Políticas para la creación y la distribución de la riqueza en América Latina | Manuel Gómez Granados

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    Polticas pblicas activas para el equilibrio anivel territorial, sectorial, regional, mundial envista de la produccin y de la distribucin de

    la riqueza1

    Eminencias,

    Distinguidos participantes,

    Agradezco la oportunidad que se me ofrece de participar en este

    Congreso en el L aniversario de la encclica Mater et Magistra, cuya

    oportunidad e importancia difcilmente podra ser mayor. El tema que

    se me ha pedido abordar es fundamental para comprender elpresente y el futuro de amplios sectores de Amrica Latina, frica y

    Asia aunque, por mi experiencia, me centrar en el caso de algunas

    polticas de alcance global, regional, nacional y/o local aplicadas en

    Latinoamrica.

    La presentacin abordar en un primer momento el tema de

    qu tanto sabemos acerca de las polticas que permiten detonar la

    produccin y mejorar la distribucin de la riqueza. En un segundo

    momento, se abordar el problema de los obstculos de los que

    debemos estar conscientes cuando se trata de analizar las polticas

    pblicas que puedan favorecer la produccin y la distribucin de la

    riqueza. En tercer lugar, se consideran algunas experiencias positivas

    en los distintos niveles o planos considerados en la pregunta que

    motiva esta intervencin. Finalmente, se ofrecen algunas ideas

    acerca de las posibles rutas que, desde la perspectiva de la doctrina

    social cristiana, deberan seguir las polticas para la produccin y la

    distribucin de la riqueza.

    Qu tanto sabemos?

    Lo primero que es necesario destacar es que vivimos en materia de

    polticas pblicas en materia de produccin y distribucin de la1 Ponencia presentada porManuel Gmez Granados en el Encuentro con motivo del L aniversario de la

    encclica Mater et Magistra. Ciudad del Vaticano, mayo 17 de 2011.

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    riqueza una paradoja: aparentemente sabemos mucho y, sin

    embargo, sabemos poco acerca de la manera de producir riqueza y

    distribuirla de manera eficaz. As, an cuando es cierto que nunca en

    la historia de la humanidad habamos logrado acumular tanto

    conocimiento, tanta experiencia y tantos recursos de distinta

    naturaleza para comprender los ciclos econmicos y la manera en

    que se pueden sostener, as como la manera en que podemos lograr

    mejoras en la distribucin de los ingresos, tambin es cierto que

    sabemos poco acerca de esos procesos.

    Y no es un problema que se limite a Amrica Latina o a casos

    nacionales, como podra ser el de Mxico y la difcil crisis que

    tratamos de superar ahora mismo. Es un problema ms grave, que

    tiene que ver con el hecho que, a escala global, existen importantes

    incgnitas acerca de los factores que dan forma a los intercambios

    econmicos, incluso en el plano de la microeconoma. Esto puede

    comprobarse fcilmente al observar las tendencias ms recientes en

    la asignacin del premio Nbel de economa que, lejos de premiar el

    conocimiento en reas relativamente estables, le ha apostadoms

    biena fortalecer el desarrollo de reas de conocimiento novedosas,

    que lejos de cerrar preguntas, tratan de reconocer la existencia de

    reas grises. As, hemos visto cmo se premia la obra de autores que

    dan cuenta del papel de la cooperacin al construir mercados

    estables, as como las que tratan de explorar las relaciones entre

    psicologa y economa.2

    Este hecho, sumado a cualquier anlisis, as sea somero, de los

    ndices de algunas de las publicaciones ms importantes en materia2 En 2010, por ejemplo, el Nbel de economa se entreg a Peter A. Diamond, DaleT. Mortensen y Christopher A. Pissarides, por trabajos dedicados a analizar losefectos que tiene la falta de informacin en los mercados. En 2009, se entreg aElinor Ostrom y Oliver E. Williamson por sus trabajos para dar cuenta de lascondiciones psicolgicas y simblicas que hacen posible la gestin de bienescomunes, como lagos o bosques, por medio de mecanismos de cooperacin y losque permiten que las empresas se regulen a s mismas. En 2008, se entreg a PaulKrugman por contribuir a mejorar la comprensin de los patrones de comerciointernacional. En 2006, Edmund S. Phelps lo recibi por su anlisis de la prdida deinformacin en el diseo de la poltica macroeconmica. En 2005, Robert J. Aumanny Thomas C. Schelling lo compartieron por su trabajo para comprender las

    dinmicas de conflicto y cooperacin desde una perspectiva econmica. En 2004,Finn E. Kydland y Edward C. Prescott lo compartieron por su trabajo para explicar elfactor tiempo en el anlisis de la poltica econmica y los ciclos de negocios.

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    econmica o la investigacin financiada por el Banco Mundial, el

    Fondo Monetario Internacional y algunos bancos centrales, deja ver

    que sabemos poco acerca de los ciclos econmicos de largo plazo y,

    en consecuencia, sabemos poco tambin acerca de los ciclos de corto

    plazo, pues son ms sensibles a las variaciones estacionales o de otra

    naturaleza en los mercados.

    Este reconocimiento podra formularse a priori, como lo

    demuestra la severidad de la crisis de 2006-9 y las respuestas que se

    dieron a ese evento. Se necesita, en consecuencia, mayor

    precisin acerca de la manera en que la economa mide en

    general y ms y mejores series de informacin, pues en muchas

    de las ms antiguas a nuestro alcance es posible advertir fuertes

    sesgos. Por una parte, estn los intereses mismos de quienes

    recopilaban esa informacin (los antiguos imperios coloniales

    europeos, Inglaterra y Francia, o las potencias industriales de finales

    del XIX y el XX, Estados Unidos, Alemania y Japn). No slo eso.

    Incluso esa informacin acumulada est sesgada por problemas de

    origen, pues muchas de esas series de datos no consideran los costos

    o efectos que tuvieron prcticas como la explotacin minera a cielo

    abierto, la devastacin de bosques, el uso del carbnmineral o

    vegetalcomo combustible, la contaminacin de mantos freticos, la

    erradicacin de especies animales o vegetales, e incluso la esclavitud

    o la semiesclavitud de personas que, por medio de estructuras de

    produccin como la hacienda en Mxico o la plantacin en Amrica

    Central, el Caribe, Brasil y otras naciones, sostuvieron los ciclos de

    expansin econmica del XIX y XX.

    A pesar de todo, algo se ha avanzado y, gracias a ello, las ms

    importantes agencias de desarrollo tanto en el mbito mundial,

    regional, nacional o local, hablan de la necesidad de que los procesos

    de desarrollo sean sustentables.3 Lo mismo puede decirse del

    abandono, aunque sea parcial, de ndices como el Producto Interno

    Bruto per cpita y su sustitucin por el Purchasing Power Parity, o

    3 En algunos pases de habla espaola se prefiere decir desarrollo sostenible. Eneste caso se consideran sinnimos sustentable y sostenible.

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    Paridad del Poder de Compra, e incluso de ndices que han ganado

    legitimidad en los ltimos veinte aos a escala global, como el ndice

    de Desarrollo Humano desarrollado por el Programa de Naciones

    Unidas para el Desarrollo. De hecho, el movimiento acadmico e

    intelectual detrs de la sustitucin del PIB per cpita por el PPP es un

    reflejo fiel del agotamiento de una cierta manera de comprender la

    manera en que se genera la informacin econmica, y de la

    necesidad de desarrollar nuevos y ms precisos indicadores que den

    cuenta de los problemas a los que nos enfrentamos.

    El problema de la falta de informacin de calidad, por

    cierto, no slo afecta a naciones subdesarrolladas o

    sometidas a regmenes autoritarios. Las crisis ms recientes

    en EU y Europa demostraron varias cosas. La ms importante,

    quizs, es que result suicida que las agencias reguladoras

    renunciaran, como lo hicieron, por decisiones polticas que las

    rebasaron, a la posibilidad de usar los instrumentos legales y

    de acopio, produccin y aprovechamiento del conocimiento,

    previamente acumulado y a su alcance, para evitar nuevas

    crisis.

    La hiptesis de la oleada des-reguladora de finales de los 1990,

    cuyo propsito era justamente dar pie a modelos de creacin y

    distribucin de la riqueza ms estables y de larga duracin fue que,

    sin importar lo que haba ocurrido ya antes, en la depresin de 1929-

    1936, un hecho que en s mismo requiere ser analizado con mayor

    detalle y otros momentos difciles en la historia econmica, los

    mercados y las empresas haban logrado un grado de madurez tal

    que eran capaces de regularse por s mismos. Ello implic presentar a

    los gobiernos y las agencias reguladoras como obstculos y no como

    facilitadores de los procesos de creacin y distribucin de la riqueza.

    Se asumi, con mucha ingenuidad podramos decir ahora a toro

    pasado, que los mercados eran capaces de autorregularse sin la

    intervencin de las autoridades o de agencias reguladoras o

    certificadoras de buenas prcticas. La idea, se nos deca, era dejar

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    atrs las fricciones propias de mercados imperfectos y avanzar en la

    ruta de la construccin de mercados ms transparentes, ms

    eficaces.

    Tanto en Estados Unidos como en Irlanda, Espaa, Islandia,

    Grecia, Portugal e Italia, entre otros pases de la Unin Europea,

    apostaron a un modelo de creacin y distribucin de la riqueza

    centrado en las posibilidadesaparentemente infinitasde complejas

    interacciones entre el mercado inmobiliario, los mercados burstiles y

    los fondos de inversiones o hedge funds.

    La crisis demostr, a ambos lados del Atlntico, que la teora y

    los perfectos modelos construidos a partir de sta eran tan frgiles,

    voltiles y engaosos, como muchos de los supuestos que haban

    dado forma, por ejemplo, a la llamada burbuja de Internet de 2001.

