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Instituto de Investigaciones en Psicoanálisis Aplicadas a las Ciencias Sociales Universidad Argentina John F. Kennedy Revista Borromeo N° 3 - Año 2012 http://borromeo.kennedy.edu.ar [email protected] ISSN 1852-5704 351 PROFUNDIZACIÓN DE CONCEPTOS: CONTENCIÓN EMOCIONAL Y MENTALIZACIÓN MARCELA JALEH ANA MARÍA LUZZI RESUMEN El objetivo es profundizar en la definición e importancia de dos conceptos: Contención emocional y Mentalización. El interés surge de la asistencia e investigación empírica llevada a cabo en el Servicio de Psicología Clínica de Niños dependiente de la Segunda Cátedra de Psicoanálisis: Escuela Inglesa, de la Facultad de Psicología, UBA. Se brinda asistencia psicoterapéutica a una población en condiciones de extrema vulnerabilidad psico-social, niños entre 3 y 12 años. Se privilegia la psicoterapia psicoanalítica grupal para los niños y los adultos responsables deben asistir a grupos de orientación. El marco teórico que guía la asistencia y las investigaciones es la Teoría de las Relaciones Objetales y las conceptualizaciones de autores de la Escuela Inglesa de Psicoanálisis. El concepto de mentalización (Fonagy, 2006) se relaciona con el de contención emocional, en tanto se entienden como estados a los cuales “se buscará acceder” mediante el tratamiento psicoterapéutico ofrecido a los adultos responsables. En este trabajo se efectúa una precisión conceptual que posibilita delimitar y establecer las conexiones entre ambos conceptos. El trabajo psicoterapéutico en grupos de orientación brinda herramientas que propician la modalidad reflexiva en los adultos, incidiendo en un cambio favorable en el vínculo con los niños bajo su responsabilidad. Palabras clave: Psicoterapia grupal; adultos responsables; mentalización; contención emocional. DEEPENING OF CONCEPTS: EMOTIONAL CONTAINMENT AND MENTALLIZATION SUMMARY: The aim is to penetrate into the definition and importance of two concepts: emotional holding and mentalization. The

PROFUNDIZACIÓN DE CONCEPTOS: CONTENCIÓN …borromeo.kennedy.edu.ar/Artculos... · En este artículo efectuaremos una precisión teórica de los conceptos de Contención Emocional

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PROFUNDIZACIÓN DE CONCEPTOS: CONTENCIÓN EMOCIONAL

Y MENTALIZACIÓN

MARCELA JALEH

ANA MARÍA LUZZI

RESUMEN

El objetivo es profundizar en la definición

e importancia de dos conceptos:

Contención emocional y Mentalización.

El interés surge de la asistencia e

investigación empírica llevada a cabo en

el Servicio de Psicología Clínica de Niños

dependiente de la Segunda Cátedra de

Psicoanálisis: Escuela Inglesa, de la

Facultad de Psicología, UBA. Se brinda

asistencia psicoterapéutica a una

población en condiciones de extrema

vulnerabilidad psico-social, niños entre 3

y 12 años. Se privilegia la psicoterapia

psicoanalítica grupal para los niños y los

adultos responsables deben asistir a

grupos de orientación.

El marco teórico que guía la asistencia y

las investigaciones es la Teoría de las

Relaciones Objetales y las

conceptualizaciones de autores de la

Escuela Inglesa de Psicoanálisis.

El concepto de mentalización (Fonagy,

2006) se relaciona con el de contención

emocional, en tanto se entienden como

estados a los cuales “se buscará

acceder” mediante el tratamiento

psicoterapéutico ofrecido a los adultos

responsables.

En este trabajo se efectúa una precisión

conceptual que posibilita delimitar y

establecer las conexiones entre ambos

conceptos. El trabajo psicoterapéutico en

grupos de orientación brinda

herramientas que propician la modalidad

reflexiva en los adultos, incidiendo en un

cambio favorable en el vínculo con los

niños bajo su responsabilidad.

