Prometeo Desencadanado, Historia de La Aplicación de La Combustión en El Desarrollo de La Humanidad. 2007

8/20/2019 Prometeo Desencadanado, Historia de La Aplicación de La Combustión en El Desarrollo de La Humanidad. 2007

1/226

1

Prometeo desencadenado

Historia de la aplicación de la combustión en eldesarrollo de la humanidad

Antonio Valiente BarderasFacultad de QuímicaUNAMC.U.México D.F.

2007


2/226

2

Contenido

Capítulo I.- El mito de Prometeo. Pág. 3

Capítulo II.- El fuego antiguo. Pág. 17

Capítulo III.- Cuando el fuego era un elemento.Pág.42

Capítulo IV.-El fuego alquímico. Pág. 55

Capítulo V.- El flogisto. Pág. 71

Capítulo VI.- El trabajo de Lavoisier. Pág.89

Capítulo VII.- La magia del vapor. Pág.106

Capítulo VIII.- La combustión interna o el fuego nuevo.

Pág. 129

Capítulo IX.- La crisis de los energéticos. Pág. 167

Capítulo X.- El fuego atómico. Pág. 208


3/226

3

Capítulo I

El mito de prometeo

Según los antiguos griegos, en un principio fue el Caos (el vacío, el desorden), de

éste surgió primeramente Cronos (el tiempo), el cual engendró a Urano (los cielos)

y a Gea (la Tierra); con ellos comenzó el Cosmos (el orden).

Gea engendró numerosos monstruos y gigantescos titanes que se adueñaron de

sus montañas, valles y mares. Urano engendró a su vez a los inmortales

olímpicos: Zeus (el rayo), Poseidón (los mares), Hefaistos (los volcanes).

Pronto sobrevivo la lucha entre los olímpicos y los titanes, lucha que involucró a

los cielos y la tierra, hasta que finalmente el poder de los olímpicos prevaleció. Los

titanes en su mayoría fueron derrotados y cruelmente castigados. Sólo algunos

astutos titanes, tal como Prometeo que, previendo el final, se mantuvieron al

margen de la lucha, pudieron seguir merodeando por la faz de la Tierra.

Según los griegos, después de aquella contienda colosal los mares, los cielos y la

tierra estaban llenos de dioses, el mundo parecía estar completo, sin embargo,

faltaba todavía un ser capaz de odiar y amar, de juzgar y castigar, de tener piedad

y misericordia, un ser que a pesar de poseer un alma poderosa fuera lo bastante

humilde para temer a los dioses y rendirles homenaje y culto.

¡Faltaba el hombre!

Para forjarlo, Prometeo el titán tomó barro y lo mezcló con sus propias lágrimas,

luego trabajó incisamente sobre aquella masa informe hasta que obtuvo facciones


4/226

4

semejantes a las de un dios. Enardecido con la belleza de su obra, Prometeo

decidió esculpir una multitud de estatuas. Guante días y noches enteros se inclinó

sobre la arcilla y les dio formas divinas, cuando terminó contempló a sus criaturas.

Así, alineadas y mudas parecen idénticas y vacías. Les faltaba la vida. Entonces el

gran artífice incorporó a las estatuas los caracteres de los animales: el coraje del

león, la fidelidad del caballo, la fuerza del toro, la astucia del zorro, la avidez del

lobo.

Poco después las estatuas comenzaron a moverse, pero todavía les faltaba la

chispa divina del espíritu. Entonces, Atenea, la sabia hija de Zeus decidió ayudar a

Prometeo, para ello tomó un vaso lleno del néctar divino y descendió hasta el

mundo para dárselo beber a esos nuevos seres. De repente en sus rostros brilló

una nueva luz, ahora eran hombres y tenían alma.

La tierra era fecunda, el cielo estaba tachonado de estrellas, los animales

rondaban por los campos, el mar era poderoso y fecundo y, sin embargo, los

hombres vagaban como sonámbulos por el planeta, a tientas y saber sacar

partido de la riqueza que se les ofrece.

Prometeo enamorado de su obra hace de maestro, pacientemente explica a los

hombres los secretos del universo y les enseña a domesticar a los animales

salvajes. Poco a poco les trasmite sus conocimientos sobre el mundo, la voluntad

d e trabajar y de dominar a la naturaleza. Les infunde una conciencia.

Había una sola cosa que los hombres no conocían, les faltaba un elemento

fundamental para construir la civilización y alcanzar el progreso: el fuego.

Sabiendo eso, el gran Zeus lo escondió. Los hombres estaban obligados a comer

los alimentos crudos, como los demás animales, además no podían dar forma a


5/226

5

los innumerables metales que Prometeo les había mostrado en el seno de la

tierra. Tampoco podían fabricar recipientes para guardar el agua, ni calentarse en

los fríos días invernales, ni alumbrase en las obscuras noches.

Temiendo por el futuro de la humanidad, Prometeo decidió entregarle el fuego,

así que trepando a los cielos encendió una rama al calor del Sol y con la rama

encendida regresó a la Tierra. Allí, la entregó a los hombres. Ahora estos conocen

el secreto del precioso elemento, poco los diferencia de los dioses.

Fig. 1.- Prometeo llevando el fuego a los

hombres. Rubens.

Con el fuego transformaron los alimentos,

calentaron sus cuerpos, construyeron

armas e iluminaron la oscuridad.

Maravillados por sus propias invenciones

los hombres se imaginaron iguales a los

dioses y dejaron de hacer sacrificios a los

inmortales.

Los dioses estaban aterrados. Discutían

en el cielo como volver a los hombres,

nuevamente sumisos y humildes. Zeus

cree que la forma más rápida es destruir a los hombres, para ello decide crear a

la mujer. Para formar a la mujer, Zeus llama a Hefestos, el dios artífice, el cual

modeló con arcilla a una bella muchacha. Luego cada uno de los dioses la dotó


6/226

6

con alguna virtud y algún atributo: Afrodita, la seducción femenina; Hermes el

poder de la elocuencia; Atenea, la habilidad manual; las Gracias, su encanto; de

allí su nombre Pandora (todos los dones). Finalmente Zeus le entregó una caja

cerrada herméticamente recomendándole que no la abriera.

Así dotada, Zeus ordenó a Hermes que la condujera ante Prometeo, quien a

pesar de sus encantos no quiso tomarla por esposa. Sin embargo Prometeo tenía

un hermano, Epímeteo (el irreflexivo) que se enamoró de ella y aceptó el “regalo

de los dioses”, desposándola, a pesar de los consejos de su hermano que le decía

que debía desconfiar del los dioses.

Al principio los jóvenes esposos fueron felices, pero un día Pandora recordó el

regalo de Zeus y a pesar de la prohibición o quizás a causa de ella, su curiosidad

femenina hizo que destapara la caja. Al instante escaparon de ella todos los males

y miserias que los dioses habían creado para asolar a los mortales: las penas, la

fatiga, las enfermedades, la envidia, la venganza, los celos. Arrepentida Pandora

de su desobediencia cerró la

caja, en cuyo interior quedó

sólo la esperanza. Un

sentimiento precioso, aunque

engañoso.

Fig. 2.- La caja de Pandora.


7/226

7

Las plagas que salieron de la caja de Pandora esparcieron la miseria sobre la

humanidad. La tierra se llenó de hombres frágiles, cansados, medrosos, enfermos.

Comenzaron las guerras interminables. El hambre y la peste recorrieron el

mundo, sin embargo, Zeus todavía no está satisfecho. El miedo, los campos

arrasados y las ciudades destruidas no le parecían suficiente castigo, por ello

decidió exterminar a la humanidad por medio del diluvio.

Sabedor de los proyectos divinos, el titán Prometeo corrió a avisar a su hijo, el

humano Decaulión el cuál estaba casado con Pirra, hija de Pandora y de

Epimeteo. Prometeo le aconsejó que construyera un arca y que se metiera en ella

con su mujer.

Un poco más tarde comenzaron las interminables lluvias que hicieron desbordarse

a los ríos. Los mares crecieron y avanzaron sumergiendo a casi toda Grecia. El

arca flotó sobre esas aguas tempestuosas durante nueve días y nueve noches

hasta que encalló en el monte Parnaso, el único lugar seco en medio del inmenso

mar.

Al descender la inundación, la ira de los dioses se había calmado, pero la

humanidad había desaparecido. Los sobrevivientes oraron a los dioses,

pidiéndoles que les permitieran repoblar la tierra, ya que era imposible vivir en un

mundo así. Los dioses les respondieron que podían volver a repoblar la tierra si

arrojaban hacia atrás, por encima de sus hombros, los huesos de la gran madre.

La pareja sobreviviente reflexionó sobre el significado de estas palabras, hasta

que finalmente comprendieron: la gran madre es Geo y los huesos de ella la

piedras.


8/226

8

Entonces se dedicaron a recoger piedras y a arrojarlas hacia atrás.

Inmediatamente vieron, con inmensa alegría, como las piedras se van

transformando en seres humanos. Las arrojadas por Pirra se convierten en

mujeres, las de Deucalión en hombres.

Fig.3.- Deucalión y Pirra.

Zeus había ajustado cuentas

con la humanidad, pero le

quedaba vengarse de

Prometeo. Para ello llamó a

Hefestos, el divino obrero y le ordenó que encadene a Prometeo a una roca en el

monte Caúcaso. Después envió un águila hambrienta a devorarle el hígado,

haciendo que el creador de los hombres se retuerza entre horribles dolores. Y por

la noche el órgano se regenera para que la agonía continúe eternamente.

