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QUEMADURAS GRAVES
AUTORES: Luis Ramiro García López - Alfredo Gutiérrez Hernández.
INDICE
1-Introducción
2-Epidemiología
3-Fisiopatología
4- Lesión por Humo
5- Evaluación y Manejo de la Sepsis
6-Nutrición e Hipermetabolismo
7- Puntos clave
8-Referencias
1- INTRODUCCIÓN
Las quemaduras son lesiones traumáticas primariamente de la piel pero que pueden afectar a
otros tejidos. Suelen acompañarse de una variedad de complicaciones que cuando son graves,
pueden ocasionar disfunción multiorgánica y la muerte del paciente. El cuidado de los
pacientes con quemaduras ha evolucionado y como consecuencia se logró disminuir la
morbimortalidad durante el tratamiento inicial. Los avances que han permitido esta mejora son:
el desarrollo simultáneo de las unidades de cuidados intensivos, investigación en la restitución
hídrica, el control de la infección, escisión e injertotemprano y el tratamiento farmacológico de
la respuesta hipermetabólica.
Una quemadura se define como una lesión de la piel o de otro tejido causada por una agresión
térmica. Se produce cuando algunas o todas las células de la piel u otros tejidos son destruidas
por líquidos calientes (escaldaduras), sólidos calientes (quemaduras por contacto) o llamas
(quemaduras por fuego). También se consideran quemaduras las lesiones de la piel u otros
tejidos orgánicos producto de la radiación, radioactividad, electricidad, fricción o el contacto
con productos químicos (1).
No existe un conceso entre los expertos para definir una quemadura grave, sin embargo la
mayoría están de acuerdo en los factores que se relación para que una quemadura ponga en
peligro la vida de un paciente, estos son la edad (niños o ancianos), la extensión de la
quemadura (>40%), el mecanismo de lesión (fuego), lesiones asociadas (inhalación, arritmias),o
complicaciones ( insuficiencia renal, choque séptico, SDRA); cada uno por separado o su
asociación incrementan la mortalidad en los pacientes.
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2- EPIDEMIOLOGÍA
Las quemaduras representan un problema de salud pública debido a que son una causa creciente
de discapacidad secundaria. Ocurren principalmente en el domicilio o sitios de trabajo, y
generan costos directos e indirectos elevados. Al mismo tiempo, no debemos olvidar que son
prevenibles (2).
Se han identificado factores sociodemográficos que influyen sobre la incidencia de las
quemaduras en niños. Entre ellos podemos mencionar la edad, género, grupo étnico, padre
único, padres jóvenes, escolaridad de los padres, empleo de los padres, pobreza y tipo de
residencia) (3).
Los líquidos calientes (escaldaduras) continúan siendo la causa más frecuente de quemaduras en
la edad pediátrica en todo el mundo, por lo que los sitios de ocurrencia de mayor frecuencia son
la cocina y el baño (1, 2, 4, 5).
Un estudio epidemiológico publicado por los autores reporto como edad promedio 2.2 años, el
95% de las escaldaduras ocurrieron en el hogar, 61.4% en la cocina y 15.8% en el baño, el rango
de horario en el que se presentó la quemadura con más frecuencia fue entre las 12 y 18 horas.
Finalmente, la única asociación encontrada fue cuando el cuidador estaba cocinando (OR 6.8,
IC95% 1.9-24-9) (3).
Es importante destacar que aun en los países en desarrollo las causas no se han modificado con
el paso de los años. Los niños en edad preescolar continúan siendo los más vulnerables a las
quemaduras con líquidos calientes; sin embargo, esto cambia en la edad escolar convirtiéndose
en la primera causa las quemaduras por fuego, mientras que en la adolescencia las lesiones
eléctricas de alto voltaje son más frecuentes. Esta distribución podría modificarse según la
población estudiada (5, 6, 8-10)
En México, en el Sistema Único de Información para la Vigilancia Epidemiológica (SUIVE), se
reportó durante el 2014 un total de 133,661 casos de quemaduras con una incidencia anual de
111.65 casos/ 100,000 habitantes. Las quemaduras ocupan el 7º lugar entre las enfermedades
no transmisibles en el país, y al igual que en todo el mundo el grupo de edad más afectado es el
de 1-4 años (7).
3- FISIOPATOLOGÍA
La quemadura resulta de la transferencia de energía de una fuente de calor al organismo;
dicha transferencia no es homogénea en las regiones corporales afectadas ya que se produce
más lesión en el área de mayor exposición y menos lesión en el área de menor exposición.
