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¿QUÉ ES EL TOYOTISMO?Por Fernando Fantín y Juan Manuel NuñezObservatorio de Conflictos, Argentina
“Le decía a uno “Ve, e iba; y a otro Ven’, y venía; y a mi sirviente ‘Haz esto’, y lo hacía” (Lucas 7, 7)
Después de la terrible derrota sufrida por el
movimiento socialista en Alemania a manos del
nazismo Walter Benjamin comentó “nada
corrompió tanto al movimiento obrero alemán
como la creencia de que estaba nadando con la
corriente, una corriente que éste localizaba en la
dinámica del desarrollo tecnológico”. Una
corriente muy parecida de ánimo y espíritu está
en proceso continuo de consolidación en el mundo
de los trabajadores. ¡Adáptense al desarrollo
tecnológico! ¡Ajústense a la nueva realidad!,
¡Estas son las reglas del juego! Tales son las
exclamaciones de indignación emanadas por
progresistas bocas democráticas. Periodistas
varios, intelectuales “comprometidos con su
realidad” (traducción: en intranquila espera de un
incentivo financiado por el Banco Mundial, para
perfeccionarse en intrascendencia, vale decir, en
vida académica), respetables sindicalistas,
revolucionarios pertenecientes a la vieja guardia
que cambiaron la tempestad de la juventud por la
serenidad del sillón académico etc, etc. Toda la
opinión pública mundial, todas éstas, cándidas
voces humanitarias, juntas, gritando a coro,
desaforados, afónicos ¡El mundo ha cambiado!
Dicha postura (de cambio total en las relaciones
sociales) es tan antidialectica como su opuesta:
nada ha cambiado, sigamos analizando la realidad
a partir de los parámetros de hace 30 o 40 años.
Ante el dilema (estúpido) entre cambio total o
nulo en las relaciones capital-trabajo, diremos
que, sin negar los cambios importantes en las
formas en que la dominación domina; la clave, el
meollo del asunto es cómo deben ser entendidos
estos cambios. En esta primera aproximación,
diremos que: Japón es el campo de ensayo de las
nuevas formas de explotación del trabajo y
tecnologías que de forma desigual y combinada
estamos padeciendo en el resto del planeta, de allí
la importancia de estudiarlo como caso piloto.- El
proceso de cimentación de esta forma específica
de subsunción del trabajo humano, es decir, la
construcción de éste patrón de dominación, no es
producto de “las tendencias objetivas
inescapables del propio desarrollo técnico y
económico del capital; sino que es un producto
cuyas causas y consecuencias sólo pueden
explicarse a partir de la lucha de clases (se verá
que la invención tecnológica es parte integrante
de ésta lucha) entre capital y trabajo por el
gobierno del hacer; libre y consciente, práctica
creativa, del lado del trabajo librado del capital;
enajenado y deshumanizado del lado del capital
esclavizando al trabajo.- Nos centraremos en la
génesis, procesos y formas (tres categorías
centrales en el marxismo de Marx) del modo
toyotista de subsunción de la humanidad, pues
creemos que éstas nos permiten entender el
pasado-presente propio de un mundo en lucha,
formas propias de la juventud y virilidad del
pensamiento.
Introducción
Más allá de cómo caractericemos o definamos el
funcionamiento del capitalismo en la actualidad,
lo cierto es que, si tomamos como parámetro lo
que ha dado en llamarse “Estado social
keynesiano” correspondiente, al menos, a las 2
décadas y media posteriores a la segunda guerra,
dicho funcionamiento manifiesta rasgos
cualitativamente novedosos. El aspecto especifico
de estos cambios que nos interesa es el de las
formas de explotación y subsunción del trabajo.
En ese sentido, afirmamos que: las innovaciones
tecnológicas del capitalismo(l) no pueden ser
externalizadas, abstraídas de los procesos de
lucha y tensión social en los cuales aquella
invención se realiza. La tecnología es un aspecto
de esos procesos de lucha. No es un elemento
neutro; el desarrollo tecnológico, al igual que los
demás aspectos del desarrollo social, está
marcado por el intento siempre contradictorio del
capital para controlar al trabajo. Este aspecto
específico de la tecnología es inseparable de las
innovaciones, no menos radicales, en las formas
de organización y disciplinamiento del trabajo
(ambos procesos corren juntos, y forman parte de
las armas y objetivos del capital en los últimos
años).
Las diferentes combinaciones de estos factores
han engendrado cambios muy importantes en las
relaciones sociales de producción, es decir, en las
formas de explotación y sometimiento de los
trabajadores, que han tenido, a su vez,
consecuencias trascendentales sobre la
composición de la clase que-vive-de-su-trabajo y
sobre el movimiento obrero (sindicatos, etc).
Sostenemos, por lo tanto, que el capitalismo, ha
desarrollado nuevos modelos de producción
distintos del modelo norteamericano taylorista-
fordista, que ha sido, para las décadas de oro de
los 50 y 60 un yacimiento aún más sustancioso
que el del Potosí para la corona española. Sin que
de ninguna manera el modelo taylorista-fordista
haya desaparecido (aunque se ha ido
transformando) se han desarrollado otros
sistemas de trabajo alternativo. Japón ha sido la
cuna, el campo de experimentación, de unos de
éstos nuevos sistemas: el toyotismo o sistema
corporativo japonés.
A escala planetaria, éstos nuevos modelos son
presentados (aún por la socialdemocracia y la
izquierda reformista) como el comienzo de una
nueva época. El intento de reeditar un nuevo
“pacto social” entre el capital y los trabajadores,
se pone nuevamente de manifiesto. De ésta forma,
por ejemplo, los defensores del “toyotismo”
señalan que éste trae aparejado una serie de
modificaciones en los procesos de producción,
que implican mejoras considerables para la clase
obrera, llegando incluso al extremo de asegurar
que su difusión acabaría con el antagonismo
social. La inauguración de la fábrica Nissan en
Sunderland el 11 de septiembre de 1986 es un
buen ejemplo de éste tipo de discurso (2). En un
amplio espectro, entonces que va desde la prensa
capitalista de negocios hasta las fundaciones
progresistas ligadas a la socialdemocracia se
levantan algunos argumentos centrales en
defensa del toyotismo. Conviene que, al menos
brevemente, los examinemos, pues nos van a
servir como punto de partida para caracterizar el
modelo de explotación, y para diferenciar, luego
el mundo mítico progresista de la realidad.
Uno de los argumentos es que la tecnología
necesaria para la implantación del sistema de
producción flexible demanda una fuerza de
trabajo apta para un proceso laboral donde la
inteligencia del obrero sea movilizada. De modo
que la separación entre el “pensar” y el “hacer”
(clásica en el modelo de producción anterior)
deba ser eliminada, para que el obrero pueda
hacer sugerencias e implementar cambios en un
proceso productivo en continuado cambio. A esta
“movilización de la creatividad” los japoneses la
denominan Kaizen.
Otro de los argumentos, es que la “producción
flexible” pone fin al trabajo en detalle (adosado a
la cadena de montaje fordista) en el cual a cada
trabajador se le asignaba una tarea simple que
realizaba repetidamente. Ahora los trabajadores
participan en “equipos” en los cuales una
variedad de tareas son rotadas entre los
integrantes del grupo. Con ello, se sostiene, se
acaba el tedio y la fatiga nerviosa que ocasiona el
trabajo monótono y repetitivo. Esta nueva
organización del trabajo demanda un trabajador
multiespecializado que pueda diagnosticar
problemas en la línea de producción y corregirlos
inmediatamente, suplantando a los grupos de
trabajadores especializados que efectuaban
dichas correcciones después de concluido el
proceso de producción.
Otro argumento plantea que la producción
flexible se desarrolla en función de la provisión de
una determinada demanda de productos
procurando disminuir los costos por la
acumulación de stocks inmovilizados. Se conoce a
éste sistema de producción como “justo a tiempo”
(just in time), y su objetivo central es proveer a la
demanda en forma flexible. También se plantea
que resulta necesario para el capital disponer de
una fuerza de trabajo diligente y capacitada que
responda rápidamente a los problemas planteados
por la complejidad del sistema de “producción
flexible”. De allí que el capital se dé una política
de incorporación de los intereses del trabajo a la
empresa, creando un sistema de obligaciones
reciprocas, antes que la relación antagónica entre
capital y trabajo que existía hasta ahora. Esto
explicaría la seguridad de por vida en el empleo
de las fábricas japonesas y otras formas de
integración social de los obreros. Eliminando la
coerción que de hecho se ejerce en el sistema
capitalista clásico sobre los trabajadores por
medio del monopolio de los medios de producción
y el ejército de desocupados.
Por último, se plantea que la producción flexible
promovió una red de empresas pequeñas y
medianas que proveen insumos a las empresas
ensambladoras, lo que llevó a que ésta sólo
controle el producto final. Así se habría
desarrollado un nuevo capitalismo estructurado
en torno a empresas pequeñas y medianas, -
capitalismo micro- sobre el cual las comunidades
locales tienen un mayor control democrático. El
viejo monopolio tiende a desaparecer, o por lo
menos pierde fuerza y relevancia; en lugar de
integración vertical, rigidez y monopolio, ahora
hay flexibilidad, desintegración y
desconcentración.
De conjunto, si fueran correctos estos
argumentos, la crítica marxista a la explotación
capitalista perdería validez; categorías críticas
tales como subsunción del trabajo por el capital,
explotación, alienación, coerción sobre el trabajo
por medio de la propiedad privada, concentración
y centralización de la propiedad, entrarían en
serio cuestionamiento. Sin embargo, veremos a
medida que vaya avanzando el trabajo, que la
mística que rodea al toyotismo, creada por
progresistas humanitarios de todas las vertientes,
es sólo una mistificación.
La supuesta panacea no tiene fundamento (si por
fundamento entendemos cosa distinta a la
propaganda burguesa del “mejor de los mundos
posibles” o a la hueca charlatanería de los
“teóricos del consenso). Por el contrarío, para
nosotros, cuando el capitalismo realiza una
revolución en las condiciones sociales y
tecnológicas del proceso laboral (todo lo sólido se
desvanece en el aire), lo hace para acrecentar la
sumisión del hombre de carne y hueso al capital,
en palabras de Marx: “el hombre de hierro (la
nueva máquina) interviene contra el hombre de
carne y hueso”(3) Esta será nuestra perspectiva y
desde ya la explicitamos. Nos aproximaremos a
los orígenes históricos del “toyotismo” (su
gestación en la fábrica japonesa) para dedicarnos,
luego, a una caracterización de dicho modelo.
