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1 Por las paredes Augusto Godachevich (Obra para dos actores en un único acto) Colección – Libreto 21 2013

"Por las paredes" Augusto Godachevich - Libreto 21 (2013)

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Page 1: "Por las paredes" Augusto Godachevich - Libreto 21 (2013)

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Por las paredes Augusto Godachevich

(Obra para dos actores en un único acto) Colección – Libreto 21

2013

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“Soy Augusto Godachevich, argentino. Nací en Pergamino, provincia de Buenos Aires,

en el año 1979. De chico fui un niño introvertido y de pocos amigos. Mí constante

pasatiempo era el de crear y dibujar personajes en cuadernos que iba almacenando.

Nunca fui a aprender dibujo (o no lo recuerdo). Al terminar la secundaria viajé a Capital

Federal, en donde pasé once años de mi vida estudiando diversas carreras (Diseño

Gráfico, Psicología y Dirección Teatral) y tomando diferentes cursos y talleres

(Actuación, Guitarra, Composición Musical, Fotografía, etc.) Con el pasar del tiempo fui

entrenándome en diferentes artes. Fui componiendo temas musicales y escribiendo las

letras de los mismos; fui escribiendo obras de teatro, dirigiéndolas y actuándolas; fui

escribiendo cuentos; y fui haciendo otras cosa que en este momento no pienso desarrollar.

(Dibujos, Pinturas, Afiches etc.)

Como cantautor: Grabé los discos “Asco” (2010) y “Nausea” (2013), y presenté los

espectáculos “Asco en Vivo 1” y “Asco en Vivo 2”(2010), “Nausea en Vivo”(2013) y

“Carne Picada de Diván”(2014).

Como director, y en la mayoría de los casos también actor: Estrené en Capital Federal las

obras “Relaciones Clasificadas”(2005),“Relaciones Clasificadas versión

extendida”(2006),“Reflexiones Empetroladas”(2007),“Cristal, el Hada del

Bosque”(2007); y en mi ciudad natal, Pergamino, estrené las obras “Represiones

Recicladas”(2008),“Agonías Transitadas”(2009),“Querequetedequé”(2011),y “Por las

Paredes”(2013) [Ésta última dirigida por Ana Julia Vigo].

Como docente, junto a mi esposa Ana Julia Vigo: Dirigimos a nuestro grupo de

“Entrenamiento y Formación Actoral” en mis siguientes obras: “Ombligo Universal”

(2009),“Patetismo Encarnado”(2010),“Repuestos Biológicos”(2011),y “Cerca”(2013).

Y como dramaturgo: Escribí todas estas obras que aquí les presento en esta extensa

colección. Cada libreto especifica que tipo de material contiene: (Escenas cortas, escenas

largas, unipersonales, etc.)

Espero que el material les sea de utilidad tanto para el placer de la lectura misma, o para

realizar alguna escena u obra.

Me despido agradeciéndole por ser mi lector, y por sobre todo por ser lector de teatro.

Gracias”

Augusto Godachevich 2015

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Este libro digital forma parte de la Colección Teatro Completo de Augusto

Godachevich, la cual está conformada por los siguientes libretos:

01: “Mira entre mis Nalgas” (8 escenas cómicas cortas y una larga) (2002)

02: “Revancha Celestial” (9 escenas cortas tragicómicas) (2002–2004)

03: “El juego de las sonrisas” (Escenas cómicas, 5 cortas y 1 larga) (2003-2006)

04: “Relaciones Clasificadas” (Obra cómica compuesta por escenas y canciones)

(2005-2006)

05: “Tahuacos” (Obra infantil para 5 actores) (2007)

06: “Reflexiones Empetroladas” (Obra tragicómica compuesta por escenas y

canciones) (2007)

07: “Conejo negro” (Obra infantil para 5 actores) (2007)

08: “Equilibrio Marital” (Obra tragicómica en 5 actos para 7 actores) (2007)

09: “Represiones Recicladas” (Obra tragicómica compuesta por diferentes escenas)

(2008)

10: “Competencia Tercermundista” (9 escenas unipersonales tragicómicas y extras)

(2008)

11: “El sueño de la empanada” (8 escenas tragicómicas) (2009-2011)

12: “Agonías Transitadas” (Obra tragicómica para 2 actores compuesta por

diferentes escenas) (2009)

13: “Agradecimientos desencontrados” (9 escenas tragicómicas y una adaptación

blasfema) (2009)

14: “Ombligo Universal” (Obra tragicómica compuesta por diferentes escenas)

(2009)

15: “Acá” (Obra Unipersonal masculina) (2010)

16: “Patetismo Encarnado” (Obra tragicómica para 2 actores compuesta por

diferentes escenas) (2010)

17: “Mierda en los ojos” (Diez escenas tragicómicas) (2011-2012)

18: “Querequetedequé” (Obra Infantil para 2 actores o más) (2011)

19: “Ex (con equis)” (Obra en 6 actos para 6 actores) (2012)

20: “Niño de Cristal” (Obra en 6 actos para 7 actores) (2012) 21: “Por las paredes” (Obra en 1 acto para 2 actores) (2013)

22: “Madres e hijos” (Obra Unipersonal femenina) (2014)

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(Un departamento. El público solo puede ver el comedor, pero hay salidas hacia el baño,

la cocina, la pieza y la calle. Él está sentado solo, leyendo un libro. Entra ella por

izquierda. Él la mira. Ella se saca la campera sin mirarlo y la cuelga.)

