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Presencia Apostólica 1

Presencia Apostolica 50

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El exito se construye sobre los fracasos

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2 Presencia Apostólica

realizando labores de evangelizacióny promoción social en:

Ven a vivir la alegría de servir

n Xochitepec, Montaña Alta de Guerrero n El Ciruelo y Lo de Soto, Costa Chica de Oaxaca

n Ciudad Juárez n Nuevo Laredon Torreón n León n Morelian Guadalajara n D.F. n Toluca

n Cuauhtenco, Estado de México (próximamente)n Y en más de 60 países

MISIONEROS CLARETIANOS

Presencia Apostólicade San Judas Tadeoen la Radio

Cápsula devocionalAhora los domingos a las 8:55 a.m.

ABC radio 760 AM

Ilust

raci

ón: L

eticia

Asp

rón

Page 3: Presencia Apostolica 50

2 Editorial

3 Vida cotidiana

4 Hombre prevenido vale por dos, hombre que confía en Dios vale por muchos 6 Nuestra devoción

8 Entre ver y mirar, la sabiduría hace la diferencia

10 El éxito se construye sobre los fracasos

1 2 Adviento, espera ¿de qué?

1 3 Ustedes, los ricos

1 4 Una tarde en Viena

1 6 Día internacional para la tolerancia

1 8 De la Palabra a la acción

CONTENIDODirectorErnesto Mejía Mejía, CMF

Consejo EditorialAlejandro Cerón Rossainz, CMFJosé Juan Tapia, CMFAlejandro Quezada Hermosillo, CMFEnrique Mascorro López, CMFRené Pérez Díaz, CMFMarcos Garnica Fernández, CMFErnesto Bañuelos C.

EditoraMarisol Núñez Cruz

Corrección de estiloErnesto Bañuelos C.

ColaboradoresEnrique A. Eguiarte Bendímez, OARJesús García Vázquez, CMFJuan Carlos Martos, CMFEnrique Marroquín Zaleta, CMFHéctor Núñez Gutiérrez, CMF

Arte y DiseñoMirta Valdés Bello

DistribuciónLiga Nacional de San Judas Tadeo

PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor respon sable: José Juan Tapia Tapia. Edi-tada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Ca-siano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmen te, citando la fuente y sin fi nes comerciales.Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89mail: [email protected]úmero suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US.Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US.(Incluye gastos de envío).

Foto de portada: Enrique Mascorro López, CMF

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EDITORIAL

El camino recorrido

Estamos publicando el número 50 de esta revista que surgió como respuesta a una necesidad de comunicación social y de evangeli-zación entre los misioneros claretianos, los devotos de san Judas Tadeo, la comunidad cristiana y el público en general.

Hemos intentado ofrecer reflexiones que ayuden a profundizar en cada uno de los tiempos litúrgicos, así como en la vida cotidiana. A lo largo de este recorrido hemos compartido todo lo relacionado con san Judas Tadeo y las experiencias de vida que se han dado en torno a esta devoción. Incluimos también artículos que los lectores pueden aplicar en su vida personal y familiar.

Tratamos de relacionar continuamente la fe y la vida, analizando temas de actualidad, desde una óptica de compromiso cristiano, bus-cando la justicia, la paz y la integridad de la creación. Nos ha parecido también importante ofrecer historias que nos permitan reflexionar par-tiendo del arte y la imaginación. Por último, durante estos años hemos compartido reflexiones sobre el evangelio de cada domingo, relacio-nando siempre la vida con la Palabra.

Después de describir brevemente el camino que hemos recorrido junto con nuestros lectores, volvamos a los tiempos que corresponden a este bimestre que son: Adviento y Navidad.

Adviento significa tiempo de espera e implica tener esperanza y es-tar siempre dispuestos a “enderezar el camino”; significa prepararnos reavivando nuestro espíritu.

En Navidad celebramos un hecho que sucedió en Belén hace más de dos mil años; un acontecimiento tan sencillo y cotidiano como el naci-miento de un niño, pero capaz de dar un vuelco a la Historia; capaz de iluminar la sombra del mundo y la vida de cada persona. Pongamos en primer lugar el hecho central que celebramos: el nacimiento de Cristo, felicitémonos por él y asumamos como compromiso y tarea de cada día reconocer a Cristo en nuestro prójimo. Que la Navidad sea realidad depende de la respuesta de cada uno de nosotros.

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Presencia Apostólica 3

Vida cotidiana

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Hay una frase de un poeta francés que dice: “Para un cristiano siempre es Navidad.” Y ¿por qué? Una de las respuestas está re-lacionada con recibir y dar regalos: Para

un cristiano su propia vida y todo el universo es un regalo de Dios; ahora bien, si el cristiano es auténti-co, querrá regalar a Dios, como signo de amistad y agradecimiento, aquello que a Dios más agrada.

Por otra parte, todos vamos descubriendo lo que escribió aquel pensador cristiano del S. II, san Iri-neo, quien viene a decirnos que damos gloria a Dios cuando nos esforzamos por dar vida a los hombres. Esta sentencia siempre me ha parecido el mejor es-logan y el más evangélico para edificar el gran edi-ficio de la Historia, construyendo en ella el Reinado de Dios, como decimos en el Padrenuestro.

Y no debemos olvidar que en esta noble tarea, en la que somos socios Dios y el hombre, nadie debe sentirse jubilado hasta que le llegue la muerte. In-cluso un hombre tan poco religioso como Sigmund Freud, a la pregunta de un periodista contestaba así: “Para mí, persona es alguien que ama y trabaja.”

Ahora bien, si agradecerle a Dios el don de la vida o darle gloria, que viene a ser lo mismo, consis-te en dar vida a los demás, como nos dice el mismo Jesús: “Yo he venido para que tengan vida en abun-dancia”, cada uno debemos hacer nuestra tarea con eficacia y honestidad.

Todos sabemos además que en la construcción de un edificio material, tan noble y necesaria es la contribución del arquitecto como la del último peón. Pues lo mismo sucede en la construcción del gran edificio de la Historia, en cuyo empeño tan no-ble y necesaria será la tarea del jerarca religioso como la del político, la del luchador social, la de la esforzada madre de familia, la de la monja de clau-sura, la del paciente agricultor, la del perseverante maestro o la del heroico misionero que se desgasta

paliando el hambre de los pobres, como al que escu-ché decir hace unos días: “Hace 30 años que trabajo en Etiopía, en una región donde, si aquí en España para algunos lo difícil es llegar a final de mes, allí lo difícil es llegar al final de cada día.”

EN CONCLUSIÓN, CELEBRAMOS LA NAVIDAD SIEMPRE QUE CON NUESTRA CONDUCTA TRAS-MITIMOS A LOS DEMÁS QUE CREEMOS EN UN DIOS QUE ES “EMMANUEL (Dios con nosotros)” Y POR ESO COMO ÉL ESTAMOS SIEMPRE AL LADO DEL HOMBRE.

Para finalizar esta reflexión comparto con uste-des el siguiente texto:

DIOS ESTÁ CON NOSOTROSNo pertenece a una religión u otra.No es propiedad de los cristianos.Tampoco de los buenos. Está en todo corazón humano, acompañando a cada uno en sus gozos y sus penas.No grita. No fuerza a nadie.Como un buen amigo nos invita alo bueno, lo hermoso, lo justo. Cuando nadie nos comprende,Él nos acoge. En el dolor y ladepresión nos consuela.Está con los oprimidos defendiendo su dignidad y con los luchadores contra la opresión, alentando su esfuerzo.Está despertando nuestra dignidad y nuestra responsabilidad, para no terminar siendo esclavos de cualquier ídolo.Está con nosotros en la vida y esperamos lo estará en la muerte, rescatándonos para la vida eterna.

Esto es lo que celebramos los cristianos en Navidad y esta fe sostiene nuestra esperanza y pone alegría en nuestra vida.

Para un cristianosiempre es

“Lo que somos es un regalo de Diospara nosotros. En lo que nos convertimos

es un regalo nuestro para Dios.”

NavidadEpi Diez

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4 Presencia Apostólica

Aventuras de un misionero

Todos los días procuro re-zar el santo rosario y a ello le atribuyo el que Diosito me haya librado de algunos peligros de

muerte, como este que les contaré.Una tarde lluviosa en las mon-

tañas de un hermoso rincón de la sierra de Guerrero, mi camione-ta serpenteaba por las escabrosas brechas maltratadas por la lluvia, como jugando a patear las pie-dras. Aún le quedaba ánimo, des-pués de cargar, por doce largas ho-ras, tres toneladas de Maseca para amortiguar el hambre de los indí-genas, ya que normalmente las co-sechas no alcanzan para satisfacer sus necesidades, por lo que tenía-mos que conseguir maíz o Maseca de donde se pudiera. No es presun-ción, pero siempre me ha gustado ir rezando el rosario cuando voy con-duciendo. En esas iba cuando, de repente se me presenta un grosero agujero como de un metro cua-drado, como diciéndome: “¡Hasta aquí llegaste, padrecito!” ¡Para mis pulgas, me encantan los retos!

Y pensando qué podía hacer, me acordé de que siempre cargo un tablón, por aquello de las du-das. Dicen que hombre precavido vale por dos, y es cierto. Pero tam-bién se vale decir que hombre que confía en Dios vale por muchos. Bajé el tablón y, mientras lo deja-ba caer para taparle lo soberbio al agujero, le dije: “¡Triste hoyito, a mi no me espantas!” la tabla era bas-tante gruesa como para soportar el peso de la camioneta. Sólo era cuestión de atinarle con las llantas, pero, gracias a Dios, pocas veces me ha fallado la puntería y esa vez tampoco me falló.

Había que pasar a como diera lugar, porque la noche ya se anun-ciaba con el ruido de las pichua-cas que son unas aves nocturnas que de repente salen al paso y se paran enfrente, como encandila-das por la luz de cualquier lámpa-ra. Además, la lluvia y la densa nie-bla amenazaban con envolver toda la montaña. Las brechas, ya moja-das, son muy peligrosas y es fácil que la tierra se ablande y se provo-quen derrumbes que luego tapan los caminos y hay que esperar has-ta que los habitantes del pueblo vengan a quitar las piedras para poder pasar. Pues bien, me subí a la camioneta que me esperaba an-siosa, y como me gusta hablar con los vehículos que manejo, le digo: “Ándale chiquitita, no te me rajes, así como hemos salido de otras, en el nombre de Dios, tenemos que salir de esta, como de las que ven-gan.” Y que meto el clutch y la pri-mera, al tiempo que el corazón me

latía como preguntándome: “¿Y, sabes lo que vas a hacer, padreci-to?” “¡Claro que lo sé!” Le respon-dí emocionado: “Nos la vamos a jugar mi camioneta y yo, y tú tam-bién, y además no te me aceleres que la que se tiene que acelerar es la camioneta.” Y que comien-zo a acelerar al mismo tiempo que iba sacando el clutch para alcan-zar la máxima velocidad.

