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Por el Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov EL HRANI YOGA “El sentido alquímico y mágico de la nutrición” Obras completas – Tomo 16/I OM-109-01 – 5 Capítulos de 10 conferencias de un total de 48 Centre OMRAAM Institut Solve et Coagula Reus www.omraam.es Primer Centro De difusión de la obra Del Maestro OMRAAM En lengua Española

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Por el Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov

EL HRANI YOGA

“El sentido alquímico y mágico de la nutrición”

Obras completas – Tomo 16/I OM-109-01 – 5 Capítulos de 10 conferencias

de un total de 48

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Obras Completas Tomo 16 - I EL HRANI YOGA

El sentido alquímico y mágico de la nutrición

Relación de 5 capítulos 10 conferencias Palabras del Maestro

Conferencia base – El Hrani Yoga - del 25/9/1954 – Desmenuzada después en 18 capítulos con extractos de 48 conferencias. Capítulo I con 1 conferencia – Capítulo II con 4 conferencias Capítulo III con 1 conferencia– Capítulo IV con 3 conferencias Capítulo V con 1 conferencia -

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PALABRAS DEL MAESTRO SOBRE LA NUTRICIÓN

“Yo siempre he deseado prolongar las meditaciones que hacemos antes de las comidas, porque eso produce unos resultados extremadamente favorables. En ninguna parte del mundo veréis a personas que, antes de comer, permanezcan en silencio tanto como nosotros (¡aunque sólo sean, en realidad, unos minutos de nada los que pasamos así!), ni siquiera dicen una oración; se lanzan inmediatamente sobre el alimento y comen como animales. Por eso no obtienen de él grandes beneficios: porque solamente absorben los elementos groseros del alimento, mientras que todo lo sutil, lo etérico, sigue siendo algo extraño para ellos, algo desconocido.”

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Conferencia del Maestro OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Bonfin, 25 de Septiembre de 1954

EL HRANI YOGA Os diré hoy unas palabras sobre la nutrición. Pensáis que no es interesante, ni importante, ni útil para vosotros, puesto que no habéis dejado de comer desde vuestro nacimiento. No dudo de que hayáis comido desde vuestra llegada a este mundo, pero os presentaré la nutrición bajo un aspecto que todavía no conocéis y que quizá os asombre. Por la mañana, a mediodía y por la noche, todo el mundo se ocupa de alimentarse para mantenerse en buena salud. Pero, durante las comidas, la gente está acostumbrada a hablar, a gesticular, y hasta a pelearse con los demás, y, por tanto, a fin de cuentas, a enfermarse. Todos conocen la importancia del alimento y saben que si tienen de qué comer estarán salvados; y para ello hacen guerras y revoluciones. Pero, al mismo tiempo, no saben comer; ¿cómo comprender entonces a los humanos? Únicamente los Iniciados, que desde hace mucho tiempo se han fijado en esta cuestión tan importante de la nutrición, saben cómo conviene considerarla, y yo voy a tratar hoy de haceros conocer su punto de vista. Suponed que, debido a ciertas circunstancias, hayáis estado privados de alimento durante varios días y os encontráis tan debilitados que ya no podéis andar, ni siquiera hacer un movimiento: estáis torpes y languidecéis hasta el punto de estar en peligro de muerte. Aunque sepáis muchas cosas, aunque seáis sabios, aunque poseáis poderes mágicos, ni vuestros conocimientos ni vuestros poderes valen gran cosa comparados con un pedazo de pan o con una fruta que alguien os da para reanimaros. ¿Acaso no es esto maravilloso? ¿No veis que este pan es un elemento mágico formidable? Un sólo bocado ha puesto en acción tantas fábricas y tantas fuerzas que no bastaría una existencia entera para enumerarlas todas.

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2 Pero no os habéis parado a reflexionar en los elementos que contiene este alimento, ni en el hecho de que, para recuperaros, éste ha sido más fuerte incluso que vuestros pensamientos, vuestros sentimientos y vuestra voluntad. Este alimento, al que solamente dais una importancia instintiva y no una importancia intelectual consciente, es lo único capaz de volveros a dar la fuerza y la salud. Gracias a él podéis de nuevo actuar, hablar, sentir, pensar. Tomáis unos alimentos que no saben ni hablar, ni expresarse, ni escribir, y, sin embargo, gracias a ellos, ¡cuántas cosas suceden en vosotros! Proferís palabras, dais órdenes, escribís libros (buenos o malos), componéis sinfonías, lo obtenéis todo, el poder, la riqueza, la gloria, y todo gracias al alimento... Los Iniciados han reservado un lugar en sus trabajos a las investigaciones sobre la nutrición. Y han encontrado que el alimento, que está preparado en los laboratorios divinos con una sabiduría indecible, contiene unos elementos mágicos capaces de conservar o de restablecer la salud física y psíquica y de aportar las más grandes revelaciones. Pero es necesario conocer en qué condiciones y con qué medios podemos extraer estos elementos, y que el medio más eficaz es el pensamiento. No hay palabras para expresar el estruendo, la cacofonía, el ruido espantoso que hacen actualmente los hombres cuando están comiendo juntos. Uno se queda grogui cuando asiste a estas comidas. Sólo los animales prehistóricos pueden sentirse bien, porque se encuentran en su elemento; pero todos aquéllos que aspiran a la paz y a la armonía se quedan completamente extenuados. Después de una comida así hay que irse a descansar, o hasta a dormir, porque nos sentimos somnolientos, pesados, y los que deben trabajar lo hacen sin gusto ni entusiasmo. Mientras que el que ha sabido comer correctamente se encuentra lúcido y bien dispuesto. Si comemos de forma mecánica, inconsciente, haciendo gestos rápidos, bruscos, tragando más que masticando, agitando en nuestra cabeza y en nuestro corazón pensamientos y sentimientos caóticos, incluso discutiendo con alguien, se perturba el organismo en todas sus funciones y ningún proceso de desarrolla ya correctamente, ni la respiración, ni la circulación, ni la digestión, ni las secreciones, ni la

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3 eliminación de las toxinas. Miles de personas enferman de esta manera, sin saber que sus males provienen de su forma de alimentarse. Mirad lo que sucede en las familias. Antes de la comida nadie tiene nada que decirse, cada uno está en su rincón, leyendo, escuchando la radio, cosiendo, etc. Pero en cuanto hay que ponerse a la mesa todos tienen historias que contarse, o incluso cuentas que ajustar, y hablan, discuten, se pelean Una actitud así es extremadamente peligrosa para la salud y. si uno es inteligente, debe evitar cultivarla. Tomemos ahora una fruta. Sin detenernos en su sabor, en su perfume, en su color, en su materia etérica (lo que es todavía otra cuestión), consideremos que esta fruta está llena de rayos de Sol; es una carta escrita por el Creador que nosotros debemos descifrar. Todo depende de la forma en que leamos esta carta. Si no sabemos leerla, no obtendremos de ella ningún beneficio. Diréis: "Pero, entonces, ¿cómo debemos comer?..." En el momento de ponerse a la mesa, después de haberse lavado las manos, un Iniciado se pone en las mejores condiciones para recibir los elementos preparados en los laboratorios de la naturaleza. Se recoge, se conecta con el Creador, dice una oración, corta o larga, y, en el silencio y la paz, empieza este proceso de la más alta magia blanca: la nutrición. Toma un primer bocado, que procura masticar durante el mayor tiempo posible hasta que desaparezca en su boca, sin ni siquiera tener que tragarlo. El estado en el que tomamos el primer bocado es extremadamente importante. Debemos, pues, prepararnos para hacerlo en la mejor disposición posible, porque este primer bocado es el que desencadena interiormente todos los engranajes. Si empezáis en un estado armonioso, todo lo demás se desarrollará armoniosamente. También es muy importante masticar bien. Porque favorece la digestión, desde luego, pero también por otra razón muy importante: la boca, que es la primera en recibir el alimento, es el laboratorio esencial, porque es el más espiritual. La boca juega, en otro plano, el papel de un verdadero estómago; absorbe las partículas etéricas del alimento, las energías más finas y más poderosas, y los materiales más groseros se envían después al estómago. La boca contiene unos

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4 aparatos sumamente perfeccionados, unas glándulas, situadas sobre la lengua y bajo la lengua, que se encargan del trabajo especial de captar las partículas etéricas del alimento. ¡Cuántas veces habréis hecho esta experiencia! Estabais ahí, casi muertos de hambre, inanimados, y empezáis a comer... Desde los primeros bocados, antes incluso de que el alimento haya podido ser digerido, ya os sentís restablecidos, revigorizados. ¿Cómo pudo suceder tan rápidamente? Gracias a la boca, el organismo ya había absorbido unas energías extraordinarias. Había absorbido los elementos etéricos que fueron a alimentar al sistema nervioso. Antes de que el estómago reciba el alimento, el sistema nervioso ya está alimentado. Hay que extraer del alimento sus energías divinas y eso sólo se hace a través de la boca. Un Iniciado toma sus comidas de forma que pueda extraer del alimento los elementos nutritivos que entrarán como materiales de construcción, no solamente en su organismo físico sino también en su organismo espiritual. Dado que el hombre no sólo posee un cuerpo físico, sino también otros cuerpos más sutiles (los cuerpos etérico, astral, mental, causal, búdico y átmico), la cuestión que él se plantea es saber cómo alimentar a estos cuerpos sutiles que a menudo están subalimentados debido a su desconocimiento.1 Sabe, más o menos, qué alimento debe dar a su cuerpo físico (y digo más o menos, porque la mayoría de los humanos comen carne, lo que es nocivo para su salud física y psíquica), pero no sabe alimentar a los demás cuerpos: al cuerpo etérico (o cuerpo vital), al cuerpo astral (sede de las emociones), al cuerpo mental (sede del pensamiento), etc. Os decía que hay que masticar bien los alimentos, pero la masticación es para el cuerpo físico. Para el cuerpo etérico hay que añadir la respiración. Sabéis que el aire aviva la llama: sopláis sobre el fuego para reanimarlo. De la misma manera, cuando respiráis al comer la combustión es más intensa. La digestión no es otra cosa que una combustión, lo mismo que la respiración y la reflexión. Únicamente el grado de temperatura suministrado y la pureza de la materia difieren en cada uno de estos procesos. Así pues, al comer, debéis deteneros, de vez en cuando, y respirar profundamente para que esta combustión le permita al cuerpo etérico extraer del alimento partículas más sutiles. Cuando hablo de que hay que tratar de extraer del alimento

