Profesorado de enseñanza secundaria, memoria y patrimonio

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    CEE Participacin Educativa, nmero extraordinario, 2011 pp. 2-3 2

    La segunda enseanza es la que decide la cultura de un pas

    Deca Fernando de los Ros en una de las sesiones de las Cortes en 1934 que la segundaenseanza es la que decide la cultura de un pas. Por eso este nmero extraordinario de

    la revista Participacin Educativa sobre el profesorado de secundaria de los siglos XIX y

    XX es una excelente iniciativa para conocer y reconocer el papel educativo, social y cultural

    de quienes tuvieron en sus manos la responsabilidad de formar y educar a millones de

    jvenes en unos siglos convulsos, marcados por profundas transformaciones de ndole

    educativa, cientfica, social y poltica. Felicidades por ello al Consejo Escolar del Estado.

    El profesorado de secundaria ha jugado un papel trascendental en el avance y desarrollo

    de la educacin y la sociedad espaolas. Desde aquellos primeros institutos provincialescreados a mediados del siglo XIX, donde se formaban los jvenes que iban a dirigir la vida

    poltica, econmica y cultural de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, a los institutos

    de secundaria de nuestra reciente democracia tras la universalizacin la educacin hasta

    los 16 aos, se traza un recorrido de suma importancia para comprender la historia de

    nuestro pas. Es ms, difcilmente se puede entender la historia de estos siglos sin un buen

    anlisis del papel del profesorado de estos institutos. En consonancia con las palabras

    del que fue ministro de Instruccin Pblica en la II Repblica, el crecimiento cultural de la

    poblacin espaola, y con l el progreso econmico y social de Espaa, estn asociados

    al acceso de la poblacin a esas enseanzas y a la labor de un profesorado que ha sidoel sostn principal de las mismas. Mientras la educacin no se cambiedeca Lorenzo

    Luzuriaga en la Revista Pedaggica todas las reformas polticas y cambios de rgimen

    sern estriles: la vida espaola seguir siendo igual que antes.

    El profesorado de enseanza secundaria ha sustentado, con su trabajo en las aulas, en

    los laboratorios y gabinetes cientficos o en las bibliotecas, muchos de esos cambios,

    como protagonista de importantes debates pedaggicos y cientficos, al incorporar dichas

    orientaciones a las materias que impartan, al participar de las corrientes renovadoras del

    pensamiento o con su compromiso en experiencias educativas innovadoras. Muchos deellos alcanzaron notoriedad en el mundo intelectual espaol como destacados cientficos,

    reconocidos poetas y novelistas, comprometidos polticos y excelentes pedagogos.

    En este contexto es de justicia reconocer la influencia ejercida por las ideas pedaggicas

    de la Institucin Libre de Enseanza. La Institucinrepresent desde sus inicios esa

    bocanada de aire fresco, de apertura, de libertad, de confianza en el individuo y en sus

    posibilidades, de confianza en la ciencia y en el hacer humano que necesitaba una Espaa

    anclada en presupuestos educativos del Antiguo Rgimen, marcados por la formacin

    religiosa o por los ms bsicos principios de la instruccin. El ideal de individuo resultantede esa formacin era una persona culta, rigurosa cientficamente, moralmente ntegra, con

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    sensibilidad artstica, que viva en comunin con la naturaleza y comprometido ticamente

    con la mejora del entorno social. La experiencia vital y educativa de algunos profesores

    y profesoras que participaron de estas ideas est recogida en algunos estudios de este

    nmero extraordinario, como es el caso, entre otros, de la gegrafa Matilde Moliner o del

    lingista Samuel Gili Gaya. Tambin las nuevas teoras cientficas fueron incorporadas

    a las aulas y a la sociedad espaola por profesores de la enseanza secundaria. Tal fue

    el caso del evolucionismo, en el ltimo tercio del siglo XIX, que cambi la nocin de las

    ciencias naturales y la propia posicin de los individuos en la sociedad y en la historia. De

    ah que se dedique un estudio especfico a Rafael Garca lvarez, profesor del Instituto

    de Granada que lo introdujo, no sin problemas personales y acadmicos.

    En estos siglos muchos profesores de secundaria han destacado tambin como

    prestigiosos especialistas en las distintas ramas del saber. El perfil intelectual y vital de

    algunos de ellos se recoge en este nmero de la revista. Junto a los ya mencionados

    Rafael Garca lvarez y Samuel Gili Gaya estn personalidades tan relevantes como

    el gelogo y gegrafo Juan Carandell, el bilogo Celso Arvalo, el naturalista Rioja Lo

    Bianco o el historiador Antonio Domnguez Ortiz. Ellos, que llevaron su saber a jvenes

    de diversas localidades espaolas y en tiempos polticos distintos, han dejado su

    memoria en una extensa obra publicada.

    Pero tambin en este tiempo se produce uno de los mayores cambios en la educacin y

    en la sociedad espaola, la incorporacin de las mujeres a la educacin secundaria, como

    alumnas primero y ms tarde como profesoras. Las primeras alumnas de bachillerato

    datan de finales del siglo XIX, pero su incorporacin a la Universidad y el poder ejercer

    la profesin les llev a ocupar plaza en algunos institutos ya en los aos 20 del siglo XX.

    Desde entonces el proceso de feminizacin de las aulas no ha cesado hasta la actualidad.

    Una de esas primeras profesoras fue Matilde Moliner, cuya trayectoria se recoge junto a la

    de las primeras directoras de institutos madrileos, Jenara Vicenta Arnal y Narcisa Martn

    Retortillo. En esta obra dedicada al profesorado de los siglos XIX y XX no poda faltar una

    mencin a la depuracin sufrida por el profesorado durante la dictadura franquista, como la

    de Aurelio Garca Lesmes o Francisco Barns, profesor y tambin ministro de Instruccin

    Pblica en la II Repblica. Los valores y el compromiso cvico e intelectual que aquellosprofesores representaron cobra especial significado en los tiempos en que vivimos.

    Mi felicitacin a quienes han contribuido a la realizacin de este nmero por recuperar

    con xito el pensamiento y accin educativas de aquellos profesores y profesoras que

    contribuyeron con su talento, su formacin y compromiso a forjar una mejor educacin y

    cultura para nuestro pas.

    Cndida Martnez Lpez

    Historiadora y Portavoz de Educacin del Grupo Socialistaen el Congreso de los Diputados.

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    ndice

    Profesorado de enseanza secundaria,memoria y patrimonio

    Nmero extraordinario 2011

    Editorial ............................................................................................................ 6-7

    Monogrfico

    Puelles Bentez, Manuel. De la ctedra de bachillerato al profesorado

    de educacin secundaria ............................................................................ 8-28

    Lorenzo Vicente, Juan Antonio. La educacin secundaria en Espaa:

    problemtica histrico-educativa y actual ................................................... 29-47

    Mainer Baqu, Juan. Los catedrticos de bachillerato ante la gestacin

    de la didctica de las ciencias sociales ...................................................... 48-65

    Estudios e Investigaciones. Profesorado de Ciencias

    Aragn Albillos, Santiago. La slida permanencia de los objetos. Una nueva vida

    para los gabinetes histricos de ciencias naturales en los institutos

    de enseanza secundaria ........................................................................... 66-76

    Castelln Serrano, Luis. Apuntes sobre el Instituto Provincial de Granada,

    Padre Surez, y el evolucionismo ............................................................... 77-89

    Casado de Otaola, Santos: Celso Arvalo, catedrtico de segunda enseanza

    y fundador de la ecologa acutica en Espaa. .......................................... 90-99

    Naranjo Ramirez, Jos. Juan Carandell Pericay: un catedrtico de bachillerato

    en la ciencia del primer tercio del siglo XX ................................................. 100-114

    Estudios e Investigaciones. Profesorado de Geografa e Historia

    Otero Ochaita, Josefa: Matilde Moliner. El timbre ha sonadoinesperadamente........................................................................................ 115-126

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    5CEE Participacin Educativa, nmero extraordinario, 2011, pp. 4-5

    Martnez Alfaro, Encarnacin: Francisco Barns en la memoria

    de sus antiguos alumnos ............................................................................ 127-137

    Andreu Lorenzo, Laura Beatriz: Domnguez Ortiz, semblanza

    de una coherencia vital ............................................................................... 138-148

    Prado Gmez, Antonio. Antonio Fraguas y Fraguas (1905-1999) .................... 149-162

    Estudios e Investigaciones. Profesorado de Humanidades y Artes

    LpezOcn Cabrera, Leoncio y Pedrazuela Fuentes, Mario: El lpiz rojo

    de Samuel Gili Gaya: de investigador del Centro de Estudios Histricos

    a profesor del Instituto-Escuela y catedrtico desterrado en Torrelavega .....163-175

    Ruiz Alonso, Jos Mara. Julin Besteiro catedrtico del Instituto de Toledo...... 176-187

    Salvador Gonzlez, M Antonia. Una personalidad del arte en el mundo de

    la enseanza perseguida: la figura de Aurelio Garca Lesmes

    (1884-1942) ................................................................................................ 188-195

    Estudios e Investigaciones. Profesorado de secundaria del

    Plan Pidal a los aos centrales del siglo XX

    Coria Colino, Jess. Los primeros profesores del Instituto de

    segunda enseanza de Palencia (1845-1852) ........................................... 196-210

    Fernndez Burgueo, Vicente y Rodrguez Guerrero, Carmen. El Instituto de

    San Isidro(1901-1852).La Edad de Plata de la enseanza oficial ............. 211-224

    Araque Hontangas, Natividad y Villa Fernndez, Nuria. La labor de las

    primeras directoras de los Institutos de Enseanza Media de Madrid:

    Beatriz Galindoy Emperatriz Mara de Austria. .......................................... 225-239

    Entrevista

    A Felipe Pedraza, la pasin por la literatura del Siglo de Oro ........................... 240-247

    Bibliografa ...................................................................................................... 248-263

    Participacin Educativadivulga diferentes opiniones atenindose a la pluralidad. En cualquier

    caso, son de la exclusiva responsabilidad de su autor.