A – (Saludándolo) ¡Ey!

E - ¿Ey? ¿Así me vas a saludar?

A – ¿Qué tiene de malo? Es como decir “hola” o “que haces”.

E – Con una mano en el alma, ¿a vos te parece que merezco que me saludes de ese

modo?

A – (Sorprendida por la frase) ¿Con una mano en el alma? ¿No eras ateo vos?

E - ¿Me estás cargando?

A – No, para nada. Sólo subrayo tus contradicciones.

E - ¿Dónde estuviste?

A – Por ahí.

E - ¿Por ahí dónde?

A – No quiero hablar de eso.

E - ¿Cómo que no queres hablar de eso?

A – No, no quiero.

E - ¿En serio?

A – Claro que es en serio. Fue un fin de semana... complicado

E – Mirá qué loco. ¿Muy complicado?

A – Sí, muy.

E – ¿Qué te pasó?

A – No quiero hablar de eso.

E - ¿Y de qué querés hablar?

A – No sé, de nada.

E - ¿De nada?

A – Ya está, ya volví. ¿Ok?

E – No lo puedo creer.

A – Necesito descansar.

E - ¿Descansar?

A – Sí, descansar.

E - ¿Dormir?

A – Sí, también dormir.

E – ¿Pensabas descansar de algún otro modo?

A – No sé.

E – ¿Y qué sabes?

A - ¿Sobre qué?

E – ¿Sobre qué va a ser?

A – No sé. Todavía estoy pensando.

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E – ¿No te alcanzó el fin de semana?

A – No, la verdad es que no pensé mucho durante el fin de semana.

E - ¿Y qué hiciste?

A – Otras cosas.

E – De las cuales no queres hablar.

A – No. Todavía no.

E - ¿Y cuándo?

A – No sé, mañana. Cuando haya podido pensar.

E - ¿El pensamiento viene antes o después del descanso?

A – Creo que después.

E – O sea que mientras más rápido descanses, más rápido voy a obtener respuestas.

A – Sí. Calculo, que sí.

E – Entonces andá a acostarte, por favor.

A – Sí, en un rato me acuesto.

E - ¿En un rato?

A – Sí, antes quiero comer algo. Comí muy mal durante el fin de semana. Estoy muy

débil.

E – ¿Por qué comiste mal? ¿Qué te pasó?

A – Ya te dije que no quiero hablar de eso.

E – Sin embargo de algo estás hablando.

A - ¿De qué estoy hablando?

E – De lo del fin de semana.

A – ¿De mi fin de semana?

E – Sí, que yo recuerde todavía no preguntaste nada acerca del mío.

A – Es cierto.

E - ¿No te interesa saber que hice durante mi fin de semana?

A – Sí.

E – Pero sin embargo no me preguntaste nada. (Se levanta y va hacia la cocina)

A – Perdoná.

E – (Acercándose a la puerta de la cocina para preguntarle) ¿No me pensás preguntar?

A - ¿Qué cosa?

E – Sobre mi fin de semana

A – (piensa) No sé.

E - ¿Cómo, No sé?

A – (Ya decidida) No, todavía no te voy a preguntar. Prefiero esperar.

E - ¿Qué cosa preferís esperar?

A – Antes quiero descansar.

E - ¿Dormir?

A – Sí, también dormir.

E – Pero antes tenés que comer.

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A – Sí, es verdad. ¿Hay algo para comer acá?

E - ¿Acá?

A – Sí, acá, en el departamento.

E – Creo que hay un par de porciones de pizza de ayer a la noche

A - ¿De qué son?

E – De atún.

A - ¿De atún?

E – Sí, tenía ganas de comer pizza de atún.

A – ¿Existe la pizza de atún?

E – Parece que sí. A mí me la trajeron.

A – No me gusta el atún.

E – Ya sé.

A - ¿Por qué pediste de Atún, si sabes que a mí no me gusta?

E – Porque la pedí para mí. Vos no estabas ayer a la noche. ¿Te olvidaste?

A – No. No me olvide.

E – Menos mal.

A – Igual podrías haber pedido de otro gusto.

E - ¿Eh?

A – Claro, no sé. Siento que pediste de atún por el solo hecho de que sabés que a mí no

me gusta.

E - ¿Qué estás diciendo?

A – No sé, siento eso.

E – Pedí de atún porque quería comer de atún. No des tantas vueltas.

A – ¿Por qué nunca me extrañas cuando no estoy?

E - ¿Qué decís?

A – Vos nunca me extrañas.

E – ¿Cómo no te voy a extrañar? ¿Qué estás diciendo?

A – Si me hubieses extrañado no hubieses pedido de atún.

E - ¿Y eso que tiene que ver?

A – Pediste de atún porque tenías bronca.

