244

publicaciones-DoctrinaPeronista

Embed Size (px)

DESCRIPTION

peronismo

Citation preview

  • DOCTRINA PERONISTA

    FILOSOFAPOLTICA

    SOCIAL

  • ISBN 978-987-27456-0-8

    Fecha de catalogacin: 12/10/2011

    1 Edicin: octubre 2011

    1000 ejemplares

    Editor: Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia

    Diseo de tapa: Hctor Bonamico, Prensa 3er. Milenio

    Diseo de interior: Pump Diseo

    Impresin: Grfica Latina

  • PRLOGO

    Hace algn tiempo, comenzamos a transitar una etapa en la que, compar-tiendo la misma visin estratgica con el secretario general de la Confedera-cin General del Trabajo (C.G.T.), compaero Hugo Antonio Moyano, lostrabajadores debemos prepararnos para que el salto cualitativo hacia la pol-tica no sea un salto al vaco. Estamos convencidos que ha llegado el tiempohistrico, en el que la asuncin plena de la representacin poltica de los tra-bajadores, sea ejercida justamente por trabajadores.

    La conduccin del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia inici,a travs de su Fundacin Patagonia Tercer Milenio, la elaboracin de unaserie de documentos para una adecuada informacin y formacin respecto atemas de importancia regional y nacional.

    Reconociendo que en la historia escrita de los movimientos populares se en-cuentra un legado poltico ideolgico que no puede ser ignorado para una co-rrecta toma de decisiones de poltica por los trabajadores, y que ese legado fuemagistralmente expuesto por el compaero General Juan Domingo Pern.Podemos decir, sin dudarlo, que la sntesis profunda de nuestra concepcinest contenida en el manual de la Doctrina Peronista, que es el aporte, que enesta oportunidad deseo aportar a cada compaero, que con responsabilidad ycompromiso transita desde nuestra organizacin este tiempo histrico.

    Y adems, invitarlos a reflexionar recordando las palabras del gran constitu-cionalista, compaero Dr. Arturo Enrique Sampay, el 9 de abril de 1973:

    Si los sectores populares gobiernan a la comunidad, esas grandes empresas, nte-gramente, pasan a ser bienes pblicos, porque es la nica manera de que ellas seordenen a la prosecucin del bien comn. En cambio, si dominan al estado lasoligarquas, stas transfieren al patrimonio pblico las empresas que requieren in-gentes inversiones y que, en consecuencia, son de escasa o de ninguna rentabili-dad, restando en su poder el procesamiento final o la mera comercializacin de losbienes que el estado produce, operaciones ambas muy lucrosas.

    La doctrina peronista

    5

  • Juan Domingo Pern

    6

    A las oligarquas les conviene, es obvio, que las empresas del estado les vendansus productos a bajo precio, aun cuando resulten deficitarias, pues adems de queel quebranto lo pagan los sectores populares, ste les sirve para desacreditar la po-ltica que propugna la nacionalizacin de bienes que ellas quieren conservar ensu poder.

    Hctor Rubn Gonzlez Berrini Sec. Gral. Luz y Fuerza de la Patagonia

  • La doctrina peronista

    7

  • INTRODUCCIN

    A) ANLISIS Y CRTICA DE LAS CONDICIONES GENERALES IMPERANTES

    1) Perspectiva frente a las modificaciones generales, producto dela naturaleza y alternativas de la guerraEstamos asomndonos a una nueva etapa histrica en la vida del mundo. Se viven das de acentuado dramatismo. Los hombres, en esta epopeya transfor-madora y trgica son conmovidos por hechos sociales superiores al hombremismo; y el signo de la incomprensin ha empujado a los pueblos al martirio.Estamos, no obstante lo que puede decirse acerca de un mundo futuro, prontosy con ansias de entrar en los nuevos rumbos de paz y de trabajo que se aproxi-man para toda la humanidad, puesta de nuevo en marcha, vencidas las cegue-ras, para alcanzar la dignidad humana, en el lmite mismo de lo perfecto, entrelas angustias del pasado y las esperanzas de un porvenir venturoso y superior.

    Mundo de maana, que anhela el bienestar general, base grantica de la conviven-cia humana sobre la que pueden construirse en oro puro, las columnas de la liber-tad, como fundamento de una verdadera y autntica recuperacin moral. No haymoral, sin libertad; ni sta puede fundarse en la miseria y en la injusticia.

    Por eso es que, sin que hayan desaparecido an las causas y los efectos de unalucha cruel, estamos ya elaborando pacientemente los medios que habrn deservirnos para enfrentar con seguridad los acontecimientos del futuro. Y en estatierra nuestra, donde se han confundido y delineado los tipos sociales de lasms encontradas inmigraciones, estructuramos, con fervor humanitario, losfundamentos econmicos y sociales de un nuevo convivir, que no tiene msaspiraciones que la accin reconstructora de lo que el hombre pudiera haberperdido por su individualismo excesivo, no enteramente compatible con nues-tras instituciones de honda raz democrtica.

    Las generaciones de hoy, observadoras fieles de un episodio que no se borrarjams, sufridas y prietas por las paralelas de dos guerras, entrenadas ms en lanecesidad que en la abundancia, en la que debieron vivir, estn dispuestas a se-guir el camino de la seguridad social que supone la comprensin ciudadana e

    99

    La doctrina peronista

  • impone la defensa del ncleo familiar, fundamento inconmovible de la gran-deza de las naciones.

    Vivimos una poca de la historia del mundo en que el egosmo ha pasado a seruna de las peores desgracias de la humanidad. Es necesario que da a da, poco apoco los hombres ricos o pobres, pudientes o humildes, se convenzan de quenada en la vida puede valer la desgracia de un nio que llora o de una madreque no puede darle de comer.

    La naturaleza, intensidad y alternativas de la guerra han producido, en todos lospases del universo graves trastornos de orden moral, social y econmico, cuya ex-tensin y arraigo pueden dificultar la normalizacin de las condiciones de equili-brio y mesura que deben constituir el ms firme apoyo de la justicia y del progresode los pueblos. Por otro lado, la confusin de ideas y sentimientos de tales trastor-nos enturbia las conciencias, fomenta el espritu de disociacin entre distintos sec-tores sociales y agudiza oposiciones injustas, sin reparar, comnmente, en que paradisiparla bastar fortalecer la serenidad en el juicio, la templanza en la imputacin,la comprensin de las acciones ajenas y la hombra de bien en las propias.

    El actual momento exige formar una conciencia colectiva sobre los aspectosms destacados de los problemas que puedan afectar al pas, como consecuenciade las repercusiones de la guerra, pero ello slo ser posible si a los organismosy autoridades que tienen confiada la misin de velar por el ordenamiento socialy econmico, llegan las autnticas inquietudes y aspiraciones del pueblo argen-tino y a ste, las previsiones que para la defensa de su tranquilidad, bienestar yprogreso estructuran los correspondientes resortes del Estado.

    Es indudable que el problema fundamental de gobierno en la hora presente fincaen la solucin de cuestiones que ataen a las masas rurales y a las urbanas, para irdespus a la organizacin integral de la riqueza del pas. Solucionados esos tres as-pectos, el Estado no tendr ya por delante graves problemas que resolver.

    El mundo vive una etapa de profunda transformacin social, poltica y econ-mica. An no sabemos cul ser su fisonoma definitiva, su tesitura estable. Ni esdel caso tampoco arriesgar vaticinios o profecas prematuras. Pero s sabemos,porque ello est a la vista de quien lo quiera ver, que en lo social quedarn aboli-dos todos los privilegios, como no sean los del espritu, la cultura y el trabajo;

    Juan Domingo Pern

    10

  • que en lo poltico advendr una democracia autntica, tan ajena a los totalitaris-mos o dictaduras de izquierda o de derecha, como incompatible con la demago-gia o con la ficcin representativa de los politiqueros de un mal llamado rgimendemocrtico, por lo menos entre nosotros; finalmente sabemos tambin que enlo econmico tendr que venir la armona definitiva del capital con el trabajo, abase de sueldos y jornales equitativos, justos y humanos, y a base, tambin, porsupuesto, de un rgimen flexible, pero no menos orgnico de obligaciones, debe-res y derechos recprocos entre los patronos y obreros.

    2) Actitud del Estado ante los problemas econmico-socialesNecesidad de que la misma tienda al logro de una plena unidadEl progreso social ha llevado a todos los pases cultos a suavizar el choque de in-tereses y convertir en medidas permanentes de justicia las relaciones que antesquedaban libradas al azar de las circunstancias, provocando conflictos entre elcapital y el trabajo.

    La tctica del Estado abstencionista era encontrarse frente a ciudadanos aislados,desamparados y econmicamente dbiles, con el fin de pulverizar las fuerzas pro-ductoras y conseguir, por contraste, un poder arrollador.

    La contrapartida fue el sindicalismo anrquico, simple sociedad de resistencia,sin otra finalidad que la de oponer a la intransigencia patronal y a la indiferen-cia del Estado una concentracin de odios y resentimientos.

    El abandono por el Estado de una direccin racional de su poltica social, cual-quiera que ella sea, es sin duda, el desgobierno y la disociacin paulatina y pro-gresiva de las fuerzas productoras de la Nacin. En nuestro concepto, esa hasido la poltica seguida hasta ahora. El Estado, en gran parte, se haba desenten-dido del problema social, en lo que l tiene de trascendente, para solucionar su-perficialmente los conflictos y los problemas parciales. Es as que el panoramade la poltica social seguida representa una serie de enmiendas colocadas alrede-dor de alguna ley, que por no haber resultado orgnicamente la columna verte-bral de esa poltica social, han resuelto parcialmente el problema, dejando elresto totalmente sin solucin.

    Las masas obreras que no han sido organizadas presentan un panorama peli-groso, porque la masa ms peligrosa, sin duda, es la inorgnica.

    La doctrina peronista

    11

  • La experiencia moderna demuestra que las masas obreras mejor organizadas son,sin duda, las que pueden ser dirigidas y mejor conducidas en todos los rdenes.La falta de una poltica social bien determinada ha llevado a formar en nuestropas esa masa amorfa. Los dirigentes son un factor fundamental que aqu ha sidototalmente descuidado. El pueblo, por s, no cuenta con dirigentes.

    El Estado mantenase alejado de la poblacin trabajadora. No regulaba las acti-vidades sociales comiera su deber. Slo tomaba contacto en forma aisladacuando el temor de ver turbado el orden aparente de la calle le obligaba a des-cender de la torre de marfil de su abstencionismo suicida. No advertan los go-bernantes que la indiferencia adoptada ante las contiendas sociales facilitaba lapropagacin de esa rebelda, porque era precisamente el olvido de sus deberespor los patronos, que libres de la tutela estatal sometan a los trabajadores a lanica ley de su conveniencia.

    Los obreros, por su parte, al lograr el predominio de las agrupaciones sindica-les enfrentaban a la propia autoridad del Estado, pretendiendo disputar elpoder poltico.

