PREGÓN

DE LA

SEMANA SANTA DE BAZA

Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz

Baza, 25 de marzo de 2007

A la memoria de Juan de Dios Castellano Domechy de cuantos bastetanos y bastetanas han

hecho de su vida una ofrenda permanentede luz ante sus Sagradas Imágenes Titulares

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*INTRODUCCIÓN:

Es para nosotros un inmenso placer y un gran honor poder, desde estas líneas, presentar al Pregonero Oficial de la Semana Santa de Baza 2007.

Baza, disfruta de una Semana Santa muy rica, tanto en salidas procesionales, como en las evocaciones artísticas que han supuesto las distintas imágenes, las cuales componen los múltiples pasos que procesionan por la ciudad a lo largo de dicha semana. Muestra de ello, es el ardiente fervor religioso y cofrade que se palpa en el ambiente de la Semana Santa Bastetana.

Debemos de tener en cuenta que la Semana Santa es la fiesta más importante dentro del calendario cristiano, por esa razón; en las distintas ciudades de nuestro país donde la religión Cristiana-Católica es la mayoritaria, se celebra con bastante grandeza, solemnidad y religiosidad. Unos cuantos ejemplos bastante clarificadores de la idea que hemos expuesto antes son las diversas ciudades andaluzas como Sevilla, Granada, Málaga, Córdoba, Almería, Huelva... y por supuesto, Baza no es diferente a éstas.

Dentro de la Semana Santa Bastetana nos encontramos con la Federación de Cofradías de Baza y las distintas Hermandades, Cofradías y Archicofradía que hacen posible este gran evento. No pretendemos hacer una exposición referente a lo que consisten cada una de ellas, para ello, tenemos el Acto del Pregón Oficial de la Semana Santa Bastetana con la figura del Pregonero Oficial, este acto define el inicio de la Semana Mayor en la ciudad de Baza Por consiguiente, nuestra intención no es dar una visión explicativa generalizada de la Semana Santa Bastetana, sino hacer a los amables lectores de esta revista, una presentación del Pregonero Oficial de la Semana Santa de Baza 2007, don Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz.

Nació en Granada en 1964. Se doctoró en Historia dentro de la especialidad de Historia Moderna siendo su tesis calificada con sobresaliente Cum Laudem. En la actualidad es profesor titular del departamento de Historia Moderna en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada. La asignatura que imparte es la de Historia Moderna de España, los compañeros que han tenido el privilegio de asistir a sus clases y quedar maravillados con sus magníficas explicaciones, así lo afirman, corroboran y pueden dar crédito a lo que estamos diciendo.

*En cuanto a su currículum de Historiador-Investigador podemos destacar las siguientes publicaciones:

Breve historia de la Semana Santa de Granada / Miguel L. López-Guadalupe Muñoz, 2003.

Chronica Nova: Índices 1968-1998: núms. 1-25, 1999

Los conventos de la Merced y San Francisco, Casa Grande, de Granada : aproximación histórico-artística / Lázaro Gila Medina, Juan Jesús López-Guadalupe Muñoz, Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz , 2002.

Estudios en homenaje al profesor José Szmolka Clares / Antonio Luis Cortés Peña, Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz, Francisco Sánchez-Montes González, eds. 2005.

Estudios sobre Iglesia y sociedad en Andalucía en la edad moderna / Antonio Luis Cortés Peña, Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz (eds.) 1999.

Historia viva de la Semana Santa de Granada : arte y devoción / Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz, Juan Jesús López-Guadalupe Muñoz 2002.

Iglesia y sociedad en el Reino de Granada (ss.XVI-XVIII) : [primer Coloquio] / (organizado por el Seminario de Estudios "Sociedad, Iglesia y Cultura" de la Universidad de Granada), Granada, Ed. Universidad de Granada, 1999.

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Iglesia y sociedad en el Reino de Granada (ss.XVI-XVIII) : [segundo Coloquio] / (organizado por el Seminario de Estudios "Sociedad, Iglesia y Cultura" de la Universidad de Granada), Granada, Universidad de Granada, 2003.

La represión de la religiosidad popular: crítica y acción contra las cofradías en la España del siglo XVIII / Inmaculada Arias de Saavedra Alías, Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz, 2002.

La Semana Santa de Granada: apuntes de historia y arte sobre una tradición secular / Juan Jesús López-Guadalupe Muñoz, Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz, 1997.

Nuestra Señora de las Angustias y su Hermandad en la época moderna : notas de historia y arte, Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz, 1996.

Triunfales celebraciones / Luis de Paraquellos Cabeza de Vaca; estudio preliminar por Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz, 2004.

Las Cofradías de la parroquia de Santa María Magdalena de Granada en los siglos XVII y XVIII / Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz, Granada, Ed. Universidad de Granada, 1992.

*Referente a su currículum Cofrade cabe destacar su pertenencia a distintas Cofradías de la ciudad de Granada y fue Hermano Mayor del Cristo de San Agustín del año 2002 al 2006. En la actualidad desempeña el cargo de Teniente de Hermano Mayor en la misma Cofradía

Ángel MARTÍNEZ BOCANEGRALicenciado en Estudios Semíticos.

Profesor de Religión en el I.E.S. José de Mora de Baza.Hermano Mayor de la Cofradía del Santísimo Cristo de los Méndez de Baza.

Juan Antonio DÍAZ SÁNCHEZ

Estudiante de Historia en la Universidad de Granada.Hermano de la Cofradía del Santísimo Cristo de los Méndez de Baza.

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*PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE LA CIUDAD DE BAZA 2007.

JESÚS SALE A NUESTRO ENCUENTRO

“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.“No temas, porque has hallado gracia delante de Dios;vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo,a quien pondrás por nombre Jesús.Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo,y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”. (Lc 1, 28, 30-33)

Porque el nuestro es un Dios eterno,un Dios cercano,Hombre y Dios al mismo tiempo.Dios de vivos,Dios de pobres,Dios de los que sufren en la tierra.Con ellos sufriráhasta padecer la muertey muerte de Cruz.El Mesías, como escribieron los poetas,viene a este mundo para padecer,porque su reino no es de este mundo.Dios tiene entrañas de Misericordia,Jesús tiene palabras de Rescate.Todo lo hace por Amor.No temas María,lo verás sufrir,cargar con la cruz a cuestas junto a la Alcazaba,expirar en la Plaza Mayor,descendido de la cruz y sepultado,más al tercer día triunfará de la muerteen gloriosa Resurrección.

“El Espíritu Santo vendrá sobre tiy el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra;por eso el que ha de nacer será santoy será llamado Hijo de Dios”.“He aquí la esclava del Señor;hágase en mí según tu palabra”. (Lc 1, 35, 38)

Y así se hizo,en luminoso mediodía,por obra y gracia del Espíritu Santo.Sin Encarnación no seríamos rescatados.

Tal era el plan de Dios,la expresión de su amor y su piedad.Y María dijo sí,porque en Baza Piedades nombre de mujer.Y sobre mujer, de virgen.

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Y sobre virgen, de madre.Y sobre madre, de reina.Y desde entonces su reinado no tiene fin.Porque Ella preside vuestros templos y vuestras calles,porque Ella habita en todas vuestras casas,porque Ella reina en el corazón de los bastetanosde ayer, de hoy, de siempre.Piedad es el tesoro escondido,por el que todo se deja,por el que todo se da.Piedad, que vives en tu camarín,joyero, relicario y arca,donde a diario recibes a todos tu hijos.Piedad amorosa,que te disputan dos ciudadespor amor.Piedad bendita,que un día de septiembresales a las callesy renuevas nuestras vidas.

Las palabras del Evangeliose cumplen hoy, aquí mismo,en este sencillo pueblo de Baza,pueblo devoto, pueblo fiel.Aquí están los esclavos y esclavasdel Señor.No tenéis otro méritoque el de haber respondido a su llamada.Nuestra gloriaes la gloria de Maríay consiste en decirtan sólo una palabra:Amén.

