Precio: 10€ IV Ciclo Grandes Conciertos CUARTETO QUIROGA · arriesgado género de un Beethoven todavía joven pero que seguirá escribiendo para el conjunto integrado por dos violines,

SÁBADO 15 DE OCTUBRE, 20:00 h.Teatro Bulevar, Casa de Cultura. Precio: 10€

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AITOR HEVIA, ViolínCIBRÁN SIERRA, ViolínJOSEP PUCHADES, ViolaHELENA POGGIO, Violonchelo“Exquisito: interpretaciones frescas, precisas y perfectamente equilibradas, trazadas con tonos consistentemente cálidos.” The New York Times.

IV Ciclo Grandes ConciertosCUARTETO QUIROGA

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PROGRAMA

Ludwig van Beethoven (1770-1827)

-Cuarteto núm. 1 en Fa mayor. Op.18 núm. 1Allegro con brio

Adagio affetuoso ed appassionatoScherzo: Allegro molto

Allegro

György Kurtág (1926)

-Aus der ferne (Desde lejos)IIIV

Johannes Brahms (1833-1897)

-Cuarteto núm.1 en Do menor Op.51 núm 1Allegro

Romanze (Poco adagio)Allegro molto moderato e comodo

Allegro, alla breve


CUARTETO QUIROGACuarteto de cuerda residente en el Palacio Real de Madrid. Está

considerado hoy como uno de los grupos más singulares yactivos de la nueva generación europea, siendo

internacionalmente reconocido entre crítica y público por lafuerte personalidad de su carácter como grupo y por sus

interpretaciones audaces y renovadoras.

El grupo nació con la voluntad de rendir homenaje al gran violi-nista gallego Manuel Quiroga, uno de los instrumentistas

más importantes de nuestra historia musical.

Formados con R. Schmidt, W. Levin y H. Beyerle(cuartetos Hagen, LaSalle y Alban Berg) en la Escuela Reina

Sofia, la Musikhochschule de Basilea, y la European Chamber Music Academy (ECMA), en su personalidad musical han influido

también maestros como G. Kurtág, F. Rados, A. Keller,E. Feltz y J. Meissl.

Galardonado en los más prestigiosos concursos internacionales para cuarteto (Burdeos, Paolo Borciani, Pekín, Ginebra,

París etc.), su presencia es habitual en las salas más importantes del escenario camerístico internacional (Wigmore Hall

London, Philarmonie Berlin, Frick Collection y Lincoln CenterNew York, Invalides Paris, Auditorio Nacional Madrid, Heidelber-ger Fruhling, National Gallery Washington DC, Concertgebouw

Amsterdam, Da Camera Los Angeles, Martinu Hall Praga,Nybrokajen Estocolmo, Stadtcasino Basel, etc.).

En 2007 recibió el Premio Ojo Crítico de RNE y en 2006, la Medalla de Oro del Palau de Barcelona.

Fuertemente implicados con la enseñanza de la música de cámara, sus miembros son profesores en el Curso Internacional de Llanes, responsables de la Cátedra de Cuarteto del Conser-vatorio Superior de Música de Aragón e invitados regularmente a impartir clases en la JONDE y en Conservatorios Superiores y

Universidades de Europa, E.E.U.U. y América Latina.


NOTAS AL PROGRAMA

Beethoven: Cuarteto núm.1, Op.18 La colección de seis cuartetos de cuerda de Ludwig van Beethoven surgió entre los años 1798 y 1800, es decir los últimos del siglo XVIII. Un siglo que acogió con entusiasmo el nacimiento de un género cuya feliz trayectoria llega hasta nuestros días. En esa decimoctava centuria hallamos dos insignes cultivadores del cuarteto, Joseph Haydn y Wolfgang Amadeus Mozart. En los comienzos del siglo XIX aparecen nuevos autores como Franz Schubert y el español Juan Crisóstomo Arriaga. Desde la muerte de Beethoven, el cuarteto de cuerdas ha seguido siendo el género favorito en la música de cámara, es decir, aquella que se interpreta dentro de ámbitos reducidos. En sus orígenes podía ser el domicilio del autor o de cualquiera de sus ejecutantes. Mas pronto fue ganando público y se trasladó a la sala de conciertos.