    Desde los venturosos das de Mayo en ningn momento la Repblica ha nece-sitado tanto de ciudadanos libres y honorables que sepan jugar su vida por elfuturo de la Nacin, como en nuestros das. Es indiscutible que hay fuerzasantagnicas que luchan por otros ideales que no son los nuestros y sabemos,tambin, que el problema de nuestra Nacin puede resolverse rpidamente sinos decidimos a vender lo que puede venderse de este pas. Pero no creemosque estas generaciones de argentinos puedan desertar ante la historia y no selevanten, siquiera sea, por respeto a los que murieron por darnos la libertad yautonoma, para oponernos firmemente a toda posible claudicacin frente apropios y extraos.

    El problema argentino no slo hay que penetrarlo, sino que es menester sen-tirlo y solamente pueden sentirlo los verdaderos patriotas, a quienes el tiempono haya marchitado el corazn, ni las tentaciones les hayan sumido en la ruin-dad de una entrega.

    Si en 1810 fuimos libres polticamente, gracias a esos hombres hroes que siem-pre recordamos, no podemos afirmar lo mismo de los que les sucedieron: que

    Juan Domingo Pern

    12

  • lejos de conquistar nuestra independencia econmica, han perdido el tiempopara entregarnos a una situacin de verdadero coloniaje, como nunca el pashaba soportado antes.

    Podemos decir que la oligarqua, servida por hbiles polticos, no solamente co-meti delitos contra el pas, sino algo ms grave an: tuvo sojuzgadas numero-sas generaciones de argentinos a los que disoci en sus verdaderos valores.

    Y as, etapa tras etapa, llegamos hasta nuestros das.

    La historia de los das infaustos se repeta.

    En lo interno, de nuevo las fuerzas de la regresin parapetadas en los interesesde los crculos, dirigan al Estado con prescindencia del inters pblico y de lasnecesidades vitales de los trabajadores argentinos, hipotecando la riqueza delpas y llegando hasta admitir que poderes inherentes a la soberana nacional seejercitasen dentro de nuestro territorio, por ncleos forneos enquistados en elengranaje de nuestra economa.

    El mismo fenmeno regresivo se observaba en el escenario poltico, los llama-dos partidos tradicionales, en cuyas filas actuaron con brillo, con eficacia y conpatriotismo, muchos hombres pblicos argentinos que han merecido la grati-tud de la Nacin alternaron y se desgastaron en el Gobierno, acusando ndicesde corrupcin que concluyeron por desintegrarlos y por disminuirlos ante laopinin pblica en su jerarqua moral.

    En lo externo, una lamentable inhabilidad para hacernos comprender, en todolo que tiene de generoso, de honesto, de cordial, pero tambin de altivo, el esp-ritu argentino, y una lamentable y correlativa incomprensin de quienes, porno haber reledo nuestra historia, olvidaron que si es fcil rendirnos por el cora-zn, es imposible doblegarnos por la prepotencia.

    Haba, pues, que recurrir, una vez ms, a las virtudes patricias que dorman enel alma argentina.

    Y el alma argentina despert.

    La doctrina peronista

    13

  • Despert en la maravillosa intuicin del pueblo; en la confianza que ste pusoen la capacidad de recuperacin de sus hijos, en el alegre y bullanguero desdncon que se movi entre la incomprensin y las turbias confabulaciones de re-sentidos que, en un momento dado, llegaron hasta a renegar de su propio linajepara servir propsitos extranjeros, y dieron, por esa razn, el triunfo que mere-ca el autntico pueblo argentino.

    Ese fue, sin duda, el comienzo de todos nuestros males: la divisin en banderasenconadas que habran de perpetuarse a travs del tiempo y de la historia, y laaccin poltica posterior fue siempre de disociacin. Ya el pueblo argentino novolvi a sentirse unido, sino que fue un verdadero campo de lucha entre frac-ciones polticas por la disputa del poder y del gobierno. Esa lucha fue inspiradapor el odio, que es factor de separacin y destruccin. No se gui por el amor,que es factor de unidad y construccin.

    Las propias organizaciones obreras eran escenario de una lucha intestina, por laposesin de los cargos directivos, cumplida a espaldas de una masa defraudada,que asista indiferente a una suicida destruccin de valores.

    Muchos de nuestros gobiernos han dejado de ser, bajo esta influencia, represen-tantes del pueblo, para convertirse en representantes de intereses especiales, di-rigidos por mquinas que, a su vez, no eran dirigidas por el pueblo.

    Es preciso comprender que el mundo est en plena revolucin. El problema ar-gentino no es de carcter local; es un problema del mundo. Para comprobarlobastara mirar a todos los continentes y a todas las naciones del universo; perodentro de todo, deberamos agradecer a Dios por hacernos vivir en esta tierra,en la cual los problemas no han llegado a agudizarse al extremo de hacer sufrir alos hombres y donde la Providencia ha derramado tantos bienes maravillososque hacen a esta pampa grandiosa el lugar donde en el futuro se forjar el por-venir del mundo.

    Esa revolucin que se viene cumpliendo en todos los pueblos de la tierra, y quemarcar una etapa en la historia, es la que nosotros tratamos de llevar adelantecon nuestras conquistas sociales, que constituyen, no una poca en la historiade la Nacin, sino un cambio tan trascendental, que afirmamos que no podrser borrado en adelante por ninguna fuerza de este pas.

    Juan Domingo Pern

    14

  • Nos hemos dado a la tarea de construir, enfrentando los problemas en su di-mensin exacta, superando las relativas ventajas de las soluciones forjadas paraun instante, para reemplazar las otras de aplicacin en el tiempo, flexibles y gi-les, para que coexistan con las mutaciones propias del progreso social.

    No queremos dejarles a los hombres de maana una Argentina disminuida nitriste, ni habitada por ciudadanos que hayan sido vencidos por la pobreza, lasenfermedades o el abandono.

    El Estado no puede permitir que la falta de recursos impida el logro del destinohumano. Por eso, insistiremos en la necesidad de ponernos de acuerdo sobre loesencial. Sobre lo que es inherente a nuestro destino histrico para proclamarque ha llegado la hora de establecer los puntos bsicos que sean prenda deunin de todos los argentinos.

    Es probable que quienes no tengan suficientemente encarnados estos senti-mientos puedan disentir con las disposiciones presentadas, pero en las solucio-nes de conjunto juegan ms las necesidades de la comunidad que el egosmoefmero de unos o la imprevisin circunstancial de otros.

    3) Desvinculacin entre legislacin y realidad social, factor del desconocimiento de los derechos fundamentales de la personaLos derechos fundamentales de la persona: vida, cultura espiritual y profesio-nal, vivienda y salud, alimentacin, educacin fsica y vestido deben ser alcan-zados por todos los argentinos.

    Las objeciones de fondo o de forma que merece la legislacin social argentinaexistente, se deben por igual a una equivocada nocin de quienes legislando im-provisaron, de quienes gobernando no cumplieron con su deber, o de quienes noreclamaron derechos que eran justos o los reclamaron inadecuadamente. Ahorabien, legisladores, gobernantes o pueblo, no siempre omitieron el cumplimientode sus deberes por dolo. Muchas veces lo fue por ignorancia o error.

    Afirmamos claramente la decisin inquebrantable de que la Argentina propulsela ascensin de su economa, la intensificacin de su cultura, el mejoramientode sus clases sociales, y logre el prestigio que merece ante todos los hombres debuena voluntad que pueblan los continentes de la Tierra.

    La doctrina peronista

    15

  • Junto al inters material de la prosperidad de la patria, de su redencin econ-mica, del incremento de sus posibilidades productivas, est, sobre todo, el inte-rs de templar, ennoblecer y fortificar el metal humano del pueblo.

    La Revolucin quiere llevar el nimo de los trabajadores argentinos el orgullode pertenecer a una patria fuerte y generosa, donde la justicia y la ecuanimidadreinen soberanas, y donde el temor a las influencias espurias no pueda desnatu-ralizar la alegra de vivir y de crear.

    Nosotros comprendemos que la salud del pas est en fortalecer el material ymoralmente a los hombres que forman nuestro pueblo. Esos hombres a quieneshemos comenzado a discernir una justicia distributiva en el orden social, que hade capacitarlos desde todo punto de vista.

    Hemos comenzado por dar al pueblo un bienestar econmico indispensable, parainculcarle despus los valores morales. Es difcil poder levantar la moral de unpueblo, que se encuentra menesteroso o necesitado. Primero es necesario dar pansuficiente al cuerpo, para despus dar el pan necesario al espritu.

    Nuestra legislacin social est atrasada porque a su renovacin se han opuesto; lafalta de disposiciones apropiadas, los polticos que tenan demasiadas cosas quehacer para ocuparse de los obreros, y el gobierno de orientacin netamente capi-talista, que ha considerado ms las vacas y el trigo que a los hombres.

    Entendemos que el concepto de la patria va dirigido especialmente a los huma-nos, porque ellos son los que trabajan, sufren y se sacrifican. El campo, los ga-nados, las casas, las riquezas, no tienen razn de ser, sino para contribuir a lafelicidad del pueblo.

    La legislacin sobre trabajo y previsin no era completa ni amplia, pero tra-taba de condicionar, aunque precariamente, para los trabajadores argentinosuna vida mejor. Pero ocurra que la ley era recortada o desfigurada en su apli-cacin. La proteccin llegaba reducida e ineficaz. Su vigencia, discutida conhabilidad por juristas sin sensibilidad social, era rechazada por los capitalistas.Por otra parte, resultaba contraproducente en sus efectos, sobre las masas tra-bajadoras sin unidad de accin para el reclamo y para defender o ejercer sus le-gtimos derechos.

    Juan Domingo Pern

    16

  • Quines desnaturalizaban las leyes sociales? La verdadera causa, para no refe-rirla a hombres o sistemas, acaso se encuentre en la antinomia existente entrela legislacin y la realidad social. As como decimos que no existe verdad elec-toral si no hay libertad poltica, tampoco puede sta realizarse sin contar conla verdad social. No es posible vivir formas democrticas de gobierno, si existeprivilegio a favor de unos pocos y para la inmensa mayora el dolor, el aban-dono o la incertidumbre. No se puede conjugar el verbo igualar, sin proporcio-nar posibilidades idnticas a todos los argentinos.

    La doctrina peronista

    17

  • B) SOLUCIONES Y PROPSITOS

    1) Proyecciones polticas, econmicas y sociales de la RevolucinLa Revolucin no es un hecho intrascendente. La Revolucin ha de actuar en lopoltico, en lo econmico y en lo social. En lo poltico hemos de llevar al pas auna avanzada por la que llegarn al gobierno los hombres de talento, pero de ta-lento calificado por la virtud. En lo econmico, hemos de equilibrar la economade tal forma, que sin perjudicar a los que trabajan con su capital, se beneficie a losque trabajan con su esfuerzo y con su msculo. En lo social, pretendemos que nohaya un solo argentino que sea un andrajoso, que se arrastre por los caminos, sinoque tenga el derecho y el honor de ganarse la vida con el sudor de su frente, en estatierra en la que debemos dar gracias a Dios por haberle dado tantos bienes amanos llenas.