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5 partículas más sutiles, no debéis extrañaros. Una fruta, por ejemplo, está hecha de materia sólida líquida, gaseosa y etérica. Todo el mundo conoce bien la materia sólida y liquida. Muchos menos se ocupan del perfume, que ya es más sutil, del dominio del aire. En cuanto a lo etérico, que está ligado a los colores de la fruta y a su vida, que todavía no puede ser pesada con balanzas pero que emana de la fruta y se difunde en la atmósfera, se ignora y se descuida totalmente Sin embargo, lo etérico es de la mayor importancia en la nutrición, y podemos entrar en contacto con él en el silencio, y gracias a la respiración. Actualmente, debido a costumbres sociales que no tienen a menudo otro origen que la ignorancia de los humanos, cuando los hombres se invitan entre sí empiezan a hablar, a gesticular, no respiran rítmicamente y profundamente durante las comidas, y así no es de extrañar que se hayan tenido que fabricar tantos medicamentos para tratar los trastornos de la digestión. Los orientales son más sabios: ponen todos los platos sobre la mesa y dejan que sus invitados coman tranquilamente en silencio. No hablan, no les acosan con preguntas para parecer corteses, gentiles, amables, como en occidente; y entonces, si, uno se puede alimentar correctamente. Si yo tengo que hablar durante una comida, aunque se trate de una conversación muy amistosa, cuando me levanto de la mesa siento un vacío, una insatisfacción, una especie de tensión nerviosa... Algo me falta, y es que no he comido como Dios manda. ¡Cuántas veces lo he constatado! Cuando habéis comido en silencio y en paz conserváis después este estado durante toda la jornada Aunque tengáis que correr a uno y otro lado, os basta con pararos, apenas un segundo, para sentir que la paz sigue ahí. Porque habéis comido correctamente. Si no, hagáis lo que hagáis, aunque descanséis, aunque habléis suavemente, estáis agitados, turbados, trepidantes. Lo repito, pues: para alimentar al cuerpo etérico, hay que respirar profundamente. Al ser el cuerpo etérico el portador de la vitalidad, de la memoria y de la sensibilidad, os beneficiáis así de su buen desarrollo. Pero, de la misma manera que alimentamos al cuerpo físico y al

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6 cuerpo etérico, debemos alimentar también al cuerpo astral. Dado que el cuerpo astral se alimenta con sentimientos y emociones, que están hechos de una materia más fina y más sutil que las partículas etéricas, podemos alimentarlo teniendo sentimientos de amor para con el alimento, pensando que ha sido preparado en los talleres del Señor y que es una riqueza, una bendición. Deteniéndose unos instantes con amor sobre los alimentos, el Iniciado prepara su cuerpo astral para extraer de éstos unas partículas todavía más preciosas que las partículas etéricas. Cuando el cuerpo astral ha absorbido estos elementos tiene todas las posibilidades de suscitar sentimientos de un orden extremadamente elevado: el amor hacia el mundo entero, la sensación de estar feliz y en paz, de vivir en armonía con la Naturaleza. Cuando el cuerpo astral ha recibido su alimento durante la comida, experimentáis una sensación de bienestar indescriptible, os sentís generosos, benevolentes, indulgentes. Si debéis resolver cuestiones importantes, os mostráis generosos, pacientes, sabéis hacer concesiones. En cambio, si el cuerpo astral no ha sido alimentado, si habéis comido gruñendo, criticando a los demás, enfadados, os manifestáis después con acritud, con nerviosismo y parcialidad, y, si tenéis problemas importantes que resolver, la balanza se inclina siempre del lado negativo o injusto. Después tratáis de justificaros diciendo: "¡Qué le vamos a hacer!, ¡no puedo hacer otra cosa!, ¡estoy nervioso!" Para calmaros, tomáis medicamentos; pero seguiréis sintiéndoos nerviosos si nadie os ha enseñado a comer e ignoráis que es durante las comidas cuando podéis mejorar el estado de vuestro sistema nervioso. Por eso, cuando nos encontramos ante el alimento, debemos dejar todo de lado, incluso los asuntos más importantes, sabiendo que lo más importante es alimentarse bien, de acuerdo con las reglas divinas, porque todo depende de ello. Si hemos comido correctamente, todo lo demás se resolverá después con una gran rapidez. Comer correctamente permite, pues, ganar mucho tiempo y hacer una gran economía de fuerzas. No debemos imaginarnos que vayamos a resolver los problemas más fácilmente y más rápidamente estando en un estado de febrilidad y de tensión; al contrario, se nos escapan los objetos de las manos, decimos palabras torpes, zarandeamos a la gente

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7 y hacemos estropicios que luego debemos reparar durante jornadas enteras. El discípulo, que sabe que debe tomarse su tiempo y satisfacer las leyes divinas, puede resolver en unos minutos lo que le habría llevado veinticuatro horas, y más. Porque con lucidez y con luz se puede encontrar una solución clara y sin fallos a los problemas. Para alimentar su cuerpo mental, un Iniciado se concentra en el alimento y cierra incluso los ojos para concentrarse mejor. El alimento representa para él una manifestación de la Divinidad, y se esfuerza en estudiarlo bajo todos sus aspectos: de dónde viene, qué contiene, cuáles son las cualidades que le corresponden, qué entidades se han ocupado de él... porque hay seres invisibles que trabajan en cada vegetal, en cada planta, en cada fruto. Con su espíritu absorto en estas reflexiones, un Iniciado medita profundamente y recibe revelaciones. Así alimenta su cuerpo mental y extrae del alimento unos elementos superiores a los elementos del plano astral. De ahí nacen para él una claridad, una penetración profunda de la vida y del mundo. Después de una comida que se toma en tales condiciones, se levanta de la mesa con una comprensión tan luminosa que es capaz de emprender los más grandes trabajos del pensamiento. La mayoría de la gente, e incluso los intelectuales, se imaginan que basta con leer, con estudiar y reflexionar para ser capaces intelectualmente. Todo esto es necesario, desde luego, pero igual de importante es alimentar al cuerpo mental para volverlo resistente y susceptible de esfuerzos prolongados. Hay que comprender bien que los cuerpos astral y mental son soportes, uno de los sentimientos y otro del pensamiento, y que estos dos cuerpos deben recibir un alimento apropiado para que seamos capaces de asumir nuestra tarea en estos dos dominios, afectivo e intelectual. Pero, como ya os dije, más allá de los cuerpos etérico, astral y mental, el hombre posee otros cuerpos todavía más sutiles, los cuerpos causal, búdico y átmico, que también deben ser alimentados. Así pues, después de haber respirado, después de haber comido el alimento con amor, después de haber meditado en él, dejaos penetrar por un sentimiento de gratitud para con el Creador, porque así es como llegaréis a realizar una verdadera comunión con Él. Si sabéis alimentar vuestros tres cuerpos superiores, tendréis arrobamientos,

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8 éxtasis. Porque estas partículas sutiles que captáis son distribuidas por todas partes, en el cerebro, en el plexo solar, en todos los órganos, y empezáis a daros cuenta de que tenéis otras necesidades, otros deseos, otros gozos, y también otras posibilidades se abren ante vosotros. Antes erais como piedras, dormíais; mientras que ahora os volvéis vivos, sensibles, despiertos. Cuando habéis terminado la comida, no debéis levantaros inmediatamente para empezar a trabajar y a discutir. Pero tampoco es bueno que os tumbéis una o dos horas en un sillón o en una tumbona. Cuando hayáis acabado de comer, permaneced tranquilos durante unos momentos haciendo respiraciones profundas para que el prana permita un mejor reparto de las energías en el organismo. Así os sentiréis muy bien dispuestos para emprender toda clase de trabajos. Mientras que si os acostáis para descansar, supuestamente, en realidad no descansáis, os apoltronáis, vuestro organismo se entorpece Quizá nunca hayáis considerado la nutrición bajo este ángulo. En la nueva raza que viene, se enseñará a los humanos que la nutrición no es un proceso tan simple, tan corriente y poco apreciado como tienen tendencia a pensar, sino que detrás de este acto cotidiano de comer Dios ha escondido para cada uno de nosotros la posibilidad de hacer un trabajo psíquico de la más alta importancia, porque la nutrición concierne a la totalidad del ser humano. Suponed que no tengáis tiempo de rezar porque estéis desbordados de ocupaciones: utilizáis este pretexto para no tener ninguna vida espiritual. En realidad, por lo menos tres veces al día tenéis las mejores condiciones para conectaros con el Cielo, con el Señor, porque tres veces al día os veis obligados a comer. Todo el mundo está obligado a comer todos los días. Siempre nos tomamos el tiempo para comer. No tenemos tiempo para rezar, no tenemos tiempo para leer, para meditar, claro, pero siempre tenemos tiempo para comer. No podemos dejar de comer; eso todo el mundo lo comprende. Incluso la gente más cruel, en las cárceles, o en cualquier sitio, os dará de comer. Os humillarán, os martirizarán, os privarán de todo, pero os darán algunos mendrugos de pan y un vaso de agua. El mundo entero ha comprendido que el alimento es indispensable, ¿Por qué no aprovechar entonces este momento en el que tomáis este alimento para

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9 añadirle una oración, un pensamiento de gratitud y de amor? Nadie puede decir que no tiene tiempo: ¿acaso no come tres veces al día? Es en estos momentos cuando el Cielo os da las mejores condiciones para hacer un trabajo espiritual. Probadlo. Yo lo he hecho desde mi juventud, conscientemente, y cada día aún trato de hacerlo, porque tengo conciencia de que todo eso es riqueza, oro, que pongo en reserva en los bancos del Cielo. Sé que lo que acabo de deciros no es para todo el mundo. Que cada uno haga lo que quiera, pero el discípulo de la Fraternidad Blanca Universal, que tiene un alto ideal, debe hacer un esfuerzo para ajustarse a estas reglas magnificas y estará maravillado de las posibilidades que van a descubrirse ante él para calmarse, para reforzarse, para mejorar su salud física y espiritual. Sabiendo alimentarse en todos los planos, no tiene necesidad de los demás para remediar a ciertos trastornos físicos y psíquicos. De ahora en adelante la nutrición se considerará uno de los mejores yogas que existen, aunque no haya sido mencionado nunca en ninguna parte. Todos los otros yogas: Radja, Karma, Laya, Jnani. Krya, Agni yoga, son magníficos, pero se necesitan años para obtener un pequeño resultado. Mientras que con Hrani yoga (Del búlgaro "tirana" comida, así es como yo lo llamo), los resultados son muy rápidos. Es el yoga más fácil, el más accesible; lo practican todas las criaturas sin excepción, aunque de momento inconscientemente. Toda la alquimia y la magia están contenidas en este yoga, que es el más desconocido, el peor comprendido hasta hoy. Es increíble que incluso los seres inteligentes no se hayan dado nunca cuenta de los secretos escondidos en la nutrición. Probad, aunque sólo sea durante una semana, a comer de acuerdo con las reglas que os indico. Evidentemente, constataréis que os es difícil callaros durante las comidas para concentraros únicamente en el alimento... O que, si lográis callaros exteriormente, hacéis ruido interiormente... O incluso que, si llegáis a calmaros interiormente, vuestros pensamientos vagabundean por otra parte. Por eso os digo que la nutrición es un yoga, porque saber comer exige concentración, atención, autocontrol, y también inteligencia, amor y voluntad.

