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Presentación Mi primera palabra es para el evange- lio en sí. Invito al lector y a la lectora a to- marse el tiempo necesario para leer a Marcos de seguido y sin prisas, dejándose impactar por la fuerza del relato y entran- do en todos los manejos retóricos que ha previsto el narrador. Puede que después desee ser acompañado en una lectura más pausada en el tiempo, y en ese caso acuda a las páginas que siguen. Puede, también, que desee realizar el camino a solas. Lo segundo indicaría que lectora o lector ha quedado enganchado y no requiere la compañía que le ofrezco. Este trabajo pre- tende motivar para ello, incluso si la deci- sión es realizar la lectura hasta el final. Mi segunda palabra es personal: quie- ro contar brevemente mi experiencia de estudio. Mi tercera palabra será para se- ñalar algunas cosas útiles a la hora de leer y situarse en la obra. Compañera acompañada Este libro ofrece compañía. Como au- tora me constituyo en compañera y acompañante gracias a la experiencia de haber sido pacientemente acompañada, día tras día, durante muchas horas de va- rios años por este evangelio. Mi lectura acompañada de Marcos, así, es efecto y consecuencia de una experiencia indivi- dual. Yo hoy no soy la misma persona de antes. Mi estudio de Marcos me ha hecho distinta a lo que podría haber sido sin él. Esta compañía se traduce en nume- rosas concreciones. De la mano de esta historia, la más breve de las cuatro na- rraciones evangélicas canónicas, he ido viviendo y luchando, he ido madurando y desplegando mi conciencia espiritual de cristiana. Con ella he aprendido a mirar a Jesús consciente del filtro del narrador y su punto de vista, y he ido aprendiendo a verlo a través de los ojos de otros actores del relato, especialmente a través de los personajes menores, mujeres muchas de ellas. En ellas me he encontrado con mis raíces, me he reconciliado con mis ante- pasadas y de ellas he recibido mucho más que estímulo y aliento, todo ello a pesar de los filtros patriarcales de esta narra- ción. La visión caleidoscópica del prota- gonista y de los personajes femeninos, casi todos importantes y positivos, vistos en mis circunstancias a través de los ojos de actores y actrices del relato, ha modi- ficado mi visión de Jesús. Es decir, lo que pienso de él, mis afectos y las conductas por las que me identifico como seguidora suya en el marco del Reinado o basileía de Dios ya no son lo que eran. Han gana- do mucho, sin duda. No se han ido modi- ficando a través de cambios rápidos ni fá- ciles. Se han ido produciendo lentamente y mediante el paso por algunas crisis de crecimiento. El cambio en la visión de Je- sús ha propiciado, como es lógico, modi- ficaciones en mi representación divina, ahora más compleja y paradójica que hace unos años.

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Presentación

Mi primera palabra es para el evange-lio en sí. Invito al lector y a la lectora a to-marse el tiempo necesario para leer aMarcos de seguido y sin prisas, dejándoseimpactar por la fuerza del relato y entran-do en todos los manejos retóricos que haprevisto el narrador. Puede que despuésdesee ser acompañado en una lectura máspausada en el tiempo, y en ese caso acudaa las páginas que siguen. Puede, también,que desee realizar el camino a solas. Losegundo indicaría que lectora o lector haquedado enganchado y no requiere lacompañía que le ofrezco. Este trabajo pre-tende motivar para ello, incluso si la deci-sión es realizar la lectura hasta el final.

Mi segunda palabra es personal: quie-ro contar brevemente mi experiencia deestudio. Mi tercera palabra será para se-ñalar algunas cosas útiles a la hora deleer y situarse en la obra.

Compañera acompañadaEste libro ofrece compañía. Como au-

tora me constituyo en compañera yacompañante gracias a la experiencia dehaber sido pacientemente acompañada,día tras día, durante muchas horas de va-rios años por este evangelio. Mi lecturaacompañada de Marcos, así, es efecto yconsecuencia de una experiencia indivi-dual. Yo hoy no soy la misma persona deantes. Mi estudio de Marcos me ha hechodistinta a lo que podría haber sido sin él.

Esta compañía se traduce en nume-rosas concreciones. De la mano de estahistoria, la más breve de las cuatro na-rraciones evangélicas canónicas, he idoviviendo y luchando, he ido madurando ydesplegando mi conciencia espiritual decristiana. Con ella he aprendido a mirar aJesús consciente del filtro del narrador ysu punto de vista, y he ido aprendiendo averlo a través de los ojos de otros actoresdel relato, especialmente a través de lospersonajes menores, mujeres muchas deellas. En ellas me he encontrado con misraíces, me he reconciliado con mis ante-pasadas y de ellas he recibido mucho másque estímulo y aliento, todo ello a pesarde los filtros patriarcales de esta narra-ción. La visión caleidoscópica del prota-gonista y de los personajes femeninos,casi todos importantes y positivos, vistosen mis circunstancias a través de los ojosde actores y actrices del relato, ha modi-ficado mi visión de Jesús. Es decir, lo quepienso de él, mis afectos y las conductaspor las que me identifico como seguidorasuya en el marco del Reinado o basileíade Dios ya no son lo que eran. Han gana-do mucho, sin duda. No se han ido modi-ficando a través de cambios rápidos ni fá-ciles. Se han ido produciendo lentamentey mediante el paso por algunas crisis decrecimiento. El cambio en la visión de Je-sús ha propiciado, como es lógico, modi-ficaciones en mi representación divina,ahora más compleja y paradójica quehace unos años.

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Esta historia leída, estudiada, con-frontada, orada, pensada en varios regis-tros, me ha acompañado activamente enmis conflictos, especialmente en aquellosprovenientes de las instituciones (y algu-nas personas en ellas) a las que amo y enlas que vivo. El Jesús de Marcos me haayudado a situarlas en su lugar, cosa es-pecialmente difícil. Me ha enseñado quépuedo y no puedo esperar de ellas, cuál essu valor y cuáles sus trampas. De su manohe aprendido quién soy y cómo debo seren ellas. Este evangelio ha sido testigo demis ganas de huir, de algunas desespera-ciones que no llegaron a más, de profun-das decepciones, y, sobre todo, ha sido elespejo en el que he visto, en tercera di-mensión, mi vulnerabilidad y mi poder.Gracias a Marcos he aprendido una for-ma de resistencia activa y positiva quenunca hubiera logrado por otros medios einflujos. Es un evangelio tan poderoso…

El estudio de Marcos, en efecto, me haempoderado. No hay ninguna duda. Noadelantaré qué significa esta afirmación,pues presupongo que cada lectora y lectorlo descubrirá por sí misma/o a lo largo deestas páginas. La compañía de Marcos du-rante estos años ha pasado, casi siempre,desapercibida. Ha sido discreta, ha tenidolugar en la soledad y en el silencio. En esasoledad amable y fértil, y esa otra, a me-nudo, dura y de estéril apariencia. Sin lasoledad no habría podido entrar de llenoen esta historia ni habría podido bajar misresistencias hasta dejarme afectar en lomás hondo. Soledad física, encerrada enmi pequeño despacho. Soledad emocio-nal. Soledad, ¡tantas veces!, intelectual…Cómo me hubiera gustado poder compar-tir algunos descubrimientos, confrontarnumerosas dudas, solicitar consuelo osimplemente tener alguien a quien podercontarle la lectura. He aprendido que hayprocesos que requieren soledad. Soleda-des, más bien. Distintas, matizadas, multi-dimensionales… El narrador de Marcospuede darse por satisfecho con mi proce-so, pues no sé si esta historia me podríahaber implicado más…

Son numerosos mis aprendizajes cony por Marcos, que no es pertinente deta-

llar aquí. Baste con hacer referencia acuanto he aprendido sobre el poder, la au-toridad y la confianza. Sobre las parado-jas del poder, la autoridad y la confianza.Sobre mí misma, la complejidad de larealidad y el mundo que me rodea, tandistinto al mundo en el que Marcos escri-bía y el que su narrador construye en surelato evangélico. En estos años, acompa-ñada de cerca por este evangelio, me hevuelto más osada y audaz, y, a la vez, pa-radójicamente, más cuidadosa y astuta.

No ha sido éste mi primer contacto conMarcos. Antes, ya había estudiado narrati-vamente el relato de la unción de Betania(14,3-9) durante varios años. Sería lógicosuponer que el conocimiento del evangeliose hizo acumulativo, pero no fue así. Estoyconvencida de que si comenzara de nuevoa estudiar a Marcos volvería a parecermenuevo y no sólo por efecto de mi condi-ción de lectora con sus cambiantes cir-cunstancias, sino por la misma naturalezadel texto. La bibliografía de los últimos 25años es inmensa, pero sé que seguirá au-mentando. Esto indica que se trata de unabuena narración y de que existe una cone-xión con nuestras búsquedas.

Un acto de feMi estudio del evangelio de Marcos ha

sido un acto de fe y una prolongada ex-periencia espiritual, inseparables ambasdel esfuerzo científico y de la aplicacióndel método elegido. La honestidad de ladimensión científica de un estudio comoéste, con las finalidades predefinidas, meha ido llevando a tener en cuenta mi pro-pia implicación, como estudiosa y cre-yente. En más de una ocasión el impactode un descubrimiento de pronto me haimpedido continuar, algo que sólo he po-dido llevar a cabo cuando me he ido se-renando y elaborando el hallazgo.

El acto de fe implica, además, aceptarel riesgo de aventurarme por un caminoque, intuía, no sé adónde me va a condu-cir. Podría llevarme, por ejemplo, a parti-cipar del final mismo del protagonista delrelato… (pero, ¿cuál es el final…?).

10 Marcos

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Útiles El libro, como los otros de la colec-

ción, se abre con una introducción gene-ral al evangelio. En seguida, al pasar altexto en sí, la lectora o lector encontraráun esquema reiterado, pensado para faci-litar la guía. El esquema comprende 4 y aveces 5 puntos: 1. la lectura directa, el tex-to traducido del griego a veces de formamás literal que literaria con el fin de faci-litar el reconocimiento de algunas expli-caciones e implicaciones; 2. la composi-ción y las claves generales de lectura, quesitúen en el momento concreto del reco-rrido y ayuden a establecer las conexionescon lo precedente, y, a veces, con lo si-guiente; 3. la lectura acompañada, explica-ción y desarrollo o comentario de ciertoselementos del texto. El análisis narrativounas veces se detiene más en unos aspec-tos que en otros, dependiendo de criteriosdiversos (oportunidad, claridad, predomi-nancia, etc.); 4. el resumen que recopila loexplicado y desarrollado y ofrece una vi-sión sintética. La síntesis permite, con fre-cuencia, percibir lo que no se ve a prime-ra vista en el desarrollo. En este sentido elresumen puede cumplir funciones de con-clusión; 5. el apartado para el trabajo tienelugar al final de las secuencias, no tras elestudio de cada episodio. En él se con-templan varios ítems, pues la guía de lec-tura está ideada para su utilización en di-versos ámbitos: el académico, el pastoral,el personal o experiencial, el cultural y degénero… que incluye al final algunasorientaciones sobre más lecturas, no

siempre o exclusivamente bíblicas. De vezen cuando he intercalado una guía de lec-tura sinóptica narrativa a modo de ejem-plo de lo que el lector/a podría construir alfinalizar cada secuencia del relato.

En los cuadros he intentado que lalectora o el lector encuentre unas vecesexplicaciones de método e instrumentosutilizados, otras contrapuntos y comple-mentos no narrativos (históricos, litera-rios, actuales…), que aportan una pers-pectiva diferente a un texto comentado oque insinúan lecturas posibles, contras-tes… Su intención es ampliar el ámbitode lectura. Algunos cuadros son prescin-dibles en la lectura continuada del libro.Otros son necesarios.

El método elegido, como salta a la vis-ta, es el análisis narrativo ayudado porotros métodos (histórico-crítico, la socio-logía y antropología cultural antigua…) ysobre todo por sus resultados, imprescin-dibles para entender un relato de tantaantigüedad. También es perceptible miperspectiva feminista de género, no siem-pre explícita. Mi lenguaje intenta ser in-clusivo. La referencia casi continua dellector, como instrumento de análisis na-rrativo, incluye el femenino y el masculi-no. El uso aleatorio de la barra (/) es sóloun recordatorio, necesario a la frágil me-moria de siglos de masculinización y pa-triarcalización lingüística.

Mercedes Navarro PuertoMadrid, 1 de enero de 2006,

fiesta de Santa María, Madre de Dios

Presentación 11

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Introducción

1. Composición narrativadel evangelio de Marcos

1.1. Composición general

La composición del evangelio de Mar-cos no es, ni mucho menos, uniforme,pues cada autor o autora la percibe segúnlos criterios desde los que contempla la to-talidad del relato. En unos casos el criterioes el espacio geográfico que divide el evan-gelio en tres secciones: la primera (1,14-9-50), localizada en Galilea; la segunda (10,1-52), que comprende la subida a Jerusalén,y la tercera (11,1-16,8), ya propiamente enJerusalén. En otros casos, la divisiónresponde al desarrollo del drama com-prendido en dos grandes partes o macro-secciones (1,14-8,26; 8,27-16,8) precedidasde una introducción (1,1-13). Para estosautores/as la pregunta de Jesús a sus discí-pulos acerca de su identidad (8,27.29),marca la transición de la primera a la se-gunda parte. Otros estudiosos/as, por fin,se plantean la estructura a partir de las re-laciones que Jesús va estableciendo, segúnuna división triple, que, a su vez, com-prende una doble etapa. Les precede la in-troducción de 1,1-13. Las tres partes son:A. 1,14-6,6; B. 6,6b-10,52; C. 11,1-16,8.

