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¿Política-basura? Modelos de representación y en la telebasura y la tertulia política * José Antonio Palao Errando Shaila García Catalán Índice 1 El sentido común de la democracia: relativismo, diálogo, consenso 2 2 El inconsciente de la democracia: ca- pitalismo, espectáculo, comunicación e información 4 3 Talk show, telerrealidad, telebasura 6 4 Tertulia y telebasura, el caso de El gato al agua 8 5 Estructura de la emisión 10 6 Cuestiones de enunciación: la tenden- ciosidad cómplice 12 7 La referencia: contexto, enunciado y agenda 15 * La presente ponencia ha sido realizada con la ayuda del Proyecto de Investigación «Nuevas Ten- dencias e hibridaciones de los discursos audiovi- suales contemporáneos», financiado por la convoca- toria del Plan Nacional de I+D+i del Ministerio de Ciencia e Innovación, para el periodo 2008-2011, con código CSO2008-00606/SOCI, bajo la dirección del Dr. Javier Marzal Felici. (Comunicación leída en el X CONGRESO DE AECPA, La política en la red Mur- cia, del 7 al 9 de Septiembre de 2011). Doctor en Comunicación Audiovisual por la Uni- versitat de València y profesor del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Jaume I de Castellón. [email protected]. Licenciada en Comunicación Audiovisual y en Publicidad y RR.PP. por la Universitat Jaume I de Castellón. [email protected]. 8 La puesta en escena: el plató y la pan- talla 17 9 Perversiones de la ética habermasiana y efectos de despolitización 19 Bibliografía 21 Resumen Si hay un formato informativo audiovisual que haya cobrado una vigencia y una rele- vancia inusitada como creador y modulador de la opinión pública, ése es sin duda la ter- tulia política televisiva, que ha encontrado su forma natural de desplegarse en el esce- nario de la TDT. El género ha ido a imbri- carse en el vasto panorama de hibridaciones discursivas que proporciona la televisión ac- tual influyendo y dejándose influir por for- matos mucho más espectaculares en lo vi- sual como el talk show y, en general, todas las variantes del reality. Esta comunicación realiza un estudio comparativo de los rasgos estructurales, discursivos y de puesta en es- cena que la tertulia política comparte con es- tos géneros denominados globalmente como telebasura y, de forma destacada, a los dedi- cados a la crónica rosa.

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¿Política-basura?Modelos de representación y en la telebasura y la tertulia política∗

José Antonio Palao Errando†

Shaila García Catalán‡

Índice1 El sentido común de la democracia:

relativismo, diálogo, consenso 22 El inconsciente de la democracia: ca-

pitalismo, espectáculo, comunicacióne información 4

3 Talk show, telerrealidad, telebasura 64 Tertulia y telebasura, el caso de El

gato al agua 85 Estructura de la emisión 106 Cuestiones de enunciación: la tenden-

ciosidad cómplice 127 La referencia: contexto, enunciado y

agenda 15

∗La presente ponencia ha sido realizada con laayuda del Proyecto de Investigación «Nuevas Ten-dencias e hibridaciones de los discursos audiovi-suales contemporáneos», financiado por la convoca-toria del Plan Nacional de I+D+i del Ministerio deCiencia e Innovación, para el periodo 2008-2011, concódigo CSO2008-00606/SOCI, bajo la dirección delDr. Javier Marzal Felici. (Comunicación leída en el XCONGRESO DE AECPA, La política en la red Mur-cia, del 7 al 9 de Septiembre de 2011).†Doctor en Comunicación Audiovisual por la Uni-

versitat de València y profesor del Departamento deCiencias de la Comunicación de la Universitat JaumeI de Castellón. [email protected].‡Licenciada en Comunicación Audiovisual y en

Publicidad y RR.PP. por la Universitat Jaume I deCastellón. [email protected].

8 La puesta en escena: el plató y la pan-talla 17

9 Perversiones de la ética habermasianay efectos de despolitización 19

Bibliografía 21

Resumen

Si hay un formato informativo audiovisualque haya cobrado una vigencia y una rele-vancia inusitada como creador y moduladorde la opinión pública, ése es sin duda la ter-tulia política televisiva, que ha encontradosu forma natural de desplegarse en el esce-nario de la TDT. El género ha ido a imbri-carse en el vasto panorama de hibridacionesdiscursivas que proporciona la televisión ac-tual influyendo y dejándose influir por for-matos mucho más espectaculares en lo vi-sual como el talk show y, en general, todaslas variantes del reality. Esta comunicaciónrealiza un estudio comparativo de los rasgosestructurales, discursivos y de puesta en es-cena que la tertulia política comparte con es-tos géneros denominados globalmente comotelebasura y, de forma destacada, a los dedi-cados a la crónica rosa.

2 José Antonio Palao Errando & Shaila García Cataláns

Palabras clave: Modelo Difusión, Mode-lo Reticular, tertulia política, hibridaciones,telebasura.

1 El sentido común de lademocracia: relativismo,diálogo, consenso

LOS tres términos que titulan este epígrafeconstituyen la estructura basilar sobre

la que descansa la buena conciencia – monu-mental erección de su arquitectura concep-tual – de la democracia parlamentaria. Elprofesor Manuel Jiménez Redondo lo ex-plica mucho mejor de lo que lo haríamosnosotros comentando a Kelsen – a propósitode su libro Esencia y valor de la democraciade 1929:

La política moderna se asienta enun radical no-consenso, o quizámejor: se basa en el consenso [. . . ]de aquellos que se han resignado acontar y a convivir con un radicalno-consenso del prójimo en lo querespecta a “ultimidades” , es decir,en lo que respecta a concepcionesbásicas y últimas de la vida y delmundo (Jiménez Redondo, 2000:8).

Por ello mismo, la democracia presuponeel relativismo como su cosmovisión, puesninguna idea del particular tiene un valormoral a priori superior al de cualquier otro y«por eso da a toda fe política la oportunidadde expresarse y de hacerse valer ganándoseen competencia libre la voluntad de los hom-bres» (Ibídem). El procedimiento dialécticoes, pues, consustancial a la democracia y a laconformación de las mayorías, cuya forma

de dominación implica siempre la existenciade una oposición cuyo derecho a la expresiónen libertad debe ser reconocido. Ni siquieraese escepticismo o relativismo pueden con-siderarse como una creencia impuesta o ge-neralizada sino como una meta-concepciónregulativa que permite el diálogo en igualdadentre las diversas concepciones de la verdadpráctica.

El absoluto respeto al otro y la necesidadde su punto de vista1 en el camino hacia laverdad no es más que la consecuencia in-soslayable de la conciencia a la que la razónarriba de que, en su naturaleza, habita la im-posibilidad de darse alcance a sí misma. Deahí que toda dimensión práctica y gnoseo-lógica deba estar fundada sobre un consensoalcanzado contra el trasfondo de la toleran-cia del disenso. Es el único camino haciauna posible verdad en la que poder cimen-tar cualquier consideración práctica. Y esHabermas, en el entorno de su Teoría de laAcción Comunicativa, quien procede a su ar-ticulación formal:

Según esta teoría [la Teoría Con-sensual de la Verdad] sólo puedo(con ayuda de oraciones predica-tivas) atribuir un predicado a unobjeto si también cualquiera quepudiera entrar en discusión con-migo atribuyese el mismo predi-cado al mismo objeto; para distin-guir los enunciados verdaderos delos falsos, me refiero al juicio delos otros y, por cierto, al juicio detodos aquellos con los que pudierainiciar una discusión [. . . ]. La

1Esta idea ya está implícita en la noción de doctaignorantia de Nicolás de Cusa, en los albores de lacosmología moderna. Vid Palao (2004).

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verdad de una proposición sig-nifica la promesa de alcanzar unconsenso racional sobre lo dicho(1989: 121).

El pilar básico en la concepción expuestade la Teoría Consensual de la Verdad sonlo que el filósofo llama Situación Ideal deHabla – que es «es una ficción operanteen el proceso de comunicación» (Haber-mas, 1989: 155) – en la que la preten-sión de validez debe ser desempeñada porsujetos que «hagan transparente su natu-raleza interna» (1989: 154) y acompañadapor los requisitos ético-pragmáticos de todaracionalidad:

• Inteligibilidad, que se da por pre-supuesta: el interlocutor válido acepta,sin problematizarlo jamás, el códigolingüístico.

