década de los años setenta. Se caracteriza por emplear datos de tipo agregativo, no nominativos. Su objetivo principal es estimar el índice "demográficamente significativo" de tipo serial. Así, apoyándonos en esta técnica podemos analizar las lamas series de nacimientos y de decesos refiriéndonos obligatoriamente a un censo inicial.

La elaboración formal y metodológica de la proyección inversa, nos lleva a considerar la tabla de mortalidad tomada de una red tipo de un sólo paránletro. Para ilustrar mejor nuestra explicación nos apoyaremos en un ejemplo. Si consideramos la esperanza de vida al nacimiento e

0 obtenemos2

un conjunto de tablas de natalidad (las tablas de Lederman, 1969) cubriendo todos los casos obser­vados. Para mayor fineza, podemos obtener las tablas a dos entradas, pero entonces tenemos un paránletro más para la proyección inversa. Obte­nemos de esa manera, una red de tablas de un paránletro descrito por el paránletro e

0• Cuando se

tiene conocimiento de una parte de la pirámide de edades en un día del año 1, por ejemplo, el prinlero de enero, y, de otra parte, cuando se sabe el núme­ro total de decesos D, durante el año 1, del prinlero de enero al treinta y uno de diciembre, entonces, existe un sólo paránletro e/! tal que el número de muertos salidos de la piránlide de edades del pri­mero de enero, produce exactamente el número de

2 Según una tabla de mortalidad, es el número medio de años de vida de una persona tomada a partir del nacimiento. Cf para un documento de las fórmulas, Roland PRESSAT. op . c it ., Paris: Presscs Universitadcs de france, 1979, p. 66-67.

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decesos dados por D~ claro está, bajo las condi­ciones de natalidad descritas por e/1 . Los so­brevivientes en edad de un año o más al primero de enero del año /4/, vienen adjuntarse a los sobre­vivientes de los nacidos vivos en el curso del año 1 que constituyen el grupo de edad 0-1 año al primero de enero del año t+l. Suponemos que las migraciones son desatendidas. En ese caso, pode­mos reiterar el proceso del año 1+2 y continuar procediendo de la misma manera hasta el final de la serie disponible. Así, hemos obtenido:

- La serie anual de las condiciones de mor­talidad e 1,1 · la serie i:'nu~ de la pirámide de edades;

- un indicador de la fecundidad . Sea la tasa bruta de nacirnientos3 o en todo caso es más factible el índice general de Coale4

La formalización de esta técnica dio lugar a un software para microcomputadoras, pero también se ha generalizado en otros lenguajes de informá­tica, pues las posibilidades son sencillas y amplias. En efecto, su aplicación ha sido experimentada a partir de datos de América del Sur y de Europa. Así, R. McCaaen H. Pérez Brignoli (1989, 1989b), produjeron un "paquete" que sistematiza esta técnica, conocida bajo el nombre de Populate. El mismo sirvió para tratar los datos de la población de Chile de 1855 a 1964. Los resultados de esta experiencia son ejemplares para verificar sus po­sibilidades metodológicas y su validación (McCaa, Pérez-Brignoli, 1989a). En cambio, los demógrafos historiadores italianos han optado generalizar esta técnica -a partir del programa en lenguaje "fortran"­para conocer la distribución de los decesos según los grandes grupos de edades (Breschi 1991 ). Sin

3 La tasa de natalidad es sinónimo de la tasa bruta de natalidad , la misma, refiere la razón de los nacidos vivos en un año a la población =dia de este año y, más generalmente, a la razón de nacidos vivos de un período al número correspondiente de personas-años durante el período. Como lo señala Pressat, tasa de natalidad es sinónimo de la tasa bruta de natalidad, en razón de la existencia del término fecundidad. Pero, éste autor nos advierte que no debemos emplear la expresión "tasa de natalidad por edad". Cf. Roland PRESSA T, op. cit., 246 y 263.

4 Es la razón del número de nacimientos obseivados del número de nacimientos que tendrían lugar, si las mujeres tendrían una fecundidad de referencia se­mejante a la de los Numeritos. Remarquemos que éste índice es mejor porque permite examinar ...... de la estructura por edad.

