Pulsar 04

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  • 4Revista de Afi cionados a

    la Ciencia-Ficcin y la Fantasa

    Ao 1 Nmero 4Noviembre / Diciembre

    2001

    ISSN: 1578-150x

    John SiwenVictor CondeJack McDevittDidac MoralesSebastin FontIvn de la TorreNorman SpinradJose Angel FuentesJavier lvarez MesaRoberto Prez MillnGraciela Ins Lorenzo

  • PULSAR 4 | Pg. 2

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    ISSN: 1578-150X

    N O T A L E G A L I M P O R T A N TE

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    IND

    ICE Portada David MingoEditorial

    Juan Carlos ValeroIntervencinVictor CondeEl mundo de RaquelDidac MoralesActo FinalGraciela Ins LorenzoActo FinalJavier lvarez MesaActo FinalSebastian FontUn pndulo... Ivn de la TorreSilbandoJack McDevittFugitivoJohn SiwenSoledad en el espacioJose ngel FuentesLa cocina humanaNorman SpinradEl ltimo divoRoberto Prez Millan El anticrticoVictor Conde

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    [email protected]

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    Pginas centrales: Las noticias de BEM

    Revista de aficionados a la Ciencia-Ficcin y a la Fantasa

    Ao 1 - Nmero 4 - Noviembre / Diciembre 2001

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    Levanto mi copa !E

    DIT

    OR

    IAL

    La Hispacon llego.... La Hispacon marcho.Y tuvimos de todo. Lluvias torrenciales, das calurosos, conferencias totalmente soporfe-ras ( las menos ) y algunas totalmente desternillantes. Y sobre todo lo mas importante, el conocer en persona a muchos que solo podamos ver por correo electrnico. Iniciamos nuestra estancia en Zaragoza con un pequeo grupo de gente ( Santiago, Chema, Carlos, Luis y alguno que seguro olvido y espero me perdonis ) que mas o menos nos fuimos manteniendo unidos a los largo de los das y al que se nos fue aadiendo mas gente. Para ellos, que nos dieron la alegra de un buen humor y ganas de pasrselo bien, vaya nuestro agradecimiento.

    Tambin nuestro agradecimiento para la Organizacin de Salduba 2001. Que nos ofrecieron un recinto para la convencin magnfi co y que nicamente patinaron con la Cena Hobbit, donde se produjo un fenmeno de ghetto del que me gustara hablaros.

    Durante dicha cena se produjo una entrega de un premio a uno de los organizadores, evento que fue festejado con cantos en una lengua de las usadas en El seor de los anillos. Y con ese evento,

    entre cantos y gritos de ! Levanto mi copa ! y respuestas de ! Y nosotros tambin! se produjo una divisin de la cena, entre fanticos de Tolkien y el resto de la audiencia. La cosa fue a mayores cuando recibimos repetidos silencio... Chissst el grupo de los que seguamos hablando de otras cosas, hasta el extremo de salirnos a la calle y marchar al poco.

    La cosa no tiene mayor importancia, pero nos ilustra el fen-meno de ghetto que existe en la Ciencia-Ficcion. Se dice que se lee ( y que se escribe ) poca Ciencia-Ficcion. Y que estamos marginados. Y que no es posible publicar Ciencia-Ficcion en Espaa. Y es ese sentimiento de formar parte de un ghetto lo que nos margina a todos. Se publica Ciencia-Ficcion en Espaa. Tal vez no mucha, pero se publica. Y se publica Ciencia Ficcin y fantasa en el resto de publicaciones, sin poner esa coletilla auto-marginante que es muchas veces el Ciencia-Ficcion o Fanta-sia en la portada. Porque en el fondo todo se limita a que lo que se publica es lo que esta mejor escrito. Y tal vez hay que pregun-tarse si mucha de la Ciencia-Ficcion que se publica en Espaa esta lo sufi cientemente bien escrita como para entrar en crculos mas amplios. A veces es mas sencillo ser rana grande en charca pequea...

    Somos un Fanzine, una revista de afi cionados. Nuestro fi n es publicar Ciencia-Ficcion y Fantasa en Espaol. Y sobre todo, que los autores que la publican usen esta revista como medio para mejorar, para aprender a dominar la herramienta que es el idioma, y para publicar en medios mas grandes. Esa es nuestra esperanza.

    Por eso, por aquellos que aprenden con nosotros y que pronto marcharan a medios mas grandes... ! Levanto mi copa !

    Por Juan Carlos ValeroFotografa archivo PULSAR

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    Dnde va la antena gigante de la compaa de radio? Ah, aqu.

    Gabriel Bermdez se encaram a la fachada de un rascacielos de sesenta pisos y, apo-yndose con un pie en un puente colgante, alarg la mano hasta enganchar la antena encima de su terraza. Desde la sala de control, Manuel Ortiz, doctor en Ingeniera Nanomtrica aplicada, le dedic un gruido animal.

    Gabriel, por favor grazn a travs de los altavoces del pabelln. Tenga cuidado con dnde se apoya. Los puntos de tensin de ese puente estn diseados para resistir el peso del trfi co, no el suyo.

    Gabriel se baj de un salto, cayendo entre las calles veintids y cuarenta y cinco. Procurando no aplas-tar una boca de metro, sali del barrio de los rascacielos. De dos giles zancadas sobrepas parques y estacio-nes de tren, y plant ambos pies de golpe en la periferia de la ciudad con una mueca inocente.

    Hola sonri. Hay caf?

    Suba aqu, por favor.

    El doctor Manuel Ortiz siempre haba procurado rodearse de ayudantes competentes, a ser posible desprovistos de cualquier iniciativa y opinin. Slo los necesitaba como enciclopedias andantes, que supieran todo lo que haba que saber sobre nanotecnologa y se estuvieran callados al mismo tiempo. Pero haba algu-nos, tristemente imprescindibles, que se atrevan a tener personalidad.

    Est todo a punto para la primera fase? exclam el joven Gabriel, escalando los ltimos peldaos de acceso al Control con la energa del recin doctorado.

    As, as Ortiz se concentr en sus informes de estado. Si todo va bien y ningn cataclismo sacude la maqueta de la ciudad, podremos animar al primer grupo a las... consult su mueca diecinueve horas.

    Fantstico. Me muero de ganas de ver cmo van a reaccionar los pitufos al nuevo entorno.

    Haga el favor de no llamarlos as. Probablemente hay ms tecnologa en cada uno de sus cuerpeci-llos que en su cerebro y en el de todos los de su promocin juntos.

    Gabriel baj la vista y deriv la conversacin a:

    La matriz de personalidades, no saba que la hubieran trado. Puedo acceder al registro? Quiero com-probar qu patrn de personalidad han elegido los chicos de psicomorfi smo IA para los lderes de la tribu.

    Est bien rezong Ortiz. Pero no se apoye en ningn puente ms, o tendr que pagar las obras de su bolsillo.

    Los patrones de personalidad ptimos pasaban por una serie de rutas de simplicidad, lo que los expertos llamaban atajos motivacionales. La primera vez que los especmenes despertaran y se encontraran con su hbitat, la maqueta de la ciudad (bautizada Ur por capricho del viejo), ya vendran con un pequeo y funcio-nal paquete de conocimientos instintivos para ayudarles a sobrevivir: esto es un ascensor, la comida est en la planta baja, no os tiris por las ventanas. El nivel de complejidad que requera implementar esos simples

    IntervencinPor Victor Conde

    Comentario del autorIlustracin de Rut Miralles/cucha

    RE

    LA

    TO

    Este es un cuento sobre lo que ocurre cuando a Dios se le comienzan a notar unos sentimientos muy humanos...

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    pensamientos en forma de patrones de instintos era tan bestial, que Gabriel se alegr de no estar en la piel de sus compaeros del departamento de psicologa. La abstraccin no era su fuerte; l prefera experimentar.

    La lista de atributos aleatorios pasaba como un ro de pginas por la pantalla. Los genetistas haban metido seis millones de impulsos atvicos en el ordenador y le haban dicho a la CPU: Hala, haz de Evolucin. Tienes hasta la noche. Y ya estaba el trasto asignando aleatoriamente personalidades a sus pequeos mons-truos de Frankenstein, diseados para sobrevivir en un entorno absolutamente urbano. Extraordinariamente, los resultados parecan bastante halageos.

    Normal, normal, normal... Este tiene tendencia a la bulimia. Normal, normal... Vaya, un psicpata en potencia. Marc el registro con ALT+D, subrayndolo en rojo; habra que seguirle la pista a ese hombrecillo para evitar desastres. Los dems de su grupo parecan todos del tipo estndar, salvo...

    El registro nmero doce mil uno le sorprendi. Mir hacia los lados, buscando gente de IAs, pero en

    el Control slo se encontraban en ese momento l, un ocupado y muy calvo doctor Ortiz, y una chica pequea

    y guapita de Analistas de Sistemas. Volvi a concentrarse en el 12001.

    La grfi ca picaba por encima de la media. Talento para el liderazgo, belleza fsica, candidez... Gabriel enumer todos los rasgos que aparecan antecedidos por un signo positivo y elev las cejas: era una mujer, y casi, casi perfecta. Mir el campo de su nombre en la pantalla, pero estaba vaco. Si haba sido algn desliz de uno de los ingenieros (la tendencia a hacer de Dios con los organismos nanobiolgicos era demasiado grande), que haba intentado recrear su mujer ideal, se haba olvidado de bautizarla. No, aquello tena pinta de ser un error natural...

    Pinch con el ratn en la opcin de foto, y una instantnea del espcimen llen la pantalla.

    Inmediatamente, Gabriel se enamor.

    Era realmente bella, con un rostro ovalado y angelical que sugera inteligencia. Ojos abiertos de color bronce, mejillas plidas y orejas ligeramente puntiagudas. Irradiaba un aura de exotismo y magia que le hizo temblar.

    Qu grupo est previsto que despierte en la prueba de esta noche? pregunt. Sin levantar la vista de sus papeles, el doctor Ortiz mascull:

    El doscientos catorce.

    Bien Gabriel tecle rpidamente, cambiando el identifi cador de la beldad. Una alarma silenciosa le avis que el espcimen an no haba superado las fases de prueba, por lo que era peligroso resituarlo. El joven golpe una tecla para anularla. Ya ests sufi cientemente evolucionada. Bienvenida al 214, pequea susurr.

    La maqueta estuvo dispuesta veinte minutos antes de que el reloj marcara la hora crtica. La sala de Control estaba abarrotada de gente de la Universidad, incluyendo una delegacin del Rectorado, poco intere-sados en los pormenores cientfi cos del experimento y ms en su rentabilidad futura. Adems haba psiclogos IA, gente de Sistemas de Informacin, mdicos, socilogos y dos o tres representantes del gabinete de prensa, que fruncieron el ceo contrariados ante lo que Ortiz entendi por solemne discurso de apertura:

    Bueno, bienvenidos todos a la puesta en marcha del primer biotopo artifi cial simulado con nanotec-nologa, un interesante experimento sociolgico que bla bla bla... Pura formalidad. Todos sabemos de qu va el asunto, as que no perdamos ms tiempo. Cristo...

