Upload
ray-reyes
View
270
Download
3
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Jorge Valbuena, Colombia, 1985, nos ofrece una muestra de 20 poetas jóvenes
Citation preview
EL PARALELO 0 DESDE UN CALEIDOSCOPIO
20 POETAS DE LA MITAD DEL MUNDO
Muestra de poesía ecuatoriana actual
Estudio introductorio, selección de poetas y poemas:
Jorge Valbuena*
Oh poeta esos tremendos ojos Ese andar de alma de acero y de bondad de mármol
Este es aquel que llegó al final del último camino Y que vuelve quizás con otro paso
Vicente Huidobro
La poesía actual en la mitad del mundo, como en otros lugares, cuenta con
inmensos acertijos. Descubrirlos y detallarlos con el fin de brindar un panorama
general de una estética común es una labor, a grandes rasgos, quijotesca; más en
este momento de fuertes complejidades políticas, sociales y comunicativas. Ya no
es lo mismo ubicar una voz, una tendencia, un canon, un grupo, como antaño se
hacía en respetables ediciones. Ahora estos conceptos se han multiplicado hasta
dar una imagen multiforme del escenario poético. Al parecer son la edad y la
condición geográfica algunas de las características por las que se puede reunir
ahora a un conjunto de poetas, la estética y el estilo pocas veces se han vuelto a
aplicar como una categoría plural.
Esta muestra pretende reunir veinte de las múltiples voces que se cruzan,
con mucha resonancia, en el ámbito literario actual del Ecuador. Considerarlas
jóvenes puede resultar acaparador si nos acercamos a las diversas acepciones de
este apelativo. Estoy de acuerdo en que son recientes y se mantienen vigentes en
sus búsquedas creativas, pero algo que las caracteriza notoriamente es la madurez
con que plantean su cosmos literario. Cada una de ellas, desde puntos de vista
muy distintos, se enfrenta a una condición de época multidimensional, que
ritualiza un nuevo manejo de los temas desde posturas desalienadas, intimistas,
cotidianas y anecdóticas. Temas que se proyectan desde un “yo” colectivo, que
suplen la labor de un coro en medio del silencio y a la vez retornan al susurro
personal.
Si fuera necesario hablar de un tono de época, diría que esa melodía que
aparentemente se escuchaba con tanta claridad en las poéticas nacionales es ahora
un ensamble de ritmos y polifonías en donde el silencio cumple un papel estelar y
en donde lo nacional ya no se encuentra en las banderas que se enarbolan. Las
fronteras apenas sirven para esta muestra como un distintivo de los lugares en
donde se ha gestado esta poesía, los temas son universales y el trato particular. Sin
embargo, algo que detalla este coro aquí reunido bajo la premisa de Poesía
ecuatoriana, como en otros muchos países, es su tradición. A grandes rasgos podría
parecer la reunión de un grupo de poetas que distan mucho en su estilo y que se
ubican bajo una estética personal e individual en la que las diversas influencias no
han sido compartidas, pero es precisamente su pasado literario el que ha dejado
una huella significativa en estas nuevas voces.
Una tempestad desbocada llamada Alfredo Gangotena, Una tenue tiniebla
llamada César Dávila Andrade, Un volcán desenterrado llamado Jorge Enrique
Adoum, Una ventisca eterna llamada Gonzalo Escudero, un rumor de tormenta
llamado Euler Granda, por nombrar sólo algunos, pueblan la enorme geografía de
esta reunión de destellos que aquí se presentan. Sin hablar también los grupos
literarios como “Umbral”, “El club 7”, “EL ELAN”, “Tzántzicos” y “Sicoseo”, o
revistas como “La bufanda del sol”, han dejado una importante herencia al
presente. Las búsquedas formales de estos actuales referentes, así como el
tratamiento que hacen de los temas podrían contemplarse como ecos de un tiempo
que dejó vacíos y cimientos, nubes y sequías, y al que se puede retornar por
múltiples direcciones. Extensa es la poesía de signo irreverente que en otro
contemporáneo puede golpear a su orilla y devolverse con la sutileza anecdótica
de un suceso profano, y surcar la profundidad de un universo urbano que se
entreteje con bocados de maravilla ¿Dónde puede atracar?
Por ello no me atreveré a hablar de generación, es difícil hacerlo cuando en
esta se evidencian tantos rasgos de las anteriores que pareciera una continuidad
bien librada. Un hallazgo en la tradición se mantiene en este grupo, incluso en
aquellos que pretenden negarla, la misma negación es un eco de ella misma. Son
poetas que también se vieron inmersos en la constitución de talleres literarios, así
como en la edición de importantes revistas en donde forjaron sus primeras
creaciones y búsquedas compartidas por la crítica que allí era un acontecimiento.
Sus caminos, así como su estética, han sido múltiples, sus puertos de llegada aún
son difusos. Algunos poetas ecuatorianos actuales han pasado por diversos estilos,
atendiendo al devenir que tiene la palabra a lo largo del continente, intentando
acercarse a posturas estéticas que se abren paso fuera de las consideradas fronteras
nacionales, como es el caso del neobarroco. Así las cosas, aún es arriesgado hablar
de una sola poética ecuatoriana que defina este panorama.
Tampoco me fijé con esta selección en la insistente división que se ha hecho
entre las corrientes y grupos de Quito y Guayaquil, presente en muchas de las
antologías y muestras ecuatorianas recientes, que se basan en esta polarización
para medir las tomas de posición estéticas que se realizan sobre una realidad que
compete a ambos. Si bien se puede considerar este escenario poético actual como
un universo fragmentado, no se pueden desconocer el lugar del que proceden sus
vertientes, la historia de la poesía ecuatoriana ha estado siempre signada por un
lirismo oficialista que demarca un parnaso y una vanguardia al margen que lo
confronta. Las nuevas voces reúnen características de ambos bandos sin ser bando,
sólo incertidumbre.