“Al Rey en viéndolo, a Dios en oyéndolo”, reza un refrán castellano. Los cofrades saben oír tanto en el silencio de la vida, como en el barullo de la fiesta. Así es nuestra idiosincrasia, pero yo prefiero la intimidad de una capilla y una cruz de plata, yo prefiero la oración callada, a ritmo de música de capilla, yo prefiero la vida entera postrada ante sus pies cansados y traspasados, nuestro ser cofrade matizado en el bordado de un tonelete que sabe a armiño de rey, mientras que la plata dulcifica la punta de unas espinas que se clavan en su frente. Sí, a un Cristo dormido entre nanas musitadas en Lunes Santo –San Agustín es su nombre- me encomiendo en este día y a esta hora.

Postrado ante la Cruz en la que has muerto,a la que yo también te he condenado,perdóname, Señor, hoy me arrepiento,perdóname, mi Dios crucificado.

Y te pido perdón por mis pecadosy te pido perdón por mis errores…Yo he cargado tu faz de sufrimientocuando he visto injusticia y he callado,perdóname, Señor, hoy me arrepiento,perdóname, mi Dios crucificado.

(Rafael Prieto)

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Rvdo. Sr. Consiliario de la Federación de Cofradías,Excmo. Sr. Alcalde-Presidente del Ayuntamiento de Baza,Sr. Presidente de la Federación de Cofradías,Ilmos. Sres. Concejales, Sras. y Sres. Hermanos Mayores,Señoras y señores, cofrades todos.

Gracias, ante todo. Gracias. Por confiar en la torpeza de mi lengua y en la tibieza de mi compromiso cofrade. Gracias por dejarme hablaros al corazón, desde la flaqueza y desde la duda. ¿Quién no flaquea en estos tiempos? Ojalá mis palabras de hoy, puedan llegar a corazones alejados, ojalá que redescubran en el misterio de Jesús-Pregón el sentido de sus vidas.

Gracias por tan inmerecida presentación. Gracias digo, por situarme en esta tribuna y designarme abanderado de la gloria, Cascamorras de Pasión.

La historia de nuestras cofradías es una historia de amor, de Dios hacia nosotros los hombres, una historia interminable, eterna, sin fin. Los cofrades –esto nos enseña la historia- tenemos vocación de paso, condición de peregrinos, lo nuestro –decía el poeta- es pasar, pasar refugiándonos en sus manos celestiales, en su infinita misericordia y en el amor de su Madre. Por eso, han pervivido las cofradías en el tiempo, en medio de tantos y tantos avatares, porque nacen desde abajo, porque son la expresión de un pueblo, sencillo y sabio, confiado en las manos de Dios.

Y Él ha sido generoso con Baza, invitando a los hijos e hijas de esta tierra a militar en sus comunidades de cofrades comprometidos. La historia es nuestra fuerza, no el pretexto para el inmovilismo. La historia nos habla de guerras y destrucciones, pero también de un culto sincero a Cristo, a Sta. Bárbara, a la Virgen en su Piedad, a la que en “sus aflicciones, libran en esta Señora su consuelo, con una fe, un amor y una confianza tan grande que tienen por cierto el logro de quanto le piden” (1766). La piedad popular salpicó la geografía bastetana de arraigadas cofradías de devoción, de la Virgen del Carmen y de la Purísima Concepción, del Santísimo Sacramento y de la Merced, y de venerables órdenes terceras.

Y dicen los libros antiguos que hubo un Cristo que atrajo la mirada de todos los bastetanos, cuando a la puerta de la Iglesia Mayor, vestido con bordado tonelete, bendecía a su pueblo al término de cada rogativa, ceremonia repetida sin cesar desde 1645, hasta ocho veces en aquel siglo, cuando atenazaban males a esta tierra: las plagas de langosta (hasta en tres ocasiones), las guerras contra Francia, la epidemia de peste, las sequías, la victoria contra los turcos…

Cristo de familia y de ciudad, Cristo de todos, confiado al cariño de los Méndez Pardo. El Santo Cristo esperaría trescientos años para tener su propia hermandad y es que en la Baza barroca no la necesitaba: le bastaba la devoción de todos los bastetanos. Y todavía hoy, el domingo último de abril, el Santo Cristo se recorta en la puerta de la Iglesia Mayor, mientras le saluda, en la plaza, la bendita imagen de la Virgen de la Piedad.

El año 1736 pasa por ser el año fundacional de la Semana Santa de Baza. Los Dolores de María, que atraían la devoción de los fieles desde que tallara la imagen José de Mora en 1702, veían aprobadas sus constituciones. Doscientos setenta años de fervor en torno a sus Dolores, allí en su iglesia del Oratorio de San Felipe Neri.

Y en ese mismo siglo XVIII la Virgen de los Dolores sabe ganarse los corazones de los bastetanos. Ante ella se postran en sus infortunios cotidianos, tanto como en las necesidades colectivas, especialmente cuando la sequía agostaba los campos de labor, “en consideración del Voto perpetuo que uno y otro cabildo tienen hecho a María Stma. de los Dolores en demostración agradecida de haber socorrido en otras ocasiones a este pueblo en semejantes y mayores necesidades”.

¿Qué tendrán los Dolores de María para seducir a los fieles de esta tierra? En 1750 nace otra hermandad de ese misterio de la Virgen en la Parroquia de Santiago. Vida intensa, vida lánguida. Las hermandades se perdieron entre dispersas noticias del primer tercio del siglo XX.

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Y no debieron ser las únicas hermandades penitenciales de la Baza moderna, aunque la historia confraternal se diluye en las sombras del pasado. Poco más nos ha legado la historia hasta los aciagos acontecimientos de la Guerra Civil. El odio fratricida acabó con las imágenes sagradas; el imponente legado de José de Mora, vuestro paisano, pereció entre llamas.

Mas quedó lo mejor, el compromiso a prueba de hogueras, el sentimiento cofrade, que todo lo rehace. Los años 40 y 50 del pasado siglo fueron frenéticos. La Semana Santa bastetana se forja por entonces, mientras florece también el apostolado de la Sabatina y la Hora Santa. Nueva Virgen de los Dolores en 1940, para la cofradía del Silencio revitalizada seis años antes, recuperación cofrade por Santiago, encargo de una imagen de Cristo Yacente y de otra de la Soledad de María, fundación de las cofradías del Cristo de los Méndez y de San Juan Evangelista, nacimiento de las hermandades de Jesús Nazareno (“Cristo del Chorro”) y del Cristo de la Misericordia, fundación, en fin, de la hermandad de la Santa Cruz (de los solteros), con la incorporación de su Dolorosa poco después.

Y ya en esos 50, el Entierro elevado a archicofradía, y la incorporación de Jesús del Rescate a la tradición santiaguista, y de Ntra. Sra. de la Esperanza a la devoción sanjuanista, y, cómo no, el broche glorioso de Cristo Resucitado. El Cristo del Amor se abre un hueco entre vosotros en 1989 y desde el año 2000 el paso del Descendimiento recorre las calles de Baza.

Baza, tú misma dejas tu historia, tu arte y tu carácter en los pasos de Semana Santa.

Tienen tus Vírgenes la majestad de una dama ibérica,pregonan tus pasos el clasicismo de líneas rectas.Doce varales reflejan los pilares de la Iglesiay rasga la noche el aire andalusí de la saeta.Entre tambores, un barroco crepitar de cerase funde con románticos aromas de flor abierta.Tus Cristos y tus Vírgenes, en noches de luna llena,van desde la alcazaba hasta la iglesia.Baza cristina, Baza eterna.

Pero la historia, repito, nunca es un pretexto. El ser cofrade es la expresión renovada de un sentimiento antiguo. Pero revive cada año, siempre nueva, en cada iglesia, en cada hermandad, en cada hogar, en cada familia, en cada corazón cofrade.

Vuestra Semana Santa es Semana Santa de Cruz y de Dolores, vuestras señas de identidad. De cruz pesada sobre hombros frágiles, de cruz desnuda en la ladera del calvario, de cruz alzada, pregonera de Amor, de Misericordia, de eterna vida. También de Dolores, de Madre abatida en Soledad, pero portadora de Esperanza y prenda de Victoria. Mensaje sencillo para un pueblo sencillo.

Y el arte se puso a su servicio. No hay que lamentarse porque ya no estén entre nosotros las portentosas tallas de Cecilio López, de José de Mora, de José Risueño. La historia pasa página, borra huellas, pero suma voluntades, fortalece las creencias. Sí, cofrades de Baza, habéis pagado un tributo muy alto, pero ¿acaso no lo pagáis mayor con la indiferencia cotidiana, con la diaria incomprensión?

