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Presencia Apostólica 1 P RESENCIA Cuaresma y Pascua Revista bimestral núm. 64 MAR-ABR 2014 Donativo: $15.00•$2.50 US La higiene mental: Para que tu pensamiento trabaje a tu favor Vidas olvidadas ¿Qué es la espiritualidad cristiana? APOSTÓLICA REVISTA SAN JUDAS BIMESTRAL

Presencia Apostolica 64

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Presencia Apostólica 1

PRESENCIA

Cuaresmay Pascua

Revista bimestral núm. 64MAR-ABR 2014

Donativo:$15.00•$2.50 US

La higienemental:

Para que tupensamiento

trabaje a tu favorVidasolvidadas

¿Qué es laespiritualidad

cristiana?

APOSTÓLICA

REVISTA SAN JUDAS BIMESTRAL

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2 Presencia Apostólica

realizando labores de evangelizacióny promoción social en:

Ven a vivir la alegría de servir

n El Ciruelo y Lo de Soto, Costa Chica de Oaxacan Ciudad Juárez n Nuevo Laredon Torreón n León n Morelian Guadalajara n D.F. n Tolucan Cuauhtenco, Estado de Méxicon Y en más de 60 países

MISIONEROS CLARETIANOS

Un libro que ofrece una

visión de la devoción a

san Judas Tadeo, fundamentada

en el conocimiento de

la identidad e importancia

del santo apóstol.

TEMPLO DE SAN HIPÓLITOMISIONEROS CLARETIANOS DE MÉXICO

Semblanza del apóstol y su devoción en el Templo de San Hipólito

de la Ciudad de México

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Presencia Apostólica 1

CONTENIDO

DirectorErnesto Mejía Mejía, CMF

Consejo EditorialRogelio Carmona Núñez, CMFAlejandro Cerón Rossainz, CMFJosé Juan Tapia, CMFAlejandro Quezada Hermosillo, CMFEnrique Mascorro López, CMFRené Pérez Díaz, CMFLourdu Jerome Joseph, CMFÓscar Linares Rodríguez, CMFErnesto Bañuelos C.

EditoraMarisol Núñez Cruz

Arte y DiseñoMirta Valdés Bello

ColaboradoresEnrique A. Eguiarte Bendímez, OARJesús García Vázquez, CMFJuan Carlos Martos, CMFEnrique Marroquín Zaleta, CMF

DistribuciónLiga Nacional de San Judas Tadeo

PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor respon sable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Nú-mero ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Ca siano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. Impresa en Carmo-na Impresores S.A. de C.V. Torreón, Coahuila. www.carmonaimpresores.com.mx • [email protected] • Tel. (871) 707 42 00 con 30 líneas, lada sin costo 01 800 228 22 76. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmen-te, citando la fuente y sin fines comerciales.

¡Te invitamos a suscribirte!mail: [email protected]: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89Número suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US.Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US.(Incluye gastos de envío).

PRESENCIAAPOSTÓLICA

2 Editorial

3 Cuaresma y Pascua

4 El misionero y el río

6 La limosna y la Cuaresma

8 La verdadera felicidad es un estado de conciencia

1 0 La higiene mental y nuestro equilibrio

1 2 Vidas olvidadas: La muerte social

1 4 El juicio final (Historia para meditar)

1 6 ¿Qué es la espiritualidad cristiana?

1 7 Y me olvidé de Dios

1 9 De la Palabra a la acción

MISIONEROS CLARETIANOS

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EDITORIAL

«Que la Resurrección de Cristo se convierta en la felicidad de nuestra existencia, que

haga saltar de la tumba a nuestro corazón.»Karl Rahner

La auténtica alegría de la Resurrección

Sabemos que el calendario litúrgico es cíclico y que año con año pasamos por las mismas ce-lebraciones; cada año recorremos el camino de la Cuaresma y cada año nos felicitamos

por la Pascua de Resurrección, pero ¿sería posible que cada vez sepamos mejor a qué nos referimos?

Nuestra alegría será auténtica cuando se base en la confianza de que nuestro destino final es la Vida y no la muerte; cuando nos impulse a hacer realidad en nuestra vida la forma de amar que nos enseñó Jesús.

Nuestra felicidad será auténtica cuando compren-damos y pongamos en práctica el sentido del mensaje de las bienaventuranzas que resumen los valores del Reino de Dios. Esto quiere decir que seremos felices amando, siendo justos y buscando la paz.

En este número ofrecemos artículos para enten-der mejor en qué consiste la espiritualidad cristiana y qué implicaciones prácticas tiene en nuestra vida, según el proyecto de Jesús. También ofre-cemos otros temas, cuyo conocimiento nos da herra-mientas para desarrollarnos y crecer como personas y como comunidad.

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Presencia Apostólica 3

Cuaresma y Pascua

Venció la paz a la guerra y al odio venció el amor.Las lanzas se vuelven cañas.¡Aleluya, corazón!

Venció la luz a las sombrasy el gozo venció al dolor.El llanto cambia el sentido.¡Aleluya, corazón!

Venció al Viernes el Domingo.Virgen del Mayor Dolordiste paso a la Esperanza.¡Aleluya, corazón!

Venció la gracia al pecadoy al hombre le pudo Diosdejándole el gozo abierto.¡Aleluya, corazón!

A la tierra venció el cieloy el bien al mal derrotóen el árbol de la Cruz.¡Aleluya, corazón!

La muerte ha sido quebrada.siembra de resurrección,el hombre lleva en su entraña.¡Aleluya, corazón!

Mi Cristo muerto regresaResucitado y Señor.¿Dónde pongo mis asombros?¡Aleluya, corazón!

La carne herida florece;las llagas, rosales sonen el jardín de la Pascua.¡Aleluya, corazón!

Escuchadme la noticia:mi Cristo resucitóy es posible la alegría.¡Aleluya, corazón!

Alegría es la Palabra en este rosal en flor que es Cristo Resucitado. ¡Aleluya, corazón!

¡Aleluya, aleluya, aleluya, corazón, que el alba de este Domingo me sabe a resurrección!

A.Bellido Almeidawww.mercaba.org

Ayúdame a hacer silencio, Señor,quiero escuchar tu voz.Toma mi mano,guíame al desiertopara encontrarnos a solas, Tú y yo.Necesito contemplar tu rostro,me hace falta la calidez de tu voz,caminar juntos,callar para que hables tú. Me pongo en tus manos,quiero mirar mi vida,descubrir en qué tengo que cambiar,afianzar lo que anda bien,sorprenderme con lo nuevo que me pides.Ayúdame a dejar a un lado las prisas, las preocupaciones que llenan mi cabeza.barre mis dudas e inseguridades, quiero compartir mi vida y revisarla a tu lado; ver dónde “aprieta el zapato” para apurar el cambio, para empezar de nuevo,humilde, sencillo,con la fuerza del Espíritu,para vivir fiel a ti. Amén

www.mercaba.org

Si quieres curar tus heridas, Él es médico.Si la fiebre te abrasa, Él es la fuente de agua fresca.Si te oprime el peso de la culpa, Él es la justicia.Si necesitas ayuda, Él es la fuerza.Si temes la muerte, Él es la vida.Si deseas el cielo, Él es el camino.Si huyes de las tinieblas, Él es la luz.Si buscas comida, Él es el alimento.Buscad y ved cuán bueno es el Señor;dichoso el hombre que espera en Él.

San Ambrosio

Oración de Cuaresma

Cristo lo es todo para nosotros

ALELUYAS PASCUALES

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4 Presencia Apostólica

La vida sin aventuras no es vida. Es muy aburri-da. Y si es una aventura con Cristo y por Cristo, mucho mejor, porque

tenemos la seguridad de que siem-pre saldremos adelante, por difícil que sea. Las aventuras inventadas posiblemente sirvan de algo, pero las de la vida real, ayudan a ha-cerle frente a los problemas que encontramos en ella. ¡Nunca di-gas no a la experiencia! Si el inte-lectual viviera lo que piensa, sería muy sabio. Tu experiencia es úni-ca, cuéntala. La experiencia unida a la reflexión de la vida es la sabi-duría. Yo te comparto otra de mis aventuras para que la analices.

El misionero se dirige, lleno de amor a Dios y a sus hermanos los pobres, a una comunidad para ce-lebrar la fiesta del pueblo. El cielo muestra su resplandor matutino, haciendo tal gala de sus hermosos colores, que el arco iris le queda chico. Su belleza invita a las aves a dar gloria a Dios con su canto y se escucha el murmullo de los ríos que las acompañan en su alaban-za. Bailoteando con el escabroso camino, una coqueta camioneta,

dirigida a placer por el misionero, escala la montaña, aparentando co-nocer los caminos que, ya en mu-chas ocasiones había recorrido. No obstante, le faltaba un deta-lle: conocer la soberbia de un tí-mido, mentiroso e hipócrita río que se mostraba sencillo, humilde e in-ofensivo. Cuando lo cruzábamos, apenas se refrescaban un poco las llantas de la camioneta, al ser aca-riciadas por sus aguas.

El tiempo había volado, y más cuando el misionero se enfrascó en la fiesta, disfrutando de una sucu-lenta barbacoa con deliciosas tor-tillas, hechas a juego de palmas de las hermosas y artesanas ma-nos de mujeres campesinas, que conservan la habilidad para esta tarea, y empujadas con refrescan-tes tragos de agua fresca de la tan nutritiva chía que tanto se produ-ce por estas encantadoras tierras.

