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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................... 3
Capítulo I ..................................................................................................................................... 6
Ego, egocentrismo, apegos .................................................................................................6
Capítulo 2 .................................................................................................................................. 11
Atención Consciente y Disciplina Mental .......................................................................... 11
Capítulo 3 .................................................................................................................................. 23
Técnicas y Herramientas .................................................................................................. 23
Capítulo 4 .................................................................................................................................. 28
Resiliencia, Ecuanimidad y Asertividad ............................................................................. 28
Capítulo 5 .................................................................................................................................. 32
Disciplina, constancia y consistencia ................................................................................. 32
INTRODUCCIÓN
Soy una viajera de la conciencia humana, la mía y la de otros y una investigadora nata
del efecto de la consciencia en nuestras interacciones humanas. Me forme a través de
una búsqueda continua tratando de encontrar las raíces que nos hacen generar
hostilidad humana y que nos frenan para elevar nuestros niveles de consciencia. Esta
búsqueda me llevo a distintos confines del planeta en done me convertí en observadora
del comportamiento humano y la influencia del contexto que le rodea.
Maestra en Inteligencia Artificial, Doctora en filosofía y budologa de formación y
humanista por convicción, me llevan a conjugar dos áreas que aunque parecían
distantes se complementarían para darme la claridad que permite a EUDE existir hoy.
Esa claridad parte de ver que no estamos presentando síntomas de tener sociedades
más compasivas, más empáticas, ni mucho menos asertivas y sabias. Hay una crisis
humana relacionada con nuestras interacciones hacia los otros y con el entorno mismo.
La hostilidad humana en lo individual y lo social son síntomas de ello, en donde se hace
presente el egocentrismo e individualismo exacerbado que estamos viviendo. Hay algo
que no hemos atendido en relación con la construcción del desarrollo ético del ser
humano, y lo que hemos intentado abarcar o desarrollar ciertamente está siendo
insuficiente.
Es aquí en donde un cambio de mirada hacia un nuevo paradigma se presento como
urgente, lo que significa ver y entender que el desarrollo ético o moral no está en
aquellos cambios sociales o personales que no incluyan o contemplen el “Decremento
del Egocentrismo”. Mover la mirada en dirección al egocentrismo y luchar por su
decremento a través de desmantelar su ingrediente más poderoso 'los apegos', ha sido
el objetivo del modelo EUDE y de nuestro Centro de Investigación Científica en
Desarrollo Ético (CIDEL), así como demostrar que decrementando el egocentrismo se
generan todos aquellos cambios y posturas que nos planteamos en un continuo, como
ideales humanos a alcanzar. Este nuevo paradigma propuesto por EUDE concluye que
no podremos hablar de ningún cambio sustancial en lo que a la conformación de la
identidad humana se refiere, mientras no trabajemos en regular y nivelar el ego.
Decrementar el egocentrismo es decrementar la indiferencia y la hostilidad humana y,
por ende, los problemas sociales que estamos viviendo.
¿Cómo sería una versión del ser humano en donde éste pudiera nivelar y auto-regular
su egoísmo/egocentrismo? ¿Es posible desarrollar un esquema educativo que en vez de
exacerbar el egoísmo/egocentrismo nos ayude a generar su ausencia? Concluimos que a
través de los modelos educativos existentes, el cambio no puede darse de manera
permanente y duradera, ya que por un lado, estos programas no están enfocados al
decremento de apegos (ingrediente principal del egoísmo/egocentrismo) y por el otro,
no crean las pre-condiciones neuro-cognitivas indispensables para dicho decremento.
A través de este análisis y durante más de 12 años de investigación teórico-empírica,
llegamos a entender el fenómeno del “Efecto Ego” y lo que hemos dejado de hacer para
lograr su nivelación y auto-regulación, hoy fuente de los problemas éticos y morales más
importantes en el ser humano. Fue entonces en el año 1999, que creamos el modelo al
cual nombramos Educación Universal para el Decremento del Egocentrismo (EUDE).
EUDE se creó con la convicción de que todos nuestros problemas —tanto políticos y
sociales como personales— tienen su raíz en esta incapacidad de vivir sin que el ego nos
rija, sin que los apegos nos dominen, y separados de la capacidad de abrazar las
experiencias como son y no como queremos que sean.
EUDE es un proceso metodológico que dura tres años y que, a través de sus técnicas y
herramientas, desarrolla en niños y jóvenes una disciplina mental que permite habilitar
altos niveles de atención consciente, lo que permite nivelar y regular el ego y sus
apegos, decrementando así la hostilidad humana que estamos viviendo. Los principios y
objetivos de EUDE están contenidos en su lema “co-crear experiencias”. EUDE se enfoca
en la manera en que nuestras experiencia pueden verse distorsionada por
precondiciones tales como el apego, la avaricia y el deseo hedónico. La atención
consciente a través de la disciplina mental que habilita EUDE permite la desintegración
de estas condiciones logrando así la nivelación y auto-regulación del ego. Esto permite
que los niños y jóvenes se paren de una forma ecuánime, asertiva y resiliente en su
danzar en las experiencias que co-crean con otros.
Hoy, el modelo se ha implementado en escuelas de ocho países del mundo y está
reconocido como una nueva teoría en el desarrollo humano, acuñada como “Psicología
Moral Disciplinaria” además de haber sido premiado y galardonado tanto nacional como
internacionalmente como innovación educativa.
Capítulo I Ego, egocentrismo, apegos
Ya hemos dominado el vivir regidos por el EGO. Ahora
aprendamos el arte de vivir sin que este nos rija.
Gilda Darlas
Este capítulo estará centrado en aquello que como seres humanos no estamos
atendiendo y que, como hemos mostrado en la introducción, es la causa de la hostilidad
humana que está rigiendo nuestro actuar en el mundo: el efecto ego. El ego en sí mismo
no es ni positivo ni negativo, sino que a partir de él se despliegan diferentes vertientes
de impacto. En un primer momento, de hecho, la presencia del ego es saludable en
tanto que proporciona la base para nuestra supervivencia, como individuos y como
especie. Sin embargo, hay un momento en que de este elemento se empiezan a derivar
actitudes y conductas exacerbadas que se manifiestan como individualismo,
egocentrismo y egoísmo, de potencial altamente destructivo.
¿Qué es el ego?, podríamos entonces preguntarnos. Y podemos contestar esta pregunta
refiriéndonos a su función particular: El ego es aquello que lucha en contra de la
extinción de la vida en el ser humano. En otras palabras, es el encargado de preservar
nuestra vida, permitiendo que existamos como personas y como sociedad. Del ego se
desprenden el instinto de supervivencia y la continuidad de la raza humana. La
preservación de la vida es, por ende, su naturaleza y, en principio, no puede ir contra
ella. En breve y sin entrar en detalles, lleva a cabo una función vital para la preservación
de la especie.