Hasta me pareció que volába-mos de un lado al otro, tanto que sólo pude parar la camioneta como treinta metros después del agujero. Cuado me vi fuera de pe-ligro, me dije a mí mismo: “¡Que fregón eres! ¡Esto nadie te lo va a creer!” Con razón dicen que no hay chaparro humilde, ¿verdad? Le puse el freno de mano, aunque ese era de pie, y por las dudas, le acomodé unas piedras que atora-ran las llantas, pues era de bajada. No se le fuera a ocurrir irse mien-tras yo recogía la tabla que, dicho sea de paso, “en paz descanse” porque, cuando me faltaba poco para llegar a ella, con gran asom-bro voy viendo cómo se desgaja la tierra, alrededor de donde estaba la tabla, precipitándose mi tablón a la barranca que tenía como qui-nientos metros de honda. Apenas pude echarme para atrás ya que el camino se seguía desgajando. Rá-pido corrí a la camioneta, le quité las piedras que la atoraban y me alejé de ese lugar.

Pero, ahí no paró todo. Había que pasar por una curva muy ce-rrada, tenía que hacer dos o tres maniobras para poder dar la vuelta

Hombre prevenido valepor dos, hombre que confía en Dios vale por muchos

Jesús García Vázquez, CMF

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y, desafortunadamente, en una de esas que oigo un fuerte tronido en el cofre, quedando el volante loco, dando vueltas a derecha e izquier-da pero sin lograr dirigir las llantas a donde yo quería. La camioneta se dirigía hacia el voladero. Pero por supuesto que los refl ejos estu-vieron a la orden del día. Rápido pensé en el freno para estacionar-se y el normal para detenerla, pero iba de bajada con tres toneladas de peso y el suelo mojado. La ca-mioneta, angustiada, iba patinan-do sobre el lodo. Me la imaginé pelando chicos ojotes, viendo que irremediablemente nos iríamos al barranco. Como automáticamente y lleno de angustia se me sale de-cir: ¡Ave María purísima! ¡Deten-te chiquitita que nos vamos al vo-ladero!, y la camioneta se detuvo justamente a unos centímetros del barranco, pero no se paró por los frenos, sino por una enorme roca que se le atravesó a las llantas de-lanteras. ¡Qué bárbaro, en el apu-ro que puse a mamá María y a Dio-sito antes de irme a la barranca con todo y camioneta! ¡Esto sí que era de película! No me dí por vencido. Una vez que aseguré el vehículo con más piedras, con unas pinzas y fuerte alambre, logré hacer que el volante moviera las llantas hacia donde yo quería. ¡Pero qué grande es Dios que nos ha dado la cabe-za para pensar! Recordé que antes había dicho que yo era el fregón, y aquí pensé que es Dios el que no nos abandona en los momentos difíciles de la vida y nos pone los medios para salir adelante.

Solo me faltaban como dos ki-lómetros para llegar a casa. De allí en adelante, me fui con mu-cha cautela, alabando a Dios y re-zando el santo rosario. Al llegar a casa mi plegaria fue: “Gracias Se-ñor por haberme permitido llegar. Y perdona mi soberbia. Soy fre-gón porque tú así me hiciste.”

Estadística

La Virgen de Guadalupe es muy importante en la fe de los mexica-nos. Su importancia entre los feligreses varía de región a región y de estado a estado.

Al analizar la Encuesta Nacional de Valores sobre los que nos Une y Divide a los mexicanos (ENVUD), una encuesta representativa por entidad federativa, realizada en 2010 bajo los auspicios de Banamex y la Fundación Este País, en conjunto con diversas casas encuestadoras, se observa que en todos los estados se concede gran importancia a la Virgen de Guadalupe, con moderadas diferencias entre uno y otro, siendo los estados del bajío y centro-occidente los que conceden una mayor importancia –el 92% de la población– a la Virgen de Guadalupe, quizá debido a su pasado cristero y mayor presencia de personal religioso, como se aprecia en la gráfi ca. Los habitantes del sureste mexicano reportan los niveles menos altos de impor-tancia de la Guadalupana –74%–, quizá debido al incremento relativo de las iglesias protestantes y evangélicas en dicha región.

Importancia de la Virgen de Guadalupe por estado

En el estudio se valoró la importancia de la Virgen de Guadalupe en re-lación con factores como la asistencia a misa (elemento comunitario), la confi anza en Dios (elemento personal) y la confi anza en la Iglesia (elemen-to institucional). Los tres elementos guardaron una relación positiva con la importancia de la Virgen de Guadalupe.

Por último, el estudio consideró el tipo de valores asociado con la impor-tancia de la Virgen entre los mexicanos, tomando en cuenta cuatro valores importantes: igualdad, justicia, solidaridad y libertad. Es interesante obser-var que el valor más asociado con la importancia de la guadalupana fue la igualdad, seguido por la justicia, la solidaridad y, fi nalmente, la libertad.

Guadalupanismo en MéxicoAlejandro Díaz Domínguez1

1 Estudiante de doctorado en ciencia política por la Universidad de Vanderbilt ([email protected]).Agradezco a Alejandro Moreno por permitirme utilizar la encuesta.

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6 Presencia Apostólica

Nuestra devoción

San Judas Tadeo fue uno de los doce após-toles que Jesús escogió, como nos dice el Evangelio, «para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar». San Judas for-mó parte de la que podemos identifi car

como la primera comunidad de discípulos del Se-ñor, además de ser su pariente cercano, según los relatos genealógicos.

Los nombres del apóstolEl nombre «Judas», un nombre común entre los ju-díos del tiempo de Jesús, viene del idioma hebreo y signifi ca “alabanzas sean dadas a Dios”; el nombre «Tadeo» proviene del idioma arameo y signifi ca va-liente o magnánimo. También ha sido llamado «Le-bbeo» que signifi ca: hombre de corazón tierno.

En la lista de apóstoles del evangelio según san Lu-cas aparece con el nombre de «Judas» (6,16); en Mateo (10,3) y en Marco (3,18) se utiliza el nombre «Tadeo».

Todos los nombres que hacen referencia a san Judas Tadeo son signifi cativos, pues nos hablan de su actitud y cualidades, y todos concuerdan con su advocación de las “causas difíciles”. Imitemos las cualidades del apóstol, así como su actitud ante las difi cultades.

La imagen de san Judas Tadeou Lo más signifi cativo en las representaciones

del apóstol es portar en el pecho la imagen de Jesu-cristo; simbolizando que Tadeo lleva a Cristo en su corazón y que es parte central de su persona. Tam-bién signifi ca que es portador del mensaje de Jesús, pues lo llevó a los pueblos paganos.u Se le representa con las armas o herramientas

que la tradición ha asociado con su martirio: mazo, hacha o espada.u La llama del Espíritu Santo sobre la cabeza del

apóstol simboliza su presencia en Pentecostés.

San Judas Tadeo en la BibliaAdemás de ser mencionado en la lista de apóstoles, el evangelio según san Juan nos refi ere que san Judas hace una pregunta a Jesús durante la última cena: “Le dice Judas –no el Iscariote–: –Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?” (Jn 14,22-23).

Por otra parte, al apóstol se le atribuye la Epís-tola de Judas, una de las cartas del Nuevo Testa-mento que se suelen llamar “católicas”, porque no están dirigidas a determinada Iglesia local, sino a un círcu lo más amplio de destinatarios.

JudasTadeo

Judas

Conoce más sobresan

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Nuestra devoción

Oración a san Judas Tadeopara el día de hoy

Querido san Judas, mi devoción por ties para mí una fuente de esperanza;tu ejemplo me da valor para enfrentarmis retos y alegría para celebrarmis éxitos con gracia.

Sé que mis oraciones invocanel amor curativo de Dios. Ayúdame a vivir con amabilidad y compasión, honrando y santifi cando así mi existencia.

Pido en mi oración que en este día yo seacapaz de compartir con el mundolos dones que Dios me dio.

Dios vive en mí y sólo en Élencontraré satisfacción verdadera.Ayúdame, san Judas, a descubrir a través de esta devoción, las bendiciones que recibo de Dios.

Y que mi experiencia de fe sea fortalecidapor la oración que comparto contigo y porla misericordia de nuestro Dios amoroso. Amén

Traducción de A Prayer to St Jude for Todaywww.shrineofstjude.claretians.org

Presencia Apostólica 7

Advocación y fi esta Ser el patrono de las “causas difíciles” o de los “ca-sos desesperados o imposibles” ha convertido a san Judas Tadeo en uno de los santos más invocados popularmente.

Su fi esta se celebra en la liturgia el 28 de octu-bre, aunque popularmente es recordado el día 28 de cada mes.

Aquí y ahoraLlama la atención que en la actualidad, en un momento en que hay miles de opiniones y opcio-nes, el apóstol tenga un impacto tan grande en la comunidad creyente. San Judas Tadeo continúa realizando su misión de llevar el mensaje de Je-sús a todo el mundo, en especial a los más pobres y marginados.

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8 Presencia Apostólica

Los sentidos son básicos para ca-mi nar por la vida. Necesitamos ver dónde estamos y

escuchar lo que nos rodea. La mayoría de los animales no solamente también los utilizan, sino que suelen po-seer una agudeza y especia-lización mayor en sus senti-dos que les permite percibir más de lo que los seres hu-manos percibimos.

Sin embargo, habría que precisar que hay sordos que saben escuchar más que muchas personas que oyen normalmente e incluso po-nen mayor atención a los demás que muchos que pudiendo oír, sin embar-go, no saben escuchar a otros ni, mucho menos, a la vi da misma. De igual manera, muchos ciegos sa-ben “ver” mejor que los que gozan del sentido de la vista. Nuestros sentidos son medios perceptuales de gran valor que, muchas ve-ces, quienes podemos utili-zarlos no sabemos valorar y mucho menos ir más allá de lo que está frente a nuestros ojos y oídos. Me parece que aquí valdría la pena contar la historia de Juan que ejemplifi ca muy bien este tema, pues las vivencias y experiencias concretas muchas veces muestran más que las ideas.