En una imagen en diana o de tres círculos concéntricos, es posible diferenciar las siguientes
zonas: la ZONA DE COAGULACION (parte central con necrosis cutánea irreversible), la
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ZONA DE ESTASIS (se caracteriza por una intensa reacción inflamatoria), y la ZONA DE
HIPEREMIA (donde el daño celular es mínimo y la recuperación espontánea es muy rápida).
Las fórmulas de restitución hídrica tienen su origen en los estudios experimentales acerca de
la fisiopatología del choque por quemadura y la manera de evitarlo. Al choque por quemadura
lo caracteriza la hipovolemia y alteraciones celulares con sus respectivas consecuencias
(disminución del gasto cardiaco, disminución del líquido extracelular, disminución del
volumen plasmático y oliguria). Aunque hay mecanismos locales y sistémicos que originan
las alteraciones observadas en el choque por quemadura, el incremento de la permeabilidad
capilar es fundamental en la fisiopatología de este. Este incremento en la permeabilidad lo
plasmático al tercer espacio es de mayor intensidad en las primeras 12-24 horas posteriores a
la quemadura y está directamente relacionado a la cantidad de líquidos utilizado en la
restitución. Mediadores inflamatorios como la histamina, bradicinina, productos de la
activación plaquetaria, prostaglandinas y leucotrienos son los responsables de la pérdida del
funcionamiento normal de los capilares, permitiendo una disminución severa del volumen
plasmático que se manifiesta clínicamente como un estado hipovolémico.
El otro factor que contribuye al choque por quemadura es la pérdida de la actividad de la
bomba de membrana Na/K ATPasa que de forma normal mantiene el Na+ en mayor
concentración en el líquido extracelular en contra de un gradiente de concentración; en las
quemaduras extensas (>30% SC) se pierde la actividad de esta bomba permitiendo la entrada
de Na+ al líquido intracelular favoreciendo la entrada de agua y el consecuente edema celular
(11).
Según lo descrito anteriormente la hipovolemia del choque por quemadura en las primeras
horas es secundaria a una pérdida de volumen plasmático al intersticio y al medio intracelular.
Los estudios demuestran que este líquido de edema es isotónico respecto al plasma; además
contiene la misma cantidad de proteínas que el plasma, confirmando que la alteración mas
importante en el choque por quemadura es la alteración de la barrera capilar que permite un
libre intercambio de líquido plasmático y proteínas del intravascular al intersticio (12).
El paciente en consecuencia presenta hemoconcentración, hipoproteinemia, puede presentar
desequilibrios hidroelectrolíticos y del estado ácido-base. El gasto cardiaco disminuye como
resultado de una reducción del retorno venoso y un aumento de las resistencias periféricas y
por disminución de la contractilidad del ventrículo izquierdo. Si bien el gasto cardiaco mejora
con el manejo de los esquemas de restitución hídrica específicos, la contractilidad del
ventrículo puede persistir alterada, quizás por efectos de algunos mediadores químicos como
el factor depresor del miocardio y los radicales libres de oxígeno.
vamos a identificar en la clínica como edema de tejidos blandos. La fuga de líquido
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4- LESION POR INHALACION
Aunque la mayoría de las quemaduras son consecuencia de lesiones por escaldadura hasta en el
60% de los casos, las quemaduras por fuego o explosión ocupan el segundo lugar con
aproximadamente 25% de los casos de acuerdo a estadísticas de nuestro servicio (3). La lesión
por inhalación está directamente relacionada con las quemaduras por fuego y puede presentarse
dependiendo de las unidades que lo reportan entre un 2 y 30% de los pacientes. Esta proporción
se incrementa cuando se asocia a lesiones en la cara del paciente y aún más cuando el evento
ocurrió en un lugar cerrado.
Cuando la lesión por inhalación se asocia a una quemadura extensa la morbimortalidad se
incrementa 3.6 veces más e inclusive se considera la causa principal de la muerte en el lugar de
los hechos, por lo cual muchos de estos pacientes no se reportan en series hospitalarias.