Tras concluir sus servicios cele-brativos en la comunidad de la er-guida montaña, el misionero termi-na de comer. Entonces, comienzan a aparecer negros y amenazantes nubarrones que ya estaban descar-gando torrentes de agua más arriba en la montaña. El Padre se prepara

para regresar a la cabecera de la misión. Desafortunadamente, te-nía que pasar por el río hipócrita… ¡Perdón! ¿Qué culpa tiene el río, si ni él sabía qué caudal de agua pasaría por él ese día. Al llegar a él, el misionero vio que el agua estaba en el nivel acostumbrado, por lo que no encontró inconve-niente en pasar. Pero, justamente cuando estaba a la mitad del río, se encuentra con la turbulencia del agua que bajaba como ende-moniada de la alta montaña. De pronto el misionero sintió que la camioneta no avanzaba por más que aceleraba, es que no pisaba tierra, sólo nadaba y la corriente la arrastraba río abajo. El misio-nero ya no podía hacer nada más que rezar y pedirle a un niño con muletas que le acompañaba que le ayudara a hacerlo. Si ya no sa-lían de ahí vivos, por lo menos que los admitieran en el cielo... La camioneta apuntó sus faros hacia donde iba la corriente, iluminan-do el río y el cauce del agua. Hay que decir que, cuando los faros se hundían en el agua turbulenta, se sentían como en boca de lobo. El agua ya casi entraba a la cabina

Aventuras de un misionero

Jesús García Vázquez, CMF

EL MISIONEROY EL RíO

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Presencia Apostólica 5

de la camioneta. El misionero lle-gó a pensar que el fin se acercaba para ellos. Sólo un milagro los po-día salvar. Mientras, la camioneta seguía cuesta abajo, como un pe-queño barco en un naufragio, lu-chando por mantenerse a flote. Aun cuando la cabina estaba ce-rrada, el agua subía y subía de ni-vel, y claro que la angustia tam-bién subía de nivel. Después de casi media hora, que les pareció una eternidad, ¡gracias a Dios, se presentó el milagro! Una enorme roca apareció valiente para ayudar a los náufragos y detuvo a la ca-mioneta como diciéndole: “No te preocupes, conmigo estarás a sal-vo.” Y ahora, ¿qué hacer? Pues es-perar a que bajara el nivel del agua para poder salir de la camioneta. Una larga hora de espera hasta que bajó la corriente y pudieron salir. Cuando lo lograron y el agua bajaba su nivel, en ellos crecía la esperanza de seguir vivos. Cami-naron, guiados por su instinto de conservación, hacia el rancho más cercano –que estaba como a dos ho-ras–, en la noche, sin lámpara, ca-yéndose y levantándose y, a ve-ces, el misionero cargando al niño con muletas.

En ese rancho, les dieron co-bijo y alimento. Al amanecer, unos hombres se organizaron para ir a sacar la camioneta, que ya estaba con las cuatro llantas a flor de tierra, porque el río ya llevaba la poca agua que acostumbraba dejar pasar, como si nada hubie-ra pasado.

Bendito sea Dios que siempre acompaña a sus misioneros en la buenas y en las malas, mejor di-cho: en las buenas y en las buenas, porque muchas veces lo que nos parece que son malas, son muy buenas experiencias que nos en-señan a agarrarnos de la mano de Dios para no hundirnos en la tor-mentas de la vida. No te preocu-

pes cuando ya no puedes dirigir el barco de tu vida, nuestro capitán, Dios, toma el timón. ¡Ah!, pero ne-cesitas pedírselo con confianza.

La vida da sorpresas inespera-das, pero con Cristo las sorpresas siempre son muy buenas.

¡Ánimo!

Aventuras de un misionero

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Sumérgete en la lectura de Presencia Apostólica y profundiza en tu fe.

Y canta el misionero:Quiebra el camino al monte cuando subo montañas. Yo, sin saber de dónde, tengo fuerzas para escalarlas.Voy hacia el rumbo donde trabaja el hombre de madrugada.

Camino, que ves mis pasos, si tambaleo, dame, si tambaleo,dame, dame un descanso. Y seguirán mis pasos, tras mimirada, antes que el solme alcance y queme mi espalda.

¡Hasta la próxima!

“Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombreque arde en caridad y nada le arredra.”

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6 Presencia Apostólica

Cuaresma

En ciertos ambientes, la palabra limosna tie-ne una connotación negativa; con frecuen-cia se le asocia con prácticas paternalistas pasadas de moda. ¿Pero qué es realmente la limosna? ¿Cuál es su sentido bíblico y

cristiano? La lectura del Evangelio que corresponde al Miércoles de Ceniza, primer día de la Cuaresma, está tomada de san Mateo (Mt 6,1-6.16-18) y nos ayuda a darle dirección y tono a nuestro camino cuaresmal.

¿Cómo quiere Jesús que nos comportemos?En el pasaje bíblico del que hablamos, Jesús habla de los tres actos de piedad —limosna, oración y ayu-no— que constituían tres aspectos fundamentales de la práctica religiosa judía de aquel tiempo. Al hacer-lo, Jesús les pide tres veces a sus discípulos que no sean como los hipócritas. La palabra griega hipocri-tés significa actor, es decir uno que actúa frente a los demás haciéndose pasar por alguien que en realidad no es. Más bien los instruye para que trabajen en se-creto y, con el fin de subrayar la importancia de esta enseñanza, se utiliza también tres veces una expre-sión griega que significa “tú, en cambio” y que se utiliza para dar énfasis a lo que se va a decir a conti-nuación, que en este caso es cómo quiere Jesús que sus discípulos se comporten. Jesús no condena estos actos piadosos en general, más bien condena la in-tención de convertir los actos de piedad personales y privados en espectáculo público. De esta forma, sus discípulos están llamados a dar limosna, orar y ayunar, pero en privado, sin hacer un show ni bus-cando ser recompensados.

¿Puedo cambiar en verdad algo?Un dilema con el que los cristianos nos encontra-mos frecuentemente es la puesta en práctica de una enseñanza que en el papel se ve fácil. Parte de la difi-cultad radica en el hecho de que muchos de nuestros esfuerzos por dar limosna, ayunar o hacer oración parecen ser inútiles en un mundo dominado por la eficacia, en donde todo debe servir para algo. Es de-

cir, ¿si doy limosna, realmente ayudo a transformar la realidad de mi entorno? ¿Si hago oración, cambia de verdad algo? ¿Si ayuno, de qué sirve realmente? Es cierto que estas prácticas pueden ayudar al forta-lecimiento del temple personal, ¿pero si sólo apro-vechan o brindan una cierta satisfacción a quien las practica? ¿Cómo le hacemos para que nuestras prác-ticas cuaresmales "sirvan del algo"?

El mensaje del papa FranciscoAquí es donde el mensaje del papa Francisco con mo-tivo de la Cuaresma 2014 nos puede orientar. Dicho mensaje comienza reflexionando sobre un pasaje de san Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por voso-tros para enriqueceros con su pobreza» (2Cor 8,9). Y a continuación añade: «El Apóstol se dirige a los cristia-nos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad». Parece claro que la intención es ayudar a los que están nece-sitados, pero ¿cómo se puede "enriquecer" a alguien con pobreza? Hace énfasis en el hecho de que Jesús, siendo rico, se hace pobre y esa es la forma que ha escogido para revelarse. Esto lo podemos entender si aceptamos que en realidad no hay ni puede haber obligación de "hacerse pobre"; si alguien decide ha-cerse pobre o se priva de algo en favor de alguien, se trata de un acto de solidaridad inspirado por el amor. De aquí el sentido de las palabras: «La caridad, el amor, es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias.» Esto nos comienza a abrir los ojos sobre una de las prácticas de la Cuaresma: la limosna, pero la limosna entendida como Dios la practica, es decir: «Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica». La reflexión del Papa nos lleva así a una de las consecuencias prácticas de esta for-ma de entender el sentido cristiano de la limosna: «A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos

La limosna y la CuaresmaPor tanto, cuando des limosna, no vayas tocando la trompeta por

delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; les aseguro que ya han

recibido su paga. Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepatu mano izquierda lo que hace tu derecha (Mt 6,2-3).

Molly P. Hynes

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Cuaresma

Presencia Apostólica 7

llamados a mirar las miserias de los hermanos, a to-carlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras con-cretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres ti-pos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual».

El reto parece claro pero, ¿por dónde comenzar? «La Cuaresma es un tiempo adecuado para despo-jarse; y nos hará bien preguntarnos de qué pode-mos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verda-dera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.» Para los que vivimos en México no debe ser tan complicado mirar a nuestro alrededor para encontrar a alguien con algún tipo de miseria (material, moral o espiritual). Por ejemplo, en 2013, según las cifras del Banco Mundial, casi una quinta parte de la población mundial vivía por debajo de la línea de pobreza. El panorama es mu-

cho más complicado en México pues, según cifras de las Naciones Unidas, en 2013 casi la mitad de la población total del país vivía en pobreza; entre los niños, el 53.8% viven en pobreza.

Son números escandalosos para un país con tanta riqueza y recursos naturales. Son cifras que contrastan con la lista de las personas más acaudaladas del mun-do que la revista Forbes publica regularmente y que en su reporte más reciente dice que hay tres mexica-nos entre las cuarenta personas más ricas del mundo. En conjunto, la riqueza de estas tres personas repre-senta casi el 10% del producto interno bruto anual de México. No cabe duda de que México es un país de muchos contrastes. Quizá nos hemos "acostumbrado" tanto a mirar esa miseria y ese contraste a nuestro alre-dedor que ya ni nos molesta; parecen parte del paisa-je. En ocasiones, el problema parece tan grande, que dar o no dar limosna parece que en nada va a cambiar la realidad. Pero es aquí en donde debemos darnos cuenta de que una ayuda oportuna ofrecida a una per-sona en necesidad, puede realmente cambiar el mun-do o la vida de alguien. Es aquí en donde podemos concentrar nuestros esfuerzos: una ayuda económica para que alguien pueda ir a la escuela o comprar unos medicamentos, le cambia la vida a una familia; ofre-cer nuestro tiempo para cuidar o visitar a algún enfermo, también le puede cambiar la vida a alguien; poner a disposición de alguien necesitado nuestros talentos como profesionistas, mediante una consulta o un servicio gratuito, puede abrirle una puerta a al-guien a quien se le cierran todas las puertas que toca.

