Pujante, David y Morales López, Esperanza - Discurso, Análisis Crítico y Transdisciplinariedad

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    Discurso, anlisis crtico y transdisciplinariedad1

    David PujanteUniversidad de Valladolid

    Esperanza Morales LpezUniversidad de A Corua

    Publicado en cataln en Vicent Salvador (ed.) Lull despert. Anlisi crtica delsdiscursos davui, pp. 81-104, Valencia, Edicions Tres i Quatre, 2012.

    Resumen

    En este trabajo, los autores plantean la perspectiva del anlisis crtico del discurso desde la cualrealizan sus investigaciones; una perspectiva basada en la interrelacin entre los estudios pragmtico-discursivos y la tradicin retrica, con el fin de analizar de manera interdisciplinaria los diversosdiscursos de poder y/o que construyen ideologa. Estos los definen como un continuumen cuyos polosopuestos se sitan, por un lado, discursos que construyen relaciones de poder (entrevistas, clases, etc.) y,por el otro, los claramente ideolgicos (discursos polticos parlamentarios, mtines, etc., pero tambin losde muchas organizaciones sociales).

    Los autores plantean tambin avanzar de la interdisciplinariedad a la transdisciplinariedad (comopropugnan los estudios de la complejidad), de tal forma que de la combinacin de disciplinas se puedaestudiar de manera nueva fenmenos complejos. En este sentido, muestran cmo ha ido avanzando superspectiva terico-metodolgica en la investigacin del discurso poltico, a lo largo de casi una dcada(1995-2007).

    Palabras clave: anlisis crtico del discurso, discurso poltico, retrica, transdisciplinariedad, discursos depoder, discursos ideolgicos.

    1. El anlisis del discursoSi hacemos un recorrido por los diversos trabajos publicados en los ltimos aos

    sobre el anlisis del discurso en el contexto espaol, observamos en ellos varios

    objetivos. Los podramos agrupar en torno a los siguientes tres enfoques: a) una

    orientacin ms lingstica que tiene como finalidad el anlisis del significadosemntico-pragmtico de determinadas estructuras en contextos concretos y, en algunos

    casos tambin, el estudio de tales formas y sus funciones en la construccin dialctica

    del gnero discursivo objeto de estudio; b) un anlisis retrico de los discursos pblicos

    con el fin de analizar (en los distintos niveles) qu estructuras persuasivas y qu formas

    1Este artculo se incluye en el proyecto CEI (Comunicacin en la empresa y en las instituciones: Mecanismos degestin del conocimiento y persuasin social), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovacin y Fondos Feder

    (FFI-2010-18514). Ms informacin en http://cei.udc.es y http://dspace.udc.es

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    argumentativas, de las estudiadas por la tradicin clsica, perduran an, y cules se han

    modificado o han aparecido, en los discursos pblicos modernos; y c) un estudio que

    trata de desvelar la complejidad de niveles de significacin que se activan en las

    situaciones comunicativas en donde se construyen relaciones de poder e ideologas

    diversas. En los tres casos, se parte del anlisis de las estructuras lingstico-discursivas

    (incluyendo aqu cada uno de los diferentes niveles del lenguaje), de las construcciones

    retricas y/o de las estrategias argumentativas ms relevantes.

    Es al tercer enfoque al que se le denomina anlisis crtico del discurso. Esta

    aproximacin discursiva no se corresponde con una escuela concreta, como bien han

    sealado los mismos autores que se adscriben en lo que se viene denominando como

    grupo de Anlisis Crtico del Discurso (van Dijk, Fairclough, Wodak, etc.), porque en

    realidad el estudio de las relaciones de poder y el estudio de la ideologa es un objetivo

    muy amplio que ha sido objeto de diversas disciplinas sociales. Como se podr

    comprobar en el ltimo apartado de esta reflexin, si bien nos sentimos adscritos a

    planteamientos de base propios de este enfoque, hemos realizado nuestro trabajo con un

    claro sesgo retrico. Un tipo de apoyo analtico al anlisis crtico del discurso que no

    hemos visto, sino en aspectos muy puntuales, en otros trabajos europeos en esta lnea

    discursiva.

