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Miguel Amorós ¿é fue la autonomía obrera?

Qué Fue de La Autonomía Obrera- - Miguel Amorós

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Qué Fue de La Autonomía Obrera- - Miguel Amorós

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  • Miguel Amors

    Qu fue la autonoma obrera?

  • 2ndice general

    Los aos preautonmicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4El momento de la autonoma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6Autonoma y consejos obreros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8Las malas autonomas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9La autonoma armada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10La tctica autnoma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

  • 3La palabra autonoma ha estado relacionada con la causa de la emancipacindel proletariado desde hace tiempo. En el Maniesto Comunista Marx denaal movimiento obrero como el movimiento autnomo de la inmensa mayoraen provecho de la inmensa mayora. Ms tarde, pero basndose en la experien-cia de 1848, en La Capacidad Poltica de la Clase Obrera Proudhon armabaque para que una clase actuase de manera especca haba de cumplir los tresrequerimientos de la autonoma: que tuviera consciencia de si misma, que comoconsecuencia armase su idea, es decir, que conociese la ley de su ser y quesupiese expresarla por la palabra y explicarla por la razn, y que de esa ideasacase conclusiones prcticas. Tanto Marx como Proudhon haban sido testigosde la inuencia de la burguesa radical en los rangos obreros y trataban de que elproletariado se separase polticamente de ella. La autonoma obrera qued deni-tivamente expresada en la frmula de la Primera Internacional: la emancipacinde los trabajadores ser obra de ellos mismos.

    En la etapa posterior a la insurreccin de La Commune de Paris y dentro dela doble polmica entre legalistas y clandestinos, colectivistas y comunistas, quedivida al movimiento anarquista, la cuestin de la autonoma derivaba hacia elproblema de la organizacin. En condiciones de retroceso revolucionario y derepresin creciente, la publicacin anarquista de Sevilla La Autonoma defendaen 1883 la independencia absoluta de las Federaciones locales y su organizacinsecreta. Los comunistas libertarios elevaban la negacin de la organizacion demasas a la categoria de principio. Los colectivistas catalanes escriban en la Re-vista Social que los comunistas anrquicos no aceptan ms que la organizacinde grupos y no tienen organizadas secciones de ocios, federaciones locales nicomarcales [ . . . ]. La constitucin de grupos aislados, tan completamente autno-mos como sus individuos, que muchas veces no estando conformes con la opininde la mayora, se retiran de un grupo para constituir otro . . . (n 12. 1885, Sants).El concepto de la autonoma se desplazaba hacia la organizacin revoluciona-ria. En 1890 exisia en Londres un grupo anarquista de exiliados alemanes cuyorgano de expresion La Autonomia haca efectivamente hincapi en la libertadindividual y en la independencia de los grupos. Frente al reformismo de la polticasocialista y el aventurerismo de la propaganda por el hecho que caracteriz unperiodo concreto del anarquismo, volvi a plantearse la cuestin de la autonomaobrera, es decir, del movimiento independiente de los trabajadores. As surgi elsindicalismo revolucionario, teoria que propugnaba la autoorganizacin obrera atravs de los sindicatos, libres de cualquier tutela ideolgica o poltica. Mediante latctica de la huelga general, los sindicatos revolucicnarios aspiraban a ser rganosinsurreccionales y de emancipacin social. Por otro lado, las revoluciones rusa yalemana levantaron un sistema de autogobierno obrero, los consejos de obrerosy soldados. Tanto los sindicatos como los consejos eran organismos unitarios de

  • 4clase, solo que los primeros eran ms apropiados para la defensa y los segundospara el ataque, aunque unos y otros desempearon ambas funciones. Los dosconocieron sus limites histricos y ambos sucumbieron a la burocratizacin y a larecuperacin. Tambin la cuestin de la autonomia alcanz los modos de expro-piacin en el periodo revolucionario. En 1920 el marxista consejista Karl Korschdesignaba la autonoma industrial como una forma superior de socializacinque vendra a coincidir con la colectivizacin anarcosindicalista y con lo queen los aos sesenta se llamo autogestin.

