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1. INTRODUCCIÓN L a globalización económica es el argu- mento más frecuentemente utilizado cuando se plantea la imposibilidad de resolver los problemas de desempleo median- te políticas de demanda. La visión según la cual son elementos institucionales los que ex- plican las elevadas tasas de desempleo y/o la ralentización en la creación de empleo, apo- yada en la comparación de los diferentes re- sultados en materia de empleo entre Estados Unidos y Europa, lleva a defender la aplica- ción de reformas laborales con objeto de au- mentar la flexibilidad del mercado de trabajo. En este planteamiento, la moderación sala- rial, que puede conseguirse de manera con- sensuada mediante políticas de rentas volun- tarias, no es un elemento suficiente para mejorar los resultados en materia de empleo. Necesariamente debe ser complementada, cuando no sustituida, por reformas laborales que mejoren la eficiencia en los mercados de trabajo eliminando las restricciones institu- cionales que lo hacen excesivamente rígido. La economía española constituye un buen ejemplo de este tipo de estrategias. Desde mediados de los ochenta, la aplicación de diversas reformas laborales sustituyó a la política de rentas como base de la política eco- nómica. No obstante, la intensidad de estas reformas ha tenido como consecuencia una excesiva segmentación del mercado de traba- jo, fuente a su vez de diversos problemas tan- to de naturaleza micro como macroeconómi- ca, lo que está en la raíz de las últimas refor- mas aplicadas en el mercado de trabajo para corregir tales desequilibrios. 2. EL FENÓMENO DE LA GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA La globalización económica, en su vertien- te financiera, es considerada como la princi- pal restricción que impide la aplicación de políticas macroeconómicas nacionales autó- nomas. Este fenómeno no es nuevo: sus posi- bles consecuencias negativas ya se manifes- taron en el pasado con una virulencia similar a la presente, tal y como ocurrió durante la Gran Depresión y durante la crisis de finales del s. XIX (Aglietta, 1995; De Bernis, 1987). A principios del siglo XX la internacionali- zación de los mercados financieros se hallaba sometida a las reglas del patrón-oro. La inter- nacionalización económica era relativamente generalizada, siendo escasas las áreas que quedaban al margen de este proceso. Ade- más, dicha globalización tenía lugar en un contexto de prosperidad generalizada en las 15 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 46 * El presente trabajo se integra en el marco de un proyecto de investigación financiado por la Universidad del País Vasco (código proyecto: 1/UPV 00032.321- HA-8062/2000) ** Departamento de Economía Aplicada V. Univer- sidad del País Vasco. Políticas de rentas y reformas laborales en España * JESÚS FERREIRO APARICIO **

Políticas de rentas y reformas laborales en España · te políticas de demanda. La visión según la ... ejemplo de este tipo de estrategias. Desde mediados de los ochenta, la aplicación

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1. INTRODUCCIÓN

La globalización económica es el argu-mento más frecuentemente utilizadocuando se plantea la imposibilidad de

resolver los problemas de desempleo median-te políticas de demanda. La visión según lacual son elementos institucionales los que ex-plican las elevadas tasas de desempleo y/o laralentización en la creación de empleo, apo-yada en la comparación de los diferentes re-sultados en materia de empleo entre EstadosUnidos y Europa, lleva a defender la aplica-ción de reformas laborales con objeto de au-mentar la flexibilidad del mercado de trabajo.En este planteamiento, la moderación sala-rial, que puede conseguirse de manera con-sensuada mediante políticas de rentas volun-tarias, no es un elemento suficiente paramejorar los resultados en materia de empleo.Necesariamente debe ser complementada,cuando no sustituida, por reformas laboralesque mejoren la eficiencia en los mercados detrabajo eliminando las restricciones institu-cionales que lo hacen excesivamente rígido.

La economía española constituye un buenejemplo de este tipo de estrategias. Desde

mediados de los ochenta, la aplicación dediversas reformas laborales sustituyó a lapolítica de rentas como base de la política eco-nómica. No obstante, la intensidad de estasreformas ha tenido como consecuencia unaexcesiva segmentación del mercado de traba-jo, fuente a su vez de diversos problemas tan-to de naturaleza micro como macroeconómi-ca, lo que está en la raíz de las últimas refor-mas aplicadas en el mercado de trabajo paracorregir tales desequilibrios.

2. EL FENÓMENO DE LAGLOBALIZACIÓN ECONÓMICA

La globalización económica, en su vertien-te financiera, es considerada como la princi-pal restricción que impide la aplicación depolíticas macroeconómicas nacionales autó-nomas. Este fenómeno no es nuevo: sus posi-bles consecuencias negativas ya se manifes-taron en el pasado con una virulencia similara la presente, tal y como ocurrió durante laGran Depresión y durante la crisis de finalesdel s. XIX (Aglietta, 1995; De Bernis, 1987).

A principios del siglo XX la internacionali-zación de los mercados financieros se hallabasometida a las reglas del patrón-oro. La inter-nacionalización económica era relativamentegeneralizada, siendo escasas las áreas quequedaban al margen de este proceso. Ade-más, dicha globalización tenía lugar en uncontexto de prosperidad generalizada en las

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* El presente trabajo se integra en el marco de unproyecto de investigación financiado por la Universidaddel País Vasco (código proyecto: 1/UPV 00032.321-HA-8062/2000)

** Departamento de Economía Aplicada V. Univer-sidad del País Vasco.

Políticas de rentas y reformaslaborales en España *

JESÚS FERREIRO APARICIO **

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principales economías. La integración econó-mica constituía un elemento favorecedor deese clima de prosperidad económica, por loque en modo alguno podía considerarse aaquella como una restricción al crecimientoeconómico sino más bien como un elementodinamizador de este. La Gran Depresióntransformó radicalmente esta situación. Lainternacionalización de los mercados de capi-tales actuó como un mecanismo de transmi-sión de la crisis exportando a terceros paíseslos episodios de inestabilidad desarrolladosen mercados financieros nacionales. La des-regulación de las relaciones financieras inter-nacionales desencadenada tras la ruptura delpatrón-oro, fue un elemento desencadenantey agravante de la crisis que padecieron lasdistintas economías nacionales. Los paísesoptaron por estrategias nacionales de gestiónde la crisis cuyo resultado fue agudizar aúnmás la situación de deterioro económico. Elresultado final fue una drástica reducción enlos intercambios comerciales y financierosnacionales y la extensión de fórmulas regio-nales de salida de la crisis.

Esta inestabilidad duró hasta los Acuer-dos de Bretton Woods. En ellos la idea de lainternacionalización económica volvió aabrirse paso integrada en una estrategia glo-bal de relanzamiento de la actividad econó-mica y de consecución de altos niveles de ocu-pación a escala internacional. Sin embargo,la dimensión financiera del proceso de inter-nacionalización económica quedó al margende esta liberalización (Rojo; 1994, Eichengre-en et alli, 1995) por considerarse que la liber-tad plena de los movimientos de capital podíaconstituir un obstáculo para la estabilidadeconómica, el crecimiento y el pleno empleo.Solamente regulando de forma estricta y res-trictiva los movimientos internacionales decapital se garantizaba la compatibilidad de laexistencia de estrategias autónomas naciona-les de crecimiento con un entorno de crecien-te integración económica.

En este nuevo contexto aparecen en laseconomías occidentales, principalmente en

las europeas, las políticas de rentas (Roma-nis, 1975), centradas en el control de los sala-rios. La razón de su aplicación era la imposi-bilidad de lograr simultáneamente los objeti-vos de equilibrio interno (pleno empleo y esta-bilidad de precios) y equilibrio externo (equi-librio en la balanza de pagos y estabilidad delos tipos de cambio) debido a la presión sala-rial que desencadenaría una situación de ple-no empleo.

Tras la crisis monetaria de finales de losaños sesenta, el sistema de tipos de cambiofijos, como ocurrió en la Gran Depresión, seabandonó en favor de los tipos de cambio fle-xibles en la creencia de que estos aislarían alas economías nacionales de las perturbacio-nes exteriores, posibilitando la aplicación depolíticas económicas autónomas. En este nue-vo escenario, los mercados financieros sufrenun proceso de continua y sostenida integra-ción ausente de regulación, lo que permitehablar de la existencia de un «no-sistemamonetario internacional» caracterizado por laausencia de reglas sobre los procesos decorrección de los desequilibrios exteriores y decreación de liquidez internacional, dandolugar a un crecimiento de las transaccionesfinancieras internacionales que no se corres-ponde con el de las transacciones reales. Porúltimo, otro rasgo distintivo de la globaliza-ción es la creciente internacionalización de losprocesos productivos, reflejado en el creci-miento de las operaciones de inversión directaextranjera, fenómeno que, aunque no surgeen esta época, sí que es en este periodo cuandoconoce un desarrollo más acelerado, con uncrecimiento desde principios de la década delos ochenta que triplica el crecimiento de lasexportaciones mundiales y que cuadriplica latasa de crecimiento del output mundial.