    El joven ayudante de Ortiz introdujo las claves de nacimiento en el ordenador y todos contuvieron el aliento. Los de prensa hacan volar sus estilogrfi cas por los cuadernillos, tratando de adornar un poco la falta de tacto del doctor; aquello tena que salir en primera plana.

    El sol, un foco de tres mil watios de potencia, sali con un fi ltro rojizo por el este de la sala. Los picos de la metrpoli miniaturizada se iluminaron bajo el fulgor de aquel bblico primer amanecer. Los controla-dores cantaron el estado de los procesos cada uno a su turno. El ltimo, sentado frente a una consola cuyo membrete rezaba: biolgicas, concluy diciendo:

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    Los primeros especmenes comienzan a despertar. Son las siete y veinte de la maana del da cero. Tenemos buen tiempo y temperaturas agradables para el resto de la jornada.

    Gabriel se desliz sibilinamente hasta la consola que controlaba a los pequeos habitantes de la ciudad. El la pantalla se vea un mapa digital con una serie de puntos brillando en rojo, marcando los asentamientos humanos.

    Los primeros especmenes se despiertan. Captamos reacciones de fro y sequedad. Uno de ellos parece que tiene dolores de cabeza.

    Alguno est sorprendido por el entorno? pregunt Ortiz. Del fondo de la silenciosa sala lleg la voz del encargado de patrones de conducta:

    No. Parecen reconocer instintivamente el paisaje como algo absolutamente normal.

    Ortiz asinti, escondiendo el mentn tras unos dedos pensativos. En la pantalla, una imagen mostraba cmo unos hombrecitos en miniatura, humanos casi al cien por cien, se desperezaban y bajaban de sus camitas de juguete para enfrentarse a un nuevo da. Ellos no saban que era el primero; haban sido condicionados en los tubos de ensayo para que creyesen que anteriormente haba habido ms jornadas de trabajo, ms amane-ceres y ms comidas. Eso les solventaba el problema de que, aunque haba algunos nios, por fuerza muchos de ellos tendran que nacer adultos.

    Uno de los varones, con el nmero 26 en el informe en lnea del ordenador, tom la iniciativa, saliendo de su cubculo, un piso bajo en uno de los rascacielos del downtown, y mir nervioso al pasillo. Salvo ellos, la ciudad estaba desierta. El hombrecito, de apenas diez centmetros de altura real, analiz el entorno y aferr con fuerza una lmpara, enarbolndola como un garrote. Los psiclogos se sonrojaron de tanta felicidad, estrechndose la mano. El hombrecito rugi apartando a otro que pretenda emularle, y se asegur el mando de la tribu rompindole la lmpara en la cabeza.

    Hubo aplausos generalizados y algunos hurras por toda la sala de Control. Ortiz, haciendo gala de su proverbial seriedad, pidi un informe.

    Los impulsos atvicos van muy bien encaminados dijo alguien. El propio hecho de que sepa por dnde agarrar la lmpara para que el mazazo sea ms efectivo es importante. El primer instinto que prima es el de proteccin.

    No es la agresividad? pregunt la joven de prensa. Ortiz sacudi la cabeza, sin perder de vista la pantalla.

    No. Est usando la violencia no para protegerse a s mismo, sino al grupo. Fjense en cmo se mueve, escudando a las mujeres con su cuerpo.

    Todos se inclinaron para ver mejor. Efectivamente, el bruto desnudo que guiaba a la veintena de per-sonitas a travs de pasillos art dec, decorados con reminiscencias creativas de los aos veinte, procuraba que los dems estuviesen bien ocultos por su masa corporal. Era el ms desarrollado fsicamente, con diferencia.

    El tcnico que controlaba la consola de biolgicas se ech un poco para atrs, relajando la tensin de los msculos, y choc suavemente con Gabriel. ste le rest importancia al hecho con un gesto, pero no le mir a la cara; le era imposible apartar los ojos de la joven que iba justo detrs del bruto, con el nmero 22 en el diagrama. Se haba adaptado muy bien a la situacin, cosa que l, como genetista, saba que iba a suceder. Nadie haba notado el ligero cambio en el reparto de aquella primera gran representacin del drama de la vida. Gabriel observ en silencio a su preferida mientras el grupo de especmenes llegaba al primer ascensor (y lo abran), y se dedicaban a explorar su entorno. No estaban molestos por la continuidad en su patrn existencial, pero sentan curiosidad.

    Eso era bueno.

    Dos horas ms tarde acab la fase de observacin. Cansados, la mayora de los presentes se retir hasta el da siguiente, cuando comenzaran otras fases de intervencin. Entonces plantearan los primeros acertijos a las Evas y Adanes del nuevo paraso.

    Gabriel se qued revisando por ensima vez sus notas. Ortiz, desperezndose, le dio dos golpecitos en

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    el hombro al tiempo que le dedicaba una de sus escasas sonrisas.

    No te preocupes, muchacho, djalo hasta maana. Hoy todos han trabajado bien.

    Me gustara quedarme un rato ms, si no le importa solicit el joven, componiendo una expresin de absoluta inocencia. Es que hay algunos grafos que me gustara repasar. Cuando el 26 golpe a su com-paero, el nivel de fuerza creo que no cotejaba con lo que esperbamos.

    Ortiz arrug el entrecejo, alargando unos segundos la mueca. Luego bostez.

    Est bien, pero no te vayas muy tarde. Maana te necesito en pie a las siete en punto.

    Gabriel asinti y le despidi con una sonrisa. En cuanto las puertas del Control se cerraron, sus ojos volvieron a iluminarse con el fuego de la curiosidad.

    Slo quedaban otros dos hombres en la sala, el controlador de biolgicas y uno de los decanos de psicologa social. Gabriel maldijo por lo bajo; el joven, que tena aspecto de haberse quedado en vela con los preparativos de la noche anterior, probablemente se quedara dormido en pocas horas, pero al decano no haba forma de echarle.

    Ven, sintate con nosotros! sonri el viejo, asindole sito a Gabriel junto a ellos. Hoy es un momento importante para la Ciencia, os lo imaginis?

    S respondieron al unsono.

    Mirad, el 26 parece que se ha adueado ya de toda la manada...

    Los monitores seguan al lder, que volva contento del piso superior sosteniendo un arma ms contun-dente: la pata de una estantera de hierro.

    La tribu se reuna en el mismo lugar donde despertaron, una habitacin grande con camas y sillas y algunas ventanas que daban al exterior. Los hombres dorman formando un crculo, en la periferia, mientras las mujeres y los nios se apiaban como gatos en el centro. Aunque estaban ateridos, a ninguno se le haba ocurrido an taparse con una manta.

    El lder tiene fro. Vamos a ver cmo lo soluciona dijo el decano bajando la voz, como si pudiera perturbar el silencio que envolva a sus criaturas. Lo ms normal sera que buscara el calor corporal de una hembra.

    Gabriel dio un respingo, pero no dijo nada. Se sorprendi a s mismo sintiendo celos de la joven diosa indgena.

    Qu estupidez, pens. Tan slo es una mueca gentica sin corazn. Slo un montn de microcircuitos enlazados.

    Pero cuando el 26 oje entre las mujeres buscando una compaera, sinti que un extrao tipo de odio muy masculino naca en su vientre.

    Para su desgracia, el lder se fi j en la ms guapa de las hembras, es decir, en 22. Procurando no molestar el sueo de los otros, se acerc hacia ella con pasos de guepardo, como un cazador a punto de saltar sobre su presa. Gabriel apret los puos en torno al apoyabrazos de la silla. Los tres hombres miraban sin pestaear.

    26 roz delicadamente el hombro de la joven, empujndola hacia un lado para hacerse sitio. Cuando ella despert, dio unos grititos de disconformidad y retrocedi, alejndose. Gabriel asinti, satisfecho, pero cambi de expresin cuando el socilogo golpe la pantalla, sonriendo como un nio.

    Es genial! exclam. Ella no quiere ser molestada esta noche, pero no se ha retirado del todo de su lado, lo cual signifi ca que l le interesa... Los ms guapos y fuertes tienden a unirse para que sus genes combinados se propaguen. Para eso sirve la belleza, para propagar la carisma como factor de grupo.

    Gabriel le lanz una mirada asesina. Dijo:

    Y como ser el... contacto entre ellos?

    El socilogo medit.

    Bueno, nada agradable. Probablemente penetracin posterior, como en los animales. Ella sufrir mucho la primera vez, ya que la cpula se producir con el objeto de prepararla para la salida del beb que engendren. Instintivamente, l la penetrar con fuerza para abrir al mximo el conducto uterino, por si muere

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    y no pueden volver a unirse.

    El joven mir con renovada furia hacia el 26.

    Trat de pensar en que era un cientfi co y que aquello, al fi n y al cabo, no era sino un experimento ms. Cierto, la apresurada seleccin natural en la mente del ordenador haba creado una hembra de singular belleza, pero no era sino un espcimen ms. Pero la aversin que le produca aquel engendro sin cerebro y con cara de bruto era insoportable.

    Tena que admitirlo aunque le costase: estaba celoso de una mueca de porcelana.

    La sonrisa se le congel en la cara cuando los monitores registraron movimiento en otra de las habita-ciones del edifi cio: un hombre, uno de los bajos y peludos que se haban mantenido en segundo plano durante el da, se llev aparte a una de las mujeres. Lo que sucedi despus dej sin habla a los tres cientfi cos. El hombre la golpe y la dej sin sentido. A continuacin copul con ella, y la arrastr por el pelo hasta un lugar apartado en que se aliment de la leche de sus pechos. Cuando la joven despert, primero llor en voz baja por el chichn de su cabeza, pero al ver al macho sonri y se dej violar otra vez, aguantando el dolor con cara de felicidad.

    El socilogo estaba entusiasmado. El joven de la consola abra mucho los ojos, tratando de no perder detalle.

    Gabriel decidi quedarse de vigilancia tambin la noche siguiente.

    Los experimentos del da posterior transcurrieron con normalidad. Los hombrecillos demostraron que no haca falta crecer en un entorno natural, con bosques y riachuelos, para desarrollar los fundamentos de una especie. Los cientfi cos estaban entusiasmados; all estaban todos los rasgos bsicos de una civilizacin, explotando y creciendo en medio de una maravillosa espontaneidad, sin importar que sabanas y praderas hubiesen sido sustituidas por antesalas y montacargas.

    Los hombrecillos se adaptaban.

    Gabriel se concentr en sus tareas rutinarias durante casi diez horas, midiendo los niveles de sudo-racin, las reacciones de pensamiento, cualquier indicio que demostrase que los especmenes continuaban dentro del rango de sus potencialidades genticas previstas. Aparte de la increble nmero 22, todos los dems respondan al trmino medio de su bien estudiada naturaleza.

