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Sesión 6
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Queridos amigos y compañeros:
Quiero comenzar mi intervención uniendo mi voz a la de muchos compañeros,
felicitándonos por la celebración de este Congreso. Sin duda, los esfuerzos que todos los
promotores y organizadores han derrochado para que tenga lugar este encuentro, se
compensarán, no sólo con nuestro agradecimiento, que es seguro, sino que también con
el impulso y renovación que sin duda va a marcar esta reunión.
En segundo lugar, quiero manifestar mi profundo agradecimiento al Comité
Organizador que ha confiado en mi persona para elaborar esta ponencia. No sé si de
forma irresponsable o debido a mi innata costumbre de ser portavoz de los grupos a los
que pertenezco, acepté de inmediato tal proposición. Luego me han llegado las
dificultades y el peso de la responsabilidad, pero en cualquier caso, insisto, quede
plasmado mi agradecimiento.
No pretendo abarcar en esta ponencia todos y cada uno de los epígrafes, incluso
del título, que enmarca la presente sesión; “el ingeniero de montes en la empresa y en el
ejercicio libre de la profesión”, seguido de una larga, pero no excluyente, lista de
posibles temas para comunicaciones. Todos muy atractivos. Mi intención es aprovechar
esta inmensa oportunidad que me ha ofrecido la Organización para exponer y relatar
muchas de las vicisitudes que el ingeniero de montes empresario, otras veces actuando
por cuenta propia o empleado de una empresa forestal, sufre a lo largo del día a día.
PRIMER CONGRESO PROFESIONAL DE LOS
INGENIEROS DE MONTES
Sesión 6ª: El Ingeniero de Montes en la empresa y en el
ejercicio libre de la profesión.
Autor: Miguel Ángel Duradle Rodríguez
Consejero Delegado de CEIFRA.
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No es mi objetivo dogmatizar, comprendo que no siempre tengo la razón,
aunque a veces crea lo contrario. Tampoco puedo presumir de hablar en nombre de
muchos, puesto que ésta es una ponencia personal y no discutida con ningún
compañero.
Mi experiencia personal en la profesión, con más de quince años, ha girado
siempre en este ámbito, la empresa de servicios forestales como consecuencia natural
del ejercicio libre de la profesión. Es por lo tanto desde esta posición, la de ingeniero y
empresario, desde donde observo el sector forestal, y es esta ponencia, o pretende serlo,
un reflejo de dicha observación.
En definitiva, en este congreso profesional, que entiendo como un congreso de
opiniones, es mi opinión, y nada más, lo que aquí pretendo exponer. En ningún caso
molestar u ofender a nada ni a nadie, y si alguien cree lo contrario, vaya por delante mi
disculpa sincera de amigo y compañero.
Antes de entrar de lleno en el tema que nos ocupa, creo que es conveniente
enmarcar el sector de actividad de la empresa de servicios forestales en el actual
panorama económico.
LA EMPRESA FORESTAL EN EL PANORAMA ECONÓMICO
De manera simplificada, ya sé que toda simplificación puede llevar consigo
omisiones que, aunque involuntarias, son necesarias y pueden deformar algo la realidad,
pero teniendo en cuenta ello, se puede decir que el inicio del sector económico
servicios forestales con características propias y determinadas, por poner una fecha
concreta, tuvo lugar hacia 1985, coincidiendo con el proceso de las transferencias de
competencias en el sector forestal y del medio natural desde las estructuras
administrativas del Estado (entonces el ICONA) a las de nueva creación de las
Comunidades Autónomas.
En ese momento, insisto, por simplificar, se comienza a licitar parte significativa
de la inversión pública, con lo que se abre un posible nuevo campo de actuación
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empresarial, podemos decir utilizando un símil “ambiental”, surge un nuevo nicho
ecológico, que se encuentra en gran parte vacío, y que con mayor o menor velocidad se
ha ido llenando hasta nuestros días.
Las actividades que cubren las empresas del sector las he definido en numerosas
ocasiones de forma quizá simplista pero creo que bastante eficaz. Por razón de mis
responsabilidades en ASEMFO, durante los últimos años he tenido entrevistas con
cargos más o menos elevados de la Administración Pública (me temo que muchas
veces, menos elevados de lo deseado por ambas partes), ante los cuales, antes de
relatarles nuestras quejas (básicamente “más inversión”) tenía que explicar quiénes
formábamos las empresas de ASEMFO y a qué nos dedicábamos. Pues bien, el resumen
de tal explicación quedaba en algo así como: “las empresas de servicios forestales son
aquellas que hacen todo lo que sacan a licitación pública las Consejerías de Medio
Ambiente”.
Y así es. No sólo realizamos trabajos selvícolas, desbroces, repoblaciones,
ordenaciones, deslindes, sino que también, cerramientos, tratamientos fitosanitarios,
caminos, abrevaderos, tinados y naves para ganado, refugios, pasarelas, adecuaciones
recreativas, centros de interpretación, obras de restauración hidrológica, colocación de
pararrayos, y un largo etc. que conforma una amalgama de actividades que aunque
mayoritariamente se realizan en el monte también tiene a veces actuaciones urbanas o
periurbanas. Todo depende de las competencias de la Consejería correspondiente.
Por lo tanto, el ámbito de actuación de la empresa de servicio forestal, se
desarrolla conjuntamente con el desarrollo y cambio sufrido en la Administración
Pública. Básicamente nuestro cliente es la Administración (mayoritariamente estatal y
autonómica, más que municipal). El cliente privado también existe, pero dada las
rentabilidades económicas directas de cualquier tratamiento selvícola o repoblación,
etc., es un sector muy reducido, no somos rematantes, a no ser que se encuentre
subvencionado, con lo cual la empresa tiene que mantener la relación tanto con la
Administración como con el titular de la subvención. El caso de la PAC, al que me
referiré más adelante, es un buen ejemplo de esto.
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Creo que ya es bastante significativo del sector forestal el hecho de su difícil
definición, quizá sea una de sus características, pero lo cierto es que existe una
importante falta de identificación del mismo, desconocimiento real de su importancia
económica, de su valor social y ecológico, del papel que representa cada agente social,
y, por terminar, una importante indiferencia, si no rechazo o al menos recelo, en el
conjunto mediático y de la opinión pública, sobre la actividad forestal y del medio
natural.
Independientemente, la empresa puede tener otras líneas de actividad, más o
menos relacionadas con la profesión. La jardinería es muy frecuente (en muchos casos
iniciada gracias a propuestas de parques forestales o pequeños ajardinamientos
promovidos por las citadas Consejerías), viveros, forestales o no, sistemas de
comunicación, cursos de formación (en principio relacionados con la extinción de
incendios), etc, etc..
Para terminar este breve retrato del sector servicios forestales quiero añadir
algunas cifras, tanto en volumen económico como en mano de obra utilizada. Los datos
están tomados del “I Estudio de Inversión y Empleo del sector Forestal”, realizado por
ASEMFO en el año 2001, y que hace referencia al trienio 1997/99. En la actualidad, con
la ayuda de la DGCONA, se está terminando el segundo de estos estudios, que abarca
los años 2000/2001. ión leo Forestal mundial
por subs30%
Número total de contratos Sector Forestal Primario en las C.C.A.A año
2000
Andalucía 12.216 Castilla y León 9.223 Galicia 6.195 Extremadura 5.559 Castilla la Mancha 3.792 Cataluña 3.714 Comunidad Valenciana 2.978 Aragón 1.679 Madrid 1.398 País Vasco 1.190
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Cantabria 1.169 Asturias 1.086 Canarias 721 Baleares 472 La Rioja 204 Navarra 128 Murcia 86 Total Nacional 51.810 Fuente: INEM, Servicio de Observatorio Ocupacional. Código CNO - 94
La categoría más contratada es el Peón Forestal (30.142), alcanzando casi el 60% sobre el total de los contratos en el Sector Forestal y presentando un amplio margen sobre el resto. A continuación se sitúan el Trabajador Forestal y el Peón especializado, alcanzando entre ambas aproximadamente el 35%. Entre personal técnico (453 Ingenieros de Montes, 872 Ingenieros Técnicos) y capataces forestales (1.797), los profesionales de mayor cualificación, apenas suman un 6% de la contratación total realizada en el Sector Forestal.