Nuestro objetivo no es sólo demostrar que las
prácticas laborales no se corresponden con los
argumentos de los defensores del toyotismo, sino
demostrar también que esos argumentos se
encuentran en una correspondencia estrictamente
especular con aquellas prácticas, es decir, son su
opuesto.
Génesis de la sociedad corporativa japonesa.
Esquemáticamente, se puede sintetizar la historia
social del Japón de posguerra de la siguiente
manera: Terminada la guerra, y ocupado Japón
por las fuerzas yanquis se inició lo que se llama
“preludio de la democracia de posguerra”,
período en el cual se desarrolló un movimiento
obrero fuertemente sindicalizado y politizado que
llegó a la confrontación con el poder político de la
ocupación de los Estados Unidos y sus auxiliares
japoneses. La lucha de clases de la inmediata
posguerra fue una pesadilla para la burguesía
nipona, que la describe como: “Recuperar el
derecho a dirigir”. La estrategia de la burguesía
japonesa es entonces firme y terminante: recobrar
el poder de control en los lugares de trabajo,
subordinar la in-subordinación del trabajo.
Al mismo tiempo, entre los trabajadores, crecía la
sensación de conformismo en compartir con el
capital los frutos del crecimiento económico bajo
la forma de aumentos de salarios. Esto fragmentó
y desarmó progresivamente a la clase obrera, al
tiempo que debilitó su determinación y capacidad
de resistir a las campañas incesantes por la
racionalización flexible de la producción. Ninguna
de las decenas de luchas sindicales importante de
los 50 y 60 significo un golpe importante a favor
de los trabajadores. Luchas espontáneas,
fragmentadas y derrotadas, fueron causa del
gigantesco crecimiento económico japonés de
ésta época (por razones de espacio no nos
centraremos en los casos específicos de las
huelgas, sino atenderemos al valor que poseen
estas derrotas en su conjunto) Quizá el caso
paradigmático de la derrota estratégica e
histórica del proletariado japonés lo condense el
recorrido de los sindicatos combativos
pertenecientes al Sohyo. Otrora combativa, la
infiltración de la patronal, creando sindicatos de
esquiroles paralelos, hunde a esta organización
de los trabajadores en el barro para nunca más
recuperarse. Toda la década del 50 está
atravesada por una política de ofensiva
estratégica de la patronal japonesa,
confrontaciones en las que el capital ponía todas
sus fuerzas para derrotar y aplastar al
movimiento obrero, derrotando las luchas una
tras otra. A la construcción de éste desierto, al
triunfo del capital en reimponer un patrón de
dominación establecido, los apologistas del
toyotismo lo llaman la constitución de la paz
social firme, siempre anhelada y duradera. Aquí,
por el contrario, diremos que la implementación
“toyotista” en Japón debe ser explicada, en
primera y en última instancia, por los resultados
de las luchas y relaciones de fuerza entre las
clases. El “compromiso” no es un ente intemporal,
es antes que nada un producto de la lucha
(comprar la disciplina con dinero y estabilidad
laboral forma parte de ésta lucha)
Una de las características más importantes del
sistema de relaciones industriales japonesas es la
inclusión de los sindicatos dentro de la gestión
empresarial y el rechazo de acuerdos exteriores a
ella. De hecho, como señala Coriat, todas las
exposiciones del sistema de relaciones
industriales japonesas, ya sean eruditas o más
elementales, “concuerdan en reconocer que éste
se basa en los 3 rasgos siguientes: -el salario de
por vida. -el salario a la antigüedad o sistema
Nenko-procedimiento que se complementa con la
práctica del Shunto.- el sindicalismo de empresa.
(4).
Analicemos el último rasgo: Tras la Segunda
Guerra Mundial y la promulgación de la Ley
Sindical de 1945, se produjo una proliferación dé
sindicatos estrechamente vinculados al
fortalecimiento de la ideología democrática. Como
dice Totsuka Hideo, “la propugnación de la
aspiración a la igualdad es una característica
propia del periodo de posguerra, y que no sólo
incluía la igualdad de oportunidades sino también
la igualdad de resultados”(5) Fue entonces
cuando el sistema salarial Densan (Densan es un
sindicato de trabajadores de la electricidad en el
ámbito nacional) surgió como modelo de igualdad
de resultados, como un sistema salarial muy
simple, que llegó a ganar por cierto tiempo un
gran apoyo en la sociedad: el salario se dividía en
dos categorías, estándar y extra. Al salario
estándar se le añadían unos complementos
ligados a la edad, a la productividad y a la
antigüedad. Por otra parte, la extensión de la
aspiración igualitaria fue acompañada de una
menor resistencia a la presencia en los mismos
sindicatos de los trabajadores especialistas y no
cualificados y de los trabajadores técnicos y
administrativos.
Este fue el comienzo de las nuevas relaciones
industriales en las grandes empresas de Japón.
Los sindicatos de empresa incluían a ambos tipos
de trabajadores, y éste ha sido un factor crucial
en el desarrollo de las poco conflictivas relaciones
industriales a las que se ha prestado tanta
atención. “A finales de los 60, una delegación de
la OCDE visitó Japón y escribió un informe con
sus impresiones, y desde entonces los sindicatos
de empresa han sido considerados como una
distintiva característica japonesa, mientras que la
opinión de que esto capacitaba el rápido
desarrollo japonés se hizo popular
internacionalmente”(6) Pero concretamente, ¿En
qué se caracterizo éste sindicalismo de empresa?
Veamos. En primer lugar, y valga la redundancia,
es un sindicalismo de empresa: en el sentido que
la empresa es el lugar último de organización de
los asalariados y la elaboración de estrategias
reivindicativas. En segundo lugar, es un
sindicalismo integrado: en el sentido de que la
burocracia sindical de empresa está constituida
según sus propias líneas jerárquicas, paralelas a
las de la empresa. Como dice Coriat, en
numerosos casos, el paso por el sindicato es una
condición para acceder a funciones de
responsabilidad -sobre todo en materia de
administración de personal- en la propia empresa.
De ésta manera, si bien el sindicato dispone
formalmente de cierta libertad y autonomía, está
estrechamente ligado a la jerarquía de la empresa
por el juego de carreras y de las promociones. (7)
Finalmente, es un sindicalismo cooperativo: en el
sentido en que, salvo excepciones, las
reivindicaciones que formula el sindicato integran
en gran medida las presiones de rendimientos y
rentabilidad que la dirección de la empresa ha
impuesto. Una anécdota describe a estos
sindicatos por entero: en los años 80 Totsuka
Hideo solicitó una copia del convenio de empresa
de la fábrica Toyota (era su objeto de estudio) al
sindicato, pero se quedó helado ante la respuesta
de los representantes obreros. “Tenemos que
hablar primero con la dirección de la empresa".
Otro de los elementos característicos del sistema
de relaciones industriales es, como dijimos, el
empleo de por vida. Como origen de éste rasgo,
ante todo, hay que recordar que, después de la
guerra, la economía japonesa en su totalidad se
caracterizaba por una fuerte escasez de mano de
obra, sobre todo en el grupo de edad de los
varones adultos y experimentados, como
consecuencia de la guerra. En un contexto
semejante, la política de las empresas tendía a
desarrollar técnicas de retención de la mano de
obra. Pasado el periodo de inmediata posguerra,
hacia mediados de los años 60, la entrada en los
años del "crecimiento rápido” contribuyó
considerablemente a que el “empleo de por vida”
se convirtiera en garantía de facto, desde que las
empresas necesitaban más personal en vez de
menos. Finalmente, como dice Coriat, hay que
señalar que durante los períodos de recesión se
instauran procesos de contracción de personal. A
pesar del empleo de por vida, que por otra parte
sólo atañe a los trabajadores de las grandes
empresas (sólo el 30% de la población obrera
activa), las empresas siempre han procedido a las
disminuciones de personal si lo juzgan
necesario(8) Centenares de miles de obreros,
aparentemente protegidos por el empleo de por
vida, quedaron en la calle, comenzando por los
más viejos, cuando estallo la crisis del 70.
Vinculado a ésta forma particular de empleo se
encuentra el llamado salario por antigüedad,
gratificación complementaria que también
obtienen solo la tercera parte de la mano obrera
activa. Para los obreros integrados en los Círculos
de Calidad, realizar cursos, ser formados por la
empresa, obtener altas calificaciones, y entonces
la antigüedad significaba un mayor salario
relativo. La patronal ataba así al obrero a “su”
fábrica, lo involucraba, lo integraba al circuito
productivo, si el obrero cambiaba de compañía
perdía esta antigüedad que le reportaba mayores
ingresos. Como plantea Muto Ichiyo ambos
métodos (empleo de por vida y salarios por
antigüedad) “tiene por efecto crear una
distinción, una aristocracia obrera, entre los
“ciudadanos” privilegiados del mundo de la
empresa y sus “habitantes” (de status inferior) y
de éstos con los trabajadores exteriores al mundo
de la empresa”(9)
Señalaremos la particularidad del procedimiento
Shunto, parte también constitutiva de la pax
social japonesa: “después que los sindicatos se
han puesto de acuerdo sobre la tasa de aumento
anual de los salarios reivindicados y, llegado el
caso, hayan iniciado las acciones de apoyo a sus
demandas, los sindicatos de patronos, tras
haberse puesto de acuerdo a su vez, dan una
respuesta única. Salvo circunstancias totalmente
excepcionales, no se echarán para atrás respecto
a la decisión tomada: la negociación terminó(10).
Este procedimiento asegura a la patronal dos ejes
fundamentales: En primer lugar institucionaliza,
es decir, rigidiza cualquier lucha reivindicativa;
en segundo lugar, estipula que esa lucha
reivindicativa institucionalizada se produzca
solamente durante escasas semanas por año:
luego de la negociación, vuelta al trabajo, al
orden, al milagro japonés.
Toyotismo
Para hacer una correcta caracterización del
toyotismo y para refutar los argumentos que
desde distintos sitios salen en su defensa,
conviene no sólo detenerse en los rasgos
novedosos sino también en aquellos que señalan
una cierta continuidad con el modelo taylorista-
fordista. Uno de éstos rasgos, por ejemplo, es el
mantenimiento de la tradicional línea de montaje.
Así, desde el punto de vista del proceso objetivo
de producción, el equipo de trabajo significa el
desplazamiento del obrero individual por los
equipos de obreros que se desplazan efectuando
tareas heterogéneas a lo largo de una o varias
secciones, lo que de hecho, es una recomposición
de la línea de montaje. Tal como afirma Coriat:
“En el fondo, se trata más exactamente de una
nueva manera de sacar partido del doble principio
en que se basa la línea de montaje clásica. Este
doble principio --que puede resumirse en 1-
producción de flujo continuo y 2-fraccionamiento
de trabajo -se mantiene, pero sobre otra base y
con distintas modalidades de aplicación”(11).