    Para entender lo que se quiere decir por una dimensin crtica en los estudios

    sociales, nosotros optamos por seguir la definicin que ofrece el socilogo portugus

    Sousa de Santos (2005: 97-98):

    Por teora crtica entiendo aquella que no reduce la realidad a lo que existe. La realidad,como quiera que se la conciba, es considerada por la teora crtica como un campo deposibilidades, siendo precisamente la tarea de la teora crtica definir y ponderar el grado devariacin que existe ms all de lo empricamente dado. El anlisis crtico de lo que existe reposasobre el presupuesto de que los hechos de la realidad no agotan las posibilidades de la existencia,y que, por tanto, tambin hay alternativas capaces de superar aquello que resulta criticable en lo

    que existe. El malestar, la indignacin y el inconformismo frente a lo que existe sirven de fuentede inspiracin para teorizar sobre el modo de superar tal estado de cosas.

    Con este objetivo, la labor del investigador social no tiene por qu reducirse a

    la descripcin de la realidad objeto de su estudio, sino que intenta desvelar aquellas

    fuerzas y aquellos actores concretos que han naturalizado ciertas realidades en

    beneficio de unos pocos, y, sobre todo, desea mostrar con su labor aquellas alternativas

    posibles para pueden construir mejores relaciones sociales.

    El anlisis del discurso entra as de lleno en esta orientacin crtica, pero, a

    diferencia de otros estudiosos que tambin pueden partir del estudio de los discursos

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    Sin embargo, si observamos que los conflictos son recurrentes y que los clientes

    alimentan sus quejas entre ellos, con repercusiones en los medios de comunicacin

    locales, entonces necesitamos trascender el nivel de las relaciones de poder internas a la

    empresa para incluir tambin el contexto socio-poltico que ha ocasionado la

    reorganizacin de la gestin del agua en esta ciudad para pasar a manos semi-privadas.

    De esta forma, este contexto poltico ms amplio y la relacin de la empresa con el

    ayuntamiento local actan dialcticamente para ayudarnos a comprender aspectos

    internos de las interacciones mismas. En este caso, ya no es fcil separar las relaciones

    de poder de las ideolgicas.

    En el extremo opuesto del continuo mencionado arriba, situamos los diversos

    gneros discursivos de tipo poltico: debates parlamentarios, campaas electorales,

    mtines, entrevistas, etc. En ellos la finalidad principal es la disputa ideolgica por el

    acceso al poder de las instituciones estatales. De esta manera, las dos funciones sociales

    principales de estos tipos de discursos son tanto la legitimacin propia como la

    deslegitimacin del adversario o adversarios polticos. Estas funciones son recurrentes a

    pesar de la variedad de discursos polticos que las democracias modernas han creado y

    siguen continuamente creando: bien en el gora clsica en donde se da una relacin

    directa con los destinatarios (como en los mtines, los encuentros personales con

    colectivos diversos, etc.); bien en el gora meditica a travs de entrevistas, debates,

    tertulias de la televisin y de la radio; o bien en el nuevo gora electrnica por medio de

    las webs corporativas de los partidos polticos, los blogs personales de las figuras

    polticas, las nuevas redes sociales ms interactivas, etc. En todos estos discursos, el

    personaje poltico se construye como el autor-portavoz (en trminos de Goffman) de

    un partido o grupo poltico que tiene la clave para resolver los problemas de los

    ciudadanos, a diferencia de los lderes del resto de partidos.

    Otros tipos de discursos son tambin (o cada vez ms) ideolgicos aunquemuchas veces su finalidad se entremezcle con objetivos de tipo puramente social. Aqu

    situaramos, entre otros, los discursos cada vez ms frecuentes en el espacio pblico del

    llamado tercer sector: los diversos grupos sociales y cvicos sin nimo de lucro (ONGs,

    plataformas sociales, grupos organizados de ciudadanos, etc.) que compiten por

    cambios sociales y polticos nuevos: ecologistas, defensores de cambios econmicos en

    las instituciones internacionales, organizaciones de discapacitados, asociaciones de

    vecinos, etc. Si bien algunos de estos grupos pueden presentar reivindicaciones de tipoms estrictamente social (mejora de los equipamientos de los barrios, mayor