Los criterios de selección, ante tamaño universo sin límites, fueron
determinados por las características que pudieron realzarse como integrales a la
mayoría de poetas indagados. En medio de la diversidad aparece un trazado de
enigmas comunes que fueron el eje sobre el que giró y se determinó una posible
reunión. Una voz que sentencia y rememora, lenguaje coloquial, lirismo
anecdótico, manejo de la ironía y el absurdo, insistencia en lo cotidiano, recreación
del léxico popular, reflexión sobre el oficio y condición del poeta, alegorías a otros
géneros y resonancias de formas vanguardistas, son algunos de los aspectos que
configuran este inventario de elementos particulares dentro de la nueva poesía
ecuatoriana. La mayoría de poetas, como se verá, son nacidos en la década del
setenta, lo cual no demerita el importante trabajo de algunos de los poetas nacidos
en los ochentas, quienes se encuentra en una constante y lúcida búsqueda ante este
cosmos multifocal.
En conjunto configuran una voz plural, ecos encontrados, voz que habla
desde la cotidianidad, llamando desde la ironía los rezagos trascendentales, siendo
un común denominador de la mayoría de ellos. La diatriba del sujeto que avanza
en medio del “viacrucis” de la modernidad y se hace a la vera a contemplar su
delirio, la oquedad de sus conflictos mientras amanece en otra parte de la historia,
la negación de lo aceptado y el dilema de volver sobre los mismos ritos. Es un coro
polifónico que olvida su ritmo para volver a encontrarlo, por ello se cuestiona
constantemente por la función del oficio de poeta, por sus estragos concebidos, y se
celebra en medio de su tempestad de tumbas que lo anteceden; los secretos que
fundaron el pasado, así como los motivos que trajeron a su melodía al despojo de
la letra. Es el ahora del poeta que se detiene en su vuelo para mirar a sus alas,
contar sus plumas, entender el cielo; de allí que sea como una marca que todos
llevan del camino recorrido, la más íntima huella que todos han querido sacar de
sus baúles para prenderle fuego a un pabilo que sólo se presiente.
El coloquio al que se entregan no presume de sabio, desentrañan desde el
escenario ínfimo de lo universal hasta la gloria intacta de lo infame. No hay norma,
cuadricula única por la que se deba avanzar, la voz se encarga de tallar su propio
laberinto. De allí que se recurra al regionalismo, al dicho, al “charlar”, dejando que
la fluidez de ese lenguaje considerado popular no reniegue de su condición de
extraño. Es la oralidad, la diglosia cultural, que se complace de unirse a ritmo,
alarga su paso, se celebra a sí misma hasta tropezar con una marca de cultismo que
se encuentra prisionera en la mitad de un poema. El poema dice, habla, reniega,
grita, guarda silencio; no mantiene una tonalidad completa que lo defina con su
carga de artefacto. Puede comenzar siendo una simple historia que se renueva
hasta desembocar en un susurro tempestuoso que se olvida de la circularidad. Hay
una gran variedad de registros en esta muestra, que han encontrado en el lenguaje
vías de escape más que de acceso a la escritura. Todas las formas de nombrar se
hacen posibles, en algunas líneas se pierde el significado, en otras se retoma, al
punto de volverse a cruzar con algo insinuado en otra parte, fuera de las palabras.
Aquí la vanguardia se preserva, no con su alienación de compromiso sino
como huella heredada. No hay canon que romper, todos los cánones antes
consumidos son ahora formas, estilos, enclaves a los que se puede recurrir y
mezclar con otras propuestas simbólicas. La forma se instala y se acomoda al
antojo del lenguaje y viceversa. Un poema puede ser muchos poemas, cambiar de
voz, claudicar en su centro, es la poesía que se indaga a sí misma desde un poeta
que busca en sí mismo el contenido de su reino. Un cruzamiento de reflejos se
apresura a darle forma a lo incierto. Si bien esto es novedad para este tiempo, el
espejo se halla encendido entre las múltiples novedades que lo han antecedido, sin
deshabitarse de la imagen, la búsqueda de ella, su deslumbramiento, como gran
traza que nunca se ha dejado de tallar. Son poetas de la imagen y de lo íntimo que
indagan en la misma certeza de lo que cubren.
Los veinte poetas aquí seleccionados conforman un panorama actual de la
poesía ecuatoriana que, desde mi punto de vista, se encuentra integrado por su
tradición y esta diversidad descrita. Pedro Gil (manta, 1971), Marialuz Albuja (Quito,
1972), Ana Cecilia Blum (Guayaquil, 1972), Julia Erazo Delgado (Quito, 1972), Carlos
Garzón Noboa (Quito, 1972), Ángel Emilio Hidalgo (Guayaquil, 1973), Xavier Oquendo
Troncoso (Ambato, 1972), Freddy Peñafiel (Quito, 1972), Aleyda Quevedo Rojas (Quito,
1972), Franklin Ordoñez Luna (Loja, 1973), Carmen Inés Perdomo (Esmeraldas, 1973),
Carlos Vallejo (Quito, 1973), Javier Cevallos (Quito, 1976), Siomara España Muñoz
(Manabí, 1976), Luis Alberto Bravo (Milagro, 1979), Augusto Rodríguez (Guayaquil,
1979), Rocío Soria (Quito, 1979), María De Los Ángeles Martínez (Cuenca, 1980), David
Guzmán (Quito, 1980), Santiago Vizcaíno Armijos (Quito, 1982).
Como toda selección de poesía, esta también corre el riesgo de dejar en el
vacío algunas poéticas imprescindibles, sin embargo, la intención desde el
principio se enmarcó en la posibilidad de reunir un conjunto de voces que
brindaran un panorama general del actual acontecer poético del Ecuador. Razón
por la cual no se resaltan estilos individuales ni grupos – que los hay- con el fin de
acceder a este nuevo territorio sin la sujeción del que avanza con un recorrido
demarcado. De igual forma los textos que aquí se incluyen se acercan al estilo
particular de cada poeta -sin desequilibrar con los que comparten su entorno-
configurando un breve fotograma de sus temas recurrentes, su tonalidad, la
exploración de la forma y su propuesta lírica. De manera que esta mirada de
caleidoscopio sólo es una breve muestra del inmenso universo que se está
gestando en el país de la mitad del mundo, como un aleteo de un leve viento que
aún perfila su danza.