Hay tres mecanismos básicos de daño en la lesión por inhalación, estos pueden aparecer juntos
o por separados. El primero es el calor, el segundo es el depósito de partículas producto de la
combustión incluyendo los gases irritantes y finalmente la asfixia asociada a la toxicidad
sistémica. En este último mecanismo casi siempre está involucrado el monóxido de carbono el
cual es el responsable del 80% de las muertes en los incendios que liberan gases. De la misma
forma el cianuro de hidrogeno es un gas que causa intoxicación por cianuro, y aunque la
incidencia aún no está bien establecida por las dificultades técnicas que implica aislar cianuro en
sangre, se le reconoce un papel importante como resultado de la combustión que se produce por
el material que se quema actualmente en los incendios, además de que se le reconoce como 20
veces más toxico que el monóxido de carbono, por lo que se sugiere mantener un alto índice de
sospecha en estos casos (13).
En el niño quemado con lesión por inhalación, las manifestaciones clínicas en la etapa aguda
pueden ser muy sutiles y si no se sospecha y se actúa, generalmente se retrasa el tratamiento y
se complica la evolución.
La base del diagnóstico son los datos clínicos que junto con la historia clínica y el mecanismo
que produjo la lesión permiten tener más certeza.
El clínico debe buscar intencionadamente: ▪ Cianosis
▪ Expectoración carbonácea
▪ Depósitos orofaríngeos de carbón, ampollas y cambios inflamatorios de la lengua y el paladar.
▪ Cambios de la voz, ronquera y tos persistente.
▪ Quemadura de la cara, quemadura de las cejas y de las vibrisas
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▪ Historia de confinamiento en un lugar cerrado cuando ocurrió el fuego.
▪ Estado de despierto alterado relacionado a hipoxemia o incremento en niveles de carboxihemoglobina.
Como consecuencia de que las estructuras anatómicas pequeñas en la vía aérea de los niños se
encuentran severamente comprometidas por la presencia del edema (que condiciona
disminución del diámetro interno de las mismas e incremento en la resistencia), se recomienda
realizar una intubación orotraqueal electiva basado en los indicadores clínicos de sospecha,
inclusive antes de realizar una broncoscopia. Esta indicación tiene mayor razón si el
procedimiento tiene que realizarse en otra unidad y el paciente requiere traslado, por lo que sin
lugar a duda debe asegurarse la vía aérea y mantener una adecuada ventilación y oxigenación
(14).
Aun cuando existen diversas modalidades para confirmar el diagnóstico de lesión por
inhalación, como la broncoscopia de fibra óptica, la tomografía computada del tórax,
mediciones de carboxihemoglobina, gammagrafía con Xenón y pruebas de función pulmonar,
muchas de ellas tienen baja sensibilidad, son invasivas y no están disponibles en todas las
instituciones. Por estos motivos la broncoscopia de fibra óptica continúa siendo la técnica
estándar utilizada para evaluar la presencia y la severidad de la lesión por inhalación.
Como ya se comentó las bases del tratamiento inician con un manejo oportuno y adecuado de la
vía aérea, así como de la toxicidad sistémica que generan los productos de la combustión y que
pueden poner en peligro la vida del paciente. Sin embargo, es necesario puntualizar otras
terapéuticas que también tienen mucha trascendencia en la evolución del niño, como es el
manejo de los líquidos de restitución o resucitación. Aunque se sabe que los pacientes con
lesión por inhalación generalmente requieren mayor cantidad de líquidos no es una regla que
todos deban manejarse así. De hecho, la sobrehidratación puede incrementar la presión
microvascular pulmonar y la presencia de edema intersticial, en la etapa de fuga capilar en la
lesión pulmonar temprana. Por lo tanto, considerando que, aunque no hay un beneficio
demostrado, el aumento de líquidos debe evitarse en estos pacientes y la restitución hídrica debe
guiarse por los volúmenes urinarios y otros parámetros hemodinámicos individualizados para
cada paciente.
