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Poesías de la Luna La Luna......... siempre exquisita, melancólica,

Poesías de La Luna

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Algunos versos a ese maravilloso satélite natural.

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Poesías de la Luna

La Luna......... siempre exquisita, melancólica,

taciturna, romántica ... siempre envuelta en

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belleza.........como la noche.

Luna de cristal

Una luna blanca brillante y blanda que vive en el agua,

posada en un ancla, sal del agua luna del mar, que el tesoro

te esperará.

Tu corona de oro, tu collar de plata, pero sobre todo tu

corazón de cristal, la luna del mar se mira en el agua con su

brillo y su sombra de ojos.

Tú... luna del mar me sorprendes con tu blancura y tu

hermosura.

 Tú... luna bella con ojos azules, azules del mar.

Mira la arena, luna de cristal,  parece que llegará algo de

verdad.

Mira la sirena que llega, ya que con su viento te irás al cielo;

este es el día en que te marcharas;  este es el día en que te

despedirás; adiós luna hermosa;  adiós luna del mar;  que tu

hermosura nunca acabar...

Mira el marinero, el marinero mira el cielo y dice así: mira esa

bola,  esa bola del mar... parece que es una luna de cristal.....

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Gracias Isa...

  Esta poesía de Jaime Sabines de la luna, desencadena

cascadas de bellas emociones.

La luna se puede tomar a cucharadas

o como una cápsula cada dos horas.

Es buena como hipnótico y sedante

y también alivia

a los que se han intoxicado de filosofía.

Un pedazo de luna en el bolsillo

es mejor amuleto que la pata de conejo:

sirve para encontrar a quien se ama,

para ser rico sin que lo sepa nadie

y para alejar a los médicos y las clínicas.

Se puede dar de postre a los niños

cuando no se han dormido,

y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos

ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna

debajo de tu almohada

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y mirarás lo que quieras ver.

Lleva siempre un frasquito del aire de la luna

para cuando te ahogues,

y dale la llave de la luna

a los presos y a los desencantados.

Para los condenados a muerte

y para los condenados a vida

no hay mejor estimulante que la luna

en dosis precisas y controladas.

Jaime Sabines

Este es un poema bellìsimo que Mariano Estrada, dedico

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a Federico Garcia Lorca

LA LUNA

Ya nadie mira a la luna,

la luna ya no es de nadie;

ya no la cubren de besos,

ya no la bañan con sangre.

Ni ya le escriben poemas,

ni ya le clavan puñales;

ya no hay tragedias de amores,

ya no hay amor, no hay amantes.

Ya pasa sola la luna,

ya pasa sola, sin nadie;

ya no amontona secretos

ni alumbra sueños, como antes.

¿Adónde fuisteis, poetas,

adónde fuisteis, amantes,

que la dejásteis sin versos,

que sin amor la dejásteis?

Ya no es de nadie, ni es luna,

la luna que ahora nos sale;

porque es un círculo sólo,

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y sólo un círculo errante.

Sólo un castillo arrumbado,

sólo un recuerdo distante;

sólo una historia en un libro,

sólo una estatua en un parque.

La luna no será luna

sin corazones que amen;

sin pensamientos que vuelen

y sin poetas que canten.

Y es esa luna, lunero,

la misma luna, no obstante,

que tú metiste en los versos

porque era tuya una parte

Pero los hombres son otros

y otras las cosas que valen;

y otros los ojos que miran

y otras las formas de amarse.

La luna no será luna,

porque la luna es mirarse:

asesinar con los ojos

hasta el dolor de la sangre.

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Mariano Estrada

Del libro El cielo se hizo de amor.

Cuenta una leyenda que, cuando el Sol y la Luna fueron

creados, se amaban con una pasión y profundidad

inconmensurables, sin medida, intensamente. Eran dos

amantes libres, el ardiente fuego dorado de uno sobre la fría

calidez plateada del otro…

Cuando el Gran Dios decidió que habían de separarse, el Sol

para iluminar el cielo de día, la Luna para alumbrarlo

suavemente de noche, sus corazones, sus almas, parecieron

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partirse en dos. Estaban condenados a permanecer separados

por siempre, tratando de alcanzarse y nunca lográndolo, en

una danza infinita, dolorosa.

El Sol trató de ser fuerte, de fingir estar bien, y lo consiguió,

destellando fuerte, muy fuerte, en el firmamento.

La Luna, sin embargo, no podía soportar la tristeza de estar

sin su amado, y melancólicamente brillaba en el cielo.

El Gran Dios, compadeciéndose de ella, le obsequió con

millones de estrellas, pequeños pedazos de luz que trataban

de acompañarla, de consolarla. Pero la Luna añoraba el fulgor

ardiente del Sol, su piel cálida y dorada, y la fría palidez de las

estrellas la afligía aún más.

Se sabía sola, condenada a permanecer eternamente

buscando a su amor, sin poder alcanzarlo jamás,

apenas vislumbrándolo en la distancia.

El Gran Dios volvió a compadecerse de aquellos a los que

había separado, y decidió concederles unos instantes de

felicidad, con los que habrían de sobrevivir por siempre: los

eclipses. Entonces, cuando la Luna desaparece, escondida,

cuando el Sol se cubre de su nívea piel, pueden vivir de

nuevo, libres, amados, felices, por unos gloriosos momentos,

hasta volver a separarse, a romperse, dolorosamente, en dos

de nuevo. Esperando, anhelando el momento en que puedan

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volver a ser uno, juntos, libres, amados.....

Esta es un preciosa poesía acerca de la Luna, como todas las

que escribe la poetisa Morus Gómez

Marea....

En una noche de luna llena, cuando sube el marea

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Las olas rompen en el vació, de la desierta arena

Mientras el aire acaricia las palmeras…

A mi me nace el deseo de tenerte, cerca…muy cerca.

Bajo mi piel los deseos se ondulan, por una caricia tuya

Los suspiros se escapan, se detiene el latido

Brota la gota de rocío, esperando tus labios junto a los míos

En la travesía de pensarte, vuelo a tu cuerpo

Bajo el fuego de tu aliento, se derrite el hielo

Nacen nuevas caricias, habitas mi cuerpo

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Me inundas me humedeces, como el mar a la arena.

Un castillo que construyo, sentada en la playa cubierta de

arena

Con el ansia en los ojos, con el deseo ondulando

Esperando que tu oleaje me bañe…bajo la luz de la luna llena

MORUS