    A pesar de ello, los gobiernos, los administradores de la banca de

    inversin, la banca global y los hedge funds apostaron a un modelo

    de creciente autonomizacin del sistema econmico, no slo respecto

    de los sistemas de gobierno de derecho, sino tambin respecto de la

    tica y la moral. Creancomo aquellos que construyeron la Torre de

    Babelque el modelo era perfecto y era capaz de garantizar por s

    mismo su propia viabilidad: la eliminacin a las restricciones en el

    manejo de informacin entre los bancos de inversin, la banca

    comercial y los administradores de fondos de inversin lejos de

    facilitar hechos de corrupcin, permitira una mayor transparencia, un

    mejor conocimiento de las condiciones del mercado. Esto, a su vez,

    sera el combustible perfecto para financiar la expansin del mercado

    inmobiliario, alimentada por crditos baratos procedentes de Europa,

    China y Corea del Sur, que gracias a complejas ecuaciones para

    analizar y reducir el riesgo, permitiran garantizar la viabilidad

    del modelo.4. El boom de la industria de la construccin, dada su

    capacidad como multiplicadora de la demanda y el crecimiento

    4 En la base del modelo se encontraba la idea de que era mejor fraccionar o

    pulverizar la propiedad de los crditos del mercado inmobiliario, porque de esamanera se protega al sistema financiero global de un posible contagio. Lo queocurri fue exactamente lo contrario.

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    movimiento del puente y el andar de los peatones, las fuerzas lateralespueden aumentar dramticamente y el puente puede agitarse de maneraviolenta. Los ingenieros que investigaron este hecho llamaron al procesoexcitacin lateral sincrnica y desarrollaron una frmula matemtica paradescribirla.

    Qu tiene que ver todo esto con los mercados financieros? Mucho, como loseal el economista Hyun Song Shin, de la Universidad de Princeton, en untexto de 2005 que result premonitorio. La mayor parte del tiempo, losmercados financieros estn en calma, el intercambio es ordenado, y losparticipantes pueden vender y comprar en grandes cantidades. En elmomento en que ocurre una crisis, los agentes ms grandeslos bancos, labanca y los fondos de inversinse apresuran a reducir sus riesgos y loscompradores desaparecen y la liquidez se agota. Mientras que antes habadistintos puntos de vista, la crisis trae unanimidad: todos se mueven a pasoredoblado: los peatones en el puente son como bancos que ajustan susposiciones y los movimientos en el puente son como cambios en losprecios, escribi Shin. Y el proceso se refuerza a s mismo: una vez que la

    liquidez cae por debajo de cierto umbral, todos los elementos que dieronforma a un cierto crculo virtuoso para promover la estabilidad, conspirarnahora para socavarla. Los mercados financieros pueden ser muy inestables.Esto fue, en esencia, lo que ocurri en los meses previos al Great Crunch,como algunos llaman a la crisis de 2006-8. El detonador fue, desde luego, elmercado de los bonos de hipotecas de baja calidad (subprime-mortagebonds), que estaban respaldados por los pagos mensuales de fondos deprstamos que se haban integrado para atender a compradores de casaspobres y de clases medias. En agosto de 2007, con los precios del sectorinmobiliario a la baja y con cada vez ms retrasos en los pagos de hipotecas,el mercado de los bonos de baja calidad (subprime securities) se congel. En

    s mismo esto no tendra que haber provocado demasiados problemas. Elinventario total de hipotecas de baja calidad era de un billn de dlares,5unacifra insignificante para el total de cerca de 12 billones de dlares dehipotecas, sin olvidar el valor total de los mercados burstiles de 18 billonesde dlares. Pero en ese momento, los bancos que no podan estimar qu tanexpuestas estaban otras firmas a posibles prdidas empezaron a vender suslneas de crdito y a agrupar su capital, y lo hicieron de manera masiva, loque confirma el punto de Shin acerca de la manera en que el mercadoimpone uniformidad. Se evit un inmediato colapso total cuando el BancoCentral Europeo y la Reserva Federal de Estados Unidos anunciaron queinyectaran ms dinero al sistema financiero. A pesar de ello, la crisiseconmica global no amain hasta principios de 2009 y, ya para entonces,

    los gobiernos haban comprometido un estimado de nueve billones dedlares para refaccionar al sistema.6

    Hay, y es necesario reconocerlo ahora, vacos, errores,

    problemas en nuestro conocimiento. Es falso que la ciencia

    sea capaz de garantizar algo que no sea la propia integridad

    5 Un billn, es decir, un milln de millones de dlares.6 Cassidy, John (2009) Rational irrationality. The reason why capitalism is prone tocrisis The New Yorker, 5 de octubre. Se encuentra en en

    http://www.newyorker.com/reporting/2009/10/05/091005fa_fact_cassidy#ixzz1LVYJxcLh

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    http://www.newyorker.com/reporting/2009/10/05/091005fa_fact_cassidy#ixzz1LVYJxcLhhttp://www.newyorker.com/reporting/2009/10/05/091005fa_fact_cassidy#ixzz1LVYJxcLhhttp://www.newyorker.com/reporting/2009/10/05/091005fa_fact_cassidy#ixzz1LVYJxcLhhttp://www.newyorker.com/reporting/2009/10/05/091005fa_fact_cassidy#ixzz1LVYJxcLh
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    de sus ejercicios. Hay problemas con la calidad de la

    informacin con la que se operamos hasta ahora al detonar

    procesos de produccin y distribucin de la riqueza y hay,

    sobre todo, la tentacincomo aquella de los constructores

    de la Torre de Babela confiar demasiado en nuestros

    propios instrumentos y a pensar que podemos, de manera

    autnoma y sin reconocer reglas ticas y morales, tocar el

    cielo.

    Qu es lo que sabemos?

    A este problema de origen es necesario agregar otros problemas

    relacionados con la manera en que los Estados latinoamericanos han

    definido a lo largo de los ltimos 150 aos los trminos de su

    incorporacin en los mercados globales que es, por ejemplo, lo que

    distingue a Costa Rica de Nicaragua o de Honduras. Las economas de

    las tres naciones centroamericanas dependen en gran medida de la

    exportacin de bienes del sector primario. Sin embargo, Costa Rica ha

    sostenido desde principios del siglo XX un modelo de desarrollo ms

    incluyente y democrtico. El diseo de este modelo, sin embargo, no

    dependi slo de la dotacin originaria del pas,7 o de su cultura, pues

    ambas, dotacin original y cultura son prcticamente iguales en

    Centroamrica y Amrica Latina. Dependi de decisiones polticas,

    como eliminar las Fuerzas Armadas e impedir la formacin de

    regmenes oligrquicos (Honduras) o sultanticos (Nicaragua).

    Sabemos, entonces, que las decisiones polticas que las

    naciones toman de manera soberana cuentan, y cuentan

    mucho. Pueden representar la diferencia entre un pas como

    Costa Rica y otro como Honduras.

    Otro hecho es que contar con informacin confiable en materia

    econmica, demogrfica, de salud o de educacin. La disposicin de

    los gobiernos a invertir en la construccin de sistemas confiables de

    informacin estadstica es fundamental para detonar el crecimiento

    7 Se llama dotacin originaria al conjunto de recursos naturales con los quenaciones cuentan al momento de su integracin como tales.

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    econmico y para distribuir los beneficios de estos procesos.

    Tristemente, en este punto ser o no democrtico no es la clave. Cuba

    no es una nacin democrtica y, sin embargo, dadas las

    caractersticas mismas del rgimen, cuenta con detalladas series de

    informacin, aunque no sea del dominio pblico.

    Algo parecido podra decirse de la manera en que la dictadura

    militar de Csar Augusto Pinochet actu en Chile, especialmente

    cuando se compara el proceder de esa experiencia autoritaria con la

    de otras dictaduras militares en Amrica Latina, como las que

    existieron casi al mismo tiempo en Ecuador, Bolivia, Paraguay,

    Guatemala y Honduras. Mientras que la dictadura chilena form y

    acept la participacin de una generacin de jvenes economistas

    que, entre otras cosas, mantuvieron y mejoraron un robusto sistema

    de informacin, otras dictaduras militares, e las democracias de la

    regin en esa poca no siempre lo hicieron. As, incluso cuando se

    comparan dictaduras militares entre s, hay diferencias importantes

    por las decisiones tomadas por los responsables. Sabemos,

    entonces que las decisiones que los individuos toman en el

    ejercicio del poder son importantes. Que no hay reglas que

    obliguen a todos los actores a actuar de tal o cual manera.

    Las decisiones individuales y colectivas, as como los criterios

    que se siguen a la hora de construir esas decisiones son

    importantes.

    Esto no obsta para sealar que, al menos en teora, las

    democracias deberan tender a generar mejores y ms abiertos

    sistemas de informacin econmica y de otro tipo que los regmenes

    autoritarios, las juntas militares o los regmenes totalitarios. En este

    sentido, y dado que desde hace treinta aos la mayor parte de la

    regin es democrtica, es importante considerar cmo han construido

    (o no) las democracias latinoamericanas sus sistemas de informacin.

    Luego de aos en los que la responsabilidad en la construccin de

    estos sistemas de informacin recay en manos del gobierno

    nacional, surgi en los 1970 y de manera ms clara a partir de los

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    1980, una tendencia a reconocer autonoma de gestin, organizacin

    y operacin a las instituciones que generan informacin, datos y

    estadsticas. Al menos en teora, las instituciones autnomas deberan

    ser ms transparentes y responder de manera ms gil a las

    necesidades de los pases. Sin embargo, la experiencia en la regin

    en los ltimos 30 aos deja ver que, las diferencias en la gestin de

    los asuntos pblicos, en la gobernacin y en el diseo e

    instrumentacin de las polticas, tienen un peso fundamental para dar

    cuenta de las diferencias en la capacidad para generar y gestionar

    sistemas eficaces de produccin y aprovechamiento de informacin

    sobre cada uno de los pases.

    Estas ideas adelantan ya la que ser una conclusin clave de

    esta intervencin: es necesario reconocer la primaca de la tica

    y la poltica por sobre las ideas dominantes acerca del

    conocimiento en materia econmica, la actividad en los

    mercados y los intereses que dan forma a los mercados. Antes

    de llegar a esa conclusin, sin embargo, es necesario insistir en el

    valor de la informacin confiable. Sin informacin, clara,

    suficientemente sistematizada y confiable, por ejemplo, acerca de la

    inflacin, todas las decisiones que se puedan tomar (o no) acerca de

    la inversin de recursos pblicos o privados adolecer de un

    problema de origen difcil de soslayar.