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    capacitacin de colectivos ms desfavorecidos, etc.), otros han avanzado hacia

    posiciones cada vez ms de contenido poltico (ecologistas que proponen una nueva

    poltica energtica basada en las energas limpias, ONGs que realizan incidencia poltica

    en pro de reformas agrarias, entre muchos otros). En este segundo caso, nos

    encontramos con grupos de poder que debaten y compiten con las instituciones no para

    alcanzar ellos mismos el poder (esta es la diferencia respecto a los grupos polticos),

    sino para conseguir reformas socio-polticas de calado; podramos decir, para instauran

    nuevos universos simblicos en los que las relaciones de poder inherentes a las

    instituciones resulten menos desiguales. En este sentido sus discursos son tambin

    ideolgicos.

    Estos grupos saben tambin que los cambios polticos comienzan siempre en el

    nivel de los discursos, por ello orientan estos discursos para conseguir tanto la adhesin

    de la ciudadana a los nuevos marcos cognitivos que proponen como para convencer a

    los poderes polticos (locales y globales) de su necesidad. Aliados muchas veces con

    investigadores diversos en campos cientficos especficos (control de armas, cambios en

    acuerdos internacionales, etc.), se convierten ellos mismos en expertos mucho ms

    fiables a veces que ciertas instituciones estatales o interestatales; de ah su aparicin

    cada vez ms frecuente en los medios de comunicacin. El papel del intelectual que

    levanta la voz a ttulo individual alterna hoy con el portavoz de una organizacin (de

    carcter ms o menos internacional) que defiende causas universales.

    Desde esta perspectiva ms amplia, el anlisis del discurso con un enfoque

    crtico ha de analizar la enorme variedad de discursos que las sociedades actuales

    generan en una interrelacin constante con las instituciones que los crean; porque el

    resultado ya no es simplemente un producto lingstico sino una forma de prctica

    social que transmite al mismo tiempo que crealas relaciones sociales y polticas.

    3. Necesidad de un enfoque transdisciplinarioTal como hemos indicado, la perspectiva crtica es una aproximacin terico-

    metodolgica utilizada en diversas disciplinas sociales por lo que son tambin variadas

    las formas de analizar e interpretar sus objetos de estudio. Esta misma afirmacin se

    puede decir del estudio de los discursos con esta finalidad crtica.

    Adems, la experiencia de nuestro grupo nos ha mostrado que no solo

    necesitamos utilizar una variedad de enfoques para realizar un buen anlisis e

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    interpretacin de los datos discursivos, sino que es necesaria una aproximacin

    transdisciplinaria si realmente queremos profundizar en la complejidad de sus niveles de

    significacin y en su dinamismo constante.

    Por transdisciplinariedad entendemos una perspectiva que no trata solo de

    combinar diversas metodologas en el trabajo de anlisis, sino crear con esta variedad de

    aproximaciones un espacio de reflexin terico-metodolgica desde donde el objeto

    discursivo se observe y, sobre todo, se interprete con nueva luz.

    Nos adherimos de esta manera al enfoque conocido como complejidad, segn el

    cual los objetos de estudio necesitan investigarse inseparablemente de sus condiciones

    de existencia y de su evolucin natural, biolgica e/o histrico-cultural; es decir, objetos

    enmarcados en sistemas abiertos que se modifican en sus relaciones internas y en

    continua simbiosis con otros sistemas y con su entorno contextual. De esta forma, la

    interrelacin entre disciplinas y metodologas se considera un punto de vista

    imprescindible.

    Asimismo, desde esta aproximacin es fundamental plantearse la finalidad tica

    de la investigacin porque la investigacin cientfica no puede desligarse del

    humanismo. Si en las investigaciones puramente fsicas y biolgicas ya hemos

    constatado las repercusiones negativas que pueden provocar cuando no se tienen en

    cuenta sus consecuencias humanas (pensemos en la bomba atmica, la destruccin de

    los ecosistemas, etc.), con mayor razn tenemos que decirlo de los estudios puramente

    sociales. En este sentido, podramos decir que el planteamiento crtico al que nos

    adherimos en el anlisis discursivo lo entendemos tambin como una revitalizacin de

    la tradicin humanstica.