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lugar a dudas, la utilización más sistemática cons­tituye la reconstrucción de la población para el conjunto de la región italiana entre 1862 y 1911 (Breschi, Pozzi, Renaroli 1994; Del Pan ta 1994 ), además del análisis de casos específicos a partir de 1750, apoyados en series representativas, como la Toscana, célebre ejemplo italiano (Breschi 1990).

La retro-proyección (back projection) es un método que tiene como obJetivo remontar en el pasado, partiendo de un censo terminal, apoyado en las series de bautizos y de defunciones. A prin­cipios de los años ochenta, Wrigley y Schofield (1981) publican un trabajo innovador desarrollan­do este método e ilustrando, reconstruyendo histó­ricamente una población inglesa. Disponen efecti­vamente de un censo terminal y de series de bau­tizos y defunciones de 1541 a 1871. Sin embargo, el método comportaba fallas (Lee 1992; Bonneuil 1993). Oeppen (1992) también los señaló.

La proyección inversa generalizada (genera­lizad inverse projection) es una técnica destinada a resolver los problemas y defectos del procedi­miento utili zado por la retro-proyección, ante­riormente señalada. Esta proposición de Oeppen -en el ámbito del proyecto sobre la reconstrucción de la población inglesa- parte del pa,ado en di­rección del tiempo más reciente, apoyándose en un censo terminal. El desarrollo metodológico se revela efectivo considerando el cuadro de las hi­pótesis que señala (Breschi 1989). Quizá la demo ­grafía histórica andina pueda sacar provecho de esta técnica, si considerarnos la calidad de los datos a partir de algunos inventarios generales de los re­gistros parroquiales. Es un aspecto que deberíamos discutir a partir de un balance general de las series disponibles de las parroquias andinas y de la, series de padrones de contribuyentes indígenas (algunos pueblos presentan buenas series quinquenales).

Hasta ahora es necesario contar con un censo, sea inicial o terminal. No obstante, en la práctica tropezarnos con la carencia de censos, convir­tiéndose en uno de los problemas más frecuentes para el traba jo con series históricas del pasado de las poblaciones. A esta dificultad, se añaden las omisiones en los registros de los efectivos, parti­cularmente en los decesos, aspecto que puede al­terar eventualmente los resultados. Al respecto, la técnica desarrollada ¡x>r Bonneuil puede servir para resolver ese problema recurrente. Esta técnica, denominada proyección de la tendencia (trend projection) es una variante de la proyección inversa. La hipótesis central reside en una "alerta" conti ­nuidad en la presión para restituir la regularidad de la tendencia de la mortalidad.

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Al establecer este sucinto panorama de las técnicas y métodos para la reconstrucción de la población del pasado en el largo período, verifica­mos que efectivamente es necesario un aparato técnico complejo. Esta orientación establece, por su parte, la diferencia esencial con el estudio en el corto plazo. La recompensa a ese esfuerzo inver­tido es la obtención de resultados sólidos, como lo muestra la demografía europea. Es posible entonces calcular un indicador de la mortalidad y la espe­ranza de vida al nacer y también, un indicador de fecundidad, si se postula una distribución de las tasas por edad o de las tasas de Coale -siempre y cuando postulemos una distribución por edad de la fecundidad. Este último indicador puede ser más utilizado que la tasa de natalidad, o la tasa neta de reproducción.

En caso de una reconstrucción llevada a cabo de manera correcta, las relaciones entre economía y demografía aparecen de manera má~ neta. Por ejemplo, Bonneuil (1990) apoyándose sobre la teoría de los sistemas dinámicos saca a luz dos regímenes de fecundidad dominantes: grado de crisis de mortalidad y acceso a las tierras de los recién casados. Un modelo explicativo minimi­zando la regulación territorial se adapta bien a los datos reconstruídos y produce una serie de ma­trimonios muy próximos de la serie observada, independientemente del modelo.

J. Tratamiento de las lagunas en las series de registros parroquiales

El panorama de métodos y técnicas señaladas, aparentemente, pueden ser utilizados en el caso de la población de los Andes. Los resultados de las exploraciones realizadas hasta el momento en base a los registros de parroquias de los siglos XVII y XVILI abren perspectivas para una experimenta­ción. Y particularmente los casos que estudia Tandeter.