En nuestra guía tomamos como crite-rios organizativos de la obra los propios dela narración, es decir, aquellos adecuadosy pertinentes al análisis narrativo, comoson las divisiones mayores del macro-relato (secciones y secuencias) y divisio-

nes menores (episodios y escenas), loscambios en las indicaciones espaciales ytemporales, en los personajes (entradas,salidas, desapariciones, personajes nue-vos…), en la acción (acciones diferentes,avances en la acción, rupturas en la con-tinuidad), en la trama o argumento, enlos puntos de vista (del narrador, de lospersonajes…). Lo normal es encontrarvarios de estos elementos combinados enlas líneas compositivas, sin olvidar lossignos formales, ya sean de vocabulario oretóricos. Teniendo en cuenta estos crite-rios, encontramos en el evangelio deMarcos una división narrativa mayorcompuesta por dos grandes partes desa-rrolladas en cinco grandes secciones, pre-cedidas de un prólogo y seguidas de unepílogo, importantes los dos para enten-der el sentido de todo el macro-relato.

He aquí el esquema general:Prólogo: 1,1-15I. Primera parte: 1,16-8,26II. Segunda parte: 8,27-15,39Epílogo: 15,40-16,8

que pretendemos explicar y justificar na-rrativamente en lo que sigue, primero agrandes trazos y después de manera máspormenorizada.

El prólogo introduce a los lectores/asen la obra mostrándoles al personaje fun-damental, Jesús, e incluyendo claves her-menéuticas de lectura.

La primera parte abarca los ocho pri-meros capítulos y tiene como escenario

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Galilea. En ella los signos que realizaJesús (las curaciones: Mc 1,21-28.30-34.40-44; 2,1-12; 3,1-5.10-12; 4,35-40; 5,1-15.25-34.35-42; 6,41-44.48-52; 7,29.32-37;8,1-10.22-26), muestran su ambigüedad,como pone de relieve la diversidad de lasreacciones que suscitan, y acaban porfracasar, por lo que es preciso que la na-rración entre en una etapa diferente. Ellector/a, que ya sabe quién es Jesús (1,1),pero puede sentirse desconcertado antealgunas de sus actuaciones, es advertidopor el narrador sobre sus posibles expec-tativas erróneas con el episodio final dela ejecución de Juan (6,14-29) y queda in-cluido en la pregunta con la que se pro-duce la transición que separa y vincula laprimera y la segunda parte: y vosotros,¿quién decís que soy yo? (8,29). En estosversos se prepara el cambio de escenariode Galilea a Jerusalén introduciendo elcamino (evn th/| o`dw/, 8,27) hacia Jerusalén.

La segunda parte se ocupa de los 7 úl-timos capítulos. Tras los versos de transi-ción (8,27-38) y la confesión de Pedroesta parte comienza con la escena de latransfiguración (9,2-13), recuperando loque ya decía el narrador en el prólogoacerca de Jesús. Las distintas seccionesmuestran a Jesús en el camino a Jerusa-lén dedicado a la enseñanza de sus discí-pulos con una consciencia pascual cadavez más clara. El camino desemboca enJerusalén, donde tiene lugar el final deldestino de Jesús, su prendimiento, tortu-ra y muerte a manos de los poderes reli-giosos y civiles. Termina, estrictamentehablando, en 15,39, con la confesión delcenturión romano: verdaderamente ésteera un Hijo de Dios, eco de 1,1, por unaparte, y de 1,11 y 9,9, por otra.

El epílogo comprende los ritos de se-pultura del cuerpo de Jesús y la escena dela visita de las mujeres a la tumba vacíacon el anuncio de la resurrección.

Indicadores narrativos de cambioen la composición general

a) En lo relativo al espacio, escenarioque provee el contexto de los conflictos ylas acciones de los personajes, Mc pro-

porciona dos grandes lugares para el mo-vimiento y/o desplazamiento de la tra-ma: la primera parte del evangelio se de-sarrolla en Galilea y la segunda tiene lu-gar en Jerusalén. Todo ello en el marcogeneral de un camino o viaje de un pun-to al otro. El comienzo del viaje a Jerusa-lén, en efecto, marca un turning point enla historia (Mc 8,30). Pedro reconoce aJesús, equivocadamente. Este equívoco,sin embargo, no queda manifiesto parael lector/a hasta el final del evangelio. Laenseñanza que desencadena la escena deconfrontación de Jesús con Pedro des-plaza la identificación de Jesús hacia elfinal de la historia. Pedro respondeapriorísticamente a la pregunta hechapor Jesús acerca de su identidad y Jesúsle remite (a él y al lector) al resto del iti-nerario narrativo. Sólo en él se encontra-rán elementos de discernimiento acercade quién es Jesús como el ungido. No escasual que sea a partir de ese momentocuando Jesús comience la enseñanza ex-plícita a sus discípulos, en abierta antici-pación pascual y en el marco en el quedebe comprenderse su identidad y lapropia identidad de sus discípulos. Eldestino del camino es Jerusalén. Al lec-tor se le dan los motivos del viaje, aun-que en un lenguaje enigmático de para-dojas, imágenes, acertijos, citas bíbli-cas… que no permiten la simple eviden-cia, sino que emplazan al lector/a (en elnivel del discurso) a emprender, con elhecho de la lectura comprensiva, un via-je laborioso y atento, plagado de señalesque ha de ir decodificando. Así hasta lle-gar a Jerusalén.

b) En lo que se refiere al tiempo, lomás notable es la periodización de lasprolepsis de los acontecimientos finales,

14 Marcos

Turning Point

Un turning point es ese momento del re-lato que marca un giro importante en la di-rección de la narración. Se podría traducirpor cambio de situación o giro.

Y

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primero en boca del narrador (Mc 8,31) ydespués en palabras directas de Jesús(Mc 9,31; 10,33-34), en su viaje a Jerusa-lén. Se va produciendo una lentificaciónprogresiva de la cronología narrativa, amedida que se avecinan los aconteci-mientos pascuales. Toda la urgencia quetransmite el relato al lector en la primeraparte y en varios capítulos de la segundadesaparece cuando se comienza a narrarla pasión ya en Jerusalén. De esta forma,tenemos en el evangelio una muy cuida-dosa y preparada cronología en tres dife-rentes ritmos:

– ritmo rápido y urgente (predominiode kai, y e,uquj, de 1,1 al cap. 13)

– ritmo más lento (relato de la pasión,marcando día a día, 14,1.12)

– ritmo muy lento (crucifixión y muer-te, cronología por horas, 15,1.25.33.34.42)

La rapidez del ritmo atraviesa toda laprimera parte del relato, mientras quela progresiva lentificación, como si fueraa cámara lenta, tiene lugar en la segundaparte.

c) El argumento (plot), personajes y ac-ción presentan dos grandes hilos narrati-vos con un avance progresivo de una par-te a otra del evangelio:

1. el hilo narrativo del conflicto, que esuna lucha de poder entre Jesús y los quese le resisten u oponen, en un dramatis-mo creciente. Su resolución es negativa(muerte de Jesús, tumba vacía y mujeresque callan la noticia de la resurrección)

2. el hilo narrativo de la revelación dela identidad de Jesús, diferenciado en lasdos partes del evangelio: en la primera,Jesús es un enigma para la gente, inclu-yendo sus discípulos. Se da a conocer consus palabras, pero, sobre todo, mediantesus acciones (Mc 1-8,30). En la segunda,a partir de la equívoca confesión de Pe-dro, Jesús se va revelando progresiva-mente a través de la enseñanza directa asus discípulos en privado, y a través desus prolepsis o anuncios de la pasión.Esta confesión de Pedro forma inclusióncon 15,39, la confesión del centurión,pero en un significativo avance: el centu-

rión no dice sólo que Jesús sea el Mesías,sino que es el Hijo de Dios. Sus discípu-los, sin embargo, contra las expectativasnormales de conocimiento progresivo,cada vez entienden menos, como mues-tran sus reacciones cuando Jesús predicesu pasión (Mc 8,32-33; 9,32; 35-40.50). Elgiro (turning point) de la confesión de Pe-dro sorprende al lector, que espera verloscrecer en comprensión de la identidad desu maestro y se encuentra, en cambio,con el efecto contrario. Pero el desvela-miento de la identidad de Jesús se va rea-lizando progresivamente y alcanza su clí-max en el reconocimiento (anagnoresis)que hace el centurión en el momento desu muerte (Mc 15,39)

Estrictamente hablando, la trama con-flictiva del evangelio se desarrolla desdeque Jesús hace su proclama en 1,15 hastasu muerte en la cruz en 15,39. En estesentido el evangelio cuenta la historia delfracaso de Jesús, de su proyecto y de sugrupo, y la victoria de sus oponentes y susintrigas contra él. El otro hilo argumen-tativo, su identidad, sólo puede entender-se desde el marco interpretativo que for-man el prólogo y el epílogo que precedeny siguen a las dos partes de la trama delconflicto. El prólogo, paradójicamente,depende del epílogo pues en él se narranlos episodios de los que fueron testigosunas mujeres. A ellas se les ordena y en-vía a anunciarlos. Las palabras finales delnarrador terminan el evangelio dejándoloabierto al indicar que ellas no dijeronnada porque tenían miedo. El enigma nopuede ser más patente: ¿y cómo puedecontar esta historia y darle su verdaderosentido ningún narrador si ellas no con-taron lo que vieron y oyeron…? De ellonos ocuparemos en su momento.

1.2. Desarrollo de la composición

PRÓLOGO: Mc 1,1-15

El prólogo de Mc se compone de a) untítulo; b) una cita-clave de lectura; c) tresescenas en el desierto y d) una escena-bisagra, o texto espejo, localizada en Ga-lilea.

Introducción 15

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a) título (1,1): el narrador condensatodo el evangelio. Conecta analéptica-mente con la BH y, prolépticamente, conla historia. Apunta a un destinatario uni-versal e indica que trata de Jesús

b) clave de lectura (1,2-3): la cita orien-tativa de las Escrituras condensa las tra-diciones israelitas profética, de la crea-ción y del Éxodo, y señala, a su vez, laintertextualidad como una clave de lectu-ra de todo el evangelio.

c) escenas en el desierto (1,4-13): la 1ªescena presenta la figura de Juan Bautis-ta, marginal y contracultural, en un esce-nario paradójico y rico en evocacionesproféticas. La 2ª escena es un verdaderocomienzo de la historia (wayyehî / kai ege-neto). Evoca ritos de paso y de renaci-miento e iniciación del pueblo. Para Je-sús es un renacer desde Dios efectivo,afectivo e incondicional, que crea en él ycon él algo nuevo, como sucedió al co-mienzo del mundo. La 3ª escena es la ex-periencia liminal y fronteriza de Jesús enel desierto, preparatoria del personaje, ynarrativamente abierta.

d) llegada a Galilea y programa de ac-ción (1,14-15): escena-bisagra o textopuente entre el prólogo y la primera par-te del evangelio. Galilea, punto de partiday de llegada, es otra clave de lectura delevangelio. El programa de Jesús, prime-ras palabras en la historia, es resumenanticipado y enigmático de todo su men-saje, a cuya luz debe leerse cuanto diga yhaga en adelante.

PRIMERA PARTE: Mc 1,16-8,26La primera parte del evangelio de

Marcos, en Galilea, comprende 1,16-8,38en dos grandes secciones, cada una deellas con sus respectivas secuencias. Seinicia con la llamada de Jesús a los pri-meros discípulos (1,16-20) y termina conesa especie de antillamada inserta en lacrisis de Cesarea de Felipe que afecta atodo el discipulado (8,29-30). La frase deJesús en 1,17 venid detrás de mí (deu/teovpi,sw mou,) dirigida en primer término aPedro, se convierte en Mc 8,33 en vete dedetrás de mí ({upage ovpi,sw mou) dirigida a

él y a todos los demás a través de él. Estaprimera parte narra conjuntamente eléxito y el fracaso del discipulado. En unsentido esta parte finaliza en 8,26, peroen otro, si incluimos la transición, 8,27-38, podría prolongarse hasta 8,38, delmismo modo que la segunda parte podríainiciarse en 8,39 si excluyéramos dichatransición.

PRIMERA SECCIÓN: Mc 1,16-4,1La sección conecta desde el texto-

puente (1,14-15) hacia delante. La pala-bra mar (tên thálassan) es una señal deunión y separación de secciones (de Gali-lea 1,16; 4,1). En la sección primera su-ceden muchas cosas con enorme rapidez.En 4,2 el tiempo se para y las accionesdejan paso al Jesús narrador de parábo-las. Encontramos numerosos elementosen los que el número 4 se repite (discípu-los, incidentes dentro y fuera de la casa,cruce del mar…). Es típica de la secciónla cuestión de la autoridad de Jesús (exou-sía) y su ejercicio de la misma. Los episo-dios, frecuentemente, están marcados portransgresiones como la del sábado.

Secuencias Encontramos tres secuencias narrati-

vas: 1ª: 1,14-15 a 1,45: cambia la relación

entre el evangelio y su mensajero. En elcentro de esta secuencia se narra la cura-ción de la suegra de Simón, una escenaarropada por dos expulsiones de demo-nios y de llamada.

2ª 2,1-12 a 3,1-6: incluye cinco episo-dios delimitados por el lugar (Cafarnaún)y la curación de un paralítico al comien-zo (1,1-12) y un hombre con la mano secaal final (3,1-6).

