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En una semana en la que hemos sabido que el paro ha ascendido por encima de los seis millones de personas y que hay más de dos millones de familias en las que no entra ningún sueldo, hablar de amor no es inofensivo; más bien es una provocación incómoda, como casi todas las que no hace Jesús, a comprometernos en las dificultades de quienes están pero que nosotros. Jesús quiso a la gente con una misericordia que le afectaba hasta conmoverlo. Él no rechazó a nadie, no distinguió ni clasificó a las personas sino que optó por acercarse a los últimos. Ese amor de Jesús tenemos que entenderlo desde abajo y desde dentro de lo más humano. Es un amor que encarnado en la vida de tantas mujeres y tantos hombres que no hablan de la periferia desde los centros de poder y desde una situación de bienestar; sino desde un itinerario de descenso y vaciamiento de sí que los lleva compartir la situación de marginalidad y exclusión de tanta gente que lo pasa mal. El amor es lo único que nos identifica con Jesús. El amor y no nuestros saberes, doctrinas o credos o manera de vestir. Un amor sin glamour, que no desvía la mirada de quien sufre. Cuando la Iglesia, en cada una y cada uno de nosotros, encarne, sin rodeos ni apariencias,

Quinto domingo

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En una semana en la que hemos sabido que el paro ha ascendido por encima de los seis millones de personas y que hay más de dos millones de familias en las que no entra ningún sueldo, hablar de amor no es inofensivo; más bien es una provocación incómoda, como casi todas las que no hace Jesús, a comprometernos en las dificultades de quienes están pero que nosotros.

Jesús quiso a la gente con una misericordia que le afectaba hasta conmoverlo. Él no rechazó a nadie, no distinguió ni clasificó a las personas sino que optó por acercarse a los últimos.

Ese amor de Jesús tenemos que entenderlo desde abajo y desde dentro de lo más humano. Es un amor que encarnado en la vida de tantas mujeres y tantos hombres que no hablan de la periferia desde los centros de poder y desde una situación de bienestar; sino desde un itinerario de descenso y vaciamiento de sí que los lleva compartir la situación de marginalidad y exclusión de tanta gente que lo pasa mal.

El amor es lo único que nos identifica con Jesús. El amor y no nuestros saberes, doctrinas o credos o manera de vestir. Un amor sin glamour, que no desvía la mirada de quien sufre.

Cuando la Iglesia, en cada una y cada uno de nosotros, encarne, sin rodeos ni apariencias, esa manea de querer de Jesús, será creíble y no tendrá reparo en proponer, como proyecto de vida, la utopía del amor cristiano.

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¿TE ACUERDAS, SEÑOR...?

¿Te acuerdas, Señor, de aquel tiempo en el que no había dogmas ni credos y en el que un rostro alegre era la expresión de la fe?

 

¿Te acuerdas, Señor, de aquel tiempo cuando las decisiones importantes se tomaban cantando contigo y el apoyo de la fe?

 

¿Te acuerdas, Señor, de aquel tiempo en el que los errores se arreglaban diciendo: “nos hemos equivocado, no importan, venga, en Si Nombre, empecemos otra vez?”

 

¿Te acuerdas, Señor, de aquel tiempo en el que, cuando las cosas se complicaban, nos podíamos detener, esperar y confiar para ver y creer?

 

¿Te acuerdas, Señor, de aquel tiempo en el que guerras, luchas, peleas, bandos, sólo significaba arrojarse bolas de papel?

 

 ¿Te acuerdas, Señor, de aquel tiempo en el que todas y todos soñamos alguna vez con intentar proezas de héroes y mártires de la fe?

 

¿Te acuerdas, Señor, de aquel tiempo en el que nos contabas hermosas parábolas para descubrirnos y enseñarnos cómo es él?

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¿Te acuerdas, Señor, de aquel tiempo en el que el diálogo y la libertad eran caminos necesarios para adentrarnos en la verdadera fe?