    Tambin el pensamiento burgus recurri al concepto. Kant hablaba de autono-ma en referencia al individuo consciente. Autnomo era el burgus idealizadocomo lo es hoy el hombre de Castoriadis. Al ciudadano responsable de una so-ciedad capaz de dotarse de sus propias leyes este gelatinoso idelogo le llamaautnomo (como los diccionarios). Adems, a las palabras autonoma o au-tnomo se las puede encontrar en boca de un ciudadanista o de un nacionalista,pronunciadas por un universitario toninegrista o dicha por un okupa . . . De-nen pues realidades diferentes y responden a conceptos distintos. Los ComandosAutnomos Anticapitalistas se llamaron asi en 1976 para sealar su carcter nojerrquico y sus distancias con ETA, pero en otros mbitos, autnomo es comose llama aqul que rehuye calicarse de anarquista para evitar el reduccionismoque implica esa marca, y autnomo es adems el entusiasta de Hakim Seyo el partidario de una moda italiana de la que existen vanas y muy desigualesversiones, la peor de todas inventada por el profesor Negri en 1977 cuando eraleninista creativo . . . La autonoma obrera tiene un signicado inequvoco quese muestra durante un periodo de la historia concreto: como tal, aparece en lapennsula a principios de los setenta en tanto que conclusin fundamental de lalucha de clases de la decada anterior.

    Los aos preautonmicos

    No es casual que cuando los obreros comenzaban a radicalizar su movimientoreivindicaran su autonoma, es decir, la independencia frente a representa-ciones exteriores, bien fueran la burocracia vertical del Estado, los partidos deoposicin o los grupos sindicales clandestinos. Pues para ellos de eso se trataba,de actuar en conjunto, de llevar directamente sus propios asuntos con sus propiasnormas, de tomar sus propias decisiones y de denir su estrategia y su tctica delucha, en suma, de constituirse como clase revolucionana. El movimiento obreromoderno, es decir, el que apareci tras la guerra civil, arranc en los aos sesentauna vez agotado el que representaban las centrales CNT y UGT. Lo formaronmayoritariamente obreros de extraccin campesina, emigrados a las ciudades y

  • 5alojados en barrios perifricos de casas baratas, bloques de patronatos y cha-bolas. Desde 1958, inicio del primer Plan de Desarrollo franquista, la industria ylos servicios experimentaron un fuerte auge que se tradujo en una oferta genera-lizada de trabajo. Sobrevino la despoblacin de las reas rurales y la muerte de laagricultura tradicional, alumbrndose en los ncleos urbanos barriadas obrerasde nuevo cuo. Las condiciones de explotacin de la poblacin obrera de entoncesbajos salarios, horarios prolongados, malos alojamientos, lugar de trabajo aleja-do, decientes infraestructuras, analfabetismo, hbitos de servidumbre hacande ella una clase abandonada y marginal que, no obstante, supo abrirse caminoy defender su dignidad a bocados. La protesta se col por las iglesias y por losresquicios del Sindicato Vertical que pronto se revelaron estrechos y sin salida. EnMadrid, Vizcaya, Asturias, Barcelona y otros lugares, lxs obrerxs, junto con susrepresentantes elegidos en el marco de la ley de jurados, comenzaron a reunirseen asambleas para tratar cuestiones laborales, estableciendo una red informal decontactos que dio pie a las originales Comisiones Obreras. Dichas comisiones semovan dentro de la legalidad, aunque, dados sus lmites, se salan frecuentementede ella o se la saltaban si era necesario. La estructura informal de las ComisionesObreras, su autolimitacin reivindicativa y su cobertura catolicovertical, en unapoca intensamente represiva, fueron ecaces en los primeros momentos; a lasombra de la ley de convenios, las Comisiones llevaron a cabo importantes huel-gas, creadoras de una nueva conciencia de clase. Pero en la medida en que dichaconciencia ganaba en solidez, se contemplaba la lucha obrera no simplementecontra el patrn, sino contra el capital y el Estado encarnado en la dictadura deFranco. El objetivo nal de la lucha no era ms que el socialismo, o sea, laapropiacin de los medios de produccin por parte de los mismos trabajadores.Despues de Mayo del 68 ya se habl de autogestin. Las Comisiones Obrerashaban de asumir ese objetivo y radicalizar sus mtodos abrindose a todos lostrabajadores. Pronto se dio cuenta el rgimen franquista del peligro y las reprimi;pronto se dieron cuenta los partidos con militantes obreros el PCE y el FLP desu utilidad como instrumento poltico y las recuperaron.