El “rey Midas” Juan se sentía un hombre afortu-nado, tenía un gran amor propio y esa sensación de que “ni la vida lo merecía”. Gozaba de una gran inteligencia, era tenaz, ambicioso y con un ego que no le permitía muchas veces enterarse de que existían los otros. No procedía de una familia adinerada, sin embar-go sus padres procuraron mucho

por él y Juan quiso aprovechar lo que le daban, siendo muy buen estudiante y buscando profesio-nalmente lo que le diera un pro-greso económico y social cada vez mayor. Se casó con la mujer que quiso y tuvo hijos de quienes se sentía muy orgulloso. Buscó entonces para su familia que tu-vieran mucho más de lo que él había tenido en su niñez. Pudo com-prar el coche que quiso, así co mo la casa de sus sueños. Todo pa-recía sonreírle. En su familia le llegaron a decir el “rey Midas”, pues pudo llegar mucho más allá que lo que cualquier familiar había logrado.

No todo lo que brillaes oro

Pero como frente a todo lo que brilla siempre hay som-bras, este caso no fue la ex-cepción y, claro, es motivo de aprendizaje. Juan no se daba cuenta de que por su necesidad de generar cada día mayores progresos económicos, perdía la vida co tidiana con sus hijos. Desdeñaba las frecuentes peticiones de su esposa de mayor atención y con-vivencia con ella y con sus hijos. Los amigos de verdad con los años se habían ido perdiendo. Sólo quedaban las relaciones sociales de conveniencia en el terreno de los negocios, pero siem-pre con la sensación de que había que cuidarse las espaldas.

Con el estilo de vida que llevaba había ido en-gordando al punto de pare-cer otra persona totalmente diferente al de su juventud, empezaba a tener proble-mas de salud graves que no podía atender, pues siempre estaba ocupado,

hasta para él mismo. A pesar de todos estos contratiempos, él pen-saba que iba por el camino co-rrecto y seguro, por lo que no pen-saba cambiar.

Un cambio inesperadoLa vida fue quien le cambió el rumbo. Una mañana en que había peleado con su esposa, pues ella tenía la sensación de que tanto es-tar fuera de casa no sólo era por exceso de trabajo. Sospechaba que había alguien más y tenía ra-zón. Juan le estaba siendo infi el. La discusión de esa mañana y una serie de contratiempos hizo que sa-liera de la casa más tarde que de costumbre, por lo que salió rápi-

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Crecimiento personal

Entrever y mirar,la sabiduría hace

la diferenciaDinko Alfredo Trujillo Gutiérrez

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damente y sin precaución al mane-jar. En un descuido tuvo un choque aparatoso contra un tráiler que no vio venir. Cuando volvió en sí, estaba en un hospital sintiéndose muy mal y sin entender lo que pa-saba. Quiso quitarse la venda que le cubría los ojos, pero se lo impidió una enfermera. Un mes después del accidente, habiendo estado en peligro de muerte, pudo salir del hospital, pero no como antes: ha-bía perdido la vista y con ello em-pezó a perder todo el mundo que antes no sólo veía, sino del que se sentía su dueño y señor.

El balanceLas pérdidas fueron cuantiosas. Primero el enorme golpe de saber que no volvería a ver, después el trabajo que solía hacer como un maestro y en el que ahora se mos-traba como el peor de los aprendi-ces. A todo esto se aunó la pérdida económica y del estatus que tanto valoraba. Por si fuera poco, la re-lación con la esposa había estado muy mal antes del accidente y, después, él tampoco había sido el mejor de los pacientes, pues su prepotencia tardó en aceptar que tenía que ser sustituida por valores, como la humildad. Su mujer termi-nó yéndose de su lado, en cuanto lo vio mejor y más diestro en su nueva situación. Su casa y coches se tuvie-ron que malbaratar para salir ade-lante. En pocas palabras terminó sin nada y solo. El “rey Midas” y centro del universo había perdido su mundo junto con la vista. Em-pezó así un viacrucis duro y desga-rrador, donde hasta llegó a pensar en el suicidio. Todo lo que había perdido era prácticamente lo que lo definía y sin ello parecía enton-ces que él no tenía razón de ser. La vida mágica, de la cual él era el ar-tífice, se volvió un infierno y, en el mejor de los casos, se desvaneció. Entró en un estado de vacío y de-sierto, interna y externamente.

La diferencia entre mirar y ver En ese tránsito empezó a ver lo que antes sólo miraba entre bruma y sin querer reconocer ni responsa-bilizarse, pues eso le llevaría a ver lo que ahora no le quedaba mayor remedio que aceptar: su vida había sido artificial y vacía; y su perso-nalidad tan egoísta y limitada con aquellas altas expectativas, gracias a las cuales dejó de ser por tener. Poco a poco se dio cuenta de lo cie-go que había estado cuando podía ver y ahora empezaba realmente a ver la realidad y a sí mismo. Se dio cuenta de que la ambición le había hecho enriquecerse materialmen-te, pero se había vuelto un mendi-go emocional y racionalmente. A las personas valiosas de su vida las había alejado y él mismo se había vuelto una máscara con la que no había cómo comunicarse autén-ticamente. Mientras tuvo vista no vio quien era y la fantasía de felici-dad en la que vivía. Ahora también dejó de oír el ruido del mundo y de sí mismo para empezar a escuchar auténticamente.

Tuvo que empezar a escuchar verdades dolorosas sobre los au-toengaños que le tapaban la vista. Se dio cuenta de que entre más se había centrado en él mismo y había dejado de ver y oír a los de-más, más solitario e insatisfecho estaba y cómo la seudo-felicidad de que orgullosamente presumía, en realidad, le daba sólo placeres momentáneos que le empujaban a buscar más placeres, a costa de lo que fuera. En pocas palabras vio que el mundo que había creado se volvió su propia cárcel. Empezó un largo camino de regreso del mundo ciego hacia “ver” quién era realmente y cómo se había perdi-do. Cómo su necedad, egoísmo, impulsividad e intenciones equi-vocadas habían creado un mundo insensible y aparentemente feliz, pero donde el dolor que había

producido había, a la vez, genera-do en él un sufrimiento desgastan-te. Empezó por hacer conciencia y después a adaptarse a su nueva circunstancia de vida. Desde un nuevo lugar, hizo relaciones nue-vas y generó nuevas y más pro-fundas raíces en las antiguas rela-ciones que pudo rescatar, lo que incluía a su esposa e hijos.

Indudablemente este no es el único ejemplo de alguien que al tener, pierde; por desgracia, muchos en casos semejantes no aprenden ni cambian como han sido ni en su manera de relacio-narse con los demás. La diferen-cia está en ser necio o sabio. La sabiduría no viene sola ni es gra-tuita. Se gana con lo que se vive y generalmente es con lo difícil. El dolor nunca está para hacernos sufrir y quedarnos como víctimas, tiene un sentido más importante: es para enseñarnos a corregir ca-minos y saber cómo vivir más dig-na y felizmente.

Hablamos de dos verbos que aparentemente son lo mismo: mi-rar y ver. En realidad lo que hace la diferencia es precisamente la sa-biduría. En el primero los ojos sir-ven para lo aparente o ilusorio y para quedarnos en un mundo de ensoñación que, tarde o tempra-no, puede llevarnos a las pesadi-llas que vivimos. Mientras que ver es mucho más que un acto ocular. Se trata de ver desde el alma, con lo que se ha crecido y la concien-cia que se haya desarrollado, para ni estar en un mundo de ensoña-ción, ni estar en un mundo de pe-sadillas. Ver con sabiduría es, en el fondo, ver desde el corazón y des-de la cabeza, donde ambas pers-pectivas no se pelean pues llegan a entender lo mismo.

El autor es licenciado en psicología y filosofía con maestrías en terapia familiar y de pareja. Tera-peuta, catedrático universitario y conferencista. [email protected]

Crecimiento personal

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10 Presencia Apostólica

En nuestra niñez escucha-mos muchas veces: “Si no tienes éxito a la primera, trata una y otra vez hasta que lo obtengas.” Esas pala-

bras de sabiduría son reales, pero por alguna extraña razón las olvi-damos cuando crecemos.

Cierto es que como niños ni no-sotros ni nuestro entorno renuncia-ríamos fácilmente a alcanzar ciertos logros básicos como caminar y ha-blar, y más adelante leer y escribir. En el proceso de adquirir esas ha-bilidades y conocimientos apren-demos también a levantarnos des-pués de las caídas. Pero, ¿en qué momen to comenzamos a renunciar a aprender? ¿Por qué muchas veces

los adultos actuamos como si ya no tuviéramos nada que aprender?

Miedo al fracaso y necesidadde aprobación

Con frecuencia lo que nos detiene es el miedo a fracasar. No nos permi ti-mos iniciar un nuevo proyecto por pen samientos negativos o por temor a defraudar las expectativas de per-so nas importantes en nuestra vida.

Nuestros proyectos necesitan la energía sufi ciente para sostenerlos y llevarlos a cabo, así como sabiduría para entender y aceptar que a veces las cosas no salen a la primera y que necesitamos insistir, cambiando es-trategias, para llegar a la meta.

Es importante medir nuestra ca-pacidad de logro de menos a más,

logrando primero las cosas peque-ñas y sobre esos pequeños logros, ir dimensionando nuestros proyectos hasta conseguir una seguridad que por consecuencia reforzará nuestra autoestima, y a partir de ahí direccio-nar nuestras herramientas y energía hacia nuestro objetivo.

Algo muy importante es no es-tar continuamente comparándonos con otros, ya que lo que para una persona es un logro extraordinario, para otra puede no signifi car nada. Tampoco podemos depender de la aprobación de nadie, pues aunque nos importe agradar a nuestra fa-milia y amigos, nuestros proyectos son principalmente algo personal. La experiencia de equivocarnos

El aprendizaje se da con aciertos y desaciertos, cualquier desacierto nos lleva a intentar alcanzar nues-tra meta por otros caminos.