    El vigilante de la consola esa noche era el mismo de la anterior, un joven en curso de postgrado llamado Andrs, al que Gabriel le adivinaba un ramalazo de voyeurismo poco contenido. Haba disfrutado con las cpulas del da precedente.

    Gabriel apareci a su lado con un caf muy poco cargado y unas revistas de crucigramas.

    Tambin te quedas esta noche? le salud Andrs, aceptando una taza. Qu dura es la vida de los doctorados, eh?

    Aborrecible. Cmo estn ellos? Felices y contentos en sus ticos de noventa mil euros, o alguno se ha atrevido a protestar?

    El vigilante se alz de hombros.

    Duermen, como toda criatura normalmente evolucionada hara a una hora como esta. Slo los ojos en el cielo vigilamos atentos para que nada vaya mal.

    Gabriel se recost en su silla.

    Exacto. Slo nosotros. Consult su reloj. Oye, si quieres puedes echarte una cabezadita, no se lo voy a decir a nadie.

    Qu dices! No me perdera nada de lo que ocurra aqu por la noche ni en broma. Adems, si me pillan durmiendo...

    Claro, es lgico asinti Gabriel, encontrando lgica la postura de su compaero. Pero las presio-nes del da acabaron pesando ms que sus dilatados argumentos, y al cabo de pocas horas, el vigilante se qued dormido, dejando a Gabriel a solas con la maqueta.

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    A solas y en silencio.

    De repente una idea absurda pas por su cabeza: qu ocurrira si iba a verla a ella directamente, no a travs de la pantalla?

    Lo primero que hizo fue desechar tal locura, alegando mil y un motivos por los que tal maniobra sera intil e infructuosa. Pero poco a poco fue naciendo el convencimiento de que, si bien poda desconectar las cmaras de vigilancia un rato, nadie se extraara de un ligero fallo en los sistemas. Un fallo que durase...

    Digamos diez minutos. Slo diez minutillos de nada.

    Tras constatar que Andrs dorma profundamente, Gabriel abri la puerta de acceso a la maqueta y, pisando con cuidado como para no despertar a nadie (de cualquiera de los dos niveles de realidad), se desliz entre calles y paseos ajardinados hacia el edifi cio donde vivan los especmenes. Era un rascacielos que se elevaba al extremo de una gran avenida que haca de arteria principal en el trazado de las calles, facilitando el acceso a cualquier lugar de la urbe.

    Los informes indicaban que la tribu haba ido perdiendo el miedo a los pasillos y habitaciones vacas, y se haban desperdigado por varios de los pisos superiores del inmueble. 22, su amada 22, estaba durmiendo sola en un amplio tico del ltimo piso, en una habitacin desnuda salvo por una cama con dosel y una enorme alfombra aterciopelada.

    Gabriel se acerc a la terraza, y a travs de las translcidas cortinas color crema, pudo ver que la joven yaca acostada como una princesa de cuento. Las dobles hojas de un armario empotrado se mecan abiertas al aire nocturno; de l haba sacado un fi no camisn que llevaba puesto del revs.

    Gabriel sonri. Toma golpe a la evolucin, pens.

    La joven se movi intranquila en su sueo. Gabriel la contempl all echada, movindose sensualmente sobre las intiles sbanas, y sinti una gran compasin. l haba contribuido a disear un alto porcentaje de los ciclos vitales de su complejo organismo, as que no sinti ninguna vergenza por considerarla casi parte de l mismo. En un momento de infi nita piedad, separ sus labios, y susurr:

    Nia...

    Su aliento meci las cortinas del dormitorio. La mujer se revolvi bajo la presin de extraas pesadi-llas.

    Nia...

    22 se despert. El vaho de las palabras que venan con la noche la asust. Las cortinas estaban cerradas, pero un extrao viento innatural las moldeaba con palabras.

    Aterrorizada, se escondi detrs de la cama.

    No tengas miedo dijo la voz. En la delicada mente de la joven el habla slo era una potencialidad sospechada, pero pudo captar un remoto signifi cado en aquellos inslitos vocablos: Nunca ms debers tener miedo. T eres perfecta, eres especial... Has nacido para gobernar a tu pueblo, me entiendes?

    Gabriel no poda creer lo que estaba diciendo. Estaba muerto de miedo, tal vez ms que la propia 22, pero no poda evitarlo; ella deba sobrevivir, deba evolucionar. Era su amada, su favorita, mucho ms que un recipiente para la semilla furiosa de unos brutos descerebrados. Apretando los puos, susurr:

    T eres la elegida, la que ha de conducir a los dems a la perfeccin. Eres la mujer con la que todos hemos soado, la diosa femenina que representa todo lo recto y lo bello. Pase lo que pase, debers sobrevivir.

    Debers sobrevivir...

    Un movimiento en el ascensor le distrajo. Gir unos centmetros su cuello, atisbando pos las ventanas del piso inferior, y contempl cmo el bruto, 26, se introduca en el elevador.

    Las puertas de ste se cerraron y los diminutos nmeros de bronce tatuados en la marquesina se ilumi-naron, aadiendo dgitos a la suma de pisos. El elevador subi hasta el nivel en el que dorma la joven.

    Gabriel, con los ojos muy abiertos, sud de desesperacin cuando el bruto sali al pasillo y abri la puerta del dormitorio de la diosa. Estaba desnudo, y exudaba una crudeza animal cargada de feromonas. Su miembro, enhiesto en busca del amor de su compaera, preceda todos sus felinos movimientos en pos de su presa.

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    Ella le vio entrar y le premi con una sonrisa. El bruto se extra por la presencia del extrao camisn, pero enseguida lo olvid; recogiendo a la joven en sus brazos, sus recios dedos se ensortijaron con la fuerza de tenazas alrededor de su cabello.

    Gabriel no pudo soportarlo ms y exhal un bufi do, una dbil vaharada de odio contenido que pasara a la historia de la tribu; los dos especmenes se giraron hacia la ventana, cuyas cortinas se descorrieron empu-jadas por el susurro.

    La muchacha lanz un alarido.

    Una descomunal pupila marrn, redonda como una pequea luna y llena de manchas como el sol, lle-naba todo el paisaje que escapaba tras los marcos del ventanal. Los radios del iris, segmentados en disparos de cobre y oro, se concentraban en una lente cristalina de proporciones divinas que permaneca clavada en ellos.

    Era el ojo de Dios.

    Djala en paz dijo la voz de Dios, y el energmeno entendi.

    Aullando de terror, el bruto tir a 22 al suelo y huy despavorido con tanta prisa que se olvid de coger el ascensor, y al llegar a las escaleras trastabill y las baj rodando, magullndose los miembros.

    En la habitacin, la chica se escondi tras el dosel de la cama. El ojo segua mirndola sin parpadear, escrutando su cuerpo y su alma. La joven temblaba al borde del colapso, y Gabriel, decidiendo que no quera que perdiese la razn, decidi poner fi n a su intervencin con las siguientes palabras:

    Debers sobrevivir, recurdalo.

    Su reloj le record la hora; haca casi cincuenta minutos que haba bajado. Lanz una mirada al Control. Sus cristaleras eran totalmente invisibles desde la maqueta, camufl adas tras el azul oscuro del cielo. Maldi-ciendo, atraves la inmensa avenida de la calle cuarenta y dos en direccin a la salida. Si Andrs le haba visto...

    La humedad en el ambiente creca por momentos; los automatismos climticos tenan prevista una tor-menta esa noche. Minsculas gotitas de agua en suspensin se arremolinaron en torno a su bata de ingeniero, mojaron su pelo y llenaron su frente con la humedad de las capas altas de la atmsfera. Sus miembros, al moverse, creaban anticiclones y fenmenos atmosfricos de considerable magnitud. Gabriel camin despacio: no quera desatar un tornado que arruinase el vecindario.

    Entonces lo oy. Fue un chirrido increblemente lejano y difuso, tanto que ms que orlo fsicamente lo intuy. Lentamente, dejando estelas de cumulonimbos con su frente, se gir para mirar.

    El ventanal del piso de 22 se haba abierto. Sus goznes oxidados rechinaban con el sutil engrase de la lluvia.

    Y 22 estaba en el balcn. Mirando al vaco con ojos perdidos. No haba visto a Gabriel; sus dbiles ojillos apenas tenan un alcance visual que llegara al fi nal de la avenida, y no podan sobrepasar la niebla. Pero l s que la vea perfectamente, vestida con aquel absurdo camisn mal colocado, sus cabellos de oro fl ameando al viento de la noche.

    Temblando mientras se alongaba hacia el abismo.

    Gabriel orden a sus piernas que se movieran cuando el cuerpo de la chiquilla se precipit al vaco. Como un gigante prometeico, surgi de la niebla destrozando puentes con sus enormes zancadas de diez leguas; un paso alto en la autopista revent en una explosin de cascotes y cemento, lanzando farolas a kil-metros de distancia. Sus dantescas pisadas desencadenaron temblores ssmicos de tal intensidad que hicieron temblar todas las antenas y minaretes de los rascacielos, derribando la gran antena de la compaa de radio. Un pequeo parque construido en el centro de una glorieta, que integraba a la perfeccin las ideas sobre trfi co y ciudad de los aos treinta, desapareci bajo los contornos de una huella que habra de recordar antiguos monstruos antediluvianos.

    22 cay del piso cien, , y mientras bajaba los restos de cordura que an quedaban en su poco evolucio-nado cerebro se esfumaron: ante sus atnitos ojos, las nieblas de la noche se descorrieron, los vientos la sos-tuvieron sobre la muerte un instante ms, y unas gigantescas manos surgieron del cielo formando un colchn

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    celestial que la recogi en su cada.

    Todos los hombrecillos de la tribu, alertados por los temblores y el tronar de las explosiones, estaban despiertos y miraban mudos de asombro a travs de las ventanas. Todos fueron testigos de cmo, cuando la diosa trat de suicidarse lanzndose al vaco, dos manos descomunales surgieron de la noche con el movi-miento rpido y a la vez lento que caracteriza a todas las cosas grandes, y la sostuvieron para que no se estre-llase contra el asfalto.

    Tras un corto recorrido, las manos la depositaron de nuevo en su piso, y luego desaparecieron piado-samente lejos de su horizonte visual. Una estela de destruccin parta la avenida en dos, atestiguando la clera del dios.

    Aterrorizados, los especmenes se arrodillaron y elevaron la primera plegaria a unos cielos cubiertos de nubes tormentosas.

    Ortiz y los dems cientfi cos encontraron a Gabriel durmiendo sobre la consola de vigilancia, junto a dos tazas vacas de caf y un cepillo para el polvo. El joven parpade al despertar, acostumbrn-dose a la tenue luz, y al ver a la alta y autoritaria fi gura de Ortiz frente a l se le hizo un nudo en el estmago.

    Qu has estado haciendo aqu? tron el doctor. Gabriel trag saliva.