• Verdad, como coherencia propositiva yadecuación a los hechos o estados delmundo.

• Rectitud, como comportamiento no es-tratégico, es decir, como confesabilidadde todos los intereses individuales.

• Veracidad: Lo que se enuncia comopretensión de validez es lo que real-mente se está pensando sobre el asuntodiscutido.

El caso es que las formulaciones de Haber-mas están fundadas en una moral de la in-tención y una psicología de la transparenciaque, pensamos, en absoluto deberían pres-cindir de una demostración (Vid. Palao,2001).

Por su parte, Apel recurre al pragma-tismo falibilista y meliorista peirceano, in-troduciendo varias nociones de vital impor-tancia para sostener su edificio teórico. Laprimera de las cuales es sin duda la deuna comunidad ilimitada de investigadores.Antes que nada, esta introducción teórica vaa suponer la reconstrucción del quebradizopuente entre el discurso y la realidad ex-tradiscursiva, en la dirección de una eviden-cia fenomenológica necesaria pero no sufi-ciente para fundamentar una verdad objetivay, por tanto, consensuable: la verdad extraídainferencial o abductivamente, sólo adquieresu estatuto cuando queda enmarcada en elámbito intersubjetivo del discurso argumen-tativo, proceso de formulación que, desdePeirce, Apel define como:

convergencia in the long run enel sentido de la aproximación a laverdad, de los razonamiento sin-téticos concretos. [. . . ] Sólo pode-mos definir lo real, a diferenciade lo irreal, como lo cognosci-ble in the long run sobre la basede la convergencia de los razon-amientos. [. . . ] Para Peirce, laprobable convergencia de los razo-namientos sintéticos de diferentespersonas y desde distintas eviden-cias perceptivas no sólo representala posibilidad del conocimientoprogresivo de lo real; más bien,un conocimiento teórico completoo suficientemente profundo de loreal presupone, en principio, laconvergencia de los razonamientossintéticos de todos los miembros de

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una comunidad ilimitada de inves-tigadores (Apel, 1991: 41-42)2.

Toda teoría racionalista de la verdad nece-sita, como supuesto o como prueba, unateoría de la correspondencia (sea como e-videncia fenomenológica o como hipótesispragmático trascendental) basada en la con-vicción de que nada en las percepcionespuede resultar inaccesible al lenguaje, de quetodo en ellas es, a la postre, objetivable:nada, de lo particular de la cosa (Das Ding),se resiste al ojo o al concepto.

2 El inconsciente de lademocracia: capitalismo,espectáculo, comunicación einformación

Hasta aquí hemos visto al conciencia quela sociedad democrática tiene de sí misma.Pero hay un inconsciente. Éste proviene delhecho de que la democracia parlamentariahabita la economía de mercado y por tantola competencia libre de las opiniones de laque hablaba Kelsen (2002) queda abocada ala acentuación de las diferencias y la espec-tacularización. Y es que tal y como vislum-bró Debord,

el origen del espectáculo es la pér-dida de unidad del mundo, y la ex-pansión gigantesca del espectáculomoderno expresa la totalidad deesa pérdida: la abstracción gene-ralizada de la producción global se

2No deja de sorprender que poco después, Apelutilice como prueba de la realidad presubjetiva (i.e.,objetiva) de un fenómeno sometido posteriormente avalidación argumentativa, el que pueda ser fotogra-fiado.

encuentran perfectamente traduci-das en el espectáculo, cuyo modoconcreto de ser es precisamentela abstracción. En el espectáculo,una parte del mundo se representaante el mundo, apareciendo comoalgo superior al mundo. El espec-táculo es sólo el lenguaje comúnde esta separación. Lo que unea los espectáculos no es más quesu relación irreversible con el cen-tro que mantiene su aislamiento.El espectáculo reúne lo separado,pero lo reúne en cuanto separado(2008: 48-49).

La necesidad de un escenario establedonde entablar la lucha por las mayorías,pues, acaba reduciendo la política a la comu-nicación y derivando en una sacralización deesa mayoría, convertida en opinión pública,como garante meta-enunciativa. De estemodo, la comunicación asume un procederinclusivo, pues «no parece que [. . . ] pongafuera de juego los valores oponiéndose a el-los, sino apropiándoselos» (Perniola, 2006:32), gestionándolos para sus fines. Por tanto,la comunicación, aspira a ser a un tiempo unacosa, su opuesto y todo aquello que está en elmedio entre ambos extremos. Es, por ende,totalitaria, en una medida mucho mayorque el totalitarismo político tradicional, puescomprende también y sobre todo el antito-talitarismo (Perniola, 2006: 18). Ha habidouna «sustitución de la ideología del pro-greso por la ideología de la comunicación»(Mattelart, 1993: 151). Pero no olvidemosque ésta incluye también el progreso y, portanto, continúa la concepción evolucionistade la civilización garantizada por la cienciaen consonancia con la política democrática

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y la economía capitalista. Vemos, conse-cuentemente, que la comunicación es en símisma una ideología que, además, como lavieja y fracasada – porque no ha conseguidoacabar con las desigualdades sociales – ideo-logía del progreso, no tiene oponentes porsuponérsele siempre un carácter de consensouniversal. Como afirma el propio Mattelart«su discurso es difundir que para progresartodos debemos comunicar. Todos debemoscomunicar, aunque poco importa que detrásno haya ningún proyecto social (2004)».

Eco recoge la aportación de McLuhan,quien apunta que «la información ha dejadode ser un instrumento para producir bieneseconómicos, para convertirse en el principalde los bienes» (1987: 77). De este modo,observa que:

Cuando el poder económico pasade quienes poseen los mediosde producción a quienes tienenlos medios de información, quepueden determinar el control delos medios de producción, hasta elproblema de la alienación cambiade significado. [. . . ] cada ciu-dadano de este mundo se convierteen miembro de un nuevo proleta-riado (McLuhan en Eco, 1987:77).

Los mass media inauguran un poder en elque no hay posibilidad de exterioridad, pueséstos, «a diferencia de los medios de produc-ción, no son controlables ni por la voluntadprivada ni por la de la colectividad» (Eco,1987: 80). Y si a esto añadimos que la infor-mación se presenta como garantía de liber-tad democrática, podemos afirmar que la co-municación se propone como un imperativo

irrebatible, pues para desenvolverse necesitala clausura de la realidad, no su transforma-ción.

El hecho de que la comunicación se pre-sente como factor clave para el desarrollode cualquier sistema social en la contem-poraneidad se debe a la concepción delsaber como información. Nuestra época, harecibido nombres como «aldea global» deMcLuhan y Powers (1993), «sociedad in-formacional», «capitalismo informacional»,«sociedad red» de Castells (1997-2000)o «sociedad del espectáculo» de Debord(2008). Estas expresiones, que dependen dedónde ha colocado el acento cada teórico,convergen en lo que generalmente se en-tiende por Sociedad de la Información y delConocimiento.

En ese sentido, aquí vamos a utilizarel concepto Paradigma Informativo (Palao:2004) porque contempla dos notas funda-mentales: su carácter paradigmático e inclu-sivo. La condición paradigmática de la infor-mación permite reflexionar sobre ésta ya nosólo desde su dimensión estructural sino quepermite entender cómo determina lo que sepresenta como posible y necesario en nuestraépoca las vertientes psíquica, perceptiva, vi-tal, económica e intersubjetiva (Palao, 2004:14-16). Así pues, el Paradigma Informativo«no implica tanto un discurso que se pre-senta hegemónico en relación a otros, sinoque se erige como campo único de enun-ciación desde el cual se incorporan otros dis-cursos en su espacio» (García Catalán, 2010:3).

De esta incorporación de los saberes queno se presentan en primera instancia comoinformativos, se deriva la dimensión inclu-siva del paradigma que asienta y prosigueel proyecto consensual de la modernidad.