    No es posible extenderse demasiado en la reflexin acerca del

    papel que desempea la informacin, los datos, en los procesos de

    planeacin y gestin econmica, en los sectores pblico o privado.

    Baste con sealar que toda la estructura de las modernas economas

    de mercado est basada, al menos de manera parcial, en la

    posibilidad de calcular de manera racional las expectativas de lucro,

    el retorno o rendimiento que se obtendr sobre la inversin de

    capital. Este clculo requiere de tres factores clave: leyes que

    permitan predecir posibles rutas de accin; burocracias profesionales

    que ejecuten las rutas de accin previstas en la ley, y datos,

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    informacin, sobre los condiciones en las que los distintos agentes

    econmicos actan.

    En este sentido, sabemostristementeque los esfuerzos de

    los gobiernos y los organismos internacionales son desiguales. En lo

    que hace a los organismos internacionales, ya desde los 1950 la

    Comisin Econmica Para Amrica Latina y el Caribe, CEPAL, de la

    Organizacin de Naciones Unidas, desarroll una serie de iniciativas

    para integrar series de informacin sobre la actividad econmica en

    la regin, a las que tendran que agregarse las que desarrollan otros

    organismos del sistema ONU como el Programa de Naciones Unidas

    para el Desarrollo, PNUD; la Organizacin Internacional del Trabajo,

    OIT; la Mundial del Comercio, OMC; la de la Educacin, la Ciencia y la

    Cultura, UNESCO; la de la Salud, OMS-OPS; as comoen menor

    medidala Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo

    Econmicos, OCDE.8

    El PNUD, el ms ambicioso proyecto de Naciones Unidas para

    aprovechar la informacin estadstica disponible a escala global, slo

    cuentasin embargocon informacin para temas tan importantes

    como los ndices de pobreza para 72 de 140 pases miembros, es

    decir, poco ms de la mitad. Adems, en la mayora de los casos, la

    informacin estadstica disponible en materia econmica slo existe,

    de manera sistemtica y relativamente confiable, para entre 90 y 100

    pases miembros del sistema ONU. Esto plantea, ya desde el inicio de

    cualquier investigacin seria, problemas que pueden ser difciles de

    resolver.

    En lo que hace a los pases individuales de Amrica Latina,

    mientras que Chile, Brasil, Mxico, Uruguay y Costa Rica han

    desarrollado a lo largo de los ltimos 100 aos sistemas de

    informacin ms o menos confiables, en pases como Honduras, Hait,

    Guatemala y El Salvador la informacin es escasa, de dudosa calidad

    o no ha sido compilada durante un nmero suficiente de aos para

    8

    Esto se debe al hecho que el nico miembro latinoamericano de pleno derecho enla OCDE es Mxico, aunque la organizacin ha aplicado algunos de sus estudios enotros pases de la regin como Argentina, Costa Rica y Chile.

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    lograr una comprensin cabal del comportamiento de los mercados y

    los agentes que operan en ellos. En este sentido, las polticas que se

    disean en algunos de los pases ms pobres de la regin, se

    construyen e instrumentan sobre bases frgiles.

    De igual modo, de manera ms preocupante, existen pases

    como Argentina y Venezuela, donde hubo esfuerzos serios en aos

    previos para construir sistemas de informacin suficientemente

    confiables y robustos, que ahora enfrentan problemas serios por la

    incertidumbre y las dudas que generan decisiones poltico-electorales

    de los gobiernos de esos pases que, lejos de fortalecer la

    transparencia en los procesos de clculo y acopio de la informacin

    necesaria para construir indicadores econmicos o de otro tipo, la

    pone en duda.

    El caso ms lamentable es el del Instituto Nacional de

    Estadsticas y Censos de la Repblica Argentina, INDEC, que

    evidencia la manera en que una nacin aparentemente democrtica,

    recurre a trampas para construir los datos a partir de los cuales los

    agentes econmicos, los actores polticos y sociales se desempean

    en sus respectivas posiciones. En este sentido, es posible deducir que

    una de las condiciones clave que las democracias

    latinoamericanas deben satisfacer para disear e

    instrumentar polticas de creacin y distribucin de la riqueza

    es que existan sistemas pblicos de informacin,

    suficientemente transparentes y profesionales que garanticen

    la condicin bsica de cualquier teora econmica para

    detonar procesos de crecimiento y distribucin de la riqueza.

    Si la produccin de los datos, de la informacin en materia

    econmica, se convierte en una extensin de los conflictos en el

    mbito de la poltica y los datos, lejos de ser construidos de manera

    que reflejen de manera fiel la realidad, se convertirnms bienen

    elementos de las estrategias de propaganda y publicidad de los

    gobiernos y, de manera ms especfica, de los polticos que buscan

    reelegirse o favorecer la eleccin de algn cercano. No slo eso. El

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    dato mismo en lugar de inducir, de generar, confianza, provocar lo

    opuesto: desconfianza, incertidumbre, desazn y conflicto.

    Las dudas sobre la calidad de los datos que generan las

    instituciones de gobierno en temas tan importantes como los niveles

    de inflacin,9 o los niveles de empleo-desempleo no son exclusivas de

    Argentina. De hecho, en el caso de los ndices de empleo-desempleo

    u ocupacin, las diferencias en la calidad de la informacin generada

    por cada uno de los pases han motivado intentos muy valiosos de las

    organizaciones Internacional del Trabajo y para la Cooperacin y el

    Desarrollo Econmico para unificar los criterios para la construccin

    del ndice de ocupacin, de manera que las cifras puedan ser

    comparadas.

    Sin embargo, la debilidad de las instituciones pblicas en

    Amrica Latina, as como las marcadas diferencias en la manera en

    que estn estructurados los mercados, hace que sea muy difcil lograr

    una cabal comparacin pues, por ejemplo, mientras que en Estados

    Unidos, Canad y la mayora de los pases europeos existen

    instituciones como el seguro de desempleo, que permiten

    comprender mejor cmo opera el mercado laboral, en Amrica Latina

    no existen esas instituciones o, en su defecto, son tan dbiles, por el

    peso de la economa informal, entre otros factores, que las

    comparaciones con Europa o Estados Unidos son difciles de validar.

    Sabemos, en este sentido, que es necesario mejorar la calidad

    tanto de los sistemas que generan la informacin, como

    asegurar la confiabilidad de los sistemas y procesos que

    generan informacin, datos, estadsticas, as como la

    investigacin bsica de esa informacin.

    Una posible ruta de solucin a este tipo de problemas ha sido la

    autonomizacin y/o ciudadanizacin de los rganos responsables de

    generar esta informacin. La idea subyacente es que dejen de ser

    rganos de gobierno, sometidos a los vaivenes polticos de los

    9 En casi todos los pases de la regin se prefiere hablar de variaciones en losndices de precios al consumidor, pero esas mediciones se toman como unproxy, ovalor aproximado, del comportamiento de la inflacin.

    13

  • 8/6/2019 Polticas para la creacin y la distribucin de la riqueza en Amrica Latina | Manuel Gmez Granados

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    gobiernos y los partidos, para convertirse en rganos del Estado, y de

    esa forma se les asle de las pugnas poltico-electorales que, en las

    democracias latinoamericanas, son una constante de la vida pblica.

    Sin embargo, experiencias como la mexicana con varios rganos

    autnomos prueban que autonomizar los rganos del gobierno no

    resuelve automticamente estos problemas.

    Todo lo contrario. Mxico, lo mismo que otros pases, ha

    apostado en los ltimos 20 aos mucha de la viabilidad de las

    instituciones democrticas a autonomizar rganos del Estado. La idea

    detrs de estas medidas es que entes pblicos clave queden

    blindados de posibles interferencias poltico-electorales. La realidad,

    sin embargo, es que el saldo de estas medidas es mixto. En el caso

    del Banco de Mxico, el banco central, los resultados tienden a ser

    positivos, e incluso se advierte una cierta tendencia a hacer ms

    transparentes los mecanismos y los procesos de toma de decisiones.

    Sin embargo, en los casos del Instituto Federal Electoral, y del

    Instituto Federal de Acceso a la Informacin, IFAI, los resultados no

    son del todo claros. En primer lugar, las interferencias poltico-

    electorales continan presentes. En segundo lugar, no se ha podido

    evitar que los cambios, en lugar de facilitar el acceso a la

    informacin, terminen por opacar ms los procesos de gestin. Esta

    opacidad es producto de las pugnas polticas que priman en la

    actividad de estos entes, y del hecho que, paradjicamente, los

    esfuerzos para transparentar la gestin de los procesos de

    administracin pblica agregan una capa o serie de capas ms a

    cualquier intento para conocer el destino de los recursos pblicos.10

    En este sentido, sabemos ya que no existen polticas de

    gobierno o pblicas unitalla, que sirvan a todas las naciones.

    La autonomizacin puede ser la va para garantizar la calidad

    de la informacin econmica, pero no siempre es as.

    10 Obviamente, la intencin no es la de agregar esa capa o serie de capasadicionales, sino ms bien la de obligar a que las autoridades cumplan con sus

    obligaciones de rendir informacin sobre sus actos, peroen los hechoss seagrega esa capa o serie de capas a la estructura del Estado y, en consecuencia, acualquier intento del ciudadano para acceder a la informacin.

    14

  • 8/6/2019 Polticas para la creacin y la distribucin de la riqueza en Amrica Latina | Manuel Gmez Granados

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    Pobreza o desigualdad?

    La situacin en Amrica Latina es ms grave porque el problema de la

    regin, como lo demuestra el desempeo de la mayora de sus

    economas, no es propiamente de falta de recursos, sino de la manera

    desigual en que esos recursos se redistribuyen como resultado tanto

    de la mala administracin de los recursos naturales, la mala

    administracin de los ingresos fiscales y la muy mala distribucin del

    ingreso.