Sin embargo, debido a su misma función, cuando la perspectiva del ego se infiltra en el
proceso cognitivo, en la forma en que nos paramos en el mundo, su función se
distorsiona y redunda en efectos de índole menos positiva. Puesto que nuestros niveles
de conciencia son aún primitivos, ni tan evolucionados ni sofisticados como podrían
serlo, nuestro pensar y nuestro actuar terminan siendo dirigidos y gestionados por una
entidad que ha sobrepasado su función natural, es decir, un ego exacerbado.
No obstante, a medida que vamos alcanzando niveles de conciencia más sofisticados,
nos alejamos de esta posibilidad. Es una ecuación simple: a menores niveles de
conciencia, mayor empoderamiento del gen del ego y a mayores niveles de conciencia,
menor empoderamiento del gen del ego. El significado y repercusiones de esto
constituyen el tema de este capítulo.
¿Qué significa que el gen del ego nos dirija, rigiendo nuestros pensamientos y nuestras
acciones? Cuando estamos situados en un nivel primario de conciencia, y falta de
disciplina mental, empezamos a percibir que estamos rodeados de mil y un peligros:
primero del ambiente circundante (la luna, los relámpagos, los temblores) y de ahí
pasamos a no entender al otro, lo cual conduce a temerle. Comenzamos a pensar y
sentir que los fenómenos, incluyendo a los demás seres, son peligros potenciales que
pueden atentar contra nuestra integridad. Entonces, nuestra reacción natural e
inmediata es protegernos y defendernos, como corresponde al ego que busca la
supervivencia y rechaza la posibilidad de la extinción de la vida. En este punto, llega al
extremo de negar la transitoriedad y la muerte. Paralelo a esto surge un miedo frente a
la imposibilidad de garantizar nuestra propia permanencia que, en el extremo, no lleva
incluso a atacar o matar a quienes sentimos como amenazas. Podemos aniquilar a otros
para preservar el sentido de nuestra propia vida, bien sea con argumentos muy
sofisticados o con acciones sencillas, simples y ordinarias.
Para ilustrar lo anterior, pensemos en las reacciones extremas en que podría incurrir
quien se enfrenta al robo de un auto nuevo, con respecto al cual ha desarrollado un
enorme apego. No es difícil que incluso la posibilidad de matar al ladrón se le aparezca
como una posibilidad, caso en el cual el valor de la vida humana pasa a ser menos
importante que el de la permanencia del auto. En este ejemplo se está representado un
ego que se apega a todo aquello que le hace sentir la seguridad de su propia existencia,
de su no extinción, ya sean personas, objetos o eventos. El ego, por lo tanto, busca la
manera de preservar el espejismo de permanencia, de posesión o de seguridad a costa
de lo que sea.
Así, llegamos a actuar como si el valor de la vida del otro fuera menos importante que
nuestra propia vida, aun cuando esta no se encuentre en peligro. Mi casa, mi familia,
mis ideas ocupan el lugar central de nuestro mundo. Entonces generamos muletillas o
bastones del ego para caminar en la vida y cuando estos se exageran, somos incluso
capaces de generar niveles de hostilidad profunda cuando se confrontan nuestros
apegos; las manifestaciones del ego o lo que también llamaremos la centralización del
YO.
¿No son estos los síntomas en la mayoría de nuestras interacciones? ¿No son estos los
síntomas de la violencia profunda, desde sus manifestaciones más sutiles hasta las más
burdas? ¿No son estos los síntomas de las numerosas guerras entre países que asolan
nuestro planeta? Defender lo “mío” a costa de las creencias, las posesiones e incluso la
vida de los otros. Ahora cabría preguntarnos: ¿Esto es natural en el ser humano?
¿Nacemos para defender lo nuestro?
Si sencillamente fuera así, no nos perturbarían los efectos sociales de esta perspectiva ni
nos horrorizarían los niveles de hostilidad, violencia y destrucción a nuestro alrededor.
Por lo tanto, esto nos lleva a plantearnos la otra parte de la fórmula a la que aludimos
antes: el papel que juegan la conciencia y su evolución. Un nivel de conciencia elevado
permite que el gen del ego se mantenga en su función biológica esencial y no pase a
permear nuestra actividad cognitiva, lo cual está fuera de su alcance. En otras palabras
permitiría la descentralización del YO.
¿Cómo podemos elevar nuestro nivel de conciencia y contrarrestar el dominio del ego
en nuestros procesos cognitivos? La propuesta de EUDE se trata justamente de un
camino en este sentido. Desde nuestra perspectiva, los niveles elevados de conciencia
equivalen a la habilitación de la atención consciente a través del desarrollo de una
disciplina mental, que evita que el ego vaya más allá de su función biológica original.
Como decíamos, cuando el ego infiltra nuestros procesos cognitivos, tendemos a
apegarnos a las cosas, los eventos, las personas y las ideas en un intento de fortalecer
nuestra frágil sensación de seguridad y de burlar la transitoriedad de todo lo que nos
rodea. Es así que surgen los apegos, o las diferentes caras del ego. Cuando sucede esto,
el ego está entrando en un territorio que no le corresponde, el de los pensamientos, y
entonces se pierde y se vuelve ciego. Es precisamente esta ceguera la que lo lleva a
apegarse en su insaciable búsqueda de seguridad y placer, descontrolando nuestras
emociones, que deambulan desde enojos hasta euforias.
La atención consciente y la disciplina mental son antídotos para la ceguera del ego
puesto que su función primordial es justamente la de ver, lo cual implica una elevación
de la conciencia. Esta habilidad existe como potencial en todos los seres humanos. En
otras palabras, con un entrenamiento adecuado, podemos llegar a ver con claridad y
detalle las cosas como son y no como el ego quiere, necesita o imagina que sean.
Cuando somos capaces de ver sin que el ego nos rija, la mente se tranquiliza y el miedo
no invade nuestras acciones llevándonos a estados de mayor ecuanimidad y asertividad
en nuestras interacciones. Ya no necesitamos apegarnos y el ego se mantiene en su
sitio, llevando a cabo su función particular. La atención consciente funge como los ojos
de la conciencia. Cuando vemos, ya no inventamos peligros, producto de la ceguera del
ego.
Por todo lo anterior, resulta vital e indispensable habilitar esta capacidad en los seres
humanos para contrarrestar así la creciente ola de hostilidad. En realidad, en cada
momento tenemos la elección de actuar desde la ceguera o desde la atención
consciente, es decir, creando más confusión o despejándola. Podemos caminar por el
mundo dirigidos por un ser ciego y dominante, nuestro ego, o podemos optar por
habilitar nuestra atención consciente y caminar con claridad y luz, viendo las cosas tal y
como son. La decisión ciertamente es nuestra.