Entonces el proceso del des-acierto nos dará lecciones que nos ayudarán en casi todas las áreas de nuestra vida; y qué maravilloso sentimiento tenemos cuando por fi n logramos pasar por todo el pro-ceso y logramos alcanzar algo im-portante para nosotros. Algo que nos permitirá recorrer el camino del éxito. Ese algo es la determina-ción y el deseo de alcanzar nues-tra libertad y nuestro éxito.

Desafortunadamente también se nos enseñó cuando éramos ni-ños, que fallar y fracasar es malo. Si teníamos malas califi caciones éramos castigados, o, peor que eso, debíamos repetir el año escolar, sintiendo que todos nos veían como unos perdedores.

En nuestra etapa adulta no hay gran diferencia con aquellas expe-riencias. Por ejemplo, nadie nos dará un aumento o una posición de más responsabilidad, si segui-mos fallando en las fechas de en-trega. No obstante, mantenernos paralizados por el miedo a fracasar es el mayor de los fracasos.

10 Presencia Apostólica

Desarrollo humano

¿Por qué elijoperdonar?

El éxitose construye

sobre los fracasosGylda Valadez Lazcano

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Presencia Apostólica 11

Cuando aprendemos a capi-talizar el fracaso, es decir a sacar-le algún provecho, éste se vuelve experiencia y aprendemos de él, y entonces aparece la paradoja: el fracaso puede resultar ser más mo-tivador que el éxito, si se aprende a asimilarlo.

La clave está en persistir en el intento de construir un sueño, un trabajo, un proyecto y tener la motivación personal suficiente como para poder aceptar los fra-casos como el motor que nos mo-tive para seguir adelante.

La motivación es el combusti-ble que nos permite llevar a cabo lo que nos planteamos. Las per-sonas motivadas tienen empuje, dirección y resolución para lograr sus objetivos. En los momentos en los cuales no conquistamos los ob-jetivos, es donde entra en acción la automotivación, funcionando como una brújula que nos orienta hacia el logro.

Nuestro éxito está muy rela-cionado con nuestro autoconoci-miento, autoestima y confianza en nosotros mismos, con la motiva-ción y pasión con que actuamos en las acciones que emprende-mos, con los conocimientos, con la constancia, tolerancia, dinamis-mo, seguridad, responsabilidad y, sobre todo, con la perseverancia.

Si Tomás Alva Edison no hubie-ra sido perseverante y no hubiera aprendido de sus fracasos, no hu-biera descubierto la bombilla, él decía: “No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla.”

Pero alcanzar un objetivo no significa que ya estemos permanen-temente “realizados” pronto tendre-mos que establecer más objetivos que nos mantengan en crecimiento, mientras tengamos vida. Decía Nel-son Mandela: “Después de escalar una montaña muy alta, descubrimos que hay muchas otras montañas por

escalar.” De manera que no hay tal cosa como “el éxito” o “la felici-dad” como estados permanentes en los que pretendamos “estacionar-nos”. Eso de “y vivieron felices por siempre…” es puro cuento.

Entonces podemos interpretar que un logro, nos lleva a descu-brirnos y re-descubrirnos y ampliar nuestro panorama para saber que siempre tendremos nuevos retos para probar que nuestro acero per-sonal se templa con ahínco, pasión y perseverancia.

Cada fracaso nos enseña algo que necesitamos aprender

En cada experiencia hay apren-dizajes que como seres humanos necesitamos atender como áreas de oportunidad. También convie-ne estar conscientes de que en mu-cho de lo que realizamos se puede aplicar la “ley de la atracción” que es la idea de que los pensamien-tos (conscientes o inconscientes) influyen sobre las vidas de las per-sonas, argumentando que son uni-dades energéticas que devolverán a la persona frutos de su propia naturaleza; entonces si a nuestros planes y proyectos los cargamos de dudas, miedos, confusión, pues ya podemos entender por qué razón no se concretan nuestras metas.

Por el contrario, si mis pensa-mientos son de esperanza, valor y buena voluntad, crearán vibracio-nes de fuerzas semejantes, y esto favorecerá que veamos coronados nuestros proyectos.

Nuestra biografía se vuelve bio-logía, necesitamos revisar las “pro-fecías de nuestros padres” (que son las cosas que nos dijeron desde pequeños); pues de ahí puede deri-var mucho de lo que ahora tene-mos como auto-concepto. Un buen auto-concepto nos lleva a confiar, en tanto que uno negativo nos lle-va al auto-boicot.

Necesitamos estar atentos para aprender a auto-observarnos y en-

tender de dónde vienen los mie-dos y la inseguridad; para sembrar buenas semillas que nos darán una cosecha productiva. Y cuando las cosas se detengan o compli-quen, pensar que quizá ese no era el momento para emprender algo, y estar atentos a saber que cada cosa tiene su tiempo y su espacio, sin que esto merme nuestra segu-ridad, y mucho menos nos lleve a dejar de incluir en nuestro pro-yecto de vida, nuevas metas; y en cada proyecto o camino de nues-tra vida, tener los pies en la tierra y los ojos en las estrellas.

Los procesos para lograralgo se toman su tiempo

Comencemos a entrenarnos día con día en esta forma de estar en la vida, de considerar que las co-sas se construyen día a día, de a poquito, hasta lograr el objetivo final. Por ejemplo si queremos re-ducir nuestro peso corporal, será importante hacerlo de manera gradual y aprender qué alimentos y qué hábitos son más saludables para nuestro cuerpo, porque si sólo restringimos súbitamente nuestra alimentación, podríamos sufrir una descompensación. Y así es en todo. No es posible que iniciemos un proyecto poniéndonos trampas mentales y pensando que algo que se llevó tiempo, ahora lo vamos a erradicar en un momento. Creo que paso a pasito podemos avan-zar hasta que en un momento dado nos demos cuenta del largo camino que hemos transitado.

Hay que pensar que la tierra es una escuela y que esas lecciones evolutivas que hemos dejado pen-dientes como la paciencia, la tole-rancia, la aceptación y otras cosas más son necesarias para crecer y trascender nuestra vida, nuestros sueños y nuestros aprendizajes.

Desarrollo humano

Presencia Apostólica 11

La autora es [email protected]

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12 Presencia Apostólica

Tiempo de Adviento

Al invocar al Espíritu Santo decimos: “Ven Espíritu Santo!”, cuando rezamos el Padre-nuestro decimos: “Venga a nosotros tu Rei-no!” y la última frase de la Escritura dice: “Ven, Señor Jesús.”¿Qué implica, pues, el

tiempo litúrgico llamado Adviento?Recuerdo que cuando era niño me gustaba acos-

tarme sobre el césped en un parque y ver hacia arri-ba, hacia el fi rmamento y, fi jando mi vista en el cie-lo, me preguntaba: ¿Qué habrá más allá de donde llega mi vista?, ¿se acaba el cielo o no se acaba?” Y me quedaba pensativo, mirando y mirando… Ese tipo de preguntas nos las hemos hecho alguna vez en nuestra vida, de una manera o de otra: ¿qué hay más allá?, ¿a dónde me gustaría ir?, ¿qué es-pero yo de lo que ha de venir?, ¿qué será distinto de lo que hoy es?...

Ciertamente que hoy se habla más de lo que es (postmodernismo), pero no podemos jamás, como seres humanos, prescindir de lo que será o de lo que todavía no es. Y aunque ciertamente lo que es-toy viviendo ahora, es lo único mío (lo pasado ya no lo tengo y lo futuro todavía no llega), el ser hu-mano es defi nitivamente proyecto: lo que todavía no vivo, pero espero, es lo que le da la intensidad y la calidad a lo que estoy viviendo hoy. Y si la vida es fundamentalmente crecimiento, lo que le falta a mi vida es todavía más importante de lo que ya viví. Y así, si voy a vivir eternamente, mi vida, por muy larga que ya haya sido, ¡está todavía en la “prehis-toria” de lo que será!

Nosotros celebramos en estos días el “Advien-to”, es decir que esperamos “algo” o a “alguien”. Adviento signifi ca precisamente eso, esperar, tener esperanza, tener expectativas. Y ¿cómo comienzan las expectativas? Comienzan de la insatisfacción; por muy contento que me encuentre con lo que soy

o con lo que tengo, la insatisfacción, el deseo de algo mejor, es todavía más fuerte. Porque el ser hu-mano estuvo insatisfecho de arrastrar o cargar las piedras, inventó la rueda; cuando caminando se dio cuenta de que podía ir más rápido en una carreta tirada por caballos, inventó la carroza; cuando la carroza no le satisfi zo lo sufi ciente, inventó el auto-móvil y cuando este tampoco le satisfi zo inventó el aeroplano y así, sucesivamente…

Por supuesto que existen insatisfacciones mayo-res, aquellas que tocan al mismo ser humano o a sus relaciones con los demás y con el mismo Dios: El hambriento, insatisfecho con su hambre, busca satis-facerla; el enfermo, insatisfecho con su enfermedad, busca curarla; el preso, insatisfecho de vivir en una celda, buscará la libertad; el pecador, más allá de su pecado, busca la paz del alma y una felicidad más profunda; el verdadero amante quiere amar siempre más y más, es insaciable…

Como la palabra Adviento está fundamental-mente relacionada con la venida de Jesús, po demos preguntarnos ¿qué esperaba el pueblo judío en el tiempo de Jesús? La situación no era muy buena que digamos: Todo el pueblo se sentía subyugado por el poder romano.

Para algunos la liberación debería venir por in-tervención directa de Dios, sin mediación humana. Para los fariseos debería venir el Mesías en forma de maestro que les explicara los puntos oscuros de la ley. Otros, como los Esenios, esperaban a un Mesías que fuese como un gran sacerdote.

Sin embargo, la opinión más difundida era la de esperar a un Mesías de naturaleza política que fuera capaz de liberar al pueblo. Incluso algunos espera-ban esto con la fuerza violenta, como los zelotes. Solo los saduceos no esperaban, ni deseaban nin-gún cambio: eran la clase directora y por causa de

Adviento,espera

¿de qué?Román Ángel Moreno, CMF

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Presencia Apostólica 13

Teléfono abierto

Ustedes, los ricosErnesto Bañuelos C.

su poder no deseaban que las circunstancias cam-biasen, quitándoles sus privilegios.