    Eh... yo... puedo explicarlo Genial, pens. Qu salida. Aquello iba a ser el fi n de su carrera, y no haba enmarcado an su ttulo de doc-torado.

    Ortiz mir hacia la maqueta, y le dio una palmada afectuosa.

    Mira que te gusta pasar noches en vela trabajando coment, ufano. Un consejo: no te lo tomes tan en serio a menos que quieras volverte un viejo desgastado antes de tiempo.

    Y fue a sentarse en su silla. Las arterias del joven notaron alborozadas que la sangre volva a fl uir lentamente por ellas.

    Gabriel necesit seis cafs y veintids paseos de comprobacin por la sala para asegurarse de que nadie le echaba la culpa a l de lo ocurrido. El foco que haba tirado en medio de la maqueta apenas poda explicar los destrozos (dejando aparte el dao a la credibilidad de los especmenes que su mera presencia supona), pero nadie protest. Tambin se las haba arreglado para borrar sus huellas del pavimento, mediante el prosaico mtodo de escarbar en los estratos geolgicos con la mano. Para l, que conoca los signos, era extremadamente evidente lo que haba pasado, y se sorprendi al constatar la indiferencia general.

    Todos se mostraron ms interesados en cmo reaccionaran los de la tribu ante el objeto, en cmo inven-taran mitologas para explicarlo. Al parecer, haban diseado un ritual extrao en el que Gabriel no tuvo tiempo de fi jarse, pero que tena a los de Psicologa del Comportamiento intrigadsimos. Quien llev la voz cantante en tales elucubraciones fue el propio Ortiz:

    No esperbamos que surgiera el tema de la religin al menos hasta dentro de unas semanas, pero bien mirado nos favorece. Signifi ca que el grupo est lo sufi cientemente maduro como para aceptar cierto nivel de introspeccin.

    Tal vez deberamos plantearnos colocar otra tribu en la maqueta sugiri alguien. Hubo murmullos y asentimientos de cabeza, a los que el doctor se apresur a aadir:

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    Est bien, est bien, pero primero dmonos un poco de cancha para analizar esto. Por ejemplo seal al monitor, por qu adoran a esa mujer, la 22? Parece que la han elegido arbitrariamente como focalizador de sus plegarias, pese a que ella no tiene absolutamente nada que ver con el foco cado. Es como si algn elemento exterior la hubiese sealado deliberadamente...

    La tos de Gabriel se oy en toda la sala. Una joven que haba a su lado le dio unas palmaditas en la espalda, para evitar que se atragantara.

    Lo siento musit el joven, las mejillas blancas por el pnico.

    En fi n prosigui Ortiz, olvidndose de l. Habr que estudiarlo. No es normal que lleguen al terreno tan pantanoso de la apstasis en tan poco tiempo.

    Eso sugiere que...

    La conversacin subi de tono cuando varios especialistas ms se unieron al corro. Gabriel se disculp y se comenz a retirar de la sala, despidindose de sus amistades. Tena un fuerte dolor de cabeza y mucho en lo que pensar, y a eso slo ayudara una clida y reconfortante ducha.

    Cuando estaba a punto de salir de la sala, escuch cmo de fondo el socilogo que le haba acompa-ado la primera noche argumentaba:

    ...No me extraara que, al paso tan acelerado como van las cosas, recorrisemos fases enteras del ciclo de desarrollo de los mitos en pocos das. Por ejemplo, el temor indeterminado que representa esa proce-sin, esa especie de... ceremonia a la que estamos asistiendo, es muy signifi cativo, y les llevar sin duda a la reafi rmacin de sus creencias mediante la culpa ante un suceso traumtico.

    Si lo pensamos bien, es justo el elemento que necesitan todas las religiones para afi anzarse.

    El qu? pregunt Ortiz. La voz del socilogo se torn fascinada como la de un nio.

    Un mrtir.

    Gabriel dio un par de pasos hacia el ascensor, cuando su mente reaccion, entendiendo lo que suceda. Con un No! alto y potente, que asust a todos los presentes, se abalanz sobre la consola justo a tiempo de ver cmo los asustados hombrecitos clavaban a su diosa en un madero.

    Si te gusta la Fantasa y la Ciencia-Ficcin... y quieres disfrutarla en compaa de otros muchos...

    nete a la Asociacin Espaola de Fantasa y Ciencia-Ficcin.

    http://www.aefcf.es

    Nac en Santa Cruz de Tenerife hace 27 aos, y soy programador informtico y tcnico en imagen y sonido. Mis afi ciones fl uctan desde la space opera a la CF de compromiso, el pulp y otros gneros que no cito porque me da verguenza. Este cuento se me ocurri estando en Madrid, mientras vea al encargado de la recpcin del hotel regar una planta

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    Ests seguro de seguir adelante?Por qu lo dices? Con lo que nos ha costado llegar hasta aqu, ahora no te puedes echar

    atrs.No s que me pasa. No me hagas caso. Slo siento miedo por lo que nos espera.

    Miedo? Cario, vamos hacia el paraso. Se acabaron los dolores de cabeza y los resfriados. Adis al cuerpo!

    A eso me refi ero. Tengo la sensacin que sin l no podr vivir.

    Raquel Martnez estaba sentada en el csped del jardn de su casa, contemplando el Lago Ness. Tena la vista perdida en las aguas tranquilas, sin prestar apenas atencin a Nessy, el pequeo dragn. ste, al verla tan cerca de la orilla, intentaba captar su atencin dando saltos fuera de las aguas e intentando salpicarla al caer. Pero era intil, como tantas veces. Raquel estaba muy lejos del lago, sumida en sus pensamientos.

    Ahora era una escritora de xito. Sus libros eran muy populares. Incluso haba creado una corriente literaria llamada cyberlive donde se desarrollaban intrigas sobre mundos virtuales, con personajes ajenos a su irrealidad. Haca un par de das que haba publicado su ltima novela: despertad malditos, y estaba impa-ciente por recibir las primeras crticas. Observaba las reacciones que producan sus obras para seguir escri-biendo. Y siempre tena la esperanza de no estar sola en el mundo, de que en alguna crtica hubiese alguna seal, algn saludo, de alguien como ella.

    Abri su consola porttil y empez a revisar su correo. Como esperaba, ya tena las primeras crticas. Destacando entre los dems, haba un mensaje prioritario, era un mensaje ofi cial del sistema. Rara vez reciba alguno, deba ser importante. Era una citacin de entrevista personal relacionada con su ltima novela, no deca nada ms, al medioda en el Centro de Salud.

    Sin duda Tom, su marido, estaba detrs de esto. Guard su consola en el bolsillo y se dirigi a toda prisa hacia el Transportador que haba en el porche de la casa. Se situ en la plataforma, e introdujo las coor-denadas del pub Wallace, donde esperaba encontrar a Tom.

    Tom estaba tomndose una pinta de guinness sentado en una mesa bastante alejada del escenario,

    donde tocaba un grupo folclrico irlands. Mientras esperaba la segura llegada de Raquel, pensaba cmo se lo hara entender. Lo haba hecho por su bien. No era consciente de que necesitaba ayuda, y no la aceptara por las buenas. Ella crea realmente en sus fantasas de otra vida real abandonada por un mundo virtual, que segn ella, era ste, en el que vivan. La quera con toda el alma, pero deba recibir ayuda del Centro de Salud. Dentro de unos das estara curada y serian felices para siempre. Raquel entr como si alguien la persiguiese, furiosa. Lo vio enseguida.

    Cmo me has podido hacer semejante putada? Raquel cogi una silla de la mesa de al lado y se sent bruscamente.

    Ya sabes porque lo he hecho. Te quiero.

    El mundo de raquelPor Didac Morales

    Comentario del autor

    Alguien me dijo una vez: la inteligencia es el mayor enemigo de la felicidad. Otros prefi eren convivir con la realidad, conscientes de ella, a pesar de la fugacidad de la armona que ello conlleva. Pero realmente slo hay un orden de realidad? O tantos como conciencias de ella? Este relato habla sobre realidades. Por cierto,

    espero que os gusten las mascotas ;)

    RE

    LA

    TO

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    Qu me quieres? Sers estpido, ahora me borrarn! O me cambiarn la personalidad. O vete a saber qu; pero seguro que no me vers ms.

    Tranquilzate cario Tom baj el tono de voz, nadie va hacerte dao, estn ah para solucionar nuestros problemas.

    Nunca me has credo verdad? De todas maneras ya da igual, no hay nada que hacer Raquel rompi a llorar.

    Lo ves? Siempre ests triste. Cuando empezaste a escribir tus novelas, pens que quizs te estabas curando. Que te habas dado cuenta de que slo eran fantasas de tu imaginacin. Pero no es as, ests peor que nunca. Ya no sonres, no quieres tener hijos...

    Hijos? Lo nico que podemos tener t y yo, es un tamagochi! No lo entiendes? Ya no somos humanos! Abandonamos nuestro cuerpo hace mucho tiempo. Somos fantasmas virtuales, espectros controla-dos por un ordenador. Slo somos una base de datos con todas nuestras emociones, sensaciones, reacciones y dems pautas de nuestro carcter anterior en algn ordenador del ms all.

    No te preocupes, maana estars bien. Ya lo vers. Nos reiremos juntos de todo esto, te lo prometo Tom senta lstima por ella, necesitaba que se recuperara.

    Es igual, olvdalo. Adis Tom Raquel se sec las lgrimas con la manga, intentando serenarse, y sali del pub.

    Ella, a diferencia de Tom, mantena sus recuerdos. Recordaba como haban ahorrado los dos juntos para poder pagarse esta vida eterna. El paraso de Virtualtech. Era famoso en todo el mundo. Toda la gente con dinero, poco a poco haba ido entrando en el mundo virtual, abandonando sus cuerpos en la tierra. Era la solu-cin perfecta para evitar las plagas vricas que se sucedan cada vez con ms frecuencia. Era la inmortalidad. Virtualtech garantizaba que una vez traspasados, se olvidaba el mundo fsico. Los recuerdos pasaban a ser del mundo nuevo y la transicin se olvidaba. Era la nica manera de garantizar la estabilidad emocional de las personas. De este modo, no haba un antes y un despus, siempre haba sido as. En el contrato de entrada, uno describa como deba ser su parcela, sin lmites. Por fi n la casa de tus sueos! Tambin podas disear tu nueva imagen si queras, o conservar la anterior.

    Tom y ella haban mantenido su apariencia anterior, incluso sus nombres. Todos sus caprichos los pusie-ron en su parcela. La casa era de madera blanca, de dos pisos, con un gran porche donde contemplar el capri-cho de Tom: el Lago Ness. El padre de Tom era escocs y, siendo nio, siempre le contaba historias sobre monstruos y brujas, pero la que ms le cautivo fue la de Nessy. Ahora lo tena en casa y, ms que un monstruo, era una mascota. Era un dragoncito de color azul, ms al estilo de los dibujos animados de su juventud que a un posible dinosaurio. Meda unos tres metros de largo contando su metro de cola, y era barrign. Tena dos alitas de apenas un palmo, y dos brazos no mucho mayores. Pero era capaz de volar y de hacer piruetas imposibles. El resto de la parcela, era un bosque frondoso lleno animales menores, fuentes y arroyos. Incluso haba la cabaa de su juventud, en la cima de un gran roble. se era refugio de Raquel. All guardaba libros y compactos que se haba trado con ella a la inmortalidad.