Tenía Beethoven cerca de treinta años cuando comienza a cultivar el cuarteto de cuerda. Compone media docena de ellos en las tonalidades de Fa mayor, Sol mayor, Re mayor, Do menor, La mayor y Si bemol mayor. Es el inicio en tan arriesgado género de un Beethoven todavía joven pero que seguirá escribiendo para el conjunto integrado por dos violines, viola y violonchelo hasta el fin de su vida. Tras los seis cuartetos Op.18, vendrán otros tres, Op.59, dedicados al em-bajador de Rusia, conde Andrei Kirilovich Rasumovski, gran amigo y protector de Beethoven. Este los compuso entre 1806 y 1807. En 1809 escribió el núm.10 de su producción, Op.74, y el año siguiente el núm.11, Op.95.

Pasarán casi quince años hasta componer el “Cuarteto en Mi bemol mayor”, Op.127, primero de los tres dedicados a otro ruso, el príncipe Galitzin. El sigu-iente fue el núm.13, terminado en 1825 y el 14, en Do sostenido menor, Op.131, data de 1826. El núm.15, Op.132, fue esbozado dos años antes y acabado en 1825. El 16, dedicado a su amigo Johann Wolfmayer, es célebre por las palabras que aparecen en el “Grave”: “Muss es sein?” Es muss sein! (¿Es preciso?, ¡Es preciso!). El último cuarteto, núm17 en Si bemol mayor, Op.33, es una gran fuga con dos temas y variaciones. Data de 1825 y pretendía culminar el Cuarteto núm.13, Op.130, pero Beethoven sustituyó la Gran Fuga del final por un “allegro” que no parece encajar apenas con la impresionante “cavatina” que le precede.En resumidas cuentas los dieciséis cuartetos de Beethoven, más la “Gran Fuga”, constituyen todo un monumento a la música, al tiempo que un testimonio fiel del arte más subjetivo y por tanto más representativo del espíritu de aquel gran genio.

Por eso es tan importante escuchar este Cuarteto núm.1 en Fa mayor, el más extenso y a la vez el mejor trazado de estos primeros seis cuartetos, aunque tal vez sea el “núm.4 en Do menor”, por su impulso pasional y el hecho de estar en una tonalidad muy querida por Beethoven, el más fácil de captar.


El “Cuarteto núm.1” que escuchamos hoy, iba a ser el núm.2 del conjunto de seis Op.18, por indicación de Schuppanzigh, cuyo famoso Cuarteto de ese nombre fue siempre el elegido por Beethoven para estrenar los suyos. Pero el compositor fue consciente de que esta era la obra de más peso entre las seis terminadas y la situó en primer lugar. Obra apasionada, impulsiva, vital, se estrenó en casa del príncipe Lobkovitz y se ofreció también en la del príncipe Lichnovski, aquí por el Cuarteto Schuppanzigh.

La dedicatoria de los seis cuartetos Op.18, al ser publicados por Mollo en 1801, estaba dirigida al príncipe Lobkovitz, uno de los aristócratas, junto al archiduque Rudolph y el príncipe Kinsky que impidió la salida de Beethoven de Viena para trasladarse a la corte del rey de Westfalia.

Es curioso, pero Haydn, aunque gustó de este “Cuarteto núm.1” de Beethoven, no apreció avance alguno respecto a los suyos o los de Mozart. Lo vio como una fusión del arte camerístico que él practicaba hacía tiempo y el del salzburgués, fallecido diez años atrás. Tal vez el mayor problema de la escucha de este gran cuarteto sea su longitud.

