PREGÓN A LA VIRGEN DE LA CABEZA ARJONILLA 2012

Pregón de la Romería en Honor a Ntra. Sra. de la Cabeza 13 de Abril de2012XVI Arjonilla

© Edita: Cofradía de Ntra. Sra. de la Cabeza de Arjonilla

Imprime: Gráficas la Paz de Torredonjimeno, S.L. www.graficaslapaz.com

Pregón de la Romería en Honor a Ntra. Sra. de la Cabeza

Arjonilla, 2012

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Ntra. Sra. de la Cabeza | 3

Reverendo Padre, Excmo. Sr Alcalde, Sr Concejal de Cultura, Miembros de la Junta de Gobierno de la Cofradía de la Virgen de la Cabeza de Arjonilla, Hnos. Mayores de la Virgen, Carlos, autor del cartel anunciador de esta romería, Hermanos y Hermanas Cofrades, amigas y amigos Arjonilleros todos.

Debéis comprender que las primeras palabras que hoy pronuncie en este pregón sean de loor a Nuestra Santísima Virgen de la Cabeza, ya que es Ella y únicamente Ella la protagonista del mismo y como tal, dejadme que me encomiende a su Majestuosa Persona para que me de fuerzas y serenidad durante mi presencia en este estrado, para que sepa honrarle y dignificar su milagrosa existencia como es menester.

Madre mía de la Cabeza, Gentil madre de gracia eterna,

Mi ronca voz más quebrada suena Ante tu regia presencia.

Hoy mi alma desnuda Viene a alabarte

Con humildad peregrina Y devoción romera

Ante esta población rica y ferviente Que es la Arjonilla alfarera.

Arrópame Madre Santa, En este solemne triduo de palabras

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Que hoy te vengo a regalar. Que sepa glorificar con dignidad

Tu milagrosa Existencia, Tu maternal amor y

Tu misericordiosa majestuosidad.

Que mis modestas palabras, Llenas de sentimientos puros, Calen hondo en este tu pueblo Para que como una sola voz

Proclamemos nuestro deseo de verte Como en todo mes de abril,

Presidiendo en tu trono serreño La hermandad del hombre Cuya fe y devoción única

Comulga junto a la cruz redentora De tu hijo Jesucristo

Mientras emocionados rezamos Ante tu Piadosa Imagen una oración

En el insólito marco del Cabezo Añorando el filial abrazo

Con la Madre más querida Entre la serranía en flor.

∗ ∗ ∗

Amigos y amigas de Arjonilla, un día como hoy es siempre especial por ser el preludio de la fiesta esperada durante todo un año, el punto de partida para iniciar el camino a reunirnos con la Virgen de la Cabeza en su templo serreño. Pero para mí y para mi familia, en concreto, lo es más.

No solo lo es por la circunstancia de presentarme ante vosotros y tener el gran honor de pregonar esta singular y hermosa fiesta que es la romería de la Virgen de la Cabeza en este pueblo tan querido por mí y al que estoy vinculado de pensamiento, de hecho y de corazón, sino porque en nuestra existencia siempre hay un faro que nos guía por nuestro particular y único camino de la vida, que nos acoge bajo su maternal manto protector y nos liga de manera íntima y


especial a ésta. Como muy bien os debéis estar imaginando, esa luz, ese cobijo privilegiado y ese cordón umbilical están unidos a Nuestra Sra. De la Cabeza. Y venir a pregonar su devoción es un hecho impagable para este portavoz que le está tan agradecido por los dones que nos concede a lo largo del discurrir de nuestra pervivencia en el mundo que cualquier oportunidad de rendir homenaje a su Excelsa Imagen Bendita es un motivo de agradecimiento y servidumbre gentil. Por eso siempre que a uno le piden que realice una colaboración con alguna cofradía, ya sea escrita para su revista, o bien para pregonar su fiesta, con alguna peña para editar o prologar un libro, o incluso algún Hermano Mayor de la Virgen requiriendo mi apoyo o ayuda en cualquier asunto vinculado con su cargo, ahí siempre me han encontrado sin reservas, agradecido y lleno de felicidad, al igual que estoy en este momento. Mi gratitud hacia esta Cofradía de la Virgen de la Cabeza, y en especial a su Junta de Gobierno, es enorme, siéndome muy difícil explicar con palabras al ser designado pregonero los sentimientos que afloraron en tal momento y que afloran ahora mismo en mi persona. Tan solo puedo deciros con parcas palabras “Gracias ”, unas “Gracias solemnes y mayúsculas” por tan alto honor y responsabilidad encomendadas, siendo un motivo más para llevar como llevo a Arjonilla en un trozo cada vez más grande de mi corazón.

Cuando Francisco Navarro llegó una noche a mi academia con un sobre en la mano y me comunicó que la Junta de Gobierno de la Cofradía había pensado en mí para pregonar la romería de este año 2012, me quedé sorprendido, aturdido más bien por este hecho tan inesperado, aunque lleno de gozo por tener la oportunidad otra vez más de ensalzar la magnificencia de nuestra querida Madre en este pueblo que es parte de mi vida y del que me siento uno más casi de pleno derecho.

De la confusión inicial pasé a la euforia en cuestión de minutos. Primero busqué la confirmación visual de mi mujer que estaba en el despacho y oía la conversación de ambos, esperando a que me dijera que lo que Francisco me había dicho era real y no algo que yo me hubiese imaginado en ese instante. Del aturdimiento a la confirmación sólo hay dos letras rotundas: “Sí”. “Lo seré, si la cofradía y la Virgen lo quieren” añadí inmediatamente como respuesta a las palabras que Francisco me dijo. De la confirmación a la euforia solo está el silencio provocado por unos ojos vidriosos que querían expresar la emoción inmensa de pregonar a su Virgen y que no rompieron en lágrimas porque mis

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alumnos y alumnas habían sido testigos del ofrecimiento y finalmente, de la euforia al desasosiego por el compromiso de estar esta noche aquí, delante de vosotros, delante de Ella, solo está el profundo meditar y escuchar al corazón para dejar fluir las palabras que se escriben con la pluma del alma y que hoy os traigo, honestas y verdaderas, llenas de sentimientos, de vivencias y experiencias personales, fiel reflejo de mi pasión y fe por nuestra Virgen Morena. De eso estad convencidos.