Es importante entender las consecuencias de ambas posturas y desde ese
entendimiento elegir el camino que queremos recorrer. Si el valor de la atención
consciente nos queda claro, entonces buscaremos la manera de habilitarla.
¿Y cómo se logra esto? EUDE tiene una propuesta, que abordaremos en el siguiente
capítulo.
Capítulo 2 Atención Consciente y Disciplina
Mental
La disciplina Mental y la Atención consciente
son el principal vestido para la fiesta de la vida
Gilda Darlas
Los Cuatro Niveles de EUDE
Los niveles en EUDE determinan las etapas en las que se divide el Modelo y determinan
también el proceso y su metodología pedagógica. El modelo está dividido en cuatro
niveles. Cada nivel representa una etapa de desarrollo y una plataforma con respecto a
lo que el programa va habilitando y desarrollando en el niño o joven.
El arte del enfoque
Implica llegar a entender que si mi mente no tiene la capacidad disciplinaria de
mantenerse en un punto de forma sostenida, es imposible entonces de que esa mente
pueda ver con claridad los elementos que conforman el momento de la experiencia.
¿Por qué es importante que podamos ver los elementos que componen la experiencia?
Porque en el desarrollo ético, hablar del decremento del egocentrismo significa no
permitir que los apegos se infiltren en la experiencia. Para hacer esto, necesito tener la
capacidad de mantenerme en los elementos de la experiencia y no en aquellos
resúmenes que hacemos de momentos pasados o engancharnos con creencias que no
pertenecen a las condiciones del momento. Ejemplo: Si un perro me mordió a los 4 años
de edad no es lo mismo describir mi experiencia del suceso tal y como paso que decir
'todos los perros son malos porque muerden' o conectarme con alguna frase o idea de
alguien trayendo elementos a la experiencia que en ese momento no están en juego
Ejemplo: cuando alguien dice 'mi hermano quiere entrar a la política' y nosotros
respondemos, 'todos los políticos son corruptos por lo que tu hermano terminara
siendo un corrupto'.
La habilidad para mantenerme enfocado en las experiencias y no en los resúmenes que
mi mente genera de estos requiere de un enfoque en el aquí y en el ahora y la
capacidad de sostenerme en el. Es por esto que el arte del enfoque es el primer nivel y
el punto más importante a desarrollar en todo el proceso EUDE, ya que sin él todo lo
demás no se puede dar. Es como decir que me hables del tema y contenido de una
película cuando no tienes la capacidad de mantenerte viendo la película de principio a
fin. Si no la ves, no me puedes hablar de ella y, mucho menos, darme descripciones
puntuales de ella, pues no los has podido ver. Te vas a perder y me vas a empezar a
inventar o vas a empezar a suponer.
En nuestras interacciones, cuántas veces escuchamos al otro según nosotros, muy
enfocados, con toda nuestra atención y a los 30 o 45 segundos de estarlo escuchando,
nuestra mente empieza a divagar con otras cosas. Quizá porque no nos resulta
interesante lo que está diciendo. Quizá porque dijo alguna palabra que nos conectó con
otro pensamiento o puede ser que haya dicho algo que hizo que nos reengancháramos.
Ahí nuestra mente se desconecta de la experiencia, poniendo atención y enfoque en
ello, y el enfoque se va a mi experiencia interna, donde empiezo a generar
pensamientos: No me gustó lo que dijo; ahorita le voy a decir que no estuvo bien; le voy
a contestar y le voy a preguntar por qué está diciendo lo que está diciendo. En este
proceso, perdemos contacto con la experiencia con el otro y cuando este me hace una
pregunta normalmente mi respuesta no va a ser asertiva. Por otro lado se corre el riesgo
de que mis emociones se vean alteradas por esos pensamientos y que termine
proyectándolos en la experiencia con el otro.
Lo importante de lo que estamos enfatizando es que nuestro enfoque suele ser disperso
y nos vamos con aquello que nos engancha el ego, que son los apegos. Mi apego a mi
idea, mi apego a lo que quiero comentarte y entonces dejo de oírte. Me apego a lo que
me es importante más allá de lo que significa fluir en la experiencia contigo. Me es
importante comunicarte “x”. Todo mi enfoque y atención estarán concentrados,
entonces, en comunicarte “x”, sin prestar atención a cómo te lo comunico, si a ti te
interesa saberlo, si es importante que lo sepas. Lo único que me importa es que quiero o
tengo que decírtelo. Mantenerme enfocado o no en una conversación va a depender de
si hay algo más importante que me enganche. Si lo hay, seguramente me voy a salir del
enfoque. Los apegos normalmente imposibilitan una disciplina necesaria para
mantener un enfoque del aquí y del ahora.
Cuando hablamos de enfoque sostenido, es mantenernos en ese enfoque no se
diversifica. Esa capacidad consiste en mantenerme en la experiencia, fluyendo como es,
y no perdiéndome en esas formaciones mentales que vamos generando en un continuo
cada vez que nos suena algún comentario, o nos enganchamos con él, o este deseo
profundo de querer decir algo, aunque no sea relevante para lo que está sucediendo en
la experiencia. Todo esto son formaciones mentales que jalan continuamente mi
atención y al no tener una disciplina mental, perdemos el enfoque en la experiencia.
Esto es vital porque más adelante dentro del proceso EUDE, si no se ha logrado este
mínimo de disciplina mental, va a ser casi imposible lograr cuidar la experiencia y mucho
menos el acompañarla. Dejando la puerta abierta a que generemos hostilidad humana a
través de juicios o generalizaciones que lastiman a otros.
¿Qué nos pasa cuando estamos con alguien que no nos cae bien, pero con quien
tenemos que hablar? Me dice algo, pero como no me cae bien, en vez de poner mi
atención en la experiencia que estoy teniendo con esa persona, mi atención y mi
enfoque se van a lo que pienso de esa persona, que son dos momentos diferentes: irme
a lo que pienso sobre ella o enfocarme en lo que estoy construyendo con ella en este
momento. Al irme al qué pienso de esa persona (“Claro, me cae mal por esto y aquello.
Y vela ahorita lo que está haciendo. Con razón me cae mal”), no estoy fluyendo en la
experiencia porque mi enfoque está en otro lugar. Esto no me permite ver las nuevas
condiciones de ese momento y por ende el no cuidar la experiencia.
Para yo poder desmantelar esos apegos que me distraen y me desenfocan, que impiden
que me mantenga en el aquí y el ahora, se requiere que mi mente le baje al ritmo de
producción de formaciones mentales. Esto solo se puede dar cuando nos
desaceleramos. Desacelerarse significa tener un punto de concentración y abstracción
tal de un momento, en tiempo y espacio, que no permita la existencia de nada más. Es
estar en cuerpo y alma entregado a ese momento. Cuando las formaciones mentales
cesan, entonces se produce la desaceleración. Esta es la que nos puede permitir cuidar
la experiencia. Sin ella, sería imposible lograrlo.