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Éste ha sido confinado en exclusiva a la con-formación de una mayoría que lo sancione,electorado o audiencia subsumidos en la ca-tegoría de opinión pública, de doxa. El es-cepticismo y el relativismo han acabado in-formatizados, objetivizados: son competen-cia del aparato jurídico y jamás han de sersostenidos por el sujeto que puede ser todolo parcial que quiera amparado en la libertadde opinión.

Ello no quita que esta doxa implique va-lores incuestionables en nuestra época comola condena el terrorismo o la violencia degénero. Y que precisamente éstos sean uti-lizados en la confrontación política comoarma arrojadiza para condenar al oponenteal ostracismo insinuando su falta de respetohacia ellos. La opinión pública espera quea las manifestaciones en condena de la vio-lencia acudan representantes de todos lospartidos políticos sin posicionarse en tornoa sus diferencias políticas y sin utilizar es-tos hechos en la trama de su argumentación.Para el Paradigma Informativo el discurso dela no-violencia no admite divergencias y, asu vez, hace de ello noticia de primer ordenen su discurso, sobre el horizonte de una so-ciedad reconciliada en el juego democrático.

Además, no podemos olvidar que el saberinformativo no sólo es un vehículo de la rea-lidad – el que la acerca a través de la tele-visión a nuestros hogares – sino el único ac-ceso a ésta. Por ello, si bien participamosde la opinión de Casero, para quien la me-diación simbólica es un «proceso que per-mite a los individuos, a los ciudadanos, par-ticipar de la realidad informativa y medi-ante el recurso a la misma, ampliar su es-pectro de experiencias y conocimientos so-ciales» (2008: 102), matizamos que la reali-dad informativa no se presenta como recurso

ni como posibilidad sino, insistimos comoúnico campo de enunciación de los discur-sos.

De este modo, la información operahomogeneizando – haciendo equivaler –lenguaje y mundo, tal y como si éste no nece-sitara de un sujeto que lo sostenga a travésde las representaciones, es decir, que lo in-terprete. Esto indica que el paradigma infor-mativo propone que hay una realidad, y queésta además, lleva incorporado un consensosobre el modo de habitarla.

3 Talk show, telerrealidad,telebasura

Creemos haber explicitado en los párrafosanteriores cuáles son los ejes básicos entrelos que se despliega la ideología de la co-municación. Toca ahora ir acercándonos anuestro objeto de investigación: la tertuliapolítica en la TDT y su posible equiparacióna lo que se ha dado en llamar la telebasura.Como explica Manuel Palacio (2007), el tér-mino traduce el inglés americano TV Trash,que empezó a usarse en Estados Unidos enlos años 80 y llegó en los 90 a España.Ahora bien, como sanciona el propio Pala-cio «la delimitación de lo que abarca estetipo de programas es muy laxa» (2007). Enefecto, hay telebasura que no lleva esa eti-queta por pura inconsistencia de la opiniónpública, esa opinión pública que es sacrali-zada, cortejada y supuestamente incluida enestos programas que, como iremos viendo,cada vez más están basados en el molde deltalk show. De hecho, la mayor parte de lasdescripciones – más que definiciones – deesta categoría de televisión proceden de losmanifiestos que distintas asociaciones pu-

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blican contra ellos3 y son definiciones con-tenidísticas – mal gusto, espectacularización,etcétera –, no estructurales. De igual modo,la posición de las audiencias —de la opiniónpública— tampoco está nada clara para losinvestigadores. Desde posiciones como laCouldry y Markham (2007), que ven en lacultura de la celebridad un forma de accesode las clases populares a la participaciónpolítica, hasta los ya citados Martínez, Jua-natey y Orosa (2007), que analizan el fenó-meno desde el punto de vista de la teoría dela espiral del silencio de Noelle-Neumann.

Sin embargo, los que utilizamos el análi-sis textual como método de investigaciónpartimos del axioma de que hay algo enla forma que orienta indeleblemente el sen-tido. Y ello comenzando por las condicionesde enunciación. Ya hemos hablado delParadigma Informativo como campo únicode enunciación, caracterizado por su impe-rialismo epistémico, que implica la idea deque cualquier conocimiento o saber puedeser reducido sin resto alguno a su com-ponente informativo. Ahora bien, en otrolugar (Palao: 2009) hemos postulado queeste Paradigma Informativo se escande en eltiempo en dos Modelos de Representación,término éste muy caro a los practicantes delanálisis fílmico: el Modelo Difusión y elModelo Reticular. El primero es aquel en elque la televisión generalista era la industriacultural hegemónica y no se veía necesitadade negociar con otros medios, es decir, aquelen el que la televisión alojaba principalmentela voz de las instituciones y grandes corpora-

3Martínez, Juanetey y Orosa (2007) se hacen ecode las de la Agrupación de Telespectadores y Ra-dioyentes (“Manifiesto contra la telebasura”) y de laAsociación de Usuarios de la Comunicación (“Apro-ximación a la Telebasura”),

ciones. Todo este modelo dará paso al Mo-delo Reticular originado con la aparición deInternet y, en general, con el desarrollo lasnuevas tecnologías. Éstas abren un espaciode interacción donde las audiencias se con-vierten en usuarios y pueden establecer rela-ciones intersubjetivas trascendiendo aquel-las que se proponen desde los media tradi-cionales. Ello no significa que haya habidoun desplazamiento de uno por otro, sino queambos han tenido que luchar por adaptarsea su mutua presencia. Como dice MarianoCebrián Herreros,

el nacimiento de una modalidadno eclipsa a la anterior, sino quese produce un proceso de acumu-lación, de ajustes, de nueva com-petitividad. Cada modelo trata depotenciar sus fundamentos y susvinculaciones con la sociedad. Nose quiere perder presencia. [. . . ]Aparecen ciertas tendencias, peroinmediatamente se aprecia cómocada sistema se reajusta, buscasu lugar en la competencia multi-mediática y establece nuevas rela-ciones con su audiencia. Cadamodelo potencia al máximo lo quele es más propio, ensancha sus ca-pacidades y se resiste a desapare-cer (2004: 45).

Pues bien, el espectáculo de la realidad,al fusionarse con la crónica rosa y la cul-tura de la celebridad, ha producido una se-rie de mutaciones en su despliegue discur-sivo, precisamente como efecto de la apari-ción de los medios reticulares que lo dis-tancian claramente de la telerrealidad de losaños 90 (Palao, 2009). La principal de el-las es haber constituido un conglomerado

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multimedia (Cebrián Herreros, 2003), cuyomejor ejemplo son los talent shows, queno sólo evita la fuga de beneficios —múlti-ples programas interconectados a través dela propia cadena, páginas web, sms, Twit-ter, Facebook, medios impresos, industriamusical, etcétera – sino que, precisamente,este conglomerado diseña un espacio cer-rado que protege y excluye al espectadorde cualquier peligro de contaminación de loque pasa en pantalla. A la vez, todo estoacaba poniendo en escena un circo, en sen-tido literal, donde los nuevos famosos quese van generando a través de los programasde telerrealidad – con Gran Hermano comopionero en esta estrategia – acaban entrandoen la celebrity cultura y pueden ser objetode escarnio y ataque, previo pago, sin quesufra en principio la sensibilidad del espec-tador: además de nombres como Belén Es-teban4, muy paradigmáticos, van encontradoacomodo en la telebasura concursantes deGran Hermano y similares.