∗ ∗ ∗

No recuerdo quien dijo una vez, hace ya muchos años, en una conferencia a la que asistí en el instituto, que la vida es un cúmulo de casualidades continuas y ligadas entre sí que forman una realidad tangible que es nuestra vida, y la verdad, que yo, siendo bastante joven, no pensé en la transcendencia de esas palabras, sino que las repetí varias veces y las interioricé sin más porque me resultaron particularmente curiosas. Sin embargo, con el tiempo descubrí la veracidad de sus palabras en mi propia vida y cómo un cúmulo de certeras casualidades me han llevado hasta donde hoy me hallo.

La primera y principal es el casual encuentro de mis padres con una pareja de Andújar, recién casadas ambas, que supuso que mi padre cambiara de trabajo y de localidad, siendo destinado a Andújar, comenzar una vida nueva, en un lugar nuevo, empapándose de su personalidad, costumbres, cultura y creencias, permitiendo engendrarse así en mi familia y en mí mismo el embrión de la devoción por la Virgen de la Cabeza. La segunda y más determinante: El casual encuentro con la que hoy es mi mujer y su familia, fieles devotos de la Virgen y hermanos de la Cofradía de Mengíbar, gracias a los cuales expandí y aprendí otro significado de la romería y el fervor grande e intenso que profesan a Ntra. Señora de la Cabeza las gentes ajenas a la población de Andújar. Y la última pero no por ello menos importante, el conocer casualmente en un trabajo común, a la persona que propició el ligarme de manera tan especial con este pueblo, y no solo de manera laboral, sino de corazón, sentimiento y convencimiento, tras diez años de estancia en el, y que en definitiva, hace que esta noche os dirija estas palabras en este teatro con las vestiduras de un trovador romero.

No obstante la casualidad es una variable más en la ecuación de la vida, pero el vivir la romería, amar a la Virgen como se le ama y hacerlo durante


todos los días de mi vida, no es casualidad sino sentimientos puros que voy reforzando a lo largo de mi día a día y que tengo a gala de inculcar y compartir con mis hijos de igual manera que nuestros padres lo han hecho con nosotros. Es una grata responsabilidad y un compromiso personal con las creencias religiosas que dirigen mis pasos siempre hasta el camarín de la Morenita, aumentando el ciclo generacional de vinculación y pasión por la Reina del Cielo, un ciclo que lleva repitiéndose de manera ininterrumpida desde el siglo XIII, y que seguirá repitiéndose mientras exista la propia vida. Esa es la principal grandeza de esta romería: su longevidad y continuidad. Y tampoco es algo casual.

Gracias a personas de muy distintas procedencias, entre las que cabe destacar a las gentes Arjonilleras por su sentimiento, lealtad y fervor inusitado, esta devoción y peregrinar continuo al Santuario de Ntra. Sra. De la Cabeza se hace latente en la historia escribiendo páginas interminables de enaltecimiento a María con la nobleza, la generosidad, intensidad, constancia y la fidelidad que os caracterizan contagiando y retando simbólicamente a muchos pueblos a repetir e igualar lo que la Virgen de la Cabeza significa para Arjonilla. Es muy posible que haya crisis espiritual entre las personas de hoy en día, especialmente entre la juventud; Es muy posible que valores fundamentales del ser humano como el respeto, la solidaridad, la tolerancia, el perdón, la generosidad, entre otros, se vean mermados paulatinamente ante un estilo de vida devorador, egoísta e inmisericorde, no solo con el prójimo sino con uno mismo, pero lo que es cierto es que esto desaparece cada vez que se aproxima el mes de abril y nuestros corazones empiezan a nutrirse de la sangre oxigenada con el aire romero y nuestro espíritu comienza a mostrarse inquieto con la ilusión de postrarnos ante la Reina de Sierra Morena en su camarín, piadosos e inocentes como niños. Los valores predominantes son los mismos que en la antigüedad cuando las crónicas del siglo XVII relataban que caballeros, cortesanos, mendigos y pobres compartían mesa sin hacer diferencia a su clase, caminando en tropel desorganizado pero gozando de la compañía mutua, ya que todos en común tienen a su Madre Morena y una tradición tan asentada que parece basarse en pilares tan inquebrantables que no debe haber ninguna excusa para no creer en algo tan grande y divino.

Cuatrocientos años ya han pasado desde que la Cofradía de Arjonilla acudiese al Cerro del Cabezo por primera vez a rendir homenaje y pleitesía a su Reina Madre. Cuatro siglos haciendo el camino que une Arjonilla al Santuario,

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labrando el sendero con fértiles pasos de devoción y amor filial para gozar con la presencia regia de la Virgen Morena entre la jara en flor, la serranía plateada y la fragancia de la primavera embriagando las almas ávidas con su aroma romero sustituyendo al del incienso propio de la semana de pasión recién acabada. Jesucristo goza al lado de Dios Padre de ver cómo su Madre es alabada por cientos de miles de fieles que le agradecen sus dádivas y le piden su intercesión misericordiosa ante las diversas vicisitudes propias de la vida. Es el milagro que sucede en primavera una y otra vez.

Lentas y cadentes llegan carretas Entre el sinuoso camino de la sierra. Llegan en tropel cansados romeros

Y polvorientos peregrinos Alzando sus vítores al cielo

Formando un exultante alborozo.

Con su lento caminar amor traen, Pasión insólita y devoción ferviente

Sólo para ti, Madre, Sólo por volver a verte.

Llegan de diversas tierras, De campiñas y de valles.