    Cuando sali del Transportador en el porche de su casa, tom el sendero hacia su cabaa. All tena la sensacin de estar protegida contra todo; de creerse en su Cantabria natal. Nessy sali a su encuentro, moviendo sus pequeas alas y sacando pequeas lenguas de fuego por la nariz mientras estornudaba.

    No tengo ganas de jugar, vete le dijo Raquel. Siempre la hacia rer, era el juguete preferido de cualquier nio.

    Vaya, me he quemado los bigotes! mientras deca esto, choc de cabeza contra un rbol y cay de bruces al suelo. Menudo trompazo!

    Deja de hacer el tonto y regresa al lago, quiero estar sola.Ests triste, lo veo. No me gusta verte as se levant del suelo a la vez que le crecan de nuevo los

    bigotes y la sigui volando a su alrededor. No pienso dejarte sola, tesoro.Haz lo que quieras dijo, emprendiendo de nuevo la marcha por el sendero. Lleg al roble centenario, y subi por la escalera talada en el tronco hasta la trampilla que daba al suelo

    de su refugio. La cabaa consista en una nica estancia no muy grande, con tres de las paredes repletas de

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    libros y compactos, un reproductor y poca cosa ms. La cuarta pared era un ventanal por el que contemplar el bosque y un pequeo arroyo no muy lejano, que le proporcionaba una agradable meloda con el fl uir turbu-lento de sus aguas. Se acomod en unos cojines, y se qued pensativa con la vista perdida en el bosque. De repente apareci la cabeza de Nessy en la ventana, con unas fl ores azules entre los dientes.

    Son para ti, princesa dijo con difi cultades, dndole un aspecto cmico a la escena.Gracias, pesado! Son muy bonitas las cogi y las oli, realmente olan bien. Qu fcil resultara

    vivir en paz si no la atormentasen los recuerdos. Nessy, de haber aparecido en su mundo anterior, habra causado como mnimo sorpresa. Seguro que

    habra sido capturado y encerrado en algn zoolgico. Aqu, sin embargo, nadie se extraaba de su presencia, quien ms y quien menos tena mascotas irreales; o ellos mismos eran irreales. Era un mundo de sueos, todo estaba permitido y, lo ms importante, aceptado como normal.

    No vas a sonrer ni un poquito? Nessy segua insistiendo por la ventana.Vale, ya ests contento? dijo mientras hacia una mueca que se pareca a una sonrisa.Intenta que parezca real por lo menos, no? No se te han visto ni los dientes.As mejor? sta vez, hizo una mueca todava ms irreal, mostrndole toda su dentadura.Qu miedo! Nessy puso cara de horrorizado, erizndosele los bigotes en una caricatura imposi-

    ble.Ya vale, djame sola un rato, ya lo has conseguido dej escapar una sonrisa verdadera sta vez.

    Siempre se sala con la suya. La expresin de Nessy cambi absolutamente, estaba muy serio y la miraba fi jamente a los ojos.

    Durante un par de minutos permaneci en silencio, quieto como una piedra. Empezaba a inquietarla, aquello no era normal.

    Raquel escchame atentamente, no tengo mucho tiempo habl el dragn, pero su voz era total-mente distinta y segua quieto. No debes ir al Centro de Salud para la entrevista. No te separes de tu mas-cota. Intentar volver a comunicarme contigo, mientras tanto, intenta desaparecer.

    Qu? Me ests asustando Nessy! Qu tipo de juego es ste? Nessy recuper su expresin normal.

    Cmo?... Solo pretenda hacerte rer, princesa. Creo que te he asustado. Lo siento dijo perplejo el dragoncito.

    Pues claro que me has asustado! Y qu queras decir con que no fuese al Centro de Salud? Eh? Dime?

    Yo no he dicho eso, slo pona cara de susto. As, mira y volvieron a erizrsele los bigotes.Bueno, pues no lo hagas ms, vale? Y ahora vete y djame sola un rato su expresin deba de ser

    muy seria porque Nessy desapareci de inmediato.Qu sentido tena todo aquello? Quiz era la seal que haba estado esperando siempre. Pero a travs

    de Nessy cmo era posible? Y, cmo evitar ir al Centro de Salud? Seguro que sabran donde se encontraba y apareceran as, sin ms. Mir su reloj que marcaba las 10:23 a.m. Todava tena una hora y media, ms o menos.

    Se encontraba en el Transportador, mirando el panel de control. Dnde deba ir? No tena ni idea. Senta las palpitaciones de su corazn acelerarse sin piedad. Ahora que alguien haba contactado con ella, no poda echarse atrs. Seguira hasta el fi nal.

    Ven Nessy, nos vamos de viaje le dijo al dragn. Entonces marc al azar unas coordenadas y, mirando hacia su hogar, susurr-. Adis.

    Apareci en la cabina de un Transportador situado bajo una palmera, a la sombra. Un sol abrasador se encontraba justo en el cenit del cielo azul, despejado de nubes. Haba un pozo no muy lejano donde una mujer, vestida con una tnica azulada, llenaba una vasija de agua. Al verla, la mujer sali corriendo. Mejor, no tena ganas de hablar con extraos. Estaba muy asustada y no saba que hacer. Slo poda esperar la aparicin de

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    su extrao amigo. Qu calor hace aqu! Dijo Nessy, mientras se alejaba revoloteando. No te alejes mucho. No tardaremos en irnos eso espero, pens Raquel. Se dirigi al pozo y, tras sacar el cubo al fi nal de la cuerda, se refresc la cara. Para su sorpresa el agua

    estaba helada. Se sinti ms animada. Quiz haba una manera de salir de aquel mundo fi cticio aunque, por mucho que pensara, no se le ocurra cmo. No poda recuperar su antiguo cuerpo. Si ms no, entero. Al entrar en el mundo virtual, se ceda el cuerpo a la ciencia. Seguramente sus rganos formaran parte de otras vidas. De todos modos, si haban contactado con ella, era porque exista ms gente con recuerdos. Y quera creer que conocan la manera de salir de all.

    Ven a ver esto, princesa Nessy volva volando hacia ella, hay un montn de tiendas detrs de esa duna. Slo he visto mujeres y nias. Debe haber centenares.

    Creo adivinar la nacionalidad de esta gente le contest Raquel. No me apetece conocerlos. Ven Nessy, nos vamos.

    Ya? Si acabamos de llegar, fl or. Tienes que discutirlo todo? Nessy era como un nio, y en estos momentos consegua sacarla de

    sus casillas. No te enfades, tesoro. Dnde vamos? Est Tom esperndonos? Lo ests buscando? -No. No lo s. Calla un rato! le grit. Era cierto. No importaba donde fuera. A las doce en punto, de no estar en el Centro de Salud, sera

    cuestin de minutos que dieran con ella. Tom era la nica persona que conoca de antes, del mundo terrenal y, aunque l no lo recordara, senta

    que era su nico pilar para mantener la cordura. Marc de nuevo las coordenadas del pub Wallace. Entr corriendo pero Tom ya no estaba. El camarero le cont que Tom haba dicho que tena que ir al Centro de Salud pero nada ms. A l tambin lo haban citado? Eso no poda signifi car nada bueno. Se apresur en volver a casa, mirando de reojo a Nessy por si volva a hablarle, pero no lo haca.

    Al salir del Transportador, vio a Tom sentado a orillas del lago, pescando. Se alegr tanto de verlo all que no cay en la cuenta de que Tom nunca haba pescado, odiaba la pesca. Quiz podra convencerlo para que se marchara con ella. Quiz no. Una mujer sali de casa con una cesta de mimbre y un sombrero de paja, como los suyos. Se escondi agarrando a Nessy por el cuello para que no los viese. Esa mujer era ella misma. No poda ser. El estomago se le cerr con tanta fuerza que tembl de pies a cabeza. Se sent en los pies del Transportador sin saber que hacer, mirando al dragn constantemente, esperando el cambio de actitud, el regreso de su ayudante annimo. El cambio se produjo tan repentinamente, que no lo percibi.

    Rpido! Marca estas coordenadas en el Transportador: A3:23:4D:ED:47:5F de nuevo la voz des-conocida en boca del dragn le habl.

    Pero... Dnde vamos? pregunto Raquel desconcertada. No tenemos mucho tiempo. Despus hablamos Apresrate! marc las coordenadas.

    El lugar donde apareci no tena ninguna lgica. No haba ni suelo, ni cielo, ni color, ni nada que comprendiese. Era un amasijo de colores y texturas a fragmentos inconexos de lo que poda ser una casa, un rbol, un mar. Lo poda ser todo y no era nada. Era el caos, nada estaba defi nido. Tuvo una sensacin de vrtigo espantosa. Se agarr con fuerza a Nessy, reprimiendo una nusea.

    Tranquila, Raquel. No pasa nada le dijo el dragn en tono apaciguador. Qu es este lugar? Es una parcela vaca. Nadie la ha contratado todava. Esto que ves slo es basura en los vectores

    grfi cos sin inicializar, no te preocupes, son fruto de la programacin de este mundo. Aqu pasaremos desaper-cibidos ms tiempo. Cgete fuerte a m se elev, y fueron volando hasta un fragmento de arena tropical que fl otaba cerca de ellos . Aqu te sentirs ms cmoda, piensa que es como una isla.

    Quin eres? Por qu me ayudas? Raquel se dej caer en el suelo, sentada. Desesperada. Soy tu nica oportunidad de no desaparecer, llmame Max. Mira, es un poco complicado. Tratar de

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    resumrtelo. Particip en la programacin de este mundo. Un da, mi equipo de trabajo descubri una anomala en el sistema de absorcin de los recuerdos. Haba un 0,01% de probabilidades de que, en el transcurso del traspaso no se eliminara la personalidad. Vaya, que pasara lo que te ha ocurrido a ti. Pero como siempre, en proyectos de esta magnitud, lo que manda es el dinero. Ningn inversor quera or hablar de errores que pudieran retrasar el lanzamiento.

    Pero como es posible? Separar lo que forma parte de la memoria de la personalidad, es algo muy complicado. Lo primero

    es fcil de traspasar en cifras, slo son datos. Pero la personalidad, la conciencia de ser uno mismo, el racio-cinio, son palabras mayores. En verdad no se traspasa, lo que hacamos era suprimirlo y substituirlo por una inteligencia artifi cial, una IA.