    Esa triloga representa las conquistas de esta Revolucin que est en marcha yque cualesquiera sean los acontecimientos, no podr ser desvirtuada en su con-tenido fundamental.

    Desearamos que la clase trabajadora penetrase perfectamente bien los problemasbsicos de esta hora para que, si lo cree justo, y est de acuerdo con ese programa,lo defienda en toda circunstancia y lugar. Nuestra Revolucin ha tenido un conte-nido econmico, social y poltico, que hemos ido realizando paulatinamente. Enprimer lugar, este programa comprenda una reforma rural. En segundo, una re-forma industrial, es decir una reforma de la produccin multiplicada por la indus-trializacin para aumentar el poder de produccin de la riqueza, y con ello, delpatrimonio nacional; y, en tercero, una reforma social que habra de aprovechar losfrutos de las dos reformas anteriores a favor de la elevacin del estndar de vidade los trabajadores y de la mejor retribucin de sus esfuerzos.

    El problema econmico, siempre idntico en su frmula general, se planteasegn los lugares y los tiempos, con hiptesis diversas. Estas hiptesis estncondicionadas por la naturaleza del suelo y del subsuelo, los climas, la situacingeogrfica, la civilizacin, la forma del Estado, el rgimen de las asociaciones, eldesarrollo cultural, la moral, la abundancia de la poblacin, la tcnica indus-trial, los medios de comunicacin, la situacin de los trabajadores y otros facto-res relacionados con la idiosincrasia y las costumbres de cada pueblo. Querer,

    Juan Domingo Pern

    18

  • pues, aceptar e imponer un patrn universal, querer atribuir a uno solo de estosfactores las responsabilidades que en conjunto les corresponden, constituye unautopa y demuestra la contumacia de la maldad.

    Ningn rgimen, examinado en los detalles de su organizacin, es inmutable,pues, si bien es posible descubrir leyes y principios universales, su aplicacin es sus-ceptible de modalidades diversas, segn el lugar y el momento en que se vive.

    El derecho esencial que tienen los pueblos es exigir a sus gobernantes que aladaptar con la mayor prudencia los sistemas a las circunstancias cambiantes,jams se abandonen los principios y las leyes esenciales.

    El mundo vive momentos de reestructuracin, de profunda evolucin, que so-lamente los miopes y los simples pueden ignorar en estos momentos. La clasetrabajadora ha pasado a tener una enorme responsabilidad en el Estado que po-siblemente en otros tiempos no ha tenido. Esa responsabilidad de la clase traba-jadora debe llevarnos a una profunda meditacin sobre la accin a desarrollaren el futuro. Si siguiese pensando que no le incumbe a ella reflexionar sobre losproblemas del pas, el futuro de nuestra patria volvera a lo que fue antes del 4de Junio. La clase trabajadora debe pensar que cada uno de sus hombres, el mshumilde, representa un pin de ese enorme engranaje que est constituido portodo el factor humano de nuestro pas, as como tambin que, cuando en unacorona falla uno solo de sus engranajes, la mquina no puede marchar con lamisma suavidad y potencia que cuando la corona est ntegramente sana. Cadatrabajador debe tener conciencia de este hecho y reflexionar profundamente enque de su accin y de su propio pensamiento dependern no slo su futuro,sino el del pas. Cuando todos los trabajadores piensen de esta manera, su Na-cin comenzar por primera vez a ser grande.

    La extensin revolucionaria se cumple inflexiblemente y se seguir cumpliendo,porque una voluntad inquebrantable la impulsar hasta el da en que nadie, enesta tierra que la naturaleza dot tan esplndidamente, sufra la angustia de sen-tirse socialmente olvidado.

    Estamos, sin embargo, muy lejos de ese momento ideal, por cuyo adveni-miento trabajamos empeosamente. Somos demasiado realistas para creer quelas conquistas logradas, cuyos beneficios se extienden en este momento a mi-

    La doctrina peronista

    19

  • llones de trabajadores argentinos, han complacido las exigencias de nuestropueblo. Sabemos que siguen existiendo hogares sin techo y mesas sin pan, enesta tierra donde se pierden millones de toneladas de trigo, hacinadas en loselevadores y en las pilas gigantescas de las estaciones ferroviarias. Lo sabemos ytratamos de resolverlo. Afrontamos los problemas con resolucin y energa,conscientes de que no podremos reparar de pronto las injusticias acumuladasen tantos aos de apata, de indiferencia y de incuria inexcusables. Pero mar-chamos seguros de que hemos de agotar todo lo que est a nuestro alcancepara resolverlo.

    En nuestra accin no caben ni el pesimismo desalentador ni el optimismo exce-sivo. Slo estamos seguros de hacer, de realizar algo a favor de nuestros seme-jantes que ms lo necesitan, y eso nos basta. La colaboracin de todos facilitaresta tarea de beneficio colectivo, a cuyo logro nadie podr oponerse.

    Quiera Dios que en las circunstancias presentes sepamos aprovechar las leccio-nes del pasado y las experiencias que hemos vivido para convertir esta tierrabendita en la verdadera tierra de promisin que nuestros prceres entrevieronen sus sueos de grandeza.

    Perfeccionar los conocimientos tcnicos, aumentar el rendimiento individual,mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores, fomentar el pro-greso de la clase media y estimular el capital privado. Mantener una firme deci-sin en lo econmico, lograr nuevos avances que intensifiquen la riqueza generaly mejorar el nivel de la poblacin, son tareas que requieren una vasta prepara-cin tcnica que no puede improvisarse. Pero exigen, tambin, un verdadero de-nuedo para hacer frente a las malvolas insinuaciones de quienes quierenobtener nuevas riquezas, a costa del sufrimiento ajeno; y de aquellos otros quebuscan en la revolucin comunista o en la disipacin anrquica, la nica formade encontrar satisfaccin a sus ambiciones o compensacin a sus fracasos.

    Una Revolucin que no infunde en la poblacin del pas sus ideales, es una re-volucin que fracasar indefectiblemente; y entonces, ms bien hubiera conve-nido no ejecutarla.

    Cuando se produce una revolucin, los fenmenos que siguen son, normal-mente, los siguientes: la revolucin se come a sus propios hijos.

    Juan Domingo Pern

    20

  • Al poco tiempo, la revolucin que ha sido hecha por los idealistas, queda co-pada y dirigida por los aprovechados; y, generalmente, si se permite la perpe-tuacin de esta desviacin o deformacin, al poco tiempo, el movimiento sigueun camino y el gobierno otro.

    Por eso la revolucin ha alcanzado este momento sin haber desviado su cursode las finalidades fundamentales que habamos trazado en su preparacin.Ninguna de ellas se ha desvirtuado en manera alguna; y hoy, asegurado eltriunfo, le daremos todo su contenido poltico y social para que realice el ciclocon el cual habremos desterrado por muchos aos las revoluciones que ennuestro pas haban pasado a ser institucin constitucional; porque los revolu-cionarios en este pas han jurado siempre restituir la ley y la Constitucin.

    Nadie puede sentirse propietario de sta, porque sobre las revoluciones no setienen derechos de propiedad. Ellas son un acto del pas y para el pas; delpueblo y para el pueblo. Y desgraciadamente la revolucin que no cumple estasentencia, es porque est condenada fatalmente al ms absoluto fracaso.

    2) Trascendencia de la obra revolucionaria. Responsabilidad de la juventud en lo que atae a su prolongacin en el tiempoNuestra obra no puede ser reconocida en el presente. Somos y seremos ataca-dos por los que tienen intereses que no son, en verdad, de la clase trabajadora.Nuestra obra no es para hoy. Nuestra obra est destinada al futuro. Nuestraobra no es para nosotros. Estamos trabajando para los dems y es indudableque en este tren de actividades, los hombres que han perdido posiciones queambicionaron, han de caer implacablemente sobre nosotros, con sus calumniasy sus injurias.

    Somos espritus preparados para la lucha y la afrontamos con la franqueza ycon la dignidad que la lucha honrada requiere para triunfar. Estamos convenci-dos de que no habr fuerza de ninguna naturaleza que pueda detenernos en laaccin que estamos desarrollando. No habr fuerza, porque la fuerza del maljams podr sobreponerse a la del bien.

    Los hombres somos accidentes en la vida de los pueblos. Las instituciones soneternas cuando arraigan hondamente en el alma de los pueblos.

    La doctrina peronista

    21

  • No olvidamos como gobernantes, que al conducir un pueblo se conducenhombres, hombres de carne y hueso, hombres que nacen, sufren y aunque noquieran morir, mueren; hombres que son fines en s mismos, no slo medios;hombres que han de ser lo que son y no otros; hombres, en fin, que buscan esoque llamamos felicidad.

    Deseamos inculcar en la clase trabajadora los principios ticos indispensables parasu progreso. Luchamos por la elevacin de la cultura social del pueblo; luchamospor la dignificacin del trabajador que todo lo da al pas y por la humanizacindel capital, que ha de ponerse al servicio de ese trabajo constructivo.

    La Repblica debe defender su futuro y cada hombre joven en su puesto debesaber que est en un puesto de combate, para no permitir que las generacionescaducas, que fracasaron en la conduccin del Estado, vuelvan a tomar el go-bierno en sus manos, para desvirtuarlo en sus verdaderos fines.

    Los jvenes tienen en esta hora una responsabilidad tremenda. Ellos son los nicosque pueden prolongar la revolucin hasta la consumacin total de su obra purifi-cadora. Los jvenes deben tener cada uno una bandera en su casa y una esperanzaen su corazn, que les asegure que para salvar al pas hay un solo camino: trabajarhonradamente por el bien argentino, persuadidos de que si cada uno no es capazde cumplir con su deber, el pas no ser restaurado jams, ni recuperaremos para lapatria los bienes maravillosos que la naturaleza ha sembrado a manos llenas.

    La Repblica Argentina es producto de la colonizacin y conquista hispnicaque trajo, hermanadas a nuestra tierra, en una sola voluntad, la cruz y la es-pada. Y en los momentos actuales parece que vuelve a formarse esa extraordina-ria conjuncin de fuerzas espirituales y de poder que representan los dos msgrandes atributos de la humanidad: El Evangelio y las armas.

    La conquista de la Repblica, en sus aspectos poltico, social y econmico,puede realizarse tan solo de una manera; y con cada uno de los argentinos,desde el ms poderoso hasta el ms humilde, asignndole un puesto indispensa-ble en la sociedad, para que l comprenda que si trabaja incansablemente por laPatria, ningn incidente interno ni externo podr doblegar a un pas de catorcemillones de argentinos que se sienten hermanos, que reza a Dios y se une paracombatir por sus ideales.

    Juan Domingo Pern

    22

  • Recuperado el sentimiento, volvemos a lo nuestro; a lo que es esencialmente nues-tro; a lo que se ha formado a travs de mltiples generaciones por obra del amor ala tierra y a fuerza de luchar con cuerpo y alma para consolidar y defender palmo apalmo cada conquista. Volvemos a lo nuestro, al ser ntimo de esta alma nuestraque, a fuerza de querer dotarla de una personalidad destacada, hacindola asimi-lar culturas ajenas, se despersonalizaba, perda sus caractersticas peculiares y que-daba sin los rasgos que definen la reciedumbre de su potente individualidad.

