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ejemplos de cada uno, incluyendo imagenes.
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CEEAC
Revista
Cuentos , poemas, refranes, leyendas, versos, etc.
Alejandra Selene Solís C astillo
19-09-2012
Este documento consta de poemas, refranes, cuentos, leyendas, versos, bombas e imágenes, referente a cada uno de ellos. Veremos lo que es cada
uno de ellos.
Amor De Tarde
Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios tú con el tizne azul de mi carbónico.
El Mar
¿Qué es en definitiva el mar? ¿por qué seduce? ¿por qué
tienta?
suele invadirnos como un dogma
y nos obliga a ser orilla
nadar es una forma de abrazarlo
de pedirle otra vez revelaciones pero los golpes de agua no son
magia hay olas tenebrosas que anegan
la osadía y neblinas que todo lo confunden
el mar es una alianza o un sarcófago
del infinito trae mensajes ilegibles
y estampas ignoradas del abismo
trasmite a veces una turbadora tensa y elemental melancolía
el mar no se avergüenza de sus
náufragos
carece totalmente de conciencia
y sin embargo atrae tienta llama
lame los territorios del suicida
y cuenta historias de final oscuro
¿qué es en definitiva el mar? ¿Por qué fascina? ¿por qué
tienta? es menos que un azar / una
zozobra / un argumento contra dios /
seduce por ser tan extranjero y tan
nosotros
tan hecho a la medida de nuestra sinrazón y nuestro
olvido
es probable que nunca haya
respuesta pero igual seguiremos
preguntando ¿qué es por ventura el mar?
¿por qué fascina el mar? ¿qué significa
ese enigma que queda más acá y más allá del
horizonte?
Amigos otra vez Tras la tormenta llega la calma
esa calma que esperábamos hace años,
los años que lleva rota mi alma ese alma que sin querer se
hacía daño. Al fin se acabó la tormenta
que hizo que olvidáramos la
brisa, que hizo que perdiéramos la
risa al fin se acabó la tormenta.
Amigos nos costó ser porque nadie quiso ceder,
pero por fin salió el sol y la lluvia cesó.
Supimos parar a tiempo lo que hacía que
empeoráramos, lo que hizo que nos
separáramos supimos parar a tiempo.
No será el amor de antes
pero mejor así que odiarte, es bueno tenerte de amigo
así no te tengo de enemigo Volveremos a empezar paso a
paso para que no vuelva a caer en
fracaso. Espero que nuestra amistad
dure y lo que sufrimos aquel tiempo
lo cure, Espero tenerte a mi lado
en los momentos buenos y malos
y que me aconsejes y te pueda
aconsejar siempre que nos podamos
ayudar.
Tras la tormenta llega la calma
esa calma que esperábamos hace años,
los años que lleva rota mi alma Ese alma que sin querer se
hacía daño.
A MI HERMANO
He navegado sin rumbo, solo y sin saberlo; He marchitado al tiempo con mis desplantes y sonidos
He padecido el vértigo de la muerte en cada lágrima de mis noches... Pero hoy me he dado cuenta que contigo la soledad es felicidad eterna.
He sacrificado al amor para renegar de su existencia
He maldecido a mi suerte, siempre que me ha traicionado
pero con tu presencia hermano mío hasta el mismo infierno es dulzura y mis noches sabor a melancolía.
Creo en mi Corazón
Creo en mi corazón, ramo de aromas que mi Señor como una fronda agita,
perfumando de amor toda la vida
y haciéndola bendita.
Creo en mi corazón, el que no pide nada porque es capaz del sumo ensueño
y abraza en el ensueño lo creado: ¡inmenso dueño!
Creo en mi corazón, que cuando canta
hunde en el Dios profundo el franco herido, para subir de la piscina viva
recién nacido
Creo en mi corazón, el que tremola porque lo hizo el que turbó los mares,
y en el que da la Vida orquestaciones
como de pleamares.
Creo en mi corazón, el que yo exprimo para teñir el lienzo de la vida
de rojez o palor y que le ha hecho veste encendida.
Creo en mi corazón, el que en la siembra
por el surco sin fin fue acrecentando. Creo en mi corazón, siempre vertido,
pero nunca vaciado.
Creo en mi corazón, en que el gusano no ha de morder, pues mellará a la muerte;
creo en mi corazón, el reclinado
en el pecho de Dios terrible y fuerte.
Refranes
La ociosidad es madre de todos los vicios
Mientras hay vida hay esperanza.
El oro hace soberbios, y la soberbia, necios.
Quien siembra vientos recoge tempestades.
Lo que abunda no daña.