Quito, abril de 2012
PEDRO GIL (Manta, 1971)
Coordina el taller literario de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí y está
incursionando en la narrativa. Ha publicado los poemarios Paren la guerra que yo no
juego (1989), Delirium Tremens (1993), Con unas arrugas en la sangre (1997), He llevado
una vida feliz (2001, antología poética que incluye Los poetas duros no lloran), Sano
juicio (2003) y Diecisiete puñaladas no son nada (antología poética, 2010). Poemas
suyos aparecen en varias antologías ecuatorianas y latinoamericanas.
Rescate
que me sentencie
el santo, el puro.
el mar, la noche,
hasta mis más queridas
las estrellas
enmudecieron.
yo conocía
sus pecadillos.
por eso
cuando me lancé
al Estero Salado
los ahogados me salvaron.
no era posible
tanto sentimiento de culpa.
Los asaltantes
Vagan por la Carretera Inmunda
donde los cuerdos
predican a los locos
han visto a la luna
nadar sobre amantes silenciosos,
a la mar abrirse para Dios.
hay de todo en una Calle de Nadie.
las madres solteras
cosen para olvidar.
sudan dos cuerpos adúlteros.
sudan y se aman.
hora en que los santos fornican
en su propio infierno.
hora
en que la vergüenza invade al solitario
después de la masturbación.
las hembras del ambiente
usan nombres falsos,
penas reales.
una niña abraza a su hija.
arden cuerpos adúlteros.
arden y se aman.
tienden las sábanas conyugales.
los asaltantes
se persignan, asustados ante la mirada del cielo,
sólo quedan ruinas del
Museo de los sentimientos.
el ingenuo se acerca
con un pan en la billetera.
los asaltantes esperan,
ya acostumbrados
a la mirada del cielo.
Saben
que hay de Todo en una Calle de Nadie.
MARIALUZ ALBUJA (Quito, 1972)
Magíster en Estudios de la Cultura con mención en Literatura Hispanoamericana
por la Universidad Andina Simón Bolívar. Ha publicado los poemarios Las naranjas
y el mar (1997), Llevo de la luna un rayo (1999), Paisaje de sal (2004), La voz habitada
(coautora, 2008) y La pendiente imposible (2008), obra que fue premiada y publicada
por el Ministerio de Cultura del Ecuador. Sus textos han aparecido en revistas
literarias y en antologías de Argentina, México, España, Venezuela, Perú y
Ecuador. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués, francés
y euskera. Ha representado al Ecuador en Bilbao, Pamplona, San Sebastián y
Errentería, Feria del Libro de Santiago de Chile, Festival Internacional de Poesía en
Cartagena de Indias, Encuentro de la Universidad Católica de Lima, Encuentro de
Poesía Eskeletra y Encuentro de Poesía en Paralelo Cero. Es traductora del inglés y
del francés.
La poesía me llama
desde la superficie rugosa donde se ocultan las palabras.
Jamás podré descifrarla
porque entreteje sus fibras con el hilo de su propia luz.
Intento besarla pero no puedo.
Se me escapan sus cuerdas de metal,
sus ligeras cuentas de oro.
La poesía se parece a mi dolor
pero su rostro no se contrae como el de una criatura
porque ella no es criatura ni palabra nombrada.
Es la palabra que se quedó en el silencio.
Lo demás
Todo
Nada
le sobra.
Colina al final de la playa
el mar en tus riscos golpea los cuerpos
que ayer olvidaron los pájaros.
Montículo herido
¿Quién bebe en tus manos de lodo?
¿Quién limpia tu sangre?
¿Quién besa los ojos de tus ahogados?
Señal inequívoca del ascenso
Edificada sobre los ecos de la pendiente
Sostienes ciudades
O restos de ellas
La sal te corroe la cara.
¿Quién llega en la noche a cerrarte los párpados?
¿Quién viene a llevarse tus muertos?
Acuérdate a quién le arrancaste la voz.
ANA CECILIA BLUM (Guayaquil, 1972)
Poeta, ensayista y narradora. Licenciada en Ciencias Políticas y Sociales,
Universidad Laica Vicente Rocafuerte de Guayaquil; y posgrado en Español,
Universidad Estatal de Colorado, Estados Unidos. Actualmente ejerce la enseñanza
del Español como segunda lengua a nivel superior y es directora de varias revistas
digitales de promoción cultural. Es autora de los poemarios Descanso sobre mi
sombra (1995), Donde duerme el sueño (2005), La que se fue (2008).
Descanso sobre mi sombra
La noche copula con el verso
sueño un placer furtivo
ser hijo de las letras
Una pluma inventa el universo
El silencio inventa la música
Un poema observa desde la ventana
Renuentes
Ellos conservan
el rumbo de la costumbre.
Me han contado que salen
a las horas de siempre.
Por las mañanas al trabajo,
retornan, hacen la siesta
y se apuran a buscar atardeceres.
Suben,
bajan de los buses,
atienden conciertos,
cines, recitales.
Se sientan en algún café,
sacan la pluma,
conciben los hijos de las calles.
Pobrecitos mis zapatos viejos
ellos aún no entienden
que me he marchado.
JULIA ERAZO DELGADO (Quito, 1972)
Periodista; dirigió el Centro Cultural Imágenes (1997-2000). Ha trabajado en la
cátedra universitaria y proyectos literarios de la Cinemateca Nacional de la Casa
de la Cultura Ecuatoriana y el Municipio de Quito. Sus textos han aparecido en
diversas revistas ecuatorianas y extranjeras, así como en antologías de la lírica
ecuatoriana actual. Es coautora del libro La voz habitada. Siete poetas ecuatorianos
frente a un nuevo siglo (2008). Ha publicado el cuaderno de poesía Imágenes de viento
y de agua, con la Sociedad Ecuatoriana de Escritores, Verbal (2008) y Mi verano en tus
alas (México, 2012). Ha representado al Ecuador en eventos poéticos en Ecuador,
España, Venezuela y Colombia.
piedras de agua
dónde su cruce su cópula su costura
su encadenamiento
su piel circular
como el rapaz atado
a lo lejos
con su l e j a n í a
el agua
órgano
carne
costilla
la piedra
viscosidad
derrame
caudal
aún lepidópteros
he despertado adherida a ti
tus venas bajo mis escamas
atisbo mi cárcava en tu espalda
y mis alas abiertas
tu catafalco
tiembla la flor que nos cobija
CARLOS GARZÓN NOBOA (Quito, 1972)
Poeta y pintor; es autor de los libros Erial (2003) y Mínima antología personal (2007);
es coautor de La voz habitada. Siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo (2008).