    La nica posibilidad de sindicalismo era la ofrecida por el rgimen, por lo queel PCE y sus aliados catlicos aprovecharon la ocasin construyendo un sindicatodentro de otro, el ocial. El ascenso de la inuencia del PCE a partir de 1968 asen-t el reformismo y conjur la radicalizacin de Comisiones. Las consecuenciashabran sido graves si la incrustacin del PCE no hubiera sido relativa: por un ladola representacin obrera se separaba de las asambleas y escapaba al control dela base. El protagonismo recaa en exclusiva sobre los supuestos lideres. Por otrolado el movimiento obrero se circunscriba en una prctica legalista, soslayandoen lo posible el recurso a la huelga, solamente empleado como demostracin defuerza de los dirigentes. La lucha obrera perda su carcter anticapitalista recin

  • 6adquirido. Finalmente se despolitizaba la lucha al tutelar los comunistas la orien-tacin del movimiento. Los objetivos polticos pasaban de ser los del socialismoa los de la democracia burguesa. La jugada estaba clara: las Comisiones Obrerasse erigan en interlocutores nicos de la patronal en las negociaciones laborales,ninguneando a los trabajadores. Ese pretendido dilogo sindical no era ms que elreejo del dilogo poltico-institucional perseguido por el PCE. El reformismo esta-linista no triunf, pero provoc la divisin del movimiento obrero arrastrando a lafraccin ms moderada y proclive al aburguesamiento; sin embargo, la concienciade clase se haba desarrollado lo suciente como para que los sectores obreros msavanzados defendieran primero dentro, y despus fuera de Comisiones, tcticasms congruentes, impulsando organizaciones de base ms combativas llamadassegn los lugares comisiones obreras de fbrica, plataformas de comisiones,comites obreros o grupos obreros autnomos. Por primera vez la palabraautnomo surga en el area de Barcelona para subrayar la independencia de ungrupo partidario de la democracia directa de los trabajadores frente a los partidos ya cualquier organizacin vanguardista. Adems habiendo permitido los resquiciosde una ley la creacin de asociaciones de vecinos, la lucha se traslad a los barriosy entr en el ambito de la vida cotidiana. Del mismo modo, en las barriadas y lospueblos , se plante la alternativa de permanecer en el marco institucional de lasasociaciones o de organizar comites de barrio e ir a la asamblea de barrio comorgano representaivo.