Con relación al soporte ventilatorio, este inicia con un agresivo aseo o lavado de las vías
respiratorias, además del manejo adecuado de la ventilación mecánica. En relación con el
soporte ventilatorio el objetivo principal desde hace muchos años ha sido disminuir el riesgo de
lesión pulmonar asociado a la ventilación mecánica, por lo que actualmente se consideran los
modos ventilatorios no convencionales como de primera elección para el manejo de estos
pacientes. Las primeras descripciones en este sentido hacen referencia a la ventilación percusiva
de alta frecuencia (HFPV) como coadyuvante en la limpieza de los tapones de moco de las vías
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aéreas, disminuir el riesgo de barotrauma y la incidencia de la infección pulmonar. Estudios
posteriores han demostrado los beneficios de este tipo de ventilación cuando se utiliza de
manera profiláctica en niños y en adultos. Un estudio clínico controlado aleatorizado para
comparar HFPV contra ventilación convencional con volúmenes bajos, demostró un incremento
estadísticamente significativo de la relación paO2/FiO2 para los pacientes con HFPV entre los
días 0 y 3 de la ventilación. También se encontró que menos pacientes de este grupo requirieron
cambio a un modo ventilatorio de rescate en comparación con los pacientes con ventilación
convencional con volúmenes bajos. De igual forma presentaron una disminución en la
incidencia de neumonía y mejoría en la sobrevida, de tal forma que, aunque este tipo de
ventilación no contribuye a revertir el daño establecido por la lesión pulmonar si puede ser útil
para mejorar la salida de secreciones, manteniendo una presión positiva en todo el ciclo de la
ventilación con una presión baja de la vía aérea y un incremento de la capacidad residual
funcional. Finalmente, un estudio retrospectivo más reciente que comparó ventilación con
volúmenes corrientes altos (15 ml/kg) contra ventilación con volúmenes bajos (9ml/kg) en
pacientes pediátricos mostró que los pacientes con volúmenes altos requirieron menos días de
ventilación, aunque incrementaron la presión inspiratoria pico, así como la presión de plateau.
Además, la incidencia de atelectasias y SDRA fue significativamente menor en los pacientes
que recibieron volúmenes altos, aunque no estuvieron exentos de complicaciones, entre ellas
presentaron un incremento en el número de neumotórax. A pesar de ello estos autores
consideran que la ventilación con volúmenes altos puede ser más útil en los niños que la
ventilación con volúmenes bajos, y aunque el mecanismo aún no está del todo claro, debe
considerarse que los beneficios de la ventilación con volúmenes bajos no deben extrapolarse a
todo tipo de poblaciones especialmente en aquellos con distinta fisiopatología (15,16).
5- CHOQUE POR QUEMADURA
El choque hipovolémico puede presentarse rápidamente en los pacientes pediátricos, aun en
aquellos que tienen quemaduras no muy extensas. Los más pequeños son particularmente
propensos a caer en estado de choque, ya que las pérdidas de líquidos son proporcionalmente
mayores. Un niño con 10 kilogramos de peso, con una quemadura de 20% de extensión, tiene
pérdidas por la quemadura cercanas a los 475 ml equivalentes al 60% de su volumen circulante,
mientras que la misma quemadura en extensión en un adulto de 70 kilogramos ocasiona
pérdidas por evaporación cercanas a 1,100 ml, equivalentes apenas al 20% de su volumen
circulante (17).
Esta desventaja en los pacientes pediátricos debe ser compensada por medio de una evaluación,
adecuada en tiempo y forma para los pacientes que tienen incremento en las pérdidas de fluidos
corporales. Desafortunadamente, la evaluación clínica tradicional de la deshidratación en estos
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pacientes está fundamentada en los llamados signos universales (tono de la fontanela, humedad
de las mucosas, tono de los globos oculares, turgencia, temperatura y aspecto de la piel),
parámetros que en los niños quemados no son factibles de ser valorados, por las características
fisiopatológicas de la lesión donde predomina el edema y la fuga de líquidos tanto en tejidos
quemados como no quemados.
Como ya se mencionó es necesario realizar un diagnóstico más temprano de las alteraciones
circulatorias, por lo que en los pacientes quemados con compromiso de la hidratación será
necesario establecer en forma objetiva la gravedad de la deshidratación mediante la evaluación
de otros indicadores más tempranos de compromiso de la perfusión sistémica como se propone
a continuación:
Se considera un paciente en riesgo de choque o con deshidratación no grave si presenta
dos o más de las siguientes condiciones:
-Taquicardia (> Pc50)
- Polipnea (> Pc50)
- Porcentaje de la quemadura > 30 %
- Diuresis < de 1 ml/kg/h
Se considera en choque temprano o compensado si presenta los hallazgos anteriores más uno o más de los siguientes:
- Oliguria < 0.8 ml/kg/h
- Alteración del estado de alerta
- HCO3 < 16 mEq/L
- Respuesta adecuada con una o dos cargas rápidas con cristaloides
Tomando como referencia lo expuesto, aquel paciente “en riesgo de choque” o con
deshidratación no grave es el que presenta un mínimo compromiso de la perfusión (oliguria) por
lo que únicamente requiere reposición hídrica por medio de un esquema de “resucitación” o
restitución hídrica, adecuando sus volúmenes en el tiempo posterior a la quemadura y basando
los cálculos en la extensión de la lesión y los requerimientos hídricos del paciente, además de un
monitoreo estrecho y meticuloso las 24 horas del día, particularmente de la diuresis del paciente
lo que constituyen la clave del éxito de los esquemas.