Su obra consta en varias antologías dentro y fuera del país, entre otras, Aldea poética
(Madrid, 1998), Del libre amor (2010), Poesía en paralelo cero (2010); y en revistas
como Eskeletra, Ourobourus, Revista de la Casa de la Cultura del Ecuador, Punto de
Partida (México) y Taller de la Hoja (Bogotá). Ha participado en varios encuentros de
literatura nacionales e internacionales.
Aquella ave de la voz…
Sembrada por mis labios,
la vid de las palabras se marchita.
A pesar del oficio, la Escritura no basta:
será ceniza, mas ¿tendrá sentido?
El fuego afila su guadaña,
mientras mi voz emigra hacia el Silencio.
Cae una lágrima
en el jardín de los incendios.
Naufragios
I
El Pacífico sacude su gran párpado,
mientras los amantes
zozobran a bordo de un barco sin proa.
De las profundidades, ¿renacerá la Diosa?
II
Asido a mis palabras,
la página se vuelve
un océano de alas.
ÁNGEL EMILIO HIDALGO (Guayaquil, 1973)
Historiador, poeta y catedrático universitario; magíster en Historia y especialista
superior en Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar (sede Ecuador). Ha
publicado los poemarios Beberás de estas aguas (1997, Premio Nacional de Poesía
Ismael Pérez Pazmiño), El trazado del tiempo (2003, mención de honor en el
Concurso Nacional de Literatura M. I. Municipalidad de Guayaquil) y Fulgor de la
derrota (2010), así como la muestra colectiva Porque nuestro es el exilio (2006). Forma
parte de diversas antologías poéticas publicadas en Ecuador y América Latina.
Vivo de la noche enarbolando sus ofrendas
vertiendo el agua hospitalaria de los cuencos
sobre las pieles húmedas
de edificios encendidos de pólvora y madeja.
La poesía es rumor brillante que viene del pasado
caracola que bruñe
el escarceo de la ola
pira que redime su natural presencia
eco y vorágine
que no apaga su luz
en los bordes infinitos del silencio.
Te diré que bebo de tu huella
desde la pendiente de los aparejos.
que el deseo de izar velas
en tu nombre
se lo debo a la nostalgia.
¿Cómo no henchir de sal los pechos
cuando tu aroma silba las arenas de mi piel?
Esta costumbre de diluir la tarde
en el océano de tu boca
la conocí desde siempre.
XAVIER OQUENDO TRONCOSO (Ambato, 1972)
Periodista y Doctor en Letras y Literatura. Ha publicado los siguientes libros:
Guionizando poematográficamente (1993); Detrás de la vereda de los autos (1994);
Calendariamente poesía (1995); El (An)verso de las esquinas (1996); Después de la
caza (1998);; La Conquista del Agua (2001); Ciudad en Verso (Antología de nuevos
poetas ecuatorianos, 2002); Antología de Nuevos poetas ecuatorianos (2002);
Salvados del naufragio (1990-2005), Esto fuimos en la felicidad (2009. Mención de
Honor, Premio Jorge Carrera Andrade, al mejor libro de poesía publicada en el año,
Municipio de Quito), Antología de la poesía ecuatoriana contemporánea –De César
Dávila Andrade a nuestros días- (México, 2011),Solos (2011), Alforja de caza
(2012). Representante del Ecuador en importantes encuentros poéticos y literarios
en España, México, Colombia, Chile y Perú. Ha sido editor de varias revistas de
poesía y literatura. Ha dirigido varios talleres literarios de Creación y lectura.
Organizador de los Encuentros de poetas jóvenes en su país y del Encuentro
Internacional “Poesía en paralelo cero”. Parte de su poesía ha sido traducida al
italiano, francés y portugués.
Nostalgia del día bueno
… y al fin dirá temblando: “Qué frío hay… Jesús!”.
Y llorará en las tejas un pájaro salvaje
César Vallejo
(Idilio muerto)
El sueño,
la nieve,
esa nube de hastío que se repite
en los mismos rostros;
la misma calle de la ciudad
que alguna vez
fue cuna del encantamiento.
Sin embargo,
en algún árbol,
por algún techo,
en cualquier teja
deberá anidar el día bueno:
aquel día pródigo
que no se asoma,
que no entra.
En este frío,
el día al que le canto
aún no emigra.
Antes de la caza
A mi padre
Quiero encontrare el lugar
donde ubicarme.
Entro en la vecindad
de voces que me dicen:
ve a buscarte lejos,
en los andenes de las penas,
ve a ponerte en fila con los astros;
deja el poema un rato,
y reconoce los olmos.
Piensa que ya estorbas y no sirves,
que de grande uno se trastoca
y se consume.
Mamá ya no prepara bien las cenas,
no hay comida hasta después del día.
Ve a buscar el círculo vicioso
que pueda hacerte hombre
en el insomnio de los días.
Vete y no vuelvas
hasta después de la caza.
FREDDY PEÑAFIEL (Quito, 1972)
Desde 1986 ha publicado múltiples textos en periódicos y revistas. Ha publicado
Del amar, de la mar (1995), Del asombro de las sombras (2001), Anzuelos (2005) y
Presagios (2009). Está incluido en diversas antologías poéticas nacionales e
internacionales. Editor del blog www.rompecabezas.ec
Sol
“sous les pavés, la plage”, nanterre, mayo 1968
debajo de la arena de playa no están los adoquines de parís
los hemos buscado
cavado
barrido
soplado
y por más húmedo que esté el sol
bajo esa arena, no está parís
un poema agazapado
escondidos dentro de un libro
mis versos te esperan
se acomodan los bigotes
se regodean
mis versos de amor te esperan
saltan ante la mínima señal de movimiento
se acicalan
se visten de reyes de colores
se peinan las ralas barbas con brillantina
mis versos te esperan de amor
se saben solitarios
invencibles
no repetidos por voces ajenas a la música
y te esperan
mis versos son así
acostumbrados a esperar
entre las sombras
entre los silencios
dentro de tus ojos…
ellos te esperan…
ALEYDA QUEVEDO ROJAS (Quito, 1972)
Poeta, periodista y gestora cultural, actualmente trabaja como consultora de
comunicación de Unicef. Ha publicado Cambio en los climas del corazón (1989), La
actitud del fuego (1994), Algunas rosas verdes (1996, Premio Nacional de Poesía Jorge
Carrera Andrade), Espacio vacío (2001, 2007), Música oscura (antología, 2004), Soy mi
cuerpo (2006), Dos encendidos (Venezuela, 2008); La otra, la misma de Dios (2012).