Palabras clave: Psicoterapia grupal;

adultos responsables; mentalización;

contención emocional.

DEEPENING OF CONCEPTS:

EMOTIONAL CONTAINMENT AND

MENTALLIZATION

SUMMARY:

The aim is to penetrate into the definition

and importance of two concepts:

emotional holding and mentalization. The

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interest arises from the practice and

investigation carried out in the Clinical

Assistance Unit of the Second Chair of

Psychoanalysis: British School, School of

Psychology of the University of Buenos

Aires offering psychological assistance to

a population in conditions of extreme

psico-social vulnerability, to children

between 3 and 12 years. The Clinical

Assistance offers Psychoanalytic grupal

psychotherapy, groups of children and

the obligatory incorporation of the adult in

groups of orientation for responsible

adults.

The theoretical frame that guides the

assistance and the investigations is the

Theory of the Relations Object and the

conceptualizations of other authors of the

English School of Psychoanalysis.

The concept of mentalization (Fonagy,

2006) relates to that of emotional holding;

understood as conditions to which “one

will look for to accede “during the

psychotherapeutic treatment. We will

effect a conceptual precision that them

will allow to delimit and to establish the

connections between both. The work

psychotherapeutic in groups of

orientation offers tools that propitiate the

reflexive modality in the adults, affecting

in a favorable change in the link with the

children under his responsibility.

Key Words: Group psychotherapy;

adults responsible; mentalization;

emotional holding

Introducción

En este artículo efectuaremos una precisión teórica de los conceptos de Contención

Emocional y Mentalización. En primer término, se definirán ambos conceptos a partir de

sus orígenes, de modo de poder delimitar si se hallan próximos conceptualmente y, en

ese caso, de qué modo y en qué medida se relacionan.

Nuestra hipótesis es que ambos conceptos aluden a “un estado a arribar” en la práctica

clínica psicoanalítica; se trata de conceptos pertinentes para la práctica clínica en general

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y, en nuestra experiencia, han resultado de interés en el trabajo con padres o adultos

responsables incluidos en grupos de orientación, cuyos hijos son asistidos en

psicoterapia.

El interés por ahondar en estos conceptos surge a partir de la práctica clínica en el

Servicio de Psicología Clínica de Niños (SPCN) dependiente de la Segunda Cátedra de

Psicoanálisis: Escuela Inglesa, de la Facultad de Psicología, UBA.

En el SPCN se brinda asistencia psicoterapéutica a familias que no cuentan con cobertura

de salud y que se encuentran en condiciones de extrema vulnerabilidad psicosocial; los

niños son derivados para su atención mayoritariamente por escuelas, juzgados y

hospitales nacionales y provinciales. Se asisten niños entre 3 y 12 años y se requiere

como condición para el tratamiento –tanto individual como grupal- la inclusión de los

adultos responsables en grupos de orientación, paralelos a las psicoterapias de

orientación psicoanalítica de los niños.

El marco teórico que guía la asistencia son las conceptualizaciones de autores de la

Escuela Inglesa de Psicoanálisis.

Desde 1995 la cátedra realiza investigaciones empíricas sistemáticas sobre los problemas

más relevantes de la población clínica; actualmente se está desarrollando una

metodología para determinar la eficacia terapéutica en los grupos psicoanalíticos de niños

y en los grupos de orientación a padres 1.

Este artículo se enmarca en la investigación en curso mencionada, y resume algunos

avances de las tesis doctorales de las autoras, en etapa de desarrollo.

1 20020100100492 (Programación UBACyT 2011-2014) “Eficacia Terapéutica. Desarrollo de una metodología

para su determinación” Directora: S. Slapak.