Vienen rezando con cantares, Con requiebros aduladores a la Madre que veneran.

Mira, Arjonilla llega delante Aún manchados con el barro alfarero

Que moldean sus diestras manos, Manos que bien podrían haber moldeado

Tu rostro inmaculado.

Manos que labran el campo Del que brota el dorado óleo

Que unge sus frentes sudorosas Y adereza el pan del cuerpo,


Que el del alma bien lo toman Como hijos serviles y dignos

De Jesucristo Salvador.

Entre sus muchos presentes te ofrecen Su alfarería, su aceite y su castillo,

Su pendón, sus banderas y su porte donoso; Tu ermita, que es la de Santiago,

Refugio creyente consagrado Al apóstol venturoso

Que predicó el credo verdadero, Dejando el mensaje a San Pedro

De que a nuestra tierra tu imagen trajera En talla de madera noble

Iniciando junto a San Eufrasio esta veneración doble.

¡Bendito apóstol glorioso!.

Cuentan las gentes de esta tierra --A modo de leyenda recreada-- Que hasta Macías el enamorado

Prendado se había quedado No solo de Elvira

Sino de tu grandeza divina, Tanto, que él y el apóstol

Su reposo eterno cambiaron: Uno en la cuna del trovador, Y el otro cerca de la imagen

Que en vida defendió Contra sarracenos impíos .

Míralos Madre desde tu altar, Mira cómo apresuran su paso Para raudos tu umbral cruzar

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Y rezarte al oído muy despacio.

¡Alienta tu ánimo con presteza!. ¡Recíbelos cual nerviosa chiquilla!,

Que ahí llegan tus hijos con grandeza: Tu pueblo y cofradía de Arjonilla…

Un año más.

∗ ∗ ∗

Cada vez que iniciamos algo nuevo en nuestra vida tenemos un recuerdo vivo y claro de qué es lo que fue y cómo fue. Pues bien, yo recuerdo perfectamente cómo comencé a ser participe en la romería desde mi más tierna infancia.

Recuerdo con especial cariño la semana previa al inicio de romería en mi escuela, cuando el maestro o la maestra nos pedían que escribiéramos poesías a la Virgen y la dibujásemos; Cuando nos contaban la historia de su aparición al pastor de Colomera y cómo le sanó su brazo manco, de cómo la Virgen tuvo la voluntad de que le construyeran su templo en el Cerro del Cabezo y por supuesto cuando nos hicieron aprender su himno a base de repetirlo en cada cambio de materia.

Pecando de deformación profesional y utilizando el argot del profesorado actual, he de decir que ya entonces trabajábamos en todo momento las “Competencias Básicas…romeras”, es decir, el conjunto de saberes teóricos, prácticos y actitudinales que toda persona necesita para su desarrollo y satisfacción personal, integración y empleo… en este caso propias de la romería. ¡Vamos!... que eran el manual de instrucciones para ser un buen romero y trabajar desde el jueves de romería hasta el domingo como tal. Así, trabajabamos en: Conocer y dar a conocer las excelencias de la Virgen y de la romería a cualquier persona que nos encontráramos por el pueblo (competencia en comunicación lingüística). Contar cuántos días faltaban para la ofrenda de flores a la Virgen y su procesión en el Santuario (competencia matemática). Vivir y saborear la fiesta grande de Andújar, ir a comer “al puente” el sábado, recibiendo a las cofradías y a la caballería por la tarde en el Lugar Nuevo, ir al Santuario el domingo por la mañana siendo uno más en la celebración litúrgica llegando a la conclusión


de que la Morenita es lo más grande que había de pasar por nuestras vidas (competencia en el conocimiento e interacción con el mundo físico y natural). Preguntar a nuestras familias y a D. José, el cura de mi parroquia, por los hechos más milagrosos de Nuestra Señora de la Cabeza y hacer una redacción para leérsela a mis compañeros de clase (competencia digital,-- bueno, en aquellos entonces, analógica – y de tratamiento de la información). Comprender que la naturaleza de la romería era plural, convivir con los peregrinos y romeros llegados de diferentes partes de la geografía española, especialmente de los pueblos de alrededor (competencia social y ciudadana). Valorar el esfuerzo y el empeño, además de la paciencia, que ponía mi madre en especial, cuando me vestía de corto o trataba de enseñarme a bailar sevillanas para que no hiciera el ridículo si alguna vez surgía tener que bailarlas. (competencia cultural y artística). Ser perseverante en la devoción por la Morenita ampliando dicho amor filial hacia su Madre celestial mientras uno viva ( competencia y actitud para seguir aprendiendo de forma autónoma a lo largo de vida) Controlar nuestros impulsos y el deseo irrefrenable de tener a la Morenita en nuestros brazos, ya que las emociones son imposibles, cada vez que nos plantásemos en su camarín para dirigirle nuestras más sinceras palabras en forma de oración eligiéndola como la más grande Reina y Señora de entre todas las advocaciones de María (competencia para la autonomía e iniciativa personal).

Eran momentos especiales porque hacían despertar en tu estómago las mariposas que traen la excitación y el nerviosismo previo al acontecer de algo importante.

La semana propia de romería, era harina de otro costal y aunque parezca extraño, desgraciadamente, no la vivía de la misma forma que la vivo ahora, ya que mi padre era el único que subía al cerro del Cabezo, pero a trabajar.