Y si así era con aquel pueblo entonces, ¿cómo es conmigo ahora? Cuando trato de vivir este Ad-viento y cuando en este tiempo digo: ¿Cuáles son mis insatisfacciones? ¿Cuáles mis expectativas y mis esperanzas? ¿Exclamo ““¡Ven Espíritu Santo!” “¡Ven Señor Jesús!” para que me libre, tal vez, de mi inse-guridad y miedos? ¿Para que me ayude a superar aquella falta que no sólo me hace sufrir a mí, sino también a otros? ¿Para que me atreva a dar aquel último paso que no me atrevo a dar? Para que ame a Dios sin condiciones ni medida? ¿Exclamo: “¡Venga tu Reino!” para que sea yo capaz de comprometer-me en alguna forma para no ser sólo espectador ante la dramática situación que está viviendo mi país?

O, por el contrario, no espero nada para no vi-vir la decepción de no verlo realizado o, como los saduceos ¿no espero cambios para que no cambie mi situación segura y tranquila?

Cuando tememos en alguna forma a lo nuevo por lo que implica de renuncia y esfuerzos en rea-comodarnos, ayuda mucho pensar también en la satisfacción y alegría que viene después del cam-bio realmente esperado o incluso ansiado:

Pensemos en aquel leproso que exclamaba :”Je-sús, Maestro, apiádate de mí!” y después, cuando había sido curado, se postra a sus pies y le agrade-ce enardecido (Lc 17,15).

O aquellos dos ciegos a los cuales había res-pondido Jesús: “¡que les suceda según han creí-do!” y después de haberles abierto los ojos sa-lieron a difundir la noticia ante todo el pueblo” (Mt 20,30-34).

O como aquella pecadora perdonada que con lágrimas de alegría humedecía los pies de Jesús y los secaba después con sus propios cabellos (Lc 7,36-50).

O como la suegra de Pedro que después de ha-ber sido curada se puso a servirles a la mesa llena de alegría (Mc 1,30-31).

Una cosa es cierta: la respuesta a nuestras ex-pectativas dependerá de nuestra fe y esperanza: “que te suceda según has creído”, pero además superará esas expectativas, porque Dios no se deja ganar: “…aún verás cosas mayores…Verán los cie-los abiertos y los ángeles de Dios subiendo y ba-jando sobre el Hijo del Hombre” (Jn 1,50-51).

¡Todo eso significa Adviento!: Esperar y gozarse con la llegada de lo esperado, aunque a veces tam-bién implique dolor entrar en la plenitud de la vida con todas sus estimulantes inseguridades.

La Comisión Nacional de Población (CONAPO) informó que México cuenta en la actualidad con 108.4 millones de habitantes (mediados del 2010) y, de ellos (en 2006) alrededor de 55 millones y medio vivía en pobreza inaceptablemente alta.

¿Me encuentro yo entre ellos? ¿Acaso por no ser de este número me preocupa poco su situación? ¿Qué me ha dicho al respecto mi vida espiritual? ¿O he llegado a pen-sar que por una parte está mi vida del espíritu y, por otra, mis relaciones laborales y sociales? ¿Pienso que lo impor-tante es estar bien con Dios y lo demás vendrá después?

Si fuera afirmativa mi respuesta a estas últimas pregun-tas, la suerte está echada. Sí soy de los más pobres de México... en mi vida espiritual. En verdad me encuentro entre los más alejados de Jesucristo. Lo invito a leer el capítulo 12 de la 1ª Epístola de san Pablo a los Corintios. Aquí nos hallamos con la vida del Espíritu porque, dice él, a todos se nos ha dado a beber del único Espíritu.

San Pablo se vale de la comparación del cuerpo que es uno solo aunque tenga muchos miembros. “Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo podríamos oír? Y si todo el cuerpo fuera oído, ¿cómo podríamos oler” (v. 17). “Dios dispuso el cuerpo, dando más honor al que le faltaba para que no haya divisiones, sino que más bien cada uno de los miembros se preocupe de los demás” (vv. 24-25).

En seguida el Apóstol enumera varios dones o carismas del Espíritu, a los que llama ministerios, o sea servicios, lo que significa que no son para lucirse sino para manifestar el obrar de Dios, quien los reparte a cada uno como quiere (v.11). En otras palabras, el Espíritu Santo da lo que necesita la Iglesia en tal lugar y en tal momento, y en este momento lo que anhela la Iglesia –consiguientemente la espirituali-dad del laico– es la construcción de un mundo justo.

¿Qué más necesita nuestra fe en Jesucristo, alimenta-da por la Palabra de Dios y por el Cuerpo de Jesús, impul-sada por el Espíritu Santo, para que se desarrolle en esta época? Por favor vuelva a leer el capítulo que mencio-namos de la Carta a los Corintios, luego el capítulo 13 y juntos hallemos la respuesta.

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14 Presencia Apostólica

Viena es una ciudad encantadora. En las piedras y edificios de su parte más antigua aún permanece el mítico olor de las bebidas exóticas que ahí se be-bieron por primera vez en todo el im-

perio austro-húngaro, como fueron el chocolate de América y el café de Turquía. Y aún se recuerdan las voces de los incrédulos que paseaban por sus calles en el siglo XVII, cuando el aroma del café invadía todos los rincones:

—Esta nueva bebida tiene un olor muy sugerente.—Sí, mi amigo, pero ¿a quién le va a gustar su

sabor tan amargo? Esos que han invertido su dinero en comprar tanto grano de café pronto se verán en la ruina. Pero se equivocaban, pues muy pronto el café rebasaría todas las fronteras y le declararía una guerra encarnizada al té.

Y precisamente en un pequeño establecimiento en donde se servía café, en 1853, es donde comien-za nuestra historia. La pareja que había entrado per-tenecía a la alta sociedad vienesa. La gente como ellos acudía al café a media tarde en los días de fiesta.

Como era domingo habían ido al café. Después de cumplir con el rito de saludar a los conocidos, se sentaron en una mesa prácticamente reservada para ellos. A las sonrisas y a la locuacidad que acababan de mostrar, les siguió un terrible mutismo al momen-to de sentarse solos a la mesa. Como había que disi-mular, ella sacó del bolso su abanico de madreperla para abanicarse por pura pose y le comentó a su marido lo que las malas lenguas decían de las per-sonas que acababan de saludar. Ella hablaba como una actriz que cumple un papel, como si quisiera llenar el espacio que los separaba, sabiendo que su esposo no la escuchaba.

Llegó el camarero. Ellos pidieron lo que todos pe-dían a esa hora: café acompañado con una pequeña y fina barra de chocolate.

El camarero se retiró. Ella miró a su marido que preparaba su pipa y después miró a su alrededor. Las otras parejas también disimulaban. Pocos disfrutaban y sonreían francamente. En cuanto a ellos, a pesar de llevar pocos años casados, eran ya muchas las cosas que los separaban.

Él encendió la pipa. Ella continuó hablando. Él de vez en cuando decía algún monosílabo. Era parte del disimulo. Una de las máximas de la vida social ha sido siempre: “Vivirás oculto”. Todos debían creer que eran una pareja muy feliz.

Cuando el camarero llegó a servirles, ella guar-dó silencio para evitar que pudiera enterarse de algo. Comenzaron a beber el café. Ella siguió hablando. Mientras caía la lluvia de palabras sobre la mesa, ella podía darse cuenta de que la mente de su marido estaba en otra parte.

Cuando terminaron de tomar el café se despidie-ron de los conocidos, una vez más entre sonrisas y palabrería. Muy pronto estaban los dos en la calle, lis-tos para cumplir el último rito del día: acudir a oír val-ses y bailar en el exclusivo Casino Dommayer, donde entre otros músicos, tocaba un tal Johann Strauss. Así pues a paso lento y en silencio, se encaminaron por las calles de Viena. Atravesaron la Auhofstrasse y, al llegar a la esquina de esta calle con Dommayergasse, oyeron gritos de terror de algunas mujeres. Al dar la vuelta, vieron cómo la gente se pegaba a las casas, dejando paso libre por la calle. Muy pronto pudieron ver con espanto por qué.

Un hombre grotescamente vestido iba por la calle con un cráneo en la mano y diversos huesos humanos que le salían de los bolsillos del desgastado traje. Con ojos desorbitados, mientras le corría la saliva por la boca que sostenía un fémur, iba mostrando a los pea-tones, el cráneo que llevaba en la mano. El “Doktor

14 Presencia Apostólica

Historia para meditar

Una tarde en VienaEnrique A. Eguiarte, OAR

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Presencia Apostólica 15

Geist”, que era como lo conocía el populacho, era un pobre hombre que, aunque había ejercido la medici-na algún tiempo, había perdido la razón buscando en qué lugar del cuerpo se hallaba el alma humana.

Cuando el extraño personaje se acercó a nuestra pareja, la esposa se abrazó a su marido. Mientras el “Doktor Geist” les mostraba grotescamente el cráneo, les decía, como a otras personas, lo que él creía que era su gran descubrimiento: que el alma no estaba dentro del cráneo.

El esposo, al ver que el “Doktor Geist” se dirigía hacia ellos, había sentido el deber de proteger a su esposa. Y así, cuando ella se había abrazado a él, él la había envuelto en sus brazos. Cuando el inofen-sivo hombre ya se había alejado, algo se rompió en el interior del esposo y de pronto tomó conciencia del ser que tenía entre sus brazos. Notaba su respi-ración acelerada y percibía el latido precipitado de su corazón, su fragilidad y el delicado aroma de su perfume. Todo esto lo hizo estremecerse.

Ella en su interior también sintió que algo se rompía. Se sentía muy asustada, pero a la vez segura por los brazos que la rodeaban. Podía percibir la respiración serena de su esposo y el latir acompasado de su corazón.

El instante que permanecieron abrazados fue bre-ve, pero intenso. Cuando, por fin, el desequilibrado personaje desapareció por una bocacalle, cesó el terror, y los paseantes reiniciaron su camino.

Nuestra pareja lentamente se soltó del abrazo y ambos se sorprendieron pues los ojos de uno bus-caban los del otro. Y fue entonces cuando él se dio cuenta de que hacía mucho tiempo que no abraza-ba a su mujer y que no la miraba a los ojos. Y ella también se percató de que ya no recordaba la última vez que había mirado a los ojos a su marido. Sus miradas acabaron de romper en el interior los muros que ambos habían dejado que los problemas y la ru-tina de cada día construyeran. Se abrazaron de nue-vo, experimentando cómo las antiguas brasas de su corazón volvían a arder en un fuego que quemaba muchas cosas del pasado. Entonces, tomaron con-ciencia de que era preciso seguir su camino. Una pareja de amigos que pasó a su lado les dijo:

—¡Vaya susto nos ha dado el “Doktor Geist”!—¡Sí!, –dijo el marido como quien va saliendo

de un sueño–, vaya que nos ha dado un susto.Continuaron su camino. Él sintió la necesidad de

posar su brazo sobre los hombros de su esposa y ella de reclinar su cabeza sobre él mientras caminaban.

