Poemas de Velarde

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Te honro en el espanto

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A un imposibleMe arrancare, mujer, el imposibleamor de melancolica plegaria,y aunque se quede el alma solitariahuira la fe de mi pasin risibleIre muy lejos de tu vista gratay moriras sin mi cario tierno,como en las noches del helado inviernose extingue la llorosa serenataentonces, al caer desfallecidocon el fardo de todos mis pesaresguardare los marchitos azahresentre los pliegues del nupcial vestido

PUREZALa pasin con que te adoro es la esplndida purezade las flores del altar, es el lnguido desmayo que domina a los amantes cuando sienten la cabezade la virgen desposada en su pecho descansar;la pasin con que te adoro es tan blanca como rayode la luna, que se mira en la vidriera atravesar.Son tan puros mis amores cual las ansias ignoradascon que besan a la espuma los nenfares del roal brillar entre el boscaje las lucirnagas doradas;las ternuras que te guardo no se han muerto con el fro:son las nicas ternuras que han quedado inmaculadasen el fondo cenagoso de mi espritu sombro.Al sentir que vuela a ti mi fe ltima de niote consagro la sublime floracin de mi carioporque brillas con fulgores de divina refulgenciaen las sombras impalpables que han envuelto mi existenciacual destello cintilante de las luces de algn astroo cual ntida blancura de una estatua de alabastro.He mirado indiferente el amor de otras mujeresporque slo t no dejas el hasto de los placeres,porque slo a tu mirada temblorosa de pasinse arrodillan las ms puras ilusiones de mi infancia,y quisiera saturar el marchito coraznde tu alma de querube con la pdica fragancia.De mi alma contempl la blancura ya perdida,y al buscar amores castos por la senda del caminoslo t le respondiste al doliente peregrino,pues mi espritu manchado de tu espritu es hermano,y embalsama tu pureza los dolores de mi vidacual perfuma la azucena el ambiente del pantano.Fe levantas, sueo de oro, en mi alma que te espera,cual se aleja en las maanas de los das la primavera,cuando trinan las calandrias en las verdes enramadasla plegaria gemebunda de los bronces del santuario,cual la hostia se levanta en las ondas azuladasde los crculos ligeros que despide el incensario.a una palidaVos una claridad y yo una sombraE. ROSTANDDama de las eternas palideces,con tu mirar tranquilo me pareces,irradiando destellos de purezael hada del pas de la tristeza.Eres la imagen del dolor que implora,y por eso mi pecho que te adora,al mirar tu expresin contemplativate juzga una madona pensativa.T despertaste mi pasin temprana, y de mi juventud en la maana como un ensueo bondadoso fuisteregando flores en mi senda triste.njame la caricia de tu manoy tus ojos que buscan el arcanobenme con tu luz, mientras me abismoen sueos de inefable misticismo.Pero ay! que no podr mi idolatratener la suerte de llamarte ma,y seguir tu amor a los reflejosde una esperanza que me mira lejos.Mas nunca te dar la despedida,que en el rudo combate de la vidame quedar, si tu cario pierdo,la amorosa penumbra del recuerdo.promesa

Oh novia imposible,tan casta y hermosa, tan pura y tan buena,que tarde por tardeen la muda ventana me esperasy envejeces ansiando que prontotermine mi ausencia,me vers cuando pasen los aos,retornar por la mustia vereday con inquietudesllamar a tu puerta;que en la austera quietud de tu alcobadonde todas las cosas conversande escenas pasadas,de dichas pretritas,hallarn sempiterno reposomis fnebres penas;y tus manos surcadas de arrugasme darn las caricias postreras,caricias que sabena miel de tristeza,caricias que sabena miel de colmenas,pero no de colmenas sabrosasque gusta la vida cuando es primaverasino miel en que endulzan sus maleslas almas enfermascuando ya la existencia tramontay la noche eternade las decepcionessu abanico de sombras despliega,y el amor es tan slo un ocasode santas memorias, de ilusiones muertas.Oh novia imposible,tan pura y tan buena,en estos rengloneshallars mi sagrada promesade ir a tus brazosque amantes me esperan.Llegado a tus lares,al volver a la casa risueaen que envejeciendomeditas mi ausencia,ungirn las heridas de tu almamis frases ingenuasmis versos antiguos,al hablarte en la alcoba discretaque el dolor peculiar de otros dasen su ambiente amoroso conserva.

