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Manual.
Sergio Ramírez San Martín.
Phronesis Consultores E.I.R.L
Noviembre de 2013.
Programa Oratoria y Tartamudez
Introducción.
“La fecha y hora fatal ha quedado fijada. En dos semanas tendré
que exponer en público. Cada día que pase se acercará el
momento. Cada día que pase, al pensar en esta situación futura,
se me apretará la garganta y sentiré mi corazón detenerse
congelado por el miedo. Sólo espero que esta pesadilla pase lo
antes posible… ¡Cómo me gustaría no tener que pasar por este
momento tan amargo!…”
Si eres una persona que tartamudea y has tenido que hablar en
público, seguramente estas palabras iniciales no te son del todo
ajenas. Si bien el miedo a hablar en público, a equivocarse
mientras se expone ante una audiencia no es patrimonio
exclusivo de las personas que tartamudean, en estas personas
esta situación suele ser especialmente problemática.
Seguramente el miedo a hacer el ridículo ante una audiencia sea
una de las cosas que gobiernan las vidas de las personas con
tartamudez. Muchas personas con este problema prefieren no
pasar por este calvario y huyen excusándose.
Muchas personas están convencidas de que la posibilidad de ser
un buen orador depende exclusivamente de la fluidez en el
discurso. Y por lo tanto estamos convencidos también de que la
tartamudez, los bloqueos y las repeticiones de sílabas, nos privan
completamente del privilegio de poder comunicarse de buena
forma ante una audiencia.
A veces se puede llegar a pensar que la fluidez en el discurso es
una especie de “varita mágica” que por sí sola nos haría felices,
nos transformaría inmediatamente en buenos oradores, y que
sólo en ese momento mágico podremos finalmente lanzarnos a
la vida a decir en público todas nuestras ideas con encanto y
facilidad.
Es mi deber partir este programa señalando que estas creencias
no sólo no nos favorecen en nada, sino que además son
totalmente falsas.
El ser un buen orador no depende en última instancia de la
fluidez en el discurso. Hablar con facilidad sin duda es un punto a
favor. Pero en ÚLTIMA INSTANCIA lo que hace un buen orador
no es la fluidez. Esta idea es la piedra angular de este programa
de oratoria para personas que tartamudean.
Ahora bien, si esto es así, si la capacidad de una persona para
hablar en público de forma efectiva no depende de la fluidez al
hablar,… ¿De qué depende entonces?
La verdad es que existe una clave en la oratoria, que se convierte
en el fundamento de todo lo demás en esta disciplina. Esta clave
se puede expresar en el siguiente aforismo: “TAL COMO TE
SIENTAS TÚ, SE SENTIRÁ EL PÚBLICO RESPECTO DE TI”. Esto
quiere decir que la respuesta anímica de la audiencia va a
depender de tu propia respuesta anímica en relación a ti mismo,
a tu propia tartamudez, a la situación en que te encuentres, el
tema a tratar, las personas que te escuchen, etc.
Si te ves confiado y a gusto, aunque tu discurso no sea del todo
fluido, la audiencia se sentirá confiada y a gusto. La audiencia es
siempre un espejo de tu estado anímico. Si estás estresado eso lo
proyectas a la gente. Y si la gente se estresa, posiblemente lo vas
a notar y te sentirás todavía más nervioso. Se comienza a
producir entonces un juego de espejos, una reacción en cadena,
donde cada vez la incomodidad y el nerviosismo van en
aumento, tanto en el orador como en la audiencia.
Es este control sobre el propio estado anímico lo esencial en un
buen orador. Todo el resto puede estar o dejar de estar. Es
posible afirmar sin temor a equivocarnos: si te sientes a gusto
contigo mismo en el escenario tienes el 95% de la tarea
completada. En cambio, si caes presa del temor y esto lo
proyectas a la audiencia, puedes dar por descontado que, sin
importar tu nivel de fluidez, la gente no se sentirá cómoda
escuchándote y todo lo que tengas que decir no será bien
recibido.
De todo lo anterior se deduce algo de suma importancia para ti
como persona que tartamudea, algo que quizá todavía no has
hecho consciente y que cambiará tu manera de percibir la
oratoria y las posibilidades que tienes a la hora de hablar en
público: si lo deseas puedes aprender a hablar bien en público
ahora mismo. La fluidez no es un prerrequisito de admisión.