Compiló la antología Trece poetas ecuatorianos (2008). Colabora con las revistas La
Otra (México) y Agulha (Brasil). Poemas suyos han sido traducidos al hebreo,
portugués, alemán, francés e inglés, y figura en diversas antologías y revistas de
Hispanoamérica.
Sólo tú, poesía
Una reluciente hoja de un solo filo
Mi arma blanca con mango de concha nácar
que no logró entregarme la dicha
El amor y su exigencia
Esa llama que me quemó, arrastró y hundió
Ni navajas, ni besos, ni cuerpos
Ni siquiera el solo estar, dejarse estar
Ni el aleteo de la fe en forma de religión
Ni el palpitante viento con sus dilemas
Nada me sostuvo hasta llegar a este momento
Solo tú poesía haces que valga la pena
seguir al borde, a la intemperie de vivir
en el reluciente filo de una navaja que pocos conocen.
Limón perfumado
Soy mi cuerpo
atrapado por partículas
de otros cuerpos
Cuerpo
que enjabono en el mar
reconociendo suciedades
y miedos
Miedos míos
enjuagados con
el agua que todo lo cura
la sal de mi sudor
los celos bien guardados
los dulces jugos
y de nuevo el agua
que me concede
un cuerpo nuevo cada día
Cuerpo fresco
tendido en la cama
como limón al filo
de la ventana
Y el sol quemando
el vidrio
la madera
el limón
perfumado y desnudo
de la ventana que soy
¿Sé quién soy?
me miro
en el largo espejo del baño
tengo 33 años
nunca estuve tremendamente sola
abandono de perras
que te marca y deja sin curiosidades
Lloro y mis piernas blancas
se vuelven negrura profunda
que bloquea los sentidos
Quién es mi cuerpo
puede afrontar sus propias
desgracias
incluso las más asfixiantes horas
ansiedad
falta de ti
horas cuando me fundo con un monstruo
que conozco bien
Cuerpo mío
pólvoracielo
intenso estallido
de lámparas que filtran tu claridad
sobre mi pecho
Soy este cuerpo mío.
FRANKLIN ORDOÑEZ LUNA (Loja, 1973)
Licenciado en Ciencias Sociales, Políticas y Económicas, así como en Lengua y
Literatura, con especialidad en Filología Española por la Universidad Complutense
de Madrid. Es magíster en Estudios de la Cultura. Fue coordinador del taller de
literatura de la Casa de la Cultura, núcleo del Azuay. Es autor de los libros Mapa de
sal (2001), A la sombra del corsario (2004), A cambio de monedas o palabras (2007) y Del
Neo José y otras historias (2009). Textos suyos han aparecido en publicaciones como
Ánfora Nova y Casa de la Poesía, así como en diversas antologías de México,
Venezuela, Argentina, Estados Unidos, Ecuador, entre otros países. Actualmente se
desempeña como catedrático en centros educativos secundarios y universitarios.
Reside en Cuenca desde hace doce años.
Keanu Reeves
Sabes a mares del sur
ceniza de marihuana.
Llego a tus nalgas.
Qué importan los versos,
la música, Manhattan.
Qué importan las torres desplomadas,
el sur comiendo cieno,
el vacío de los desterrados.
Qué importa el mundo
soy pez de tu mar en llamas.
Autorretrato
Momificaré el pasado y lo enterraré
en las catacumbas de mi corazón
Inventaré un alfabeto y en las paredes
contaré mi historia
CARMEN INÉS PERDOMO (Esmeraldas, 1973)
Periodista. Ha participado en recitales nacionales e internacionales. Es autora de
los poemarios Silencio en llamas (2005) y Naufragio del canto (2008). Aparece en
varias antologías nacionales e internacionales. Es coautora del libro La voz habitada.
Siete poetas ecuatorianos en el nuevo siglo (2008). Obtuvo el tercer lugar en el concurso
de poesía femenina Gabriela Mistral y la mención de honor en poesía en el
Concurso Internacional Editorial Novel Arte 2008 de Arte y Letras (Argentina).
Grafías
I
Tu llanto se diluye en mis manos
como música de cristales.
Tu mirada,
oscuro desvelo,
me inunda.
Me sumerjo en tu hálito
ausente.
II
La noche abraza lo oculto,
muestra sus filos de fuego
que caen en la pradera.
Pájaros lacustres dormitan su esplendor.
Cantos trizados
como un espejo que el silencio muerde.
En la cima del vuelo,
el viento desdibuja mi cuerpo.
III
Agua susurrante: la palabra.
Me hundo como náufrago
en las tinieblas.
Deambulo,
desfallecida hasta volver
en una hoja en blanco.
Simiente
Brotan pétalos,
el vientre es la estancia
por donde vaga la tristeza.
La tempestad de la floresta
abre venas,
desgarra la tierra,
deshoja caricias.
Entre relámpagos de sangre,
quedarse quieta en una sílaba
es parir la luna entre espigas.
La noche persiste en el rocío.
CARLOS VALLEJO (Quito, 1973)
Ha sido promotor cultural, editor, bibliotecario, facilitador de talleres de fomento
de la lectura, de desarrollo de la creatividad y de escritura. Ha publicado los
poemarios Oficio de navegantes (2009), La orilla transparente (2007), En mi cuerpo no
soy libre (2003) y Fragmento de mar (2005). Ha merecido el Premio Nacional de
Literatura Aurelio Espinoza Pólit (2007) y el César Dávila Andrade (2009), así
como menciones honoríficas en la Bienal de Cuento Pablo Palacio 1999 y 2001.