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10 Sabiendo comer en silencio y con recogimiento creáis una atmósfera de paz y de luz en la que todas las realizaciones divinas son posibles. Tenéis revelaciones, inspiraciones: al que es poeta, le son inspirados los mejores poemas; el músico oye las más bellas sinfonías en su alma; el pintor ve los que se presentan ante él los cuadros más hermosos. El investigador encuentra la solución de los problemas que le preocupan. Los que tienen necesidad de condiciones para recobrar la paz y la salud, encuentran estas condiciones, y los nuevos recién llegados son captados por este ambiente maravilloso, exorcizante. Todos estos beneficios son debidos, simplemente, a una forma razonable y espiritual de comer. En realidad, la nutrición debe ser comprendida como un trabajo del espíritu sobre la materia. En general la gente se imagina que es necesario comer mucho para estar con buena salud y tener muchas fuerzas En absoluto, y, hasta al contrario, comiendo mucho fatigamos al organismo, obstaculizamos y bloqueamos todos los procesos digestivos, lo que conlleva sobrecargas, materias inútiles e imposibles de eliminar. Así es como aparecen toda clase de enfermedades, debido a esta opinión errónea de que hay que comer mucho para tener buena salud. El hambre prolonga la vida. No os vayáis nunca saciados de la mesa, porque os volveréis pesados, os materializaréis, y ya no tendréis ningún impulso para perfeccionaros. Mientras que si os levantáis de la mesa con un ligero apetito, absteniéndoos de algunos bocados que aún os apetecían, el cuerpo etérico recibe un impulso para ir a buscar en las regiones superiores los elementos que colmarán el vacío que habéis dejado. El cuerpo etérico encuentra estos elementos sutiles y los capta, de forma que, unos minutos más tarde, no sólo ya no tenéis hambre sino que os sentís más ligeros, más vivos, más capaces de trabajar, porque estos elementos son, justamente, de una calidad superior. Mientras que si coméis a saciedad, e incluso sin tener hambre, por el placer de comer, como hacen tantos, en realidad nunca estaréis saciados y vais a provocar en vosotros un desequilibrio. Si coméis excesivamente, se produce una sobrecarga en vuestro cuerpo etérico, que tiene que trabajar demasiado y ya no puede hacer bien sus funciones; entonces, los indeseables del plano astral, viendo esta abundancia de alimento, se precipitan para tomar parte en este banquete que estáis dando inconscientemente y, algún tiempo después,

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11 os sentís vacíos de nuevo y experimentáis el deseo de empezar de nuevo a comer para colmarlo... Y los indeseables vuelven también. Y así os convertís en cebos magníficos para atraer y alimentar a los ladrones y a los hambrientos del plano astral que se deleitan a vuestras expensas. 3

Es asombroso ver cómo los humanos, que tienen la pretensión de penetrar los misterios de la creación y que persiguen conocer sus más grandes secretos, desprecian y dejan de lado el proceso en el que Dios ha puesto toda Su Sabiduría. Si estudiamos las leyes de la nutrición, constatamos que volvemos a encontrar estas mismas leyes por todas partes en el universo (son ellas las que rigen los intercambios entre el Sol y los planetas) y que éstas son válidas en todos los dominios, en particular en el del amor. Sí, e incluso en el proceso de la concepción, de la gestación... ¿Qué conocéis de la nutrición? Observaos cuando coméis y constataréis cuál es vuestro grado de evolución. Si no tenéis respeto para con el alimento que Dios mismo os ha dado, ¿para qué lo tendréis? Cuando respetéis el alimento, comprenderéis los misterios de la comunión y las palabras de Jesús: "Comed, esto es mi cuerpo... Bebed, esta es mi sangre...", "El que come mi carne y bebe mi sangre tendrá la vida eterna." El alimento ya ha sido bendecido por el Creador. La mayor prueba de que este alimento ya está bendecido es que nos da la vida. Dios está en el alimento bajo forma de vida... Si creéis que es necesario que los humanos bendigan primero el alimento para que éste pueda dar la vida, todavía estáis lejos de la verdad! Antes de que los humanos bendigan el alimento, éste ya ha sido bendecido por el Cielo. "Entonces, diréis, ¿no sirve de nada la bendición?" Sí, la bendición es una especie de ceremonia, un rito mágico, si queréis. Las palabras, los gestos, los pensamientos del sacerdote que bendice el alimento, lo envuelven con emanaciones y fluidos que lo preparan para entrar en armonía con aquéllos que deben consumirlo. De esta manera, se crea en los cuerpos sutiles un contacto, una adaptación, que les permite recibir mejor la riqueza oculta en el alimento. Tal cual es, el alimento no está preparado para ser absorbido, asimilado y distribuido por todo el cuerpo. Hay que domesticarlo,

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12 volverle amigo, porque, si no, sigue siendo una materia extraña, no vibra al unísono con nuestro organismo. Si repito sin cesar que debemos acostumbrarnos a comer en silencio, con recogimiento, con amor, con gratitud, es porque esta manera de comer produce un cambio tan profundo en el alimento que éste ya no contiene ninguna partícula extraña. El organismo es perturbado por toda partícula que no vibra en acuerdo con él. Si hay tantas personas enfermas es porque no saben comer; han acumulado en ellos demasiadas sustancias mal domesticadas que se convierten en algo parecido a desechos. Únicamente el amor puede transformar la materia que absorbemos. Si no comemos con amor, hay una parte del alimento que el organismo no puede transformar, porque no vibra en armonía con él, y esta materia que se acumula obstaculiza las funciones del cuerpo. Es extremadamente importante saber comer, porque entonces el cuerpo astral y el cuerpo mental trabajan sobre el alimento para volverlo completamente asimilable para que las energías se distribuyan armoniosamente por todo el cuerpo. A veces hace falta mucho tiempo para que el organismo acepte y digiera ciertas partículas simplemente porque no hemos sabido cómo domesticarlas; y provocan enfermedades, tumores, cánceres... Sí, ¡porque no sabíamos comer correctamente! Existen, claro, otras razones externas; por ejemplo, el hecho de que en nuestra época la mayoría de los alimentos estén envenenados por toda clase de productos. Ya no se encuentra nada puro, fresco; las frutas, las verduras, se cultivan con abonos nocivos, y el pescado se captura en ríos y mares polucionados... Pronto ya no se podrá vivir en la Tierra. Con tal de hacer negocios y ganar dinero, ¡a la mayoría de la gente le importa un rábano que los demás puedan morir envenenados! Sin embargo, depende de nosotros que nuestro organismo acepte el alimento, y las oraciones, las bendiciones antes de las comidas, sirven, justamente, para influenciarlo favorablemente y prepararlo para ser bien asimilado. Las fórmulas, las oraciones, no pueden añadirle la menor parcela de vida, porque Dios ya ha puesto la vida en el alimento. Antes de ser bendecido ya contiene todos los elementos que son útiles para nuestra subsistencia. Si fuese posible introducir la vida divina con una simple bendición humana, ¿por qué no bendecir también trozos de madera, de piedra, de metal, para comerlos? Al

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13 bendecir una piedra, un trozo de madera o de metal, introducimos en ellos una especie de vida, desde luego, pero esta vida no puede alimentar a los humanos; puede tener una utilidad, pero no puede servir para alimentarles. Si aprendéis a absorber conscientemente, cada día, la vida divina en todas partes en donde está contenida: en el alimento, en el agua, en el aire, en los rayos de Sol, en el espacio infinito, tendréis la vida eterna, conoceréis al Señor, le bendeciréis cada día y llegaréis a ser seres enteramente nuevos.

¡Que la luz y la paz estén con vosotros!

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Temas del Maestro OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Sobre el Hrani Yoga

CAPÍTULO I

Por la mañana, a mediodía y por la noche, todo el mundo se ocupa de alimentarse para mantenerse en buena salud. Todos conocen la importancia del alimento y saben que, si tienen de qué comer, estarán salvados; y para ello hacen guerras y revoluciones. Pero, al mismo tiempo, no saben comer; ¿cómo, entonces, comprender a los humanos? Este capítulo, así como los siguientes, comprenderán, cada uno de ellos, un pasaje de la primera conferencia de este volumen, seguido de textos destinados a completarlo y a ampliar su significado.

Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Bonfin, 18 de Agosto de 1971

El mundo entero pone la cuestión del alimento en primer lugar, todos procuran resolver esta cuestión lo primero de todo. Trabajan y hasta se pelean para ello; muchas guerras no tienen otro origen. Pero esta actitud con respecto al alimento todavía no es más que un instinto, una tendencia que no ha entrado en el dominio de la clara consciencia. Los animales siempre se han ocupado de buscar su alimento; ésta es la primera de sus preocupaciones. Los humanos también sólo trabajan para asegurar su subsistencia y todos piensan: "¡Claro que hemos comprendido la importancia de la nutrición! ¿A quién se lo dice?" Pero, en realidad, no han comprendido nada, porque su comprensión se ha quedado al nivel del instinto; todavía no han comprendido la importancia espiritual del acto de comer, y vosotros tampoco. Cuando lo comprendáis, la nutrición será para vosotros una fuente de beneficios y de maravillas, porque se añadirán a ella otros significados, otros conocimientos, otros trabajos que ejecutar, otras metas a alcanzar. En apariencia, comeréis como todo el mundo, y el mundo entero comerá como vosotros, pero, en realidad, habrá una diferencia tan enorme como entre la Tierra y el Cielo.

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2 No basta con saber que la nutrición ofrece posibilidades extraordinarias. Si no hacéis nada para emplear estos materiales, vuestros conocimientos, por muy grandes que sean no os servirán de nada. Muchos de vosotros se contentan con bellas teorías sin poner nada en práctica. Dicen: "Lo sé, lo sé", y se paran ahí. ¿Por qué no utilizáis vuestro saber para desencadenar vuestra voluntad y hacer maravillas? Os hablé esta mañana del nuevo Cielo y de la nueva Tierra... Pues bien, en la nueva Tierra, es decir, entre los nuevos comportamientos que los humanos deben adoptar, habrá una mejor actitud para con la comida. Todos apreciarán los regalos del Creador, sabrán recibirlos en armonía con las leyes del amor, de la luz y de la paz. Estos factores psicológicos son elementos que transforman realmente el alimento, y este alimento transformado, sublimado, iluminado, contribuye a la edificación de un nuevo cuerpo. Así pues, mientras coméis olvidaos de todo, dejad todo de lado; aunque tengáis dificultades, preocupaciones y penas, dejadlos fuera por unos minutos y concentraos solamente en este proceso mágico. Después de la comida, si tanto las echáis en falta, volved a coger vuestras cargas. Pero mientras coméis, dejadlas aparte, porque si no estos estados negativos van a introducir en vosotros elementos extraños, tenebrosos, nocivos, que impedirán que vuestro trabajo de transformación se haga correctamente, y no lograréis extraer del alimento los elementos más espirituales para enviarlos al cerebro y tener fuerzas para llevar a cabo las mejores actividades durante toda la jornada

¡Que la luz y la paz estén con vosotros!