3. CONSECUENCIAS PARA LA POLÍTICAECONÓMICA

Este proceso de globalización ha generadotanto un incremento en la inestabilidad eco-

INFORMES Y ESTUDIOS

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nómica internacional (resultado del riesgosistémico derivado de la desregulación de losmovimientos financieros) como un descensoen la eficacia de las políticas económicas. Lossistemas de flotación controlada han sidoincapaces de aislar a las economías del exte-rior y de permitir la aplicación de políticaseconómicas autónomas. La flotación de lostipos de cambio no sólo se ha revelado comoun instrumento ineficaz en este sentido sinoque la volatilidad de las paridades cambia-rias ha introducido un nuevo elemento deinestabilidad en el sistema. El resultado esque muchos países, fundamentalmente euro-peos y latinoamericanos, han optados poraplicar tipos de cambio fijos para evitar talfuente de inestabilidad, bien sea a través dela dolarización o del establecimiento decurrency-boards o mediante procesos de inte-gración monetaria , como en el caso de laUEM.

En la práctica, la opción escogida paragarantizar una cierta estabilidad cambiariaes la subordinación de la política económicanacional, sobre todo de la política monetaria,a la orientación general de la política de unpaís líder, lo que debería permitir obteneruna ganancia en términos de credibilidad ysostenibilidad del sistema (De Grauwe,1994). Sin embargo, tal práctica tiene un cos-te en términos de soberanía económica nacio-nal. La supervivencia del acuerdo cambiariodepende de la generación de unos «funda-mentos» económicos que garanticen a losmercados la necesaria estabilidad del siste-ma, lo que en la práctica significa aplicar polí-ticas económicas miméticas para conseguirunos resultados económicos similares a losdel país líder 1.

Esta es una de las claves para comprenderla periódica sucesión de fases de estabilidad yde inestabilidad financiera y real. A corto pla-zo, los fundamentos que garantizan la credi-bilidad de la estabilidad cambiaria son denaturaleza nominal (tipos de interés, tasasde inflación, etc.). Sin embargo, a largo plazoesos fundamentos son de naturaleza real(crecimiento económico, tasas de desempleo,competitividad, balanza de pagos, etc.), facto-res que determinan la sostenibilidad y lacompatibilidad internacional de las políticasnacionales en el largo plazo. La trampa enque se hallan los países que sufren una faltade convergencia real y nominal con los paíseslíderes es la necesaria aplicación de similarespolíticas a las del país líder para conseguir laestabilidad cambiaria. Sin embargo, la apli-cación de tales medidas no tiene porqué sereficaz para corregir sus desequilibrios,pudiendo incluso acentuarlos. Esta ineficaciade la política económica conduce a un nuevofuturo periodo de inestabilidad cambiariatanto por la no corrección/acentuación de susdesequilibrios económicos como por la necesi-dad de adoptar una política económica diver-gente con la del país líder.

Los problemas derivados de la desregula-ción financiera se agravan por la financiaciónexterior de los desequilibrios internos de lospaíses, principalmente los déficit públicos.No podemos olvidar que la globalización delos mercados financieros ha sido, en parte,potenciada por los propios gobiernos, con elpropósito de aumentar la eficacia en el fun-cionamiento de los mercados de capitalescomo instrumento de asignación de recursospara así acceder en las condiciones más ven-tajosas posibles a la financiación de ciertosdesequilibrios (Allen, 1994; Rojo, 1994), prin-cipalmente los presupuestarios. Por otra par-te, la inestabilidad que caracteriza a los mer-cados de capitales y los efectos negativos

JESÚS FERREIRO APARICIO

17REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 46

1 El resultado sería una mayor sincronía de los cicloseconómicos nacionales y una más rápida transmisiónde cualquier shock de demanda generado en un paísintegrante del acuerdo cambiario. Esto convierte a cual-quier fluctuación nacional de la demanda, sobre todolas surgidas en los países «grandes» en simétrica para elconjunto del sistema, sin que se produzca una adecua-

da compensación en forma de una menor posibilidadde la generación de shocks asimétricos de demanda ode shocks de oferta (Kenen, 1995).

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inducidos sobre las economías reales (cuyomecanismo de transmisión son los efectossobre los tipos de cambio y los tipos de interésy, en definitiva, sobre las condiciones de acce-so a la financiación interior y exterior) seacentúan cuando la dependencia de los mer-cados de capitales exteriores es muy elevada(Secretaría General Técnica, 1995a). Eltamaño de los déficit públicos y de los stocksvivos de deuda pública (ponderados por lavida media de la deuda pública y por la pro-porción de deuda en manos de no residentes)son factores clave en la dimensión alcanzadapor dicha inestabilidad (Navascués, 1994). Seestablece así una doble relación de causali-dad en la generación de inestabilidad: de losdéficit públicos a los mercados de capitales yde los mercados de capitales a los desequili-brios presupuestarios 2.

Esta estrategia no carece de costes. Entrelas condiciones que garantizan un accesoestable a los mercados financieros está elgarantizar a dichos mercados la rentabilidadde dichos préstamos, lo que implica la gene-ración de un marco de estabilidad macroeco-nómica basado en la estabilidad de precios (lacual permitiría garantizar la rentabilidadreal de dichas operaciones al eludir la pérdi-da de poder adquisitivo derivada de la infla-ción y de la devaluación/depreciación de lamoneda). Por lo tanto, resulta indispensableuna política monetaria antiinflacionista.Pero no sólo la política monetaria ha perdidoautonomía con el fin de posibilitar un funcio-namiento estable de los mercados de capita-les. También la política presupuestaria la haperdido, al verse obligada a centrarse en lareducción de los desequilibrios presupuesta-

rios para reducir la dependencia financieranacional de los mercados de capitales y prote-ger a la economía nacional de las perturbacio-nes que aparezcan en tales mercados, asícomo para posibilitar una reducción de lostipos de interés reales que acelere la activi-dad económica a través del estímulo de lainversión privada. El resultado final de esteproceso es la pérdida de autonomía de laspolíticas de demanda. Los objetivos de laactual política macroeconómica ya no soninternos sino «externos», proporcionando unmarco estable para el funcionamiento de losmercados financieros internacionales. Ade-más, aparecen nuevas fuentes de inestabili-dad económica que son acompañadas de unacreciente incapacidad de las políticas dedemanda tradicionales para corregir los des-equilibrios que padecen las economías occi-dentales y para facilitar la reactivación eco-nómica.

4. RESPUESTAS A LA PÉRDIDA DEAUTONOMÍA EN LAS POLÍTICASNACIONALES DE DEMANDA

El actual proceso de globalización econó-mica ha reducido tanto la posibilidad como laeficacia de las políticas de demanda autóno-mas. La respuesta a la pérdida de autonomíade las políticas de demanda nacionales hasido triple: la coordinación de las políticas dedemanda nacionales (cuyo estadio más avan-zado es la creación de uniones monetarias), laaplicación de políticas de rentas, y, finalmen-te, la implantación de políticas de oferta, cen-tradas fundamentalmente en las reformaslaborales.

El objetivo de las uniones monetarias eseliminar las restricciones surgidas comoresultado del proceso de globalización finan-ciera (Gros y Thygesen, 1992; Knoester et al,1992; Wyplosz, 1995). Las uniones moneta-rias intentan proteger a las economías inte-grantes generando un espacio económicoautónomo y homogéneo donde aplicar políti-

INFORMES Y ESTUDIOS

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2 No podemos olvidar los efectos de la globaliza-ción financiera sobre los déficit públicos al imponer alos países una reducción en la imposición sobre las ren-tas del capital ante el temor a una fuga masiva de capi-tales a otras zonas con mejor tratamiento fiscal así comopor los efectos negativos generados sobre los tipos deinterés que se traducen en un mayor peso de la cargade intereses y del déficit público.

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cas de demanda autónomas para el conjuntode la unión gracias a la reducción de la depen-dencia comercial y financiera del exterior y alaumento de la vinculación entre oferta ydemanda domésticas.

Por su parte, las políticas de rentas y lasreformas del mercado de trabajo son respues-tas nacionales, centradas en factores domés-ticos como los procesos de determinaciónsalarial y los factores institucionales de losmercados de trabajo. Políticas de rentas yreformas laborales comparten el objetivo demoderar el crecimiento salarial. Esta mode-ración salarial puede ser «suave», permitien-do crecimientos salariales positivos en térmi-nos reales pero inferiores al crecimiento de laproductividad, o «dura», lo que implica creci-miento salarial nominal inferior a la tasa deinflación. En ambos casos, aunque con distin-ta intensidad, el resultado final es un descen-so en los costes laborales unitarios reales(CLUR), lo que permite disminuir los preciosy/o incrementar los beneficios empresariales,en función de la traslación del descenso en losCLU nominales a los precios. Las razones dela moderación salarial pueden ser diversas:frenar la tasa de inflación o bien ganar com-petitividad frente al exterior. Este argumen-to, propio de las economías abiertas y peque-ñas (precio-aceptantes), puede ser comple-mentado con la necesidad de una moderaciónsalarial que compense los efectos negativosgenerados sobre los excedentes empresaria-les consecuencia de la aplicación de políticasde demanda restrictivas, fundamentalmentemonetarias.