Residencia
El viento o un poema del viento,
la piedra o su recuerdo:
tu rostro o la flor que por ti se yergue.
Resido en la Flor, en el sueño que evocan
las Palabras.
Respiro,
subo por la pendiente frágil de una página,
me aparto del mundo;
cohabito,
como un pájaro roto,
entre las líneas del poema.
La estatua gira
en su sola quietud,
naufraga ante su materia;
se despide, retorna,
transita como un barco
anclado en el espacio:
se mueve, inerte,
en los confines de su vasto sueño.
Roca estéril, la estatua,
a pesar de las caravanas,
y los días jubilosos,
la estatua muerta entre los amantes
que se palpan,
sorda materia entre los latidos
que incendian la hierba.
Lugar perdido, la estatua.
dispuesta como un animal
atascado en la luz,
canto de luciérnagas minerales,
lápida de sí misma,
fruto inmóvil del viento.
Mar ausente, la estatua,
que desaparece
en su perenne insomnio,
músculo raudo que se despide
de su inseparable presencia;
candado y llave
de un acceso hacia ninguna parte.
Coloso triste, la estatua,
que sueña despierta
mientras la naturaleza
a su alrededor
le implora que duerma.
JAVIER CEVALLOS (Quito, 1976)
Ha publicado La ciudad que se devoró a sí misma (CCE, 2001) yC (2006). Consta en la
antología de poesía joven ecuatoriana Ciudad en verso (2002). Consta en las
memorias del I Festival de Poesía Joven Hugo Mayo (2005).
Plaza grande
¿Quién te vio,
ángel insomne,
perdido entre las campanas viejas?
¿Quién te vio
arrastrar las alas rotas
entre cunetas sucias
y puentes opacos?
Mordiendo las paredes pendulares
con tu sexo hermafrodito.
Vagando como un imbécil
de mirada perdida.
Sonriendo inocentemente
a las farolas.
¿Quién te vio,
ángel oscuro,
consumirte en ojos de abuelos
apuntalados en los portales?
Añorando un tiempo
que nunca acabó de ser tuyo.
Mamacuchara
Desde el
fondo de
esta calle
te ves tan
pequeña que me provoca
aplastarte con la punta de mi dedo
pulgar
SIOMARA ESPAÑA MUÑOZ (Manabí, 1976)
Licenciada en literatura y español, catedrática de literatura, poeta, narradora y
crítica literaria. En 2008 obtuvo el primer Premio de Poesía de la Universidad de
Guayaquil, y fue finalista del concurso de cuentos Jorge Luis Borges, de Argentina.
Ha publicado los poemarios Alivio Demente (2008), Concupiscencia (2007) y De cara
al fuego (2012). Ha sido incluida en diversas antologías poéticas de Ecuador, Perú,
España, Cuba y México, y ha participado en encuentros literarios dentro y fuera
del Ecuador. Invitada a la Feria del Libro de La Habana Cuba 2011. Parte de su
obra está traducida al inglés y al francés.
La casa vacía
No invites a nadie a nuestra casa.
Pues repararan en puertas,
paredes,
escaleras,
y ventanas,
miraran la polilla en los rincones,
los cerrojos oxidados,
las lámparas ciegas, arruinadas.
No traigas a nadie a nuestra casa
pues no tendrán más que angustia de tu mesa,
de tu cama,
del mantel,
del mobiliario,
se reirán de pena por las tazas,
fingirán nostalgia de mi nombre
y reirán también de nuestra hamaca.
No traigas más gente a nuestra casa
pues te escribirán canciones,
te entusiasmaran el alma,
te susurrarán traviesos,
sembraran una flor en la ventana.
Por eso no debes, te lo ruego,
traer más gente a nuestra casa
pues se pondrán rosados,
verdosos, rojizos o azulados,
al descubrir las paredes rotas
las plantas marchitadas.
Querrán barrer en los rincones
querrán abrir nuestras persianas
y encontrarán seguro en nuestros libros
las excusas perversas que buscaban.
No traigas mas nadie a nuestra casa
así descubrirán nuestros absurdos
te llevarán lejos a otras playas
te contarán historias de naufragios
te sacarán a rastras de esta casa.
La mujer del miércoles
Cuantas veces la mujer del miércoles
desdobla el rostro,
lava sus pies
y camina sobre sus palabras.
Cuantas veces recorre los mismos caminos,
transita las mismas calles,
ve los mismos semáforos,
observa los mismos mendigos,
sube las mismas nubes,
busca la misma cama.
Cuantas veces la mujer del miércoles
busca la boca de su amante,
se estremece entre sus brazos,
grita de amor desesperada
y llora entre silencios sus palabras.
Cuantas veces la mujer del miércoles
quiere abandonar su pasión
olvidar sus sueños
y seguir atada.
Cuantas veces ríe y canta
y otras tantas llora enamorada
cuantas veces la mujer del miércoles
tiene que amarrarse el alma,
vivir el delirio, la locura
y caminar sobre lo dicho,
caminar sobre sus palabras.
LUIS ALBERTO BRAVO (Milagro, 1979)
Ha recibido menciones de honor en los siguientes concursos: Nacional de Poesía
Jorge Enrique Adoum (2004), César Dávila Andrade (2008), XII Nacional de
Literatura (2009), Doctor Ángel Felicísimo Rojas (por su novela Septiembre) y II
Concurso Nacional de Dramaturgia y Creación Contemporánea José Martínez
Queirolo (2011). Ha publicado Utolands (México, 2010; Premio del Concurso de
Poesía y Cuento Lenguaraz, México, 2009), Antropología pop. Para árboles epilépticos
(2010) y Cuentos para hacer dormir a una niña punk (México, 2010). Está incluido en la
antología continental 4m3r1c4 (Santiago de Chile, 2010).
Sofía
Salgo a las doce de la noche,
a darle un trozo de vidrio a los niños.
“¡Vuelvo!... Junta la puerta: Para que entre yo,
para evitar a los ladrones”.
Hay algo de noche en el gato;
Hay algo de gato en el zinc que da a la calle.
Al final del jardín un duende defeca.
Lo sé por los árboles
—¡¡tosen los árboles!!—.