No nos une el arte, nos une la fe. Pero la fe se hace arte en las imágenes sagradas. Lo mejor de Sánchez Mesa, Martínez Olalla y Barbero Gor, eslabones actuales de la escuela granadina, pasea por vuestras calles; lo mejor de Sánchez Lozano, la dulzura de sus Vírgenes, habita entre vosotros; lo mejor de Ramos Corona, con aire de tierras bajas, y de José Vázquez, austeridad castellana, lo tenéis también en vuestro Altiplano penitente. Las herencias de Mora, de Salcillo, de Juni y de Roldán, un sincretismo que pregona a los cuatro vientos aires de apertura, ansias de universalidad.

Así, como vuestra imaginería, así es vuestra Semana Santa: una y plural. Cuna de artistas del bordado, como Carmen Gómez, en el ajuar de Santa Cruz, y de la madera, con entalladores como Esteban Jiménez e Hijos, que han interpretado el trono de gloria en casi todos vuestros pasos, sublimando el valor de las imágenes del Rescate, la Misericordia, el Amor, los Méndez, el Entierro o el Silencio. O como Torres Requena, en los pasos de Cristo de la cofradía

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de Santiago, o como vuestras vecinas Dominicas de Huéscar en las prendas marianas de las hermandades de Santiago y de San Juan.

Y a vosotros os toca darles vida, cada año, cada semana, cada día. No sois cofrades de circunstancias. Por eso, os puede ya el cansancio cuando la Cuaresma toca a su final, cuando los cultos han llenado vuestras almas y la preparación de enseres ha llenado vuestras horas; cuando vuestros ensayos han colmado vuestro corazón…

Sí, se quedaron atrás las antiguas ruedas y afortunadamente nacieron, por milagro de la gracia, los costaleros –en esa “bendita locura” que proclamó Benito Rey-, “cieguecitos” de la fe y del amor, siempre atentos a la orden del capataz. Costaleros en Jesús Nazareno, en Santa Cruz, en la Esperanza y el Amor (desde hace ya 26 años), en los Dolores de Santiago, en la Soledad, a costal en el Silencio; horquilleros –negra túnica o traje negro- para el Crucificado de la Misericordia y el Cristo de los Méndez, y horquilleros infantiles y juveniles para Jesús Resucitado, con parada obligada, para refrescarse, en la Heladería de Los Valencianos.

Y costaleras de pasión, en el Rescate desde 1988, en el Nazareno, en la Esperanza, en el Descendimiento, y este año, ya también el Miércoles Santo, para portar a la Virgen de la Soledad. Estimadas autoridades municipales, esta ciudad está en deuda con el mundo costalero, bien merecen un reconocimiento público -desde aquí se lo pido- ¡las mujeres costaleras de Baza!

I Estación.Despierta, Baza,

llegó la hora

¡Exulta sin freno, hija de Sión,grita de alegría, hija de Jerusalén!He aquí que viene a ti tu rey,justo él y victorioso,humilde y montado en un asno,en un pollino, cría de asna.El suprimirá los cuernos de Efraímy los caballos de Jerusalén,será suprimido el arco de combate,y él proclamará la paz a las naciones.Su dominio irá de mar a mary desde el Río hasta los confines de la tierra.

(Za 9, 9-10)

Despierta, Baza, abre tus cinco sentidos a los días de pasión, a tus cinco jornadas de Dolor –llagas de Cristo- y al día de la gloria –sepulcro abierto- de la Resurrección. Despierta, Baza, con sencilla procesión de palmas en tus iglesias, desde los Dolores hasta la Mayor. Despierta, Baza, dispón los Caños Dorados, tus plazas y tus calles, Ancha, del Agua, de las Monjas, Alhóndiga… la Alcazaba, para revivir el drama de un Cristo que se entrega por amor. Despierta, Baza, del esplendor de los cultos, de los traslados del Nazareno, del Silencio y de S. Juan, y de los vía crucis de la Soledad y del Barrio de las Cuevas, a modo de último ensayo. Despierta Baza y prepárate para los días santos con primores de monjas, dominicas, mercedarias, religiosas del Divino Maestro, de la Presentación, hermanitas de los Ancianos Desamparados. Despierta, Baza, vestida de cielo en Domingos de Ramos imposibles, en que el pueblo espera, con ramas de olivo y palmas en las manos, a que tus hermandades revivan de nuevo el drama de la pasión, un guión no escrito, por sabido, para un mensaje repetido, por poco asimilado.

Tus cinco días de dolor son como abruptos escalones que llevan inexorablemente hasta el calvario, como la vida de los hombres pasa por el dolor. El cofrade es el atleta de la vida. No necesita más estadio que su casa, que su barrio y su trabajo y en el devenir de cada día, se verá

- maniatado por la mentiras cotidianas, suspirando por ser rescatado,- traspasado por las maldades de la vida, confiando en su misericordia,

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- agobiado bajo el peso de la cruz, nazareno esperando la mano de cualquier cirineo,- abandonado en el madero, solo, dormido en las manos del divino amor,- ignorado de los hombres, muerto, ante la puerta de la Iglesia Mayor,- rebajado al abismo de la incomprensión, descendido, sin apariencia humana,- desechado, oculto en la frialdad deliberada del sepulcro.

Nosotros somos los Cristos, más Cristos los que más sufren. ¡Qué gesto de solidaridad el del mismo Dios! Hecho de carne como nosotros, sufriente como nosotros, moribundo como nosotros. Maniatado, traspasado, agobiado, abandonado, ignorado, rebajado, desechado… Nosotros mismos. Cristo cercano, a nuestra imagen y semejanza, Cristo solidario.

¿No notáis su bálsamo en las heridas?, ¿su medicina en nuestros cuerpos doloridos? ¿el susurro de su ánimo en nuestros oídos? ¿la fuerza de su mano junto a la nuestra? Este Cristo nunca abandona, camina con nosotros cada día y uno al año abandona el interior de las iglesias, para buscarnos, para traer calidez a nuestras vidas.

La grandeza de Dios no está en que nosotros le amemos, sino en que Él nos amó primero; no en que le busquemos, sino en que Él se adelanta a nuestro encuentro. Todo en Él es gesto de amor: nuestra vida y la creación entera, el amanecer de un nuevo día y el fruto de nuestros campos, la alegría y la salud, la belleza y el amor…, todo ello es obra de sus manos. Y ahora una vez más, el pastor sale al encuentro de sus ovejas. Anochece el Domingo de Ramos.

II Estación.Manos atadas, aromas de Lunes Santo,

en el rostro del Rescate ya se presagia el calvario

Santiago es el primer barrio bastetano en hacerse penitente, en un revuelo de túnicas negras y capas blancas. Un beso de odio –poned el nombre que queráis al traidor- lo entrega a sus enemigos. Jesús vendido, por las treinta monedas de nuestra incomprensión, por la plata de nuestra codicia sin medida. Cristo convertido en mercancía –“no podéis servir a dos señores al mismo tiempo”-. Donde está el dinero no está Dios; son excluyentes, porque donde está Dios no cabe nada, su amor opera todo, sólo Dios basta. “El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos” (1Tim 2, 6).

Traicionado, vendido, coronado de espinas, burlada su realeza por quienes sólo miran con ojos de hombre. Como si de un pretorio se tratara, las columnas salomónicas del Oratorio se retuercen al paso de Cristo preso, acompasado por los sones musicales de metal. Vuestra fe es grande, cofrades de Santiago, porque en la sencillez de vuestro Jesús del Rescate veis la grandeza de su reino, el resplandor de su realeza. Cristo rey, Cristo vive, Cristo comparte cada día su reino, porque así es su soberana voluntad, con los desheredados de este mundo.

La ternura de sus manos y la dulzura de sus ojos, que nos miran, que me miran, son la expresión de su humildad. Su elegante silueta de morado terciopelo y cabellos ondulados se interna por las calles del barrio, el Lunes Santo más estrechas que nunca, para querer acariciarlo y Cristo erguido, vivo, de pie, escoltado por cuatro faroles, se eleva en su calvario como un día junto al lago de Tiberíades, para recitarnos en el corazón las eternas bienaventuranzas.

Ay, ¿quién pudiera desatar tus santas manos? Sigue, dulce Jesús del Rescate, con ellas bendiciendo y llamando cada día a mi puerta.

