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Las organizaciones y movimientos sociales que conformamos la Plataforma de Derechos Humanos y la Plataforma Agraria, condenamos enérgicamente el ataque brutal del que fueron víctimas los miembros del Movimiento Campesino del Aguan (MCA) el lunes 15 de Noviembre de 2010, en la finca El Tumbador, Trujillo, departamento de Colón.
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POR LA DEFENSA DE LA VIDA Y LA
TIERRA Las organizaciones y movimientos sociales que conformamos la Plataforma
de Derechos Humanos y la Plataforma Agraria, condenamos enérgicamente el
ataque brutal del que fueron víctimas los miembros del Movimiento
Campesino del Aguan (MCA) el lunes 15 de Noviembre de 2010, en la finca El
Tumbador, Trujillo, departamento de Colón.
Esta masacre es una clara evidencia de como nuevamente se han unido las Fuerzas
Armadas de Honduras, la Policía Nacional y el ejército particular del oligarca Miguel
Facussé, para hacer valer la fuerza de la bota y el fusil, sobre el derecho y la justicia,
asesinando a los compañeros: Teodoro Acosta, Raúl Castillo, Ignacio Reyes, Siriaco de
Jesús Muñoz y José Luis Sauceda. Todos ellos miembros del Movimiento Campesino del
Aguan y, hoy, mártires de la lucha por el acceso a la tierra que les pertenece. También se
registran 4 heridos de gravedad. Con esta nueva masacre, la escalada de los conflictos
agrarios en el Aguan, deja un saldo de 16 campesinos afiliados al MUCA y al MCA,
asesinados en el 2010.
Igualmente denunciamos la campaña mediática orquestada por los medios golpistas, que
en colusión con Miguel Facussé y el ministro de Seguridad, Oscar Álvarez, para hacer
parecer a las víctimas como culpables y delincuentes, en un burdo intento de imitar la
estrategia del paramilitarismo colombiano de “los falsos positivos”, cuando en realidad se
trata de una masacre contra campesinos que defienden su tierra, al amparo del derecho
que les ha otorgado el Instituto Nacional Agrario (INA).
Los asesinatos ocurrieron cuando entre 200 y 300 guardias del ejército privado de Miguel
Facussé, cuando desalojaron violentamente a los campesinos que habían ocupado 700
manzanas y que ilegalmente Miguel Facussé se ha apropiado en el sector de “El
Tumbador”. En el brutal acto se ha denunciado que los sicarios utilizaron armas de grueso
calibre reservadas para uso militar durante aproximadamente 4 horas, ante la indiferencia
de los órganos policiales de la zona.
Sospechosamente la policía se presentó al lugar de los hechos hasta las 12:30 como que si
estuviera interesada en que los resultados fueran más dramáticos. Su propósito y su acción
fue la desalojar a los campesinos y dejar en posesión de las tierras a los guardias de
Facussé.
Las Fuerzas Armadas, por su parte, han militarizado la zona del Aguan. Desde La Ceiba
hasta Trujillo hay retenes y el ejército, al igual que los sicarios de Miguel Facussé, con
pasamontañas y en carros civiles 4X4 se pasean por toda la zona, y aun en el centro de la
ciudad de Tocoa, en clara señal de amedrentamiento a todo aquel o aquella que ose apoyar
a los (as) campesinos (as) organizados (as).
La cortina de humo que se ha lanzado sobre la realidad de lo sucedido en esta masacre se
manifiesta cuando Oscar Álvarez señala “la necesidad de proteger a la población”, o cuando
el inequívoco ministro de defensa Marlon Pascua dice que moverán a las Fuerzas Armadas
hacia la Zona del Aguán “a solicitud del ministerio de seguridad”.
De nuevo queda claro que las instituciones del estado están al servicio de los terratenientes
de la región y que los guardias de seguridad sustituyen a los organismos represivos del
estado y proceden a capturar, torturar y asesinar a quienes se oponen a los poderosos con
toda autoridad y complicidad con la policía.
Ante esta barbarie:
1. Recordamos que Honduras es Estado parte de los principales tratados de derechos
humanos, entre ellos el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, por lo tanto, está obligado a
respetar, promover, garantizar y hacer efectivos todos los derechos humanos, y por ende
también el derecho a la vida, a la integridad física y el derecho a la alimentación de la
población campesina del Bajo Aguan.