E - ¿Bronca?

A – Claro. Seguramente pensaste “Ésta conchuda se fue a la mierda durante todo el fin de

semana, pero a mí me importa un carajo. Ahora voy a comprar una pizza de atún para que

aprenda quién soy yo”

E – Vos estás muy mal.

A – (Desafiante) ¡Negameló! ¡Negame que pensaste eso!

E – No te lo pienso negar.

A - ¿Por qué?

E – Porque no quiero entrar en tu juego.

A – No me lo queres negar porque pensaste eso.

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E – Te digo que no.

A - Te querías vengar y compraste una pizza de atún, y hasta estoy segura que dejaste

esas dos porciones a propósito. Seguro que te morías de hambre, pero te importó más

hacerme un daño a mí.

E - ¿Un daño?

A – Claro, como venganza por haberme ido.

E – No, para nada.

A – Jurameló.

E – Te lo juro.

A – Jurameló por tu hermanita.

E - ¿Por mi hermanita?

A – Sí, por Lucia. Jurameló por Lucia.

E – Bueno, te lo juro por mi hermanita.

A – Está bien. Te voy a creer entonces.

E – Por fin.

A - Pero quiero que sepas que si estás mintiendo tu hermanita se va a morir. ¿Entendés?

E – ¡Pará pelotuda! ¿Qué decís?

A – Nada. Sólo te explico como funciona un juramento.

E – Está bien. Pero no digás más eso.

A - ¿Qué cosa?

E – Ya sabés.

A - ¿Lo de la muerte de tu hermanita?

E - ¿Qué te pasa? ¿Sos pelotuda?

A – No. Solo quiero comprobar que no mentís.

E – Te dije que no miento. Basta con eso.

A - ¿Me cocinas?

E - ¿Qué te cocine?

A – Ya te dije que tengo hambre.

E – No te voy a cocinar hasta que no me cuentes donde estuviste durante el fin de

semana.

A – Por favor te lo pido…

E – No te pienso cocinar.

A – ¡Vos no me extrañaste nada!

E - ¡Uy! ¡Dios mío!

A – Demostrame que me extrañaste.

E - ¿Cómo querés que te lo demuestre?

A – No sé, pensá, ingeniatelá. Si me amás vas a encontrar alguna la forma de

demostrarme que me extrañaste.

E – (Trata de pensar algo) No sé, no se me ocurre nada.

A – Entonces no me amás.

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E – Pero pará nena, no es tan fácil.

A – Tendría que serlo.

E – ¿Y vos me extrañaste a mí?

A – No cambies de tema.

E – No cambio de tema. El tema es el mismo. Sólo que ahora la pregunta recae sobre tu

persona.

A – No me importa.

E – Dale, contesta ya que es tan fácil. ¿Me extrañaste?

A – Sí, claro que te extrañé.

E – Demostrameló.

A – Primero vos.

E – No, primero vos.

A - Estás haciendo trampa.

E - ¿Trampa?

A - Yo pregunté primero.

E – ¿Vos te pensás que esto es un juego?

A – “Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño”

E - ¿Eh?

A – “Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño”. Es la

frase de una canción.

E - ¿De quién?

A – De Sabina.

E – Mirá qué bien. Pero no sirve para este caso.

A – Claro que sirve. Sirve perfectamente.

E – ¿Dónde vez un ciego vos?

A – Lo estoy viendo ahora.

E - ¿Lo decís por mí?

A – Claro.

E – La frase habla de “un par de ciegos” y según vos sólo vez uno.

A – La otra sería yo.

E – ¿Y cómo serías ciega si me estás mirando?

A – Es una ceguera metafórica.

E – ¿Y qué trata de decir Sabina con esa metáfora?

A – No sé, depende de quien la interprete.

E - ¿Cómo la interpretás vos?

A – ¿Me extrañaste o no?

E – Ya te dije que sí.

A – Pero no me lo demostraste todavía.

E – No sé cómo demostrarteló.

A – ¿Cocinando?

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E – Te dije que no voy a cocinar.

A – Entonces busca otra forma de demostrarmeló.

E – Si pido un pollo por teléfono te lo estaría demostrando igual.

A – Según.

E – ¿Según que?

A – Según quien lo pague.

E – Ah… ¿Querés que te pague el pollo?

A – Yo no quiero nada.

E – Mentira. Me dijiste que querías que te demuestre que te había extrañado.

A – Ah, eso sí. Me refiero a que no quiero nada material.

E - ¿Dónde estuviste el fin de semana?

A – Ya te dije que no quiero hablar de eso todavía.

E – ¡Sos insoportable! (Sale)

A - ¿Adónde vas? (Silencio) ¿Me vas a cocinar? (Silencio) ¡Ey! ¿Me escuchás?

(Silencio) ¡Ey!

E – (Entra con un plato con unas pizzas de jamón y una botella de gaseosa a medio

tomar) ¡Y dale con el “Ey”!

A - ¿Y eso?

E – Pizza.

A - ¿No habías pedido de atún?

E – Me confundí.

A – Entonces… ¿Me extrañaste? Vez que podías.

E - ¿Qué cosa?

