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Posicionamiento de Prensa, no disparen. 23 de febrero, 2014. México, DF. Los ciudadanos se preguntan ¿qué hacen los periodistas tomando las calles? ¿Por qué se concentran en el Ángel de la Independencia, en esta plaza y en una veintena de ciudades del país? Les parece raro que hoy no estamos con libreta, cámara o grabadora persiguiendo las noticias y es que hoy somos los protagonistas de las noticias. Hoy no vinimos a cubrir una manifestación, hoy vinimos a manifestarnos. Y sabemos que algo está podrido en una sociedad donde quienes deben dar la noticia se convierten en la noticia. Desde el sexenio pasado no hemos dejado de ser noticia y hoy volvimos a serlo. El martes 5 de febrero amanecimos con la angustiante noticia de que nuestro colega, el reportero Gregorio Jiménez de la Cruz, Goyo para sus amigos, había sido secuestrado en su domicilio de Villa de Allende, Coatzacoalcos, al sur de Veracruz. Su desaparición provocó la movilización de sus compañeros que no dejaron ni un día de manifestarse. Además, miles de colegas en todo el país y en el extranjero hicieron suya una misma exigencia: “Queremos vivo a Goyo, queremos vivo a Goyo”. No sirvió de nada. Una semana después, el pasado día 11, Goyo fue encontrado en una fosa del

Prensa No Disparen

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Posicionamiento de Prensa, no disparen.

23 de febrero, 2014. México, DF.

Los ciudadanos se preguntan ¿qué hacen los periodistas tomando las calles?

¿Por qué se concentran en el Ángel de la Independencia, en esta plaza y en

una veintena de ciudades del país? Les parece raro que hoy no estamos con

libreta, cámara o grabadora persiguiendo las noticias y es que hoy somos los

protagonistas de las noticias. Hoy no vinimos a cubrir una manifestación,

hoy vinimos a manifestarnos. Y sabemos que algo está podrido en una

sociedad donde quienes deben dar la noticia se convierten en la noticia.

Desde el sexenio pasado no hemos dejado de ser noticia y hoy volvimos a

serlo.

El martes 5 de febrero amanecimos con la angustiante noticia de que nuestro

colega, el reportero Gregorio Jiménez de la Cruz, Goyo para sus amigos,

había sido secuestrado en su domicilio de Villa de Allende, Coatzacoalcos,

al sur de Veracruz. Su desaparición provocó la movilización de sus

compañeros que no dejaron ni un día de manifestarse. Además, miles de

colegas en todo el país y en el extranjero hicieron suya una misma exigencia:

“Queremos vivo a Goyo, queremos vivo a Goyo”. No sirvió de nada. Una

semana después, el pasado día 11, Goyo fue encontrado en una fosa del

 

     

municipio de Las Choapas. Estaba decapitado y su cuerpo mostraba las

huellas de la tortura.

Las autoridades, para echar el cuerpo de Goyo a la fosa común de la

impunidad, se apresuraron a explicar que había sido un pleito de vecinos. En

sus apresuradas investigaciones ignoraron como posible causa de su

asesinato el valiente trabajo periodístico que Goyo realizaba, su cobertura de

secuestros, de giros negros, de trata de personas. Una vez más, los

gobernantes se apresuraron a echar tierra sobre el caso para tapar su

deficiencia.

El asesinato de Gregorio y la burda explicación del gobierno nos indignó a

todos. Nos movió los resortes para salir de nuevo a gritar “¡Ya basta!”.

Con Gregorio el gobierno de Javier Duarte se sacó un diez. Completó diez

periodistas asesinados en Veracruz desde diciembre de 2010, cuando asumió

la gubernatura, más cuatro desaparecidos. A la suma nefasta agregamos a

decenas de reporteros que han tenido que salir huyendo de ese estado para

salvar su vida y hoy se buscan la vida como pueden en otras ciudades de

México o en el extranjero. Veracruz es uno de los lugares más peligrosos del

mundo para el ejercicio del periodismo. Veracruz es sinónimo de muerte

para los periodistas. Pero no es caso aislado. Entre julio de 2000 a febrero de

 

     

2014, 87 trabajadores de la comunicación fueron asesinados en el país y

otros 20 están desaparecidos.

