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Gustavo Adolfo Bécquer. “Amor eterno” Podrá nublarse el sol eternamente; Podrá secarse en un instante el mar; Podrá romperse el eje de la tierra Como un débil cristal. ¡Todo sucederá! Podrá la muerte Cubrirme con su fúnebre crespón; Pero jamás en mí podrá apagarse La llama de tu amor. Jaime Sabines “Amor mío, mi amor...” Amor mío, mi amor, amor hallado de pronto en la ostra de la muerte. Quiero comer contigo, estar, amar contigo, quiero tocarte, verte. Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo los hilos de mi sangre acostumbrada, lo dice este dolor y mis zapatos y mi boca y mi almohada. Te quiero, amor, amor absurdamente, tontamente, perdido, iluminado, soñando rosas e inventando estrellas y diciéndote adiós yendo a tu lado. Te quiero desde el poste de la esquina, Desde la alfombra de ese cuarto a solas, en las sábanas tibias de tu cuerpo donde se duerme un agua de amapolas. Cabellera del aire desvelado, río de noche, platanar oscuro, colmena ciega, amor desenterrado, voy a seguir tus pasos hacia arriba, de tus pies a tu muslo y tu costado.

Poemas Del Romantisismo

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Page 1: Poemas Del Romantisismo

Gustavo Adolfo Bécquer.“Amor eterno”

Podrá nublarse el sol eternamente; Podrá secarse en un instante el mar; 

Podrá romperse el eje de la tierra Como un débil cristal. 

¡Todo sucederá! Podrá la muerte Cubrirme con su fúnebre crespón; Pero jamás en mí podrá apagarse 

La llama de tu amor.

Jaime Sabines“Amor mío, mi amor...”

Amor mío, mi amor, amor hallado de pronto en la ostra de la muerte. 

Quiero comer contigo, estar, amar contigo, quiero tocarte, verte. 

Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo los hilos de mi sangre acostumbrada, 

lo dice este dolor y mis zapatos y mi boca y mi almohada. 

Te quiero, amor, amor absurdamente, tontamente, perdido, iluminado, 

soñando rosas e inventando estrellas y diciéndote adiós yendo a tu lado. 

Te quiero desde el poste de la esquina,

Desde la alfombra de ese cuarto a solas, en las sábanas tibias de tu cuerpo 

donde se duerme un agua de amapolas. Cabellera del aire desvelado, río de noche, platanar oscuro, 

colmena ciega, amor desenterrado, voy a seguir tus pasos hacia arriba, de tus pies a tu muslo y tu costado.

Pablo Neruda“Amor”

Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte la leche de los senos como de un manantial, 

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por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte en la risa de oro y la voz de cristal. 

Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos

Y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal, porque tu ser pasara sin pena al lado mío y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-. Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría amarte, amarte como nadie supo jamás! 

Morir y todavía amarte más. 

Y todavía amarte más 

y más.

César Vallejo“Amor prohibido”

Subes centelleante de labios y de ojeras! Por tus venas subo, como un can herido que busca el refugio de blandas aceras. Amor, en el mundo tú eres un pecado! 

Mi beso en la punta chispeante del cuerno del diablo; mi beso que es credo sagrado! 

Espíritu en el horópter que pasa ¡puro en su blasfemia! 

¡El corazón que engendra al cerebro! Que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste. 

¡Platónico estambre que existe en el cáliz donde tu alma existe! 

¿Algún penitente silencio siniestro? ¿Tú acaso lo escuchas? Inocente flor! 

... Y saber que donde no hay un Padrenuestro,el Amor es un Cristo pecador!

Federico García Lorca“Anda jaleo”

Yo me alivié a un pino verde por ver si la divisaba, y sólo divisé el polvo 

del coche que la llevaba. Anda jaleo, jaleo: 

ya se acabó el alboroto y vamos al tiroteo. 

No salgas, paloma, al campo, mira que soy cazador, 

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y si te tiro y te mato para mí será el dolor, 

para mí será el quebranto, Anda, jaleo, jaleo: 

ya se acabó el alboroto y vamos al tiroteo. 

En la calle de los Muros han matado una paloma. Yo cortaré con mis manos 

las flores de su corona. Anda jaleo, jaleo: 

ya se acabó el alboroto y vamos al tiroteo.