A – Demostrarme que me extrañaste.

E – Me alegro. (Ella empieza a comer)

A – Mi preferida. Me encanta la pizza fría.

E – Si, ya sé.

A - ¿Me traés un vaso?

E – ¿No podés levantarte vos?

A – Ya te dije que estoy muy débil.

E - ¿Porque comiste mal durante el fin de semana?

A – Claro.

E – ¿Dónde estabas?

A – Trame un vaso, dale. (Se levanta y sale en busca de los vasos) Está muy rica.

E – (Entrando) Me alegro. (Le sirve la gaseosa en el vaso) ¿No me vas a decir donde

estabas?

A – Mañana.

E - ¿Te das cuenta que no podemos hablar una sola palabra hasta que no me cuentes, no?

A – Sí, me doy cuenta.

E - ¿Cuál es la diferencia entre que me lo cuentes ahora o mañana?

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A – Necesito pensar.

E - ¿Y vas a pensar durmiendo?

A – Algo así

E – Lo que se dice “consultarlo con la almohada”…

A – Sabés que no uso almohada. Me hace mal al cuello.

E - ¿Y qué hago hasta mañana a la mañana?

A – No sé.

E – Sos vos la que me está haciendo esperar, así que mejor que se te ocurra algo para

entretenerme.

A – ¿Por qué no seguís leyendo lo que estabas leyendo?

E – Está bien. Pero quiero que sepas que es horrible toda esta situación. (Él agarra el libro

que estaba leyendo al principio y se pone a leerlo junto a ella en la mesa)

A – (Ella lo mira un rato y le molesta el silencio) ¿Vos no querés una porción?

E – (Sin quitar la mirada del libro) No, ya comí.

A – No me gusta comer mientras vos leés.

E – (Reprimiéndose la ira. Levantándose) ¿Me voy a leer a la pieza?

A – Dale, mejor. (Ella se queda comiendo en silencio. Se escuchan las risas de él desde

afuera. A ella le da bronca. Él se vuelve a reír) ¿De qué te reís?

E – (Desde afuera) ¿Eh?

A – ¿Que de qué te reís?

E – Del libro, es buenísimo.

A – Ah… (Silencio) ¿Qué dice?

E – Nada, no sé. Cosas…

A – Bueno. (Silencio. Ella sigue comiendo. Él se vuelve a reír) ¿Podés venir?

E - ¿Qué?

A - ¿Si podés venir?

E - ¿Ahora?

A – Cuando puedas.

E – Bueno, ya voy a ir. (Silencio. Él se sigue riendo y hace comentarios sobre lo que lee

como “qué hijo de puta” o “buenísimo” o “qué delirio”)

A – ¡Ey! (Él no contesta) ¡Ey!

E – (Ya podrido) ¿Qué?

A – ¡Qué vengas!

E – Ya voy a ir, dijiste que no era urgente.

A – Sí, pero ahora sí.

E – ¿Ahora sí qué?

A – Que ahora sí es urgente

E – Ahí voy. (Lee uno mas, ríe. Entrando) ¿Qué pasó?

A – Nada, nada.

E – ¿No era urgente?

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A – No me gusta comer sola.

E – ¿Y entonces?

A – Nada. No podes estar sentado a la mesa pero sin leer.

E - ¿Y qué queres que haga?

A – No sé, háblame.

E – Escuchame… No me querés contar dónde estuviste durante el fin de semana… No

me querés contar por qué comiste poco y estás débil. No me querés contar nada. ¿Cómo

queres que charlemos? Te darás cuenta que no me das muchas opciones. Ponete en mi

lugar.

A - ¿Y por qué no te pones vos en el mío?

E – Porque no me dejás. ¿Cómo me voy a poner en tu lugar si no lo conozco?

A - ¿Qué cosa no conocés?

E – No sé… Dónde estuviste, ni qué hiciste.

A – Bueno… Yo tampoco conozco tu lugar entonces. Vos tampoco me contaste que

hiciste durante el fin de semana en mi ausencia.

E – Por qué no me quisiste preguntar.

A - ¿Hace falta que “yo” te pregunte? ¿No puede nacer de vos?

E – Me dijiste que preferías esperar para preguntarme sobre mi fin de semana

A – Exacto. Dije que prefería esperar para preguntarte yo.

E - ¿Y entonces?

A - ¿Te das cuenta?

E - ¿Qué cosa?

A – Cómo funciona tu psicología.

E – No estamos hablando de mi psicología, sino de mi fin de semana.

A – Siempre estás esperando a que te pregunten las cosas.

E - ¿Qué?

A - Nunca sos capaz de hablar por decisión propia. Siempre estás esperando un permiso.

E - ¿Un permiso?

A – Claro. Un permiso. Igual que tu papá.

E - ¿Por qué siempre que quiero hablar de una cosa terminamos hablando de otra?

A – Fijate que en tu casa la que manda es tu mamá. Tu papá siempre esta callado, solo

habla si le preguntan algo.

E – Yo no soy mi papá.

A – No, menos mal. Pero heredaste su “psicología de los permisos”.