Un reto para vivir nuestra Cuaresma Una de las dificultades es que con frecuencia pensa-mos en abstracto ¿qué puedo o debo hacer?, cuando podríamos pensar en concreto ¿a quién puedo ayu-dar hoy? Si tenemos en mente a una persona concre-ta con una necesidad también concreta, esa persona nos podrá ayudar a responder la primera pregunta. Por todo lo anterior, se podría cerrar esta reflexión con un reto para que vivamos nuestra Cuaresma: pensemos en este momento en una persona concre-ta a quien podamos ayudar a aliviar alguna miseria, ya sea material, moral o espiritual. Al tener presente a una persona a quien podamos ayudar de esta mane-ra, seguramente veremos más claramente, de qué nos podemos privar, con quién podemos compartir nues-tros, recursos, nuestro tiempo o nuestros talentos.

La autora obtuvo la licenciatura en Ciencias Religiosas por Our Lady of the Lake University en San Antonio, Texas y la maestría en Teología Bíblica por la Catholic Theological Union de Chicago.

Una ayuda oportuna ofrecida a una persona en necesidad puede

realmente cambiar el mundoo la vida de alguien.

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8 Presencia Apostólica

Andrea admiraba a su amigo Pablo por ser una persona siempre positi-va, generosa y honesta. En las fiestas, él era el

más festivo, sin embargo, no era sólo el relajo lo que le caracteri zaba, pues sabía ser solidario y estar con los amigos cuando lo necesitaban. Cuando tenía que decir verdades era muy directo, y sin titubear ex-presaba lo que pensaba. Ella per-cibía que él vivía la vida con intensidad y libertad. Habían ha-blado muchas veces de los proble-mas de ella y si alguien la conocía ese era Pablo. En una ocasión en que Andrea pasaba por una de sus situaciones difíciles, quiso platicar con él, pero no logró encontrarlo. Al principio se enojó, pero luego

comprendió que esperaba de él como si tuviera la obligación de estar siempre cuando ella lo necesitaba y de arreglarle sus asun-tos. Al darse cuenta de que estaba siendo muy egoísta, decidió mejor preocuparse por su amigo. Cuando finalmente Pablo apareció, Andrea le dijo lo preocupada que había es-tado por él. Él le contó que había estado arreglando un problema vie-jo con su padre. Sonaba extraño y meditabundo. Un par de semanas después, Andrea se lo encontró y lo vio de muy buen ánimo, como siempre. Le expresó el gusto que le daba verlo ahora bien, muy di-ferente de la última vez. Pablo en-tonces le explicó que había estado mal, enojado y triste, hasta que dio un paso muy importante, se trataba

de un pendiente con su padre que había tenido “atorado” desde hacía mucho tiempo. Le dijo que al soltar el resentimiento contra su papá y dejar que la vida actuara, todo volvía a su buen sitio. Había entendido, le dijo, que ser feliz no sólo era diver-tirse, que la vida le había permitido afrontar todo lo que sucediera y eso le permitía sentirse fluido. Aquel asunto del pasado ya era pasado y el hoy siempre sería mejor sin car-gar con lo que ya no está. La mo-raleja o la perla preciosa que ha-bía encontrado, decía él, era que no hay que buscar sentirse feliz tan sólo por sentirse bien, sino dejarse atrapar por el devenir de la vida y dejar que ésta te experimente; de-cía: “que sea la felicidad la que te encuentre y no al revés”.

Crecimiento personal

La verdaderafelicidad es un estado

de conciencia Dinko Alfredo Trujillo Gutiérrez

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Presencia Apostólica 9

¿Qué es la felicidad? Ante la pregunta: ¿Qué es la feli-cidad? Existen varias posibles res-puestas; desafortunadamente, la respuesta habitual generalmente tiene que ver con el logro del pla-cer propio, con la irresponsabilidad y sobre todo con una enorme dosis de egoísmo. Lo importante, pen-samos, es “cómo estoy yo”, que yo me sienta bien, independientemen-te del bienestar de los demás.

Se trata de saber ser Otra posible respuesta es que la verdadera felicidad es lo que suce-de cuando se aprende a ser sabio en la vida, como Pablo compren-dió. La felicidad es mucho más que un asunto de sentimientos pasaje-ros. El punto de ser feliz se trata en realidad de saber ser. Es un esta-do de conciencia que nos vincula no sólo con nosotros mismos, sino con todo. Tiene que ver con permi-tirse existir. Se podría decir que no eres tú el que encuentra la felici-dad, simplemente permites que la felicidad te encuentre, como diría Pablo. Tal conciencia viene de un estado de apertura y aceptación, donde lo importante no es contro-lar, sino aceptar la vida como es y como viene, y descubrir que su flujo está a nuestro favor.

Si se es oposicionista,se entra en conflicto

Cuando vivimos la vida como una enemiga es cuando nos alejamos de la sabiduría, pues en los momen-tos difíciles siempre hay una gran enseñanza que dura el tiempo que tardamos en aprender la lección. Cuando miramos con una mirada que ve todo mal, perdemos de vis-ta dónde está la salida y perdemos la ayuda que nos viene de la vida misma, tropezando con la misma piedra. Con esa actitud lo que se en-cuentra son salidas erróneas, una felicidad ficticia que lleva en reali-dad a la infelicidad. La naturaleza de la vida no es el sufrimiento, es

el gozo y el placer que viene de su totalidad. Por eso el estado de aper-tura y conciencia a que nos estamos refiriendo, en el que no controlo la vida, sino que fluyo con ella, no tiene límites, como ella misma no los tiene.

El peso del pasado yel peso del futuro

Detengámonos aquí a ver qué nos aleja de la felicidad de vivir. Lo primero es no saber estar con nosotros mismos en el momento presente. Tenemos una tendencia generalizada, aprendida socialmen-te, a poner la vista en el futuro o en el pasado. Desdeñamos el pre-sente cargándolo con el peso del pasado, lo cual no nos permite vivir ligeramente, con lo que el ahora nos da. Generalmente las emocio-nes negativas: resentimiento, culpa, enojo, tristeza, etc., son fantasmas del pasado que seguimos cargando mientras nos esclavizan. Al que se va hay que despedirlo y dejarlo ir y no querer atraparlo emocionalmen-te, pues el recuerdo no superado de aquella persona, aunque haya sido amada en su momento, es un lastre que no nos permite vivir. Los resentimientos, envidias y enojos contra alguien por lo que ya pasó y no superamos, se vuelven los ba-rrotes de una jaula que nos atrapa y nos obstaculiza para vivir el pre-sente y fluir con la existencia.

También acostumbramos sobre-cargar al presente con el futuro, lo cual nos lleva a un estado de an-gustia. Mientras más estemos enfo-cados en el futuro, más nos pesa lo que vendrá y menos vivimos.

Los fanatismos También el apego ciego y excesivo a ideologías no nos permite vivir la vida porque la vemos con los lentes del pensamiento del gru-po social al que pertenezcamos.

Las ideologías fanáticas conllevan ruptura y separación, implican divi-siones y una falsa fraternidad que aleja a unos de otros.

Ideas infundadas sobreuno mismo

Por otra parte, el llegar a conclu-siones apresuradas y falsas con respecto a nosotros mismos nos li-mita, pues lo que digamos infun-dadamente que somos, el rumbo y control que a partir de ahí tome-mos, nos llevará a repetir situacio-nes que generan sufrimiento.

La falta de afrontamientoLa falta de afrontamiento también nos aleja de la vida. La fantasía nor-malmente nos permite crear cosas y resolver situaciones, pero a veces cometemos el error de refugiarnos en ella cuando no nos atrevemos a afrontar la realidad, es decir que abusamos de ella cuando no nos gusta lo que vivimos y queremos otra situación por un camino fácil: cambiar sólo en nuestra imagina-ción. Es importante distinguir si nuestras fantasías son creativas o evasivas, pues no se trata de sus-tituir la vida con las fantasías. Las fantasías deben estar al servicio de la vida y no al revés.

La diferencia entre los dos tipos de felicidad que hemos tratado aquí tiene que ver principalmente con el amor. El amor es algo siem-pre vivo y transformador. Cuando uno entiende que para cambiar el mundo lo importante es aprender a amar el flujo del mundo, enton-ces lo que necesitamos se pondrá a nuestro favor. Simplemente es re-cordar que tal sabiduría siempre es divina, es entender y saber abrirse a la sabiduría y amor de Dios.

El autor es licenciado en psicología y filo-sofía con maestrías en terapia familiar y de pareja. Terapeuta, catedrático universitario y conferencista.

Crecimiento personal

Se es feliz cuando se vive con sabiduría.

La verdaderafelicidad es un estado

de conciencia

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10 Presencia Apostólica

Desarrollo humano

Al hablar de cuidado de la salud, es imprescin-dible incluir no sólo la salud física, sino tam-bién la higiene mental.