Las diferencias entre ambas políticas radi-can en las medidas. Mientras en las políticasde rentas el instrumento es un acuerdo cen-tralizado que establece las directrices de cre-cimiento salarial para el conjunto de la eco-nomía vinculando el crecimiento salarial alcrecimiento de la productividad a escalanacional, en las reformas laborales, al menosen el caso español, se ha tratado de vincularlos crecimientos salariales a los incrementosde productividad de los trabajadores indivi-

duales o de las empresas individuales. En elcaso de las políticas de rentas consensuadas,la moderación salarial es el resultado de unconsenso entre los agentes sociales (pudiendoestar presente el gobierno), obligando porigual a todas las unidades productivas y atodos los trabajadores. Sin embargo, en elcaso de las reformas laborales la moderaciónsalarial es un resultado indirecto, consecuen-cia de los efectos ejercidos por una serie dereformas institucionales (cambios en laestructura de la negociación salarial, en lasmodalidades de contratación, en los costes dedespido, en la movilidad geográfica o funcio-nal, etc.) sobre los procesos de determinaciónsalarial.

Las reformas laborales cubren un espectrode aspectos propios de la legislación laboral ydel sistema de relaciones laborales que estánmás allá de las posibilidades de actuación dela política de rentas, aun cuando estas pue-den incluir algunos de estos aspectos en losacuerdos que acompañan a la directriz sobrecrecimiento salarial, actuando como compen-sación de los costes implícitos en los acuerdosde moderación salarial (Ferreiro y Gómez,1994). En cualquier caso, las reformas labo-rales moderan el crecimiento salarial al inci-dir sobre los elementos determinantes delequilibrio de fuerzas entre trabajadores yempresarios, responsable en última instan-cia del crecimiento salarial. Por tanto, mien-tras que en las políticas de rentas la modera-ción salarial es directa e inmediata, en el casode las reformas laborales el efecto de estasreformas sobre los salarios depende del tipode medida aplicada y del equilibrio de fuerzasentre empresarios y trabajadores-sindicatos.

Por otra parte, debe tenerse en cuenta quelas políticas de rentas son voluntarias, lo queimplica la existencia de cesiones, de variadanaturaleza, para alcanzar un acuerdo sobrecrecimiento salarial. Por el contrario, lasreformas laborales no necesariamente tienenporque ser consensuadas. El gobierno,actuando por vía legislativa, puede modificarlas reglas que rigen los procesos de determi-

JESÚS FERREIRO APARICIO

19REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 46

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nación salarial y el sistema de relacioneslaborales, lo que permite eludir los costesderivados de un proceso de negociación queconduzca a una solución de consenso. Ahorabien, el hecho de que las reformas laboralesimpliquen cambios de naturaleza institucio-nal, afectando al comportamiento de losagentes tanto más cuanto más profundassean dichas reformas, implica el que el resul-tado final de las reformas laborales seaincierto, dependiendo de las reacciones de losagentes (empresarios y trabajadores) anteesos cambios institucionales y de los efectos alargo plazo de esas reacciones.

5. LAS POLÍTICAS DE RENTAS ENESPAÑA

La coincidencia del inicio de la crisis y lallegada de la democracia en 1977 hizo de laspolíticas de rentas la principal política de ges-tión de la crisis. El consenso político entre losagentes sociales y políticos para reforzar elproceso democrático se trasladó a la arenaeconómica fomentando la aplicación de unapolítica consensuada basada en las políticasde rentas. El principal objetivo era el controlde la inflación y la recuperación de los benefi-cios empresariales mediante la moderaciónsalarial. El resultado fue la firma de cincopactos de política de rentas: los Pactos de laMoncloa (firmados en 1977 y con validez para1978), el Acuerdo Marco Interconfederal (fir-mado en 1980 y con vigencia para el periodo1980-81), el Acuerdo Nacional de Empleo (fir-mado en 1981 con vigencia para 1982), elAcuerdo Interconfederal (firmado en 1983 ycon vigencia para ese mismo año), y el Acuer-do Económico y Social (firmado en 1984, convigencia para 1985 y 1986) 3.

Las políticas de rentas resultaron un ins-trumento eficaz para corregir determinados

desequilibrios. La tasa de inflación se redujodesde el 24,5% de 1977 hasta el 8,6% de 1986,gracias a una moderación salarial que ocasio-nó un descenso de los salarios reales de 9 pun-tos (Comisiones Obreras, 1989). Sin embargo,a pesar del éxito en la lucha contra la inflación,como puede observarse en el Gráfico 1, laspolíticas de rentas fueron sustituidas por lasreformas laborales como instrumentos delucha contra la inflación y el desempleo. Lascausas de esta sustitución son diversas. Por unlado, razones de tipo económico (los escasosresultados en la lucha contra el desempleo), detipo instrumental (las políticas de rentas nopodían actuar directamente sobre los costes nosalariales, que se suponían negativos para lacompetitividad empresarial), o incluso de tipopolítico, derivadas de las dificultades paramantener el consenso necesario entre losagentes sociales y el gobierno para la volunta-ria moderación salarial, sobre todo a raíz de laaplicación de una política presupuestaria res-trictiva que frenaba el crecimiento de los gas-tos sociales, principal fuente de compensaciónde la moderación salarial (Ferreiro y Gómez,1995). Pero la principal razón se encuentra enlos planteamientos teóricos según los cualeslos desequilibrios macroeconómicos eran elresultado de factores institucionales del mer-cado de trabajo español que generaban unaexcesiva rigidez del mismo. Según esta con-cepción sólo mediante una mayor flexibiliza-ción del mercado de trabajo podría reducirse lainflación y el paro, para lo cual debería dise-ñarse un nuevo mercado de trabajo, incompa-tible con el modelo de corte socialdemócrataque posibilitaba la aplicación de las políticasde rentas voluntarias.

Tal y como se muestra en el Gráfico 1, losbuenos resultados en materia de control de lainflación alcanzados con la puesta en prácticade las políticas de rentas hasta mediados delos ochenta no se correspondieron con losnegativos registros de desempleo, de aquí lanecesidad aducida de una reforma laboralque permitiese combinar el control de lainflación con una mejora en el desempleo.

INFORMES Y ESTUDIOS

20 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 46

3 Para un análisis detallado de dichos pactos, véaseDE LA VILLA (1985), ZARAGOZA (1988) y ROCA (1993).

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6. LAS REFORMAS LABORALES ENESPAÑA 5

El Estatuto de los Trabajadores aprobadoen 1980 dibujó un mapa de relaciones labora-les de corte socialdemócrata, donde se esta-blecieron como rasgos más significativos delmercado de trabajo español la configuracióncomo norma del contrato estable, el reconoci-miento de los sindicatos y de la negociacióncolectiva, y el establecimiento legal de límitesa la jornada de trabajo. En materia de contra-tación laboral, el Estatuto de los Trabajado-res se basaba en el principio de causalidad,según el cual los contratos laborales indefini-dos debían ser utilizados para empleos denaturaleza permanente, mientras que, demanera excepcional, podían utilizarse con-tratos de duración determinada o temporalespara empleos temporales ligados a necesida-

des de organización productiva o a incremen-tos temporales en la demanda.

6.1. La reforma laboral de 1984

La primera reforma laboral se aprobó en1984. Dicha reforma contó con el apoyo inicialdel sindicato Unión General de Trabajadores(UGT). De hecho, la reforma laboral, centradaen la ampliación de los contratos laborales deduración determinada y en la extensión de suuso a puestos de trabajo estables, formabaparte del contenido del Acuerdo Económico ySocial aprobado ese mismo año. La reformalaboral de 1984 quebró el principio de causali-dad permitiendo la utilización de contratostemporales en puestos de naturaleza perma-nente, aun cuando limitaba la duración máxi-ma de la mayoría de estos contratos a 3 años.De esta forma, la reforma trataba de modifi-car la vía de entrada de los trabajadores a lasempresas: el trabajador sería inicialmentecontratado con un contrato temporal el cualsería posteriormente convertido en indefinido.

El objetivo de la reforma de 1984 era dotarde mayor elasticidad a la demanda de traba-

JESÚS FERREIRO APARICIO

21REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 46

4 Datos de la pagina web del INE: http://www.ine.es

5 Para un análisis más detallado del contenido de lasreformas laborales, véase ALVAREZ (1996), Consejo Eco-nómico y Social (1996, 1998), FLÓREZ (1994) y ROJO

(1998).

