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Pseudo Dionisio Los nombres de Dios2 (c.480-530) Royo Marín p.142 Los nombres divinos (títulos en BAC) I. El presbítero Dionisio al copresbítero Timoteo. Propósito de este tratado y cuál sea la tradición de los nombres de Dios. II. Unificación y diferenciación en Dios. Qué significa en Dios unidad y diferencia. III. El poder de la oración. San Hieroteo. La piedad y los escritos teológicos. IV. El Bien. La Luz. La Hermosura. El Amor. El Éxtasis. El Celo. El Mal: no es, ni procede del ser, ni está en los seres. V. Del ser y los arquetipos. VI. De la Vida VII. De la sabiduría, Inteligencia, Razón, Verdad y Fe VIII. Del Poder, Justicia, Salvación, Redención. Y también de la desigualdad. IX. De lo grande, pequeño, idéntico, otro, semejante, desemejante, estado, movimiento, igualdad. X. Del Omnipotente y Anciano de días. También sobre la eternidad y el tiempo. XI. De la Paz. Del “Ser por sí”. De la “Vida por sí”. Del “Poder por sí”. Y de otras expresiones semejantes. XII. Del Santo de los santos, Rey de reyes, Señor de señores, Dios de dioses. XIII. Del Perfecto y del Uno. Ver. Royo Marín, Antonio. Los grandes maestros de la vida espiritual. BAC n.32, páginas (139-146) Los Nombres divinos comprende trece capítulos. Los tres primeros constituyen una introducción general: a) únicamente a la divina Escritura hay que recurrir para conocer a Dios: los nombres que ella le da expresan sus atributos (c.1). b) Dichos nombres o atributos convienen, ya a la naturaleza divina, ya a las personas o a alguna de ellas en particular: reglas a seguir en esta materia (c.2).

Pseudo Los Nombres

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La obra cumbre la la mística apofática, precursora de la nube de la nada de los místicos renanos

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Pseudo Dionisio Los nombres de Dios2(c.480-530)Royo Marín p.142

Los nombres divinos(títulos en BAC)

I. El presbítero Dionisio al copresbítero Timoteo. Propósito de este tratado y cuál sea la tradición de los nombres de Dios.

II. Unificación y diferenciación en Dios. Qué significa en Dios unidad y diferencia.

III. El poder de la oración. San Hieroteo. La piedad y los escritos teológicos.IV. El Bien. La Luz. La Hermosura. El Amor. El Éxtasis. El Celo. El Mal: no es,

ni procede del ser, ni está en los seres.V. Del ser y los arquetipos.VI. De la VidaVII. De la sabiduría, Inteligencia, Razón, Verdad y FeVIII. Del Poder, Justicia, Salvación, Redención. Y también de la desigualdad.IX. De lo grande, pequeño, idéntico, otro, semejante, desemejante, estado,

movimiento, igualdad.X. Del Omnipotente y Anciano de días. También sobre la eternidad y el tiempo.XI. De la Paz. Del “Ser por sí”. De la “Vida por sí”. Del “Poder por sí”. Y de

otras expresiones semejantes.XII. Del Santo de los santos, Rey de reyes, Señor de señores, Dios de dioses.XIII. Del Perfecto y del Uno.

Ver. Royo Marín, Antonio. Los grandes maestros de la vida espiritual. BAC n.32, páginas (139-146)