György Kurtág: Aus der ferne III y V El compositor húngaro György Kurtág era natural de Lugoj, Rumanía, no lejos de Dicsöszentmárton (ahora Tirnaveni), lugar de nacimiento de György Ligeti (1923-2006). Kurtág vio la luz tres años después de su amigo y compañero de estudios, el 19 de febrero de 1926, y ha cumplido los noventa. Posee numerosas distin-ciones como el Premio Kossuth o el Ferenc Erkel en su país, y el Premio Fun-dación BBVA “Fronteras del conocimiento en música contemporánea” otorgado el año 2015, en España.

Kurtág, como Ligeti ( luego nacionalizado austriaco), comenzó a estudiar con profesores locales para trasladarse, años después, a la Academia de Música de Budapest donde estudió piano con Pál Kadosa y composición con Sandor Veress y Ferenc Farkas. Se dedicó en especial a la música de cámara, presente en su catálogo desde 1959, a través de sus estudios con el importante compositor Leo Weiner. Todavía siguió ampliando conocimientos en París con Marianne Stein, Darius Milhaud y Olivier Messiaen. Ya en 1954 recibió el premio Erkel y desde entonces, sus distinciones han sido numerosas, algunas tan relevantes como el Premio Bartok-Pasztory o el de la Academia de Bellas Artes de Berlín. Curiosa-mente el premio que lleva los nombres de Bela Bartok y su esposa Ditta Pasztory, lo compartió con Ligeti en Budapest el año 1984. Y sin embargo, la música de uno y otro son muy diferentes. Frente al tremendismo de Ligeti, siempre imagi-nativo y muy lejos de aburrir a nadie, Kurtág ofrece ante todo, la poética de la serenidad y el equilibrio, un gusto por lo conciso y por lo contemplativo, aunque conectado algunas veces con lo nacional.


Ese mundo de lo mínimo y lo popular, presente en los “Szalkak” (Fragmentos) o en el “Homenaje a András Mihály”, microludios para cuarteto de cuerda, está, con frecuencia, dentro del arte Kurtág. Su inclinación por la música de piano, la de cámara y la coral dicen mucho de su individualizada visión de la música, así como de su preferencia por un músico coetáneo como el veneciano Luigi Nono (1924-1991), a quien dedicó un homenaje coral sobre textos de Anna Ajmátova (1889-1966). Recordemos los veinte movimientos para soprano “Fragmentos para poemas de Jószef Attila, Op.20, o “Fragmentos de Kafka” Op.24, para so-prano y violín.

Kurtág ha escrito mucho para cuarteto desde su “Cuarteto de cuerda, Op.1. Es también autor para cuarteto de “Homenaje a Walter Levin”, “Seis momentos musicales”, un “Homenaje a Jacob Obrecht”, quien fuera además de un gran polifonista de la época de Després y de Peñalosa, profesor del gran Erasmo de Rotterdam; el “Officium breve in memoriam Andreae Szervánsky”, Op.28; “Aus der Ferne”, “Homenaje a Mihály András”,Op.13, etc.

El cuarteto Quiroga ha interpretado en otras ocasiones dos de sus piezas de cámara: los números III y V de “Aus der ferne” (Desde lejos) los cuales carecen de número de opus. En ellas, lo esquemático de su modo de componer se hace visible, como esa tensión que apreció bien Mark Sealey, entre calma y ansiedad, la cual seguramente procede del interior de la escritura para cuerdas de Kurtág. Hoy la escuchamos aquí entre dos poderosos cuartetos de creadores tan po-tentes como Beethoven y Brahms. Y nos harán vivir la música de otro modo.

Johannes Brahms: Cuarteto núm.1 Op.51 núm1 En la obra de Johannes Brahms, la música de cámara ocupa un lugar impor-tantísimo. El compositor hamburgués compuso cinco sonatas para violín y piano, dos para violonchelo y piano, cínco tríos, seis cuartetos, tres quintetos y dos sextetos; es decir, muchas horas de buena y buenísima música, donde además del violín, la viola y el violonchelo, incluyó el piano, la trompa y el clarinete.

