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Pontificia Academia de Ciencias Por qué el concepto de muerte cerebral es válido como definición de muerte : declaración de neurólogos y otros y respuesta a las objeciones Vida y Ética. Año10, Nº 2, Diciembre 2009 Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual de la institución. La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea. Cómo citar el documento: Pontificia Academia de Ciencias, “Por qué el concepto de muerte cerebral es válido como definición de muerte: declaración de neurólogos y otros y respuesta a las objeciones”, Vida y Ética, año 10, nº 2, Buenos Aires, (diciembre, 2009). http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/concepto-muerte-cerebral-definicion- muerte.pdf Se recomienda ingresar la fecha de consulta entre corchetes, al final de la cita Ej: [Fecha de acceso octubre 9, 2001].

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Pontificia Academia de Ciencias

Por qué el concepto de muerte cerebral es válido como definición de muerte : declaración de neurólogos y otros y respuesta a las objeciones

Vida y Ética. Año10, Nº 2, Diciembre 2009

Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual de la institución.La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea.

Cómo citar el documento:

Pontificia Academia de Ciencias, “Por qué el concepto de muerte cerebral es válido como definición de muerte: declaración de neurólogos y otros y respuesta a las objeciones”, Vida y Ética, año 10, nº 2, Buenos Aires, (diciembre, 2009).http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/concepto-muerte-cerebral-definicion-muerte.pdf

Se recomienda ingresar la fecha de consulta entre corchetes, al final de la cita Ej: [Fecha de acceso octubre 9, 2001].

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INSTITUTO DE BIOÉTICA / UCA - VIDA Y ÉTICA AÑO 10 Nº 2 DICIEMBRE 2009 155

POR QUÉ ELCONCEPTO DE MUERTE CEREBRAL ESVÁLIDO COMODEFINICIÓN DE MUERTEDECLARACIÓN DE NEURÓLOGOS Y OTROS Y RESPUESTA A LAS OBJECIONES

ARTÍCULOS

Pontificia Academia de Ciencias

El texto que se transcribe fue comentado por el P. Mgt. Alberto G. Bochatey O.S.A. en la Ciudad de BuenosAires, EL viernes 18 de septiembre de 2009

Pa la bras cla ve· Muerte cerebral· Conceptos· Criterios médicos

Key words· Brain death· Concepts· Medical criteria

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RESUMEN

Del volumen “The Signs of Death, elProcedimiento del grupo de trabajo del11-12 de septiembre 2006” (ScriptaVaria, 110, Ciudad del Vaticano, Ponti-ficia Academia de Ciencias, 2007: 55-64),* el director del Instituto deBioética, P. Mgt. Alberto G. Bochatey,O.S.A., explicó la declaración que setranscribe, las objeciones realizadas ysus oportunas respuestas durante elCongreso Internacional de Bioética Personalista.

ABSTRACT

From the volume “The Signs of Death,the Proceedings of the Working Groupof 11-12 September 2006” (ScriptaVaria, 110, Vatican City, The PontificalAcademy of Sciences, 2007: 55-64) thedirector of the Bioethics Institute, P.Mgt. Alberto G. Bochatey, O.S.A.,explained the following statement, itsobjections and their appropriateresponses in the International Congressof Personalistic Bioethics.

LA NOCIÓN DE MUERTE CEREBRAL

La noción de “muerte cerebral” surgiópara designar un nuevo criterio de certifi-cación de la muerte (que va más allá delos criterios relativos al corazón y la respi-ración y de los criterios relativos a la des-trucción del soma) que se hizo evidentecon los nuevos descubrimientos acerca delfuncionamiento del cerebro y el papel quedesempeña en el cuerpo. Este nuevo cri-terio se tornó necesario con los cambiosen las situaciones clínicas provocados porel uso del respirador y la posibilidad demantener algunos órganos humanos aunante la pérdida de la unidad del orga-nismo en su conjunto.

La muerte cerebral es la muerte

Si bien el concepto de muerte cere-bral es de gran importancia y utilidadpara la medicina clínica, aún encuentraresistencia en algunos círculos. Las razo-nes de esta resistencia plantean cuestio-namientos a los médicos neurólogos,quienes quizás son los más indicadospara aclarar las dificultades que presentaeste tema controvertido. Para ser consis-tentes, es necesario aclarar desde el co-mienzo que la muerte cerebral no essinónimo de la muerte, no implica lamuerte y no es equivalente a la muerte:“es” la muerte.

* Firmada por los siguientes autores: A. Battro, J.L. Bernat, M.-G. Bousser, N. Cabibbo, Card. G. Cottier, R.B. Daroff, S. Davis, L. De-ecke, C.J. Estol, W. Hacke, M.G. Hennerici, J.C. Huber, Card. A. López Trujillo, Card. C.M. Martini, J. Masdeu, H. Mattle, J.B. Posner,L. Puybasset, M. Raichle, A.H. Ropper, P.M. Rossini, M. Sánchez Sorondo, H. Schambeck, E. Sgreccia, P.N. Tandon, R. Vicuña, E. Wij-dicks, A. Zichichi. Disponible en:<http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_academies/acdscien/2009/excerpt_signs_of_death_5l.pdf>.

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El “coma”, el “estado vegetativo per-sistente” y el “estado mínimamente cons-ciente” no constituyen la muerte cerebral.Si bien la inclusión del término “muerte”en “muerte cerebral” puede constituir unproblema central, la comunidad neuroló-gica (con algunas excepciones) postulauna distinción fundamental entre lamuerte cerebral y los otros tipos de dis-función cerebral severa con alteración dela conciencia (por ejemplo, el coma, el es-tado vegetativo y el estado mínimamenteconsciente). Si no se reúnen los criteriosde muerte cerebral, no se cruzó la barreraque divide la vida de la muerte, por severae irreversible que sea la lesión cerebral.