    La descontextualizacin y la falta de historicismo a que nos ha conducido el

    positivismo en los estudios del lenguaje han provocado la separacin de nuestro objeto

    de estudio de los sujetos que lo usaron, y que crearon con l visiones del mundo ymarcosinterpretativos nuevos. Por el contrario, desde la nueva visin que seguimos, el

    objeto no est fuera de nosotros por lo que tampoco lo podemos observar con

    objetividad total (Rubino, 1990). La realidad no est fuera de los discursos, sino que la

    creamos con ellos, con lo cual la subjetividad y la indeterminacin de los sujetos se

    trasladan tambin a los discursos mismos; el resultado es, en el sentido de Bajtn, un

    mundo con mltiples voces y opciones. De esta manera, al igual que toda investigacin

    cientfica, el anlisis discursivo precisa un trabajo de interpretacin para descubrir unaverdad que ser siempre inacabada, y se ir modificando en el tiempo y en la

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    interrelacin con otros sujetos cuyos marcos de interpretacin pueden diferir de los

    nuestros (dado que los construyeron corporizndolostambin con su entorno).

    El nuevo humanismo que propugnamos ha de ser un enfoque que no aore la

    supuesta cientificidadde las ciencias, imitando la herencia positivista de la parcelacin

    de su objeto de estudio en componentes diversos con el engaoso objetivo de llegar as

    a conocer mejor su objeto de estudio; sino un humanismo que, en primer lugar, no

    pierda de vista la dialctica continua del todo y su partes, y de estos con sus condiciones

    de existencia; y, en segundo lugar, analice con la mayor claridad posible las

    incertidumbres ticas y los lmites de toda empresa humana (Rubino, 1993).

    Estos presupuestos se han ido aquilatando en el recorrido terico-metodolgico

    que iniciamos en 1995, cuando comenzamos nuestra colaboracin investigando el

    discurso poltico espaol. En el apartado siguiente, les mostramos la evolucin de esta

    sobrepasada dcada de trabajo en el anlisis concreto del discurso poltico.

    4. Nuestro anlisis del discurso poltico (1995-2007)En los comienzos de nuestra colaboracin, procuramos estudiar y analizar la

    estructura general de los discursos de los polticos que ocupaban lugar preeminente en

    la reciente democracia espaola, haciendo especial hincapi en la relacin entre los

    aspectos formales y la persuasin. No podan cubrir en exclusiva los estudios

    lingsticos nuestras pretensiones analticas: ni el anlisis que se ha acostumbrado hacer

    en los niveles tradicionales (morfo-fonolgico, sintctico y semntico) ni tampoco en el

    pragmtico. Sin embargo, las aportaciones lingsticas del siglo XX unidas a la

    revitalizada teora retrica, s que nos ofrecan un conjunto de herramientas

    conceptuales y analticas con las que afrontar nuestro intento. Queramos investigar

    hasta qu punto un discurso persuasivo requera de algo ms que estrategias parciales,atomizadas, para su buena consecucin; y de qu manera podamos afrontar el anlisis

    totalizador de dichos discursos, para manifestar la importancia (a la hora de la

    persuasin) de las estructuras textual-pragmticas globales. Procuramos detectar la

    existencia de unas estructuras universales para el discurso pblico, en concreto en su

    vertiente poltica. Tambin queramos saber hasta qu punto esas estructuras, de darse,

    eran garanta para conseguir la persuasin discursiva. La teora de gneros de la

    retrica, que acuara en su Retrica Aristteles (Aristteles, 1990), nos pareca unslido punto de referencia; as como la compleja teora de construccin de los distintos

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    tipos de discurso pblico, segn la divisin clsica en cinco operaciones retricas

    (inventio, dispositio, elocutio, memoriay actioopronuntiatio) y segn la teora de las

    partes del discurso (exordio, narratio, argumentatio y peroratio), que igualmente se

    haba acuado en los clsicos perodos de desarrollo de la retrica, en Grecia y Roma.

    Hasta qu punto seguan siendo vlidos estos planteamientos veintitantos siglos

    despus? Se daban esas u otras estructuras de progenie parecida en los discursos

    polticos de la actualidad? Y, en caso de darse similares construcciones discursivas,

    hasta qu punto, que un poltico construyera su discurso segn semejantes

    presupuestos, era garanta de que el discurso fuera eficaz, es decir que persuadiera al

    auditorio al que iba dirigido?