    Pero entonces... S, todos estis muertos. Y yo? Raquel estaba tan perpleja que haba dejado de temblar. En tu caso es ms complicado, de alguna manera algo de tu yo consciente ha pasado junto a tus

    recuerdos y cohabita con la IA, no lo comprendo del todo, pero de alguna manera la dominas. Es horrible, es como si estuviese poseda! Ms bien al revs, tu posees a la IA. Por eso nos interesas. Qu os intereso? Quiero recuperar mi vida! exclam Raquel sabiendo que eso era del todo

    imposible. Adems, me he visto a mi misma en mi casa con mi marido. Cuando el sistema detecta ests anomalas lo que hace es reconstruir a partir de los datos almacena-

    dos una rplica de la persona, para que el equilibrio del mundo no se resienta. As que hay ms como yo? Raquel estaba con la vista perdida en la nada, resignndose a su

    realidad. Ms? Hay miles de personas como t! Cada vez entra ms gente en el mundo virtual, y el 0,01%

    de millones de personas, son muchas. Pero la mayora se autodestruyen al entrar en confl icto con la IA. Tu caso es especial, ya te lo he dicho.

    Pero... qu podis hacer ahora? Espera, no te rindas. Contigo hay una posibilidad.Una posibilidad? Cmo? Ya no tengo cuerpo Raquel empezaba a abandonar cualquier tipo de

    esperanza, no vea salida. Eso es cierto, no podemos hacer nada por l. Pero mira, escchame. Sabes algo del proyecto

    Atenea? Me suena a algo relacionado con las comunicaciones. Exacto. Es un programa para controlar todas las comunicaciones espaciales, entre los mundos. Se ha

    construido una base estelar para canalizar toda la informacin entre la humanidad, y una IA muy sofi sticada se encarga del control.

    Qu tiene esto que ver conmigo? Te das cuenta del valor que puede tener acceder a toda esa informacin? Bueno... s. Podemos aprovechar tu IA latente para programarte de manera que pases a formar parte de ella, y

    con el tiempo hacerte con el control.Ya veo, entonces ser el momento de pagar mi rescate dijo Raquel comprendiendo el plan de su

    salvador.Te sacaramos de aqu. Pero sera ms de lo mismo! Aqu por lo menos tengo a Tom. Ya has visto a tu sustituta, a ti te borraran dentro de poco. Adems, piensa en la magnitud de lo que te

    ofrecemos, no estoy solo en esto, hay todo un equipo. Estars a cargo de todas las comunicaciones universales, de todo el conocimiento humano, si habr algo parecido a un Dios, sers tu.

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    Raquel slo era capaz de sentir una cosa, y era que no quera desaparecer, quera vivir... y se lo ofrecan eternamente.

    Est bien, hazlo.De acuerdo, volvamos al Transportador dijo el dragn. Todava no entiendo como me sacars de aqu- dijo Raquel, mientras volaban de regreso al Trans-

    portador. Eso es fcil. Slo tienes que introducir las coordenadas del puerto de salida en la consola cuando te

    diga. Del resto me encargo yo.

    Dnde estaba? Haca una eternidad que slo era. Empez a tener miedo de haberse perdido, de vagar hasta el fi n de los das, prisionera de su consciencia. Era horrible. No tena ningn contacto con el exterior. Era cmo estar a solas, en la oscuridad ms absoluta, desconectada de todo. En lo ms oscuro de la negrura divis una pequea luz y supo, que cuando la comprendiese y la controlase, tendra el universo en sus manos. Llor sin derramar lgrima alguna.

    Kargol 6/5/2000Revisado 9/5/2001

    Para mi escribir es algo instintivo, un poco anrquico. La idea se vadesarrollando sola al plasmarse en texto, motivndome o desesperndome...

    quiz por eso no dejo de ser lo que soy: un esclavo de la motivacin.

    PULSAR acepta relatos, crticas, dibujos y colaboracio-nes originales de Ciencia-Ficcin y Fantasa en todas sus vertientes. La aceptacin corresponde al Consejo Editorial quien valorar crticamente los trabajos y podr, en su caso, rehusarlos o hacer a los autores aquellas observaciones que crea oportunas sin que ello suponga solidarizarse con las opiniones emiti-das.

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    1.

    La enorme megalpolis que dominaba hasta donde se perda la vista, brillaba bajo aquel sol de justicia, en pleno mes de agosto del 2015. l permaneca colgado en el exterior del antiguo rascacielos del hotel situado en la zona portuaria, sin saber muy bien cmo haba llegado hasta all. Ahora el edifi cio no era de los ms altos de la ciudad, pero s lo sufi ciente como para provocar su

    muerte instantnea si caa desde su precaria situacin, colgado contra la parte exterior de la ventana del ltimo piso, a ms de ciento cincuenta metros del suelo. Le daba lo mismo haber escogido ese edifi cio, en vez de la Torre gata, el ms alto de la ciudad. El resultado, si le fallase su soporte, sera el mismo... y l nunca haba sido avaricioso con respecto a ese punto: sobre cmo morir.

    Y salt.

    2 .Esa mana suya de poner sus intenciones por escrito, en papel, perfectamente detalladas y pegadas en la

    cara interior de la puerta de salida. Para qu? Para que yo las viese, claro. Pero ya era un caso clnico.Desde la ltima vez que lo hizo resolv solicitar audiencia con un asesor de personalidad. Le llev todos

    los antecedentes y qued fascinado al constatar la tenacidad, el empeo, la constancia...Si Antonio no hubiese dirigido toda esa energa hacia su autodestruccin sera un elemento suma-

    mente til. La capacidad de aprovechar los elementos de su entorno en cada intento es impresionante... Qu imaginacin! Qu despliegue de recursos!

    Por un momento cre haber cometido un tremendo error: encontr un admirador del suicida en lugar de un funcionario capacitado para resolver mi problema.

    Seor Ambor, por favor, he acudido a usted por una solucin defi nitiva.Pero eso quiere decir...S, a eso me refi ero. No puedo continuar adelante con la responsabilidad de recoger sus trozos y lle-

    varlos a ensamblar cada vez que se le ocurre autodestruirse.Pero es su obligacin! Legalmente...Escuche, le estoy solicitando formalmente que la ley autorice el acto fi nal.Se puso un poco plido; despus rojo y lleg al verde antes de responder, pero no sac sus ojos de los

    mos.Seora, estos antecedentes, son reales? No ser, acaso, que los ha fraguado para verse libre de su

    esposo... defi nitivamente?Sent que mi estmago se revolva y busqu instintivamente algn recipiente donde vaciarlo. Ambor se

    levant, alarmado, y me dej sola en la ofi cina.Al rato regres, en compaa de dos asistentes.Ahora hablaremos. Se tomar nota de su solicitud. Haga el favor de repetirla en voz alta y clara al

    grabador. Posteriormente entregar los antecedentes al asistente scanner y tambin los leer, para registrar su

    Acto fi nalPor Graciela Ins Lorenzo

    Comentario del la autora

    Bien, otra vez aqu. Insisto en esto de escribir, insisto en enviarlo a Pulsar, y los edi-tores insisten en materse con las sudamericanas. Ya tendrn justo castigo. Por ahora espero que los lectores disfruten del resto de la revista. Y nada de sacar conclusiones apresuradas, que ninguno de mis esposos se ha matado...

    RE

    LA

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    informe in voce.Repet con voz montona me senta algo aburrida- cada detalle. Mi esposo, Antonio, se subi hasta

    el ltimo piso del Hotel Arts, sali por una de las ventanas, se par sobre la cornisa, y salt al vaco. El loca-lizador me indic la suspensin del fl ujo vital y me comuniqu con Reparaciones, dndoles las coordenadas.

    Mir al asistente, con curiosidad. El asesor carraspe para llamar mi atencin.Seora, tiene usted conocimiento de las reparaciones efectuadas?Sonre involuntariamente. Me senta tentada a contarle todos los detalles, minuciosamente, y ver qu

    pasaba en ese rostro que ms pareca una careta. Levant una ceja, sin dejar de mirarme. S?Disculpe. S, conozco los detalles, y recit: el cuerpo descendi a una velocidad creciente hasta

    que, a doscientos cincuenta y cinco kilmetros por hora golpe contra el borde del cartel, producindose el primer dao, de grado 3, ya que se separ el brazo derecho, la pantorrilla y el pie del mismo lado, y se abri el crneo con prdida de parte sea, una oreja y masa enceflica. El rebote llev el resto contra un tap N.T.: transporte areo pblico-, aboll el techo y complet el desmembramiento; se supone que la mandbula infe-rior se separ en esa circunstancia. Finalmente cay sobre la autova. El horario era de trnsito pesado y lo que recogieron del tronco se pudo reparar, pero implic rehacerlo casi completamente.

    Ambor pestae nuevamente antes de hablar no me gusta este tipo, parece un autmata.Dgame, conoce el estado resultante de las reparaciones?S. No es demasiado diferente a las anteriores. O sea, sin limitaciones motrices, sin disfunciones fi sio-

    lgicas, y con aspecto similar al que tena antes del evento.Algo ms que desee agregar?Creo que no; o s: que me molesta sobremanera que deje una nota con los detalles cada vez que lo va

    a intentar.Cmo?Cmo, qu?Le deja una nota avisndole y usted no lo informa a la Central de Supervivencia? Seora, ha come-

    tido una falta gravsima. Merece una severa pena; lo entiende verdad?Le mir. En ese momento ya estaba convencida de haber cometido un tremendo error al acudir a esa

    ofi cina, pero no baj la mirada. Seor Ambor conoce los antecedentes? Tiene idea de cuntas veces he pasado por ese trmite ante-

    riormente? No respondi; tampoco s si me oa; diecisis.El nmero pareci sobresaltarle. Articulando trabajosamente dijo: Tiene los detalles de todos los

    eventos?De cada uno, respond con calma, relamindome ante la posibilidad de que el muy cerdo me los

    pidiese.El asesor pareci quedar en blanco, como tildado. Uno de los asistentes, el grabador, oscil peligrosa-

    mente; por un momento sent el impulso de ayudarle pero me qued muy quieta. Al momento ingres un individuo bastante grueso, quien mir a los otros tres, me enfrent y, con malos modales, pregunt: Qu cuernos hizo?

    3 .Puedo decir que a lo largo de las cuarenta y ocho horas que siguieron no me faltaron emociones.El gordo, que se llamaba Eduardo, me explic que Ambor era un dispositivo y tambin los asistentes;

    esto ltimo era evidente pero no le desilusion diciendo Ya lo sabaDesde el bloqueo del tro me atendieron seres humanos; bueno, en realidad dos: Eduardo y su asistente

    Alejandra. Eran funcionarios de la divisin Casos Extremos de la Secretara de Recursos Humanos.Escucharon la grabacin de la conversacin; toda ella; me miraron varias veces (creo que pensaron que

    yo era una mitmana) hasta que, al fi nal del registro, y con otro grabador presente, preguntaron: Seora, con exactitud, cuntas veces ha intentado auto eliminarse su esposo Antonio? Sabe acaso por qu razn lo ha hecho?

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    Diecisis, y creo que todo empez cuando le dieron de baja de su cargo de auxiliar administrativo de defunciones.