La palabra higiene es sinónimo de limpieza. La higiene mental es una disciplina que tiene como objetivo conocer lo que se considera como normalidad sana en cada etapa de la vida. Dicha disciplina ha ido descubriendo algunos principios generales que nos pueden ayudar a dirigir nuestra vida, ayudándo-nos a enfocarnos en la importan-cia de mantener nuestra mente limpia de aquello que la perjudica. Seguir dichos principios nos puede ayudar a lograr que nuestra men-te trabaje a nuestro favor y que no sea nuestra principal saboteadora a través de dudas, desconfianza y mensajes negativos. En efecto, dar-nos cuenta de la relación que existe entre los pensamientos que elegi-mos y sus consecuencias nos ayu-dará a hacernos responsables de nuestras actitudes.

Hoy necesitamos estar atentos en el cuidado de esta higiene, ya que es algo que se contagia y crea una sinergia colectiva.

Reglas básicas de higienemental para mantener un estado

de bienestar mental:1. Reconocer y honrar nues-

tras emociones, todas y cada una, tanto las positivas como las negativas, para poder encauzarlas y evitar que se somaticen (en nuestro cuerpo), o que estallen, como olla exprés.

2. Libérate de rencores. Deja ir el pasado.

3. Permitirnos que si nos equi-vocamos respecto a algo, podemos tomarlo como una experiencia de la cual apren-demos. Mantén tu mente limpia perdonando errores propios y ajenos.

4. Acéptate y acepta a los demás. Valorarnos positiva-mente incrementa nuestra autoestima.

5. Sé amable.6. Evita culpar a otros.7. Deja de hacer suposiciones

paranoicas acerca de que otros conspiran contra ti y pon en duda tus propias interpretaciones negativas de lo que ves y oyes.

8. Si te enfocas en lo bueno de los otros, ellos te responde-rán favorablemente.

9. Recordar y tener en cuenta nuestros logros, especial-mente la manera en que hemos podido salir adelante en circunstancias adversas. De esta manera podremos echar mano de esos recursos e irlos acrecentando.

10. Tener cubiertas necesidades básicas como el descanso, esparcimiento, comer sana-mente, realizar actividades que nos llenen de energía positiva, etc.

El poder del pensamientopositivo

El pensamiento positivo incrementa nuestra energía y atrae cosas seme-jantes, o sea positivas, al contrario de los pensamientos negativos que generan un malestar mental y cau-san emociones como frustración, enojo, miedo, tristeza, etc.

Todos alguna vez hemos llega-do a un lugar y hemos percibido a través de sensaciones eso que hoy llamamos buena o mala “vi-bra”, por supuesto que esto tiene que ver con la energía que se crea al estar generando pensamientos positivos o negativos. Entonces, nadie puede pretender tener una colectividad con higiene mental si antes como individuos no ha-cemos algo.

Cada que tenemos un pensa-miento, éste vibra en una frecuen-cia, y generamos ya sea energía positiva o energía negativa. No se genera lo mismo al estar agrade-

¿Por qué elijoperdonar?

La higiene mental y nuestro equilibrio

(Para que tu pensamiento trabaje a tu favor)Gylda Valadez Lazcano

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Presencia Apostólica 11

Desarrollo humano

cido que al estar resentido, por ejemplo. Nuestra mente se pue-de ir acostumbrando, por decirlo de alguna forma, a generar pensamien-tos positivos o negativos, necesita-mos estar en una constan te auto-ob-servación, para evitar que entren en automático los pensamientos que no generan una buena higie-ne mental.

Siempre podemos elegirHay que recordar que tenemos la capacidad de elegir delibera-damente los pensamientos que generamos. No tenemos que estar a merced de los pensamientos de otras personas, permitiendo que determinen nuestras emociones. Podemos cambiar nuestra energía en cualquier momento que así lo decidamos.

Podemos hacer muchoLa higiene mental en una persona se refleja en su comportamiento cotidiano y está vinculada con la ca-pacidad para manejar sus temores y angustias, controlar la ansiedad, enfrentar las dificultades y aliviar las tensiones. La higiene mental tiene que ver con llevar una vida independiente, sin que las relacio-nes interpersonales afecten dema-siado el poder propio y la capaci-dad de tomar decisiones.

Al tener una buena higiene mental evitamos enfermedades y trastornos que tienen su raíz en asuntos no resueltos, por ejem-plo, la ansiedad tiene que ver con asuntos que no hemos afrontado, que nos generan estrés y que ne-cesitamos resolver.

El ejercicio físico permite la li-beración de endorfinas, también conocidas como las hormonas de la felicidad. De esta manera, no sólo cuidamos nuestro cuerpo, sino también nuestra mente, ya lo de-cían los griegos: mente sana en cuerpo sano.

Los ejercicios de relajación y respiración son fundamentales

para tener una adecuada higiene mental. Es recomendable realizar actividades que mantengan acti-va la mente, como por ejemplo, hacer crucigramas, leer –que es la mejor gimnasia mental–, etc.

Las relaciones interpersona-les son una parte importante de nuestra vida, compartir momen-tos, sentirse querido y contar con personas positivas en nuestro en-torno forma parte de nuestra salud mental. Hay que atreverse a relacio-narse con los demás.

La capacidad de disfrutar tam-bién tiene que ver con una buena higiene mental, por ello tenemos que permitirnos disfrutar las peque-

ñas cosas que nos suceden cada día, valorar lo que logramos y sen-tirnos agradecidos por las oportu-nidades que tenemos.

En conclusiónLa higiene mental es algo en lo que necesitamos enfocar nuestra atención, para generar cada vez intenciones positivas y así poder compartir con otras personas ese aprendizaje. Es importante que cada vez más personas tengamos la conciencia de lo importante que es mantener una buena hi-giene mental.

La autora es psicoterapeuta corporal y tera-peuta sistémica de pareja y [email protected]

Hace mucho tiempo, en un pueblo pequeño y alejado, había un lugar conocido como la casa de los mil espejos. Un día, un pequeño

perro alegre y curioso pasaba frente al lugar y deci-dió entrar. El perrito subió alegremente las escaleras y se paró en el vestíbulo, con sus orejas paradas y mo-viendo la cola tan rápido como le era posible.

Para su sorpresa, se encontró contemplando otros mil perritos felices que levantaban las orejas y mo-vían la cola, justo como él. Él le sonrió a los perritos y todos le devolvieron la sonrisa con igual alegría.

Cuando se fue de la casa pensó: “Éste es un lugar maravilloso. Volveré con frecuencia.”

Otro día, en el mismo pueblo, otro pequeño perro, que no era tan feliz como el primero, decidió visitar la casa de los mil espejos. Apesadumbrado, subió lenta-mente las escaleras y al llegar al vestíbulo, cabizbajo miró hacia el frente. Horrorizado se encontró ante mil perros nada amigables, parados frente a él. Él le gru-ñó a los perros y todos le devolvieron el gruñido.

Al salir de la casa el perrito pensó: “Qué horrible lugar. No volveré nunca.”,

«En el mundo, todas las caras son espejos.»

Cuento tradicional japonés

La casa de los mil espejos

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12 Presencia Apostólica

Tanatología

Vivimos en un mundo muy rápido. Siempre es tamos corriendo de un lado a otro. La tec-nología nos ha facili-

tado tanto las comunicaciones, como el acceso a la información, y en muchos casos ha ayudado a acortar las distancias entre las per-sonas. Pero también esa misma rapidez, el estrés, el cansancio, la sobrecarga de trabajo, los proble-mas económicos y las dificultades para tener una comunicación directa han construido frecuente-mente un desinterés mutuo entre las personas. Ahora podemos estar alrede dor de una mesa comiendo y supuestamente compartiendo en familia, pero cada uno de los in-tegrantes de la misma puede estar en lo suyo: viendo televisión, re-visando sus redes sociales o cha-teando con alguien más, mientras se pierden de compartir y de estar con quien tienen junto a ellos. Es-tas situaciones nos llevan a matar socialmente a los demás.

¿Qué es muerte social?Entendemos por muerte social a lo que sucede en el momento en que somos tratados como objetos y no como seres humanos, quedando al margen de lo que acontece en nuestra sociedad. Esto puede ocu-rrir antes del fallecimiento de una persona, durante el proceso de enfermedad o vejez e, incluso, después del fallecimiento. Aunque también puede suceder desde la niñez o juventud, en el momen-to en que no somos involucrados ni tomados en consideración. Las personas que son marginadas de esta manera son como muertos en vida, porque suceda lo que suceda a su alrededor, no son tomados en cuenta. No se les pregunta nada y sus necesidades son reducidas a lo básico en la vida.

Otra manera en que se da la muerte social es cuando alguien

después de fallecido ya no es re-cordado por nadie. Lo normal sería que ese proceso se diera con el paso de las generaciones. Precisa-mente, un buen uso de las tecno-logías como la fotografía digital y el video sería el de lograr que los recuerdos de nuestra vida pasen de generación en generación.

Necesitamos de los demás Somos seres sociales por natura leza y nuestra existencia no se explica en forma aislada. Como jóvenes o adultos seguramente podemos solu-cionar muchas cosas por noso tros

mismos, pero en diferentes mo-mentos de nuestra vida –cuando somos pequeños o muy mayores, cuando estamos enfermos o dis-capacitados–, necesitamos de otros para la satisfacción de nuestras nece-sidades físicas, emocionales, sociales y morales. Incluso cuando podemos ser independientes, tenemos nece-sidades emocionales y de relación que sólo se pueden cubrir involu-crando a los demás.