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INVERSIÓN REALIZADA 1997-1999 SEGÚN ÁREAS LÍNEAS DE TRABAJO
Estudios y proyectos PTS EUR Espacios protegidos 953.783.342 5.732.353,34 1,12% Impacto ambiental 4.880.000 29.329,39 0,01% Ingeniería 86.475.288 519.726,95 0,10% Obras forestales 35.058.314 210.704,71 0,04% Ordenaciones 238.298.102 1.432.200,44 0,28% Sin especificar 2.801.351.673 16.836.462,44 3,28% Total Estudios y proyectos 4.119.180.052 24.756.770,71 4,82%
Incendios Maquinaria 42.598.555 256022,47 0,05% Retenes 2.658.183.820 15976006,51 3,11% Selvicultura preventiva 411.003.876 2470183,04 0,48% Sin especificar 1.476.787.863 8875673,81 1,73% Total Incendios 4.588.574.114 27577885,84 5,37% Medidas acompañamiento PAC Subprograma 1 reforestación 18.999.032.301 114186483,8 22,23% Subprograma 2: mejora 7.310.780.456 43938675,47 8,55% Sin especificar 36.732.657 220767,71 0,04% Ttal Medidas acompañamiento 26.346.545.414 158345927 30,83% Obras forestales 744.919.248 4477054,85 0,87% Hidrología 801.957.343 4819860,70 0,94% Repoblaciones 6.200.476.950 37265617 7,26% Suministros 517.487.005 3110159,54 0,61% Tratamientos selvícolas 5.642.268.852 33910718,76 6,60% Vías 2.075.516.475 12474105,24 2,43% Sin especificar 6.133.004.688 36860100,54 7,18% Total Obras forestales 22.115.630.561 132917616,6 25,88%
Restauración del paisaje
Areas recreativas 706860603,7 4248317,79 0,83% Protección de riberas 84891121 510205,91 0,10% Restauración zonas degradadas 897137788,7 5391906,70 1,05% Sin especificar 99379781 597284,51 0,12% Total Restauración del paisaje 1.749.675.214 10515759,82 2,05% Sin especificar 26.542.310.483 159522498,8 31,06% TOTAL 85.461.915.836 513636458,8 100% Fuente: I ESTUDIO INVERSIÓN Y EMPLEO Datos sobre la inversión, en en el periodo 1997-1999 por sistemas de ejecución: POR ADMINISTRACION 5.107.848.905 30698790,19 5,98% EMPR PUBL AUTONOMICA 10.300.400.186 61906651,92 12,05% TRAGSA 7.513.720.702 45158370,91 8,79% LICITACIONES PUBLICAS 14.805.146.948 88980725,23 17,32% SUBVENCIONES 26.471.862.873 159099100,1 30,98% SIN ESPECIFICAR 21.262.936.221 127792820,4 24,88% TOTAL GENERAL 85.461.915.835 513636458,8 100% l s y l Estudios y
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LA EMPRESA QUE TRABAJA EN EL SECTOR FORESTAL
Una vez enmarcado el sector de obras y servicios forestales, me voy a referir a la
empresa que trabaja en el sector. Para ello voy a utilizar como ayuda mi caso personal
que se corresponde con el de una empresa de carácter medio, y con uno de los casos
posibles de creación de empresas forestales directamente relacionados con el objeto de
este Congreso.
La búsqueda de empleo tras la finalización de los estudios de Ingeniero de
Montes se realizaba, se sigue realizando, en muchos casos a través, entonces del
ICONA, hoy Consejerías; es decir a través de la Administración Pública, siempre y
cuando el objetivo fuera trabajar en “algo” relacionado con la carrera.
Los contactos mantenidos con los servicios correspondientes durante la
realización de los “trabajos” de distintas asignaturas, o el conocimiento personal,
facilitaban la entrada, en el mejor de los casos, como interino, y sino como meritorio o
simplemente “negro” durante unos meses, normalmente en verano. Esto permitía ganar
conocimientos, algo de dinero, y luego..., a estudiar una oposición, como todo el
mundo.
Así empecé yo, de guía-intérprete de la Naturaleza, aunque oficialmente rezaba
como operario podando pinos durante un mes, al siguiente repoblando, otra vez
podando o realizando un conteo en los sucesivos meses, aunque siempre estaba de guía.
Son las pequeñas trampas de la Administración, que siempre existen, y a las que volveré
a referirme, que hicieron posible mis inicios remunerados (muy escasamente, por
cierto), pero que recuerdo con cariño y agradecimiento profundo al amigo y compañero
que lo hizo posible.
Estos inicios coincidieron en el tiempo con el cambio sustancial de la estructura
administrativa, las citadas Transferencias, y el inicio de una nueva forma de trabajo por
parte de la Administración. Era más fácil contratar mis servicios que mi persona. Fue el
aumento de la licitación pública lo que posiblemente me llevó a comenzar el llamado
“ejercicio libre de la profesión”.
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Los primeros trabajos fueron pequeños estudios que por adjudicación directa, me
encargaba la Administración. El riesgo que suponía tal discrecionalidad, así como la
escasez y el bajo volumen económico de tales estudios, me llevó a fundar, junto con
José Manuel Sánchez de Pazos y Pilar García Martín, otros dos amigos y compañeros,
una empresa, Ceifra, como sociedad anónima. Esto nos permitía seguir accediendo
teóricamente tanto a los estudios que veníamos realizando, como a la ejecución de
pequeñas obras forestales o suministros. La forma societaria resultaba más ágil y
versátil para la contratación con la Administración (cualquier Administración) y
permitía las sinergias creadas por la unión de tres ingenieros de montes.
De esta forma, como ingeniero/empresario, daba verdadero sentido al lema que
preside nuestra Escuela, “Saber es hacer”, o “Saber es saber hacer” (que resulta obvio),
tal y como me recordaba mi entrañable amigo y profesor Roberto Fernández de Caleya,
o más explícito aún, “Saber es hacer, quien no hace, no sabe”, que es el lema de la
fundación de la Escuela, según Valeriano González Mateo y Grijalva, Director de la
misma entre 1920 y 1924 1.
Es por lo tanto, una empresa creada por profesionales del tema, con vocación
profesional. El único capital aportado por los tres fue nuestra capacidad de trabajo y
nuestro conocimiento profesional, obtenido en la Escuela de Madrid hacía poco tiempo
a lo largo de varios años.
Ésta es una característica habitual de la empresa forestal media, la presencia del
binomio empresario/ingeniero del ramo y su escasa capitalización
CARACTERÍSTICAS DE LAS EMPRESAS FORESTALES
De forma más ordenada quiero reflejar algunas de las características de la
empresa de obras y servicios forestales y del medio natural, así como de su entorno.
• 1 En Ingeniería y Naturaleza de José Luis González Escrig. Colegio y Asociación de
Ingenieros de Montes y ETSIM. Madrid. Año 2002.
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1.- Pequeña dimensión: El volumen medio de facturación se encuentra alrededor
de 2.100,00€ (unos 350 millones de pta.). Esto dificulta el desarrollo de una política
empresarial propia, departamento de investigación, etc.
2.- Escasa capitalización: Posible mal de origen, pero que el sector no facilita su
solución. Los costes de mano de obra, muy elevados en los costes totales de los trabajos
del sector, no admiten demora en el pago y la administración paga con demasiada
lentitud.
3.- Baja rentabilidad: Los trabajos forestales debido a los bajos precios
generalizados de los pliegos de condiciones tienen muy baja rentabilidad. Además la
fuerte competencia en el sector obliga a las empresas a la realización de importantes
bajas en las subastas e incluso en los concursos, que suelen valorar bastante el precio,
para poder ser adjudicatario y seguir existiendo en el mercado, con la vana esperanza de
que la próxima vez será mejor.
4.- Competencia desleal: Desde varios frentes se realiza este tipo de prácticas. La
falta de requisitos profesionales en muchos pliegos y la inexistencia de una
Clasificación de Obras específica, facilitan la presencia de numerosas empresas en el
sector, que carecen tanto de conocimiento como de medios humanos y técnicos para la
realización de las obras forestales. Así aumenta la competencia, por lo tanto también las
bajas, en perjuicio de la calidad de la obra y de las empresas auténticamente forestales.