    Vamos a registrarlas una por una, sabe? Este caso es sumamente infrecuente, de modo que tenga paciencia y buena voluntad. Comience la informacin, si es posible, cronolgicamente.

    Y empec por aquella primera vez, cuando, en el campo de juegos comunitarios -all muy prximo al Hotel Arts- meti dos de sus dedos dentro de un alimentador de energa de alto voltaje. Luego, se trag dos litros de cido fl uorhdrico que haba tomado del depsito de la planta de procesamiento de cadveres.

    A continuacin relat el evento durante el cual mi esposo consigui cruzar una barrera de seguridad y se meti caminando hasta el mismo centro del incendio forestal uno de los ltimos- en la costa este de frica.

    Por un momento dud si el siguiente fue el lanzamiento sin paracadas desde ese aeroplano antiguo, a reaccin, desde los doce mil metros de altitud, o si fue la inmersin en la batisfera del Centro de Investigacio-nes de la Nova Fossa del Mediterrneo l solito- para hacer estallar el cristal del mirador con explosivos -o eran implosivos?- a ciento veinte kilmetros de profundidad.

    Luego, tuve que reconocer, hubo un periodo de relativa calma, ya que los intentos fueron muy doms-ticos. Y tambin cambi el carcter de los eventos porque comenz a dejar notas donde detallaba lo que pla-neaba hacer, pegada a la puerta de salida.

    Eduardo y Alejandra me miraban con todo respeto; con un gesto seal mi bolso y el gordo simptico- asinti. Busqu el sobre donde tena todas esas glositas. Entonces me tom uno minutos para ordenarlas por fecha y estaba lista para seguir.

    Reconozco que el primer mensaje escrito me sorprendi; no lo esperaba. Avis al Centro de Supervi-vencia, pero no me creyeron... al menos yo no vi ninguna accin de su parte.

    Tiene constancia del llamado?S, claro, mmm... la operacin IENE1005000XCXDe acuerdo. Mir a Alejandra. Deberas ir a buscar uno de los grabadores antiguos. No podemos

    seguir cambiando de asistente; se bloquean cada vez que termina uno de los informes. y, dirigindose a m, complet. Sepa disculpar, seora; enseguida continuaremos.

    Uno minutos ms tarde, un par de tazas de caf y un grabador de micrfono!, y ya estaba lista para proseguir. Eduardo movi su cabeza para invitarme.

    Reinici la exposicin, ayudada por las notas, con los intentos domsticos: bebi cinco litros de hipoclo-rito de sodio; se encerr dentro de la cochera e hizo funcionar un generador muy antiguo a combustible fsil y motor a explosin; introdujo su brazo, hasta la axila, en el desintegrador de desechos, y no lleg a meter el otro y sus piernas como explicaba en su minuta- porque se desvaneci; se introdujo en una bolsa de residuos, fue recogido y compactado; fueron muy serias sus lesiones en esa ocasin y cost bastante trabajo localizarle.

    Despus de eso comenzaron los intentos interactivos, por decirlo de alguna manera. Contrataba diferen-tes medios para que le exterminaran; se vali de varios trucos. Por ejemplo: envi un mensaje de IPE N.T.: Individuo Peligroso Evadido- con los datos de su propio localizador, a un par de buscadores de recompensas; tambin puso un aviso en canal abierto sobre la fuga de una mortal alimaa de Vitrn, con ilustracin animada, -siempre fue tan hbil en eso...- y sali a la calle disfrazado; contrat un constructor, uno de esos completa-mente automatizados; lo aliment con el diseo de una especie de bloque enterrado, pero de material ptreo artifi cial, y en mitad del proceso de llenado se lanz dentro de la mezcla en estado de fl uidez; una simple zambullida.

    Suspir. Ese evento fue realmente duro de superar...Eduardo, cambiando un poco de postura, pregunt: Es eso todo? Ya termin?No seor; si las cuenta he llegado a la duodcima, pero las siguientes son diferentes: son exposiciones,

    exhibiciones.Cmo es eso?Buscaba lugares abiertos y con presencia de pblico...Eduardo se estremeci visiblemente. Me conmovi, de modo que gir hacia Alejandra y continu mi

    informe sin mirarle.Recuerda la ltima encuesta de opinin? Cuando tenamos que optar entre clonacin con esterilidad

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    y la entrega de los recin nacidos a la Secretara de Recursos Humanos... Bien! Ese individuo que trep al estrado de los disertantes y degoll los dos primeros, para terminar acribillado por los disparos fser de la guardia especial, se era mi esposo Antonio.

    Respir profundamente; por el rabillo del ojo entrev a Eduardo, completamente verde, ojos llorosos, con la boca cubierta por un enorme trozo de tela. Pas a la siguiente nota.

    Despus eligi el Jardn Zoolgico, durante la visita de la comitiva del Regente del planeta Induz, lo recuerda?

    Acaso ese personaje completamente desnudo que salt dentro de la reserva de los glincon...... era mi dulce cnyuge Antonio. Me estaba gustando esta chica; se le vea inteligente y des-

    pierta. Recuerda cmo qued, verdad?Claro que s; en ese entonces estaba asignada a la divisin Escndalos de la Secretara de Relaciones

    Exteriores...Paso al siguiente. Seguramente usted lo recordar tambin... durante la Convencin Intergalctica de

    Jefes de Estado...Oh! S, lo tengo presente. Alejandra se acomod en su silln y junt las puntas de sus dedos, en

    una especie de cpula; su rostro mostraba una expresin de arrobamiento, un tanto inadecuada. Un indivi-duo, vestido con ropas de soldado y completamente cubierto con cartuchos explosivos... Sabe usted dnde los obtuvo?

    Claro que no! Imagnese la situacin: salgo de mi lugar de trabajo; aglomeracin; corte de energa; revisin en el transporte pblico, uno por uno. Ninguno de los que estbamos all saba de qu se trataba. Pero llego a la residencia y cuando cierro la puerta la nota! Mire Alejandra, he venido por eso. Porque una cosa es hacerme cargo de lo reconstruyan, declaraciones, formularios y dems... pero otra cosa, muy diferente, son esas notas. Inmediatamente mir el localizador, realic la comunicacin, y qu me respondieron? Tarde, seora, lo que denuncia ya ocurri y qued como una loca, una manitica. Por eso deseo, necesito, el acto fi nal. Este salto desde el Hotel Arts no ha sido el ms cruento ni el ms escandaloso, pero fue la gota que rebas el vaso.

    Alejandra mir a Eduardo y levant las cejas de un modo tal que tambin gir para mirarle. Estaba de bruces sobre el escritorio, desvanecido.

    Vino una unidad sanitaria y lo retir. La mujer, con un dejo triunfal, coment: Estos hombres! y prosigui. Deje todo en mis manos, que me har cargo. Y solicite una entrevista en la ofi cina Parejas de esta Secretara de Recursos as elige nuevo compaero, y, por favor... dijo, mientras me acompaaba hacia la salida, esta vez pida ver el perfi l del candidato y trate de evitar a los que tengan inclinaciones auto destruc-tivas.

    Pero, Alejandra, querida, respond, asombrada. Usted sabe muy bien que todos los aspirantes a formar pareja tienen esa tendencia.

    Nacida en el Sur, que tambin existe... Puesta a escribir, me produce mayor placer la fantasa que la ciencia fi ccin dura. He pasado horas frente a un papel en blanco, observando cmo mi otro yo llenaba lneas de letras, palabras, ideas... Y puesta a releer, me provoca alguna satisfaccin encontrar, algunas veces, imgenes fantsticas, historias sin fi nal, y desafos a la lgica.

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    1.

    La enorme megalpolis que dominaba hasta donde se perda la vista, brillaba bajo aquel sol de justicia, en pleno mes de agosto del 2015. l permaneca colgado en el exterior del antiguo

    rascacielos del hotel situado en la zona portuaria, sin saber muy bien cmo haba llegado hasta all. Ahora el edifi cio no era de los ms altos de la ciudad, pero s lo sufi ciente como para provocar su muerte instantnea si caa desde su precaria situacin, colgado contra la parte exterior de la ventana del ltimo piso, a ms de ciento cincuenta metros del suelo. Le daba lo mismo haber escogido ese edifi cio, en vez de la Torre gata, el ms alto de la ciudad. El resultado, si le fallase su soporte, sera el mismo... y l nunca haba sido avaricioso con respecto a ese punto: sobre cmo morir.

    Msica, maestro! grita, en un escape a la locura.

    Soy un desgraciado, piensa, razonando que como buen desgraciado que era y cun mal se senta consigo mismo, he all la solucin. Slo un salto y los problemas habrn acabado.

    Vale, est decidido, all voy.

    Un pie al aire, cierra los ojos y...

    Quieto parao, bacalao! ordena una lgubre voz a sus espaldas.

    Pero cmo...?

    Se gira y ante l se aparece una fi gura fantasmal, manto negro y guadaa en mano; la Parca, a ms seas.

    Coo! se asusta, ante la mala conjuncin de vestimenta de ser tan notorio como la Muerte.

    Buenas dice sta, mirando en una lista de rado pergamino amarillo... Usted como que debe ser Antonio. Ver, como que ha habido una mala gestin al respecto de la situacin como que actual.

    Cmo dice?

    Como que ha habido mala gestin repite la Muerte, resultando que resulta que el operativo de recursos de sentimientos est escacharrao y como que no damos abasto en la administracin de infortunios. Sabe usted?

    Ah.

    Resulta que su ex-amante debera haberse presentao en este lugar en concreto hace unos como que hace cinco minutos y como que resulta que la muerte de usted no toca hoy y que mis subordinados andan ocupados pues resultando que resulta que he tenido que venir en persona misma a arreglar aqueste desatino, ve usted?

    Veo, veo.

    Ans pues, como que venga padentro, energmeno.

    Pues voy.

    Antonio entra de nuevo, trastabillando en el marco de la ventana y resbalando haca afuera. Menos mal

    Acto fi nalPor Javier lvarez Mesa

    Comentario del autor

    Javier lvarez Mesa acababa de leerse La mquina del tiempo de H.G. Wells y una del Terry Pratchett ese justo antes de que Sebas le pidiera un Acto Final, como veis todo ello se ha refl ejado en el anterior relato, as como el que lo escri-biera justo despus de videarse Ms all de los sueos, s, la del Robin Williams, s.

    RE

    LA

    TO

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    que la Muerte est ah para agarrarle por las muecas y aplazar el expediente de defuncin.

    Gracias.

    No hay de qu.

    Se sientan los dos en la cama, sin saber qu decir.

    Pues eso dice Antonio.

    Psss dice la Muerte.

    No tiene que irse?, me est poniendo nervioso. No me malinterprete, le agradezco que haya venido y todo eso, pero su presencia impone desasosiego dice Antonio.

    Bien, bien: le entiendo. Pero antes me gustara proponerle algo, ya que est sin trabajo; Qu le pare-cera trabajar como auxiliar administrativo en Defunciones S.L.? Sera un contrato temporal, en un principio, pero hay posibilidades de que llegue a ser indefi nido propone la Muerte.