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?¿Qué interés te sigue, Jesús mío,que a mi puerta, cubierta de rocío,pasas las noches de invierno oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,pues no te abrí! ¿Qué extraño desvarío,si de mi ingratitud el hielo fríosecó las llagas de tus plantas puras!

Cuántas veces el ángel me decía:

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Alma, asómate agora a la ventana;verás con cuánto amor llamar porfía.

Y, ¡cuántas, hermosura soberana!,“Mañana te abriremos”, respondía,para lo mismo responder mañana.

(Lope de Vega)

III Estación.Lirio tronchao, clavel de España,

Nazareno, quiero postrarme a tus plantas

El proceso ha sido sumarísimo. Convenía que un hombre muriese por el pueblo, desde entonces la suerte estaba echada. ¡Crucifícale, crucifícale! ¿No oís las voces, nuestras voces de cada día? Cristo carga con la cruz de madera, Jesús el Nazareno, el hijo del carpintero, más nazareno que nunca. Y alguno todavía pregunta: “¿De Nazaret puede salir cosa buena?” (Jn 1, 46). De Nazaret, sí, y también de su Casa de Hermandad convertida en refugio cofrade. De morado y rojo se vistió la tarde.

Engalanados soldados romanos a caballo preceden el misterio de la cruz. Esa cruz es nuestra cruz, por eso Baza lo pasea por nuestras calles. Calles intrincadas, laberinto de amor, más cerca para más amarle, más cerca para más odiarle. Ese es el mensaje del cirineo y del sayón. Cristo es bandera de contradicción. No creáis que es fácil seguir los pasos del Maestro, no lo es hoy, no lo fue nunca.

La calle de la amargura es la expresión del mundo. Allí se dan cita lo mejor y lo peor del hombre, el sayón y el cirineo que llevan dentro su capacidad de odiar, su indiferencia, sí, pero también su capacidad de amor, su solidaridad. Cofrades de Jesús Nazareno, habéis elegido el mejor camino, sois sus cirineos, los del morado calvario de la vida. Le acompañáis de noche, mientras la Madre, que es Victoria, espera afligida su regreso o le sale al encuentro, Esperanza, para saludarle a toque de saeta.

Cristo-Camino. Le seguís por las sendas de la vida, como cada Jueves Santo, señalando con antorchas la subida a la Alcazaba. Cristo peregrino, en S. Juan, en S. Jerónimo, en S. Antón, en su Casa de Hermandad. Morada tarde para un Cristo morado, un lirio erguido por la vereda del amor, movido, suavemente mecido, por una cuadrilla de hermanas y de hermanos que cumplen su vigésima estación de penitencia. Nadie ama más que quien da la vida por sus amigos.

Amigos de Cristo, seguidores, discípulos fieles, nuestro sitio está en pos del Maestro. Nuestro sitio está en la senda de la cruz. ¿No notáis la desconcertante invitación de su mirar penetrante?, ¿la fuerza liberadora de sus cabellos al aire?, ¿el mudo dolor de su corona de zarzas? Nazareno, eres hombre, hombre, hombre… y sólo quiero ceñirme faja dorada en esta noche.

Aunque sea sólo por eso,por ir contigo esta noche,yo quiero ser costaleroy acompañarte en el pasode tu cruz y tu silencio.

Por ver tus manos benditas,abrazadas al madero,por pisar donde Tú pisas,por ablandar este suelode un pueblo que te esperapor los postigos del sueño.

Por sentir la noche fría

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atravesando tu cuerpo,por iluminar tu sombracon la cera de mis rezos,por detenerme en la orillade tu rostro descompuesto.

Por quitar una por unalas espinas que te hirieron.Por ser tu hermano, tu amigo,por hacer de cirineo,llevando en la noche al hombroel dolor de nuestro pueblo.

Por el hambre y la miseria,por la herida del enfermo,por los que ignoran tu muerte,por los que no te quisierony por todos mis pecados…

aunque sé que no merezconi caminar a tu lado,aunque sea sólo por eso,por ir contigo esta noche,

…yo quiero ser costalero.(José Luis Barea Ferrer)

IV Estación.Nunca olvide tu misericordiaque te llevo en mis entrañas

Baza pone todo su sentimiento cofrade a los pies del calvario de Cristo. “Sólo sé de Cristo y Cristo Crucificado”. Sin la escena del calvario no hay salvación. Baza lo sabe y por eso confía el Miércoles en su Misericordia y el Jueves en su amor, mientras que, ya de madrugada, lo acompaña en la serena muerte del Cristo de los Méndez.

Nuestra Semana Santa tiene muchos milagros. Yo aún no sé cómo se estrecha la puerta de la iglesia de la Merced para acoger en su limitación tanta misericordia. Un bosque de esbeltos capirotes blancos le precede, una escuadra de negra capa .Y lo saben muerto sobre el árbol de la cruz. Cristo muere, pero no su misericordia. “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5, 7). Los más sentidos cantos penitenciales le pidieron desde siempre misericordia, “Miserere mei”. Ante el sublime e inexplicable misterio de la cruz caben muchas sensaciones, pero una sola actitud: pedir perdón, acudir a la inagotable fuente de su misericordia.

Misericordia que mana abundante de sus gotas de sudor, misericordia en sus ojos ya cerrados, misericordia que fluye –río de vida- de las llagas de sus manos, de sus pies, de su costado abierto. Cristo siempre es transparente, Cristo-Verdad, lo muestra todo, nada se reserva para Él, ni siquiera el último hilo de vida. Cristo de flores compungidas y hachones esbeltos. Cristo, siempre abierto, en el árbol de la cruz, con los brazos generosamente desplegados, dispuestos a abrazar, con la llaga preparada para calmar nuestra sed.

Señor, que como faro ensangrentado,en la cruz donde mueres me iluminascon los rayos de luz de tus espinasy el arroyo de sol de tu costado.

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Sobre tu pecho mártir y llagado,de mis pecados por las disciplinas,nunca cruces, Señor, esas divinas manos que tanto llevan perdonado.

Tus brazos redentores, aun heridos,son raudales de luces para aquéllosque en sus torpes pecados desesperan.

Tenedlos siempre abiertos y extendidos,para que cuando quiera echarme en ellos,me tengan que abrazar, aunque no quieran.

(Manuel Benítez Carrasco)

V Estación.Amor, amor hasta la muerte,

brotando del costado y de las llagas

Sí, Cristo-Verdad es Cristo crucificado. Mirad al que atravesaron dijo el profeta y los cofrades del Amor lo pusieron en alto. No se esconde la lámpara bajo el celemín, no, se pone sobre la mesa, sobre las andas, en elevado calvario. Cristo para todos, nadie quede fuera. Cristo para el hombre, Cristo para mí, Cristo para ti. Y ahora, recorres el barrio de la antigua morería, y parece que lloran las cornetas tras tu paso.

Así es su amor. Yo soy su testigo, como San Juan. “El que lo vio da testimonio de la verdad, para que también otros lo crean”. Siempre hay un testigo a pie de calvario, intensamente rojo por amor, un fiel a pie de cruz, un discípulo a pie de vida. Porque el amor es una cadena, que nace de Dios y a Él vuelve. ¡Que nadie desenganche su eslabón! ¡Todos los eslabones son necesarios! ¡Todos los hombres y mujeres somos fruto de su amor! La cadena de su Amor es como la muralla, desde la playa hasta el monte, desde el monte hasta la playa, allá sobre nuestros mezquinos horizontes.

“Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14, 23). Con tres lenguas pregona el INRI su regia condición y el alcance de su amor. El amor viste de blanco, si no, no es amor. El amor viste de vida, viste de gracia, viste de luz. ¡Que nos lo diga Paquito desde el cielo! El amor ilumina la noche del Jueves Santo, proyecta su sombra sobre nuestras casas, recorta su perfil de amor, amor sin tasa, todo amor, sobre nuestras vidas. Todas esas marcas de tu pasión, para mí las quiero, Señor. Él nos ha marcado, ha dejado a fuego su marca sobre nuestro corazón. Suyos somos, suyos y de su amor.

