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Preguntando se llega a Roma Si usted tiene un familiar que se fue sin documentos para Estados Unidos y logró pasar o simplemente lo deportaron, seguramente ese familiar le habrá contado lo difícil que es llegar hasta el país del norte en condiciones de mojado. Una aventura así, incluyendo los aprendizajes y las amistades que se encuentran en el camino, marca por completo la vida de los migrantes. Alrededor de unos 100 mil compatriotas abandonan el territorio cada año en busca de mejores oportunidades. Algunos lo hacen con dinero y pueden pagar un coyote, alimentando de esta manera la industria del coyotaje, algunos prefieren ir acompañados de otros que ya emprendieron el camino y conocen mejor la ruta, pero muchísimos más simplemente se van, dejándose llevar por la suerte del viejo adagio de que “preguntado se llega a Roma”. Pero para llegar a “Roma”, seno del imperio, los migrantes no sólo desafían la “bestia de acero”, sino a los policías federales, la migra y los secuestradores, en fin, a toda esa operación industrial del crimen organizado. Las penurias y atrocidades que sufren los migrantes mientras “van preguntando por Roma”, mandan de un tajo y al carajo esos derechos que cacarean con cinismo los funcionarios públicos y una retahíla de ONG´s, de que migrar es un derecho universal y que todas las personas tiene derecho a un trato digno y, a que se les respete sus derechos y su integridad física. Lo triste de todo este asunto está en lo siguiente: el tortuoso camino hacia el norte carnicero es la prolongación de las penurias que la gente sufre en su país antes de convertirse en un migrante. Es muy importante ver el maltrato en el camino del migrante. Pero mucho más importante es ver el lugar de origen que obligó al compatriota a abandonar su país. Si hacemos frente al desafío del país, estaremos evitando que nuestros compatriotas salgan “preguntando por llegar a Roma”. Pero por ahora, el país sigue firmemente controlado por quienes sostienen un modelo productor de exclusión y violencia. Y de igual manera se cuenta con un Frente Nacional de Resistencia Popular que tiene mucho por clarificar en su apuesta política si es que de verdad quiere definir propuesta con cambios profundos para la nación, y que tiende más a priorizar luchas intestinas por ver quién controla el poder dentro del Frente que por convertir el Frente en un sujeto social y político con capacidad por recoger y canalizar demandas de todos los sectores del país, sin importar quienes son los conductores. Los peligros en la ruta migratoria siguen intactos. Pero la situación que producen los peligros migratorios sigue intacta dentro de nuestro país. El fenómeno de la migración tendría que ser parte de esos consensos mínimos que el actual estado de convulsión de nuestro país demanda para alcanzar un nuevo pacto social que garantice que nuestra gente cada vez pregunte menos por el camino que conduce a Roma. Nuestra Palabra | 29 enero 2011

Preguntando se llega a Roma

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Editorial Radio Progreso ERIC-SJ

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Preguntando se llega a Roma

Si usted tiene un familiar que se fue sin documentos para Estados Unidos y logró pasar o simplemente lo deportaron, seguramente ese familiar le habrá contado lo difícil que es llegar hasta el país del norte en condiciones de mojado. Una aventura así, incluyendo los aprendizajes y las amistades que se encuentran en el camino, marca por completo la vida de los migrantes. Alrededor de unos 100 mil compatriotas abandonan el territorio cada año en busca de mejores oportunidades. Algunos lo hacen con dinero y pueden pagar un “coyote”, alimentando de esta manera la industria del coyotaje, algunos prefieren ir acompañados de otros que ya emprendieron el camino y conocen mejor la ruta, pero muchísimos más simplemente se van, dejándose llevar por la suerte del viejo adagio de que “preguntado se llega a Roma”.

Pero para llegar a “Roma”, seno del imperio, los migrantes no sólo desafían la “bestia de acero”, sino a los policías federales, la migra y los secuestradores, en fin, a toda esa operación industrial del crimen organizado. Las penurias y atrocidades que sufren los migrantes mientras “van preguntando por Roma”, mandan de un tajo y al carajo esos derechos que cacarean con cinismo los funcionarios públicos y una retahíla de ONG´s, de que migrar es un derecho universal y que todas las personas tiene derecho a un trato digno y, a que se les respete sus derechos y su integridad física. Lo triste de todo este asunto está en lo siguiente: el tortuoso camino hacia el norte carnicero es la prolongación de las penurias que la gente sufre en su país antes de convertirse en un migrante. Es muy importante ver el maltrato en el camino del migrante. Pero mucho más importante es ver el lugar de origen que obligó al compatriota a abandonar su país. Si hacemos frente al desafío del país, estaremos evitando que nuestros compatriotas salgan “preguntando por llegar a Roma”. Pero por ahora, el país sigue firmemente controlado por quienes sostienen un modelo productor de exclusión y violencia.

Y de igual manera se cuenta con un Frente Nacional de Resistencia Popular que tiene mucho por clarificar en su apuesta política si es que de verdad quiere definir propuesta con cambios profundos para la nación, y que tiende más a priorizar luchas intestinas por ver quién controla el poder dentro del Frente que por convertir el Frente en un sujeto social y político con capacidad por recoger y canalizar demandas de todos los sectores del país, sin importar quienes son los conductores. Los peligros en la ruta migratoria siguen intactos. Pero la situación que producen los peligros migratorios sigue intacta dentro de nuestro país. El fenómeno de la migración tendría que ser parte de esos consensos mínimos que el actual estado de convulsión de nuestro país demanda para alcanzar un nuevo pacto social que garantice que nuestra gente cada vez pregunte menos por el camino que conduce a Roma.

Nuestra Palabra | 29 enero 2011