El modelo preferido por Beethoven, el del cuarteto de cuerda (dos violines, viola y violonchelo), Brahms lo cultivó únicamente en tres ocasiones, acaso intimidado por la belleza y hondura alcanzadas por el maestro de Bonn, fallecido seis años antes de que él naciese. Sin embargo, el propio Brahms, quizá exagerando un tanto, aseguró haber intentado componer cuartetos en unas veinte ocasiones, pero había roto lo escrito en la mayor parte de esos intentos.

De los seis cuartetos que Brahms ha legado a la posteridad, tres están desti-nados al clásico cuarteto de cuerdas, practicado con tanto acierto por maestros como Haydn, Mozart y Beethoven.


De la exigencia a que obliga componer un buen cuarteto nos da noticia el hecho de que Beethoven no lo hizo hasta cumplir treinta años y en el caso de Brahms, cuarenta. Fue en 1866, pasado en Lichtental, cerca de su amiga, ya viuda, Clara Schumann, cuando abordó la composición de un cuarteto que dejaría a un lado para trabajar en “Un Requiem alemán”. Pero hasta 1873 no finalizó ese primer cuarteto de cuerdas en “Do menor” y un segundo en La menor. Se interpretaron solo en privado ante Clara Schumann, al parecer en una velada donde él y Clara tocaron a cuatro manos una versión de las céle-bres “Variaciones sobre un tema de Haydn”. Pero Brahms era consciente de la relación que su “Cuarteto en Do menor” tenía con el inspiradísimo Cuarteto Op.18 nº4 de Beethovenen esa misma tonalidad y siguió retocando lo escrito durante el otoño de 1873. Por fin se estrenó, junto a su hermano de nacimiento (el Cuarteto núm.2 en La menor Op.51 núm.2) durante un concierto del Cuarte-to Hellmesberger en Viena el día 11 de diciembre de aquel año. El “Cuarteto en Do menor” está dedicado a su amigo Theodor Billroth, el famoso cirujano con el que Brahms hizo su primer viaje a Italia. Antes de publicarlo Brahms continuó retocando la obra, que consideraba, con su siempre exigente autocrítica, de “modestos resultados”. Y sin embargo se trata de una verdadera obra maestra, concentrada, severa, de sabia estructura y riqueza polifónica inusual. Del con-vencimiento de Brahms, pese a cuanto dijese, de que se trataba de una pieza maestra, da idea el hecho de haber realizado una versión para piano a cuatro manos, seguramente para ejecutarla junto a su siempre amada Clara.

El “allegro” que abre la obra, con un tema relacionado con la Tetralogía wagne-riana, se desarrolla en la más estricta forma sonata, sobre tres temas, aunque solo se basa en los dos primeros para el desarrollo. El segundo movimiento, “poco adagio” es levemente patético y ha sido visto como una evocación de la “cavatina” de Beethoven, de quien Brahms se siente deudor y trata de recoger y ampliar la herencia. El tercer movimiento, “allegro molto” es un “scherzo” con un trío central a modo de vals sutil en dos secciones. El “Finale” llama la atención por su profusión de melodías, donde reaparecen algunas de los dos primeros movimientos, anticipándose a los procedimientos cíclicos que empleará Cesar Frank. A veces se ha criticado por farragosa la coda “beethoveniana” del cuar-teto, pero pronto vuelve la claridad y el orden en el final.

El 29 de noviembre de 1873 el Cuarteto Op.51, núm.1fue presentado en la Asociación de las Artes Musicales de Hamburgo, la ciudad natal de Brahms.

Pero ya desde 1862 Brahms había renunciado a vivir en la ciudad donde nació y vivió su infancia y juventud. Desde ese año residía en Viena, donde en 1873 ya era tan apreciado como para ostentar la dirección de la Sociedad de amigos de la Música. ANDRÉS RUIZ TARAZONA


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IV CiCLO GRANDES CONCIERTOS


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