Mientras que el paciente con choque compensado requiere de reposiciones agudas de volumen
(cargas) con cristaloides para poder sacarlo del choque inmediatamente y posteriormente
continuar con la corrección de la deshidratación con el esquema de restitución de líquidos para
24 horas en dos días consecutivos (18).
Las Guías de práctica Clínica para la resucitación del choque por quemadura publicadas en 2008
por la American Burn Association, documentan la evidencia que indican que los esquemas de
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restitución hídrica deben de utilizarse exclusivamente en pacientes con más de 20% de
extensión de la quemadura (19).
En nuestro servicio y de acuerdo al manual de procedimientos del mismo que toma como
referencias las Guías de la ABA de 2008, utilizamos dos esquemas; uno para niños menores de
20 Kg o esquema que denominamos Parkland modificado 1, y para mayores de 20 Kg o
esquema de Parkland modificado 2, que se muestran en el Cuadro 1
Cuadro 1 Esquemas de tratamiento
Parkland Modificado 1
3 ml x kg x % Quemadura Solución Hartman o solución de Ringer Lactato
100 ml x kg (1-10 kg) Solución Glucosada 5% 50 ml x kg (11-20 kg)
Ambas soluciones se mezclan y se administra la mitad para las primeras 8 horas, una cuarta parte para las siguientes 8 horas y la última cuarta parte para las últimas 8 horas del día. El objetivo es lograr que el paciente orine entre 1 y 1.5 ml x kg x hora
Parkland Modificado 2
2 ml x kg x % Quemadura Solución Hartman o solución de Ringer Lactato
100 ml x kg (1-10 kg) 50 ml x kg (11-20 kg) 20 ml x kg (21 kg o más)
Solo se utiliza solución Hartman y se administra la mitad para las primeras 8 horas una cuarta parte para las siguientes 8 horas y la última cuarta parte para las últimas 8 horas del día. El objetivo es lograr que el paciente orine entre 0.5 y 1 ml x kg x hora
Es muy importante recordar que la primera hora del esquema inicia cuando el paciente se quema
y no al llegar al hospital, por lo que habrá que adecuar el aporte de líquidos de acuerdo a las
"horas perdidas".
Los esquemas propuestos, son guías y no dogmas, por lo que deben modificarse en forma
dinámica e individualizada para cada paciente ya que la exacerbación del edema depende de la
vigilancia clínica desarrollada.
La perfusión sistémica del paciente se considera suficiente cuando sus flujos urinarios se
mantienen en los rangos ya comentados, como lo recomiendan las guías inclusive para el
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reajuste de los líquidos, lo cual es indispensable para evitar complicaciones actuales como es la
sobrehidratación y los síndromes compartimentales.
El uso de albúmina durante la reanimación del niño quemado es aún controversial, más aún
cuando se tratan de corregir los niveles plasmáticos de albúmina. Sin embargo, puede utilizarse
cuando los cristaloides no son suficientes para evitar la fuga capilar y mantener el gasto
cardiaco y la perfusión sistémica.
En nuestra unidad y de acuerdo a nuestro manual de procedimientos del servicio,
recomendamos tomar en cuenta las siguientes consideraciones, como criterios para su inicio o
indicación:
• Utilizarla como coloide (rescate) con la finalidad de disminuir los requerimientos
hídricos de cristaloides y nunca para aumentar los niveles séricos de la albúmina
• Administrarla a una concentración de 3% al 5%
• No administrar durante las primeras 12 horas posteriores de la quemadura, pues en esta
etapa se presenta la mayor severidad de la fuga capilar y no solo es de líquido
plasmático sino también de proteínas, por lo que la presión venosa central regularmente
se mantiene en valores por debajo de 5 mm/Hg; en cuanto la fuga capilar disminuye y
las proteínas se mantienen en el compartimento intravascular, la PVC ahora si comienza
a subir a los niveles habituales (20).