    En este punto, a pesar de que como en otros temas en materia

    econmica, no existe en la actualidad un consenso absoluto acerca

    de cmo medir la pobreza y, en ese sentido, cualquier decisin de los

    gobiernos de la regin acerca de cmo contar a sus pobres queda

    abierta a la crtica y la interpretacin,11sabemos que el problema

    de Amrica Latina, salvo la notable excepcin de Hait y, en

    menor medida, El Salvador, Honduras, Nicaragua y

    Guatemala, no es propiamente la pobreza, sino la distribucin

    de la riqueza generada.

    Diez de los quince pases con los mayores ndices de

    desigualdad en todo el mundo pertenecen a Amrica Latina,

    es decir, la mitad de los pases de nuestra regin. No slo eso.

    Como lo ha demostrado el reciente boom de la explotacin y

    exportacin de distintas materias primas mineras y productos

    agrcolas y ganaderos, que tiene como uno de sus ms importantes

    protagonistas a China y, en menor medida, a India, es relativamente

    simple generar riqueza en Amrica Latina. Sea la explotacin

    ganadera en Argentina, la produccin agrcola en Paraguay, la

    produccin minera en Chile o Bolivia, e incluso la produccin

    industrial en Mxico y Brasil, es fcil inducir ciclos de expansin

    econmica en la regin. El problema es qu ocurre una vez que la

    riqueza ha sido generada.

    11

    Vase, a propsito de estos debates sobre la manera de medir la pobreza, el textode Pogge, Thomas y Reddy, Sanjay G., (2005) How Not to Count the Poor. Octubre.Disponible en SSRN: http://ssrn.com/abstract=893159

    15

    http://ssrn.com/abstract=893159http://ssrn.com/abstract=893159http://ssrn.com/abstract=893159
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    De hecho, al comparar los datos disponibles en materia de

    pobreza extrema, Amrica Latina era ya desde los 1980, una regin,

    comparada con otras regiones del planeta, con pocas personas con

    ingresos menores a un dlar de EU diario, es decir, con pocas

    personas en situacin de pobreza extrema e incluso esas cifras bajas

    han sido reducidas todava ms en los ltimos aos. La tabla 1,

    presenta la informacin disponible para los aos 1981, 1993 y 2005

    de la poblacin que vive en condiciones de pobreza extrema, es decir,

    personas que viven con menos de un dlar de EU al da.

    Tabla 1. Porcentaje de la poblacin con ingresos menores a un dlar diario.Pases subdesarrollados

    Regiones / Aos demedicin 1981 1993 2005

    Asia oriental y Pacfico 66.8 35.4 9.3Europa del Este y Asia Central 0.7 2.1 2.2Latinoamrica y Caribe 7.7 6.0 5.6Medio Oriente y Norte de frica 3.3 1.5 1.6Asia sur 41.9 29.3 23.7frica Subsahariana 42.6 46.4 39.9

    Totales 41.4 27.0 16.1Fuente: Shaohua, Chen y Martin Ravallion (2008) The Developing World is Poorer than we

    Thought, but no Less Successful in the Fight Against Poverty Policy Research Working Paper4703, World Bank, Washington DC. Disponible en: http://econ.worldbank.org/docsearch

    Como puede apreciarse, el problema de la pobreza extrema enAmrica Latina no es similar ni cercano al de frica Subsahariana,

    donde casi el 40 por ciento de la poblacin vive con menos de un

    dlar al da.

    La tabla 2 presenta la informacin disponible para las naciones

    latinoamericanas de un ndice similar. En lugar de la poblacin con

    ingresos menores a un dlar de EU, se considera a la poblacin con

    ingresos menores a 1.25 dlares de EU, medidos con el criterio delParity Purchasing Power. Lo que se puede observar, es que a

    mediados de la primera dcada de este siglo ocurri una importante

    transicin que permiti que, en prcticamente toda la regin con la

    excepcin (entre los pases en la tabla 2), de Bolivia, Colombia,

    Guatemala, Honduras y Nicaragua, se redujera la proporcin de

    personas en situacin de pobreza extrema a menos del diez por

    ciento de la poblacin.

    16

    http://econ.worldbank.org/docsearchhttp://econ.worldbank.org/docsearch
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    Tabla 2. Porcentaje de la poblacin con ingreso menor a 1.25 dlares PPPdiarios. Amrica Latina

    Pas/Aos de medicin1990

    2000

    2005

    2006

    2007

    2008

    Argentina 4.5 3.39

    Bolivia 19.62 11.86

    Brasil15.4

    9 7.76 7.36 5.21Chile 4.37

    Colombia 16.716.0

    1Costa Rica 9.16 4.41 2.37Ecuador 9.78 4.69

    El Salvador12.7

    710.9

    7 6.43

    Guatemala 13.06 11.7

    Honduras 43.522.1

    9 18.9Mxico 4.82 3.95Nicaragua 15.8

    1Panam 11.5 9.48Paraguay 5.85 9.3 6.45Per 8.18 7.94 7.69Repblica Dominicana 4.41 4.98 3.96 4.42

    UruguayVenezuela 9.98 3.53

    Fuente: Base de datos del PNUD. Disponible en:http://hdrstats.undp.org/en/indicators/38906.html

    Conviene apuntar tambin que en esta tabla no estn

    representados, por falta de informacin, Hait y Cuba, as como el

    hecho que la situacin de Panam es engaosa, pues se encontraba,

    por as decirlo, en la frontera de este criterio, al haber logrado reducir

    a 9.48 su proporcin de personas en situacin de pobreza extrema.Es importante destacar que las reducciones registradas

    en Amrica Latina en este periodo en la proporcin de

    personas en pobreza extrema se han logrado gracias a

    programas que implican transferencias directas, casi siempre

    financiadas con recursos fiscales procedentes de elevados

    impuestos a la venta de materias primas12 y en menor medida

    12Es el caso de Venezuela, Ecuador y Mxico con el petrleo. De Bolivia con el gasnatural y otros minerales.

    17

    http://hdrstats.undp.org/en/indicators/38906.htmlhttp://hdrstats.undp.org/en/indicators/38906.html
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    con la colaboracin de los sectores privado y social, pero que

    no implican cambios de fondo en la estructura de distribucin

    del ingreso, es decir, del ndice GINI. No slo eso. Este cambio no

    ha trado consigo modificaciones importantes en la estructura

    econmica de las naciones y, casi siempre, se han logrado por medio

    de transferencias directas que tienen un alto potencial de

    manipulacin poltica y/o poltico-electoral. En este sentido,

    sabemos que el problema de Amrica Latina es que las

    polticas para detonar el crecimiento no han sido

    complementadas en todos los pases con polticas

    suficientemente robustas de distribucin y redistribucin del

    ingreso.13

    Algo que tambin es importante destacar de la experiencia

    latinoamericana en materia de combate a la pobreza y la

    desigualdad, es que la desigualdad afecta de manera preponderante

    a ciertos grupos de nuestras poblaciones. En primer trmino a las

    mujeres y, en segundo lugar, a las poblaciones de

    descendientes de los pueblos originarios y de

    afrolatinoamericanos. Esta discriminacin inicia ya desde la

    cuna, con la calidad de la alimentacin y los cuidados de salud

    y educacin a los que tienen alcance los nios indgenas y

    negros de la regin y continuar a lo largo de todas sus vidas,

    como una especia de condena, pues enfrentan innumerables

    obstculos para integrarse a los sistemas de salud y

    educacin y, eventualmente, para participar en los mercados

    laborales que, incluso sin considerar a esas poblaciones,

    discriminan a amplios sectores de la poblacin.

    13 Algunas excepciones se encuentran en los casos de Chile, Argentina y Per queen los ltimos 10 aos han desarrollado esquemas de recaudacin ms eficaces,con un mayor nfasis en la recaudacin por medio de impuestos al consumo, comoel Impuesto al Valor Agregado. Tambin se han introducido impuestos a lasoperaciones burstiles o se han redefinido las bases a partir de las cuales se

    calculan los impuestos a la propiedad. Un caso ms atpico, lamentablemente, es elde Chile, que fue capaz de incluir en su reforma fiscal un impuesto a las herenciasque, en trminos generales, no existe en la regin.

    18

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    Estos problemas se agravan en la medida que predomina en la

    regin, a pesar de algunos cambios recientes, una visin de muy

    corto plazo en materia de desarrollo, que no apuesta a un desarrollo

    armnico, equilibrado, de las economas de cada uno de los pases o

    de los bloques comerciales o aduaneros que actualmente existen en

    la regin.14 Las experiencias son muy conocidas y explican tanto las

    tragedias y conflictos que vivimos con la explotacin minera en

    distintos pases de la regin, que son tan graves que el CELAM

    celebrar prximamente una reunin especficamente dedicada al

    problema de la minera en Amrica Latina, como los riesgos que

    corren algunos pases con la explotacin de monocultivos como fue la

    caa de azcar en el siglo XIX o la soya en el siglo XXI. Son patrones

    de explotacin relativamente rpida de las riquezas naturales, que se

    desarrollaron originalmente durante los siglos XV y XVI, en los

    imperios espaol, portugus y francs y que prevalecen como modelo

    de creacin de la riqueza a pesar de los muchos cambios en materia

    poltica y econmica.

    No est por dems recordar, por ejemplo, que Francia prefiri

    perder los vastos territorios de la Louisiana y la Nueva Francia, en el

    marco de los conflictos pan-europeos del siglo XVIII a cambio de

    conservar la prspera colonia caribea de Sainte-Domingue, el actual

    Hait, que era capaz de compensar con su produccin de azcar y ron

    lo que Quebec ofreca en pieles, maderas y otras materias primas.

    Este hecho deja ver cmo, ya desde hace tres siglos, la corona

    francesa tena claro que la generacin de riqueza era un asunto

    relativamente fcil de resolver en un territorio con las caractersticas

    del pequeo Hait. Tristemente, deja ver tambin otros problemas. En

    un sentido, deja ver cmo las actuales condiciones que padece Hait,

    graves incluso antes del devastador sismo de principios de 2010, no

    son el resultado de la fatalidad o de algn designio divino, o resultado

    14 El ms importante y mejor logrado es el MERCOSUR, seguido por los acuerdoscomerciales que ha logrado firmar Mxico luego de que se ratific el Tratado de

    Libre Comercio de Amrica del Norte, que permiti a Mxico firmas acuerdoscomerciales bi- o multilaterales con Chile, Amrica Central (el Plan Puebla-Panam),el MERCOSUR, la Unin Europea, entre otros.