GRÁFICO 1. TASAS DE PARO E INFLACIÓN (%)

Fuente: Instituto Nacional de Estadística 4

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jo, aprovechando las fases de expansión delciclo económico para crear más empleos, que-brando la tendencia de destrucción de empleoque se registraba desde el inicio de la crisis: latasa de paro habían pasado desde el 5,7% delcuarto trimestre de 1977 hasta el 21,1% delcuarto trimestre de 1984. Aun cuando habíaun acuerdo generalizado de que era la crisiseconómica, centrada en el sector industrial,la principal causa del paro y del proceso dedestrucción de empleo, se creía que la refor-ma laboral podía paliar el problema del des-empleo. Para ello se consideraba necesarioflexibilizar el mercado de trabajo eliminandolas restricciones y rigideces que el Estatutode los Trabajadores planteaba sobre los ajus-tes de plantilla debido a la generalización delos contratos indefinidos y a los supuestoselevados costes de despido. Así, la reformaoptó por fomentar la flexibilidad laboralexterna, alterando los procedimientos deentrada y salida de las plantillas, de tal for-ma que los ajustes se concentraran en los tra-bajadores temporales. No hubo intento algu-

no de estimular ni la flexibilidad salarial ni laflexibilidad funcional interna de las planti-llas (Alvarez, 1996).

Aunque la reforma de 1984 contribuyó aacelerar la creación de empleo, apoyada poruna fase expansiva del ciclo económico, comopuede observarse en el gráfico 2, sin embargo,la extensión generalizada de los contratostemporales pronto empezó a generar una seriede problemas (Segura et al, 1991) los cualescondujeron a la aprobación en 1992 de la Leyde Medidas Urgentes sobre Fomento delEmpleo y Protección por Desempleo. El objeti-vo de la Ley era doble: reducir las prestacionespor desempleo y endurecer las condiciones deacceso al mismo para reducir el déficit públicogenerado en gran medida por el coste dedichas prestaciones (Bentolila y Dolado, 1993y 1994), y desincentivar la contratación tem-poral estimulando la contratación indefinidaen determinados colectivos (jóvenes, mujeresy desempleados mayores de 45 años). Además,en 1993 la longitud máxima de algunos con-

INFORMES Y ESTUDIOS

22 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 46

GRÁFICO 2. TASAS DE CRECIMIENTO DEL PIB REAL Y DEL EMPLEO ASALARIADO

Fuente: Instituto Nacional de Estadística.

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tratos temporales pasó de 3 a 4 años, al tiem-po que se aprobaron incentivos para los con-tratos indefinidos a tiempo parcial.

Como se comprueba en el Gráfico 3, lareforma de 1984 dio paso a una profunda seg-mentación del mercado de trabajo entre tra-bajadores con contrato indefinido y trabaja-dores con contrato temporal. Estos últimosalcanzaron en 1995 tasas del 34,8% en el con-junto de la economía y del 40,7% en el sectorprivado. El elevado ascenso de las tasas detemporalidad se debe tanto al incremento enlas cifras de trabajadores temporales como ala destrucción de empleo permanente, la cualse mantuvo hasta 1995: desde 1987 hasta1994, en el conjunto de la economía españolase destruyeron 881.200 empleos indefinidosaumentando el empleo temporal en 1.560.600personas, mientras que en el sector privadose destruyeron 975.900 empleos indefinidos(el 18,9%) creándose 1.382.900 empleos tem-porales.

La generalización de los contratos tempo-rales tenía como objetivo acelerar la creaciónde empleo. El mecanismo de transmisión era

doble. Por un lado, los contratos temporalesreducían los costes de ajuste de las plantillasen situaciones de recesión, atacando al núcleode trabajadores insiders, es decir, trabajado-res indefinidos protegidos de la amenaza dedespido por, entre otros factores, indemniza-ciones en caso de despido (Lindbeck y Sno-wer, 1988). El descenso en los costes de despi-do permitiría adaptar las plantillas ante loscambios en la demanda elevando el nivel deempleo a largo plazo, ya que se planteaba queante los altos costes de despido las empresasno incrementaban sus plantillas durante lasexpansiones por el temor de ver aumentadoslos costes de despido de los trabajadores inde-finidos en la siguiente recesión (Buechte-mannn, 1993; Serrano et al, 1998). La susti-tución de trabajadores indefinidos por tempo-rales tendría este propósito. Téngase encuanta que el Estatuto de los Trabajadoresestableció la existencia de indemnizacionespor despido 6, excepto para los despidos obje-

JESÚS FERREIRO APARICIO

23REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 46

6 En el caso de despidos individuales nulos e impro-cedentes 45 días de salario por año trabajado con unmáximo de 42 mensualidades; para despidos individua-

GRÁFICO 3. TASAS DE TEMPORALIDAD (%)

Fuente: Instituto Nacional de Estadística.

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tivos por razones disciplinarias (o de la resci-sión voluntaria del contrato por el propio tra-bajador). Por el contrario, la finalización delos contratos temporales no daba lugar aindemnización alguna (excepto en el caso delos contratos de fomento de empleo, abolidosen 1994, los cuales incorporaban una indem-nización de 12 días de salario por año traba-jado).

El segundo mecanismo de transmisiónguardaba relación con la brecha salarial exis-tente entre trabajadores indefinidos y tempo-rales. Los datos de las encuestas sobre distri-bución salarial elaboradas por el InstitutoNacional de Estadística para los años 1988,1992 y 1995 (Instituto Nacional de Estadísti-ca 1992, 1995, 1997) reflejan un profundodiferencial entre ambos colectivos: si en 1988la ganancia media de un trabajador temporalera el 57,7% de la ganancia de un trabajadorindefinido, en 1992 ese porcentaje era del59,4% y en 1995 el 44,8%. Debe tenerse encuanta, además, que la brecha salarial cam-biaba de acuerdo con las categorías profesio-nales, siendo mayor en el caso de los trabaja-dores de mayor cualificación.

Ahora bien, el efecto moderador sobre loscostes salariales generado por la brecha sala-rial entre trabajadores indefinidos y tempo-rales quedó anulado por el poder de negocia-ción que el crecimiento de los trabajadorestemporales concentró en los trabajadoresindefinidos. Como plantean las teorías insi-der-outsider y de los salarios de eficiencia, elincremento en el número de trabajadorestemporales incrementó el poder de negocia-ción de los trabajadores indefinidos y, por lotanto, su capacidad de obtener mayores creci-

mientos salariales (Jimeno y Toharia, 1993;Bentolila y Dolado, 1994; Revenga, 1994;Varios Autores, 1994), proceso que se acentuóen una situación en la cual las empresas con-centraban las ganancias de productividad enlos trabajadores de alta cualificación los cua-les disfrutaban de un mayor porcentaje decontratos indefinidos (Serrano et al, 1998;Consejo Económico y Social, 1998).

Analizando conjuntamente los datos de losgráficos 2 y 4, en donde se presentan los incre-mentos salariales medios pactados en los con-venios colectivos, los cuales, de acuerdo conlos modelos insider-outsider, reflejarían losintereses y condiciones de los trabajadoresindefinidos, se comprueba como durante elperiodo 1989-93, en el marco de un escenariocaracterizado por un fuerte incremento de latasa de paro, que aumenta en 6,5 puntos, lossalarios pactados en convenio aumentan entérminos reales acumulados 6,9 puntos, y elloa pesar del efecto moderador ejercido por lossalarios de los trabajadores temporales, loque indica un efectivo incremento en el poderde negociación de los trabajadores indefini-dos.

Aunque el crecimiento de la productividadhacía que el crecimiento de los costes labora-les unitarios reales fuese negativo se creíaque el comportamiento salarial de los traba-jadores indefinidos era la principal causa delrepunte inflacionista acontecido desde 1988.El reconocimiento de que la moderación sala-rial ejercida por los contratos temporaleshabía alcanzado sus límites, llevó al gobiernosocialista a ofrecer a los sindicatos en 1991 y1992 un nuevo pacto de política de rentasadmitiendo crecimientos salariales por enci-ma de la inflación. En ambos casos, se produ-jo un rechazo rotundo por parte de los sindi-catos 7.

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les objetivos 20 días de salario por año trabajado con unmáximo de 12 mensualidades; para despidos colectivosautorizados la indemnización es negociada entre sindi-catos y empresarios (en caso de no haber acuerdo esdeterminada por un juez) con un mínimo de 20 días desalario por año trabajado y un máximo de 12 mensuali-dades.

7 Además de por considerar que los crecimientossalariales no estaban detrás de los problemas de infla-ción y paro de la economía española, el rechazo sindi-cal a la política de rentas se explicaba por el coste polí-

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La mayor elasticidad en la función dedemanda de trabajo ejerció sus efectos per-versos durante la crisis de principios de losnoventa. De igual forma que la expansióneconómica vino acompañada de un intensoproceso de creación de empleo, la recesión deltrienio 1991-93 condujo a la práctica desapa-rición del empleo creado durante la anteriorfase de expansión: en el bienio 1992-1993 enel sector privado se destruyeron 618.200empleos asalariados (un 8,6% del empleo asa-lariado existente en el sector privado en1991).

