Tal vez usted se encuentre a sí mismo, por vez primera y sin saber por qué, leyendo en este espacio virtual al que llaman blog. ¿Nos cruzarán iguales ambiciones? Sea tal vez la reiterada búsqueda de

aposentos de la poesía popular, buscando caminos reemplazados, y se pega aquí usted como cotorrita en telaraña.

Tal veces de la numerosidad. La malhaya de la inmadurez. La espalda oscura de la constancia. El resequerío de la sal. Y la carne que se mantiene a punto. Las cosas que no se explican y por las

que uno infla penas, y ese mismo insuflo que renace atorado en las risas. Todo lo que no se explica y todo lo que ya se repitió y su

sonrisa a pesar de los pesares. Si usted no sabe por qué está leyendo esto, no piense que está perdiendo el tiempo ni se genere planteos irrisorios. Al menos

esto es un arranque salutatorio de poesía benigna. Y no se olvide que por ahí afuera muchos pierden el tiempo indignando palabras, gastándolas mal, si puede así decirse. Así que siéntase bienvenido

como si fuera un hogar amigo con pava y hornalla. O siéntase como la misma mierda; eso está en usted.