Hay otro elemento importante que es necesario que sepas: a
medida que te vas sintiendo más a gusto como orador y vas
ganando más confianza en ti mismo, dejando atrás el temor y la
ansiedad, la tartamudez dejará de tener un espacio de relevancia
en tu vida, retirándose cada vez más de tu experiencia vital.
La ansiedad y el miedo son los soportes emocionales del
tartamudeo. Superado el miedo y superada la ansiedad, la
tartamudez perderá su combustible esencial.
Este proceso parece simple, ¿no? No obstante, esta simpleza no
necesariamente implica facilidad. Cualquier cambio conductual
importante en la vida de las personas toma tiempo, esfuerzo y
requiere de capacidad para enfrentar desafíos. Seguramente has
convivido con la tartamudez durante largo tiempo y ella ha
echado raíces profundas en tus creencias y tu sentido de
identidad. Probablemente no sea fácil avanzar hacia la fluidez,
pero tampoco es algo extremadamente difícil y destinado sólo
para personas excepcionales. Una cosa sólo es necesaria: toda tu
fuerza de voluntad.
El programa consta de diez ejercicios, los cuales se relacionan
con los diferentes aspectos que convierten a una persona en un
buen orador. Cada uno de estos aspectos, una vez que se han
aprendido mediante la práctica, posibilitan en las personas que
tartamudean desarrollar la capacidad de hacerse cargo de una
audiencia de forma efectiva, cambiando las claves emocionales
del tartamudeo en estados anímicos positivos.
Estos ejercicios son realmente dos ejercicios en uno. A cada
ejercicio práctico de oratoria le sigue un ejercicio de feedback
destinado a desafiar y modificar las creencias limitantes que la
persona que tartamudea ha desarrollado durante su vida en
relación a hablar en público.
Déjame advertirte algo de inmediato: con toda seguridad te vas
a sentir incómodo realizando este programa. Estarás haciendo
cosas nuevas para ti. Pero si eres capaz de soportar por un
tiempo esa primera incomodidad, si tienes esta fortaleza inicial y
eres capaz de perseverar, todas estas nuevas conductas serán
parte de ti y te sentirás cada vez más a gusto hablando en
púbico.
Diré algunas palabras sobre mí. Dejo constancia que soy una
persona que tartamudea. He tartamudeado desde los 11 años.
He pasado por todas las cosas que comúnmente pasan las
personas que tartamudean. Conozco del temor al ridículo, de la
ansiedad antes de hablar, de la angustia por querer hablar bien y
no poder.
Hoy en día me dedico a dar clases de filosofía en colegios, a
ofrecer seminarios y charlas sobre diferentes temáticas
relacionadas con la tartamudez, la PNL y sus diferentes
aplicaciones. Mantengo también una consulta privada donde
ayudo a personas que tartamudean utilizando las tecnologías de
la PNL.
Hasta aquí la introducción al programa de oratoria y tartamudez.
En el siguiente capítulo expondré las ideas y ejercicios del primer
día del programa… ¡ánimo y perseverancia!
Día 1: Reclamando tu espacio.
Seguramente has oído más de alguna vez de personas que logran
“adueñarse” del escenario, ¿no es así? Con toda seguridad los
hayas visto hablar en público con tanta confianza y con tanto
dominio escénico que no hayas podido quitarle la vista de
encima. Y en ese momento quizá te hayas preguntado ¿Cómo lo
hace? ¿Cómo logra generar este impacto en la audiencia?
Seguramente lo hayas atribuido a la fluidez en el discurso que
poseía el orador. Es posible que hayas visto a la fluidez como “la
varita mágica” también en esta situación.
Pues bien, esta capacidad de los buenos oradores de
“adueñarse” del escenario tiene que ver con algo diferente a la
fluidez.
Las personas que tartamudean, y en general todas aquellas
personas que sienten especial temor a hablar en público, suelen
quedarse anclados e inmóviles en el escenario. Están tan
petrificados por el miedo que esto los lleva a bloquear cualquier
movimiento fuera de ese “metro cuadrado de seguridad”. Se
podría decir que actúan como si el resto del escenario estuviese
minado. Sí, ¡minado! Cada paso fuera del metro cuadrado es
peligroso.
Ante esta situación no es difícil imaginar lo incómodo que puede
resultar hablar en público “esclavizado” a un espacio tan
reducido.