Sin embargo, a pesar de la intensa des-trucción de empleo, el poder de negociación

de los trabajadores indefinidos permanecióinalterado: entre 1992 y 1995 mientras quelas ganancias medias de los trabajadorestemporales cayeron en términos reales un25%, las ganancias medias de los trabajado-res indefinidos se incrementaron en términosreales un 4%, y ello a pesar de que en el sectorprivado se había producido entre 1991 y 1994una destrucción de 709.500 empleos indefini-dos (el 10,6% del empleo indefinido existenteen 1990).

Fue esta combinación de rechazo frontalsindical a una nueva experiencia de políticade rentas, de mantenimiento del poder denegociación salarial de los trabajadores inde-finidos y de la necesidad de corregir los efec-tos perversos generados por una excesivatemporalidad en el empleo asalariado, lo quecondujo a la segunda reforma laboral aproba-da el año 1994.

6.2. La segunda reforma laboral de 1994

En 1994 se acometió la reforma más inten-sa del mercado de trabajo español. Esta refor-

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25REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 46

tico que supuso al sindicato UGT su participación entodos los acuerdos de política de rentas, lo que favore-ció al sindicato CC.OO. el cual sólo participó en dos deellos, y por la creencia de que el aumento de la influen-cia sindical que supuso la huelga general de 1989 lespermitiría impedir al gobierno socialista la aprobaciónde una nueva reforma laboral o bien que, si fuera apro-bada, su fuerza les permitiría eludir los efectos de lamisma.

8 Datos tomados de su página web: http://www.mtas.es

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales 8.

GRÁFICO 4. INCREMENTO SALARIAL PACTADO EN CONVENIO Y TASADE INFLACIÓN (%)

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ma desplazó hacia la negociación colectivauna serie de aspectos clave de las relacioneslaborales regulados hasta la fecha mediantedisposiciones legales. Tras la reforma estabala idea de que el mercado de trabajo españolseguía siendo muy rígido y que la reforma de1984 sólo lo había flexibilizado en el margen,al no reducir el poder negociador de los insi-ders. El objetivo de la reforma era que lasrelaciones laborales se adaptaran de maneraautomática a las características y situacionesde las empresas, vinculando la evoluciónsalarial con las condiciones reales de lasempresas y elevando la productividadmediante una mejor utilización de las horascontratadas, todo ello dentro de un nuevomarco institucional diseñado de comúnacuerdo entre las partes con un mínimo deintervención estatal.

Mientras que la reforma de 1984 teníacomo objetivo estimular la creación deempleo, la reforma de 1994 tenía como objeti-vo central reducir la inflación reduciendo loscostes laborales unitarios. Para ello se actua-ba en una doble dirección: moderando la evo-lución de los salarios, actuando sobre el mar-co institucional de fijación de los salarios, yadoptando medidas para incrementar la pro-ductividad. En relación con este último grupode medidas, la reforma permitió que la nego-ciación colectiva aprobara la distribuciónirregular de la jornada laboral, relajando laslimitaciones hasta entonces existentes sobrela duración máxima de la jornada diaria osemanal. El objetivo era concentrar el tiempoefectivo de trabajo en periodos coincidentescon los picos de producción, distribuyendo a lolargo del año los periodos de descanso coinci-diendo con las fases de menor actividad. Otramedida en este campo se relacionaba con laclasificación profesional y la movilidad fun-cional de los trabajadores. La reforma facilitóuna definición más flexible de la prestaciónlaboral pactada, superando los esquemas declasificación subjetiva de los trabajadores eimpulsando la polivalencia en el puesto detrabajo. Además, impulsó la movilidad geo-

gráfica de los trabajadores en respuesta acambios organizativos, tecnológicos o econó-micos de las empresas.

El segundo grupo de medidas se centró enlos procesos de determinación salarial. Así, seintentó dar un mayor peso a los componentesvariables de los salarios, con objeto de queestos guardaran una mayor relación con lascircunstancias de la empresa o del trabajador,determinándose este componente variablepor los acuerdos que alcanzasen las partes encada momento de la negociación colectiva, alquedar eliminada la garantía de consolida-ción de esos complementos para años futuros.El objetivo de esta medida era romper el efec-to imitación existente en la negociación sala-rial adaptando la evolución salarial a las con-diciones concretas de cada agente.

Además, para eliminar el efecto imitación,la reforma laboral estimulaba la descentrali-zación en la negociación colectiva. Tras estaactuación estaba la hipótesis de que cuantomás centralizada o descentralizada sea lanegociación colectiva mayor es la conexiónentre crecimientos salarial y productividad y,por tanto, mejores serán los resultadosmacroeconómicos en materia de desempleo einflación (Bruno y Sachs, 1985; Calmfors yDrifill, 1988; Jimeno, 1992; Blanchard yJimeno, 1994; Milner y Metcalf, 1995). Par-tiendo de la base de que desde el fin de laspolíticas de rentas el grado de coordinación ycentralización de la negociación colectivahabía disminuido (Revenga, 1994), de que laestructura de negociación mayoritaria era detipo intermedio donde los convenios domi-nantes eran de ámbito sectorial provincial einterprovincial, y, finalmente, de que losincrementos salariales pactados en dichosniveles intermedios eran superiores a losaprobados en los convenios de empresa o enlos sectoriales nacionales, la reforma de 1994optó por una negociación colectiva descentra-lizada fomentando los convenios de empresa.

Con este propósito, la reforma de 1994incorporó dos modificaciones sustanciales. La

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primera, conocida como «cláusula de descuel-gue» (utilizada durante las políticas de ren-tas), posibilitaba a las empresas el no aplicarel aumento salarial pactado en los conveniosde nivel superior si ese incremento dañaba lasituación económica de la empresa. Hastaentonces, los convenios colectivos de ámbitoinferior no podían acordar peores condicionesque las establecidas en los convenios de ámbi-to superior. La segunda atañe a la «ultraacti-vidad del convenio vencido»: la reforma tratóde impedir la consolidación de los beneficiosalcanzados por los trabajadores en cada con-venio, de tal forma que en cada negociación«el reloj se pusiera a cero», siendo las circuns-tancias presentes de las empresas las quedeterminasen las condiciones laborales ysalariales del momento.

Sin embargo, la reforma de 1994 no consi-guió los resultados esperados. Los convenioscolectivos de empresa han ido perdiendoimportancia en favor de los convenios deámbito superior: si el porcentaje de asalaria-dos cubiertos por convenios de empresa en1989 era el 20,9%, en 1994 esa tasa era el13,6% y en 2000 el 11,7%. Este movimiento,al ir acompañado de un progresivo, aunquelento, retroceso de los convenios de ámbitointermedio y de un aumento en el peso de losconvenios sectoriales nacionales, desde elpunto de vista macroeconómico no debierasuponer ningún problema. Sin embargo, des-de la perspectiva del equilibrio de fuerzasentre sindicatos y empresarios el resultadono es simétrico (Ferreiro y Gómez, 1994).Dada la baja afiliación sindical, los sindicatosespañoles han apostado tradicionalmente por

negociar en niveles superiores al de la empre-sa, donde su influencia es mayor (Miguélez,1995; Führer, 1996). De aquí, que los sindica-tos hayan potenciado la negociación en ámbi-tos superiores al de la empresa. Aunque en elespíritu de la reforma de 1994 estuviera elpotenciar la negociación descentralizada, laacción sindical ha podido contrarrestar dichapretensión.

Aunque la reforma de 1994 no consiguióalterar la estructura de negociación colectivaen la dirección deseada, sí tuvo, ayudada porla crisis del periodo 1991-1993, un significati-vo impacto moderador sobre los precios y lossalarios. Como se constata en la Tabla 1, des-de 1994 se produce una evidente moderaciónsalarial. El resultado es, como se observa enel Gráfico 5, una quiebra de la relación entrecrecimiento económico e inflación, de tal for-ma que la expansión económica de mediadosy finales de los noventa convive con un perio-do de baja y sostenida inflación.

Los efectos de la reforma de 1994 sobre lamoderación salarial y sobre el control de lainflación no deben ocultar, sin embargo, laexistencia de una serie de consecuenciasnegativas inducidas tanto sobre el propiomercado de trabajo como sobre el conjunto dela economía, que, como analizaremos másadelante, se encuentran en la raíz de la terce-ra reforma laboral que se aprobó en 1997.

Como recoge el Gráfico 3, la tasa de tem-poralidad en el sector privado alcanzó en1995 el 40,7%. Esta segmentación laboral sevio acentuada por dos fenómenos adicionales.

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TABLA 1. TASA DE CRECIMIENTO REAL (%) DE LAS GANANCIAS MEDIASMENSUALES

Fuente: Elaboración propia.

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El primero guarda relación con la extensiónde los contratos a tiempo parcial. La reformade 1994 promovió la utilización de los contra-tos a tiempo parcial para dotar de mayor fle-xibilidad al mercado de trabajo permitiendouna gestión más eficaz de la mano de obra, loque, supuestamente, redundaría en un incre-mento de la productividad. Así, los ocupadosa tiempo parcial han pasado de suponer665.100 personas (el 5,7% de la poblaciónocupada) en el II trimestre de 1987 a1.286.400 personas en el IV trimestre de 2002(7,9% de la población ocupada). De hecho, enel año 2002 el 20,9% del total de nuevos con-tratos fueron a tiempo parcial (2.985.800 con-tratos a tiempo parcial).

