View
213
Download
0
Embed Size (px)
DESCRIPTION
www.radioprogresohn.org
Citation preview
Preguntas de estricta política-ficción
Faltaban muy pocos minutos para las cinco de la mañana del sábado 5 de junio cuando a
unos pocos metros de esta casa de radio, un estruendo despertó de un tajo a los vecinos
y alarmó a los pocos transeúntes que a esa hora del día comenzaban sus labores
cotidianas. Se trataba de un aparatoso accidente automovilístico, el cual dejó una
persona muerta de manera instantánea, dos con heridas tan graves que murieron unas
horas después, al menos dos vehículos destartalados, uno de ellos incrustado dentro de
la pared de un negocio del fatídico lugar.
El reporte da cuenta de un accidente de tránsito, como uno más de los que ocurren en
las vías de alguna de nuestras ciudades. Sin embargo, con algunos factores que le dan
una distinción muy especial. De acuerdo a testigos y a diarios de circulación nacional, el
vehículo que provocó el hecho trágico es propiedad del Estado hondureño circulando en
horas inhábiles, conducido supuestamente por un miembro de la guardia de honor
presidencial.
De acuerdo a diversas fuentes muy bien acreditadas, el vehículo habría arrancado raudo
y veloz de un centro de consumo de bebidas alcohólicas de la ciudad, no respetó un alto
en la esquina del edificio de una agencia bancaria, y en la siguiente esquina tampoco
respetó el alto, provocando el desenlace que dejó enlutadas a varias familias de un solo
porrazo fatal.
La versión oficial identifica como responsable del hecho al miembro de la guardia de
honor presidencial, quien en este momento se encuentra supuestamente guardando
prisión esperando los días que establece la ley para inquirir, al tiempo que empleados
de la municipalidad progreseña se afanaban el propio domingo para reparar con
diligencia y prontitud el inmueble en donde impactó el vehículo nacional.
¿No había nadie más en el vehículo del Estado? ¿El miembro de la guardia de honor
presidencial era realmente el conductor del vehículo responsable del hecho trágico? ¿El
jefe de la policía del departamento de Yoro tiene algo más que decir además del reporte
oficial? ¿Qué pasará con el miembro de la guardia de honor al cumplirse los seis días
para inquirir que establece la ley? ¿Lo que reporta el informe oficial tiene que ver con
las verdaderas circunstancias y con los nombres propios reales del accidente? ¿Qué
tiene que ver este hecho con eso que llamamos el imperio de la ley, en donde nadie está
por encima de la ley, en donde no hay privilegios y en donde ninguna autoridad obedece
a nadie sino a lo establecido por la ley?
Estas preguntas se quedarán para siempre sin respuesta, porque son parte de un mundo
de estricta política-ficción. Lo único cierto en toda este reporte son las ingratas muertes
de tres personas, el llanto de sus familias, y unos cuantos empleados públicos
trabajando en asuntos privados. Todo lo demás forma parte de fábulas, leyendas y
cuentos con personajes que se visten de azul y rojo, que juegan a elecciones, a puestos
de gobierno, que juegan a pasarse las leyes por el arco del triunfo. Y se divierten incluso
usándolas para cambiar circunstancias y nombres propios, y para planear y dar, en su
momento oportuno, algún golpe de Estado.
Nuestra palabra | 07 Junio 2010