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    CONSEJO DE DIRECCIN

    Presidenta

    Carmen Maestro Martn

    Presidenta del C.E.E.

    Vicepresidente

    Patricio de Blas Zabaleta

    Secretario

    Jos Luis de la Monja Fajardo

    Vocales

    Miembros de la Comisin

    Permanente

    CONSEJO DE REDACCIN

    M Cruz del Amo del AmoPatricio de Blas Zabaleta

    M Rosa de la Cierva y de Hoces

    Senn Crespo de las Heras

    (Secretario coordinador)

    Raquel Encabo Buitrago

    Antonio Fras del Val

    M Luisa Martn Martn

    Jos Luis de la Monja Fajardo

    Augusto Serrano Olmedo

    CONSEJO ASESOR

    Antonio Bolvar (U.Granada)

    Carmen Caffarel (I. Cervantes)

    Rosa M Capel (UCM)

    Elena Martn (UAM)

    Jos M Merino (RAE)

    Beatriz Pont (OCDE)

    Alejandro Tiana (UNED/OEI)

    Maquetacin y distribucin

    Elena Ruz Arizu

    Carmen Sanz de Aja Gonzlez

    Mara Serrano Almazn

    Portada

    Ricardo Olmos

    [email protected]

    http://www.educacion.gob.es/cee/publicaciones/revista-participacion-educativa.html

    La enseanza secundaria, tal y como hoy la concebimos, tiene como artfice al estado

    liberal. En el siglo XVIII no haba un tramo educativo que enlazara institucionalmente con

    la enseanza primaria, ampliara los conocimientos adquiridos en ella y preparara para

    la enseanza superior. Su lugar lo ocupaban las escuelas de latinidad. La conformacin

    en Europa de la educacin primaria como un nivel educativo especfico de las clases

    populares represent un extraordinario avance. A lo largo del siglo XIX se consolid

    un sistema educativo dual en el que la educacin primaria se destinaba a las clases

    populares y la secundaria y superior a las clases medias y altas. Consecuencia de este

    proceso fue que maestros de primaria y catedrticos de secundaria adquirieron unestatus distinto.

    El carcter doble, propedutico y terminal, de la enseanza secundaria se ha mantenido

    hasta la actualidad aunque, en la prctica, ha sido una educacin orientada a la

    universidad. Por ello, los docentes dedicados a ella han tenido una cultura profesional

    marcada por el modelo universitario. Por otra parte, las primeras normas se olvidan de la

    creacin de un cuerpo docente con carcter propio y la profesionalizacin docente de los

    nuevos profesores de bachillerato se ir abriendo paso conforme la segunda enseanza

    avanza y se va independizando de la universidad. Es con el Plan Pidal, ms tardeconsolidado por la Ley Moyano, cuando el catedrtico de instituto se erige en la figura

    central en torno a la cual girar la educacin secundaria. Desde entonces, las premisas

    que asentaron el oficio del profesorado fueron el mrito y la antigedad. Por otra parte,

    el carcter nacional del cuerpo de catedrticos facilit la movilidad del profesorado y

    posibilit la presencia de personalidades de gran relevancia en institutos de provincia,

    algunos de ellos con el horizonte de lograr el traslado a Madrid en busca de mayores

    oportunidades de promocin personal y profesional. En los aos setenta del siglo XX y

    despus, ya en democracia, con la universalizacin de la educacin secundaria primero,

    y con el traspaso de competencias educativas a las Comunidades Autnomas despus,se produce no solo un cambio estructural profundo en el sistema educativo, sino tambin

    un cambio sustancial en la condicin del profesorado que se ocupa de la docencia en

    este nivel.

    Son los primeros profesionales de bachillerato los que se han hecho merecedores

    del reconocimiento pblico al mrito de su trabajo, pues desde los inicios del siglo XX

    comienzan a cuestionar las bases del modo de educacin tradicional elitista de los

    institutos y sienten la imperiosa necesidad de renovar y modernizar esta etapa educativa.

    Y todos ellos, de forma individual, unas veces, colectiva, otras, y desde orillas ideolgicasy polticas diversas y aun opuestas, se involucran en favor de la enseanza oficial y se

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    comprometen a formar y educar a las nuevas generaciones segn las demandas de su

    tiempo. Fueron ilustres profesores de secundaria y elemento nuclear de la historia de la

    educacin que hoy son memoria y patrimonio no solo del sistema educativo sino tambin

    de las personas formadas en las aulas, gabinetes y bibliotecas de los institutos. Memoria

    y patrimonio que las sucesivas generaciones, que les van relevando con la pausada y

    rtmica cadencia del ciclo vital, acrecientan y enriquecen al tiempo que defienden en las

    aulas, en estos tiempos convulsos y cambiantes, desmemoriados y superficiales, los

    principios y valores que a ellos les guiaron.

    Este reconocimiento, junto al del patrimonio material de los centros histricos, se viene

    haciendo pblico con un variado y rico programa de actividades de investigacin y

    divulgacin promovidas por distintas instituciones estatales, autonmicas y locales. A

    estas iniciativas se ha sumado el Consejo Escolar con dos nmeros de ParticipacinEducativa, este extraordinario y el N 7, sin olvidar la jornada celebrada el 23 de noviembre.

    En ella se presentaron los programas y actividades desarrollados por los Ministerios de

    Educacin y Cultura, por la Asociacin Nacional para la Defensa del Patrimonio de los

    Institutos Histricos y los resultados del Programa CEIMES de la Comunidad de Madrid.

    Todos persiguen idntico objetivo: recuperar la memoria y el patrimonio que encarnan

    estos profesionales, los espacios por los que transitaron y los equipamientos con los que

    se acompaaron en su actividad docente.

    Un nmero muy limitado de figuras de reconocido prestigio se asoma a estas pginas, conmritos sobrados. Pero queda otro grupo mucho ms numeroso que est en el umbral

    de la memoria esperando el pblico reconocimiento de sus mritos, porque los tiene y

    es de justicia reconocrselos. Tal vez las apetencias del investigador, o la casualidad,

    hayan querido que sea un grupo de profesores de Ciencias, de Geografa e Historia

    en el que emerge la figura de una mujer, Matilde Moliner, de Humanidades y Artes, o

    el iniciador de la actividad docente en algn instituto de provincias, al que se suman

    las primeras directoras y los representantes de un momento de esplendor en la cultura

    espaola, el que tienen cabida en este nmero. Son smbolo y representacin de un

    profesorado extraordinariamente formado, vocacional, entregado a su labor docente, ala que ama, y a la que supo unir una ardua labor investigadora, divulgativa e innovadora,

    en la que el alumno es el centro de sus preocupaciones. Y, como afirma el entrevistado,

    que estaba en las mejores condiciones para abordar la construccin de la ciencia porque

    se vio en la necesidad de explicar lo bsico y esencial del saber

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    MONOGRFICO. Manuel de Puelles Bentez. De la ctedra de bachillerato al profesorado deeducacin secundaria

    De la ctedra de bachillerato al profesoradode educacin secundaria

    Manuel de Puelles BentezUniversidad Nacional de Educacin a Distancia (UNED)

    Sumario: 1. Del aparato escolar del siglo XVIII a los modernos sistemas educativos

    nacionales. 2. La configuracin de una educacin secundaria propedutica y selectiva.

    3. La ctedra de bachillerato: una innovacin histrica. 4. La formacin docente en la

    educacin secundaria. 5. Hacia la universalizacin de las enseanzas bsicas. 6. Los

    profesores ante la universalizacin de la educacin secundaria.

    Resumen

    Este trabajo analiza un fenmeno histrico, el nacimiento de los sistemas educativos

    modernos, y, dentro de ese marco, la aparicin de la educacin secundaria. Susingular insercin dentro del sistema educativo y los profundos cambios estructurales

    que se produjeron a lo largo de los siglos XIX y XX afectaron no slo a la educacin

    secundaria sino tambin a su profesorado. Como todos los fenmenos histricos de

    media o larga duracin, analizar las claves del proceso nos puede ayudar a comprender

    mejor los complejos problemas que se derivaron de los cambios estructurales habidos,

    especialmente los que concernieron al pacifico, pero revolucionario trnsito de la

    condicin de catedrtico de bachillerato a la de profesor de educacin secundaria.

    Palabras clave: sistemas educativos, educacin primaria y secundaria, profesores,poltica de la educacin.

    Abstract

    This paper analyses the historical phenomenon of the birth of modern educational

    systems and, within this framework, the emergence of secondary education. Its unique

    insertion in the educational system and the deep structural changes that occurred

    throughout the nineteenth and twentieth centuries affected not only secondary education,

    but also its teachers. Like all medium or long term historical phenomena, the analysis of

    the key aspects of the process can contribute to a better understanding of the complexproblems that arose from the mentioned structural changes, especially those concerning

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    MONOGRFICO. Manuel de Puelles Bentez. De la ctedra de bachillerato al profesorado deeducacin secundaria

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    the peaceful, but revolutionary transit from the status of secondary school professor to

    that of secondary school ordinary teacher.

    Keywords: educational systems, elementary and secondary education, teachers, politicsof education.

    Del aparato escolar del siglo XVIII a los modernos sistemas educativos

    nacionales

    Lo primero que debemos subrayar es que en el siglo XVIII la educacin, tal y como hoy

    la entendemos, no fue nunca un asunto pblico abierto a todos. Fue ms bien algo que

    incumba a una pequea minora encuadrada en los tradicionales rdenes privilegiados.

    Ello fue as porque la sociedad de la poca era de tipo seorial y estamental: la nobleza

    se educaba acudiendo al preceptor y, en algunos casos, a las universidades; el clero

    utilizaba sus propias instituciones para formar a sus miembros escuelas monacales o

    conventuales y universidades; el pueblo, cuyo nico destino era trabajar y obedecer,

    no tena derecho a la instruccin (ni posibilidad alguna). El Estado, encarnado en la

    persona del monarca absoluto, careca de especial inters por la educacin, que era un

    monopolio de factoen manos de la Iglesia: el rey, aun ilustrado, toleraba esta situacin

    porque conoca la funcin legitimadora que cumplan las autoridades eclesisticas la

    realeza se legitimaba por su origen divino y la Iglesia era quien otorgaba las credenciales

    al respecto.