Una primera constatación se impone: los re­gistros parroquiales son tenidos y conservados de manera desigual en las dos parroquias, factor que debemos considerar seriamente. Así, para Acasio, contarnos con registros más completos que para Sacaca (véase el gráfico Nº 2). De hecho la gran dificultad de esta pareja de series reside en la ausencia de registros de entierros para Sacaca a lo largo de casi cuarenta años (gráfico Nº 1 ). Apoya­dos únicamente en la lectura de artículos y las curvas de los entierros y bautizos en las parroquias mencionadas, nos atrevemos a hacer una sugeren­cia a Tandeter, cuyas consecuencia~ no podemos

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Tandeter: Población y economía en los Andes

medir porque no disponemos de los datos cifrados indispensables a su experimento.

Podríamos construir un modelo de serie tem­poral que proporcione el número de nacimientos de Sacaca antes de la importante laguna en los registros de 1708(?). La reconstrucción se haría en función de los entierros de 1690 hasta 1 708 y los nacimientos de Acasio de 1690 hasta 1708. Utilisaríamos ese modelo para una primera pro­yección de los nacimientos en Sacaca según el período de datos faltantes. Simétricamente, po­dríamos construir un modelo similar de 1786 hasta 1742 (última laguna de los registros), a partir del cual, vamos en dirección del pasado prediciendo el número de nacimientos en Sacaca, en función de los entierros en Sacaca y de los nacimientos en Acasio. Proyectaríamos sobre el período faltante, a partir del cual estaríamos yendo en el otro sen­tido del tiempo. Tendríamos de aquí en adelante, dos series predictivas del número de nacimientos en Sacaca en el período faltante. En ese caso, sería suficiente utilizar una media ponderada de esas dos series. Es decir, cuanto más próximos estaríamos de 1708, más confiaríamos en la proyección del futuro de 1742. En consecuencia, apoyados en el modelo señalado llenaríamos las lagunas en los registros, de la misma manera las otras lagunas que aparecen más lejos y que son de menor duración. Por último, reconstruiríamos la población de Sacaca y veríamos si los resultados son satisfactorios.

4. Conclusión

El estudio de Tandeter puede enriquecerse a través de un análisis de las fluctuaciones a corto plazo y con una reconstrucción de la población. Ambas posibilidades, abrirían una vía para una comprensión de las relaciones entre demografía y economía, quizá de más brío, en el corto como en el mediano plazo. Los métodos y las técnicas que mencionamos sin ser triviales, son accesibles. Las mismas han servido para llegar a resultados sólidos. Ojal_á Tandeter saque provecho de estas suge­rencias.

Su estudio ofrece una característica suplemen­taria importante para los demógrafos historiado­res. El hecho de tener los registros de dos parro­quias de la misma población que opera entre dos espacios geográficos próximos Sacaca y Acasio, puede producir un efecto de plusvalía para la comprensión de la racionalidad del comportamiento de la población andina. Sería posible ver una covariación del grado de dependencia en el tiempo. Podríamos también ver, si los efectos de series

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Estudios y Debates

exógenas son coherentes de una región a otra, lo que aportaría una caución al con junto del modelo, sobre todo para comprender mejor el sistema de la economía de la población en tierras andinas en el período colonial.

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3. Estudios en base a la retro-proyección (back projection)

BRESCI-Il, M. 1989 "Due tecniche di recostruzione

agregativa I'inverse projection e la back projection", Bolletino di demografía storica, 8.

BONNEUIL, N. 1992 "Non identifiabilité et cohérence

démographique de la rétro-projection", Modeles de la démographie historique, (Congres et colloques, N2 11). ed. A. Blum, N . Bonneuil, D. Blanchet, Paris: Institut national d'études démographiques, p. 99-107.

LEE, R. 1985a "Inverse Projection and Back projection:

A critica] appraisal, and comparative results for England, 1539 to 1871". Population Studies, 39 (july).

WRIGLEY, E.A., SCHOFIELD, R.S. 1981 The population history of England

1541-187. A reconstruction. London: Edward Amold.

4. Estudios en base a la proyección inversa generalizada (generaüzed in verse projection).

OEPPEN, J. 1992 "La projection inverse généraliséee et

Je probléme des crisis de mortalité". Modeles de la démographie historique, (Congres et colloques, Nº 11). ed. A. Blum, N . Bonneuil, D. Blanchet, Paris: Inslitut national d 'études démographiques, p. 109-128,

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Estudios y Debates

S. Estudios en base a la proyección de la ten­dencia (trend projectwn)

BIRABEN, J. N., BONNEUIL, N. 1986 "Population et économie en pays de Caux

aux XVIeetXVIle siécles". Population, 6:937-960.