Volver... mas hoy no, que es precisodar tambin al cario una tregua,y por eso de todos mis lutosla cruz llevo a cuestassin que alumbre la luz de tus ojosmi rida senda.La sola venturaque en la va penosa me restaes creer que al llamar a tu casami mano de viejo que dbil golpea,no hallar a mi piadoso reclamocerradas las puertas.

No desmayes: espera y confa:que buscando la dicha perpetuade hospedar mi ternura en tu casame vers, apoyado en la reja,una tarde sombra de inviernoretornar por la mustia veredapara que se cumplala antigua promesa,y llena de canasla triste cabeza,llamar a tu alma,tocar a tu puerta.rosa misticaDel fondo de mi alma oscuravan hasta ti mis dolorescomo una sarta de floresen empobrecida blancura.Del ensueo a la luz pura,en capilla de colores,comulgu con tus amoresen un cliz de amargura.Al rer mis quince aosde los pesares huraos,tu amor imposible vinoa traerme la tristezadel monje que oculto rezaen el claustro capuchino.

La muerte ama con el vagoamor y las ansias purascon que ama las alburasde las estrellas, el lago.Del invierno al fro halago,en las gavetas oscurasbesan a las sepulturaslas flores del jaramago.Y con afn imposibleama la yedra flexible,en el clido misteriode las paredes ruinosas,las ramazones musgosasdel vetusto monasterio.

As tambin, alma ma,en una muerte profunda,de mi pasin moribunda,la yerta melancola.Te adoro en la sombranostalgia meditabundaque en el recuerdo se inundade tu pasada alegra.Se consume tu existenciacomo el dolor de una esencia;y en el litrgico llanto,como responso de muerte,tan solo puedo querertecon amor de camposanto.

Conservas, mustios despojosde la pretrita gracia,tus palideces de acaciay el carmn de tus sonrojos.Fui, al besar tus labios rojos,claveles de aristocracia,alumno de la desgraciaen la escuela de tus ojos.En el dulce misticismode un simblico bautismoinundaron mi cabezatus manos espiritualescon los divinos raudalesde tu inefable tristeza.FRAGMENTOLLUVIA eternacomo azotas el cristal de mi ventanasi parece que tus gotasson el llanto de una pena sobrehumanaPoema Tema Ii de Ramon Lopez Velarde

A fuerza de quererte me he convertido, Amor,en alma en pena.Por qu, Fuensanta ma, si mi pasin de ayer est ya muerta y en tu rostro se anuncian los estragosde la vejez temida que se acerca,tu boca es una invitacin al besocomo lo fue en lejanas primaveras?Es que mi desencanto nada puedecontra mi condicin de nima en penasi a pesar de tus prpados exangesy las blancuras de tu faz anmica,an se tien tus labioscon el color sangriento de las fresas.A fuerza de quererteme he convertido, Amor, en alma en pena,y en el candor anglico de tu almaser una sombra eterna

EN LAS TINIEBLAS HMEDAS

En las alas oscuras de la racha cortanteme das, al mismo tiempo, una pena y un goce:algo como la helada virtud de un seno blando,algo en que se confunden el cordial refrigerioy el glacial desamparo de un lecho de doncella.

He aqu que en la impensada tiniebla de la mudaciudad, eres un lampo ante las fauces lbregasde mi apetito: he aqu que en la hmeda tinieblade la lluvia, trasciendes a candor como un linorecin lavado, y hueles, como l, a cosa casa;he aqu que entre las sombras regando ests la esenciadel paoln de lgrimas de alguna buena novia.

Me embozo en la tupida oscuridad, y piensopara ti estos renglones, cuya rima recnditahas de advertir en una pronta adivinacinporque son como ptalos nocturnos, que te llevanun mensaje de un singular clarosfro;y en las tinieblas hmedas me recojo, y te mandoestas slabas frgiles, en tropel, como rfagade misterio, al umbral de tu espritu en vela.

Toda t te deshaces sobre m como unaescarcha, y el traslcido meteoro prolngasefuera del tiempo; y suenan tus palabras remotasdentro de m, con esa intensidad quimricade un reloj descompuesto que da horas y horasen una cmara destartalada...