    En este contexto, la idea de un sistema no exista. Slo haba un aparato escolar,

    un mosaico irregular e informe donde podemos encontrar, en uno de los extremos,

    la escuela elemental, predominantemente eclesistica, en la que se aprendan

    las primeras letras (las escuelas municipales eran escasas y a cargo de maestros

    ignorantes y mal pagados), y, en el otro extremo, las universidades, que constituan

    en realidad la nica institucin formal dedicada a la formacin superior de telogos,

    abogados y mdicos. La enseanza secundaria, como hoy la conocemos, no exista. No

    haba un tramo educativo que enlazara institucionalmente con la enseanza primaria,

    ampliara los conocimientos adquiridos en ella y preparara para la enseanza superior.Su lugar lo ocupaban las escuelas de latinidad, muy extendidas en Espaa, encargadas

    tericamente de ensear el dominio del latn, que era la lengua cultural utilizada en

    las universidades (tanto en las exposiciones del catedrtico como en los manuales

    dedicados a la enseanza). Algunos de los conocimientos que hoy estimamos como

    propios de la enseanza secundaria se adquiran en las llamadas facultades menores

    de Artes, primero, o de Filosofa, despus, y su superacin permita el ingreso en las

    facultades mayores de Teologa, Leyes y Medicina.

    Esta era la situacin en los comienzos de la Revolucin francesa. Hasta entoncesla educacin haba estado usufructuada prcticamente por los dos estamentos

    En el siglo XVIIIno haba untramo educativoque enlazarainstitucionalmente

    con la enseanzaprimaria y prepararapara la enseanzasuperior. Su lugarlo ocupabanlas escuelas delatinidad y lasfacultades menores.

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    MONOGRFICO. Manuel de Puelles Bentez. De la ctedra de bachillerato al profesorado deeducacin secundaria

    privilegiados que en el Antiguo Rgimen constituan la casta dominante nobleza y

    clero, aunque hubiera grupos minoritarios de la burguesa naciente que accedieran

    a ella. La nobleza continuaba atendiendo a sus vstagos con la figura del preceptor

    (normalmente eran los segundones los que acudan a la universidad; a los primognitos

    les bastaba el mayorazgo y la educacin cortesana). El aspirante a clrigo tena las

    escuelas catedralicias, monacales o parroquiales, los seminarios y las universidades.

    El pueblo llano viva de espaldas a la educacin formal. La Gran Revolucin aport a

    este respecto dos avances educativos verdaderamente histricos: la aparicin de los

    sistemas educativos nacionales bajo la proteccin del Estado y la constante ampliacin

    de la instruccin popular.

    Si antes de la Revolucin francesa slo exista, en rigor, un mosaico escolar, ahora

    los revolucionarios dan a luz un sistema de educacin, un sistema que articula laenseanza en tres niveles distintos primaria, secundaria y superior y que establece

    un currculo sistemticamente organizado para cada uno de esos niveles educativos,

    que con el tiempo sern clsicos. Pero, sobre todo, la Revolucin francesa produce

    un sistema que se fundamenta en unos rasgos comunes compartidos por todos los

    revolucionarios. Estos requisitos eran principalmente que la educacin deba integrarse

    en un sistema pblico, abierto por tanto a toda la poblacin, atento a las necesidades de

    la sociedad no de las Iglesias, organizado y controlado por el Estado. Como se ha

    sealado desde la perspectiva de la sociologa histrica, el resultado de este proceso

    revolucionario fue la aparicin de

    un conjunto de instituciones diferenciadas a escala nacional, dedicado a

    la educacin formal, cuyo control e inspeccin es, al menos parcialmente,

    gubernamental, y cuyos elementos y procesos se establecen en conexin unos

    con otros1.

    Una de esas instituciones fue la educacin secundaria, cuya conexin con la primera

    enseanza y con la enseanza superior ser, como veremos, verdaderamente

    problemtica.

    El otro avance que histricamente cabe registrar es la adscripcin de la instruccin

    primaria a las clases populares. El pueblo llano, desprovisto totalmente de instruccin

    en el Antiguo Rgimen, es ahora objeto de preocupacin y desvelo por parte de los

    poderes pblicos. No obstante, dado que la Revolucin conoci el enfrentamiento de

    concepciones diversas de la educacin, lo que triunf, y lo que Napolen extendi despus

    por todo el continente, fue una concepcin liberal no democrtica, favorecedora de

    un sistema basado principalmente en dos grandes tramos de enseanza: instruccin

    1 Margaret S. Archer, Social Origins of Educational Systems, London, Sage Publications, 1979, p. 54 (lacursiva es del original).

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    MONOGRFICO. Manuel de Puelles Bentez. De la ctedra de bachillerato al profesorado deeducacin secundaria

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    primaria, de una parte, instruccin secundaria y superior, de otra. Se consolidaba

    as un sistema educativo dotado de una estructura dual o bipolar que separaba

    a la poblacin en dos grupos diferentes, receptores ambos de enseanzas

    distintas: de un lado, la instruccin primaria, dedicada a las clases populares,

    compartimiento estanco de escasa calidad que no conduca a ninguna parte por

    carecer de conexin con el resto del sistema educativo; de otro, la instruccin

    que brindaban las enseanzas secundaria y superior a las clases medias y altas

    de la sociedad. Obvio es decir que esta estructura bipolar contribua a preservar

    la estratificacin social existente y que tena especial incidencia en la estructura

    ocupacional.

    No se crea, sin embargo, que minusvaloramos con ello lo que represent el

    nacimiento de la educacin primaria como primer nivel del sistema educativo liberal.La conformacin en todo el continente europeo de la educacin primaria como

    un nivel educativo especfico de las clases populares represent un extraordinario

    avance respecto del Antiguo Rgimen, cuando el pueblo estaba condenado

    a la ms absoluta ignorancia. Comenz de este modo la universalizacin de la

    enseanza primaria, un proceso que en algunos pases como el nuestro no se

    consum hasta muy avanzado el siglo XX; sin embargo, la enseanza secundaria

    se caracteriz durante ese mismo proceso por ser, desde su inicio, un nivel muy

    minoritario y selectivo en el que primaba especialmente el origen social y econmico

    del alumnado. Fruto del mismo proceso fue tambin que maestros de primaria

    y catedrticos de secundaria adquirieran un estatus distinto dentro del sistema,

    siguieran diferentes mtodos de enseanza y, en definitiva, adoptaran diversos

    modelos que procedan de una historia diferente:

    La articulacin inicialmente dual [], con una enseanza primaria

    separada por completo del bachillerato por sus objetivos, organizacin

    y formas de llevar la clase, propici la configuracin de dos mundos

    divergentes, sin relacin y con culturas acadmicas en muchos aspectos

    contrapuestas2.

    La configuracin de una educacin secundaria propedutica yselectiva

    Aunque el sistema educativo moderno no surge en Espaa en un momento

    determinado, sino que sufre una larga evolucin que culmina en la ley Moyanode

    1857, podemos decir que su acta fundacional se encuentra en la Constitucin de

    1812, si bien el pleno desarrollo del Ttulo IX sobre la instruccin pblica debemos

    buscarlo en el informe que la Secretara de Despacho de la Gobernacin encarg

    a una junta, la Junta de Instruccin Pblica, y cuya redaccin suele atribuirse a2 Antonio Viao, Sistemas educativos, culturas escolares y reformas, Madrid, Morata, 2002, p. 20.

    En un sistemaeducativo dual enel que la educacinprimaria se dedicabaa las clases popularesy la secundaria ysuperior a las clasesmedias y altas,maestros de primariay catedrticosde secundaria

    adquirieron un estatusdistinto.

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    Manuel Jos Quintana. En ese informe, evacuado en 1813, se fi ja prcticamente la

    naturaleza de la segunda enseanza:

    El objeto de este segundo grado de instruccin es el de preparar el entendimiento

    de los discpulos para entrar en el estudio de aquellas ciencias que son en la

    vida civil el objeto de una profesin liberal, y el de sembrar en sus nimos

    la semilla de todos los conocimientos tiles y agradables que constituyen la

    ilustracin general de una nacin civilizada3.

    Se asignaba as a la enseanza secundaria una naturaleza bifronte. Sera, por una parte,

    propedutica, es decir, preparara para el acceso a las profesiones de nivel superior,

    y, por otra, terminal, esto es, impartira a un determinado sector de la poblacin una

    cultura slida, una cultura que, entendan los liberales, contribuira a la civilizacin de

    una nacin. Difcil misin, como la historia de la segunda enseanza se encargar derelatar. Si a ello aadimos el lugar intermedio que se fijaba para este nivel de educacin

    debera ser una prolongacin del nivel anterior, completndolo, o, por el contrario,

    debera ser la antesala de la universidad?, comprenderemos que prcticamente

    desde sus inicios la problematicidad de este nivel educativo no dej de planear sobre

    su propia historia4.

    Prueba de esta problematicidad son los constantes y continuos cambios que los siglos

    XIX y XX introdujeron en la educacin secundaria, sin duda el nivel que mayores

    reformas y contrarreformas ha recibido desde su nacimiento5. Sin embargo, no es elmomento de entrar ahora en estos cambios, sino de poner de relieve dos importantes

    consideraciones.

    La primera consideracin es que el carcter bifronte se ha mantenido hasta la

    actualidad, si bien hubo reformas como la del plan de estudio de 1852 que se

    pronunci inequvocamente por la segunda enseanza, no como estudios generales

    que completan la educacin sino como medio de prepararse para las facultades

    mayores6. La realidad fue que, al margen de la dualidad de fines asignada, la

    enseanza secundaria se convirti en la prctica, no slo en Espaa, en una educacinorientada hacia la universidad. Como estamos hablando de un proceso que abarca

    prcticamente dos siglos, no es casual que este rasgo de la secundaria imprimiera

    en los docentes dedicados a ella una cultura profesional claramente marcada por el

    3 Manuel Jos Quintana, Obras completas, Biblioteca de Autores Espaoles, Madrid, tomo XIX, p. 180.Tambin puede verse en Historia de la educacin en Espaa. Del despotismo ilustrado a las Cortes de Cdiz,Madrid, Ministerio de Educacin y Ciencia, 1985, vol. I, 2 edicin.

