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PSICOANÁLISIS Y PSICOLOGÍA SOCIAL (ENSAYO) DANIELA HOYOS ARENAS CURSO: ESCUELAS DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL DOCENTE: NELSON RIASCOS CAICEDO FECHA: 25 DE SEPTIEMBRE

PSICOANALISIS

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En este ensayo, se aborda el tema del psicoanálisis desde una perspectiva reduccionista, pues se trata la relación de éste con la psicología social

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PSICOANÁLISIS Y PSICOLOGÍA SOCIAL

(ENSAYO)

DANIELA HOYOS ARENAS

CURSO: ESCUELAS DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL

DOCENTE: NELSON RIASCOS CAICEDO

FECHA: 25 DE SEPTIEMBRE

FUNDACIÓN UNIVERSITARIA LUIS AMIGÓ

APARTADÓ-ANTIOQUIA

2015

PSICOANÁLISIS

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Cuando la psicología se convirtió en una disciplina científica, primeramente se le

reconoció como la ciencia de la experiencia consciente y luego como la ciencia de la

conducta. Los representantes de las primeras escuelas de psicología, como por ejemplo

Wundt, James, estaban al tanto de los procesos inconscientes, pero los dejaron de lado al

considerarlos poco importantes. Algunos conductistas como McDougall y Tolman,

postularon la existencia de la conciencia pero negaron la de los constructos inconscientes;

Por otra parte Watson y Skinner, se rehusaron incluso a dar cabida a la conciencia en la

psicología. Y aunque la psicología Gestalt era mentalista, se concentraba por completo en

la experiencia fenomenológica consciente.

Ninguna de las corrientes de psicología hasta ese momento había mostrado interés

particular al inconsciente, sino que afirmaban, entre muchos la importancia de lo

consciente. Las contingencias de estas psicologías no alcanzaban a explicar fenómenos

de indudable índole psicológica, como los siguientes: la hipnosis; los síntomas neuróticos;

las fobias; las alucinaciones; el sentido de los sueños; los actos fallidos, etc.

Contra las escuelas y explicaciones de la psicología del siglo XIX, en los últimos años de

dicho siglo, se inició el desarrollo de una nueva teoría que proclamaba, entre otras cosas

la existencia de un sistema integrante del psiquismo, EL INCONSCIENTE: inmenso,

dinámico, gobernado por propias leyes y determinante de toda la vida psíquica. Afirmaba,

además que la conciencia era un estado fugaz y que lo verdaderamente psíquico era lo

inconsciente. En una palabra, aparece la psicología de lo inconsciente. Freud había hecho

su entrada en la historia.

El psicoanálisis provocó un escándalo sólo comparable a los que acompañaron a la

afirmación de que la Tierra no ocupa el centro del Universo y a la teoría de la evolución de

las especies. Fue rechazado por el vulgo y por los hombres de ciencia, sin analizarlo ni

comprenderlo. Solo y ridiculizado, Freud, prosiguió sus investigaciones durante diez años,

al cabo de los cuales su labor había interesado a científicos de prestigio en los cinco

continentes y sus conceptos psicológicos y psiquiátricos revolucionaban las ciencias.

Continuando con mi relato, me atrevo a decir que el ser humano es por esencia narcisista

y cualquier descubrimiento que ponga en duda su visión de sí mismo tiende a ser

rechazado, por eso, cuando Freud expone sus descubrimientos a mediados del siglo XIX

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originó el rechazo masivo del establecimiento científico de su época. Digo esto, puesto

que el inconsciente, tal y como fue interpretado inicialmente, implicaría que el ser humano

deja de ser el amo de su propio destino para convertirse en una especie de esclavo,

paradójicamente, hoy en día somos esclavos de las mismas religiones radicalistas; Por

otro lado la sexualidad infantil destruía la noción inocente del niño de porcelana, para

convertirse en un ente pasional, portador casi del “pecado original” de nuestra especie.

Ahora bien Freud tenía conciencia que el psicoanálisis era una ciencia naciente, trató de

ser lo menos dogmático posible, y él mismo modificó o cambió sus propios conceptos en

función de los argumentos que se acumulaban.

Finalmente, Las teorías de Freud se difundieron con gran premura por todo el mundo

académico y profesional de la psicología desde las primeras décadas del siglo XX.