Pero, ¿cómo encuentran ese acomodo?Por un lado, entrando y enganchando a lasaudiencias desde lo eternamente noticiable– affairs amorosos, bodas, bautizos, comu-niones, rupturas, etcétera – que la propiatelebasura genera – puro artificio – y ges-tiona de forma exclusiva al margen de lasagendas noticiosas generalistas – aunque enalgunos casos se cruzan como demostróla aparición de la noticia de la operaciónestética de Belén Esteban en InformativosTelecinco –. Ahora bien, la presencia deestos rostros populares es eventual y es-porádica a pesar de la frecuencia que puedaalcanzar – la insistencia o la repetición no

4Vid. para este caso el trabajo de LamuedraGraván (2005).

construye ninguna linealidad temporal nar-rativa –. Por ello, la telebasura tendrá quesimular la continuidad – que garantice, a suvez, la estricta continuidad televisiva – si-mulando un eterno momento nuclear de sudiscurso – siempre anunciado pero nuncaconsumado – del estilo de la telenovela5

y, en general, de lo melodramático. Pero,por otro lado, un lugar natural del espéci-men “telerrealizado” es precisamente su in-tervención televisiva como tertuliano en estetipo de contenidos que, aunque su trayectoriaviene de largo, están cada vez más adaptadosal molde de talk show y del pseudodebate,cuanto más ruidoso y vocinglero mejor. Dehecho, en todos estos programas las mesasde debate se han convertido en el auténticonúcleo del espectáculo y del pseudorrelato.Y si la tertulia como género ha acabado de-generando en el talk show como espectáculo,éste no ha dejado de contaminar a la primera,y no sólo en las formas y los modos de loscontertulios. De hecho, la composición delos platós en ambos, con las mesas de debatedivididas en bandos enfrentados simétrica-mente y separados por el presentador, conun espacio específico para las entrevistas ainvitados – rasgo este procedente del ma-gazine tradicional, la división de la pantallapara no tener que depender de la dialécticaplano-contraplano, etcétera – son un claroindicio de la hibridación absoluta de ambosformatos.

4 Tertulia y telebasura, el casode El gato al agua

Según lo antedicho, vamos a proceder ahoraa un análisis de ciertos rasgos formales,

5Vid. Palao, 1989 y Lamuedra.

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tanto en la puesta en escena como en elaparato enunciativo que, como intentare-mos demostrar, comparten la telebasura ofi-cial con las tertulias de los canales digi-tales que no están en principio clasifica-dos como generalistas, aunque como hemosvisto las fronteras en contenidos y audienciasson cada vez más difusas y prácticamente elúnico criterio de diferenciación es el share– las cadenas generalistas tienen una audien-cia mucho mayor –, y la historia – las ge-neralistas tienen un origen analógico y, lógi-camente, un recorrido mucho más largo – ,que redunda en los medios y presupuestos deunas y otras.

Es opinión general que la cadena que mástelebasura emite en la actualidad, y conmayor audiencia, es Telecinco. El núcleo desu conglomerado mediático es el programaSálvame, tanto en su versión diaria, que tomala forma de una tertulia a gritos de cuatrohoras, como en su versión De Luxe, quetiene un formato más cercano al magazine.Diríamos que Sálvame es el gran generadorde la agenda y los demás (Enemigos íntimos,Supervivientes, La Noria, Vuélveme loca) leacompañan, comentan y recrean sus con-tenidos, siendo La Noria el más independi-ente y asumiendo Vuélveme Loca la forma deotro género digital que se ha hibridado conmúltiples formatos audiovisuales: el makingof.

En cuanto a la tertulia política, como for-mato, tiene un claro origen radiofónico, quepermanece patente en su estructura y puestaen escena: tanto El gato al agua, comoprácticamente todos los programas de la ca-dena Libertad Digital TV, consisten en laretransmisión de programas radiofónicos en

directo. Evidentemente las tertulias6 comoarma política proliferan en muchas cadenasde televisión autonómicas – Canal 9, Tele-madrid, etcétera – como en las digitales na-cionales – La 7, Veo Televisión – y, a su vez,en las televisiones generalistas, normalmenteenmarcadas dentro de programas de tipomagazine, con los tertulianos intercambián-dose entre ellas y alternando con los perio-distas del mundo rosa sin demasiados com-plejos. Nosotros vamos a fijar nuestra aten-ción en El gato al agua porque nos parece elmás representativo, sobre todo porque exter-namente – contenidísticamente – parece sertambién el más alejado de la temática, los“profesionales” y los asuntos de la teleba-sura y la crónica rosa. Concretamente, y deuna forma aleatoria, hemos elegido tres emi-siones concretas para su análisis: los días 11,12 y 13 de mayo de 20117. Lo cual suponeque los temas que vertebran la emisión son:El terremoto de Lorca, la legalización deBildu y el apoyo que le mostró el etarra Er-randonea y la aprobación de la ley de MuerteDigna.

El gato al agua es un programa de Intere-conomía televisión, conglomerado mediático– con Intereconomía Radio y La Gaceta – dedeclarado acento conservador. En su páginaweb – http://www.intereconomia.

com/programa/gato-al-agua – se re-coge la siguiente descripción del programa:

El gato al agua es una tertuliapolítica interactiva, presentada ydirigida por Antonio Jiménez, que

6Gutiérrez Lozano (2005) recoge una mínima his-toria del género en España y una clasificación dife-rencial de los diversos formatos.

7Lo cual no implica que no podamos hacer algunaalusión concreta a otras emisiones, si fuera necesario.

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se emite simultáneamente en ra-dio y en televisión. Los invita-dos que participan en el debate, sesometen cada noche al examen delos oyentes y espectadores, que através de sus mensajes y llamadas,deciden quién ha estado más acer-tado con sus argumentos. El gatoal agua es un programa que mez-cla el debate político, con la en-trevista de personaje, así como laspiezas de humor de la mano de LosClones.

5 Estructura de la emisiónEl programa comienza con una especie desumario sobre la actualidad del día. Lapose del presentador es frontal, dirigiéndosesiempre al espectador. La impresión que seda es que la actualidad está perfectamentearchivada y disponible para la extracción desu verdad y, por lógica, se connota que lasopiniones contrarias serían siempre mal in-tencionadas, puesto que la realidad es com-probable y compartida. Es decir, lo audio-visual se toma como un trasunto fidedignoy fiel de lo real que se transmite mediantedatos que llevan adherida su interpretación.Una interpretación para una realidad consis-tente. Anotamos aquí un paralelismo con lacrónica rosa y con la telerrealidad. Ambostipos de programas se erigen —así lo en-tiende su formato – como comentadores delo oficial8. A lo largo del día se sucedenacontecimientos, ruedas de prensa, declara-ciones públicas o performances de los pa-

8Conocida es la sátira de esta actitud en el pro-grama El intermedio de La Sexta que comienza conla leyenda: "Ya han escuchado las noticias, ahora lescontaremos la verdad".

parazzi., que recogen medios informativosimpresos o audiovisuales. Tras la versionesoficiales de los hechos y los tratamientos pe-riodísticos presuntamente objetivos, las ter-tulias se proponen como el espacio de laopinión y la crítica.

Tras esto, viene la primera simulación deinteractividad que en El gato al agua llevael nombre de “Gatómetro”. Se trata de unaencuesta equiparable, en principio, a las queponen en marcha todos los medios de comu-nicación en sus páginas web. Y sabemos, so-bradamente, que estas encuestas no científi-cas – ni siquiera rigurosas o metódicas – sonuno de los lugares en los que la tendenciosi-dad política más fácilmente se aloja, puestoque todos los media formulan las preguntasdel modo que se van a garantizar el apoyo asu opción por parte de su feligresía, a la quede paso le hacen sentirse mayoría y, de estemodo, la fidelizan. En el El gato al agua, essencilla y llanamente exagerado. En nuestrostres programas de referencia las preguntasson las siguientes:

• 11-05-11: ¿Miente Zapatero? Se re-fiere a unas declaraciones en un mitinen las que Zapatero afirma no haberhecho recortes sociales en su mandato.Ni que decir tiene, que el presenta-dor Antonio Jiménez ha llamado a ze-tapé (sic) reiteradamente mentiroso y suimagen ha aparecido en la subpantalla(vid. más abajo) en la que el logo de In-tereconomía – toro de lidia – y el de Elgato al agua – un gato callejero – hanenmarcado continuamente a Zapatero yal logo del PSOE.

• 12-05-11: ¿Es usted un bellaco? Seretoman las imágenes del día anterior

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en las que Zapatero había dicho que«mentía como un bellaco» quien afir-mara que había hecho recortes sociales.La respuesta que se espera mayoritariaes el sí, pero evidentemente la preguntaestá formulada de manera muy torpe,por lo que Antonio Jiménez se ve enla obligación de matizarla y reformu-larla varias veces a lo largo del pro-grama. Antes de la encuesta se hanpresentado declaraciones de María Do-lores de Cospedal (grabadas) y de Ig-nacio Gil Lázaro (en plató) reafirmandolos recortes de Zapatero.