Otra de las características del nuevo modelo que
representa una continuidad del anterior es lo que
ha dado en llamarse la “dirección por tensión” y
la “multiespecialización”. Las obras de sociología
del trabajo presentan la “dirección mediante
tensión” como una alternativa humanista al
taylorismo, cuando en realidad constituye una
intensificación de la “organización científica del
trabajo” de Taylor. Los miembros del equipo
tienen muy poco control sobre la determinación
de sus funciones y la dirección escoge el proceso,
el marco esencial de la producción y las
tecnologías a utilizar. Por empezar, la dirección
nombra a los jefes de los equipos, quienes con la
colaboración de ingenieros industriales
descomponen las tareas en sus elementos básicos
y determinan las funciones a ejecutar. Cuando las
tareas son concebidas en el equipo, son los
ingenieros, jefes y supervisores del mismo,
escogidos por la dirección los que fijan los
diagramas de las mismas: descomponen cada una
en gestos individuales, estudian cada movimiento,
acuerdan tiempos necesarios para cumplirlos,
adaptan los actos y establecen el trabajo de tal
manera que las tareas sean más o menos iguales
entre los obreros para incentivar la emulación. El
resultado final es una especificación detallada,
por escrito, de los medios a través de los cuales
cada equipo hace su trabajo. A medida que la
producción se incrementa y los inconvenientes se
superan, hay cada vez menos cambios en las
operaciones cumplidas. Por este motivo, “la
multiespecializacíón”(TANOKO) -tan alabada por
los defensores del sistema- es un mito, porque en
realidad el Tanoko sólo afecta a trabajadores que
realizan algunas tareas monótonas, repetidas, que
cambian cada pocos minutos. La empresa utiliza
esta “multiespecialización” para rotar a los
obreros y obligarlos a intensificar los ritmos de
trabajo; para éstas tareas programadas, que
duran 1 minuto aproximadamente, se emplean
trabajadores salidos de la escuela secundaria y se
los mantiene haciendo lo mismo durante más de
10 años.
Así, lejos de la formación y conocimientos
especiales de que nos hablan los defensores del
toyotismo, la multiespecialización significa para
una inmensa cantidad de obreros una reducción
de la calificación laboral, que deja a la dirección
con las manos libres para cambiar
constantemente las pautas de trabajo o la
asignación de las tareas. Por otra parte, la
dirección por medio de tensión busca espolear al
máximo la utilización de los tiempos. Cada mejora
impulsa a la dirección a buscar nuevos medios
para acelerar la cadencia del equipo; los cambios
en las tareas a raíz de las mejoras introducidas
nunca pueden desembocar en una disminución
del esfuerzo de los miembros del equipo. Esta
presión a intensificar el ritmo de trabajo se
refuerza con la aplicación del método just in time.
Parte esencial del método toyotista es estimular
constantemente la competencia entre los grupos
obreros. La idea es tratar de romper toda forma
de solidaridad de clase, haciendo competir unos
grupos contra otros, además de establecer la
competencia intra-grupal. Para eso Toyota
establece índices de productividad, de acuerdo a
los cuales otorga suplementos que constituyen la
mitad del salario mensual. Esos índices son
reajustados constantemente en función del nivel
medio alcanzado en la planta, lo que obliga a cada
equipo a competir para aumentar su
productividad.
Otra forma es impulsar el autocontrol y la
represión del grupo sobre sus miembros. Por
ejemplo, una característica de la fábrica flexible
es no contratar obreros extras para hacer
reemplazos de los ausentes, con el resultado de
que al faltar un obrero por enfermedad, el resto
del grupo sufre las consecuencias.
Todo esto en la fábrica toyotista se encuentra a su
vez referido a una peculiar “mistificación
ideológica” M.Parker y J . Slaughter señalan que
el “teams’ es “una tentativa de los empresarios
para controlar no sólo el comportamiento de los
obreros en la fábrica, sino también sus
sentimientos y sus ideas. El patrón explota la
aspiración de los obreros a ver valorizadas su
creatividad y su inteligencia. El concepto de
equipo hace creer a los obreros que pueden ser
más que una simple mano al servicio de la fábrica:
los lleva a pensar y les pide cooperar con la
dirección”(12). Pero por detrás de esta
mistificación el verdadero objetivo: el aumento de
la intensidad del trabajo.
Mencionamos más arriba el sistema “just in time”.
Veamos un poco de qué se trata. Ante todo, dicho
sistema prevé una reducción extrema de las
reservas (de insumos, materias primas, productos,
infraestructura edilicia, trabajadores destinados a
la manipulación de stocks, etc) porque busca
producir lo estrictamente necesario y para un
momento dado del proceso de producción. Las
transformaciones introducidas por el “just in
time” generan condiciones para una nueva
valorización ampliada del capital. Como lo señala
Coriat: ”En las industrias que funcionan sobre la
base del continuo lanzamiento de productos
nuevos (incluso si las variaciones son mínimas),
donde la competencia influye menos en el costo
que en los productos, éste deseo de obtener una
organización “flexible”, susceptible de adaptarse
rápidamente a las variaciones del mercado, es el
origen más frecuente de las modificaciones de la
línea de montaje. Si se razona en términos
formales, en el ciclo general de producción y
realización de la mercancía:
(D-M...(p)...M’-D’)
La economía afecta a la vez al tiempo de
producción (p) y al tiempo de circulación (M’-D’).
En términos fordianos, y por emplear la expresión
de Neriuns, se ha efectuado un nuevo progreso en
la producción sin depósito, mientras que se
conservan en sus rasgos esenciales las ventajas
iniciales obtenidas del principio de la producción
del flujo continuo”(13) De lo anterior se deduce
que el sistema justo a tiempo presenta
condiciones para una mejor adecuación del
proceso de producción a las variaciones de las
demandas. Pero por encima de éste, el sistema
“justo a tiempo” presiona sobre el trabajador con
vistas a lograr una mayor intensidad del trabajo.
El obrero nunca produce para la reserva, incluso
si no tiene nada que hacer. Un obrero que puede
ahorrar algunos segundos de su ciclo de trabajo
no debe tomar la iniciativa de apoyar a sus
compañeros a buscar otra tarea que cumplir. Es
mejor que permanezca pasivo; así, la dirección y
los miembros del equipo pueden constatar que
hay tiempo libre que puede ser utilizado en una
tarea regular. Esto impone una gran flexibilidad
en la distribución de las tareas. A su vez, dicha
flexibilidad y la eliminación del tiempo muerto
exigen y refuerzan las características del trabajo
que hemos visto. O sea, para lograr tal flexibilidad
las tareas deben ser descompuestas en unidades
lo más pequeñas posibles, cada tarea debe ser
preciada de tal suerte que pueda ser fácilmente
reasignada; la calificación para cada uno debe ser
del nivel más bajo posible. Por lo tanto, es obvio
que el objetivo de la introducción de la flexibilidad
y la automatización es la descalificación,
desorganización e intensificación del trabajo. Y es
que producir “justo a tiempo” demanda una gran
tensión en todos los puntos de complejo de
trabajo, porque la consigna es “continuidad”, no
detener el flujo permanente de producto.
Esta tensión se traslada, a su vez, a las empresas
contratistas y a sus trabajadores, porque el
sistema justo a tiempo se complementa con una
generalización del sistema de contratos, de
compra de piezas a otras empresas. Con ella, la
fábrica de montaje flexible se descarga de los
gastos de stocks, mientras que la firma
subcontratista está obligada a mantenerlos para
estar en condiciones de entregar sus productos en
el momento en que la empresa consumidora los
necesite. Los abastecedores también deben
verificar sus productos y cubrir los costos de
entrega directa a la fábrica de montaje. En la
medida en que los medios de entrega directa se
perfeccionan, el porcentaje del subcontratismo
tiende a aumentar. De igual forma, ya que el
sistema de “producción flexible” se basa en la
estandarización y la regulación de todos los
trabajos, lo que no está adaptado a éste modelo,
como el trabajo de construcción y de
acondicionamiento del medio ambiente, es
igualmente atribuido al subcontratismo, cuyos
trabajadores se encuentran menos remunerados y
ampliamente des sindicalizados.
Ya hemos visto las virtudes que se le atribuyen a
éste sistema: el capital se democratizaría
eliminado el monopolio. Sin embargo, debemos
objetar que, por un lado, la descentralización
completa es prácticamente inexistente y por otro
el sistema de subcontrato no implica de ninguna
forma una real autonomía de la pequeña y
mediana empresa frente a la grande. Por el
contrario, las decisiones estratégicas sobre la
producción, los procesos y productos siguen en
manos de los monopolios, que imponen
condiciones cada vez más duras a los contratistas.
Por otra parte, el sistema de contratos sí tiene
influencia sobre la clase obrera, porque con esta
forma de organización de la producción el capital
alcanza a crear dos categorías de obreros: los de
la fábrica principal, protegidos por el sindicato y
habitualmente tratado de forma paternal por la
empresa, y los de las fábricas de subcontratistas,
normalmente no sindicalizados que no tienen
ninguna protección contra los despidos y no
gozan de ningún alivio en caso de desempleo. En
Japón, donde este sistema está extendido, la
amplia masa de trabajadores ocupados en este
sector corresponde a mujeres, minorías étnicas,
trabajadores provenientes del sector agrícola,
inmigrantes, etc.
Llegamos así a una caracterización de lo que
consideramos los rasgos fundamentales de este
nuevo modelo de organización de la producción
industrial, tanto en lo que tiene de novedoso como
en lo que no, respecto al viejo modelo taylorista-
fordista. Nos resta señalar algunas de sus grietas
que lo socavan y extraer de todo esto algunas
conclusiones.
Algunas grietas
Como forma específica de controlar las energías
humanas, el dominio que establecen las nuevas
formas de organizar el trabajo sobre el trabajo no
es total. La sustancia nunca puede ser contenida
por la forma. Aquella siempre desborda por los
costados. La grieta principal que se abre bajo los
pies del toyotismo es que el principal factor de
producción que necesita, está constituido por
seres de carne y hueso, es decir, seres en esencia
conscientes y libres. El capital depende del
trabajo, pues no es otra cosa que trabajo
enajenado. Toda la estrategia toyotista se basa en
hacer pasar por “el mejor de los mundos posibles”
a unas formas de existencia alienadas, donde los
grados de intensificación y explotación del trabajo
crecen continuamente, en donde la “democracia”
de los equipos productivos es sólo una broma de
mal gusto (el llamado campo progresista es parte
integrante de esta estrategia toyotista).