Aunque en la propuesta de Freud no se definen leyes explicativas de la conducta

humana, sí habla de ciertos principios que dominan la vida mental, la conducta y la

experiencia humana, tales como el principio de placer y el principio de realidad (Bermejo y

Tortosa, 1998). El hombre es un animal que busca placer. Así, su razón de ser es hacer y

mantener las cosas en un nivel tan placentero como le sea posible. Para Freud, placer o

felicidad no son tanto una meta, sino, en todo caso, la fuerza que motiva la existencia

humana. Además, el hombre se encuentra condicionado por límites realistas que le

aconsejan cuándo posponer un placer inmediato en favor de un placer futuro más

importante. Aunque la persona sigue buscando placeres, también es realista y establece

un orden jerárquico de ellos. Aquí aparece el principio de realidad: los placeres futuros

que se consideren más importantes tienen prioridad sobre los placeres actuales que se

juzguen menos importantes. Freud no ignoraba que el ambiente ejercía influencia en la

conducta humana. Así, por ejemplo, mientras que el niño nace ya dotado con el principio

de placer, sólo a través de las experiencias de la vida y la dirección de los adultos

referentes de su crianza adquirirá el sentido de la realidad para manejarse y manejar el

ambiente.

Tal vez, el concepto más psicosocial de Freud sea el de “superyó” puesto que existe la

necesidad de una fuerza limitante dentro de la personalidad, debido a que los controles

externos serían insuficientes para promover la vida en grupo. Imperaría la ley de que los

más fuertes sobreviven y el principio dominante de acción sería la fuerza de la razón. En

efecto, la estructura psíquica freudiana incluye tres elementos: el “yo”, que opera según el

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principio de realidad; el “ello”, que lo hace según el principio de placer; y el “superyó”, que

supone la interiorización de las normas y restricciones morales recibidas de la sociedad.

El ello y la realidad exterior presionan al yo, y éste tomará decisiones conductuales que,

después, serán evaluadas por el superyó (Bermejo y Tortosa, 1998).

Las aportaciones de Freud a la psicología social son motivo de controversia para los

mismos historiadores de la disciplina. En todo caso, como afirma Buceta (1979) las

discrepancias se refieren al alcance de la influencia pero no tanto al hecho de la misma.

Hay autores, como Gerth y Mills (1984) o Hollander (1982), que atribuyen importancia al

psicoanálisis en el desarrollo de la psicología social. No hay que olvidar que Freud

enfatiza la causalidad de las experiencias relacionales infantiles en el desarrollo de la

personalidad, además de reivindicar el papel del superyó como “guardián moral de la

conciencia” y fruto de la socialización. Ambos elementos de la teoría freudiana poseen

una cierta idiosincrasia psicosocial, al menos para poder inspirar hipótesis. Hall y Lindzey

(1968) consideran que las contribuciones de Freud a la psicología social pueden

resumirse en los siguientes contenidos: socialización del individuo, estructura y dinámica

familiar, psicología de los grupos, origen de la sociedad y naturaleza de la cultura

humana.

No obstante, Hall y Lindzey (1968) explican que el psicoanálisis no llegó a tener la

influencia que se podía esperar en la psicología social, y ello cuatro razones: − El

psicoanálisis es considerado como una psicología del instinto y la tendencia general en

psicología social, desde los años veinte, fue opuesta a los instintos. − El pesimismo de

Freud en relación a la sociedad es incompatible con el ambientalismo de los psicólogos

sociales y con su convicción optimista respecto a que puede encontrarse el ajuste entre la

persona y su ambiente. − El psicoanálisis ha estado estrechamente asociado con la

patología psicológica y no ha sido capaz de presentarse de tal modo que los psicólogos

sociales puedan ver su relevancia en el campo de lo social. − El psicoanálisis tuvo una

débil acogida en las universidades estadounidenses en la época de consolidación de la

psicología social.

De cualquier modo, la inclusión del psicoanálisis entre las principales orientaciones

teóricas que han contribuido a la creación de conocimiento psicosocial supone reconocer

elementos que no sólo hacen permeable a la psicología social, sino que deben constituir

herramientas para, al menos, el debate y la reflexión sobre la naturaleza humana (Garrido

y Álvaro, 2007).

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En conclusión, Freud consideraba que el ser humano es en el fondo un buscador de

placeres. Todo lo que la gente hace constituye en evitar el dolor o un intento de crear

goce. La realidad solo es aceptada por obligación y siempre se encuentra un conflicto

entre el principio del placer y el de la realidad. Una de las principales tareas de la vida es

la domesticación del “yo”. Si el “yo” no limitará al “ello”, la persona siempre actuaría en

forma egoísta y sin considerar los derechos de los demás. Por desgracia para el “ello”,

pero por fortuna para las personas y la sociedad, la realidad evita que se satisfagan en la

mayoría de los casos las exigencias del principio del placer; de lo contrario, habría sujetos

que no podrían controlar sus necesidades sexuales, violando, habría quienes no controlen

su odio hacía alguien más, privando de la vida o lesionando, habría quienes no controlen

sus ganas de tener algo al momento, robando, entre otros. Sin embargo, Freud creía que

incluso con todos los controles, tanto externos como internos, la realización individual

todavía es más un sueño inalcanzable que una realidad.