    4 Me he ocupado ampliamente de esta cuestin en la conferencia de clausura del II Congreso sobre Historiade la Enseanza Media en Aragn, celebrado en abril de 2011. Vase La educacin secundaria comoproblema: orgenes, evolucin y situacin actual, en las actas del referido congreso, de prxima publicacin.

    5 El siglo XXI no ha escapado a esta inexorable ley. Hasta el momento ha registrado dos reformas parciales dela educacin secundaria, una con la Ley de Educacin de 2006 y otra con la ley de 2011 que complementa lade Economa Sostenible, por la que se reforma el 4 curso de la educacin secundaria obligatoria.

    6 Coleccin legislativa de Espaa, Madrid, Imprenta Nacional, 1853, tomo LVII, p. 26.

    El carcterpropedeticoy terminal dela enseanzasecundaria se hamantenido hastala actualidad. Los

    docentes dedicadosa ella han tenidouna cultura marcadapor el modelouniversitario.

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    modelo universitario, en el que, adems, estos profesores se formaron (adoptndolo

    prcticamente sin solucin de continuidad), y a cuyo estatus siempre quisieron

    asimilarse. Cuando se produzca otro importante proceso, ya en el siglo XX, de apertura

    de la educacin secundaria a toda la poblacin, esta profunda transformacin de la

    segunda enseanza ser difcilmente asimilada por la cultura profesional de estos

    docentes, llamados ahora a ser actores de una nueva universalizacin: la secundaria

    abierta a todos.

    La segunda consideracin que se deriva de tan largo proceso es que, aunque no

    podamos ocuparnos de ello en esta ocasin, hubo intentos en Espaa de abrir la

    educacin secundaria a importantes grupos de poblacin, transformando as la

    naturaleza del bachillerato tradicional. Nos referimos a la importante reforma (frustrada)

    que se acometi al amparo de la revolucin de 1868, es decir, al plan de estudio de

    Ruiz Zorrilla del mismo ao. All se consider necesario variar la significacin ntima,

    el espritu y las tendencias de la segunda enseanza, oponindose abiertamente al

    empeo de considerarla como una serie de estudios preparatorios; por el contrario, la

    nueva enseanza secundaria deba ser entendida como el complemento, la ampliacin

    de la instruccin primera, como la educacin necesaria a los ciudadanos que viven en

    una poca de ilustracin y de cultura. Frente al bachillerato tradicional se afirma otra

    educacin distinta:

    Tiempo es ya que la enseanza de los pueblos satisfaga las necesidades de la

    vida moderna, y tenga por principal objeto no formar slo latinos y retricos, sinociudadanos ilustrados, que conozcan su patria en las diversas manifestaciones

    de la vida nacional []. El joven que segua antes la segunda enseanza y

    reciba el grado de Bachiller en artes, no tena idea alguna de la legislacin de

    su pas, ni de su organizacin poltica o social, ni de los elementos de riqueza

    que posee, ni mucho menos de aquellos estudios artsticos, tan importantes

    []. Esta educacin ilustrada, amplia, libre y con carcter prctico, es en todas

    partes el ms slido fundamento de la verdadera libertad7.

    De ah, tambin, que el nuevo currculo que se propone introduzca el estudio profundo

    de la lengua patria, una visin de la historia que fuera algo ms que una pura cronologaaprendida de memoria, el conocimiento fsico y moral del hombre, el estudio del arte

    y de su historia, los principios fundamentales del derecho y las leyes del pas, la higiene,

    la agricultura y el comercio, etc.

    Era precisa esta apelacin al plan de estudio de 1868 como prueba de la existencia en

    nuestra historia de otras concepciones de la educacin secundaria que deben colocarse

    en las antpodas del bachillerato tradicional, que fue el que efectivamente se impuso. Se

    7 Coleccin legislativa de Espaa, Madrid, Imprenta del Ministerio de Gracia y Justicia, 1868, tomo C, pp.454 y 455. Tambin puede consultarse en Historia de la educacin en Espaa. De las Cortes de Cdiz a laRevolucin de 1868, Madrid, Ministerio de Educacin y Ciencia, 1985, vol. II, 2 edicin.

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    impuso8 porque, entre otras razones, el liberalismo conservador, que es el que, salvo

    breves interludios, gobern Espaa durante el siglo XIX y primer tercio del XX, consider

    a las clases acomodadas trmino empleado en la legislacin y en la literatura de la

    poca, nico destinatario de la enseanza secundaria y de las profesiones superiores.

    En definitiva, el bachillerato en Espaa ser propedutico y selectivo hasta muy avanzada

    la segunda mitad del siglo XX.

    La ctedra de bachillerato: una innovacin histrica

    La Revolucin francesa trajo grandes innovaciones. Una de ellas fue la centralizacin

    moderna. Es verdad que no es infrecuente traer a colacin una de las principales

    interpretaciones de Tocqueville, aquella de que la centralizacin fue un proceso que

    vena de muy atrs:

    Estoy de acuerdo en que la centralizacin es una bella conquista y concedo

    que Europa nos la envidia, pero mantengo que no es una conquista de la

    Revolucin. Es, por el contrario, un producto del antiguo rgimen, y, aadira, es

    la nica parte de la organizacin poltica del antiguo rgimen que ha sobrevivido

    a la Revolucin, porque era la nica que poda acomodarse al nuevo estado

    social que esta Revolucin ha creado9.

    Pero suele olvidarse que lo que Tocqueville mantuvo es la persistencia de lo que l llam

    la vieja constitucin administrativa del reino, es decir, la intensa obra de centralizacin

    de los reyes de Francia, sobre la cual los revolucionarios franceses edificaron la

    Administracin moderna. La innovacin estuvo aqu en la sustitucin de la vieja clase

    dirigente, la aristocracia, por otra, la de la nueva burguesa llamada a formar los cuadros

    del Estado liberal como funcionarios pblicos. Esta operacin se consolid con Napolen,

    que consum la centralizacin mediante la estructura de hierro de los prefectos y de los

    subprefectos10. Desde la perspectiva de los nuevos servicios pblicos, y concretamente

    de la educacin, coadyuv a esta operacin la sustitucin de los clrigos por profesores

    laicos, vinculados al Estado por medio de su insercin en un cuerpo docente, autntico

    fruto de la centralizacin y autentica innovacin que pronto se extendera por toda la

    Europa continental.

    La apertura de las nuevas carreras al servicio del Estado, especialmente la docencia,

    represent, como veremos, una verdadera innovacin. Los nuevos servicios pblicos

    fueron abiertos al mrito como una de las consecuencias del principio revolucionario

    de la igualdad, surgiendo as una escala de servidores pblicos asalariados, pagados

    8 Vase ms adelante lo que supuso la concepcin de la educacin secundaria en la Institucin Libre deEnseanza.

    9 Alexis de Tocqueville, LAncien Rgime et la Rvolution, Paris, Gallimard, 1952, p. 98 [Hay traduccincastellana en Alianza Editorial].

    10 Eduardo Garca de Enterra, Revolucin francesa y Administracin contempornea, Madrid, Taurus, 1972,p. 78.

    Aunque el bachilleratopropedetico yselectivo, impulsadopor el liberalismo

    conservador, se hamantenido, en 1868hubo un intento,frustrado, de abrir laeducacin secundariaa importantes gruposde poblacin.

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    todos ellos por una autoridad central y sujetos a supervisin y control centrales11. Ms

    concretamente,

    la educacin universitaria y secundaria fueron puestas bajo el control del

    gobierno para formar un sistema sumamente selectivo, centralizado y elitista,

    del que pudieran reclutarse administradores y especialistas para el Estado12.

    La idea napolenica de destinar la educacin secundaria y superior a formar

    profesionales ad usum Delphini es importante porque se propag por toda Europa.

    Los nuevos profesores fueron reclutados como servidores que participaban de las

    funciones pblicas del Estado. Por eso se convirtieron en funcionarios pblicos. Por eso,

    en la concepcin napolenica, los profesores son el largo brazo de una determinada

    concepcin de la educacin encarnada en el Estado. Como es sabido, Napolen dictaba

    continuamente notas, recogidas despus en numerosos volmenes bajo la denominacinde Correspondance. Uno de los ms notables historiadores de la Revolucin francesa,

    el primero en ocupar la ctedra de Historia de la Revolucin Francesa, en una obra

    ya clsica sobre el rgimen napolenico y la educacin, transcribi una de esas notas

    en las que el pensamiento de Napolen sobre la necesidad de un nuevo cuerpo de

    profesores resulta evidente:

    Este cuerpo tendr un espritu. [] De todas las cuestiones polticas, sta es

    quiz de primer orden. No habr una situacin poltica firme si no hay un cuerpo

    de profesores con principiosfi

    rmes. En tanto no se ensee desde la infanciasi es necesario ser republicano o monrquico, catlico o irreligioso, etc., el

    Estado no formar una nacin; reposar sobre bases inciertas y vagas; estar

    constantemente expuesto a desrdenes y cambios bruscos13.

    En Espaa, la concepcin napolenica de la educacin secundaria y superior la

    primaria, como es sabido, no mereci el aprecio de Napolen que la dej plenamente

    en manos de la Iglesia no triunf en un primer momento. Hall asilo, s, entre los

    afrancesados o josefinos, que apoyaron la nueva dinasta napolenica nacida de los

    acontecimiento de 1808, pero no entre los liberales histricos que promovieron la

    mtica Constitucin de Cdiz, sentando as las bases de un autntico sistema educativonacional14. Quiz por ello el informe de Quintana de 1813, cuya fuente principal es

    Condorcet y no Napolen, no contiene referencia alguna a esos docentes encargados

    11 Teda Skocpol, Los Estados y las revoluciones sociales. Un anlisis comparativo de Francia, Rusia y China,Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1984, p. 316.