Por otra parte, los seres huma-nos tenemos también un rol social: como madre, hija, esposa, traba-

VIDAS OLVIDADAS:LA MUERTE SOCIAL

"Si peleamos contra el mal, peleemos contra el más terrible de todos: la indiferencia."

Robin Williams

Ana Laura Rosas Bucio

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Presencia Apostólica 13

jadora, profesionista y en algunas ocasiones cuando perdemos ese rol se inicia el proceso de olvido. Esto lo vemos en frases como las siguientes: “El abuelo ya no puede hacer nada.” “María esta tan enfer-ma que ya no puede ir a la fiestas familiares, y entonces mejor no la invitemos.” Son frases que segura-mente todos hemos escuchado o hasta dicho, sin darnos cuenta de que comentarios como estos con-tribuyen a la muerte social de los involucrados. Y ya en esa situación de muerte social, con el paso del tiempo sucederá la muerte existen-cial que es la que sucede cuando la vida pierde su sentido y, por lo tan-to, ya no se tienen ganas de vivir. Si los demás ya no nos visitan, nos ignoran y ya se olvidaron de noso-tros, ¿para qué seguir viviendo?

En la vejez y la enfermedad es donde más frecuentemente suce-de. En estos momentos de la vida tiene un impacto muy negativo en las personas porque en estas circunstancias es más probable que ya no podamos valernos por nosotros mismos y satisfacer nues-tras necesidades.Uno de los duelos más difíciles

Como lo hemos dicho en otros ar-tículos, cuando vivimos una muer-te, la reacción emocional que tene-mos se llama duelo, y en el caso de la muerte social también se vive un duelo. También hay alguien que "murió", sólo que la parte más peno-sa es que los demás no se han dado cuenta o son los que están propi-ciando que eso suceda. Quién tie-ne la conciencia de la "muerte" es la propia persona que está experimen-tándola. Y eso es una de las partes más complicadas de este proceso. La persona sabe que está viva, pero ve que los demás ya no la miran ni la escuchan ni la incluyen en la vida, y, si lo hacen, lo hacen sólo de manera parcial, sin considerar sus verdaderas necesidades y de-

seos. Esto provoca que se viva un duelo por la propia muerte social y por la indiferencia de los demás y esta es probablemente una de las experiencias más dolorosas que al-guien pueda experimentar.

Las razonesTodos nos hemos equivocado y hemos cometido errores tan im-portantes en nuestra vida, que tal vez han hecho que la gente en determinado momento no quiera estar con nosotros y llegan a to-mar la decisión de que la persona muera socialmente. Abiertamente la sacan de su vida y justifican este acto diciendo que esa perso-na "fue mala, hizo cosas equivo-cadas, y se lo merece". Si bien es cierto que no podemos obligar a nadie que vivió abandono, maltra-to emocional, físico o sexual, a que esté cerca de esa persona que lo lastimó, sí podemos pensar que no somos nadie para cobrarle las cuentas de los errores que come-tió con los demás. Yo he tenido la oportunidad de reflexionar con muchas familias acerca de esas his-torias difíciles y de que no quieren ni acercarse a esos familiares que los lastimaron en el pasado, y algo que les he dicho es que actuar de esa manera nos hace igual a ellos. Los invito a ser seres humanos di-ferentes y en caso de no querer cuidar y atender a una persona, a que busquen opciones de dón-de y quién podría hacerlo, pues tienen derecho a ser tratados con dignidad sin importar lo sucedido en el pasado.

¿Hemos visto a la persona ma-yor sentada en un rincón de la fiesta familiar sin que nadie se le acer-que? La familia se queda con la idea de que integran a la persona y no la dejan sola en casa, pero la pregunta sería... ¿le preguntamos si quiere estar ahí? ¿si se la está pa-sando bien? o ¿qué es lo que ne-cesita y procuramos dárselo? Otras

veces, decidimos no comunicarle al enfermo sobre su condición, gravedad y tratamiento y no le pre-guntamos qué es lo que necesita. Estas son maneras sutiles de "ma-tar en vida". Tenemos derecho a que nuestros deseos y necesidades sean cubiertos en la medida de las posibilidades. No sólo porque so-mos "los padres o los abuelos", sino porque somos personas y tenemos derechos humanos.

Hemos visto que en los últimos años ha habido una moda acerca de los "zombies", independiente-mente de lo interesante de las series o películas, lo real es que parecie-ra haber un interés mezclado con temor acerca de lo que estamos llamando "muerte social", miedo a convertirnos en muertos en vida, solamente dedicados a comer y deambular, sin un rol social, sin un sentido de vida, a los que hay que huirles. Huir de los "muertos vivos" para asegurar nuestra sobreviven-cia, se podría expresar como huir de las personas que nos pueden reflejar carencias, necesidades bá-sicas, cercanas a la posibilidad de la incapacidad o discapacidad, o la dependencia de los demás.

Ninguna vida debería ser olvi-dada. ¡Resolvamos estas situacio-nes! Cuando alguien fallece, a ve-ces nos damos cuenta de que no estuvimos tanto con ese familiar y eso nos puede llenar de culpas y remordimientos que no son nece-sarios. Toda vida vale la pena y de todas podemos aprender y crecer. La muerte de nuestro cuerpo físi-co sucederá algún día, pero que nuestra vida, lo que hicimos en vida, lo que fuimos, logramos, aprendimos y maduramos.... ojalá eso nunca se muera.

Tanatología

La autora es psicóloga clínica, experta en in-tervención en crisis, tanatóloga, logoterapeuta y conferencista. Directora General del Centro de Capacitación Profesional Industrial y Personal S.C. CECAPIP. [email protected]

VIDAS OLVIDADAS:LA MUERTE SOCIAL

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14 Presencia Apostólica

Aparentemente era un día ordinario. Nues-tro personaje se dirigía hacia su trabajo y el sol bañaba las calles y las plazas de la ciudad. De pronto sucedió algo inaudito. Repentinamente, una densa oscuridad lo

envolvió todo. Nuestro personaje tuvo que detener-se, pues no podía ver. A la oscuridad la acompañó un profundo silencio, cargado de temor, que súbitamen-te se vio roto por el estruendo de una trompeta y por la voz de un ser celestial que decía:

—¡Ha llegado el juicio final!A nuestro personaje se le encogió el corazón en

el pecho y le empezaron a temblar las piernas. Había llegado el juicio final y él de pronto se daba cuenta de que no estaba preparado para el encuentro con Cristo. Y pensaba que, aunque no había sido una persona que hubiera causado grandes males o que hubiera cometido grandes pecados, su conciencia le decía que necesitaba pedir perdón a Dios por sus faltas. Pero en estas circunstancias, ¿dónde podría encontrar un confesor? Recordó que muy cerca de donde se encontraba, había una famosa universidad eclesiástica a la que asistían muchos sacerdotes.

“Sí –se dijo a sí mismo–, correré hacia allá y de se-guro alguno de ellos escuchará mi confesión y podré salir al encuentro del Señor con el corazón puro.”

No obstante, se dio cuenta de que en la oscuridad no podía dar un paso. Mientras pensaba estas cosas, vio descender del cielo una luz cegadora. Iluminado por la luz, corrió hacia la universidad eclesiástica. Cuando estaba cerca de ella, se percató de que la luz provenía de una especie de nave que se había posa-do en una gran explanada, cerca de la universidad. Su sorpresa fue aún mayor, cuando vio que se abría una puerta de la nave y de ella salía un ser luminoso que gritaba:

—¡Vengan los santos y puros, suban a esta barca de salvación!

Y vio de pronto cómo de la universidad eclesiásti-ca empezaban a salir a toda prisa sacerdotes, semina-ristas, monjas y laicos. Todos querían ser los primeros en subir a la nave. Nuestro personaje pensó en correr y subir también, pero en lo más profundo de su co-razón sabía que no podía hacerlo. Su conciencia le decía que primero tenía que purificar su corazón. Por ello decidió pedirle a uno de los sacerdotes que iban corriendo que lo confesara:

—Padre, ¿me podría confesar?Pero el sacerdote no lo escuchó. En su mente

sólo había un pensamiento: subir a la nave de los santos y puros.

Nuestro personaje no se dio por vencido y se acercó a un monje gordo que corría menos aprisa que los demás y le hizo la misma petición:

—Padre, ¿me podría confesar?El monje sin dejar de trotar, de pronto se le que-

dó mirando con desprecio, pensando en su interior: “Este es uno de los condenados, de los pecadores…” Y, acelerando su trote, se alejó.

Muchos de los sacerdotes, en su carrera, no sólo no lo escuchaban, sino que casi lo atropellaban. Dos profesores de la universidad se pusieron a discutir a un lado de la puerta quién debía entrar primero. Uno comenzó a decir que él tenía más títulos uni-versitarios, el otro le dijo que él tenía también un largo currículum. Al ver que no podían diferenciarse por el historial académico, apelaron a los apellidos y condición económica.

Una monja que pasó a toda prisa y que escuchó cómo nuestro personaje pedía confesión a un sacer-dote, lo miró también con desprecio y alzando orgu-llosa la cabeza, pues creía que ella era pura y santa por sus múltiples penitencias y ayunos, y no por la gra-cia de Dios, se alejó de él, pensando con alegría que serían muchos los que no se salvarían. Y, sintiendo en su interior el calor insano de la soberbia, aceleró el paso para subir ostentosamente a la nave de los puros y junto con ella subieron algunos estudiantes.