3ª 3,7-12 a 4,1: contiene otros cincoepisodios. En el primero y en el últimoJesús instruye a la gente desde el mar yjunto a ellos se desarrollan en cada extre-mo sendas escenas de seguimiento (3,13-19, los doce y 3,31-35, la nueva familia)para dejar en el centro la discusión sobrelos escribas acerca del origen de la auto-ridad de Jesús (3,21-30).

16 Marcos

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SEGUNDA SECCIÓN: Mc 4,2-8,26En 4,1, como decíamos, cesa la acción

y Jesús comienza a enseñar en parábolas(4,2). El narrador destaca la modalidadde su enseñanza. El objeto son la ense-ñanza en parábolas a la multitud (autónochlos). Esta frase, enseñar en parábolas,es señal de comienzo y final de seccióncuando en 8,31 se repite cambiando elobjeto de la enseñanza, su pasión, y el pú-blico destinatario, sus discípulos (8,27,hoi mathêtai…legôn autois). En este mo-mento finaliza la primera parte del evan-gelio. La segunda sección tiene un mar-cado carácter interpretativo o hermenéu-tico, como lo muestran la secuencia deparábolas salteada de paradojas, pregun-tas, imágenes, propuestas y acertijos entorno al sembrador, la semilla, la lámpa-ra, el grano de trigo, o de mostaza..., lasacciones que liberan miedos humanos dedistinta naturaleza (4,35-5,43), y, de unamanera especial, el relato de la ejecucióndel Bautista situado como en un parénte-sis narrativo que parece no tener relacióndirecta con el transcurrir de los aconteci-mientos, y, por último, a través de gestos,elocuentes por sí mismos en un primermomento (las multiplicaciones de los pa-nes y los peces, la escena de la transgre-sión de los ritos de pureza alimentarios),pero con niveles de profundidad no per-ceptibles a primera vista.

SecuenciasLas secuencias de esta sección son

cuatro:1ª: 4,2-34: Jesús, en un rol de narra-

dor, da que pensar contando parábolas.La primera de ellas, la del sembrador y lasemilla, sorprende en su aparentementerepetición explicada.

2ª 4,35-5,43: en esta secuencia el na-rrador encadena unos relatos en los queel miedo humano profundo se manifiestade diversas maneras (miedo a la margi-nación y la locura, a gestionar la propiasalud, a la muerte de la hija e inclusomiedo a vivir). Junto a la intervención li-beradora de Jesús, se muestra una intere-sante galería de personajes y de sufri-

mientos. En varios de estos relatos cobraimportancia explícita el género de susprotagonistas.

3ª 6,1-31: la secuencia se organizabajo la modalidad del encuadre, donde elepisodio de la ejecución del Bautista que-da encuadrado por el envío de los doce asu primera misión y el regreso de los mis-mos. La muerte del Bautista rompe encierto modo el argumento narrativo, cuyosentido se descubre leído desde el niveldel discurso y no de la historia.

4ª 6,32-8,26: la última secuenciacomprende los relatos de las multiplica-ciones de panes y peces que encuadranescenas de curaciones por parte de Jesús.Incluye los versículos de transición a lasegunda parte.

SEGUNDA PARTE: Mc 8,27-16,8La segunda parte del evangelio de

Marcos comprende los caps. 8,27-15,39 através de tres grandes secciones que in-cluyen sus respectivas secuencias, episo-dios y escenas. La primera sección es, enrealidad, la transición de la primera a lasegunda parte, a la que se suman los cam-bios que afectan a la narración de todo elevangelio. Cambia el espacio cuando lospersonajes de Jesús y sus discípulos aban-donan el territorio de Galilea y se ponenen camino hacia Jerusalén. Las accionesprincipales se van orientando cada vezmás en la enseñanza directa a los discípu-los, dejando en un segundo plano, hastadesaparecer, la actividad sanadora de Je-sús y su predicación a la gente. Apareceexplícita y directamente la anticipacióndel final del personaje principal: su muer-te y resurrección, en sus propias palabras.De este modo la focalización del conjuntonarrativo se desplaza de varios modos: delo que hace Jesús a otros a lo que dice (so-bre todo a los suyos) y, más adelante, de loque Jesús hace y dice a lo que otros le ha-cen a él y dicen de él. Su actividad e ini-ciativa, que centraba el foco de atencióndel lector, se desplaza a otras dimensionesdel personaje no imaginadas en la prime-ra parte. Las dos preguntas a sus discípu-los (avance en dos etapas) sobre sí (quién

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dice la gente… quién decís vosotros…) in-dica por anticipado este desplazamiento.

Junto a estos cambios encontramos,en paralelo con el inicio de la primeraparte (1,1,7-13), los mismos motivos. Eneste comienzo, como en el de la primeraparte, el lector percibe la presencia deJuan Bautista (1,4.9.14/8,28), encontra-mos la expresión opisô mou de segui-miento (1,7/8,33), la voz de Dios, de nue-vo, que dice a Jesús quién es (1,11/9,10) yla tentación en el desierto por obra de Sa-tanás (1,13/8,33). Estos elementos, sinembargo, no son mera repetición ni puraevocación, pues en ellos se percibe elavance de la trama. Si en la primera parteJuan Bautista está vivo y bautiza a Jesús,en la segunda ya ha muerto y se evoca sufigura tenida por profeta. El seguimiento,en boca del mismo Bautista (“viene detrásde mí el que es más fuerte que yo”), se harealizado en Jesús, que llama y puede in-cluso invertir la llamada como hace conPedro. La voz de Dios, que confiere iden-tidad filial a Jesús en la escena del bautis-mo, ahora va dirigida a los discípulos es-pecialmente elegidos para presenciar sutransformación, y a ellos dice, además, es-cuchadle, pues Jesús ya actúa y predica.De este modo la voz del cielo, máxima au-toridad, no solamente respalda y reafirmala identidad divina de Jesús en un mo-mento crítico, sino que sanciona la inter-pretación dada por él a su propia vida eincluso a su muerte (cf. 8,31-33). Satanás,que tentó a Jesús en el desierto, ahora esidentificado por él travestido en las pala-bras de Pedro. Estas razones hacen pen-sar en un nuevo arranque de la narración,un nuevo comienzo, una nueva etapaorientada toda ella hacia su final.

En un primer momento, si mantene-mos el final en 15,39 con la muerte y se-pultura de Jesús y la confesión del centu-rión que, como decíamos, refleja 1,1 y sehace eco en el nivel humano del recono-cimiento y confirmación divina de laidentidad de Jesús (1,11/9,10), la narra-ción del evangelio cuenta el fracaso delpersonaje, ejecutado por los poderososde este mundo y el fracaso de su grupo dediscípulos. Un lector/a como el que desea

el narrador (lector implícito) percibirá enuna primera lectura que terminan los hi-los narrativos fundamentales de la trama:el conflicto, negativamente; la identidad,positivamente (en realidad Jesús es elHijo de Dios). Las predicciones sobre laresurrección explícitas y presentes que-dan abiertas. La cronología predicha (“eltercer día”) puede entenderse sobre eltrasfondo analéptico de la Biblia Hebrea.Otros signos anticipatorios quedan inde-terminados, abiertos a diferentes inter-pretaciones (la unción de Betania, porejemplo, y las curaciones en general). Es-trictamente hablando, la narración puedeterminar aquí y reconocerlo, en su nivelnarrativo, es fundamental para percibirla trascendencia de la libertad de la fe enJesús y para percibir el cambio de nivelque tiene lugar, narrativa y hermenéuti-camente, en las escenas del epílogo.

Esta parte se desarrolla a través detres grandes secciones, sumadas a las dosprecedentes:

3ª sección: Mc 8,27-10,524ª sección: Mc 11,1-13,375ª sección: 14,1-16,8

TERCERA SECCIÓN: Mc 8,27-10,52Delimitada por las dos curaciones de

ciegos (8,22-26/10,46-52) y por la expre-sión en el camino (en tê hodô), la secciónse articula en torno a las tres prolepsis oanticipaciones pascuales, que se relacio-nan formalmente mediante una fuertecoincidencia en la gramática, sintaxis yvocabulario: verbo enseñar (didáskein...),descripción de los padecimientos (pathein,paradidotai...), alusión al Hijo del Humano(tou huiou tou anthropou), la resurreccióna los tres días (treis hêméras anasténai).

La sección desarrolla narrativamentela oposición de personajes principalesrespecto a otros secundarios y relativosal sentido de la trama: a medida queavanza la lucidez de Jesús relativa a suvida y su muerte, aumenta la ceguera yresistencia de los discípulos. Las parado-jas y contrastes marcan toda la seccióndándole un carácter preparatorio y her-

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menéutico con respecto al final del evan-gelio. En 10,45 la muerte adquiere yaotra dimensión.

Secuencias 1ª: Mc 8,27-9,29: la secuencia marca el

inicio del turning point o giro en la narra-ción, iniciando la serie de tres en las pro-lepsis de la pasión. Se la conoce como cri-sis de Cesarea de Felipe, porque Jesús ysus discípulos tienen una seria confron-tación respecto al sentido de la vida eidentidad de Jesús y de su misión.

2ª: Mc 9,30-10,31: una vez traspasadoel puente de la secuencia precedente, laescena de la transfiguración inicia, es-trictamente hablando, la segunda partedel evangelio, recuperando en modo ymarco nuevos la voz de Dios, la analepsisde la Biblia Hebrea y, en seguida, la acti-vidad exorcista de Jesús (epiléptico). Lesigue la segunda prolepsis y un debate degestos y palabras con los suyos sobrecuestiones que afectan a la organizaciónsocial, política, religiosa y económica,como es lo referido a las mujeres, los ni-ños, la casa y los bienes.

3ª: Mc 10,32-45: la secuencia comien-za con la tercera prolepsis y continúa elclima de discusiones internas en el gru-po, ahora sobre la rentabilización enprestigio de situaciones ambiguas, comolo que hace la madre de los Zebedeos pi-diendo los mejores puestos para sus hijosen la gloria.

4ª: Mc 10,46-52: la última secuencia,que finaliza la sección, recoge la última ysignificativa curación de Jesús en el evan-gelio, la del ciego de Jericó que le siguepor el camino.

CUARTA SECCIÓN: Mc 11,1-13,37La siguiente sección se extiende desde

el cap. 11 hasta el 14. En 11,1 el narradoravisa de que el camino se termina, puesJesús y los suyos se acercan a Jerusalén.Se acumulan los nombres de lugares quevan a ser importantes: Jerusalén, Betania(palabra gancho, 11,1. 14,1), y el montede los Olivos. En 11,11 el narrador intro-duce por primera vez la mención del

tiempo, con la que va a jugar narrativa-mente en función del dramatismo de losacontecimientos. Además del escenario yel tiempo, apoyan esta división los crite-rios narrativos de las acciones, la secuen-cia y el avance hacia los acontecimientosde la muerte y resurrección de Jesús.Cada una de las secciones que restan en elevangelio (la 4ª y 5ª) queda delimitada poruna acción simbólica de Jesús y prepara-da por sus discípulos a petición suya. Es-tas acciones se organizan concéntrica-mente en torno a la unción de Betania:

A 11,1-6: encargo y preparaciónB 11,7-11,38: acción simbólica de la

entrada en Jerusalén, mediante la cualofrece un mensaje público

C 14,3-9: acción simbólica de la mujerque unge a Jesús (Jesús interpreta la ac-ción sobre su cuerpo)

A’ 14,12-16: encargo de preparaciónde la cena

B’ 14,17-31: acción simbólica (Jesúsinterpreta sus propias acciones sobre sucuerpo).

La acción simbólica de la mujer queunge a Jesús en Betania sirve de inclu-sión a toda la sección 5ª (14,1-11 y 16,1-8). A cada una de las acciones proféticasque inician sendas secciones correspondeun pronunciamiento profético por partede Jesús, sobre la higuera en la sección 4ªy sobre el anuncio del evangelio en la sec-ción 5ª. Otro rasgo diferencial es el lugary la función de las citas de las Escrituras,más frecuentes, que apoyan momentos yacciones importantes. Destacan el tem-plo y los movimientos que se desarrollanen torno a él. Son dignos de notar la bre-ve secuencia de parábolas al comienzodel cap. 12, que evoca la secuencia delcap. 4, y cap. 13, de carácter apocalíptico.

Secuencias 1ª: 11,1-26, en donde se narra la ac-

ción simbólica de Jesús de la toma de Je-rusalén, la profecía y cumplimiento de lamaldición de la higuera y un breve dis-curso acerca de la potencia de la fe. Po-dríamos calificar la secuencia de acción.

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2ª: 11,27-12,44, transcurre en el tem-plo donde tienen lugar discusiones de Je-sús con los líderes israelitas. En relacióncon la anterior, esta secuencia es reaccióna la acción precedente

3ª: 13,1-37, fuera del templo (13,1), Je-sús pronuncia el discurso escatológico.

QUINTA SECCIÓN: Mc 14,1-15,39La 5ª y última sección del evangelio

comienza con el cap. 14, que restablece eldiscurrir de la trama después de la pausadel discurso de Jesús (cap. 13) y abarcalos tres últimos capítulos del evangelio enlos que se narra la pasión, muerte y se-pultura de Jesús.

La sección se encuentra delimitadapor dos escenas de unción protagoniza-das por mujeres en un curioso efectoinvertido, pues en la escena inicial unamujer unge a Jesús para su sepulturacuando él todavía está vivo, anticipandosu final (14,3-9), y en la escena final (per-teneciente ya al epílogo), unas mujerespretenden ungir a Jesús cuando ya estámuerto (16,1-8). El gran encuadre de estasescenas de unción propone un avance,pues la unción en Betania es anticipato-ria o proléptica, desplazando la atencióndel lector del qué al cómo y quiénes.