    12 Ibdem, p. 318.13 Franois-Alphonse Aulard, Napolon Ier et le monopole universitaire, Paris, Librairie Armand Colin, 1911,

    p. 148.14 He dedicado una larga investigacin a mostrar cmo el sistema educativo que producen los liberales de

    Cdiz se situ en los antpodas del sistema napolenico, dando lugar a un verdadero sistema educativonacional, basado esencialmente en la educacin primaria, tan poco estimada por Napolen. Este sistema,

    sin embargo, se frustrar en la dcada de los aos treinta del siglo XIX. Vase mi libro Estado y educacinen la Espaa liberal (1809-1857). Un sistema educativo nacional frustrado, Barcelona, Pomares, 2004,especialmente los captulos segundo y tercero.

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    de transmitir la visin emanada del poder pblico, ni propone la creacin de un cuerpo de

    profesores con espritpropio. El informe se limita a lamentar la escasez de profesores,

    capaces de dar esa nueva enseanza secundaria, y a esperar que los estudios ms

    amplios que se han de establecer en la capital proporcionarn no slo discpulos, sino

    [tambin] maestros, dado el aprecio, las recompensas y dotaciones sealadas a esta

    carrera, confiando que poco a poco con estos medios y otros que podrn ponerse en

    obra se tendrn profesores a quienes encargar la enseanza [secundaria ]15. No hay,

    pues, referencia alguna a un cuerpo docente ni a una misin estatal. No la hay porque

    en un sistema educativo nacional como el pretendido en la primera hora del liberalismo

    la educacin no dependa del Estado sino de un organismo independiente del gobierno,

    sometido slo a la autoridad de las Cortes, la tan debatida Direccin de Estudios.

    Sin embargo, la concepcin napolenica terminar imponindose en el liberalismomoderado triunfante, afectando con ello a los dos grandes actores de la enseanza:

    alumnado y profesorado. Los alumnos, destinatarios de la enseanza, sern pronto

    claramente definidos. El plan de 1836, que aunque apenas tuvo vigencia s ejerci una

    gran influencia en el liberalismo conservador, destin la segunda enseanza a las clases

    acomodadas. Gil de Zrate, que tanta intervencin tuvo en la elaboracin del plan Pidal

    de 1845, comienza el segundo tomo de su gran crnica sobre la enseanza de su tiempo

    definiendo del siguiente modo a los destinatarios de la nueva enseanza secundaria:

    Despus de la primaria, la segunda enseanza es la parte ms importante de

    la Instruccin pblica. [] se dirige a las clases altas y medias, esto es, a las

    ms activas y emprendedoras; a las que se hallan apoderadas de los principales

    puestos del Estado y de las profesiones que ms capacidad requieren; a las que

    legislan y gobiernan; a las que escriben, inventan, dirigen y dan impulso a la

    sociedad, conducindola por las diferentes vas de la civilizacin. 16

    El plan Pidal, en su largo prembulo, no dudar en calificar a la nueva enseanza como

    propia especialmente de las clases medias. El carcter selectivo del bachillerato, basado

    fundamentalmente en el origen socioeconmico del alumno, permanecer hasta 1970.

    Paralelamente, el liberalismo conservador ir moldeando la nueva figura del catedrtico

    de bachillerato como el agente que Napolen consideraba imprescindible para la

    difusin de la ideologa de la nueva clase llamada a gobernar. El giro se hace explcito

    en el plan de estudio de 1852, citado anteriormente, publicado durante el gobierno de

    Bravo Murillo, en el que se abren vas sancionadoras para el caso de que un catedrtico

    15 Historia de la educacin en Espaa, op. cit., p. 399. Complemntese lo dicho con el extraordinario nfasisque el informe de Quintana pone en la necesidad de una slida educacin primaria, frente a la desidia yabandono napolenicos: De estas tres enseanzas [primaria, secundaria y superior] la primera es la msimportante, la ms necesaria y por consiguiente aquella en que el Estado debe emplear ms atencin y msmedios (p. 385).

    16 Antonio Gil de Zrate, De la instruccin pblica en Espaa, Madrid, Imprenta del Colegio de Sordomudos,1855, tomo II, p. 1 [hay una edicin facsmil realizada por Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1995].

    Frente a la Francianapolenica, dondelos nuevos profesoresse convirtieron

    en funcionariospblicos, el Informede Quintana, queestablece una slidaeducacin primaria, nopropone la creacin deun cuerpo docente.

    El liberalismoconservador irmoldeando la nuevafigura del catedrticode bachillerato

    como el agenteque Napolenconsiderabaimprescindible parala difusin de laideologa de la nuevaclase llamada agobernar.

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    vertiere doctrinas censurables bajo el aspecto moral, poltico o cientfico17, lo reafirma

    la ley Moyanode 1857 que manda abrir expediente cuando en las explicaciones de

    los profesores se emitan doctrinas perjudiciales a la buena educacin religiosa de la

    juventud18 y lo confirma Alcal Galiano en 1864, suscitando la primera cuestin

    universitaria, al recordar a los catedrticos de instituto y de universidad la necesidad

    de que la enseanza no se produzca en contradiccin con los principios que son el

    fundamento de nuestra sociedad poltica y religiosa.19

    Al mismo tiempo, la profesionalizacin docente de los nuevos profesores de bachillerato

    se ir abriendo paso conforme la segunda enseanza se va independizando de la

    universidad. Todava en 1836 el plan de estudio del duque de Rivas, a pesar de que

    la instruccin secundaria obtena un tratamiento propio, regulaba de modo conjunto a

    los profesores de instituto y a los de las facultades mayores. Incluso, en el plan Pidalde 1845, que suele considerarse el acta de nacimiento de la profesin docente tanto

    en la segunda como en la tercera enseanza, perdura la confusin entre la Segunda

    Enseanza y la Facultad de Filosofa20, ya que integraba en la facultad de Filosofa los

    estudios de la segunda enseanza de carcter elemental y los llamados de ampliacin

    (lo que hoy denominamos educacin secundaria superior). Sin embargo, la meta estaba

    prxima; dos aos ms tarde, el plan de Pastor Daz de 1847 separaba finalmente, al

    menos desde el punto de vista institucional, los institutos de las universidades. A partir

    de ahora se comienza a hablar en la legislacin de una carrera distinguida para el

    profesorado de educacin secundaria.

    No obstante, fue el plan Pidal de 1845 el que ocup un lugar medular a pesar de sus

    limitaciones. Su autor fue consciente de las novedades que introdujo cuando afirm

    que una de ellas consiste en formar de todos los catedrticos que ensean en las

    Universidades [que albergan, como qued indicado, las facultades menores y las

    mayores] un cuerpo nico, considerndose a partir de ahora a los profesores de ambas

    facultades como parte de una corporacin numerosa y respetable, cuyos intereses son

    comunes, abrazando todos los establecimientos [docentes] y extendindose por toda la

    monarqua.21 A partir de ahora, el catedrtico de instituto, rodeado de otros profesores

    de menor rango y, como en la universidad, a l subordinados, ser la figura central en

    torno a la cual girar la educacin secundaria. El plan Pidal, como se sabe, recibi el

    espaldarazo de la ley Moyanode 1857, que consolid como cuerpo a los Catedrticos

    de Instituto del Reino.

    17 Coleccin legislativa de Espaa, tomo LVII, Madrid, Imprenta Nacional, 1853, p. 83.18 Coleccin legislativa de Espaa, Madrid, Imprenta de Gracia y Justicia, 1874, tomo LXXIIII, p. 302. Advirtase

    que, segn la ley, son los obispos los que, encargados de esta supervisin, dan cuenta al Gobierno para quese instruya el expediente disciplinario.

    19 Coleccin legislativa de Espaa, Madrid, Imprenta de Gracia y Justicia, 1864, tomo XCII, p. 592.20 Federico Sanz Daz, La segunda enseanza oficial en el siglo XIX (1834-1874), Madrid, Ministerio de

    Educacin y Ciencia, 1985, p. 176.21 Coleccin de las Leyes, Decretos y declaraciones de las Cortes, y de los Reales Decretos, Madrid, Imprenta

    Nacional, 1846, tomo XXXV, pp. 212-213. Tambin en Historia de la educacin en Espaa, op. cit., vol. II.

    A partir del Plan Pidalde 1845 el catedrticode instituto ser lafigura central en torno

    a la cual girar laeducacin secundaria.La ley Moyano de 1857consolid como cuerpoa los Catedrticos deInstituto del Reino.

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    Con la ley Moyano la condicin de catedrtico de instituto qued fi jada y asentada. La

    ley supona tambin la consagracin de un lugar propio para la segunda enseanza

    aunque, paradjicamente, su carcter intermedio entre la primaria y la superior no dej

    de condicionarlo. De ah el esfuerzo permanente de alejarse de la enseanza primaria, la

    ausencia de una formacin pedaggica se piensa que esta formacin es ms propia de

    los maestros de enseanza primaria y la aspiracin de asemejarse en todo lo posible a la

    enseanza universitaria. Pocos observadores de este fenmeno lo han expresado mejor,

    en pocas palabras, como Giner de los Ros, que en la apertura del curso 1880-1881, pocos

    aos despus de la fundacin de la Institucin Libre de Enseanza, se quejaba de que

    tanto la organizacin de nuestros Institutos como los mtodos [] son

    exactamente los mismos de las Universidades [], todo es anlogo, casi

    siempre idntico, a lo que en la enseanza superior acontece 22.

    Casi veinte aos ms tarde, en 1897, Giner se reafirmaba con estas palabras:

    En el sistema reinante, la segunda enseanza no slo se halla separada de la

    primera bruscamente, sino que, por su origen, como un desprendimiento de la

    antigua Facultad de Artes (ms tarde, de Filosofa) ha conservado su filiacin

    esencialmente universitaria, en su sentido, su estructura, su organizacin

    pedaggica, sus mtodos y, hasta muchas veces (entre nosotros, por ejemplo)

    en la formacin de su profesorado23.