No me mueve, mi Dios, para quererteel cielo que me tienes prometido,ni me mueve el infierno tan temidopara dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verteclavado en una cruz y escarnecido,muéveme el ver tu cuerpo tan herido,muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,que aunque no hubiera cielo yo te amaray aunque no hubiese infierno te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,

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porque aunque lo que espero no esperara,lo mismo que te quiero te quisiera.

(Anónimo)

VI Estación.Crucificado de historia y de leyenda,

que nunca nos falte tu amparo

La noche se ha cerrado con los peores presagios, sombras de muerte prendidas en capas color grana. El mundo reclama lo suyo, el reino de las tinieblas, pero Jesús las desafía una vez más, como en el desierto, que para eso vino al mundo. Los estertores de la muerte ya pasaron, los gestos descompuestos, descarnadamente humanos. La música me suena a nana, algo nos dice que, como la hija de Jairo, no está muerto, sino simplemente dormido. A nana, a poema y oración, a sentida lectura del Evangelio, pues nunca se conjugó mejor el silencio y la palabra.

Sencillamente dormido sobre un calvario de flor asilvestrada, entre cuatro fúnebres blandones, sencillamente esperando la hora de la Resurrección, sencillamente enamorado de los hombres. Señor, bendigo tus llagas y adoro tu costado. Señor, todo se consumó y diste con la vida el último testimonio de la Verdad. Nunca dejó notario alguno más elegante testimonio de su amor. “Venimos por el madero” y “el madero ya traemos”; la leyenda de la casa de los Méndez resuena en nuestros oídos con aires de actualidad, pues sólo por la cruz hay vida. Y por eso lo traemos y lo llevamos, para enseñarla a Baza entera.

“El velo del santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: Padre en tus manos pongo mi espíritu. Y dicho esto expiró” (Lc 23, 45-46), y sólo cortaron el aire los sones melancólicos de una capilla musical. Ante Él tiemblan hasta los pétreos blasones bastetanos en puertas de palacios y en muros abaciales. Sí, hay piedras que se estremecen y que hablan ante el pausado caminar del horquillero y el eco de una campana dorada.

La Nueva Alianza está ya en vigor, ha sido sellada con tu sangre y ahora, sencillamente dormido, ya en tu templo, bajo elegante bóveda de nervios, esperas demostrar, al tercer día, la grandeza de Dios. El Cristo de los Méndez tiene apariencia de muerto y aires de Resurrección. Cristo para escuchar, Cristo para seguir, Cristo para meditar. Así son los sencillos sentimientos cofrades que despierta el arte granadino. El espíritu intimista, profundo y verdadero de José de Mora late aún en imágenes como este Cristo de los Méndez. Dejadlo dormir, que ésta es también una obra de caridad, pero no ocultéis su luz, llevadla a todos los rincones de Baza… y Él obrará de nuevo el milagro de convertir la noche en día.

Puesto en alto, Jesús crucificadoes fuego de cinco resplandores:el primero es perdón a malhechores,el segundo, oración al Padre amado,el tercero es limpieza de pecados,el cuarto es la paciencia en sus dolores,el quinto, la expresión de sus amores,que brotan como ríos del costado.

Enciéndeme, Jesús, en este fuego,adéntrame, Señor, en esta llama,quema mis impurezas, mis apegos,y prepara una pira con mis ramas.

A Ti, fuego divino, yo me entrego,y sea en adelante brasa que ama.

(Rafael Prieto)

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VII Estación.Cristo, de tus pies y de tus manos

quiero quitar uno a uno los benditos clavos

Ya la madrugada anunciaba en Baza un día áspero. Así es vuestro Viernes Santo, festividad de esencias. La condición humana puesta al límite, tierra de frontera, balcón sobre el abismo. Toda la jornada para Cristo muerto, para Él, como si nada hubiera pasado, como si estuviera vivo. ¡Qué fina intuición la del cofrade! Sigue haciendo grande la jornada del Viernes, a sabiendas de que ahí no acaba esta tragedia.

Pero, entretanto, la muerte del Justo lo ha parado todo. La vida queda paralizada, paralizada la alegría y la palabra, paralizados los sones de la música. Baza eterna, el corazón de tus hijos, bastetanos, bastetanas, de ayer y de hoy, de todos los tiempos, se ha puesto en hora. El dolor se palpa a cualquier hora del día, por Santiago, por la Merced, por el Sagrario…, la desolación inunda la Plaza Mayor.

“Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había hecho también discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato dio orden de que se le entregase. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en un sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca” (Mt 27, 57-60). Cristo bendito hoy en su quinario, Cristo eterno en vuestras calles de Viernes Santo, con aires marciales de tambores y cornetas, recuerdo de antiguos sordineros.

Al alba se han acercado al templo un cortejo de enlutados nazarenos. Acompañarán su descendimiento, ellos mismos se prestarán como Santos Varones, como Santas Mujeres, para cumplir un deber cristiano. Al fin y al cabo, enterrar al difunto es una obra de caridad. Y allí veréis, no sé como lo hacen, la viva escena del Descendimiento, el cuerpo inerte en suave balanceo. María, una mujer de Baza –Cleofás o Salomé, qué más da- adora el cuerpo muerto, mientras lo espera de rodillas. Nicodemo, solícito, descuelga el cuerpo, ¿quién pudiera ayudarle en otra escalera sobre el madero? Alguien os dirá que Dios ha muerto, pero vosotros y vosotras, santiagueros, no lo creéis así.

Mirad el árbol de la cruz, en trance de desnudez; a él estamos predestinados.Mirad la sangre derramada, salpicando nuestras calles; es cáliz de nueva alianza.Mirad el cuerpo vencido, ya débil; esconde la fortaleza de todo un Dios.Mirad sus miembros desgarrados; pues, aún así, son signo de unidad.Mirad la cabeza abatida, los ojos cerrados, la frente fría.

En la cruz está la viday el consuelo,y ella sola es el camino para el cielo.

En la cruz está el Señorde cielo y tierra,y el gozar de mucha paz,aunque haya guerra,todos los males destierraen este suelo,y ella sola es caminopara el cielo.

Es la cruz el árbol verdey deseadode la esposa, que a su sombrase ha sentadopara juzgar a su Amado,el Rey del cielo,y ella sola es camino

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para el cielo.…Después que se puso en cruzel Salvador,en la cruz está la gloriay el honor,y en el padecer dolor,vida y consuelo,y el camino más seguropara el cielo.

(Sta. Teresa de Jesús)

VIII Estación.Con tu muerte y tu victoria

has convertido el sepulcro en morada pasajera

Cristo ha muerto por amor, por los hombres y mujeres que fueron, que son y que serán. “Las mujeres que habían venido con Él desde Galilea fueron detrás y vieron el sepulcro y cómo era colocado su cuerpo” (Lc 23, 55). Por paradójico que parezca Jesús en el sepulcro es Cristo-Vida. No es grano infecundo, sino semilla en el surco de la nueva humanidad. No es cuerpo desamparado, sino dulce sueño cargado de esperanza. No es mofa para sus verdugos, sino gloria de los cristianos.

La urna dorada de Cristo muerto tiene ecos de custodia y de sagrario. Cristo conciso y reservado, Cristo encerrado, pero siempre allí. Cristo vivo, ¿quién ha dicho que está muerto? ¡Cuán fácilmente se engañan nuestros sentidos! La ciudad comparte su duelo, como cada vez que falta uno de vuestros familiares y vecinos. Así es la familiaridad de nuestro pueblo con la divinidad. Tan cercana, tan nuestra, tan divina, tan humana. Un sepulcro transparente pasa junto a nuestro lado y nosotros bendecimos su callada muerte. Y le ofrecemos las flores de la vida –rojo y morado- para adornar su paso.

La muerte no es para nosotros indiferente. Gracias por sentir como vuestras todas las muertes. Gracias por decir a los cuatro vientos con vuestras formas nazarenas que al hombre le toca vivir, que nadie siegue vidas que no son suyas, que ninguna idea ni principio merece el precio de una vida. Acompasado discurrir de la archicofradía. Entierro solemne, Cristo, con la cabeza derrotada sobre el pecho, avanza en la tarde-noche del Viernes Santo, como uno más de nosotros, cuando nos abandona. Sólo la capilla musical deja escapar lúgubres sones. Cristo enmudece en el sepulcro, Cristo nos habla en el sagrario.

¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?¿Por qué ese velo de cerrada nochede tu abundosa cabellera negrade nazareno cae sobre tu frente?

Miras dentro de Ti, donde está el reinode Dios; dentro de Ti, donde alboreael sol eterno de las almas vivas.Blanco tu cuerpo está como el espejodel padre de la luz, del sol salvífico;blanco tu cuerpo al modo de la lunaque muerta ronda en torno de su madre,nuestra cansada vagabunda tierra;blanco tu cuerpo está como la hostiadel cielo de la noche soberana…

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Blanca lunacomo el cuerpo del Hombre en cruz,espejo del sol de vida,del que nunca muere.Los rayos, Maestro, de tu suave lumbrenos guían en la noche de este mundo,ungiéndonos con la esperanza reciade un día eterno.Noche cariñosa,¡oh noche, madre de los blandos sueños,madre de la esperanza, dulce Noche,noche oscura del alma, eres nodrizade la esperanza en Cristo salvador!

(Miguel de Unamuno)

IX Estación.Sublime es la Victoria de María,

la Madre llena de gracia

El nombre de María se escribe con trazos de Victoria. Porque Ella venció, con su Hijo venció, tras su Hijo venció, para nosotros venció. Y es que María es una de los nuestros. Hija, Madre y Discípula, humana, tremendamente humana, es la madre del Hijo del Hombre. Mujer por siempre, triunfadora del dolor y el sufrimiento. Victoria, en tu rostro se reflejan los rostros de mujeres calladas. Victoria, eres un símbolo de triunfo en un mundo que todavía desprecia y avasalla por el sólo hecho de ser mujer.

Y tú, sin embargo, triunfaste la primera. Y cofrades entregados te trajeron como un regalo, por no dejar a Jesús sin el amparo de una Madre. Y ahora Baza te sueña en noches claras, ahora Baza te acunará en un paso de filigrana, ahora Baza te presta un cielo salpicado de luceros, mecidos por los doce varales del sueño y la ilusión. Ahora Baza, tu Baza mariana, te canta piropos que mañana –un Jueves Santo- serán lágrimas.

Y tu belleza –con aires cordobeses- seguirá guiando nuestros pasos, mientras te velan en la Casa de Hermandad, allá en la Cava Alta.

Mi madre y mis hermanos son aquellosque se dejan atrapar por mi Palabra,los que escuchan si querer acomodarla,los que viven con el amor primero.

Son aquéllos que todo lo han dejadoy caminan por libertad en mi camino,los que ponen en mis manos su destinoy me siguen aunque esté crucificado.

Son aquéllos que muestran con sus obrasla confianza y la fe con la que viven,los discípulos que el Espíritu me pideny viven en su soplo que enamora.

Son aquéllos de la fiesta anticipada,del Reino prometido ya presente,los que se van transfigurando lentamenteporque viven una vida iluminada.

Mi madre y mis hermanos son aquéllosque se entregan al Amor sin condiciones,

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que del Espíritu siguen sus mocionesy al Padre adoran con culto verdadero.

X Estación.Una Virgen y un calvario,

en la noche del Martes Santo

María es la que sigue los pasos del calvario, un calvario convertido en flor, rosa temprana. En segundo plano, Madre oculta, Madre presente, María Santísima siempre en nuestra tierra. Nada sabríamos de Él sino no es por la Madre. Ella le dio la humanidad, la escuela del amor, la sensatez y la generosidad. Parece a todas luces que también la Madre ha fracasado, pero no es así.

La tarde del Martes Santo se nos aparece fugaz, delineada por faroles de mano, para decirnos: “Haced lo que Él os diga”, y a su tierna voz se conmueven las llamas de su candelería. Surca las calles de Baza y nos colma de bendiciones. Nunca se retira un vecino de esta tierra, cuando su Madre sale a la calle. Y Ella está ahí, sin nombre, porque no lo necesita, al pie de la cruz. Ella está ahí, donde hay que estar, donde alguien sufre, en las cruces de cada día. ¡Sabrá Ella de cruces!

¡Cuántas cosas conserva su corazón de Madre! También las nuestras, nuestras miserias cotidianas, nuestras necesidades de cada día. Decídselas al oído, como se habla a una Madre. Decídselas dentro y fuera de la Iglesia Mayor, en sencillo cortejo de hábitos y capirotes blancos, de capas del color del cielo, hechos hombres nuevos, mujeres nuevas, aurora de una nueva humanidad, donde Ella reina por derecho propio, bajo el destello de su diadema, entre las suaves olas de su encaje y la severidad de su correa negra, rodeada de sus fieles camareras. Ella es reina con la cruz al fondo, cuando el viento difunde acordes de agrupación musical.

Hazme una cruz sencilla,carpintero,sin añadidosni ornamentos…que se vean desnudoslos maderos,desnudosy decididamente rectos:los brazos en abrazo hacia la tierra,el astil disparándose a los cielos.Que no haya un solo adornoque distraiga este gesto,este equilibrio humanode los dos mandamientos…sencilla, sencilla,hazme una cruz sencilla, carpintero.

(León Felipe)

XI Estación.María camina despacio y llorosa

en un mar de soledades

Mirad ahora la gracia salcillesca de su rostro. María es una de nuestras mujeres. Sí, de aquí, de Palestina y de todos los sitios. María de la Soledad, el emblema de todas las madres. ¡Cuántas soledades encierra el corazón de una madre! Soledades calladas y asumidas, soledades lloradas, infringidas. Soledad de María, terrible duelo. María regresa de la ladera del calvario y mira al cielo, sobre un barco de plata orlado de flores blancas. ¿En qué pensaba Sánchez Lozano cuando te regaló ojos de adolescente y lágrimas de pureza?

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No pide cuentas a Dios, sólo cumple –una vez más- su voluntad. La Virgen de la Piedad la ve marcharse desde el altar mayor de la iglesia de la Merced y un arco de mármol gris, con aire de santuario, la entrega al pueblo. La Virgen de la Soledad pasea por las calles de Baza, elegante y jovial, con anillos en sus dedos y gargantilla al cuello, pues no pasan los años por el rostro y por el cuerpo de las madres. Sus hijas la llevarán con mimo y con gracia, en costalera oración callada, con el contrapunto de la banda musical.

El Miércoles Santo, en medio de un mar de camareras, nos bendice con amor, con su cara de ángel y su ondulado cabello. ¿Cómo decirle que Ella no está sola? Queremos consolarla, pero es Ella quien nos consuela. Queremos acompañarla, pero es Ella quien nos acompaña. Todos los días lo hace en nuestro corazón y dos veces al año, vestidas sus mejores galas y entre el fervor de su barrio, se nos acerca de nuevo para decirnos: “El poderoso ha hecho grandes obras en mí y su nombre es santo de generación en generación”. Ella pasea a cielo abierto por la calle de San Juan, como una vecina más, cruzando su mirada con quienes la esperan en los balcones, mientras el Viernes Santo se cierra en la Merced también con ayes de Soledad y las notas de la Banda Municipal. Soledad suprema de María:

Sin Esposo, porque estabaJosé de la muerte preso.Sin Padre, porque se esconde,sin Hijo, porque está muerto.

Sin luz, porque llora el sol;sin voz, porque muere el Verbo;sin alma, ausente la suya;sin cuerpo, enterrado el cuerpo.

Sin tierra, que todo es fuego,sin fuego, que todo es agua,sin agua, que todo es yelo…¡Con la mayor soledadque humanos pechos se vieron!

(Lope de Vega)

XII Estación.El Jueves Santo de Baza

se viste de verde Esperanza

El cielo de Baza se nos antoja corto, cuando lo inunda una sinfonía de capirotes verdes. El Jueves Santo, como símbolo de respeto y expresión de nuestro amor, María sale a la calle bajo palio. “Hijo, ahí tienes a tu Madre” y desde ese momento San Juan la acogió en su casa. La Virgen de la Esperanza sabe de valles y sabe de campos. La Virgen de la Esperanza sabe de cultivos y montañas. Sabe de hombres y mujeres, sabe de nosotros. Nunca se desentiende de sus hijos una Madre.