Por otra parte muchas de estas empresas forestales tienen un marcado ámbito local o
regional de actuación. La excesiva protección, a veces, por parte de la Administración
de las empresas de la “zona” supone un grave perjuicio para el resto. Por otra parte, la
existencia de las empresas públicas que trabajan en el sector como medio propio de la
Administración, supone para el sector privado una importante reducción de la licitación
pública, que afecta de manera significativa en su posible captación de negocio, tanto en
obras como en estudios. Por último, o mejor, por terminar este apartado sobre la
competencia desleal, debo citar a la propia Universidad, que ha actuado, y actúa en
muchos casos, como empresas de ingeniería y consultoría, entrando mediante convenios
y sin los costes que conlleva el ejercicio libre de la profesión o la existencia de la
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empresa, en un campo comercial que vuelve a disminuir las posibilidades de
contratación a las empresas o ingenieros del sector.
5.- Falta de conocimiento social y administrativo: Aunque es conocida, y no
mucho, la actividad empresarial en el propio sector, en general no es considerada como
un colaborador, si no como un “mal menor” (o mayor, no estoy seguro), con quien hay
que convivir. Pero fuera de él, somos un “bicho raro”. No pretendo buscar el
“reconocimiento” social. No. Pero lo que resulta absurdo es que sea la propia empresa
quien explique a la Seguridad Social porqué y cómo se realiza el alta de la empresa en
el Régimen Especial Agrario (o qué es este Régimen), o que muchas de las ayudas
promovidas por la Administración excluyan al sector, pero por olvido o
desconocimiento, y así un largo etc, que pasa por la Seguridad y Salud, la
representación sindical, o la propia Universidad.
6.- Alta dependencia de la gestión pública: El conjunto de las empresas de obras
y servicios forestales somos los ejecutores de las políticas de medio natural del Estado y
las Comunidades Autónomas. Nuestro trabajo consiste en ejecutar las inversiones
previstas. La empresa forestal depende en gran medida de dichas políticas, de la eficacia
de los órganos de contratación, de intervención, además de los técnicos y, por supuesto
de los políticos. Es decir, de todos.
7.- Importante potencial de crecimiento: Para terminar esta serie de
características he elegido alguna positiva, al menos esperanzadora. Además de realizar
una actividad que personalmente me apasiona, las posibilidades de crecimiento del
sector son muy importantes, siempre y cuando no se siga insistiendo en las
“características “ anteriormente citadas. Quizá una importante prueba de este potencial
es el interés mostrado por los grupos empresariales del sector de la construcción en
estar presentes en el sector. Para ello, bien con su iniciativa propia, bien con la
adquisición de empresas forestales solventes, se han posicionado de manera
significativa en este sector.
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Existen otras muchas características que condicionan e incluso dan carácter a la
empresa forestal, entre éstas quiero destacar:
- La falta de continuidad en los trabajos licitados y su escaso volumen
económico. La Administración está llevando a cabo un importante esfuerza de
programación a través de los Planes Forestales de cada Comunidad Autónoma
(curiosamente el último ha sido el Plan Forestal Nacional, del que nos felicitamos).
Estos planes, redactados en su mayoría por empresas públicas actuando como medio
propio de la Administración, prevén importantes inversiones en el sector forestal que
cuantifican y sitúan en el tiempo. Esto propicia el conocimiento previo de la inversión
en una determinada zona, lo que facilita la previsión empresarial para definir sus
políticas de actuación, desarrollo, etc. El problema es que, aunque lo niegan, las
previsiones son eso, previsiones, y no se cumplen. Además, la presencia de las empresas
públicas distorsionan el panorama (o escenario, si lo prefieren) de licitación año a año.
Los criterios de adjudicación de obra a estas empresas son básicamente políticos, con lo
que el tipo de obra o estudio adjudicado, así como el volumen de contratación cambia a
lo largo de los años de manera espectacular e imprevisible, con un claro perjuicio
añadido para la empresa privada. En cualquier caso existen proyectos, cada vez más
frecuentes, con un volumen económico mayor (superior a 600.000,00€) y mayor
duración (dos o más anualidades), obras que permiten dar una importante estabilidad al
empleo y a la propia empresa.
- La elevada dependencia de una mano de obra cada vez más escasa y
menos cualificada. Los típicos trabajos forestales, es decir, los tratamientos selvícolas
y las repoblaciones, exigen una elevada presencia de mano de obra. Las bajas
inversiones realizadas en el sector, el bajo volumen de cada propuesta, las
características singulares de nuestras estaciones forestales, etc, favorecen la baja
mecanización de estos procesos. Por eso la empresa forestal depende en gran manera de
la mano de obra. En los quince años de trabajo personal, el encontrar mano de obra
cualificada para la ejecución de los trabajos forestales ha pasado de ser un sencillo
trámite, más o menos engorroso desde el punto de vista administrativo, a ser quizá el
mayor problema para poder ejecutar la obra. Cada vez es más difícil encontrar personal
cualificado, o simplemente personal, en la zona. Esto supone tener que trasladar desde
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otros lugares a trabajadores con el consiguiente aumento de costes. Las duras
condiciones de trabajo del monte, junto con los salarios sensiblemente más bajos que
los de otros sectores, por ejemplo la construcción, además de la falta, normalmente, de
la cobertura del desempleo, ha propiciado el actual panorama, donde la mayoría del
personal rural se dedica a la Construcción, y sólo quedan o los vocacionales del monte o
los que no pueden o no saben ir a otra actividad. La estructura social y laboral ha
cambiado radicalmente. Los trabajos forestales ya no suponen un complemento a la
renta del ganado o la agricultura. Por lo tanto, tienen que convertirse en fuente
económica suficiente por si sola, porque de lo contrario se abandona tal actividad como
recurso económico. Por eso falta hoy mano de obra y mano de obra cualificada, que
rinda, que maneje la escasa maquinaria manual (motosierra o desbrozadora) y por
supuesto que no tenga accidentes. Como en otros muchos ámbitos de la actividad
económica española, los inmigrantes están entrando con fuerza en el sector. No es malo
que trabajen donde además no tienen competencia, pero normalmente supone, al inicio,
un mayor coste en formación y un mayor riesgo de incidencias tanto con la maquinaria
como la siniestralidad laboral
- Escaso número de niveles en la escala de mando. Las características de la
obra forestal favorecen la existencia de muy pocos niveles o categorías en el régimen
laboral. Una pyme, o la delegación de una empresa mayor, tiene al frente de los trabajos
a un técnico (medio o superior) en materia forestal, que suele hacer las veces de
representante de la empresa ante el cliente (cuando no es también el propio empresario).
En la obra, básicamente hay dos niveles, el peón y el capataz de la cuadrilla, que
muchas veces hace también labores de peón. Si hay varias cuadrillas, o tajos abiertos en
la zona, puede aparecer la figura del encargado. Esta estructura hace posible, y a veces
frecuente, que el ingeniero/empresario pase en unas horas de tener una entrevista con un
Consejero o Director General a estar en el monte dando órdenes o suministrando
cualquier material a una cuadrilla de trabajo.
- Falta de reconocimiento de la “obra bien hecha”. El pasado año, un
encargado de la empresa, con más de quince años trabajando en el monte, me comentó
con sorpresa que un director de obra, tras una visita rutinaria, le felicitó por lo correcto
de los trabajos ejecutados. El encargado me aseguraba: “pero si hemos hecho lo de
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siempre”. Independientemente de creer que para incentivar es mejor una estrategia
positiva, aunque haya también que corregir, que mantener actitudes “regañonas”, el
hecho de la sorpresa comentada responde a una realidad habitual. Parece que por
definición los trabajos siempre están mal, o al menos muy justitos.
- El ingeniero cada vez es menos ingeniero. Una elevadísima cantidad de
tiempo y sobre todo de esfuerzo personal se lleva diariamente la “búsqueda y captura”
de los pagos pendientes, para poder continuar con la actividad de la empresa. El
empresario-ingeniero tiene cada vez menos tiempo de ser ingeniero y está absorbido en
muchos casos por el problema de la financiación o simplemente porque no le pagan, en
definitiva, su esfuerzo se consume en la gestión y administración de la empresa.