Pero por fuera de las abstracciones teóricas, en la
década del noventa se han producido grietas
concretas y empíricas, sus circunstancias
objetivas se conocen por un estudio de campo
realizado por estudiosos del sindicato Toyota. Sus
resultados apuntan claramente a una caída
reciente de la lealtad de los trabajadores hacia la
empresa: sólo un 20% de los trabajadores jóvenes,
entre los 20 y 30 años, afirman querer seguir
trabajando en la misma empresa hasta la
jubilación. El otro 80% está a la espera de una
buena oportunidad para irse y cambiar de trabajo.
Otro factor de inestabilidad lo representa la
dependencia que tienen las empresas grandes de
la producción realizada por los trabajadores
pertenecientes a empresas subcontratistas, mano
de obra casi siempre menos controlada, difícil y a
menudo rebelde. Por supuesto que las grietas no
implican luchas generalizadas y abiertas, pero sí
invisibles, a menudo sordas, pero que siempre, en
última instancia, preñan de furia la semilla del
futuro.
En nuestros oídos están tantos lamentos de
miseria,
En nuestros cuerpos el sangrado interno de
volcanes sofocados
En nuestras cabezas, la erupción de la rebelión.
¿Cómo puede haber calma cuando la tempestad
aún no ha venido? (Linton Kwesi Johnson, Dos
tipos de silencio.)
CITAS
(1) (1) Coriat, Benjamín: El taller y el robot,
Siglo XXI, México, 1992.
(2) (2) Holloway, John: La rosa roja de Nissan,
en Cuadernos del sur 6, 1987.
(3) (3) Marx: Capital y tecnología (Manuscritos
inéditos de 1861-63, México, Terra Nova, 1980,
p.l58.
(4) (4) Coriat, Benjamin, p.68.
(5) Hideo, Totsuka: La sociedad corporativa
japonesa, en Herramienta1, Ediciones Antídoto.
(6) (6) idem.
(7) (7) Coriat, Benjamín, p.70.
(8) (8) Coriat, Benjamín, p.73.
(9) (9) Muto Ichiyo: Toyotismo. Lucha de clases e
innovación tecnológica en Japón. Editorial
Antídoto. pag. 73
(10) (10) Coriat, Benjamin, pag.79.
(11) (11) Coriat, Benjamín: El taller y el
cronómetro. Ensayo sobre el toyotismo, el
fordismo y la producción en masa, SXXI, México,
1991, p.l66.
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ESPECIALIZACIÓN FLEXIBLE
La tercera gran teoría del posfordismo es la de la especialización flexible. A partir de ésta nace el interés por los encadenamientos productivos como ventaja comparativa (Piore/Sabel). En sus formulaciones originales, la especialización flexible anunció el agotamiento de la producción en masa estandarizada, aunque derivándola de los cambios en las preferencias de consumo, es decir, el paso de una economía de productores a otra de consumidores, con cambios frecuentes de presentación y de productos y a la producción en pequeños lotes. La articulación entre tecnología reprogramable barata, y pequeña y mediana empresa, daba la clave a Piore y Sabel para acuñar la utopía de la pequeña producción competitiva frente a las grandes corporaciones. Se trataba también de la emergencia de un nuevo artesanado de las pequeñas y medianas empresas (PyMes): polivalente, flexible, con capacidad de decisión en el proceso de trabajo y con relaciones cordiales con sus patrones. A lo anterior se agregó la posibilidad de que las PyMes formaran tejidos de empresas en territorios pequeños, con relaciones de solidaridad e instituciones locales de apoyo que dieran ventajas competitivas con relación a las empresas grandes. Es decir, el futuro del trabajo humano no era otro que un nuevo artesanado laborando en pequeñas y medianas compañías de alta calidad y competitividad, conformando redes sociales y empresarias en
ambientes locales. Sin embargo, la teoría de la especialización flexible no logró comprobar, fuera de argumentos lógicos basados en el supuesto tránsito hacia la producción en pequeños lotes y ciertos ejemplos en Italia, Alemania o Estados Unidos, que la gran corporación estuviera en decadencia, sobre todo que por su gigantismo fuera menos innovadora que las PyMes. En particular la producción en masa no tendió a desaparecer, sino que alimenta a la producción por lotes a través de insumos o componentes; además, la producción por lotes dirigida a sectores de ingreso medio y alto no asegura el crecimiento del producto a nivel internacional, y, sobre todo, oculta que buena parte del éxito o permanencia en el mercado de las PyMes se debe a que funcionan como subcontratistas con salarios y condiciones de trabajo peores que las grandes.
La obra pionera de Piore y Sabel (The New Industrial Divide) marca un primer giro en la definición de las formas y modalidades de la transición del modelo fordista de producción monoproducto y rígido a un modelo de producción multi-producto y flexible. El punto de partida de este enfoque es el papel nuevo que parecen jugar las PYMEs tras el desencadenamiento de la crisis. En cierta manera, apunta a elevar los fenómenos de descentralización productiva al rango de nuevo modo de funcionamiento global de la economía. A pesar de la riqueza del debate provocado, esta modelización del espacio posfordista se ve sesgada por la formalización del período fordista que acepta. En otros términos, el determinismo estructuralista rebota en la interpretación del nuevo modo de regulación, tal y como había caracterizado la modelización "a posteriori" de las armonías del fordismo. Sobre este tema, la descripción del paso histórico del fordismo al modelo de especialización flexible es iluminadora. Para Piore y Sabel, el fordismo se basaba en condiciones técnico-económicas de producción (producción en serie) cuya viabilidad se veía asegurada por las dimensiones de los mercados y la composición de la demanda. En este sentido, el "productor fordista" como "productor en masa" se organizaba para producir en grandes volúmenes un único bien poco diferenciado. De este binomio, producción en serie/consumo de masa, se desprendía una organización correspondiente del trabajo (y por tanto de la relación salarial) basada en la doble jerarquización taylorista: horizontal (parcelización de las tareas) y vertical (entre concepción y ejecución) (Montmollin y Pastré 1984).
La coherencia macroeconómica se veía asegurada entonces por la casi-virginidad de los mercados durante la fase expansiva del ciclo de vida de los bienes de consumo duraderos. De ahí la preeminencia de los grandes oligopolios integrados, dedicados a la gestión de un producto gracias a las economías de especialización realizadas mediante un proceso lineal a gran escala (Coriat 1990). Enfrente, las PYMEs se veían confinadas a un papel marginal repartiéndose los mercados subalternos de bienes de equipo y de bienes de consumo de lujo cuya producción no podía estandarizarse o masificarse. Con el mismo determinismo con el que se llegaba a la definición del dualismo de la estructura productiva se circunscribía, por extensión, la existencia de una segmentación correspondiente del mercado de trabajo, entre un sector central con garantías (el de las grandes concentraciones industriales fordistas) y un sector precario no-protegido (el de las PYMEs). Finalmente, se considera que el papel regulador del Estado Providencia y en especial de los convenios colectivos aseguraba un crecimiento armonioso de los salarios y la productividad. Las políticas económicas y monetarias de tipo keynesiano debían rizar el modelo al asegurar un contexto macroeconómico de crecimiento estable de la demanda que permitiera la planificación de las inversiones. La definición del modelo de "especialización flexible" deriva precisamente de la inversión del dualismo industrial descrito arriba. El estrechamiento progresivo de los mercados de bienes estandarizados habría trastornado las normas de rentabilidad de las grandes concentraciones industriales fordistas. En efecto, la supremacía de la gran industria taylorista, cuyo símbolo era la industria del automóvil, se basaba en equipos especializados y muy costosos. Pero, a consecuencia de la inestabilidad cuantitativa y cualitativa de la demanda, la rentabilización de semejante aparato productivo se hacía cada vez más difícil.
El paso a un crecimiento lento e inestable, marcado por una demanda sometida a una obsolescencia rápida, habría determinado la nueva centralidad de las pequeñas unidades productivas. Gracias a su flexibilidad, incluso a su capacidad de reaccionar casi instantáneamente a las fluctuaciones de la demanda, las PYMEs superarían a las grandes empresas "rígidas". De ahí
la afirmación de una nueva forma de especialización "plegable". Se trataría de la instalación tendencial de un nuevo paradigma industrial, más descentralizado y más innovador, cuyas condiciones técnicas y relaciones sociales representarían una verdadera superación del modelo fordista. En fin, se trataría de la conjugación de formas nuevas y más "democráticas" de integración entre firmas, según un modelo de casi-integración vertical (Enrietti 1987), que daría vida a zonas de desarrollo (los distritos industriales) territorialmente homogéneos (Becattini 1987), con relaciones sociales que permitirían el consenso y excluirían el dualismo en la sociedad (Lipietz, Leborgne 1988).
La "bifurcación" hacia el nuevo paradigma aparece entonces como un "desplazamiento de centralidad", del segmento de la gran industria al de la pequeña empresa innovadora y dinámica. Más en general, habría una especie de retorno a las tradiciones artesanales y a sus instituciones. Precisamente, la inercia institucional de las tradiciones y las formas sociales antiguas permitiría a determinados países y regiones, más que a otros, realizar con éxito esta mutación (A. Bagnasco 1977). Estos complementos antropológicos completan una modelización cuyo determinismo evacua toda localización de las relaciones de causalidad subjetivas y contradictorias de un desplazamiento semejante.
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Henri FayolDe Wikipedia, la enciclopedia libreSaltar a: navegación, búsqueda
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Henry Fayol (Estambul, 1841 - París, 1925) fue un ingeniero y teórico de la Administración de empresas.
Fundador de la teoría clásica de la administración, nació en Constantinopla1 en el seno de familia burguesa, vivió las consecuencias de la Revolución Industrial y más tarde, la Primera Guerra Mundial. Se graduó en ingeniería de minas a los 19 años1 en el año 1860 e ingresó a una empresa metalúrgica y carbonífera, donde desarrolló toda su carrera. A los 25 años fue nombrado gerente de las minas y a los 47 ocupó la gerencia general de la Compagnie Commantry Fourchambault et Decazeville, que entonces se hallaba en situación difícil. Su administración fue muy exitosa. En 1918 entregó la empresa a su sucesor, en una situación de notable estabilidad.