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En investigaciones anteriores2 se pudo comprobar que el aumento en la capacidad de

contención emocional de los padres o adultos responsables que asisten a los grupos de

orientación incide favorablemente en el tratamiento psicológico de los niños y en su

posterior mejoría. Por el contrario, se ha constatado que cuando los padres o adultos

responsables presentan dificultades para alcanzar esta capacidad, esta variable repercute

desfavorablemente en la posibilidad de cambio terapéutico de sus hijos y en la

disminución de la sintomatología y problemáticas iniciales. Esta dificultad se hizo más

evidente en los casos de padres de niños con hiperactividad y manifestaciones de

tendencia antisocial, que presentaban serias dificultades para la comprensión de los

estados emocionales de sus hijos (Luzzi et al., 2009).

Otros equipos de investigación han arribado a conclusiones similares utilizando conceptos

cercanos al de contención emocional, capacidad reflexiva o mentalización. Slangstad

Gullestad y Wilberg (2011) utilizan en su estudio una escala para medir la capacidad

reflexiva de los padres y concluyen que el desarrollo de esta capacidad constituye un

factor preventivo de serios trastornos de personalidad en el niño, tales como

comportamiento desorganizado y violento, impulsividad, cambios de ánimo constantes y

lesiones autoinfligidas.

En la misma dirección, los estudios de Trunzo (2006), en los cuales se utiliza el concepto

de “eficiencia parental” para denominar un concepto cercano al de contención emocional,

determinan que “los padres eficientes” responden mejor al tratamiento psicológico y que la

2 Beca Categoría Estimulo: “Capacidad de contención emocional de padres o adultos responsables: Estudio

de la posibilidad de cambio en grupos de orientación.”Programación UBACyT 2005-2007. Becaria: Jaleh Marcela; Directora: Prof. Ana María Luzzi

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posibilidad de desarrollar esta habilidad constituye un predictor para la mejoría en el

comportamiento de sus hijos.

Barber (2002) considera que los padres con “autonomía psicológica” favorecen el

desarrollo del proceso de socialización de los hijos, sin interferir con el sentido de realidad

e identidad en el niño, pero que este logro es necesario construirlo mediante procesos

psicoterapéuticos “ad-hoc”.

Desarrollo

Contención emocional: Esta denominación es ubicua y frecuentemente utilizada en

diferentes contextos para describir situaciones diversas de los vínculos familiares,

institucionales, en la relación médico-paciente, y también en situaciones sociales más

generales.

En este artículo haremos referencia al concepto de contención emocional en un sentido

restrictivo, y aludiremos únicamente al concepto que se fue delimitando y construyendo en

la actividad de investigación empírica sistemática, surgida a partir de la práctica clínica en

el Servicio de Psicología Clínica de Niños.

El primer antecedente de este concepto se encuentra en la noción de contención familiar,

definida y utilizada en uno de los primeros proyectos de investigación de la cátedra3, en el

cual se abordaba el estudio de las conductas antisociales de los niños y su relación con

situaciones de pérdida y con la contención familiar y social.

La contención familiar fue definida por la existencia en una familia de uno o más adultos

responsables de la crianza del niño/a, en condiciones de permitir su desarrollo emocional

y tolerar la expresión de sus afectos y angustias. Los indicadores de esta variable estaban

3 PS043 (Programación UBACyT 1995-1997). Directora: N Cervone,

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dados por la existencia -o no- de adultos responsables y, en el primer caso, por la

existencia de una actitud emocional positiva o negativa. Un ejemplo de actitud emocional

negativa estaba dado por la presencia de una madre depresiva, que aún cuando estuviera

presente y pudiera satisfacer algunas necesidades básicas de los niños, no estaría en

condiciones de tolerar la expresión de angustias o afectos intensos de sus hijos.

Este concepto abreva en la noción de tendencia antisocial de D. Winnicott (1956); las

ideas winnicottianas acerca de la estructuración psíquica de estos niños, la relación con la

madre y todos aquellos "otros" (padre, familiares, maestros, jueces) en condiciones –o

no- de contener al niño resistiendo su acto violento y sostenerlo sin desbordarse,

constituyeron un aporte importante en la construcción del concepto de contención familiar

y de contención social.