En México muchos periodistas no mueren de vejez o muerte natural. No

mueren por fuegos cruzados o porque pisaron una granada como en las

guerras. En México existe una cacería de periodistas. Son sacados a la fuerza

de sus casas, emboscados en las calles, perseguidos hasta adentro de sus

redacciones. En México la información molesta e informar se paga con la

muerte. Los periodistas vivimos con una pistola apuntándonos. Cada vez es

más difícil saber los intereses que nuestra información lastima. Hacer

periodismo es caminar sobre terrenos minados. Los silenciadores tienen

muchos rostros. Pueden ser gobernantes en turno, autoridades, policías,

miembros del crimen organizado, empresarios o los poderes fácticos. Los

silenciadores pueden callar a cualquiera porque saben que nunca recibirán

castigo.

México está en la lista negra de países donde matar un periodista sale

barato, pues los silenciadores no pagan sus culpas. El 90% de los asesinatos

de periodistas no han sido resueltos. Se han creado fiscalías, mecanismos de

protección a periodistas y se han gastado cientos de millones de pesos en

instituciones burocráticas supuestamente abocadas a la defensa de los

periodistas, pero en este país los periodistas siguen cayendo como moscas.

 

     

México es país de la impunidad y de la simulación. Gregorio fue el último y

ya no queremos seguir enterrando a más compañeros. Por eso estamos hoy

aquí. Los periodistas y trabajadores de medios de comunicación venimos a

exigir el urgente esclarecimiento del asesinato de Gregorio y del resto de

nuestros periodistas asesinados. Demandamos que termine la impunidad.

Que los silenciadores sean castigados. Que termine la violencia y el acoso en

contra de nuestros compañeros reporteros de Veracruz, de esta ciudad y de

todo México.

No estamos aquí sólo para exigir justicia a uno de los nuestros. No sólo

vinimos a gritar que ya no queremos que en nuestras redacciones falte ni uno

más. Estamos aquí también para defender el derecho de los ciudadanos a

estar informados. Porque cada vez que se intimida, acosa, hostiga,

desaparece o asesina a un periodista se pierde a un vocero de la realidad. La

sociedad va perdiendo sus ojos, sus oídos, su boca. Con cada ataque a los

periodistas, se pretende cegar y amordazar a la sociedad.

Reunidos aquí, al mismo tiempo que otros muchos colegas se manifiestan en

una veintena de ciudades del país, los periodistas y los ciudadanos solidarios

demandamos cumplimiento cabal, por parte de las instituciones del Estado

mexicano, de su deber y obligación constitucional de garantizar los derechos

a la libertad de expresión y al acceso a la información para los ciudadanos.

 

     

Hoy denunciamos que esta cacería de periodistas permanece impune y que

va escalando en un ritmo que parece sin fin. Y que las autoridades

gubernamentales de todos los niveles, desde la Presidencia de la República y

los gobiernos estatales y municipales, además de los poderes legislativos y

judiciales han permanecido omisos, permisivos e indolentes. Han sido

testigos mudos, no han querido hacer nada. Mientras tanto, México se va

convirtiendo en un enorme hoyo negro donde cada vez en más regiones la

prensa es amordazada, tiene prohibido informar. En lugares como

Tamaulipas, Coahuila, Michoacán, Veracruz, Estado de México y otros, se

va imponiendo el silencio, se cancela cualquier posibilidad de crítica,

cualquier voz discrepante, cualquier mirada escrutadora. El derecho a la

información recibe tiro de gracia.