LA TEJEDORA

Tarde de lluvia en que se agravanal par que una ntima tristezaun desdn manso de las cosasy una emocin sutil y contrita que reza.

Noble delicia desdearcon un desdn que no se mide,bajo el equvoco nublado:alba que se insina, tarde que se despide.

Slo t no eres desdeada,plida que al arrimo de la turbia vidriera,tejes en paz en la hora gristejiendo los minutos de inmemorial espera.

Llueve con quedo sonsonete,nos da el relmpago luz de oroy entra un suspiro, en vuelo de ave fragante y hmeda,a buscar tu regazo, que es refugio y decoro.

Oh, yo podra poner mis manossobre tus hombros de noviciay sacudirte en loco vrtigopor lograr que cayese sobre m tu caricia,cual se sacude el rbol prcer(que preside las gracias floridas de un vergel)por arrancarle la primiciade sus hojas provectas y sus frutos de miel!

Pero pareces balbucir,toda callada y elocuente:Soy un frgil otoo que teme maltratarsee infiltras una casta quietud convalecientey se te ama en una tutela suave y leal,como a una prvula enfermizahallada por el bosque un da de vendaval.

Tejedora: teje en tu hilola inercia de mi sueo y tu ilusin confiada;teje el silencio; teje la slaba medrosaque cruza nuestros labios y que no dice nada;teje la fluida voz del ngeluscon el crujido de las puertas;teje la sstole y la distolede los penados corazonesque en la penumbra estn alertas.

Divago entre quimeras difuntas y entre sueosnacientes, y propenso a un llanto sin motivo,voy, con el nima dispersaen el atardecer brumoso y efusivo,contemplndote, Amor, a travs de una nieblade psame, a travs de una cortina idealde lgrimas, en tanto que tejes dicha y lutoen un limbo sentimental.

Poema Da 13 de Ramon Lopez Velarde

Mi corazn retrgradoama desde hoy la temerosa fechaen que surgiste con aquel vestido de luto y aquel rostro de ebriedad.Da 13 en que el filo de tu rostrollevaba la embriaguez como un relmpagoy en que tus lgubres arreos dabanuna luz que cegaba al sol de agosto,as como se nubla el sol ficticioen las decoracionesde los Calvarios de los Viernes Santos.Por enlutada y ebria simulaste,en la supersticin de aquel domingo,una flgida cuenta de abaloriohumedecida en un licor letrgico.En qu embriaguez bogaban tus pupilaspara que as pudiesennarcotizarlo todo?Tu tinieblaguiaba mis latidos, cual guiabala columna de fuego al israelita.Adivinaba mi acucioso espritutus blancas y fulmneas paradojas:el centelleo de tus zapatillas,la llamarada de tu falda lgubre,el ltigo incisivo de tus cejasy el negro luminar de tus cabellos.Desde la fecha de supersticinen que colmaste el vaso de mi jbilo,mi corazn oscurantista clama a la buena bondad del mal agero,que si mi sal se riega, irn sus granostrazando en el mantel tus iniciales;y si estalla mi espejo en un gemido,fenecer diminutivamentecomo la desinencia de tu nombre.Supersticin, consrvame el radiosovrtigo del minuto perdurableen que su traje negro devorabala luz desprevenida del cnit,y en que su falda lgubre era un blidopor un cielo de holln sobrecogidoPoema Te Honro En El Espanto... de Ramon Lopez Velarde

Ya que tu voz, como un muelle vapor, me baay mis ojos, tributos a la eterna guadaa,por ti osan mirar de frente el atad;ya que tu abrigo rojo me otorga una deliciaque es mitad friolenta, mitad cardenalicia,antes que en la veleta llore el pstumo alud;ya que por ti ha lanzado a la Muerte su retola cerviz animosa del ardido esqueletopredestinado al hierro del fnebre dogal;te honro en el espanto de una perdida alcobade nigromante, en que tu yerta faz se arrobasobre una tibia, como sobre un cabezal; y porque eres, Amada, la armoniosa elegidade mi sangre, sintiendo que la convulsa vidaes un puente de abismo en que vamos t y yo,mis besos te recorren en devotas hilerasencima de un sacrlego manto de calaverascomo sobre una ertica ficha de domin.