E – ¿“Psicología de los permisos”? ¿De dónde sacaste esa pelotudes?

A – Estoy tratando de ayudarte. ¿No te das cuenta?

E – ¿No me vas a preguntar qué hice durante el fin de semana?

A – Decilo sin que te lo pregunte si sos macho.

E – Sos una mierda. Yo a vos te pregunté apenas llegaste.

A – Lo hago por tu bien.

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E - ¿Por mi bien?

A - Dale, decilo.

E - ¿Qué cosa?

A – Ya sabés que cosa.

E - ¿Qué hice durante el fin de semana?

A – No voy a entrar en tu juego de palabras.

E - ¿Qué juego?

A - No esperes que te de el permiso para responder como hace tu mamá. Hacete hombre

y decilo solo.

E – No te voy a dar el gusto.

A – No es un gusto que me tenés que dar a mí, sino a vos mismo. Quiero que tengas el

coraje de creer que mereces ser escuchado sin que te pregunten.

E - Basta… Decime dónde estuviste el fin de semana.

A - ¿Otra vez?

E – Necesito que me digas.

A - ¿Estás seguro que te interesa saber?

E – Claro, como no voy a estar seguro.

A – Te prometo que mañana me levanto y mientras desayunamos te cuento todo.

E – No puedo esperar hasta mañana. ¿Sabés como estuve yo acá? (ella no responde)

¿Lo sabés?

A - ¿Qué cosa?

E – Lo que te estoy preguntando.

A - ¿Qué me estás preguntando?

E – Te pregunto, si te imaginas cómo estuve durante el fin de semana en tu ausencia.

A - ¿Vos te das cuenta que estás tratando, inconscientemente, de hacerme preguntarte que

hiciste durante el fin de semana?

E - ¿Qué?

A – Pensalo ¿En serio necesitás ese permiso? Si queres te lo doy.

E – No, no lo quiero.

A – Bueno. (Ella sale hacia el baño. Silencio. Ella vuelve)

E – Estoy agotado.

A – Yo también. (Ella se acerca y lo mira a los ojos. Él sonríe con tristeza y agotamiento)

E - ¿Vamos a dormir? (Ella lo besa, primero suavemente. Luego más apasionada. Él

retribuye. Se sueltan) Te extrañé mucho. (Ella comienza a besarlo más sexualmente, se le

sienta arriba. Él la corre) Pará, pará…

A - ¿Qué te pasa?

E – No quiero hacer el amor.

A - ¿En serio? No pareció

E – O sea… Sí quiero. Pero antes quiero saber donde estuviste.

A – Ya te dije que mañana.

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E – Entonces haremos el amor mañana.

A – No entiendo que tiene que ver una cosa con la otra.

E - ¿Vos no entendés que no tengo idea adónde estuviste?

A – Sí ya sé.

E – Tampoco sé con quién estuviste.

A – (Entendiendo) Ah, es eso.

E - ¿Y qué te parece?

A – No estuve con nadie de ese modo en que vos pensas.

E - ¿Y en qué modo pienso?

A – Sexualmente.

E – Bueno. Menos mal. Jurameló.

A – No puedo.

E - ¿Cómo que no podés?

A – No me gusta jurar.

E - ¿Con quién estuviste?

A – Te dije que con nadie.

E – Entonces juralo. A mi me hiciste jurar por mi hermanita, así que ahora jurá vos.

A – Pero vos sos ateo, no cuenta.

E – Sin embargo juré igual.

A – Yo creo en Dios.

E - ¿En cuál?

A – No sé, el clásico.

E - ¿Cuál es el clásico?

A – El de los pecados y todo eso.

E - ¿El de rezar?

A – No, en ese no.

E – Ése es el mismo que el de los pecados.

A – Bueno, el mío es diferente.

E - ¿Te inventaste un Dios para vos sola?

A – No, no sé.

E - ¿Tu Dios castiga?

A – Sí, aprieta… y después ahorca.

E - ¿En ese orden?

A – Y sí. Al revés no tendría sentido. ¿Para qué te ve a apretar si ya estás ahorcado?

E – Jurame que no estuviste con alguien.

A – Está bien, te lo juro.

E - ¿Por quién?

A – No sé, por Sabina.

E - ¿Por Sabina?

A – Sí, Joaquín Sabina.

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E – Eso no vale. A vos no te afectaría en nada que se muera Sabina.

A - ¿Cómo que no?

E - ¿En qué te afectaría?

A – No sé, en que ya no podría ir a ver sus recitales.

E – Si nunca fuiste.

A – Es que no me gusta estar toda apretada ahí entre la gente.

E – Además Sabina vive al borde de la muerte, no cuenta.

A – Pobre hombre, no hablés así.

E – Está bien, juralo por Sabina si querés. Pero si estas mintiendo Dios te va ahorcar.

A – Bueno.

E - ¿Y?

A - ¿Y, qué?

E – Juralo.

A - (Resopla. Levantando la mano) “Juro por Sabina que no estuve con nadie”

E – (Aclarando) Sexualmente.

A – Eso sexualmente.

E – No, así no vale. Armá toda la frase de vuelta.