LA MUERTE CEREBRAL ES LA MUERTEDE LA PERSONA

El concepto de muerte cerebral no in-tenta sugerir que existe más de una formade muerte. Más bien, esta terminologíaespecífica hace referencia a una condiciónespecial que, dentro de una secuencia desucesos, constituye la muerte de una per-sona. Así pues, la muerte cerebral es elcese irreversible de toda actividad cerebralvital (de los hemisferios cerebrales y eltallo cerebral). Esto implica la pérdida irre-versible de función de las células cerebra-les y su destrucción total o casi total. Elcerebro está muerto y el funcionamientode los otros órganos se mantiene directa eindirectamente por medios artificiales.Esta condición se debe única y exclusiva-

mente al uso de técnicas médicas moder-nas y, salvo en raras excepciones, sólopuede mantenerse por tiempo limitado. Latecnología puede preservar los órganos deuna persona muerta (debidamente decla-rada muerta según los criterios neuroló-gicos) durante un lapso de tiempo, por logeneral de horas a días, rara vez mástiempo. No obstante, esa persona estámuerta.

La muerte es el fin de un proceso

Este proceso comienza con una situa-ción irreversible de salud, concretamenteel comienzo de la falla de las funciones in-tegradoras que el cerebro y el tallo cere-bral ejercen en el cuerpo. El procesoconcluye con la muerte cerebral y porende la muerte de la persona. Por lo ge-neral, este proceso implica un edema ce-rebral progresivo e incontrolable que elevala presión intracraneana. Cuando la pre-sión intracraneana excede la presión san-guínea sistólica, el corazón pierde lacapacidad de bombear sangre al cerebro.El cerebro inflamado queda comprimidodentro de su rígida “coraza”, el cráneo, yse hernia a través del tentorio y el fora-men magno, lo que termina por bloqueartotalmente la irrigación sanguínea al ce-rebro. La muerte cerebral y muerte de lapersona es el fin de este proceso.

Existe un segundo proceso que co-mienza con la muerte de la persona y con-siste en la descomposición del cadáver y

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la muerte de todas las células. Los anti-guos conocían estos dos procesos y sabían,por ejemplo, que el cabello y la uñas con-tinúan creciendo durante días después dela muerte. Hoy, considerar que es necesariomantener los subsistemas de un cuerpoque recibe asistencia artificial y esperar lamuerte de todas las células del organismoantes de declarar la muerte de una personasería confundir estos dos procesos. Este en-foque ha recibido el nombre de “trata-miento exagerado” o, más concretamente,la demora de la descomposición inexorablede un cadáver mediante el uso de instru-mentos artificiales.

EL CONSENSO SOBRE LA MUERTE CEREBRAL

El criterio de la muerte cerebral comola muerte de la persona se estableció haceunos cuarenta años y desde entonces elconsenso sobre dicho criterio ha crecidoprogresivamente. Las academias de neu-rología más importantes del mundo adop-taron este criterio y también lo hicieron lamayor parte de los países desarrolladosque abordaron esta cuestión (los EstadosUnidos, Francia, Alemania, Italia, el ReinoUnido, España, los Países Bajos, Bélgica,Suiza, Austria, India, Japón, la Argentinay otros).

Lamentablemente, la explicación queel mundo científico brinda a la opiniónpública sobre este concepto resulta insu-

ficiente, lo que debería corregirse. Debe-mos lograr la convergencia de puntos devista y acordar una terminología encomún. Por otra parte, las organizacionesinternacionales deben procurar emplearlos mismos términos y definiciones, lo queayudaría a formular la legislación perti-nente. Desde luego, la opinión públicadebe estar convencida de que el criteriode muerte cerebral se aplica con el má-ximo rigor y la máxima eficacia. Los go-biernos deben procurar que se dispongade los recursos apropiados, la pericia pro-fesional y el marco legislativo para lograreste fin.

ESTADÍSTICAS SOBRE LA MUERTE CEREBRAL

En los organismos de procuración deórganos de los Estados Unidos, por lo ge-neral puede accederse a la mayor parte delas estadísticas sobre el diagnóstico de loscasos de muerte cerebral desde su defini-ción completa, su aplicación y las histo-rias clínicas pertinentes. La clínica Mayocuenta con información de 385 casosaproximadamente (años 1987-1996). Flo-wers y Patel (Southern Medical Journal2000; 93: 203-206) informaron sobre 71pacientes que reunían los criterios clíni-cos de muerte cerebral y fueron estudia-dos mediante el escaneo radionúclido delcerebro. No se evidenció flujo sanguíneoen 70 pacientes, mientras que en un pa-ciente se detectó la presencia de flujo san-

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guíneo arterial en la evaluación inicial,pero este desapareció a las 24 horas. Losautores concluyeron que el diagnóstico demuerte cerebral tiene una precisión del100% si se aplican los criterios médicosestablecidos.