Al llegar al teatro, a ambos les pareció más gran-de y luminoso. Y mientras él le ayudaba a quitarse el

abrigo, ella no pudo sino sonreír. Y él pensó: “¿Hace cuánto que no la veía sonreír?” No se acordaba, pero el rostro de su esposa se llenaba de luz con esa sonrisa franca y espontánea. Él también sonreía. Y ella pensó: “¡Cuántas sombras se extinguen con la luz de una sonrisa!”

Al entrar a la sala, ambos sentían la necesidad de estar unidos por la música, al ritmo del clásico vals vienés. Por ello, saludaron rápidamente a los cono-cidos y se dirigieron a la pista donde ya se podía ver a otras parejas que bailaban monótona y maquinal-mente, como parte del rito del domingo por la tarde. Para ellos fue como su primer vals.

Cuando él la tomó entre sus brazos pensó: “He sido un necio, lo tengo todo para ser feliz y, sin em-bargo, he permitido que las preocupaciones y la rutina de todos los días me lo impidan. Esta mujer maravillosa me ama y yo también la amo. Esta tarde Dios me ha recordado que me la había encomen-dado para que yo la hiciera feliz y que sólo así yo también podría ser feliz.”

Ella mientras bailaban pensó: “Qué necia he sido. He dejado que la cotidianidad y la rutina fueran apa-gando el amor, olvidándome de renovarlo cada día y de que en medio de lo ordinario es donde se realiza lo extraordinario del amor. El amor es un fuego capaz de quemar todos los cansancios y la monotonía y de calentar incluso en medio del invierno más crudo. Esta tarde me di cuenta de que amo a mi marido y de que él también me ama. Dios quiere que seamos felices, juntos en toda circunstancia.”

Ambos lo tenían todo para ser felices y finalmen-te se habían dado cuenta de ello. Una pareja que pasó a su lado, todavía instalada en el mundo del disi-mulo, no pudo sino envidiar el amor que irradiaban. Los amigos que los veían se sorprendían. Algunos pensaban que tal vez siempre se habían amado así, otros pensaban que eran unos maestros de la simu-lación y otros no se podían explicar lo que había pasado. Ellos tampoco lo podían explicar, pero sa-bían del tesoro que llevaban entre sus manos y del gran don que Dios les había hecho. Y desearon que todas las parejas pudieran algún día derribar los mu-ros que les impedían ser felices.

Un domingo por la tarde cuando ya eran ancianos y sus hijos ya había hecho sus vidas, volvieron al lu-gar donde el “Doktor Geist” los había asaltado con su cráneo y, sin decirse nada, se volvieron a abrazar…

Algunos dicen que en ese momento por la anti-gua bocacalle se asomó un extraño hombre con un cráneo en una mano y que, a pesar del fémur que llevaba entre los dientes, sonreía…

Historia para meditar

Presencia Apostólica 15 Presencia Apostólica 15

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16 Presencia Apostólica

k Fe y vida

Tolerancia es el respe to hacia ideas, creencias o prácticas cuando son diferentes o contrarias a las propias. Por tanto,

la intolerancia se defi ne como “la falta de la habilidad o de la voluntad de tolerar algo”. Es cualquier acti-tud irrespetuosa hacia opiniones o características diferentes de las propias. El intolerante considera que ser diferente equivale a no ser igual en cuanto a derechos. Puede asumir varias formas afi nes, todas las cuales coinciden en ser mani-festaciones de una exagerada va-loración de la propia identidad:

La intransigenciaEs la “condición de quien no tran-sige o no se presta a transigir”. En el plano intelectual, supone cier-ta dureza y rigidez en el manteni-miento de las propias ideas o ca-racterísticas, que se tienen como absolutas e inquebrantables1. El intolerante confunde la condes-cendencia con la claudicación, y justifi ca su infl exibilidad como “constancia y fi rmeza de ánimo para no conmoverse ni doble-gar se”. En el fondo −como todo fanatismo− esa aparente convic-ción esconde una inseguridad en los propios planteamientos, por lo que uno se pone una coraza defensiva, que con frecuencia se convierte en agresividad contra quienes piensen diferente.

La intransigencia escoge distin-tos objetos y asume diver sas ma-nifestaciones. En cualquier caso, siempre supone una diferencia respecto a lo considerado normal o correcto por quienes juzgan. Al-gunas de estas manifes taciones dadas a lo largo de la historia son muy conocidas por todos; pero en

realidad es un fenó meno sutil que puede identifi carse continuamen-te en cualquier entorno y se halla presente en la vida cotidiana. Vea-mos algunas de sus formas:

Discriminación.- Trato desi gual dirigido hacia grupos o per sonas por el simple hecho de que éstos piensen, actúen o simplemen-te sean de manera diferente y a quienes se considera inferiores. Son “los otros”, respecto a un “no-sotros”, a quienes se veja, maltra-ta o simplemente se les priva de ciertos derechos.

Segregación.- Consiste en se-parar o apartar de la conviven cia común de la sociedad a cierto grupo de personas. La segrega-ción puede presentarse de varios modos, esto dependiendo de la cultura o del contexto histórico en el que ocurra. Se puede dar en to-dos los ámbitos de la vida pública, tanto en lo político, económico, social, cultural, como en las ins-tituciones públicas de salud, en la esfera educativa.

Exclusión.- Cuando se trata de expulsar a los otros del propio espacio de convivencia. Difi ere de la segregación en que confi na al grupo excluido a cierto espacio asignado expresamente para ellos (los ghettos, las “reservas”, etc.). La marginación es una for-ma de exclusión que expulsa de ciertos ambientes hacia los már-genes o periferia social a grupos de condición social “inferior”.

Algunas manifestaciones de la intolerancia

1. El sexismo.- Suele darse preferentemente entre varones, quienes consideran y tratan a las mujeres como seres inferiores, a las que se debe dominar y subor-

dinar (machismo). La mujer sigue considerándose como simple objeto de placer y su voz cuen-ta aún poco en los espacios de toma de decisiones.

2. Homofobia.- Es la discri-minación de personas debido a su orientación sexual. Se mani-fi esta en burlas y escarnios; pero a veces se les priva del trabajo o de la escuela. En casos extre-mos, se llega al homicidio (en un estudio realizado en 2008, Méxi-co se coloca detrás de Brasil en cuanto a homicidios de homo-sexuales, con 420 homicidios en 11 años, aparte de otros 800 que no se denunciaron).

3. Racismo.- Se refi ere a los actos inhumanos cometidos para instituir o mantener la dominación de un grupo racial sobre cual-quier otro grupo racial, a fi n de oprimirlo sistemáticamente. Se manifi esta tanto en el acceso a los recursos básicos (propiedad, trabajo, sanidad, educación, su-fragio político, etc.) así como en otras facetas como la separación de barrios, atentar contra su inte-gridad física o contra su libertad, tomar medidas destinadas a im-pedir su participación en la vida política, social, económica y cul-tural del país; explotar el trabajo de ciertos grupos raciales, some-tiéndolos a trabajos forzados.

4. Xenofobia.- Es el odio a los extranjeros. Actualmente se está dando en países receptores de emigrantes, llegando a la formación de grupos neonazis que ejercen la violencia hacia los emigrantes.

5. Etnocentrismo.- En el se-gregacionismo de carácter étni-

16 de noviembre,DÍA INTERNACIONAL PARA LA TOLERANCIA

1 FERRATER MORA, José. Diccionario de fi losofía, Ariel, Barcelona, 1980, p. 3267

Enrique Marroquín, CMF

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Presencia Apostólica 17

k Fe y vida

co la discriminación se produce ante la población perteneciente a un mismo grupo racial pero que presenta algunas particula-ridades sociales y culturales di-ferenciadoras con respecto a la población dominante. El ejemplo arquetípico de este caso lo cons-tituye el sistema de castas hindú; otro ejemplo se da en Estados Unidos entre las personas de color negro y las de color blanco (población dominante).

6. Clasismo.- La división so-cial en clases sociales, respecto al lugar que se ocupe en la produc-ción y distribución de los bienes es, ya de por sí, injusta. A esto se añaden aspectos culturales, pues los grupos económicamen-te más favorecidos suelen crear espacios “exclusivos” (que son, por tanto, excluyentes), reserva-dos especialmente a los de su condición social, prohibiéndoles el ingreso a quienes no pertenezcan a este estrato (puede ser simple-mente elevando artificialmente los precios de consumo, como en los servicios “VIP”).

7. Religión.- No hace mucho tiempo, la religión se ligaba a determinado territorio o cultu-ra. Por tanto, se expulsaba del país a personas que practicaban otra religión o lo que se conside-rara herejía. La vida moderna, con

contingentes migratorios notorios, hace que ahora puedan coexistir en el mismo territorio. Sin embar-go, el grupo mayoritario tiende a restringir la libertad de culto (cons-trucción de templos, manifesta-ciones públicas, símbolos, etc.). Las guerras de religión, dado que suelen ligarse a los nacionalismos, son las más crueles. Los segrega-cionismos sexuales y religiosos son quizá los más representati-vos en la historia y la diversidad humana, debido al hecho signi-ficativo de que ambos factores constituyen dos de los principa-les universales culturales relativos al conjunto de la especie.

8. Ideología.- El segregacio-nismo ideológico se vincula al desarrollo de doctrinas eminen-temente políticas para la ges-tión local, regional y estatal en contraposición con el tradicional régimen único propio de las so-ciedades arcaicas en el cual se entremezclan atribuciones políti-cas y religiosas en un mismo gru-po dominante.

9. Capacidades diferentes.- Las personas con capacidades diferentes satisfacen con ma-yor dificultad sus propias necesi-dades, pero a ello se aúna la falta de conciencia de la sociedad que podría darles sin mayor dificultad algunas facilidades.