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Temas del Maestro OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Sobre el Hrani Yoga

Capítulo II En el momento de ponerse a la mesa, después de haberse lavado las manos, un Iniciado se pone en las mejores condiciones para recibir los elementos preparados en los laboratorios de la naturaleza. Se recoge, se conecta con el Creador, dice una oración, corta o larga, y, en el silencio y la paz, empieza este proceso de la más alta magia blanca: la nutrición.

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Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Bonfin, 21 de Septiembre de 1969

Yo siempre he deseado prolongar las meditaciones que hacemos antes de las comidas, porque eso produce unos resultados extremadamente favorables. En ninguna parte del mundo veréis a personas que, antes de comer, permanezcan en silencio tanto como nosotros (¡aunque sólo sean, en realidad, unos minutos de nada los que pasamos así!), ni siquiera dicen una oración; se lanzan inmediatamente sobre el alimento y comen como animales. Por eso no obtienen de él grandes beneficios: porque solamente absorben los elementos groseros del alimento, mientras que todo lo sutil, lo etérico, sigue siendo algo extraño para ellos, algo desconocido. No hay que considerar el silencio durante las comidas como un hábito de convento. En los conventos observan silencio durante las comidas, eso es algo conocido, pero el silencio no pertenece a los conventos, pertenece a todos los ángeles, a todos los Iniciados, a todas las personas sensatas. En el silencio preparamos las condiciones favorables para la manifestación de las entidades divinas. Porque a estas entidades les gusta el silencio; esperan siempre estas condiciones que los humanos raramente les dan. Los que vienen por primera vez,

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2 claro, están desorientados, se preguntan lo que es este silencio tan raro al que no están habituados, y hasta tienen miedo de él... No, no hay que tener miedo del silencio, sino abandonarse a él, como un niño en los brazos de su madre... Yo permanecería horas enteras en este silencio, porque en él es donde podemos sentir el aliento de la eternidad. Cuanto más evolucionados estamos, más necesidad de silencio tenemos. En las ferias, en las clases de las escuelas, el ruido es el signo de la vida, pero no del grado superior de la vida. La vida intensa, la mayoría de las veces es como si no hubiese nada, ni sonido, ni movimiento. La vida intensa es el silencio absoluto y me gustaría que, de ahora en adelante, aprendieseis a amar este silencio, porque en el silencio es donde se preparan las condiciones ideales para la venida de seres muy poderosos.

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Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Sèvres, 24 de Abril de 1971

Antes de la comida cantamos para armonizarnos, y el alimento, que de esta manera recibe estas corrientes magnéticas, nos da la fuerza, la salud, la luz. Tratad, pues, de comprender que lo que hacemos aquí es muy importante. De momento cantáis por costumbre. Los cantos son magníficos, claro, se ve que sois felices cantando, que lo hacéis con todo vuestro corazón, pero todavía no sois conscientes de la influencia que los cantos pueden tener sobre este alimento que debéis prepararos a tomar como si fuese un acto sagrado, una ceremonia mágica. ¿Veis?, hacéis muchas cosas, ¡y cosas magnificas! Pero vuestra conciencia todavía no está suficientemente iluminada para saber, en su justo valor, la importancia de lo que hacéis, y yo estoy aquí, pues, para llevaros más lejos, para que vuestra conciencia se ensanche, se ilumine. Cuando cantamos estamos impregnando el alimento, e incluso esta sala, con partículas celestiales, y durante días y días este alimento os impulsará para pensar y actuar magníficamente. ¿Veis?, el mundo entero no conoce nada de todo eso; comen sin esta luz, o bien, dicen dos palabras: "Señor, bendice este alimento..." y antes incluso de terminar la oración ya están tragando. ¿Cómo queréis que, en estas condiciones, el pensamiento pueda elevarse hasta las regiones sublimes?... O bien se ponen a la mesa en un estado de nerviosismo y de ira: "¡Ah!, ¡ah!, la próxima vez que me encuentre a éste, ¡va a pasarlas canutas!" Y así es como envenenan el alimento. Pero después el alimento se venga: cuando entra en el organismo del hombre está polucionado con sus pensamientos negativos. Entonces, ¿cómo queréis que os siente bien?.

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Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Bonfin, 5 de Agosto de 1975

En la Fraternidad tenemos la costumbre de cantar juntos, de comer juntos y de meditar juntos. ¿Por qué? Porque nuestra Enseñanza aporta nuevos métodos para que los humanos aprendan a vivir más fraternalmente. La tendencia natural de los humanos es individualizarse, aislarse, e incluso ser hostiles los unos con los otros, lo que crea muchas anomalías. Cada vez más, incluso en las familias, constatamos esta tendencia a alejarse: ya no se comprenden, ya no saben ponerse en la situación de los demás... De todas formas, hay tres momentos en los que los humanos aceptan más estar juntos: para cantar, para comer y para rezar. Pero, fuera de estos momentos, están separados, aislados, e incluso son hostiles... Al cantar juntos ya estamos haciendo algo enorme para vibrar al unísono, para acordarnos, para armonizarnos... Las vibraciones, las auras de todos los hermanos y hermanas se unen, se funden... Los hombres tienen siempre miedo, cuando están con los demás, de perder su libertad y su independencia. No saben que, al contrario, ¡así pueden ser más libres! Lo que más falta en las enseñanzas espiritualistas es, justamente, este hábito de cantar juntos. Lo que predomina en ellas es el intelecto, la búsqueda de conocimientos y de poderes de los que se sienten tan orgullosos, y siempre están separados, aislados; no se siente ningún amor entre ellos, todo es frío, helado. Pues bien, aquí hacemos esfuerzos para poner un poco de calor, para acercarnos los unos a los otros. Cuando todos lleguen a cantar juntos con su corazón, con su alma, cada vez se sentirá más esta armonía que aporta la paz, el gozo, la salud. Muy pocos saben que los cantos (siempre, claro, que no se canten mecánicamente, automáticamente, sino haciendo participar al alma y al espíritu en este acto de cantar) atraen entidades luminosas del mundo invisible, a ángeles que nos aportan sus bendiciones. Por eso es tan importante cantar juntos, como hacemos aquí antes de las comidas, para que los espíritus de arriba vengan a

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5 asistir a este momento tan importante en el que debemos entrar, gracias al alimento, en comunicación con la carne y la sangre de Cristo. Y cuando estamos juntos por la mañana, a la salida del Sol, o en la sala para meditar, para rezar, ahí también se hace una fusión, una unión. Muchos dirán que no quieren la unidad, que quieren ser diferentes de los demás, que quieren estar separados de los demás... Que hagan lo que quieran, pero deben saber que así caminan hacia la muerte. En realidad estamos construidos según un modelo único, tenemos necesidad de comprender, tenemos necesidad de amar, y tenemos necesidad de crear. Los humanos ignorantes son los que han inventado esta filosofía perniciosa según la cual todos debemos ser diferentes... es decir, ¡todos locos, todos desequilibrados! No, mis queridos hermanos y hermanas. La Inteligencia cósmica nos ha creado para que tengamos todos los mismos poderes, la misma luz, la misma belleza, las mismas verdades, los mismos gozos. Y, para ello, hay que acercarse unos a otros sin cesar, pero no acercarse aquí abajo, no, sino arriba, en donde tenemos nuestro origen. Cuanto más nos acercamos a esta unidad, pues, cuanto más vibramos al unísono, más felices y luminosos somos. Después de cada canto permanecemos unos minutos en silencio para hacer un trabajo de creación con el pensamiento y la imaginación, enviando ondas de luz a toda la humanidad. Porque aquí aprendemos a no estar ni un solo minuto sin tener una actividad saludable, para nosotros mismos y para el mundo entero. Ahora hay miles de personas que comparten nuestras ideas porque éstas se propagan; en los periódicos, en la radio, en la televisión, empiezan a presentar estas ideas. Hace algunos años no había nada de todo eso, y se burlaban incluso de estas ideas. Pero la Fraternidad envía ondas por todas partes en el mundo, y los cerebros que están preparados las captan. Es un trabajo gigantesco el que hacemos para el bien de la humanidad. Aquí no es como en las universidades, en donde estudian cuatro años, cinco años, seis años, y después las abandonan. Aquí no se viene para instruirse, sino para trabajar para el bien de la humanidad entera. Debéis participar en nuestro trabajo, que es tan esencial. No hay nada

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6 más glorioso que trabajar para el Reino de Dios y Su Justicia en la Tierra, para la Edad de Oro entre los humanos.

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Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Lyon, 20 de Marzo de 1966

Hoy os hablaré de la fórmula que tenemos la costumbre de recitar antes y después de las comidas: "Bojiata liubov nossi peulnia jivot: el amor divino aporta la plenitud de la vida." Fue el Maestro Peter Deunov quien nos dio esta fórmula, y también muchas otras, pero quiero detenerme especialmente en ésta. Todo el mundo tiene necesidad de amor, todo el mundo tiene necesidad de amar y de ser amado. Bajo formas diferentes, bajo manifestaciones diferentes, ninguna criatura es una excepción en eso. Escriben, hablan, cantan sobre el amor. Toda la vida gira en torno a esta palabra "amor": tragedias, comedias, tragicomedias... A causa del amor se crea, se construye, se mata, se hacen guerras... Pero dejemos que otros se ocupen de este amor humano y detengámonos solamente en el amor de Dios. Este amor que los hombres y las mujeres buscan exclusivamente los unos en los otros, está, en realidad, difundido por toda la naturaleza: en el alimento, en el agua, en el aire, en el Sol, en las estrellas... Y eso es el amor de Dios. Está difundido por todas partes, pero bajo una forma etérica, tan sutil, tan luminosa, que los humanos no lo ven, no lo sienten. Sin embargo, lo que el hombre busca en la mujer, y la mujer en el hombre, no es otra cosa, en realidad, que este elemento impalpable. Cuando se abrazan, ¿qué han recibido? No se han quitado nada el uno al otro para comerlo o beberlo. Pero, como no han comprendido que lo que buscan no es un cuerpo, algo que puedan estrechar, tocar, poseer, sino un elemento sutil, siempre están decepcionados. En realidad es este elemento sutil lo que los hombres y las mujeres pueden darse -y lo que saben darse tan mal-, este elemento que está difundido por toda la naturaleza. Y eso es justamente el amor de Dios. Este amor, que podemos absorber, respirar, es el único que no deja impurezas, ni insatisfacciones, ni penas. Por eso los Iniciados, que lo han dado todo para tener este amor, son tan felices, están tan colmados, viven en la plenitud; porque beben en esta fuente de amor,