Henri Fayol
En 1878 en el Congreso de París de la Sociedad Industrial Minera, celebrado con motivo de la Exposición Universal, Fayol presentó un informe sobre la alteración y la combustión espontánea de la hulla expuesta al aire. Este trabajo tuvo una gran acogida y consagró a Fayol como un hombre de ciencia. En 1888 había alcanzado ya el puesto de director general de la Commentry ferdinan. Se jubiló en 1918. Es sobre todo conocido por sus aportaciones en el terreno del pensamiento administrativo. Expuso sus ideas en la obra Administración industrial y general, publicada en Francia en 1916. Tras los aportes realizados por Taylor en el terreno de la organización científica del trabajo, Fayol, utilizando una metodología positivista, consistente en observar los hechos, realizar experiencias y extraer reglas, desarrolló todo un modelo administrativo de gran rigor para su época. En otra obra suya, La incapacidad industrial del estado (1921), hizo una defensa de los postulados de la libre empresa frente a la intervención del Estado en la vida económica.
Contenido
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1 Fayolismo o 1.1 Las seis funciones básicas de la empresa o 1.2 Principios de la Administración
2 Libros publicados 3 Véase también 4 Notas y Referencias 5 Enlaces externos
[editar] Fayolismo
El modelo administrativo de Fayol se basa en tres aspectos fundamentales: la división del trabajo, la aplicación de un proceso administrativo y la formulación de los criterios técnicos que deben orientar la función administrativa. Para Fayol, la función administrativa tiene por
objeto solamente al cuerpo social: mientras que las otras funciones inciden sobre la materia prima y las máquinas, la función administrativa sólo obra sobre el personal de la empresa. Fayol resumió el resultado de sus investigaciones en una serie de principios que toda empresa debía aplicar: la división del trabajo, la disciplina, la autoridad, la unidad y jerarquía del mando, la centralización, la justa remuneración, la estabilidad del personal, el trabajo en equipo, la iniciativa, el interés general, etc.
Hizo grandes contribuciones a los diferentes niveles administrativos. Escribió Administration industrielle et générale, el cuál describe su filosofía y sus propuestas.
[editar] Las seis funciones básicas de la empresa
Fayol dividió las operaciones industriales y comerciales en seis grupos:
- Funciones Técnicas: Relacionadas con la producción de bienes o de servicios de la empresa.
- Funciones Comerciales: Relacionadas con la compra, venta e intercambio.
- Funciones Financieras: Relacionadas con la búsqueda y gerencia de capitales.
- Funciones de Seguridad: Relacionadas con la protección y preservación de los bienes de las personas.
- Funciones Contables: Relacionadas con los inventarios, registros balances, costos y estadísticas.
- Funciones Administrativas: Relacionadas con la integración de las otras cinco funciones. Las funciones administrativas coordinan y sincronizan las demás funciones de la empresa, siempre encima de ellas.1
Esta escuela es contemporánea a la de la Administración Científica, cuyo fundador fue Frederick Winslow Taylor.
[editar] Principios de la Administración
Además es considerado el fundador de la escuela clásica de administración de empresas, fue el primero en sistematizar el comportamiento gerencial y estableció los 14 principios de la administración:
1. División del trabajo: especialización de las tareas de las personas para aumentar la eficiencia.
2. Autoridad y responsabilidad: autoridad es el derecho de dar órdenes y el poder de esperar obediencia; la responsabilidad es una consecuencia natural de la autoridad e implica el deber de rendir cuentas. Ambas deben estar equilibradas entre si.
3. Disciplina: obediencia, dedicación, energía, comportamiento y respeto de las normas establecidas.
4. Unidad de mando: cada empleado debe recibir órdenes de un sólo superior. Es el principio de la autoridad única.
5. Unidad de dirección: asignación de un jefe y un plan a cada grupo de actividades que tengan el mismo objetivo.
6. Subordinación de los intereses individuales a los generales: los intereses generales deben estar por encima de los intereses particulares.
7. Remuneración del personal: debe haber (en cuanto retribución) satisfacción justa y garantizada para los empleados y para la organización.
8. Centralización: concentración de la autoridad en la cúpula jerárquica de la organización.
9. Cadena escalar: línea de autoridad que va del escalón más alto al más bajo. Es el principio de mando.
10. Orden: debe existir un lugar para cada cosa y cada cosa debe estar en su lugar, es el orden material y humano.
11. Equidad: amabilidad y justicia para conseguir la lealtad del personal.12. Estabilidad del personal: la rotación tiene un impacto negativo en la eficiencia de
la organización. Cuanto más tiempo permanezca una persona en un cargo, tanto mejor para la empresa.
13. Iniciativa: capacidad de visualizar un plan y asegurar personalmente su éxito.14. Espíritu de equipo: la armonía y unión entre las personas constituyen grandes
fortalezas para la organización.
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Max WeberDe Wikipedia, la enciclopedia libreSaltar a: navegación, búsquedaPara otros usos de este término, véase Max Weber (desambiguación).
Max Weber
Nombre completo Maximilian Karl Emil Weber
Nacimiento 21 de abril de 1864
Erfurt, Provincia de Sajonia
Defunción 14 de junio de 1920
(56 años)
Munich, Bavaria
Ocupación Historiador, polítólogo, filósofo,
jurista, sociólogo, economista
Nacionalidad Alemana
Movimientos antipositivismo
Obras notables La ética protestante y el espíritu del
capitalismo.
Economía y sociedad.
Influido por[mostrar]
Influyó a[mostrar]
Maximilian Carl Emil Weber (Erfurt, 21 de abril de 1864 – Múnich, 14 de junio de 1920) fue un filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán, considerado uno de los fundadores del estudio moderno, antipositivista, de la sociología y la administración pública. A pesar de ser reconocido como uno de los padres de la sociología, Weber nunca se vio a sí mismo como un sociólogo, sino como un historiador;1 para él, la sociología y la historia eran dos empresas convergentes. Sus trabajos más importantes se relacionan con la sociología de la religión y el gobierno, pero también escribió mucho en el campo de la economía. Su obra más reconocida es el ensayo La ética protestante y el espíritu del capitalismo, que fue el inicio de un trabajo sobre la sociología de la religión 2 .
Weber argumentó que la religión fue uno de los aspectos más importantes que influyeron en el desarrollo de las culturas occidental y oriental. En otra de sus obras famosas, La ciencia como vocación, la política como vocación, Weber definió el Estado como una entidad que detenta el monopolio de la violencia y los medios de coacción, una definición que fue fundamental en el estudio de la ciencia política moderna en Occidente. Su teoría fue ampliamente conocida a posteriori como la tesis de Weber 3 4 5 .
Contenido
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1 Vida y carrera o 1.1 Weber y la política alemana
2 Logros o 2.1 Sociología de la religión
2.1.1 La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo 2.1.2 La religión de China: confucionismo y taoísmo 2.1.3 La religión en la India: la sociología del hinduismo y el
budismo 2.1.4 Judaísmo antiguo
o 2.2 Sociología de las políticas y gobierno o 2.3 Economía
3 Otros datos o 3.1 Listado de trabajos
4 Véase también 5 Referencias 6 Enlaces externos
[editar] Vida y carrera
Max Weber.
Max Weber nació en Erfurt, Turingia en Alemania, siendo el mayor de los siete hijos de Max Weber (padre), jurista y político destacado del Partido Liberal Nacional en la época de Bismarck y funcionario protestante, y de su esposa Helene, una calvinista moderada. Uno de sus hermanos, Alfred Weber, también fue sociólogo y economista.
Debido a la vida pública de su padre, Weber creció en un ambiente familiar inmerso en la política, y su hogar recibió la visita de prominentes académicos y figuras públicas. Al mismo tiempo, Weber demostró ser intelectualmente precoz. El regalo de Navidad que le hizo a sus padres en 1876, cuando contaba con trece años, resultó ser un par de ensayos históricos, titulados "Sobre la maldición de la historia alemana, con referencias especiales a la posición del emperador y el papa" y "Sobre el período del Imperio romano desde Constantino a la migración de las naciones". Parecía ya claro entonces que Weber se dedicaría a las ciencias sociales. A la edad de catorce años escribió cartas llenas de referencias a Homero, Virgilio, Cicerón y Tito Livio, y antes de ingresar a la universidad ya poseía un extenso conocimiento sobre Goethe, Spinoza, Kant y Schopenhauer.
Max estudió en las universidades de Heidelberg, Berlín y Gotinga, interesándose especialmente por el Derecho, la Historia y la Economía.
En 1882, Weber ingresó en la Universidad de Heidelberg como estudiante de Derecho. Se incorporó a la fraternidad de su padre y escogió el campo de las leyes al igual que él. Aparte de estos estudios, tomó clases de economía y estudió historia medieval. Tuvo por profesores, entre otros, a su tío, el historiador liberal alemán Hermann Baumgarten, autor de dos voluminosas obras sobre historia española antigua y moderna e hijo y nieto de pastores protestantes. Adicionalmente, Weber realizó extensas lecturas sobre temas teológicos.
De manera intermitente sirvió en el ejército alemán en Estrasburgo y, en otoño de 1884, regresó a casa de sus padres para estudiar en la Universidad de Berlín. Los siguientes ocho años Weber vivió en casa de sus padres, primero como estudiante, luego como ayudante en las cortes de Berlín y finalmente como docente en la universidad. Su residencia en casa de sus padres fue interrumpida únicamente por un semestre de estudio en la Universidad de Gotinga y por cortos períodos ocasionales de entrenamiento militar adicional. En 1886 Weber aprobó los exámenes de "Referendar", que le permitían ejercer como abogado.
A finales de la década de 1880, Weber profundizó sus estudios de historia. Obtuvo un doctorado en leyes en 1889, y escribió una tesis doctoral sobre historia legal titulada La historia de las organizaciones medievales de negocios. Dos años después, Weber completó su Habilitationsschrift, La historia agraria romana y su significación para la ley pública y privada. Habiéndose así convertido en Privatdozent, Weber estaba calificado en Alemania para obtener un cargo como profesor universitario.
Durante el tiempo transcurrido entre la conclusión de su tesis y el momento en que fue habilitado como profesor, Weber comenzó a interesarse en política social contemporánea. En 1888, se unió a la Verein für Socialpolitik, la para entonces nueva Asociación Profesional de Economistas Alemanes. Esta asociación, afiliada a la escuela histórica, consideraba que el aporte principal de la economía era la solución de los problemas sociales de mayor impacto durante la época, y fue pionera en el uso de estudios estadísticos a gran escala en el análisis económico. En 1890 la Verein creó un programa de investigación para examinar «la cuestión polaca», término usado para referirse al flujo de trabajadores agrícolas extranjeros hacia Alemania oriental, mientras sus trabajadores locales migraban a las ciudades en proceso acelerado de industrialización. Weber fue puesto a cargo de este estudio y redactó una parte considerable de sus resultados. El reporte final fue elogiado ampliamente como un excelente trabajo de investigación empírica, cimentando la reputación de Weber como experto en economía agraria.