• 13-05-11: ¿Era necesaria una ley deMuerte Digna y cuidados paliativos? Eltema estrella del programa es esta ley, ala que se reputa de ser una pura estrate-gia de dispersión por parte del Gobiernopara fidelizar a su electorado “más ra-dical”, en medio de la crisis económicay la campaña electoral.

Evidentemente, siempre gana la opciónapoyada por el programa – sí, en los dosprimeros casos; no, en el tercero – conaproximadamente un 70% de los votos. Peroésta no es la única forma de incluir al espec-tador en la representación. Los “gatoadic-tos”, que según el programa son legión pesea las artimañas de los que miden los índicesde audiencias, no paran de intervenir a travésde Twitter y de los sms, procedimiento, éstesí, típico de los programas rosas y de la tele-basura en general. Como en éstos, los con-tenidos, debidamente filtrados por la redac-ción, aparecen en una banda inferior quecomparte el encuadre con otras dos subpan-tallas, del plató, de las conexiones exterioresen directo o de las imágenes de archivo.

Tras el “Gatómetro”, que tiene su pro-pio subespacio en el plató con una locu-tora encargada de gestionar y resumir para elpúblico todas estas manifestaciones interac-tivas al margen de la mesa de la tertulia, nor-malmente por medio de un corte, pasamos auna panorámica que nos muestra por primeravez un plano general del plató mostrando alos tertulianos. Hay una nómina de tertu-lianos fija a la que se van sumando algunosmás o menos frecuentes. Pero, mientras enlas televisiones generalistas e incluso en losprogramas rosas se guardan al menos ciertasapariencias de proporcionalidad y represen-tatividad de las distintas posturas, en las ter-tulias políticas digitales cada intervención delos tertulianos y el presentador van sumán-dose unas a otras in crescendo creando unclima entre la distensión y crispación conuna diferencia clave, hay más divergenciade opiniones en los programas rosas que enlas políticas de la TDT. En los primeros seda un continuo y tenso enfrentamiento entretertulianos mientras en los segundos el tonodel discurso es cada vez más homogéneo.El debate edifica su polémica sobre un en-frentamiento contra los del partido contrin-cante, que jamás aspira al consenso gene-ral. Es significativo que en una época dondela información y la comunicación deberíantender a un horizonte consensual, el debatepolítico huya del consenso y se instale en laconfrontación sorda, pero con el agravanteen el caso que nos ocupa de que el adver-sario está siempre mudo en fuera de campo– y, por ello, más sospechoso si cabe –. Dehecho, como mucho, y en algún caso, de unamesa de siete contertulios sólo hay uno quedisienta de la opinión mayoritaria de la mesa,que queda reputada de “sentido común” yrepresentación legítima de la opinión pública

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española. A ello contribuye, no poco, elque El gato al agua haya reclutado entre sustertulianos a exsocialistas resentidos comoPablo Castellanos y Cristina Alberdi. Lacontención de los formatos más serios parecedesbordarse en estas tertulias que construyensu entretenimiento con el comentario y laexageración hasta la hipérbole. También semuestra una gran capacidad de cambiar rá-pidamente de registro y de tono. En El gatoal agua se abordan las muertes de Lorca yacto seguido una crítica feroz al presidentedel Gobierno, Jose Luis Rodríguez Zapatero,con el inevitable resultado de una contami-nación de ambos temas por su “montaje yux-tapuesto”.

De hecho, hasta la publicidad, escandidaen la estructura de la emisión, cumple su fun-ción de coadyuvante del mensaje ideológicohomogéneo. La publicidad de los interme-dios es similar en todos los aspectos a la decualquier cadena generalista, con lo que serefuerza la idea de programa para grandesaudiencias que quiere transmitir El gato alagua. Pero los productos publicitados porAntonio Jiménez, tienen su matiz aparte. Porun lado, consecuentemente con su cariz neo-liberal, la disciplina y reverencia con la quelos contertulios interrumpen cualquiera desus intervenciones ante el aviso de que seva a dar paso a un mensaje publicitario esproverbial. Entre los productos que se pu-blicitan están varios fármacos vigorizantes,pero hay uno especialmente emblemático dela ideología del programa: un detector deradares de tráfico, que se reputa de perfec-tamente “homologado y legal”. Para enten-der el gesto perverso del anuncio de este pro-ducto en la textura enunciativa de El gatoal agua resulta clave recordar, primero, queuno de los logros más difíciles de cuestionar

de las administraciones de Zapatero es la re-ducción del número de accidentes de tráficoy, segundo, que la derecha no deja de im-putar a los gobiernos socialistas su talante in-tervencionista y prohibicionista.

6 Cuestiones de enunciación: latendenciosidad cómplice

Probablemente el indicio más probatorio delparentesco discursivo entre El gato al aguay la telebasura sean los rasgos enunciativosque comparten. Comenzando por el presen-tador, que ofrece su semblante al programa.En la crónica rosa nos solemos encontrar unpresentador que, aparentando cierta neutrali-dad y erigiéndose como maestro de ceremo-nias, orquesta el talk show al estilo de losconductores de los debates y las tertulias enla televisión generalista. La coartada moralinformativa toma la forma tan anglosajonay políticamente correcta del then yoy de-cide. Sin embargo, cuando el talk se con-tamina de reality, el presentador adopta sufunción de dirigir el debate en cuestión perotambién opina. Incluso, apoya su discursoa través de sus experiencias personales, taly como lo hacen los colaboradores. Esamanifestación subjetiva se propone como unintento del discurso televisivo de, en ungesto cómplice, compartir experiencias consus espectadores. Los ejemplos más no-torios en el espacio mediático español, talvez sean Mercedes Milá (Gran Hermano) yJorge Javier Vázquez (Sálvame). AntonioJiménez pertenece a esta categoría. El pre-sentador no sólo opina sino que, además, sepermite la ironía. De hecho, los tres pre-sentadores antecitados la arrojan hasta so-bre el equipo de su programa, algo que re-

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vierte aún más sobre la espectacularizaciónde los contenidos: no sólo los tertulianosse gritan hasta no entender palabra y el pre-sentador tiende a confundirse con ellos sinoque el escándalo amenaza al propio equipotécnico, responsables del artefacto, vehículodirecto entre espectador y circo. Concreta-mente, Antonio Jiménez trataba de dar pasoa las imágenes de la caída de una campanade un campanario en Lorca, pero al ver queno aparecían en pantalla dijo: “¿no tene-mos ese momento? Pues entonces no tene-mos nada, amigos. Está en todos los ladospero aquí está claro que no hemos tenido laposibilidad de captarlo”. Esta directa a suequipo supone, además, un acto de metalen-guaje clave en estos programas. No importaseñalar el desvelamiento del artificio, es más,hacerlo contribuye a su supuesta transparen-cia, connatural a la realidad. En ambos tiposde tertulias el presentador en ocasiones miraa cámara hablando directamente al especta-dor, como si ésta le estuviera viendo. Estoresponde a la lógica televisiva del contra-campo habitado. De esta manera se crea unacomplicidad con la audiencia, los gatoadic-tos, que refuerza la sensación de homogenei-dad ideológica. Y, además, reviste la con-sideración del plató como campo de enun-ciación privilegiado donde emitir los juicios,por ello tertulianos y presentador animan alos famosos a entrar por teléfono y anun-ciar o denunciar en directo a sus enemigos, ylas tertulias políticas invitan a los afectadosde cualquier catástrofe, por ejemplo, a hacerdeclaraciones para dejar una suerte de cons-tancia pública. El espacio televisivo ya no essólo trasunto sino rúbrica de la realidad.

La forma más palmaria de fidelizar al es-pectador de la telebasura es la constante au-torreferencialidad, no sólo del programa so-

bre sí mismo, sino de unos programas dela cadena a otros: cuando un reality estáen marcha, por ejemplo, tiene a todos losprogramas de su canal a su servicio. EnEl gato al agua esta autorreferencialidad esconstante, como ejemplifica un SMS en pan-talla: “mientras el pueblo llora los muer-tos del terremoto, las tv emitiendo prog ba-sura. Sois los únicos en mantener esa infor-mación” (11-05-11). Como vemos, es esen-cial la conciencia del espectador de Intere-conomía de que ellos no son telebasura.