BONNEUIL, N. 1993 "The trend projection applied to

England", Old and new methods in historical demography, David S. Reher, Roger Schofield, Oxford-New York: Clarendon Press, Oxford University Press.

1990 'íurbulent dynarnics in a 17th century population, Mathematical population studies, vol. 2/4, 289-311.

Juan J. R. Villarías Robles Centro de Estudios Históricos

C.S.l.C., Madrid, España

Tiene la gran virtud el artículo de Tandeter de ofrecer una síntesis, de fácil lectura a la vez que consistente, de las contribuciones más significati­vas de la historiografía de los últimos quince años sobre la economía y la sociedad del siglo xvm en los Andes. Esto es muy de agradecer por los que trabajarnos en otros períodos o ámbitos y que, por ello, no podemos seguir de cerca el desarrollo in­telectual que afecta a esos otros temas directamente.

Si hay un sucinto denominador común de la historiografía hecha desde 1980 sobre el siglo XVIIl en los Andes, ese es el de poner definitiva­mente en entredicho la opinión de J. Rowe en su estudio de 1954 de la rebelión de Túpac Amaru Il, apoyado después por otros autores, como G. Cés­pedes y O. Febres Villarroel, de que "el siglo XVill en el Perú se caracteriza por una contínua dismi­nución de la población indígena y el empobreci­miento progresivo de todo el país". Tandeter desea sólo exponer y reflexionar sobre algunos de los datos que contradicen esta opinión, "sin esperar a ofrecer una visión global acabada de la población y economía del siglo XVill andino ... Desde luego, el artículo es demasiado breve para eso; no obstante, el autor sí propone una hipótesis de gran calado en

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él, aunque espera al final del todo para hacerlo. Esta hipótesis es que, a fin de cuentas, es cieno que hubo crisis en el siglo XVIII, pero no fue de población ni de producción, que aumentaron, sino de "renta­bilidad empresarial" y "bienestar de las comunida­des indígenas": la primera motivada por un ritmo de crecimiento de la demanda interna efectiva in­ferior al de población, la segunda por una sucesión de desastres naturales (como la epidemia de 1719-1721 o la segunda de 1724) agravados por un au­mento de las exacciones del régimen colonial -la más notoria de las cuales fue la del reparto forzoso de mercancías- que fueron a su vez factores de esa debilidad de la demanda interna.

Al descubrirla con sorpresa al final del anícu­lo, esta hipótesis sin duda obligará al lector a releer con mayor detenimiento los datos sobre los que se basa, pues algunos de ellos no conducen directa­mente a los estados de las variables que la hipótesis contiene. Es lo que ocurre, por ejemplo, con las series de diezmos y veintenas, con las que Tandeter intenta reconstruir la tendencia de la producción agraria; o lo que ocurre con los datos de precios, de los que el autor extrae conclusiones sobre la evolución de la demanda interna.

Así, si la parte dedicada al movimiento de la población nos parece la más solida del anículo (el mismo Tandeter sugiere que este tema es el que ha gozado de más y mejores estudios en las últimas décadas), la dedicada a la producción, especial­mente la producción agraria, por el contrario, nos parece poco convincente; sin embargo, nos gustaría estar convencidos de lo que el autor pretende, pues queremos creer que, en efecto, esta producción tendió a aumentar significativamente y de manera sostenida -con las fluctuaciones de rigor en el cono plazo- a lo largo del siglo. El problema que adver­timos es metodológico, y es que no nos parece que la evolución de diezmos y veintenas, que Tandeter tanto destaca, sea un indicador fiable de aquélla. (Dejarnos al margen el caso de los novenos reales de producción en Arequipa; no conocemos este trabajo y Tandeter sólo hace referencia a sus conclusiones). Los diezmos y veintenas no vienen dados en los registros en medidas de producción, sino en valores, con los cuales se pueden elaborar series cronológicas -si la documentación lo permite­para estudiar tendencias a largo plazo. El lector, especialmente el lector no especialista, debe tener en cuenta que esto es lo que muestra realmente Tandeter en sus gráficos 3 y 4 para ocho doctrinas de Chayanta y el arzobispado de Charcas. Aun deflaccionadas con arreglo a los precios agrícolas de Potosí (sobre esto volveremos después), se trata