Sí disfrute en cambio, muchos años del jueves de romería y la colorida ofrenda floral a la Virgen de la Cabeza en la puerta de su ermita en la calle Ollerías, cómo de pequeño vestido de curro me elevaban para tocar con el ramo de flores el manto de la Virgen mientras recordaba las palabras que mi madre me había dicho antes: “ Dale las gracias a la Virgen por todo lo que tenemos y pídele para que nos mantenga buenos”. ¡Dios mío!, ¡qué ejercicio mental más duro! … para un niño de cuatro o cinco años mientras pasa de mano en mano, ascendiendo paulatinamente hasta la imagen de la Morenita, preso del miedo por la incertidumbre de la maniobra y sujetándose con una mano el sombrero


cordobés que su madre le había dicho que no se tocara porque ya estaba bien colocado, mientras agarraba con fuerza en la otra mano el ramo que iba a depositar ante la Virgen – fundamentalmente para que no se descompusiera con los vaivenes que sufría--. ¡Pero es que tampoco me daba tiempo a terminar la frase!. ¡Qué prisa tenían esos hombres por terminar de poner las flores y por ponerme frente a la Virgen, que nunca llegaba a tocar su manto!. “¿ Es que se va la Virgen pronto al Santuario, papá?”. Pregunté, recordando la historia que me habían contado en el colegio sobre la aparición de la Virgen y de cómo la Virgen quiso tener su templo en el cerro del Cabezo en vez de en Andújar, como os he mencionado con anterioridad. Mi padre me miró cándidamente, se sonrió por mi ocurrencia y me cogió de la mano fuertemente para que no me perdiera entre el gentío, que ya les había pasado una vez y hoy todavía me recuerdan el mal trago que vivieron.

Después, el viernes veíamos el desfile de carrozas y camiones aderezados con farolillos de papel llenos de jóvenes que saltaban y bailaban mientras ofrecían sus vítores a la Virgen y esperábamos pacientemente la entrada de las Cofradías en Andújar junto al Puente Romano comiendo un paquete de almendras garrapiñadas que mi abuelo me había comprado anteriormente en un puesto ambulante y deseando que pasaran todas ellas para que mis padres me montaran en las atracciones de feria.

Del sábado guardo el imborrable recuerdo de las jamugas enjaezadas con mantones de Manila y los jinetes haciendo el paseíllo antes de emprender camino al Santuario, pero no sin tristeza, porque sabía que pasado ese momento mi romería terminaba.

Desde ese mismo instante mi padre también se disponía a subir al cerro con sus compañeros a trabajar y velar para que todo lo referente a la electricidad saliera bien. Y lo veía montarse en un 4L de la compañía Sevillana mientras mis amigos ayudaban a sus padres a cargar los coches con la comida, la bebida y los colchones de goma espuma que llevaban para pasar la noche en el cerro envidiándoles y preguntándome cuándo yo podría hacer lo mismo.

Como veis, mi manera de vivir la romería cuando era pequeño era un tanto peculiar y muy distinta a la que muchos de vosotros habéis vivido, pero no por ello menos querida y de hecho si tuviese la oportunidad de cambiarla no la cambiaría.


Al conocer a mi mujer, que es de Mengíbar, toda la percepción localista de la fiesta desapareció y aprendí a vivirla de una manera doblemente rica. Por un lado, empecé a conocer y disfrutar de la verdadera esencia de la romería en el Cabezo y por otro, empecé a aprender y a interesarme por la idiosincrasia propia de muchos de los pueblos de mi alrededor de los que no había tenido la oportunidad de descubrir con anterioridad cómo viven su fervor por la Morenita y a los que hoy en día admiro por su viva voz de alabanza a la Virgen, por su compromiso en la fe, por estar siempre con el alma dispuesta a participar en esta grandiosa fiesta y por demostrarnos día a día que nuestra Virgen de la Cabeza es universal y no local como algunos pobres estultos pretenden que sea en un momento de ceguera existencial, a pesar de ser un pensamiento muy humano, aunque limitado y egoísta.

Mientras trabajaba en la preparación de este pregón, me leí varios libros referentes a la romería, repasé notas que había sacado con anterioridad para otro pregón pero sobre todo intenté empaparme de la devoción a la Virgen de la Cabeza en Arjonilla, como es preceptivo. Me leí el fantástico libro de vuestro querido y admirado amigo Alfonso Rueda Nevado, que además de ser muy ilustrativo, recoge exhaustivamente, como bien aparece en su título, la devoción,


el culto de este pueblo por María en su advocación de la Cabeza y la historia de esta Cofradía, fiel reflejo del fervor y fidelidad hacia Ella y cómo se canaliza en las diversas manifestaciones de sus actos, tanto en el pueblo, como en el cerro a lo largo de sus cuatrocientos años de historia.

Sería difícil destacar alguna parte en concreto que más me gustara de este libro, ya que es en sí una joya “per se” pero me llamó la atención bien al principio, tras la fundación de la Cofradía de Arjonilla en 1610 y su primera concurrencia en el cerro al año siguiente que esta Cofradía fuese la última cofradía en el desfile procesional por voluntad y decisión propia. No pude reprimir la llegada a mi mente, casi como un rayo, de la cita bíblica del Evangelio de San Mateo que dice que “los últimos serán los primeros” en el reino de los cielos al leer ese pasaje del libro. Y sí, la última Cofradía se coloca al final para ser la primera en dar ejemplo, ejemplo de actitud, ejemplo de integridad, ejemplo de religiosidad, ejemplo de virtud y de celo, porque como en la parábola de San Mateo, Dios Padre, Jesucristo y Nuestra Virgen de la Cabeza, desean contar con hombres y mujeres decididos a llevar a cabo su proyecto de extensión y reafirmación de la fe. Y ahí Arjonilla va por delante, a la cabeza. Los buscan de manera incansable a lo largo de la historia, a lo largo de nuestra vida, en diferentes momentos: en nuestra niñez, en la juventud, en la senectud, para invitarnos a colaborar de muchas maneras en beneficio de su reino. Nunca se es demasiado joven ni demasiado viejo para trabajar con él, por él ni por su Santa Madre. Solo depende de nosotros mismos acudir a su llamada, saberle escuchar y comprender esos destellos interiores que lanza a nuestro corazón, este mismo corazón sediento y hambriento por recibir y acoger en su seno a la Madre de Cristo Redentor, dándole a nuestra vida un sentido trascendental y acompañar en todos y cada uno de los momentos del procesionar de nuestra vida terrenal a la Madre libremente escogida y entregarla finalmente en las manos de Dios en las puertas de su templo celestial, junto a nuestra alma, del mismo modo que esta cofradía entregaba la bendita imagen de la Morenita en la puerta del Santuario a las cofradías matrices de Andújar y Colomera al final de la procesión del cerro del Cabezo.