El escenario del mundo de la historiapresenta algunas modificaciones narrati-vas, si bien prácticamente es el mismo dela sección 4ª. En ella las actividades deJesús se centran en Jerusalén, cuya men-ción es explícita, adonde Jesús va y viene,quedándose en los alrededores. En la pre-sente desaparece el nombre de la ciudad,no se vuelve a nombrar Jerusalén, y encambio se mencionan lugares geográfi-cos aledaños, como Betania, Getsemaníy el Gólgota, y lugares sociales, privadosy públicos, como la casa, el palacio, elatrio, la sepultura…

El tiempo narrativo es muy peculiar.El marco temporal, en el que todo co-mienza y termina, es el tiempo de la Pas-cua. Sin embargo, sólo se menciona en14,1-16. Luego los términos pascha y azy-mon no vuelven a aparecer, siendo susti-

tuidos, al final, por la mención del sába-do y el primer día de la semana. Esta sus-titución se vuelve clave significativa deinterpretación. La cronología comienzamidiendo el tiempo por días en relacióncon la Pascua: dos días (14,1), tres días(14,12) y se acerca avanzado el cap. 15,midiendo las horas, de tres en tres, en re-lación con la muerte de Jesús: hora tercia(15,25), hora sexta (15,32.33) y hora no-vena (15,34). Estas precisiones tempora-les ayudan al lector/oyente a unir Pascua(y cuanto sucede en ella) y crucifixión ymuerte de Jesús, en una estrategia desfa-miliarizadora.

Los personajes que intervienen en es-tos episodios son como un compendio delos presentes en el resto del evangelio: lasautoridades religiosas (escribas, sumossacerdotes, ancianos, sanedrín) con sussiervos, y las políticas (Herodes, Pilatos)con sus soldados; el pueblo, los discípu-los, personajes menores que conectancon el paradigma de la primera parte (Si-món el leproso), las mujeres, con nombrepropio en visión retrospectiva, y persona-jes nuevos como la mujer que unge a Je-sús, la criada del palacio de Herodes, Si-món de Cirene, José de Arimatea. Sor-prende la omisión y ausencia de los fari-seos. A diferencia del resto del evangelio,en estos episodios predominan los nom-bres propios.

La trama de acción lleva el conflictodel protagonista hasta el extremo con sumuerte, y la trama de revelación consiguesu clímax en la frase del centurión: ver-daderamente éste era un hijo de Dios.

Secuencias1ª: 14,1-11: secuencia marco (escena

de la unción) en forma de encuadre na-rrativo: a) 14,1-2, b) 14,3-9 y a’) 14,10-11.

2ª: 14,12-52: está delimitada por la ac-ción de Judas Iscariote, desde que va apactar la entrega de Jesús (14,11) hastaque se realiza y Jesús queda en manos delas autoridades judías religiosas (14,52).En ella se encuentran los episodios de lacena pascual (14,12-25), la angustia yoración en Getsemaní (14,26-42) y el

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prendimiento (14,43-52). En esta secuen-cia Jesús todavía tiene palabra y actúapor sí mismo.

3ª: 14,53-72: en ella tiene lugar el inte-rrogatorio religioso en un encuadre queavanza desde el fracaso en el intento dePedro de seguir con Jesús: a) 14,53-54 Pe-dro llega al patio del palacio del SumoSacerdote, b) 14,55-65, tiene lugar el in-terrogatorio de Jesús por las autoridadesjudías, a’) 14,66-72 Pedro niega a Jesús.

4ª: 15,1-39: se inicia con la pregunta dePilatos sobre la identidad real de Jesús ytermina con la confesión del centurión so-bre Jesús como Hijo de Dios. Comprendeel interrogatorio de Pilatos (15,2-5), laelección del pueblo entre Jesús y Barrabás(15,6-15), las burlas y torturas de los sol-dados (15,16-20a), la crucifixión (15,20b-32) y la muerte de Jesús (15,33-39).

5ª: 15,40-16,8:Hablar de epílogo tiene sus riesgos,

pues, según nuestra comprensión actualde lo que significa en la narrativa moder-na, se trataría de una parte prescindibledel relato, una especie de complementocuya finalidad principal es cerrar mejor elrelato para satisfacción psicológica dellector/a. Solemos entender el epílogo máscomo extraficcional que como intraficcio-nal. Pues bien, el epílogo de Marcos es in-traficcional, no puede separarse del con-junto del evangelio. El epílogo obedece auna estrategia narrativa propia del autory narrador de este evangelio: el segundofinal, donde se encuentra el sentido detoda la narración. Teniendo esto muy pre-sente, nos arriesgamos a hablar de epílo-go y vincularlo así con el prólogo. El na-rrador de Marcos ha relacionado el prólo-go y el epílogo del evangelio por medio deelementos que se reclaman proléptica yanalépticamente: la ausencia de Jesúscomo personaje activo, la presencia de unsujeto que lo anuncia (el Bautista, el jovende la tumba) y de palabras que se dicenacerca de él: el anuncio de alguien queviene detrás (1,7) y que precede (16,7)…Así, final y principio se remiten mutua-mente. Por esta razón prólogo y epílogo

forman el marco interpretativo de la na-rración. El prólogo ha suministrado aque-llos elementos que el lector/a necesitapara entender el qué (del quién) de laobra. El epílogo narra lo que necesitapara entender el cómo (del quién). El por-qué no resulta una pregunta pertinente.Posiblemente quienes pretendan buscaruno o varios motivos, razones… se van asentir profundamente defraudados, puesel evangelio de Marcos no se comprendeen profundidad si nuestra lectura se reali-za bajo el primado de la lógica racional.Lo razonable, propio de las narraciones,no se identifica con lo racional. De ser así,como sucede a veces, eliminaremos las se-ñales y las claves mediante las que seconstruye este relato y que encierran,para siempre, el secreto de su enigma.Marcos es un evangelio cuya maestría na-rrativa se advierte en su indeterminación,su apertura narrativa, especialmente ensu final, y todos aquellos rasgos propiosde la tradición oral que se encuentra en sutrasfondo y del toque individual del autor-narrador que le dio su forma última.

El epílogo o segundo final de Marcosse desarrolla como última secuencia de laúltima sección del evangelio, razón por lacual quedará integrado en la 5ª sección,en lugar de proponerlo de modo separa-do. Comienza con la aparición de las mu-jeres y se organiza en dos episodios: la se-pultura de Jesús (15,40-47) y la visita delas mujeres al sepulcro para ungir su ca-dáver (16,1-8). Ambos crean dos cuadrosde estructura concéntrica precedidos porunos versos que hacen de puente o goznearticulativo.

A través de la mención (sorpresivapara el lector) de las mujeres en su cali-dad de discípulas, se vincula el relato dela pasión, analépticamente con la misiónde Jesús en Galilea y Jerusalén, y prolép-ticamente con el relato de la resurrección.Los nombres de ellas aparecen al comien-zo y final del primer cuadro (15,40.47) yal comienzo del segundo (16,1).

Las escenas de la resurrección con-densan de modo muy particular todo elrelato evangélico. Por ejemplo: Jesús... a

Introducción 21

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22 Marcos

Prólogo y epílogo

Prólogo es la parte que precede a una obra, cuya finalidad es presentarla y hacerla más compren-sible para el lector/a. En el teatro clásico se utilizaba para asegurar la integración y la distancia del es-pectador con respecto a lo que se va a representar.

Epílogo es la secuencia conclusiva de una trama, o también un tipo de texto añadido a la obra li-teraria. El epílogo puede ser intraficcional, y no es separable de la obra, o extraficcional, como unaespecie de añadido (Marco KUNZ, El final de la novela, Gredos, Madrid 1997, 64-90).

Escena, episodio, secuencia, sección

Una escena es la unidad menor, con sentido, de un relatoUn episodio es una unidad narrativa que agrupa varias escenas. Un episodio suele estar dividido

en escenas, según los criterios de cambio de tiempo, lugar, personajes, y, sobre todo, acción. Una secuencia es una serie, más o menos amplia, de unidades narrativas (episodios o escenas).Una sección es una agrupación de diversas perícopas estrechamente articuladas por personajes,

lugar/tiempo, acción…De mayor a menor tamaño e inclusividad: sección � secuencia � episodio � escena

Para saber más:bibliografía básica en español

Sobre narrativa y análisis narrativo en general: Mieke BAL, Teoría de la narrativa, Madrid 1990 (manual sobre narrativa en general; muy interesante

la parte dedicada al punto de vista y focalización)Wayne C. BOOTH, Retórica de la ironía, Madrid 1989 (para personas con ciertos conocimientos)– La retórica de la ficción, Barcelona 1974 (para personas con conocimientos del tema)Seymour CHATMAN, Historia y Discurso, Madrid 1990 (un clásico en teoría narrativa muy seguido

por los biblistas)Lucien DÄLENBACH, El relato especular, Madrid 1991 (para personas con conocimientos del tema)Antonio GARRIDO DOMÍNGUEZ, El texto narrativo, Síntesis, Madrid 1993 (buena presentación general) Gerard GENETTE, Figuras III, Barcelona 1987 y Nuevo discurso del relato, Torino 1987 Wolfgang ISER, El acto de leer, Madrid 1987 (para personas con conocimientos en literatura y en cier-

tas corrientes filosóficas)Angelo MARCHESE y Joaquín FORRADELLAS, Diccionario de retórica, crítica y terminología litera-

ria, Ariel, Barcelona 2000 (para consultas)

Sobre narrativa bíblica y de los evangelios: Jean Noël ALETTI, El arte de contar a Jesucristo, Salamanca 1992 (sobre el evangelio de Lucas, para

especialistas)Joanna DEWEY, Donald MICHIE y David ROAHDS, Marcos como relato, Sígueme, Salamanca 2004

(claves de lectura según el análisis narrativo del segundo evangelio) Gloria HERAS OLIVER, Jesús según San Mateo. Análisis narrativo del primer evangelio, Eunsa, Pam-

plona 2001 (estudio narrativo, técnico, del primer evangelio)Jack Dean KINGSBURY, Conflicto en Marcos, El Almendro, Córdoba 1991 (presentación sencilla de

algunos elementos narrativos del evangelio de Mc. La misma casa editorial publicó un volumenemejante sobre Lucas)

Daniel MARGUERAT,Yvan BOURQUIN, Cómo leer los relatos bíblicos, Sal Terrae, Santander 2000(manual didáctico para el estudio y la aplicación del análisis narrativo)

Y

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Introducción 23

Mercedes NAVARRO PUERTO, Barro y aliento. Exégesis narrativa y antropología de Gn 2-3, Paulinas,Madrid 1993 (primera parte: análisis narrativo de los textos, 2ª parte hermenéutica antropológica)

¿Qué necesita un/a catequista para conocer la Biblia?, S. Pío X, Madrid 1994 (dedica un capítulo al aná-lisis narrativo)

Los libros de Josué, Jueces y Rut, Herder-Ciudad Nueva, Barcelona-Madrid 1995 (perspectiva narrati-va en la segunda parte del libro; divulgación)

Ungido para la vida. Exégesis narrativa de Mc 14,3-9 y Jn 12,1-8, EVD, Estella 1999 (estudio del relatode la unción de Betania en Mc y Jn)

“Nombrar a las mujeres en Marcos. Transformaciones narrativas”, en AA.VV., Homenaje al profesor Al-fonso de la Fuente Adánez, EstBib, 57 (1999) 459-481 (para especialistas)

“Jesús, Hijo del Humano. Don nadie o el honroso deshonor de servir “ en Isabel GÓMEZ-ACEBO (ed.),Y vosotras ¿quién decís que soy yo?, DDB, Bilbao 2000 (nivel medio; estudio narrativo del título“Hijo del hombre” en Mc)

“El endemoniado de Gerasa (Mc 5,1-20). Análisis narrativo”, en Rafael AGUIRRE (ed.), Los milagrosde Jesús. Perspectivas metodológicas plurales, EVD, Estella 2002, 73-92 (para especialistas)

Cuando la Biblia cuenta. Claves narrativas de la Biblia, PPC, Madrid 2001 (divulgación).

quien buscáis... (16,6) remite a 1,35-38,donde la gente, según Simón, busca a Je-sús; el origen nazareno de Jesús de 16,6remite a 1,44; la sorpresa y temor de lasmujeres en 16,4.6.8 remite a la presenciade estos verbos en diferentes momentosde la primera parte del evangelio (2,12;4,41; 5,33.42; 9,6), cuando el temor o lasorpresa se apodera de la gente testigode los hechos de Jesús; el anuncio de laresurrección en 16,6-7 cumple las pre-dicciones de Jesús en la segunda partedel evangelio (8,31; 9,31; 10,32-34;12,10)…

Sin este final, que es final abiertocomo explicaremos en su momento, no seentiende el relato de Marcos. Es una delas razones por las que no bastan una nidos lecturas continuas de la narración.

2. Características ypeculiaridades narrativasdel evangelio de Marcos

2.0. ¿Quién se atrevió a contaresta historia?

Tomar el evangelio de Marcos en su re-dacción final, lejos de relegar a un segundo

plano a su autor y narrador, hace más in-tresante la pregunta sobre su autoría, pues-to que se trata del último responsable delrelato, aquella persona que ha sabido con-tar esta historia de manera tan magistral.

Sin marginar la historia de su compo-sición, nuestra guía de lectura prefiereatender al perfil del redactor final, ras-treado a partir de sus rasgos distintivos.Serán como señales de ruta para ir sobreseguro al leer el evangelio.