La extensión de los contratos a tiempo par-cial tiene implicaciones adicionales. La mode-ración salarial registrada desde 1994 se debeen parte a la brecha salarial entre los contra-tos a tiempo parcial y los contratos a tiempocompleto. De acuerdo con el índice de CostesLaborales elaborado por el INE en el IV tri-mestre de 2002 el coste salarial por hora efec-

tiva de un trabajador a tiempo parcial era el70% del correspondiente a un trabajador a jor-nada completa. El impacto de los contratos atiempo parcial es todavía mayor ya que si bienun contrato a tiempo parcial se definía comoun contrato de duración inferior a la jornadacompleta, sin embargo, los trabajadores atiempo parcial podían hacer horas extras sinlímite alguno, lo que implicaba una jornadalaboral similar a la completa. Además, la pro-tección social de estos contratos era inferior ala de los contratos a jornada completa. Estasituación se mantuvo hasta noviembre de1998 cuando el gobierno y los sindicatos UGTy CC.OO. alcanzaron un acuerdo para mejorarlas condiciones de trabajo de los trabajadores atiempo parcial, estableciendo un límite del77% de la jornada completa, limitando la posi-bilidad de hacer horas extras a los trabajado-res indefinidos a tiempo parcial, obligando alos empresarios a efectuar un preaviso con unaantelación de siete días a los trabajadoresimplicados sobre el momento y la duración delas horas extras a efectuar, y, finalmente, ele-vando la protección social de esos contratos.

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GRÁFICO 5. TASA DE INFLACIÓN Y DE CRECIMIENTO REAL DEL PIB (%)

Fuente: Instituto Nacional de Estadística.

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Por otra parte, la segmentación del merca-do de trabajo entre trabajadores temporales eindefinidos se vio incrementada por elaumento en la rotación laboral derivada de lareducción en la duración de los contratos tem-porales. La Tabla 2 muestra la evolución des-de 1995 de los nuevos contratos temporalesclasificados por su duración. Además de laselevadas cifras de contratos temporales, des-taca la práctica inexistencia de contratostemporales superiores a un año y los elevadosporcentajes de contratos de duración inferiora tres meses y de contratos de duración inde-terminada, siendo estos tipos de contratos losúnicos que ganan en peso dentro de la contra-tación temporal. En este sentido, la aproba-ción por parte de la reforma de 1994 del fun-cionamiento de las Empresas de TrabajoTemporal, las cuales contratan directamentetrabajadores para ponerlos a disposición delas empresas usuarias, ha tenido un profundoimpacto sobre la reducción en la duración delos contratos temporales. Téngase presenteque los contratos de puesta a disposición delas empresas de trabajo temporal han pasadode ser 301.344 contratos en 1995 (el 4,1% delos contratos temporales nuevos) a 1.819.281contratos en 2002 9.

La segmentación laboral ha generado efec-tos perversos sobre el conjunto de la econo-mía, tanto desde una perspectiva micro comomacroeconómica. La extensión de los contra-tos temporales ha afectado negativamente ala productividad laboral y a la competitividadempresarial, induciendo un patrón de compe-titividad de dudosa eficacia en el largo plazopor tres razones. En primer lugar, de acuerdocon la teoría de los salarios de eficiencia (Doe-

ringer y Piore, 1985; Akerlof y Yellen, 1996),porque los trabajadores temporales y a tiem-po parcial están menos motivados y menosimplicados en la gestión empresarial y en laviabilidad a largo plazo de la empresa. Ensegundo lugar, porque la corta duración delos contratos temporales dificulta las mejorasen la productividad a través del «learning-by-doing». Y, finalmente, porque muchos empre-sarios han utilizado los contratos temporalescomo única herramienta para aumentar lacompetitividad, olvidando otro tipo de medi-das (inversión en bienes de equipo, inversiónen I+D, intangibles, racionalización de lamano de obra, etc.) de mayor efectividad alargo plazo (Alvarez, 1996; Bentolila y Dola-do, 1994; Consejo Económico y Social, 1996,Dirección General de Política Económica yDefensa de la Competencia, 1997; Ministeriode Industria y Energía, 1995; Revenga, 1994;Segura et al, 1991).

Los estudios empíricos refuerzan estavisión (Serrano et al, 1998; Banco de España,1998). El patrón de competitividad de lamayoría de empresas españolas se basa enbajos salarios y en el uso intensivo de contra-tos temporales. Aunque a corto plazo estemodelo de competitividad y de mercado detrabajo ha generado efectos positivos, losefectos a largo plazo no son tan evidentes porvarias razones. Primero, porque las empresasque adoptan esta estrategia padecen unafuerte competencia de otras empresas (nacio-nales y extranjeras) que adoptan la mismaestrategia, lo que lleva a un proceso perma-nente de recorte de costes salariales. Segun-do, porque estas empresas se sitúan en secto-res de demanda media y baja no pudiendocompetir en sectores de demanda alta, dondeel patrón dominante de competitividad es devalor añadido, y donde la clave de la competi-tividad son factores como la innovación, dise-ño, productividad, conocimiento, etc., en don-de se necesitan trabajadores permanentes dealta cualificación. Un mercado de trabajo conaltas tasas de temporalidad puede impedirun cambio hacia una estrategia de competiti-

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9 Las elevadas cifras correspondientes a la prórrogasde contratos temporales reducen aun más la duraciónmedia de los contratos temporales: en 2002 se firmaron1.811.315 prórrogas, 1.847.132 en 2001, 1.931.964en 2000, 2.725.609 en 1999, 4.092.477 prórrogas en1998, 3.648.264 en 1997 y las 2.999.243 prórrogas de1996 (datos procedentes del Instituto Nacional de Em-pleo).

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10 Página web: http:// www.inem.es

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vidad valor añadido, forzando a esas empre-sas a competir en mercados de demanda baja,lo que puede ser negativo para el crecimientoa largo plazo. Tercero, porque la moderaciónsalarial implica un freno al consumo familiary a la demanda doméstica.

Junto a estos efectos microeconómicos,existen problemas de naturaleza macroeco-nómica conectados con los cambios inducidossobre el patrón de consumo y ahorro privado.A mediados de los noventa diversos estudiosoficiales detectaron que la expansión novenía acompañada del esperado crecimientodel consumo privado, con el consiguiente fre-no ejercido sobre la demanda agregada y lacreación de empleo (Dirección General dePrevisión y Coyuntura, 1995; SecretaríaGeneral Técnica, 1995b; Consejo Económico ySocial, 1996). La causa del freno en el consu-mo era un aumento en el ahorro por motivoprecaución vinculado a la creciente incerti-dumbre padecida por los agentes privadosque generaba un mercado de trabajo excesi-vamente segmentado.

La explicación de tal incertidumbre seencuentra en la ruptura del esquema de rela-ciones laborales que, al incrementar la incer-tidumbre sobre el futuro, dificultaba a losagentes la planificación a largo plazo de susdecisiones de consumo y ahorro (Ferreiro ySerrano, 1996, 1998). Las reformas laborales,al precarizar las relaciones laborales en unmarco de elevado desempleo e intensa des-trucción de empleo, y al tener un efecto depre-sivo sobre los salarios de los trabajadorestemporales y a tiempo parcial, contribuyó areducir el horizonte temporal de planificaciónde las decisiones de gasto y ahorro familiar.El resultado fue la reducción del consumo y elaumento del ahorro. Por su parte, la incerti-dumbre sobre el futuro a medio y largo plazoreduce el incentivo de los agentes a endeu-darse: sólo cuando las expectativas sobre ellargo plazo y los incrementos de renta se con-solidan, en definitiva cuando se consolida unnuevo esquema institucional y de relacionesestructurales, la incertidumbre sobre el futu-ro se reduce, frenándose el ahorro por motivo

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Fuente: Banco de España.

GRÁFICO 6. TASAS DE CRECIMIENTO REAL DEL PIB Y DE LOS ACTIVOSY PASIVOS FINANCIEROS

11 Página web: http:// www.bde.es

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precaución e incrementándose el endeuda-miento de los agentes.

El Gráfico 6, que relaciona el crecimientoreal del PIB español con las variaciones rea-les en los activos y pasivos financieros de lasfamilias, confirma esta hipótesis. A partir dela crisis de la década de los noventa, se pro-duce una aceleración en la acumulación deactivos financieros por parte de las familiasque no se acompaña de un aumento similaren el endeudamiento. Sólo desde 1998, y trasla reforma laboral de 1997, que como veremosintroduce medidas para incrementar la esta-bilidad en el empleo y reducir la incertidum-bre sobre el futuro, el comportamiento delahorro y del endeudamiento familiar se ase-meja al patrón de comportamiento «normal»de una expansión económica, donde el creci-miento económico se acompaña de altas tasasde crecimiento del ahorro y del endeudamien-to, mayores en el caso de los pasivos financie-ros.