    Defendemos los valores morales, porque son los nicos eternos. No miramos elcolor ni medimos el peso de los hombres, sino aquilatamos los atributos del esp-ritu porque sern ellos los que, algn da, puestos en la balanza de los tiempos,dirn si nuestra patria posee la reciedumbre para hacer frente a las adversidades, alas desgracias y a las derrotas, y an, marchar del brazo, camaradas, con la victoria.

    La doctrina peronista

    23

  • Juan Domingo Pern

    24

  • CAPTULO IPRINCIPIOS FUNDAMENTALES

    A) POSTULADOS

    1) Anhelo de grandeza y felicidad del pueblo argentino: su concer-tacin en los emblemas cohesivos de la Revolucin: Dios, Patria yJusticia SocialEn ciento treinta aos el pas recorri muchas etapas, y en cada una de ellas, notodos los das fueron de sol; ms de una vez hubo que doblar el cabo de lastempestades; y el cuadro, entonces, si no idntico, fue siempre parecido: la con-jura de factores aciagos, internos y externos; la ceguera de muchos buenos; lasordidez de muchos malos, y en la pugna irreductible contra la adversidad, losdones ancestrales de siempre, la vencieron.

    Nuestro pueblo, podemos afirmarlo categricamente, alienta un anhelo leg-timo de grandeza, apoyado en su esfuerzo fecundo y en sus pacficos afanes.Pero para que ese esfuerzo, en sus ms nobles manifestaciones, no sea injusta-mente desvirtuado en los hechos, debe necesariamente realizarse con el auspiciode una independencia econmica efectiva.

    Cuando la liberacin poltica representaba el nico medio posible para afianzardefinitivamente los derechos soberanos del pueblo argentino, el sentimiento na-cional no vacil en lanzarse heroica y decididamente a la accin para alcanzar yconsolidar el ideal de libertad perseguido.

    Transcurrido ms de un siglo desde aquella histrica gesta, cuyo fruto sagradocompromete eternamente nuestra gratitud, surge ahora como un nuevo impe-rativo de lucha para todos los argentinos, el ideal del bienestar colectivo. Supe-rada ya la etapa de la conquista de los derechos polticos definitivamenteconsagrados ante el mundo entero, no cabe duda alguna que la lucha por estenuevo ideal, que tambin alcanza a nuestros sentimientos, habr de plantearseinevitablemente en el terreno econmico, donde la evolucin moderna ha em-plazado los resortes esenciales para la vida misma de los pueblos.

    La doctrina peronista

    25

  • El mundo evoluciona; hoy la clase trabajadora tiene derechos que no dejar pi-sotear; llegan tiempos mejores para los que fueron siempre postergados; el Es-tado moderno tiene compromisos con sus hombres de trabajo que no puedeeludir ni por el engao ni por el despojo; se acaban de matar muchos millonesde hombres jvenes y trabajadores y sobre el sacrificio de ellos ha de levantarseel verdadero monumento que la humanidad debe a los hombres que trabajanpor una vida mejor.

    El genio del Gran Capitn de los Andes nos confi el legado irrenunciable e im-prescriptible de nuestra nacionalidad independiente, pero si queremos ser fieles anuestros padres y a nosotros mismos, no podemos sustraer de nuestra sangre y denuestro espritu la voz ancestral de los aborgenes que por milenios poblaron nues-tra tierra, ni el don preciado de la civilizacin dos veces milenaria que, bajo la ad-vocacin de la Cruz, nos trajeron los caballeros de Espaa. La fusin de ambasculturas, limando aristas y rectificando perfiles, ha dado a nuestro pueblo un sen-tido humano de la vida, que si bien puede compararse al clasicismo griego y latino,supera a stos por haber tamizado sus esencias con el sortilegio de la redencincristiana. Nuestra civilizacin no slo tiene la virtud de ser humanitaria, porquesiente la piedad que merece toda la vida del hombre, sino rene el mrito de serhumanista, porque aprecia los valores morales de la dignidad humana. Por esto,nuestro pueblo, este pueblo hecho de altivez y de ternura, rehuye tanto la imposi-cin como la cobarda. Desprecia tanto al que le exige sin razn como al que sehumilla sin motivo, y exalta tanto al que ordena ante la resistencia obstinada dequien se empea en desobedecer deberes esenciales, como al que sufre arbitrarieda-des e injusticias. Este sentido ponderado del arte de vivir ha dado a nuestro puebloel fino sentido del arte de gobernar. Para ello reserva al hombre las grandes virtudesindividuales de la creacin artstica, del perfeccionamiento cultural, del cumpli-miento de los deberes que le incumben en su esfera privada de accin y en el do-minio y manejo de su conciencia. Por esto la Constitucin Argentina proclamaintangible el sagrario interior de cada ser humano. Y otorga al pueblo el manejo dela cosa pblica, por medio de los representantes que l mismo elige, y an ms, de-pura su eleccin cribando en segundo grado la designacin del primer magistradoy de los legisladores senatoriales, como para afirmar merecimientos antes de otor-gar definitivamente las investiduras.

    Pueblo que sabe compaginar tan equilibradamente el empuje individual delhombre (que en su imaginacin creadora puede arder en subversiones del orden

    Juan Domingo Pern

    26

  • aceptado), con la inercia que las colectividades saben oponer a las improvisacio-nes de la fantasa, puede afrontar la ms grave crisis sin que pierda la serenidadsalvadora que se necesita en el momento decisivo.

    Esta serenidad salvadora necesitamos en esta hora trascendental. Esta serenidadsalvadora nos dir a nosotros, dir a todo nuestro pueblo, dir a todos los pue-blos del mundo, que la Argentina es una tierra de paz, que tiene el corazn ylos brazos abiertos a todos los hombres de buena voluntad que sepan respetar asu Dios, sus instituciones, sus leyes y su modo de ser.

    Si analizamos el panorama del mundo podemos ver perfectamente cmo el domi-nio de las masas populares en las que los trabajadores constituyen el centro degravedad ha ido produciendo en los distintos pases, la desaparicin de muchasinstituciones pertenecientes a la poca de la Revolucin Francesa.

    Miremos ahora el panorama de nuestro pas. Los grandes partidos que antesconcentraban cientos de miles de hombres, en los ltimos tiempos apenas lle-gan a reunir cifras muy inferiores. Las masas de trabajadores saben perfecta-mente bien cul es la situacin dentro del pas, y no necesitan ir a buscarinspiracin fuera de l.

    La objetividad de nuestra posicin para con todos y cada uno de los ciudadanos yde los partidos polticos no ha de representar un obstculo para que el gobierno seoriente en el sentido de nuestros antecedentes. Hacer otra cosa sera traicionar a lamayora del pueblo. En los regmenes republicanos de tipo presidencialista, inver-samente a lo que sucede en otros, el presidente no es un mero poder moderadorsino que desempea el propio Poder Ejecutivo de la Nacin que ha de ejercercomo emanacin de la voluntad general. Es decir: para ser fiel a sus antecedentes ya la consagracin popular, el Presidente de la Nacin Argentina ha de llevar a buentrmino su poltica, orientndola hacia el bienestar de todos los argentinos.

    Nuestra Revolucin que est en marcha, se cohesiona detrs de cosas dema-siado sagradas para sucumbir. Nuestros emblemas son: Dios, la Patria y la Justi-cia Social. A Dios lo seguimos a travs de las palabras del Divino Maestro,haciendo que los hombres amen a su prjimo como a s mismos; que todos losargentinos se unan detrs de ese amor, porque lo nico que construye es elamor. La lucha destruye los valores, los hombres y las sociedades.

    La doctrina peronista

    27

  • Nuestro segundo smbolo es la Patria; y a esa patria la queremos servir, la servi-remos hasta morir si es preciso.

    La justicia social ha de realizar las esperanzas de tantos aos, esa justicia socialque no va detrs de meras ambiciones, sino de las satisfacciones indispensablesde la vida del pueblo. No queremos que nadie viva con lujo, pero tampoco que-remos ni admitiremos que haya hombres que no puedan comer, vestir y vivirdignamente. Hemos de seguir adelante, porque sabemos que esta Revolucinque comienza con la epopeya del hijo de la tierra, ver levantarse delante de suna felicidad que ambicion vanamente durante tantos aos.

    Se ha dicho que somos demagogos porque queremos que nuestro pueblo coma yviva como deben vivir los seres humanos. No hemos de ceder ante los malos polti-cos que en defensa de sus propios intereses quieren detener nuestra obra.

    2) Cumplimiento total de la proclama revolucionaria: Unidad na-cional y jerarquizacin del factor humanoNuestra Revolucin lanz una proclama, que si todos la leyeron, pocos la medi-taron profundamente.

    Esta proclama fue escrita en un plazo no mayor de quince minutos, a las 10horas de la noche del da 3 de junio. Si hubiera sido el producto de una madu-rsima reflexin, probablemente no habra reflejado la aspiracin que senta-mos, porque las proclamas no han de pensarse, sino que han de sentirse.

    Esta proclama tiene, como todas, dentro de su absoluta sencillez, un contenidofilosfico que es necesario interpretar. Su texto est dividido en cuatro partes.Primero plantea la situacin. Inmediatamente despus va directamente a losobjetivos, enumerndolos en su contenido poltico, social, histrico y de pol-tica internacional. Finalmente, cierra la misma un contenido tico y patritico,indispensable en esta clase de documentos.

    El planteo de la situacin comprende cuatro prrafos en los cuales justifica dire-mos as la intervencin de las fuerzas armadas en un panorama que no es el de sumisin especfica, pero si justificada por la fuerza de las circunstancias. Inmediata-mente despus de enumerar estos principios, hace una recomendacin a todos losque participan en esta Revolucin, que inexorablemente se ha ido cumpliendo.

    Juan Domingo Pern

    28

  • La defensa de tales intereses, deca, impondr la abnegacin de muchos, porque nohay gloria sin sacrificios.

    El primer postulado de la Revolucin es su contenido poltico que est expre-sado en dos cortos prrafos. El primero dice: Propugnamos la honradez admi-nistrativa, la unin de todos los argentinos, el castigo de los culpables y la restitucinal Estado de todos los bienes mal habidos; y el segundo prrafo expresa: Sostene-mos nuestras instituciones y nuestras leyes, persuadidos de que no son ellas, sino loshombres, quienes han delinquido en su aplicacin.

    Cuando algunos preguntan cul es nuestra manera de pensar a este respecto,afirmamos que si hubieran analizado el contenido de estas dos frases, podranentender perfectamente qu es lo que pensamos a este respecto.

    Anhelamos firmemente, y ste es su contenido social, la unidad del pueblo ar-gentino, porque el Ejrcito de la Patria, que es el pueblo mismo, luchar por lasolucin de sus problemas y por la restitucin de derechos y garantas conculca-dos. Sera obvio que tratemos de explicar cmo hemos cumplido con este pos-tulado, que encierra todo el contenido social de la Revolucin.