El arte de cuidar la experiencia
¿De qué cuidamos la experiencia? La cuidamos de nuestros desenfoques y que de estos
se derive el que se infiltren nuestros apegos. Cuando tengo la capacidad del enfoque, de
concentrarme y abstraerme de mis formaciones mentales, entonces puedo hablar de
estar cuidando la experiencia.
¿Por qué requerimos cuidar la experiencia? Interactuar con otros no haciéndome
responsable de generar e infiltrar apegos y ocasionar un impacto con ellos es lo opuesto
a co-crear con el otro. Co-crear significa que cuido de no meter mis apegos y, así, me
hago responsable de ellos. La ausencia de apegos va a generar un impacto diferente en
la experiencia, un impacto de responsabilidad. Desenfocarme y dejar que los apegos se
infiltren es una irresponsabilidad que nos lleva a hostilidad. Por lo que la co-creación
busca la interacción responsable que justo nos lleva a generar ecuanimidad y posturas
asertivas.
Dado que los apegos son producto del ego y hacen que mis posturas sean egocéntricas,
me veo en la obligación de cuidar la experiencia de estos no desenfocándome de esta. Si
me paro en ella desde el lado egocéntrico, solo me puede llevar a cumplir mis deseos
hedónicos, personales, biológicos, y así atropellar y pasar por encima del otro, pues mi
objetivo es buscar satisfacer los apegos. La responsabilidad de verlos no es una
responsabilidad acusativa; es un entender que para poder verlos tuve que haber
desarrollado una habilidad que me lo permita. Y una vez que puedo verlos, no puedo
dejar de ver su efecto y, por ende, no puedo eludir la responsabilidad que me concierne
dentro de la interacción, identificando la diferencia que implica actuar con ellos o sin
ellos.
Imaginemos que estamos en una conversación con alguien a quien consideramos, por
experiencias previas, incapaz de entender. Pensamos que lo que dice es incorrecto y
que siempre se equivoca. En el momento presente, se está infiltrando un apego del que
quizás no me estoy dando cuenta, que es mi frustración latente con respecto a ese
individuo. También puede suceder que tenga conceptualizada a esa persona como
inepta y obviamente, de acuerdo a mis experiencias, lo es. El apego a esta idea se ha
infiltrado como una formación mental sin que me percate de que es un apego, que no
puede ser nunca una realidad, dado que yo realmente a esa persona no sé qué la forma
y no la conozco mas allá de mis experiencias ya por si demarcadas por una idea fija que
tengo de ella. Solo he tenido cierto número de experiencias con ella y seguramente,
aunque todas hayan sido fatídicas, no hacen de esa persona lo que yo declaro.
Solamente hace que mis experiencias estén vinculadas con lo que he vivido pero no
justifican el calificativo per se. Los calificativos son genéricos y son ontológico, lo cual
hace muy complicado el hacerlos verdad porque, de hecho, nunca lo son.
¿Qué pasa entonces? Al no darme cuenta que he infiltrado un apego, que es una
formación mental, basada en una idea que yo me he formulado, la hago una verdad en
el momento de mi interacción. Esto se convierte en el lenguaje en una acusación, un
juicio o una generalización. Ninguno de estos tres encontrará sustento con la realidad.
Es solo mi resumen. No cuidar la experiencia significa meter mis resúmenes y luego
demandar que esos resúmenes sean realidad, lo cual me lleva a actuar como si lo
fueran. Aquí entonces con lo que tenemos que tener cuidado es que cuando no veo
esos apegos, cuando se infiltran en mí esas formaciones mentales, y entran en la
experiencia, es cuando no la cuido y esto sucede porque dejo de enfocarme en la
experiencia, en el aquí y en el ahora. Esos apegos ocasionan que la persona se defienda
o justifique porque la estoy atacando. Esto genera en un continuo un patrón de defensa-
ataque-defensa-ataque. Este es un ejemplo de cómo se forman los bucles ocasionados
por las actitudes egocéntricas: se pierde el enfoque sobre la situación completa, deja de
ver las verdaderas condiciones del momento, por lo tanto, resulta imposible cuidarla de
la infiltración de los apegos.
El arte del acompañamiento
Este nos lleva al ultimo nivel de EUDE y a la pregunta; qué significa desde EUDE
acompañar, ¿acompañar a que o a quien?. Normalmente entendemos acompañamiento
de dos formas cuando somos papás, maestros, amigos, hermanos etc., acompañar
posesiva y obsesivamente mente que consiste en casi poseer a la otra persona para
llevarla a que haga lo que yo haría o lo que yo quisiera que hiciera. Más que un
acompañamiento, lo que realmente intentamos en este caso es dirigir la vida del otro.
En el otro extremo está el de hacerla de psicoterapeutas, con la actitud de ayudar al
otro aun cuando este otro no me lo haya pedido.
Por lo que el arte del acompañamiento en EUDE se refiere a acompañar la experiencia,
no al otro, no a mi, sino a la experiencia lo que en EUDE se determina como la capacidad
de mantenerme enfocado en el 'espacio entre'. El espacio entre, se determina como el
único espacio en donde se puede llegar a la co-creación.
¿por qué tengo que pararme en una postura de acompañamiento en mis interacciones
con otros seres humanos? ¿Qué demarca que yo tenga que ser un acompañante y no un
jugador más de la interacción en la que me encuentro? Aquí damos un giro muy radical
al entendimiento que tenemos de las interacciones entre los seres humanos desde el
ángulo de EUDE.
Para EUDE, la interacción humana, del tipo que sea, se describe como una danza entre
experiencias. En una danza no se trata de resolver un conflicto pues el objetivo
primordial es no crearlo en primera instancia. La danza es un fluir de experiencias,
danzando al mismo son, parejos en un espacio entre que no es mío, ni tuyo, sino es
creado por ambos. Ahí no hay disparidad que mediar o resolver. La disparidad en sí, al
comienzo, es el no danzar.
Esto es, cuando entramos en interacción con alguien realmente lo que se desarrolla es
un encuentro entre experiencias (ideas o vivencias formadas a través de las experiencias
que nos conforman). Las condiciones que conforman las experiencias no son mas que
las experiencias compartidas en ese momento tiempo y espacio, las cuales nunca
pueden ser validas o invalidas simplemente son. Danzar con ellas significa verlas,
reconocerlas y en conjunto ver que vamos a hacer con ellas. No que vas a hacer con esto
o que voy a hacer yo sino que vamos a hacer con ellas.
