Psicologia Comunicacion Adolescencia

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  • 8/18/2019 Psicologia Comunicacion Adolescencia

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    Por Rosario Guzmán B.

    Periodista

    Repasando las características y los duelos de los

    adolescentes es más fácil elegir el modelo de

    comunicación más conveniente para el profesor.

    Ezequiel M. Latorre es Ingeniero

    Agrónomo pero realizó un Postítu-

    lo de Formación Docente y partici-

    pó en un programa Intercampus en

    Extremadura, España. Lo interesan-

     Adolescente:

    La Aurora de un Adulto

    En el Crepúsculo de un Niño

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    Por eso propone repasar sus cua

    tro consignas: qué voy a comunicar

    conocer a quién voy a comunicar

    cómo lo voy a comunicar y para qué

    voy a comunicar.

    Sostiene este educador: “Es fácil de

    cir que un adolescente no aprende

    porque no presta atención o no tie-

    ne ganas; es difícil aceptar que mu-

    chas veces no se realizó un proceso

    correcto de comunicación”.

    te de una de sus publicaciones es

    que se plantea la siguiente pregunta:

    ¿realmente la comunidad educativa

    y la sociedad se esfuerzan por inter-

    pretar al adolescente y se manifies-

    tan hacia él en un proceso comu-

    nicacional que lo sitúa como sujeto

    con características particulares?

    Como no le gusta relacionar el tér-

    mino adolescencia con adolecer o

    padecer se queda con la frase lite-

    raria de F. Dolto que define esta

    etapa de la vida como “la aurora

    de un adulto en el crepúsculo de

    un niño”.

    Con esa premisa enumera las carac-

    terísticas de los adolescentes, con

    las que el profesor inevitablementese va a encontrar: fuertes pasiones,

    deseos de manifestar su sexualidad,

    ausencia de autocontrol, mal humor,

    poca disposición para aceptar im-

    posiciones, ideas exaltadas, violencia

    ante desacuerdos, preferencia por

    acciones nobles antes que útiles,

    culto a la diversión y al ingenio, com-

    petitividad en temas que lo afecten,

    formación de grupo de pares.

     

    Cada una de estas características las

    relaciona con los duelos que sufren

    los adolescentes:

      Duelo por el físico: los cambios

    son tan rápidos e importantes que,

    a veces, llegan a sentir que su cuer-

    po es ajeno.

    Duelo por la identidad: como

    están perdiendo la identidad infantil

    para reemplazarla por una adulta, la

    falta de identidad los angustia.Duelo por los padres: dejan de

    tenerlos como figuras idealizadas

    para aceptar sus debilidades y enve-

     jecimiento.

    Duelo por la sexualidad: convi-

    ven el cuerpo del hombre con el del

    niño o de la mujer con el de la niña.

    Todo lo anterior lo detalla Latorre

    porque cree firmemente en que

    la relación adolescente-profesor

    se basa en la buena comunicación.

    El desarrollo biológico baja la autoestima

    del adolescente.

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    “Para que la relación profesores-alumnos ado-

    lescentes no sea una tortura permanente para

    el profesor, deben implantar reglas permanentes,

    claras, precisas y concisas. Aunque los jóvenes se

    enfurezcan es, finalmente, lo que les gusta”. Así lo

    asegura Catalina Correa, psicóloga y profesora

    de Castellano.

    “Como el adolescente está concentrado mirán-

    dose a sí mismo para construir su identidad, es

    incapaz de mirar al otro. La disciplina le es indis-

    pensable porque, sobre ese piso seguro, puededesarrollarse hasta ver al otro. Sin límites, su ego

    crece junto con mucha rabia y soledad”.

    De ahí que a esta madre de siete hijos (varios

    adolescentes), le encanten los profesores que

    son guías: “Los que son faro les impide hundirse

    en el remolino y llegar a puerto”.

    Catalina Correa trabaja en la Fundación Dianova.

    Como especialista en terapia familiar, asiste psi-

    cológicamente a los que allí llegan por problemas

    de drogas. En su consulta, atiende familias, parejas

    e individuos.

    “Entre los 11 y los 22 años, más o menos, el desa-

    rrollo biológico provoca en los adolescentes una

    baja autoestima. Les cuesta identificarse con un

    cuerpo nuevo que muchas veces engorda o se

    llena de espinillas. Acomodarse no es fácil. El ser

    humano nace dos veces; la primera, desde seno

    materno, y la segunda, cuando no le queda más

    remedio que salir de sí mismo después de cono-

    cerse y decidir quién es”.

     ¿Cuándo termina el proceso? 

    Cuando el joven es autónomo porque desarrolló

    su identidad, conoce sus virtudes y defectos y

    sabe para dónde va. Tener identidad, ser adulto,

    es saber responder a la pregunta quién soy yo.

    Para eso, los adolescentes necesitan tanto parti-

    cipar como tener límites. En cuestión de educa-

    ción se ha privilegiado tanto su participación que

    se ha perdido la jerarquía. Ni padres ni profeso-

    res pueden ser amigos de los chicos. Como están

    probando, necesitan la cancha rayada.