2.1. Rastreo del perfil de un narradorLa composición narrativa del evange-

lio arriba expuesta se entiende mejorcuando sabemos algo más de su narra-dor, su estilo, sus estrategias narrativas ylas funciones que desempeñan. La mejorpresentación de este narrador es la que sedesprende del rastreo de las pruebas ypistas transversales a su obra. Adelanta-mos aquellas que deben ser tenidas encuenta como guía general de lectura. Se-guiremos, en buena medida, indicacionesconcretas de autores como D. Michie y D.Roads (Mark as Story, Philadelphia1982), R. Fowler (Let the Reader Unders-tand, Minneapolis 1991) y B. van Iersel(Mark. A Reader-Response Commentary,Sheffield 1998), entre otros.

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El rastreo por la obra nos indica que,como es habitual en la literatura antiguay en la literatura bíblica, el narrador deMarcos es extradiegético. No figura en losacontecimientos que narra. Habla en 3ªpersona. Es una presencia implícita encada escena, que crea la ilusión de supropia invisibilidad. Y, la mayor parte delas veces, es omnisciente, contando lospensamientos, sentimientos y accionesde cada personaje, sin sujetarse al espa-cio y tiempo de la narración. De vez encuando se dirige a su lector y le ofreceayudas concretas explicándole una cos-tumbre, un término, dándole pistas so-bre algún personaje… Narra la historiadesde su propio punto de vista ideológi-co. Conocer las estrategias utilizadas porel narrador es conocer así mismo lo queel lector puede ir experimentando. El na-rrador de Mc describe o cuenta los senti-mientos más íntimos de sus personajes:compasión, enojo, asombro, miedo, ame-naza, amor... e incluso narra lo que ni si-quiera saben de sí mismos algunos deellos. Todo esto le dota de una enormeautoridad.

Es un narrador que ayuda de diferen-tes modos a su lector/a. A veces lo hacemediante breves interrupciones en la des-cripción de los sucesos, por ejemplo conla ruptura brusca de la sintaxis de unafrase, seguida del comentario del narra-dor, como cuando dice: Jesús estaba de-clarando puros todos los alimentos. El im-pacto de estas ayudas se nota en el realis-mo y autenticidad del relato.

Que sea un narrador omnisciente no loconvierte en neutral o indiferente ante loque cuenta. De hecho, favorece a unospersonajes sobre otros, como se adviertecuando los introduce proveyendo de pis-tas al lector, pues importa tanto lo quedice como lo que omite. Sus estrategiasexplican que el lector se sitúe del lado deJesús, desconfíe de sus oponentes, se sien-ta ambivalente con sus discípulos o sim-patice con las mujeres de la tumba. En supunto de vista podemos rastrear sus jui-cios, sus valores y creencias. Los lectores,normalmente y sin darse cuenta, suspen-den sus propias evaluaciones y adoptan el

punto de vista del narrador: acaban pen-sando y evaluando como él mismo.

El narrador de Mc convierte en cóm-plice a su lector/a, lo/a hace su confidentedivulgando, por ejemplo, el secreto de laidentidad de Jesús. El narrador de Mar-cos presenta los puntos de vista de lospersonajes y al mismo tiempo guía lasevaluaciones del lector sobre ellos. Con-trola la distancia del mismo con respectoa sus personajes, alejándolos afectiva-mente de unos y haciendo que se identi-fique con otros. Este control se lleva acabo mediante las informaciones prolép-ticas, asegurándose, así, el narrador dequé parte tiene al lector. La fórmula anti-cipatoria más usada por Mc es la de laprofecía en boca de Jesús acerca de su fu-turo o del futuro de sus discípulos. Asípuede permitirse tener un final tanabrupto, puesto que ha dado a su lectortodas las claves que necesita para sucomprensión, sin necesidad de ser abso-lutamente explícito. Pero cuenta con laprobabilidad de que ese lector no entien-da algunas cosas. Con su final abierto, leincita a volver sobre la historia. El trucoconsiste en que a más lecturas más pre-guntas, de forma que leer el evangelio deMarcos es un ejercicio paradójico, puescuanto más comprende, más conscientese vuelve de lo poco que ha comprendido.

El narrador de Mc es sugerente e indi-recto. Sugiere y deja que el lector utilice suimaginación. No se lo da todo hecho.Muestra la acción directamente, sus epi-sodios suelen ser breves y las escenas cam-bian a menudo. Los personajes secunda-rios aparecen y en seguida desaparecen(están en función de la acción narrativa).Los participios, la frecuencia del y y el enseguida refuerzan la rapidez del dinamis-mo, tanto de la acción como de los per-sonajes. El ritmo rápido y el estilo hacenexperimentar al lector la urgencia delmensaje. El lector, como los discípulos,corre el peligro de no enterarse.

El narrador de Mc se sirve de una es-trategia de repeticiones, pero sin ser repeti-tivo. Aparentemente se repiten sucesos ypercibimos en primer plano una cierta ilu-

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sión de simetría, pero un esfuerzo de aten-ción nos indica que se trata de estrategiasmuy bien diseñadas. Entre ellas destaca laprogresión en dos etapas, que consiste enpresentar al lector sucesos, sentencias odiscursos, de Jesús o de los personajes, endos momentos consecutivos, en los que elsegundo ilumina, precisa, concreta, orien-ta y aclara el primero. Con esta estrategia,el narrador enseña a su lector a ver y mi-rar en profundidad, a esperar ese segundomomento que puede clarificar el primero,a concederse y conceder el derecho y elprivilegio de una segunda oportunidad.Todo ello convierte al narrador de Marcosen un pedagogo y acompañante, empático yexigente a la vez, que pretende convertir(formar) al lector/a en un sujeto profundoy optimista, eminentemente pascual. To-memos a los discípulos, por ejemplo.Ellos, que cada vez entienden menos, vanrecibiendo un mensaje de segunda oportu-nidad. Y el/la mismo/a lector/a queda invi-tado/a, con el abrupto final del evangelio, aleer por segunda vez. El episodio paradig-mático de esta estrategia es la curación delciego de Betsaida que sana de su ceguera

en dos momentos, el primero de formatanteante e imperfecta y el segundo total-mente (cf. 8,22-26). La misma composi-ción del evangelio, como podremos com-probar, responde a este dinamismo: en laprimera parte, hasta el cap. 8 en la confe-sión de Pedro, el evangelio dice por suboca que Jesús es el ungido de Dios, o Me-sías. En la segunda parte, en boca del cen-turión, tras la muerte de Jesús, se confiesaque Jesús es Hijo de Dios. La primera mi-tad enfatiza la autoridad de Jesús en susgestos de poder. La segunda muestra elpoder de Jesús en el sufrimiento y la opre-sión. Hay un desarrollo progresivo y sor-prendente de esa identidad, pues en la pri-mera mitad Jesús sirve realizando los actosde poder (milagros, curaciones...) y en lasegunda Jesús sirve como uno que sufre.

Las repeticiones pueden referirse acuestiones en forma de preguntas quevuelven a aparecer en sendas respuestas;a veces se trata de términos que aparecenen mandatos y son repetidos en la des-cripción de su cumplimiento; en ocasio-nes las encontramos cuando un persona-je cita las Escrituras y repite las palabras

Introducción 25

Evangelio, género literario

No hace mucho todavía que los expertos/as pensaban que Marcos con su evangelio había inven-tado un nuevo género literario, pues ninguna otra narración antigua se le parecía. Además, es el úni-co evangelista que comienza su obra nombrándolo expresamente, Mc 1,1: Comienzo del evangelio…Hoy matizamos esta afirmación al estudiar comparativamente los evangelios con las narraciones grie-gas llamadas bioi, que literalmente significa vidas, o en un sentido más amplio biografías. El evange-lio, en efecto, comparte muchos de sus rasgos con estos bioi, como el comienzo, tanto si incluye lainfancia (Lucas y Mateo) como si no (Marcos y Juan), el personaje central en torno al cual gira la ac-ción, elementos de su composición narrativa, como pueden ser las pequeñas unidades literarias, to-madas selectivamente de fuentes orales y escritas; la atmósfera narrativa, los temas, escenarios, elestilo… Y aunque el estilo social de los bioi no era de baja extracción, como en los evangelios, los ex-pertos afirman que podría haber existido aunque no queden restos de ellos.

A pesar de este innegable parentesco, tenían una cierta razón quienes defendían la originalidaddel género literario evangelio, pues ningún género nuevo nace de la nada, sino a partir de otro u otros.Los rasgos distintivos de los evangelios con respecto a los bioi griegos hacen de los primeros un gé-nero literario diferente y original.

Quien esté interesado en un buen estudio sobre el tema puede acudir a Richard A. Burrigde, WhatAre the Gospels? A Comparison with Graeco-Roman Biography, Cambridge University Press, Cambrid-ge 1992. Para una perspectiva más introductoria y orientada hacia sus orígenes bíblicos, Pierre-MarieBeaude, ¿Qué es el evangelio?, Cuadernos Bíblicos 96, EVD, Estella 1999.

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clave comentando esas mismas Escritu-ras; en la descripción de una situación oproblema que es repetido como eco en lareacción que suscita; en la elección de pa-labras a lo largo de la historia que reapa-recen en motivos menores y mayores, alestilo de los leitmotiv de una composición

musical. Estas repeticiones de motivos(Reino de Dios, desierto, camino, mujer,mesías, etc.) señalan a menudo desarro-llo y evolución en la trama de la historia.Hay repetición, con frecuencia, en episo-dios similares organizados en una seriede dos o de tres… Una de las funcionesde estas repeticiones consiste en enfati-zar temas y dar continuidad a la historia.Además, contribuyen al suspense de lanarración, pues suscita en el lector el de-seo de conocer la segunda parte y verifi-car la primera.

Otra estrategia frecuente es la pregun-ta, generadora de suspense y tensión na-rrativa. El modo interrogativo intensificalos conflictos entre los personajes y haceque el lector quede absorbido por la na-rración. Las preguntas revelan al perso-naje. En Marcos hay muchas preguntasretóricas. Algunas las dirige Jesús a susdiscípulos y, al no ser contestadas, inten-sifican el conflicto con ellos. En este casoel narrador lo deja sin resolver. Por elcontrario, cuando Jesús hace preguntasretóricas a las autoridades, es él mismo elque da la respuesta (¿por qué esta genera-ción busca un signo? Pues yo os aseguroque no le será dado otro signo que...).Otras veces Jesús responde con pregun-tas a preguntas que le hacen a él. En es-tos casos ambas quedan sin respuesta.Paradigmática es la pregunta por su au-toridad en que Jesús responde pregun-tando de quién era el bautismo de Juán.El conflicto con las autoridades tampocose resuelve. Los discípulos también ha-cen preguntas a Jesús y en ocasiones Je-sús las responde con una explicación, y aveces con otra pregunta que revela su fal-ta de fe. Es lo que ocurre con la multipli-cación de los panes. Las preguntas sonimportantes para el lector, pues hace po-sible que se implique y las responda.

La estrategia del encuadre es suma-mente interesante. Consiste en introducirun episodio o una escena en medio deotra rompiéndola por la mitad. Por ejem-plo, la curación de la hija de Jairo, que escortada por la curación de la hemorroísa.El encuadre obiga al lector a leer la his-toria de en medio si quiere enterarse del

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Progresión en dos etapas

En esta estrategia la segunda etapa osegundo momento suele contener, normal-mente, el elemento más significativo. Porejemplo: muy de mañana... al salir el sol, elsegundo elemento al salir el sol es el que in-dica el final del sábado.

– aparece en descripciones de gente y deobjetos (ej. la mujer que era griega y sirofe-nicia de nacimiento, en que la segunda vezque menciona su origen indica la precisiónde la primera)

– en cláusulas paralelas:• paralelismos sinonímico• paralelismos antitéticos en los que el

momento negativo se precisa en el momentopositivo. Ej. no vine a ser servido, sino a ser-vir y dar la vida, el elemento servir y dar lavida, que repite lo que se ha dicho en negati-vo (no vine a ser servido), orienta y precisa elsignificado

– en pares de preguntas (¿qué es esto?,¿una nueva forma de enseñar con autoridad?)

– en pares de imperativos (no tengaismiedo. Sólo tened fe)

– en discurso directo, cuando es precedi-do por un verbo o una frase verbal, la prime-ra etapa caracteriza en general el estamentodel que habla, mientras que el segundo mo-mento especifica el actual status (él comenzóa enseñar. Y les dijo: ¿no está escrito que micasa es casa de oración...?), lo que se anuncia,se concreta en seguida en su actualización

– estructura o movimiento de episodios,en especial diálogos, como el movimiento delo general a lo específico, de lo público a loprivado, que responde a la progresión en laforma de enseñar a los discípulos, primeroen lugares públicos y con más gente y luegoen lugares privados y a ellos solos clarificán-doles o concretándoles esa enseñanza.

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final de la historia del comienzo. ¿Porqué haría un narrador algo así…? El des-vío del episodio comenzado e interrum-pido crea suspense y mantiene el interésdel lector. Sin embargo, estos fines pue-den conseguirse por otros métodos. Esmás interesante saber que la estrategiaobliga al lector a establecer relaciones en-tre ambos episodios, a prestar atención alencuadre por sí y a la futura dirección dela historia. Para ello el narrador introdu-ce términos, frases, sintaxis, efectos foné-ticos incluso, que remiten las historiasentre sí y dan que pensar al lector o aloyente. Las dos historias, en efecto, seiluminan entre ellas, se enriquecen y cla-rifican mutuamente. Esto a veces se llevaa cabo por comparación y contraste y enotros casos por similitud.