A – Uf. Juro por Joaquín Sabina que, durante el fin de semana, no estuve con nadie,

sexualmente.

E – Igual decir Sabina es cualquier cosa.

A – A vos porque no te gusta.

E – No sé, me parece un borracho.

A – Es porque no entendés las letras.

E - ¿Cómo no voy a entender las letras?

A – No las entendés.

E – Está bien. Lo que vos digas.

A – Bueno… ¿Ahora sí? (Acercándose hacia él) ¿Hacemos el amor?

E – (Se vuelven a besar apasionadamente. Ella se empieza sacar la remera) Pará, pará…

A - ¿Qué?

E – Entiendo que no hayas estado con alguien sexualmente. Pero con alguien estuviste…

¿No?

A – ¿Sexualmente?

E – No, no. Te pregunto si estuviste acompañada por alguien durante el fin de semana.

A – Sexualmente no.

E – Ya entendí eso.

A – Sí, acompañada por alguien estuve.

E - ¿Pero de qué modo?

A - ¿Cómo de qué modo?

E – Claro… Si no fue sexualmente… ¿De qué modo fue?

A – No entiendo.

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E - ¿El qué no entendés?

A - Dame ejemplos.

E – A ver… ¿Estuviste acompañada amistosamente?

A – No.

E - ¿Laboralmente?

A – Tampoco.

E - ¿Judicialmente?

A - ¿Judicialmente?

E – Dale che…

A – Es que eso no te lo puedo contar hasta mañana.

E – No me podés dejar así. ¿Vos sabés cómo estuve yo acá?

A - ¿Otra vez con la psicología de los permisos?

E – Está bien. Por lo menos decime con cuantas personas estuviste.

A - ¿Cuántas?

E – Claro.

A – Eh…

E – ¿Tenés que pensar?

A – Sí, pará.

E - ¿Dónde estuviste?

A – Mañana te digo.

E – No, me decís ahora.

A – Hagamos una cosa.

E - ¿Qué cosa?

A – Mirame a los ojos.

E – Dale contame, que ojos ni ojos.

A – Dale, mirame.

E – La puta que te parió.

A – Mirame te digo. (La mira)

E – Ahí esta, te miro. ¿Ahora qué?

A – Ahora decime donde estuve el fin de semana…

E – ¿Cómo querés que te lo diga? No sé.

A – Pero yo sí lo sé.

E – Me imagino, falta que no lo sepas.

A – Si me amas, seguramente lo vas a descubrir mirandomé a los ojos.

E - ¿Eh?

A – Dale, decime. ¿Dónde estuve?

E – No sé, no sé donde estuviste demente. Solamente sé donde estuve yo.

A - ¿Vamos a hacer el amor? (Lo vuelve a besar)

E – Ya te dije que no.

A – ¿Confiás en mí?

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E – Ya no sé.

A – Hagamos el amor.

E – ¿Y me decís después de hacer el amor adonde estuviste?

A – Sí, dale te digo.

E – ¿Me lo jurás?

A – Te lo juro.

E – Bueno, está bien. Dale hagamos el amor.

A – Bueno, esperá que me cepillo los dientes.

E – Dale. (Él agarra la cartera y la da vuelta arriba de la mesa. Caen unos pasajes. Él los

lee. Busca otras cosas. Pero no encuentra nada incriminatorio)

A – (Entrando) ¿Qué estás haciendo?

E - ¿Qué te parece?

A – No sé, parece que estuvieras buscando algo.

E - ¿Algo como qué?

A – No sé.

E – Viajaste a Córdoba

A – Sí, viaje a Córdoba.

E - ¿A qué?

A – Mañana te cuento.

E – ¡Basta con mañana! ¿A qué viajaste a Córdoba?

A – Es algo personal.

E - ¿Personal?

A – Claro, algo que tiene que ver con mi persona.

E – Si no me decís ya mismo porqué viajaste a Córdoba me voy.

A - ¿Adónde te vas?

E – No sé, ya veré.

A – Si te vas, andá para lo de tus viejos. Sabés que ellos no tienen problemas en que te

quedes ahí.

E – ¿Estás insinuando que debería irme?

A – No, yo solo digo no más.

E - ¿A qué viajaste a Córdoba?

A – Me da mucha vergüenza contarte.

E - ¿Y por qué mañana no te va a dar vergüenza?

A – Eso es sorpresa.

E – Esto no da para más.

A - ¿Qué cosa?

E – Esta situación.

A – No es para tanto (Ella sale a la pieza. Él se queda pensando)

E – A ver… Si no me podías contar hasta mañana a la mañana dónde estuviste… ¿Por

qué volviste ahora?

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A – (Desde la pieza) Tenía hambre.

E – Hubieses ido a lo de alguna amiga

A – Sí, podría haber sido una opción.

E – Conociendoté, viniste premeditadamente.

A - ¿Premeditadamente?

E – Sí.

A - ¿Vos creés?

E – Sí, yo creo. Desde que llegaste que me estás enroscando.

A - ¿Y por qué lo haría?

E – Eso es lo que tu retorcida mente quiere que yo descubra.

A – No creo.