El famoso caso Repertinger de menin-gitis es una irónica demostración de quees posible mantener un cuerpo y algunosórganos perfundidos durante muchotiempo. Existe la posibilidad de que no hu-biera muerte cerebral en este pacientedesde mucho tiempo antes (cfr. la discu-sión detallada sobre esta posibilidad du-rante el encuentro y la pregunta 15, pág.LXIX sig.). Otra posibilidad es que este seaun caso válido de muerte cerebral, ya quese practicaron todos los exámenes clínicospara determinar la muerte cerebral, conexcepción del test de apnea. La ausenciade potenciales evocados y el EEG planomostraron compatibilidad con la muertecerebral. Si se trató de un caso de muertecerebral debidamente documentado, elmensaje que transmite es que casos deeste tipo ocurren en excepciones extraor-dinariamente raras. No obstante, han pa-sado muchos años desde este caso, haymucha incertidumbre sobre él y no puedegeneralizarse a partir de este caso para in-validar el criterio de muerte cerebral.

Con las tecnologías disponibles en lasunidades de terapia intensiva modernastal vez veamos más casos prolongados, amedida que la evolución de la capacidad

tecnológica permita reproducir algunas delas funciones del tallo cerebral y el hipo-tálamo en la integración y coordinaciónde todos los subsistemas del organismo. Lacomunidad neurológica considera queeste caso no altera la validez conceptualde la muerte cerebral como hecho equi-valente a la muerte de la persona.

UNA REALIDAD CONTRARIA A LA INTUICIÓN

La historia de la ciencia y de la medi-cina abunda en descubrimientos que soncontarios a nuestras percepciones y pare-cen ilógicos. Del mismo modo que entiempos de Copérnico y Galileo era difícilpara el sentido común aceptar que la Tie-rra no era estática, hoy resulta difícil paramuchas personas aceptar que un cuerpocon un corazón que bombea sangre y conpulso está “muerto” y es, por lo tanto, uncadáver: la “muerte con corazón batiente”parece desafiar las percepciones que nosdicta nuestro sentido común.

Esto se debe en parte a que el cerebromuerto, al igual que la Tierra en movi-miento, no puede verse, conceptualizarseo experimentarse a simple vista. No es enabsoluto fácil para el hombre comúnaceptar como muerte un estado con apa-riencia de sueño profundo con un cora-zón que late y con la presencia deactividad electrocardiográfica. Como eluso de la tecnología médica está tan ge-

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neralizado, es difícil comprender que elrespirador artificial es un intermediarioindispensable para mantener ese estado.Esto puede generar resistencia, tanto aabandonar a las personas con muerte ce-rebral como a aceptar que se extraigan susórganos para el trasplante.

TRASPLANTE DE ÓRGANOS

El concepto de muerte cerebral es elcentro de un debate clínico y filosófico,sobre todo luego del progreso alcanzadoen el campo del trasplante de órganos.Concretamente, se ha cuestionado si estecriterio -esta es la visión, por ejemplo, deHans Jonas- se introdujo para favorecer eltrasplante de órganos y recibe la influen-cia de una visión dualista del hombre, queidentifica lo que le otorga la condiciónhumana con su actividad cerebral. Sin em-bargo, como surgió en las discusiones quetuvieron lugar durante el encuentro, elcriterio de muerte cerebral es compatible,a nivel filosófico y teológico, con una vi-sión no funcional del hombre.

El mismo san Agustín, quien cierta-mente no identificaba el cerebro con lamente o el alma, dijo que “cuando falla elcerebro que gobierna el cuerpo”, el almase separa del cuerpo: “Así, cuando las fun-ciones del cerebro que están, por así de-cirlo, al servicio del alma, cesantotalmente a causa de algún defecto operturbación -dado que los mensajeros de

las sensaciones y los agentes del movi-miento dejan de actuar- es como si elalma ya no estuviera presente y no estu-viera [en el cuerpo], y se hubiera ido” (DeGen. ad lit., L. VII, cap. 19; PL 34, 365). Enefecto, el criterio de muerte cerebral estáen conformidad con la “correcta concep-ción antropológica” de Juan Pablo II, queve la muerte como la separación del almadel cuerpo, “que consiste en la total de-sintegración de ese conjunto unitario e in-tegrado que es la persona misma”. Así, alreferirse al criterio de muerte cerebral, elPapa declaró: “El reciente criterio de cer-tificación de la muerte, es decir, la cesa-ción total e irreversible de toda actividadcerebral (en el cerebro, el cerebelo y eltronco encefálico), si se aplica escrupulo-samente, no parece en conflicto con loselementos esenciales de una correcta con-cepción antropológica” (cfr. discurso del29 de agosto de 2000 con ocasión delXVIII Congreso Internacional de la Socie-dad de Trasplantes).

Desde un punto de vista clínico, casi latotalidad de la comunidad médica coincideen que el concepto de la muerte cerebralcomo la muerte no debe tener un propósitoulterior (concretamente, el trasplante deórganos). De hecho, la certificación de lamuerte cerebral, que históricamente fue elresultado del estudio independiente delcerebro, precedió a los primeros trasplan-tes y por lo tanto no tuvo (ni tiene) rela-ción con el tema conexo del trasplante(cfr., por ejemplo, S. Lofstedt y G. Von Reis,

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“Intracranial lesions with abolished pas-sage of X-ray contrast throughout the in-ternal carotid arteries”, PACE, 1956, 8:99-202).

Son pocos los médicos que creen que laextracción de órganos de personas conmuerte cerebral constituye asesinato y noexiste legislación razonable que adopteeste punto de vista. El advenimiento deltrasplante cardíaco y el trasplante hepáticoen la década de 1960 y la necesidad de ór-ganos de donantes con corazón batientepara asegurar resultados exitosos genera-ron una evidente relación entre la muertecerebral y el trasplante. Es posible y espe-rable que en el futuro esta relación de-crezca con los nuevos descubrimientos enel uso de órganos no humanos y órganosartificiales.