Tiene la oreja de un cerdo
y el mandil de un carnicero;
Me arropo mientras la araña me mira:
Sueño a Kerouac atropellado por un camioncito de marihuana
[y en el cuarto adjunto (a ti),
se te revientan los ojos].
Cajita de música
Las niñas
juegan con las muñecas,
y por ello sus padres ríen.
Las niñas
les inventan novios a sus muñecas,
y por ello sus padres callan.
Las niñas
quisieran parir muñecas,
y por ello sus padres las abandonan.
AUGUSTO RODRÍGUEZ (Guayaquil, 1979)
Periodista, editor, catedrático y editor de El Quirófano Ediciones. Ha publicado los
poemarios Mientras ella mata mosquitos (2004), Animales salvajes (2005), La bestia que
me habita (2005), Cantos contra un dinosaurio ebrio (Barcelona, 2007), Matar a la bestia
(recopilación, México, 2007), La gramática del deseo (recopilación, Bolivia 2009;
México, 2009; Argentina, 2009) y Voy hacia mi cuerpo (Perú, 2010). Ha obtenido,
entre otros, el Premio Nacional de Poesía David Ledesma Vásquez (2005) y el
Premio Nacional Universitario de Poesía Efraín Jara Idrovo (2005). Parte de su obra
poética está traducida al inglés, catalán y francés. Es uno de los fundadores del
grupo cultural Buseta de papel.
Decapitado en el circo
El poeta es un payaso de circo
sin maquillaje, con sus arrugas, sus canas
su pobreza de a pie;
el poeta ríe poco o mucho
depende de su círculo de lectores.
Unos viajan por el mundo, leyendo su poesía
a otros les toca leer sus poemas
debajo de los puentes
encima de los árboles
o en las jaulas de los leones.
al final, el lector (des) preocupado
aplaudirá de pie
hacia el vacío
las sombras de la nada
porque un poeta más de este mundo
ha sido decapitado entre los espectadores.
Historias de infancia
Ella descansa en mi regazo y me cuenta historias de su infancia. Yo me la imagino
con la carita redonda corriendo en busca de agua y alegría. Sonriendo al ver a los
payasos y a los regalos de cumpleaños. Abrazando a su madre, a sus distintos
hermanos que nunca más volvió a ver, acurrucada en el ataúd de su padre y en la
melancolía de su abuela. Ella descansa en mi regazo y me sigue contando historias
de infancia aunque poco a poco se duerma. Yo la miro, la veo allí, sola, débil,
abandonada y lloro por sus ojos.
ROCÍO SORIA (Quito, 1979)
Publicó Huella Conceptual, libro con el que obtuvo el II Premio en el Concurso de
Poesía, Universidad Central del Ecuador, (2003); Premio Internacional de Poesía
Fanny León Cordero, (2005); Medalla de Bronce en el Concurso de Poesía, Cuento
y Ensayo, Facultad de Filosofía, Universidad Central del Ecuador, (2006); I Premio
Concurso del Libro y de la Rosa, (2006) y Premio Nacional Ileana Espinel Cedeño,
(2008). Publicó El Cuerpo del Hijo, (2008) e Isadora, (2010).
Temblor
Y temblar es solamente transcurrir,
doblarse sobre uno mismo como ante un vertedero y dejar gotear una baba con
sangre y lágrimas, con sangre y muelas,
hacerse pequeño, abrazarse, cubrirse el rostro pero no morir,
sólo ovillarse, enfundarse,
desfigurar el rostro, llorar.
Y llorar es solamente transcurrir,
caminar por las cuchillas del día,
gritar, quedarse mudo por completo, arrodillarse en la puerta de urgencias,
cagarse del miedo, doblarse ante el vertedero y gotear,
hacerse pequeño, cubrirse en rostro pero no morir,
sólo reducir el poema a la menor cantidad de palabras
para que sea aullido o pelota de aire en el pulmón.
Elfos
Los elfos en la casa de papá, zumbaban por entre las macetas, buscaban la flor más
roja, sorbían su néctar; la abuela decía que ellos preferían las flores rojas o las de
color naranja. Un día los elfos dieron con el rojo poema de su corazón. Jamás la
volvimos a ver.
Mi hermano, a su vez, hablaba con los gorriones, les sacaba de juicio, les ponía
nombres o apodos, les hacía algún cuento chino, jugaba al cuarenta con ellos, les
daba pizco sour hasta que se volvieron sus panas y le confiaron un secreto que
desconozco. Él estiró los brazos hacia lo alto, dio un grito, y voló desde su silla de
ruedas. Jamás lo volvimos a ver.
Hace casi un año en la casa de papá se puso la noche, los ojos verdes de él se
volvieron pájaros quindes y en las bóvedas de su cuerpo afásico y paralítico solo
ellos sobreviven, aletean convulsamente y a veces se posan vagos en la cara de las
mujeres, no las reconoce y cierra sus ojos con desconsuelo, es preferible ser
atormentado por los recuerdos que por la falta de ellos… a ellos, a sus recuerdos
tampoco los volvimos a ver.
Nosotros fuimos parte de sus recuerdos, tal es así que jamás nos hemos vuelto a
ver, ni siquiera en los espejos, ni colgando la ropa en el alambre o fregando los
pantalones en la piedra, o lavando con el cáñamo los zapatos.
Es gracioso, somos un trío de espectros femeninos en la casa de papá que ahora es
la casa de los pájaros. El lecho, la música, los cuerpos se volvieron agua, luz en el
túnel o material de mullido y unos pájaros desconocidos ahora nos picotean los
ojos.
MARIA DE LOS ÁNGELES MARTINEZ (Cuenca, 1980)
María de los Ángeles Martínez | Cuenca, 1980 | Profesora de literatura, editora y
correctora de estilo. Ha merecido el Premio Benigno Malo de la Universidad de
Cuenca. Ha publicado Un lapso de impiedad (1990), Neos (plaquette, 2000), Subcielo
(2004), Trozos de vidrio (2007). Ha sido incluida en varias antologías nacionales y
extranjeras. Es cofundadora del grupo Salud a la Esponja, con quienes además ha
publicado los libros colectivos Aunque bailemos con la más fea (2002) y Nadie nos quita
lo bailado (2005).