    Para imponerse como usted lo propone ¿qué

    se necesita? 

    Para empezar, ser coherentes. Si se les exige a

    los alumnos que no usen celulares, el profesor

    debe ser el primero en desconectarlo. Lo mismo

    en la casa: si el papá exige que sus hijos no tomentrago no puede emborracharse con los amigos

    en el asado.

     ¿Cómo deben ser las reglas? 

    Entendibles para todo el mundo, posibles de

    cumplir y con consecuencias si no se acatan. Si

    una señora castiga a su hija sin ver teleseries por

    un año es probable que a los cinco días la regla se

    haya violado. Y cuando un profesor o una mamá

    no cumplen con el castigo, automáticamente de-

     jan de ser creíbles.

     ¿Y qué se hace cuando preguntan el por qué

    de la regla? 

    Se contesta, por ejemplo, “si entran tarde a la

    sala me distraen”, “para mí, esto es una mala edu-

    cación”, “a mí me gustan las clases de esta mane-

    ra”. Si me dicen que soy mala, contesto “sí, soy

    muy mala”.

     ¿Y qué hacer con los coqueteos entre chicas

    y chicos? 

    Conversar de sexo con ellos directamente. Me- jor que sentenciar “esto es así o asá” es escuchar

    las distintas posturas de los jóvenes. Conversar

    es lo que cambia el paradigma de la autoridad

    docente de antes con la de ahora. Hoy los pro-

    fesores hacen pensar a los adolescentes. No im-

    ponen. Moderar la conversación es la labor del

    profesor que es guía, que es faro.

    Sin Miedo y con Límites“Los adolescentes son personas que están volviendo a nacer” afirma una mamá de siete hijos, psicóloga y

    profesora. Propone tácticas para no desesperarse en la relación entre profesores y alumnos de esa edad.

    Con los adolescentes

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     ¿Y si por rebeldía alguien se resiste al

    método del profesor? 

    Se le deja para que intervenga en otro momento

    y, si grita, se le pide que salga de la sala porque

    no es el lugar para gritar. Cuando no ha habido

    límites hay terremotos cuando se empiezan a im-

    poner, pero resulta… siempre y cuando paralela-

    mente las clases vayan siendo más participativas.

     ¿Qué hacer con los grupos donde unos a

    otros se potencian?

    Nunca formar parte de ellos como otro de los

    amigos. Enseguida, ubicar al líder y darle labores

    de cooperación tomando en cuenta sus talentos.

    Otro detalle importante es conocer el lenguaje

    de las tribus y usarlo como ellos lo utilizan. Ade-más, ser asertivo, acogedor, a disposición. Evitar

    la imposición, la cátedra. Hacer un círculo en la

    sala en vez de subirse a una tarima.

     ¿Qué hacer cuando el profesor sabe menos

    de tecnología que los alumnos? 

    Decirlo asertivamente y pedirles ayuda.

     ¿Qué actitud se debe tomar con los alumnos

    conquistadores o con las niñas seductoras? 

    De nuevo, ser asertivo. “No me vengas con con-

    quistas, yo no estoy para eso”. Poner las cosas en

    su lugar sin miedo y con límites.

     ¿Qué pueden hacer los profesores por el

    mejor desarrollo de los adolescentes? 

    El profesor es responsable de lo que ocurre den-

    tro de la sala y punto.

     ¿Qué les hace mal psicológicamente de

     parte de los educadores?

    Que los traten sólo como amigos o sólo autori-

    tariamente. Lo peor para un adolescente es quesus profesores o sus padres, cuando tienen que

    educar, no eduquen, o tener padres y profesores

    que sólo educan y no dan espacios de participa-

    ción. Si el profesor pone su faro en los valores, en

    cómo enfrentar los conflictos en forma adecua-

    da, por añadidura va a tener mejores resultados

    académicos.

     ¿No es probable que, de esa manera, no se

    llegue a inculcar valores? 

    Muchos alumnos que son escuchados por sus

    profesores vienen de una casa con padre auto-

    ritario que cuando no está de acuerdo con la

    opinión de su hijo adolescente, grita. Entonces, el

    hijo también grita para hacer notar su opinión.

    Y empieza la violencia en que nadie se escucha y,

    por tanto, no hay conversación sino competencia

    de gritos. Esos chicos, entonces, recibirán los va-

    lores de quien los escuchó, el profesor.

     ¿Cuál es la mejor manera para conseguir

    buena comunicación con 35 o 40

    adolescentes en la sala? 

    Por ejemplo, con juegos tan simples y adaptablesa cualquier materia, como poner un objeto o un

    gráfico al frente de todos y que cada uno lo des-

    criba apreciando para qué sirve o qué significa.

    Saldrán 35 a 40 versiones distintas sin que nadie

    tenga toda la verdad. Se marca la diversidad y se

    aprende, muchas veces, más de lo que el profesor

    pretendía. También los adolescentes son especia-

    listas en juegos de roles y cualquier materia se

    puede transformar en ellos.