Revista Andina, Año 13

de magnitudes que sólo permiten sin dificultad calcular el monto del valor de las cosechas de las que formaron parte, no su volumen; y eso con la condición de que el diezmo y la veintena fueran todavía en el siglo xvrn lo que su nombre sugiere y no sendos impuestos directos sustantivados ( de­pendientes de las relaciones de explotación antes que del valor de la producción), llamados enton­ces así sólo por razones etimológicas.

La reconstrucción que hace del comporta­miento de la demanda efectiva interna, todavía más importante para su hipótesis, adolece del mismo problema. Tras aceptar las cifras de precios ofrecidas por autores como L. M. Glave y M. l. Remy, M. Haitin, B. Larson, y él mismo en co­laboración con N. Wachtel, entre otros, que su­gieren una tendencia al estancamiento, incluso a la baja (en estudios que Tandeter reconoce que son todavía escasos, y "con mayor o menor pre­cisión cuantitativa"), el autor interpreta este fe­nómeno como que la demanda interna no aumenta al mismo ritmo en que lo hizo la población. Pero veamos lo justificadas que son sus razones para pensar así.

Por lo que se refiere a la demanda en las ciudades, alimentada principalmente por la pro­ducción de plata y los sectores ligados estrecha­mente a ella, la historiografía más reciente parece no ofrecer dudas sobre una recuperación que no se produjo antes de mediados de siglo; cuando fi­nalmente lo hizo, Tandeter apunta que "su papel dinamizador..." fue muy limitado". Escribe esto porque la recuperación de la población en las ciudades, especialmente en Potosí, no se produjo al mismo ritmo ni al mismo tiempo. Pero cabe preguntarse: ¿fue esto tan decisivo como para causar un ritmo bajo de c.,Tecimiento en la demanda? Teóricamente al menos, se puede dar un aumento significativo de la demanda en condiciones de estancamiento de la población si, por la razón que fuere, se produce un aumento de rentas y/o bene­ficios. Tandeter puede haber dado al ritmo de crecimiento teniendo en cuenta que él mismo re­conoce que, en Potosí, la producción aumentó mucho más que la población -ésta de hecho no se recuperó hasta después de 1780-, lo que pudo conseguirse "gracias al aumento de la producti­vidad del trabajo forzado, sin expansión de la fuena de trabajo minera".

Otro dato que sugiere un aumento general de beneficios es la misma serie de valores reales de diezmos y veintenas, obtenida al cotejar los valo­res nominales con los precios agrícolas de Potosí, que muestra un alza sostenida entre 1720 y 1780.

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Tandeter: Población y economía en los Andes

Está además el papel jugado por la demanda exterior. Tandeter la excluye del análisis por que­rer circunscribir éste al mercado interno; pero, al hacer esto, nos ha quedado la duda de si excluyó también la demanda de productos de la tierra causada por los ingresos de la exportación a Es­paña, especialmente de plata. Sólo un saldo equilibrado o negativo de la balanza comercial justificaría la exclusión, pero T andeter no menciona este dato. Para después de 1780, con la recuperación definitiva de la población iniciada en Potos~ el autor pinta un cuadro económico en alza; sin embargo, los datos que ofrece no impiden pensar que tal cuadro pudo haber existido ya en las décadas anteriores, aunque seguramente sin llegar en ningún caso a las magnitudes de la Edad de Oro de la producción minera y de Potosí en el período co­lonial, entre 1570 y 1650.

La demanda procedente de las haciendas y los obrajes sería directamente proporcional a la del sector minero: alza en esa Edad de Oro, seguida por una contracción entre 1650 y 1750, seguida por una lenta pero sostenida recuperación en la segunda mitad del siglo XVIII. Tandeter cita la obra de H. S. Klein para recordamos este movi­miento paralelo de ambas variables, aunque no lo cita para algo que Klein también muestra y que creemos refuerza considerablemente el poder heurístico de ese movimiento: que el estado de salud económico y político de las comunidades indígenas (la tercera fuente de demanda considerada por Tandeter) tuvo la vicisitud histórica inversa, por una clara relación de causa a efecto; las buenas épocas de la producción minera y de las haciendas y obrajes son los períodos negros de las comuni­dades, y viceversa.