Los Nombres divinos comprende trece capítulos.Los tres primeros constituyen una introducción general: a) únicamente a la divina Escritura hay que recurrir para conocer a Dios: los nombres que ella le da expresan sus atributos (c.1). b) Dichos nombres o atributos convienen, ya a la naturaleza divina, ya a las personas o a alguna de ellas en particular: reglas a seguir en esta materia (c.2). c) La oración es la condición indispensable para conocer a Dios; no se revela sino a los que se acercan a Él (c.3).En los diez restantes capítulos estudia a Dios como bondad, luz, belleza y caridad (c.4)Son de destacar en este capítulo cuarto, sus enseñanzas sobre el amor –su naturaleza, carácter extático, su ordenación-, así como sobre el mal, que estudia el autor con ocasión del título de Bien dado a Dios. El es el ser del que todas las cosas participan (c.5); la vida de donde procede toda vida (c,6); la sabiduría y la verdad (c.7); el poder, la justicia y la redención o salvación (c.8); grande o pequeño, semejante o desemejante, inmóvil o en movimiento (c.9); conteniéndolo todo e inmortal (c.10); la verdadera paz, con ocasión de la cual habla de la aseidad divina (c.11); santo y rey (c.12); perfecto y uno: el uno es el fundamento de todo (c.13). Este último capítulo resume todo el tratado y muestra bien el fin del autor de elevar a su discípulo a un conocimiento puro de Dios por exclusión de lo múltiple.

“El neoplatonismo enseña el retorno místico del alma hasta el Uno en tres etapas: la purificación o liberación de la materia; la iluminación, por el razonamiento y después por la contemplación directa del mundo inteligible o de la Inteligencia; y el éxtasis o

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unión del alma con el Uno por una contemplación confusa, en la que el alma es privada de toda conciencia” (Royo p.142).Dionisio sigue destacando el papel de la inteligencia del neoplatonismo pero le da un sesgo desde su fe cristiana.Para Dionisio: “A) la oración propiamente dicha es la base de la contemplación dionisiana. B) El término hacia donde se encamina, Dios, aunque habita una luz inaccesible, es una realidad bien concreta, a la que nos unimos por el amor. C) La virtud, por la cual tendemos a Dios, no es un simple despojarse de la materia, sino un esfuerzo del hombre para “hacerse mejor” imitando la bondad de Dios.” Royo p.143Toda su obra está orientada hacia la contemplación para prepararla o como fruto suyo. La obra “Los nombres divinos” está destinada a poner de manifiesto los atributos divinos. Por su insistencia sobre la trascendencia de Dios y la unidad de su ser, conduce al lector a una pura idea de Dios (teología) y le encamina así a ese conocimiento más simple, todavía y más puro que es la contemplación mística propiamente dicha.Y la doctrina simbólica de las dos Jerarquías tiende al mismo fin: las tres operaciones que constituyen su alma tienen por principal punto de apoyo un alto conocimiento de Dios: la purificación lo prepara, la iluminación lo comunica y la santificación lo hace expansionar enteramente en el alma.En “Los nombres divinos” expresa “Dionisio la fórmula comentada por Tomás de Aquino, sobre el conocimiento obtenido, no tanto por el estudio como por la impresión de lo divino, por una suerte de simpatía o afinidad: “Hieroteo es perfecto en lo divino no solo aprendiéndolo, sino también experimentándolo” (Hierotheus est perfectus in divinis, non solum discens, sed etiam patines divina [De divinis nominibus, 2,9; Suma Teológica II-II q.45, a.2]).Más adelante este conocimiento se describe como una ciencia muy divina que sobrepasa la inteligencia y es fruto de una luz superior que ilumina el alma en las insondables profundidades de la sabiduría. En otras partes insiste más en el papel del amor, que por su propia naturaleza, hace salir al hombre de sí mismo para lanzarle a su objeto: el amor divino tiende al éxtasis, y por él podemos disponernos a recibir esta luz, que se concede a las almas salidas de sí mismas, como San Pablo.”La contemplación mística es infusa, porque es obra del Espíritu Santo. Lo dice Dionisio al principio de la “Teología Mística”; Trinidad superesencial… “Y, en seguida indica a su discípulo en que condiciones obtendrá estos dones: Por tu parte, amado Timoteo, ejercítate sin descanso en contemplaciones místicas…”En estas fórmulas encontramos la teología de Dionisio; la muy alta intelección de Dios, independiente de toda elaboración activa del espíritu, sino, más bien, recibida de Dios como una participación eminente de su sabiduría. Esto es, la contemplación infusa. Su aportación principal al estudio de la mística será el conocimiento infuso de Dios.