    El momento de la autonoma

    La resistencia del rgimen franquista a cualquier veleidad reformista hizo quelas huelgas a partir de la del sector de la construccin en Granada, en 1969, fuesensiempre salvajes y duras, imposibles de desarrollarse bajo la legalidad que que-ran mantener los estalinistas. Los obreros anticapitalistas entendan que lejos deamontonarse a las puertas de la CNS esperando los resultados de las gestionesde los representantes legales, lo que haba que hacer era celebrar asambleas enlas mismas fbricas, en el tajo o en el barrio y elegir all a sus delegados, que nohaban de ser permanentes, sino revocables en todo momento. Aunque solo fuerapara resistir a la represin, un delegado deba durar el tiempo entre dos asambleas,y un comit de huelga, el tiempo de una huelga. La asamblea era soberana porquerepresentaba a todos los trabajadores. La vieja tctica de obligar al patrn a nego-ciar con delegados asamblearios ilegales extendiendo la lucha a todo el ramoproductivo o convirtiendo la huelga en huelga general mediante los piquetes, esdecir la accin directa, conquistaba cada vez ms adeptos. Con la solidaridad laconciencia de clase haca progresos, mientras que las manifestaciones vericaban

  • 7ese avance cada vez ms escandaloso. Los obreros haban perdido el miedo ala represin y le hacan frente en la calle. Cada manifestacin era no slo unaprotesta contra la patronal sino que, al ser tenida como una alteracin del ordenpblico, era una desautorizacin poltica del Estado. Ahora, el proletariado siquera avanzar tena que separarse de todos los que hablaban en su nombre quecon la aparicin de los grupos y partidos a la izquierda del PCE eran legin ypretendan controlarlo. Debia autoorganizarse, o sea, conquistar su autonoma,como se dijo en Mayo del 68 y rechazar las pretensiones dirigentes que se atri-buan el PCE y las dems organizaciones leninistas. Entonces empez a hablarsede la autonoma proletaria, de luchas autnomas, entendiendo por ello lasluchas realizadas al margen de los partidos y sindicatos y de grupos autnomos,grupos de trabajadores revolucionarios llevando una actividad prctica autnomaen el seno de la clase obrera con el objetivo claro de contribuir a su toma de con-ciencia. Salvando las distancias histricas e ideolgicas, los grupos autnomosno podan ser diferentes de aquellos grupos de anidad de la antigua FAI la deantes de 1937. Solo que aquellos sindicatos nicos entre los que se movan nieran posibles ni tampoco deseables.

    Los primeros setenta acabaron el proceso de industrializacin emprendido porlos tecncratas franquistas con el resultado no deseado de la cristalizacin de unanueva clase obrera cada vez ms convencida de sus posibilidades histricas y msdispuesta a la lucha. El miedo al proletariado empujaba el rgimen franquistaal autoritarismo perptuo contra el que conspiraban incluso los nuevos valoresburgueses y religiosos. La muerte del dictador aoj la represin justo lo sucientecomo para que se desencadenase un proceso imparable de huelgas en todo el pas.El reformismo sindical estalinista fue completamente desbordado. La continuacelebracin de asambleas con la nalidad de resolver los problemas reales de lostrabajadores en la empresa, en el barrio y hasta en su casa de acuerdo con susintereses de clase ms elementales , no tena ante s a ningn aparato burocrti-co que la frenase. Los enlaces de Comisiones y los responsables comunistas noeran tolerados sino en la medida en que no incomodaban, vindose obligados afomentar las asambleas si queran ejercer el menor control. Las masas trabaja-doras empezaban a ser conscientes del papel de sujeto principal en el desarrollode los acontecimientos y rechazaban una reglamentacin poltico-sindical de losproblemas que concernan a su vida real. En 1976 las ideas de autoorganizacin,autogestin generalizada y revolucin social podan revestir fcilmente una ex-presin de masas inmediata. As, las vas que conducan a las mismas quedabanabiertas. La dinmica social de las asambleas empujaba a los obreros a tomar ensus manos todos los asuntos que les concernan, empezando por el de la autono-ma. Numerosos consejos de fbrica se constituyeron, conectados con los barrios.Ese modo de accin autnoma que llevaba a las masas a salir del medio laboral y a