ARGUMENTOS POCO SÓLIDOS

La mayor parte de los argumentos encontra del criterio de muerte cerebral noson sustentables y constituyen desviacio-nes incorrectas si se los examina desdeuna perspectiva neurológica. Por ejemplo,la aplicación errónea o imprecisa de loscriterios para determinar la muerte cere-bral, el hecho de que puede malinterpre-tarse el examen neurológico en casosparticulares o las variaciones en los crite-rios elegidos por grupos especializadospueden usarse fácilmente como argumen-tos espurios en contra del concepto.

El test de apnea

El postulado de que el test de apnearepresenta un riesgo para el paciente ca-rece de validez si el examen se lleva a cabocorrectamente. Las autoridades deben ga-rantizar que el test de apnea siempre serealice con la máxima pericia profesionaly tecnológica, y deben destinar recursos aeste fin.

Situaciones irreversibles: toda muerte esmuerte cerebral

Las afirmaciones respecto de la existen-cia de personas que han “despertado” de lamuerte cerebral han sido aprovechadaspara desacreditar el concepto y para pro-longar la respiración artificial, la alimenta-ción y la asistencia médica en la esperanzade una recuperación. Unos pocos casos depersonas con muerte cerebral mantenidasen ese estado mediante respiradores y otrosrecursos médicos durante semanas, o in-cluso años, han dado lugar a afirmacionesinfundadas de que estas personas se en-contraban en condiciones que no eran demuerte. En realidad, como se sostiene másarriba en la sección “estadísticas sobre lamuerte cerebral”, estas afirmaciones care-cen de validez si se utilizan los criteriosdiagnósticos correctos.

Embarazo

Se han llevado embarazos a término enmadres con muerte cerebral. Estos casos son

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excepcionales y no implican condicionespotencialmente reversibles diferentes de lamuerte cerebral. El útero y otros órganos dela madre se mantienen como un vehículotécnico para el embarazo del mismo modoen que el corazón o los riñones se mantie-nen perfundidos. Así, una persona conmuerte cerebral puede dar a luz si se lamantiene con un respirador u otros mediosdurante cierto tiempo.

Hormonas antidiuréticas y otras hormonas pituitarias

Otros argumentos espurios, como lasecreción residual de hormonas antidiuré-ticas y de otras hormonas pituitarias enalgunos casos de muerte cerebral, hacenreferencia a fenómenos transitorios yconstituyen argumentos técnicos quepueden tratarse a nivel práctico. No es ne-cesario que todas y cada una de las célu-las dentro del cráneo estén muertas paraconfirmar la muerte cerebral.

Regeneración de axones

Los informes recientes sobre la rege-neración de axones en pacientes condaño cerebral severo (informes quedeben ser corroborados y estudiados enmayor profundidad) no son pertinentes ala muerte cerebral.

Recuperación excluida

Por consiguiente, como se mencionóanteriormente, no hay posibilidad de re-

cuperación de la muerte cerebral, y lasdiscusiones respecto de la recuperación dedistintos estados de coma deben diferen-ciarse de la muerte cerebral.

LA NECESIDAD DE UN EXAMENNEUROLÓGICO REALIZADO POR EXPERTOS

Si los criterios de muerte cerebral seaplican correctamente y si el examenneurológico es realizado correctamentepor un médico experimentado, puede lo-grarse la confiabilidad total. Como se dijoanteriormente, no existen excepcionesdocumentadas.

El examen neurológico evalúa el es-tado de conciencia y los reflejos para con-firmar la muerte de las neuronas queparticipan en estas funciones. Si bien elexamen no evalúa todas las neuronas delsistema nervioso central, como se afirmóantes no es necesario que absolutamentetodas las neuronas estén muertas parahacer un diagnóstico fehaciente demuerte cerebral. En un paciente sedado opreviamente sedado, debe demostrarse lafalta de perfusión cerebral para certificarla muerte cerebral fuera de toda duda.

LA PÉRDIDA DE LA ACTIVIDAD CARDÍACA

Cuando el cardiólogo declara la muertecomo resultado de un paro cardíaco, el

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diagnóstico es menos cierto que en el casode la muerte cerebral. Se han documentadonumerosos casos de pacientes declaradosmuertos luego del fracaso de la resucita-ción cardíaca que luego resultaron estarvivos. Debe decirse que la definición tra-dicional de “muerte” como la pérdida na-tural de la actividad cardíaca no essatisfactoria porque ahora es posible man-tener el corazón latiendo y la circulaciónde sangre a un cerebro muerto por mediosartificiales. La confusión surge a partir dela presencia de sistemas mecánicos que re-emplazan artificialmente el papel que de-sempeña el cerebro como generador delfuncionamiento de los órganos esenciales.Por consiguiente, la muerte cerebral cons-tituye un diagnóstico más certero que lamuerte cardíaca. La dificultad para aceptarla muerte cerebral puede deberse princi-palmente a que se trata de un conceptorelativamente nuevo (Ibsen inventó el res-pirador hace cincuenta y seis años) com-parado con la noción tradicionalmenteaceptada de paro cardíaco y respiratorio.

LA PÉRDIDA DE LA RESPIRACIÓN

Si se afirma que la falta de respiraciónespontánea define la muerte, todos lospacientes con muerte cerebral están, pordefinición, “muertos”. Cuando un pacienteha sido declarado muerto luego de apli-car los criterios adecuados para determi-nar la muerte cerebral, la decisión decontinuar con la respiración artificial sólo

se justifica con relación a la vida y el bie-nestar de otra persona.