    Contina despus con el contenido histrico y poltico internacional, que dice:Lucharemos por mantener una real e integral soberana de la Nacin; por cumplirfirmemente el mandato imperativo de su tradicin histrica; por hacer efectiva unaabsoluta, verdadera, pero leal unin y colaboracin americana y por el cumpli-miento de nuestros compromisos internacionales.

    Finalmente viene el contenido tico y patritico que cierra la proclama, dondedeclaramos que cada uno de nosotros, llevados por las circunstancias a la fun-cin pblica, nos comprometemos por nuestro honor a trabajar honrada e in-cansablemente en defensa del bienestar, de la libertad, de los derechos y de losintereses de los argentinos; a renunciar a todo pago o emolumento que no seael que por nuestro grado corresponda; a ser inflexibles en el desempeo de lafuncin pblica, asegurando la equidad y la justicia en los procedimientos; a re-primir de la manera ms enrgica, entregando a la justicia al que cometa unacto doloso en perjuicio del Estado, y al que directa o indirectamente se prestea ello; a aceptar la carga pblica con desinters, y a obrar slo inspirados en elbien y la prosperidad de la Patria.

    La doctrina peronista

    29

  • Para los argentinos, la Patria es una sola, y debe tener un solo cerebro, un solosistema nervioso, un solo corazn que ha de vibrar todo an cuando sufra unosolo de sus hijos, en el lugar ms apartado de sus confines por la injusticia delos tiempos o de la adversidad. Slo as seremos argentinos y cristianos, grandesen nuestras ms antiguas instituciones, por cuya defensa hemos de salir una ymil veces a la calle, para morir, si es preciso; pero salvando lo que en nuestropas hay de noble en sus virtudes, que son las nicas eternas, pese a que, paraalgn espritu egosta, las riquezas materiales ocupen el primer plano.

    Cuando los argentinos hayamos llegado a tener el convencimiento de que nohay patria ni destino grande hasta que el ms insignificante y humilde de susmiembros no se sienta un pin indispensable de la enorme rueda que es la Pa-tria, no seremos grandes.

    El ms poderoso, mientras tanto, tendr que aprender a sentir la tristeza de com-probar que sufre el ms humilde. Entonces, estaremos a la altura de merecer biende Dios, porque seremos virtuosos. El mundo del futuro ser solamente de losque posean las virtudes que Dios inspir como norte de la vida de los hombres.

    Vivimos momentos duros como no lo han sido tanto a lo largo de toda nuestraHistoria, pero hemos de salir adelante, con la dignidad, con el valor y la decisinnecesaria para lo cual necesitamos estar profunda y frreamente unidos como nosencontramos hoy la mayora de la poblacin argentina. Pero es necesario tam-bin, para que esa unidad sea efectiva, que sacrifiquemos un poco de egosmopara que en este pas, como lo dijimos muchas veces, no haya hombres exagerada-mente ricos, en perjuicio de otros exageradamente pobres. Para tener hombresdecididos a defender la Patria es necesario, en primer trmino, que esos hombressean fuertes y amantes de esa Patria, cuyo amor est generalmente en razn di-recta con la justicia que esa patria asegura para todos sus hijos. Por eso, noshemos puesto a la obra de realizar en nuestro pas un trabajo indispensable, paraque no pueda existir la desgracia de ver la miseria, en medio de la opulencia.

    La Revolucin ha tenido un contenido econmico que podrn discutirlo, peroque lo hemos cumplido para bien del pas; ese contenido econmico ha sido deliberacin de los valores argentinos para que sean aprovechados en beneficio dela felicidad de los argentinos. Eso, en primer trmino. En segundo lugar, sepropuso tomar para los argentinos lo que muchos hombres, que hoy se dicen

    Juan Domingo Pern

    30

  • puros, enajenaron impdicamente del patrimonio que no solamente nos perte-nece a nosotros, sino a los miles de generaciones de argentinos que han devenir. Y, en tercer lugar, tomar las medidas para asegurar que en el futuro el pa-trimonio de los argentinos sea realmente de los argentinos.

    En lo social, debemos asegurar en primer trmino la libertad de la Nacin, por-que habramos hecho muy poco si despus de tantos aos de lucha para asegu-rar la libertad en esta tierra, fusemos nosotros los que la limitsemos o lahicisemos desaparecer. Esa libertad no se discute; se defiende y la defendere-mos con todas nuestras fuerzas.

    El desidertum de la Nacin no ser un individualismo exagerado, pero tam-poco ha de ser un colectivismo de Estado, que mate al individuo y lo sepulteen una crcel.

    Es preciso pensar profundamente en estos problemas, que constituyen, sinduda alguna, las bases de nuestra propia nacionalidad y de nuestro futuro. De-bemos legar a la juventud que hoy comienza a actuar, que tiene inquietudes yque representa el porvenir de la patria, una experiencia amplia y una doctrinahonrada del gobierno de la Nacin, junto con el consejo de que sigan adelantepor nuestras huellas, que no son equivocadas.

    Para ello, recordamos que uno de los postulados ms importantes de esta Revo-lucin es la unidad, y la unin de todos los argentinos, porque no queremosque nuestra bandera sea bandera de disociacin, sino de unin, entre todos loscorazones que aman a nuestra patria.

    Esta es la clave de nuestra potencia como nacin libre y soberana. La historianos muestra cmo las naciones que olvidan esta unidad de destino, que es launin de todos los argentinos al servicio de la patria, dejan de ser viriles yviven constantemente al borde de la catstrofe.

    Slo en la actividad florece la vida. La inercia importa, por el contrario, retro-ceso y desgracia.

    El impulso que nos lance a la conquista de nuestro objetivo debe ser acompa-ado por un profundo impulso nacional. Todo lo que hagamos al margen de

    La doctrina peronista

    31

  • nuestro ser nacional y del sentimiento histrico de nuestro pueblo y de nuestraraza, fracasar con el estrpito de una avalancha de nieve. Cuando la avalanchaha pasado, queda enhiesto y altivo todava el picacho ms eminente, porque susbases de sustentacin se hienden hasta las mismsimas entraas de la tierra.

    Nosotros realizamos leal y sinceramente una poltica social, encaminada a dar altrabajador un lugar en la sociedad. Lo tratamos como hermano y como argentino.

    Estamos formando una conciencia social e base de los tres postulados bsicosde nuestra justicia social. En lo tico, y en primer trmino, la elevacin de lacultura social entre las masas argentinas. En segundo lugar, la dignificacin deltrabajo; y en tercer lugar, la humanizacin del capital. En ello estamos empea-dos y llevamos un ritmo de organizacin bastante acelerado y agudo.

    Defendemos el factor humano, como fuente natural de riqueza de la Nacin.No apoyamos al trabajador contra el capital sano, ni a los monopolios contra laclase trabajadora, sino que propiciamos soluciones que beneficien por igual alos trabajadores, al comercio y a la industria, porque nos interesa nicamente elbien de la patria.

    Queremos desterrar los fatdicos grmenes que los malos polticos inocularonen los organismos gremiales para debilitarlos, fraccionarlos y explotarlos en be-neficio propio. Luchamos por desterrar la sofstica promesa preelectoral que hapermitido que nuestros obreros vivan un rgimen arcaico y carezcan de garan-tas frente a un caudillo con hechura del medioevo, que explota su trabajo y lepaga con papeles sin valor para que se vean en la necesidad de entregrselosnuevamente a ese patrn, mezcla de amo, negrero y legislador de conveniencia.

    Pensamos que el hombre tiene una misin creadora; vivir y ser es producir grandesobras; no existir, conservarse, andar entre las cosas que ya estn hechas por otros.

    Debemos cuidar al ser humano. No se concibe una sociedad donde ello no seauna preocupacin fundamental de los hombres de gobierno.

    Nosotros, como argentinos, estaramos ms orgullosos si furamos famosos enel mundo, ms por la perfeccin de nuestros hombres que por la hermosura ypureza de nuestros ganados.

    Juan Domingo Pern

    32

  • La recuperacin ha de comenzar por el factor humano. Omos hablar a menudode que hay que recuperar la luz elctrica, los bancos y otras cosas, pero en primertrmino hay que recuperar a los hombres que se han perdido para la buena causa.Por ah debe comenzar la recuperacin, pues restituida la Nacin desde el puntode vista humano y social, los dems problemas slo sern cuestin de tiempo y debuena voluntad.

    El ideal democrtico de nuestra Carta Fundamental descansa en el respeto alas divergencias ideolgicas y doctrinarias, mientras ellas se inspiren en idealesy deberes profundamente argentinos. Aspiramos a que cuantos nos combatie-ron en el llano, animados por la misma entereza y fortaleza moral que consti-tuyen nuestra fuerza, coadyuven a ennoblecer la contienda poltica,transformndola en constructivo factor de unidad, en cohesin de aspiracionespara bien de la Patria y dignificacin de las costumbres polticas. Cuanto msnos acerquemos a esta meta de perfeccin, ms cerca nos encontraremos delcorazn de nuestro pueblo y ms firmes sern los cimientos sobre los que debeedificarse la obra comn.

    3) Elevacin de la cultura social, dignificacin del trabajo y humani-zacin del capital, medios para lograr la mejora integral de la clasetrabajadoraNuestras determinaciones jams entraan odios ni privilegios. Trabajamos em-peosamente para todos los que cumplen la actividad fecunda de engrandecerla patria. Para las generaciones de hoy y para las de maana, a las que soamoslibres de la angustia de los hacinamientos, de las cesantas de la miseria y de lafalta de asistencia social.

    Trabajamos empeosa y asiduamente para todos. Para vosotros y para nosotros,en una labor exenta de promesas y de palabras, para que nadie en esta tierra ge-nerosa y altiva sienta la angustia de sentirse socialmente olvidado. Para todoslos que cumplen su destino tremendo, con el vibrante cantar del yunque, por lasuprema dignidad del trabajo.

    Es que nosotros no queremos que quede solamente en los hechos realizados,sino que se prolongue; que partan desde aqu esas ideas, no por un inters na-cional, sino por un inters humanitario.

    La doctrina peronista

    33

  • Que esta verdad, que ha comenzado a hacer felices a muchos millones de ar-gentinos pueda hacer tambin felices a millones de hombres de otras partes;porque creemos que nuestra Revolucin no es una revolucin ms, sino es pro-fundamente transformadora.

    Hemos de seguir adelante, pensando siempre en mantener en alto nuestrolema: mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es realizar.

    Hemos iniciado una obra de aliento. No hemos venido a sacar ventajas denuestro trabajo. Por eso estructuramos las formas que purifican, ennoblecen yenriquecen a la clase trabajadora. Las formas morales relativas a la elevacin dela cultura social, como primer postulado; la dignificacin del trabajo, como se-gundo, y la humanizacin del capital, en tercer trmino.

    Pero, para que la mejora de la clase trabajadora pueda ser integral, para que ellaabarque todos los ngulos de su zona de incidencia, es fundamental que elobrero aumente su cultura y acreciente su capacidad de produccin, pues conlo primero se justificar la elevacin social que pretendemos y deseamos para laclase trabajadora, y con lo segundo, los mejores salarios sern el inmediato re-sultado de su mayor y mejor produccin.