En todos estos siglos de vida de la Cofradía, afortunadamente por el pervivir de la fe, aunque desgraciadamente por la pérdida humana, han habido miles de peregrinos, romeros y cofrades de Arjonilla que han entregado su alma a Dios, no sin antes enseñarnos el significado de la romería y la grandeza de la Virgen a la que rendimos culto. Son huellas indelebles que perduran en los


escritos de la historia y que quedan reflejados tanto en la mente como en el corazón de los que hoy somos partícipes de esta tradición y fe. Son pasos firmes y profundos que nos conducen hasta las mismísimas plantas del Pedestal que sostiene la grandeza de la Morenita. Personas que nos inculcaron la devoción mariana, nos mostraron su amor por la Reina de Sierra Morena y nos pasaron las tradiciones que hoy conservamos y de las que este magnífico pueblo tiene alarde de lucir. Es por ello necesario que les rinda un merecido y sentido homenaje. Son personas anónimas que han pasado durante los siglos que lleva la devoción por la Virgen de la Cabeza despierta en Arjonilla. Son un número ingente de personas que es imposible de nombrar. Sin embargo, sí he de mencionar, porque así mi conciencia me lo pide, a hermanos cofrades concretos también y que han fallecido recientemente. En particular, ahora quiero recordar a José Cledera Segado, padre del Presidente de esta Cofradía y que nos dejó poco después de que la misma asumiera la mayordomía al no presentarse ningún cofrade en el sorteo el lunes después de la romería en el Cabezo. Me queda una imagen en el recuerdo muy fresca cuando su hijo José le llevó a su casa el Cetro de Hermano Mayor para que lo besara, encontrándose ya muy enfermo, y cómo por desgracia la alegría propia del momento se tornó poco después en lamentable tristeza al perder a un hermano que estuvo muy involucrado con esta cofradía, siendo Hermano Mayor dos veces, en 1959 y 1998, respectivamente y ostentando el cargo de tesorero de la cofradía durante veinticinco años. Fue un hombre bueno y prudente al servicio de María de la Cabeza, como me cuentan los que lo conocieron.

También quiero destacar a Juan Modrego Hernández, figura exponencial de la cofradía desde los años setenta hasta su fallecimiento ya que además de tener diferentes cargos dentro de la cofradía (secretario, tesorero, vocal y presidente) supo mezclar en la junta de gobierno la experiencia de la veteranía con las ideas frescas y renovadoras propias de la juventud, formando un grupo sólido y compacto que ha regido la cofradía durante más de treinta años. Además fue la persona que instauró, siendo presidente, el cartel anunciador de la romería y este pregón.

Por último, me gustaría también mencionar a Pedro Pérez Delgado persona de gran dedicación a la cofradía, siempre dispuesto a colaborar en cualquier asunto que se le encomendara y que perteneció a la junta directiva desde 1970


hasta 2002 ocupando durante veinticinco años el cargo de fiscal y con los últimos estatutos, Vocal de Manifestaciones Públicas.

A todas estas personas, es decir, a los miles de cofrades, peregrinos y hermanos anónimos junto con los cofrades anteriormente citados, les quiero dedicar una plegaria y un modesto elogio en forma de poema que hoy rescato de un anterior escrito, hermano a éste, por su simbolismo.

Salve, peregrino y romero De pie descalzo, zurrón al cuello.

Salve alma inquieta Y expectante en el cielo

Que observas el devenir del tiempo, Efímero, pasajero,

Que irradias la estampa viva De un pasado ligero En el que tus huellas

El camino a la Madre abrieron Con devoción y amor verdadero.

Salve, Salve y mil veces Salve Por entregarnos la más preciada joya

Engastada de bondad generosa, De sentir inmenso, de alabanza

Por una Madre bondadosa Que nos acoge llena de templanza.

Salve, peregrino y romero Cofrade adusto

Que cogiste el gallardete de María Y lo elevaste al cielo.

Que alzaste sus banderas De este burdo suelo

Para blandirlas al viento Que paseaste al hombro La imagen de la Reina

Por las calles de tu pueblo Y su medalla en tu pecho prieto.


A ti, peregrino y romero De alma inquieta y espíritu ligero Te aliento a que recorras el camino

Como antaño recorriste. Que te unas con paso firme

A las voces que ya oíste En ese pasado lisonjero.

Que el deleite por la Madre no perdiste Sí el cuerpo, vestidura consumida

Por el hábito temporero De la vida misma.

Salve, peregrino y romero Desde la añoranza y la nostalgia

A ti, humilde cofrade, Te honra hoy este sencillo pregonero.

∗ ∗ ∗

Retomando la senda venturosa de las gentes de Arjonilla en la romería, he de decir que todo el sentido festivo de esta fiesta, no puede eclipsar su significado de peregrinación, pero peregrinación con todas sus acepciones, en su más amplio sentido. Y como tal, iniciáis vuestra peregrinación al Santuario puntualmente el día después de que la Patrona de la Diócesis de Jaén se cobije en su Camarín. Y lo hacéis como Dios manda. Primero una solemne misa en la iglesia de la Encarnación, donde acogéis y abrazáis a los nuevos hermanos y hermanas cofrades, imponiéndoles vuestra medalla, que colgará en sus pechos como signo fehaciente de la tradición que acogen y el sentir que profesan. Posteriormente, elegiréis a los nuevos Hermanos Mayores, siendo el azar caprichoso el que dirima quiénes tendrán tan gran honor durante los siguientes tres años y presentaréis a vuestras familias los Cetros representativos del cargo, presenciando las imágenes más emotivas y sinceras, llenas de miradas cómplices, de abrazos sentidos, de voces que entre susurros y besos sinceros, se despiden ahogadas en lágrimas o reciben emocionadas las insignias que les distinguen como representantes preeminentes de un pueblo devoto de María