Para valorar adecuadamente la influenciade las reformas laborales sobre el comporta-miento financiero de los agentes, deben consi-derarse los movimientos de variables finan-cieras que pudieran a su vez haber influidosobre el comportamiento financiero de lasfamilias españolas. En este sentido, la evolu-ción de los tipos de interés reales debierahaber contribuido a un movimiento financie-ro opuesto al registrado, lo que induce a pen-sar en la potencia de la influencia generadasobre la incertidumbre de los agentes por loscambios efectuados en el mercado de trabajo.Así, el tipo de interés real en la economíaespañola (medido por el tipo de interés a unaño del mercado interbancario) pasó de un8% en el periodo 1989-1992 a un 3,6% en elperiodo 1993-1998. Teóricamente, un descen-so en el tipo de interés real supone un desin-centivo al ahorro y un incentivo al endeuda-miento, o lo que es lo mismo un aumento en laelasticidad renta del endeudamiento y unadisminución en la elasticidad renta del aho-rro, pero en la realidad ocurrieron los movi-mientos opuestos.

6.3. La tercera reforma laboral de 1997

En 1997 el mercado de trabajo españolconoció su tercera reforma, centrada en darrespuesta a los cambios cualitativos que seestaban produciendo en la demanda de manode obra, así como en reconducir algunos de losefectos no deseados de las reformas anterio-res. A diferencia de las anteriores reformas,la reforma de 1997 se alcanzó con un amplioacuerdo entre los representantes sindicales(UGT y CC.OO.), las organizaciones empre-sariales y el gobierno.

Como se ha señalado, la elevada tempora-lidad estaba generando problemas de compe-titividad. Los empresarios eran conscientesde que para ganar productividad necesitabanincrementar el peso en las plantillas de tra-bajadores cualificados con contratos indefini-dos. Así, desde 1995 el empleo asalariadoindefinido comienza a crecer, siendo desde1996 su tasa de crecimiento superior a la tasade crecimiento del empleo temporal. La refor-ma de 1997 incidió en esta dirección adoptan-do medidas para estimular la contrataciónindefinida. El objetivo de la reforma era vol-ver al principio de causalidad diseñado en1980 en el Estatuto de los Trabajadores y conello posibilitar un cambio en la competitivi-dad de las empresas hacia una estrategia devalor añadido y asegurar un nivel de deman-da doméstica suficiente para garantizar alargo plazo el crecimiento económico y la cre-ación de empleo.

La reforma de 1997 creó una nueva moda-lidad de contrato indefinido cuya principaldiferencia con los anteriores contratos indefi-nidos era su menor indemnización por despi-do: 33 días de salario por año trabajado conun máximo de 24 mensualidades. La reduc-ción en los costes de despido aparecía comouna medida clave para favorecer la creaciónde empleo indefinido y para la moderaciónsalarial de estos trabajadores. La reformaretomó el objetivo planteado en 1994 de dis-minuir los costes de despido facilitando laconsideración de los despidos (individuales

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y/o colectivos) como objetivos. En 1980, elEstatuto de los Trabajadores definía a undespido como objetivo cuando existían razo-nes económicas o tecnológicas que lo justifica-ran. En 1994, esas razones se ampliaronincluyendo razones organizativas y producti-vas: cuando el despido ayudara a resolver unasituación negativa de la empresa o cuandocontribuyera a garantizar la viabilidad futuray el nivel de empleo de la misma medianteuna mejor organización de los recursos. Elaumento de razones, sin embargo, no vinoacompañado de una clarificación en la defini-ción de un despido como objetivo, de tal formaque ésta seguía sujeta a una alta discreciona-lidad, por lo que los despidos solían acabar enlas magistraturas de trabajo donde las deci-siones judiciales tendían a la definición de losdespidos como improcedentes, elevando lasindemnizaciones. En este sentido, la reformade 1997 clarificó las razones para definir undespido como objetivo, trasladando a la nego-ciación colectiva la articulación de procedi-mientos para el control y seguimiento de losdespidos objetivos (Consejo Económico ySocial, 1998).

Por otra parte, la reforma de 1997 insistióen el proceso iniciado en 1994 de reducir elintervencionismo estatal en las relacioneslaborales concediendo a empresarios y sindi-catos mayor protagonismo en las mismas alsustituir las normas legales por reglas surgi-das en la negociación colectiva. La reforma, através del Acuerdo sobre Cobertura de Vacíos(ACV) y del Acuerdo Interconfederal sobreNegociación Colectiva (AINC) complementóla reforma de 1994 donde se sustituyó la nor-ma legal por la negociación colectiva en mate-rias como contratación, jornada de trabajo,estructura salarial, clasificación profesional,etc. Si el ACV intentó completar el procesoiniciado en 1994 con la sustitución (pactadaentre sindicatos y empresarios) de las anti-guas Ordenanzas y Reglamentaciones deTrabajo por convenios colectivos, el AINCtuvo como objetivos racionalizar la estructu-ra de la negociación colectiva, reduciendo el

excesivo atomismo de la negociación colecti-va, definiendo y articulando los contenidospropios de cada ámbito de negociación, ymodernizando y ampliando el contenido delos convenios colectivos (Consejo Económico ySocial, 1998).

Aun cuando la reforma de 1997 fue pre-sentada como el instrumento ideal parareducir la tasa de temporalidad, sus efectoshan sido limitados y de hecho pronto mostrósignos de agotamiento. En realidad, la refor-ma de 1997 ha sido una arma eficaz para fre-nar el crecimiento de la temporalidad y parareducir la tasa de temporalidad de determi-nados grupos, y ello por varias razones. Enprimer lugar, como se comprueba en el Gráfi-co 3, el descenso en la temporalidad ha sidomayor en el sector privado que en el conjuntode la economía ya que la temporalidad en elsector público se ha incrementado. Ello sedebe a que en entre 1995 y 2001 mientras queen el sector privado el 76,1% del empleo asa-lariado creado en el sector privado fue indefi-nido, esta cifra fue sólo del 47,5% en el sectorpúblico.

Finalmente, los efectos de la reforma seconcentraron en el colectivo de trabajadorescualificados donde la intensidad en la con-tratación temporal y en la conversión de con-tratos temporales en contratos indefinidosha sido mayor. Los gráficos 7 y 8 confirmanesta afirmación. Tomando los datos sobrecontratos del Instituto Nacional de Empleo,y centrándonos en los contratos indefinidosordinarios, en el contrato indefinido creadopor la reforma de 1997 y en los contratostemporales convertidos en indefinidos y cla-sificando todos ellos en función de las cate-gorías profesionales de los contratos, seobserva como los trabajadores cualificadosson los más beneficiados por la estabilidaden el empleo, tanto por la firma de nuevoscontratos indefinidos como por la conversiónde contratos.

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Por lo tanto, la reforma de 1997 sí se puedeconsiderar como eficaz, al menos desde lasperspectivas de romper con la tendencia cre-

ciente de la temporalidad, de reducir la tempo-ralidad en determinados colectivos y de acele-rar el uso de los contratos indefinidos. En este

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GRÁFICO 7. PORCENTAJE (%) DE LOS NUEVOS CONTRATOS INDEFINIDOSRESPECTO AL TOTAL DE NUEVOS CONTRATOS POR CATEGORÍAS PROFESIONALES

Fuente: Elaboración propia.

GRÁFICO 8. PORCENTAJE (%) DE LOS CONTRATOS TEMPORALESCONVERTIDOS EN INDEFINIDOS RESPECTO AL TOTAL DE NUEVOS CONTRATOS

POR CATEGORÍAS PROFESIONALES

Fuente: Elaboración propia.

Page 21: Políticas de rentas y reformas laborales en España · te políticas de demanda. La visión según la ... ejemplo de este tipo de estrategias. Desde mediados de los ochenta, la aplicación

sentido, merece compararse la situación exis-tente antes de la reforma. En 1996, se firma-ron 217.000 contratos indefinidos y se trans-formaron 26.400 contratos temporales enindefinidos. En 1999, esas cifras habían ascen-dido a 807.935 en el caso de los nuevos contra-tos indefinidos y a 410.329 conversiones decontratos temporales en indefinidos.

Si bien se puede otorgar una buena califica-ción a la reforma de 1997 en cuanto al objetivode potenciar la contratación indefinida, enrelación con el objetivo de potenciar la nego-ciación colectiva los resultados no han sidosimilares (Pérez Infante, 1999). Las reformasde 1994 y 1997 no han servido para cambiar elpatrón de competitividad de las empresasentre otras razones por la debilidad sindical,sobre todo en los ámbitos inferiores de nego-ciación. Los sindicatos no han querido, o nohan podido, implicarse en una estrategia denegociación colectiva en el ámbito de la empre-sa debido a su debilidad a esos niveles, la cualpudiera conducirles a aceptar las medidas deflexibilidad demandadas por los empresariossin poder obtener una adecuada compensaciónbien en materia salarial o en otras.