    Cuando el obrero sea ms culto como hombre y como ciudadano, se aminora-rn las vallas que hoy separan a la sociedad en sectores de influencia y de valoresno equivalentes. Tendremos una clase social obrera de mayor gravitacin que laactual. Lo mismo, mejores salarios, mejor estndar de vida y una organizacinde servicios sociales adecuada, harn que sean menos modestas y menos necesi-tadas las clases que hoy clasificamos como tales.

    Pero, ahora, es el obrero quien debe realizar las prximas etapas, procurandomejorarse social y profesionalmente.

    Aspira el Gobierno de la Revolucin a que el trabajador, sin distincin de razao sexo, tenga el derecho de obtener por su labor lo necesario para vivir con dig-nidad, de modo que le permita atender las necesidades propias de su subsisten-cia y las de su hogar. Buena alimentacin, vestimenta adecuada, vivienda sana ydecorosa; libre y alegre desarrollo fsico y espiritual, y proteccin biolgica yeconmica contra los riesgos sociales y profesionales.

    Juan Domingo Pern

    34

  • Es verdad que los legisladores argentinos han dictado leyes sociales a tono conlas de otros pases. Pero se ha hecho siempre dentro de un mbito meramenteproteccionista, sin atacar los problemas en su esencia. Meras concesiones que seiban obteniendo del capitalismo a fin de no forzar las cosas excesivamente e irdistrayendo a los obreros y a sus organizaciones para evitar reacciones excesivasy violentas. Reparacin de accidentes de trabajo, que muy poco reparan y queprolongan la agona del incapacitado. Insignificantes indemnizaciones por des-pido que ninguna garanta representan para el trabajador injustamente despe-dido, vctima del abuso de un derecho dominical propio de la Edad Media.Mezquinas limitaciones en la duracin de las jornadas y en el descanso retri-buido. Y, por otra parte, inexistencia de toda proteccin para los riesgos de des-ocupacin, enfermedad y, para la casi totalidad de los asalariados, de invalidez,vejez y muerte. Rgimen de salarios de hambre y de viviendas insalubres. Paraqu seguir la relacin? Frente a tal estado de cosas, nuestro programa tiende acubrir todos los riesgos que privan o disminuyen al trabajador en su capacidadde ganancia; prohibicin del despido sin causa justificada; proporcionar a todoslos trabajadores el estndar de vida que dignifique su existencia y la de sus fami-liares. Y, sobre todo esto, las grandes concesiones verdaderamente revoluciona-rias: tendencia a que la tierra sea de quien la trabaje; supresin de losarrendamientos rurales; limitacin de las ganancias excesivas y participacin delos trabajadores en los beneficios de la industria.

    Luchamos por que ese trabajo sea considerado con la dignidad que merece,para que todos sintamos el deseo y el impulso de honrarnos trabajando y paraque nadie que est en condiciones de trabajar viva slo para consumir.

    Por eso sostenemos la necesidad de que todo el que trabaja obtenga una com-pensacin moral y material que le asegure el bienestar a que todos tenemosderecho; como, asimismo, consideremos indispensables que las labores seejerzan en un rgimen humano y feliz, con sus descansos reparadores, en me-dios higinicos, sanos y seguros; y sobre todo, dentro de una gran dignidad yrespeto mutuos.

    Proclamamos la humanizacin del capital como una aspiracin suprema de lajusticia social a que aspiramos. Diferenciamos al capitalismo del capital, y al ca-pital del patrimonio.

    La doctrina peronista

    35

  • En nuestro concepto, el capitalismo es una fuerza de aglomeracin fra, interna-cional, sin patria ni corazn. Es, en otras palabras, la aglutinacin de lo espuriodel dinero. Es tambin el acaparamiento de la riqueza.

    El patrimonio es la herramienta del hombre honrado que cumple la sentencia b-blica de ganarse el pan con el sudor de su frente. La diferencia entre el capitalismoy el patrimonio es la misma que existe entre el almacn del noble extranjero, alma-cn que conocimos en nuestra infancia, y la fra sucursal de un negocio en cadena.

    En nuestro contacto constante con las realidades de nuestro pueblo, hemos po-dido percibir una leve sensacin de intranquilidad por parte de ciertas clases deholgada situacin econmica.

    Temen los avances sociales que estamos realizando!

    No debe ser temido el triunfo de la ciudadana; no debe ser temido porque seapoya en la razn que asiste al pueblo para reclamar la justicia que desde aos atrsse le adeudaba, y en el convencimiento de que, en paz y armona, la justicia llegara todos los hogares en vez de pasar indiferente ante la puerta de los humildes, delos que ms necesitados estn de ella. He de advertir empero que esta justicia quese adeuda a los que hasta ahora no la han disfrutado, no ser en desmedro de nin-gn otro derecho legtimo. Si as fuese, sera arbitrariedad y no justicia.

    No olvidamos tampoco a las fuerzas patronales, porque ellas representan lagrandeza de la patria y no queremos tampoco que los patronos puedan sentirseamenazados por peligros inexistentes.

    Los pueblos pueden labrar su riqueza; el patrimonio privado agrandarse con eltrabajo y la proteccin del Estado; pero es necesario comprender tambin queha llegado la hora de humanizar el capital. Pensamos que el capital se humanizade una sola manera: haciendo que se transforme en un factor de colaboracinpara la felicidad de los semejantes; y ya no es posible, en esta hora que vivimos,olvidar lo que dijera el Divino Maestro: Es ms fcil que un camello pase por elojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos.

    Aspiramos a que en nuestra tierra no tenga razn de ser aquella sentencia b-blica; y que los capitales, en lugar de ser elemento de tortura que conspiran

    Juan Domingo Pern

    36

  • contra la felicidad de los pueblos, sean factores que coadyuven al bienestar de losque, necesitndolo todo, nada tienen. Queremos que el capital y el trabajo, unidosen estrecho abrazo, labren la grandeza de la patria, mientras el Estado vela por elbien de unos y otros, asegurando la justicia para el rico y para el pobre; para el po-deroso y para el dbil; para el que manda y para el que obedece.

    Ningn inters que no sea el sentido de solidaridad y el deseo del mayor bien alpas mueve nuestras intenciones. Por eso, lo que ya hemos hecho, y lo que hare-mos en el futuro, quedar inconmovible en la historia del desenvolvimiento so-cial de las masas obreras y en el campo de las conquistas gremiales de lostrabajadores argentinos, para honor del Ejrcito y sancin de una poca polticaque no pudo sobrevivir a su cada, porque no haba hecho nada til para sus se-mejantes, nada imperecedero para el pas y nada digno para la historia.

    Esos principios tico-sociales los hemos inculcado, no solamente en nuestrapropaganda y nuestro trabajo diario, que ha posibilitado que hoy se mire al tra-bajo como una cosa distinta que como se lo miraba hace cinco aos; que lostrabajadores se consideren, no ya una clase olvidada y oprimida, sino una claseque renace a su propia libertad y a sus propios derechos; e ir convenciendopoco a poco a las fuerzas patronales de que ya no es posible, en nuestro pas, se-guir explotando a los hombres de trabajo, sino que hay que considerar al capitaly al trabajo partes iguales, tan respetables y respetadas, como debe ser cuando secombinan dos grandes fuerzas para producir un beneficio comn. Esta prdicaha ido haciendo que se eleve el concepto social de la clase trabajadora, por con-sideracin a ellos mismos; en la poblacin de la Repblica, en todos los habi-tantes, que ven en el trabajador un representante de una actividad de la Nacin,y en el trabajo la nica fuente de paz y felicidad para el futuro.

    Y adems estas prdicas van codificando obligaciones y derechos que permitenhacer desaparecer, desde el maltrato patronal hasta las discusiones colectivas o indi-viduales; porque cuando cada uno tiene un derecho y tiene una obligacin; cuandocumple con sus obligaciones y le respetan su derecho, no puede haber razn paraconflicto. Y lo que por esto se busca es, casualmente, la paz social a fin de que en elEstado todo sea paz y trabajo, para construir; y no, lucha, guerra, para destruir.

    Encarado as el problema vamos hacia otro postulado fundamental de la revolu-cin de Junio: la unidad de todos los argentinos. Es necesario que todo el mundo

    La doctrina peronista

    37

  • se persuada de que no puede haber una gran Argentina si todos sus hijos no estnperfectamente unidos. Combatimos desde este punto de vista toda clase de lucha,porque la lucha, producto del odio, destruye valores y energas. Solamente el amorconstruye y acumula energas para emplearlas en bien del pas.

    Es afn revolucionario crear mejores condiciones de vida para la clase trabaja-dora argentina, porque entendemos que la miseria es disociadora, incita a la re-belda, forja en pginas dolorosas el desaliento y la desesperacin, destruye lamoral y conduce a la declinacin de los pueblos.

    4) El triunfo de los ideales de la Revolucin ser de la Patria enfuncin del respeto a los derechos individuales y a la ConstitucinnacionalNos hallamos en el punto intermedio entre la exposicin de doctrinas sustenta-das con honradez y propaladas con pasin por todos los partidos que han idonotablemente a la lucha comicial y el momento de las realizaciones prcticas. Elmomento en que se pone a prueba el valor de los hombres y que se siente todoel peso de la responsabilidad. Es necesario, para que la labor sea fructfera, re-frenar impulsos para evitar cambios bruscos en el imperio de la aplicacin de laley. El resultado ser tanto mejor cuanto ms firmes seamos en la doctrina y se-pamos atemperarla a la evolucin graduada que la aplicacin de la mstica de laRevolucin requiere para su eficacia.

    La adaptacin de los principios revolucionarios al cuerpo nacional de leyes de-ber hacerse pausadamente, a su tiempo y sazn, si se quiere lograr la mximaestabilidad en la conduccin de la nave del Estado.

    Todo debe germinar, florecer y fructificar. Necesitamos un renacimiento totalde nuestro modo de ser, y al tiempo que aprovechamos todo lo bueno queconstituye la nervadura del carcter de nuestro pueblo y de nuestra raza, debe-mos hacer un acto de fe en nosotros mismos y un acto de confianza en el fu-turo esplendor de nuestra patria.

    La actual encrucijada de la historia de la humanidad requiere un crdito deconfianza mucho mayor que el que se precisara en cualquier otro momento.Por eso nos angustia la incomprensin, la reticencia y la tibieza de quienes seniegan obstinadamente a leer lo que llevamos escrito en nuestro corazn.

    Juan Domingo Pern

    38

  • Nuestras palabras han sido claras; nuestras intenciones son compartidas portodos los sectores sociales.

    Juramos respetar todo aquello que se haba conculcado dentro de nuestros dere-chos y de nuestra Constitucin, para entregar al pas una verdadera democraciaen la que los hombres que asuman la responsabilidad del Gobierno sean, noslo talentosos, sino que su talento est acendrado y ungido por la virtud, sin lacual los talentos pueden ser diablicos y estar al servicio del mal.

    Nuestro pueblo necesita, no slo de talentos, sino de paradigmas morales. Elmal de los pueblos no est, a menudo, en la falta de capacidad de sus gobernan-tes, sino en la ausencia de tica de sus hombres.