    19

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    del progreso, de la modernizacin, del sistema, o de la

    globalizacin. Sabemos, pues, que las condiciones que

    enfrentamos en la regin son resultado de de decisiones

    humanas o, mejor dicho, de malas decisiones humanas que

    permiten aprovechar de manera relativamente fcil (o barata)

    las condiciones naturales de los territorios, a costa de

    generar psimos patrones de distribucin del ingreso, es

    decir, a cambio de concentrar en muy pocas manos el ingreso

    de esas naciones., as como de devastar esos territorios con

    la sobreexplotacin de recursos naturales con el modelo de

    monocultivo.

    No slo eso. Demuestra tambin que la llamada economa de

    enclave ha generado modelos perversos de explotacin de recursos,

    que fueron ampliamente analizados en los 1960 y 1970, en el marco

    de los estudios de las relaciones centro-periferia, y que poseen una

    resistencia asombrosa, pues han influido de manera perversa en los

    distintos intentos de construccin de regmenes democrticos en la

    regin, as como en los intentos de estructurar economas integradas

    de manera ms armnica y que no dependan, por ejemplo, del

    monocultivo (como con la caa de azcar o la soya) o la explotacin

    de una o varias materias primas, como en el caso del petrleo.

    Es importante tener en cuenta que estos modelos de creacin

    de la riqueza, basados en la extraccin de recursos naturales, se

    repliquen y profundicen a s mismos. No es de sorprender, en este

    sentido, que Amrica Latina sea la regin ms desigual del

    planeta pues mucha de la riqueza de la regin se crea gracias

    a polticas que bsicamente extraen recursos naturales,

    materias primas, productos agropecuarios o productos

    industriales que se aprovechan de manera plena en las

    naciones ms desarrolladas o para beneficio de las naciones

    ms desarrolladas, pues la desigualdad prevalente en la

    regin hace ms difcil crecer de manera sostenida, constante

    y sustentable.

    20

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    Conviene tener en cuenta, en este sentido, el debate que

    recientemente ha impulsado Joseph Stiglitz, exfuncionario del Banco

    Mundial y crtico preeminente de la globalizacin c, acerca de la

    relacin perversa entre la desigualdad y las dificultades para lograr

    modelos de crecimiento econmico armnicos y sustentables. Stiglitz,

    argumenta que la alta concentracin del ingreso en EU, donde el uno

    por ciento de la poblacin controla el 40 por ciento del ingreso, tiene

    tres efectos graves:

    En primer trmino, la creciente desigualdad es el otro lado de la moneda dela reduccin de las oportunidades. Siempre que decrece la igualdad deoportunidades, significa que no usamos uno de nuestros ms valiososactivosnuestra gentede la manera ms productiva. En segundo lugar,

    muchas de las distorsiones que llevan a la desigualdadcomo las asociadascon el poder los monopolios y el trato fiscal preferencial para algunossocavan la eficiencia de los mercados. Esta nueva desigualdad crea nuevasdistorsiones, que socavan la eficiencia de los mercados todava ms. Paradar un ejemplo, muchos de nuestros jvenes ms talentosos han optado porcarreras en finanzas que por carreras que podran haber creado unaeconoma ms sana y ms productiva.En tercer lugar, y quizs ms importante, una economa moderna requierede accin colectiva, es decir, necesita que el gobierno invierta eninfraestructura, educacin y tecnologa. Los Estados Unidos y el mundo sehan beneficiado grandemente de la investigacin patrocinada por el

    gobierno que llev a la integracin de la Internet, a avances en la saludpblica y en otros mbitos. Sin embargo, Estados Unidos padece desde hacetiempo de una falta de inversin en infraestructura, en investigacin bsica,y en educacin en todos los niveles. Y ms recortes en estas reas podranocurrir en el futuro.15

    La tesis de Stiglitz es que la desigualdad entrampa a las

    naciones, pues hace ms difcil instaurar modelos de crecimiento

    econmico sustentables en el largo plazo. Stiglitz y otros economistas

    han adelantado ya desde mediados de la dcada pasada una crtica al

    modelo de desarrollo fundado en la teora de la productividad

    marginal16 que, en resumen, dice que los altos ndices de

    15 Stiglitz, Joseph (2011) Of the 1% to the 1%, for the 1% en Vanity Fair, mayo. Seencuentra en http://www.vanityfair.com/society/features/2011/05/top-one-percent-201105?currentPage=all16 El supuesto de base de la teora de la productividad marginal es que el ingreso sedistribuye de acuerdo con la contribucin de cada persona a la produccin total. Enconsecuencia, se argumenta, quien arriesga ms tendra derecho a un mayoringreso respecto del conjunto. El problema es que, de entrada, los recursosproductivos estn distribuidos de manera desigual, la propiedad de los medios de

    produccin es desigual, existen distintas formas de discriminacin o accesodesigual a los mercados, existen monopolios, duopolios, oligopolios que tienen lacapacidad para impedir el acceso de otros a los mercados y el supuesto del acceso

    21

    http://www.vanityfair.com/society/features/2011/05/top-one-percent-201105?currentPage=allhttp://www.vanityfair.com/society/features/2011/05/top-one-percent-201105?currentPage=allhttp://www.vanityfair.com/society/features/2011/05/top-one-percent-201105?currentPage=allhttp://www.vanityfair.com/society/features/2011/05/top-one-percent-201105?currentPage=all
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    De hecho, Amrica Latina es el mejor ejemplo para probar las

    fallas en la teora de la productividad marginal y de polticas

    asociadas a ella como el Desarrollo Estabilizador en Mxico.

    Y no es slo cuando se compara a la regin en su conjunto con

    otras regiones a escala global, como lo demuestra el grfico 1.

    Tambin cuando se analizan los pases latinoamericanos en

    particular, la tesis de la teora de la productividad marginal se prueba

    falsa. En este sentido, el grfico 2 presenta la informacin del ndice

    GINI para la regin en los aos 2005 o 2006 y, para propsitos de

    comparacin, como una lnea constante, el promedio para los pases

    desarrollados del mismo ndice para 2004.

    Grfico 2.Valor del coeficiente GINI para Amrica Latina (2005-6) y Pases

    Panam,0

    .549

    Colombia

    ,0.585

    Brasil,

    0.558

    Bolivia*,0

    .582

    Venezuela,0.434

    Uruguay,0

    .462

    Repblica

    Dominicana,

    0.519

    Per,0

    .496

    Paraguay*

    ,0.539

    Nicaragua*,0

    .523

    Mxico,0

    .481

    Honduras,0.553

    Guatemala,0

    .537

    ElSalvador*,0

    .497

    Ecuador*,0

    .537

    Argentina

    ,0.488

    CostaR

    ica*,0

    .472

    Chile,0.52

    Promedio de pdesarrollado

    0

    0.1

    0.2

    0.3

    0.4

    0.5

    0.6

    0.7

    Pases(El asterisco indica que el valor corresp

    VariacindelGINI

    Fuente: Elaboracin propia a partir de datos del Banco Mundial. Descargados del sitio Webdel Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en

    http://hdrstats.undp.org/en/indicators/67106.html

    En el grfico 2, puede apreciarse que las dos naciones con las

    peores distribuciones del ingreso son Colombia y Bolivia, que estn

    muy lejos de ser las ms industrializadas o las ms desarrolladas de

    la regin. Todo lo contrario. Colombia y Bolivia han vivido sus 200

    aos como naciones independientes de la explotacin de materias

    primas o productos agropecuarios exportados casi sin valor agregado

    alguno. Y no es slo el caso de la minera o la agricultura. Incluso enlos mercados informales, como el de la hoja de coca, la materia prima

    23

    http://hdrstats.undp.org/en/indicators/67106.htmlhttp://hdrstats.undp.org/en/indicators/67106.html
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    para producir la cocana, Colombia y Bolivia han terminado por

    ocupar una posicin subordinada frente a Mxico y EU.

    En este sentido, sabemos que la teora de la

    productividad marginal no slo es incapaz de explicar o de

    justificar la posicin de Amrica Latina como una regin

    subdesarrollada pero con los ms altos ndices de

    concentracin del ingreso. Tambin es incapaz de justificar

    los niveles, ms elevados, de concentracin del ingreso en

    pases como Bolivia, Colombia, Paraguay, Honduras o

    Nicaragua.

    A pesar de ello, es importante destacar que Uruguay y Costa

    Rica, la segunda y tercera naciones con la mejor distribucin del

    ingreso, no son tampoco potencias industriales. Uruguay es,

    bsicamente, una nacin exportadora de productos agropecuarios

    con algn valor agregado y, an cuando Costa Rica ha hecho

    esfuerzos importantes para industrializarse en fechas recientes, sus

    ventajas se encuentran en el sector primario, los productos

    agropecuarios, y el sector servicios con el turismo como una de sus

    industrias bandera. Esto demuestra que tampoco es necesario

    comprometer a las naciones con costosos y riesgosos

    programas de industrializacin para mejorar los patrones de

    distribucin del ingreso y, una vez ms, que son ms

    importantes los acuerdos polticos que hacen viable a los

    estados nacionales como tales, que polticas que traten de

    instrumentar procesos de industrializacin ambiciosos.17

    Tambin sabemos, a propsito de los efectos perversos de la

    concentracin del ingreso que ms all de las razones ticas o

    morales para combatirla hay razones econmicas para hacerlo. Desde

    una perspectiva macroeconmica hay suficiente evidencia para

    asegurar que a mayor desigualdad, menores incentivos para

    desarrollar polticas pblicas eficientes. Esto es as porque la

    17 El caso de Venezuela, la nacin de Amrica Latina con la mejor distribucin del

    ingreso es sumamente complejo por los cambios trados luego del desplome de laRepblica de Punto Fijo. Por ello, exigira de un anlisis ms detallado que no sepuede ofrecer ahora, por lo que no se aborda en este documento.

    24

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    concentracin del ingreso tiene un efecto devastador en el consumo.