Weber obtuvo un éxito considerable en la década de los años 1890. En 1893, se casó con una prima lejana llamada Marianne Schnitger, quien posteriormente se convertiría en feminista y escritora por derecho propio, además de volverse un factor decisivo en la recopilación y publicación de trabajos poco conocidos de Weber posterior a su muerte en 1920. En 1894 la pareja se mudó a Freiburg, donde Weber fue nombrado como profesor junior de economía en la Universidad de Freiburg, cargo que posteriormente aceptaría en la Universidad de Heidelberg en 1897. Durante ese mismo año murió su padre, dos meses después de que ambos sostuvieran una discusión muy fuerte, respecto a la cual nunca tuvieron la oportunidad de hacer las paces. A partir de entonces, Weber se vuelve cada vez más propenso al nerviosismo y al insomnio, lo cual dificulta su capacidad de dar clases y cumplir con sus tareas como profesor. Por tanto, se vio obligado a disminuir y eventualmente detener su trabajo académico, dejando su último curso, en el otoño de 1899, sin terminar. Después de meses en un sanatorio durante el verano y otoño de 1900, Weber y su esposa Marianne viajaron a Italia a finales de este año, para no regresar sino hasta abril de 1902.
Después de su inmensa productividad en los tempranos 1890s, Weber no publicó un solo ensayo entre comienzos de 1898 y finales de 1902, y finalmente renuncia a su cargo de
profesor en otoño de 1903. Sin embargo, continuó trabajando como profesor privado, ayudado por una herencia obtenida en 1907.
El mismo año de su renuncia al cargo de profesor, Weber acepta el cargo de editor asociado del Archivo de Ciencias Sociales y Bienestar Social junto a sus colegas Edgar Jaffé y Werner Sombart. En 1904, visitó los Estados Unidos y participó en el Congreso de las Artes y las Ciencias, que se realizó junto a la Exposición Universal de San Luis. En 1904, comienzan a aparecer en esta publicación lo que serían los principales trabajos de Weber, siendo en 1905 cuando se publica su ensayo La ética protestante y el espíritu del capitalismo, el cual se convirtió en su trabajo más popular y sentó las bases para su trabajo futuro sobre el impacto de la cultura y la religión en el desarrollo de los sistemas económicos. La importancia del ensayo es tal, por cierto, que resultó ser el único de sus escritos que fue publicado como un libro mientras él vivió.
En 1912, Weber intentó organizar un partido político de izquierda que combinase social-demócratas y liberales, pero su intento fracasó debido al miedo que muchos liberales sentían hacia los ideales revolucionarios de los social-demócratas.
Durante la Primera Guerra Mundial, Weber sirvió por un tiempo como director de los hospitales del ejército en Heidelberg. En 1915 y 1916 formó parte de grupos que intentaban mantener el control alemán en Bélgica y Polonia después de la guerra. Las opiniones de Weber sobre la guerra, y también sobre la expansión del imperio alemán, cambiaron durante ésta. En 1918, fue miembro del consejo de obreros y soldados de Heidelberg. El mismo año se convirtió en consultor de la Comisión del Armisticio Alemán para el Tratado de Versalles y la comisión le asignó el borrador de la Constitución de Weimar. Weber temía intensamente una revolución comunista en Alemania y se decantaba a favor de insertar el artículo 48 en la constitución. Este artículo fue aprovechado posteriormente por Adolf Hitler para declarar la ley marcial y obtener potestades de dictador.
A partir de ese mismo año de 1918, Weber retomó la docencia, primero en la Universidad de Viena y luego, en 1919, en la Universidad de Múnich. En Múnich, fue director del primer instituto de sociología creado en una universidad alemana, aun cuando jamás ejerció una cátedra de sociología a lo largo de su vida.
Max Weber murió de neumonía en Múnich el 14 de junio de 1920. Debe destacarse que muchos de los trabajos que son famosos ahora, fueron reunidos, revisados y publicados póstumamente. Luminarias de la sociología, como Talcott Parsons y C. Wright Mills hicieron interpretaciones significativas de los trabajos de Weber.
[editar] Weber y la política alemana
[editar] Logros
Aplicó la investigación sociologica a diversos campos: política, derecho, economía, música y religión. Junto a Karl Marx, Vilfredo Pareto, Ferdinand Tönnies y Émile Durkheim, Max Weber fue uno de los fundadores de la sociología moderna. Mientras Pareto y Durkheim
trabajaron en la tradición positivista siguiendo los postulados de Auguste Comte, Weber creó y trabajó en una tradición antipositivista, idealista y hermenéutica, al igual que Werner Sombart, su amigo y para entonces, el más famoso representante de la sociología alemana. Estos trabajos iniciaron la revolución antipositivista en las ciencias sociales, que marcó la diferencia entre éstas y las ciencias naturales, especialmente debido a las acciones sociales de los hombres. Los primeros trabajos de Weber estaban relacionados con la sociología industrial, pero son más conocidos sus últimos trabajos sobre sociología de la religión y sociología del gobierno.
[editar] Sociología de la religión
La obra de Weber sobre sociología de la religión se abre con el ensayo La ética protestante y el espíritu del capitalismo y continúa con La religión en China: confucianismo y taoísmo, La religión de India: la sociología del hinduismo y budismo y Judaísmo antiguo. Su trabajo sobre otras religiones fue interrumpido por su muerte en 1920, quedando pendiente la continuación de los estudios sobre judaísmo antiguo con el estudio de los salmos, el libro de Jacob, el Talmud, cristianismo temprano e Islam.
Sus tres ideas principales eran: el efecto de las ideas religiosas en las actividades económicas, la relación entre estratificación social e ideas religiosas, y las características singulares de la civilización occidental.
Su objetivo era encontrar razones que justificaran la diferencia entre el proceso de desarrollo de las culturas Occidental y Oriental. En el análisis de sus descubrimientos, Weber mantuvo que las ideas religiosas puritanas (y más ampliamente, cristianas) habían tenido un impacto importante en el desarrollo del sistema económico de Europa y los Estados Unidos, pero destacó que esas no eran las únicas causas del desarrollo. Entre otras causas que mencionó Weber encontramos el racionalismo en la búsqueda científica, mezclar observación con matemática, estudio sistemático y jurisprudencia, sistematización racional de la administración gubernamental, y empresa económica. Al final, el estudio de la sociología de la religión, de acuerdo con Weber, apenas exploraba una fase de la emancipación de la magia, ese «desencantamiento del mundo» que él atribuía como un aspecto distintivo importante de la cultura occidental.
[editar] La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo
El ensayo de Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, es su obra más conocida. Se dice que este trabajo no debería ser visto como un estudio detallado del protestantismo, sino como una introducción a obras posteriores de Weber, en especial a sus estudios de la interacción entre varias ideologías religiosas y comportamientos económicos, principalmente del capitalismo y su espíritu.
En La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo, Max Weber presenta la tesis de que la ética y las ideas puritanas influyeron en el desarrollo del capitalismo. La devoción religiosa es usualmente acompañada de rechazo a los asuntos mundanos, incluyendo el
rechazo a la búsqueda de una mejor posición económica. ¿Por qué no es éste el caso del protestantismo? Weber se refiere a esta paradoja.
Define al «espíritu del capitalismo» como las ideas y hábitos que favorecen la búsqueda racional de ganancias económicas. Weber señala que tal espíritu no existe solamente en la cultura occidental, cuando lo consideramos una actitud presente en los individuos ya que también hay que tomar en cuenta que estos individuos – empresarios heroicos, como él los llama – no podrían, por sí solos, establecer un nuevo orden económico (capitalismo). Entre las tendencias identificadas por Weber estaban la ambición de ganancias con un mínimo esfuerzo, la idea de que el trabajo es una maldición y una carga que debe evitarse, especialmente cuando las ganancias de éste exceden lo que es necesario para una vida modesta. «Para que una forma de vida bien adaptada a las peculiaridades del capitalismo», escribió Weber, «pueda superar a otras, debe originarse en algún lugar, y no solo en individuos aislados, sino como una forma de vida común a grupos enteros de personas».
Después de definir al espíritu del capitalismo, Weber argumenta que hay muchas razones para buscar sus orígenes en las ideas religiosas de la Reforma. Muchos otros observadores, tales como William Petty, Montesquieu, Henry Thomas Buckle y John Keats, también han comentado la afinidad entre el protestantismo y el desarrollo del espíritu comercial.
Weber mostró que algunos tipos de protestantismo favorecían la búsqueda racional del beneficio económico y actividades mundanas que han tenido un significado espiritual y moral positivo. No era el objetivo de esas ideas religiosas, sino más bien un producto - la lógica inherente de dichas doctrinas y los consejos derivados directa o indirectamente, promovían la planificación y auto-negación de la búsqueda de un beneficio económico.
Weber indicó que la razón del abandono de su investigación sobre el protestantismo fue que su colega Ernst Troeltsch, un teólogo profesional, había comenzado a trabajar en el libro Las enseñanzas sociales de las iglesias y sectas cristianas. Otra causa de la decisión de Weber fue que ese ensayo proporcionaba la perspectiva para una amplia comparación entre religión y sociedad, la cual continuó en sus obras posteriores.
La expresión «ética del trabajo», utilizada en comentarios actuales se deriva de la"«ética protestante» discutida por Weber. Fue adoptada cuando la idea de la ética protestante fue generalizada para adaptarse a los japoneses sintoistas, judíos y otros no-cristianos.
Max Weber fue sin duda uno de los estudiosos que más se ha acercado a comprender el capitalismo, a no ser por su incomprensión respecto a la Mitología Germánica antigua. Maximiliano E. Korstanje sugiere que Weber estaba en lo correcto al señalar que el génesis capitalista nacía de la predestinación, empero no era la Reforma el movimiento que inicia el capitalismo sino la propia matriz cultural germánica, en donde la predestinación ya jugaba un rol importante. Los críticos de Weber enfatizan en Holanda, un país originalmente católico pero que pronto experimentó avances notables en materia industrial. Según Korstanje, el pujante crecimiento de Holanda no está determinado por su afiliación religiosa, sino por su herencia nórdica. Las estructuras mitológicas germánicas han conferido valores específicos a Europa y Estados Unidos para la consolidación del
capitalismo. Entre ellos se encuentran, la predestinación, el trabajo, el amor romántico y la destrucción creativa 6 .
[editar] La religión de China: confucionismo y taoísmo
La religión de China: confucianismo y taoísmo fue el segundo trabajo más importante de Weber sobre la sociología de la religión. Weber se centró en aquellos aspectos de la sociedad china que más distaban de los de la Europa Occidental, especialmente en contraste con el Puritanismo, y se cuestionó por qué el capitalismo no había triunfado en China.