mientras las banderas de la cofradía acarician vuestras almas enaltecidas por tan grata responsabilidad en el umbral de vuestras casas para acabar echándoos a la calle, arropando a la bendita imagen de Nuestra Señora de la Cabeza en su procesionar por el pueblo con la solemnidad, elegancia y cadencia en el paso con que la llevan sus anderas y anderos mientras rezan sus plegarias en silencio, dan sus gracias o realizan sus súplicas más íntimas bajo la majestuosidad de esta milagrosa imagen hasta volver a su ermita; imagen sacra que tuvo el privilegio de presidir la primera misa oficiada en el Santuario tras acabar la guerra civil gracias a la iniciativa de un grupo de devotos arjonilleros, como muy bien recoge Alfonso Rueda en su magnífico libro.

Y ya no me sorprendo de estos hechos, porque son tantas las muestras de lealtad y amor a la Virgen a lo largo de vuestra historia que la Virgen bien mantiene un lugar privilegiado en su altar para este pueblo.

Pero ahí no queda todo. Además de la tradicional subida al Santuario y misa de convivencia de la cofradía en el mes de septiembre, vuestra tradicional novena a la Virgen, el popular acto en el que se presenta el cartel de romería y se lee el pregón cuyo fin no es otro que anunciar esta festividad e incitar a las personas a participar en la misma y finalmente el convite de banderas junto con la ofrenda de flores a nuestra amada Virgen previa a la subida al cerro, os encuentro en el día a día volcados con Ella, con la Reina de Sierra Morena.

Muchas veces he pasado por la ermita de la Virgen y me he encontrado en numerosísimas ocasiones a alguna señora o un grupo de señoras que aún encontrándose la ermita cerrada, estaban rezando a la Virgen a través de la exigua mirilla de su portón, mirando hacia su interior con avidez para encontrar la forma idónea de vislumbrar la imagen de la Morenita a través de tan minúscula oquedad, sujetando una luminaria o depositando dicha vela junto a la portada de la ermita.

Esta imagen no puede por más que recordarme a aquellos peregrinos que hacen el camino viejo de herradura y que al llegar al monumento al peregrino se acercan para mirar a través de su vientre hueco y ver la solemne Basílica-Santuario de la Virgen de la Cabeza asomarse entre las nubes que cubren el horizonte y asemejar que está suspendido en el propio cielo. Peregrinos, caminantes convencidos por el sendero heptacentenario, que no es otro que el camino de salvación de todas aquellas personas fervientes que, agradecidos


por las dádivas concedidas o apremiados por los reveses propios de esta vida, recorremos para venerar a Nuestra Santa Madre y que impulsa que desde las propias entrañas de todo peregrino sintamos la necesidad de estar junto a Ella, que lancemos un profundo suspiro al llevarla tan dentro, como ella en su vientre acogió a nuestro Señor Jesucristo quien realizó su peregrinaje en esta vida para salvarnos dejando en su misericordiosa madre la embajada del cielo y la abogacía divina a través de la cual nos acercamos a su Divina Presencia y a la de Dios Padre.

“Bendito es el fruto de tu vientre”, no solo es Jesús, sino tu imagen Sagrada y Consagrada en el Templo de Sierra Morena vista a través de los ojos peregrinos que quieren alcanzar el cielo de tu Gloria y llenar el hueco del estómago vacío con la Sagrada Forma del Pan que tu Hijo Jesús nos repartió. ¡ Dios te salve María de la Cabeza por tu grandeza infinita!.

∗ ∗ ∗

Cuando pienso en el camino de Herradura , no solo pienso en las jornadas andadas sino en la verdadera significación que para mí tiene dicho camino y el paralelismo que le encuentro con el devenir de la propia vida del ser humano, y más concretamente en mi propia vida, que hoy quiero compartir con todos vosotros.

Cada persona de este pueblo tiene experiencias de camino que narrar, como cada vereda y cada rincón de la sierra acumulan pedazos de historia a través de los siglos, una historia fundamental, a veces, pero siempre íntima y personal.

Para aquellos que hayáis compartido vuestros pasos con la Peña Peregrina Arjonillera “Entre Olivos y Pinares” o hayáis subido en carreta por parte de este camino podréis ver mi verbo convertido en vivencias propias y recrearlas en vuestras mentes, coincidir conmigo en el sentir mutuo, o si no es así, os invito a reflexionar ante este hecho y expandir en vuestro ser la perspectiva que os ofrezco.

A decir verdad, soy un verdadero enamorado del camino. Me considero peregrino antes que romero o hermano cofrade. De ello gran culpa la tiene mi padre y aquellos que como él conocen cada palmo de la sierra como sus propias manos y que no escatiman en esfuerzos y sacrificios para acompañar a todos


aquellos que los solicitan, al igual que vuestros amigos Juan Ureña , Ramón Gómez y sus compañeros de la peña “Entre Olivos y Pinares” pues llevan muchos años dejándose el alma en el camino y propagando sus excelencias entre sus paisanos Arjonilleros y visitantes foráneos.

El viejo camino serrano es un camino afable y generoso, no por la suavidad de su orogenia, que es bien agreste, sino por todo lo que nos reporta según nos vamos adentrando en el. Me refiero al inconmensurable paisaje de la serranía plateada y el parque natural que lo conforman, con su fragancia característica a romero, tomillo y jara en flor, los relevantes y significativos hitos que encontramos a lo largo del camino como la ermita de San Ginés, el arroyo del Gallo, el mirador del Balconcillo que acoge el monumento al peregrino, la fuente del Madroño y los caracolillos entre otros e incluso por la magnitud de los pasos que nos adentran en la alfombra argenta de lastras, guijarros y pizarra .