2. Exhortamos a los organismos de derechos humanos, gobiernos y organismos
supranacionales presionar al régimen de Porfirio Lobo para que detenga la violencia que
tanto daño causa a los pobladores del Valle del Aguán.
3. Exigimos la investigación de los asesinatos, la persecución y castigo para los actores
materiales e intelectuales de los crímenes cometidos en el Bajo Aguan, así como también la
implementación de la legislación vigente (decreto legislativo 18-2008) para resolver el caso
del CREM
4. Hacemos un llamado urgente a las organizaciones con vínculos internacionales para
que denuncien las acciones criminales del régimen, los militares, la policía y la empresa
privada de Honduras contra campesinos (as) que luchan por su derecho a una vida digna
mediante el acceso a la tierra que les corresponde de acuerdo a las leyes de la República y
los convenios internacionales.
Tegucigalpa, 18 de noviembre de 2010
PLATAFORMA DE DERECHOS HUMANOS, PLATAFORMA AGRARIA.
Antecedentes de la problemática. En 1977, Temístocles Ramírez, ciudadano estadounidense de origen puertorriqueño, compró 5 mil
700 hectáreas pagando 165 mil Lempiras en la costa del departamento, en flagrante violación a la
Constitución que prohíbe que los extranjeros puedan ser propietarios de territorios costeros y de
zonas fronteriza.
En el marco de la estrategia de la doctrina de la seguridad nacional, en 1983, los Estados Unidos
obligó al gobierno de Honduras a instalar el CREM y este se vio obligado a expropiar a Temístocles
Ramírez.
En 1987, Temístocles apeló al gobierno de los Estados Unidos, exigiendo una indemnización por
"sus" tierras. El 29 de junio de ese año, la Cámara de Representantes de Estados Unidos acordó
reducir en 17 millones de dólares un préstamo a Honduras de US $ 51 millones hasta que el
gobierno hondureño le pagara a Temístocles esa suma millonaria. Esas tierras fueron compradas
con deuda externa. Las tierras quedaron tituladas como tierras fiscales a nombre del Estado de
Honduras.
En 1991, en el gobierno de Callejas se proclamó la nueva Ley de Municipalidades, según la cual se
permitía a los municipios vender todas las tierras no tituladas, nacionales y ejidales. La
municipalidad de Trujillo vendió las tierras del CREM a ganaderos locales por sólo 20-30 lempiras
la hectárea. Así, lo que al gobierno le costó 17 millones de dólares, lo vendió la municipalidad por
menos de 50 mil. Fueron ventas ilegales porque las tierras del CREM no eran ejidales ni nacionales
(sin título), sino tierras tituladas a favor del Estado.
En 1993, la Procuraduría traspasó formalmente estas tierras al INA para que las distribuyera entre
campesinos y campesinas sin tierra. Pero el conflicto violento no concluyó ahí. Aún cuando las
compras habían sido ilegales, los terratenientes exigieron que el Estado de Honduras les pagara las
mejoras y los gobiernos cedieron pagándoles 105 millones de Lempiras.
De agosto del 2008 a septiembre de 2009 se cuentan entre 17 y 19 muertos resultantes del conflicto
entre campesinos de la Comunidad Guadalupe Carney (GC) y los terratenientes.
Desafortunadamente el conflicto no concluyó ahí. Hace algunos años Miguel Facussé cultivó con
palma africana 700 manzanas que pertenecen a esa comunidad. De acuerdo a la versión de los
campesinos de la Guadalupe Carney, Miguel Facussé se tomó esas tierras ilegalmente junto con
otros terratenientes del lugar: René Morales y el diputado nacionalista Oscar Nájera.
Como los campesinos sabían que esas tierras les pertenecían, 9 meses atrás las tomaron. Pero
Miguel Facussé reaccionó y los desalojó con la utilización de aproximadamente 300 guardias de
seguridad. Esta situación dio pie a que se iniciaran negociaciones entre los campesinos del MCA y
Miguel Facussé, partiendo del reconocimiento de parte de este terrateniente que esas tierras no le
pertenecían. Lo que se discutía entonces era el pago de las mejoras, pretendiendo, como ha sido su
costumbre, de aprovecharse de los recursos del Estado hondureño. Las negociaciones se realizaron
con mucha lentitud y la participación del INA no estuvo a la altura de lo que le manda la ley dejando
espacio a la violencia.