    Si el consumo decae, no hay incentivos para mejorar el

    funcionamiento de los mercados. No slo eso, a mayor desigualdad

    existen mayores presiones de los agentes econmicos para que los

    gobiernos implanten polticas que garanticen rentas fijas, adems de

    que se deben destinar ms recursos a gastos de seguridad y de

    resolucin de conflictos, pues la desigualdad tambin tiende a

    aumentar la incidencia de conflictos.

    Relacin democracia-desarrollo econmico

    En este punto, es necesario introducir otro dato fundamental para

    comprender algunos de los retos que enfrenta Amrica Latina en

    materia de creacin y distribucin de la riqueza. Tiene que ver con la

    expectativa que se tuvo durante los 1980 y buena parte de las dos

    dcadas siguientes, los 1990 y los 2000, acerca de la capacidad que

    tendra la democratizacin para complementar, de manera armnica

    y natural, modelos de desarrollo econmico ms amigable, ms

    armnico, e incluso ms sustentable.

    De mucho que se escribi entre 1985 y 2000 acerca de la

    supuesta relacin de mutua complementariedad entre democracia y

    reformas de mercado, no existe evidencia emprica que lo sustente.

    Toda la evidencia disponible, como lo demuestran los trabajos de

    Landmann sugiere lo opuesto.18 Landmann de hecho enfatiza los

    riesgos que la democracia enfronta en economas subdesarrolladas o

    que no son capaces de tener un desempeo ptimo en materia, por

    ejemplo, de distribucin del ingreso, pues los mercados enfrentan

    mayores riesgos cuando ocurren procesos de cambio poltico y

    econmico simultneo y que la democracia muchas veces genera

    condiciones poco propicias para la consolidacin de las reformas de

    mercados.

    18

    Ver Landmann, Todd (1999) Economic Development and Democracy: The ViewFrom Latin America en Political Studies, no. 47, 607-26

    25

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    Como evidencia adicional que confirma lo dicho por Landmann

    es posible ver en AL que muchos de los retos a la democracia

    provienen, precisamente, de la creciente insatisfaccin asociada con

    las consecuencias inesperadas de los procesos de ajuste estructural,

    que son ms difciles de controlar o de ocultar para un rgimen

    democrtico que para uno autoritario, totalitario o desptico.

    Esto es importante pues buena parte de los argumentos de

    quienes promovan la democratizacin de la regin se basaban en el

    supuesto de la existencia de una relacin virtuosa y mutuamente

    complementaria entre la democracia y el desarrollo econmico o la

    democratizacin y las reformas de mercado, fundada en una larga

    tradicin de acadmica y del discurso poltico que vincula a la

    democracia y el desarrollo econmico. Por ello, Landmann busc

    probar si efectivamente existe una relacin positiva y estable entre

    desarrollo socio-econmico y democracia (p. 607). Sus hallazgos

    refutan esa posibilidad:

    [E]l hallazgo ms importante que se desprende del anlisis de los

    datos es que para estos datos, esta regin, periodo y diferentes

    formas funcionales, la hiptesis segn la cual hay una relacin

    positive entre el desarrollo econmico y la democracia no se puede

    corroborar. En otras palabras, en Amrica Latina no es posible

    encontrar una relacin directa entre grado de desarrollo econmico

    y democracia.

    Ms an, al tanto del tipo de presiones que una nueva

    democracia enfrenta en Amrica Latina y en otras partes del mundo,

    Landmann (p. 626) advierte acerca de las expectativas asociadas con

    la democratizacin:

    [L]a relacin entre desarrollo econmico y democracia puede crear

    expectativas crecientes entre los ciudadanos de los pases en

    desarrollo basadas en una equivalencia falsa entre libertad

    econmica y libertad poltica. Una vez que la democracia ha sido

    establecida, crecen las expectativas de una distribucin ms justa

    de los beneficios del desarrollo econmico. El vnculo causal simple

    entre desarrollo econmico y democracia, que ignora los complejos

    factores polticos que intervienen, pueden poner en peligro, en

    ltima instancia, el proceso de consolidacin democrtica si los

    ciudadanos esperan demasiado de la nueva democracia. Ms an, el

    pobre desempeo de la economa en un nuevo periodo democrtico,

    puede alentar una cierta nostalgia de periodos previos deprosperidad econmica en condiciones de gobernabilidad no

    26

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    democrtica.

    En este sentido, sabemos que nos enfrentamos a un reto

    monumental, pues si no logramos instrumentaral mismo

    tiempomodelos de creamiento econmico sostenido,

    capaces de distribuir de manera equitativa los frutos de ese

    crecimiento y una gobernacin democrtica, las democracias

    de Amrica Latina enfrentarn crecientes presiones que,

    como ha ocurrido en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina,

    entre otros, podran dar vida a respuestas autoritarias,

    populistas y de alto riesgo para la estabilidad poltica de la

    regin en su conjunto.

    Por ello, es necesario desarrollar tambin anlisis ms

    complejos y matizados de las realidades polticas y econmicas de

    sus pases y de la regin. Al hacerlo, es necesario evitar que se

    asuma que necesariamente existe una relacin de mutuo apoyo entre

    las reformas polticas y las reformas en materia econmica y aceptar

    que se trata de procesos distintos entre s, que generan resultados

    contradictorios y que necesitan tambin de distintos tipos depolticas.

    Sabemos que las naciones de la regin que han logrado

    desarrollar una relacin de mutua complementariedad entre

    ambos procesos, Chile y Uruguay, lo han logrado a costa de

    muchos esfuerzos, esfuerzos conscientes, activos, decididos

    de sus polticos para atenuar los efectos ms dolorosos de las

    reformas de mercado, que inevitablemente provocan

    tensiones y conflictos, y los procesos de democratizacin. En

    el caso de Chile, mucho ayud el que la Concertacin, que grupa a la

    Democracia Cristiana y al Partido Socialista, entre otras agrupaciones,

    de ese pas, haya sido capaz de mantener la precaria unidad que les

    permiti, a finales de los ochenta, derrotar a Csar Augusto Pinochet

    en el refrendo que el dictador convoc para mantenerse en el poder.

    Sin esos acuerdos polticos y las medidas que, desde el poder,

    27

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    tomaron los presidentes y legisladores demcratacristianos y

    socialistas, la actual historia de xito de Chile podra ser muy distinta.

    Algo parecido ha ocurrido en Uruguay a partir de una serie de

    acuerdos que les han permitido evitar la excesiva polarizacin

    econmica de sus vecinos al norte, Brasil, y la extrema atomizacin

    poltica de sus vecinos al sur, Argentina. La otra historia de xito de la

    regin, Costa Rica, era ya una democracia estable y slida en los

    1980 por lo que las reformas de mercado han sido impulsadas desde

    una slida tradicin democrtica y, gracias a los acuerdos polticos

    entre los partidos dominantes, han logrado ser lo que son: una feliz

    anomala en el Istmo centroamericano.

    Otro caso digno de destacar es el de Brasil, que tambin ha

    logrado construir coaliciones polticas amplias que han hecho viables

    a los gobiernos de Fernando Henrique Cardoso, Lus Inazio Lula y,

    ms recientemente, la seora Dilma Roussef. Colombia ha tomado

    nota de esta dinmica y ha tratado de seguirla, aunque debe hacerlo

    en la condicin atpica que impone la decisin de combatir como lo

    hacen a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, y a los

    grupos de narcotraficantes que operan ah.

    En las antpodas del caso brasileo se encuentran Mxico, Per,

    Ecuador, Bolivia, Paraguay y la mayora de las naciones de Amrica

    Central. Estos pases reflejan algunas de las dificultades para

    construir acuerdos polticos que permitan compensar las debilidades

    de los regmenes presidenciales y su propensin a generar, como

    ocurre en Mxico y Paraguay en la actualidad el fenmeno del

    gobierno dividido; es decir, una situacin en la que la presidencia

    de la Repblica est en manos de un partido y el control de una o

    ambas cmaras del Congreso se encuentra en manos de otro u otros

    partidos.

    Hasta ahora hemos revisado qu sabemos en materia polticas

    de creacin de la riqueza en Amrica Latina. De igual modo, hemos

    considerado algunos de los retos ms importantes para las polticas

    de distribucin equitativa de esa riqueza. A continuacin

    28

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    consideraremos, con mayor detalle, qu sabemos acerca de las

    polticas de distribucin de la riqueza en la regin.

    Qu ms sabemos?

    Al hacer un anlisis ms preciso, ms especfico de las polticas

    orientadas a distribuir o redistribuir el ingreso es posible encontrar

    desarrollos positivos, dignos de consideracin pues han sido tiles

    para reconfigurar el mapa del combate a la pobreza y la mitigacin de

    la desigualdad.

    En este sentido, sabemos que las polticas que tradicionalmente

    beneficiaban, por medio de esquemas de seguridad social, a quienes

    ya contaban con un empleo formal son de alcance limitado y llegan a

    tener efectos regresivos, pues se limitan a quienes ya cuentan con un

    empleo formal, lo que en muchos pases de la regin implica dejar

    fuera de cualquier cobertura a ms del 50 por ciento de la poblacin.

    Eso hizo necesario desarrollar modelos ms flexibles que permitieran

    atender las necesidades de las personas, pero que no generaran los

    ciclos de dependencia de las ayudas pblicas documentadas en los

    1970 y 1980 en Europa.

    Fue as que se delinearon las polticas de transferencia

    condicionada, que parten del supuesto de generar esquemas de

    corresponsabilidad entre las autoridades y los beneficiarios de estas

    polticas. Dada la informalidad en la que se encuentran amplios

    sectores de las sociedades latinoamericanas, no era posible que estas

    polticas tuvieran como base las contribuciones o cotizaciones a la

    Hacienda pblica. De igual modo, era necesario que no dependieran

    de la situacin laboral de los beneficiarios potenciales y que

    rompieran los ciclos de transmisin intergeneracional de la pobreza.