    Hmmm... Cunto pagan?

    En principio, poco. Como que unos cien millones de euros al mes.

    Ufff... Es demasiado poco. Por qu no ciento veinte?

    Coo con el nio regates. Como que est bien, como que sern ciento quince y no se hable ms. De acuerdo, pues?

    Como que de acuerdo.

    La Muerte tiende una esqueltica mano recubierta de carne ptrida que el ex-parado Antonio estrecha con gusto.

    Msica, maestro! dice Antonio.

    2.

    El primer trabajito de Antonio consiste en ir a matar a un tal Manuel Leguileches, en Jauja, pueblecito del sur de Crdoba.

    El tal Manuel explica la Muerte como que es un drogadicto de veintids aos, pasado de vueltas, al que no quiere ver ni su puta(porque en verdad es puta reputa) madre.

    La actual Parca (o Muerte) se llam una vez Jacinto Benavente, que segn dice empez como angelote de cuarta clase en el 1512. Al parecer era un pelota de Dios y por eso ascendi tan rpido.

    Vale, Muerte an sabiendo su nombre, a Antonio le haban dicho que se dirigiera al susodicho por su cargo en la empresa.

    Como que esta es una misin importante, Antonio, y como que ira yo misma de buena gana, pero resulta que en Alfa Centauri casi como que hay un problema de catstrofe de primer orden y ahora resulta que tengo que ir con Dios a echarle un cable.

    Catstrofe de primer orden?

    S, como que es una manera coloquial de referirse al posible fi n de este Universo.

    Hay ms?

    Claro.

    Entonces la catstrofe de primer orden no sera el fi n de todos los Universos.

    No, esa como que sera la de orden cero, y sera ms que de todos los universos, como que el fi n de la Creacin, Dios inclusive. Un caso casi como en verdad imposible, podra y debera mentarse.

    Ah, bien entiende Antonio. Y qu pasa con el tal Manuel?

    Pues como que intenta construir una mquina del tiempo y como que en sus idas de pelota resulta que sus caminos de razonamiento se expanden y casi est a punto de lograr el diseo terico de la mquina.

    Coo con el drogata!

    Cuidao, que como que aunque sea drogata ha estudiao la carrera de Ciencias Fsicas, especializndose en Dinmica del quanto.

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    Coo con el puto drogata empolln!

    Menos coos y ms al tajo. Como que andando pa Jauja pero que ya, Antonio.

    Vale, vale. Ya voy.

    Antonio se monta en una moto interviajera de dimensiones transmortales y pone rumbo a Jauja.

    3.

    Manuel Leguineches escribe, enroscado en un viejo bolgrafo, desnudo a excepcin de un sujetador atado a la cabeza y sentado sobre sus propias heces. Escribe sobre que la vida es una mierda y enumeraba las razones. Escribe hasta que es interrumpido.

    Manuel! le habla el aparecido Antonio. Es la hora de... Joder, qu asco de to se interrumpe al contemplar la escena en toda su asquerosidad.

    Manuel se levanta de su blandito y calentito asiento.

    La mquina...! farfulla Manuel. He acabado el diseo...

    Antonio recoge el folio que Manuel agita ante su cara:

    La vida es una mierda, sobre todo si te sientas en ella quelo sepais raaaaa raaa raaa. y como que mierda que es digo yo que podian coger y levanta meno edifi cios y mas jardine, no? raaa raaa raaataratata ta ta ta ra ta ta pos eso. en la tercera fase me fallaban los cilibustios por eso no arrancaba pero arreglo el problema aumentando el fl ujo y acomplandolen una bateria que rinda los 4kw que hacen falta. una vez superada la tercera fase los poblemas ya son de pogramacion.

    Como una chota silba Antonio.

    Ve usted, ve usted. En arreglando la programacin ya est la cosa hecha.

    Antonio se acerca a Manuel, alargando el brazo para agarrarlo del hombro.

    Es la hora de abandonar este mundo, Manuel dice con gravedad. Ni la propia Muerte lo hubiera dicho ms seria.

    Ya lo creo grue Manuel y sale corriendo.

    Antonio lo persigue por el pasillo hasta el cuarto de bao, el cual est encharcado y lleno de tubos, piezas metlicas y estructuras impropias al aseo. Manuel se sienta en la taza y comienza a pulsar botones sobre lo que parece un viejo mando a distancia de video.

    Pero qu haces? le pregunta Antonio.

    Me voy de este mundo proclama, y acto seguido desaparece.

    Pero qu...? balbucea Antonio.

    Tras unos segundos de embobamiento y quedarse varado mientras mira el mando a distancia babeando decide llamar por el mvil a la Muerte y explicarle la situacin.

    Como que bien dice sta tras escuchar la explicacin, pues entonces como que lo que tienes que hacer es montarte en la mquina del tiempo y seguirlo a donde quiera que haya ido.

    Y una mierda! Para que la mquina no funcione bien y quede atrapado en un bucle espacio-temporal-ucrnico de esos.

    Jo, menudo cagarn arguye la Muerte. Para eso te pago los ciento quince millones de euros?

    Ni ciento quince ni trescientos, que yo no me monto en eso y no me monto se encabezona Anto-nio.

    Bueno, vaaaale dice la Muerte. Entonces como que lo que vamos a hacer es contactar con el Departamento de Organizacin Espacio-Temporal del Cielo Eterno u DTESE y a ver si nos localizan al Manuel Leguineches ese. Como dices que la mquina se ha quedado como que en el sitio, pues estar atrapado donde quiera que haya ido.

  • PULSAR 4 | Pg. 26

    A no ser que construya otra mquina.

    No seas gafe, coo.

    4.

    El telfono celestial, modelo Nokio 67-56, le despierta.

    Parece ser que el tal Manuel como que est en el ao 1917, en la casa de un tal Humberto Wells o algo as, como que anda y vete por l dice la Muerte al otro lado.

    Cmo? pregunta embotado Antonio.

    Que te vayas pal siglo XX pero que ya, capullo.

    Hmmm... Si slo he dormido tres horas! Prate un rato, coo. Tanta prisa hay?

    Pues como que s, venga y al tajo.

    La Muerte cuelga. Antonio se viste con la ropa de trabajo, coge sus herramientas y sale para la parada del cielo-bus: la crisis es la crisis y no todos los das se puede disponer de una moto interviajera de dimensiones transmortales.

    En Cielo Eterno los pocos vivos que habitan en l no estn muy bien vistos. No es natural estar en el cielo sin haber muerto, hay que tener un buen enchufe o mucha potra. Por eso la gente de la parada lo mira como lo mira, y son hoscos con l.

    Papi, por qu tiene tan buenos colores ese seor? pregunta un nio muerto en accidente a su pro-genitor.

    Hay gente con potra, hijo.

    El viaje en el cielo-bus se le hace eterno, como casi todas las cosas en Cielo Eterno, y adems le toca sentarse junto a una gorda que no para de comer pipas. Para qu?, si ya est muerta. Algunos espritus se resisten a la nueva existencia, intentando seguir con el antiguo estilo de vida.

    Menudo cacharro, cmo suena el motor le dice Antonio a un pasajero medio calvo, con corbata barata.

    Debe ser cosa de los pistones del cigeal de las juntas responde el calvete.

    Debe, debe. O que tenga pasados los corchipondios.

    Tambin, tambin.

    El paisaje es espectacular, la variedad de Cielo Eterno es tal. Cada cul puede decorarse su eterno-vivienda como mejor le parezca, y en gustos, Ramn tiene uno y Juan el contrario; pero menos mal que hay est Dios para que todo armonice.

    Siglo veinte! vocea el nima conductora.

    Antonio se baja.

    La casa de Herberto Jorge Wells? le pregunta al primero que se cruza por la calle.

    Eskius mi, ai don andesten yu le responde el tipo.

    Puta madre opina Antonio, y vuelve a llamar a la Muerte por el mvil mientras el primero que se cruza por la calle musita algo y se marcha.

    Muerte? dice tapndose la oreja opuesta al aparato con el meique. Muerte, me oyes? S, mira... Soy el Antonio, s... No, todava no, a eso iba. Resulta que no tengo ni puta idea de en que parte del siglo XX he cado, ni el ao ni el sitio ni n... S, ya he preguntado, pero por aqu hablan muy raro... S... S... Qu? Ah, pues vale.

    Antonio espera, la Muerte le ha dicho que mandar a alguien con un plano espacio-temporal en una moto interviajera de dimensiones transmortales para echarle una mano.

    A los veinte minutos ese alguien aparece y se presenta como Marlok, demonio arrepentido de clase B. Se estrechan las manos, hacen comentarios sobre la mala organizacin de la empresa y Antonio se monta de paquete en la moto interviajera de dimensiones transmortales. Marlok ya conoce la localizacin espacio-temporal exacta de Manuel Leguineches.

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    Llegan a la puerta de la casa de Homero Wells o como se llame y Marlok le da un hacha de defuncin rpida a Antonio.

    Nada ms tenerlo frente a ti, sala con l sin pararte a explicaciones ni tonteras le explica.

    Vale dice Antonio, y llama a la puerta.

    Oh, jelou dice tras abrir el que debe ser ese Herepondio Wells. Gua du yu guant? Ju ar yu?

    Vengo a ver a Manuel.

    Ah, Manuel. Cam in, cam in, plis El tipo parece estar invitndole a pasar.

    Le gua hasta su objetivo.

    Manuel, dis men ascues for yu.

    Entonces Antonio le corta la cabeza de un tajo a Manuel sin advertencia alguno y sanseacab lo que se daba para Manuel.

    Arrgh!, yu ar creisi grita como un energmeno Heleuterius Wells.

    Qu pasa? Slo cumplo con mi trabajo arguye Antonio. No se ponga usted as, cojones.

    Antonio se marcha de la casa mientras el gran H. G. Wells amenaza con que el mundo sabr la verdad de esta historia, vaya que s, Manuel se lo cont todo y el lo dar a conocer al mundo.

    H.G. Wells escucha las palabras que uno de los hombres demonio del futuro le dice al otro al montarse en su especie de coche volante:

    Vmonos, Marlok.

    Sobre Javier, hace tiempo dej la fbrica y ahora es medio monitor de academia medio opositor, as como que lo sepais que sigue adelante con LA PLAGA, el mejor fanzine en papel del fantstico y her-mano del segundo mejor fanzine electrnico THE PLAGUE. Tambin anda por la Casa de la Juventud de Crdoba a ver si le dejan impartir un taller de narrativa a medias con su amigo Juan Romn.

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  • PULSAR 4 | Pg. 28

    1.

    La enorme megalpolis que dominaba hasta donde se perda la vista, brillaba bajo aquel sol de justicia, en pleno mes de agosto del 2015. l permaneca colgado en el exterior del antiguo rascacielos del hotel situado en la zona portuaria, sin saber muy bien