Asimismo, la noción de contención emocional se relaciona con la teoría del pensamiento

de W. Bion, especialmente sus conceptualizaciones respecto de los vínculos primitivos, la

noción de tolerancia a la frustración y la capacidad de reverie materna transformadora de

las impresiones sensoriales del bebé - elementos β, aquello que sólo es susceptible de

ser expulsado - en imágenes dotadas de sentido o elementos α, que posibilitan la

creación de pensamientos y el crecimiento mental mediante el aprendizaje por la

experiencia (Bion, 1962).

El concepto de Contención Social, muy próximo al de contención emocional, está definido

por la existencia en una institución secundaria – especialmente en la escuela- de

personal en condiciones de tolerar la provocación que implican las tendencias antisociales

de los niños/as, sin que se desvirtúe su función específica.

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En la década de 2000’ el equipo docente de la cátedra desarrolló investigaciones

empíricas4 en psicoterapia cuyo objetivo principal fue estudiar el cambio psíquico de los

niños incluidos en grupos psicoterapéuticos y el de sus padres en los grupos de

orientación. Cabe señalar que nuestras investigaciones se habían ampliado respecto del

interés inicial por el estudio de las tendencias antisociales en los niños, y abarcaron una

muestra mucho más amplia no sólo por la cantidad de grupos en estudio sino por la

variedad en la patología de los niños.

Estas investigaciones nos condujeron a una mayor precisión conceptual y el concepto de

contención emocional fue ampliado, haciendo hincapié además en la capacidad de

observación del adulto. La contención emocional es redefinida como la capacidad de los

padres o adultos responsables para registrar e identificar las necesidades, obstáculos y

logros en el desarrollo emocional de sus hijos y favorecer su crecimiento, facilitando la

expresión de afectos y tolerando las manifestaciones de angustia (Luzzi, 2008).

Un proyecto de beca se focalizó en el estudio de la capacidad de contención emocional

de los padres o adultos responsables de niños entre seis y ocho años de edad. Se estudió

la posibilidad de cambio en esa capacidad, a partir de la inclusión en grupos de

orientación que funcionaban en paralelo con la psicoterapia de sus hijos. Los cambios

terapéuticos se determinaron mediante una metodología desarrollada por el equipo de

investigación y los resultados se contrastaron con los del MIPS (Millon, 1994),

4 P062, Programación UBACyT 2001-2002: “Cambio psíquico: caracterización psicopatológica, proceso

psicoterapéutico y contexto psicoeducativo. Un estudio de escolares de hogares pobres”. Directora: Sara Slapak. P051, Programación UBACyT 2004-2007: “Evaluación de cambio psíquico de niños en psicoterapia psicoanalítica”. Directora: Sara Slapak P047, Programación UBACyT 2008-2010: “Método de evaluación de proceso psicoterapéutico psicoanalítico y análisis de perfil de población clínica consultante”. Directora: Sara Slapak

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cuestionario aplicado a los adultos responsables antes de su ingreso a los grupos de

orientación y al cabo de un año de psicoterapia.

Los grupos de orientación a padres constituyen un dispositivo terapéutico que posibilita

elaborar y modificar afectos en el aparato psíquico de sus integrantes y propicia la

conexión con aspectos intra e interpersonales, tales como el involucramiento con la

problemática de los hijos y el aumento en la capacidad de reflexión (Belmes et al., 2005;

Slapak, 2002).

En una investigación posterior cuyos objetivos se focalizaron en el estudio de la relación

entre el proceso de cambio terapéutico de los niños en psicoterapia y la contención

emocional de sus padres o adultos responsables y de los educadores5, fue necesario

definir a qué se aludía con el concepto de “contención emocional de los educadores”.