SIN RESPIRADOR NO HAY ACTIVIDADCARDÍACA

Si se quita el respirador a un pacientecon muerte cerebral, el cuerpo atraviesa lamisma secuencia de sucesos y desintegra-ción física que tienen lugar en una personacon pérdida de la actividad cardíaca.

INSTRUMENTOS ARTIFICIALES

Por lo tanto, sostener que la muerte esla pérdida de la actividad cardíaca es tanilógico como afirmar que la muerte es lapérdida de la actividad renal. Tanto la ac-tividad renal (a través de la diálisis) comola actividad cardíaca (a través de un ins-trumento no natural) pueden mantenerseartificialmente, lo que es imposible en elcaso del cerebro: no existe instrumentoartificial que pueda reactivar o reemplazaral cerebro una vez que éste ha muerto.

LA FALTA DE CIRCULACIÓN AL CEREBRO IMPLICA LA MUERTE CEREBRAL

No hace falta ser un cartesiano parasostener que el cerebro es de fundamen-tal importancia. Hoy, luego del progresoalcanzado en el conocimiento del funcio-

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namiento del cerebro, la visión médico-fi-losófica sostiene que el cuerpo está “go-bernado” por ese órgano maravilloso: elcerebro. Desde luego, no somos un “cere-bro en una cubeta”, pero debe recono-cerse que el cerebro es el centro receptorde todas las experiencias sensoriales, cog-nitivas y emocionales y que el cerebroactúa como la fuerza impulsora neuronalcentral de la existencia. Debemos aceptarque la pérdida de la circulación al cerebroprovoca la muerte. Esta pérdida de la cir-culación puede documentarse práctica-mente en todos los casos de muertecerebral si los exámenes se realizan en elmomento correcto.

EL DISFRAZ DE LA MUERTE

En realidad, no es la persona sino el res-pirador lo que mantiene artificialmente laapariencia de vitalidad del cuerpo. Por lotanto, en estado de muerte cerebral, la lla-mada vida de las partes del cuerpo es “vidaartificial”, no vida natural. Un instrumentoartificial se convierte en la causa principalde dicha “vida” no natural. De este modo, lamuerte se disfraza o se enmascara a travésdel uso de un instrumento artificial.

LA EDUCACIÓN Y LA MUERTE CEREBRAL

Una de las tareas de los médicos en ge-neral y de los neurocientíficos consiste en

educar a la población acerca de los des-cubrimientos en este campo. En lo querespecta al concepto de que toda muertees muerte cerebral, la tarea puede resultardifícil, pero es nuestra responsabilidadcontinuar en nuestro empeño. A un nivelespecífico, debe decirse a los familiares delas personas con muerte cerebral que elpaciente ha muerto en lugar de decirlesque tiene “muerte cerebral”, y luego ex-plicarles que los sistemas de soporte sóloproducen una apariencia de vida. Delmismo modo, no deben emplearse los tér-minos “soporte vital” y “tratamiento”, yaque los sistemas de soporte se estánusando en un cadáver.

RESPUESTA A LA DECLARACIÓN Y LOSCOMENTARIOS DEL PROF. SPAEMANNY EL DR. SHEWMON

A. Battro, J.L. Bernat, M.-G. Bousser, N. Cabibbo, Card. G.Cottier, R.B. Daroff, S. Davis, L. Deecke, C.J. Estol, W. Hacke,M.G. Hennerici, J.C. Huber, Card. C.M. Martini, J.C. Mas-deu, H. Mattle, M. Sánchez Sorondo, H. Schambeck, E.Sgreccia, J.B. Posner, L. Puybasset, M.E. Raichle, A.H. Rop-per, P.N. Tandon, R. Vicuña, A. Zichichi

El Dr. Shewmon critica muchas de lasconclusiones de la declaración “Por qué elconcepto de muerte cerebral es válido comodefinición de muerte” y algunas de las opi-niones expresadas durante la discusión ge-neral. Sus comentarios pueden considerarsecontribuciones al debate. Aristóteles nos en-seña a estar agradecidos no sólo con quie-nes comparten nuestras opiniones sino

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[1] Cfr. Met., II, 1, 993 b 12 sig.

también con quienes expresan posturas di-ferentes, porque ellos también han contri-buido a estimular el pensamiento. [1]Lamentamos que el Dr. Shewmon no hayapodido asistir a la PAC en septiembre, ya queasí hubiéramos podido debatir sus críticasen persona en lugar de hacerlo a posteriori.El Dr. Shewmon y el Prof. Spaemann quizásnunca coincidan en que la muerte del cere-bro es la muerte de la persona.

No obstante, hay algunos puntos enlos que todos coincidimos:

1. Una persona que reúne los criteriosclínicos de muerte cerebral nunca, jamás,recuperará un estado semejante a la con-ciencia o la actividad consciente.

2. La gran mayoría de los cuerpos quereúnen los criterios de muerte cerebral su-frirán una falla multiorgánica, incluido elparo cardíaco, en un corto tiempo, a pesarde los esfuerzos que se realicen por pre-servar los órganos somáticos. Esto es asíaunque el daño original esté localizadoexclusivamente en el cerebro, como en elcaso de una hemorragia cerebral masiva.

3. En una pequeña minoría de dichoscuerpos, los órganos somáticos, incluido elcorazón, pueden mantenerse en funciona-miento por un tiempo, por lo general unosdías, en ocasiones semanas y en casos ex-

tremadamente raros por un período detiempo prolongado. Independientementedel tiempo durante el que se mantenga lafunción somática, si la muerte cerebral fuediagnosticada correctamente, jamás habrásemblanza de recuperación de la concien-cia o la actividad consciente.