 

¿Te acuerdas, Señor, de aquel tiempo en el que tu mandato resonaba como novedad y dejaba marca y gozo en todo nuestro ser?

 

¿Te acuerdas, Señor, de este tiempo con tantas contradicciones y tareas pendientes, pero que sigue siendo el tuyo, el nuestro, el de él?

 

¿Os acordáis, amigas y amigos, de aquel tiempo en el que la única norma y mandato era "amaos como yo os he amado”?

PUES VENGA, RECUERDA,

QUE TODAVÍA TIENES TIEMPO

AHORA, HOY, YA… SE TE OFRECE LA POSIBILIAD DE INTENTAR AMAR.

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Responderemos diciendo:

Haz que trabajemos por mejorar el mundo, Padre

• Por cada ser humano que pasa hambre o tiene que soportar un trabajo inhumano para conseguir el alimento. Oremos

• Por cada una y cada uno de nosotros, que intentamos ser buena gente pero que en muchas ocasiones preferimos no enterarnos de lo mal que viven los demás. Oremos

• Por los que mueven la economía mundial y por las pequeñas acciones solidarias que cada una y cada uno podemos llevar a cabo evangélicamente, sin hacer ruido, sin atraer miradas y halagos. Oremos

• Por el papa Francisco, cuya sencillez de palara y de vida y los continuos gestos humanos de cercanía y solidaridad, son motivo de esperanza para una Iglesia llamada por el Espíritu a renacer y renovarse, a salir de sí y a hacer creíble el anuncio del evangelio para los pobres y excluidos. Oremos

• Por la gente que no se siente querida ni aceptada; por esa otra que no se quiere ni se acepta a sí misma; por quienes tienen de sí una imagen tan hinchada de sí que creen estar por encima de los demás, para que Dios los ayude y nos ayude a descubrir con honradez aquello que decía san Francisco: “somos lo que somos antes Dios y no más”. Oremos

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• Por Don Jacobo y por las personas más vulnerables que necesitan experimentar el amor y la ternura de los demás. Oremos

PRIMERA LECTURA

La lectura del libro de los Hechos de los Apósteles nos cuenta el final del viaje de Pablo y Bernabé a Antioquia. En el camino de regreso, Pablo visita las comunidades que fue fundando en el de ida. Nombra responsables para dar continuidad a la obra que había iniciado. Por primera vez asambleas compuestas por mujeres y hombres no pertenecientes al pueblo judío , participan de esa comunión y misión que es la Iglesia. El sueño de Jesús de un evangelio anunciado a todos los pueblos empezaba a hacerse realidad.

SEGUNDA LECTURA

“Secará las lágrimas de sus ojos”. Es uno de los gestos más tiernos que los seres humanos podemos hacer o dejarnos hacer. El autor del Apocalipsis imagina a Dios como una madre que acoge a sus hijas e hijos que vienen llorando de su paso por la vida y la muerte.

Al final de la historia desaparecerá lo opaco, todo lo que ha ensombrecido nuestra vida, todo lo que nos ha herido y entristecido y se podrá ver por fin con claridad el sentido de todas las cosas; pero entonces no harán falta largas explicaciones. Dios consolará a quienes llegan llorando y proclamará el fin de la muerte y el mal.

EVANGELIO

A Jesús le queda poco tiempo. Sus palabras se vuelven intensas: “Amaos como yo os he amado”. El signo por lo que se nos relacionará con Jesús y se nos identificará como seguidoras y seguidores suyos no serán nuestros méritos, ni nuestras el logo con más éxito de la historia, la cruz; ni el magnífico edificio renacentista que tenemos por sede. “La

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señal por la que conocerán que me pertenecéis y que estáis en mí será que os amáis como yo os amo”. Este es el Testamento de Jesús que tenemos que abrir, leer, agradecer y disfrutar antes de que se nos pase el tiempo.