    Estudiamos los discursos de los Debates sobre el Estado de la Nacin. Y en

    concreto publicamos nuestros anlisis de un par de discursos: uno de Felipe Gonzlez,

    entonces Presidente del Gobierno, y otro de su opositor parlamentario, Jos Mara

    Aznar (Pujante y Morales Lpez, 1996-97).2 Observamos que existan concepciones

    distintas, de lo retrico en el discurso, por parte de ambos. Gonzlez no renunciaba a los

    conocimientos retricos, pero con una clara conciencia de que el discurso persuasivo en

    cada tiempo y lugar tiene que adaptarse a las circunstancias que le son propias. Por lo

    que su discurso, mejor retricamente que el de Aznar, dilua por completo cualquier

    acartonamiento estructural, que pudiera hacerlo reconocer como un discurso al viejo

    estilo retrico. Sin embargo no dejaba de cumplir los requisitos de toda estructura

    discursiva con fines persuasivos: un inicio buscando el entendimiento con el oyente, una

    clara exposicin de su forma de ver los problemas, una aguda argumentacin y un cierre

    brillante para todo lo expuesto. En el caso de Aznar nos encontrbamos con un

    dinamitador de su propio campo. Aparentaba renunciar a lo retrico (entendido

    principalmente en su visin ms negativa, decimonnica). Y, sin embargo, utilizaba

    elementos retricos en sus aspectos ms apolillados: los viejos modos expresivos detropos y figuras reconocibles por manidos.

    Aquellas intervenciones del 8 de febrero de 1995 condujeron a un triunfo en las

    urnas de Jos Mara Aznar, tras un largo deterioro del gobierno socialista. Nuestro

    estudio de entonces nos permiti constatar que para el anlisis de los discursos

    mediticos con fines persuasivos, y en concreto en el mbito poltico, las meras

    estructuras (retrico-persuasivas) no dan clara cuenta del poder persuasivo del discurso.

    2Pueden consultar nuestros trabajos en las websmencionadas al inicio de este artculo.

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    Pronto nos enfrentbamos con uno de nuestros lmites. Sin renunciar a los anlisis de

    gnero discursivo y de estructura global discursiva (con atencin a las operaciones

    retricas y a las partes del discurso), comprendamos que todo eso no era sino uno de

    los elementos, si bien irrenunciable, del puzzle analtico.

    Vimos en ese trabajo, no obstante, con claridad, la importancia de la relacin

    emisor-receptores, cuando la estrategia de Aznar de dirigirse a las cmaras de televisin

    constantemente durante su intervencin, desatendiendo el auditorio de la Cmara de los

    Diputados, otorg a su discurso el valor de un mitin preelectoral, que luego supimos que

    haba sido de gran trascendencia. Observamos y comprendimos que los actos

    comunicativos que estbamos estudiando podamos considerarlos como un

    interconectado triplete de forma, significado y situacin. Habamos dado con el buen

    utillaje para analizar las formas globales del discurso pblico en su vertiente poltica en

    nuestro pas, que nos proporcionaba la renacida teora retrica; igualmente tenamos el

    magnfico desarrollo durante el siglo XX de la pragmtica lingstica para analizar las

    complejidades espacio-temporales de los significados; pero todava necesitbamos de la

    consideracin de todos los aspectos mensurables de la situacin en la que se da el

    discurso, as como todos aquellos otros no tan fcilmente medibles y que hacen

    referencia al conocimiento de las personas implicadas. Aznar se vali del desprestigio

    que estaba mordiendo al gobierno socialista desde tiempo atrs, y que saba pesaba en el

    nimo de gran parte del descontento y desencantado electorado espaol, y, utilizando

    una clara divisin ilocutiva (Fill, 1986) o poliacroasis, en acuamiento de Toms

    Albaladejo (Albaladejo, 1998 y 2000), hablaba directamente a la cmara de los

    diputados y al Presidente del Gobierno, pero hablaba indirecta o vagamentea todo el

    pueblo espaol que ira en breve a las urnas. Creemos que ms all de torpezas

    constructivas del discurso (Aznar nunca se caracteriz por ser un buen orador durante su

    perodo de presidencia), la gran baza que jug, en el discurso del 8 de febrero de 1995 alque nos estamos refiriendo, fue sta. Si bien la poliacroasis oratoria se dio siempre