Los niños que requieren grandes volúmenes de líquidos para mantener una perfusión adecuada o
que no mejoran con la reanimación vigorosa deben ser cuidadosamente evaluados para detectar
otras condiciones que pueden condicionar alteraciones del gasto cardiaco y la perfusión,
incluyendo lo siguiente: pérdida de volumen por lesiones ocultas, choque neurogénico como
resultado de una lesión de la médula espinal o toxinas inhaladas o ingeridas que condicionan
depresión miocárdica o disminución del tono vascular y más recientemente falla cardiaca y
edema agudo pulmonar que está relacionada tanto a una restitución hídrica complicada como a
la liberación de factor depresor del miocardio. Solo en este caso se requiere el inicio de un
inotrópico para mejorar el gasto cardiaco.
En un estudio descriptivo realizado en nuestra unidad de quemados de 2013 a 2014, donde se
incluyeron 84 pacientes quemados, se identificó una frecuencia de 41% de disfunción
miocárdica, predominando fundamentalmente en los pacientes de sexo masculino y en edad
escolar. En lo que se refiere a las características de la quemadura los más afectados fueron los
que presentaron quemadura por fuego con lesiones de 3er grado y con más del 30% de
extensión. De acuerdo a las variables estudiadas el 91% de los pacientes recibieron más de 6
ml/kg% de la quemadura y requirieron manejo con albúmina en el 89% de los pacientes. En la
evaluación de la presión venosa central se identificó que los pacientes que presentaron falla
cardiaca presentaron en promedio valores de 10 mmHg, en el manejo de inotrópicos los
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pacientes recibieron de 1 a 3 fármacos, el que más se utilizó en el 90% de los pacientes fue
dobutamina a dosis entre 6 y 10 mcg/kg/min (21).
6- EVALUACIÓN Y MANEJO DE LA SEPSIS
La infección en los pacientes quemados es la mayor causa de morbilidad y mortalidad, aún en
centros especializados, la sepsis es responsable del 50-60 % de las muertes. Considerando que
una de las vías de acceso de la infección en el paciente puede ser a partir de la zona de la
quemadura, se han utilizado una gran variedad de antimicrobianos tópicos y sistémicos, para
disminuir el riesgo de la infección en los pacientes, ya que actualmente se reconoce que las
bacterias colonizan rápidamente la lesión. Se sabe que durante las primeras 24 horas posteriores
a la quemadura predominan los gérmenes gram positivos, fundamentalmente el Staphylococcus
aureus, microorganismo que puede penetrar la escara, pero rara vez atraviesa planos profundos
de la fascia. Posteriormente al final de la primera semana se inicia la colonización de la escara
por los gérmenes gram negativos, en los cuales predomina la Pseudomonas aeruginosa, que es
la responsable de la mayor parte de infecciones invasivas en los pacientes.
El diagnóstico definitivo de la infección de la lesión se basa fundamentalmente en el estudio
histopatológico por medio del cultivo biopsia que permite distinguir entre la colonización y la
infección verdadera de la lesión, esta última caracterizada por la presencia de microorganismos
en tejido no quemado lo que indica infección invasiva. Cuando la cuenta de bacterias en la
herida es >105 microorganismos por gramo de tejido, el riesgo de infección invasiva es grande,
la posibilidad de integración de los injertos es pobre y en consecuencia el cierre de la herida se
ha retrasado.
La sepsis en el paciente quemado como ya se comentó, puede estar relacionada a infección de la
herida, pero también puede ser secundaria a bronconeumonía, pielonefritis, tromboflebitis,
infección relacionada a catéter. La evaluación clínica diaria y minuciosa debe descartar o
confirmar la presencia de otros focos en el paciente, sobre todo cuando no existen datos de
infección localizada a la herida. Sin embargo, el diagnóstico de sepsis sin foco clínico en el
paciente quemado es muy difícil de distinguir del usual estado hiperdinámico, hipertérmico e
hipermetabólico posterior a la quemadura.
Por este motivo en 2007 se realizó un consenso organizado por la American Burn Association
que establece criterios para diagnosticar sepsis en un paciente quemado y lo define de la
siguiente manera; “Sepsis es un cambio clínico en la evolución habitual del paciente quemado”,
dicho cambio debe incluir por lo menos tres de los siguientes datos (22)
• Temperatura >39 ºC y <36.5 ºC
• Taquicardia progresiva (>2 DS del promedio para su edad)
• Taquipnea progresiva (> 2DS del promedio para su edad)
• Trombocitopenia (< 2DS del promedio para su edad)
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• Hiperglicemia > 200 mg/dl
• Imposibilidad para continuar la alimentación enteral > 24 horas.