Este suplicio del benefactor de los hombres duró hasta que Hércules, criatura de

Prometeo, hombre-héroe, mató al águila con sus flechas y rompió las cadenas que

ataban a Prometeo al Caúcaso.

Prometeo liberado se reconcilió con Zeus y entró al Olimpo donde mora entre los

demás dioses.

Las consecuencias de la culpa inicial fueron olvidadas. El fuego dejó de ser un

poder destructivo para constituirse en un elemento purificador con el cual se

realizan los sacrificios divinos.


9/226

9

Fig. 4.- Prometeo encadenado.

Los hombres habían aprendido la

lección, deberían moderar su

orgullo si deseaban vivir en paz

con los fieros dioses y aplacar su

furia por medio de ofrendas y

sacrificios propiciatorios. El fuego

no regresará a los dioses, pero lo

utilizarán como un elemento con el

cual elevarán sus plegarias a los

creadores.

Mitos como el de Prometeo se encuentran en casi todos los pueblos antiguos para

explicar el origen del fuego, y es que el fuego original provenía del cielo, en forma

de rayo, que en medio de violentas tormentas descendía a la tierra para incendiar

y destruir, aterrando a los corazones humanos o lo vomitaban los dioses que

moraban en el interior de la tierra con las temibles y devastadoras erupciones

volcánicas.

Por ello aunque el hombre aprendió a domesticar el fuego, no olvidó que era el

cuerpo de un dios, su esencia, de allí que lo alimente de vez en cuando con

perfumes, flores, frutos, cereales, animales y en tiempos difíciles con seres

humanos. El humo de las ofrendas se eleva hacia el cielo llevando consigo la

esencia de los dones ofrecidos.


10/226

10

El fuego se convierte en el símbolo del bien y el mal. El fuego es bueno en cuanto

que proporciona luz, calor, seguridad, poder. Este es el fuego doméstico el

creador de la civilización.

Prometeo es el fuego del que el hombre se apodera como condición de

autonomía. Vesta es el fuego doméstico, el fuego del hogar y del altar, que

proporciona calor y cuece los alimentos para los hombres o los sacrificios para los

dioses y fortalece la unidad familiar. Vesta representa el poder purificador el fuego

y está representada por una mujer casta. Simboliza el concepto de morada

estable, a su alrededor se celebran fiestas familiares. No sólo protege el hogar

privado sino el hogar común, la ciudad. Por ello en el templo de Vesta está

encendido el fuego sagrado, símbolo de la

constante protección divina del estado.

Fig. 5. Imagen de un Baal.

El fuego bueno es motivo de adoración, debe

evitarse impurificarlo, alimentarlo, cuidarlo

apropiadamente y renovarlo de tiempo en

tiempo para que no pierda su potencia.

El fuego es malo en cuanto que destruye,

aniquila, es la ira de los dioses, es el símbolo

de nuestros pecados, de las pasiones, de los

impulsos y apetitos lujuriosos que arden en nuestra alma y que incontrolados

podrían destruirnos. El fuego destructor, símbolo de la ira divina debe apaciguarse

con sacrificios. Y, ¿Qué mayor ofrenda puede hacerse a los dioses, que la vida

humana?


11/226

11

Casi todos los pueblos antiguos practicaron en alguna forma el sacrificio humano,

éste se hacía sobre todo en épocas de calamidades, tales como las

enfermedades, las plagas, sequías y hambrunas. Por ello, los antiguos fenicios,

durante aquellos tiempos sacrificaban niños que arrojaban a los llameantes altares

de sus Baales.

Los celtas antiguos pobladores de Francia y Bélgica hacían sacrificios humanos

en los que sus victimas eran criminales o prisioneros de guerra, para ello hacían

colosales figuras de caballos hechas de mimbre en cuyas patas colocaban a seres

humanos; luego prendían fuego a las imágenes y las víctimas perecían en un mar

de fuego.

Fig. 6.- Cernudos. Dios celta y sacrificios

humanos.

En la Iliada se refiere que cuando los

griegos iban a embarcarse rumbo a

Troya, los dioses exigieron, que para

que su empresa fuera venturosa,

Agamenon jefe de los ejércitos

sacrificara a su única hija, Ifigenia. Se

cuenta además que la joven fue

salvada por Artemisa y que en el

momento del sacrificio la diosa dejó una

gacela sobre el altar y se llevó a la joven.


12/226

12

Una historia semejante se lee en la Biblia; Dios decidió probar a Abraham y le dijo:

“Toma a Isaac, tu hijo único, a quien tanto amas y ve a la tierra de Moriah y allí me

lo ofrecerás en holocausto sobre uno de los montes que yo te mostraré. Tomó,

pues Abraham la leña del holocausto y cárgola sobre su hijo Isaac y el llevaba en

las manos el fuego y el cuchillo. Finalmente llegaron al lugar indicado, en donde

erigieron un altar, acomodaron encima la leña y habiendo atado a Isaac, púsolo

sobre el altar sobre el montón de leña y extendió su mano para sacrificar a su

hijo. Pero el ángel del señor lo detuvo en el último instante, diciéndole:

“No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni

le hagas daño alguno, que ahora me doy por

satisfecho de que temes a Yahvé tu Dios,

pues que no has perdonado a tu hijo único

por amor a mi, o por obedecerme”.

Fig. 8.- El sacrificio de Isaac.

Alzó entonces los ojos Abraham, y vio detrás de si un carnero enredado por las

astas en un zarzal, y habiéndolo cogido, lo ofreció en holocausto en lugar de su

hijo.

Ningún pueblo antiguo se dedicó tanto a lo anterior como el de los persas. Según

ellos Ahuramazda creó al hombre, la luz y la oscuridad, así como a todo lo demás

tanto material como espiritual.

Entre las más importantes cosas creadas había dos fuerzas opuestas. Una que

representaba la Verdad, (Sperta Mainyu, el espíritu Santo), la otra (Angra Mainyu,


13/226

13

el espíritu destructivo), representaba la mentira. Ambas fuerzas ejercen

constantemente un influjo sobre los hombres, cuya responsabilidad moral reside

en la selección entre ambas. El gran dios juzgaría al hombre, después de la

muerte, y si este había escogido bien recibiría una vida eterna de felicidad,

mientras que si había elegido mal, recibiría un tormento eterno. Los hombres sólo

podían ganar el favor divino mediante el canto de alabanzas a los dioses y con el

cumplimiento de los ritos. Estas ceremonias consistían en encender fuegos

sagrados ya que los persas consideraban al fuego como un elemento purificador

capaz de ahuyentar los demonios, También se preparaba una bebida sagrada

llamada haoma con la que se rociaba el altar donde residían los dioses invisibles.

Parte del ahoma se guardaba para el rito de la sangre en el cual se inmolaba a un

animal, generalmente un toro, que era pasado por el fuego, dividido entre los fieles

y ofrecido a los dioses. Antes de cocinar la carne, ésta se rociaba con el ahoma y

se mezclaba el residuo con leche y agua, todo lo cual era a continuación

consumido por el fuego. La droga producía un estado de euforia que daba la

sensación de inmortalidad. Dar alimento a los desheredados, cuidar los animales,

atizar el fuego, tales eran las obras de un espíritu piadoso.

El fuego como dijimos era un elemento sagrado para los persas, representaba el

regalo de Ahuramazda al hombre y era a la vez un símbolo de la verdad, por su

poder para disipar las tinieblas del reino de Angra Mainyu; por lo tanto, se convirtió

al fuego en el instrumento primario de adoración. Como el fuego era sagrado, al

igual que la tierra, se prohibió la cremación o el enterramiento de los muertos ya

que así se hubiera profanado a estos elementos y por lo tanto, se exponía a los


14/226

14

cadáveres en las montañas o en los altares construidos exprofeso para que los

animales o las aves de rapiña los deshicieran.

Los persas construyeron grandes altares sobre los que se mantenía un fuego

permanente.

Fig. 9.- Artajerjes III frente a un altar de

fuego. La llama sagrada y la mano alzada de

Altajerjes forman parte de un ritual que

confirma la reverencia de la deidad cuya

imagen alada aparece en el centro.

Diariamente los sacerdotes o magos

realizaban oraciones frente a esas

piras, nadie podía soplar sobre la

llama para avivarla, sino que se tenía

que utilizar abanicos, pues los que soplaban sobre las llamas o echaban en ella

algún objeto muerto, o polvo, eran sentenciados a muerte. Los mismos sacerdotes

llevaban el rostro cubierto con máscaras para evitar el riesgo de que su propio

aliento pudiese contaminar al fuego.

Los altares del fuego estaban cubiertos para preservarlos del sol, pues los rayos

de éste no debían dar sobre el fuego ya que podría disminuir su potencia.

El fuego se debía purificar recogiendo únicamente la llama y juntándola con otras

que le fueran semejantes, a fin de formar un fuego superior. Otra forma de

purificación era la de la regeneración del fuego mediante el y traslado del que

estaba gastado (es decir, de las ascuas brillantes sin llama), a un fuego superior


15/226

15

ya existente. El fuego inferior, por así decirlo, se devolvía al superior con el fin de

renovar su potencia.

El fuego entre los aztecas era un elemento fundamental de las actividades del

culto, ya que la ofrenda más habitual consistía en el humo de los objetos

sagrados. En la comida, las bodas, los funerales, los nacimientos, las

coronaciones o las fiestas religiosas se encendían hogueras. Los sacrificios

humanos eran práctica común entre los aztecas, a Huitzilopochtli se le ofrecían

corazones de los sacrificados, pero a Tezcatlipoca se le ofrecían victimas que eran

arrojadas a una hoguera.