Otro caso: el 12-05-11, en una conexióncon Lorca se representa una mise en abîmesin que ello sea tematizado por el locutor, dehecho suena su voz en off mientras vemosel plano: se trata de un interior del puestode mando de la Unidad Militar de Emergen-cia desplegada en la zona, en la que se veun televisor encendido en el que se ve clara-mente la emisión de Intereconomía, con locual se da un efecto túnel. Evidentemente,puede ser una mise en abîme falsa, es decir,no en directo, porque la voz en directo noestá representada sobre la imagen del corres-ponsal.

Otra de las formas de autorreferencia,en fin, es lo que podríamos denominarintermedialidad reticular, impensable enel momento en el que el Modelo Difusióndisfrutaba de su máximo esplendor, es decir,alusiones a otras cadenas, tan típicas de lacrónica rosa, como hibridación del llamado"Celebrity Spoof Show". Conocidos sonlos rifirrafes de Intereconomía tanto conTelecinco (La noria, vid: http://www.

intereconomia.com/video/gato-

al-agua/xavier-horcajo-explica-

lo-ocurrido-noria-gato-al-agua-

video-20110217) como con La Sexta (Elintermedio).

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En definitiva, el punto de máxima identi-ficación entre enunciador y enunciatario enEl gato al agua, se da en una tendenciosi-dad política que no se pretende ocultar enabsoluto – de hecho, esta es una de las con-secuencias obscenas de la pretendida reali-dad transparente – y que se protege bajolos valores del derecho a la información yla libertad de opinión, es decir, los mismosvalores democráticos, convertidos tótems, enlos que se ampara la telebasura junto con lalibertad de elección y la madurez de la au-diencia. Es decir, que la moral democrática– discursiva – estándar se constituye en elprincipal pilar en que pretende sostenerse latelebasura. La comunidad ilimitada de argu-mentantes de Habermas y Apel queda seve-ramente limitada sobre la frágil idea que loscontertulios representan cumplidamente a laopinión pública, equiparada a su audiencia.De hecho, el eslogan de Intereconomía no esotro que “orgullosos de ser de derechas”.

Como ya hemos adelantado, el nivel dedesacuerdo entre los contertulios de El gatoal Agua es siempre mínimo. La competiciónes a ver quién ataca mejor a la izquierda,porque no hay discusión sino una competi-ción a ver quién gana el debate cuyas inter-venciones son continuos varapalos al PSOEsin ningún prurito de atender al pluralismoy la imparcialidad enunciativa. Por el con-trario, en los contenidos rosas la polémicase extiende hasta entre los canales que, aunen fuera de campo por ese hábito televi-sivo de nunca nombrar a la competencia, quetoman una postura enunciativa que espera,de nuevo, aunarse con la identificación delespectador. Por ejemplo, Telecinco se alineacon Belén Esteban y Antena 3 con MariaJosé Campanario, la actual mujer de la ex-pareja de la primera – este entuerto explica-

tivo es inevitable cuando hablamos de la tele-basura –.

Es fundamental recordar que el semblantepluralista es una exigencia fundamental alos medios en el Modelo Difusión – y decualquier instrumento democrático – queparece innecesario en el Modelo Reticular,dado que éste da la palabra a los especta-dores a través de múltiples canales de inter-actividad. Dos breves ejemplos nos daránbuena idea de lo que queremos decir:

El día 13 de mayo, uno de los conter-tulios, Federico Quevedo, alerta de un posi-ble anuncio de pacto entre Bildu y Nafar-roa Bai al que podría sumarse el PSOE. Noocultan su preocupación por el buen resul-tado de Bildu en las encuestas, es decir, sumiedo político va más allá de cualquier con-sideración jurídica o moral sobre su lega-lización.

Pero un caso aún más flagrante fue eldía anterior. Se comenta que varios líderespolíticos han visitado Lorca pese a estaren plena campaña electoral. Entre ellosChacón, Rubalcaba – aún ambos posiblescandidatos a las primarias del PSOE – y Ra-joy. Entre los afectados entrevistados en di-recto, uno critica que Rajoy estuviera sólocinco minutos y se fuera. Pues bien, el leit-motiv de todo el resto del programa es unadefensa de Rajoy por todos los contertulios,que incluso llega a tener que hablar bien deRubalcaba y Chacón, dado que hicieron lomismo; y una lucha encarnizada por desa-creditar el testimonio del damnificado, al quese acusa, basándose en mensajes vía Twitter,de haber estado pasándose por todas las tele-visiones repitiendo lo mismo. Vidal Quadrasllega a motejarlo de “afectado activista”.

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7 La referencia: contexto,enunciado y agenda

Ya hemos avanzado que uno de los rasgosesenciales de la telebasura era la creaciónde una agenda artificial – permítannos la re-dundancia en la medida en que todo tipo deagenda pública es efecto de artificio –, pormedio del pago de exclusivas sobre la in-timidad de sus protagonistas – sujetos delenunciado mediático –, aspecto que tenía,además, la ventaja de proteger al espectador,el cual siempre se puede sentir ajeno y dis-tanciado de ese mundo, sin ningún riesgo deser contaminado por él9. Ahora bien, vivi-mos en la época del Infoentretenimiento –que sería imposible sin esa condición, puesel espectador no podría “entretenerse” si sesintiera concernido y responsabilizado porel universo informativo de modo singular –y de las hibridaciones discursivas que tor-nan muy difusas las fronteras entre génerosy formatos audiovisuales y propician migra-ciones y préstamos constantes entre unos yotros. Es bastante evidente que la informa-ción política se ha contaminado de estos mo-dos periodísticos, lo que convierte su espacioreferencial en un mundo cerrado del que elespectador no se siente en absoluto respon-sable y visibiliza su agenda como un mundoajeno y arbitrario. Y ello pese a la simu-lación de interactividad que propician tantola prensa digital como las tertulias televisi-vas. Estas tertulias rosas y políticas propo-nen el plató, como hemos comentado, comoenclave al que acude el mundo a través deconexiones directas con los afectados, entre-vistas con especialistas, etcétera, e incluso la

9Ésta es la gran diferencia entre la telerrealidad delos 90 y la del siglo XXI (Vid. Palao, 2009).

opinión de los espectadores a tiempo real através de sms, Twitter, llamadas telefónicas yencuestas. No obstante, se erigen como cir-cuito que prolonga ad infinitum su debate yque permite el denuesto continuo del sujetodel enunciado.

En ese espacio acotado de la telebasura, y,en concreto, en El Gato al Agua, los políticosde izquierda y muy particularmente el PSOEconforman el blanco de los ataques, convo-cados a formar parte de un circo clausuradoo de una batalla perdida de antemano. Comoun famoso que comerciara con su intimi-dad, el político profesional progresista, y porantonomasia el socialista, es continuamentereputado de gozar ilegítimamente de su posi-ción. El PSOE es culpable del 15M, de la le-galización de Bildu, de la crisis económica,de no convocar unas elecciones que perderíaseguro, etcétera. Ello transmite la impresiónde vivir en una crisis política constante (Vid.Casero, 2009), con su componente de espec-tacularidad y autorreferencialidad, que simu-lan una simulación de nuclearidad constanteen el relato político sobre la base narrativadel melodrama y de la soap opera – Vid.Lamuedra (2005) y Palao (1989) –.