Nuestro máximo cliente, la Administración, tiene un sistema absolutamente frío
y distante, en donde no existe responsabilidad real y palpable, en su sistema de pago.
Desde la torpeza individual hasta la inoperancia del sistema (el año se ha cerrado a
primeros de diciembre, etc.) provocan situaciones grotescas y muchas veces
angustiosas.
EL PROFESIONAL-INGENIERO DE MONTES- EMPRESARIO
Hasta aquí he citado distintas características del sector y la empresa forestal,
creo que falta comentar algo sobre el profesional, el ingeniero de montes, que ha
tomado la decisión, o las circunstancias le han llevado a convertirse en empresario.
Hoy en día no podemos concebir nuestra sociedad sin empresas. Éstas producen
los bienes y servicios que cubren nuestras necesidades. En la propia naturaleza de la
empresa está el emprender negocios poniendo a disposición de los clientes los bienes y
servicios, buscando una ganancia lícita que permita a la empresa sobrevivir y crear
riqueza para sus promotores, empleados y la sociedad en general. Quiero destacar la
importante y trascendente función social de una empresa cuyos aspectos más relevantes
son el empleo de recursos humanos ( da trabajo) y el ser elemento dinamizador y
distribuidor de riqueza (da renta).
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Desde mi perspectiva personal, creo que es el concepto de responsabilidad lo
que sin duda marca la trayectoria del camino del empresario. Responsabilidad en
cualquier ámbito de actuación. Desde el inicio de esa nueva persona, la empresa, el
ingeniero/empresario se convierte en su responsable y garante. Como ya he comentado,
la falta habitual de capital económico se suple con el capital humano y la capacidad
personal que uno tenga en generar confianza en los demás para poder sacar adelante, no
sólo el proyecto vital propio, sino también el de la empresa.
El empresario pasa a ser el responsable ante los clientes y suministradores, ante
la Sociedad, de la actividad completa de la empresa, y por lo tanto de sus empleados. El
ámbito personal se trasciende hasta ocupar el de toda la empresa.
Una compañía de tipo medio como la citada anteriormente, puede alcanzar
fácilmente una plantilla de 15 personas permanentes y un volumen de unos 400
jornaleros, equivalentes a 50 empleos permanentes. Hay que añadir el movimiento de
maquinaria, de mercancías, transacciones, etc.
El conjunto de la Sociedad, a través de las estructuras correspondientes,
Gobierno, Judicatura, etc., ha encontrado en la empresa, es decir en el empresario, la
pieza clave y última en la responsabilidad total. El ingeniero pasa a ser el contratista,
pero, en el fondo, en lo que se convierte es en el responsable de todo aquello. La lectura
de los Pliegos de Condiciones, de la Ley de Contratos, Seguridad y Salud, y un largo
etc., no deja la menor duda al respecto.
El presente modelo de sociedad se basa en la existencia de dos instituciones que
supone “fijas”, que lo aguantan todo, que son la familia y la empresa, y en muchos
casos no se encuentran adecuadamente reconocidos ni valorados, sino menospreciados o
insultados.
El caso de la Seguridad y Salud es paradigmático. La Administración propone, a
través de la legislación, la solución, que no es otra que la de la responsabilidad única
empresarial. Los trabajadores renuncian incomprensiblemente a su propia
responsabilidad individual, con lo que frente al accidente sólo está el empresario.
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Otro aspecto de la actividad del empresario es el riesgo permanente en el que
está inmerso día a día. Toda oferta supone una apuesta de futuro, de un futuro que no
controla, como no podía ser de otra forma, y por lo tanto se asume un riesgo, cubierto,
al final, exclusivamente por la responsabilidad de él mismo.
Estos dos aspectos, riesgo y responsabilidad, no son exclusivos en el
empresario, pero son ampliados respecto del ámbito personal. Es esto lo que diferencia,
sustancialmente, la actividad empresarial respecto de otros caminos para el desarrollo de
la profesión.
Para mí, ésto choca con algunas actitudes, insisto algunas, de algunos
compañeros (o compañeras) que, sino desprecian, sí minus valoran al ingeniero de la
“privada” en su capacidad técnica y en la objetividad de sus opiniones.
He reclamado muchas veces y lo vuelvo a realizar desde esta tribuna, la
oportunidad que pierde nuestra Administración al no considerarnos al conjunto de las
empresas forestales como auténticos colaboradores. El potencial de trabajo, de
iniciativa, la capacidad de propuesta es elevadísima en las empresas, obviar su
colaboración, perder la oportunidad de aprovechar las sinergias posibles, es un error que
al final el sector lo nota. Las empresas “somos de la casa”.
El caso, ya citado, del programa de la PAC (reforestación), es claro, y ha sido
reconocido por altos cargos responsables del Programa. La labor de captación de
propietarios y los trabajos de ejecución realizados por las empresas han sido el motivo
primordial para el éxito del programa. Las empresas han conseguido hectáreas para
reforestar (más de 500.000 Ha entre 1993/99) y las han plantado conforme su
conocimiento profesional. Este es un ejemplo concreto de las muchas posibilidades que
una adecuada colaboración entre Administración y empresa puede dar lugar.
Los técnicos de las empresas privadas no somos intrusos que quitamos el trabajo
a nadie. Cuando hace años un agente forestal, al iniciar unos trabajos en “su” monte, me
recibió con la agradable frase: “lo que pasa es que Ud. viene a ganar dinero”, comprendí
que iba a tener problemas, como así fue, cuando le contesté que mi interés económico
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no difería del suyo cuando él se vestía de uniforme. Pero eso fue lo de menos. Terminé
el trabajo, y además gané dinero.
El problema es que la labor de la empresa forestal, no acaba de reconocerse en el
sector, aunque haya mejorado la situación respecto años pasados.
Trabajamos como todos, insisto, como todos. Conocemos y amamos nuestro
trabajo, somos profesionales, y también nos equivocamos, como todos. Nuestros errores
suelen tener una consecuencia económica negativa para nuestra empresa. Esto no ocurre
a todos.
Reclamamos un trato justo, muchas veces tan sólo agradable, positivo, ya lo he
dicho en otra ocasión y me repito, estamos en el mismo lado del carro. El conjunto de
las empresas somos la herramienta de los responsables de la gestión; en definitiva,
somos o deberíamos ser, la ayuda que se solicita, porque siempre está dispuesta a
colaborar.
Esta reflexión la hago extensible a todos los niveles de la Administración, puesto
que con todos tenemos relación. Y si aquí lo pido, es por dos motivos básicamente:
Uno, porque en ocasiones lo echo en falta y otro porque en muchas ocasiones
nos hacen sentirnos “de la casa” y por lo tanto sabemos que es posible.
Para ello propongo la realización de forma experimental de un método ya
utilizado en otros países, que consiste en el paso de forma metódica y temporal del
personal de la Administración por la empresa privada y viceversa. Insisto que no sólo
nos referimos a los técnicos, sino también a la guardería, personal administrativo,
contratación, e incluso el “ogro” de intervención.
Creo que será mucho más provechoso para todos, para la sociedad, conseguir
hablar de “nuestra obra” en vez de “mi obra”, o “mi monte”, etc. Quede claro que en
ningún momento propongo la dejación de responsabilidad de cada uno, al contrario,
ojalá¡ todos asumiéramos nuestra verdadera responsabilidad en cada caso.
De todo lo que hasta aquí he comentado, parece que no cabe otra conclusión mas
que aquella que defina a este sector como canijo, pobre, con cierto grado de paletería, en
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definitivo, un sector cutre (tacaño, miserable, según el diccionario de la REA, en su
vigésima primera edición). No rectifico, pero quiero matizar.
Mirando con la perspectiva temporal que nuestra profesión nos obliga a ver las
cosas, es decir, a medio y largo plazo, no hay duda que desde 1985 las circunstancias
han cambiado. La Administración ya se ha adaptado por completo a los nuevos
sistemas, aunque siempre está reorganizándose, la oferta empresarial es más amplia,
aunque en los últimos años se esté produciendo cierta concentración, y la inversión en
términos reales parece mayor.