Cuentos y leyendas.
La Falsa Apariencia
Un día, por encargo de su abuelita, Adela fue al bosque en busca de setas para la comida. Encontró unas muy bellas, grandes y de hermosos
colores llenó con ellas su cestillo. -Mira abuelita -dijo al llegar a casa-, he traído las más hermosas...
¡mira qué bonito es su color escarlata! Había otras más arrugadas, pero las he dejado.
-Hija mía -repuso la anciana- esas arrugadas son las que yo siempre he recogido. Te has dejado guiar
por las y apariencias engañosas y has traído a casa hongos que contienen veneno. Si los comiéramos, enfermaríamos; quizás algo
peor...
Adela comprendió entonces que no debía dejarse guiar por el bello aspecto de las cosas, que a veces ocultan un mal desconocido.
Los 3 cerditos y el lobo feroz
En el corazón del bosque vivían tres cerditos que eran hermanos.
El lobo siempre andaba persiguiéndoles para comérselos. Para escapar del lobo, los cerditos decidieron hacerse una casa. El pequeño
la hizo de paja, para acabar antes y poder irse a jugar. El mediano construyó una casita de madera. Al ver que su hermano pequeño había
terminado ya, se dio prisa para irse a jugar con él. El mayor trabajaba en su casa de ladrillo. - Ya veréis lo que hace el lobo con vuestras
casas- riñó a sus hermanos mientras éstos se lo pasaban en grande.
El lobo salió detrás del cerdito pequeño y él corrió hasta su casita de paja, pero el lobo sopló y sopló y la casita de paja derrumbó. El lobo
persiguió también al cerdito por el bosque, que corrió a refugiarse en casa de su hermano mediano. Pero el lobo sopló y sopló y la casita de
madera derribó.
Los dos cerditos salieron pitando de allí. Casi sin aliento, con el lobo pegado a sus talones, llegaron a la casa del hermano mayor. Los tres se
metieron dentro y cerraron bien todas la puertas y ventanas. El lobo se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Con
una escalera larguísima trepó hasta el tejado, para colarse por la chimenea. Pero el cerdito mayor puso al fuego una olla con agua. El lobo
comilón descendió por el interior de la chimenea, pero cayó sobre el agua hirviendo y se escaldó. Escapó de allí dando unos terribles aullidos
que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que nunca jamás quiso
comer cerdito.
El Caballo Amaestrado
Un ladrón que rondaba en torno a un campamento militar, robo un hermoso caballo aprovechando la oscuridad de la noche. Por la mañana,
cuando se dirigía a la ciudad, paso por el camino un batallón de dragones que estaba de maniobras. Al escuchar los tambores, el caballo
escapo y, junto a los de las tropa, fue realizando los fabulosos ejercicios para los que había sido amaestrado.
¡Esta caballo es nuestro! Exclamo el capitán de dragones. De lo contrario no sabría realizar los ejercicios. ¿Lo has robado tu? Le
pregunto al ladrón. ¡Oh, yo...! Lo compre en la feria a un tratante...
Entonces, dime como se llama inmediatamente ese individuo para ir en
su busca, pues ya no hay duda que ha sido robado. El ladrón se puso nervioso y no acertaba a articular palabra. Al fin,
viéndose descubierto, confeso la verdad. ¡Ya me parecía a mí exclamo el capitán Que este noble animal no podía
pertenecer a un rufián como tu! El ladrón fue detenido, con lo que se demuestra que el robo y el engaño
rara vez quedan sin castigo.
El Príncipe y El Mendigo
Erase un principito curioso que quiso un día salir a pasear sin escolta.
Caminando por un barrio miserable de su ciudad, descubrió a un muchacho de su estatura que era en todo exacto a él.
-¡Si que es casualidad! -dijo el príncipe-. Nos parecemos como dos gotas de agua.
-Es cierto -reconoció el mendigo-. Pero yo voy vestido de andrajos y tú te cubres de sedas y terciopelo. Sería feliz si pudiera vestir durante un
instante la ropa que llevas tú. Entonces el príncipe, avergonzado de su riqueza, se despojó de su traje,
calzado y el collar de la Orden de la Serpiente, cuajado de piedras preciosas.
-Eres exacto a mi -repitió el príncipe, que se había vestido, en tanto, las ropas del mendigo.
Contó en la ciudad quién era y le tomaron por loco. Cansado de
proclamar inútilmente su identidad, recorrió la ciudad en busca de trabajo. Realizó las faenas más duras, por un miserable jornal.