Las cifras de población indígena que ofrece Tandeter apoyan esta tesis; la tendencia al alza a largo plazo está sólo interrumpida por la epidemia de 1719-1721 y la sequía de 1724. Pero una cosa es el aumento de la población y otra muy distinta su bienestar material; por eso el autor concede una gran importancia a los posibles efectos económi­cos a largo plazo de estos desastres (en particular, la venta a hacendados de tierras sobrantes por la caída de la población activa) y apunta al agravamiento que debieron significar las nuevas exacciones fiscales en la segunda mitad de siglo, como los repartimientos de mercancías.

Es posible; pero Tandeter no ofrece datos con­cretos que permitan concluir, a partir de las catás­trofes de 1719-1724, un empobrecimiento general y sostenido de las comunidades que actuaran como freno al desarrollo general a lo largo del siglo. Y

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Estudios y Debates

aceptando el aumento de cargas que supusieron las nuevas exacciones, éstas pudieron no haber actua­do sobre condiciones de penuria, antes al contra­rio; las nuevas cargas se explicarían mejor así, junto con otros factores. Como ya planteara Klein, ni la producción minera ni las haciendas, a pesar de su recuperación en la segunda mitad de siglo, vol­verían a ser para las comunidades, hasta bien en­trado el siglo XIX, la amenaza que fueron en otro tiempo. Uno desearía saber entonces algo de los aspectos no mercantiles de la vida económica de las comunidades (los intercambios de trabajo intra e inter-comunitario, la producción destinada al autoconsumo o a sostener las relaciones sociales con las comunidades vecinas, los mecanismos de redistribución y sus efectos, etc.) que pudieron tener un gran dinamismo a lo largo de todo el intervalo entre la~ edades de oro de Potosí. Habría que tener en cuenta además que las buenas condiciones de las comunidades serían asimismo el resultado de la legislación del régimen borbónico hasta la re­belión de Túpac Amaru II, que pretendía proteger su status político y hacer de sus miembros otros

RESPUESTA Enrique Tandeter

Departamento de Historia Facultad de Filosofía y Letras

Universidad de Buenos Aires Puán 480, P piso

1406 Buenos Aires, Argentina Fax (54-1) 432-0121

E-mail: rptandet@criba_edu.ar

La media docena de comentaristas que han tenido la gentileza de responder positivamente a la propuesta de la Revista Andina para discutir mi trabajo se destacan por la gran heterogeneidad de sus especializaciones e intereses. Por ello, mis comentarios, junto con mi agradecimiento, debe­rán dirigirse a cada uno individualmente.

Paul Gootenberg se sorprende, con razón, de lo poco que se sabe sobre la demografía y la economía del siglo XVIII en los Andes, en parti­cular si establecemos la comparación con el México borbónico. En una nota a pie de página plantea dos posibles explicaciones para ese contraste. La pri­mera se refiere a la fragmentación nacional poste­rior a la independencia en los paises andinos, y la

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tantos consumidores de los productos de la metró­poli. Pero Tandeter ni siquiera se plantea esto, al ceñir el contenido del artículo al ámbito de la más estricta mercantilización.

Creemos, en definitiva, que es posible una interpretación distinta a la que él ofrece. La pro­ducción, tanto la minera como la agrícola, pudo crecer sostenidamente más que la población a lo largo de todo el período. Sería ésta la razón de la tendencia de los precios a la baja, no un ritmo débil de la demanda interna causada por rendimientos dec.,Tecientes en las ciudades y un empobrecimiento de las comunidades debido a las nuevas imposi­ciones coloniales.