Pero la realidad del sector es la de un sector de segunda, tanto por los volúmenes
económicos que mueve como por la importancia real que le otorgan nuestros poderes
públicos. En cualquier gobierno el sector forestal se encuentra reducido al “día del
árbol” (que no digo que sea malo), a los incendios forestales (en donde se intenta culpar
a alguien, muchas veces a nuestra profesión) y a algunas actuaciones (pocas) para
contentar al sector mediático dominante que propugna el modelo “Bambi” para nuestros
bosques. Es decir, nada que ver con una gestión forestal sostenible, claro que sí, pero
profesional, donde la producción y la actuación en el medio son necesarias. Supongo
que este aspecto del debate se discutirá en otras mesas del Congreso, por lo que
renuncio a continuar hablando sobre los modelos de gestión forestal.
Sí pretendo insistir en el poco peso real que en la política activa y presupuestaria
tiene este sector en nuestra sociedad, cuando, en cambio, el medio ambiente en general
es una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos. Quizá esto se deba a la
incongruencia que siempre acompaña al Hombre.
Creo que faltan actuaciones claras y contundentes que demuestren que nuestros
bosques forman parte de la infraestructura básica de la nación, y que por lo tanto, éste es
un sector estratégico. Faltan actuaciones claras y contundentes desde nuestros
gobernantes que demuestren que el sector forestal supone un “yacimiento de empleo”.
Creo que faltan actuaciones claras y contundentes que demuestren que de verdad los
gobiernos creen que “cuando una pyme abre sus puertas, el país se pone en
movimiento”, tal y como rezaba un anuncio televisivo del Ministerio de Economía hace
pocos meses.
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Y si no es así, que expliquen porqué las inversiones en el sector forestal en las
CC.AA., no alcanzan el 0.7% de sus Presupuestos. Cómo es posible que los
trabajadores forestales tengan que cotizar en el Régimen Especial Agrario, que no
ofrece cobertura por desempleo o por qué se mantienen y aumentan las empresas
públicas de servicios forestales.
Esto, refiriéndome en un ámbito general, de grandes políticas, pero bajando al
día a día, también hay causas para el pesimismo, que hacen de nuestro sector lo que es.
La escasez presupuestaria no debe reflejarse, aunque lo hace, y esa es mi queja, en los
precios unitarios o en los rendimientos. Ya lo he dicho, y lo repito, los precios de los
trabajos forestales son muy bajos y se pagan mal, y eso repercute negativamente en el
sector. Existe, a veces, un excesivo celo en la exigencia del cumplimiento de la
ejecución, que en absoluto se corresponde con la calidad del proyecto y su detalle.
Frases como estas “yo es que no hago liquidaciones”, “pues si viste que hacía
falta un modificado, no haber ido”, procedentes de facultativos directores de obra, creo
que sólo caben en este sector, y desgraciadamente son más habituales de lo puramente
anecdótico, y lo definen.
Sin duda el sector está cambiando, lo hace lenta y paulatinamente, pero cambia.
Hace años, quizá más de diez, las obras, ya fueran subastas o concursos, se adjudicaban
entre cuatro o cinco empresas, y con bajas de apenas el 6% ó el 8%.. Cifras que
contrastan con las actuales que multiplican por cinco fácilmente los anteriores valores.
Aquel incipiente sector empresarial consiguió en muchos casos reducir
rendimientos de tratamientos selvícolas a la mitad en número de jornales, lo que sin
duda supuso un gran ahorro a la Administración Forestal, y por lo tanto un acierto para
quien tomara tal decisión al frente de dicho servicio público.
Al cabo de estos años, diez o quince, las empresas seguimos aumentando este
ahorro. En muchos casos, y casi como si de un juego se tratara, la administración utiliza
las bajas realizadas en campañas anteriores para calcular los nuevos precios del año
siguiente (a ver hasta dónde aguantan las empresas).
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Sobre esos precios de las unidades de obra, que insisto son muy bajos, “cutres”,
se calcula el porcentaje correspondiente a los costes empresariales y su beneficio.
Normalmente los costes generales son del 16%, y el beneficio del 6%. Pero esos gastos
generales están mermados en alrededor del 4% por unas tasas que a todas luces son
incomprensibles, responden a otras épocas y lo mejor que pueden hacer es eliminarlas,
claro que donde lo han hecho, los gastos generales son del 13% .
Pero además hay aspectos muy importantes que poco a poco van teniendo más
peso en los costes empresariales pero que no se han repercutido en el coste del servicio.
Empiezo por la “Vigilancia en la salud”, que de acuerdo con la Ley, debe
realizarla la empresa a su costa. Reconocimientos médicos anuales de los trabajadores
de acuerdo con la evaluación de riesgos de su puesto de trabajo. Tanto si todo esto se
realiza por un Servicio de Prevención ajeno como propio, los costes son significativos.
Seguridad y Salud en el trabajo, responsabilidad empresarial, tanto las
protecciones individuales, EPI, como colectivas. En nuestros trabajos forestales más
habituales, hoy en día, son permanentes los adecuados equipamientos de los
trabajadores (cascos, guantes, pantalones anticorte, botas, etc), cosa difícil de ver a
mediados de los años 80. Pero los tratamientos selvícolas, fuera del RD 1627/97, no
tienen en las propuestas un presupuesto específico para la Seguridad y Salud.
Los seguros de Responsabilidad Civil son ya exigidos en muchos Pliegos,
incluyendo a veces la obligatoriedad de cubrir a la propia dirección facultativa de la
Administración. En cualquier caso, las primas han subido sustancialmente.
Por otra parte los Convenios del Campo, los de aplicación a los trabajadores
forestales mientras no saquemos un Convenio adelante específico, también poco a poco
suben las indemnizaciones por muerte o invalidez, producto de un accidente de trabajo.
Esto obliga a elevar el seguro de responsabilidad patronal.
Aún me atrevo a incluir otro apartado en este grupo de “nuevos costes” de la
actividad empresarial: la certificación medioambiental y de calidad.
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Ya sé que no tiene un carácter obligatorio como los anteriores epígrafes, pero a
la postre funciona como tal. Un mercado tan competitivo como el nuestro necesita de
“hechos diferenciales” para destacar y poder ser así elegido. Los certificados ISO, ya
sea 9000 ó 14000, no dejan de ser procedimientos que una empresa se ve obligado a
implantar para no destacar por no tenerlo.
Quiero dejar claro que en absoluto estoy en contra de la existencia y
obligatoriedad de la vigilancia en la salud, las EPI, o los seguros de responsabilidad
civil o patronal. Al revés, creo que son muestras de una sociedad moderna que se
prepara ante posibles situaciones adversas, realizando estrategias de prevención,
normalmente las más eficaces, y preparando soluciones extraordinarias para casos
extraordinarios. Todo ello me parece bien, pero no a costa exclusivamente del
empresario.
A lo largo de estos últimos párrafos lo que pretendo transmitir son dos ideas
básicas: una, la realización de los trabajos forestales mediante la licitación pública a
través de empresas privadas ha supuesto un gran ahorro para la administración; otra, los
costes indirectos que soportan las empresas han sufrido un importante incremento a lo
largo de los últimos años.
Sin duda, todo esto demuestra que el sector se mueve poco a poco, pero no es en
la dirección que uno.
Resulta muy difícil que un sector empresarial privado que depende de la
inversión pública, y no es el único, se organice y estructure con inversiones escasas,
distribuidas casi aleatoriamente tanto en el tiempo como en el espacio. Y más aun con la
existencia de las empresas públicas-medio propio de la Administración. Por cierto,
medio propio en aquella comunidad autónoma que la ha creado, pero curiosamente,
empresa privada en el resto de España.
Decía que era difícil que el sector empresarial en estas circunstancias se
organizara, pero quiero recordar que son muchos los empresarios que a la vez somos
profesionales forestales, y aunque las obras son difíciles, con tesón, paciencia y
profesionalidad las ejecutamos. Por eso hoy existe una patronal en el sector, ASEMFO,
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fundada hace ya ocho años, y que en la actualidad abarca a más de sesenta empresas de
servicios forestales.