María es nuestra esperanza. Ella nos ha precedido y ya conoce bien el camino. Su paso de palio es un trasunto de la gloria, de su trono de reina, de su celeste camarín de señora. Le preceden artísticas insignias sin cuento, lo mejor de los bordados andaluces la cubre. El arte se hizo para Ella, para piropearla en luminosas tardes de Jueves Santo. Las bambalinas de su palio, movidas suavemente por el aire de la Sierra, despiden aromas de esperanza, entre la solemnidad de las marchas musicales. La tersura de su manto, que nos cubre a todos nosotros, lleva prendida la hondura de nuestras inquietudes y peticiones, mientras lo custodian plateados ángeles trompeteros.

Como una novia, restaurada por las divinas manos de Álvarez Duarte, acude a las bodas con su pueblo. Su Esperanza es la nuestra. Y Ella no defrauda. Hasta los balcones de las estrechas calles del barrio de San Juan se abren ensimismados dejando paso a la gloria de la Madre de Dios, mientras en las aceras, en las ventanas y aún en el interior de las casas, se

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musitan sentidas oraciones. Oración penitencial, ofrenda de sacrificios, en la Casa de Hermandad al regreso del cortejo nazareno.

El cielo, Madre, es el techo de tu palioy el mar, Madre, es la plata de tu pasoy el fuego, Madre, es la llama de tus velasy la tierra, Madre, el amor del costalero.

Has dejado, Madre, tu dolor en el calvarioy has bajado, Madre,vestida de esperanza.

Y recorres nuestras callesen tu nave soberana,con mástiles que son varalesy un puente que es tu peana,tus candelabros, faroles,tus flores, espejos para tu cara.

Tus lágrimas son de rocíoy tu rosario es de plata.De dolor es tu puñaly tu pañuelo, de seda blanca.

Quiero pedirte, Madre,tan sólo un hueco en tu barca,para llevar las flores,para regar las jarras,para encender las velase iluminar tu gracia,para pasear por Bazatu celestial esperanza.

En esta noche, noche santa,¡déjame, Madre, secar tus lágrimas!

XIII Estación.En la mañana del Viernes, Madre mía,

tu dolores nos rompen el alma

El Viernes Santo María se llama de los Dolores. Las bóvedas del templo la despiden, prestándole un palio de negra noche en plena luz del día y un manto de estrellas, con nombres de hermanos. Ella prefiere el día, ¡para qué esperar tanto para ver a sus hijos! Los Dolores compartidos son menos dolores. Ella lo sabe y por eso nos busca. A mí me busca cada año, cada día. No abre la boca para contarme los suyos, sobreentiende que yo los conozco. Sin embargo, escucha con ternura el recital de mis tristezas. Una vela rizada a tus pies, sólo eso quiero ser.

María en sus Dolores es la gloria de nuestra estirpe: “Desde ahora me felicitarán todas las generaciones”. ¿Qué necesidad tiene ya de escuchar todas mis frustraciones? No lo sé, pero las escucha. No sé como, pero me consuela. No se cuándo, pero me sostiene. No sé dónde, pero siempre va conmigo. La procesión de la Virgen de los Dolores es sólo un signo visible de su compañía y de su vecindad permanentes.

Por eso, es también la fiesta del barrio de Santiago, con aires de judería, la expresión sincera de su marianismo, de un amor de siglos, de una veneración de siglos, de una devoción de siglos. No, la Virgen de los Dolores no está en su paso de palio. Esa es sólo su imagen, la

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Virgen de los Dolores está en el corazón de cada uno de los hijos e hijas de este barrio. Y como ese sentimiento es tan vivo, revienta una vez al año, Viernes Santo, mañana, plaza de Santiago, palio negro, flores blancas. El tiempo se ha detenido en un diálogo eterno, con fondo de marcha fúnebre, al que dio forma el poeta:

¿Qué sentiría su madrecuando tal palabra oyó,viendo que su Hijo diceque Dios le desamparó?

No lloréis, Virgen piadosa,que aunque se va vuestro amor,antes que pasen tres díasvolverá a verse con vos.

“¡Ay, Hijo! –la Virgen dice-,¿qué madre vio como yotantas espadas sangrientastraspasar su corazón?¿Dónde está vuestra hermosura?¿Quién los ojos eclipsó,donde se miraba el cielocomo de su mismo autor?Partamos, dulce Jesús,el cáliz de esta pasión,que vos le bebéis de sangre,y yo de pena y dolor”.

(Lope de Vega)

XIV Estación.Por tus siete espadas de dolor

Madre mía, no me abandone tu amor

El Sábado Santo, de madrugada, los Dolores se hacen Silencio. María pasa junto a nosotros como de puntillas, sin estridencias, como siempre. Sus hermanos la acompañan sin alardes, sin extravagancias, como siempre. El Sábado Santo, de madrugada, la tradición mariana de Baza se hace procesión, en medio de un mar de túnicas, capas y capirotes negros, que siguen la ronca voz de dos tambores destemplados, destemplados como el cuerpo, como el alma, como el corazón.

Penitentes de siempre, en las aceras, en las azoteas y hasta en los balcones del cielo. Más de cincuenta años en sus filas, acompañándola, y este año Juan de Dios, porque Dios siempre paga con largueza, tiene tribuna de honor desde la gloria. Por eso no lleva palio esta Virgen Dolorosa, para que cielos y tierra la contemplen sin obstáculos y proclamen a los cuatro vientos la grandeza de María Dolorosa e Inmaculada. Testigo de excepción, sí, desde el edén, cuando partan los hermanos, en ordenadas filas, desde el Oratorio para recibir a la Señora de los Dolores y comenzar la estación penitencial.

Vosotros, todos los que pasáis por el camino,mirad y vedsi hay dolor semejanteal dolor que me atormenta.

(Lm 1, 12).

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Te he mirado, despacio, a la cara, recreándome en la gracia del hoyuelo de tu barbilla, en el filo amargo de tus siete espadas, y me han entrado escalofríos. Tu camarín es el joyero que te custodia y tu oratorio es el salón donde recibes, el altar donde te rezan y la calle, ¡ay la calle!, la calle es el reino de tu gloria, el bálsamo para tus penas, la blanca flor para tus pies, el pañuelo para tus lágrimas, la medicina de tus dolores, porque esas penas y dolores son los nuestros.

Y Tú lo sabes y por eso sales a nuestro encuentro, como lo haces –¡qué importa ahora que ésta no sea tu imagen primitiva!- desde hace casi trescientos años. Sí, la calle es el reino de tu gloria y los hijos de Baza esperan que ciña tu cabeza la corona de Reina Soberana, con sabor a plegaria y tacto de plata vieja. ¡Que por algo eres la esencia de las tradiciones nazarenas!

Dame tu mano, María,la de las tocas moradas.Clávame tus siete espadasen esta carne baldía…

Déjame que te restañeese llanto cristalino,y a la vera del camino,permite que te acompañe.

Déjame que en lágrimas bañela orla negra de tu mantoa los pies del árbol santodonde tu fruto se mustia.¡Capitana de la angustia,no quiero que sufras tanto!…¿Dónde está ya el mediodíaluminoso en que Gabrieldesde el marco del dintelte saludó: Ave María?

Virgen ya de la agonía,tu Hijo es el que cruza ahí.Déjame hacer junto a tiese augusto itinerario.Para ir al monte Calvario,¡cítame en Getsemaní!

A ti, doncella graciosa,hoy maestra de dolores,playa de los pecadores,nido en que el alma reposa.

A ti ofrezco, pulcra rosa,las jornadas de esta vía.A ti, madre, a quien queríacumplir mi humilde promesa.¡A ti, celestial princesa,Virgen sagrada María!

(Gerardo Diego)

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Estación de gloria.Mañana luminosa, Domingo de gloria,

Jesús nos ofrece una vida venturosa

La pasión es una partitura incompleta, una historia desconsolada sin final. El pueblo sufre en silencio el dolor de Cristo-Dios, pero el pueblo es sabio y, cuando alborea el Domingo de Resurrección, ya advierte los síntomas de un cambio radical. Cristo vive. Está aquí entre nosotros. Juan y Magdalena, vuestros vecinos, lo han pregonado por todas las esquinas de Baza. Cristo vive, se nota en el semblante risueño de la Virgen-Madre. “Cristo vive” corean con su presencia legiones de niños nazarenos, emulando a las cohortes celestiales.

Ofrezcan los cristianosofrendas de alabanzaa gloria de la Víctimapropicia de la Pascua.