6.4. La reforma laboral de 2001

El contrato indefinido aprobado con lareforma de 1997 tenía un periodo de vigenciade cuatro años; finalizado este plazo y evalua-do sus efectos debía tomarse una decisiónsobre su posible mantenimiento. Como yahemos comentado apenas unos pocos añostras su aprobación el potencial de la reformade 1997 pareció agotarse: en el año 2000 eltotal de contratos indefinidos bajó a 735.595contratos, convirtiéndose en indefinidos219.626 contratos, tendencia que continuódurante el año 2001 con 572.056 contratosindefinidos y 472.600 conversiones 12. Este

freno en el descenso de la contratación indefi-nida unida la necesidad de revisar o prorro-gar las medidas adoptadas en 1997 conduje-ron a una serie de negociaciones entre gobier-no y agentes sociales.

La falta de acuerdo entre empresarios, sin-dicatos y gobierno sobre las medidas más con-venientes para reducir la temporalidad con-dujo al gobierno a aprobar de manera unila-teral una nueva reforma del mercado de tra-bajo mediante la aprobación inicialmente delReal Decreto Ley 5/2001 de 2 de marzo, elcual fue posteriormente modificado por laLey 12/2001 de 9 de julio de «Medidas urgen-tes de reforma del mercado de trabajo para elincremento del empleo y la mejora de su cali-dad». Entre las principales medidas recogi-das dentro de la Ley 12/2001 destacarían lasque afectan a la ampliación del periodo devigencia de los contratos indefinidos surgidosen la reforma de 1997, el establecimiento deindemnizaciones por extinción de contratostemporales y la modificación de la regulaciónsobre contratos a tiempo parcial 13.

La Ley 12/2001 eliminó el límite de vigen-cia temporal del nuevo contrato indefinido altiempo que amplió el colectivo de trabajado-res que podían beneficiarse del mismo (inclu-yendo entre otros a los trabajadores tempora-les a los que se les transforme su contratotemporal celebrado antes del 31.12.2003 enindefinido) así como las empresas que podíanfirmar tales convenios (ahora es sólo 6 mesesel periodo en el cual las empresas no podríanefectuar despidos improcedentes o colecti-vos).

Aun cuando la reforma de 2001 incluyeuna serie de medidas que promueven la con-tratación temporal (como son la creación delcontrato de inserción o la supresión de límitesde edad en el contrato de formación), tambiénadopta un par de medidas dirigidas directa-

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12 En 2002 se firmaron 734.854 contratos indefini-dos y se convirtieron en indefinidos otros 539.754 con-tratos.

13 Para un análisis más detallado de la reforma de2001 ver CES (2001 y 2002)

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mente a desincentivar la contratación tempo-ral como son el establecimiento de unaindemnización de 8 días por año trabajado (o,en su caso, la que establezca la negociacióncolectiva) por la finalización del contrato ofinalización de obra o servicio (excepto en loscontratos de interinidad, inserción y formati-vos) así como el aumento en un 36% de la cuo-ta empresarial a la seguridad social por con-tingencias comunes en los contratos de dura-ción efectiva menor de siete días 14. Al supo-ner un encarecimiento de la contratacióntemporal ambas medidas se dirigen, más queal estímulo a la creación de empleo, al fomen-to de la contratación indefinida y a la conver-sión de contratos temporales en indefinidospor cuanto, en el marco de un modelo insider-outsider, reducen los costes de rotación labo-ral entre trabajadores temporales e indefini-dos, aun cuando aumentan los costes de rota-ción entre desempleados y trabajadores tem-porales.

En relación a la contratación a tiempo par-cial la reforma otorga una mayor flexibilidada esta forma de contratación anulando deesta manera buena parte de lo acordado en lareforma de la contratación a tiempo parcialdel año 1998. Así, se adoptan medidas talescomo la eliminación del límite del 77% de lajornada establecida en el convenio colectivoaplicable (el contrato a tiempo parcial seráaquel de duración inferior a la jornada de untrabajador equiparable), la eliminación deque en el contrato figure el número de horasordinarias de trabajo por día, semana, mes oaño contratadas y la determinación de losdías de trabajo, el hecho de que la distribu-ción y realización de las horas complementa-rias sea objeto de acuerdo entre trabajador yempleador, la elevación del porcentaje máxi-mo de horas complementarias pactado enconvenio colectivo que pueden efectuarse alpasar del 30 al 60%, la eliminación del perio-do de preaviso de siete días para la realiza-

ción de horas complementarias, etc. Conestas medidas, y con la eliminación de buenaparte de las medidas restrictivas a la contra-tación a tiempo parcial aprobadas en 1998, dala impresión que la intención del ejecutivo esfomentar la contratación a tiempo parcial endetrimento de los contratos temporales.

Aun cuando es pronto para poder evaluarsus efectos, no cabe duda que la reforma de2001 tiene como objetivo reducir la tempora-lidad rompiendo la segmentación entre tra-bajadores temporales e indefinidos. Sinembargo, puede dar lugar a otro tipo de seg-mentación de consecuencias difíciles de pre-ver. Así, puede, sin embargo, profundizar enla segmentación entre los trabajadores inde-finidos surgidos de la reforma del año 1997 ylos restantes trabajadores indefinidos, seg-mentación que puede afectar, entre otrosaspectos, a la evolución salarial y a la brechasalarial entre trabajadores indefinidos y tem-porales, reduciéndola al reducir los costes derotación laboral entre trabajadores indefini-dos y temporales.

Por otra parte, aun cuando pueda dismi-nuir la tasa de temporalidad puede profundi-zar la segmentación entre trabajadores atiempo parcial y a jornada completa. Si bien labrecha salarial entre trabajadores indefinidosy temporales puede reducirse puede, sinembargo, aumentar la diferencia salarialentre trabajadores a jornada parcial y a jorna-da completa, por lo que el efecto final sobre laevolución promedio de las ganancias salaria-les quedaría indeterminado, al igual que ocu-rre con la evolución del empleo, ya que si biencabe prever un aumento de la conversión decontratos temporales en indefinidos así comoun aumento de estos últimos y un aumento delempleo a tiempo parcial, tales efectos puedenverse compensados con una disminución de lacontratación y el empleo temporal.

7. CONCLUSIONES

Las reformas laborales aplicadas en Espa-ña desde mediados de la década de los ochen-

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34 Los cuales supusieron en 2002 1.822.366 con-tratos (el 13,36% del total de contratos iniciales).

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ta constituyen una buena demostración delas precauciones que deben adoptarse antesde adoptar medidas estructurales basadas enla modificación de instituciones que reducenla incertidumbre sobre el futuro y enmarcanlas decisiones a largo plazo de los agentes.Cualquier cambio de esta naturaleza debeconsiderar aspectos fundamentales como sonla adecuación a la realidad y capacidad pre-dictiva de las teorías económicas que las sus-tentan, los problemas generados por la pues-ta en práctica de medidas estructurales y decambio institucional para solventar proble-mas de naturaleza microeconómica, y final-mente los cambios inducidos sobre el patrónde comportamiento de los agentes y sus deci-siones de largo plazo.

En el caso de la economía española, lareforma de 1984 dio paso a un modelo de mer-cado de trabajo cuyos efectos inducidos noplaneados han dado lugar a tres nuevasreformas en 1994, 1997 y 2001 para corregirsus consecuencias negativas. Aun cuandoestas reformas pueden suponer un aumentoen la contratación indefinida así como un des-censo en la tasa de temporalidad, paliando deesta forma los efectos negativos inducidos poruna excesiva temporalidad, no está claro queel tipo de medidas aplicadas no supongan laaparición de nuevas fuentes de segmentaciónentre diferentes categorías de trabajadores.

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RESUMEN: En la actual estrategia de política económica las reformas laborales juegan un papel clavecomo instrumento para aumentar la flexibilidad del mercado de trabajo. Esta mayor flexibili-zación tiene como objeto moderar los crecimientos salariales, lo que se supone que contribuiráa mejorar los resultados en materia de inflación y empleo. En este planteamiento, la modera-ción salarial, que podría conseguirse mediante políticas de rentas voluntarias, no es un ele-mento suficiente por sí sola para mejorar los resultados macroeconómicos, ya que estos depen-den a largo plazo de la eliminación de las restricciones institucionales que lo hacen excesiva-mente rígido e ineficiente. La economía española constituye un buen ejemplo de este tipo deestrategias. Desde mediados de los ochenta, la aplicación de diversas reformas laborales sus-tituyó a la política de rentas como base de la política económica. No obstante, la intensidad deestas reformas ha tenido como consecuencias negativas una excesiva segmentación del mer-cado de trabajo, fuente de diversos problemas tanto de naturaleza micro como macroeconómi-ca, lo que está en la raíz de las últimas reformas aplicadas en el mercado de trabajo desde fina-les de los noventa para corregir tales desequilibrios.