Weber destacaba que el confucianismo toleraba un gran número de cultos populares sin tratar de sistematizarlos en una doctrina religiosa. En lugar de conjeturas metafísicas, enseñaba un ajuste al mundo. El hombre «superior» debía mantenerse al margen de la búsqueda de riquezas. Como consecuencia, ser un funcionario era preferido a ser un hombre de negocios, garantizando un estatus mayor.
La civilización china no tenía ninguna profecía religiosa ni una clase sacerdotal poderosa. El emperador ejercía como sumo sacerdote de la religión de estado y como máximo mandatario.
De acuerdo con el confucianismo, la adoración de grandes deidades es asunto del Estado, mientras que los cultos ancestrales es requerimiento de todos. Toleraba magia y misticismo, al ser herramientas útiles para el control de las masas; sin embargo, los consideraba herejías cuando atacaban el orden establecido (en contraposición al budismo). Nótese que en este contexto, el confucianismo puede ser considerado como culto de estado y el taoísmo como la religión popular.
Weber aseguraba que, mientras que diversos factores favorecieron el desarrollo de la economía capitalista (largos períodos de paz, mejoras en el control de ríos, crecimiento poblacional, libertad para la adquisición de tierras y para la emigración, libre elección laboral) éstos se veían contrarrestados por otros (principalmente debidos a razones religiosas):
Los avances técnicos se oponían a la base de la religión, en el sentido que se consideraba que la alteración de los espíritus ancestrales traía mala suerte. Se prefería la adaptación al mundo que su cambio.
Las ventas de tierra eran a menudo prohibidas o dificultadas. Los grupos familiares protegían a sus miembros de adversidades económicas,
desalentando los pagos de deudas, disciplina laboral, y racionalización de los procesos de trabajo.
Estos grupos familiares impedían el desarrollo de una clase urbana, entorpeciendo del mismo modo las instituciones legales, la codificación de leyes, y la creación de una clase judicial.
Según Weber, el confucianismo y el puritanismo representan dos tipos de racionalización exhaustivos pero mutuamente exclusivos, que tratan de ordenar la existencia humana de acuerdo a ciertas creencias religiosas. Ambos favorecían la sobriedad y el autocontrol,
siendo compatibles con la acumulación de riquezas. Sin embargo, el objetivo del confucianismo era lograr y preservar una posición de estatus, empleándolo como medio para una adaptación al mundo, educación, autoperfección, buenas maneras y piedad familiar. El puritanismo utilizaba dichos medios para crear una herramienta de Dios. Esta intensidad de creencia y entusiasmo de acción eran ajenas a los valores estéticos del confucianismo. Así, Weber afirma que fue la diferencia en la mentalidad lo que contribuyó al desarrollo del capitalismo en Occidente y su ausencia en China.
[editar] La religión en la India: la sociología del hinduismo y el budismo
La religión en la India: como la sociología del hinduismo y el budismo fue la tercera obra más importante de Weber sobre la sociología de la religión. En este trabajo, se trata la estructura de la sociedad india, las doctrinas ortodoxas del hinduismo y las heterodoxas del budismo, las modificaciones por influencia de la religiosidad popular, y finalmente el impacto de las creencias religiosas en la ética secular de la sociedad india.
El sistema social indio se articula a partir del concepto de casta. Éste enlaza directamente con las creencias religiosas y la segregación de la sociedad en grupos. Weber describe el sistema de castas, consistente en los brahmins (sacerdotes), los kshatriyas (guerreros), los vaisyas (mercaderes) y los Shudras (obreros). A continuación, describe cómo se esparció el sistema de castas en la India a través de conquistas, de la marginación de ciertas tribus y de la subdivisión de las propias castas.
Weber se centra especialmente en los Brahmins, analizando por qué han ocupado durante siglos el lugar más destacado en la sociedad. De acuerdo al concepto de dharma, concluye que el pluralismo ético indio es muy diferente de la ética universal del confucianismo y cristianismo. El sistema de castas impide del desarrollo de grupos urbanos con distintos estatus.
Por otra parte, Weber analiza las creencias religiosas hindúes, incluyendo el ascetismo y la visión del mundo hindú, las doctrinas bramánicas ortodoxas, el apogeo y declive del budismo en la India, la restauración hindú, y la evolución de los gurús. Weber se pregunta si la religión tuvo alguna influencia en la rutina mundana, y en su caso, cuál fue su impacto en las conductas económicas. Subraya la idea de un orden mundial inmutable consistente en ciclos eternos de reencarnación y el desprecio de lo mundano, encontrando que el sistema tradicional de castas, apoyado por la religión, ralentizaba el desarrollo económico y el capitalismo.
Weber concluye su estudio de la sociedad y religión en la India combinando sus hallazgos con su trabajo previo sobre China. Destaca que las creencias tienden a interpretar el sentido de la vida como una experiencia mística, que los intelectuales suelen ser apolíticos, y que el mundo social estaba fundamentalmente dividido entre los educados, cuyas vidas se orientaban hacia la conducta ejemplar de un profeta o sabio, y las masas no educadas, cautivas de su rutina y creencias mágicas. No hubo ninguna profecía mesiánica que pudiera haber dotado de un plan y sentido a la vida cotidiana comunes a educados y no educados. Argumenta que fueron precisamente estas profecías mesiánicas en Oriente Próximo los que
evitaron que los países occidentales siguieran los caminos de desarrollo chinos e indios. Su siguiente trabajo, Judaísmo antiguo, fue un intento de probar esta teoría.
[editar] Judaísmo antiguo
En Judaísmo antiguo, su cuarto trabajo más importante sobre la sociología de la religión, Weber explica la combinación de circunstancias que fue responsable de las primeras diferencias entre la religiosidad oriental y occidental. Esto se hizo especialmente patente cuando surgió en el cristianismo occidental el ascetismo intramundano, en contraste con la contemplación mística india. Weber asegura que algunos aspectos del cristianismo (originados en el judaísmo antiguo) tienen como fin conquistar y cambiar el mundo, más que renunciar a sus imperfecciones.
Según Weber, para los judíos, el mundo es un producto histórico diseñado para dar lugar al orden verdadero de Dios. Si bien el judaísmo legó al Cristianismo su hostilidad hacia la magia, Weber define el comportamiento económico judío como «capitalismo paria» e irracional (en referencia al capitalismo «racional» cristiano).
Weber analiza la historia de los judíos, así como su particular relación con Yahvé, la influencia de cultos foráneos, los tipos de éxtasis religioso, y la lucha de los sacerdotes contra el éxtasis y la adoración de ídolos. Además, estudia los aspectos sociales de la profecía bíblica, la orientación social de los profetas y su ética y teodicidad.
[editar] Sociología de las políticas y gobierno
Dentro de la sociología de las políticas y gobierno, el ensayo más significativo de Weber es probablemente La política como vocación. En él, Weber revela la definición de Estado que se ha convertido tan importante en el pensamiento social occidental: que el Estado es la entidad que reclama el monopolio sobre el legítimo uso de la fuerza física. La política se debe entender como cualquier actividad a la que puede dedicarse el Estado para influir sobre la distribución relativa de fuerza. La política, por tanto, se deriva del poder. Un político no debe ser un hombre de la «ética cristiana verdadera», es decir, la de ofrecer la otra mejilla. Alguien partidario de tal ética debería ser considerado como un santo, ya que son únicamente los santos, según Weber, los que la siguen apropiadamente. El reino político no es un reino de santos. Un político ha de abrazar la ética del fin último y la de la responsabilidad, y debe sentir pasión por su advocación y ser capaz de distanciarse él mismo de la materia de sus esfuerzos (los gobernados).
Weber distinguía tres tipos puros de liderazgo político, dominación y autoridad: dominación carismática (familiar y religiosa), dominación tradicional (patriarcas, patrimonialismo, feudalismo), y dominación legal (ley y Estado moderno, burocracia). Según su punto de vista, cada relación histórica entre gobernantes y gobernados contiene elementos que pueden ser analizados con base en esta distinción tripartita. Además, afirma que la inestabilidad de la autoridad carismática inevitablemente lleva a la fuerza a «rutinizarse» en una forma más estructurada de autoridad. Del mismo modo, asegura que en un tipo puro de regla tradicional, una resistencia al maestro suficiente puede llevar a una
revolución tradicional. Por ello, alude a un movimiento inevitable hacia una estructura racional-legal de la autoridad, utilizando una estructura burocrática. Así, esta teoría puede ser vista en ocasiones como una parte de la teoría social evolucionista. Ésta enlaza con su concepto más amplio de racionalización sugiriendo la inevitabilidad de un movimiento en esta dirección.
Weber es también conocido por su estudio de la burocratización de la sociedad, los modos racionales en los que las organizaciones sociales aplican las características de un tipo ideal de burocracia. Muchos aspectos de la administración pública moderna vuelven a él, y un servicio civil clásico y organizado jerárquicamente del tipo continental es denominado servicio civil weberiano, aunque esto es sólo un tipo ideal de administración pública y gobierno descrito en su obra magna Economía y sociedad, y uno que no le gustaba especialmente, ya que lo consideraba únicamente eficiente y exitoso. En su trabajo, Weber hace una descripción, que se ha vuelto famosa, de la racionalización (de la que la burocratización es una parte) como un cambio desde una organización y acción orientada a valores (autoridad tradicional y autoridad carismática) a una organización y acción orientada a objetivos (autoridad racional-legal). El resultado, de acuerdo a Weber, es una «noche polar de oscuridad helada», en la que la racionalización creciente de la vida humana atrapa a los individuos en una jaula de hierro de control racional, basado en reglas. Los estudios sobre la burocracia de Weber le condujeron también a su análisis - correcto, pues resultaría así - de que el socialismo en Rusia llevaría, debido a la abolición del mercado libre y sus mecanismos, a una sobreburocratización (evidente, por ejemplo, en la economía de la escasez) más que a un alejamiento fulminante del Estado (como Karl Marx había predicho que sucedería en una sociedad comunista).
[editar] Economía
Reconocido hoy en día como uno de los fundadores de la sociología moderna, también tuvo un papel importante en el campo de la economía.7 8
Desde el punto de vista de los economistas, Weber es el representante de la escuela de economía alemana histórica más joven. Sus contribuciones más valoradas en este campo es su trabajo La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Se trata de un ensayo sobre las diferencias entre las religiones y la riqueza relativa de sus seguidores. El trabajo de Weber es paralelo al tratado de Sombart sobre el mismo fenómeno, que sin embargo atribuía el auge del capitalismo al judaísmo. Otra contribución de Weber a la economía (así como a las ciencias sociales en general) es su trabajo en la metodología: sus teorías de Verstehen (conocido como comprensión o sociología interpretativa) y de antipositivismo (sociología humanista).