La sacrílega comedia
Si Dios desciende seguro le destrozamos,
cada uno querrá un souvenir de Dios.
Se harán urnas y escapularios,
de sus partes cercenadas,
de su divinidad.
Se venderán
pedacitos pirateados, falsos
y la humanidad será feliz con una nueva mentira
guardada en el disco duro,
bajo la almohada,
o cocida al sostén.
Bienaventurados los que tengan
un trozo del ser supremo
que ellos tendrán vacaciones,
y seguro social,
y auto del año.
Por eso Dios se queda arriba,
con razón nos promete resurrecciones diplomáticas
y no viene jamás a visitarnos.
Continuo
Bendito sea mi miedo,
que no empuña armas,
que no compra pastillas,
que no salta al vacío porque tiene vértigo,
que es torpe para amarrar una cuerda,
y se duerme agotado todas estas noches
junto a mí y mis mejillas mojadas.
DAVID GUZMÁN (Quito, 1980)
Ha participado en varios encuentros literarios dentro y fuera del país. Consta en
las memorias del I Festival de Poesía Joven Hugo Mayo (2005). Ha publicado la
novela corta El perrológico (2006).
Quito,
me ha caminado
por tantos senderos,
ha repechado laderas,
jugado en mis parques,
se ha sentado a esperar autobuses,
ha visto amigos, gastado zapatos.
en mis calles serpentinas
se ha dividido al llegar a una esquina
y regresado después buscándose.
ha olvidado el nombre de mis direcciones.
a cada instante,
quito me encuentra por años de vivirme
y se pierde de nuevo entre la gente.
él me quiere tanto
que a veces
con su halo de gigante
me garabatea caballitos
para que entonces
yo
lo ande.
La luz del sol a veces atraviesa las frondas de los árboles
y deja charcos de luz sobre la calle, después la noche
cubre el tiempo y la tierra
y la luz empozada permanece, y de allí mi boca bebe.
Las paredes no paran y no tienen raíces.
Sólo los árboles, la tierra han sido viejos:
que importante es haber sido viejos.
La sangre es un bramido y los muros siempre fueron secos,
allí sólo hay silencio.
En la muerte nadie canta, en la muerte hay pétalos de piedra,
escozor y sal negra. No cierres las puertas de esa tarde:
entre caminos de polvo, soledad y piedras,
corre un arroyo de niños entre los olmos
y las tímidas higueras. Si Dios le hubiese dado alas al aire.
No se puede esconder tanta presencia: la cebada
al borde del camino, montañas, horizonte.
Seré la semilla de un árbol de limones.
Hojitas verdes, amarillas después
y azoradas de nostalgia. El aire se eleva. El suelo se ha caído,
nadie más que el tiempo que no existe lo puede levantar.
El suelo se ha caído.
SANTIAGO VIZCAINO ARMIJOS (Quito, 1982)
Licenciado en Comunicación y Literatura por la Pontificia Universidad Católica del
Ecuador. Ha sido supervisor de estilo de diario Hoy y director editorial de
Superbrands Ecuador. Actualmente es editor de la Dirección de Publicaciones de la
Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión. Además, es editor, corrector de
estilo y redactor de diferentes publicaciones a nivel nacional. Textos suyos se han
publicado en las revistas Letras del Ecuador, Rocinante y Retrovisor. Su primer libro
de poesía, Devastación en la tarde, y otro de ensayo, Decir el silencio. Aproximación a la
poesía de Alejandra Pizarnik, han sido premiados y publicados en 2008 por parte del
Ministerio de Cultura del Ecuador dentro de sus Proyectos Literarios Nacionales.
En la penumbra
Mientras dormita,
el ligero movimiento de su ceja esconde una tortura.
Siente que su respiración se agiganta como la víbora que devora al ciervo.
Bosteza.
Toda aparente claridad se ha vuelto obtusa.
Su visión es un estertor.
A lo lejos, la angustia se reviste de una soledad muy tenue.
Tiembla.
Su corazón se descuelga de las ramas de los cipreses.
Desde arriba,
su cuerpo se ve tan vulnerable como la cola de una lagartija.
Inmóvil,
frente a un espectáculo de lunares que resplandecen,
puede distinguir la gruta del temido infierno
donde una enorme boca devora los cráneos de los bueyes.
La saliva moja su almohada:
tibia mucosidad de los perros.
Hileras e hileras de rocas
que lastiman esa oscuridad omnímoda,
ese frío intenso en el que tiritan las espinas de los cactus.
Su brazo busca un asidero como los borrachos alucinados con la luz de un faro.
No ha de despertar.
No hay hogueras para el tembloroso.
En la desolación del universo
solo hay un cuerpo que palpita.
Poema desierto
La sombra de un abrigo hace del fuego
el lugar de antiguos sortilegios.
Es tan tórrido el silencio de esta tarde
que la luz me devuelve una mueca de espanto.
Dejo que se acerque el humo de la noche
y palpo su densidad octubrina.
Veo cómo se desangran las reses sobre la hierba.
¿Qué significa esta complacencia tan nuestra
sobre la rama del pájaro?
Asistimos a este encuentro como los niños a los funerales.
Cada gorgoteo es un universo
al que se obligan las mariposas entre los abedules.
Nacimos así,
tan desvergonzadamente tibios,
sangrientos como torpes sanguijuelas.
A lo lejos,
la ciudad se mueve como el colibrí frente a la flor.
Yo tengo la intención de alimentarme de gusanos.
_________
(*) Jorge Valbuena (Facatativá, Cundinamarca, Colombia, 1985). Licenciado en
Humanidades y Lengua Castellana. Su primer poemario," Presos", recibió el
Premio Departamental de Poesía de Cundinamarca en 2008. El mismo año "Los
arados del parpadeo" fue merecedor del Premio de Poesía Revista Surgente. Su
obra "Péndulos" fue reconocida con el primer puesto en el concurso
Bonaventuriano de Poesía en 2010 y su poema Abismos del silencio fue ganador en
el concurso nacional de poesía Palabra de la Memoria. Sus poemas han sido
publicados en varias revistas y antologías. Forma parte del colectivo literario La
Raíz Invertida. Actualmente, realiza una maestría en Literatura Hispanoamericana
en la ciudad de Quito.