Este escenario general económicamente posi­tivo, sobre el que se ejercería la nueva presión sobre los indígenas, creemos que constituiría un trasfondo más probable que el de unas condiciones de de­presión para entender la gran rebelión de 1780-1781. No sería entonces ni mucho menos el único caso histórico en que una situación de crecimiento económico coincide, en apariencia paradójica­mente, con una aguda crisis político-social.

segunda a la mayor centralización del gobierno virreinal mexicano. En ambos casos se trata de fenómenos históricos con irnplicancias tanto para la producción como para la conservación de ma­teriales utilizables en estimaciones globales. Sin embargo, reitero mi preferencia por explicaciones que apunten a las orientaciones de los historiadores antes que a las disponibilidades documentales. En el artículo subrayó los efectos negativos que ha~ta hace un par de década~ tenía la concentración ca~i exclusiva de las investigaciones en temáticas li­gadas directamente con el ciclo de las grandes rebeliones indígenas. Pero la situación en los úl­timos quince años, que es cuando se abre de verdad el abismo que hoy separa a la historiografía colonial mexicanista de la andina en las cuestiones de población y economía, debería atribuirse a las tentaciones de la moda a las que también alude Gootenberg. Me parece que en el caso andino de estos años no se trató de la división tajante que él observa hoy en su propio país entre lo "pre" y lo "post", sino más bien de un interés casi exclusivo, y no siempre bien digerido, por las temáticas pro­pias de la "tercera generación" de Annales (his­toria de las mentalidades, cuantificación aplicada a la historia de la cultura, antropología histórica,

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etc.).' En todo caso, el resultado es igualmente negativo para un campo que, y ésta es otra dife­rencia respecto del mexicanismo a uno y otro lado del Río Grande, no crece numéricamente.

Con el ejemplo de la historiografía mexicana, y con el más reciente de sus dos artículos funda­mentales sobre la población y los precios en el Pení del siglo XIX, Gootenberg nos alienta a seguir en la brecha en dirección a la elaboración de índices y es timaciones globales sobre población, precios, producto y productividad. Comparto plenamente el sentido de esa incitación, así como su caveat acerca de la necesidad de la teoría y, muy en espe­cial, su llamado a que la tarea sea asumida por más de uno de nosotros.2

Carmen Beatriz Loza y Noel Bonneuil toman el relevo de Gootenberg señalando con gran sol­vencia y precisión los caminos posibles para avanzar tanto en la globalización de las estima­ciones relativas a la población, fundamentalmente a partir de los registros parroquiales, como en el estudio de la relación entre las fluctuaciones eco­nómicas y demográficas a corto plazo. Magdalena C. Chocano Mena introduce una perspectiva dife­rente, y complementaria, al observar que mientras los avances má5 significativos de los últimos años en nuestro campo se han dado a través de monografías regionales, para el futuro "El creciente refinamiento en la formulación de hipótesis sobre las crisis del siglo xvm parece depender de una utilización rigurosa del nivel local (pueblos, parro­quias, caseríos) para discernir tendencia5 econó­mica5 y demográficas". El problema radica, preci­samente, en definir ese "rigor" a fin de evitar el

Peter Bu rice, La revolución historiográfica france­sa . La Escuela de los !\nnales: 1929-1989 (Barcelona, 1993).

2 A propósito de los índices de precios agregados y ponderados qui siera llamar la atención sobre un ar­tículo en el que presentamos uno para el conjunto de las mercancías que entraron a Potosí entre 1780 y 181 O y pagaron alcabala. El índice tiene el doble interés de haber utili 1..ado como criterio de pondera­ción los pesos relativos de las mercancías en las transacciones efectivamente registradas, a,í como la alta correlación que se pudo comprobar entre algu­nos de sus componentes y las series de precios ela­borados antes a partir de fuentes conventuales. Cf. Luis Acosta, Yilma Milletich y Enrique Tandeter, "El comercio de efectos de la tierra en Potosí, 1780-1810" en : Rolando Avila, Inés Herrera y Rina Ortíz (comps.) Minería colonial latinoamericana . Prime­ra Reunión de H istoriadores de la Minería Laúnoa­mericana (1) (México, 1992), pp. 137-153.