Una asociación que pretende asumir la interlocución con los gobiernos
regionales y central, con los Sindicatos, la Seguridad Social, la Inspección de Trabajo,
etc., en definitiva ser la voz empresarial en un sector en donde no se reconoce
fácilmente el papel de cada uno, tiene serias dificultades para consolidarse como
patronal. Estas dificultades han surgido desde las mismas empresas, que a veces les ha
costado interpretar la auténtica función de ASEMFO, confundiendo expectativas a corto
plazo en la contingencia diaria, con el trabajo a medio y largo plazo para estructurar y
colaborar con el conjunto del sector forestal.
A la propia Administración le ha costado, y le cuesta, compartir su trabajo con
las aportaciones de la Asociación. Los Sindicatos han hecho oídos sordos muchas veces
a nuestros llamamientos,..., pero el trabajo constante y desinteresado de muchos de los
profesionales/empresarios que han creído en la asociación, ha hecho que hoy ASEMFO
sea la asociación empresarial del sector.
Así, forma parte del Consejo Nacional de Bosques, desde su constitución a
principios de año, y ha trabajado intensamente en la elaboración del Plan Forestal
Nacional, está negociando un Convenio Colectivo a nivel nacional con los Sindicatos
(existe otra negociación anterior en Castilla León abandonada por CC.OO. y UGT), con
ayuda de la Fundación para la Prevención de los Riesgos Laborales está llevando a
cabo un estudio exhaustivo sobre los riesgos en el sector forestal. Tal y como dije al
principio, pronto se realizará la presentación del II Estudio de Inversión y Empleo en el
sector Forestal. Este estudio, que esperamos poder realizarlo anualmente, pretende
conocer exactamente las inversiones realizadas por la administración, no las prometidas.
Quizá sea por lo que a veces les cuesta tanto facilitar los datos, aunque nuestra intención
nada tiene que ver con esa cicatería que demuestran tales actitudes.
ASEMFO es hoy una importante realidad, positiva para el sector por su
existencia, que se ofrece como colaborador leal al conjunto del sector y que demanda a
todos los agentes su colaboración.
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QUÉ NECESITA EL INGENIERO DE MONTES Y EL SECTOR FORESTAL
Impulso Político
Pero mi opinión no se queda en que es necesario escuchar, contar con la voz de
los empresarios, que sin duda lo es; lo que yo solicito es un cambio de categoría del
sector. Es ascender a la primera división, que por el objeto de nuestra profesión, le
corresponde al sector. Para ello es necesario llevar cabo lo que en otros foros he
denominado Impulso Político, que consiste en la toma de decisiones de carácter
político y legislativo, en donde tanto el Gobierno como el Parlamento, y los
correspondientes autonómicos, tomen conciencia de la importancia real del sector, que
deje de ser un sector marginal tanto en el aspecto económico como social, y adquiera la
significación de un sector estratégico e infraestructura de la Nación.
Esto haría fácil consensuar una Política Forestal que se apoyara en los
siguientes objetivos:
a).- Desarrollar una política forestal con una planificación de las actuaciones a largo
plazo, fuera de fines políticos o electorales, con el fin de conseguir dar una mayor
estabilidad al sector y un crecimiento a medio y largo plazo.
b).- Que la política forestal fomente la inversión en el sector, no sólo la inversión
pública sino también la privada, es decir, incrementar la inversión en trabajos forestales
y promover, a su vez, una estabilidad de esta inversión para garantizar un crecimiento
del sector y un desarrollo de las empresas.
c).- Definir una política forestal que garantice la triple función del monte en su
vertiente económica, de generación de riqueza, social o de creación de empleo y
ecológica o de protección del medio ambiente.
d).- Que el desarrollo de la política Forestal cuente con la colaboración de los
diferentes integrantes del sector, las propias administraciones, empresas, propietarios,
trabajadores, universidad, colegios profesionales, ecologistas, etc...
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e).- Garantizar la libre concurrencia en el mercado y evitar la fuerte presencia, incluso
la misma presencia, de empresas públicas con el aumento del volumen de contratación.
f).- Fomentar la presencia de empresas especializadas en el sector, mediante una
clasificación específica que evite la presencia de empresas ajenas a esta actividad.
g).- Que la política forestal promueva programas de verdadera educación y
formación ambiental para concienciar a la sociedad que una adecuada gestión del
medio es el camino más seguro para proteger el medio natural para asegurar la calidad
de vida de los ciudadanos.
El hecho de que todavía no exista esta Ley de Montes aprobada y en cambio sí
múltiples autonómicas, o que el último Plan Forestal haya sido el Nacional, muestra
claramente la falta de acuerdo previo en la importancia del sector.
Pero este impulso político tendría que implicar a otros muchos aspectos de la
vida del sector, que como ya he citado, los de mayor incidencia y más necesarios son
aquellos relacionados directamente con la regulación laboral.
Me refiero, por un lado, a las condiciones laborales de las empresas y los
trabajadores forestales, a través de Convenios Colectivos específicos y, por otro lado,
al Régimen de la Seguridad Social de los trabajos forestales y toda la normativa
relativa a la seguridad y salud en el sector.
La obsesión por establecer un nuevo marco global en estos aspectos es
consecuencia de las grandes carencias actuales y de la importancia que en el futuro del
sector tiene una adecuada regulación de todo ello.
La gestión forestal es una actividad que requiere mucha mano de obra y
constituye una fuente, nada despreciable, de creación de empleo, sobre todo en zonas
rurales (aproximadamente el 55% de la inversión se traduce en mano de obra). Por
tanto, una adecuada política forestal puede conseguir la conservación del medio natural,
a la vez que se preserva activo el mundo rural y se crean empleos. Es de vital
importancia fomentar los trabajos forestales para evitar el despoblamiento y abandono
del campo.
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Impulso Técnico
Pero además del cambio radical que en la concepción global del sector estoy
solicitando, también demando un cambio más cercano, que creo más fácil de conseguir
y en menos tiempo que el anterior, aunque no sé si también es utópico; a este cambio lo
he denominado impulso técnico.
Este segundo impulso que he llamado técnico o administrativo, hace referencia a
la relación directa y constante con la Administración, normalmente la administración
forestal y del medio natural y la empresa de servicios forestales.
Anteriormente me he referido a la relación entre los técnicos de las empresas y
los de la Administración, que en muchos casos puede ser manifiestamente mejorables,
por lo que no insisto sobre ello, sólo recuerdo que somos de la casa.
Entre los aspectos de ese impulso técnico, quiero reiterar la conveniencia, casi
necesidad, de que la Administración posea una cartera de proyectos para poder hacer
frente eficazmente a un incremento brusco presupuestario, que aunque raros, de vez en
cuando existen. Sabemos que son iniciativas que en algunos departamentos se llevan a
cabo, y nos gustaría que las buenas ideas se extendieran.
Solicitamos que los proyectos que salgan a licitación tengan, lo que ya hemos
denominado en otras intervenciones como, coherencia interna y externa.
La premura puede que sea la causa de que muchas veces los proyectos no tengan
la calidad necesaria.
Muchos de los técnicos de las empresas sabemos que al estudiar las propuestas
para ofertar aparecen disparidades de precios, incluso de actuaciones entre los
documentos del proyecto, extraños rendimientos, etc.. Y estas divergencias suelen
aumentarse cuando se va a ver la obra, en donde puede ocurrir desde que te enseñen
otro monte, te dejen plantado “por error administrativo” o te muestren aquello que
efectivamente no concuerda con la propuesta inicial.
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Estas circunstancias suelen ocurrir (es verdad que no siempre ocurren), en
agosto, con vacaciones del técnico, menos personal en la empresa y la guardería de
incendios,....
La colaboración de la empresa privada en la redacción de proyectos, creando esa
cartera antes citada, puede ser una forma para paliar estos problemas que sin duda
ocurren, aunque no de forma mayoritaria.
La falta de “coherencia” de los proyectos, término utilizado para decir
eufemísticamente su falta de calidad, es la causa primera que provoca posteriormente
los enfrentamientos empresa/dirección facultativa. Un adecuado replanteo podría paliar
ciertos defectos, al menos reflejar las “incoherencias” detectadas, pero tampoco se suele
llevar a cabo con el rigor necesario.
La falta de agilidad y diligencia administrativa, tanto de los servicios técnicos,
como de los órganos de contratación, dificultan la realización eficaz de modificados u
otras soluciones que resolverían esos problemas.