E – Yo sí creo. ¿Se puede saber por qué estás queriendo insistentemente que hagamos el

amor?

A – No sé… Porque te amo. Porque te extrañé.

E – ¿Sabés que pienso?

A - ¿Qué?

E - Qué me estas poniendo a prueba… o algo así. Creo que querés testear los “limites de

mi amor”.

A – ¿Eh?

E – Eso. Los límites de mi amor.

A - Yo no haría algo así.

E - ¿Vos creés que no?

A – Me parece que no.

E – Entonces ojo que te puede parecer mal. ¿Sabés?

A – Ya veremos.

E – (Mira los pasajes y descubre que tienen fecha del año pasado. Empieza a entender

todo) Ya sé dónde estuviste.

A - ¿Adónde?

E – En lo de una amiga.

A – Si no tengo amigas en Córdoba.

E – Vos no fuiste a Córdoba.

A - ¿No?

E – Vos estuviste durante el fin de semana acá, en la casa de alguna amiga

A - ¿Y los pasajes a Córdoba?

E – (Recuerda cual fue la única amiga con la que no se pudo comunicar) Vos estuviste en

lo de Tatiana.

A - ¿Tatiana?

E – Seguramente charlaron y tomaron mate, mientras imaginaban como yo estaría

caminando por las paredes de este departamento. Para luego venir hoy a testear mi

estado.

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A - ¿Qué tipo de estado?

E – Anímico obviamente.

A – ¿O sea que nunca fui a Córdoba?

E – Estos pasajes tienen fecha del año pasado, Sofía.

A – ¿En serio?

E – (Se los muestra) Vos a Córdoba no viajaste. A no ser que aparte de viajar a Córdoba

también hayas viajado en el tiempo, y que yo sepa todavía los viajes en el tiempo no se

inventaron.

A – Quizá se confundieron los de la empresa de micros al imprimirlo.

E – La experiencia me dice que debo desconfiar más de tus palabras que de la eficiencia

de los muchachos de la empresa de micros.

A - ¿Por qué no vas a preguntar en ventanilla?

E – ¿A vos te parece que hace falta?

A – No sé. Hacé como quieras.

E – (Le cae una ficha) ¿Marina no viajó a Córdoba el año pasado?

A – ¿Marina? No, me parece que no.

E – (Auto confirmándose) Sí, Marina viajó a Córdoba. (Lee el pasaje) Justo para esta

fecha.

A - ¿Sí? ¿Seguro?

E – Segurísimo. Todavía hay alfajores de Pera ahí en la heladera.

A – Mirá. Estaba segura de que había viajado a Mendoza. Pero ella viajo sola ¿De dónde

sacaría yo un segundo pasaje?

E – (Mirando los pasajes) ¿Seguro que viajó sola?

A – Sí no te acordás que subió las fotos a Internet. Estaba sola en todas las fotos.

E – Pero si estaba sola ¿Quién le sacaba las fotos?

A – Yo que sé, alguno que pasaría por ahí.

E – (Vuelve a mirar los pasajes. Se da cuenta de algo. Ríe) Duplicaste el pasaje.

A - ¿Cómo?

E – Es el mismo pasaje, tiene el mismo número. Lo fotocopiaste.

A – Mira si voy a perder tiempo haciendo eso.

E – Esto no lo hiciste vos. Esto está bien hecho.

A - ¿Qué querés decir?

E – Esto lo hizo Tatiana.

A – Ella no se prestaría a…

E – Lo escaneó, y lo imprimió dos veces. Mirá qué lindo tu amiga la diseñadora gráfica.

A – No voy a permitir que la inculpes.

E – Mirá el trabajo que te tomaste. ¿Y todo para qué?

A – No tengo idea, decimeló vos que sos el que está con un brote paranoico. (Él sale

hacia el baño angustiado. Ella espera incomoda. Él masticando la idea) Tu plan era que

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yo me entregue al acto amoroso ciegamente, sin tener ningún tipo de información sobre

dónde o con quién estuviste durante los últimos días…

A - ¿Y qué ganaría yo con eso?

E – Ganarías el poder absoluto sobre nuestra relación. Ganarías la libertad de hacer

conmigo lo que quieras para siempre.

A – ¿No estás exagerando un poco?

E – ¿A vos te parece?

A – Sí, me parece.

E – A mí me parece que no.

A – ¿Te parece que no?

E – Me parece que no.

A - ¿Y qué vas a hacer?

E – Por lo pronto “no hacerte el amor”, ya que eso, a mi entender, sería una lápida para

mis libertades.

A - ¿Una lápida?

E – (Como que le gustó la palabra) Exacto, una lápida.

A – Muy bien. ¿Algo más?

E – Sí, hay algo más. Quiero que sepas que por no haberme preguntado antes, nunca te

vas a enterar donde estuve, ni con quien estuve durante estos días. No vas a enterarte

quien me visitó, ni cuantos, ni como, y menos si vinieron con intenciones sexuales. Por

más que me preguntés, ahora ya es tarde, no te pienso contar nada.

A – ¿Estás hablando en serio?

E – ¿Qué te parece?