Fig. 10- Tezcatlipoca y Xiuhcoatl Dioses del fuego

Pero ninguna fiesta alcanzaba la solemnidad del Fuego Nuevo. Cada cincuenta y

dos años era para los aztecas un siglo, con ese motivo, se efectuaban suntuosas

fiestas llamadas del Fuego Nuevo, porque creían que el Sol que los alumbraba era

el quinto que había destruido a los anteriores en cataclismos y que este podría

desaparecer al final del siglo, si no se hacían sacrificios propiciatorios. Al llegar esa fecha se encendía una hoguera en el cerro Huixachecatl o de la

Estrella, de esa hoguera se prendían antorchas que se llevaban los corredores

hasta el templo Mayor para encender el fuego que allí se alzaba eternamente.


16/226

16

Otros portadores llevaban el fuego a los diferentes barrios en donde se construían

enormes fogatas a las que todos los habitantes arrojaban sus muebles, ropas y

trastos viejos, celebrando el advenimiento del nuevo siglo.

Posteriormente se procedía a cubrir las pirámides con los restos del viejo siglo,

dedicándose el pueblo a la construcción de la nueva pirámide más grande y bella,

pero tomando como base la que hasta entonces había existido... Así, con el paso

del tiempo, las pirámides se iban haciendo más y más grandes, llegando en

algunos casos como en el de la gran pirámide de Cholula, a estar formada por

siete pirámides superpuestas.

Fig. 11.- Ceremonia del Fuego

nuevo.


17/226

17

Capítulo II

El fuego antiguo

Todo aquél que ha ido de

excursión por un bosque o

una pradera, y al que se le

haya echado encima la

noche, habrá sentido la

imperiosa necesidad de

detenerse en un lugar

protegido y encender una

fogata.

Fig.12.- Todos nos agrupamos alrededor de una fogata nocturna.

Cuando surgen las primeras llamitas de entre los leños y las ramas acumulada en

la hoguera, aparece un sentimiento de alivio en todas las caras. Entonces, casi de

inmediato, las personas se reúnen alrededor de la hoguera clavando la vista en

las chispeantes llamas. Aquél pequeño fuego nos da seguridad, luz, calor y

también por lo general nos sirve para asar o calentar alguno de los alimentos que

provisoriamente se traían en las mochilas.

Un fuego en medio de la noche, nos parece entonces lo más natural del mundo, ysin embargo, hubo una época en que el hombre, al igual que los demás animales,

carecía de él y huía aterrorizado ante su presencia. El fuego era entonces un


18/226

18

espectáculo poco frecuente y generalmente destructivo, pero que acompañaba a

los hombres desde que

aparecieron sobre la faz

de la tierra.

Fig.13.- El fuego que surge

del interior de la tierra

parecía ser obra de los

dioses.

De los cielos bajaba

con gran estruendo el

zigzagueante rayo que incendiaba bosques y praderas sembrando el pánico entre

todo el reino animal. También surgía desde el centro de la tierra la candente lava

que con violento espasmos vomitaban los volcanes y que a su paso provocaba

desoladores incendios en las tierras circundantes.

En ciertos sitios un líquido aceitoso escapaba desde las entrañas de la tierra

hacia la superficie y flotaba sobre el agua. Allí podía encenderse ya fuera por la

acción de un rayo o por combustión espontánea. Estos depósitos de líquidos

malolientes podían permanecer encendidos por centenares de años iluminando

con su luz extraña el agreste paisaje.

Antes cualquiera de aquellos fuegos, los hombres primitivos, al igual que los

demás animales, huían despavoridos, pues el crepitar de las hierbas y árboles al

incendiarse y el humo denso que se extendía sobre el fuego sólo significaba la

posibilidad de4 la muerta en una forma horrible, para aquellas criaturas que no


19/226

19

pudieran escapar a tiempo.

Aquellos incendios podían duras

días, semanas y aún meses hasta

que una tormenta los apagase.

Fig. 14.- El fuego natural causa terror por

su destructividad.

Quizás desde algún lugar seguro aquellas criaturas contemplarían fascinadas

como las llameantes lenguas de fuego eliminaban las tinieblas de la noche con un

resplandor que ni la misma Luna podía igualar.

Así pasaron muchos milenios, hasta que un audaz ser humano, en vez de huir,

recogió un tizón humeante y lo examinó con reverencia.

Poco a poco, los hombres se fueron acostumbrando al fuego, éste les

proporcionaba luz y calor, si se le mantenía

apropiadamente, pero si se le descuidaba, era

terrible.Fig. 15.- El primer fuego se obtuvo de ramas encendidas

casualmente.

Para el hombre primitivo, el fuego tiene que

haberle parecido algo vivo: se movía, se retorcía, crepitaba y además, como todo

ser vivo debía ser alimentado constantemente, si no moría.

El fuego comenzó a acompañar a los hombres, si se le mantenía vivo durante la

noche, eran pocas las fieras que por más ambientas que estuvieran se acercarían

al campamento humano. El fuego significaba además luz y calor durante las largas

noches.


20/226

20

Al principio el hombre no sabría como producir fuego, sólo podía aprovecharlo

cuando aparecía espontáneamente y eso no sucedía con frecuencia, por ello al

fuego tribal se lo debía alimentar bien y conservarlo cuidadosamente cuando la

tribu se desplazaba de un lugar a otro. Su custodia era conferida a los miembros

más responsables de la tribu; su pérdida era un gran mal que afectaba seriamente

al grupo; por lo tanto el culpable de su extinción era castigado severamente.

Esta desgracia está vívidamente descrita en el Popol -Vuh de los antiguos mayas: “…En su peregrinación, los primeros hombres treparon las montañas y cordilleras.

Al cruzar las cimas sufrieron, con dolor indecible el frío de aquellos lugares,

porque el fuego que traían consigo se extinguió bajo las ráfagas de aire. Entre sus

manos la brasa se tornó ceniza y humo. Esto fue una fatalidad y una prueba.

Tuvieron que detenerse. A punto estuvieron de regresar al lugar de su primer

asiento, tan cruel era el martirio que sufrían bajo las ventisca de arriba.

Al ver esto Balam Quitzé, desesperado dijo:

-Tojil, danos otra vez el fuego que nos legaste; dánoslo, porque mis gentes

perecen de frío.

Tojil, por primera vez durante la peregrinación, habló:

-Te digo que no debes afligirte, ni desesperarte, porque en su hora tendrán tú y los

tuyos el fuego que habéis perdido. Fortalece mientras tanto tu paciencia y haz que

tu gente haga lo mismo. Las privaciones que sufrís no se prolongaran mucho

tiempo.

Balam Quitzé transmitió dichas palabras a su gente. Entonces, estas llenas de

esperanza, se juntaron. Para calentarse se frotaban unos contra otros, danzaban


21/226

21

sin cesar, golpeaban sus pechos con las manos y soplaban su aliento sobre sus

caras ateridas.

Tojil, en la oscuridad que le era propicia, con una piedra, golpeó el cuero de su

sandalia y de ella, al instante brotó una chispa, luego un brillo y en seguida una

llama y el nuevo fuego lució esplendoroso. Al verlo lucir lo tomó entre sus manos y

lo dio a Balam Quitzé, a fin de que fuera a repartirlo entre su gente.

Estas que ya se morían de frío, lo recibieron llenas de regocijo. Con él se

calentaron; revivivieron y tuvieron ánimo para respirar a gusto y continuar el

viaje…”

En el texto anterior el dios enciende el fuego por percusión, sin embargo, está

técnica es muy avanzada, pues casi con seguridad la primera forma de hacer

fuego fue por frotamiento de dos pedazos de madera hasta conseguir la ignición.

Fig.16.- ¿Cuál es el mejor método para hacer fuego?

¿Pero como se les ocurrieron esas

técnicas? ¿Pudo observar el hombre

primitivo dos ramas secas, en un

ambiente también seco, que rozaban

entre sí a causa del viento?, o

¿experimentaría, a partir del hecho

de que al frotarse las manos se le calentaban? ¿Observaría dos piedras chocar, al

caer de un cerro y producir chispas?, o ¿más bien produciría las chispas cuando

intencionalmente las hizo chocar por curiosidad, diversión, o para modelar una

herramienta?


22/226

22

De cualquier modo, una vez que el hombre pudo hacer fuego estuvo en la

posibilidad de desplazarse a todas partes con seguridad y aún aventurarse a las

frías tierras del norte y soportar las glaciaciones, pues con el fuego en sus manos

pudo desalojar a las fieras de sus cavernas y disipar la oscuridad reinante en ellas

con la parpadeante luz de una hoguera.

Las primeras armas de los hombres fueron palos y piedras que estos lanzaban

contra sus atacantes o sus presas.

Fig. 17.- El fuego mejoró la alimentación humana.

Luego el hombre descubrió que si la

punta de esos palos se quemaba en

el fuego, esta se endurecía y se

hacía más afilada, con lo cual podría

ser más útil. También, de manera

accidental, llegaría a dejar caer la

carne o los frutos sobre el fuego y encontraría que el sabor cambiaba y que su

digestión mejoraba.

Para el hombre primitivo cocinar llegó a significar asar: cocer en agua es un arte

más avanzado que se logró mucho después, así como freír en aceite.