Veamos la situación de la siguiente forma: Quiero que recuerdes
algún lugar donde comúnmente te sientes realmente cómodo y
confiado… y mientras realizas esto, quiero que comiences a
darte cuenta de cómo ocupas el espacio. ¿Estás encasillado en
un metro cuadrado? ¿O más bien te paseas por todo el sector
con total comodidad, sabiendo que es completamente “tuyo”?
La respuesta es obvia, ¿no es así? Estoy seguro que en ese
espacio de confianza eres capaz de moverte por todos los
sectores, por cada rincón, con total confianza y seguridad, y se
podría decir con certeza que “ese lugar es tuyo por completo”.
Sin embargo, en el momento en que nos toca salir a hablar en
público nos quedamos petrificados. ¿Por qué ocurre?
Pues bien, ocurre porque somos seres biológicos, mamíferos,
con ciertos instintos muy poderosos de autoconservación. El
quedarse “paralizado” es una estrategia de protección ante el
peligro. Piensa en esto: estás en la sabana africana, y
súbitamente te ves rodeado por una manada de rinocerontes.
No hay posibilidad de correr. Seguramente tu reacción será de
mucho miedo y la primera conducta, la más inconsciente, será de
quedarse totalmente quietos y no mover un pelo.
Es esta primera reacción la que nos domina cuando estamos al
frente de una audiencia y el miedo nos atrapa y sentimos el
corazón congelarse y se nos cierra la garganta y la mandíbula
parece no moverse. Estamos siendo presas de aquel instinto de
conservación.
Surge entonces una problemática: si resulta que solamente
cuando las personas se sienten confiadas y seguras pueden
moverse libremente por el escenario, ¿Cómo podrá una persona
que tartamudea, y que siente pánico escénico, moverse
libremente mientras habla? ¿No es acaso una contradicción?
Déjenme decirles que en el plano emocional existe una regla
muy importante: Si las emociones producen posturas, las
posturas producen emociones. Es decir, si todo lo que sentimos
genera en nosotros ciertas conductas corporales, a su vez
determinadas conductas corporales generarán estados
emocionales.
En la PNL (Programación neurolingüística) la comunicación que
establece nuestro cuerpo con el sistema nervioso determina
todos nuestros estados de ánimo. Si recordamos algún momento
donde nos hayamos sentido especialmente confiados y nos
damos cuenta en detalle de cuál era nuestra postura, podremos
replicarla, y al hacerlo volveremos a sentir nuevamente las
mismas emociones de confianza y seguridad.
Esta relación de reciprocidad que establecen el plano corporal y
el plano emocional es la clave para este primer ejercicio.
Instrucciones del Ejercicio Nº 1.
Elige un tema para hablar frente al público. Al comienzo de estos
ejercicios es más fácil si eliges un tema que manejes y del cual
estés familiarizado.
Párate al frente del grupo, preparado para comenzar tu discurso.
¡No te apures! Tómate tu tiempo para estar en contacto con lo
que sientes, tómate unos breves segundos, un minuto tal vez,
tan sólo para estar en contacto, ser consciente de lo que está
pasando dentro de ti, de lo que estás sintiendo en este
momento. Si sientes temor, incomodidad, ansiedad, no trates de
bloquearlo. Acéptalo. Es un estado emocional simplemente.
Quiero que estés en contacto con todas las emociones que
puedes sentir, que no bloquees ninguna, pues todas esas
sensaciones son energía, la cual podemos redirigir y utilizarla a
nuestro favor.
¡Comienza a hablar!
Conociendo el territorio
Mientras hablas, camina hacia un extremo de la habitación.
Quédate allí, y date cuenta de lo que se siente hablar desde esta
posición, desde un costado. ¿Se siente raro o extraño estar
hablando desde esta posición? ¿Qué experimentas? Sea lo que
sea que puedas sentir, date permiso para sentirlo, para estar en
contacto con la experiencia de forma abierta y receptiva.
Muévete ahora para atrás, tan lejos del público como puedas,
luego posiciónate cerca, tan cerca de la audiencia como te sea
posible… descubre qué se siente hablar desde todos los lugares
del escenario y fuera del escenario también. Recorre toda la
habitación dándote el tiempo para percibir tus estados anímicos
de acuerdo a cada posición que asumas. ¿Es más cómodo hablar
desde cierta posición que en otras? ¿Por qué ocurre así?