Antonio Machado“Anoche cuando dormía”

Anoche cuando dormía soñé ¡bendita ilusión! Que una fontana fluía dentro de mi corazón. 

Dí: ¿por qué acequia escondida, agua, vienes hasta mí, 

manantial de nueva vida en donde nunca bebí? 

Anoche cuando dormía soñé ¡bendita ilusión! 

que una colmena tenía dentro de mi corazón; y las doradas abejas iban fabricando en él, 

con las amarguras viejas, blanca cera y dulce miel. 

Anoche cuando dormía soñé ¡bendita ilusión! 

que un ardiente sol lucía dentro de mi corazón. 

Era ardiente porque daba calores de rojo hogar, 

y era sol porque alumbraba y porque hacía llorar. 

Anoche cuando dormía soñé ¡bendita ilusión! 

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Que era Dios lo que tenía dentro de mi corazón.

Jorge Luis Borges“Amorosa anticipación”

Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña, 

ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios serán favor tan misterioso 

como el mirar tu sueño implicado en la vigilia de mis brazos. 

Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño, quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige, 

me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes, Arrojado a quietud 

divisaré esa playa última de tu ser y te veré por vez primera, quizá, 

como Dios ha de verte, desbaratada la ficción del Tiempo 

sin el amor, sin mí.

Antonio Machado“A orillas del Duero”

Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día. Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía, buscando los recodos de sombra, lentamente. 

A trechos me paraba para enjugar mi frente y dar algún respiro al pecho jadeante; 

o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante y hacia la mano diestra vencido y apoyado en un bastón, a guisa de pastoril cayado, 

trepaba por los cerros que habitan las rapaces aves de altura, hollando las hierbas montaraces de fuerte olor ?romero, tomillo, salvia, espliego?. Sobre los agrios campos caía un sol de fuego. Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo 

cruzaba solitario el puro azul del cielo. Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo, 

y una redonda loma cual recamado escudo, y cárdenos alcores sobre la parda tierra 

?harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra?, las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero 

para formar la corva ballesta de un arquero en torno a Soria. ?Soria es una barbacana, hacia Aragón, que tiene la torre castellana?. 

Veía el horizonte cerrado por colinas 

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oscuras, coronadas de robles y de encinas; desnudos peñascales, algún humilde prado donde el merino pace y el toro, arrodillado sobre la hierba, rumia; las márgenes de río lucir sus verdes álamos al claro sol de estío, 

y, silenciosamente, lejanos pasajeros, ¡tan diminutos! ?carros, jinetes y arrieros?, cruzar el largo puente, y bajo las arcadas 

de piedra ensombrecerse las aguas plateadas del Duero. 

El Duero cruza el corazón de roble de Iberia y de Castilla. 

¡Oh, tierra triste y noble, la de los altos llanos y yermos y roquedas, 

de campos sin arados, regatos ni arboledas; decrépitas ciudades, caminos sin mesones, y atónitos palurdos sin danzas ni canciones 

que aún van, abandonando el mortecino hogar, como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar! 

Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora. ¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada 

recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada? Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira; 

cambian la mar y el monte y el ojo que los mira. ¿Pasó? Sobre sus campos aún el fantasma yerta de un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra. La madre en otro tiempo fecunda en capitanes, 

madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes. Castilla no es aquella tan generosa un día, cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volvía, ufano de su nueva fortuna, y su opulencia, a regalar a Alfonso los huertos de Valencia; 

o que, tras la aventura que acreditó sus bríos, pedía la conquista de los inmensos ríos 

indianos a la corte, la madre de soldados, guerreros y adalides que han de tornar, cargados 

de plata y oro, a España, en regios galeones, para la presa cuervos, para la lid leones. Filósofos nutridos de sopa de convento 

contemplan impasibles el amplio firmamento; y si les llega en sueños, como un rumor distante, 

clamor de mercaderes de muelles de Levante, no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa? 

Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa. Castilla miserable, ayer dominadora, 

envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora. 

Page 6: Poemas Del Romantisismo

El sol va declinando. De la ciudad lejana me llega un armonioso tañido de campana ?ya irán a su rosario las enlutadas viejas?. 

De entre las peñas salen dos lindas comadrejas; me miran y se alejan, huyendo, y aparecen 

de nuevo, ¡tan curiosas!... Los campos se obscurecen. Hacia el camino blanco está el mesón abierto al campo ensombrecido y al pedregal desierto.