    (pues en el gora antigua los oradores se dirigan a personas concretas a lo largo de sus

    discursos, focalizndolos momentneamente segn sus intereses, multiplicando la

    ilocucin; lo que tambin Goffman en su libro de 1981 precis al distinguir entre la

    audiencia ratificaday la no ratificada), el fenmeno se ha convertido, en el mundo de la

    televisin, la radio y los globales medios de la comunicacin actual, en una estrategia

    bsica del discurso poltico contemporneo (Pujante, 2003: 379).

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    Nuestro descontento respecto a los claros lmites que mostraban nuestros

    anlisis de las estructuras generales del discurso como fundamento de la persuasin

    discursiva (en la lnea de la teora clsica retrica), nos condujo a fijarnos en otro

    aspecto fundamental del discurso poltico: la construccin del personaje. Para

    reflexionar sobre este elemento fundamental en los discursos polticos (donde, como en

    los discursos ficticios, el protagonista tiene que construirse una identidad discursiva que

    tiene tanto valor persuasivo como la propia argumentacin y las dems estrategias

    persuasivas engarzadas a la estructura del discurso), analizamos el discurso de Borrell,

    cuyo liderazgo se desmoron el da de su intervencin en el Debate sobre el Estado de

    la Nacin. Josep Borrell era lder de la oposicin (Partido Socialista) en el Debate sobre

    el Estado de la Nacin que tuvo lugar el 12 de mayo de 1998 en el Congreso de los

    Diputados (Pujante y Morales Lpez, 2003). El discurso de este solvente poltico (segn

    haba demostrado a lo largo de su trayectoria) tena una estructura que, desde un anlisis

    retrico, puede considerarse correcta, incluso buena. La estructura narrativa era incluso

    muy buena: clara y bien organizada. La argumentacin result especialmente brillante.

    Sin embargo, este discurso fue un fracaso sonado. No persuadi a nadie y la valoracin

    general de la sociedad fue negativa. Nos preguntamos entonces por qu este rotundo

    fracaso de un discurso bien construido y bien argumentado; y tuvimos que recurrir, para

    responder con eficacia, a los trabajos del socilogo del conocimiento Irving Goffman

    (Goffman 1959; 1974 y 1974a). Subrayemos en estos momentos nuestro permanente

    inters multidisciplinario (ya tratado con anterioridad, como presupuesto terico, en esta

    misma exposicin; pero que es conveniente que sealemos ahora, al exponer un

    historial de nuestro trabajo y de nuestro modo de actuar, que ha sido siempre la

    bsqueda en distintos lugares disciplinares de las posibles iluminaciones a los

    problemas que se nos han ido planteando analticamente).

    Goffman habla de la self-presentation y de la construccin social que hacemosde nosotros mismos en nuestros discursos. Si la teora proveniente de la sociologa

    lingstica la traducimos en clave retrica, tenemos que decir que es necesario que todas

    las operaciones que constituyen el discurso funcionen, para que el discurso se valide.

    Por muy bien que est inventado, dispuesto, elocucionado un discurso (incluso

    memorizado), no basta. Si fracasa la parte actuativa, fracasa el discurso. Ya Demstenes

    responda a la pregunta sobre lo ms importante de un discurso, diciendo que era la

    hipocrisis (declamacin, pronunciacin), es decir, la teatralizacin del discurso. Sinduda Borrell, por las razones que en su momento analizamos, dio una visin de s

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    mismo a lo largo de su discurso, proyect una versin de su identidad, que desalent a

    propios y ajenos, que molest incluso. Sin duda a ello contribuy mucho la actitud del

    partido en el Gobierno, unos receptores que lo interrumpan constantemente y lo

    provocaban permanentemente al darse cuenta del deterioro discursivo de su imagen.

    Volviendo a la traduccin retrica, fall la quinta operacin retrica, la actio, y fall

    todo el discurso.