4. Debe evitarse la frase “decapitaciónfisiológica” en relación con la muerte ce-rebral porque la decapitación es contrariaa la fisiología, que designa las funcionesnormales de organismos vivos y sus par-tes, y porque las personas con muerte ce-rebral pueden, de hecho, tener cabeza.

Un gran número de expertos médicos,incluidos aquellos que asistieron al Sim-posio Vaticano, coinciden con estas pro-posiciones. Resulta difícil comprender porqué el Dr. Shewmon y el Prof. Spaemann,si bien aceptan estas afirmaciones acercade la muerte cerebral, no aceptan el hechode que la muerte cerebral es la muerte dela persona. No obstante, puede decirseque esta negativa se basa en apreciacionespersonales de carácter físico/biológico yfilosófico. Desde el punto de vista fí-sico/biológico, ellos sostienen que la inte-gración y coordinación de los subsistemascorporales no son tarea exclusiva del tallocerebral y el hipotálamo. Así, opinan queexiste una unidad vital holística de los ór-ganos del cuerpo sin el cerebro.

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Este punto quizás pueda aclararsemejor si comparamos la muerte cerebralcon el estado vegetativo. ¿Por qué el es-tado vegetativo persistente es diferentede la muerte cerebral? Con la misma te-rapia de soporte que se usa en un cuerpocon muerte cerebral, es improbable queun paciente en estado vegetativo muera,lo que sugiere que el tallo cerebral, enparticular en su parte baja, es importanteen la función integradora del resto delcuerpo, mientras que los hemisferios ce-rebrales no lo son.

Existen otras diferencias entre el es-tado vegetativo y la muerte cerebral:

1. La MRI funcional sugiere que en pa-cientes en estado vegetativo puede haberelementos de un estado de conciencia.

2. Existen informes que describen larecuperación de un estado de concienciaal menos mínimo luego de varios mesesen estado vegetativo. Por lo tanto, nopuede diagnosticarse el estado vegetativo“persistente” durante los primeros tresmeses, ni durante el primer año despuésde un traumatismo de cráneo.

3. Varios trabajos de investigación de-muestran que es extremadamente difícilmantener los órganos somáticos en fun-cionamiento una vez que el cerebro estámuerto, y que sólo en raras excepciones(no en excepciones “frecuentes”, como su-giere el Dr. Shewmon) dicho funciona-

miento falla luego de unos días. Esto con-trasta con la relativa facilidad de mante-ner pacientes con daño cerebral severo olesión severa de la médula espinal que nopresentan muerte cerebral. El hecho deque una persona cuya médula espinal estáseccionada en la parte cervical alta y quedepende de un respirador pueda mante-nerse viviendo y trabajando en su casa se-ñala la importancia del cerebro en lafunción integradora del resto del cuerpo.

El hecho de que sea más fácil mante-ner los órganos somáticos de un pacienteen estado vegetativo que los de un pa-ciente con muerte cerebral también con-firma la importancia del cerebro, en estecaso del tallo cerebral, en la integraciónde la función del resto del cuerpo, lo queexplica en parte por qué el estado vege-tativo no es equivalente a la muerte. Porlo tanto, consideramos que si están pre-sentes los criterios para determinar lamuerte cerebral, las personas están tanmuertas como si su corazón se hubieradetenido.

Por otra parte, en cuanto al tema es-pecífico de si el tallo cerebral y el hipotá-lamo integran “toda” función corporal, elDr. Shewmon procura presentar evidenciade que la integración y coordinación delos subsistemas corporales no son tareaexclusiva del tallo cerebral y el hipotá-lamo. ¿A qué tipo de integración y coor-dinación se refiere? La gran mayoría de losneurólogos consideran que todas las fun-

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ciones pertinentes al estado de vida seproducen allí, en el tallo cerebral y el hi-potálamo, estructuras que son las inte-gradoras de los principales sistemas ysubsistemas del cuerpo. El cerebro integratodas las funciones del organismo a tra-vés de los nervios, los neurotransmisoresy las sustancias que segrega. El Dr. Shewmon ignora este último proceso alcomparar los pacientes con la médula es-pinal seccionada con aquellos que presen-tan muerte cerebral.

Así pues, resulta poco claro a qué sub-sistemas se refiere el Dr. Shewmon: losraros casos de pacientes con muerte cere-bral pero cuyos órganos sobreviven durantesemanas o meses demuestran que hay ór-ganos como el riñón o el sistema digestivoque pueden funcionar independiente-mente del cerebro, pero resulta menosclaro si puede haber integración entre ellos.En todo caso, como lo demuestran algunostrabajos de investigación, con el soportetécnico adecuado pueden mantenerse al-gunos órganos (como el corazón) aisladosdel cuerpo en un sistema de perfusión du-rante días. Por lo tanto, no resulta sorpren-dente que si estos órganos se encuentranperfundidos dentro del soma (su ubicaciónnatural) puedan permanecer activos en uncadáver.

Puede aceptarse que las propiedadesholísticas fisiológicas del soma en unapersona con muerte cerebral son mayoresque en unos cuantos órganos perfundidos,

es decir, que la integración entre los órga-nos dentro del soma asistido por un respi-rador es mayor que la que se produce enórganos aislados mantenidos en preserva-ción. No obstante, estos experimentos noimplican que exista integración y coordi-nación sin el cerebro. Los otros “subsiste-mas integradores” que pudiera tener elresto del cuerpo son pocos, frágiles y malcoordinados, y no pueden mantenerse unavez que el cerebro ha muerto.