  • 8pisar sembrados que hasta entonces parecan ajenos debi causar verdadero pni-co en la clase dominante, puesto que ametrall a los obreros en Vitoria, liquid lareforma continuista del franquismo, disolvi el sindicato vertical con las Comisio-nes adentro y legaliz a los partidos y sindicatos. El Pacto de La Moncloa de todoslos partidos y sindicatos fue un pacto contra las asambleas. No nos detendremosa narrar las peripecias del movimiento asambleario, ni en contar el nmero deobreros caidos: baste con armar que el movimiento fue derrotado en 1978 des-pus de tres aos de arduos combates. El Estatuto de los Trabajadores promulgadopor el nuevo rgimen demcratico en 1980 sentenci legalmente las asambleas.Las elecciones sindicales proporcionaron un contingente de profesionales de larepresentacin que con la ayuda de asambleistas contemporizadores secuestraronla direccin de las luchas. Eso no signica que las asambleas desapareciesen, loque realmente desapareci fueron su independencia y su capacidad defensiva, ytal extravio fue seguido de una degradacin irreversible de la conciencia de claseque ni la resistencia a la reestructuracin econmica de los ochenta pudo detener.

    Autonoma y consejos obreros

    La teora que mejor poda servir a la autonoma obrera no era el anarcosindi-calismo sino la teora consejista. En efecto, la formacin de sindicatos nicoscorresponda a una fase del capitalismo espaol completamente superada en laque predominaba la pequea empresa y una mayora campesina subsista al mar-gen. El capitalismo espaol estaba entonces en expansin y el sindicato era unorganismo proletario eminentemente defensivo. Los que conocen la historia pre-via a la guerra civil saben los problemas que caus la mentalidad sindical cuandolos obreros tuvieron que defenderse del terrorismo patronal en 1920-24, o cuandohubieron de resistirse a los organisnos estatales corporativos que quiso implan-tar la Dictadura de Primo de Rivera; y tambin en el periodo 1931-33, cuandolos obreros trataron de pasar a la ofensiva mediante insurrecciones. Organizarsindicatos en 1976, aunque fuesen nicos, con un capitalismo desarrollado yen crisis, signicaba integrar a los trabajadores en el mercado laboral a la baja.Prolongar la tarea de las Comisiones Obreras en el franquismo. El sindicalismo, sise llamaba revolucionario, no tena otra opcin que actuar dentro del capitalismoa la defensiva. La accin directa, la democracia directa ya no eran posibles ala sombra de los sindicatos. Las condiciones modernas de lucha exigan otra formade organizacin de acuerdo con los nuevos tiempos porque ante una ofensivacapitalista paralizada el proletariado tena que pasar al ataque. Las asambleas,los piquetes y los comites de huelga eran los organismos unitarios adecuados.Lo que les faltaba para llegar a Consejos Obreros era una mayor y ms estable

  • 9coordinacin y la conciencia de lo que estaban haciendo. En algn momento seconsigui: en Vitoria, en Elche, en Gav . . . pero no fue suciente. En qu medidapues la teoria consejista en tanto que expresin terica ms real del movimien-to obrero sirvi para que la clase llamada a la accin tomase conciencia de lanaturaleza de su proyecto indicndole el camino? En muy poca. La teoria de losConsejos tuvo muchos ms practicantes inconscientes que partidarios. Las asam-bleas y los comits representativos eran rganos espontaneos de lucha todavasin conciencia plena de ser, al mismo tiempo rganos efectivos de poder obrero.Con la extensin de las huelgas las funciones de las asambleas se ampliaban yabarcaban cuestiones extralaborales. El poder de las asambleas afectaba a todaslas instituciones del Capital y el Estado, incluidos los partidos y sincicatos, quetrabajaban conjuntamente para desactivarlo. Parece que los nicos en no darsecuenta de ello fueron los propios obreros. La consigna Todo el poder a las asam-bleas o signicaba ningn poder a los partidos, a los sindicatos y al Estado,o no signicaba nada. Al no plantearse seriamente los problemas que su propiopoder levantaba, la ofensiva obrera no acababa de cuajar. Los trabajadores podancon menos desgaste renunciar a su antisindicalismo primario y servirse de losintermediarios habituales entre Capital y Trabajo, los sindicatos. En ausencia deperspectivas revolucionarias las asambleas acaban por ser intiles y aburridas, ylos Consejos Obreros, inviables. El sistema de Consejos no funciona sino comoforma de lucha de una clase obrera revolucionaria, y en 1973 la clase volva laespalda a una segunda revolucin.