Como en toda caminata, los comienzos suelen ser sencillos, al igual que nuestras vidas infantiles pero según avanzamos en el camino, nuestras piernas empiezan a conocer el cansancio y el esfuerzo que empezamos a experimentar. Comenzamos a sortear escollos y abruptas pendientes que nos hacen reflexionar sobre la dureza del mismo y prepararnos instintivamente para otros mayores. Al igual que en la vida misma. Y es entonces cuando por inercia buscamos el trago de agua más fresca y cristalina, buscando calmar nuestra sed y aliviar el cansancio, levantar la vista al horizonte y lanzar una voz de ayuda a la persona que anda contigo.

¿Y en quién si no pensamos cuando la vida nos muestra sus reveses?. ¿A quién nos encomendamos para superarlos?. Pues sí, pensamos en nuestra Virgen de Gracia Plena, María de la Cabeza y en su Hijo Redentor para que logren el milagro que aplaque nuestro desasosiego momentáneo. Y sí, conseguimos superarlo, no sin esfuerzos ni sacrificios ni sin dar un quejido grave desde lo más profundo de nuestro corazón, ofreciendo devolver la gracia recibida en su camarín a modo de relicario, promesa devota u oración emocionada, que sellará aún más nuestra firme determinación por proclamar su amparo y mediación divina.

Escuchad con atención lo que ahora os vengo a contar a modo de claro ejemplo de todo lo anterior. A lo largo de mi vida he aprendido pocas cosas tan ciertas como que las mejores palabras son las que un padre o una madre dirige a su hijo o hija o las enseñanzas que nos hacen. Yo tengo la suerte de ser


padre y del mismo modo que mi padre hiciese conmigo, les dije a mis hijos unas palabras especiales nada más nacer y tenerlos en mis brazos por vez primera. Esas primeras palabras que escucharon de mis labios fueron fruto de mi compromiso leal y eterno con la Virgen de la Cabeza. No las voy a reproducir aquí porque pertenecen a la más preciada intimidad de los dos, pero ya en sí mismas recogen la súplica y el acuerdo tácito que establecí con mi

Madre Morena y que Ella bien ha sabido cumplir cuando la necesidad tuvo lugar. La angustia que mi mujer y yo pasamos en el peor momento de nuestras vidas, al sentir en nuestras carnes la bofetada más dura e inesperada hasta el momento y que nos llenó de pesadumbre e impotencia al no depender de nuestra voluntad y capacidad, fue escuchada y aplacada gracias a la Milagrosa intercesión de nuestra Rosa de Oro para que en cuestión de horas las negras y tupidas nubes de tormenta que acechaban sobre nuestras cabezas se disiparan dejando paso a un cielo azul radiante que impera sobre las esporádicas nubes que de vez en cuando aparecen. Decidme si esto no es suficiente para pregonar sin rubor y a viva voz lo Milagrosa que nuestra Virgen es y la bondad y Majestuosidad sin par que regala generosamente entre sus hijos. Por eso una y otra vez le damos gracias, le hacemos el eje principal de nuestras vidas y la veneramos con toda nuestra voluntad día tras día.

Como he contado con anterioridad, la simbología del camino hasta la Basílica-Santuario es muy grande. Todo peregrino o carretero novel que lo recorre por primera vez tiene casi la inexcusable obligación de ser bautizado en la fuente del Madroño o en el arroyo el Gallo, respectivamente. Y no es un acto vano, vacío. Al contrario. La finalidad del bautizo es borrar la mancha del pecado original y abrir las puertas de la comunidad cristiana a todo recién bautizado. Y eso es lo que hacen carreteros y peregrinos, empezar a pertenecer a la comunidad mariana y sellar el vínculo de amor y fidelidad a la devoción por la Morenita. En primer lugar, deseamos llegar incólumes, puros, sin pecado ante las plantas de la Virgen para así ofrecerle nuestro noble corazón y después formar parte de los eslabones en la cadena de pertenencia a la Madre Todopoderosa, compartiendo sucesivamente el agua bautismal de la sierra con nuestros hijos, perteneciendo a la custodia que vela con ardor para que nuestra fe por la Madre Morena perviva eternamente.


Según vamos avanzando en el camino de la vida, lleno de pausas, premuras y constancia en el paso, ascensiones y declives, como en el propio camino de Herradura, deseamos finalmente llegar frente al arco que nos introduce en la calzada de piedra que nos lleva hasta la preciosa verja, forjada en Arjonilla con las manos y el bien hacer de otros artistas Arjonilleros para labrar el hierro con gran impronta dentro del templo por sus otros trabajos en el baptisterio, el presbiterio, el Sagrario y el ambón. Como veis, Arjonilla siempre tan cerca y con tanta relevancia. A lo grande y en silencio, como hacen las gentes sencillas pero nobles.

Y allí, delante de esa alfombra de piedra que conduce al cielo de Sierra Morena, al hogar de la Virgen más querida, decidimos emprender la última subida lentos, quejosos por la pendiente y admirados por los millones de historias, de promesas, de ofrendas, de voces, de suspiros, de agradecimientos, de súplicas, de consuelos, de amarguras, de alegrías, de esperas, de romances, de sangre derramada, de rodillas escarnecidas, de lágrimas, de inquietudes, de ilusiones y de esperanzas que en cada piedra se concentran.

Si la calzada pudiese convertirse en ser animado por tan solo unos instantes, nos diría muchas cosas, ya que la fe se magnifica por el sacrifico de los hombres y mujeres que ponemos nuestras más íntimas tribulaciones en los pasos profundos y cansados de esta insigne calzada iniciando el diálogo con la Virgen cuyo epílogo glorioso acaba en lágrimas de agradecimiento o súplica desgarrada.

Te oigo peregrino. Oigo el ruido de tus entrañas

Que exclaman al cielo. Sé que soy el último pedernal

Que te separa de la misma gloria.