    Esta dependencia del modelo universitario pasar a formar parte de la culturaprofesional de los catedrticos de instituto y condicionar su propia formacin.

    La formacin docente en la educacin secundaria

    El origen de la educacin secundaria, su ligazn durante varios siglos con la universidad,

    explica varias cosas. Explica que cuando los liberales histricos sienten en 1812 las

    bases de lo que ser el nuevo sistema educativo, el informe de Quintana de 1813 asigne

    a esta enseanza unos nuevos centros denominados precisamente universidades de

    provincia. A despecho de la naturaleza bifronte de la nueva secundaria cultura amplia

    y preparacin para las profesiones civiles, este objetivo dual se ver oscurecido por la

    irresistible atraccin que la universidad ejerci sobre las familias que enviaban sus hijos a

    los nuevos centros y por la poderosa atraccin de la secundaria hacia la universidad24.

    Es decir, lo que importaba en realidad eran los conocimientos a transmitir y el modelo

    era la universidad misma. Aunque, como hemos visto, la educacin secundaria obtiene

    plena autonoma respecto de la universidad a partir de 1847, no por ello dejar de

    conservar de manera preponderante dicho sello propedutico. Se seguir pensando

    22 Boletn de la Institucin Libre de Enseanza, Madrid, Ao IV, nm. 87 (1880), p. 141.23 Francisco Giner de los Ros, Los grados naturales de la educcin, en Obras completas, Madrid, Espasa-

    Calpe, 1924, tomo X, p. 17 (los parntesis son del original).24 Patricio de Blas Zabaleta ha dedicado varias pginas a esta atraccin en El bachillerato en busca de su

    identidad, Participacin Educativa, 17 (2011), pp. 22-25; la cita en la pgina 23.

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    que lo importante es la transmisin de conocimientos, para lo cual bastaban los saberes

    adquiridos en la universidad en las carreras correspondientes. Lo malo es que esta

    formacin, adquirida en las universidades, apenas suficiente durante el largo tiempo

    en que los nuevos institutos atendieron a una pequea parte de la poblacin, se revel

    totalmente insuficiente cuando, como ocurri a partir de 1990, tuvieron que recibir a toda

    la poblacin durante la etapa de la educacin secundaria obligatoria y a buena parte de

    ella durante la posobligatoria bachillerato y formacin profesional.

    No obstante, hay que recordar que en el pasado hubo varios modelos (todos frustrados)

    que intentaron suministrar una formacin especfica a los docentes de esta enseanza.

    Durante el siglo XIX y primer tercio del XX hubo dos proyectos significativos que abordaron

    con rigor la formacin de los profesores de la educacin secundaria (hubo un tercero,

    tambin fallido, en los aos ochenta del siglo XX del que nos ocuparemos ms adelante).

    El primero nos remite a 1850 con la creacin de la Escuela Normal de Filosofa, verdadero

    centro de formacin de profesores de enseanza secundaria. El ingreso en esta escuela era

    selectivo en funcin de las necesidades de la enseanza, los estudios tenan una duracin

    de cuatro aos, la formacin se orientaba hacia la especialidad correspondiente de ciencias

    o de letras, se exiga el ttulo de bachiller para acceder a la escuela y se conceda el de

    licenciado a la salida, completndose el conocimiento terico con una adecuada formacin

    didctica. Poco dur este experimento. La escuela fue suprimida en 1852 sin que pudiera

    siquiera salir la primera hornada de profesores, debido al giro que experiment la poltica

    educativa hacia posiciones ms reaccionarias en el gabinete de Bravo Murillo25.

    El segundo intento nos remite al primer tercio del siglo XX, un periodo que ha sido

    llamado, con razn, la edad de plata de la cultura espaola, y que, desde nuestra

    perspectiva, podramos llamar tambin la edad de plata de la renovacin pedaggica.

    Es en este marco cuando se produce lo que el profesor Viao ha llamado un modelo de

    reforma educativa, aplicado por la Institucin Libre de Enseanza (ILE).

    Distingue Viao tres momentos distintos en este proceso de reforma: una primera fase,

    previa a la constitucin de la ILE, que se remonta al sexenio democrtico (1868-1874), enque se experimenta una reforma educativa desde el poder, saldada con un notable fracaso26;

    una segunda, de 1876 a 1918, en que se elabora un nuevo discurso educativo sobre la

    naturaleza, objetivos, estructura y caractersticas de la segunda enseanza; finalmente, una

    tercera, que comienza con la creacin del Instituto-Escuela en 1918, de experimentacin

    primero, de difusin despus, que se interrumpe con la guerra civil en 193627.

    25 Carmen Benso Calvo, Ser profesor de Bachillerato. Los inicios de la profesin docente (1836-1868),Revista de Educacin, n 329 (2000), p. 293.

    26 Se refiere Viao a la reforma introducida por Ruiz Zorrilla en 1868, de la que ya hemos dado cuenta, ascomo tambin, durante el mismo periodo, a la interesante reforma realizada en la I Repblica, tambinmalograda.

    27 Antonio Viao Frago, Un modelo de reforma educativa: los institutos-escuelas (1918-1936), Boletn de laInstitucin Libre de Enseanza, II poca, n 39 (2000), pp. 86-87.

    Durante el sigloXIX y el primertercio del XX hubodos proyectosde formacin delprofesorado desecundaria. El

    primero fue laEscuela Normal deFilosofa y el segundola edad de platade la renovacinpedaggica.

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    MONOGRFICO. Manuel de Puelles Bentez. De la ctedra de bachillerato al profesorado deeducacin secundaria

    En la tercera fase citada, de experimentacin y difusin, ocup un lugar fundamental la

    reforma de la formacin del profesorado mediante la frmula del aspirantado dentro del marco

    del Instituto-Escuela. La formacin de los aspirantes a profesores de segunda enseanza

    contaba con prestigiosos catedrticos y profesores bajo cuya tutela se colocaba al aspirante.

    Si adems se aspiraba a ingresar en la funcin pblica docente, el aspirante deba hacer

    las correspondientes oposiciones. Cul era, en definitiva, esta frmula del aspirantado?

    Aunque resulte un poco larga la cita, dicha formacin comprenda varios pasos:

    a) prcticas de enseanza durante dos aos, en rgimen de media jornada,

    asistiendo a las clases y encargndose directamente de la enseanza bajo la

    direccin del catedrtico correspondiente; b) estudio de dos lenguas modernas

    a elegir entre francs, ingls o alemn, mediante clases de dos o tres horas

    semanales a cargo de profesores nativos; c) trabajos de laboratorio, por lo

    general en alguno de los [centros] dependientes de la JAE (Centro de Estudios

    Histricos, Instituto Nacional de Ciencias, Residencia de Estudiantes); d) estudios

    pedaggicos y filosficos, mediante lecturas y la asistencia a las ctedras

    de filosofa y pedagoga de la Universidad Central y la Escuela de Estudios

    Superiores del Magisterio, o a las enseanzas que sobre estas cuestiones se

    impartan en el mismo Instituto-Escuela; e) envo al extranjero, becados por la

    JAE, de algunos de los mejores, un aspecto que, tambin a travs de la Junta,

    haba desempeado un importante papel en la formacin cientfica y pedaggica

    de buena parte de los responsables y profesores del Instituto-Escuela28.

    Ciertamente, era un modelo de reforma lenta y gradual, pero, si se hubiera consolidado y

    generalizado, habra logrado un buen sistema de formacin del profesorado de educacin

    secundaria.

    Este modelo, implantado en el Instituto-Escuela por el Gobierno liberal en 1918, no

    hubiera podido llevarse a cabo sin la experiencia previa realizada en las aulas de la

    ILE, creada en 1876. Muy tempranamente, ya en el curso 1880-1881, en el importante

    discurso de Giner ya citado, se dio a conocer lo que sera el proyecto educativo de la

    ILE, con profunda incidencia en la educacin secundaria. En ese discurso, se afirmaba

    el propsito, formulado con anterioridad en 1878, de

    fundir, hasta donde fuese posible la primera enseanza y la segunda bajo la

    idea capital de que la una no es ms que continuacin y desarrollo de la otra; y

    de que las dos juntas deben formar, en consecuencia, un grado nico y continuo

    de educacin el de la educacin general, del cual son ambos momentos tan

    slo diferentes en la amplitud que recibe en cada cual de ellos esa obra, una

    misma en los dos casos, como unos mismos son tambin los objetos de estudio

    y los procedimientos educadores29.

    28 Ibdem, pp. 86-87.29 Es curioso que este fragmento del discurso fuera literalmente incorporado al informe que en 1919, a

    instancias del Consejo de Instruccin Pblica, redact la ILE sobre la reforma de la educacin secundaria.Vase Historia de la Educacin en Espaa. De la Restauracin a la II Repblica , Madrid, Ministerio deEducacin y Ciencia, 1982, tomo III, p. 386.

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    Esta fue la concepcin de la educacin secundaria que puso en prctica en las aulas

    pblicas el Instituto-Escuela.

    Hacia la universalizacin de las enseanzas bsicas

    Como hemos visto, lo que triunf en toda Europa durante el siglo XIX fue la concepcin

    liberal de los sistemas educativos que los dotaba de una estructura bipolar, separando a

    la poblacin escolar en dos grupos, destinatarios ambos de distintas enseanzas: de un

    lado, una instruccin primaria, dedicada a las clases populares, compartimiento estanco

    que careca de conexin con el resto del sistema educativo; de otro, una instruccin

    que brindaba las enseanzas secundaria y superior a las clases medias y altas de la

    sociedad. Tambin hemos reseado que la asignacin a las clases populares de la

    enseanza primaria fue una conquista social respecto del Antiguo Rgimen.

    De hecho, la historia de la educacin en el siglo XIX europeo es, en parte, un relato que

    nos cuenta la constante aplicacin del principio de igualdad a la enseanza primaria.