A – Entonces nunca te vas a enterar donde estuve yo.

E – Ya no me interesa.

A – ¿Seguro?

E – Segurísimo.

A - ¿Y vos pretendes que te crea todo lo que estás diciendo?

E – Ya no pretendo nada.

A – Está bien. Te voy a preguntar. “Mi amor... ¿Qué hiciste durante tu fin de semana?”

E – Cosa mía.

A – Dale contame.

E – (Gozándola) Cosa mía.

A – Está bien. Me contás mañana a la mañana. ¿Querés?

E – No, mañana a la mañana tengo cosas que hacer.

A - ¿Qué cosas?

E – Cosa mía.

A – No seas tonto (Ella lo agarra para transárselo) Dale hagamos el amor.

E – No señorita. Le dije que nada de sexo. Comportesé.

A – Dale. Ya está, me descubriste. Sos muy inteligente.

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E – La verdad que sí. Soy muy inteligente. ¿No? Tendrías que estar feliz de estar con un

hombre como yo.

A – Sí, dale. Vení, haceme tuya.

E – ¿Cómo? Pensé que ya eras mía.

A – Sí, soy toda tuya. Tuya sola.

E – ¿Entonces para que me pedís que te haga mía?

A – Es un modo de decir.

E - ¿Por qué no sos clara?

A – Quiero que me hagas el amor. ¿Entendés?

E – Me parece que después de lo que me hiciste caminar por las paredes sería un poco

hipócrita hacer el amor. ¿No te parece? ¿Por qué mejor no tenemos sexo? O no, para...

mejor dame sexo vos a mí.

A - ¿Que yo te dé sexo a vos? ¿Y vos qué hacés mientras tanto?

E – No sé, miro. Veo como lo hacés. Y si querés después te pongo una nota.

A – Ay, basta. Dale, contame. Qué hiciste el fin de semana.

E – Bueno, está bien. Te voy a contar. ¿Te acordés de Noelia?

A - ¿Tu ex?

E – Sí. ¿Yo te mostré fotos de ella no? La morochita, linda. La del escote...

A - ¿Qué pasa con Noelia? ¿Estuvo acá?

E – No, no.

A - ¿Y por qué la nombraste?

E – No sé. Se me vino la imagen de golpe.

A - ¿Vos me estás cargando? Dale, decime con quien estuviste.

E – Está bien. Estuve con María.

A – ¿Qué María?

E – María, la virgen. La virgen María. Me puse a rezar para que vuelvas y se me apareció

en la punta de la cama. Y ya que estaba ahí aprovechamos. Una virgen no es para

despreciar…

A – ¡Dale la concha de tu madre!

E – No te enojes, mi amor. Es que vos me preguntás y yo no te puedo contar.

A - ¿Por qué no podes?

E – Es que juré que no te lo iba a decir.

A – Mentira.

E – Te lo juro, lo juré por tu primito… y por Fito Paez.

A – ¡Basta Emilio! No me jodas más.

E - ¿Qué tiene de malo? Hoy vos juraste por Sabina...

A – Bueno, está bien. No me contés nada.

E – Genial. Gracias por entender. Me voy a dormir. Hasta mañana. (Sale a la pieza. Ella

se pone a revisar las cosas que están a mano. Pantalones y cosas. Encuentra un película.

No sabe de quién es. Ve que la cajita está vacía. Emilio sale del baño)

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A - ¿De dónde sacaste esta película?

E – ¿Qué película?

A – Esta que dice Manhattan.

E – Ah. ¿Quedó acá? Es de una compañera de trabajo.

A - ¿Qué compañera?

E – Evangelina.

A – ¿Yo la conozco?

E – No, creo que no.

A – ¿Estuvo acá?

E - ¿Quién?

A – Tu compañera de trabajo.

E - ¿Eva?

A – Sí pelotudo. ¿De quién estamos hablando?

E – No te puedo contar eso. Iría en contra de mi juramento. No querrás que le pase nada a

tu primito. ¿No? Falta que yo te cuente y mañana aparezca muerto, pobrecito.

A – Pará Emilio.

E – Sos vos la que me quiere hacer decirlo.

A – Dejá, no digás nada. Andá a cagar.

E – Bueno. Mejor así. Buenas noches. Y si te volvés a ir así de nuevo, dejame dicho

cuándo vas a volver, así organizo bien mí fin de semana. No me gustaría que llegues y te

encuentres con algo que te pueda hacer mal. Hasta mañana, me voy a dormir.

A - ¿Estuviste o no estuviste con Evangelina? (Ve que está cerrado) Abrime la concha de

tu madre. Emilio, Abrime. ¿Con quién estuviste? ¿Decime que hiciste el fin de semana?

(Sube la música. Ella se queda llorando de impotencia. Apagón)

FIN

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Si usted está interesado en realizar esta obra, o alguna de sus escenas, comuníquese con

el autor para recibir la autorización, y para que se le acerque la música original del

espectáculo:

Contacto via Facebook: Augusto Godachevich.

(O por mail [email protected])

Blog del autor: http://augustogodachevich.blogspot.com.ar/ Gracias y hasta luego.