Ese enfoque que nos mantiene en una postura de ver las condiciones no como tuyas o
mías sino como elementos que conforman el momento, es a lo que le damos el nombre
del espacio entre, mantenerme enfocado en ello, tiene como consecuencia un cambio
en el lenguaje, en donde en vez de decir 'tu dices que esto tal y tal, y yo creo que eso
esta mal, así que, ¿qué vas a hacer al respecto?', lo que decimos es 'según vemos,
tenemos esta experiencia y esta otra, ambas nos pueden llevar a diferentes resultados
por lo que la pregunta seria ¿qué vamos a hacer con esto?'. En el primer caso, dos cosas
acontecen; la primera es que solemos no hacernos responsables de lo nuestro y mas
bien exigimos que el otro se haga responsable de la situación sin darnos cuenta que
siempre hay una parte de responsabilidad compartida. Lo segundo es que esto genera
emociones que nos llevan a no ser asertivos y a la posibilidad de generar hostilidades
con los otros. En el segundo ejemplo, co-creamos juntos, nos hacemos responsables
ambos y ya que no hay victimas ni verdugos las emociones se mantienen ecuánimes, lo
cual permite generar posturas y actitudes asertivas.
Por ende, no se trata de preguntarnos por qué tenemos que jugar el papel de
acompañante en las interacciones, sino más bien reflexionar cómo es posible que no lo
hayamos hecho antes. Desde la postura de EUDE, no existe otra manera para poder co-
crear. Cualquier otra forma es arbitraria al propio principio de la interacción y de la
experiencia misma.
Co-creación
Es el punto culminante del modelo EUDE. Si yo ya tengo un enfoque sostenido, sé cuidar
las experiencias no saliéndome de ella y así no permitiendo que se infiltren mis apegos.
Lo cual me permite establecer una danza con el otro, entonces y solo entonces, puedo
decir que estoy en posición de co-crear ya que danzo en el espacio entre.
El arte de la co-creación, por lo tanto, no es más que el estar en el espacio entre, por lo
tanto estar en el espacio entre es practicar el arte de co-crear. Los niveles de EUDE
actúan como plataformas, donde uno se va apoyando en el anterior y, en este sentido,
son mutuamente dependientes o fenomenológicos. El proceso es experiencial porque
está determinado por la transformación que solo se puede dar a través de la
experiencia.
El objetivo de EUDE para llegar a la co-creación es alcanzar una ausencia del ego.
Mientras el ego está presente, no podemos co-crear, simplemente creamos
experiencias. A mayor decremento del egocentrismo, mayor potencial para co-crear. La
hostilidad humana es la ausencia de co-creación. Dado que el objetivo de EUDE es
decrementar esta hostilidad, lo que tiene que incrementar es la habilidad para co-crear.
Una es la antítesis de la otra.
Esto se puede ilustrar con el caso de un papá cuyo hijo es reportado continuamente
porque se pelea con otros niños, en la secundaria. El papá lo espera siempre en la sala al
regreso de la escuela. Siempre le grita: “Ya ves. Otra vez te volvieron a reportar. Eres un
peleonero. Te la vives peleando con los demás”. Eso es creación: el papá está creando
una experiencia. El joven, por supuesto, medio lo escucha, agarras sus cosas, se va a su
cuarto y da un portazo. Y el papá se queda vociferando afuera. Todo esto es un ejemplo
de una experiencia de hostilidad. Después de varios talleres con EUDE, el papá toma
otra actitud. Le llaman para decirle que el niño se peleó. Llega el joven; el papá
igualmente lo está esperando en la sala. El joven abre la puerta y deja caer la mochila, y
se le queda viendo al papá esperando la misma reacción de siempre. El papá se para, se
acerca a su hijo, le pone la mano en el hombre y le pregunta: “¿Cómo estás?”. El joven
se le queda viendo, el papá recoge la mochila y le dice: “¿Te la llevo al cuarto? ¿Cómo te
sientes?”. El joven se sienta en el sofá, se pone las manos en la cara y le dice: “Me
volvieron a pegar y se suelta a llorar. El papá lo abraza y le dice: “Hijo, cuéntame qué
pasó. ¿Qué viviste? ¿Cómo te sentiste?”. Este es un ejemplo de una danza. La co-
creación es el refinamiento de la capacidad de danzar con el otro. Pararme todo el
tiempo con la capacidad de evitar que mis apegos interfieran, manteniéndome con la
pantalla en blanco, sabiendo, además, que no soy yo la cereza del pastel. En general
creemos que somos la cereza del pastel y que todo se trata de nosotros, lo cual es una
postura egocéntrica por excelencia.
La capacidad de co-crear implica estar en un estado continuo de ecuanimidad,
asertividad y resiliencia, completamente libre de apegos que solo lo da el enfoque
sostenido en el espacio entre.
Capítulo 3 Técnicas y Herramientas
Este Capitulo es solo un esbozo sobre el tema de las tecnicas y herramientas de EUDE ya
que dentro de la serie de libros EUDE contamos con el libro dedidacado a este tema, por
lo que aqui estas se explicaran de manera breve con la finalidad de darnos una idea.
Las tres técnicas de EUDE tocan tres áreas importantes para el desarrollo ético y son
mutuamente dependientes, además de que su nivel se incrementa según el avance a
través del proceso propuesto por el modelo. Las tecnicas desarrollan una disciplina
mental que con constancia, consistencia (ver capitulo 5) a traves de los cuatro niveles de
EUDE (descritos en el capitulo anterior) nos llevan a habilitar la atencion consciente que
nos permite ver el espacio entre desde el cual podemos co-crear.
El desarrollo de la disciplina mental dirigida a habilitar la atencion consciente requiere
de técnicas específicas que deben manejarse en paralelo y que son mutuamente
dependientes. En EUDE estas técnicas son: la meditación, el arte del cuestionamiento y
las cuantificaciones y abstenciones.
En general, pensamos que con solo hacer unas prácticas de vez en cuando es suficiente
y solemos carecer de esos niveles de constancia y consistencia en lo que hacemos. De
ahí que la frustración sea un estado en el que parecemos vivir continuamente. Cualquier
emprendimiento sin altos niveles de disciplina mental está destinado al fracaso. En
EUDE este es precisamente el entrenamiento más fuerte. Todo el proceso está diseñado
para lograr un desarrollo de atención consciente tal que nos permita verdaderamente
crear un hábito de co-crear experiencias sin apegos, de una forma ecuánime, asertiva y
resiliente. A continuación, se describe cada una de las técnicas que usa el modelo:
Meditaciones, Arte del cuestionamiento, Cuantificaciones y abstenciones.