    Una de las ms slidas partes para el anlisis discursivo nos parece la

    argumentacin. Ya lo consideraban as los antiguos rtoresy lo ha confirmado el siglo

    XX con la larga lista de estudiosos y estudios dedicados a los problemas de la

    argumentacin. Aparentemente es la parte ms racional del discurso y la que podra

    tener menos problemas de carcter analtico. Pero no es as en ningn caso. Lo pudimos

    comprobar al estudiar los problemas de lgica no formal y de falacias que se dan en los

    discursos propios de la lengua oral, que es la lengua del discurso poltico. Debemos

    introducir ahora nuestra importantsima lectura de los trabajos de los profesores F. H.

    van Eemeren y R. Grootendorst, (Eemeren y Grootendorst, 1996, 2004 y 2006).

    Afrontamos los problemas argumentativos al trabajar sobre un importante discurso de

    Aznar al final de su carrera como poltico en el gobierno, en el problemtico momento

    de la participacin espaola en la guerra de Irak (Pujante y Morales Lpez, 2008).

    Como en otros trabajos nuestros, en este anlisis del ltimo discurso que dio Aznar

    sobre la guerra de Irak, en diciembre de 2003, comenzaron a plantersenos una serie de

    nuevas propuestas e intenciones que son a las que dedicamos los siguientes prrafos de

    este historial de lo que ha sido hasta el momento nuestro trabajo sobre anlisis del

    discurso poltico.

    Siempre hemos pensado, desde la perspectiva retrica y desde la perspectiva de

    la lingstica cognitiva (que son elementos bsicos de nuestro estudio y reflexin), que

    el discurso haceel mundo que nosotros vemos, lo configura como nosotros lo vemos.Todo conocimiento est mediatizado por la interpretacin lingstica. Desde que somos

    jvenes tenemos la experiencia de la necesidad de escribir discursos u oralizarlos a

    nuestros amigos (cartas, conversaciones) y a nosotros mismos (diarios, poemas), cuando

    no entendemos una situacin vital. Pero qu es lo que media entre la experiencia y el

    discurso? Conforme fuimos avanzando en nuestros anlisis de discursos polticos, nos

    interesamos de manera cada vez ms clara en los problemas ideolgicos. Cmo se

    construye y cmo se sostiene una ideologa desde los discursos pblicos? Esta cantidadde discursos de la sociedad meditica, que nos asedian desde que se enciende la radio

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    por la maana, en lugar del despertador tradicional, hasta que nos dormimos por la

    noche con el sonsonete de cualquier programa televisivo de opinin, azul, amarillo o de

    cualquier tono.

    La lectura de Lakoff (Lakoff, 1980, 2002, 2007 y 2008) fue de gran importancia

    para nosotros en un determinado momento. Barajbamos la concepcin retrica de que

    se hacen discursos para confrontar entendimientos distintos de una misma situacin

    social y decidir la visin ms persuasiva, mejor argumentada. Tambin la idea de que

    esos discursos sociales responden, en cada orador, a un previo discurso personal de

    estudio e inteleccin (Chico, 1989: 47-55) del problema; es decir, que el discurso

    persuasivo social requiere de un discurso autopersuasivoprevio (Pujante, 1999: 36). Y

    la idea de que cada tiempo y lugar requieren discursos que establezcan las verdades

    consensuadas que convienen a su momento, en bien de toda la sociedad. Son todas ellas

    ideas de la vieja retrica, repensadas por grandes pensadores modernos tan dispares

    como Perelman, Habermas, Foucault y un largo etc. Y, para nuestros anlisis

    discursivos, encuentran una importante aportacin y continuacin en las contribuciones

    del cognitivismo actual. Sin duda la interpretacin necesaria de las cosas del mundo,

    que se concretan en discursos que participamos a los dems con la intencin de que

    secunden nuestra manera de ver las cosas, no es algo limpio y directo, que depende de

    nosotros mismos porque comienza en nosotros mismos. Sin duda el concepto de marco

    ha sido un concepto fundamental, que tambin nace en Goffman y pasa a Lakoff.