    Las malas autonomas

    Un error estratgico descomunal que sin duda contribuy a la derrota, fue ladecisin de la mayora de activistas autnomos de las fbricas y los barrios departicipar en la reconstruccin de la CNT con la ingenua conviccin de crearun aglutinante de todos los antiautontarios. Un montn de trabajo colectivo decoordinacin se evapor. La experiencia result fallida en muy corto espacio detiempo pero el precio que se pag en desmovilizacin fue alto. La CNT trat desindicalizar el asambleismo obrero de diversas maneras segn de qu fraccin setratara, contribuyendo a su asxia. Tambin puso su grano de arena en la derrotamencionada el obrerismo obtuso que se manifest en la tendencia por la auto-noma de la clase, partidaria de colaborar con los sindicatos y de encajonar lasasambleas en el terreno sindical de las reivindicaciones parciales separadas. Laltima palabra de esa linea militante fue la autogestin de la miseria (trasforma-cin de fbricas en quiebra en cooperativas, candidaturas electorales autnomas,representacin mixta asamblea-sindicato, lenguaje conciliador, tolerancia con

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    la religin, etc.). Es propio de los tiempos en que los revolucionarios tienen raznque los mayores enemigos del proletariado se presenten como partidarios de lasasambleas para mejor sabotearlas. Ese fue el caso de docenas de grupsculos ymovimientos seudoautnomos y seudoconsejistas que aspiraban a ejercer demediadores entre los obreros asamblearios y los sindicatos. Sin embargo, pocainuencia tuvo la autonoma a la italiana, pues su importacin como ideologaleninistoide tuvo lugar al nal del periodo asambleario y la intoxicacin ocurripost festum. En realidad, lo que se import no fueron las prcticas del movimientode 1977 en varias ciudades italianas bautizado como Autonomia Operaia, sino laparte ms retardataria y espectacular de dicha autonoma, la que correspondaa la descomposicin del bolchevismo milans Potere Operaio especialmentelas masturbaciones literarias de los que fueron sealados por la prensa como lde-res, a saber, Negri, Piperno, Scalzone . . . En resumen, muy pocos grupos fueronconsecuentes en la defensa activa de la autonomia obrera aparte de los Trabaja-dores por la Autonoma Proletaria (consejistas libertarios), algunos colectivos defbrica (por ejemplo, los de FASA-Renault, los de Roca radiadores, los estibadoresdel puerto de Barcelona . . . ) y los Grupos Autnomos. Detengmonos en estosltimos.

    La autonoma armada

    La organizacin 1000 o MIL (Movimiento Ibrico de Liberacin) pionera entantas cosas, se autodenomin en 1972 Grupos Autnomos de Combate (GAC).La lucha armada debutaba con la nalidad de apoyar a la clase obrera para radicali-zarla, no para sustituirla. Asi de autnomos se consideraron despus los gruposque se coordinaron en 1974 para sostener y liberar a los presos del MIL que lapolica denomin OLLA y los grupos que siguieron en 1976, quienes tras un debateen la prision de Segovia adoptaron el nombre de Grupos Autnomos o GGAA(en 1979). Sin nimo de dar lecciones a toro pasado sealaremos no obstante queel considerarse una parte del embrin del futuro ejrcito de la revolucin o lafraccin armada del proletariado revolucionario era algo, adems de criticable,falso de principio. Todos los grupos, practicasen o no la lucha armada, eran gruposseparados que no se representaban ms que a si mismos, eso es lo que realmentequiere decir ser autnomos. Autonoma que, dicho sea de paso, haba que poneren entredicho al existir en el MIL una especializacin de tareas que divida a susmiembros en tericos y activistas. El proletariado se representa a si mismo comoclase a travs de sus propios rganos. Y nunca se arma sino cuando lo necesita,cuando se dispone a destruir el Estado. Pero entonces no se arma una fraccin sinotoda la clase, formando sus milicias, el proletariado en armas. La existencia degrupos armados, incluso al servicio de las huelgas salvajes, no aportaba nada a la