Técnicas de meditación
La meditación proviene de tradiciones ancestrales tanto de Oriente como de Occidente,
usadas primordialmente como herramienta o práctica que entrena la mente e induce un
modo de consciencia. Hoy en día, se ha puesto de moda su uso a través de distintos
programas tales como mindfulness o stress reduction and psychoteraphy, entre otros. En
EUDE, la meditación tiene dos propósitos: el primero es aprender a enfocarnos,
concentrarnos y lograr estados de absorción profunda; el segundo es generar una
desaceleración neurocognitiva, esto es, dejar de generar formaciones mentales
conceptuales, en donde normalmente se encuentra el ego y se forman los apegos.
Esta desaceleración es la única plataforma que permite a la mente integrar los distintos
niveles del arte del cuestionamiento que EUDE incluye para desmantelar los apegos
manteniendome enfocafo en el aqui y en el ahora. Las meditaciones dentro del modelo
varían y su desarrollo sirve de plataforma para el logro de los objetivos de cada nivel. Es
por ello que se incluyen cerca de treinta diferentes meditaciones a través de todo el
proceso de EUDE, divididas en cuatro tipos de meditación: Meditaciones de enfoque,
concentración y absorción, Meditaciones analíticas, Meditación de visualización,
Meditaciones contemplativas.
Arte del cuestionamiento
El arte del cuestionamiento es una de las tres técnicas más importantes del modelo
EUDE. Es la técnica que permite el desarrollo del observador de mí mismo.
Cuando el desarrollo a través de las meditaciones permite la desaceleración
neurocognitiva, el arte del cuestionamiento planta la semilla del futuro observador,
centinela y guardián de la experiencia. El arte del cuestionamiento está dividido en
varios niveles y está en correlación con las otras técnicas y herramientas del modelo
EUDE, ya que tanto técnicas como herramientas se diseñaron para complementarse
entre sí. El arte del cuestionamiento consiste en una serie algoritmos que, a través de
preguntas asertivas y ecuánimes, permiten la reflexión y la autorreflexión (antes y
durante la experiencia) y en los otros (durante la experiencia).
Estas preguntas de investigación, identificación y contraste que generan reflexión y
autorreflexión están enfocadas exclusivamente a identificar si estoy o no en el espacio
entre o si ya me sali de el. Cuando lo hago primero en mí, puedo entonces enfocarme y
cuidar la experiencia. Al tomar el papel del centinela de la experiencia, que está
pendiente para evitar la infiltración de apegos en mí o en otros, puedo entonces
acompañar y co-crear constructivamente con otros durante la experiencia.
Abstenciones y cuantificaciones
Las abstenciones en EUDE son una técnica que usamos para purificar el remordimiento.
El remordimiento es una facultad que todo ser humano tiene por naturaleza y que
permite regular el nivel de daño que ejercemos en otros. El remordimiento no tiene
nada que ver con la culpa. El sentimiento de culpa es una emoción inmovilizante y
destructiva basada en el ego, que no nos permite actuar ni ocuparnos de lo acontecido
para darle vuelta de una forma constructiva. La mayoría de las personas que
experimentan constantemente el sentimiento de culpa tienen una baja autoestima y no
se creen merecedores del amor o de las gratificaciones que le brinda la vida, por lo que
aprovechan el más mínimo error para autocastigarse. En el otro extremo, se encuentran
las personas perfeccionistas para las cuales cualquier error es una buena excusa para
autorreprocharse y criticarse constantemente.
El remordimiento, sin embargo, es un sentimiento que experimenta una persona
cuando cree que no ha actuado de manera correcta. Se trata de una sensación de
malestar que se genera a través de una conducta que dañó a otro(s). Es una sensación
que no paraliza, pero que sí alerta al individuo sobre el hecho de que algo no fue
constructivo. Así permite que la persona rectifique con una postura más constructiva.
La purificación del remordimiento solo se logra a través de las abstenciones. Ante la
ausencia de abstenciones, el remordimiento puede llegar a bloquearse al punto de no
funcionar en nuestra vida adulta, lo cual nos llevaría a cometer actos destructivos en
otros y ni siquiera ver el más mínimo de sus efectos en hacerlo. El grado máximo de este
síntoma es el cinismo, cuando no solo no me percato de lo que hice, sino que además
me burlo de la reacción del otro o acepto que hice algo que no estuvo bien pero me
declaro satisfecho por haberlo hecho. La ausencia de remordimiento determina mi
imposibilidad para abstenerme de hacerlo o de volverlo a hacer.
Por lo tanto, el remordimiento y la abstención son circulares: mientras que es cierto que
el remordimiento permite la abstención, también es cierto que la abstención purifica el
remordimiento dado que me permite reconocer la sensación del contraste que me
genera una acción con daño al otro y una en donde sí cuido la experiencia con ese otro.
La cuantificación es parte de la tercera técnica del modelo EUDE y nos sirve para
desarrollar un enfoque continuo y en el día a día de una atención consciente
relacionada con lo que perciben nuestros sentidos, nuestras acciones verbales o físicas o
bien nuestros pensamientos. La cuantificación nos entrena para estar en el aquí y en el
ahora ya que solo ahí puedo observar y cuantificar.
Capítulo 4
Resiliencia, Ecuanimidad y Asertividad
"Nutrir nuestras experiencias y co-crear constructivamente
es el resultado de emociones ecuánimes que nos lleven a
posturas asertivas y resilientes decrementando así la
posibilidad de generar hostilidad humana."
Gilda Darlas
Los seres humanos suelen visualizar y desear un ideal de persona. Este puede variar según los
periodos históricos pero suele compartir ciertos atributos como la honestidad, la valentía, la
generosidad, entre muchos otras. Quisiéramos que nuestros hijos los tuvieran e intentamos que así
sea y, sin embargo, no sucede. Esto nos deja con una sensación de desahucio. Nos planteamos la
pregunta: “¿Qué tendría que pasar para que se manifieste semejante ideal?”, pero no nos
preguntamos qué es lo que está sucediendo que no lleva a ese resultado, sino muchas veces al
desenlace opuesto, como señalamos en la introducción al hablar de la creciente hostilidad humana.
Las definiciones de los ideales a alcanzar se han planteado desde el ego mismo y por ello nos han
dejado en un círculo vicioso de hostilidad y destrucción. Descentralizar el yo y desde ahí
relacionarnos con la realidad equivale a una postura radicalmente diferente y, por lo tanto, tendrá
un resultado radicalmente diferente también. Quizá no haga falta siquiera tener un ideal de persona,
sino simplemente conectarnos con la apertura suficiente para ver qué realidad es posible cuando el
ego no es el personaje central de la historia.