El narrador utiliza, así mismo, episo-dios organizados en forma concéntrica. Esun esquema más complejo. Por ejemplo,en el conflicto de Jesús con las autorida-des se encuentra un esquema concéntricode cinco episodios y todos están relacio-nados entre sí: A B C A’ B’. El episodio C,que es el central, coloca el foco de aten-ción en la respuesta de Jesús en lugar dehacerlo en los conflictos o en la acción, yesta respuesta ilumina todos los episodios.Este modelo crea en el lector una expe-riencia dramática. Se ve urgido a encon-trar relaciones que llegan por compara-ción o bien por asociación. Lo normal esque contenga una progresión lineal, deforma que hasta que no acaba el últimoepisodio no logra una visión global delsentido. Es lo que ocurre con el tema delos alimentos en el cap. 7. La declaraciónde Jesús acerca de la pureza de los ali-mentos y del lugar de la maldad en el serhumano ilumina hacia atrás y hacia de-lante su conflicto con las autoridades altransgredir prescripciones concretas de laLey sobre los alimentos y sobre el sábado.El clímax se encuentra en el episodio final.

Los episodios de una serie de tres sonfrecuentes. Recordemos las tres prediccio-nes de la pasión y la falta de comprensiónde los discípulos, por poner un ejemplo.En estas series la dinámica del conjunto sesuele revelar en el tercer episodio.

El narrador de Marcos juega muchocon los enigmas. Comienza ya con la fra-se del Bautista viene el que es más fuerteque yo… (1,4) y así ocurre, especialmen-te, con las parábolas, historias dentro dehistorias, que empujan al lector a realizarun esfuerzo de comprensión utilizandosu capacidad interpretativa. Según quié-nes las escuchen resultarán claras u os-curas. Jesús dirige sus enigmas a los per-sonajes de la historia y espera que hayaoyentes que las entiendan, aunque al tra-tarse de un método indirecto (muy orien-tal) es normal que haya también quienesno las comprendan o no estén interesa-dos en ellas. Espera que sus discípulos sícapten su sentido, y por eso en algunaocasión se sorprende de su obstinación yceguera. La función de los enigmas esprovocar al lector, hacerlo activo paraque sea él mismo quien los descifre y seapropie de las claves que se le van dando,ya que está en mejor posición que los per-sonajes de la historia y tiene más infor-mación que ellos. Los enigmas crean dis-tancia entre el lector y los personajes queno comprenden. Pero algunos enigmasson oscuros también para el lector y fa-vorecen una mayor y libre implicación enla historia. Tal vez la función más impor-tante de los enigmas y de la indirecciónde que hace alarde el narrador de Marcossea mostrar un profundo respeto por lalibertad de sus lectores/as u oyentes paracreer, adherirse al Proyecto de Jesús yconvertirse en discípulos suyos. Eso libraa la seducción de sus estrategias de lamanipulación y la mentira, y, en cambio,hace del evangelio un relato más auténti-co y profundo. En cierto modo las estra-tegias narrativas de Marcos, que admitenuna pluralidad de interpretaciones, recla-man indirectamente un replanteamientocontinuo de la libertad, la fe y el sentidode pertenencia a una comunidad como lade Jesús.

El narrador, como los de los otrosevangelios, utiliza citas de las EscriturasHebreas. En Marcos hay 22 citas directasde las Escrituras, y todas se encuentranen palabras de Jesús y las autoridades.Estas citas revelan a quien las utiliza.

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Desvela la autoridad de Jesús, laico y sincargos religiosos, y la ignorancia y cegue-ra de las autoridades, supuestamenteacreditadas para su manejo y compren-sión. En la confrontación del uso quecada uno de estos personajes hace deellas, se percibe la diferencia entre la fepersonalizada e interiorizada y el uso es-criturístico manipulativo e interesado.Jesús establece su autoridad citando a losprofetas. El narrador también utiliza lasEscrituras un par de veces. Al comenzarel evangelio, cita al profeta Isaías y casi alfinal, en 14,17 cita al profeta Zacarías.Con estas citas establece el marco de lavenida del Reinado de Dios en Jesús. To-das las profecías pretenden producir unimpacto en el lector. Algunas se cumplendentro de la misma historia. Otras, fuerade ella (función intradiegética y extradie-gética). El cumplimiento fuera de la his-toria queda garantizado para el lectorgracias al cumplimiento de las profecíasinternas a la historia. Desde el comienzo,que el narrador se encarga de encuadrardesde Isaías, el lector está interesado porel cumplimiento de las profecías.

El narrador de Mc, como ha mostradoampliamente Camery Hogat, es un maes-tro de la ironía, con predominio de la iro-nía situacional sobre la verbal. La mismacomposición de Mc es de contrastes iró-nicos, como por ejemplo el hecho de quela identidad del mesías sea secreta, o queel Reino de Dios está cerca, cuando lasautoridades están ciegas a ese Reino y noreconocen a Jesús. O el hecho de que elmás importante es el servidor y el prime-ro el último (el mismo Jesús, su mismavida). El mismo final con el mensaje a lasmujeres de que anuncien la resurreccióny la información de que ellas no dijeronnada porque tenían miedo... La ironíaaparece en muchas ocasiones vinculada ala paradoja, pero ésta tiene suficiente en-tidad por sí misma.

Lectura a dos bandas. Pero, y esto esfundamental, el evangelio de Marcos,como cualquier narración, siempre hayque leerlo como a dos bandas o en dos ni-veles: la banda de los actores y la acciónde la historia y la banda del lector que se

superpone a la primera. A la primera lallamamos nivel de la historia y a la segun-da banda nivel del discurso. ¿Cómo dis-tinguirlas? Una regla sencilla es mirar siciertas informaciones modifican la histo-ria (el escenario, el tiempo, las acciones,los personajes, el argumento…). Si no lamodifican es probable que estemos en elnivel del narrador-lector y no en el de losactores-historia. Por ejemplo, si el narra-dor haciendo un paréntesis traduce unaexpresión aramea, como cuando dice fuellevado al lugar llamado Gólgota (palabraaramea), que significa lugar de la calavera,está claro que la historia de la llegada deJesús al lugar de la ejecución no se modi-fica, pero el lector al leer calavera entien-de que es un lugar de ejecución pública ypor eso luego no le sorprende que se en-cuentre allí con otros dos bandidos cruci-ficados con él. Y esta información, ade-más, se añade a otras para que el lectorvea de qué manera Jesús está con todos y,en especial, con los más perdidos.

2.2. Rastreando el perfil de un lector/aNarrador y lector implícito (o ideal)

forman un tándem. Cada narrador presu-pone un tipo de lector de su obra. Las es-trategias desplegadas por el narrador deMc tienen delante, idealmente, un tipodeterminado de lectora o de lector. Va-mos a rastrear su perfil sirviéndonos dealgunas de las estrategias mencionadas.

Según la ironía que supone Mc 1,1, lalectura del evangelio se convertirá para ellector en un test de su propia lucidez o desu ceguera. Es un juicio a su punto de vis-ta y una prueba a la libertad de su fe.Cuando una lectora o lector comienza aleer a Mc, la primera frase que se le diri-ge no está en el nivel de la historia, sinoen el de las relaciones entre el narrador ysu lector/a: principio del evangelio de Je-sús Cristo Hijo de Dios. Este/a lector/apuede pensar que todo está claro. Ya sabede qué va la obra y en qué consiste. Peroeste prólogo no le prepara en absolutopara todo lo que viene. Más bien, por esoes irónico y, sobre todo, paradójico, laclaridad pone un velo a su comprensión.

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A partir de ese momento deberá buscarde qué modo Jesús es aquel que proclamael prólogo.

Pero, entonces, ¿qué rasgos identifi-can al lector ideal que va creando el na-rrador, a fin de que pueda realizar unaverdadera y libre experiencia de lectura,es decir, una opción por Jesús que le con-vierta en discípula o discípulo? El narra-dor tiene unas claves a este respecto. Alu-dimos a algunas de ellas a modo de ilus-tración.

Por la estrategia de los encuadres, elnarrador enseña a su lector/a a mirarunas cosas desde otras, a contrastarlas yaprender. El lector ideal de Mc es al-guien dispuesto a contrastar, relacionar,percibir el tejido de la realidad, paracomprenderla y cambiarla, alguien dis-puesto a no eludir la realidad, sino a en-trar en ella desde el punto de vista deJesús y los signos de su Proyecto, el Rei-nado de Dios. El narrador le enseña adiscernir y a no fiarse de las meras apa-riencias.

Mediante la ironía y, en ocasiones,cierto humor, el narrador reclama unlector implícito con capacidad de dis-tanciarse, paradójicamente, de esa reali-dad en la que ha de entrar simpatéti-camente. La ironía reclama un lectorimplícito dotado de agudeza (las ironíasy las paradojas hay que percibirlas).Esto requiere un determinado tipo deinteligencia, una inteligencia más globaly compleja que la pura lógica racional(con la que también cuenta). Sin esta in-teligencia difícilmente puede un lectorseguir la indirección y esa cierta indeter-minación narrativa de Marcos. Es muyfácil perderse en la historia de Marcos ycreer, sin embargo, que se va por el ca-mino recto, pues la apertura que traspa-sa el evangelio es un continuo reclamode niveles condensados que necesitandespliegue. La condensación de Marcosrequiere la capacidad de descompresión,por tomar un término de la actual infor-mática. Podemos pinchar en una histo-ria y permitir que se despliegue y abraen niveles que remiten a otros niveles. Ir,

por ejemplo, de unos términos repetidosen un episodio a su trasfondo analépticobíblico, y desde él al trasfondo analépti-co histórico y desde él al trasfondo an-tropológico, socioantropológico, traspa-sados todos ellos de matices teológicoscada vez más complejos.

La paradoja, en especial la de la Pas-cua que da sentido a todo el evangelio,crea un lector implícito profundamentecreyente. Es tal vez la estrategia que su-pone un mayor escollo para ese lector im-plícito, porque quien la percibe aprendeun modo nuevo de estar en la vida, de si-tuarse ante la Divinidad y de creer en Je-sús y en su proyecto del Reino. La fuerzaque se deriva de la estrategia de la para-doja en Marcos hace posible un lectormetanoico, convertido en el sentido ge-nuino de la palabra.

Las preguntas, por su parte, constru-yen un lector activo ante la vida, la fe y elcompromiso con la realidad a la que ac-cede ya desde la percepción de la parado-ja pascual. Pide un lector o lectora quecolabore y elabore, que sepa preguntar yque aprenda a responder (que sea res-ponsable). Un lector o lectora que se im-plique: en el seguimiento de Jesús y en lavida como tal.

Y, por último, para no alargarme, elnarrador enseña a su lector que puede te-ner delante la evidencia sin verla, quepuede estar ante lo más grande de la vida,como es la persona y la opción de Jesús,su evangelio, sin enterarse. Por eso recla-ma personas y comunidades perspicacesy atentas.

En conclusión. El evangelio de Mar-cos hay que leerlo despacio y muchas ve-ces. Su narrador juega con las palabras,con los números 2 y 3 y sus combinacio-nes, va construyendo el personaje a lolargo del argumento y por eso requiereuna lectura ordenada y secuencial, y pideun lector o lectora de mente ágil y de im-plicación afectiva en la historia narrada...Porque para él ésta es la historia más im-portante jamás contada, el evangelio deJesucristo, hijo de Dios (Mc 1,1).

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2.3. El estilo narrativo de MarcosExiste consenso en creer que el evan-

gelio original de Marcos no estaba escritoen griego, sino en arameo. Este origenlingüístico (trasfondo semítico) explica-ría muchas de sus particularidades esti-lísticas, gramaticales, sintácticas y se-mánticas. Aceptando este supuesto, pen-samos, en lo relativo al estilo, que no sepuede separar de cuanto queda dicho enel punto anterior. Es el mismo narrador,que crea sus estrategias y organiza de unmodo determinado la obra y dibuja elperfil de su lector ideal, quien va creandoel estilo, sus rasgos distintivos y su pecu-liar originalidad. Hasta el s. XIX la breve-dad y condensación de Marcos, la reitera-ción, el estilo directo, su ritmo incesantey su aparente facilidad de lectura, lleva-ron a la conclusión de que nos encontrá-bamos ante una obra menor (asociamosla cantidad con la importancia y valora-ción), de carácter torpe y brusco, escritaen un mal griego que, para colmo, ni si-quiera estaba terminada y hubo que po-nerle un final acorde con los otros evan-gelios (Mc 16,9ss). Nada que ver su estiloliterario con la elegancia del griego luca-no ni su simple teología con la densidadde Mateo, por no salir de los sinópticos.

El reconocimiento del valor literario,kerigmático, histórico y teológico de esteevangelio es, por lo tanto, muy reciente.Algunos achacan su revalorización a lapercepción de su modernidad, que es de-cir su talante antropológico y su presen-tación humana y cercana del personajede Jesús. Otros descubren su valor a par-tir de la presentación paulatina y crecien-te del drama de Jesús, y del papel que jue-gan todos los personajes en él. Hay quiense fija en sus similitudes con estilos ytrasfondos literarios y de motivos presen-tes en el contexto literario helenístico dela época. Es indudable que el métodohistórico-crítico, que no logró percibir elarte marcano, contribuyó a su posteriorreconocimiento, especialmente a partirde los desarrollos de las formas y la his-toria de la redacción. La posibilidad deleer y estudiar el relato completo en sufase última redaccional brindó la oportu-

nidad de percibir el evangelio en unmodo nuevo. Más recientemente, el mé-todo del análisis narrativo, y la crítica dela respuesta del lector, han hecho el restodel trabajo. Hoy apreciamos de maneramás justa el valor de esta obra en sus di-versos niveles.