    Nosotros vemos desde nuestro marco, desde nuestras estructuras mentales que

    conforman nuestro modo de ver el mundo. (Lakoff, 2007: 17) Por tanto cuando

    miramos al mundo e intentamos entender una situacin determinada, estamos

    reticulando, tornasolando, desde unas estructuras mentales; unas estructuras que se

    construyen por medio de usos lingsticos. Esos usos: los ms, nos vienen dados; los

    menos, los construimos nosotros. A lo largo de nuestro aprendizaje del mundo y denosotros mismos nos sirven como explicaciones discursivas de las distintas situaciones

    y problemas que se nos presentan. Esos marcos de referencia, que no pueden verse ni

    orse, forman parte de lo que los cientficos cognitivos llaman el inconsciente cognitivo.

    Nos ha interesado a partir de cierto momento ver (puesto que los marcos se

    conocen a travs del lenguaje, y todas las palabras se definen en relacin a marcos

    conceptuales) cmo se manifiesta en los discursos de los polticos la defensa de un

    marco ideolgico determinado, cmo se apuntala y cmo puede, en determinados casos,modificarse.

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    Nuestro ms reciente trabajo para la publicacin intenta mostrar cmo los

    polticos procuran apuntalar ante los electores futuros los marcos ideolgicos en los que

    se mueven. Incluso, siguiendo las ltimas aportaciones de Lakoff (2002, 2007 y 2008),

    podemos reconocer los comunes errores o aciertos estratgicos, en este sentido, propios

    de los discursos de la derecha y de la izquierda (reconocemos en estas expresiones una

    notoria nebulizacin, aunque nos siguen sirviendo de base comunicativa para distinguir

    grupos ms o menos conservadores, ms o menos interesados por los problemas

    humanitarios, de derechos humanos, del bienestar comn). En dicho ltimo trabajo, que

    presentamos en la revista Oralia (en su nmero 12, un monogrfico sobre discurso

    poltico, que coordinamos), Los aspectos argumentativos de las respuestasdeRajoy en

    el programa de televisin espaola Tengo una pregunta para usted (Pujante y Morales

    Lpez 2009), observamos con claridad que este lder conservador jams acepta

    denominaciones conceptuales que pertenezcan a marcos de ideologas contrarias a la

    suya. Prefiere no contestar o reformular argumentativamente las preguntas que los

    ciudadanos le hacen. Procura retrotraerse a los hechos (lo que en la tradicin retrico

    llamamos probatoria extrnseca, segn Quintiliano, acontecimientos que muestran su

    evidencia por s solos; probatoria de la que trata en el libro V, hasta llegar al captulo 8,

    de su Institucin Oratoria) (Quintiliano, 1970; Pujante, 1999: 102-105). Sobre esos

    supuestos datos objetivos (el resultado es a veces una mera construccin), Rajoy

    reformula su visin del asunto, desde su marco ideolgico. As, destacamos en el

    trabajo su entendimiento esencialistade la Constitucin Espaola, percibida no como

    un lugar de consensos bsicos ciudadanos (que deben irse revisando con el paso de los

    tiempos y adaptndose a nuevos modos de ver Espaa y a las nuevas necesidades

    ciudadanas), sino como algo inamovible, una especie de declogo bblico, estatuido de

    una vez y para siempre. Algo similar sucede con el miedo a la Espaa rota y con el

    terrorismo. Al romper los marcos de los ciudadanos y reconducir las preguntas, estutilizando permanentemente el recurso de todo el conservadurismo poltico del primer

    mundo: jams entran en el terreno contrario, apuntalan continuamente su ideologa

    reafirmando y perfilando su propio marco.

    Tambin nuestras reflexiones de ltima hora van encaminadas a un mejor

    entendimiento de los lmites en la argumentacin, respecto a su eficacia persuasiva. Las

    aportaciones de Eemeren y Grootendorst a la discusin crtica nos han permitido

    analizar los momentos en los que Rajoy no respeta las reglas bsicas de una discusin.Ello debera conducir a la invalidacin del dilogo y a que el poltico en anlisis

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    quedara fuera del juego persuasivo. Pero no siempre es as. Por tanto, tampoco las

    reglas de la discusin crtica dan respuesta analtica plenamente satisfactoria a las

    complejas intervenciones que son los discursos de los polticos. Es la fase de reflexin

    en la que nos encontramos en estos momentos.

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