Se partió de la perspectiva de considerar que los educadores, en tanto adultos

responsables de la educación formal de los/as niños/as, pueden propiciar el desarrollo

emocional de éstos reparando a veces falencias de la familia. Esta hipótesis se sustenta

en la experiencia clínica en el SPCN y en el concepto de Super-Yo-Ideal de D. Meltzer

(1974), aspecto diferenciado del Superyo, formado por cualidades buenas e idealizadas

de los objetos madre y padre, a los que se agregan introyecciones de cualidades nuevas

de otras figuras de la infancia (educadores, maestros, etc.). La configuración del Super-

Yo-Ideal otorga complejidad y riqueza a la vida psíquica, en la medida que aporta la

posibilidad de elección de “modelos” secundarios a las figuras de identificación

parentales.

5 P415, Programación UBACyT 2008-2010: “Cambio psíquico de niños en psicoterapia psicoanalítica y

capacidad de contención emocional de los adultos responsables y de los educadores”. Directora: Ana M. Luzzi

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El concepto de “contención emocional” extendido a los educadores fue definido como la

capacidad para facilitar y propiciar el desarrollo emocional de los niños, tolerar la

expresión de sentimientos, observar y registrar las necesidades del crecimiento, sin que

se desvirtúe la función específica del adulto a cargo, que en este caso es el proceso de

enseñanza-aprendizaje.

Resulta relevante realizar esta indagación dentro del contexto escolar en tanto

consideramos que la capacidad de contención emocional de los educadores es un

condicionante que puede favorecer o entorpecer el desarrollo emocional de los niños/as y,

por ende, mitigar o acentuar su patología. A su vez, los educadores resultan actores

privilegiados en la detección de dificultades, conflictos y sintomatología de los niños a su

cargo, y efectúan derivaciones a tratamiento psicológico de modo cada vez más frecuente

y a edades más tempranas, al menos en nuestra experiencia en el SPCN. Es por ello que

nos interesa estudiar su percepción respecto de la sintomatología que presentan los

niños, y también cómo se perciben a sí mismos en cuanto a su capacidad para

comprender dichas problemáticas; asimismo nuestras indagaciones apuntan a intentar

conocer los recursos de los docentes para afrontar las dificultades en el cumplimiento de

su función específica.

La conducta y el rendimiento del niño/a en la escuela son resultado de situaciones

complejas y nos interesa identificar las interacciones sociales/institucionales que

determinan el desarrollo de los niños. Este estudio exploratorio cumple con un doble

propósito: indagar acerca de las características de la contención emocional de los

educadores hacia los niños dentro del espacio educativo y generar un instrumento de

construcción colectiva para la comunicación sistemática entre el espacio educativo y el

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espacio de atención psicoterapéutica (SPCN), para promover y favorecer el

establecimiento de estrategias conjuntas

La propuesta es “construir” información sobre los aspectos del “vínculo niño-adulto” en el

ámbito escolar, de acuerdo con la hipótesis de que es un factor que incide fuertemente en

el aprendizaje y en el desarrollo emocional de los niños (Luzzi et al., 2010).

Mentalización: Haremos un breve recorrido para explicar el surgimiento y evolución de

este concepto en la obra de P. Fonagy.

La terapia basada en la mentalización (TBM) surge en la década de los 90’ como

propuesta alternativa de tratamiento de los trastornos límite de la personalidad, frente a la

fuerte tendencia a la medicalización por parte de la psiquiatría. En esa década surgen las

terapias comportamentales con el impulso y el soporte empírico de Marshal Linehan

(1995), focalizadas en el tratamiento de los comportamientos autodestructivos.

Fonagy (1991) y Bateman estudiaron a estos pacientes en grupos controlados; el marco

teórico de sus investigaciones incluía el concepto de mentalización al que definían como

“el proceso mental explicito e implícito con el que el individuo interpreta las acciones

propias y de los otros en base a estados mentales intencionales tales como deseos,

necesidades, sentimientos, creencias y razones personales y que, de hecho, es en la

psicología popular el que usa la gente para entender su conducta y la de los demás”

(Bateman, Fonagy, 2004; p.14). Los autores proponían un tratamiento centrado en los

propios procesos mentales del paciente y en aquéllos que el paciente atribuye al

terapeuta; se trataba de una psicoterapia centrada en los procesos y no en los contenidos

del pensamiento.