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8 de amor divino. Sí, mis queridos hermanos y hermanas, el amor de Dios aporta la plenitud de la vida. Pero hay que saber en qué estado hay que captar este amor, que está difundido por todas partes en el universo, e incluso en las criaturas, hay que saber qué actitud debemos tener para beneficiarnos de él lo máximo posible. Se trata de todo un cambio de mentalidad para ser cada vez más sensibles al lado sutil de las cosas y no solamente al lado material, tangible. El amor de Dios está en todas partes, y debemos saber alimentarnos con este amor, porque los cambios que produce en el ser humano son extraordinarios. Ya no es tan débil, tan esclavo de las circunstancias; se alimenta con este amor y se siente rico, independiente. Tanto si le aman como si no planea por encima de todo, es rico, está colmado, posee este amor en sí mismo. Diréis que es difícil de comprender. Sí, es difícil porque los humanos no buscan lo sutil, lo vivo, lo profundo, lo invisible de las cosas, que es lo único que les puede dar lo que necesitan. Y luego, evidentemente, son vulnerables. “Bojiata liubov nossi peulnia jivot”. Hace años que pronunciáis esta fórmula sin daros cuenta de que contiene toda una enseñanza. El amor de Dios está en todas partes, pero para captarlo hay que tener una actitud especial. Esta actitud es la de la aguja de la brújula que se orienta siempre hacia la Estrella Polar. Lo que significa, para el hombre, que debe volver su rostro hacia el Señor, y no su espalda, como todo el mundo hace actualmente. Ya no saben cultivar una actitud sagrada. Ya no respetan nada, se burlan de todo, y así cierran todas las puertas al verdadero amor y a la verdadera vida. Además, ni siquiera creen que esta cuestión de la actitud que hay que tener con la naturaleza, con la vida, con el Señor, pueda ser tan importante. Se imaginan que cultivando cualquier actitud lo pueden comprender todo, obtener todo. Dios mío, ¡qué ignorantes! Y, sin embargo, conocen la química y saben que, para obtener tal reacción, hay que tomar tal y tal elemento, en tal y tal cantidad, llevarlos hasta tal temperatura... Si no realizáis estas condiciones no se produce nada, todo el mundo lo sabe; pero cuando se trata de las condiciones que hay que cumplir para tener resultados en la vida interior, ya no saben nada, ya no comprenden nada.

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9 El amor de Dios aporta la plenitud de la vida. Pero, para aproximarse a este amor, hay que tener, por lo menos, necesidad de él, y comprender la inmensidad de esta riqueza. Mientras no lo hayan comprendido, buscarán este pequeño amor limitado que deja siempre desechos y sufrimientos, ¡o bien "el gran amor"!, lo que es aún peor, porque este amor es un fuego que lo quema todo; es un incendio, y allí por donde pasa no queda nada. El amor humano os da, desde luego, unas migajas para comer, sólo que hay que pagarlas muy caro, muy caro; mientras que con el amor divino estáis colmados. No quiero decir que haya que rechazar el amor humano, no; hay que amar a la familia, a la mujer (o al marido), a los hijos, pero, al mismo tiempo, hay que acercarse al otro amor, al amor divino, porque, hagáis lo que hagáis, no podéis hacer felices a los demás sin ese amor. Podéis darles el amor humano, pero nunca estarán completamente satisfechos. Los humanos no saben verdaderamente lo que buscan. Creen buscar el amor humano, pero, en el fondo lo que buscan y necesitan es el amor divino: la inmensidad, el infinito, toda la belleza de la naturaleza y de los seres... Pero antes de llegar a eso, ¡cuántas tiendas irán a visitar! "Deme el amor... Deme la plenitud..." Pero ninguna tienda los posee. Únicamente el Señor mismo los posee, y hay que ir a buscarlos junto a Él. Mirad lo que sucede con todos estos seres que se han parado ahí, al lado de una tienda. "Tienda", quiere decir, evidentemente, una mujer bonita... ¡o un señor guapo! Al cabo de algún tiempo, todo está agotado, y se van a otra tienda que se ha abierto más recientemente: la mercancía es más fresca, la publicidad está mejor hecha, los escaparates más surtidos, hay más luz, más colores... Pero ahí también, al cabo de algún tiempo, todo se desmorona, todo se viene abajo, porque no era divino. Sólo es divino aquello que es inagotable y eterno, y eso es lo que deben buscar los humanos: el amor de Dios. "Bojiata liubov nossi peulnia jivot: el amor de Dios aporta la plenitud de la vida." ¿Veis?, esta fórmula que repetimos antes y después de las comidas tiene un poder formidable. Un día los humanos se darán cuenta de que sólo el amor de Dios puede aportarles la plenitud. Así pues, en vez de pronunciar esta fórmula maquinalmente, hay que procurar ahora fijarse en ella y decir:

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10 "¿Cómo podría yo acercarme a este amor divino, comprenderlo, sentirlo?".

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Temas del Maestro OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Sobre el Hrani Yoga

CAPÍTULO III

El estado en el que tomamos el primer bocado es extremadamente importante. Debemos, pues, prepararnos para hacerlo con la mejor disposición posible, porque es este primer bocado el que desencadena interiormente todos los engranajes. Si empezáis en un estado armonioso, todo lo demás se desarrollará armoniosamente.

Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Bonfin, 12 de Septiembre de 1966

El momento más importante de un acto es su comienzo, porque ahí se desencadenan las fuerzas, y estas fuerzas no se detienen en el camino, sino que van hasta el final. Besáis a una chica, y al principio no es nada, un acto insignificante; pero, al mismo tiempo, desencadenáis muchas otras fuerzas más poderosas, y estas fuerzas, al abrirse camino, os llevan muy lejos y ya no os podéis detener. Estáis en una montaña y tenéis encima de vosotros una enorme roca a punto de caerse por la pendiente a la menor sacudida. De vosotros depende el dejarla tranquila o empujarla. Si la ponéis en movimiento ya no la podréis parar: os aplastará, y a otros muchos junto a vosotros. Si abrís las puertas de una esclusa, ¡tratad después de parar el agua!... Al principio sois los amos, pero no después. Cuando los agitadores desencadenan un motín, ni siquiera ellos logran controlarlo después. Por eso se dice: “Quien siembra viento, recoge tempestades”. Antes de proferir una palabra, de lanzar una mirada, de escribir una carta, de dar la señal para una guerra, tenemos todos los poderes, pero después se acabó, ya no somos más que espectadores y, a menudo, víctimas. Está escrito en la Biblia: “Al principio, Dios creó el Cielo y la

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2 Tierra...”, “Al principio era el Verbo..." Los Iniciados saben la importancia del principio. Si desencadenáis al principio fuerzas luminosas, se producirán después acontecimientos magníficos a los que ya ni siquiera podréis oponeros. De nuevo seréis espectadores y víctimas de las fuerzas que hayáis desencadenado, ¡pero qué víctimas! Recibiréis mucho amor, luz, dulzura, belleza. Cuando nos recogemos, cuando cantamos unos minutos antes de cada comida, ponemos un buen comienzo para que este acto de comer sea un acto divino. Durante estos minutos de meditación debéis tomar conciencia de la importancia de los gestos que vais a hacer, para poder controlarlos a lo largo de toda la comida. De esta manera, podréis controlar también vuestros pensamientos y vuestros sentimientos. Aquéllos que en estos instantes de silencio toman conciencia de la importancia de la nutrición y de la actitud que hay que tener durante las comidas serán dueños de la situación y darán a sus gestos una flexibilidad, una armonía, una dulzura, un amor extraordinarios, que se reflejará en ellos mismos y les acercará al Señor. Nunca olvidéis la importancia del comienzo. Incluso antes de dormiros debéis estar vigilantes para empezar bien el paso de la vigilia al sueño. Un acto mal empezado corre siempre el peligro de acabar mal. Si empezáis haciendo un gesto brusco, todos vuestros gestos serán después bruscos, desarmoniosos. En algunos casos podemos detener la acción para darle conscientemente otro arranque mejor, pero vale más arrancar bien desde el principio. En realidad, todo es importante. Al final de la comida de nuevo meditamos para terminarla también de la mejor manera posible: dando gracias al Señor y un buen comienzo a los diferentes trabajos que nos esperan. No olvidéis nunca, pues, que cada actividad tiene su comienzo, y que este comienzo es esencial.

¡Que la luz y la paz estén con vosotros!

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Temas del Maestro OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Sobre el Harni Yoga

CAPÍTULO IV El hombre sabe, más o menos, qué alimento debe dar a su cuerpo físico. Digo “más o menos”, porque la mayoría de la gente come carne, lo que es nocivo para salud física y psíquica.

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Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Sèvres, 14 de Noviembre de 1945

Uno puede ser filósofo y querer estar día y noche con los libros..., puede estar enamorado perdido de un hombre o de una mujer..., pero llega el momento en que se ve obligado a abandonar sus libros, o a la persona que ama, para pensar en comer. Pero, aunque los hombres coman tres o cuatro veces por día, o incluso más, nunca han comprendido el significado de la palabra "alimento" en todos los dominios. El alimento es una cuestión muy vasta, porque no se limita solamente a los alimentos sólidos y a las bebidas que acostumbramos a absorber. También son alimentos los sonidos, los perfumes, los colores. Los seres del mundo invisible, en particular, se alimentan con olores. La costumbre de quemar incienso en las iglesias, por ejemplo, viene de este conocimiento muy antiguo de que los espíritus luminosos son atraídos por los olores puros, como el incienso, mientras que los espíritus infernales son atraídos por los olores nauseabundos. Los sonidos y los colores son también un alimento para los espíritus invisibles y pueden servir, por tanto, para atraerlos. Por eso, la mayoría de las veces, se representa a los ángeles tocando música y vestidos con ropajes de colores celestiales. Se ha dicho: “Sois templos de Dios vivo”. No hay que mancillar, pues, estos templos con alimentos impuros. Si los humanos supiesen