La doctrina de la sociología interpretativa es bien conocida y debatida dada su controversia. Esta tesis asegura que la investigación social, económica e histórica no puede nunca ser totalmente inductiva o descriptiva ya que uno debe siempre aproximarse a ella con un aparato conceptual. Este aparato fue identificado por Weber como tipo ideal. Se basa en lo siguiente: un tipo ideal se forma a partir de características y elementos de ciertos
fenómenos dados, pero no intenta corresponderse con todas las características de un caso particular. Es interesante compararlo con el concepto de Ferdinand Tönnies de tipo normal9
Weber concedió que el empleo de tipos ideales era una abstracción, pero afirmaba que sin embargo era esencial si uno pretendía entender cualquier fenómeno social particular, ya que, a diferencia de los fenómenos físicos, ellos involucran comportamientos humanos que deben ser interpretados por tipos ideales. Esto, junto con su argumentación antipositivista, puede ser visto como la justificación metodológica para la asunción del hombre económico racional (Homo economicus).
Max Weber formuló una teoría de tres componentes de estratificación, cuyos componentes conceptuales son una clase social, un estatus y un partido político.10
La clase social se basa en la relación con el mercado determinada económicamente (nivel económico). El estatus se basa en cualidades no económicas, como el honor, el prestigio o la creencia religiosa. El partido hace referencia a las afiliaciones de carácter político.
Estas tres dimensiones tienen consecuencias en lo que Weber denominó «oportunidades vitales».
Weber hizo múltiples contribuciones a la economía, incluyendo una historia económica de la sociedad agraria romana; o un trabajo sobre los roles duales del idealismo y el materialismo en la historia del capitalismo en su Economía y sociedad, que presenta sus críticas o revisiones de algunos aspectos del marxismo. Finalmente, su Historia económica general es quizá su mayor logro en la investigación empírica.
[editar] Otros datos
Mientras Pareto y Durkheim siguieron las ideas de Comte, trabajando sobre las ideas del positivismo, Weber trabajó dentro del idealismo o la tradición hermenéutica. Clave para entender el proceso de análisis de la realidad social es el concepto de que la sociología debe ser una comprensión interpretativa (o verstehen) de la acción social.
Gran parte del trabajo de las organizaciones procede de su trabajo sobre la burocracia. Ella deriva de la acción racional es la acción social. Sus ideas sobre la relación del protestantismo y el desarrollo del capitalismo son extraordinariamente polémicas. Visto por muchos como una suerte de diálogo con Marx sobre el desarrollo de las sociedades.
Se opuso a la utilización del razonamiento abstracto puro, prefiriendo siempre una investigación empírica y a menudo histórica. Su metodología modela su investigación y la combinación de ambas fundamenta su orientación teórica.
Hermano de Alfred Weber, otro sociólogo destaca
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Frederick Winslow TaylorDe Wikipedia, la enciclopedia libreSaltar a: navegación, búsqueda
Frederick Winslow Taylor
Nacimiento20 de marzo de 1856
Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos
Fallecimiento21 de marzo de 1915 (59 años)
Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos
OcupaciónConsultor y Experto en Administración de
empresas
Conocido por Padre de la Administración Científica
Cónyuge Louise M. Spooner
Frederick Winslow Taylor (20 de marzo de 1856 - 21 de marzo de 1915) fue un ingeniero mecánico y economista estadounidense, promotor de la organización científica del trabajo y es considerado el padre de la Administración Científica.1 En 1878 efectuó sus primeras observaciones sobre la industria del trabajo en la industria del acero. A ellas les siguieron una serie de estudios analíticos sobre tiempos de ejecución y remuneración del trabajo. Sus
principales puntos, fueron determinar científicamente trabajo estándar, crear una revolución mental y un trabajador funcional a través de diversos conceptos que se intuyen a partir de un trabajo suyo publicado en 1903 llamado Shop Management.
Según Antonio Serra Moneda,2 Taylor desde su adolescencia comenzó a perder la vista, además, su cuerpo era de contextura débil y no podía participar de los juegos que los otros organizaban como el béisbol y el tenis. “Obligado al degradante, para un muchacho, papel de espectador, dedicó su vida a concebir cómo mejorar el rendimiento del esfuerzo físico derrochado por los jugadores mediante un diseño más adecuado de los instrumentos por ellos utilizados”. Esta actitud lo marcaría de por vida, para él lo importante era medir el esfuerzo, el lugar y los movimientos para obtener una vasta información y, de ahí, sacar provecho de manera que se diera la mayor eficiencia posible tanto en el deporte como en la producción. Sus biógrafos también lo califican como una persona de actitud inflexible frente a las reglas del juego “incluso un juego de criquet representaba para él una fuente de estudio y de análisis.”
Contenido
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1 Teoría 2 Principios de la Industria del trabajo 3 Gestión científica 4 Referencias 5 Véase también
[editar] Teoría
Antes de las propuestas de Taylor, los trabajadores eran responsables de planear y ejecutar sus labores. A ellos se les encomendaba la producción y se les daba la ”libertad” de realizar sus tareas de la forma que ellos creían era la correcta. El autor lo describe de esta manera: “encargados y jefes de taller saben mejor que nadie que sus propios conocimientos y destreza personal están muy por debajo de los conocimientos y destreza combinados de todos los hombres que están bajo su mando. Por consiguiente, incluso los gerentes con más experiencia dejan a cargo de sus obreros el problema de seleccionar la mejor forma y la más económica de realizar el trabajo”. De ahí que sus principios “vistos en su perspectiva histórica, representaron un gran adelanto y un enfoque nuevo, una tremenda innovación frente al sistema”.2 Se debe reconocer aquí que Taylor representa el sueño de una época, como lo es Estados Unidos de los primeros años del siglo XX donde era imperativo alcanzar la mayor eficiencia posible, cuidando el medio ambiente3 aunado a una explosión demográfica acelerada en las ciudades, una demanda creciente de productos.
Existe una diferencia muy particular entre la teoría de Taylor y Henry Fayol, es el uso del tiempo, ya que Fayol se enfoca más en la estructura general de la organización, mientras que Taylor se enfocaba más en el método y herramientas del trabajo para una mejor eficacia. Otra diferencia entre Taylor y Fayol es el área de la pirámide de la organización que estudiaban, una es el nivel operario que es el área de estudio de Taylor mientras que Fayol se dedicó al estudio del área superior de la organización, como él decía "el arte de gobernar".
[editar] Principios de la Industria del trabajo
A continuación se presentan los principios contemplados en este trabajo:
Estudio de Tiempos temporales. Estudio de Movimientos. Estandarización de herramientas. Departamento de planificación de ventas. Principio de administración por excepción. Tarjeta de enseñanzas para los trabajadores. Reglas de cálculo para el corte del metal y el acero.
Métodos de determinación de costos. Selección de empleados por tareas. Incentivos si se termina el trabajo a tiempo.
Ahora, es preciso retomar los cuatro principios del autor que darían el giro a la manera de cómo se hacía el trabajo en aquella época, es así como las personas que administran la producción deben adquirir nuevas responsabilidades como se verá a continuación. Según él, los manager:
1. Elaboran una ciencia para la ejecución de cada una de las operaciones del trabajo, la cual sustituye al viejo modelo empírico.
2. Seleccionan científicamente a los trabajadores, les adiestran, les enseñan y les forman, mientras que en el pasado cada trabajador elegía su propio trabajo y aprendía por sí mismo como podía mejorar.4
3. Colaboran cordialmente con los trabajadores para asegurarse de que el trabajo se realiza de acuerdo con los principios de la ciencia que se ha elaborado
4. El trabajo y la responsabilidad se reparten casi por igual entre el management y los obreros. El management toma bajo su responsabilidad todo aquel trabajo para el que está más capacitado que los obreros, mientras que, en el pasado, casi todo el trabajo y la mayor parte de la responsabilidad se echaban sobre las espaldas de los trabajadores (Taylor, p. 43).
El estudio del trabajo se hace consultando al trabajador, sino en asociación con él.
[editar] Gestión científica
El deseo de Taylor en aplicar su venerado “scientific management”, iba en la noble dirección de conseguir la máxima prosperidad del empresario, así como la máxima prosperidad para el trabajador (Taylor pag. 21), aun así, después contradice esta afirmación diciendo que ha visto como los trabajadores que empiezan a tener aumentos en su sueldo en más de un 60% se convierten "tomadores de trago" y empiezan a disminuir su producción y, así, su calidad de vida; de ahí que el 60% en el aumento de sueldo sea para él el tope máximo a pagarle al que el califica como un trabajador tipo buey.5
Para terminar con el texto, se deben citar algunos de los argumentos de Taylor para la aplicación de sus propuestas. Para él, el hombre es, por naturaleza, perezoso e intenta escudarse en ello para realizar lentamente su trabajo haciendo creer al empresario que está dando lo mejor de sí. De ahí que se deben medir los tiempos y los movimientos de estos trabajadores para estudiarlos y encontrar la mejor combinación de movimientos musculares para elevar la producción y, también, dar uniformidad a los procesos, lo que no ocurría en el antiguo sistema. Para ello era necesario dividir entre quienes piensan las mejores maneras de hacer el trabajo y quienes tienen las fortalezas físicas para ejecutarlo, a los primeros se les daba la responsabilidad de adiestrar a los segundos hasta obtener de ellos el mayor rendimiento que su cuerpo pudiera dar. También habla de la especialización de tareas, pues de esta manera, el trabajador gana más tiempo y destreza haciendo lo mismo todos los días. La organización científica del trabajo según Taylor.
"El autor afirma, sin temor a que le desmientan, que esta holgazanería constituye el más agudo de los males que afectan a los obreros de Inglaterra y de América." El mismo Taylor explicaba las etapas para poner en funcionamiento su nueva organización científica del trabajo:
1. Hallar de diez a quince obreros (si es posible en distintas empresas y de distintas regiones) que sean particularmente hábiles en el trabajo a analizar.
2. Definir la serie exacta de movimientos elementales que cada uno de estos obreros lleva a cabo para ejecutar el trabajo analizado, así como los útiles y materiales que emplean.
3. Determinar con un cronómetro el tiempo necesario para realizar cada uno de estos movimientos elementales y elegir el modo más simple de ejecución.
4. Eliminar todos los movimientos mal concebidos, los lentos o inútiles.5. Tras haber suprimido así todos los movimientos inútiles, reunir en una secuencia
los movimientos más rápidos y los que mejor permiten emplear los mejores materiales y útiles.
F. W. Taylor: Principios de dirección científica, Management (1891