¡Si te sientes incómodo NO BLOQUEES NINGUNA EMOCIÓN!
Sigue hablando y sigue moviéndote a través del escenario. Si
tienes alguna dificultad en el discurso, ¡Sigue moviéndote!, ¡No
luches contra el bloqueo, experiméntalo mientras te mueves a
través de la habitación!
Es importante que sepas que muchas de las personas que
tartamudean crecen rechazando los estados que les generan
cierta incomodidad. Rechazan el temor, la ansiedad, la
incomodidad en general, bloqueando una parte importante de
sus emociones. Una de las tareas principales de este programa
de oratoria es lograr percibir de forma positiva la gama completa
de estados emocionales, comprendiendo que todas las
emociones son señales que nos hablan sobre nuestra estado
mental, están compuestas de energía y es posible utilizarlas en
nuestro favor.
El problema no es sentir miedo. El problema no es sentir tristeza.
El problema no es sentir ansiedad. El problema, escúchalo bien,
es cómo te relacionas con esas emociones. Si las consideras
“malas” e “inaceptables” serás presa de las emociones y
perderás la consciencia de ti mismo y de lo que estás haciendo.
Pero si en cambio logras aceptarlas como propias de la condición
humana y las aceptas, podrás estar en control, fluir desde ellas y
seguir hablando.
Se trata, pues, de dos tipos de incomodidad. Una es positiva y la
otra es negativa. La incomodidad positiva se da cuando logro
aceptar la emoción incómoda y logro liberarla, hacerla parte de
mi comunicación. La segunda incomodidad, la negativa, tiene
que ver con bloquear lo que estoy sintiendo, hacer como si no
existiera y tratar de continuar hablando desde la no-emoción.
Con la incomodidad positiva se logra hacer uso de la emoción
incómoda, fortaleciendo nuestra comunicación desde su energía;
con la incomodidad negativa lo único que conseguimos es
bloquearnos aun más.
Cuando hayas recorrido cada parte de la habitación, viene la
segunda parte del ejercicio.
Mientras te mueves comienza a TOCAR las cosas que están a tu
alrededor. Pon tus manos sobre la silla o sobre una mesa y
comienza a darte cuenta de todas las sensaciones que producen
al tacto… experimenta completamente lo que es estar en
contacto con las cosas que están a tu alrededor. No sólo con las
más cercanas, como un lápiz o una regla, sino que también con
las cosas que están al otro lado de la sala. Quiero que te
permitas estar en contacto con todas las cosas que están a tu
alrededor.
Mientras realizas este ejercicio de moverte y tocar las cosas
mientras hablas podrás darte cuenta que te vas “apropiando” del
terreno, no en un sentido literal, pero sí emocionalmente.
Al hacer tuyo el territorio de forma emocional e inconsciente le
envías señales a tu sistema nervioso relacionadas con la
confianza y la seguridad.
Esta es la clave de “hacer tuyo” el escenario. Esta es una
metáfora, pero como tal refleja una actitud emocional ante el
escenario y las cosas que están en él.
¿Qué ocurre cuando logramos “hacernos” con el escenario?
Bueno, le estamos entregando señales a la audiencia de cómo
debe sentirse respecto a nosotros. El hecho de movernos
libremente y “poseer” las cosas con las que interactuamos, es
una clave comunicativa para nuestra audiencia, que la orientan a
sentirse de forma positiva respecto de nosotros como oradores.
Si logras estar cómodo y confiado dando el discurso y logras a su
vez reflejar estos estados anímicos, más allá de si tartamudeas o
no, esto traerá consigo que la gente que nos escucha también
comience a sentirse cómoda. Esta reacción del público a su vez
nos generará mayor confianza… y así, ante mayor confianza del
orador, mayor agrado en el auditorio, y ya estamos en un círculo
virtuoso de confianza y seguridad.
¿Y qué si tartamudeamos y no podemos hablar? ¿Cómo
reaccionará el auditorio ante nuestra tartamudez? El problema
no es el tartamudeo, el que las palabras no salgan tan fluidas
como deseáramos no es un problema. No. El problema es cómo
reaccionamos ante esta situación. Y si recuerdas, tal como
reaccionamos ante nosotros mismos, reaccionará la audiencia
respecto a nosotros. Esto no se debe olvidar. Siempre, escúchalo
bien, siempre el control de la situación está en nuestras manos.