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En esa década Fonagy y Bateman demostraron la efectividad y mejor evolución de

aquellos pacientes que habían sido asistidos con TBM, mediante investigaciones

empíricas con pacientes internados en hospitales.

Esta psicoterapia (TBM) se basa en la teoría del desarrollo de Fonagy, surgida a partir de

las observaciones del vínculo de los niños pequeños con sus cuidadores. Cabe aclarar

que el autor utiliza indistintamente el término madre, padre o cuidador, entendiendo que el

cuidador es el adulto a cargo del niño, aunque no pertenezca a su grupo familiar, siempre

que pueda desarrollar un vínculo con el infante. Su teoría se fundamenta en “la teoría del

apego” (Bowlby, 1969): el desarrollo del self comenzaría cuando el niño puede

reconocerse en el cuidador en tanto ser pensante y dotado de sentimientos. A través de

las palabras y acciones del cuidador, el infante inicia un lento proceso de “apropiación” e

introyección. Para que el niño pueda iniciar este paulatino proceso de diferenciación entre

su realidad interna y la realidad externa y comprender que “su mente no refleja el mundo,

sino que lo interpreta” (Bateman; Fonagy, 2004, p.16), es preciso que el adulto a cargo

sea cuidadoso, coherente y le brinde seguridad y sostén.

Fonagy entiende que el desarrollo psíquico del niño depende de la interacción constante

con su cuidador y de la dialéctica o vínculo que se establece con ese adulto (Fonagy et

al., 1996a, 1996b).

Surge así la definición de “mentalizar” como la capacidad del niño para conocer,

comprender e interpretar los estados mentales de los otros y los propios. Para lograr esta

capacidad es necesario que los cuidadores le provean al niño o niña un vínculo seguro y

estable, a partir del reconocimiento de sus propias debilidades y fortalezas. Cuando el

cuidador por sus dificultades personales no puede proporcionarle esta estabilidad, se

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inhibe la instalación de la capacidad para mentalizar y el niño desarrolla un sentido del

self inseguro, inestable e incoherente, característico de las personalidades limítrofes con

emociones volátiles, incapacidad para conectarse y responsabilizarse de sus

sentimientos, y con una visión de sí mismos y del mundo empobrecida y distorsionada.

Fonagy entiende que la capacidad de mentalización constituye una función de la corteza

pre frontal y, al mismo tiempo, que pertenece a la “psicología popular”, en tanto es la

habilidad que se usa cotidianamente para comunicarnos e interactuar con las personas.

Esta capacidad posibilita la comprensión de los estados mentales de los otros y la

anticipación de su conducta o acciones, funcionando como un “amortiguador”, es decir,

como algo que protege ante la invasión de un sentimiento propio o provocado por el otro.

El concepto de mentalización será más adelante utilizado indistintamente con el concepto

de capacidad reflexiva (Fonagy et al., 2002) reafirmando la hipótesis de que constituye un

factor determinante en la organización del self y en la posibilidad de conexión afectiva,

teniendo sus inicios en niños de muy temprana edad por medio de la interacción con los

cuidadores.

Fonagy amplía la definición de este concepto y describe la mentalización como la

posibilidad de “tener la mente en mente”, “atender y comprender estados mentales de los

otros y propios”, “no caer en los malos entendidos”, “verse a uno mismo desde afuera y a

los demás desde adentro” (2008, p.3) En este artículo esboza el surgimiento del término

“mentalizar” cuya primera mención en el Oxford English Dictionnary data de 1807. Allí se

define mentalizar como: a) la posibilidad de construir imágenes mentales, imaginar, o

suponerle estados mentales a otros y b) la posibilidad de desarrollar y cultivar la mente.

Esta última acepción es utilizada por Fonagy para ampliar la definición del concepto de

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mentalización aludiendo sólo a los estados mentales. Cualquier actividad mental no

implica mentalizar sino solamente aquélla relacionada con los estados mentales. Llega así

a definir mentalización como la capacidad de percibir imaginariamente o interpretar el

comportamiento de los otros unido a los estados mentales, que siempre son

intencionales en tanto surgen motivados por algún afecto o ansiedad.