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Tandeter: Población y economía en los Andes

acopio a veces errático" de información particularista al que nos referíamos en nuestro tra­bajo. La comentarista señala con justicia la "au­sencia [ en mi artículo, En de referencias a la evo­lución de lo sistemas laborales durante el siglo XVID". Si bien mi propia investigación sobre la minería se ha ocupado extensamente del tema, es verdad que la literatura sobre las haciendas andinas dice muy poco sobre el mismo y de allí la limita­ción de mi trabajo en este aspecto.3

Neus Escandell-Tur, por su parte, defiende la necesidad de "nuevas monografías sectoriales y regionales" y prueba brillantemente el argumento con el resumen de sus investigaciones sobre la manufactura textil cusqueña. Su texto, aunque breve, contribuye a desmontar varios de los su­puestos que subyacen en las referencias aún habi­tuales a la "crisis global" del siglo xvm, y por allí confluye con nuestras preocupaciones. En sus señalamientos acerca de la continuada actividad de la gran mayoría de los obrajes cusqueños, la comentarista se refiere al peso abrumador de esa producción textil en el mercado potosino finisecular. Para ello utiliza un artículo nuestro acerca de las importaciones a Potosí en 1793, y lo complementa con datos propios para 1805. Creo oportuno destacar que ya se encuentran publicados los datos de importaciones a Potosí para el conjunto del período 1780-1810, los que permiten reforzar aún más sus conclusiones.4

Gaston Arduz Eguía ofrece una lectura del artículo en conexión con algunos de mis trabajos previos, y agrega informaciones de interés sobre los factores de crecimiento de la minería tanto potosina como bajoperuana.

Finalmente, Juan J. R. Villarías Robles es quien plantea la actitud más crítica frente a mi trabajo. Debo confesar que su comentario me pone en una situación incómoda. Mi artículo consiste en una lectura y rcinterpretación de trabajos recientes, incluyendo algunos míos. La única evidencia que agrego se refiere a las veintenas de Chayanta y a

3 Respecto de la participación indígena en los merca­dos coloniales durante el siglo xvm debo remitir a varios trabajos incluídos en Olivia Harris, Brooke Larson y Enrique Tandeter (comps.), Participación indígena en los mercados surandinos. Estrategias y reproducción social siglos XVI-XX (La Paz, 1987).

4 E. Tandeter, Yilma Milletich y Roberto Schmit, "~lujos mercantiles en el Potosí colonial tardío", Anuario !RHS, 9 (Tandil, Universidad Nacional del Centro, 1994), pp. 97-126; cf también art. cit. en nota l.

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Estudios y Debates

los bautismos y entierros de Sacaca y Acasio (cf. gráficos de 1 a 4). Por tanto, mi texto descansa en una lectura de la historiografía andina de la que extraigo elementos pertinentes para la discusión de mi hipótesis. Pero, por supuesto, en la elabora­ción de mi texto, como creo hacen los historiadores responsables, busqué compatibilizar al máximo la arbitrariedad de mi selección con el conjunto de los aportes de la historiografía andina. Sólo al fi­nal de esas operaciones historiográficas me atreví a formular una interpretación sobre la población y la economía de los Andes en el siglo XVIII. Villarías Robles procede de muy distinta manera. El lee la evidencia resumida en mi artículo y ofre­ce una interpretación alternativa global según la cual el comportamiento de los precios se habría debido a que la producción creció sostenidamente más que la población, en "una situación de creci­miento económico" que habría constituido un "escenario general económicamente positivo". Hasta aquí una operación perfectamente legítima. Pero me parece que falta el pa~o complementario e ineludible de preguntarse por el grado de com­patibilidad entre la interpretación y el conjunto de la historiografía sobre los Andes. O, dicho más

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franca y burdamente, hay que leer más. Propongo un sólo ejemplo. El comentari~ta dice

que no ofrezco "datos concretos" acerca del "em­pobrecimiento general y sostenido de las comuni­dades", y contrapone su peregrina idea de que las comunidades estaban en "buenas condiciones", como "resultado de la legislación del régimen borbónico hasta la rebelión de Túpac Amaru II, que pretendía proteger su status político y hacer de sus miembros otros tantos consumidores de los productos de la metrópoli". Con esa sola afirma­ción se tira por la borda toda la especificidad de la historia socio-política andina del siglo XVlII. Las investigaciones sobre las rebeliones han dificulta­do el desarrollo de los estudios de economía y población pero, finalmente, acumularon un cuerpo respetable de evidencias e interpretaciones sobre su objeto propio que no podemos ignorar tan im­punemente.

Agradezco a los editores de la Revista Andina la ocasión de estos comentarios, y a sus autores su participación. Creo que este intercambio servirá para ayudar en el objetivo original del artículo de estimular las investigaciones coloniales en demo­grafía y economía.

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