No estoy hablando del modificado por el modificado, como treta de la empresa
para recuperar lo “perdido” en la oferta. En absoluto, pero el objeto del contrato se
encuentra definido en el proyecto, y si éste tiene errores la solución no debe pasar nunca
porque sea la empresa quien cargue con ellos.
Al igual que una certificación se retrasa el tiempo que sea necesario por un leve
error aritmético (a veces por un céntimo de euro), y con dicho error, que no va a
ninguna parte, y todo el mundo así lo comprende, la certificación no avanza, cuanto más
un proyecto no se puede llevar a cabo con errores manifiestos.
Creo que se debe realizar un importante esfuerzo en mejorar los proyectos,
documentos para los que estamos específicamente cualificados los ingenieros, y no se
debe tener ningún reparo en rectificar aquello que es incorrecto. Pienso que los errores
no se resuelven con errores.
Este impulso que denomino técnico o administrativo, debe afectar no sólo a los
ámbitos tecnico-profesionales del procedimiento administrativo, sino a la totalidad de
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dicho procedimiento, puesto que afecta de manera importante al conjunto del proceso;
el sector empresarial se suele quejar, pero el monte no dice nada, o al menos eso
creemos.
El procedimiento de contratación, con más de medio centenar de pasos
administrativos, desde su iniciación hasta la firma del contrato, hace que,
frecuentemente, proyectos redactados en enero, e incluso a finales del año anterior, no
se adjudiquen hasta bien entrado el otoño.
La tramitación de las certificaciones es normalmente lentísima, superando a
veces los dos o tres meses (a veces seis) para poder negociarla, que no cobrarla. Como
hay organismos públicos que incluso realizan los pagos en menos de un mes, sabemos
que es posible ser mucho más diligente. En cualquier empresa hay personal especialista
dedicado casi en exclusividad a la búsqueda y captura de dichas certificaciones. Esto es
incomprensible.
Es verdad que la ley permite la solicitud de intereses de demora. Yo los he
solicitado e invito a pedirlos a todos aquellos que estén en su derecho; pero la realidad
es que al final el dinero se lo “quitan” al servicio con el que se trabaja, de forma que se
enfrenta en cierta medida a la empresa con su cliente, después de, eso sí, un nuevo y
largo procedimiento administrativo. Los intereses deberían pagarse de oficio.
El cierre del ejercicio es algo que siempre me ha sorprendido. A finales de
noviembre empieza a oírse los rumores de la última fecha para la tramitación de
certificaciones. A veces hasta se habla del día 10 de diciembre para cerrar el año.
Aunque luego, ya se sabe, se cuela alguna hasta el 20 ó el 22.
Todo esto se toma como si fuera normal. Todos los meses se certifican los
trabajos realizados durante los primeros diez días del mes siguiente. ¿Por qué en
diciembre se hace al revés? . Es incomprensible. Un miedo atávico parece que atenaza a
la Administración, y durante unos días duda que tras el 31 vaya a seguir el mundo.
Mi experiencia, si es que alguien la quiere aprovechar, es que siempre el día uno
de enero a hecho continuar a la maquinaria administrativa.
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Pero no es broma, todo esto altera el desarrollo normal de la obra, puesto que o
se pierde anualidad, o se certifica por adelantado (ojo¡, que eso tiene nombre), o con
certificación de acopios, con costes directos e indirectos para la empresa, etc., son
pequeñas trampas administrativas promovidas por los servicios de gestión forestal, con
la responsabilidad de la dirección facultativa y la empresa, para solventar o minimizar
un problema que no debería existir.
La cotización a la Seguridad Social se realiza mensualmente, y el mes de
diciembre no es diferente a cualquier otro mes.
Luego está el problema de la “apertura” de los presupuestos del nuevo año, …,
etc.
En resumen, el impulso administrativo es totalmente necesario y sin lugar a
dudas factible.
He dejado para el final dos temas de gran importancia para la empresa de
servicios forestales, que suscitan unas veces enfrentamientos, otras recelos, y que en
cualquier caso merecen estas últimas palabras. Me refiero a los sistemas de adjudicación
y a la existencia de empresas públicas como medio propio de la Administración.
Sistemas de Adjudicación
En el debate que vivo permanentemente alrededor de la empresa privada, tiene
una importancia muy grande la discusión alrededor del sistema de adjudicación de las
obras y servicios licitados por la Administración.
El tema es tan delicado, y a la vez tan importante para cualquier empresa, que es
imposible poner de acuerdo, al menos, a la comunidad empresarial. Puedo dar fe de ello,
tras muchas reuniones mantenidas donde se han tratado estos temas.
Dejando aparte la adjudicación directa, que tiene peso, y los procedimientos
restringidos, relativamente extraordinarios, los sistemas mayoritarios son la subasta y el
concurso.
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La subasta parece que es el sistema más objetivo. Tanto lo es, que se parece más
a una lotería que una oferta, de la cual, por cierto, depende el trabajo de la empresa, y
por lo tanto de sus empleados. No cierra la puerta a nadie, pero la realidad no es esa. La
falta de inversión, la gran competencia del sector y sus precios, hacen de este sistema un
proceso peligrosísimo, donde la necesidad de captar obra puede llevar al fracaso
rotundo a la empresa, al bajar desmesuradamente los precios.
Personalmente creo que es un sistema que debe coexistir con el concurso, puesto
que permite o facilita la entrada de nuevas empresas en nuevos mercados, pero que debe
aplicarse el rechazo automático de la oferta en presunta temeridad y que ésta debe ser
estimada en la media más cinco puntos.
Dado que el proceso es parecido a una lotería, el aceptar estas normas favorece a
la empresa adjudicataria, que tendrá más dinero, y la administración también se verá
beneficiada, puesto que una empresa que va sin dinero no hace la obra o da más
problemas. Y si no, ¿por qué no se pone la temeraria en la media más 20, o simplemente
se quita?.
El criterio de la baja temeraria puede aplicarse también en la valoración de la
oferta económica en el concurso. De esta forma la carrera por obtener obra a través de
los precios dejaría de tener tanta fuerza.
El concurso tiene más o menos carga subjetiva, según el baremo. No creo que
sea éste el lugar para discutir baremos, pero está claro que cada empresa querrá uno a
su medida. De hecho, donde una o varias empresas han podido, “negocian” (otro
eufemismo) baremos para copar el mercado, formando lo que llaman un “mercado
maduro”. Este tipo de proteccionismo empresarial, hace muy difícil poder seguir
hablando sin sonrojarse del libre mercado y libre concurrencia que personalmente tanto
pregono, favorece el enfrentamiento y desunión entre las empresas, y por “un plato de
lentejas”, se pierde la oportunidad de trabajar juntos en todas aquellas cosas que nos
unen y son necesarias.
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En cualquier caso los dos procedimientos deben coexistir en el sistema de
contratación de los servicios forestales o de medio ambiente. El problema surge cuando
una administración licita una o ninguna propuesta el año. Y no es tan raro.
No tengo una solución justa y equitativa para resolver este problema. Lo cito
para ponerlo sobre la mesa, a debate, aunque desde luego defiendo que el peso del
precio en la adjudicación sea lo menor posible.
EMPRESAS PÚBLICAS
A lo largo de la ponencia he citado varias veces el efecto perverso que produce
la presencia en el sector de empresas públicas que actúan como medio propio de la
administración. La primera, por antigüedad y volumen es Tragsa, con su filial
Tragsatec, pero existen otras más, que desde las autonomías correspondientes han
“nacido” bajo la protección del modelo Tragsa, que se reflejan en el siguiente cuadro2:
EMPRESA PROPIEDAD
TRAGSA 100% MAPA, MIMAM, Patrimonio del Estado
TRAGSATEC 100% TRAGSA
EGMASA 100% Junta de Andalucía
VAERSA 100% Generalitat Valenciana
GESPLAN 100% Gobierno de Canarias
VIVEROS DE NAVARRA 100% Gobierno de Navarra
IBANAT 100% Gobierno Balear
FORESTAL CATALANA 100% Generalitat de Cataluña
No todas actúan de igual manera ni tienen igual peso en la ejecución de trabajos
en el sector.