El resto de las estructuras corporalesque logran algo de integración (por ejem-plo, los nervios del corazón y el intestino olos huesos que conforman el esqueleto) noson en modo alguno pertinentes a la dis-cusión acerca de la muerte cerebral comola muerte de la persona. Los antiguos co-nocían estas otras formas de integración através de la observación del crecimiento delcabello y las uñas en los cadáveres, pero nodudaban que la persona estaba muerta. Porende, en oposición a las afirmaciones delDr. Shewmon, con la muerte del cerebrocomienza un proceso inexorable de desin-tegración del cuerpo que un respirador ar-tificial solamente puede demorar. Por lotanto, como se afirmó en la Declaración,dicho proceso de desintegración es dife-rente de la muerte de la persona, que co-mienza con una situación irreversible desalud y culmina con la muerte cerebral ypor ende la muerte de la persona.

Por otra parte, si se sostiene que en elembrión el cerebro no es el “mediador” de

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la unidad integradora del organismo, esevidente que no se está usando el término“organismo” correctamente. El embriónconstituye la primera etapa del desarrollode un organismo multicelular (se formainmediatamente después de la fusión delos pronúcleos en el óvulo) pero no es uncuerpo orgánico propiamente dicho. Loque se denomina concretamente cuerpoorgánico es aquel que posee diversidad deórganos. Este no es el caso del embrión, yaque aún no ha desarrollado un sistema deórganos. Por lo tanto, no puede existirmediación entre los órganos, ya sea entreel cerebro y el resto de los órganos o entrelos diversos órganos, ya que éstos aún nose han desarrollado y todavía se encuen-tran en potencia. Por consiguiente, desdeel punto de vista de la integración existeuna diferencia fundamental entre una si-tuación de muerte cerebral y una situa-ción de un embrión que aún no hadesarrollado sus órganos. Este hecho in-valida el paralelo entre un embrión y uncuerpo con muerte cerebral.

Llegado este punto, dada la gran su-bestimación que el Prof. Spaemann y elDr. Shewmon hacen de la importancia delcerebro en la función integradora delresto del cuerpo, ellos sostienen que laaceptación que hacen los neurólogos dela muerte cerebral como la muerte de lapersona no es de origen físico/biológicosino filosófico. En otras palabras, según elProf. Spaemann y el Dr. Shewmon, comolos neurólogos no pueden justificar la pre-

sunta subintegración del cuerpo sin el ce-rebro, para afirmar que la muerte cerebrales la muerte de la persona se ven forza-dos a identificar el cerebro con la mente ola condición de persona, lo cual constituyeun enunciado filosófico.

Quedó claro desde la dirección del en-cuentro que la tarea consistía en concen-trarse ante todo en los enfoquescientíficos. De hecho, el único trabajo fi-losófico fue el que presentó el Prof. Spa-emann, que se opuso a la muerte cerebralcomo criterio para determinar la muerte.No obstante de las discusiones que tuvie-ron lugar, durante el encuentro surgióque, si bien la mente y el cerebro no son lomismo, hoy no cabe duda razonable deque la inteligencia humana (y en parte lacondición de persona) depende del cere-bro como el centro del sistema nervioso yotros sistemas biológicos (este es unpunto al que el Prof. Spaemann no res-pondió). Aunque en la actualidad cierta-mente no comprendemos en detalle lasmodalidades físicas del pensamiento hu-mano, es un hecho científicamente esta-blecido que la inteligencia humanadepende del soporte de células nerviosas yde la organización de miles de millones deconexiones entre los miles de millones deneuronas que forman el cerebro humanoy sus ramificaciones dentro del cuerpo.Esto no significa que podría llegarse a laconclusión apresurada de que la neuro-ciencia contemporánea ha demostradocategóricamente la verdad de un mo-

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[2] Cfr. Concilio de Viena, 1312, DS 902.[3] Cfr. De Anima, II, 3, 414 b 20-32.

nismo materialista y ha rechazado la pre-sencia de una realidad espiritual en elhombre.

De acuerdo con el Postconcilio Vati-cano Segundo y el Catecismo de la IglesiaCatólica contemporáneo, “la unidad delalma y del cuerpo es tan profunda que sedebe considerar al alma como la forma delcuerpo; [2] es decir, gracias al alma espi-ritual, la materia que integra el cuerpo esun cuerpo humano y viviente” (n. 365).Por lo tanto, desde un punto de vista filo-sófico y teológico, el alma es lo queotorga la unidad y la cualidad esencial alcuerpo humano, reflejadas en la unidad delas actividades cognitivas (y tendenciales)y las actividades sensitivas y vegetativasque no sólo coexisten sino que puedenfuncionar conjuntamente en la participa-ción del sistema nervioso con los sentidosy el intelecto (y en la participación de lasinclinaciones biológicas y sensitivas con lavoluntad). Así, Aristóteles, haciendo usode una analogía geométrica de relevanciacontemporánea que también es expresa-mente adecuada a este orden operativo,afirmó que lo vegetativo está contenidoen lo sensitivo y lo sensitivo en lo intelec-tivo del mismo modo en que un triánguloestá contenido en un cuadrilátero y ésteen un pentágono, porque este último con-

tiene al cuadrilátero y le excede. [3] Estaunidad dinámica orgánica entre la activi-dad del intelecto, los sentidos, el cerebro yel cuerpo no excluye sino que, por el con-trario, postula, a un nivel biológico y or-gánico, que existe un órgano cuya funciónconsiste en dirigir, coordinar e integrar lasactividades del cuerpo en su conjunto.Cada función específica lleva a cabo sutarea como parte integral del conjunto.Por el contrario, sugerir una especie deequivalencia o igualdad de funciones y desus actividades nos conduce a aceptar surelativa independencia, lo que es contra-rio a la idea de “organismo”.