Estamos aquí porque no queremos seguir enterrando a colegas. No queremos

seguir colgando moños de luto en nuestras redacciones. Nos rebelamos a la

intención de ponernos una mordaza. Estamos aquí porque decidimos luchar

contra el silencio. Porque nos oponemos a los convenios publicitarios

censuradores. Porque nos oponemos a los empresarios de medios que no se

han enterado que hacer periodismo significa ser un aliado de los ciudadanos,

a esos empresarios que no reconocen los derechos laborales ni dan las

mínimas garantías de seguridad. Porque nos indigna y llena de rabia que la

 

     

impunidad prevalezca. Porque sabemos que el gobierno no nos protege y, al

contrario, muchas veces es nuestro enemigo.

Estamos aquí porque no queremos vivir bajo un reinado de terror,

corrupción y muerte que nos impide hablar de futuro. Porque no queremos

enterrar más Gregorios, más Reginas, más Armandos. Porque amamos la

vida y nos queremos vivos y libres, y porque defendemos la democracia, por

ello, hoy exigimos:

1) Que el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, garantice las

condiciones para el ejercicio de la libre expresión en México, y que

instrumente una estrategia especial para proteger la integridad física de los

trabajadores de los medios de comunicación en todo el país, empezando por

Veracruz.

2.- A la Procuraduría General de la República, a través de la Fiscalía

Especial para la Atención de Delitos cometidos en contra de la Libertad de

Expresión (FEADLE), que amplíe y profundice las investigaciones

relacionadas con el asesinato de Gregorio Jiménez de la Cruz, y que solicite

la incompetencia del juez local para que el caso sea asumido por un juez

federal.

 

     

3) Que los órganos de Estado, como la Comisión Nacional de los Derechos

Humanos y el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de

Derechos Humanos y Periodistas, rindan cuentas de su desempeño. Han

dispuesto de recursos millonarios pero la vida de cientos de periodistas sigue

amenazada.

4.- A la Comisión Especial para Atender Agresiones contra Periodistas del

Senado de la República le exigimos que cumpla con su responsabilidad y

cite a comparecer al procurador general de la República, Jesús Murillo

Karam, y al encargado de despacho de la Procuraduría General de Justicia de

Veracruz, Luis Ángel Bravo, para que expliquen los avances en las

investigaciones respecto a los asesinatos de periodistas en Veracruz.

5) Al gobierno de Veracruz le exigimos que:

5.1 Se garantice la seguridad de los periodistas que se han manifestado en

solidaridad con Gregorio Jiménez.

5.2 Cesen las presiones a los medios de comunicación y no se utilicen los

convenios publicitarios como elemento de censura ni para premiar

coberturas favorables en la prensa estatal.

 

     

5.3 Se establezca un fondo que garantice pensiones para los dependientes

económicos de los periodistas asesinados y se pague la educación de los

menores de edad hasta el nivel superior, ya que el asesinato de periodistas se

debe a la impunidad y a la falta de garantías para ejercer el periodismo.

A LOS CIUDADANOS LES DECIMOS:

Nuestra vocación es informar. No nos interesa ser protagonistas de la

noticia. Sin embargo, no dudaremos en salir a las calles cada vez que se

agreda a nuestros compañeros. Estamos aquí para defender nuestra

integridad, pero sobre todo para exigir que se respete el derecho de todos los

ciudadanos a estar informados.

El peligro está a la vista: los corruptos, los criminales, los cómplices del

terror celebran con cada periodista asesinado, con cada voz silenciada en

impunidad.

Si callamos los periodistas, no habrá nadie que documente la corrupción y

los delitos de los poderosos. Sin el derecho a la información no

construiremos una verdadera democracia.

 

     

Que lo entiendan de una vez todos aquellos que esperan nuestro silencio: no

nos vamos a callar. Seguiremos siendo los ojos, los oídos, la conciencia

crítica de este país ensangrentado. Con esa determinación daremos

seguimiento puntual a nuestras demandas y denunciaremos a las autoridades

que no sean capaces de llevar a cabo su encomienda.

Queremos justicia para nuestros muertos y desaparecidos. Queremos

defender tu libertad de ser informado y nuestra libertad de informarte.

Queremos un México democrático donde no haya impunidad.

Queremos respeto. No queremos tener que volver a gritar ¡PRENSA, NO

DISPAREN!