Asar carne en las hogueras o raíces en las brasas no es difícil; cocer en cambio,

supone la solución de un verdadero problema: calentar el agua, y este a su vez, el

de contar con un recipiente que la pueda contener. La solución de esto condujo a

progresos ulteriores importantes. La primera idea ingeniosa consistió en calentar

el agua en baldes de cuero o en cestas impermeables, echando dentro piedras

calientes. Dichas piedras, agrietadas por el calentamiento y el enfriamiento


23/226

23

alternado, se han encontrado alrededor de los sitios prehistóricos. Pero fue el

descubrimiento del proceso de fabricación de recipientes de arcilla el realmente

importante, ya que en ellos, a parte de sus usos culinarios, se pudieron conservar

líquidos durante mucho tiempo y observar cambios en ellos como el de la

fermentación. De este nuevo conocimiento provino, en último término, la idea

general de transformar los materiales sumergiéndolos o depositándolos en

reactivos, cuyos primeros triunfos fueron las artes del curtidor y del tintorero.

Así, ya en la edad paleolítica, quedó establecido el conjunto de recetas prácticas

del cual surgiría después la química racional. Con todo, la cocción siguió siendo

un lujo, porque las vasijas eran pesadas y difíciles de transportar en las cacerías.

Entre los indios de las llanuras norteamericanas, la expresión “carne cocida” vino a

ser un sinónimo de fiesta.

Fig. 18.- Vida en las cavernas.

En un principio los hombres tenían que consumir todo el alimento tan pronto como

lo obtenían so pena de que el excedente se descompusiera. Así se sucedían a

grandes comilonas períodos de extrema necesidad, pero el dominio del fuego les


24/226

24

permitió primero secar y después ahumar los alimentos para conservarlos por

períodos más largos de tiempo.

Estas simples técnicas alargaron la vida media de los hombres en varios años

mientras tanto, a la luz vacilante de las lámparas se creó el arte primitivo rupestre

que decoró las grutas de las cavernas.

El fuego se convirtió también en un auxiliar

de la caza. Incendiando ciertas áreas de las

praderas, se podía poner en fuga a grandes

manadas de caballos, bisontes, antílopes o

mamuts y dirigirlas hacia trampas cavadas

en el suelo o hacia desfiladeros, en donde

las bestias eran rematadas, desolladas y

descuartizadas.

Fig. 19.- Escena de caza primitiva.

Hace veinte mil años el hombre donde quiera se encontrase, era recolector y

cazador, cuya técnica más avanzada era la de incorporarse a los rebaños errantes

tal y como lo hacían los indios de las praderas norteamericanas. Pero poco a

poco el hombre en algunos lugares del globo, comenzó a reconocer los cereales

útiles y a domesticar los animales. A partir de entonces seleccionó las mejores

emillas y animales. Hace unos diez mil años, el hombre logró su mayor y más

trascendente victoria en la larga lucha por la sobrevivencia. Es entonces cuando

descubre la agricultura y la ganadería, y cuando empieza a dominar el medio

ambiente. El hambre y el frío habían sido sus dos enemigos implacables. Por

espacio de decenas de años sufrió la furia de los elementos y aprendió a penas a


25/226

25

calentar su cuerpo con el fuego y con las pieles de los animales. Y si bien, esto le

permitió desplazarse por toda la tierra, siguió siendo un depredador y un parásito

que consumía la riqueza natural, dondequiera que se hallase. Pero al descubrir el

secreto de la siembra, al descubrir la relación entre la semilla y la planta, toda su

vida quedó transformada de raíz. Abandonó entonces la vida de cazador por la de

agricultor, con lo que se le abrieron nuevos horizontes a sus aspiraciones y

esfuerzos. La agricultura confirió al hombre esa sensación de seguridad que da el

saberse poseedor de una fuente de alimentación segura y abundante.

Fig. 20.- Los primeros agricultores se asentaron en lo que hoy es Turquía y sembraban trigo y

cebada.

Como resultado de esto, la especie humana se multiplicó de manera

desproporcionada con respecto a las otras. A partir de entonces, la sociedad se

amplió y cobró cohesión, dando origen a una nueva creación: la aldea, que

deviene en pueblo y luego en ciudad. La seguridad y la estabilidad de la vida

trajeron consigo un fenómeno desconocido hasta entonces, el ocio, que permitió el

avance cultural. Una vez iniciado, el avance prosiguió con ritmo creciente. En el

año 7000 a.C. el hombre ya vivía en aldeas permanentes de más de 200


26/226

26

habitantes. Dos milenios después había aldeas de 2000 habitantes y apenas un

milenio más tarde surgían las grandes civilizaciones.

La vida sedentaria en las aldeas permitió la creación de nuevos utensilios y la

utilización de nuevos materiales, tales como los cerámicos y metálicos. ¿Pero

cómo se originó la cerámica?

En el período llamado neolítico el hombre comienza a tejer cestas con bejucos las

que le servían para guardar sus pocas posesiones, pronto descubrió que si se

recubrían de arcilla se hacían impermeables. Trabajando con la arcilla y

mezclándola con agua pudo modelar recipientes parecidos a los que antes se

hacían de madera o de piedra. Pero las vasijas de arcilla seca son destruidas

nuevamente por el agua, sin embargo, si se calientan la arcilla a determinada

temperatura elevada, se endurece y se hace quebradiza, el agua ya no la afecta y

es capaz de resistir altas temperaturas.

La alfarería, que pudo haber derivado de la cestería, fue uno de los grandes

beneficios de los que disfrutó el neolítico. Supone un modo de vida sedentario: la

caza había podido asarse en una fogata, pero los cereales y las legumbres

requerían de una cocción lenta en un recipiente resistente al calor. Así aumentó y

mejoró la alimentación humana

El arte de la alfarería y el de cocinar se desarrollaron paralelamente, pero

supusieron un cierto grado de especialización.

El alfarero ha tenido siempre tres tareas principales que cumplir: seleccionar,

mezclar y humedecer la arcilla; dar forma y cuerpo al recipiente, y llevar a cabo los

procesos de secado y cocción, por medio de los cuales el producto acabado se

endurece y convierte en algo duradero.


27/226

27

Sobre los métodos de la primera tarea, selección, lavado y amasado de la materia

prima se sabe muy poco. En algún momento se empezó a utilizar diferentes clases

de arcilla para obtener vasijas coloreadas. El hombre aprendió también a agregar

arena o caracoles triturados a su arcilla para obtener vasijas más porosas y a

seleccionar arcillas más finas para impermeabilizarlas.

Sobre el segundo proceso, el modelado, tenemos más información: las formas

más primitivas de los objetos que han llegado a nosotros nos muestran cacharros

en forma de sacos tejidos, de vasijas de cuero y de recipientes en forma de

calabazas. ¿Será porque esos objetos se cubrían con una capa de arcilla? ¿O

porque les servían de modelo?

Muy pronto la alfarería se separó de sus formas originales y adoptó otras más

acordes con la naturaleza de la arcilla. El hombre del neolítico dio a sus cacharros

formas nuevas. Hizo vasijas de una sola pieza, o con anillos de arcilla

superpuestos. Poco después hizo también pitorros y añadió asas a sus cacharros,

aplicó dibujos naturales o geométricos al decorado de cuencos, jarras y otras

vasijas de barro.

Un gran invento, la rueda del alfarero, ocurrió alrededor del año 3000 a.C. y tuvo

fuerte impacto, transformando el segundo proceso, el modelado. La masa de

arcilla, a la que el alfarero se dispone a dar forma, al ser colocada en el centro de

la veloz rueda de modelar (por lo menos cien revoluciones por minuto) puede

tomar fácilmente cualquier forma circular deseada a la más ligera presión de la

mano del alfarero. Con la rueda el alfarero podía hacer en pocos minutos lo que

sin ella le hubiera llevado a un principiante varias horas, alcanzando al mismo

tiempo una perfecta simetría y originalidad. Pudo controlar mejor el espesor de sus


28/226

28

ollas y urnas. La amenidad del proceso de torneado y la comodidad de la rueda

contribuyó a desarrollar el sentido de la forma. Parece como si no tuviera límites el

número de las mismas que entonces introdujo el alfarero. El torno del alfarero fue

una de las primeras máquinas fundadas en el principio de la rueda, cuyo impulso

reduce el esfuerzo muscular, y dio al hombre uno de los primeros, en la larga serie

de aparatos que sirven para ahorrar fuerza de trabajo, a partir de los cuales se ha

ido desarrollando la industria moderna.

Fig.21.- Torno y alfarero.

En su forma menos elaborada, la rueda giraba sobre un pivote encajado en un

hueco hecho en una roca. Haciéndola girar a mano, la rueda podía recibir el

impulso suficiente para modelar una vasija pero al ampliarla con el fin de

incrementar el impulso, el pequeño disco central sobre el que se sujetaba la vasija,

quedaba en una posición menos cómoda para el alfarero. De allí la práctica, que

parece haber surgido hacia el año 2000 a.C. de obtener el impulso necesario de

una segunda rueda, situada bajo la primera, y movida por lo general por los pies


29/226

29

del alfarero, o quizás por un palo, o bien por un auxiliar encargado de manejar una

correa.

Hacia el siglo VI a.C. la rueda se usó también como un torno para hacer muescas

y moldes. En algunas regiones de la Europa Noroccidental, el torno del alfarero no

penetró sino hasta el año 500 a.C., en otras como en América no lo hizo sino

hasta la conquista en el siglo XVI d.C.