a. Distensión abdominal
b. Intolerancia al flujo de la alimentación enteral (> 150 ml/hr)
c. Diarrea incontrolable
El tratamiento de la sepsis como en todos los pacientes se fundamente en la administración de
antibióticos sistémicos, idealmente en base a la sensibilidad de los gérmenes aislados en los
cultivos. Sin embargo, en la práctica es muy frecuente que se tengan que iniciar tratamientos en
forma empírica considerando los gérmenes habituales que colonizan la herida y la flora
bacteriana propia de la unidad. Algunas unidades refieren la utilidad de esquemas a base de
vancomicina e imipenem, aunque esto variara de acuerdo a la epidemiologia local. En nuestro
servicio y de acuerdo al manual de procedimientos continúa siendo el esquema de primera
elección dicloxacilina y amikacina para el manejo empírico de la sepsis. La sospecha o
evidencia de Pseudomonas obliga a ofrecer una mayor cobertura con fármacos específicos como
ceftazidima, ciprofloxacino o un carbapenem.
Desafortunadamente y a pesar del amplio espectro antibiótico de los antibióticos modernos, la
morbimortalidad por sepsis no se ha modificado en relación a estos avances, como ha sucedido
con el manejo quirúrgico agresivo por medio de la escisión tangencial e injerto temprano. Aun
cuando sigue considerándose controversial la utilización de antibióticos sistémicos en forma
profiláctica, en nuestra unidad no se recomienda su utilización.
7- NUTRICIÓN E HIPERMETABOLISMO
La respuesta hipermetabólica de las quemaduras es la más grave de todos los traumatismos e
infecciones.
Una quemadura grave provoca una alteración compleja de la homeostasis hormonal que
condiciona un incremento del gasto energético en reposo y del consumo de oxígeno, se
incrementan las pérdidas de nitrógeno, se incrementan la lipólisis, se incrementan el flujo de
glucosa y se pierde la masa corporal.
La tasa metabólica basal de 35-40 kcal/m2 Superficie Corporal Quemada, se incrementa en un
50% en quemaduras de un 25% de extensión y se duplican en lesiones de más de 40% de
extensión.
Las recomendaciones energéticas como base del manejo nutricional en el niño quemado
continúan siendo un reto para el médico, ya que se requiere la energía para el gasto basal, para
la reparación y el crecimiento sin excederse en su administración y evitar complicaciones. De
acuerdo a nuestro manual de procedimientos del servicio y posterior a la evaluación del gasto
energético en reposo por calorimetría indirecta en 80 pacientes quemados, se determinó que la
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formula factorial que más se acercó a la medición por calorimetría indirecta fue la de Currieri Jr
la cual se describe en el cuadro 2
Cuadro 2: Formula de Currieri Júnior para cálculo de calorías en niños quemados
Edad (años) %SCQ Fórmula para calcular kcal/día
0-1 menor 50 Basal + (15 x % SCQ)
1-3 menor 50 Basal + (20 x % SCQ)
4-15 menor 50 Basal + (40 x % SCQ)
SCQ; superficie corporal quemada
El gasto energético basal, se calculará utilizando la fórmula de Holiday Segard, donde por los
primeros 10 kg de peso se calculan 100 kcal por cada kilo de peso, de 11 a 20 kg, se calculan 50
Kcal por cada kilo de peso y finalmente por cada kilo arriba de 21 kg se calcula 20 Kcal, para el
cálculo del gasto energético en reposo.
La composición del suplemento nutricional es también muy importante, el 30% de las calorías
deben de administrarse por glucosa y 50% por las grasas, mientras que las proteínas deben de
administrarse para mantener una relación calórico-proteica de 100:1.
Para balancear la dieta deben de administrarse vitaminas C, A y E, zinc, hierro, folatos y
elementos traza. En todos los pacientes quemados el mejor soporte calórico nutricional se
obtiene a través de la alimentación por vía enteral, la cual se puede realizar por sonda
nasogástrica o nasoyeyunal, de la forma más temprana posible mientras el intestino lo permita
(23).
7.1 Hipermetabolismo
Este síndrome se presenta después de una cirugía, sepsis, trauma o una quemadura. Tiene la
misma fisiopatología, causada por la secreción de las hormonas contrarreguladoras de la
insulina (catecolaminas, cortisol, glucagón y secreción de dopamina). Sin embargo, las
quemaduras se caracterizan por una respuesta hipermetabólica más grave y persistente que en
las demás situaciones. Esta respuesta inflamatoria inicia inmediatamente después de la
quemadura y puede durar varios meses.