La tolerancia es una virtud civil muy demandada en sociedades pluralistas, como son todas las modernas. Ya pasó el tiempo de espacios homogéneos de con-vivencia, y ahora vivimos en am-bientes en los que continuamente encontramos personas diferentes. La tolerancia es una condición in-dispensable para nuestras socie-dades plurales, pues como de-cía Rabindranath Tagore, premio Nobel de la India, “donde no hay coexistencia hay codestrucción”. La Organización de las Naciones Unidas, el organismo internacio-nal más preocupado por los de-rechos humanos en el mundo, propugna actitudes tolerantes, y muchos son los gobiernos, como el mexicano, que han firmado su compromiso para educar y garan-tizar la convivencia entre diferen-tes. Un paso delante de la mera tolerancia es el diálogo, que nos permite abrirnos a los demás.

Los cristianos tenemos un in-mejorable ejemplo en la persona de Jesús. La tolerancia era uno de sus rasgos principales. En la Pales-tina de su tiempo existía gran ex-clusión. Por ejemplo, las mujeres estériles eran discriminadas; a los niños, cualquier adulto podía or-denarles los servicios que fuesen. La obsesión por la pureza ritual lle-vaba a excluir a muchos conside-rados como “impuros”: los enfer-mos eran posesión de demonios, especialmente los leprosos. Je-sús se hacía rodear de todos ellos: publicanos, prostitutas, enfermos, ex-endemoniados, mujeres, etc. Todo mundo era incluido en su proyecto del Reino de Dios. Más aún, superando la mera “toleran-cia” o aceptación forzada, habla-ba de amor a ellos, e incluso, eran objeto de sus preferencias, pues es a partir de los últimos desde donde se construye su proyecto de fraternidad universal.

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18 Presencia Apostólica

Historia para meditarDe la Palabra a la acción

LaPalabranoviembre-diciembre

Noviembre 2Todos los fi eles difuntosMt 25,31-46

(…) Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hom-bre, rodeado de su gloria, acom-pañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. En-tonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él aparta-rá a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ove-jas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospeda-ron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me vi-sitaron, encarcelado y fueron a verme.» Los justos le contestarán entonces: «Señor, ¿cuándo te vimos ham-briento y te dimos de comer, sediento y te dimos de be-ber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?» Y el rey les dirá: «Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignifi -cante de mis hermanos, conmigo lo hicieron.»

Entonces dirá también a los de la izquierda: «Apár-tense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, prepara-do para el diablo y sus ángeles; porque estuve ham-briento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encar-celado y no me visitaron.»

Entonces ellos le responde-rán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de foras-tero o desnudo, enfermo o en-carcelado y no te asistimos?» Y él les replicará:«Yo les ase guro que cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insigni-ficantes, tampoco lo hicieron conmigo.» Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna.”

El evangelio de hoy nos habla del juicio fi nal. Antes se nos ha-bló de preparación y vigilancia y aquí se nos dice qué es lo que esto signifi ca en la práctica.

Jesús nos enseña que nuestro amor a Dios debe ex presarse en buenas obras hacia los demás. De acuerdo con esto, el juicio se basa principalmente en el bien que hayamos hecho a otros y en especial a los más necesitados.

Cristo se identifi ca con los que sufren y noso-tros debemos tener la capacidad de ver su rostro en los miembros más marginados y necesitados de nuestra sociedad.

Al celebrar a todos los fi eles difuntos recorda-mos nuestra fe en la comunión de los santos que es la unión de vivos y muertos por la que todos los miembros de la Iglesia siguen perteneciendo a nuestra comunidad. En esta fi esta de los fi eles difuntos cele-bramos la resurrección y la vida eterna.

¿Cómo celebras y vives tu esperanzaen la resurrección de los muertos y

la vida eterna?

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Presencia Apostólica 19

Noviembre 6DomingoMt 25,1-13

(…) Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a aquellas diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, pre-visoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previso-ras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó un grito: «¡Ya viene el espo-so! ¡Salgan a su encuentro!» Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparan sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: «Dennos un poco de aceite, porque nuestras lámpa-ras se están apagando.» Las previsoras les contestaron: «No, porque no va a alcanzar para ustedes y para no-sotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo.»

Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el espo-so, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: «Señor, señor, ábrenos.» Pero él les respondió: «Yo les aseguro que no las conozco.»

Estén, pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora.”

La parábola nos hace ver la sabiduría de las jóvenes que tenían aceite de reserva porque sabían la importancia de lo que esperaban. No es que estas jóvenes previso-ras estuvieran inquietas, pues ellas durmieron como las otras, pero con la diferencia de que estaban prepara-das para la llegada del esposo, aun si este se demoraba.

Cultivar nuestra espiritualidad nos dará mayor sabiduría y es una forma de estar preparados para el encuentro con Cristo. Somos invitados a cultivar nuestra “sabiduría” ante la vida y ante la muerte y esta se logra en nuestro encuentro diario y constan-te con Cristo, la Sabiduría de Dios.

¿De qué manera mantengo mi actitud de vigilancia en la vida para responder a lo que Dios quiere de mí?

Noviembre 13DomingoMt 25,14-30

Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes (…) según la capacidad de cada uno, y luego se fue.

(…) Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.

Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: «Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco que con ellos he ganado.»

Su señor le dijo: «Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor.»

Se acercó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: «Señor, dos talentos me dejaste; aquí tienes otros dos que con ellos he ganado.» Su señor le dijo: «Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor.»

Finalmente, se acercó el que había recibido un ta-lento y le dijo: «Señor, yo sabía que tú eres un hombre

duro que quieres cosechar lo que no has plantado y re-coger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.» El señor le respondió: «Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que a mi regreso lo recibiera yo con intereses? Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco se le quitará aun eso poco que tiene. Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación».”

Esta parábola también hace referencia a la conduc-ta cristiana en relación con el esperado regreso de Cristo. En ella la palabra “talento” se refiere a una moneda, pero esta palabra también hace referencia a las capacidades con las que contamos cada uno de nosotros y esto nos ayuda a interpretarla de una ma-nera práctica: Debemos aprovechar los dones que hemos recibido para trabajar por el Reino de Dios. Nuestros dones son nuestro capital y este debe ser productivo. Los dones o talentos recibidos son para ponerlos a trabajar, no es suficiente conformarnos con “buenas intenciones” o creer que basta con no hacer mal a nadie. Dios requiere personas empren-dedoras y llenas de creatividad.

De la Palabra a la acción

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20 Presencia Apostólica

De la Palabra a la acción

Noviembre 20Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo•El texto de este día (Mt 25,31-46)aparece también el 2 de noviembre.

Este texto que recordamos en la celebración de los fi e-les difuntos, ahora aparece celebrando a Cristo como Rey del Universo. La palabra “rey” se refi ere al domi-nio absoluto y universal de Cristo el Señor, pero un do-minio que se ejerce como el del buen pastor que cuida y da la vida por sus ovejas; que hace del amor al otro el criterio universal para decidir nuestra salvación y cuyo fundamento es la misma resurrección del Señor.

Cristo Rey nos enseña una forma muy diferente de ver la vida. La decisión fi nal sobre el sentido del

hombre se afi rma como un juicio sobre el amor, amor al mismo Cristo en la mediación sacramental del amor a los demás, con énfasis marcado en el amor al necesitado. A Cristo se le encuentra en el pobre: servir al pobre es servir a Cristo. El es rey identifi cándose con los más débiles y menesterosos y esto lo hace no sólo en el juicio fi nal sino que ésa fue su actitud a lo largo de toda su vida: “El que quiera ser mayor, que se ponga al servicio de los demás”; “Yo he estado en medio de ustedes como quien sirve.”

¿Qué lugar ocupa tu Rey y Salvadoren tu vida diaria?

Noviembre 271er. Domingo de Adviento Mc 13,33-37

(…) Jesús dijo a sus discípulos: “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de via-je, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al ano-checer, a la medianoche, al canto del gallo o a la ma-drugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta.

Este primer domingo de Adviento el evangelio nos hace un llamado para estar en alerta, lo cual signifi ca estar siempre conscientes y haciendo lo que debemos hacer. La historia del hombre que se va de viaje nos recuerda la fragilidad de nues-tra existencia ya que no sabemos en qué mo-mento puede terminar.

En Adviento miramos al pasado para recor-dar la historia de Jesús, pero también miramos al futuro y esperamos el regreso de Cristo. El viene inesperadamente, no como un ladrón, sino como nuestro Señor para invitarnos a partici-par en su proyecto de salvación: el Reino.

¿Cuál es la razón de nuestra esperanza?

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Presencia Apostólica 21 Presencia Apostólica 21

Diciembre 42o Domingo de Adviento Mc 1,1-8

Éste es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

En el libro del profeta Isaías está escrito:He aquí que yo envío a mi mensajerodelante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto:“Preparen el camino del Señor,enderecen sus senderos.” En cumplimiento de esto, apareció en el desierto

Juan el Bautista predicando un bautismo de arrepenti-miento, para el perdón de los pecados.

(…) Juan usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Proclamaba: “Ya vie-ne detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bauti-zado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo.”

Juan Bautista vive con sencillez y pendiente de la volun-tad divina; este profeta es un ejemplo de lo que debe ser nuestra vida cristiana y nuestra actitud en Advien-to. Su predicación la realiza en el desierto; allí donde el pueblo de Israel había sido puesto a prueba y se había purifi cado para conseguir una verdadera conversión.

El Adviento nos prepara para iniciar y continuar nuestro año litúrgico, año de la Iglesia, liberándo-nos de la esclavitud del pecado por obra del Espíritu Santo. Nos invita a “preparar el camino”, a preparar nuestra persona para que el Señor llegue a nosotros y nos dejemos encontrar por Él.

Al iniciar este camino no permitamos que la pere-za, el miedo y el egoísmo nos impidan realizar nues-tro camino interior que debe ser compartido, padeci do y superado junto con los pobres del mundo, con los hermanos pequeños. No vale el camino hecho en soli-tario, con ánimo distinto y distante. Preparemos el ca-mino al Señor como peregrinos en este mundo.

¿Qué acciones debes realizar para

prepararte a iniciar el camino de tu vida juntocon tus hermanos y Cristo?

De la Palabra a la acción

Diciembre 113er. Domingo de Adviento Jn 1,6-8.19-28

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz.

Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacer dotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”

Él reconoció y no negó quien era. Él afi rmó: “Yo no soy el Mesías.” De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” Él les respondió: “No lo soy.” “¿Eres el profeta?” Respondió: “No.” Le dijeron: “En-tonces dinos quién eres, para poder llevar una res-puesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mis-mo?” Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: «Enderecen el camino del Señor», como anunció el profeta Isaías.”