En un comienzo las vasijas debieron secarse sobre el hogar doméstico y más

tarde, en un fuego especial alimentado con ramas. Los primitivos objetos de

alfarería muestran que fueron cocidos en hornos abiertos. Al parecer el horno del

alfarero se desarrollo a partir del horno del panadero, poco antes de que

apareciera el torno y las temperaturas alcanzadas (450-700 °C) no hacían más

que liberar toda la humedad presente en la arcilla de la vasija.

En los grandes fuegos al aire libre bajo una capa de tierra u otra materia que

impidiese la entrada del aire y siguiendo el modelo de los fabricantes de carbón

vegetal, se podía obtener una temperatura entre 750 a 800° C (unos 150 ° C

debajo de lo requerido para obtener las excelentes vasijas atenienses cocidas en

hornos), con las que se verificaban cambios químicos en las arcillas, que las

hacen más resistentes y menos porosas.

A temperaturas mayores se da una especie de vitrificación (fusión de una

sustancia cristalina), pero ese grado sólo se obtiene con hornos relativamente

modernos. Muy rara vez en la antigüedad se alcanzarían temperaturas arriba de

los 1000 ° C.


30/226

30

La cocción es un largo proceso y consume abundante combustible siendo esencial

una abundante provisión de

Fig.22.- Muestra de hornos primitivos verticales.

éste último para cualquier trabajo a gran escala. La madera debió ser el principal

combustible, pero en caso de necesidad se echaba mano del estiércol, la turba y

las hierbas secas.

No sabemos cuándo se empezó a utilizar el horno. Hasta los tiempos modernos, el

horno vertical fue más corriente que el horizontal; tenía, sobre todo en los países

que empleaban ladrillos, una estructura en forma de cúpula de la que los gases

calientes que se generaban en el fogón escapaban a veces a través de una

chimenea. Las vasijas destinadas a la cocción eran colocadas sobre un suelo de

arcilla perforado. Luego el horno se sellaba, el calentamiento indirecto evitaba que

se estropeasen a causa de los humos y tiznes del combustible. Los dos

problemas, el de retención de los gases calientes durante un tiempo suficiente

para que fueran totalmente efectivos y el de la obtención de una temperatura

parecida entre la base y el fondo del horno, se resolvieron parcialmente, con el


31/226

31

horno horizontal, en el que el canal está colocado

horizontalmente entre el fogón y la chimenea, que se

hallan en los extremos opuestos del horno. Se han

encontrado alguno de estos hornos horizontales en la

Britania Romana, pero el horno vertical continuó siendo

de uso más común hasta los tiempos modernos, excepto

en China.

Fig.23 - Horno horizontal

La alfarería está relacionada en cierta forma con la aparición de la escritura.

Aparte de las inscripciones en piedra, los pueblos de la Mesopotamia escribieron

exclusivamente sobre tablillas y bloques de arcilla, grabando con un estilete en

forma de cuña, se allí que a este tipo de escritura que utilizaron numerosos

pueblos se le llama escritura cuneiforme. Gran parte del conocimiento que

tenemos sobre esas culturas reside en las bibliotecas descubiertas formadas por

innumerables tablillas de arcilla que resistieron mejor los estragos del tiempo, que

otros medios tales como el papiro o el pergamino.


32/226

32

Fig.24.- Escritura cuneiforme.

Otra importante aplicación de la alfarería y la cerámica consistió en la fabricación

de adobes y ladrillos. Los primeros estaban formados por arcilla combinada con

paja a la que se dejaba secar al sol. Los últimos se cocían en hornos para que

fueran resistentes a las lluvias.Las grandes ciudades de antaño, eran ciudades de adobe, en las que solamente

los templos o palacios estaban construidos de piedra. Sin embargo, en las

grandes ciudades de Mesopotamia, en donde la piedra era escasa, los mismos

templos, palacios y aún las inmensas murallas estaban construidas a base de

ladrillos que se llevaban a cocer a los hornos para después usando asfalto caliente

como cemento formar las construcciones.

Los ladrillos, con mortero y asfalto sobre cimientos de piedra se utilizaron en los

llamados caminos ceremoniales. Algunos de estos estaban cerrados entre altos


33/226

33

muros recubiertos por bellos ladrillos esmaltados, tal como en la famosa puerta de

Isthar en Babilonia.

Fig.25.- Puerta de Isthar.

Junto con los ladrillos y el adobe se

utilizó también la cal y el yeso que

se obtenían al calcinar la piedra

caliza y el yeso. Estos productos

comenzaron a utilizarse alrededor

de año 2500 a.C. para recubrir las

paredes de las casas y de los

templos y también para formar

argamasa que unía piedras y

ladrillos.

Hacia el año 150 a.C. los romanos

descubrieron los estratos naturales

de una roca volcánica porosa cerca de Puzzeoli que era un sustituto valioso de la

cal y que se denominó puzolana. Este material permitió a los romanos a hacer un

mortero que se solidificaba bajo el agua en ausencia de aire. Generalmente se

mezclaba con cal y era resistente al agua y al fuego. Este mortero natural permitió

al ingeniero romano hacer un concreto compuesto de tres partes de grava por una

de mortero y otra mezclas que contenían arena y materiales parecidos, como

ladrillo, a las que dio el nombre de “caementum” tan duro como la piedra y que se

aplicó en las construcciones de edificios y caminos; también se empleó para


34/226

34

cimentaciones y muros, vaciados en encofrados de madera y para hacer bóvedas

y cúpulas. Su uso entre arcos y nervios de ladrillo sirvió en particular para reducir

el peso de las estructuras abovedadas.

En México, la cal, además de emplearse en la construcción se utilizó para

ablandar los granos de maíz, cociéndolos en agua con cal. Esta cal se obtenía

calcinando en hornos, conchas de moluscos o fragmentos de roca caliza. Los

aztecas empleaban también la cal junto con la sal en ciertas fiestas, además de

usarla para la limpieza de los dientes.

Otra tecnología relacionada con el empleo del fuego es la metalurgia. Poco o nada

se conoce sobre los orígenes de esta. Los indicios más remotos que aportan las

exploraciones arqueológicas recientes inducen a creer que los metales entraron a

formar parte de la vida de los hombres en el Neolítico. Los primeros metales

utilizados por el hombre fueron el oro, la plata, el cobre y el hierro., que se

encuentran en la naturaleza en estado nativo. Durante todo el Neolítico se

recogieron pepitas de esos metales para utilizarlas como cuentas y amuletos.

Conforme se logró darles forma por medio del corte, de la trituración o del martilleo

se fueron convirtiendo en ornamentos y joyas. Posteriormente se descubrió que si

esas piedras se calentaban se reblandecían y se hacía más fácil su moldeo.

La fundición de los metales requirió mejorar en los hornos, quizás al principio se

usó el horno de los alfareros para lograr temperaturas superiores a los mil grados

y se debió sustituir el combustible ordinario de madera por el del carbón de leña

mucho más eficaz, así como mejorar la ventilación. A fin de aprovechar los vientos

dominantes, los metalurgistas construían sus hornos en las ladras de las


35/226

35

montañas más expuestas y dirigían los vientos hacia las bases de sus fuegos por

medio de canales.

Cuando la demanda de los metales aumentó se debió pasar del metal nativo s los

minerales que lo contenían. El metal que se comenzó a utilizar con más frecuencia

fue el cobre ya que sus minerales son abundantes. Además de fundir el cobre, los

antiguos metalurgistas del Cercano Oriente

aprendieron a verter en moldes el metal

fundido. El metal al enfriarse y endurecerse

adquiría así la forma de los objetos deseados.

Los primeros moldes fueron de piedra y

posteriormente de arcilla.

Fig. 25.- Hachas de bronce

De este modo, y en gran cantidad, se fabricaron puñales, puntas de lanza, puntas

de flecha, hachas, azuelas, cuchillos y cinceles. Pero durante mucho tiempo, esos

útiles de cobre, a pesar de su demanda, no reemplazaron sus antecesores de

piedra y hueso. Su producción era costosa y además los instrumentos se

doblaban y estropeaban fácilmente. A pesar de todo el cobre fue muy apreciado y

cuando se unió con el estaño, alrededor del año 3500 a.C. para formar la aleación

del bronce, mucho más dura y por lo tanto más útil, nació una era la de los

Metales completamente nueva.

La fabricación de bronces se llevó a cabo principalmente en el Cercano Oriente y

de allí pasó posteriormente a la India y China, en donde llegó a su apogeo la

tecnología de ese metal, que está formado por 70 a 90% de cobre y el resto de

estaño.


36/226

36

Si bien el cobre se encontraba en abundancia en Chipre (de allí viene el nombre

de cobre), en el Sinaí y en Asia Menor, el estaño era escaso en esos lugares por

lo que incitó a los comerciantes a su búsqueda a través de los mundos

desconocidos del Mediterráneo Occidental y a través de la ruta fluvial del

Danubio, hasta llegar al corazón de Europa.

Fig. 26.- Escenas de metalurgia en Egipto

Hacia el año 1500 a.C., un nuevo metal mucho más abundante que el cobre hizo

su aparición. Considerando que el hombre había establecido contacto con los

metales durante 7000 años, puede parecer extraño que en todo ese tiempo no

hubiera explotado el hierra, pero esto es fácil de explicar. Los conocimientos

técnicos que durante siglos se habían aplicado al cobre y al bronce, no servían

para el hierro. El cobre puede ser fácilmente fundido y licuado, pero el hierro

requiere de temperaturas superiores a los 200 ° C. El cobre puede martillearse en

frío para darle forma, el hierro tiene que estar al rojo vivo para ser maleable. El

cobre una vez fundido dejaba flotar sobre la superficie las impurezas en forma de

escoria, pero las del hierro se tenían que sacar a martillazos, mientras el metal

estaba incandescente.