Como resultado de la secreción de hormonas contrarreguladoras a la insulina, al proceso lo
caracterizan la hiperglicemia; secundaria al aumento en el catabolismo (glucogenólisis,
proteólisis, lipólisis) y la resistencia a la insulina. La causa de esta respuesta se desconoce sin
embrago se han implicado a las IL- 1, IL – 6, factor activador de plaquetas (FAP), factor de
necrosis tumoral (TNF), endotoxinas, complejos de adherencia del neutrófilo, especies reactivas
de oxígeno, óxido nítrico, cascada de coagulación y complemento.
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Con la finalidad de modificar todo este proceso metabólico se han intentado desarrollar
estrategias que disminuyan el hipermetabolismo para evitar sus complicaciones. Las
modalidades de tratamiento se dividen en farmacológicas y no farmacológicas.
7.1.1 Tratamiento no farmacológico
Estas modalidades de tratamiento deben utilizarse como coadyuvantes entre ellas para obtener
los mejores resultados
Se basa en:
a) Escisión temprana y cierre de la quemadura
b) Tratamiento temprano de la sepsis
c) Nutrición,
d) Analgesia adecuada.
7.1.2 Tratamiento farmacológico
Cuando el estado hipercatabólico orquestado por las catecolaminas y cortisol persiste a pesar del
tratamiento quirúrgico, los métodos de tratamiento utilizados para frenar el hipercatabolismo
están encaminados a modular la respuesta hormonal que se presenta en este estado.
El tratamiento puede ser con el aporte de
a) hormonas anabólicas (insulina, oxandrolona, hormona del crecimiento recombinante humana)
b) agentes anticatabólicos (β-bloqueadores).
En el manejo con insulina no se ha establecido aún cuál es el valor ideal de glucosa sérica que
se debe mantener en los pacientes en estado crítico con la finalidad de evitar una mala evolución
ocasionada por la predisposición que tienen los pacientes hiperglucémicos a tener una tasa más
elevada de infecciones. El tratamiento con infusiones continuas de insulina debe ser
escrupulosamente vigilado y evaluado para evitar complicaciones y no indicarse de manera
rutinaria.
La hormona del crecimiento recombinante (rhGH) ha sido utilizada en pacientes graves que
tienen un estado catabólico elevado (después de cirugía mayor, sepsis, trauma o quemaduras).
Se ha indicado a una dosis de 0,2 mg/kg/día debido a que mejora la síntesis de proteínas
musculares y acelera la cicatrización de las áreas donadoras. De esta forma, se disminuyen los
días de estancia hospitalaria y los costos y se ha demostrado además que puede ser segura su
administración en niños (24).
La oxandrolona disminuye la respuesta hipermetabólica mediante la inhibición de la vía de
acción de los glucocorticoides; que son una de las hormonas responsables del hipermetabolismo
y que favorecen la proteólisis. En los niños se utiliza a 0.1 mg / kg / día dividido en dos dosis;
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con esto se ha observado que las células musculares aumentan la síntesis de proteínas;
preservando la masa muscular y posteriormente la incrementan, con esto se favorece un
aumento en la fuerza muscular cuando se asocia a un programa de ejercicios.
El propanolol disminuye el catabolismo, y favorece un balance nitrogenado positivo (todo
secundario a que disminuye el gasto cardiaco, la frecuencia cardiaca y el gasto energético en
reposo). La dosis utilizada en niños va desde 0.33 mg / kg/ día dividida en 4 dosis por vía oral,
con incrementos paulatinos hasta lograr disminuir la frecuencia cardiaca un 20% de la basal
durante un periodo de 4 semanas o hasta que se egrese el paciente (25).
7- PUNTOS CLAVE
• La atención inicial del paciente pediátrico quemado inicia con un manejo oportuno y
adecuado de la vía aérea, así como con el manejo de la toxicidad sistémica que generan
los productos de la combustión y que pueden poner en peligro la vida del paciente.
• Se recomienda realizar una intubación orotraqueal electiva basado en los indicadores
clínicos de sospecha de lesión por inhalación, inclusive antes de realizar una
broncoscopia.
• El manejo de los líquidos de restitución o resucitación es trascendental para la
evolución del paciente, evitando la sobrehidratación, pero también manteniendo una
adecuada volemia.
• Los esquemas de restitución hídrica deben de utilizarse exclusivamente en pacientes
con más de 20% de extensión de la quemadura
• La restitución hídrica debe guiarse por los volúmenes urinarios y otros parámetros
hemodinámicos individualizados para cada paciente.
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