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2 en qué fábricas espirituales y celestiales han sido creados prestarían mucha más atención al alimento que entra en la construcción de este templo en el que Dios debe venir a habitar. Desgraciadamente, al comer carne, la mayoría de ellos se parecen más a cementerios llenos de cadáveres que a templos. Cada criatura, animal o humana, se siente impulsada a elegir tal o cual alimento, y esta elección es, a menudo, muy significativa. Si queréis saber cuáles son los resultados del alimento cárnico, id a visitar un parque zoológico y estaréis inmediatamente informados. Por otra parte, ni siquiera es necesario ir a los parques zoológicos para hacer esta constatación. Encontramos en la existencia a especímenes humanos de todas las especies de animales, y hasta de las que no figuran en los parques, como los mamuts, los dinosaurios y otros monstruos prehistóricos. Pero seamos caritativos y quedémonos con los parques zoológicos. Constataremos que los grandes carnívoros son animales feroces y que difunden a su alrededor un olor espantoso, mientras que los herbívoros tienen costumbres mucho más apacibles. El alimento que absorben no les vuelve ni violentos, ni agresivos, mientras que la carne vuelve irritables a los carnívoros. E, igualmente, los humanos que comen carne se ven impulsados siempre hacia una actividad destructiva. Debéis saber también que, cuando los llevan al matadero, los animales adivinan el peligro, sienten lo que les espera y tienen miedo. Este miedo provoca un desarreglo en el funcionamiento de sus glándulas, que secretan entonces un veneno. Nada puede eliminar este veneno, que se acumula en el organismo del que come carne, y su presencia no es, evidentemente, favorable para la salud del hombre ni para la duración de su vida. La diferencia entre el alimento cárnico y el alimento vegetariano radica en la cantidad de rayos solares que contienen. Las frutas y las verduras están tan impregnadas de luz solar que podemos decir que son una condensación de la luz. Cuando comemos una fruta o una verdura absorbemos, pues, luz solar que no deja desechos en nosotros. Mientras que la carne es más bien pobre en luz solar, y por eso se pudre rápidamente; y todo lo que se pudre rápidamente es nocivo para la salud. Además, debéis saber que todo el alimento que absorbemos

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3 se convierte, dentro de nosotros, en una antena que capta unas ondas bien determinadas. Y la carne nos conecta con el mundo astral. En el mundo astral viven unos seres que se devoran entre sí, como hacen las fieras, y, así, al comer carne, estamos en contacto cotidiano con el miedo, con la crueldad, con la sensualidad de los animales. El que come carne mantiene en su cuerpo una conexión invisible con el mundo de los animales y se asustaría si viese el color de su aura. Al matar a los animales para comerlos, les quitamos el derecho a vivir y a evolucionar. Cada hombre está, pues, acompañado por todas las almas de los animales cuya carne ha comido. Aunque el alma de los animales no sea semejante a la de los hombres, los animales tienen un alma; y el que ha comido la carne de un animal se ve obligado a soportar su presencia en él, y esta presencia se manifiesta con unos estados de ánimo que pertenecen al mundo animal. Por eso, muchas de las manifestaciones de los humanos no pertenecen en realidad al reino humano, sino al reino animal. El hombre verdadero todavía no se ha manifestado. El alimento que comemos va a nuestra sangre, y por eso ésta atrae a entidades especiales. Se dice en los Evangelios: “Allí donde se encuentran los cadáveres, se juntan los buitres”. Eso es cierto en los tres mundos, físico, astral y mental. Así pues, si queréis tener buena salud en los tres planos, no atraigáis a los buitres con cadáveres. El Cielo no se manifiesta a través de seres que se dejan invadir por las impurezas físicas, astrales y mentales. La carne corresponde, pues, a un elemento especial en los pensamientos, en los sentimientos y en los actos. Si soñáis que coméis carne, debéis estar atentos, vigilantes, porque eso indica que estaréis expuestos a ciertas tentaciones bien determinadas: cometer actos de violencia, dejaros arrastrar por el deseo sensual, o tener pensamientos egoístas e injustos, porque la carne representa todo eso: la violencia en el plano físico, la sensualidad en el plano astral y el egoísmo en el plano mental. En apariencia, la guerra es debida a cuestiones económicas o políticas, pero, de hecho, es el resultado de todas estas matanzas de animales. La ley de justicia es implacable y obliga a la humanidad a

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4 pagar derramando tanta sangre como la que los hombres han hecho derramar a los animales. ¡Cuántos millones de litros de sangre derramados en la Tierra claman venganza al Cielo! La vaporización de esta sangre atrae, no sólo a microbios, sino a miles de millones de larvas y de entidades inferiores del mundo invisible. Nosotros matamos animales, pero la naturaleza es un organismo y, al matar a los animales, es como si tocásemos ciertas glándulas de este organismo; entonces, las funciones se modifican y, algún tiempo después, la guerra estalla entre los hombres. Sí, porque han exterminado a millones de animales para comérselos, sin saber que estos animales estaban conectados con determinados hombres, y que estos hombres tendrían, por tanto, que morir con ellos. Al matar a los animales, matamos a los hombres. Todos dicen que debe, por fin, reinar la paz en el mundo, que no debe haber más guerras... Pero la guerra durará mientras sigamos matando animales, porque, al matarlos, destruimos algo en nosotros mismos.

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Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Bonfin, 7 de Julio de 1972

Muy pocos han observado que las leyes que actúan en el mundo físico son las mismas que actúan en el mundo interior. Si, por ejemplo, coméis, bebéis, o respiráis un producto nocivo, tóxico, vuestro organismo entero se siente incomodado hasta el punto, a veces, que puede sobreveniros la muerte. Los órganos de nuestro cuerpo trabajan coordinados para la unidad, para el bien del mundo entero. Así pues, en el momento en el que se introduce un elemento extraño, anárquico, que no obedece esta ley, éste causa trastornos. Pues bien, ¿por qué no comprender que esto es lo que también se produce en el dominio psíquico, y que con nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestros deseos, podemos también introducir elementos nocivos, discordantes que son contrarios a la armonía de todo nuestro ser interior, de los que van a derivarse desórdenes, debilidades y sufrimientos?. Día y noche los humanos conviven con elementos extraños, nocivos; por eso se sienten turbados, atormentados, porque han dejado que las impurezas se introduzcan en ellos. Han hablado mucho de la pureza y de la impureza (sobre todo los religiosos) pero a menudo todo lo que se ha podido decir sólo ha servido para embrollar la cuestión. Las impurezas son, simplemente, materiales extraños al organismo humano y, por tanto, indeseables. Estos materiales quizá no sean impuros por sí mismos, pero son considerados impuros porque no entran en la construcción del ser humano, es decir, en la construcción de su ser físico y psíquico. Son, pues, nocivos, y hay que desprenderse de ellos. Esto no es difícil de comprender, todo el mundo lo puede hacer, hasta los niños. Mirad, cuando han jugado con barro o se han embadurnado con crema o chocolate, saben que los adultos no se alegrarán de verlos en este estado y no se muestran demasiado. Mientras que cuando tienen un vestido bonito, o un bonito pantalón, hacen todo lo que pueden para mostrarse, para que les vean. Esto no es difícil de comprender; lo que es difícil es remediarlo,

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6 conocer la naturaleza de los elementos que absorbemos y vigilarnos para no dejar que entre nada nocivo. Sin darse cuenta, los humanos engullen en su cabeza y en su corazón elementos espantosos, y después de unos años están tan sucios interiormente, todo está tan enmohecido y fermentado, que los demás ya no pueden soportarles. Incluso sus familias y sus amigos empiezan a alejarse: se tapan la nariz, ya no les quieren. Porque siempre nos gusta la pureza. Mirad cómo una chica o un chico puros atraen al mundo entero. Y el cristal, el diamante, las piedras preciosas, o incluso las flores, las frutas, cuando son frescas gustan a todo el mundo, todo el mundo está impresionado. Pero ya os he hablado mucho de la pureza en relación con la séfira Iesod. La pureza es toda una ciencia porque está en la base de todas las demás adquisiciones: la salud, la belleza, la fuerza, la inteligencia... Sí, hasta la inteligencia, ¿acaso os extraña?. En el pasado, cuando no había electricidad, se servían de lámparas de petróleo, y la mujer de limpieza tenía que limpiar cada día el cristal, porque, si no, aunque la lámpara estuviese encendida no alumbraba, porque el humo que se había depositado en ella no dejaba ver la llama. Pues bien, esto es exactamente lo que sucede con el cerebro que empieza a no ver ya las cosas claras cuando está saturado de impurezas. La pureza, ésta es la base de la Enseñanza de la Fraternidad Blanca Universal. Y todas las filosofías humanas que contradicen esta filosofía divina serán barridas un día, porque están basadas en unas mentiras y una ignorancia que ya no se tolerarán. Lo repito, pues, la pureza es la base de la Enseñanza de la Fraternidad Blanca Universal, y eso explica por qué debemos comer tal alimento, rodearnos de tales objetos, tener tal conversación, alimentar tal pensamiento, tal sentimiento. Mientras que los que son inconscientes y recogen todas las impurezas, comiendo cualquier cosa, leyendo cualquier cosa, hablando con cualquiera, están enfermos y son desgraciados. Meditad, pues, sobre eso.

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Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Videlinata (Suiza), 24 de febrero de 1960

Pregunta: "A menudo se oye decir que el 13 es un número que trae desgracia, y, en particular, que nunca hay que ser 13 en la mesa. ¿Querría decirnos qué hay que pensar de eso?". Al número 13 no le gustan las impurezas, y las combate. Como es también muy activo, muy dinámico, puede perturbar a las criaturas que no poseen las cualidades femeninas de bondad, amor y dulzura para compensar su influencia. Hay que ser muy puros y llenos de amor para sentirse bien con el número 13. Según la Cábala, el cálculo de las letras de la palabra “ahava” (amor), da 13, y el de la palabra “ehad” (uno), da igualmente 13. Esto no es una casualidad. El 13 es un número muy significativo. Jesús y sus 12 discípulos, el Sol y las 12 constelaciones... En el plano físico, el número 13 está relacionado con la cruz, es decir, con los sufrimientos, con la cárcel. La cruz es el desarrollo del cubo en el espacio de dos dimensiones, y el cubo, esquemáticamente, representa las limitaciones, la cárcel. Así pues, para los que no son puros el 13 aporta sufrimientos, limitaciones y cárcel. Sin embargo, si el número 13 actúa de forma maléfica sobre las criaturas no es debido a él mismo, sino a la forma particular que tiene cada uno de recibir su influencia y las influencias de lo que le rodea. Esto es válido también para el agua, el aire, la luz, e incluso el alimento. Cada criatura los recibe de una forma particular, dependiendo de su salud, de su estructura, de su grado de desarrollo y de su elevación. Algunos son estimulados, otros caen enfermos, otros se ponen a reflexionar. Si os duelen los ojos, la luz os molesta y decís: “Corred las cortinas, ¡la luz me hace daño!”, mientras que otro dice: “Abrid, la luz me hace bien”. Si siente que hay aire, el que está resfriado dirá:

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8 “Cerrad las ventanas, ¡voy a coger frío!”, y el vecino, que no está resfriado: “Abrid las ventanas, me ahogo”. Por sí mismos, los números, lo mismo que muchas cosas en la vida, son neutros, pero actúan diferentemente según los individuos que se relacionan con ellos. En general, para los santos, los profetas, los Iniciados, el número 13 es muy favorable, mientras que zarandea a los demás hombres, les provoca trastornos, les castiga; puede provocar incluso acontecimientos muy graves. Como es un número que limpia, que purifica, los que no pueden resistir la limpieza son rechazados, eliminados. Por eso la mayoría ha decidido evitarlo. Los Iniciados nunca tienen miedo de él, porque pueden poner remedio conscientemente a su influencia nociva, o incluso llamar con el pensamiento a una entidad del mundo invisible para ser 14. Pero es mejor evitar ser 13 en la mesa. Lo que es curioso es que, a menudo, las desgracias, los accidentes que ocurren entonces, caen sobre el más joven, que puede incluso morir. Sí, yo mismo he observado tales acontecimientos y he visto que no se trata de supersticiones. ¡Cuántos hechos de este género he observado también!; sí, nunca hay que pasarse el jabón de mano en mano... Esto pasó en Bulgaria, en Rila, cuando yo era muy joven. En la Fraternidad teníamos a una hermana muy mayor a la que yo quería mucho porque era muy mística; me contaba a menudo sus experiencias y a mí me gustaba mucho escucharlas. Entre nosotros había una armonía extraordinaria, nunca había discusiones ni malentendidos... Pero, he ahí que una mañana, en la montaña, me tendió una pastilla de jabón que yo tomé para lavarme, y, después, durante toda la jornada no hicimos más que discutir. Yo no comprendía lo que había pasado; me lo pregunté, busqué, y, finalmente, me acordé de que había leído en alguna parte, en un libro, que nunca había que pasarse el jabón de mano a mano. No era, pues, una sugestión. ¿Fue acaso una casualidad?... Os cuento lo que me sucedió. Evidentemente, si tuviésemos que estudiar todas las tradiciones y prescripciones de este género, llenaríamos con ellas varios volúmenes, porque cada país posee las suyas, y sobre todo los pueblos primitivos, con todas sus costumbres para las bodas, los nacimientos, los ritos a observar en el momento de la pubertad. Puede ser que en muchos

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9 casos hayan acertado, gracias a su clarividencia, a su mediumnidad, y a las comunicaciones que tienen con las entidades del mundo invisible. Pero yo pienso que no podemos vigilar todos estos detalles porque, si no, estaríamos tan limitados, tan atados por las pequeñas cosas que nunca podríamos emprender las grandes. Tomemos el caso de la astrología. Los astrólogos os aconsejan emprender tal trabajo a tal hora de la jornada o de la noche, porque en este momento preciso entraréis en comunicación con tal planeta, con tal espíritu, con tal genio planetario. Yo creo en la astrología, ésta se remonta a épocas muy lejanas, ya era conocida por los caldeos, los hindúes, los egipcios, los atlantes, y muchos seres muy inteligentes y muy profundos han trabajado con ella. Pero, en la vida corriente, en la vida cotidiana, un Iniciado no puede limitarse hasta este punto en su trabajo: si alguien está enfermo, o en la necesidad, ¡no esperará para ayudarle a que sea una hora, un mes o un año favorable!. Es preferible que aquéllos que están empezando en la Ciencia Iniciática se sometan y trabajen exactamente de acuerdo con ciertas reglas, con ciertos cálculos, porque, si no, no tendrán éxito en sus empresas. Pero esto es una verdadera esclavitud, y los Iniciados pasan de todas estas prescripciones, porque, para ellos, cualquier momento del día y de la noche es propicio para hacer el bien, incluso con Luna decreciente, incluso en invierno. Para los aprendices es diferente, porque deben aprender a respetar las reglas. Sólo que deben saber que algunos libros contienen unas prescripciones inverosímiles: “¡Tomad un diente de lobo!”... y, atención, de lobo, ¡no de liebre! “Tomad una golondrina que...” no una golondrina cualquiera, evidentemente... “y, de esta golondrina, tomad tal o cual parte”. O bien: "Buscad tal pez..." que encontraréis Dios sabe dónde, pero nunca en el mar... Y siempre cosas inalcanzables, con unas palabras incomprensibles. Estos autores ¿querían burlarse de la gente, o agotarles para impedirles continuar sus investigaciones? En todo caso, no os aconsejo que os ocupéis de semejantes cosas. Para la luz, para el bien, para el trabajo divino, siempre es el momento favorable, lo repito para que lo sepáis bien. Sólo que, para la mayoría, las oportunidades de éxito o de fracaso están determinadas de antemano. Tenéis que hacer una gestión, por ejemplo; si no conocéis personalmente al rey, al ministro o al director, tenéis que ir

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10 de despacho en despacho, y aún puede ser que vuestra gestión no llegue a buen término nunca. Mientras que si conocéis al director, si éste es vuestro amigo, entráis directamente a verle para hacer vuestra petición y os atienden inmediatamente. Para vosotros, ya no hay reglamento y no os pasáis horas esperando en los pasillos. Sucede lo mismo en la ciencia esotérica. Todo depende de lo que sois. El número 13 aporta a algunos éxitos y a otros fracasos. ¿Acaso es el número 13 el culpable? No, todo depende de quiénes sois y de si sabéis utilizarlo. Cuando hay nubes, puesto que el Sol no llega hasta vosotros, debéis arreglároslas para poder calentaros o alumbraros. Pero, suponed que estéis por encima de las nubes, el Sol está allí, ya no tenéis por qué inquietaros. Por encima de las nubes las condiciones son diferentes, estáis en una región en donde otras fuerzas entran en acción. Sucede lo mismo con el trabajo: mientras estamos demasiado abajo en la materia, siempre hay condiciones que cumplir, reglas que respetar. Pero si estamos más arriba ya no es necesario. Pero volvamos a los números. Existe toda una ciencia de la combinación de los números, y aquéllos que la conocen la utilizan a veces para destruir, para perjudicar a los demás. Al margen de toda combinación, los números de base: 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 no son, en sí, ni buenos ni malos. Es al combinarlos cuando podemos formar otros números, algunos destructivos y maléficos y otros favorables y benéficos. Inscribid solamente un número en la puerta de alguien, o dadle un número para que lo lleve encima, y todo empieza a salirle bien o a perjudicarle. Yo creo en eso; y creo porque sé que los números son fuerzas. Arriba, en el origen, los números son principios, entidades, y después es cuando se materializan en el plano físico. Sólo al nivel de los principios las matemáticas son abstractas, inmateriales, absolutas, ideales, pero después descienden para tomar carne y hueso. Toda la naturaleza, las montañas, los ríos, los árboles, los cristales, los metales, todos los seres, e incluso los humanos, no son otra cosa más que números materializados. Si profundizamos en esta cuestión, encontraremos que nada existe fuera de los números. Todo es número. La naturaleza, el universo entero, están construidos sobre números que forman un armazón geométrico, abstracto, indestructible, comparable,

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11 por ejemplo, con el armazón óseo del cuerpo humano. De entre todas las ciencias, las matemáticas son las únicas que están absolutamente despegadas de la materia. Cuando trabajamos con las matemáticas, trabajamos con puros principios, con puras fuerzas, pero, como no sabemos descifrarlos, no comprendemos gran cosa. Un día, cuando los humanos lleguen a interpretar los números, comprenderán todo el universo. De momento, los matemáticos trabajan sin saber a qué corresponden en realidad los resultados de sus cálculos. Un día descubrirán que todos los procesos físicos, psíquicos, espirituales, cósmicos, están ahí, explicados en los números, en las operaciones, las adiciones, las sustracciones, las multiplicaciones, las divisiones, las raíces cuadradas, etc... Todavía no ha llegado el momento, pero, cuando se sepan interpretar los números, se habrá alcanzado la cima del conocimiento humano. Sí, la cima del conocimiento será comprender los números y trabajar con ellos, porque representan el mundo más puro. Cada número representa una realidad, un poder formidable. Si tenemos la fe y el saber, sólo con un número podemos cambiar el destino de un hombre. Todos los Iniciados, los magos, los cabalistas, lo han afirmado. Yo también quise verificarlo y sé que es la pura verdad. Diréis: "Pero, ¿por qué, entonces, en la vida corriente, los números no nos influyen más?" Porque estamos demasiado alejados de ellos. De todas las realidades que conocemos los números son las más abstractas, y, mientras que reaccionamos inmediatamente a las realidades sensibles, como el calor, el frío, el sabor de los alimentos, el perfume de las flores, los sonidos, etc..., los números son unas realidades tan sutiles, tan lejanas, que nos parecen inaccesibles. Por eso no actúan sobre nosotros. Pero, si nos acercamos un poco a ellos, espiritualmente, sentiremos inmediatamente su influencia. Ocurre igual que con los olores o los sonidos: cuando estáis demasiado lejos no llegan hasta vosotros, pero, acercaos, y os sentiréis asustados o transportados al paraíso. En su principio, en su esencia, los números están muy alejados de nosotros. Sin embargo, los ríos, los árboles, las montañas, son números, pero tan bien disimulados que no podemos oírlos, sentirlos, comprenderlos. Debemos acercarnos a ellos, penetrarlos, y nos

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12 daremos cuenta de que hablan, de que cantan, de que emanan perfumes. Esto es, sin duda, difícil de aceptar para vosotros, pero para mí es así. Lo sé, porque lo he tocado, lo he probado. No hay que tener miedo, pues, del número 13, pero, como os he dicho, es un número al que no le gustan las impurezas, y es mejor evitar ser 13 en la mesa... porque nunca se sabe. Puede que sea una sola persona, o varias, las que sufran las consecuencias. Los apóstoles y Jesús eran 13, ¡y mirad cómo acabó la cosa! ¿Por qué? Porque bastó con uno para estropearlo todo. Si Judas hubiera sido puro no habría sucedido ninguna desgracia. Siempre es la impureza la que lo estropea todo. En Bulgaria decimos: "La madera verde arde junto a la madera seca". Es decir, que al lado de las personas injustas, incluso las justas arderán. ¿Qué había hecho Jesús para ser crucificado? ¿Y los demás discípulos?... Sin embargo todos perecieron exterminados, excepto San Juan. Estudiad bien, y considerad que todo depende de nosotros. Todo está bien hecho en la naturaleza, todo es magnífico, perfecto, pero somos nosotros quienes debemos limpiarnos, lavarnos, purificarnos, Ya he explicado muchas cosas sobre este tema. Os he dicho a menudo que para hacer un buen trabajo hay que conocer lo de arriba y lo de abajo, el bien y el mal. Si no queréis conocer el mal, aunque queráis trabajar solamente con el bien, el bien sólo no podrá salvaros completamente. Hay que conocer los dos. Muchos ocultistas y espiritualistas no han estudiado bien esta cuestión y debo haceros algunas aclaraciones. Imaginad, por ejemplo, que suplicáis todo el día al Sol para que venga a alumbraros; si os olvidáis de correr las cortinas, a pesar de todo su poder no podrá penetrar en vuestra casa. De la misma manera, si no quitáis ciertas cortinas en vosotros mismos, el bien, la luz, nunca podrán venir a salvaros. La gente se imagina que a fuerza de invocar al bien, éste se instalará en ellos. No, esto no es posible. Mientras no hayáis hecho desaparecer ciertos elementos impuros, nocivos, el bien da vueltas fuera de vosotros, pero no puede entrar. Por eso los verdaderos Maestros, los verdaderos Magos, que han estudiado los dos lados de la naturaleza, el bien y el mal, han comprendido que