3. Datos históricos ycontextuales delevangelio de Marcos

3.1. El último y responsable redactor histórico

El perfil del narrador y su lector nosremiten indudablemente a la figura histó-rica del redactor de Marcos, su contexto,comunidad de referencia y destino, al

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Trasfondo semíticodel evangelio de Marcos

Exgetas como V. Taylor (El evangelio se-gún San Marcos, Cristiandad, Madrid 1979,79-88) apoyan el trasfondo semítico delevangelio de Marcos en los siguientes datos:

El orden de las palabras, el uso de para-lelismos (aliteración, asonancia, paronoma-sia), tautologías y parataxis. Construccionessintácticas como el llamado casus pendens,el asíndeton, supuestos errores de partículashebreas (arameas) con diferentes significa-dos (el de por ejemplo, que puede ser un sig-no del pronombre relativo o una conjun-ción). El uso del pronombre proléptico, deefecto redundante, el uso de numerales, losgrados de comparación, la utilización del in-finitivo absoluto hebreo, el plural imperso-nal, el uso redundante del participio, unabuena parte del vocabulario… entre otros.

Sobre la base de esta lista de pruebas nopuede asentarse la certeza de que haya exis-tido una versión aramea, pero sí puede afir-marse con toda claridad su dependencia es-tilística semítica, sobre la que algunos hanquerido apoyar conclusiones sobre la histo-ricidad del evangelio.

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tiempo o las fechas probables en las quetuvo lugar su escritura. Con estas pregun-tas nos salimos, en cierto modo, de la na-rración y nos introducimos en otro nivelcon otro método, el nivel de la historia se-gún la acepción más común del término.

La mayoría de los y las exegetas deMarcos coinciden en que este evangeliofue redactado entre los años 65 y 70 en elentorno geográfico de Roma (sobre labase de numerosos latinismos en el texto)y en el contexto de una comunidad com-puesta de personas lejanas a la cultura ju-día y perseguidas o amenazadas, al me-nos, por la profesión de su fe en Jesús.Sus fuentes, orales sobre todo, han esta-do asociadas desde muy temprano, a lapredicación de Pedro y Pablo. Una granmayoría da por supuesto que el redactorfinal fue un varón. La mayoría de los tes-timonios aducidos son argumentos exter-nos, aunque también se aducen algunosinternos a la obra. El testimonio de Pa-pías, obispo de Hierápolis en Frigia, quedata de finales del s. II, unas décadas des-pués de la escritura del evangelio y re-producido por Eusebio en su Historiaeclesiástica, asegura que el autor es un talMarcos, al que asocia, en un escrito cla-ramente apologético, con Juan Marcos,acompañante de Pablo y discípulo de Pe-dro, según Hch 12,12; 13,5.13; Col 4,10;Flm 1,24; 1Pe 5,13.

Existe, por otra parte, bastante con-senso en afirmar que uno de los objetivosde su redacción fue responder a pregun-tas difíciles de la comunidad de discípu-los y discípulas en circunstancias igual-mente difíciles: ¿cómo puede ser Mesías,Hijo de Dios, alguien con semejante final,ejecutado como un malhechor por auto-ridades religiosas y civiles, y mediante lacrucifixión, el método de ejecución másignominioso posible? ¿Cómo se puedeconfesar la fe en alguien que es MesíasHijo de Dios, si sus propios seguidores yseguidoras sufren persecución a causa deesta misma fe? Por último, se piensa engeneral que este evangelio, un género in-ventado por Marcos, se escribe para suproclamación.

No hay duda, cuando se leen los testi-monios antiguos sobre la autoría del evan-gelio, de que no fue un evangelio aceptadoa la primera ni unánimemente. La apolo-gética sobre su autenticidad, la insistenciasobre la relación directa entre el autor yPedro, aceptado ya como líder de la GranIglesia, son signos indicativos de que setrataba de un escrito problemático ya enlos comienzos de la iglesia. ¿De qué tipode problemas estamos hablando? Existendiferentes hipótesis, pero lo interesante esque estamos ante un evangelio no sóloproblemático, sino generador de conflic-tos. En unos casos, como ocurrió en la an-tigüedad, esos conflictos fueron aborda-dos mediante la apologética, y en otros,como en su historia posterior, mediante sumarginación, infravaloración y, casi silen-ciamiento. Las claves internas de lecturapueden ofrecer alguna luz al respecto.

El estudio narrativo del texto requiereuna revisión de algunas de las afirmacio-nes anteriormente expuestas y amplia-mente consensuadas, así como ciertasmatizaciones. Comenzamos por el final.Nuestra manera occidental de percibir yconfigurar la realidad tiende a dirimirmuchas cuestiones a través de disyuncio-nes, presuponiendo que sus extremos sonexcluyentes. La proclamación del evange-lio (cuyos destinatarios eran casi exclusi-vamente oyentes), que se cree prioritaria,parecería excluir su lectura aduciendo elanalfabetismo de la mayor parte de la po-blación. El análisis narrativo, sin embar-go, muestra que se trata de una historiapensada en gran medida para ser leída yno sólo proclamada. Para ser leída y pro-clamada no sólo en unidades narrativasmenores, de forma independiente, comoel ámbito litúrgico o catequético, sinopara una lectura continua y reiterada.Este rasgo reclama una revisión de lacomposición de la comunidad y de sumisma forma de catequesis y de procla-mación. Mientras que éstas son de natu-raleza comunitaria, colectiva, la lecturacontinua y reiterada reclama al individuoen un entorno de cierta soledad. El evan-gelio en su forma final incluye un lectorideal alfabetizado.

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Testimonios antiguos sobre Marcos como autor del (primer) evangelio

Según V. Taylor (Evangelio según San Marcos, Cristiandad, Madrid 1979, 29-34), se encuentran in-dicios muy tempranos, aunque no evidencias ciertas, del conocimiento del evangelio de Marcos y latradición sinóptica: la carta de Clemente romano a los Corintios (95 de nuestra era), la carta de Ber-nabé y la carta de Policarpo a los filipenses que datan del mismo año (130 dne), y Clemente Romanoen su carta a los Corintios (145 dne aproximadamente)

El testimonio de Papías, que ha tenido numerosos seguidores, dice así:“ Y el presbítero dijo también esto: Marcos, como intérprete de Pedro, escribió con exactitud, aunque

sin orden, todo lo que recordaba, de los dichos y hechos de Jesús. Él personalmente no había oído al Se-ñor ni había sido discípulo suyo, sino que posteriormente había sido compañero de Pedro, como ya dije.El apóstol había adaptado su enseñanza a las necesidades (de sus oyentes), pero sin intención de com-poner un relato ordenado de las palabras del Señor. Así pues, Marcos, no se equivocó al poner por escri-to las cosas tal como las recordaba, porque su única preocupación fue no omitir ni falsear nada de lo quehabía oído”.

EUSEBIO, Historia Eclesiástica, III, 39. El prólogo antimarcionitaLa herejía de Marción llevó a los primeros escritores a prologar sus escritos contra las ideas de

éste, que ya había elaborado un canon de libros auténticos, de origen apostólico, según sus criterios.Parece que los evangelios también iban precedidos de este tipo de prólogos antimarcionitas (no se haencontrado el de Mateo) El de Marcos está incompleto, le faltan algunas palabras, pero el fragmentodice: “… declaró Marcos, al que apodan ‘de dedos lisiados’, porque los tenía más bien pequeños encomparación con su estatura. Fue intérprete de Pedro; y después de la muerte de éste, puso por es-crito este mismo evangelio en Italia”.

El mártir San Justino se refiere en algunos de sus escritos a las memorias de Pedro, que algunoshan interpretado como alusión al evangelio de Marcos, pero de lo cual no existen evidencias.

San Ireneo en su obra Adversus Haereses III,1.2 se refiere a Marcos, intérprete de Pedro, que pusopor escrito la predicación del apóstol.

Otros testimonios en la misma línea son un fragmento muy deteriorado del manuscrito de Bob-bio (código Muratori), que data de los ss. VII-VIII.

Clemente de Alejandría remonta la redacción del evangelio por Marcos, discípulo de Pedro, envida de éste, contradiciendo las noticias de Ireneo y el prólogo antimarcionita.

Orígenes, como también san Jerónimo, reafirman la opinión de Papías.Descubrimiento de J. O. Callaghan.El jesuita español J. O. Callaghan estudió unos fragmentos encontrados en la cueva 7 de Qumrán

y descubrió que se trataba de partes de Mc 4,28 y 6,52-53, que permiten lanzar la hipótesis sobre sufecha, pues las técnicas de datación de manuscritos antiguos son altamente fiables. Estos fragmentosparecen datar de los años 50 dne, unos 25 años después de la muerte de Jesús, una fecha que coinci-de con la que se suele aceptar para la puesta por escrito de Marcos. No obstante, este manuscrito sóloindica ciertas coincidencias y todavía es aventurado ir más allá.

Y

Al hilo de estos reclamos aparecendudas sobre la lejanía de la cultura judíade los y las destinatarias. Ciertamente,algunas explicaciones de costumbres ytérminos arameos inducen a pensar enuna comunidad no judía, más biende cultura helenística romana, pero esigualmente cierto que este evangelio no

se entiende si no se conocen las Escritu-ras Hebreas, si no se tiene, incluso, unbuen conocimiento del trasfondo judíode los últimos siglos antes de Cristo.¿Acaso el narrador construye un lector/aimplícito/a ideal tan fuera de la realidad?¿No escribe, acaso, por exigencias de larealidad, exigencias de la experiencia de

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la fe no sólo personal sino, sobre todo,comunitaria?

La vinculación del autor del evangelioa Pedro, dado su contexto (testimonio ex-terno) y la manera en que es tratado elpersonaje en la obra (testimonio inter-no), no deja de resultar sospechosa. Lasinsistencias y sus contextos apologéticoshablan de dos posibilidades: la necesidadde autorizar el evangelio ante sus detrac-tores con la autoridad reconocida de Pe-dro después de su muerte y el intento dereforzar la autoridad de Pedro. Hasta nohace mucho se ha privilegiado la primerahipótesis, pero actualmente la segundava adquiriendo mucha importancia. Noestamos aquí en el contexto apropiadopara dirimir entre las dos, pues lo másprobable es que no sean excluyentes. Sí,en cambio, es interesante retener la para-doja de autorizar y ser autorizado por unpersonaje como el de Pedro según esteevangelio…

La aceptación de Roma como el lugaren el que se escribió este evangelio seapoya en testimonios antiguos (testimo-nios externos), como los que hemos revi-sado someramente (cf. cuadro) y en ar-gumentos internos. Apoyar el contexto deRoma sobre ejemplos internos al evange-lio, como latinismos, algunos especial-mente, no es prueba contundente. Se ci-tan 12,42 y 15,16. En 12,42, el narradormenciona el dinero de la viuda pobre engriego (lepta) y a continuación lo traduceal latín: un cuadrante. En 15,16, mencio-na que llevaron a Jesús al aulé, nombregriego que el narrador traduce a su lectorcomo pretorium. Estas supuestas eviden-cias no lo son tanto si consideramos quese trata de algo habitual en términos deeconomía, ámbito militar, jurídico… pro-pio de un lugar colonizado por los roma-nos. Se han encontrado otros escritosque hacen la misma operación de traduc-ción y son provenientes de diferentes lu-gares, no sólo de Roma. Otros ejemplosen la sintaxis y en otra serie de términos,en relación con los evangelios de Mateo yLucas, indican que el autor de Marcos es-tuvo más expuesto que ellos a las influen-cias del latín. Esto, a primera vista, sería

más factible en Roma que en Galilea, oen Siria, como han propuesto algunos(especialmente Theissen), pero tampocodemuestra nada, pues la colonia romanaen Galilea era lo suficientemente fuertecomo para explicar estas influencias. Conesto no queremos decidir que el lugar deorigen fuera Galilea, pues para ello en-contramos muchas inconsistencias. Con-cuerdo con quienes aceptan que se tratade un asunto abierto, y no se puede afir-mar con certeza que este evangelio fueraescrito en Roma, en Siria, Antioquía oGalilea.

3.2. Anónimo voluntarioComo bien señala Van Iersel, que el

evangelio de Marcos no incluya el nom-bre del autor y/o redactor no es tan evi-dente como pudiera parecer. Conocemosescritos autónimos, como la Sabiduría deBen Sira (Eclesiastés) o el libro de Tobitque da nombre al narrador, o incluso ellibro de los Proverbios de Salomón, don-de Salomón es un pseudónimo. El datoevidente es que estamos ante una obraanónima y se trata de un dato que es ne-cesario respetar, especialmente cuandopodría no haberlo sido y, por tanto, nosencontramos ante una omisión intencio-nada o así decidida. Qué pueda significareste hecho no es fácil de interpretar,como no lo son muchos otros datos de laobra que parecen evidentes a primera vis-ta, y sin embargo se descubren despuéscomo enigmas necesitados de interpreta-ción. Aceptamos el nombre dado desdetantos siglos atrás, y nos referiremos alevangelio por este nombre, en la cons-ciencia de su expreso anonimato.