37/226

37

Para fundir el mineral de hierro se debieron perfeccionar los hornos, mejorando la

ventilación por medio de fuelles. Los primeros hornos para fundir el hierro eran

ineficaces en cuanto a su diseño, ya que requerían 4 Kg. de carbón de leña para

obtener un kilogramo de hierro fundido. No es extraño pues, que las colinas de

Turquía en donde se comenzó a fundir el metal, quedaran desprovistas de acacias

y pistachos.

Las demandas de combustible en la edad del Hierro modificaron radicalmente el

medio ambiente, disminuyendo la fertilidad del suelo, erosionándolo y

ahuyentando a la fauna silvestre. La aparición del hierro modificó también, las

artes de la guerra, provocando la caída de los imperios que lo adoptaron

tardíamente y por otra parte permitió que la agricultura se trasladase a Europa.

Con este metal resistente, el agricultor pudo irrumpir en los bosques, su hacha de

hierro taló los bosques vírgenes; su arado con reja de hierro, tirado por bueyes

roturo los suelos, su hoz de hierro segó las mieses.

Al extenderse el uso del hierro por toso el mundo antiguo mejoró el nivel de vida

de la humanidad. El herrero gozaba de elevada posición social ya que no sólo

forjaba las espadas, arados y hachas de importancia capital para la guerra y la

agricultura, sino que además satisfacía la vanidad de los aristócratas

proporcionándoles escudos, cascos y joyas de primorosa hechura. En tan gran

estima se lo tenía, que más de un artesano se lo consideraba como un hechicero

o como alguien que recibía un don de los dioses.


38/226

38

Fig.-27.- La fragua de Vulcano de Velásquez.

El mejoramiento de los hornos de fundición de hierro llevó a la fabricación del

vidrio, el cual aparece en Egipto y Mesopotamia hacia el año 2500 a. C.

Para elaborarlo había que calentar una mezcla de sosa, cal y arena. Este

procedimiento de calentamiento y mezclado de materiales se conoce como “frita” y

es importante para eliminar el exceso de gas y obtener un producto homogéneo.

Viene después la fusión y el temple. Los cristales de sosa se funden a unos 1000 °

C, que se obtienen con fuego de carbón vegetal y que fue la temperatura más alta

que lograron los alfareros antiguos; los de potasa, menos frecuentes, funden a

menor temperatura. Con ambos, las burbujas no siempre alcanzaban a ser

expelidas ya que el calor era insuficiente. El enfriado en el temple debía ser

suficientemente lento para evitar cristalizaciones y roturas.


39/226

39

En Egipto se utilizaron sales de cobre para obtener vidrios de color azul verdoso

y de hiero para dar vidrios de color marrón. Parece ser que en Asiría se obtenía un

vidrio neutro, al que se le agregaban después los colorantes para obtener el

producto definitivo; entre las muchas clases de vidrio coloreados se producía uno

con oro coloidal, la púrpura de Casio, y para los esmaltes azules se empleaban

sales de cobalto.

Los primeros objetos de vidrio fueron formados utilizando moldes de arcilla, en

cambio los ellos, e incluso los artículos más grandes, puliendo y tallando el vidrio,

como si fuese una piedra...Para elaborar las cuentas de cristal, que tenían mucha

demanda, la técnica consistía en rodear un núcleo de alambre con vidrio líquido,

retirar el alambre al enfriar el vidrio, y cortar el producto en trozos.

De allí se pasó a la elaboración de recipientes. Para esto había dos formas, en

esencia casi iguales: modelar ardilla o tierra alrededor de una barra de metal o

madera, formando un núcleo cuyo diámetro correspondería a la cavidad de la

vasija; el material de vidrio pulverizado y mezclado con alguna sustancia adhesiva,

se aplicaba entonces a la superficie del mismo y el conjunto se sumergía en el

crisol de vidrio fundido; o bien, metiendo en dicho crisol un núcleo de arena

encerrada en un saquito de tela. Al sacarlo, podía dársele forma haciéndolo rodar

sobre un banco de piedra, y para decorarlo, podían agregársele burbujas o anillos

de vidrio de colores. Después, se dejaba enfriar, se sacaba el núcleo y se

raspaban los restos.

Estas técnicas y otras similares, empleadas en la elaboración de vasijas

pequeñas, servían solamente para la elaboración de pequeños jarritos de vidrio y


40/226

40

redomas para ungüentos, emplastos y perfumes, o para la manufactura de

cuentas y adornos.

La técnica del núcleo de arena cayó en desuso al perfeccionarse en Egipto la

producción del vidrio prensado. Unos caños o varillas coloreadas se fundían juntas

y después se cortaban transversalmente para hacer cristales policromos; alcanzó

su culminación con la fabricación de mosaicos vidriados y copas como las que

adornaban la mesa de los emperadores romanos. Pero el mayor cambio no

provino de Alejandría, sino, con seguridad, de Siria, desde donde se difundió a

través del mundo romano y consistió en la invención del proceso de elaboración

del vidrio soplado, en el siglo I a. C. Este proceso es fundamental en la fabricación

de recipientes de vidrio y amén de una técnica, es todo un arte.

El trabajador sumergía un tubo o caña en vidrio fundido, al sacarlo, cierta cantidad

del mismo, por su viscosidad, permanecía adherida al tubo y soplando, se inflaba

una burbuja en su punta, la que se moldeaba con unas tenazas; cuando aún

estaba fundido, se trasladaba a una segunda varilla, el puntel, que se clavaba en

el vidrio por su base (pero sin atravesarlo), el proceso se completaba extrayendo

la caña y dejando una boca que se retocaba con unas tijeras. Recalentando ese

vidrio cuando era necesario, el artesano podía soplarlo y tornearlo en casi

cualquier forma. De esa manera se obtuvieron nuevas piezas, más grandes,

desde vasos globulares, hasta otros de forma cilíndrica, que se decoraban,

gravándolos, adornándolos con hilos de vidrio o con burbujas de vidrios de

colores y también platos llanos de medio metro de diámetro, así como pequeños

jarros. Aparte de esta ampliación de posibilidades artísticas, los vidrieros

consiguieron templar el cristal, esto es, calentarlo a temperaturas moderadas


41/226

41

después de soplar y dar forma, para eliminar cualquier tensión en el material y

hacerlo así menos quebradizo.

FIg. 28.-Vidrio fundido y soplador de vidrio.


42/226

42

Capítulo III

Cuando el fuego era un elemento

La Tierra le proporcionó al hombre la idea de superficie, extensión, solidez y

reposo. El aire le insinuó las ideas de fluidez, liviandad, la invisibilidad. El fuego la

idea de vivacidad, el cambio, lo ardiente. La contemplación del agua es rica en

sugerencias. De los ríos el hombre recogió las imágenes del movimiento, del

permanente fluir de la vida que avanza para desembocar en la muerte, o tal vez,

en la vida más amplia de los océanos. La visión de las aguas quietas suscitó la

introspección, la profundidad, el misterio y ante los inmensos mares la imaginación

nos lleva hacia el infinito.

Hace 25 siglos, cuando Grecia y el Asia Menor eran los centros del poder y la

cultura del mundo occidental, algunos de sus ciudadanos se atrevieron a pensar

sobre el origen del mundo y de las cosas, pasando de las artes aplicadas a

interesarse en las especulaciones teóricas. Estos pensadores recibieron el nombre

de filósofos y rompieron con la tradición de los teólogos, que explicaban el mundo

a través de mitos religiosos, tratando de explicar el origen de las cosas a partir de

la lógica. Los filósofos eran sobre todo físicos y matemáticos que basaban sus

teorías en el razonamiento y en el sentido común, sin utilizar la experimentación,pues en aquella época ninguno se hubiera atrevido a experimentar para confirmar

sus afirmaciones, pues eso era labor manual destinada casi exclusivamente a los

esclavos y desentonaba con la pureza de las deducciones lógicas.


43/226

43

En el litoral occidental

de la actual Turquía,

en la Jonia griega,

apareció, en el siglo

Fig. 29.- Tales de Mileto

VII a.C., la primera

escuela filosófica.

Fundada en Mileto,

por Tales, quien

reagrupó a

pensadores y sabios

de todos los terrenos, pues la filosofía era entonces el conocimiento de todas las

disciplinas. Esta escuela se proponía descubrir los principios (Phycis) del universo

y de la vida. Tales de Mileto se esforzó por reducirlo todo a un solo principio y

descubrir el elemento primitivo o sustancia del mundo. Los animales, decía, se

alimentan de las plantas, las plantas surgen de la tierra; pero la alimentación de

todos los eres es húmeda, su semilla también es húmeda, y la humedad es lo que

conserva la vida; ahora bien, el agua es el principio de la humedad; por lo tanto, el

agua es el principio de todas las cosas.

Vemos que el agua existe en forma sólida como nieve o hielo, en forma líquida y

en forma gaseosa o vapor. ¿Por qué no puede, pues convertirse en tierra, en

piedra, en vegetal o en animal? El agua no tiene forma propia; puede tomar todas

las formas, por ejemplo, la de la vasija que la contiene. El agua es inestable y

movediza y donde hay movimiento existe el alma. El principio húmedo,


44/226

44

continuaba, es pues el alma del mundo que se extiende a todo mortal y divino y

podemos decir así que “la inteligencia divina recorre las olas con rapidez”.