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13 antes de consagrar y de santificar un objeto o un ser, primero hay que haber rechazado, alejado y hecho desaparecer todas las partículas impuras, las capas fluídicas depositadas en él. Evidentemente, está bien entrar en comunicación con el Cielo, con las fuerzas del bien, pero hay que saber que en el plano de la materia lo primero que hay que hacer es exorcizar, liberar los objetos de todas las impurezas para poder después llenarlos con el bien. Así es cómo se debe proceder para impregnar los talismanes y objetos mágicos con un poder formidable, o para introducir en uno mismo la perfección del Cielo. En cuanto a aquéllos que no se atreven a pronunciar las palabras: "¡Que todo el mal desaparezca!... Que todos los elementos negativos, nocivos, tenebrosos, diabólicos desaparezcan!", no tienen éxito en su trabajo. El bien está ahí, pero las impurezas, como un muro, como capas opacas, le impiden penetrar. Los Iniciados saben que, para que el bien venga a instalarse, deben haber preparado previamente el terreno. Por eso nos han dejado ciertas oraciones, ciertas fórmulas destinadas a alejar el mal. Es posible que estas fórmulas choquen a algunos, pero cuando uno es ignorante, a menudo se escandaliza. En vez de escandalizarse hay que estudiar. Os daré una imagen. Lleno un vaso de agua, y recorto un pez de papel; pongo en las dos extremidades de este pez dos trocitos de alcanfor, y lo poso en el agua; y ahí está, empieza a moverse. Pero si entonces vierto en el agua una gota de aceite, el pez cesa de moverse. Ha bastado, pues, una cantidad infinitesimal de aceite para detener el movimiento. Se trata de una ley química. Interpretadla en el mundo espiritual y encontraréis que podéis poner en vosotros tanto alcanfor como queráis, es decir, oraciones y buenos pensamientos, pero todo eso no producirá ningún efecto mientras la fina capa de aceite, es decir, las impurezas, esté ahí. Y, como acabo de deciros, el Sol, que hace mover todos los planetas, que los alimenta, no puede sin embargo entrar en vuestra habitación si no corréis las cortinas. Pero, corredlas, e, inmediatamente estará ahí. Por eso aquéllos que no han estudiado esta importante cuestión no obtienen resultados. Suponed aún que debáis dar órdenes a un ejército. Si no le precisáis el lugar exacto en el que debe batirse, se irá a otra parte. En el trabajo espiritual, también, hay que precisarlo todo, incluso lo

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14 negativo, para dar un blanco a las fuerzas benéficas. Si no, atacarán en otro lugar, y vosotros seguiréis en presencia de todas las fuerzas maléficas. Por eso, en las fórmulas, en las oraciones, hay que emplear términos negativos para alejar el mal, y añadir después términos positivos para atraer al bien. Hay que trabajar con las dos fuerzas. Sólo con el bien no somos todopoderosos. Vivimos en un mundo polarizado y debemos trabajar, pues, con las dos fuerzas, el bien y el mal. Hoy os doy una llave. Sin embargo, sin esta llave, ¡cuántos errores y anomalías! Ocupaos primero, pues, de quitar todo lo que se ha amontonado, acumulado desde hace milenios, y que acaba obstruyéndolo todo en vosotros. El hombre está sumergido en el océano cósmico en donde puede encontrar todo aquello que necesita. Pero, en vez de beber, grita: “¡Tengo sed, tengo sed!” ¿Por qué no puede beber? Porque todo en él está obstruido. En cuanto se libere de sus impurezas, el agua cósmica se verterá inmediatamente en él. Todas las ceremonias religiosas comienzan con ritos de purificación: abluciones, fumigaciones, fórmulas mágicas... Estos ritos presuponen el conocimiento del bien, pero también el de las propiedades del mal y de su poder. Sabemos que el bien está paralizado mientras existan presencias hostiles; y entonces nos lavamos, nos purificamos, y, cuando somos puros, las virtudes del Espíritu Santo entran de un solo golpe. El Espíritu Santo es todopoderoso, pero cuando todo es puro. El bien es poderoso... Evidentemente, ¿a quién se lo decís? Si alguien cree en el poder del bien soy yo. Pero entonces, ¿por qué no viene a salvar a los humanos, a curarles, a volverles inteligentes? Porque éstos no le abren ni su corazón, ni su alma, y el bien no hace más que dar vueltas a su alrededor, sin poder entrar. El bien sólo va hacia aquéllos en los que todo está abierto, hacia aquéllos que le aceptan. El bien, el bien..., sí, de acuerdo, pero ¿y el mal? No pensáis en expulsarlo, y de eso no se encargará el bien en vuestro lugar. Esto es, mis queridos hermanos y hermanas, lo que nos han enseñado todos los grandes seres que estaban instruidos en la ciencia esotérica. No os revelo nada que no sea verídico, que no venga de la Fuente. Lo que os digo está absolutamente conforme a la gran tradición que viene de

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15 estos seres excepcionales. Ellos me han confiado su enseñanza y yo soy su heredero. No olvidéis nunca esto: el bien y el mal sólo son poderosos si se lo permitís, si les dejáis entrar. Os dije un día que el hombre es tan poderoso como Dios, pero solamente cuando se trata de decir "no". Cuando el hombre no quiere, nadie puede obligarle, ni el Cielo ni el Infierno. Pero, si sucumbe, si acepta conectarse con el mal, se acabó, ni siquiera el Cielo puede ayudarle. Puesto que el hombre le ha abierto las puertas el mal se vuelve muy poderoso en él. Sin embargo, mientras la puerta está cerrada, por mucho que el mal amenace el hombre está como en un círculo mágico que le protege. Cuando un mago va a hacer una ceremonia se rodea con un círculo que nadie puede violar. Este círculo es el símbolo de su omnipotencia. Todos los demonios están ahí fuera, amenazándole, pero no pueden hacer nada. Pero si el círculo está mal hecho, o si el mago es imprudente y se sale un poco del círculo, se acabó, es fulminado. El hombre también tiene un círculo a su alrededor en el interior del cual no debe dejar entrar nada impuro. Cuando está en este círculo espiritual, su aura, hecha con todas sus virtudes y todas sus cualidades, y permanece ahí, inquebrantable, es todopoderoso. El hombre debe aprender dónde está su poder, y saber que el bien y el mal sólo pueden entrar en él en la medida en que él lo consienta. Un día, ¿os acordáis?, os dije: "Me presento... tenéis ante vosotros..." Y todos los hermanos y hermanas esperaban que dijese algo formidable: un ángel, un arcángel, una divinidad... Y he ahí que dije: "Tenéis ante vosotros al traidor número uno." ¡Estaban asombrados! Sí, justamente, soy un traidor. Sólo que, para que no os horroricéis, os lo explicaré. La Tierra es como una fortaleza tenebrosa rodeada de murallas enormes; las fuerzas del bien están ahí, fuera, el ejército de los ángeles, pero no pueden penetrar. Hace falta, pues, un traidor que se encuentre en esta fortaleza y que abra una puerta o una ventana para que todo el ejército pueda infiltrarse en el interior. Pues bien, ¡este traidor soy yo! El ejército celestial entrará, lo basculará todo y restablecerá otro orden en la Tierra: el orden divino Os aconsejo que vosotros también os volváis traidores, porque el bien no podrá entrar si los humanos no traicionan a esta fortaleza que es la humanidad, que se enfrenta incluso al Cielo. Estudiad la historia y

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16 veréis que a menudo procedían así para apoderarse de una fortaleza; no la tomaban desde el exterior, porque eso era imposible, sino desde el interior. Así pues, haced una abertura y veréis: todo el Cielo entrará, y el Reino de Dios se instalará en la Tierra.

¡Que la luz y la paz estén con todos vosotros!

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Temas del Maestro OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Sobre el Hrani Yoga

CAPÍTULO V

Tomemos una fruta. Sin detenernos en su sabor, en su perfume, en su color, en su materia etérica, consideremos esta fruta llena de rayos de sol; es una carta escrita por el Creador que nosotros debemos descifrar. Todo depende de la forma en que leamos esta carta. Si no sabemos leerla, no obtendremos de ella ningún beneficio.

Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Bonfin, 30 de Junio de 1965

Cualquier chica, cualquier chico, cuando reciben una carta de su bienamado, ¡mirad cómo la leen, la releen y la conservan preciosamente! Pero la carta del Creador la echamos a la papelera, ¡no merece ser leída! El hombre es el último que se parará a descifrar esta carta; los animales están más atentos que él. Sí, mirad los bueyes y las vacas, cuando no han descifrado bien la carta, la vuelven a leer de nuevo. Decís: “Pero ¿qué nos cuenta? ¿Vuelven a leer la carta? ¡Lo que usted dice no tiene nada de científico!” Sí, vuelven a leer la carta que no habían leído bien del todo al principio... Llamadle a eso científicamente "rumiar", si queréis, pero yo os digo que releen la carta... El alimento es una carta de amor enviada por el Creador y que hay que descifrar. Y, en mi opinión, es la carta de amor más poderosa, la más elocuente, puesto que nos dice: "Se os ama... se os da la vida, la fuerza..." La mayoría de las veces, los humanos se lo tragan todo sin descifrar nada de esta carta en la que el Señor escribe también: "Hijo mío, quiero que llegues a ser perfecto, quiero que seas como esta fruta, sabrosa. De momento, eres áspero, ácido, correoso, todavía no estás preparado para que te saboreen, así que tengo que instruirte. Mira esta fruta: si ha llegado a la madurez es porque ha estado

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2 expuesta al Sol. Tú también debes exponerte más al Sol espiritual, y él se encargará de transformar en ti todo lo que es ácido, indigesto, y te añadirá también bellos colores." Esto es lo que nos dice el Señor a través del alimento. Vosotros todavía no lo habéis oído, pero yo lo oigo. Es muy importante aprender a comer en silencio, concentrándose en el alimento, porque, durante las comidas, el alimento nos habla. Los alimentos son luz condensada, sonidos condensados. Si tenéis siempre el pensamiento ocupado en otra parte no podréis descifrar esta luz condensada del Sol. La luz no está separada del sonido; la luz es una música, mis queridos hermanos y hermanas. Tenemos que llegar a oír la música de la luz. Habla, canta, es el Verbo divino. En medio del estrépito del mundo contemporáneo, no se puede oír nada, ¡y es una verdadera lástima!. Mientras que el silencio prepara las condiciones para que podamos oír la voz del alimento.

¡Que la luz y la paz estén con vosotros!

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