De tal modo, los juicios se sostienen sobrela idea de que siempre hay alguien respon-sable de los hechos y la televisión tiene eldeber de señalar y hacer un juicio público.Y este juicio toma un tono de exabrupto.Cuando a alguien se le califica de algo siem-pre es de forma superlativa, como en el casode los reality shows. En el caso de El gato alagua (11/05/11) se declara «mañana 12 demayo se cumple un año del mayor zarpazodado de golpe por Zapatero al estado debienestar que es España». Además, a Za-patero se le suele calificar de “perturbado”,“estar fuera de sí”, de ser un “manifiesto

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incompetente”, un “fracasado”, entre otrasmuchas cosas. De él también se dice que“ha pinchado”, que con él “estamos perdi-dos”. Además, las imágenes o los cortes devídeo que se emiten sobre él – o cualquierade sus colaboradores – siempre son los queparecen retratarle según los adjetivos que leotorga el programa. Buscan la declaraciónmás desafortunada, el gesto menos favore-cedor sobre estos se sostiene y caricatur-iza el discurso. A cuenta de la Ley deMuerte Digna, el contertulio Pedro-Juan Vi-ladrich no deja de descalificar a la ministrade Sanidad, Leire Pajín con un subtexto queapunta a que los socialistas son unos indocu-mentados que no están preparados para le-gislar. Esta prepotencia es muy típica dela telebasura: el sujeto del enunciado – elinvitado, el que cobra, el que ha entradoen el circuito infame del famoseo – es sis-temáticamente descalificado como sujeto dela enunciación. Si decíamos que las tertu-lias televisivas sostienen que siempre hay unresponsable de los hechos, es fundamentalsumar a esta consideración imaginaria que elresponsable de los hechos siempre miente –recordemos que el popular “Gatómetro” pre-guntaba a los espectadores precisamente so-bre mentiras de Zapatero –.

No deja de resultar irónico el hecho de queen el programa de El gato al agua del 11 demayo de 2011 se opine sobre la crispaciónen las campañas electorales. Hacen unaenumeración de insultos o tonos agresivossiempre de campañas del PSOE y agresionesa campañas del PP. Se entrevista a DavidPérez, candidato del PP a Alcorcón que haaparecido en un cartel con una pistola apun-tándole a la cabeza. Aparece en la subpan-talla una imagen del cartel: es un cartel delPP ¡rectificado a mano!, es decir, una sim-

ple gamberrada callejera de la que es im-posible determinar al responsable. En rea-lidad monta un mitin anti-psoe: lo del car-tel, claramente, ha sido una excusa para de-jar hacer campaña a un candidato del PP. Setraen declaraciones de radio del candidatosocialista por Jaén diciendo que habría que“matar a hostias al candidato popular”. Lacolaboradora Esther Jaén manifestó que erauna cuestión general en la política actual,por lo que el PP tampoco respeta siempre alPSOE. En ese momento, el presentador tratade quitarle importancia a la cuestión y cam-bia de tema – además de que el programacontinua mostrándose crispado con el PSOEde tal manera que una colaboradora tacharáa Zapatero de “tontiloco”. Esto señala queel programa no sólo aborta cualquier con-trarréplica sino que impide el matiz u otrotipo de opinión, en definitiva, por el discursotomado en su complejidad al que no le in-teresa la narrativa política sino la insisten-cia en la política como conflicto sin solu-ción dialéctica. En todo caso, la solución latiene el electorado confundido con la opiniónpública – que en esta época, según todas lasencuestas publicadas, dará la victoria al PP–.

Lo importante es mantener viva y actualuna noticia; cuando perjudica al PSOE, éstano debe apagarse. De este modo, la tertuliapolítica actúa de igual modo que las tertuliasrosas, las cuales perpetúan su discurso sobreel universo del simulacro, el falso testimonioo la falsa noticia. De tal manera, que otrode los argumentos habituales de El gato alagua es la existencia de una agenda ocultadel PSOE, que le convierte en el gran respon-sable de cualquier acontecimiento políticoque pueda ir en contra del ideario radical-mente españolista, católico y neoliberal deIntereconomía. Y con ello, lo que sale re-

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forzado ante todo es el bipartidismo: el e-nemigo es el PSOE y sindicatos, nacionalis-tas periféricos, asociaciones progresistas, an-tisistemas, etc. no son más que sus merosapéndices. En pleno “debate” acusatorio so-bre la legalización de Bildu (13-05), el con-tertulio Fernando Paz asevera sin el menortemblor de voz que “el PSOE cuenta con laizquierda abertzale para formar una nuevamayoría social” y comparte filosofía con ellaen numerosos supuestos. Con lo que el tri-bunal constitucional le ha hecho el trabajosucio al PSOE con la legalización.

Como dice Josep Maria Català:

Acostumbramos a dar por sen-tado que los personajes públicos(que lo son a través del ámbitomediático), desde los políticos alos famosos, dicen una cosa antelas cámaras y otra cuando éstas nose encuentran delante. Es un de-fecto de nuestra fibra moral, de-fecto de no escasa envergadura,el que hayamos llegado a aceptarcomo corriente algo que no es otracosa que un fraude, pero el pro-blema no es de los medios, aunqueellos se aprovechen de la circuns-tancia. Gracias a esta prover-bial duplicidad es posible crear unadeterminada expectación morbosaante el hecho de que se pueda tenerconstancia de ese lado “verdadero”de un personaje público, un as-pecto de esos personajes al quesupuestamente las cámaras nuncapodrán tener acceso, precisamenteporque su presencia produce ladoble verdad de la que estamoshablando. Pero ahora, hete aquí

que la televisión, después de haberofrecido al público la falsedad delos famosos, le pretende vender suverdad (Català, 2005: 51).

8 La puesta en escena: el plató yla pantalla

Como veíamos, la historia del discurso tele-visivo ha convertido al plató en el puntode convergencia de los acontecimientos delmundo. Los corresponsales en el lugar delos hechos y los afectados o testigos inter-vienen en directo, los especialistas acudenal plató para ser entrevistados, etc. El platóse propone como centro de la emisión, plazapública donde fluyen en directo las experien-cias sobre el mundo. En coherencia con elcine clásico y con el encuadre en perspec-tiva, que es su origen genealógico, la pan-talla televisiva en el Modelo Difusión era unapantalla unificadora, reveladora del mundo, acuyo servicio se ponía el dispositivo de edi-ción y realización que le otorgaba un sem-blante de coherencia narrativa. En definitiva,el juego del encuadre se proponía como ungesto de la enunciación que señala la conver-gencia de todos los flujos informativos en lapantalla de televisión, que subraya su misiónde mostrar y arrojar un orden informativo so-bre el mundo.

Ahora bien, en lo que hemos llamadoModelo Reticular, como Modelo de Repre-sentación propio del espectáculo audiovisualdonde el modelo radial de las industrias cul-turales ha quedado contaminado por la ima-gen compleja y fragmentada que representala interfaz informática (Catalá, 2005), lacuestión varía sustancialmente. La interac-tividad reticular tiene su plástica propia y

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por definición, la pantalla televisiva se frag-menta en una mise en abîme continua quetiene por objeto reforzar una pantalla marcoque debe ser aún más potente en su intento dereintegrar cualquier resquicio de un fuera decampo que se reputa como lugar de la men-tira y de la ocultación, incluido el contra-campo en el que el espectador está a salvo,pero desde el que en la interactividad simu-lada puede ejercer su poder.

Otro rasgo discursivo de la televisiónclásica, de lo que hemos llamado ModeloDifusión es que, aunque el mundo fluye enla televisión, se detiene como cualquier es-pectáculo burgués cuando el espectador nopuede verlo. En el plano formal parece a-notarse que nada ocurre en la televisión du-rante la publicidad. El gato al agua, se re-viste de este semblante de televisión infor-mativa clásica: cuando dan paso a los anun-cios la cámara se aleja de los personajes acu-diendo a una mesa donde se inscribe el lo-gotipo del programa, detalle que se retoma alvolver, como si durante la publicidad el dis-curso quedara congeladamente suspendido.

Pero la telerrealidad ya vampirizó los in-tersticios de la emisión. En los programasdel corazón como Sálvame diario las dis-putas entre colaboradores alcanzan tal mag-nitud que en ocasiones sí se manifiesta quealgo ha pasado durante la publicidad. El dis-curso soluciona la ausencia del espectadorbien relatándolo bien mostrando lo que hapasado porque una cámara auxiliar lo ha cap-tado. De hecho, en este programa es esenciallo ocurrido entre bambalinas, de modo queel programa se propone incluso como un ma-king of de sí mismo trascendiendo los límitesdel espacio de la representación.