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    autonoma de la lucha por cuanto que se trataba de gente al margen de la decisincolectiva y fuera del control de las asambleas. Eran un poder separado, y msque una ayuda un peligro si eran inltrados por algn condente o provocador.En la fase en que se encontraba la lucha, bastaban los piquetes. La identicacinentre lucha armada y radicalizacin era abusiva. La prctica ms radical de lalucha de clases no eran las expropiaciones o los petardos en empresas y sedes deorganismos ociales. Lo realmente radical era aquello que ayudaba al proletariadoa pasar a la ofensiva: la generalizacin de la insubordinacin contra toda jerarqua,el sabotaje de la produccin y el consumo capitalistas, las huelgas salvajes, losdelegados revocables, la coordinacin de las luchas, su autodefensa, la creacin demedios informativos especicamente obreros, el rechazo del nacionalismo y delsindicalismo, las ocupaciones de fbricas y edicios publicos, las barricadas . . . Laaportacin a la autonoma del proletariado de los grupos mencionados quedabalimitada por su posicin voluntarista en la cuestin de las armas.

    En el caso particular de los Grupos Autnomos consta que deseaban situarseen el interior de las masas y que perseguan su radicalizacin mxima, pero lascondiciones de clandestinidad que impona la lucha armada les alejaban de ellas.Eran plenamente lcidos en cuanto a lo que poda servir a la exprensin de lalucha de clases, es decir, en cuanto a la autonoma proletaria. Conocan la heren-cia de Mayo del 68 y condenaban toda ideologa como elemento de separacin,incluso la ideologa de la autonoma, puesto que en los periodos ascendentes losenemigos de la autonoma son los primeros en declararse por la autonoma. Segnuno de sus comunicados, la autonoma del grupo simplemente era no slo unaprctica comn basada en un mnimo de acuerdos para la accin, sino tambinen una teora autnoma correspondiente a nuestra manera de vivir, de luchar yde nuestras necesidades concretas. Se llegaron a sacar la L de libertarios paraevitar ser etiquetados y caer en la oposicin espectacular anarquismo-marxismo.Tambin para no ser recuperados por la CNT en tanto que anarquistas, orga-nizacin a la que por sindical corsideraban burocrtica, integradora y favorabea la existencia del trabajo asalariado y en consecuencia, del capital. No tenanvocacin de permanencia como los partidos porque rechazaban el poder; todogrupo verdaderamente autnomo se organizaba para unas tareas concretas y sedisolva cuando dichas tareas nalizaban. La represin les puso abrupto n perosu prctica resulta, tanto en sus aciertos como en sus fallos, ejemplar y por lotanto, pedaggica.

    La tctica autnoma

    Entre los ambientes proletarios de los sesenta y setenta y el mundo tecnica-do y globalizado media un abismo. Vivimos una realidad histrica radicalmente