En EUDE nos hemos planteado el camino a la inversa. En vez de crear definiciones o teoría
ética/moral y luego tratar que el ser humano empalme eso con su día a día (lo cual es una
imposibilidad), nos paramos a la inversa, con la pregunta de: ¿en el día a día que podemos hacer
diferente y en ese hacer diferente que resultados se obtendrían?. Empezamos por detectar que el
egocentrismo exacerbado es causa de la hostilidad y entonces hemos propuesto que su decremento,
a través de la disciplina mental y la atención consciente debe de llevar a resultados diferentes. A lo
largo de los años durante los cuales hemos aplicado el modelo, tres posturas han resultado de la
aplicación sistemática de nuestras técnicas y herramientas: la ecuanimidad, la resiliencia y la
asertividad.
En otras palabras, empezamos con el qué hay que erradicar y cómo lograrlo para no llegar a
resultados conocidos. Así, nuestro punto de partida son las causas de la hostilidad, no ese “ideal” al
que nos gustaría llegar. Y nuestro método consiste en el proceso tal como se describió en el segundo
capítulo.
¿Por qué hablamos de estas tres posturas y no de otras, tales como tolerancia, empatía o compasión,
por ejemplo? Porque en la ecuanimidad, asertividad y resiliencia, estos valores ya están intrínsecos.
Porque estas tres abarcan todo lo que un ser humano que ha decrementando su egocentrismo llega
a manifestar. De entre las tres, la más importante, indudablemente, es la ecuanimidad. Cuando
interactuamos con otros seres humanos, lo que suele salirse de control y llevar a la hostilidad es el
lado emocional, que incluye la ira, la tristeza, le euforia, entre otras emociones con un gran potencial
destructivo. Por un lado fluctúan entre los extremos y nos hacen perder el enfoque en el momento
presente y, por el otro, se adueñan de las interacciones que tenemos con los demás. Estas
emociones descontroladas son la manifestación, además, de nuestros apegos, los principales
elementos constitutivos del egocentrismo. Por lo tanto, al desmantelar los apegos y empezar a
actuar sin ellos, se decrementan el egoísmo, el egocentrismo y el individualismo y las emociones ya
no están dirigidas por nuestros deseos personales. Entonces, en lugar de reaccionar frente a los
demás, tenemos la posibilidad de empezar a co-crear con ellos. Y en este espacio, el aspecto
emocional fluye con la experiencia tal y como es, en un estado de ecuanimidad. Ya no hay una
constante oscilación entre el placer y el enojo, entre la satisfacción y la insatisfacción. Los deseos
personales ya no dominan la escena. Esto es el resultado directo del desmantelamiento de los
apegos, de la descentralización del yo.
Un resultado directo de una postura ecuánime es la asertividad, la capacidad de expresarnos con
claridad y sin agresión con la experiencia, para la experiencia y en la experiencia, más allá de la
necesidad de satisfacer alguna agenda personal, ya sea nuestra o del otro. En lugar de esto, mi
atención está centrada en lo que estamos co-creando juntos y cuando esto se hace, la asertividad
solo se manifiesta como un resultado de un enfoque en la experiencia misma.
Cuando nos relacionamos con el mundo a nuestro alrededor de esta manera, surge también la
resiliencia, término que hemos redefinido en EUDE. Después de la Segunda Guerra Mundial, se hizo
referencia con él a los procesos de sanación tras sufrir eventos traumáticos. Para EUDE, no se trata
de un proceso posterior a una experiencia, sino de la capacidad de co-crear durante la experiencia
misma. Implica co-crear experiencias y no crearlas o dejar que otros las creen. Esta postura incluye,
además, el cuidado continuo de la experiencia para que no interfieran los apegos propios ni los
ajenos. Esto es a lo que llamamos danzar con la experiencia y abrazarla tal y como es, aquí y ahora.
La relación entre estas tres posturas —ecuanimidad, asertividad y resiliencia— es el resultado de la
descentralización del ego. A partir de ellas surgen naturalmente una serie de características que
consideramos constructivas, tales como la honestidad y la tolerancia. ¿Es posible que un ser humano
descentralizado de su ego y que presenta ecuanimidad, asertividad y resiliencia dé pie a la
deshonestidad, la intolerancia, la corrupción, la apatía, la hostilidad, la violencia? La respuesta es no.
Cuando nos paramos en un lugar donde hay una ausencia de apegos, ninguna de estas actitudes
destructivas puede surgir, pues la relación entre ambas posturas —la ausencia de apegos y la
presencia de actitudes negativas— es antitética.
Por otro lado, sí es posible tener un ser humano honesto o tolerante, por ejemplo, y egocéntrico al
mismo tiempo. Es por ello que los programas basados en los valores y el relativismo moral pueden
conducir a la manifestación social del ego e incluso a la anarquía. Mientras no se trabaje con la raíz
de la hostilidad, el egocentrismo, no es posible generar actitudes genuinas y libres de hostilidad.
Es justamente en esto que consiste el cambio de mirada que propone EUDE. Para disminuir la
hostilidad humana, centrémonos en las causas y no en los resultados que nos gustaría alcanzar. Si
identificamos el egocentrismo como la causa de la hostilidad, disminuirlo necesariamente nos llevará
a un resultado diferente a la hostilidad. Mientras permanezcamos ciegos a la causa primordial,
seguiremos repitiendo una y otra vez los mismos resultados destructivos.
Preguntémonos, pues, no adónde queremos llegar, sino qué debemos cambiar aquí y ahora para
evitar los resultados que conocemos demasiado bien. Preguntémonos qué estamos dejando de
hacer, qué hemos dejado de entender. Y encontremos el cómo, el camino que nos llevará a un
desenlace diferente a partir de la descentralización del yo, sin enfocar nuestra atención de entrada
en un ideal, que corre el riesgo de convertirse en inalcanzable si ignoramos la causa de aquello que
queremos disminuir, es decir, la exacerbación del ego. Nosotros ya hemos diseñado un camino - el
de EUDE el cual lo dejamos como un legado para niños y jóvenes.
Capítulo 5
Disciplina, constancia y consistencia
Sin disciplina mental el fortalecimiento
de la voluntad es una utopía.
Gilda Darlas
La habilitación de la disciplina mental, requiere de un proceso que se lleva a cabo a
través de cuatro niveles donde se aplican, de manera ordenada y secuencial, sus
técnicas y herramientas. El corazón de este proceso es la disciplina mental, la cual es
imposible de generar sin constancia y consistencia. Estas, a su vez, requieren de la
fuerza de voluntad. Sin ella, la constancia y la consistencia se quiebran.
La fuerza de voluntad es difícil de generar y, sobre todo, de sostener a nivel meramente
individual. El apoyo de la comunidad se convierte en un elemento prácticamente
indispensable para poder tener éxito en esta empresa. La comunidad juega un papel
central en cualquier tipo de movimiento: político, religioso, social o de la índole que sea.