Estaba ya a punto de darse por vencido nuestro personaje, cuando vio que de la universidad salía caminando un sacerdote de mediana edad que ves-tía modestamente. Se acercó, esperando de nuevo una negativa, pero, para su sorpresa, pudo escuchar cómo el sacerdote le decía:

—Claro que te puedo confesar. Y lo invitó a que se sentara en unas escaleras

de piedra a la entrada de la universidad. Una vez que se sentaron y antes de comenzar la confesión, el ser celestial que estaba a la puerta de la nave de salvación gritó con gran voz:

—¡Corran, hermanos elegidos! ¡Corran! ¡Dentro de un minuto se cerrarán las puertas!

Nuestro personaje pensó que el sacerdote iba a salir corriendo y lo iba a dejar ahí sentado con sus

Historia para meditar

Enrique A. Eguiarte, OAR

EL JUICIO FINAL

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Presencia Apostólica 15

Historia para meditar

pecados. No obstante, para su sorpresa, el sacerdote miró hacia la nave y hacia él, y le dijo que podía comenzar su confesión. Aunque nuestro personaje procu-ró ser muy breve, cuando el sa-cerdote había comenzado a hacer la señal de la cruz, dándole la ab-solución, la nave se elevó veloz-mente por los aires, dejando de nuevo al mundo en una profun-da oscuridad. Nuestro personaje guardó silencio. Sentía una gran alegría y gozo en su corazón, el regocijo propio de la gracia y de la vida de Dios, pero lo invadía una profunda pena: por su culpa el sacerdote que lo había confesa-do no había podido subir a la nave de la salvación. Después de algu-nos momentos de silencio nuestro personaje le dijo al sacerdote:

—Padre, le agradezco infinitamente que haya te-nido compasión de mí, pero discúlpeme por favor, pues por mi culpa usted no ha podido subir a la nave y ahora debe quedarse junto con nosotros, los peca-dores, en las tinieblas de este mundo…

Hubo otro momento de silencio, antes de que el sacerdote le respondiera con serenidad:

—No te preocupes, hijo. No tienes ninguna cul-pa. Tú me pediste que te confesara y yo no te lo po-día negar, pues yo también tengo conciencia de mis pecados y de mi propia fragilidad, y no podía dejarte de lado ni desoír tu petición. Y ahora, no te preocu-pes, ni por ti ni por mí, pues estoy convencido de que el Señor no nos habrá de desamparar, pues la salva-ción no es cuestión de sentirse perfectos y puros y de despreciar a los demás o de necesitar sus pecados para sentirse más santo, sino que la salvación es re-conocer con humildad que todo es un don de Dios y que sin su gracia no podemos hacer nada...

Y cuando acabó de decir esas palabras, repenti-namente el sol volvió a brillar. Vieron entonces que ellos dos no eran los únicos en la escena. Había otras personas, en situaciones similares que permanecie-ron en el lugar por preferir ayudar compasivamente a otros, antes que subir a la nave de salvación.

En esos momentos se acercó, caminando lenta-mente, un joven majestuoso que estaba revestido de un poder indescriptible y que se sentó con ellos en las escaleras de piedra de la universidad. Ellos, como los discípulos, cuando estaban pescando junto al

lago después de la resurrección de Cristo, no nece-sitaron preguntarle quién era, pues ambos lo sabían bien: era el Señor. Sobrecogidos por su presencia, no osaron abrir la boca.

Él comenzó a decirles con voz serena:—Estoy seguro de que los fariseos de mi tiempo

también hubieran corrido con la misma prisa hacia la nave de la salvación, como todos los que lo hicie-ron, incluyendo a esos sacerdotes y religiosas. Aho-ra todos ellos estarán siendo catequizados para que comprendan que la santidad no es la obra de sus manos, sino de la gracia de Dios en ellos. También se les recordará que en el Reino de los cielos lo más im-portante es el amor, la misericordia y la compasión. Y tal parece que hoy –dijo, dirigiéndose al sacerdo-te– sólo tú, hermano, y las otras personas que están aquí se han compadecido de sus hermanos. Es pre-ciso recordar que yo no dije que había que competir unos contra otros, ni buscar los primeros puestos o ser mejores que los demás, sino que había que amar-se los unos a los otros, y que nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos. Por eso les digo: Vengan benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo, porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, estuve en necesidad y se compadecieron de mí…

Y así fue como todos los que pensaron en servir, y no en ser los primeros, gozaron de la presencia del Señor.

EL JUICIO FINAL

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16 Presencia Apostólica

Espiritualidad

No sé si decir hoy que una persona es “es-piritual” es un elogio o, más bien, es cali-ficarla como no apta para algunas de las tareas sociales que precisa toda comuni-dad humana para funcionar. Muchos po-

drían pensar que no se cuenta con los “espirituales” para una fiesta, con banquete y baile incluidos. Tam-poco para una manifestación justa ante los abusos de algún poderoso. Se piensa que los llamados “espiri-tuales” sólo sirven para rezar, resignarse y sufrir.

¿Qué es espiritualidad cristiana?Yo creo que el cristiano debe tener claro en qué con-siste la espiritualidad cristiana. Entre las muchas defi-niciones que se han dado, me gusta la del teólogo J. A. Estrada por lo breve y clara. Espiritualidad cristia-na, dice este autor, es “la forma de vida que se deja guiar por el Espíritu de Cristo”.

Así pues, nunca debemos perder de vista que lo que define a un cristiano no son las prácticas litúr-gicas o piadosas, por buenas que éstas sean. Lo que realmente le define es vivir según el estilo de vida de Jesús de Nazaret.

La espiritualidad del ReinoAhora bien, la vida y la enseñanza de Jesús giran constantemente alrededor de un tema: el Reino de

Dios. En el Padre nuestro, que es el núcleo central de su mensaje, esta petición ocupa el lugar central: «Ven-ga a nosotros tu Reino.»

Jesús comenzará su vida pública anunciando con entusiasmo que ese Reino de Dios, tan anunciado por los profetas y esperado con creciente entusias-mo por gran parte del pueblo judío, ya está presente. Su presencia es comprobable, dice, porque los que sufren son aliviados, los marginados son objeto de especial predilección de Dios y los pobres descubren su dignidad.

Sin embargo, Jesús nos manda orar al Padre di-ciendo: «Venga a nosotros tu Reino.» Y es que esta nueva comunidad, formada por los seguidores del estilo de vida de Jesús, a la que pronto llamarán cris-tiana, tendrá siempre como misión ir anunciando al mundo con su estilo de vida fraternal, con su espíritu de servicio, con su intimidad con Dios, etc. que otra sociedad es posible y querida por Dios.

Me encanta que el papa Francisco, desde el prin-cipio de su pontificado y con un lenguaje pintoresco a veces, nos recuerde todos los días cuál es nuestra misión en la sociedad, si queremos seguir llamándo-nos cristianos.

En los evangelios tenemos unas cuantas parábo-las, llamadas por los exégetas parábolas del Reino, en las que se nos exponen, con admirable pedagogía, las características de este Reino y el empeño que los cristianos debemos poner en construirlo.

¿Por qué elijoperdonar?

¿Qué es laespiritualidad cristiana?El Espíritu del Señor está sobre mí,porque Él me ha ungidopara que dé la Buena Noticia a los pobres;me ha enviado a anunciarla libertad a los cautivosy la vista a los ciegos,para poner en libertad a los oprimidos,para proclamar el año de gracia del Señor.

(Lc, 4,18-19)

P. Epi Diez

El regreso del hijo pródigo, Bartolomé Esteban Murillo

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Presencia Apostólica 17

Un día común y corriente me levanté por la mañana…

Me encontré con el consumismocuando lo primero que hice fue ver mi celular y encender la televisión.

Y me olvidé de Dios, porque no lo saludé haciendola señal de la cruz en primer lugar.

Me vi en el espejo…Me encontré con la deshumanización cuando vi mi

cuerpo como un instrumento. Y me olvidé de Dios cuando no vi en mi cuerpo el

lugar donde Él se puede manifestar.Entré a la capilla… Me encontré vacío en mi vocación cuando crucé la

pierna y me puse a leer.Y me olvidé de Dios que estaba en el Sagrario, esperan-

do a que le compartiera mis planes para el día.Me vi entre mis hermanos de comunidad…Me encontré con la soberbia cuando empecé a criticarlos.Y me olvidé de Dios que me ha dado hermanos no

solamente para no estar solo, sino también para que juntos trabajemos por el Reino.

Celebré la misa…Me encontré con el egoísmo cuando planes, proyectos

e intereses personales invadían mi mente.Y me olvidé de Dios que se hacía presente por amor a

mí en un pequeño trozo de pan.Me senté a la mesa a comer…Me encontré con la gula cuando desesperadamente

llené mi plato de comida y comí desenfrenadamente.

Reflexión

Aunque todas las parábolas evangélicas de alguna manera tocan este tema, recor-daré solamente una, como botón de muestra: La parábola del sembrador. En esta parábola aparece la humanidad como un inmenso campo, al que la Palabra divina intenta fe-cundar, pero, lamentablemente, la ruindad y el egoísmo de muchos ralentizan el inten-to divino. Así el campo (la humanidad) en lugar de aparecer como un vergel, agrada-ble a la vista y cargado de sabrosos frutos, sigue pareciéndose más a un desierto con pequeños oasis.

ConclusiónQuisiera concluir este breve recordatorio con una sincera confesión: Hace ya algún tiempo que viene golpeando mi concien-cia aquello de la mediocridad espiritual en nuestra Iglesia católica, que denunciaba Karl Rahner, hace ya bastantes años.