    Los pueblos grandes en la historia del mundo han sido siempre los ms virtuosos.Estas son nuestras miras para lograr una patria de 100.000.000 de argentinos,como lo soara Sarmiento. Pero 100.000.000 de argentinos con un corazn lim-pio y una mente despejada, capaces de forjar la felicidad de la patria sin benefi-ciarse con bienestar material, porque los nicos bienes eternos son los espiritualesque hacen grandes a los pueblos y constituyen el nico blasn que deben ostentarquienes cargan con la responsabilidad del gobierno sobre sus espaldas.

    No es la inteligencia, sino el corazn, el nico manantial copioso de las grandesobras, ya que slo en l reside el talismn que mueve y cautiva voluntades, quecongrega a los hombres y los saca de su soledad para sumarlos a las grandes em-presas colectivas. La inteligencia establecer los resortes para que las organiza-ciones se formen, consoliden y prosperen; pero el nico motor capaz de moverlas voluntades es el corazn, porque en l reside la fuerza creadora e inconteni-ble del amor. Apreciarn si es o no es cierto lo que decimos con slo pensar encul es el sacrificio que no somos capaces de soportar por el amor a nuestramadre o por el amor a nuestra patria.

    Debe ser as y no de otra manera, porque los ltimos aos vividos en la ficciny el disimulo han creado un estado de espritu propicio a todas las deformacio-nes del pensamiento y a todas las adulteraciones de los sentimientos.

    Que se convenzan los dscolos, los descredos, los intransigentes; que se convenzanlos resentidos, los amargados, los envidiosos; que se convenzan los impacientes y

    La doctrina peronista

    39

  • los retardatarios: la Argentina ha de lograr, por encima de todo, el triunfo delos ideales de la Revolucin, porque estos ideales se confunden con el propioser de la patria, con el propio sentimiento criollo de comprender la vida y conel propio anhelo triunfal de nuestro pueblo de que sin mentiras ni excusas im-peren los principios de nuestra Constitucin.

    No nos doblegarn ni las amenazas ni fuerza alguna, porque cuando un hom-bre est dispuesto a morir por un ideal no hay sabios, ni magos que lo haganvolver atrs. Necesitamos renovar valores. Esta Revolucin debe ser tomada porla juventud argentina, y sta debe llevarla adelante para estructurar una nuevaArgentina que sea ms justa, ms libre y de la que estn ausente el fraude, lamentira y los sofismos polticos.

    A este punto hemos llegado. De ahora en adelante se inicia una nueva etapapara la vida del pas.

    Recuperada y fortalecida, la Nacin Argentina se ha puesto de nuevo en marcha.

    Quiera Dios nuestro Seor, iluminar a los que tenemos el honor y la responsa-bilidad, que no eludimos ni delegamos, de conducirla, y concedernos, como alos prceres de la emancipacin, la entereza y la energa para resistir los embatesdel tempestuoso huracn que se desata cada vez que es necesario cercenar privi-legios, para asegurar el bienestar de la ciudadana.

    Juan Domingo Pern

    40

  • B) UNIDAD NACIONAL

    1) Su concentracin: Imperativo del comn sentimiento de la nacionalidadSabemos que hay un solo milagro que ha de realizarse para felicidad de la pa-tria. Es la sagrada fuerza que anunciamos en nuestra proclama: la unin detodos los argentinos. Para ello necesitamos, en primer trmino, que todos losargentinos se sientan tales, con placer y con honor y que lleguen a persuadirsede una manera completa que todos, desde el ms encumbrado hasta el ms hu-milde representen dentro de nuestra sociedad un valor imprescindible.

    Debemos considerar a nuestra patria como una gran familia, donde unos traba-jan para dar a los otros lo que les es necesario, y todos trabajamos para ayudar ala salud y al bienestar de todos los dems, que son nuestros propios hermanosde patria.

    La unidad nacional ha de cimentarse en: la de la familia, la de las profesiones, lade los hombres que hagan una misma convivencia, para terminar con la del Es-tado que es la unidad nacional.

    Sin esa unidad, ningn pas puede desarrollar en el orden interno o externo, ta-reas constructivas, porque le falla su fuerza motriz original que es la que le da launidad de accin, nica fuerza que permite los grandes esfuerzos y la consecu-cin de los grandes objetivos.

    Todos hemos visto cmo los pueblos que se han exacerbado en sus luchas intesti-nas, llevando su ceguedad hasta el extremo de declarar enemigos a sus hermanosde sangre y llamar en su auxilio a los regmenes o ideologas extranjeras, o se handeshecho en luchas encarnizadas o han cado en el ms abierto vasallaje.

    Si en cuestiones de forma de gobierno, problemas econmicos, sociales, finan-cieros, industriales, de produccin y de trabajo, etc., cabe toda suerte de opi-niones e intereses dentro de un Estado, en el objetivo poltico derivado delsentir de la nacionalidad de ese pueblo, por ser nico e indivisible, no cabenopiniones divergentes. Por el contrario, esa mstica comn sirve como un aglu-tinante ms, para cimentar la unidad nacional de un pueblo determinado.

    La doctrina peronista

    41

  • Quizs el fundamento y el principio ms importante de la Revolucin consisteen lo que nosotros, en nuestra proclama, llamamos simblicamente: la uninde todos los argentinos. No hay solucin para ninguno de nuestros grandes pro-blemas si antes no realizamos palmaria y prcticamente la unin de nuestropueblo, que a travs de tantos aos ha venido disocindose en banderas ficti-cias y por la mala accin de sus dirigentes.

    Para realizar esa unidad, se impone pensar en los altos objetivos de nuestra vida:Dios y la patria, que son, sin duda, las dos nociones que nos unen de modo to-talmente indisoluble.

    La Nacin solamente puede ser grande cuando nos unamos todos para trabajarpor ella. Para eso, es necesario que cedan un poco los sentimientos de codicia yavaricia de los unos para igualar un poco esta felicidad que todos tenemos dere-cho a disfrutar.

    El exceso de individualismo haba llevado en nuestro pas a una disociacin.Comenzbamos a ser, cada uno de nosotros, enemigo de todos los dems, losfraccionamientos polticos y, dentro de los partidos, la divisin en sectas o cau-dillajes haba separado totalmente al pueblo argentino.

    Nosotros deseamos que, en esta tierra, no haya ms que argentinos unidos porel gran sentimiento de la nacionalidad, sin el cual difcilmente llevaremos a unbuen puerto a este pas grandioso y rico.

    Para alcanzar esta altsima finalidad no nos hemos valido ni nos valdremosjams de otros medios que aquellos que nos otorga la Constitucin, para la res-tauracin de cuyo imperio empeamos nuestra palabra, nuestra voluntad ynuestra vida, y las leyes socialmente justas que poseemos o que los rganos le-gislativos nos otorguen en lo futuro. Para alcanzar esto no necesitamos recurrira teoras ni mtodos extranjeros, ni a los que han fracasado, ni a los que hoypretenden imponerse, pues como dijimos en otra oportunidad, para lograr quela Argentina sea polticamente libre y socialmente justa, nos basta con ser ar-gentinos y nada ms que argentinos. Bastar que dentro del cuado histrico yconstitucional el mecanismo de las leyes se emplee como un medio de progre-sar, pero de progresar todos, pobres y ricos, en vez de hacerlo solamente stos, aexpensas del trabajador.

    Juan Domingo Pern

    42

  • Los polticos disociaron siempre a todas las fuerzas del Estado. Encendieron lalucha, porque dividiendo el campo de las actividades nacionales, ellos podanmedrar. Cumplieron siempre ese sofisma maquiavlico: dividir para reinar.

    Con buena fe, el problema es distinto. Es necesario considerar que en esta tie-rra, todos somos argentinos, pensemos de una u otra manera, practiquemosuna u otra religin y tengamos una u otra ideologa.

    Cuando nos pongamos de acuerdo en que pobres o ricos, blancos o negros, somostodos argentinos, comenzaremos recin a andar el buen camino. Hemos afirmado,y lo reafirmamos ahora, que cuando sepamos y estemos convencidos de que traba-jamos para todos los argentinos, llegaremos a la conclusin de que la fortuna o ladesgracia en este pas ser comn a todos: sufriremos o gozaremos todos.

    2) Necesidad de lograrla. Factores decisivos: eliminacin de diferencias en los rdenes poltico, social y econmicoEs necesario hacer desaparecer luchas odiosas y diferencias absurdas, para queen este pas con nuevos ideales, con los lbaros de la pureza y virtud a su frente,se pueda decir algn da que se ha cumplido el ideal tan antiguo como elmundo, de que no haya hombres excesivamente ricos, ni hombres excesiva-mente pobres.

    Cuando esas diferencias hayan desaparecido, lograremos la unidad, por el con-vencimiento de que cada argentino, por humilde que sea, por insignificanteque pueda ser el puesto que ocupa en la Nacin, es un elemento indispensableen el pas, que debe trabajar con todo empeo a fin de que todos vayamos ade-lante, sin desfallecimientos.

    Es necesario que la Revolucin llegue a las almas, porque en este pas, donde lanaturaleza, con toda prodigalidad ha derrochado a manos llenas la riqueza ma-terial, deberamos dar todos los das gracias a Dios por sus dones maravillosos.Pero esa riqueza no es todo. Es necesario tender tambin hacia la riqueza espiri-tual, hacia eso que constituyen los nicos valores eternos.

    Felices los pueblos que pueden dar este espectculo de cultura ciudadana, y queresuelven sus problemas arrimando los corazones para unirlos y formar el grancorazn palpitante de la nacionalidad.

    La doctrina peronista

    43

  • El pas necesitar ms adelante, en forma ms perentoria an, de esta unin.Nosotros no hemos sufrido la guerra, pero sufriremos la posguerra, con todoslos fenmenos que repercutirn sobre nuestra economa, sobre nuestro estadosocial y sobre nuestro estado poltico. Para ese momento ser necesaria la uni-dad que hoy no comprenden los que juzgan la hora histrica que vivimos conun egosmo superior a su patriotismo y a su buena voluntad.

    Hemos dicho que trabajamos para todos los argentinos; y esa es tambin unaverdad real. Trabajar para todos los argentinos es hacer lo que acabamos de ex-presar. Tratar de unirlos para que no exista, en el orden interno ni en el ordenexterno, una fuerza capaz de separarlos, es nuestra tarea. De este modo, si lle-gare el da que la patria nos llame, podemos morir unidos por ella, si es preciso.

    Cuando decimos todos los argentinos, decimos todos los hombres que hayannacido aqu y que se encuentren ligados a este pas por vnculos de afecto o deciudadana. Buscamos esa unin porque entendemos que cualquier disociacin,por insignificante que sea, que se produzca dentro del pas, ser un factor nega-tivo para las soluciones del futuro, y si esa disociacin tiene grandes caracteres,y este pueblo no se une, l ser el autor de su propia desgracia.