Cuando un grupo de personas se enfoca en una meta común, se crea un nivel energético
que impulsa esta tarea compartida. Así, se fortalece no sola la intención, sino también la
propia comunidad.
Cuando emprendemos una actividad, por ejemplo la práctica de la meditación,
podemos empezar con mucha energía, deseo de proseguir, gran ímpetu y buenas
intenciones. Pero, ¿cuánto dura esta actitud? En general, al cabo de un lapso, más o
menos largo, vamos dejando poco a poco de hacer la actividad que tanto nos había
emocionado en un principio aun cuando comenzamos a tener resultados, los cuales nos
motivan mas no siempre son suficientes. Sin embargo, si existe una comunidad que nos
apoye y en la cual nos apoyemos, persistir en nuestra intención se vuelve mucho más
fácil. Ya no estoy solo en el mundo, sino que cuento con un grupo de gente que me
motiva, que me ayuda y me incita a seguir. Además, mi propia actitud se refleja de
vuelta en ese grupo, que se siente motivado por la actuación de cada uno de sus
integrantes. Por lo tanto, la comunidad se convierte en un ingrediente vital para
cualquier proceso que queramos llevar a buen puerto, en particular si tiene que ver con
el desarrollo y fortalecimiento de nuevos hábitos. Cuando está ausente, es muy
probable que nuestra voluntad inicial se fragmente y los resultados no se manifiesten.
EUDE, en su búsqueda de constancia y consistencia que le brinde al proceso que
proponemos una tierra fértil donde florecer, ha encontrado el sitio idóneo: la escuela.
La escuela es una comunidad, que ya está creada y establecida como un microsistema
social, con niños, jóvenes y adultos que desempeñan diferentes funciones y comparten
alguna filosofía educativa. Es la plataforma ideal para el funcionamiento de EUDE. En un
ambiente como este se tiene asegurado cierto nivel de permanencia que permite
naturalmente el desarrollo de la constancia y la consistencia entre los maestros y los
niños, así como entre el personal administrativo y los padres de familia. De hecho, sin
una comunidad que lo sustente, EUDE difícilmente puede implementarse.
Existe una segunda vertiente, igual de importante, para llevar a cabo el proceso de EUDE
dentro de una comunidad. Si partimos de la premisa que nuestro objetivo es la
nivelación y regulación del EGO (decremento del egocentrismo) como parte esencial del
desarrollo ético, es imposible que esto se lleve a cabo en aislamiento. Solo a través de la
práctica continua con otros seres humanos podemos trabajar con nuestros patrones
mentales y nuestros patrones de interacción, ese es el laboratorio de EUDE y es el
laboratorio de la vida misma.
La práctica continua y constante con otros seres humanos es lo que constituye la base
fenomenológica o experiencial del proceso EUDE. Solo así nos podemos encaminar hacia
una transformación profunda en nuestra manera de relacionarnos con los demás y con
nuestro entorno. La práctica en la comunidad permite una circularidad que se opone
directamente al individualismo y favorece, por ende, el decremento del egocentrismo.
Aunque existen otras asociaciones sociales, tales como empresas o fábricas, por
ejemplo, no son comparables con una comunidad educativa, pues en esta la meta
común es la de aprender. La escuela ofrece el espacio idóneo para la aplicación de
nuestras técnicas y herramientas al ser una comunidad de aprendizaje.
La constancia y la consistencia son condiciones sin las cuales no podemos alcanzar las
metas que nos proponemos, muy en particular el desarrollo de la disciplina mental que
nos permita trabajar con nosotros mismos y con las situaciones en las cuales
participamos. En la historia de la humanidad se han probado ya modelos que proponían
que el ser humano podía aprender por sí mismo, en libertad. El aprendizaje
independiente se puede dar cuando el individuo cuenta con un esquema de disciplina
mental estructurado. Si este no existe, entonces la transformación independiente
termina en desastre.
La constancia y la consistencia son la precondiciones para la libertad y la posibilidad de
beneficiarnos con un proceso de autoaprendizaje. La falta de disciplina equivale a la
desestructuración mental que se manifiesta como desorganización en el pensamiento.
La desorganización en el pensamiento, a su vez, se traduce en desorganización en la
acción y estas acciones desorganizadas implican una ausencia de responsabilidad, la cual
inevitablemente desemboca en la hostilidad humana.
La disciplina mental, en contraste, implica la ausencia de distracción. Cuando nuestra
mente está disciplinada, no divaga ni pierde el enfoque cuando se concentra. Está aquí y
ahora, en la experiencia que estamos viviendo, en lugar de fugarse a una experiencia
fabricada dentro de sí misma. Una mente disciplinada nos permite permanecer en la
experiencia durante los lapsos de tiempo que la experiencia requiera, evitando brincar
de un lugar a otro todo el tiempo.
Esta disciplina mental no se desarrolla por sí sola. Hay que desarrollarla, pues de otro
modo, la mente toma control de forma arbitraria con base en sus deseos, necesidades y
apegos, reduciendo a cero cualquier posibilidad de co-creación con los otros. Cuando
descentralizamos al yo, abrimos la puerta para poder verdaderamente ver al otro. La
capacidad de co-crear con el otro es el antídoto perfecto para el egocentrismo. EUDE
desarrolla este nivel de disciplina mental desde el comienzo del modelo y a lo largo de
todo el proceso.
Para alcanzar tales niveles de disciplina mental, son indispensables la constancia y la
consistencia que en ocasiones se manifiestan como repeticiones de determinadas
actividades, mediante la aplicación de técnicas sofisticadas, para poder crear nuevos
hábitos desde la perspectiva de un nuevo paradigma. La mente desorganizada se rebela
antes esto, pero no hay otra manera de llevarlo a cabo. Igual que un futbolista debe
hacer mil repeticiones para dominar la técnica de meter el balón en la portería, generar
enfoque y concentración en la mente solo se logra a través de periodos prolongados y
repetidos para lo cual el laboratorio experiencial de EUDE permite la transformación del
individuo de forma gradual.
En suma, la disciplina mental es la llave maestra para alcanzar el éxito en cualquier
empresa a que nos aboquemos. Una mente ordenada, ecuánime, con control y no
dominada por el ego está al servicio de que nos propongamos hacer, en lugar de que
nosotros estemos al servicio de una mente caótica. Un nivel sofisticado de disciplina
mental como el que perseguimos con este modelo desarrolla una profunda actitud ética
en nuestra interacción con el otro. Cuando tenemos disciplina mental, nos podemos
parar en el mundo con asertividad, ecuanimidad y resiliencia, podemos abrazar la
experiencia como es y danzar con las condiciones que se nos presenten, lo cual da como
resultado el decremento de la hostilidad humana que tanto nos afecta y que tantos
problemas tanto sociales como individuales nos aquejan.