    La primera manifestacin de ese principio se encamin a conseguir una educacin

    pblica en la que la escuela elemental o bsica ocupara un lugar esencial, configurando

    la enseanza primaria como una obligacin del Estado, como un deber de los poderes

    pblicos. Pero ante la pasividad de muchos Estados, surgi la necesidad de impulsar

    la escolaridad obligatoria, nico medio de lograr la alfabetizacin de toda la poblacin,

    y con ella el conocimiento de los derechos y deberes del ciudadano, su integracin

    social y su participacin poltica por medio del sufragio universal (tanto masculino

    como femenino). Despus se dio otro paso: para que todos pudieran cumplir con la

    escolarizacin obligatoria era necesario que la primera enseanza fuera gratuita. Desde

    mediados del siglo XIX los pases comenzaron a incorporar esta conquista social: la

    escolarizacin obligatoria y gratuita se encarn gradualmente en las leyes educativas

    europeas. Fue el triunfo de la escolarizacin primaria y del aprendizaje de saberes

    socialmente significativos, transmitidos de un modo sistemtico.

    La extensin de la escolarizacin primaria supuso una constante transformacin del

    currculo de la enseanza primaria. Comenz siendo un currculo muy simple leer,escribir y contar, pero despus, conforme fueron desarrollndose las sociedades

    europeas, fue creciendo en extensin e intensidad. En Espaa, por ejemplo, el primitivo

    currculo de slo tres aos, segn prescriba la ley Moyano para esta enseanza

    obligatoria, pas, a principios del siglo XX, a seis aos de duracin, y, pronto, en los aos

    veinte de ese siglo, a ocho aos. Creci tambin en intensidad: de un currculo sencillo,

    basado en las cuatro reglas y en los rudimentos de la lectura y la escritura, se pas

    en 1901 a un currculo enciclopdico. El problema no obstante seguir en pie, porque

    este currculo extenso e intenso, obligatorio y gratuito, segua sin tener conexin con el

    resto de los niveles educativos clsicos. El currculo del sistema educativo continuabasiendo en toda Europa un currculo bipolar, segmentado, fuertemente jerarquizado: el

    La historia de laeducacin en el sigloXIX es, en parte, laaplicacin del principiode igualdad a laenseanza primariacomo obligacin delEstado. Se impuls laescolaridad obligatoriay que la primera

    enseanza fuesegratuita.

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    conocimiento era utilizado como un filtro que slo permita el acceso a la educacin

    secundaria a determinadas clases.

    Es cierto que durante la primera mitad del siglo XX la escolarizacin primaria comprendiun periodo estndar de ocho o diez aos de duracin, pero esta alfabetizacin masiva

    no impidi que la enseanza primaria siguiera siendo un nivel educativo que, dentro

    de los sistemas educativos europeos, se cerraba sobre s mismo. Para paliar esta

    notable desigualdad de oportunidades, los diversos sistemas fueron introduciendo unas

    enseanzas, paralelas a las acadmicas, a las que se poda acudir desde la enseanza

    primaria: la modern secondary schoolen el Reino Unido, la Hauptschuleen Alemania,

    el collge denseignement tecniqueen Francia o el centro de formacin profesional en

    Espaa. Pero obviamente la estructura bipolar de los sistemas educativos europeos

    permaneca intacta; ms an, la segregacin que supona la existencia de esta enseanza

    paralela era patente: afectaba siempre a los mismos destinatarios, esto es, a las clases

    populares. Por el contrario, la grammar school, el gymnasium, el lyceo el instituto se

    reservaban para otros destinatarios: los estratos medios y superiores de la sociedad.

    El problema se fue complicando conforme fue abrindose paso en la conciencia europea,

    en el primer tercio del siglo XX, la idea de que la educacin secundaria no deba ser

    monopolio de una sola clase, sino abierta a toda la poblacin. Contribuy a ello la influyente

    obra del historiador britnico R. H. Tawney, que en 1924 public un libro, Secondary

    Education For All, que conform ampliamente la opinin pblica a este respecto, aunque

    la idea encontr el terreno suficientemente preparado. En Espaa, Cosso, una de las

    cabezas ms lcidas de la ILE, al preparar para el Consejo de Instruccin Pblica el

    informe sobre la reforma de la educacin secundaria, dir en 1919 que era necesario

    superar la idea de que la enseanza secundaria constituye el factor principal de la

    educacin burguesa, por lo que hay que abrir la segunda enseanza a todo el mundo

    gratuitamente, como se ha hecho con la primaria desde hace un siglo30. Esta idea

    de abrir la secundaria a toda la poblacin de modo gratuito dar lugar, despus de la

    Segunda Guerra Mundial, a la enseanza comprensiva, primero en Suecia, luego en el

    Reino Unido y despus en la mayor parte de los pases europeos (slo cabe exceptuar

    a los pases centroeuropeos donde, aunque tambin se implant, no fue predominante).

    Entre nosotros, como es sabido, la introduccin de la comprensividad se produjo en 1970

    con la Ley General de Educacin, que estableci una educacin bsica para toda la

    poblacin escolar comprendida entre los seis y los catorce aos edad, fundiendo la vieja

    primaria y la primera parte de la secundaria en un solo nivel educativo. Fue el primer paso

    para abrir la educacin secundaria a toda la poblacin. Pero en lo que en mi opinin fue un

    progreso abrir la educacin secundaria a toda la poblacin, increment notablemente,

    como veremos, el grado de problematicidad de la educacin secundaria. Utilizando un

    30 Manuel B. Cosso, De su jornada, Madrid, Aguilar, 1966, pp. 44-45. Tambin en Historia de la educacin,op. cit., vol. III.

    En el primer tercio delsiglo XX surge la ideade que la educacinsecundaria debaser abierta a toda lapoblacin de modogratuito. Despusde la II GuerraMundial la enseanzacomprensiva seextendi en Europa.

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    sencillo smil, podramos decir que la ley del 70 fue como la boa que devora un animal de

    excesivo tamao para su estmago, dando lugar a una difcil y laboriosa digestin que, en

    nuestro caso, llega hasta nuestros das. En mi opinin, la LOGSE, al ampliar la escolaridad

    obligatoria, y con ella la escuela comprensiva, hasta los diecisis aos, subestim tambin

    las dificultades de esta empresa, benemrita desde la perspectiva de la equidad social

    pero que presentaba innegables dificultades que an no hemos superado.

    Los profesores ante la universalizacin de la educacin secundaria

    La universalizacin de la educacin secundaria obligatoria ha producido no slo un

    cambio estructural profundo en el sistema educativo, sino que ha aparejado tambin un

    cambio sustancial en la condicin del profesor que tradicionalmente se ha ocupado de

    la educacin secundaria.

    En el escenario de este cambio ha pesado muy especialmente el alumnado. Ya vimos

    que durante el siglo XIX y gran parte del XX la estructura de nuestro sistema educativo

    como los dems sistemas educativos europeos tena un carcter dual o bipolar.

    En consecuencia, la mayor parte de la poblacin escolar era destinada a la enseanza

    primaria, mientras que slo una pequea minora acceda a la segunda enseanza,

    considerada como la va adecuada para los estudios universitarios. Sin embargo, en el

    ltimo tercio del siglo XX se produjo en Espaa una revolucin pacfica y silenciosa: se

    pas de un sistema muy selectivo y excluyente a un sistema abierto e integrador que

    acogi a toda la poblacin escolar desde los 6 hasta los 16 aos. El alumnado que antes

    frecuentaba las aulas de los institutos, minoritario y homogneo, fue incrementndose

    hasta alcanzar a todoel colectivo escolar comprendido en esas edades; lgicamente,

    nuestras aulas se llenaron de un alumnado heterogneo y dispar. Este fenmeno ha sido

    algo ms que una mutacin accidental, ha sido un giro copernicano que hubiera debido

    obligarnos a la aplicacin de ms recursos que los puestos a disposicin de esta reforma.

    La escolarizacin de toda la poblacin escolar, incluida la comprendida entre los 12 y

    los 16 aos tramo ocupado antes por el bachillerato tradicional, ha supuesto acoger

    lgicamente al cien por cien de los alumnos ms capaces, al cien por cien de los alumnos

    ms motivados y al cien por cien de los alumnos que encajan bien en el sistema, pero

    tambin a su reverso:

    El incuestionable xito social que supone la escolarizacin plena del cien por

    cien de los nios, supone dar cabida en nuestras aulas al cien por cien de los

    nios ms torpes, al cien por cien de los ms agresivos, al cien por cien de

    los que sufren malos tratos o que sobreviven en precario, con circunstancias

    personales y sociales muy difciles []31.

    31 Jos Manuel Esteve, La tercera revolucin educativa. La educacin en la sociedad del conocimiento,Barcelona, Paids, 2003, p. 53.

    El alumnado de losinstitutos, minoritarioy homogneo, fueincrementndose

    hasta alcanzar a todoel colectivo escolarcomprendido enesas edades. Estefenmeno hubieradebido obligarnos ala aplicacin de msrecursos.

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    A ello ha venido a sumarse el incremento constante en las aulas pblicas de alumnos

    inmigrantes procedentes de diversas culturas y lenguas. Pinsese que en el curso

    2000/2001 haba en nuestras aulas 141.916 escolares procedentes de otros pases,

    fundamentalmente inmigrantes, mientras que los ltimos datos oficiales del curso

    2010/2011 arrojan un total de 770.384, es decir, la poblacin inmigrante existente en

    nuestras aulas se ha quintuplicado. La pregunta que surge inevitable es sta: con qu

    medios han apoyado las Administraciones educativas la labor del profesorado? Y desde

    otra perspectiva, qu puede hacer el profesorado ante una situacin que muchas veces

    le desborda?