Los enviados, que pertenecían a la secta de los fa-riseos, le preguntaron: “¿Entonces por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?” Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien

que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias.”

Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jor-dán, donde Juan bautizaba.

Este domingo se nos presenta con alegría por la proximidad del nacimiento del Salvador. La llegada de Cristo en nuestra historia genera una atmósfe ra de en-tusiasmo y alegría. El Bautista que en el evangelio de san Marcos se nos presentó como precursor del Mesías y por ello nos invitaba a preparar el cami-no, ahora en este evangelio de san Juan se nos pre-senta como testigo. El reconoce su autoridad y los signos que le acompañan.

Los Obispos en América Latina y el Caribe nos han recordado que como católicos debemos ser “dis-cípulos y misioneros”. Esto es una clara invitación a retomar nuestra capacidad de testigos, como el Bau-tista, en un mundo violento e injusto y convencidos de que éste debe transformarse a través de nuestra bondad y misericordia mostrando siempre a Cristo que vino y nos invita a ofrecer una alternativa de vida en la solidaridad, la verdad, la justicia y la paz.

¿Qué actitudes y acciones en tu vida diaria dan testimonio de Cristo, tu Señor?

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22 Presencia Apostólica

Diciembre 12Nuestra Señora de GuadalupeLc 1,39-48

María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura sal-tó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Ben-dita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Se-ñor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor.”

Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.”

Celebramos a santa Ma-ría, Madre de Dios y Madre nuestra, Madre de Cristo y de la Iglesia, hoy bajo la dulce advo-cación de Guadalupe. La presencia de nuestra Madre en la historia de salvación nos la mues-tra de manera especial el evangelio de este día.

María es portadora de la salvación porque cree en las promesas de Dios. Descubrimos su solicitud por ayudar al pobre y necesitado y dar a conocer la ac-titud de Dios ante los humildes. María de Guadalu-pe, portadora de la palabra de vida, sale en peregri-nación para llevar esa vida.

¿Conocemos los rasgos de la personalidadde nuestra Madre o sólo nos gloriamos

de ser hijos suyos?

De la Palabra a la acción

Diciembre 184o Domingo de Adviento Lc 1,26-38

(…) El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciu-dad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen des-posada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.

Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alé-grate llena de gracia, el Señor está contigo.” Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se pregun-taba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: “No temas María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y el reina-rá sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin.”

María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el po-der del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible

para Dios.” María contestó: “Yo soy la esclava del Se-ñor; cúmplase en mí lo que me has dicho.” Y el ángel se retiró de su presencia.

Este cuarto domingo de Adviento nos presenta la persona de María que nos acerca al momento culmi-nante de la historia: la Palabra que se hace carne y pone su morada entre nosotros. La manera de llevar-nos a este encuentro es a través de signos que nos orientan en nuestra búsqueda hacia la cueva de Be-lén. Jesús nace de una joven virgen y el Bautista de una mujer anciana y estéril. Ambos nacimien-tos nos muestran la fuerza de la intervención de Dios en la historia.

Esta intervención divina pide la colaboración hu-mana. Dios no trabaja solo, pide la colaboración cons-ciente y libre de María, y así actuará Jesús, Dios y hombre verdaderos, con sus apóstoles y todos los creyentes. San José ofreció su disponibilidad incon-dicional al plan divino para que el niño que nacie-ra de María tuviera la descendencia real de David. A través del “sí” de personas humildes, pobres y atentas a la voluntad de Dios, Jesús, Hijo de David, entra en la historia del mundo.

¿Cuál es tu disposición a colaborar conCristo de manera incondicional?

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Presencia Apostólica 23 P Apostólica 23 Presencia Apostólica 23

Diciembre 25NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO Misa de medianoche • Lc 2,1-14

Por aquellos días, se promulgó un edicto de César Augusto, que ordenaba un censo de todo el imperio. Este primer censo se hizo cuando Quirino era gober-nador de Siria. Todos iban a empadronarse, cada uno en su propia ciudad; así es que también José, perte-neciente a la casa y familia de David, se dirigió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de Da-vid, llamada Belén, para empadronarse, juntamente con María, su esposa, que estaba encinta.

Mientras estaban ahí, le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en la posada.

En aquella región había unos pastores que pasa-ban la noche en el campo, vigilando por turno sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció y la glo-ria de Dios los envolvió con su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: “No teman. Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre.”

De pronto se le unió al ángel una multitud del ejér-cito celestial, que alababa a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!”

La Navidad evoca normalmente sentimientos de alegría, paz, ternura porque Dios se ha hecho hombre por nosotros. Hoy ha nacido nuestro sal-vador. Dios se hace presente como un niño, frágil y cercano y que por lo mismo es fácil de sofocar. Y muchos, efectivamente, lo sofocamos haciendo de la Navidad la fi esta del consumo, del derroche institucionalizado. La fi esta de los regalos y el fi n-gimiento, de comidas y bebidas abundantes, fi esta de una cierta poesía bondadosa y de un sentimen-talismo que se barniza de generosidad. La palabra que este niño ofrece a la humanidad no es escu-chada, sino sofocada.

Jesús que ha nacido no debe ser una tradición anual. No es un mito ni una fábula. Jesús es parte de la historia humana que nos abre al gran misterio de Dios y su relación con nosotros. Se realiza el cum-plimiento de las promesas hechas a la humanidad desde el principio del mundo.

¿La venida de Cristo al mundo ilumina mi vida y le da sentido a todo lo que realizo?

Misa del día • Jn 1,1-18En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.

(…) Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por él y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió po-der llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.

De la Palabra a la acción

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24 Presencia Apostólica

Comentarios elaborados por Alejandro Cerón Rossainz, CMF y Marisol Núñez Cruz.

* Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones de espacio), se invita a leerlo en la cita bíblica.

De la Palabra a la acción

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y ha-bitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando: “A éste me refería cuando dije: «El que viene des-pués de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo.» De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás. Él Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.

El evangelista san Juan nos presenta el misterio de la Navidad que se hace presente en la historia de salva-ción como un momento especial de gracia donde por obra de la encarnación del Verbo –Jesucristo– lle-ga una nueva creación: el hombre accede a la con-dición de hijo de Dios. La relación hombre-Dios que el pecado había interrumpido ha sido repara-da en Cristo.

La navidad nos invita a celebrar y a compro-meternos con la vida. La presencia de Cristo nos enseña nuestra relación como creaturas amadas de Dios. Ahora nuevamente podemos volvernos hacia Dios y llamarlo “padre”; ya no somos más siervos sino “hijos” y amamos a nuestros prójimos porque somos “hermanos”.Ilu

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Diciembre 30SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ Lc 2, 22-40

“El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría.”*

La fi esta de la Sagrada Familia nos recuerda que la familia de ayer, de hoy y de mañana es un lugar pri-vilegiado del encuentro y del amor. El amor en la relación familiar es el que nos inicia en la compren-sión de los defectos de los otros, en tener entrañas de compasión y actitud de perdón dentro y fuera de ella. Este perdón y esa compasión son la base de la estabilidad familiar, de la armonía en las relaciones

y de la superación continua de las difi cultades que lleva consigo la convivencia.

Cuidemos nuestras familias de los contravalores que la pueden enfermar: el egoísmo, el consumismo, la superfi cialidad y la infi delidad.

La familia es el mejor espejo de Dios, su mejor imagen. En la familia y en Dios hay una comunidad de vida entre varias personas. Lo que los anima es el amor que sirve de vínculo de comunión y genera vida y amor entregado.

¿Existen en tu familia contravaloresque la están lastimando?

Cristo nace en ti, ¿estás dispuesto a recibirlo para llamarte en verdad “hijo de Dios”?

MISIONEROS CLARETIANOS

ATENDIENDO TU VOCACIÓN

CENTRO DE PASTORAL VOCACIONALP. Rogelio Carmona Núñez, CMF

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Presencia Apostólica 25

MISIONEROS CLARETIANOS

ATENDIENDO TU VOCACIÓN

TEMPLO DEL SEÑOR DE LA SANTA VERA CRUZPortal 20 de Noviembre 113, Zona Centro,Toluca Edo. de México(722) 2-15-47-33

TEMPLO DE SAN ANTONIO MARIA CLARETCuauhtémoc 939,Col Narvarte,México, D.F.55-43-27-66 y 56-69-15-59

PARROQUIA DEL PURÍSIMO CORAZÓN DE MARÍAGabriel Mancera 415,Col del Valle,México, D.F.55 23 52 25 y 55 43 20 90

TEMPLO DE SAN HIPÓLITOZarco 12, Col Guerrero,México, D.F.55-10-47-96 y 55-21-38-89

CENTRO DE PASTORAL VOCACIONALP. Rogelio Carmona Núñez, CMF

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Templo de San HipólitoZarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F.

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¡ Ven por tucalendario!

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29 30 314o Domingo OrdinarioValeria

Martina Juan Bosco

3er Domingo OrdinarioVicente, mártirLaura Vicuña

IldefonsoVirginia

Francisco de Sales Conversión de San Pablo Elvira

TitoTimoteoPaula

Ángela MériciEnrique de Ossó

Celebración mensual San Judas TadeoTomás de Aquino

2o Domingo OrdinarioMauroRaquel

Marcelo Antonio Abad BeatrizFaustinaPriscila

Mario FabiánSebastián

Inés

El Bautismo del Señor EladioLuciano

EulogioBasilia

Gonzalo Martín de LeónHiginio

Arcadio Hilario Félix de NolaFulgencio

Santa María, Madre de Dios Año Nuevo

Gregorio Genoveva RigobertoYolanda

TelésforoEmiliana

La Epifanía del Señor Melchor, Gaspar, Baltazar

Raymundo de Peñafort

Domingo Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes SábadoMiércolesMiércoles

Enero 2012

Templo de San HipólitoZarco 12, Col. Guerrero,C.P. 06300, México, D.F.

Tel. (55) 5518-7950 (55) 5521-3889Fax: (55) 5512-5394

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Misa Hnos. con capacidades diferentes 19:00 h

Misa de Enfermos 12:00 h

Misa por los que prometen dejar algún vicio 12:00 h

Hora Santa 18:00 h

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Este mes oremospor todoslos matrimonios.

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