Hoy tenemos buenos análisis sobre el mundo contemporáneo. Abundan desde hace varios años las publicaciones, los congresos y todo tipo de reuniones sobre el tema de la “Nueva Evangelización”. Sin duda alguna, en todas estas actividades existe buena vo-luntad y algunas nuevas aportaciones. Sin embargo, cada día estoy más convencido de que el entusiasmo, indispensable en el au-téntico evangelizador, surge únicamente del trato, cada día más familiar, con Jesús. Ahora bien, es de común experiencia que el amor inicial, con el trato va creciendo y consoli-dándose y todos sabemos que al enamo-rado no hay que insistirle para que nos hable del objeto de su amor. Ya que, por su pro-pia iniciativa, él lo hace constantemente y con entusiasmo.

Ahora bien, enamorarse de Jesús conlleva enamorarse de su proyecto de humanidad. Jesús vivió a tope este proyecto, al que llama-mos Reino de Dios, cultivando intensamente las dos relaciones fundamentales del ser hu-mano: la relación con Dios y la relación con todos los integrantes de la humanidad. Hay dos parábolas en las que el Evangelio nos sinte-tiza, con pedagogía divina, cómo deben ser esas relaciones: La parábola del hijo pródigo y la parábola del buen samaritano.

Solamente intentando vivir así nuestra fe, viviremos al estilo de Jesús y, por consiguien-te, nuestra espiritualidad será cristiana.

Y me olvidé de Dios

Edgar Alejandro Salgado TapiaEstudiante claretiano

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18 Presencia Apostólica

Reflexión

Y me olvidé de Dios cuando se acercó a mí en ese indigente que me pidió un pan para calmar su hambre y lo único que hice fue despreciarlo.

Salí a la calle y en el crucero vi a un anciano…Me encontré con la indiferencia cuando pensé:

“Este anciano está siendo explotado por sus hijos, instrumentalizado por ellos para obtener dinero, pero no le daré nada, que sus hijos se esfuercen en ganar el dinero con su trabajo, limpio y honesto.”

Y me olvidé de Dios cuando no fui capaz de darle una moneda, olvidando que si me pide es porque necesita, al menos para no ser torturado por sus hijos.

Llegue a la escuela a estudiar…Me encontré con el nihilismo cuando comencé

a creer que yo era suficiente y que Dios no tenía nada que hacer en mi vida, que todo lo relativo a Dios ha pasado de moda.

Y me olvidé de Dios que me dio la capacidad de razonar, pero sobre todo de amar.

De regreso a casa, una señora con muletas subió al camión. Yo iba sentado y ya no había lugar…

Me encontré con la comodidad cuando fingí ir leyendo para no ver a la señora y dejarle mi lugar.

Y me olvidé de Dios que me ha dado salud y fuerza para poder recorrer el camino de la vida con mis propias piernas.

Ya en casa, encontré basura tirada en el suelo…Me encontré con la irresponsabilidad cuando dije:

“El aseo de este lugar no es de mi incumbencia que lo haga quien está a cargo.” Y pasé sin levantarla.

Y me olvidé de Dios que me ha llamado a servir también en los pequeños detalles.

En la hora destinada a estudiar…Me encontré con el ocio cuando

sabiendo que tenía poca tarea me dediqué a perder el tiempo.

Y me olvidé de Dios y de tanta gente que apoya a los religiosos con oración y dinero para que podamos formarnos íntegramente y después ser santos religiosos y sacerdotes.

Entré a rezar el rosario…Me encontré con la tibieza

espiritual cuando lo recé sin fervor y empecé a bostezar y a pensar: “A qué hora se terminará esto.”

Y me olvidé de Dios que me puso como ejemplo a María y su plena fide-lidad al llamado que recibió.

A la hora de preparar la reflexión para la misa del día siguiente…

Me encontré con la pereza cuando dije: “Ahora veo cualquier cosa. Ya mañana a ver qué sale. Hoy ya estoy muy cansado.”

Y me olvidé de Dios que me llamó a ser misio-nero para proclamar la Palabra y que si desde ahora me da flojera preparar las reflexiones, cuando sea sacerdote también me dará.

Y me fui a acostar…De pronto al reflexionar caí en la cuenta de que

todo el día estuve encontrándome fácilmente con todo lo que me aleja de Dios y me olvidé de Él. Me levanté de nuevo, me fui a la capilla y vi que Jesús estaba con los brazos abiertos en una cruz por amor a mí. Me puse de rodillas, comencé a llorar y le pedí perdón, le dirigí mi mirada y le dije: “Háblame Señor, aquí estoy.”

Y descubrí que todo el día me estuvo hablando, pero preferí escuchar otras voces. No fui capaz de encontrarlo en cada detalle. Miré al Sagrario y vi esa lámpara encendida y entendí que me dijo: “Aquí y en cada uno de tus hermanos siempre estaré.”

Le dije: “Señor, dame una oportunidad más.” Él me respondió: “Te doy toda una vida.” Yo le con-testé: “Quiero estar contigo, llegar a ti, ser santo” y replicó: “Sirve a tus hermanos y me estarás sirvien-do a mí, sé cercano a ellos y yo seré cercano a ti, ámalos y así nos estaremos amando los dos”.

De pronto sentí paz y tranquilidad, me llené de amor y al recostarme nuevamente le dije: “Señor, una cosa más, si mañana vuelvo a olvidarme de ti, tú no te olvides de mí, Amén.”

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Presencia Apostólica 19

Gotitas bíblicas

LaPalabra

marzo-abril

Marzo 2DomingoMt 6,24-34

(…) Jesús dijo a sus discípulos: “Nadie pue-de servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden servir ustedes a Dios y al dinero.

Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán, o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en gra-neros y, sin embargo, el padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de pre-ocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento?

¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el es-plendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?

No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comere-mos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el padre celestial ya sabe que ustedes tie-nen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas.”

«Miren las aves del cielo,que ni siembran, ni cosechan,

ni guardan en graneros y, sin embargo, el padre celestial las alimenta.»

Esta lectura del evangelio nos ofrece una gran sabidu-ría. Jesús nos habla de la importancia de vivir el pre-sente, confiados en Dios, y nos hace ver la inutilidad de preocuparnos obsesivamente por el futuro.

Jesús nos invita a concentrarnos en lo esencial, enfrentando los problemas de cada día y buscando el Reino de Dios y su justicia, y nos recuerda que desvivirse por puras cosas materiales refleja un des-conocimiento de Dios, así como falta de confianza en su misericordia.

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20 Presencia Apostólica

De la Palabra a la acción

Marzo 5Miércoles de CenizaMt 6,1-6.16-18

(…) Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hom-bres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.

Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sina-gogas y por las calles, para que los alaben los hom-bres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna que no sepa tu

mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.” (…)*

La Cuaresma inicia con el Miércoles de Ceniza. Es un tiempo propicio para reflexionar sobre nuestras actitu-des y sobre el sentido de nuestra existencia, mientras recorremos el camino hacia la Pascua.

Como actitud básica para vivir mejor este tiempo el Evangelio nos invita a ser auténticos. No es necesario hacer alarde del bien que hacemos ni estar buscan-do continuamente el reconocimiento de los demás por nuestras acciones, pues nuestro Padre que “ve lo secre-to” nos recompensará.

Marzo 91er. Domingo de Cuaresma • Mt 4,1-11

(…) Jesús fue conducido por el Espíritu al desier-to, para ser tentado por el demonio. Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer y, al final, tuvo hambre. Entonces se le acercó el tentador y le dijo: “Si tú eres el hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes.” Jesús le respondió: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino tam-bién de toda Palabra que sale de la boca de Dios.”

Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres el hijo de Dios, échate para abajo, porque está escrito: Mandará a sus ángeles que te cuiden y ellos te tomarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra alguna.” Jesús le contestó: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.”

Luego lo llevó el diablo a un monte muy alto y desde ahí le hizo ver la grandeza de todos los rei nos del mundo y le dijo: “Te daré todo esto si te postras y me adoras.” Pero Jesús le replicó: “Retíra-te, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor tu Dios y a él sólo servirás.”

Nos dice el Evangelio que, al comienzo de su misión, Jesús fue tentado por el diablo. Es importante obser-var que, ante las tentaciones que se le presentan, Je-sús contesta siempre con argumentos de la Escritura: “Está escrito…” La Palabra de Dios es el alimento que hace fuerte a Jesús ante las tentaciones.

También para nosotros las tentaciones son un tema de permanente actualidad y también noso-tros podemos resistirlas basándonos en la confian-za en Dios y en su Palabra.

Marzo 16 2º Domingo de Cuaresma • Mt 17,1-9

(…) Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conver-sando con Jesús.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bue-no sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.”

Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: “Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo.” Al oír esto, los discípu-los cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: “Leván-tense y no teman.” Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.

Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.”

La transfiguración es un acontecimiento en el que Dios se manifiesta de una manera extraordinaria y es nuestra labor reflexionar en cuál es su mensaje para nosotros. En la transfiguración, Jesús es señalado por el Padre como redentor y la forma como resplande-ce se ha interpretado como un anuncio de la resu-rrección. La presencia de Moisés y Elías representa la ley y los profetas que tienen su culminación en Jesús. La transfiguración nos anima y nos da esperanza en nuestro camino de preparación para la Pascua.

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Presencia Apostólica 21

Marzo 233er. Domingo de CuaresmaJn 4,5-42

(…) Llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Si-car, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía.

Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: “Dame de beber.” (Sus discípulos ha-bían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pi-des de beber a mí, que soy samaritana?” (Porque los judíos no tratan a los samaritanos). Jesús le dijo: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva.”

La mujer le respondió: “Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? (…) Jesús le contestó: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que be-ba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna.”