En el estado imperfecto en que se encontraba la ciencia en los días de Tales, no

se podía imaginar una explicación mejor del Universo. Aún hoy en día se admite

que el origen de la vida en nuestro planeta se debe encontrar en el agua de que

estaban formados los océanos primitivos.

El primer principio de las cosas, tal como Tales lo concibió, debió parecer muy

simple a sus sucesores, pues varios de ellos comenzaron a encontrar otras

sustancias que podrían con justicia recibir el de principios básicos o elementos.

Así encontramos que Anaxímenes (557 a, C,) y Diógenes de Apolonia,

sustituyeron al agua, por un elemento más útil aún, el aire infinito y viviente, que

produce todas las cosas por su movimiento eterno y sus alternativas de dilatación

y condensación. Además, si bien es cierto, que el agua es necesaria para la vida,

el hombre podría pasarse quizás hasta una semana sin tomarla ¿pero cuánto

podría resistir sin respirar? Un par de minutos a lo sumo. El aire, además, da

origen al agua, ¿acaso no procede la lluvia del aire? y también a lo sólido, ¿pues

no es el granizo y la nieve algo sólido que se forma en el aire? Aún más hasta las

piedras proceden del aire ¿no caen acaso los meteoritos de los cielos?


45/226

45

Fig. 30.- Anaximenes de

Mileto.

Hasta aquí los filósofos

jonios buscaron sobre

todo, la sustancia

inmutable de las cosas.

Heráclito (540-475

a.C.) se preguntaba si

es posible encontrar

por mucho que indaguemos algo que subsista y exista. No, jamás-decía. No hay ni

una sola cosas que sea.” Todas las cosas son y no son al mismo tiempo”. “Todo

fluye”, “Todo marcha y nada se detiene”. “No nos sumergimos dos veces en el

mismo río, pues el agua que encontramos no es la misma”.”Tampoco nosotros

somos más permanentes que ese río, pues cambiamos cada día”.

Ahora bien, lo que es y no es al mismo tiempo es lo que se transforma. Hay que

poner, pues como principio, la transformación universal de la naturaleza, el cambio

universal, el movimiento universal. Entre los fenómenos de la naturaleza, el que es

el símbolo de todos los demás y más que símbolo, fenómeno bajo el cual se

ocultan los otros, el fuego. ¿No es en efecto, del fuego, es decir del calor y de la

luz, de donde proviene la vida?, ¿no la consume también? la forma visible de la

transformación en el universo, el fenómeno material por medio del cual se expresa

es el fuego.


46/226

46

¿Pero cuál es la verdadera naturaleza del fuego? no es el fuego tosco que

perciben nuestros ojos, sino un fuego sutil, inmaterial. El fuego divino que gobierna

todas las cosas sin apagarse jamás. El

fuego espiritual que produce el fuego

sensible. El fuego no es una sustancia

fija, es un principio indeterminado; es

algo vivo y movedizo, se transforma en

todo y todo se transforma en fuego. Se

apaga y muere formando agua, aire y

tierra, luego renace; la tierra se cambia

a agua, el agua en aire, el aire en fuego.

Fig.31.- Heráclito de Efeso, por Rafael.

Este es el camino hacia arriba. El fuego al densificarse se transforma en licor y

adquiriendo más consistencia en agua, el agua condensada se vuelve tierra. Este

es el camino hacia abajo.

Lo único inmutable no es una sustancia permanente, sino un valor, la esencia. La

esencia del fuego, es la transformación, se transforma en una cosa, luego en otra,

luego vuelve a su forma primitiva y en todas estas metamorfosis la esencia

permanece la misma. Eterno es este movimiento que arrastra las cosas, eterno es

el mundo producido por él.

“El mundo, concluye Heráclito, no lo ha hecho ni un dios, ni un hombre, sino que

ha sido, es y será fuego siempre vivo, que se enciende con medida y con medida

se apaga. Vendrá un día en que la combustión del universo lo consumirá todo,

pero esta combustión universal no será un término final y un estado definitivo,


47/226

47

puesto que el movimiento no tiene fin; el incendio del mundo será únicamente una

transición a un mundo nuevo y así sucesivamente hasta el infinito”

Empédocles (490-430 a.C) al comenzar su vida como filósofo postuló que el

principio de todas las cosas era la tierra, pues de ella se sustentan todas las cosas

vivas. Ella da origen al agua, tal como lo muestran los manantiales, al fuego que

sale de los volcanes, a los vapores o aire que se elevan de ella en forma de

nieblas, o como escapes de vapor en los baños termales.

Más tarde retomando las ideas de los filósofos anteriores, afirmó que los

elementos son cuatro, el fuego, el agua, la tierra, el aire y que todas las sustancias

están formadas por las combinaciones de ellos, uniéndolos la concordia y

separándolos la discordia. Esta nueva teoría arraigó en el pensamiento de la

antigüedad, aunque no se ofrecían pruebas de su validez.

Se cuenta que cuando Empédocles presionado por un incrédulo, quiso demostrar

la validez de su teoría, tomó una ramita verde y la quemó. Mientras ardía llamó la

atención sobre el fuego que todo lo consume y transforma, sobre el agua que

escapaba hirviendo de los extremos de la ramita, sobre el humo o aire que salía

de la madera quemada y finalmente, sobre la ceniza o tierra que quedaba cuando

la rama se había consumido. Un argumento vistoso pero insustancial se dirá, pero

¿quién en toda Grecia y Jonia poseía pruebas mayores o una explicación más

plausible?


48/226

48

Fig.32.- Los cuatro elementos y Empédocles de Agrigento.

Por un tiempo las especulaciones de los filósofos, satisfechos con la explicación

anterior, se enfocaron hacia la estructura de la materia. ¿Existía algo así como

una porción mínima de sustancia o esta podía dividirse indefinidamente? Una

pepita de oro, por ejemplo, ¿admitía infinitas moliendas sucesivas que la

transformarían en partículas más y más pequeñas o el diminuto corpúsculo

desaparecería o remitiría todo intento posterior de degradación?

Es evidente que las mentes más lúcidas de la Grecia antigua asignaban

importancia a esta interrogante teórica y por ello los grandes pensadores se

dedicaron a esto durante largo tiempo. Por fin cobraron cuerpo dos conceptos

diferentes acerca de la estructura de la materia.

Anaxágoras (500 a.C.), preceptor y amigo de Pericles, afirmaba que toda la

materia era continua y en consecuencia, siguiendo las teorías pitagóricas de los

números divisible en forma indefinida. Según eso, todas las cosas pueden


49/226

49

dividirse en dos direcciones hasta el infinito; primero, en partes de naturaleza

diferente, segundo, en partes de naturaleza similar. En la sangre, hay gotitas de

sangre, y en cada gota otras gotas. El fuego es el resultante de partículas de

fuego; el agua de partículas de agua y así sucesivamente, esas son las partículas

similares.

Fig.33.- Anaxágoras y Pericles.

Al mismo tiempo, sea cual fuere el objeto que consideremos, observaremos que

todos los elementos entran en él igualmente y en él están en igual cantidad. “Todo

está en todo”. La prueba está en que los contrarios nacen de los contrarios, y que

todo viene de todo. Por ejemplo, el pan, el agua que comemos y bebemos, nutren

las diferentes partes de nuestro cuerpo: sangre, huesos, carne músculos, nervios,


50/226

50

venas, pelos, uñas, etc. Y el cuerpo del animal, por medio de la nutrición asimila

estas partes similares; la sangre asimila la sangre contenida en el agua, la carne

asimila a la carne que allí está también contenida y así sucesivamente.

Pero ¿si todo está en todo, cómo es que las cosas ofrecen apariencias diversas y

toman distintos nombres? es que las relaciones de las cosas en el espacio y en el

tiempo varían, y de allí resultan puntos de vista diferentes que se originan en los

diversos aspectos de las cosas. Cada cosa encierra todas las demás, pero más o

menos manifiestamente. La cosa que parece dominar en el agregado o conjunto

es la que le da su nombre: tierra, agua, fuego, aire; pero en realidad, el conjunto o

agregado contiene todavía una infinidad de cosas diferentes y una infinidad de

cosas parecidas.

La otra escuela encabezada por Leucipo y Demócrito (460 a.C) sostenía que las

sustancias estaban formadas por pequeñas partículas indestructibles llamadas

átomos. Los principios de todas las cosas, según Demócrito, son los átomos y el

vacío. Los átomos son infinitos por sus tamaños y número, cambian

continuamente de lugar y se unen entre sí para formar los compuestos. El fuego,

el agua, el aire, la tierra no son sino conjuntos de átomos.

Demócrito afirmaba que el átomo tenía dos propiedades, el tamaño y la forma,

posteriormente Epicuro añadiría otra propiedad llamada gravedad o peso. El

movimiento se realiza gracias al vacío. Los átomos pueden adoptar muy diversas

formas, los hay redondos, cuadrados, ganchudos, piramidales, etc. El sabor dulce

está producido por átomos redondos. Lo agrio por átomos grandes y angulosos, lo

picante por puntiagudos. Los átomos del fuego son pequeños y como la esfera es

la más móvil de las figuras, los átomos esféricos del fuego pueden agitarse


51/226

51

fácilmente en el vacío sin ser detenidos, ni desviados. Los átomos son

impenetrables, indivisibles y eternos, los distintos se apartan, los de igual forma y

tamaño se atraen. Aún el alma está formada por átomos llamados anímicos,

redondos, muy sutiles y dotados de gran movilidad. Los átomos anímicos flotan en

la atmósfera y por la presión del aire, entran en los cuerpos de los que, por su

extraordinaria sutileza, tienden a escapar, perro son constantemente renovados

por la respiración, que si es lenta produce sueño y cuando cesa por completo

provoca la muerte.