Este concepto se sustenta en la teoría del apego (Bowlby, 1969), y se vincula con la

noción bioniana de la capacidad de reverie materna y la idea de un continente del

pensamiento construido a partir del vínculo primitivo con la madre, el concepto de

tolerancia a la frustración y la posibilidad de transformar una energía que desborda la

capacidad de pensamiento en “un sentimiento y pensamiento contenido”. (Bion, 1962).

Fonagy también menciona la influencia de los aportes de Lecours y Bouchard (Allen&

Fonagy & Bateman; 2008) y de Winnicott la función de soporte, sostén y función de

espejo que lleva a cabo la madre o el cuidador durante los primeros meses de vida

(Winnicott, 1966).

Sus conclusiones se obtienen a partir de las observaciones sistemáticas de las

interacciones entre los bebés y sus madres: entre el niño y su madre existen códigos,

miradas y gestos que les son propios y a través de esas experiencias cotidianas el infante

construye su capacidad para otorgar sentido a los estados mentales. En las situaciones

de violencia y maltrato el infante inhibe la capacidad de mentalización como modo de

defensa para no verse reflejado en ese adulto que lo aterroriza, y esto le ocasiona

consecuentemente una alteración en su capacidad para representar estados mentales

propios y de los otros y, por lo tanto, serias dificultades para la integración del propio self

(Fonagy, 1999).

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La mentalización explícita se relaciona con el pensamiento, la reflexión, y la posibilidad de

poner en palabras los sentimientos y es del orden de la conciencia. La mentalización

implícita se relaciona con lo automático, es decir, con lo espontáneo y no consciente; no

es necesaria la intervención del pensamiento y se asemeja a la intuición. La diferencia

entre ambas radica en la distinción de los diferentes tipos de memoria, la memoria

declarativa o explícita (“saber qué”) y la memoria procedimental o implícita (“saber cómo”)

(Fonagy, 2008).

Para Fonagy la mentalización de las emociones, o sea la posibilidad de entender la

experiencia emocional, constituye uno de los objetivos de la psicoterapia. A través del

proceso psicoterapéutico se logra regular las emociones, de modo que resulten

adaptativas para el crecimiento mental. En los primeros años de vida son los padres o

cuidadores los encargados de regular las emociones del niño.

Discusión y conclusiones:

Tanto el concepto de mentalización como el de contención emocional han surgido ante los

“obstáculos- estímulos” que planteaba la práctica psicoanalítica con poblaciones clínicas

de riesgo.

Estos “obstáculos- estímulos” se constituyeron en objetivos de investigaciones empíricas

sistemáticas que condujeron a una mayor precisión conceptual. En ambos casos se trató

de investigaciones empíricas de la situación analítica, con procedimientos propios para el

estudio de “las transferencias” e interacciones.

Es importante señalar que toda investigación empírica se complementa con el desarrollo

continuo de actividades de investigación conceptual.

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La investigación es un modo sistemático de responder a preguntas acerca de

ciertos aspectos de la realidad y de producir conocimientos sobre ellos

mediante el recurso de criterios metodológicos pertinentes. Comienza con la

formulación de un problema que se pretende resolver, con preguntas a las que

se intenta responder. Quien investiga se formula un plan a seguir para la

obtención de ciertos datos con la expectativa de obtener a partir de ellos los

resultados esperados a las preguntas que guían su investigación. (Leibovich de

Duarte, 2006, p.200).

Tanto el concepto de “contención emocional” como el concepto de “mentalización”

requirieron del equipo de investigadores la tarea de operacionalizar nociones tradicionales

del corpus psicoanalítico como son las “funciones de holding y handling maternas” de D.

Winnicott o la “capacidad de reverie” de W. Bion, o las nociones de “apego” de J. Bowlby,

entre otras.