Era ya mayor, cuando estalló la guerra con el país vecino. El príncipe, llevado del amor a su patria, se alistó en el ejército, mientras el
mendigo que ocupaba el trono continuaba entregado a los placeres. Un día, en lo más arduo de la batalla, el soldadito fue en busca del
general. Con increíble audacia le hizo saber que había dispuesto mal sus tropas y que el difunto rey, con su gran estrategia, hubiera planeado de
otro modo la batalla. -Cómo sabes tú que nuestro llorado monarca lo hubiera hecho así?
Pero en aquel momento llegó la guardia buscando al personaje y se llevaron al mendigo. El príncipe corría detrás queriendo convencerles de
su error, pero fue inútil. Aquella noche moría el anciano rey y el mendigo ocupó el trono. Lleno
su corazón de rencor por la miseria en que su vida había transcurrido,
empezó a oprimir al pueblo, ansioso de riquezas. Y mientras tanto, el verdadero príncipe, tras las verjas del palacio, esperaba que le arrojasen
un pedazo de pan. -Porque se ocupó de enseñarme cuanto sabía. Era mi padre.
El general, desorientado, siguió no obstante los consejos del soldadito y pudo poner en fuga al enemigo. Luego fue en busca del muchacho, que
curaba junto al arroyo una herida que había recibido en el hombro. Junto al cuello se destacaban tres rayitas rojas.
-Es la señal que vi. en el príncipe recién nacido! -exclamó el general.
Comprendió entonces que la persona que ocupaba el trono no era el
verdadero rey y, con su autoridad, ciño la corona en las sienes de su autentico dueño.
El príncipe había sufrido demasiado y sabia perdonar. El usurpador no
recibió mas castigo que el de trabajar a diario. Cuando el pueblo alababa el arte de su rey para gobernar y su gran
generosidad el respondía: Es gracias a haber vivido y sufrido con el pueblo por lo que hoy puedo
ser un buen rey.
LA LLORONA
Consumada la
conquista y poco más o menos a
mediados del siglo XVI, los vecinos de
la ciudad de México que se recogían en
sus casas a la hora de la queda, tocada
por las campanas de la primera
Catedral; a media
noche y principalmente
cuando había luna, despertaban
espantados al oír en la calle, tristes y
prolongadísimos gemidos, lanzados
por una mujer a quien afligía, sin
duda, honda pena moral o tremendo
dolor físico.
Las primeras
noches, los vecinos contentábanse con
persignarse o santiguarse, que
aquellos lúgubres gemidos eran,
según ellas, de ánima del otro
mundo; pero fueron tantos y repetidos y
se prolongaron por
tanto tiempo, que
algunos osados y despreocupados,
quisieron cerciorarse con sus
propios ojos qué era aquello; y primero
desde las puertas entornadas, de las
ventanas o balcones, y
enseguida atreviéndose a salir
por las calles, lograron ver a la
que, en el silencio
de las obscuras noches o en
aquellas en que la luz pálida y
transparente de la luna caía como un
manto vaporoso sobre las altas
torres, los techos y tejados y las calles,
lanzaba agudos y tristísimos gemidos.
Vestía la mujer
traje blanquísimo, y
blanco y espeso velo cubría su
rostro. Con lentos y callados pasos
recorría muchas calles de la ciudad
dormida, cada noche distintas,
aunque sin faltar una sola, a la Plaza
Mayor, donde
vuelto el velado
rostro hacia el oriente, hincada de
rodillas, daba el último angustioso y
languidísimo lamento; puesta en
pie, continuaba con el paso lento y
pausado hacia el mismo rumbo, al
llegar a orillas del salobre lago, que en
ese tiempo penetraba dentro de
algunos barrios,
como una sombra se desvanecía.
"La hora avanzada
de la noche, - dice el Dr. José María
Marroquí- el silencio y la soledad de las
calles y plazas, el traje, el aire, el
pausado andar de aquella mujer
misteriosa y, sobre todo, lo penetrante,
agudo y prolongado
de su gemido, que daba siempre
cayendo en tierra de rodillas, formaba
un conjunto que aterrorizaba a
cuantos la veían y oían, y no pocos de
los conquistadores valerosos y
esforzados, que
habían sido espanto de la misma
muerte, quedaban
en presencia de aquella mujer,
mudos, pálidos y fríos, como de
mármol. Los más animosos apenas se
atrevían a seguirla a larga distancia,
aprovechando la claridad de la luna,
sin lograr otra cosa que verla
desaparecer en llegando al lago,
como si se
sumergiera entre las aguas, y no
pudiéndose averiguar más de
ella, e ignorándose quién era, de dónde
venía y a dónde iba, se le dio el nombre
de La Llorona."