    La situacin del profesorado, especialmente el de la segunda enseanza que aqu

    analizamos, se caracteriza en general por la perplejidad y el malestar. Parte de estos

    docentes profesaron en las aulas de un sistema educativo muy selectivo, con un alumnado

    motivado y muy homogneo; tenemos as un profesorado preparado, en la medida en

    que lo fue, para un sistema educativo que ya no existe, y para un alumnado homogneo

    que tampoco existe. Otra parte del profesorado ingres en los cuerpos docentes de

    secundaria encontrndose con la nueva enseanza comprensiva, con la ESO, sin que

    los errticos e improvisados programas de perfeccionamiento les sirvieran de mucho.

    Hay que resolver, por tanto, un problema nuevo representado por la heterogeneidad del

    alumnado, para el que el profesorado no ha sido capacitado. Este problema es el de la

    diversidad. Esta es, a mi parecer, la razn de fondo de los fracasos, de los abandonos,

    de la calidad media de nuestro sistema en comparacin con los mejores sistemas

    educativos europeos.

    Ello ha sido debido en gran parte, aunque nos parezca escandaloso, a que Espaa ha

    carecido desde los aos setenta del pasado siglo de una poltica firme y sostenida de

    formacin inicial y de formacin continua del profesorado, aunque haya habido intentos

    importantes, aunque fallidos. Me refiero concretamente al proyecto esbozado durante el

    primer gobierno socialista que no lleg a ponerse en prctica, probablemente por una

    falta de decisin de las autoridades educativas. Como es sabido, en 1987, con motivo del

    proceso de reforma de las nuevas titulaciones universitarias, el Ministerio de Educacin

    nombr diversas comisiones de expertos para que propusieran lo que despus fueronlas lneas directrices del currculo, las materias troncales. Entre estas comisiones, el

    Grupo XV, encargado de las nuevas titulaciones pedaggicas, propuso una cualificacin

    acadmica especfica que se concretaba en la creacin del ttulo de profesor de educacin

    secundaria. Estbamos, as, ante una rigurosa novedad, instrumentada por medio de dos

    licenciaturas concretas: una para los profesores de educacin secundaria obligatoria, cuya

    formacin sera por reas y no por materias especficas, y otra para los profesores de

    educacin secundaria postobligatoria bachillerato, cuya formacin se centrara en las

    disciplinas correspondientes. Se trataba de dos licenciaturas de segundo ciclo para cuyo

    acceso se exigira previamente un primer ciclo universitario de tres aos que suministraralos conocimientos cientficos precisos y que se cursara en las facultades correspondientes.

    La situacin delprofesorado secaracteriza por la

    perplejidad y elmalestar. Tenemosun profesoradopreparado para unsistema educativo queya no existe y para unalumnado homogneoque tampoco existe.

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    Una de las autoridades responsables de la reforma educativa del gobierno socialista

    dira despus que

    el Ministerio de Educacin la rechaz [la propuesta del Grupo XV] para evitar

    que los alumnos tuvieran que elegir, al terminar su primer ciclo de estudios

    universitarios, entre las titulaciones cientficas y las didcticas. El alumno que

    estudia historia, por ejemplo, elegir seguir estudiando la opcin ms cientfica

    sabiendo que se cierra la va docente cuando sta es una de sus principales

    salidas laborales?32.

    La verdad es que en contra de esta solucin pes ms el corporativismo universitario:

    los rectores defendieron para sus graduados la solucin tradicional licenciatura en

    Ciencias Fsicas, por ejemplo, y un curso de cualificacin pedaggica despus,

    solucin que permita a los egresados de la universidad una doble salida profesional(en el ejemplo citado, emplearse como fsico en la empresa privada o, haciendo el citado

    curso, ingresar como docente en la funcin pblica). La conclusin final, empero, es que

    durante el periodo de la experimentacin de la reforma educativa no se abord con la

    suficiente energa el problema de la reestructuracin de los cuerpos docentes, dejando

    sin contestar esta apremiante pregunta:

    Si la creacin de la Secundaria Obligatoria es la cuestin ms emblemtica de

    la Reforma, cmo es posible que no se haya[n] creado titulaciones especficas

    de Profesorado de Secundaria?33.

    El resultado es que hasta la puesta en marcha del mster actual de formacin de

    profesores de educacin secundaria, cuya reciente implantacin impide un juicio fundado

    sobre su virtualidad, el profesorado de la secundaria obligatoria se ha enfrentado a

    enormes dificultades armado de un ineficiente y desprestigiado certificado de aptitud

    pedaggica. El profesorado es nuestro principal activo, pero no se ha sabido darle la

    mxima formacin y el mximo reconocimiento; quiz por ello tampoco se ha tenido con

    el profesorado la mxima exigencia. Ese debera ser el camino a seguir por el Estado y

    por las comunidades autnomas: mxima formacin, mximo reconocimiento y mxima

    exigencia.

    Hay otro aspecto relacionado con el profesorado que tambin merece nuestra

    atencin. El profesorado actual ha sufrido el cambio estructural que supuso en 1970 la

    transformacin de la vieja enseanza primaria en una educacin bsica que absorbi

    parte de la vieja educacin secundaria, as como el cambio que supuso la LOGSEde

    1990 extendiendo dos aos ms la educacin obligatoria. Esto produjo un doble efecto

    desde la perspectiva que nos ocupa. En primer lugar, la educacin secundaria que se

    32 lvaro Marchesi, Controversias en la educacin espaola, Madrid, Alianza, 2000, p. 114.

    33 Juan Yanes Gonzlez, La formacin de profesores de educacin secundaria: un espacio desolado,Revista de Educacin, n 317 (1998), p. 68

    El camino a seguirpor el Estado y porlas comunidadesautnomas debaser: mximaformacin, mximoreconocimiento y

    mxima exigencia.

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    MONOGRFICO. Manuel de Puelles Bentez. De la ctedra de bachillerato al profesorado deeducacin secundaria

    convierte en obligatoria pasa a ser una educacin general34, con todas las implicaciones

    y mutaciones que ello conlleva. En segundo lugar, la posicin objetiva del profesorado

    de educacin secundaria cambi, no solamente porque tuviera que atender a la totalidad

    de la poblacin escolar de doce a diecisis aos antes, en el bachillerato tradicional,

    slo a una pequea minora, sino tambin porque la educacin secundaria obligatoria

    dej de ser una educacin preuniversitaria. La ESO no slo prepara para el bachillerato

    sino que abre la va de la formacin profesional de grado medio; incluso el bachillerato

    actual tramo 16-18 aos, no slo ha sufrido un adelgazamiento patente (con lo

    que la formacin preparatoria para la universidad es escasa), sino que debe tambin

    preparar para la formacin profesional de grado superior.

    La conclusin obligada es que el estatus objetivo del profesorado se ha resentido de

    todos estos procesos. No es casual que la reforma de 1970 tuviera problemas en el tercerciclo de la EGB, el tramo 12-14 sustrado a la educacin secundaria, y que la reforma

    de 1990 los tuviera tambin en la educacin secundaria obligatoria, esto es, en el mismo

    tramo anterior slo que prolongado ahora hasta los 16 aos. No es casual tampoco

    que los profesores de bachillerato clamaran entonces contra la ley de 1970 alegando la

    egebeizacin de la secundaria, ni que esos mismos profesores clamen hoy contra la

    ESO y contra la prdida de identidad del bachillerato. En ambos casos se tropez con la

    cultura escolar, ese conjunto de hbitos, prcticas, saberes y mentalidades sedimentados

    a lo largo del tiempo que, en el supuesto de los profesores de secundaria, est ligada

    con la cultura profesional especfica de este grupo. El cambio nominal de Institutos de

    Bachillerato a Institutos de Educacin Secundaria (IES) no fue slo un cambio formal,

    sino tambin la expresin de una profunda transformacin de la naturaleza de la vieja

    educacin secundaria que choc con la cultura profesional de este colectivo, dotado de

    una historia, unos valores, unos intereses materiales yfines35 muy determinados.

    Por ltimo, es obvio que la cultura escolar de los profesores de secundaria sigue anclada

    mayoritariamente en una concepcin del bachillerato como nivel propedutico, lo que tiene

    poco que ver con la formacin general que debe darse hoy a la totalidad de la poblacin

    escolar, y en consecuencia pugna con la concepcin de una secundaria obligatoria comoprolongacin de la primaria que, hoy por hoy, parece irreversible: la educacin secundaria

    obligatoria, por su carcter comprensivo y obligatorio, comparte con la educacin primaria

    ms aspectos y similitudes que con el bachillerato o la formacin profesional.36 Es

    obvio tambin, por otra parte, que la formacin de los profesores de secundaria sigue

    siendo una formacin especializada y acadmica de contenidos, suministrada por la

    34 Jos Gimeno Sacristn, La educacin obligatoria: su sentido educativo y social, Madrid, Morata, 2005, 3ed., p. 80.

    35 Antonio Bolivar, La identidad profesional del profesorado de secundaria: crisis y reconstruccin, Mlaga,Aljibe, 2006, p. 94.

    36 Antonio Viao Frago, Del bachillerato de elite a la educacin secundaria para todos (Espaa, siglo XX), enGuillermo Vicente y Guerrero (coordinador), Historia de la Enseanza Media en Aragn, Zaragoza, InstitucinFernando el Catlico (CSIC), 2011, p. 466.

    El estatus objetivo

    del profesorado seha resentido de losprocesos de cambio.La transformacin dela naturaleza de laeducacin secundariatropez con su culturaprofesional hbitos,prcticas, saberes ymentalidades.

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    universidad, y que esa formacin tiene poco que ver con una secundaria obligatoria que

    exige una formacin centrada no en disciplinas concretas sino en reas de conocimiento

    (la universidad, por ejemplo, prepara bilogos, gelogos o qumicos, pero no prepara

    profesores para el rea de ciencias de la naturaleza). Que la LOGSEse adentrara en este

    complejo terreno sin tener una poltica clara para el profesorado a corto, medio y largo

    plazo explica buena parte de los problemas que hemos heredado hasta el momento.

    Que no se preparara al profesorado en 1970 y 1990 para las transformaciones de la

    educacin secundaria, explica la otra parte del problema

    Referencias bibliogrficas

    ARCHER, M. S. (1979): Social Origins of Educational Systems. London: Sage Publications.

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    CO