En la construcción de ambos conceptos se necesitó apelar a nuevas definiciones para

explicar lo que no quedaba “comprendido” en los conceptos tradicionales y fue necesario

generar nuevos constructos para denominar los fenómenos clínicos hallados en la práctica

asistencial y a través de la investigación empírica sistemática.

La actualización bibliográfica continua, procedimiento insoslayable de toda investigación,

aportó insumos para la creación, definición y redefinición de los nuevos constructos

teóricos, que a su vez generaron conocimiento acerca de los vínculos paterno-filiales y el

proceso de constitución del Self del niño pequeño.

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Tal como plantea Canestri (2006, p.13) “si se toma en cuenta la especificidad de la

práctica clínica, se puede ver que los conceptos en psicoanálisis nunca están formados

de una vez para siempre, sino que están en constante transformación y reelaboración”.

P Fonagy comenzó a desarrollar el concepto de mentalización a partir de sus

investigaciones empíricas con pacientes adultos con trastornos límites de la personalidad y

extendió los alcances del concepto a sus investigaciones acerca del vínculo entre el niño y

sus progenitores.

De alguna manera, el concepto de contención emocional hizo el camino inverso ya que fue

a partir del objetivo de comprender la etiología de las conductas antisociales de los niños,

que comenzamos a estudiar la capacidad de sostén y fortaleza psíquica del adulto, en

condiciones de resistir el embate instintivo del niño sin dejar de cumplir con su función

específica.

Ambos conceptos aluden a fenómenos clínicos y son considerados como logros dentro de

procesos psicoterapéuticos, como “un estado a arribar”, con fluctuaciones, retrocesos y

progresos, en un equilibrio en permanente cambio.

Tal como destaca P. Fonagy (2008) toda psicoterapia, sea cual fuere su orientación,

tiende a despertar en el paciente la capacidad de mentalización, es decir, que permite

otorgar sentido a sus experiencias y sentimientos, logrando una adecuada diferenciación

con los otros significativos.

En los grupos de orientación a padres, la adquisición de la capacidad de contención

emocional sólo es posible mediante el análisis de “las transferencias” y el sostén del

encuadre que posibilita generar un vínculo seguro, estable y de confianza con el

terapeuta. Las intervenciones del terapeuta apuntan a la relación vincular con los hijos, a

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la aceptación de las propias limitaciones y especialmente a la conexión con los aspectos

infantiles de la personalidad del adulto (Meltzer, 2001). Tal como planteara J Bleger “se

considera un buen progreso que el paciente reconozca y acepte sus síntomas, sus

errores, limitaciones y dificultades" (Bleger, 1973, p. 338).

Hacer conscientes los conflictos personales y también los deseos reprimidos, posibilita

que el adulto identifique aquello que proyecta en el vínculo con su hijo e inicie una

paulatina diferenciación con éste, mediante un proceso gradual y regulado por el análisis

de “las transferencias”, tanto con el terapeuta como con sus pares.

La actitud receptiva y empática del terapeuta brinda un continente propicio para que los

pacientes proyecten sus sentimientos, deseos y pensamientos inconscientes. Sus

oportunas intervenciones generan el espacio y la contención necesaria para que lo oculto

se vuelva consciente y para reflexionar sobre la propia vida emocional otorgándole

nuevos significados y modos de expresión. La adquisición de esta capacidad genera

efectos directos en el vínculo con los niños a cargo, ya que permite encontrar nuevas

formas de conexión afectiva.

El interés del adulto respecto de la vida emocional del niño genera que éste pueda

reconocerse como un ser dotado de sentimientos y emociones diferenciadas.

La intensa variabilidad de la vida emocional del infante con sus expresiones de enojo,

intensa alegría o frustración, requiere de la existencia de adultos con capacidad de

contención emocional y mentalización en condiciones de propiciar y regular el lento

proceso de discriminación y reconocimiento. La seguridad y confianza del niño pequeño

se logra con la posibilidad de reconocer sus sentimientos, regularlos y expresarlos tanto

verbal como lúdicamente.

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