Cordero sin pecadoque a las ovejas salva,a Dios y a los culpablesunió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerteen singular batallay, muerto el que es la Vida,triunfante se levanta.

“¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?”“A mi Señor glorioso,la tumba abandonada,

los ángeles testigos,sudarios y mortaja.¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,allí el Señor aguarda;allí veréis los suyosla gloria de la Pascua”.

Primicia de los muertos,sabemos por tu graciaque estás resucitado;la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádatede la miseria humanay da a tus fieles parteen tu victoria santa.

(Secuencia de Pascua)

Que proclamen su victoria instrumentos musicales, que las cornetas claven en el aire sus saetas de alegría, junto al vivo redoble de tambores. Que desprendan primaverales aromas las flores blancas y rosas de su paso. Que griten a los cuatro vientos las campanas de bronce de la

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Iglesia Mayor, con porte de catedral: la Gorda, la Magdalena, la Segundilla, la Juana y el Esquilón. La calle se ha hecho fiesta, mientras dedos infantiles buscan manos amigas para entregarles caramelos, que la Resurrección tiene sabor a miel. Y Cristo se eleva sobre la tierra y mira al cielo con aires de eternidad.

Mas ese cielo ha bajado hasta Baza. “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado” (Lc 24, 5-6). Los ángeles han trocado sus alas en túnicas de multicolor algarabía. Si ellos callan, bramarán las piedras. Pero las piedras no callan, se enternecen también ante el espectáculo grandioso de la juventud cofrade. Voces inocentes, ecos de ángeles, ponen el broche de oro a la Semana Mayor.

Por esto es mayor, porque acaba con aires de triunfo y sabor de gloria, porque los sentidos están ya embriagados de su grandeza, desfallecen nuestras fuerzas humanas, caen a tierra –como los soldados romanos- nuestros cuerpos, porque el lenguaje de Dios ahora es distinto, transmutado, revestido de gloria y majestad, cercano sí, pero a la vez prenda inequívoca de un reino que no es de este mundo. Tiene tanto que decirnos, tiene tanto que perdonarnos, tiene tanto que proponernos. ¡No corráis, dejadlo más tiempo en nuestras calles!

* * * * *

Y todo esto, ¿para qué?“Señor, ¿dónde vamos a ir, si sólo Tú tienes palabras de vida eterna?”A fuerza de domesticar el mensaje de Jesús, de barroquizar su pasión y su muerte, de

hacerla nuestra, cotidiana, mucho me temo que hemos descafeinado su mensaje liberador. La penitencia pública, en tiempos remotos, era libertadora e incluso provocadora.

Era un desafío a la comodidad de los hombres y a los poderes opresores de este mundo, era la expresión de unos hombres que se sentían iguales a Dios, sí a su imagen y semejanza, hermanos en Cristo, hijos de un mismo Padre.

Los cofrades son la gran familia de los hijos de Dios a escala local; son la comunión de vivos y difuntos, devotos siempre; perdonad mis palabras melancólicas, pero cada estación de penitencia –lo pregonan lazos negros en los pasos y en los corazones- tiene el eterno sabor agridulce de un Domingo de Ramos: sublime fiesta cofrade, desbordante, y a la vez recuerdo emocionado de los que ya se fueron, de los que han ido por delante, precediéndonos. Y aún crecerán las llagas cofrades por cada hermano alejado, por cada bastetano en la diáspora, cuya ausencia notaremos en las filas y en las calles, aceptando con espíritu de caña quebrada y llama vacilante aquello de que “tal vez el año que viene pueda ser”. Y de este parentesco místico nace la esencia cofrade: hermandad, confraternidad. Dios con todos y todos iguales entre sí. Pero la igualdad del cristiano era más que un derecho, era un deber. Por eso, nos sorprende la capacidad caritativa que tuvieron las cofradías en el pasado y que hoy tratan de recuperar.

El cofrade es un ave de paso, y sin embargo hay algo que nos une en la distancia y en el tiempo con los cofrades de todos los tiempos, los que nos precedieron, cuya muerte aún lloramos y cuya fe siempre agradecemos. No somos más que ellos, sólo seguimos sus pasos, con la esperanza de que otros -¿nuestros hijos?- seguirán los nuestros. No olvidéis que en el mundo cofrade unos siembran y otros recogen.

Nuestra responsabilidad es grande, porque somos testigos de un Dios grande, sí, en nuestra humilde pequeñez. Nuestra grandeza está en nuestra fragilidad; nuestra gloria en la sencillez. Que nadie venga a la hermandad con aires de vanagloria, que nadie pretenda los honores de esta vida, que nadie tenga la tentación de destruir, de criticar sin medida, que nadie tire piedras y esconda la mano, desde los falsos rumores o los chats malintencionados, que nadie vea rivales en los hermanos, que nadie se tome como un juego lo que es un acto de entrega a Dios… Nuestra Semana Santa, nuestras cofradías, tienen rostro de humanidad, porque no se hizo el hombre para la Semana Santa, sino la Semana Santa para el hombre.

Así, he pensado siempre, es el auténtico espíritu cofrade, así la forma de ser y de vivir en nazareno. No es flor de un día, es la expresión de una vocación profunda, la que nos hace estar en la ciudad de Dios y en la ciudad del mundo. Que nos respeten nuestra forma de ser, que nos dejen de vanos moralismos y de interesadas instrumentalizaciones. Los cofrades merecen el

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respeto de todos, dignísimas autoridades civiles y eclesiásticas. Ellos tienen su sitio en la vida de Baza, en la Iglesia de Baza.

Y creedme, ese sitio está siempre junto a Jesús Crucificado y a los Dolores de María. Y Ella, porque siempre tienen algo de verdad los episodios de leyenda, nos susurra dulcemente cada día, al oído de cada uno de nosotros y nosotras: “¡Ten piedad!”

Las agendas cofrades se llenan hoy de cultos, de convivencias y de misiones populares. La mujer es ya cofrade y costalera, sí, la mujer hermana mayor en dos de vuestras hermandades. Esa es la senda del Nazareno, su estela que seguimos todos los días del año, cada día de nuestra vida. Nuestra Semana Santa, nuestras cofradías y nuestra iglesia necesitan costaleros que sean pescadores y pastores, costaleras que sean sembradoras y viñadoras, cofrades, en fin, convertidos en apóstoles y profetas.

Hacen falta cofrades decididos, hombres y mujeres que muestren lo que creen y que crean lo que muestran. Si no es así, ¿para qué organizar este espectáculo? Sólo Dios ve el corazón de cada uno, pero se me antoja que, en los días santos de la Semana Santa, el corazón se muestra abierto, sin doblez, ante los ojos de Dios… y Él nos llama por nuestro nombre.

Nos llama a ocupar un lugar en las filas nazarenas, nos llama –divino listero- para cubrir un hueco bajo la trabajadera. Nos llama al cirio y a la faja, al esparto y al costal, nos llama al incensario y al cirial, a la mantilla y a la vela, nos llama a la zapatilla y al madero. Y nos llama a la liturgia y a la caridad, a la formación, a la catequesis y a la vida parroquial, en el Sagrario, en Santiago, en las Siete Fuentes, en el Santo Ángel, en San Juan, a todo cuanto llene de sentido la palabra fraternidad.

Nos llama a catequizar con nuestros pasos y con nuestras vidas. Evangelizar con los cinco sentidos, con el sabor de la sal que salará el mundo y el oído abierto a la Palabra del Señor, con el perfume de la mujer pecadora y el tacto de la hemorroisa, con la vista (ver para creer) del apóstol Tomás. Pues la gente en la calle, que es de todos, sigue preguntando: “Dime, Señor, quién eres tú”.

Ojalá cada día y cada hora pudiera llenarse nuestra boca llamando al otro hermano. Y luego, cuando se cierren las puertas del templo, de cada templo, de todos los templos, continuemos la peregrinación de la vida, sin que nuestras obras disientan de nuestras creencias. Estamos en camino cuaresmal, en permanente conversión. Y estamos con autenticidad y sin ella no puede haber Semana Santa.

El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; se abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: "Aquí estoy”.

(Is 58, 6-9)

Así sea. He dicho.

Miguel Luis LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZProfesor Titular del departamento de Historia Moderna y de América

en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada.

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