Fig.34.- Demócrito.

Aristóteles (384-

322), quien fue el

filósofo más

prominente de la

antigüedad, atacó

las teorías

atomistas,

colocándose en

favor de la teoría de Empédocles, a la que hizo ciertos ajustes y modificaciones.

Negó la existencia de los átomos porque lo indivisible no puede dar origen a una

magnitud continua como el espacio y el tiempo. Llamó materia a los cuatro

cuerpos simples: fuego, aire, agua y tierra y admitió una quinta materia: el éter, no

transformable ni susceptible de generación o corrupción. Junto a los elementos

colocó propiedades tangibles tales como lo caliente y lo frío, lo seco y lo húmedo,


52/226

52

lo pesado y lo ligero, lo duro y lo blando, lo rugoso y lo liso, lo grueso y lo delgado,

lo viscoso y lo sólido.

El fuego según sus descripciones es seco y caliente; el aire caliente y húmedo, el

agua fría y húmeda, la tierra fría y seca. El agua es contraria al fuego y la tierra

contraria al aire. Todos los elementos pueden naturalmente transformarse

recíprocamente, pues la generación tiene lugar hacia un contrario, y partiendo de

otro contrario, y todos los elementos tienen entre sí una contrariedad, por el hecho

de que las mismas diferencias son contrarias. A partir del fuego se producirá aire

con sólo cambiar una diferencia; porque si el fuego es caliente y seco, y el aire

caliente y húmedo, si se elimina la sequedad y se sustituye por la humedad, se

producirá aire. A su vez, del aire se produce agua, si el frío logra dominar al calor.

De igual manera se producirá tierra a partir del agua y a partir de la tierra el fuego.

Porque uno y otro tienen puntos de coincidencia. El agua , en efecto, es fría y

húmeda y la tierra, fría y seca; de manera que si la forma líquida es dominada, se

producirá tierra y a su vez , al ser el fuego caliente y seco y la tierra fría y seca,

con sólo eliminar la frigidez, se producirá fuego a partir de la tierra.

Aristóteles sostuvo que no existía ni el vacío, ni los átomos, sólo los cuatro

elementos. Una mezcla de ellos constituyen los cuerpos. La transformación de un

cuerpo en otro tiene lugar por la división del primero en sus elementos y la

agrupación posterior de los mismos. Lo que persiste es la materia (los elementos),

lo que cambia es la forma. La materia puede tomar un número infinito de formas,

por ello si una sustancia pudiera ser reducida a una materia relativamente simple,

podría darse a ésta la forma de cualquier sustancia. Sólo hay un cuerpo que es el

primero de todos y que es eterno y no está sujeto a alteraciones ni modificaciones.


53/226

53

Este primer cuerpo no es ni tierra, ni fuego, ni aire, ni agua y es el éter, del que

están formados los cielos.

Fig. 35.- Aristóteles por Rembrand

Teofastro (372-287 a.C.), discípulo de Aristóteles,

decía que de los cuatro elementos el fuego es el

que tiene las propiedades más notables. El aire, el

agua y la tierra pueden transformarse uno en

otros; pero ninguno se puede engendrar a si

mismo. El fuego, en cambio, no sólo se puede engendrar a sí mismo, sino también

extinguirse a sí mismo: un fuego pequeño puede encender uno grande, y una

hoguera apagar uno pequeño, como una lámpara colocada sobre una hoguera.

Casi todas las formas de producir fuego suponen el uso de una fuerza, como por

ejemplo, el choque del pedernal sobre el hierro, el frotamiento de dos maderas, el

choque de las nubes en el cielo. El contraste entre la fuerza implicada en la

producción del fuego y la natural transformación recíproca de los otros tres

elementos nos lleva a una importante conclusión: podemos producir fuego, pero

no los otros tres elementos. Cuando cavamos un pozo no damos origen al agua

sino que la hacemos visible reuniendo la que se encontraba dispersa. La luz,

considerada como fuego, necesita el aire o el agua como medio. La llama es

humo encendido y la brasa un sólido terroso. Si el fuego está en el cielo es un aire

encendido y si está en la tierra es uno o dos de los otros elementos ardiendo.


54/226

54

Fig.36.-Teofrasto


55/226

55

Capítulo IV

El fuego Alquímico

Las deducciones filosóficas de los griegos sobre la constitución de la materia

llegaron a su apogeo en la época de Aristóteles con la teoría de los cuatro

elementos y las propiedades asociadas a ellos , tales como lo caliente, seco ,

húmedo y frío. Según se trató en el capítulo anterior, ninguno de los elementos,

según Aristóteles, era inalterable; uno de ellos se podía convertir en los otros por

mediación de la calidad que tenían en común. Sólo la forma cambiaba, la materia

fundamental que componía a los elementos no variaba.

De acuerdo con esa teoría, el oro y el azufre eran la misma materia especificada

en formas diferentes. Cuando hoy en día hablamos de la forma de una cosa, nos

referimos a su contorno geométrico, mientras que para los aristotélicos la forma

de un cuerpo era aquello que hoy en día constituye lo que llamamos propiedades.

De acuerdo con Aristóteles, hay una identidad que persiste a través de todo

cambio, al transformarse el hierro en herrumbre, es razonable decir que algo

cambia y algo persiste. Aquello que persiste fue llamado materia, lo que cambia

forma.

Como los griegos desdeñaban la experimentación por considerarla una forma

inferior del conocimiento, no se preocuparán de comprobar sus teorías, sino que


56/226

56

solamente se contentaban con examinarlas, aprobarlas o refutarlas a la luz de la

lógica.

Sin embargo, alrededor del siglo IV a. C., comenzó a aparecer, no en Grecia, sino

en Egipto y Siria, un tipo de filósofo que no se contentaba con la mera brillantez de

una exposición teórica, sino que se interesó con la aplicación del conocimiento. A

partir de esa época, los hombres trataron, al fin, de entender la naturaleza de los

procesos químicos en vez de utilizarlos empíricamente. Para este cambio pudieron

existir dos razones: Por un lado el proceso de civilización y desarrollo de los

últimos grandes imperios creó las condiciones necesarias para la formación de

gentes instruidas (opuestas a la clase sacerdotal), con el tiempo y los medios

para ocuparse en actividades intelectuales, en vez de tener que luchar día a día

por la subsistencia. Por otro lado, los cambios químicos simples como la

conversión de la malaquita verde en placas brillantes de cobre y la de la

herrumbre en hierro, sugerían no sin razón, la posibilidad de otras

transformaciones. En particular sugería que los metales podrían transformarse en

oro, metal que desde siempre ha tenido el alto valor que tiene hoy en día.

Desde luego que , para efectuar sus transformaciones o transmutaciones,

recurrieron a las teorías más célebres de aquel tiempo y forzosamente tuvieron

que leer las obras de Aristóteles que ya para entonces era el pensador de mayor

prestigio.

Lo que pretendían era transformar , recurriendo a los procesos adecuados, los

metales no nobles (tales como el plomo), en la materia prima, sin forma (sin

propiedades) la cual se designaba como “lo negro”, “caldo negro” o “cenizas

negras”, y a partir de ellas mediante ciertas adiciones , llegar a la “gran obra” , la


57/226

57

formación de metales nobles (oro y plata). Para ello se requería un agente

transmutador llamado “Piedra filosofal”, el cual, de ser hallado, podría convertir a

los metales en oro.

El oro resultaba invaluable porque era incorruptible. Ningún ácido o álcali conocido

hasta entonces, podía atacarlo, por ello representaba el símbolo de la

inmortalidad, de manera que cuando intentaban transmutar los metales en oro, la

transformación que buscaban mediante el fuego era el paso de lo corruptible a lo

incorruptible; trataban de extraer de lo cotidiano la calidad de permanencia y esto

se aplicó más tarde a la búsqueda del “Elixir de la vida” que proporcionaría la

eterna juventud.

En aquel tiempo, toda medicina para combatir la vejez contenía oro, como

ingrediente esencial, y los seguidores instaban a las personas a que bebiesen de

copas de oro para prolongar la vida. A las personas que seguían esta s ideas se

les dio posteriormente el nombre de “alquimistas”, y al arte que practicaban el de

“Alquimia”. Este nombre derivaba del nombre griego” χημεία” que significaba “lo

negro” o “el preparado negro” por alusión quizás a la tierra negra de Egipto y del

prefijo árabe al.

La génesis de la alquimia puede situarse en los templos egipcios, en los que se

elaboraban, con arreglo a procedimientos sistemáticos, imitaciones de los metales

valiosos y colorantes. Cuando los griegos conquistaron Egipto, llevaron consigo

las teorías de sus filósofos y ésta influencia fue tan fuerte, que los alquimistas de

Siria y Egipto se apoyaron en ellas, y trataron de ajustar sus manipulaciones y

experimentos a las teorías griegas sobre la materia.

Documents

Prometeo Desencadanado, Historia de La Aplicación de La Combustión en El Desarrollo de La Humanidad. 2007