La mujer le dijo: “Señor ya veo que eres profeta. (…)La mujer le dijo: “Señor dame de esa agua para

que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla.” Él le dijo: “Ve a llamar a tu marido y vuelve:” La mujer le contestó: “No tengo Marido.” Je-sús le dijo: “Tienes razón en decir: ‘No tengo marido.’

Has tenido cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.”

La mujer le dijo: “Ya sé que va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, él nos dará razón de todo.” Jesús le dijo: “Soy yo, el que habla contigo.”

En esto, llegaron los discípulos y se sorprendie-ron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo, ninguno le dijo: “¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?” Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo, y comenzó a decir a la gente: “Vengan a ver a un hombre que me ha di-cho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?” Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia donde él estaba. (…)*

El encuentro de Jesús con la mujer Samaritana nos enseña cosas esenciales para vivir mejor este tiem-po de Cuaresma. En este evangelio, el agua viva representa la vida espiritual que tendremos si cree-mos en Jesús.

En el encuentro con Jesús la samaritana está re-cibiendo de él esa agua viva y podemos ver cómo su fe va creciendo. Ella le pide a Jesús: “Señor, dame de esa agua”, lo reconoce y asume la misión de ir al pueblo y hablarle a la gente de él, incluso deja su cántaro en el pozo.

Pidamos nosotros también a Jesúsde esa “agua viva”.

De la Palabra a la acción

Marzo 304º Domingo de CuaresmaJn 9,1-41

(…) Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron: “¿Maestro, quién pecó para que este naciera ciego, él o sus padres?” Jesús respondió: “Ni él pecó, ni tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios. Es necesario que yo haga las obras del que me envió, mientras es de día, porque luego llega la noche y ya nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo, yo soy la luz del mundo.”

Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: “Ve a lavarte en la piscina de Siloé” (que significa «Envia-do»). Él fue, se lavó y volvió con vista. (…)*

En la Cuaresma nos aproximamos a la luz de la Pascua y la fuente de esa luz es Cristo.

El significado de la historia del ciego tiene que ver con la afirmación simbólica de que Jesús es la luz del mundo. Al encontrarse con un ciego de nacimiento Jesús lo cura y luego reflexiona sobre otro tipo de ce-guera: la ceguera espiritual de quienes prefieren per-manecer en la oscuridad.

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22 Presencia Apostólica

Abril 65° Domingo de CuaresmaJn 11,1-45

(…) Se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pue-blo de María y de su hermana Marta. (…) Por eso las dos hermanas le mandaron decir a Jesús: “Señor, el amigo a quien tanto quieres está enfermo.”

(…) Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania quedaba cerca de Jerusa-lén (…) Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Mar-ta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas.”

(…) Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.” Jesús al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompa-

ñaban, se conmovió hasta lo más hondo y preguntó: “¿Dónde lo han puesto?”

(…) Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: “Padre te doy gracias porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea para que crean que tú me has enviado. Luego gritó con voz potente: “¡Láza-ro, sal de allí!” Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta en un sudario. (…) *

La resurrección de Lázaro es un signo que nos mues-tra que el poder de Dios, presente en Jesús, está por encima de la muerte en todos los niveles.

La resurrección de Lázaro nos hace caer en la cuenta de que Jesús es la vida y es un signo de la resu­rrección final de los cristianos. La fe en Jesús es un paso de la muerte a la vida y lo es en más de un sentido, pues en esta vida también se puede no haber muer-to todavía y, sin embargo, estar como muertos en vida, sin vivir de verdad.

De la Palabra a la acción

Abril 13Domingo de RamosMt 26,14-27,66

(…) El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pas-cua?” Él respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: «El maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa».”

(…) Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme.” Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?”

(…) Durante la cena, Jesús tomó un pan, y pro-nunciada la bendición, lo partió y lo dio a sus discí-pulos, diciendo: “Tomen y coman. Éste es mi cuer-po.” Luego tomó en sus manos una copa de vino y, pronunciada la acción de gracias, la pasó a sus discí-pulos, diciendo: “Beban todos de ella, porque ésta es mi sangre, sangre de la nueva alianza, que será de-rramada por todos, para el perdón de los pecados.”

(…) Entonces Jesús fue con ellos a un lugar llama-do Getsemaní y dijo a los discípulos: “Quédense aquí mientras yo voy a orar más allá.” Se llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sen-

tir tristeza y angustia. Entonces les dijo: “Mi alma está llena de una tristeza mortal. Quédense aquí y velen conmigo.” Avanzó unos pasos más, se postró rostro en tierra y comenzó a orar, diciendo: “Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero que no se haga como yo quiero, sino como quieres tú.” (…)*

Iniciamos la Semana Santa con el Domingo de Ra-mos en el que el Evangelio nos presenta la Pasión, según san Mateo y recorremos lo que ha de vivir y sufrir Jesús por amor a nosotros. Hemos tomado sólo unos fragmentos, pues, como sabemos, la lec-tura es extensa.

En esta ocasión pongamos nuestra atención en dos aspectos. El primero es que Jesús está al mando de los preparativos de la Pascua y de todo lo que se ha de hacer, y que continuamente está enseñando a sus discípulos el sentido de todos los aconteci-mientos. El segundo es que ante el difícil escenario de enfrentar su propia muerte, Jesús no busca en ningún momento la protección humana y que es fortalecido en todo momento por su aceptación y entendimiento del plan de Dios, así como por su comunicación con el Padre.

* Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones de espacio), se invita a leerlo

en la cita bíblica.

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Presencia Apostólica 23

Abril 17Jueves Santo Jn 13,1-15

En el transcurso de la cena (…) se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.

(…) Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Com-prenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.”

En el marco solemne de la última cena, el punto central del evangelio del Jueves Santo es relatarnos como Jesús se pone a lavarles los pies a sus discípu-los. Jesús decide libremente hacer a sus discípulos el gesto más humilde, el de lavarles los pies, para darles a entender, a ellos y a nosotros, cómo debe ser una comunidad cristiana. Con este gesto, Jesús nos en-seña que debemos amarnos y servirnos unos a otros “hasta el extremo”.

Y a nosotros también Jesús nos pregunta: ¿Comprenden lo que acabo de hacer?

De la Palabra a la acción

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Abril 18Viernes SantoJn 18,1-19,42

(…) Jesús fue con sus discípulos al otro lado del to-rrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas, antorchas y armas.

Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se ade-lantó y les dijo: “¿A quién buscan?” Le contestaron: “A Jesús el nazareno.” Les dijo Jesús: “Yo soy.” Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles “Yo soy”, retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les vol-vió a preguntar: “¿A quién buscan?” Ellos dijeron: “A Jesús, el nazareno.” Jesús contestó: “Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan.”

Así se cumplió lo que Jesús había dicho: «No he per-dido a ninguno de los que me diste.»

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: “Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?”

(…) “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí.” (…) *

Tomemos únicamente para nuestra reflexión la idea de que Jesús enfrenta los acontecimientos injustos y dolorosos de su Pasión con toda la fuerza interior y la gracia que le da el Espíritu Santo.

Que la confianza de Jesús en su Padre nos en-señe a pedir la gracia de Dios en los momentos de dificultad y dolor, para no vernos vencidos por esos momentos de tentación en los que, a veces, sólo bus-camos culpables y nos amargamos la vida.

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24 Presencia Apostólica

Abril 19Vigilia Pascual • Mt 28, 1-10

Transcurrido el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran temblor, porque el ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro, hizo rodar la piedra que lo tapaba y se sentó encima de ella. Su rostro brillaba como el relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se queda-ron como muertos. El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: “No teman. Ya sé que buscan a Jesús, el crucifica-do. No está aquí; ha resucitado, como lo había dicho.

Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto. Y

ahora, vayan de prisa a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de uste-des a Galilea; allá lo verán.» Eso es todo.”

Ellas se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noti-cia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abra-zaron los pies y le adoraron. Entonces les dijo Jesús: “No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán.”

Hoy celebramos la resurrección de Cristo que ha venido a renovar el mundo entero. Jesús nos dice: “No tengan miedo.” El Señor resucitó y vale la pena ser su discípulo-misionero, llevando la alegre noti-cia. ¡Felices Pascuas de Resurrección!

De la Palabra a la acción

Abril 20Domingo de Pascua • Jn 20,1-9

El primer día después del sábado, estando todavía os-curo, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto.”

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del se-pulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó prime-ro al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos pues-tos en el suelo, pero no entró.

En eso, llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lien-

zos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llega-do primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no había entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

La resurrección de Jesús –que celebramos todos los do-mingos y en especial éste– es el fundamento de nuestra fe. Nuestra fe en la Resurrección nos pide vivir entrega-dos a transformar este mundo con la plena esperanza de saber que el amor es más fuerte que la muerte.

Creer en la resurrección de Cristo es creer en el triunfo definitivo sobre el pecado, la injusticia y la muerte. El amor de Jesús no es un amor fracasado y vencido, sino un amor victorioso y lleno de sentido.

Abril 272° domingo de Pascua o “de la Divina Misericordia” Jn 20,19-31

Al anochecer del día de la resurrección, estando ce-rradas las puertas de la casa donde se hallaban los dis-cípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes.” Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.

De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo.” Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los

pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.” (…)*

Reproducimos únicamente la primera parte de la lectura en la que el Evangelio nos narra lo sucedi-do a la primera comunidad cristiana el domingo de la resurrección. Los discípulos se hallaban reunidos, tristes y atemorizados. Jesús se presentó en medio de ellos y les dio justamente lo que más necesitaban: su Espíritu y su paz.

Vivamos también nosotros, en comunidad, la alegría de la resurrección y dejémonos

llenar por el Espíritu y la paz de Jesús.

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