Si tartamudeamos, o tropezamos en el escenario, si se nos olvida
lo que íbamos a decir, etc., no es en sí un problema. Nuestra
reacción ante aquellos hechos determinará en un 100% la
reacción de la audiencia. Toma el ejemplo de los cineastas,
cuando graban una película de héroes y villanos. Cuando el
villano realiza un ataque peligroso, siempre la cámara enfoca la
reacción de la “novia” del héroe con una reacción de temor y
angustia. Y los espectadores, al ver la escena, empatizan con la
mujer y SIENTEN también parte del mismo temor y la misma
angustia. Pero luego la cámara enfoca al héroe, el cual se
muestra confiado y seguro, con lo cual nosotros pasamos ahora a
empatizar con esas emociones. ¿Qué significa todo esto? Que la
audiencia siempre va a reaccionar de acuerdo a la reacción del
orador. Si el orador se tropieza y se cae al suelo, por ejemplo, va
a ser una situación incómoda para la audiencia sólo si
previamente es una situación incómoda para el orador que
segundos antes yacía en el suelo. Pero, ¿qué pasa si el orador lo
toma con humor, con liviandad, lo tirar a la broma, hace de su
caída parte de su discurso y le da un sentido positivo? La cosa
cambia. La reacción de la gente seguirá la reacción del orador.
Esto mismo ocurre ante la tartamudez. ¿Cómo reaccionas tú
cuando tartamudeas en público? Si te pones nervioso, los demás
se pondrán nerviosos. ¿Acaso pensabas que la incomodidad de
las otras personas ante tu tartamudeo venía del tartamudeo en
sí mismo? ERROR. La incomodidad de las otras personas es
¡ANTE TU REACCIÓN POR TARTAMUDEAR!
¿Qué significa esto? Necesitas cambiar la forma en que
reaccionas ante el tartamudeo. ¿Por qué no reaccionar con
humor? ¿Qué nos impide reaccionar con tranquilidad? Esto lo
aprenderemos durante el programa.
Actividad de “Feedback”
Al final de cada ejercicio hay una actividad para compara tus
experiencias con las de la audiencia. Esto no tiene la intensión de
ser una evaluación, sino que tan solo poder ser conscientes de
todo aquello que las personas presentes en el lugar percibieron
sobre tu propia disertación.
Muchas veces ocurre que nuestra percepción sobre los asuntos
varía mucho en relación a la percepción del resto de las personas
sobre las mismas cosas. Ser conscientes tantos de la propia
experiencia como de la experiencia del otro que nos escucha nos
puede ayudar a formarnos un juicio objetivo y realista sobre lo
que realmente ocurrió.
La actividad consiste en lo siguiente: una vez que tu discurso
haya terminado, tómate un momento para escribir en una hoja
(siguiente página) las percepciones que tuviste sobre tu discurso.
¿Cómo te sentiste al hablar en público moviéndote por todos los
lugares y tocando todas las cosas? Coloca una X en el casillero
correspondiente. Si te das a ti mismo un “10” es porque
literalmente hiciste tuyo el escenario por completo; si te das un
“5” es porque percibiste que hubieron movimientos que
faltaron, o faltaron cosas por tocar y estar en contacto; si te das
un “3” o un “2” es porque casi no te permitiste moverte más allá
de lo acostumbrado y sólo estuviste en contacto con aquellas
cosas que estaban más a la mano.
“Feedback” de Reclamando tu espacio.
Cómo me vi a mí mismo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Caminando _________________________________
Tocando ___________________________________
Cómo me vieron los demás 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Caminando__________________________________
Tocando ____________________________________
Ahora pregunta a la audiencia cuáles fueron sus percepciones
sobre tu discurso. Parte preguntando cuantas personas te dieron
un “1”, luego cuántas personas te dieron un “2”, un “3”… hasta
que llegues a preguntas cuántas fueron las personas que te
dieron un “10”. Mientras vas escuchando la puntuación de la
audiencia puedes ir anotándolas en el papel.
Al tener tu puntuación y la de los demás quiero que las
compares, que te des cuenta da las diferencias.
Al terminar el primer día del programa quiero que te preguntes
lo siguiente: ¿Cómo fue la experiencia? ¿Lo disfrutaste?¿Fue muy
incómodo? ¿Qué aprendiste de todo esto?
Fin del primer día.