    Por ello desarrollan un modelo que, sin condicionar la prestacin del

    servicio, construye una relacin similar a la de un contrato con los

    beneficiarios. As, aunque cualquier persona puede inscribirse en los

    programas, no basta con que una persona se inscriba; es necesario,

    por ejemplo, que cumpla con obligaciones como sostener a sus hijos

    29

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    en la escuela o hacer que sus hijos cumplan con el ciclo de vacunas o

    visitas al mdico. En trminos generales estas polticas:

    Son instrumentos de redistribucin de ingreso para combatir lapobreza extrema.

    Tratan de romper el ciclo de transmisin intergeneracional de lapobreza y, por ello, se centran en los menores de familias ensituacin de pobreza extrema.

    Transfieren los recursos directamente a cambio de que lospadres enven y mantengan a sus hijos en la escuela y cumplancon controles de salud.

    Gracias a la evidencia acumulada luego de muchos aos deestudios, casi siempre se seala a las mujeres, las madres defamilia, como titulares del beneficio.

    Identifican a los beneficiarios potenciales a partir del uso de

    ndices de vulnerabilidad y otros indicadores de situacin depobreza, de manera que no son universales Disponen, en su mayora, de sistemas rigurosos de monitoreo y

    evaluacin. Los pagos casi siempre se hacen con transferencias directas a

    los beneficiarios, por medio de bancos, lo que facilita a suintegracin a la economa formal.

    Corren el riesgo de generar situaciones de dependencia, defavorecer el asistencialismo y de que, en trminos generales,los programas se conviertan en apndices las estrategiaselectorales de los gobiernos.

    Otro problema con estas polticas es que son eficaces parasacar a las personas de la pobreza extrema, pero difcilmentepueden ir ms all de ese umbral.

    Adems, son polticas que generan nuevas demandas a lasinstituciones de gobierno. Por ejemplo, qu sucede con losnios que se mantuvieron en la escuela primaria? Est elEstado en condiciones de ofrecer que continen con otros ciclosde la educacin? En qu condiciones?

    Estas son las polticas, por cierto que han utilizado en Amrica

    Latina en los ltimos 10 aos para cumplir con la meta de reducir el

    nmero de personas en situacin de pobreza extrema en los

    Objetivos de Desarrollo del Milenio

    (http://www.undp.org/spanish/mdg/) iniciativa promovida por el

    Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo desde finales del

    siglo XX como una va para fijar, con mayor claridad, ciertas metas

    que permitieran avanzar en la solucin de algunos de los problemas

    comunes a las naciones en desarrollo y han sido utilizadas

    30

    http://www.undp.org/spanish/mdg/http://www.undp.org/spanish/mdg/
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    ampliamente en casi toda Amrica. Es el caso de Oportunidades en

    Mxico; Bolsa Familia en Brasil; Chile Solidario y Programa Puente de

    Chile; Familias en Accin de Colombia; Bono de Desarrollo Humano de

    Ecuador; PATH de Jamaica y Red de Proteccin Social de Nicaragua,

    entre otros.

    Es necesario reconocer, como lo hacen De la Brire y Rawlings

    (2006 23) que estos programas no son una panacea para la

    exclusin social y se deben reconocer sus limitaciones y atacar, con

    polticas sociales mejor integradas que busquen reformas y que no se

    limiten a estos programas. Se necesita de programas ms amplios de

    sistemas de proteccin social para atacar problemas ms importantes

    en la mayora de los pases de ingresos medios y las polticas de

    transferencia condicionada podran no ser la mejor respuesta en

    todos los casos.

    Dado que las polticas de transferencia condicionada

    tienen un horizonte ms bien limitado, ha sido necesario desarrollar

    polticas orientadas a facilitar la incorporacin de las personas a los

    mercados laborales o de produccin, trata de las llamadas polticas

    de apoyo a la capacidad productiva. En trminos generales estas

    polticas se orientan a:

    Estimular la capacidad para generar riqueza en los mbitoslocales por medio de apoyos a las micro y pequeas empresas(MYPES).

    Las MYPES son de inters pues tienden a ser las que generanms empleos, adems de que son las ms flexibles pararesponder a las necesidades de los mercados, pues su inversinde capital tiende a ser baja.

    Es importante destacar, sin embargo, que es menor el gradoque consenso que existe respecto de la efectividad estaspolticas de apoyo a la capacidad productiva.

    Ello se debe, entre otras razones, a que existe menorconocimiento acerca de su capacidad para modificar lospatrones de concentracin del ingreso.

    Para que las polticas de apoyo a la capacidad productivasean eficaces es necesario que los gobiernos recuperen lavocacin de disear e impulsar polticas industriales quefaciliten el trabajo de las MYPES.

    Dejadas a su suerte, como ocurri en las dcadas los 1980 y1990, las MYPES no tienen la capacidad para responder a las

    31

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    necesidades de los mercados laborales o lo harn encondiciones de alta informalidad.19

    Esta poltica industrial orientada a MYPES necesita tanto definanciamiento, como de estmulos fiscales para que estasunidades productivas, que frecuentemente operan en el sector

    informal, se formalicen y estn en condiciones, por ejemplo, decumplir con requisitos en materia de seguridad social.

    Necesita de un trato regulatorio distinto que les permita sercompetitivas con otras empresas de mayor tamao en susmismos ramos de actividad.

    Un problema que enfrenta la industrializacin dirigida por lasMYPES es la de qu tan diferente puede ser el tratamiento fiscalo en materia ecolgica, sin que eso se traduzca en conflictoscon empresas que han cubierto antes requisitos fiscales, deseguridad social, proteccin civil o proteccin del ambiente

    De igual modo, es necesario establecer plazos y reglas claraspara llevar a las MYPES a la formalidad plena.

    Sabemos que este tipo de polticas han sido exitosas en Chile,

    es lo que explica muchas de los aciertos que se anotaron los

    gobiernos de la Concertacin y explica tambin algunos de los

    aciertos logrados por Costa Rica. Mxico y otras naciones de la regin

    han aplicado con menor xito programas de este tipo, entre otras

    razones porque el nfasis ha sido puesto en la produccin para laexportacin al mercado de Estados Unidos y en momentos como los

    actuales, en los que la economa de EU ha perdido el dinamismo de

    otras pocas, resulta muy difcil que las MYPES, e incluso empresas

    con mayor capacidad estn en condiciones de vender sus productos

    en EU.

    Otra posibilidad, que compete ms a las autoridades locales

    (municipios, intendencias, etc.), es la de utilizar el enfoque de

    reordenamiento del uso del suelo o reordenamiento territorial

    para avanzar en la ruta de la mejora de la distribucin de la riqueza.

    El hecho que sean enfoques y no polticas propiamente deja ver una

    limitacin. Es posible disear distintas posibles soluciones a los

    problemas e incluso ser creativo en la definicin del tipo de bienes

    pblicos que se producen, pero tambin hay muchas ms reas

    19

    Esto explica, por ejemplo, lo que explica muchos de los problemas de la mineraen la regin, pues las grandes empresas frecuentemente subcontratan MYPES paraejecutar trabajo y evadir impuestos

    32

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    grises, aspectos de la intervencin que no estn definidos con el

    detalle con el que se definen las polticas previas.

    La idea subyacente en el enfoque de reordenamiento

    territorial es que es al reordernar la manera en que se usa el suelo,

    es posible generar bienes pblicos, que pueden ir desde la vivienda

    para personas de bajos ingresos hasta la construccin de espacios

    pblicos como parques y jardines, recuperarpor ejemploespacios

    como barrancas o caadas usadas por viviendas precarias y/o

    irregulares para, de esa manera, recuperar los cauces de ros,

    adems del enfoque ms tradicional de construir edificios de uso

    pblico como escuelas, hospitales o centros de desarrollo

    comunitario, entre otros.

    Este enfoque, necesita de un alto grado de coordinacin entre

    las autoridades en los tres rdenes de gobierno: nacionales,

    provinciales y municipales. Adems de que se enfrentan a las

    presiones de las empresas inmobiliarias y de construccin que, casi

    siempre, apuestan por formas de uso del espacio que privilegian el

    lucro por sobre otros posibles usos. No slo eso. Por lo regular la

    urbanizacin y las polticas urbanas se elaboraban a partir de criterios

    que dejaban poco espacio para la participacin de los gobiernos

    locales y las comunidades. A pesar de ello, el enfoque de

    reordenamiento territorial ha ganado credibilidad por los efectos que

    algunos patrones de uso del suelo tienen sobre el medio y sobre

    recursos naturales como el aire y el agua.

    Como con las polticas de transferencia condicionada, las

    polticas inspiradas por el enfoque de reordenamiento territorial

    son exitosas en la medida que incorporan a las personas que tratan

    de servir en el diseo de las soluciones a los problemas. La mayor

    cercana a las necesidades de las personas en el diseo de las

    respuestas a los problemas, adems, abate los costos de las obras y,

    de manera muy importante, fortalece o crea lazos e identidades

    comunitarias.

    33

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    Uno de los supuestos de este enfoque de reordenamiento

    territorial es el de reducir el impacto que tienen ciertos usos del

    suelo, casi todos ellos asociados con la urbanizacin informal. Sin

    embargo, es importante destacar que la urbanizacin informal es la

    otra cara de la moneda de la prevalencia del empleo informal. Pensar

    que se puede eliminar la primera sin atacar su raz, que se encuentra

    en el empleo informal, puede conducir a nuevas y ms graves

    tensiones como las que ocurren en muchos desarrollos inmobiliarios

    en las ciudades de Amrica Latina.

    No slo eso. Dado que el modelo reconoce, al menos en

    principio, el valor de la participacin social organizada, no es difcil

    que ocurran tensiones y conflictos que slo podrn ser solucionados

    con un trabajo poltico muy intenso para convencer a los habitantes

    de las ciudades de las bondades de las polticas propuestas, adems

    de que estas polticas tienen que reflejar los distintos puntos de vista

    e intereses de los habitantes de la ciudad que, adems, debe contar

    con la disposicin del sector privado a participar en los proyectos de

    desarrollo urbano. Esto obliga a buscar equilibrios que no siempre son

    fciles de lograr.