Así pues, el cerebro es el centro del sis-tema nervioso pero no puede funcionarsin las partes esenciales de su red de co-nexiones a través del organismo, delmismo modo en que el organismo nopuede funcionar sin su centro. No somoscerebros en una cubeta, pero tampocosomos cuerpos sin cerebro.

Por lo tanto, la función cerebral es ne-cesaria para esta unidad fisiológica del or-ganismo, dinámica y operativa (porencima del papel que desempeña en laconciencia), pero no para la unidad onto-lógica del organismo, que proviene direc-tamente del alma sin la intervención del

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[4] SANTO TOMÁS DE AQUINO, Q. de spiritualibus creaturis, a. 3 ad 7.[5] Ibíd., Q. de Anima, a. 9.[6] Ídem.[7] SANTO TOMÁS DE AQUINO, S. Th., I, 76, 7 ad 2.

cerebro, como lo demuestra el embrión. Noobstante, si el cerebro no puede propor-cionar esta unidad funcional con el cuerpoorgánico porque las células cerebralesestán muertas o el cerebro fue separadodel organismo, desaparece la capacidad delcuerpo de recibir el ser, la vida y la unidaddel alma, con la consecuente separacióndel alma del cuerpo, es decir, la muerte delorganismo en su conjunto.

La fórmula que constituye la fuente dela definición del Concilio de Viena de queel alma es “forma corporis” postula, desdeel punto de vista operativo y dinámico, laotra fórmula de santo Tomás (no mencio-nada por el Prof. Spaemann) en el sentidode que “el gobierno del cuerpo perteneceal alma en cuanto es motor y no encuanto forma” [4] y por lo tanto “entre elalma y todo el cuerpo, en cuanto es motory principio de las operaciones, cabe algointermedio, porque, mediante una primeraparte movida primero, el alma mueve lasotras partes hacia sus operaciones” (interanimam secundum quod est motor etprincipium operationum et totum corpus,cadit aliquid medium; quia mediante aliqua prima parte primo mota movetalias partes ad suas operationes). [5] Así,la fórmula completa, silenciada por la tra-

dición y el Prof. Spaemann, es la siguiente:“El alma se une al cuerpo como forma sinintermediario, pero como motor lo hace através de un intermediario” (anima uniturcorpori ut forma sine medio, ut motorautem per medium). [6] Por consiguiente,cuando las células del cerebro mueren, lapersona muere, no porque el cerebro es lomismo que la mente o la persona, sino por-que tal intermediario del alma en su fun-ción dinámica y operativa (como motor)dentro del cuerpo desaparece y con éste “ladisposición que hacía el cuerpo apto para launión con el alma”. [7]

Esta intermediación del cerebro debeverse no como una delegación externasino como parte de la realidad y esto es loque la noción tradicional de “órgano prin-cipal” o “instrumentum coniunctum” pro-cura expresar. San Agustín, quien fue lafuente de esta doctrina tomística del go-bierno del cuerpo por parte del alma a tra-vés de un órgano que es el instrumentoprincipal, afirma con gran claridad avantla leerte que la muerte cerebral es lamuerte de la persona: “Así, cuando las fun-ciones del cerebro que están, por así de-cirlo, al servicio del alma, cesan totalmentea causa de algún defecto o perturbación -dado que ya no actúan los mensajeros de

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[8] De Gen. ad lit., L. VII, cap. 19; PL 34, 365. Parecería que santo Tomás de Aquino llegó a la misma conclusión sobre lacentralidad de la cabeza cuando afirmó: “La cabeza goza de tres privilegios en relación con los otros miembros. En primerlugar, se diferencia de los demás en el orden de dignidad porque es el principio y preside. En segundo lugar, por la inte-gridad de los sentidos ya que todos los sentidos se encuentran en la cabeza. En tercer lugar, por cierta influencia de sen-tido y movimiento en los miembros”: “Caput enim respectu aliorum membrorum habet tria privilegia. Primo, quiadistinguitur ab aliis ordine dignitatis, quia est principium et praesidens; secundo in plenitudine sensuum, qui sunt omnesin capite; tertio in quodam influxu sensus et motus ad membra” (Super Colossenses, cap. 1, lect. 5, Roma, Marietti, 1953,vol. 2, p. 135, n. 47).

las sensaciones y los agentes del movi-miento-, es como si el alma ya no estuvierapresente y no estuviera [en el cuerpo], y se hubiera ido” (Denique, dum haec eius tamquam ministeria vitio quolibet seu perturbatione omni modo deficiunt desistentibus nuntiis sentiendi et minis-tris movendi, tamquam non habens curadsit abscedit [anima]). [8] Por consi-guiente, en realidad las objeciones al cri-terio de la muerte cerebral como lamuerte de la persona que manifiestan elProf. Spaemann y el Dr. Shewmon no sesostienen ni a un nivel físico/biológico nia un nivel filosófico.

También disentimos con la conclusióndel Dr. Shewmon de que el consenso mun-dial respecto de la equivalencia de lamuerte cerebral con la muerte de la per-sona es “superficial y frágil”. Si bien lasprácticas varían de un país a otro, existeun consenso que tiene la fuerza suficientepara permitir que se declare correcta-mente la muerte cerebral en numerosospaíses occidentales desarrollados y en pa-íses no occidentales en desarrollo que hanabordado este asunto y cuentan con latecnología necesaria.