    Seamos unidos, seamos fuertes, seamos leales con nosotros y nuestros compa-triotas, por sobre todas las cosas seamos argentinos, pensemos y sintamos comoargentinos, que la paz no se encuentre en un hilo para laborar la grandeza de laPatria, y si algn da el pas llegara a necesitar de nuestras vidas, o de nuestrossacrificios para cimentar sobre ellos su grandeza, estemos decididos a brindrse-los. Desde los ms viejos tiempos de nuestra historia, el argentino ha estadosiempre dispuesto al sacrificio en bien de los dems y de la Patria.

    Pensamos que cada uno de los argentinos ha de tener en el futuro un poco de laresponsabilidad de lo que pase en el pas. No hay hombre que pueda salvar a laPatria, si no es capaz de aglutinar la voluntad de todos los argentinos para sal-varla; pero para aglutinar a todos los argentinos ser necesario que muchos sedespojen de su avaricia y sepan repartir con los hermanos de la tierra lo quehayan podido conseguir de ms en su paso por la vida.

    La tarea ciertamente no es fcil, ya que se trata de lograr la homologa funcionalde un sinnmero de engranajes que actan en planos mltiples y opuestos; y de

    Juan Domingo Pern

    44

  • esta reunin de esfuerzos, obtener, adems, resultados positivos que contribuyan aproporcionar mayores satisfacciones y seguridades a la colectividad nacional.

    Comenzaremos por hacer desaparecer muchas odiosas diferencias de orden po-ltico, de orden econmico y de orden social, que han impedido hasta hoy quelos argentinos pudieran empujar con firmeza y con amor a la Patria hacia unfuturo venturoso. Esa unidad ha de permitir que cada argentino se sientaindispensable para el pas, porque el milagro de nuestra grandeza no serefectivo hasta que el ltimo y ms humilde no sienta el honor de serlo y nose sienta entonces indispensable para el porvenir de la Patria. Por eso, fielesal mandato de Dios, hemos de practicar la solidaridad ideal, hacer el bien por elbien mismo, hacer el bien sin mirar a quien; para que siguiendo la doctrina delGran maestro de nuestra vida, del Maestro de todos los tiempos, podamos, alacostarnos, dormir con tranquilidad de conciencia, abrigando los amores quetodo hombre bien nacido debe tener permanentemente en su pecho: amor aDios, a la Patria y al Hogar.

    La doctrina peronista

    45

  • C) EVOLUCIN

    1) Evolucin de la humanidad hacia nuevas frmulas polticas y socialesEl mundo actual se mueve y marcha a ritmo acelerado. El libro que entra hoy a laimprenta ya es anticuado en relacin al que se presenta al editor y esta es una ver-dadera ola que sigue a todas las actividades. La evolucin y no la atona en esperasintiles es el problema del momento. Hoy hay que accionar y el que no accionaqueda fatalmente atrs y es arrollado por los acontecimientos posteriores. Es la leyde la vida: la evolucin. Los organismos que no evolucionan y no se modernizan,como los cuerpos humanos, y en general, los animados, envejecen y mueren. Paraque a las instituciones no les alcance esta ley biolgica deben evolucionar oportu-namente, o de lo contrario, desaparecer para dejar lugar a nuevas fuerzas adapta-das al momento y a la realidad que se vive. Esa evolucin es lo nico que puedeevitar el cataclismo que se produce fatalmente cuando no se evita la inercia. Esnecesario que nosotros pongamos en marcha nuestro sistema general, para que laevolucin que viene con gran fuerza no produzca la ruptura y la cada de nuestrospropios organismos. La posguerra traer sorpresas muy grandes que sern agrada-bles si prevemos y solucionamos ya los problemas, que sern sumamente desagra-dables si seguimos pensando que podemos disfrutar de un lecho de rosas que essumamente circunstancial.

    En la vieja Europa, cuyo problema de la superoblacin reedita una cuestin tanantigua como la historia misma, que se ha ido repitiendo por ciclos a lo largo delos tiempos, vemos el problema simple y bsico de la subsistencia: tierras insufi-cientes y agotadas deben proveer sustento a enormes agrupaciones humanas.Vienen despus los ciclos de la evolucin de la humanidad. Asistimos a la fija-cin de una nueva etapa de la evolucin. Vamos pasando poco a poco del indivi-dualismo a la socializacin de las grandes agrupaciones humanas. Por otra parte,la historia ensea que la evolucin de las sociedades humanas es un movimientopendular que va del individualismo a la socializacin, vale decir: los pueblosagrupados en naciones se dividen despus en partidos, que se subdividen a suvez en sectas, con sus caudillos, hasta que llega al hombre aislado, que es en rea-lidad un enemigo de todos los dems. El individualismo favorece al hombre ais-lado, pero con ello no hace ms feliz a la humanidad. Contra l, en forma dereaccin, se desplaza rpidamente un movimiento hacia la total socializacin; es

    Juan Domingo Pern

    46

  • decir, que el hombre desaparece como entidad, para aparecer la agrupacin comoente. Esos dos extremos han sido siempre, como todos los extremos, organizacio-nes que no han resistido al tiempo. Es solamente un trmino medio el que parecehaber sido en la historia, lo ms estable como organizacin humana. Por eso que,observando el movimiento del mundo, pasamos ahora, en ese movimiento pendu-lar, por el centro, por la vertical del pndulo que oscila entre el individualismo y lasocializacin. Lo que se advierte en Europa por la superpoblacin no es el fen-meno de que tiene, aproximadamente, en tres millones de kilmetros cuadradoscatorce millones de habitantes, pero debemos aceptar la evolucin. As pues, unpueblo de la antigedad, por ejemplo, no podra vivir en nuestros das, la vida derelacin que estos tiempos exigen para poder comerciar, intercambiar los serviciosy las riquezas. Por eso, la Argentina, si no evoluciona por necesidad fsica, debeevolucionar por necesidad relativa, es decir, por la vida de relacin que debe hacercon los dems pases que han evolucionado. Es un hecho comprobado que la evo-lucin se ha producido. Ya miremos a uno u otro, o a cualquiera de los pases delmundo, la evolucin es un hecho fatalmente comprobado. Y es tambin cierto queesa evolucin va, cada vez ms, presentando la funcin de gobierno como un pro-blema social. Pero nosotros no saldremos nunca de una evolucin dentro de nues-tra propia democracia. Pensamos as, y sin que las ideologas nos puedan asustarcon rtulos ms o menos vituperables. Debemos, entonces, buscar la solucin dela felicidad argentina por el mtodo argentino.

    Para poder apreciar perfectamente bien la gran envergadura de la Revolucinnuestra, es necesario pensar en lo bsico de esa Revolucin, es decir, en las rela-ciones entre el hombre y el Estado.

    Casi todas las revoluciones han tenido su principal motivo en esos dos elemen-tos fundamentales: el hombre y el Estado, ya que eso es lo que ha influenciadola evolucin de la humanidad desde la formacin de la nacionalidades.

    En todos los tiempos ha tenido su influencia la consideracin de una y otracosa, todos los fenmenos sociolgicos de la humanidad; pero se han manifes-tado en una forma ms amplia y ms profunda desde que han comenzado lospueblos a aglutinarse al formar las naciones.

    Entonces surge, diremos as, una evolucin que, en general, ha sido pendular,es decir, se ha movido como un pndulo, y de ah nace la determinacin de las

    La doctrina peronista

    47

  • izquierdas, las derechas y el centro, y se ha cristalizado dentro de esa evolucinde un pndulo la colocacin que va desde la derecha el predominio absolutodel Estado sobre el individuo- hasta el individualismo absoluto, que sera elhombre por sobre toda consideracin del Estado.

    Es indudable que tanto lo uno como lo otro, considerado en su extremo, es untipo no adecuado de equilibrio humano y social. Los extremos, generalmente,suelen tener ese defecto.

    Nosotros hemos dicho, en ese aspecto, para fijar en una sntesis muy ajustada laposicin de nuestra Revolucin, que es humanista. Es decir, que considera alhombre por sobre toda otra consideracin, siempre que con ello no se perjudi-que al Estado. Y es estatal en todo ello que no tiranice al hombre. Es decir,nuestra posicin seria centrista; una posicin donde el Estado no tiraniza alhombre y donde el hombre no hace uso ni abuso de cuestiones que perjudicanal Estado. En una palabra, defendemos lo sagrado del hombre y defendemos losagrado del Estado.

    Toda la doctrina de nuestra Revolucin ser basada en ese postulado funda-mental e inicial de la condicin sociolgica de nuestra accin y, en consecuen-cia, los grandes objetivos, ya en lo social, en lo poltico, en lo econmico, en locultural, ya sea en todas las dems consideraciones, estn adosados a esa snte-sis, diramos as, de la relacin sociolgica que existe en el foco medular denuestra propia Revolucin.

    Nuestra Revolucin es individualista en todo cuanto no perjudique al Estado, yes estatal en todo lo que no tiranice al hombre.

    Por qu es as?

    Simplemente, porque hemos observado, a lo largo de la historia y de todos lostiempos, que las grandes obras de la ciencia y de la cultura, en general, fructifi-can en su ms amplio esplendor con el individualismo.

    El artfice de las ciencias y de las artes es el hombre, no es el Estado, pero lasgrandes obras de conjunto no son obras del hombre, sino de la colectividad, delEstado, y no hemos de poner una cosa frente a la otra, sino una cosa al lado de

    Juan Domingo Pern

    48

  • la otra, para que armoniosamente puedan marchar sin perturbarse y sin que elEstado perjudique la creacin cientfica y cultural del hombre.

    Tomemos, por ejemplo, en la historia de las grandes naciones, dos grandes pue-blos, ms que naciones: Grecia y Roma, que por tan lejanos los abarcamos mejor.

    En Grecia, la preponderancia del hombre lleg a formar los verdaderos cimien-tos de la ciencia, que la humanidad ha venido disfrutando desde entonces hastaahora, y hoy mismo el hombre de ciencia tiene que, a menudo, recurrir a Gre-cia para encontrar el origen de todas las cosas que ya fueron consideradas enaquella poca y que siguen siendo los fines de la humanidad del presente. Peroese pueblo por exceso de individualismo, fue un pueblo relativamente dbilcomo pueblo. Roma, en cambio no se form sobre las mismas bases de la Re-pblica Griega. En lugar de una preponderancia individualista prevaleci lapreponderancia del Estado en forma extraordinaria, y as fue como, colocadaGrecia frente a Roma, sucumbi la Grecia de los grandes valores individuales ytriunfo la Roma de los grandes poderes estatales.

    Es indudable que representan dos posiciones extremas; porque jams Roma enlas ciencias y en las artes pudo igualar a Grecia, pero Grecia sucumbi frente alpoder extraordinario del Imperio Romano.

    Lo que buscamos nosotros es que el Estado est defendido, en su conjunto,frente a los peligros externos; pero que el hombre goce de la posibilidad de serindividuo dentro de nuestro propio Estado, en todo aquello que l pueda crearsin debilitar al Estado.

    El mundo, en los dos ltimos siglos, ha sufrido dos grandes etapas de evolucin.La Revolucin Francesa marc el primer ciclo de la evolucin poltica, econmicay social del mundo. Empez en 1789 su fase heroica; fue derrocad