    Adems, existen otros enfoques que sabemos que han sido

    exitosos en distintos contextos. Entre ellos es posible destacar los

    siguientes:

    Educacin y salud iniciales. Este enfoque parte del mismo

    principio que la mayora de los programas inspirados en las polticas

    de transferencia condicionada. La idea es que la inversin que hace el

    gobierno en la educacin bsica y los cuidados de salud de los

    sectores marginados de la poblacin son mucho menores que los

    gastos que el mismo gobierno debera hacer para atender los

    problemas que generan las bajas tasas de escolaridad o las altas

    tasas de incidencia de distintas enfermedades que podran

    prevenirse. Es una extensin, tambin, de las polticas ms

    tradicionales de educacin, seguridad social y/o salud que se aplican

    en algunos pases de la regin desde los 1930. La mayor limitacin de

    34

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    este enfoque tiene que ver con la manera en que se financian este

    tipo de programas, as como con la continuidad que se le puede dar al

    componente educativo y a la eventual vinculacin de la poltica

    educativa con la poltica laboral, es decir, que una vez que los

    estudiantes se graden puedan conseguir empleo.

    Enfoque de familia. Este enfoque parte del reconocimiento que la

    familia es la clula bsica de la sociedad y que, por ello, merece que

    las instituciones pblicas reconozcan y promuevan su centralidad. En

    este sentido, la expectativa es que se desarrollen polticas pblicas

    que incorporen a la familia como el criterio a partir del cual se decida

    la asignacin de recursos, la medicin del cumplimiento de metas o

    algn otro aspecto de los procesos de diseo, instrumentacin y/o

    evaluacin de las polticas pblicas.

    Perspectiva o enfoque de equidad de gnero. Este enfoque

    parte del reconocimiento de que las mujeres han sido un sector de

    nuestras sociedades que ha padecido de manera sistemtica los

    efectos de distintas formas de discriminacin, que incluye pero no se

    limita a la discriminacin en el mbito laboral, as como diferentes

    formas de violencia, incluida pero no limitada a la violencia domstica

    o familiar. Uno de los problemas con el enfoque de gnero es que

    existen distintas teoras acerca de los orgenes y de los efectos que

    tiene la discriminacin y/o la violencia contra las mujeres y, en ese

    sentido, hay tambin polticas con distintos nfasis, con diferentes

    acentos al atacar los problemas. El enfoque de equidad de gnero ha

    influido en el desarrollo de otros enfoques. Entre los ms importantes

    para la realidad latinoamericana se encuentra, desde luego, el

    enfoque de equidad con las comunidades indgenas y

    afrolatinoamericanas, as como el enfoque de equidad en el trato a

    los menores de edad.

    A pesar de lo mucho que todava no sabemos acerca del

    funcionamiento de los mercados, de la creacin de la riqueza y de la

    distribucin de esa riqueza, crece el consenso acerca de que el

    crecimiento econmico es un factor necesario pero no suficiente para

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    reducir la pobreza. Lejos de ello, lo que se necesita es un constante y

    decidido esfuerzo para reducir la desigualdad, mediante polticas de

    distribucin y redistribucin del ingreso y orientadas hacia el

    desarrollo humano (De la Briere y Rawlings 2006),20 es decir, el

    conjunto de condiciones necesarias (la salud, la nutricin, la

    educacin) para lograr el pleno uso de las habilidades y capacidades

    de las personas.

    El desarrollo humano es nuestra nica garanta para crear

    condiciones de mayor equidad en sociedades marcadas por

    profundas iniquidades. En este punto es importante insistir en que la

    desigualdad es una realidad econmica, poltica y social que tiene la

    capacidad para autoperpetuarse por medio de decisiones de poltica

    econmica. Entre ms desigual sea una distribucin inicial, ser ms

    difcil que los pobres sean capaces de hacer suyos los beneficios del

    crecimiento y el desarrollo. No slo eso, la desigualdad tiende a

    reducir la eficacia de los programas de combate a la pobreza extrema

    y a la pobreza en general. Entre ms desigual sea la distribucin del

    ingreso en un pas, la reduccin de la pobreza se enfrentar a

    mayores obstculos.21

    Eminencias

    Distinguidos participantes

    Hace casi ya dos aos, Su Santidad Benedicto XVI seal en Caritas in

    Veritate, con claridad difana, algunos de los ms importantes retos a

    los que nos enfrentamos en materia de creacin y distribucin de la

    riqueza. No slo nos hizo conscientes de las complejas y difciles

    relaciones entre el desarrollo, el funcionamiento de la economa y

    nuestra responsabilidad como catlicos. Nos llam a reconocer

    20 De la Brire, Bndicte y Laura B. Rawlings (2006) Examining Conditional CashTransfers Programs. A role for increased social inclusin? Washington, DC, SocialProtection Discussion Paper, The World Bank, no. 63. Disponible enhttp://siteresources.worldbank.org/SOCIALPROTECTION/Resources/SP-Discussion-papers/Safety-Nets-DP/0603.pdf21

    Vase Duclos, Jean-Yves y Abdelkrim Araar (2006)Poverty And Equity.Measurement, Policy, and Estimation with DAD. Springer, Ottawa

    36

    http://siteresources.worldbank.org/SOCIALPROTECTION/Resources/SP-Discussion-papers/Safety-Nets-DP/0603.pdfhttp://siteresources.worldbank.org/SOCIALPROTECTION/Resources/SP-Discussion-papers/Safety-Nets-DP/0603.pdfhttp://siteresources.worldbank.org/SOCIALPROTECTION/Resources/SP-Discussion-papers/Safety-Nets-DP/0603.pdfhttp://siteresources.worldbank.org/SOCIALPROTECTION/Resources/SP-Discussion-papers/Safety-Nets-DP/0603.pdf
  • 8/6/2019 Polticas para la creacin y la distribucin de la riqueza en Amrica Latina | Manuel Gmez Granados

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    nuestra responsabilidad en la construccin, en la integracin de los

    mercados y a reconocer tambin que la arquitectura de la economa

    internacional ya no es aquella que las naciones aliadas pactaron en

    Bretton Woods, luego de la segunda Guerra Mundial, pero que

    tampoco hemos dado vida a algn otro modelo de relaciones entre

    las naciones y bloques comerciales existentes.

    Apostarle, como hicieron los gobiernos de las naciones ms

    desarrolladas del planeta a la autonomizacin de la economa y de los

    intercambios en los mercados, ha probado ser uno de los errores ms

    lamentables en la historia de la humanidad. Hemos pagado ya un

    precio muy elevado por insistir en que la tica, la moral, la Doctrina

    Social Cristiana son realidades ajenas, externas al funcionamiento de

    los mercados. Lejos de ello, tendramos que reconocer que la tica, la

    moral, la Doctrina Social Cristiana tienen que ser el primer cimiento

    de cualquier reflexin en materia econmica.

    Tendra que quedarnos claro a todos en este escenario posterior

    a la disolucin de los acuerdos de Bretton Woods es que la economa

    como tal no puede ser comprendida como una realidad del mundo

    natural, que pudiera considerarse, por la existencia de leyes similares

    a las de la fsica, exenta de la necesidad de una constante reflexin

    anlisis y una, igualmente necesaria, redefinicin de los trminos de

    su relacin con la tica, con la moral y, para nosotros, con la Doctrina

    Social Cristiana. Tambin es necesario insistir en que la ciencia o la

    tecnologa como tales tampoco van a resolver los problemas que

    enfrentamos por s mismas.

    Todo lo contrario. Ahora ms que nunca tenemos que hacernos

    conscientes de lo importante que es asumir la responsabilidad de

    nuestros actos en la estructuracin o integracin de los mercados.

    Pensar que podemos dejar a los mercados a los impulsos de los

    agentes que actan en ellos, abre la puerta, una vez ms a crisis

    como la que vivimos en la primera dcada de este siglo que,

    obviamente, golpean ms a quienes menos tienen.

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  • 8/6/2019 Polticas para la creacin y la distribucin de la riqueza en Amrica Latina | Manuel Gmez Granados

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    Nos debe quedar claro tambin que no hubo ni habr fin de la

    historia. Ni de la historia de las ideas, de las ideologas, ni mucho

    menos de las ideas acerca de cmo resolver los problemas

    econmicos. Quienes, a principios de los noventa, planteaban la

    llegada a una suerte de zona de confort cientfico en el que ya no

    habra necesidad de investigar, analizar, recabar datos, formular y

    probar hiptesis y volver a empezar, tendran que reconocer que lejos

    de saber demasiado, sabemos poco y eso mismo hace necesario el

    ejercicio de la humildad, y desarrollar una disposicin, una actitud del

    corazn y de la mente que ponga a las personas concretas, de carne

    y hueso, en el centro de nuestras preocupaciones. El crecimiento

    econmico o la creacin de riqueza, no pueden ser objetivos en s

    mismos. Tienen sentido, razn de ser, slo en medida que nos hacen

    libres, que nos permiten acercarnos, tan imperfectos como somos, a

    contemplar a Dios. En este sentido, no conviene perder de vista el

    llamado que Su Santidad Juan XXIII hizo al redactar la encclica que

    nos convoca hoy aqu, y recordar el llamado a desarrollar formas de

    colaboracin en el plano mundial. El Papa Bueno tena razn cuando

    llamaba en 1961 a reconocer la necesidad que tenemos en el mundo

    de reconocer un orden moral objetivo, quedebemos admitirlo

    debe ser el fundamento de una globalizacin, sensata, responsable y,

    como lo pidi, Su Santidad Juan Pablo II, que no slo globalice los

    intercambios econmicos, sino que globalice la solidaridad, la justicia

    y, en ese sentido, reduzcapor ejemplolas diferencias abrumadoras

    que existen en los niveles de consumo e ingreso entre Estados Unidos

    y la Unin Europea, de una parte, y frica y Amrica Latina de la otra.

    No slo eso, se necesita tambin que los gobiernos y los

    dirigentes polticos de Amrica Latina reconozcan la gravedad del

    problema de la altsima concentracin del ingreso que padecemos.

    Negarla o aferrarse a viejas teoras que ya se han probado errneas,

    es un acto de deshonestidad intelectual que en nada ayuda a la

    solucin de los problemas que nos afectan y es, ciertamente, es una

    f d d i l