De tal modo, a imitación de las páginasweb, por su especificidad reticular, tanto las

tertulias políticas como las rosas se cons-truyen a través de un juego de encuadres enmise en abîme que hace semblante de hiper-texto. Éste se genera para poder mostrar almismo tiempo al presentador o el tertulianoy la persona entrevistada o las imágenes so-bre las que se está debatiendo. Permite así,en muchas ocasiones, alinear el plano y sucontraplano para que nada quede fuera decampo. Pero no sólo. Es habitual en am-bos tipos de programa, que cuando se estátratando algún tema en el debate, en una pan-talla de fondo aparezcan imágenes recupe-radas del flujo informativo en las que apare-cen tomas relativas y relevantes del tema.La intermedialidad se pone así en acto enel propio discurso. Si bien en los progra-mas del corazón es típico que haya imágenesrelacionadas con el discurso en directo demodo referencial – por ejemplo, imágenesdel propio sujeto del enunciado tomadas porpaparazzi o reporteros callejeros –, El gatoal agua, que carece de estos recursos deproducción, suele utilizar imágenes genéri-cas con lo cual refuerza su papel de co-mentarista de la agenda política y social ofi-cial. Y, además, ello le permite hacer un usometafórico – es decir, orientado ideológica-mente – de esas mismas imágenes.

Así, cuando se entrevista a YolandaBarcina, candidata de UPN (y alcaldesaactual) criticando la legalización de Bilduvemos simpatizantes de la candidaturaabertzale acosándola o reventando sus ac-tos electorales (13-05-11). Cuando se cri-tica la ley de Muerte Digna con el argu-mento de que la Organización Médica Cole-gial ha sancionado su innecesidad, se mues-tran imágenes de médicos y del entorno sa-nitario que, supuestamente, ha desautorizadoa la ministra (13-05-11). O cuando se en-

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trevistaba al candidato del PP por Alcorcóny se criticaba la crispación provocada porlos socialistas en la campaña electoral, lapantalla-archivo se llenaba de intervencionesde jóvenes antisistema con su reconocible a-tuendo habitual – rastas y demás – conno-tando que éstos están al servicio de o en con-nivencia con el PSOE (11-05-11).

En términos generales la disposición de lapantalla se establece así:

• La pantalla aparece unificada en unaimagen sistemática en perspectiva:cuando Antonio Jiménez abre el pro-grama; en planos generales del platóque muestran a todos a un grupocontiguo de contertulios; y cuando uncontertulio toma el papel de orador ensu semblante más didáctico.

• La pantalla se divide: cuando dos con-tertulios entran en debate mostrando enel mismo encuadre plano y contraplano;y cuando un contertulio o entrevistadohabla y se le muestra en un reencuadremenor, mientras que en una subpantallamayor a su derecha aparecen imágenesde archivo relativas al tema de su dis-curso.

• De forma casi constante, se produce enforma de una banda inferior una terceradivisión en la que se van dando infor-maciones escritas, casi siempre de ori-gen interactivo cuando se da el resul-tado del “Gatómetro” “en tiempo real”,los teléfonos para interactuar con el pro-grama y, sobre todo, sms, y mensajesde Twitter o a la página web de los es-pectadores del programa. Éstos no ha-cen más que reforzar la línea ideológica

oficial y reafirmar la complicidad enun-ciativa y política entre la audiencia yel programa. También pueden aparecernoticias producidas en tiempo real “aúnno archivadas”, con lo que se refuerzael efecto de directo y el cordón umbili-cal entre los tres espacios: campo, fuerade campo – mundo global – y contra-campo.

Todos estos rasgos reticulares e interac-tivos los comparte El gato al agua con losprogramas de crónica rosa o telerrealidademitidos, como el de Intereconomía, en di-recto.

9 Perversiones de la éticahabermasiana y efectos dedespolitización

En estos momentos en los que hay una mu-tación en marcha en el Paradigma Infor-mativo, en el que luchan y no cesan dereposicionarse dos grandes modelos de re-presentación audiovisual de la realidad, elModelo Difusión y el Modelo Reticular, concada vez más dispositivos tecnológicos pug-nando por representar el mundo y por vehi-cular los actos comunicativos, hay dos con-ceptos claves para el análisis de la comuni-cación social y política: la hibridación y lamodulación enunciativa. Esto no hace sinocomplejizar al máximo el aforismo mcluhia-no de que “el medio es el mensaje”. ¿Cómopensar esto en la época de la remediación yde la intermedialidad?

De momento ya hemos visto que losmedios tradicionales, con la televisión a lacabeza, han reaccionado creando un espa-cio cerrado y una agenda claustrofóbica, cor-relatos ambos de la profesionalización de

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la política, que lleva a la opinión públicaa ser rehén del comunicativismo convertidoen ideología y confina a los ciudadanos enla categoría de la audiencia blindada y des-pótica, es decir, entregada y pasiva.

Como vemos, no es la política sino losmass media los que articulan el espaciopolítico y el público, al mismo tiempo queconfunden las fronteras entre lo público ylo privado. De hecho, no podemos olvidarque desde los derechos conseguidos en laIlustración, la libertad de información y lade expresión, los medios de comunicaciónse erigieron como garantes de los princi-pios democráticos. Y una de las conse-cuencias más determinantes de este hechose traduce en que, actualmente, la políticaparlamentaria ha quedado relegada a la ca-tegoríade discurso molesto, de institucióncuasi-prescindible.

De hecho, desde su origen, en elParadigma Informativo se han producidoefectos de separación entre poder y política,entre política y espacio público; y el pro-pio lugar de la política ha desdibujado suslímites. Este proceso consiste, sobre todo, enuna separación entre la acción política y suenunciación. Esto se produce y se precipitacuando la acción política organizada, paraadecuar el discurso al receptor, se ha sub-sumido en las coordenadas del ParadigmaInformativo, es decir, cuando se ha distan-ciad del su valor de palabra al convertirse eninformación. De este modo, la política, en lamedida que convierte su discurso en un puroacto comunicativo, deja de entenderse en susentido fuerte. Con este gesto excluye lafigura de la enunciación responsable, aque-lla que presenta una visión sobre el mundo y,en definitiva, aquella que ofrece un el cauce

de un proceso para la transformación del des-tino de los ciudadanos.

Así pues, ya no nos sorprendemos –aunque no debería dejar de sorprendernos –cuando nos encontramos con personas quemanifiestan un desinterés por la política ale-gando que todos los políticos son iguales.Pues es la propia lógica informativa la queintroduce en el discurso político el orden dela autorreferencialidad y de la repetición –de hecho, éstos son dos rasgos fundamen-tales del espectáculo – y pierde su capacidadreveladora y performativa, es decir, aquellacapaz de prometer algo inédito o algo dife-rente. Otra cosa. De este modo, aunque unapostura política pueda legitimarse a través dela comunicación. En definitiva, desde que lopolítico queda subordinado a lo comunica-tivo pierde el peso de la palabra y se vuelveprofesión. Es decir, el discurso político yano se entiende sino como una gestión efec-tiva de las relaciones públicas:

La política [. . . ] ha quedado re-ducida a una profesión, es sólouna profesión desde el mismo mo-mento en que los ciudadanos yano saben ni pueden hacer la ex-periencia de engendrarla. Hastanuevo aviso, no se sabe qué puedeser una política que aspire a otracosa que a verse reducida al con-senso y la aspiración al poder. Losefectos de su enunciación han sidoarrebatos de antemano, especial-mente por el espacio mediático,y el «lenguaje políticamente cor-recto». [. . . ] No resulta entoncesextraño que la política desde hacetiempo ya no pueda formular pa-labras nuevas ni renovar su voca-

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¿Política-basura? Modelos de representación y en la telebasura y la tertulia política 21

bulario moral (Alemán y Larriera,1998: 229).

En definitiva, la mediatización de lapolítica va trazando un círculo cerrado – ycada vez más concéntrico – en el que, incon-scientemente, ese escepticismo que la éticadel discurso postulaba como marco de todaacción comunicativa, es el único compo-nente de la ética del discurso que queda sub-jetivado y diluye el antagonismo político, e-sencia del proceso democrático. A cambionos ofrece crispación y enfrentamiento simu-lados de forma sistemática. Como la teleba-sura.

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