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    diferente creada sobre las ruinas de la anterior. El movimiento obrero se esfu-m, por eso hablar de autonoma, ibrica o no, no tiene sentido si con ellotratamos de adherirnos a una gura inexistente del proletariado y edicar sobreella un programa de accin fantasmagrico, basada en una ideologa hecha depedazos de otras. En el peor de los casos signicara la resurreccin del cadverleninista y de la idea de vanguardia, lo ms opuesto a la autonoma. Tampocose trata de distraerse en el ciberespacio, ni en el movimiento de movimientos,exigiendo la democratizacin del orden establecido mediante la participacin ensus instituciones de los pretendidos representantes de la sociedad civil. No haysociedad civil, dicha sociedad se halla disgregada en sus componentes bsicos:los individuos, y stos no slo estn separados de los resultados y productos de suactividad, sino que estn separados unos de otros. Toda la libertad que la sociedadcapitalista pueda ofrecer reposa, no en la asociacin entre individuos autnomossino en su separacin y desposesin ms completa, de forma que un individuodescubra en otro no un apoyo a su libetad sino un competidor y un obstculo.Esa separacin la tcnica digital viene a consumarla en tanto que comunicacinvirtual. Los individuos entonces para relacionarse dependen absolutamente de losmedios tcnicos, pero lo que obtienen no es un contacto real sino una relacionen el ter. En el extremo los individuos adictos a los aparatos son incapaces demantener relaciones directas con sus semejantes. Las tecnologas de la informa-cin y de la comunicacin han llevado a cabo el viejo proyecto burgus de laseparacin total de los individuos entre si y a su vez han creado la ilusin de unaautonoma individual gracias al funcionamiento en red que aquellas han hechoposible. Por una parte crean un individuo totalmente dependiente de las mquinas,y por lo tanto perfectamente controlable; por la otra, imponen las condiciones enlas que se desenvuelve toda actividad social, le marcan los ritmos y exigen unaadaptacin permanente a los cambios. Quien ha conquistado la autonoma no espues el individuo sino la tcnica. A pesar de todo , si la autonoma individual esimposible en las condiciones productivas actuales, la lucha por la autonoma no loes, aunque no deber reducirse a un descuelgue del modo de sobrevivir capitalistatcnicamente equipado. Negarse a trabajar, a consumir, a usar artefactos, a ir envehculo privado, a vivir en ciudades, etc., constituye de por si un vasto programa,pero la supervivencia bajo el capitalismo impone sus reglas. La autonoma perso-nal no es simple autosuciencia pagada con el aislamiento y la marginacin delos que se escape con la telefona mvil y el correo electrnico. La lucha contradichas reglas y constricciones es hoy el abecedario de la autonoma individualy tiene ante si muchas vas, todas legtimas. El sabotaje ser complementariodel aprender un ocio extinguido o del practicar el trueque. Lo que dene laautonoma de alguien respecto al Poder dominante, es su capacicad de defensa

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    frente al mismo. En cuanto a la accin colectiva, hoy resultan imposibles los mo-vimientos conscientes de masas, porque no hay conciencia de clase. Las masasson exactamente lo contrario de las clases. Sin clase obrera es absurdo hablar deautonoma obrera, pero no lo es hablar de grupos autnomos. Las condicionesactuales no son tan desastrosas como para no permitir la organizacin de gruposcon vistas a acciones concretas defensivas. El avance del capitalismo espectacularse efectua siempre como agresin, a la que hay que responder donde se pueda:contra el TAV, los parques elicos, las incineradoras, los campos de golf, los planeshidrolgicos, los puertos deportivos, las autopistas, las lineas de alta tensin, lassegundas residencias, las pistas de esqu, los centros comerciales, la especulacininmobiliaria, la precariedad, los productos transgnicos . . . Se trata de establecerlineas de resistencia desde donde reconstruir un medio refractario al capital enel que cristalice de nuevo la conciencia revolucionaria. Si el mundo no est paragrandes estrategias, s lo est en cambio para acciones de guerrilla y la frmulaorganizativa ms conveniente son los grupos autnomos. Esa es la autonoma queinteresa.

  • La Biblioteca AnarquistaAnti-Copyright5 de mayo de 2013

    Miguel AmorsQu fue la autonoma obrera?

    Recuperado el 2 de mayo de 2013 desde alasbarricadas.org

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