Lo mismo podemos decir del supues-to de la autoría masculina, basada enpresupuestos de costumbres e ideas pre-concebidas acerca de las mujeres en laantigüedad, entre los que se cuentan supresunto analfabetismo (generalizado),ausencia de protagonismo y de capa-cidad para escribir una narración tanperfecta. Las investigaciones sobre la his-toria, la antropología cultural, la literatu-ra… la reconstrucción de escenarios, los

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descubrimientos de todo tipo llevados acabo en las cuatro o cinco últimas déca-das, tanto en el ámbito académico civilcomo bíblico y religioso, no permiten darpor buenos los presupuestos de entrada.Son muchos los datos del evangelio quehacen pensar en una autora mejor que enun autor. Ninguno de ellos es concluyen-te, pero queda abierta la posibilidad de suautoría femenina y, cuando menos, seacentúa la sospecha si tenemos en cuen-ta las fuentes orales de algunos de los epi-sodios narrados, del papel impresionantede las mujeres en la obra, del manejo na-rrativo de este papel y, en especial, suenigmático final. El respeto que nos me-rece el anonimato expreso de la obra setorna en sospecha si añadimos a la inves-tigación la categoría del género. En unentorno explícitamente patriarcal comoel judío, el romano y helenista en general,

¿era posible, práctico, adecuado mostrarabiertamente la autoría femenina o, másbien, esconderla en un respetable y acep-table anonimato? El desarrollo de nues-tra guía de lectura no pierde de vista estaposibilidad aunque asuma el masculinopara el género del narrador y el tradicio-nal Marcos para nombrar convencional-mente este evangelio.

3.3. Conflictos y problemas:contexto sociohistórico y político

Aunque sea mediante unas pincela-das, conviene proponer algunas indica-ciones sociohistóricas de encuadre. Mevoy a referir sólo a aquellas, generales,que aluden al marco de la comunidad ocomunidades, que constituyen las refe-rencias y destinatarios del evangelio, es-pecialmente del ámbito romano.

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Marcos y la fuente Q

La misma denominación de fuente Q (quelle = ‘fuente’ en alemán) es objeto de estudio y polémi-ca incluso en su misma denominación. Para algunos significa una recopilación antigua, preevangéli-ca, de dichos de Jesús, materiales sin orden ni concierto que Lucas y Mateo habían utilizado para susrespectivas obras, además del material común a Marcos. Para otros se trata de una unidad literariacon sentido, e incluso propiamente de una vida de Jesús al estilo griego. En unos casos se habla de sucontenido fundamentalmente sapiencial y en otros casos de un verdadero evangelio, más genuino yauténtico que los canónicos que conocemos (D. Crossan, por ejemplo). Se lo relaciona con otras obrasapócrifas del Nuevo Testamento, como el Evangelio de Tomás. Se acepta su contenido sapiencial y pro-fético y se discute sobre su conexión con la historia de la pasión y muerte.

De entrada es preciso decir que Q es, antes que nada, una hipótesis, y aunque con ello no se pre-tende restar importancia a los textos a los que se refiere ni a las reconstrucciones históricas y lite-rarias que se viene haciendo ni a su función en la reconstrucción del cristianismo primitivo, laconsciencia de su carácter hipotético nos ayuda a situar bien las diferentes y a menudo conflictivasposturas que se mantienen, en su talante teórico y alcance práctico.

Durante mucho tiempo Q ha sido considerada una fuente independiente de Marcos. Al descu-brirse paralelos entre ambos escritos. Sin embargo, los expertos/as se plantean algunas cuestiones,como la relación cronológica entre los dos. ¿Se conocían mutuamente? ¿Se trata de escritos contem-poráneos o uno de ellos es anterior al otro? Autores clásicos como A. Harnack creían en la antigüe-dad de Q respecto a Marcos, aunque autores posteriores, Bultmann entre ellos y la mayoría de los ylas exegetas actuales, piensan todo lo contrario: que Marcos antecede a Q. Los textos de Q que se en-cuentran en Marcos se consideran textos paralelos que han llegado hasta cada uno de los redactoresde forma independiente.

Para proseguir el estudio puede verse el monográfico de Reseña Bíblica 43 (otoño 2004) bajo ladirección de Antonio Vargas-Machuca, EVD, Estella 2004; J. Kloppenborg, Q, el evangelio desconoci-do, ed. Sígueme, Salamanca 2005.

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El primero, del que se hacen eco, lógi-camente, exegetas y personas expertas enhistoria antigua, es el que solemos llamarpersecución de Nerón contra los cristia-nos, localizada en torno al año 64.

En los Anales de Tácito (Ann. 15,44)se narran los acontecimientos que lleva-ron a la muerte a numerosos creyentes enCristo de Roma. Los Anales fueron escri-tos unos 50 años después del aconteci-miento. Tácito relaciona el incendio deRoma con las medidas represivas del em-perador Nerón contra los cristianos. Enefecto, se ha comprobado que los casti-gos dados habitualmente a los incendia-rios, aunque en forma de cruel espec-táculo, fueron aplicados a los cristianosa quienes Nerón echó la culpa delincendio. Tácito nunca creyó que ellosfueran los responsables directos, pero nodeja de considerarlos reos de otros deli-tos. Si esto es así, como parecen probarlos testimonios antiguos, no podríamoshablar estricta y jurídicamente de perse-cución a los cristianos (aunque en el fon-do hubiera algo de ello), sino de un casti-go ante la acusación de incendiario.

No cabe duda de la hostilidad contralos cristianos del imperio. La represión,sin embargo, tomaba formas encubiertas,como la denuncia, la expulsión de judíosen Roma, a causa de los desórdenes fo-mentados, dice un escrito de Suetonio,por un tal Chrestus (cf. Hch 18,2), la prohi-bición de reunión promulgada en Romapor Claudio en el año 49… Todo ello, bajoel paraguas de delitos jurídicos, en estecaso la provocación de desórdenes, que lle-vaba a procesarlos como agitadores, reatode carácter social y político. Algunas car-tas del corpus paulino hablan de conflic-tos en algunas ciudades a causa de lapredicación (propaganda) del evangelio,tanto en relación con la comunidad judía,como con los seguidores de la religión im-perial. Estos delitos se computaban, ennumerosas ocasiones, como fomentar eluso de costumbres judías por parte de losromanos, algo que tenían expresamenteprohibido. Y aquí, según parece, radica-ban todos los males, pues los judíos con-versos a la fe en Jesús y los paganos cre-

yentes adoptaban un estilo de vida dife-rente al promulgado por el imperio. No esextraño que fueran percibidos como ame-naza al orden social y político, tan pro-fundamente unido al ámbito religioso, yacusados de crímenes y corrupción decostumbres, asociados a un personaje re-belde contra Roma (Jesús de Nazaret).

La criminalización de los cristianosen cuanto tales es posterior al momentoen que se escribe el evangelio de Marcos,pues se trata de la cristalización de unproceso previo de acusaciones, denun-cias y arrestos debidos a delitos generalescomputados en el derecho penal de losque se les hacía responsables. A la vueltade los años, no muchos, cristianos y cri-minales estaban vinculados en el imagi-nario colectivo (como pueden estarloahora delincuentes e inmigrantes), facili-tando mucho a las autoridades la repre-sión de los individuos y comunidades decreyentes.

Los procesos mediante los cuales seproducen estas acusaciones, primero, ygeneralizaciones de estereotipos negati-vos, después, no son simples. Junto a lacercanía entre cristianos y judíos, a losque ya sus diferencias con el imperio ha-bían creado una determinada mala fama,Tácito, como ya hiciera con los judíos,atribuye a los cristianos el odio al génerohumano. Contemporáneamente tiene lu-gar la observación del atractivo que lapredicación de Cristo tiene para muchaspersonas, observación que se traducía enpercepción de amenaza del orden esta-blecido, de insurrección contra el ordensociopolítico reinante. A esto lo llama-mos hoy xenofobia, apoyada en el hechode que estos grupos vivían de acuerdo alas enseñanzas de un ejecutado por rebel-día y agitación antirromana.

En este contexto de fondo se encuen-tra la razón explícita y más clara de Mar-cos de la pasión y muerte de Jesús: laenvidia. No la romana e imperial, sinola envidia de los líderes religiosos judíos.En efecto, los conflictos que se percibenen el trasfondo de las narraciones delevangelio a partir del cap. 8 se producen,

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sobre todo, dentro del ámbito judío. El de-tonante es la acción profético-simbólicade Jesús contra el templo. Por todo elloentendemos que aunque la comunidad,probablemente romana, se encuentra enun contexto de creciente hostilidad y cri-minalización por parte del imperio, los ylas seguidoras/es de Jesús, a quienes vadirigido el relato, deben afrontar proble-mas más profundos y dolorosos prove-nientes de los contextos sociorreligiososjudíos, dentro y, sobre todo, fuera de Pa-lestina. Esto nos lleva a los escenarios dela narración, de los que nos iremos ocu-pando en todo lo que sigue. El estudio delcontexto histórico externo a la narraciónnos lleva al contexto intranarrativo judíoque, a su vez, nos remite al contexto tam-bién intranarrativo, del grupo de Jesúsque desemboca en el personaje de Judas.En niveles diferentes advertimos que losfactores de amenaza que se encuentranen la base de la xenofobia (la inseguridady la envidia, el temor a lo nuevo), volve-mos a encontrarlos en las motivacionesde los líderes religiosos israelitas contraJesús y en la del mismo Judas. Los nive-les sociales, culturales y psicológicos,aunque distintos o distinguidos, se en-cuentran profundamente vinculados y enciertos momentos lo individual y psicoló-gico puede ser el detonante de fuerzassociopolíticas implícitas, y lo político ysocial, a su vez, puede desencadenar pro-cesos latentes individuales, tanto en sen-tido creativo positivo como en sentidodestructivo negativo.

3.4. Las mujeres en sus contextosMucho se ha escrito sobre las mujeres

en este primer siglo de nuestra era, pro-ducto de un desbordante proceso de in-vestigación que se encuentra en uno desus momentos más creativos. No preten-demos aquí reproducir los resultados nilas discusiones en boga. Nos ocupamosde situar, mínimamente, el marco. Lo ha-cemos sobre la base de la importanciabásica de los personajes femeninos en lanarración de Marcos y, en general, funda-das en la posibilidad misma de la fe enJesús resucitado.

El marco del imperio romano, en lacapital, Roma (probable contexto de larecepción primaria del evangelio), y enlas colonias, como es el caso de Palestina(escenario narrativo de la historia deMarcos), es un marco patriarcal que nun-ca hasta el día de hoy ha dejado de serlo,aunque sus modalidades y acentos hayanido cambiando con la historia, particu-larmente en la del reciente s. XX. Las mu-jeres en Marcos se encuentran dentro deeste doble marco patriarcal, y al tratar deellas y colocarnos en sus puntos de vista,no debemos perder de vista que lo hace-mos dentro de este contexto. El evangeliode Marcos no es una ventana por la quenos asomamos a la historia de su tiempo,pues todo cuanto narra pasa por variosfiltros que nos transmiten narracionesprofundamente mediadas. Para confir-mar cuanto decimos no hay más que vol-ver a leer, en esta perspectiva, todo elpunto 2 de esta introducción. Una vezque esto queda claro estaremos en mejo-res condiciones de percibir aquellas si-tuaciones, acciones, relaciones, reaccio-nes, consecuencias, que entendemoscomo propuestas innovadoras, no pa-triarcales, antipatriarcales y contrapa-triarcales, muchas de ellas venidas de lamano de figuras femeninas aunque noexclusivamente. La gran propuesta deMarcos es hacer atravesar a lectores ylectoras por los puntos de vista y las ex-periencias pascuales de las mujeres paraacceder al acontecimiento de la resurrec-ción, identificada con la experiencia úni-ca e inenarrable del Jesús vivo y re-sucitado, nudo y clímax del evangelio.Quienes no puedan arriesgarse a esta tra-vesía no podrán aceptar ni entender elevangelio en su corazón y en su mente,entendiendo por ésta no sólo la mente ra-cional sino el concepto más amplio que,curiosamente, hoy se acerca al conceptosemítico de quienes vivieron en aquel lu-gar y en aquel tiempo.

3.5. Teología y narraciónDel mismo modo que no nos ha sido

posible separar el estilo narrativo del es-tudio del narrador y su lector, tampoco

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podemos separar de todo ello su teología.No es ésta un momento posterior, añadi-do o distinto, al análisis sino que se en-cuentra ya en ese mismo análisis. Formay fondo, organización y mensaje, escena-rios y significados forman parte de untodo con sentido que si precisa de distin-ciones en ciertos momentos, no son sepa-rables. El evangelio de Marcos es una na-rración con sentido. Tiene un comienzo,una mitad y un final. La teología afecta aestos pormenores no sólo en el qué (con-tenidos), sino muy especialmente en loscómo, en los modos, la disposición, etc.El sentido teológico viene dado, por ejem-plo, en la frase con la que se abre la na-rración, pero también es teológica laapertura de este comienzo y la aperturade su final. En esta guía de lectura la teo-logía se encuentra en el mismo análisisnarrativo, de forma que quienes preten-dan utilizarla han de aceptar esta premi-

sa so pena de no entender el proceso y lasexperiencias mismas de lectura. Leer esun acto que se realiza en el tiempo. Es uncamino a través de unos determinadosmeandros. Su sentido se encuentra en elhecho de realizar el recorrido. Adelantar-se a él, pretender llegar al final por atajossignifica no haber entendido de qué setrata. Posiblemente no estemos todavíamuy acostumbrados y acostumbradas auna teología de este cariz, pues nos faltamentalidad narrativa y nos sobran racio-nalizaciones prestadas de categorías ymétodos ajenos a la naturaleza propia delrelato. Pero no todo está perdido. Elevangelio de Marcos es un dato empírico,no una hipótesis. Y un dato de naturale-za narrativa. Sería incongruente de miparte adelantar la teología que constitu-ye, precisamente, el trazado y el recorri-do del camino de lectura de la guía. Aella, por lo tanto, me remito.

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