Soy el suelo que besan tus rodillas Con el carmín de la sangre vestidas.

Soy el oído del confesor sacro Soy el notario de las promesas cumplidas.

Soy gris alabastro de carne endurecida. Pilar del altar mayor, un simple arco.


Soy Atrio de la Reina Morena, Paseo de sus pupilos,

Andero de sus anderos Del trono escogido.

Rosario monumental del poeta, Del cofrade, estadal

Y de la melancolía, saeta.

Antes que la noche caiga sobre tus ojos febriles,

Cristalinos por las lágrimas que los alimentan,

Déjame que te lleve en estos abriles Ante la más grande.

Que no soy piedra de molino Ni mesa en una venta,

Para que me dejes en olvido.

Soy la historia lenta que te envidia.

Te envidio por ser humano Y no inerte trozo de guijarro Que llevas tu voz y tu mano

a aquella que moldearon de barro para acoger al Redentor sin pecado.

Te envidio por ver su cara Que a mi cuando sale

Miles de cuerpos entregados Me la tapan.

Te oigo profundo Recojo tus lágrimas Llevo tu promesas


Beso tus pies descalzos Y tu alma compungida.

Llévame, por Dios, ante Ella Que no por ser inerte piedra

Siento, lloro y lamento No poder postrarme bajo Ella

Como pedestal devoto Contagiado por tu silencio roto Y Por la misericordia recibida.

Cruzado el umbral de la Basílica nuestros ojos dirigen su mirada al frente para empezar a deleitarse con la belleza de la Virgen hecha Madre. Es el momento ansiado de subir al Camarín que atesora la joya de Sierra Morena, y ahí es imposible evitar un río de lágrimas agradecidas, cómplices de los sueños cumplidos y el amor eterno a nuestra hermosa Madre. Allí, en la soledad, en la quietud y en el silencio recogido de su Camarín nuestra vida o nuestro camino parecen bien distintos. Las palabras nacen de nuestro pecho para clavarse como flechas en su rostro piadoso y en esa mirada profunda que a veces sientes que baja para mirarte, para escucharte bondadosamente como una madre ensimismada por la retórica de sus hijos.

Y reconduces tus pasos hasta su trono, te agarras a un varal y sentado esperas a que llegue la hora de su procesionar milagroso por la sierra. Y en esa comunión madre-hijo uno se hace liviano notando que el espíritu vuela a encontrarse con sus acogedores brazos. Nuestras ofrendas son simples menudeces ante su Patronazgo Celestial, pero son puras y sinceras como nuestro corazón henchido por el deleite de contemplarla como la Luz Redentora de nuestro camino en la vida y poesía cadenciosa en la devoción inmensa que le profesamos al llevarla en hombros, triunfal, mientras las grandezas de la tierra homenajean a su Reina y la virtud se postra ante la piadosa mirada de sus profundos ojos negros.

Es hora de despojarse de los ropajes vanales y vestirse de Gracia Divina al recibir el generoso abrazo de tu Madre Milagrosa en la cima del Cabezo. Que su bondad infinita nos acoge en la vida, que su aliento guía nuestros pasos y en el momento que nuestra alma comience su último peregrinaje, nos cubrirá con su


redentor manto volviendo con Ella a nuestro origen, sin miedo ni equipaje, pero llenos de fe viva.

Así, todos nuestros pasos habrán cobrado sentido. La vida emergerá de nuestras huellas fugaces revelando la merced que atesora nuestra Madre Morena.

¡Dios te salve por siempre, Virgen mía de la Cabeza!

Como bien acabáis de escuchar, ésta es la forma con la que quiero anunciaros el inicio de esta fiesta tan esperada por nosotros durante trescientos sesenta y cinco días.

No creo necesario tener que incitaros a uniros a la misma, pues como he intentado reflejar en este pregón, sois un pueblo pionero en la fe por la Morenita. Sois el vivo ejemplo a seguir por muchos de nosotros. Vivís con intensidad vuestra devoción, os echáis al camino de manera presurosa, como carreteros, peregrinos, romeros o cofrades, siendo el gallardete que guía a otros pueblos iguales desde hace cuatrocientos años ya.

Que la Santísima Virgen de la Cabeza os ilumine en el transcurrir de la historia aún por venir y que sigáis escribiendo páginas doradas en el libro de la fe, el cariño, la devoción, y la veneración por su Bendita Imagen.

∗ ∗ ∗

Del mismo modo que empecé este pregón, encomendándome a la Virgen, permitidme que me despida haciendo lo mismo, porque es Ella siempre el alfa y la omega de mi existencia y como tal he cumplir con mis creencias, dedicándole mi último piropo.

Otra vez en primavera por la sierra de siempre Volvemos a encontrarnos con la cita de entonces

Cerrando un año de espera impaciente. A buscarte salí en honor de tu presencia

Y tú aún custodiada estabas en tu trono serreño Que no pudo mi mano rozarte al extenderse.

Ya es hora de poner el pensamiento en tu misericordiosa mirada

tendiendo un puente entre el cuerpo y el alma. Puedes darme el agua para mi sed antigua,


darme descanso en tu templo tranquilo penacho de paja en tu sierra pido. Llego tan alto por vivir en tu cima

Porque solo en la altura insisto en encontrarte Repartiendo dones a tus fieles romeros,

y agradecerte el honor de haber sido esta noche tu ferviente pregonero.

Arjonilleras, Arjonilleros, unid vuestras voces a la mía y expresad conmigo el inmenso amor por la Reina de Sierra Morena.

¡VIVA LA VIRGEN DE LA CABEZA! ¡VIVA LA COFRADÍA DE ARJONILLA!

¡VIVA LA VIRGEN DE LA CABEZA!. Ego dixit laudandum Mariae.

En Arjonilla, a trece de abril del año dos mil doce.

LUIS MIGUEL LUNA PEREA


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PREGÓN A LA VIRGEN DE LA CABEZA ARJONILLA 2012