Empresas como Sirasa (100% Diputación General de Aragón) o Gedesma
(100% Comunidad de Madrid), actúan por el momento como empresas gestoras, no
2 Riqueza Forestal de España. J.L.Gutierrez de Loma. EUNSA. Pamplona 2001
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ejecutoras. Son administración pública, aunque se toman ciertas “liberalidades” en esa
apreciación, de forma que, en general, aunque la inversión, hoy por hoy, sigue saliendo
a licitación pública, las empresas perdemos algunos derechos o al menos facilidades
respecto la licitación o contratación directa con la Administración. Por ejemplo,
negociación de los pagos con entidades financieras, sistemas de aceptación de avales,
etc.
Respecto de las empresas que son medio propio, es decir ejecutoras de inversión,
tomo de ejemplo Tragsa, insisto que por antigüedad y mayor conocimiento, que se
justifica como una gran empresa preparada para actuar de inmediato en toda España
ante riesgos naturales imprevisibles: inundaciones, terremotos, cualquier desastre
ecológico, etc.. Su parque de maquinaria, la cualificación de sus técnicos y el personal
lo hacen adecuado para tales eventos.
Pero este gran sistema de “protección ciudadana”, no forma parte de un Cuerpo
de Bomberos o similar, sino que, para que no “cueste” al Estado, esa “gran maquinaria”
necesita gasolina. Gasolina que le llega en forma de trabajos para la Administración.
Este resumen que a mi me lo han contado muchas veces, si ha sido verdad, está
hoy totalmente olvidado. El amojonamiento de una vía pecuaria, la realización de los
contenidos de un centro de interpretación, o la repoblación de los terrenos militares con
subvención de Bruselas, en nada o muy poco tienen que ver con la prevención de
riesgos naturales.
La constante variación de los volúmenes de contratación y el cambio también
habitual de los trabajos realizados, distorsionan sensiblemente el mercado, creando una
importante incertidumbre en el sector privado y una importante merma de volumen de
licitación.
Un importante paso para la normalización del sector, sería el incremento del
control de la actividad de estas empresas. Esto supondría la restricción de su actividad a
actuaciones realmente relacionadas para los fines comentados, la concesión de un
volumen fijo, reducido, de inversión en trabajos estables y conocidos, de forma que
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permitiera un mantenimiento de una infraestructura suficiente para realizar las
actuaciones de emergencia para lo que fue creada.
Otras posibilidades como la desaparición o privatización, también serían
posibles.
De todas formas reconozco la dificultad que entraña este tema. Quizá se pueda
reducir a tres los inconvenientes mayores: Uno, que ya existe. Dos: que es “muy
cómodo” para la Administración trabajar con estas empresas (dicho desde el Ministro,
Subsecretario, Consejero y hasta el último técnico del ramo, aunque también hay
detractores). Tres: depende de decisiones políticas y son mecanismos de transmisión de
poder.
CONCLUSIÓN
Para terminar, y a modo de breve resumen, lo que solicito en primer lugar es un
cambio global del peso del sector en la sociedad, eso que he denominado, no sé si con
acierto, impulso político.
Es necesario seguir trabajando en la vertebración del sector, donde la
Administración, en sus múltiples facetas, cuente con la presencia del sector empresarial
como elemento indispensable para el correcto funcionamiento del mismo.
La figura del ingeniero, empleado o empresario, está subestimada, tanto en su
función, es decir, en su papel dentro del sector, como sobre todo en su capacidad, su
potencialidad. Confío en que esta Ponencia y el Congreso en su conjunto contribuyan a
fomentar el reconocimiento del Ingeniero de Montes en la actividad empresarial
privada.
Como he mencionado anteriormente, las empresas son necesarias en nuestra
sociedad. Producen los bienes y servicios que demandan nuestras necesidades. La
empresa forestal con sus profesionales los Ingenieros de Montes trabajan con plena
capacidad, vocación y calidad por conservar nuestro medio natural y garantizar al
conjunto de los ciudadanos su calidad de vida. Los Ingenieros de Montes en las
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empresas crean empleo, distribuyen riqueza, conservan el medio ambiente e, implícito
en la naturaleza de una empresa, obtienen una ganancia lícita, ajustada a la
responsabilidad y riesgo que asumen los empresarios.
Hace meses pedía en el Congreso de los Diputados alcanzar los 700.000
millones de pesetas (4.200 millones de €) inversión al terminar la presente Legislatura.
Francamente, no creo que se alcancen. La inversión en el sector forestal es escasa, pese
a su importancia económica, social y ecológica. El conjunto de los profesionales
forestales debemos apoyar un incremento de la inversión. Pero el mayor reto en este
aspecto no es alcanzar dicha inversión, es mantener las inversiones. Esa circunstancia
favorece la creación y estructuración de un tejido empresarial estable, garantía de una
sociedad viva y esforzada por el bien común.
Claro que también resulta necesario, además de mantener las inversiones, el
alcanzar unos precios razonables y rendimientos reales en las unidades de obra forestal.
El futuro de este sector lo veo, sin lugar a dudas, positivo y esperanzador. En el
mundo desarrollado, del que España es un claro ejemplo, el sector económico
medioambiental y en concreto el forestal, tiene por delante un importante proceso de
desarrollo, que creo sostenido.
Al mismo tiempo que es prácticamente imposible pensar en una renuncia social
al progreso, esta misma sociedad exige de los poderes públicos y del conjunto de ella
misma, un compromiso cada vez mayor en defensa de los intereses medioambientales.
Comprende que en ello va su supervivencia.
De esta manera, el sector profesional tiene asegurado el futuro. Así, los planes y
estrategias recientemente aprobados o en vías de ello (Biodiversidad, Forestal o
Desertificación), así como el Plan Hidrológico Nacional o el programa de Desarrollo
Rural, todo ello desde la Administración o desde la sociedad civil que voluntariamente
se compromete con actitudes respetuosas con el medio ambiente, como pueden ser las
normas de gestión medioambiental (ISO 14001, EMAS) o la certificación forestal.
Todo ello son ejemplos de nuevos mercados profesionales. El sector forestal es
un yacimiento de empleo que todavía está sin explotar a fondo.
Sesión 6
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Esta visión tan positiva a medio y largo plazo, no lo es tanto a corto plazo.
Mucha de la inversión prometida, al final no llega o se desvía en otros sectores;
normalmente los poderes políticos, los poderes en definitiva, consideran al sector como
algo secundario, para la foto del día del árbol, y no como un sector estratégico, como
una infraestructura básica del país. Otros aspectos como la competencia desleal, el
intrusismo por falta de profesionalidad, la alteración del libre mercado y la libre
concurrencia mediante la utilización de empresas públicas para la realización de obras y
servicios o el elevado proteccionismo de empresas locales, puede entre otros aspectos
enturbiar un futuro que, insisto, creo esperanzador.
Debemos confiar en los Ingenieros de Montes como actores fundamentales en la
conservación del medio natural, al servicio de la Sociedad, a través de nuestra
profesionalidad y dedicación. Nuestra presencia es imprescindible dada la necesidad de
recuperar, conservar y mejorar nuestra infraestructura básica: el monte. La mayor
concienciación de la sociedad sobre la necesidad de conservación del Medio Ambiente
exige una atención especializada por parte de los profesionales forestales.
En mi trabajo como Ingeniero de Montes-Empresario empeño todo mi esfuerzo
y dedicación como profesional forestal y, por razón especialmente de mi cargo de
Presidente de ASEMFO, trabajo día a día por defender la profesión, la importancia del
Ingeniero de Montes y del Sector forestal.
Desde este estrado animo a todos los Ingenieros de Montes a que se sumen a esta
lucha que pasa por el desarrollo del trabajo con calidad, la información al resto de
agentes de la sociedad sobre en qué consiste nuestro trabajo, la colaboración entre los
Ingenieros de Montes de los diferentes estamentos y la cooperación con otras
profesiones afines en equipos multidisciplinares. Los Ingenieros de Montes debemos ser
los promotores para el proceso de cambio y conseguir que se definan políticas activas
que promuevan el crecimiento del sector forestal.
Finalmente propongo asumir un compromiso colectivo para dar continuidad a
este acontecimiento, de forma que sea posible revisar periódicamente la situación
profesional de los Ingenieros de Montes y sugerir nuevas alternativas.