Tal es en pocas palabras la genuina
tradición popular que durante más de
tres centurias
quedó grabada en la memoria de los
habitantes de la ciudad de México y
que ha ido borrándose a
medida que la sencillez de
nuestras costumbres y el
candor de la mujer
mexicana han ido perdiéndose.
Pero olvidada o casi desaparecida, la
conseja de La Llorona es
antiquísima y se generalizó en
muchos lugares de nuestro país,
transformada o asociándola a
crímenes pasionales, y
aquella vagadora y blanca sombra de
mujer, parecía
gozar del don de ubicuidad, pues
recorría caminos, penetraba por las
aldeas, pueblos y ciudades, se hundía
en las aguas de los lagos, vadeaba ríos,
subía a las cimas en donde se
encontraban cruces, para llorar al pie de
ellas o se desvanecía al entrar
en las grutas o al
acercarse a las tapias de un
cementerio.
La tradición de La Llorona tiene sus
raíces en la mitología de los
antiguos mexicanos.
Sahagún en su
Historia (libro 1º, Cap. IV), habla de
la diosa Cihuacoatl,
la cual "aparecía muchas veces como
una señora compuesta con
unosatavíos como se usan en Palacio;
decían también que de noche voceaba y
bramaba en el aire... Los atavíos
con que esta mujer aparecía eran
blancos, y los cabellos los tocaba
de manera, que
tenía como unos cornezuelos
cruzados sobre la frente". El mismo
Sahagún (Lib. XI), refiere que entre
muchos augurios o señales con que se
anunció la Conquista de los
españoles, el sexto pronóstico fue "que
de noche se oyeran voces muchas veces
como de una mujer
que angustiada y con lloró decía:
"¡Oh, hijos míos!, ¿dónde os llevaré
para que no os acabéis de
perder?".
La tradición es, por consiguiente,
remotísima;
persistía a la llegada de los
castellanos
conquistadores y tomada ya la ciudad
azteca por ellos y muerta años
después doña Marina, o sea la
Malinche, contaban que ésta era La
Llorona, la cual venía a penar del
otro mundo por haber traicionado a
los indios de su raza, ayudando a
los extranjeros para
que los sojuzgasen.
"La Llorona - cuenta D. José María Roa
Bárcena -, era a veces una joven
enamorada, que
había muerto en
vísperas de casarse y traía al novio la
corona de rosas
blancas que no llegó a ceñirse; era otras
veces la viuda que veía a llorar a sus
tiernos huérfanos; ya la esposa muerta
en ausencia del marido a quien
venía a traer el ósculo de despedida
que no pudo darle en su agonía; ya la
desgraciada mujer, vilmente asesinada
por el celoso
cónyuge, que se aparecía para
lamentar su fin desgraciado y
protestar su inocencia."
Poco a poco, al
través de los tiempos la vieja
tradición de La
Llorona ha ido, como decíamos,
borrándose del recuerdo popular.
Sólo queda memoria de ella en
los fastos mitológicos de los
aztecas, en las páginas de antiguas
crónicas, en los pueblecillos lejanos,
o en los labios de las viejas abuelitas,
que intentan
asustar a sus inocentes
nietezuelos, diciéndoles: ¡Ahí
viene La Llorona!
Versos
Si mil piedras me dieran
y todas fueran de oro no cambiaria tu amistad
que es un tesoro.
Se me fue la poesía,
se me fue la inspiración, pero aun no se ha ido,
la llama de mi corazón.
Esta carta que te escribo,
no la tires por ningún rincón,
por que la tinta es mi sangre, y el papel mi corazón.
No cruces por mi camino,
ya no estas en mi destino, hoy hubiera preferido,
nunca haberte conocido.
Nacimos para vivir,
vivimos para soñar, nuestro destino es morir,
nuestra misión es amar.
¡Bomba!
El bejuco cuando nace, nace hojita por hojita,
así comienza el amor ... palabra por palabrita.
uyuyuy mamita ...
¡Bomba!
La naranja nació verde y el tiempo la maduró;
mi corazón nació libre y el tuyo lo aprisionó.
uyuyuy mamita ...
¡Bomba! Que linda que está la luna
y el lucero que la acompaña; qué bravo se pone un hombre
cuando una mujer lo engaña. uyuyuy mamita...
¡Bomba! Morenita de ojazos negros
que me tienes trastornado, yo quisiera preguntarte
si mi amor has olvidado. uyuyuy mamita...
¡Bomba!
Qué linda que está la luna con su cielo azul celeste;
me he de casar contigo aunque la vida me cueste.
uyuyuy mamita...